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Año II Núm. 48.

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A Y E R

O Y

Yi - Vi

A N A N A

A LA

Excelsa Emperatriz de los Cielos

LA

O r a n M a d r e d e D i o s d e B e q o n a

Patrona y Madre de Vizcaua.• i

SALUDA, BENDICE É INVOCA

en el dia de su solemne Coronación Canónica&

Implorando su maternal eiemencia para todos los momentos de su vida,

LA REDACCIÓN

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Ligero apunte sobre el Santuario de Nuestra Señora de Begoña.Sí Sí St

EL nueve al décimo siglo se hace datar el erm itorio de Nuestra Señora de Begoña en añoso y espeso encinal edificado por los fieles begoñeses, y luego constituido en iglesia parroquial.

Este carácter tenía ya el pequeño templo cuando D. Diego López de Haro, el intruso, expidió la carta-puebla de erección de Bilbao en villa en 15 de Junio de 1300.

Por ella conservó intactos á Santa María de Begofla los diezmos de sus labradores censuarios, parro­quianos de dicha iglesia, que por la indicada carta-puebla quedaron adscritos á la nueva villa.

Todas las parroquias del Señorío edificadas por los labradores censuarios, y no por los caballeros particulares, pertenecieron al Señor, el cual fué el patrono nato de todas ellas. Por eso al recaer el Señorío en la Corona esos patronatos adquirieron la calidad de realengos, á diferencia de las iglesias construidas por caballeros, que recibieron el nombre y consideración de diviseras.

Las primeras eran mercedarias ó de libre conoesión, por lo cual el patronato de Bígoña fué donado por D. Juan I en 15 de Mayo de 1382 á D. Pedro Núñez de Lara y Leguizamón, prestigioso caballero bizcaíno, prim er conde de Mayorga y señor de Castroverde {bastardo de D. Juan Núñez de Lara el IV, señor de Bizcaya), para que hiciese de él «lo que vos quisiéredes como cosa vuestra propia», según la concesión real: y el agraciado, en el mismo año, lo cedió total y cumplidamente á su tío el caballero bilbaíno Martín Sáenz de Leguizamón, m ujer é hijos, en galardón de los muchos y buenos servicios que le había prestado.

Desde esta fecha que menciono el linaje de Leguizamón quedó en perpatua posesión del patronato de Santa María de Begoña, y sólo por enlaces de fam ilia pasó, con el transcurso del tiempo, á otras casas.

I IAunque devotísimo recinto y muy frecuentado, no ofreció interior ni exteriormente aspecto de gran­

deza templo de tanto renombre.Don Juan Castrillo, capellán délos Reyes Católicos, juez comisionado por éstos para una investiga­

ción en 1503, nos dice en un informe de e^a fecha, que constaba el santuario «de una nave embovedada con coro de madera, tres latera lesdedicados á Santa Lucía, San Juan y San Telmo, que tenía una capilla

bre para asilo de peregrinos y devotos qu« venían con ofrendas ó votos á Nuestra Señora de Begofla, y en donde posaban mientras cumplían sus devociones ó promesas.

El templo de que trato era pequeño y de pobre y humilde perspectiva; mas la devoción de los fieles y los Municipios de Begoña y Bilbao proyectaron, secundando el deseo general, edificar espacioso y bien trazado ediñcio que fuese capaz para Ja frecuencia de los romeros que Ilí-gaban de continuo á venerar la devota imagen, y revistiera la esbeltez y suntuosidad que cl tr >no de la Madre de Dios requería.

Pero habiendo surgido algunas diferencias entre la anteiglesia de Begoña y el Municipio bilbaíno sobre cuál de los dos retendría y distribuiría los fondos que se allegaban, mandó Doña Juana la Reina al corregidor de Bizcaya entendiese eneste litigio, y proveyese de manera que no se paralizaran los tra­bajos, según carta fechada en Sevilla á 6 de Jun io de 1511; y porque no era bien que por la pugna exis­tente entre ambos cuerpos prosiguiese parada la obra, mandó nuevamente desde Valladolid, á 14 de Marzo de 1513, «que se faga e continúe fasta que se acabe dicha obra e Edefizio en la manera que más utilidad ó provecho venga á la dicha Iglesia.»

En 1519 seguía levantándose la nueva fábrica, pero todavía, dentro de las paredes y arcos que se

(marido de D." Teresa Luis de Butrón y Mugica, Leguizamón de BégDña y Beri), mando lo que sigue... «e si para hazer el dicho hedifizio e iglesia nueba por la horden e traça que agora esta començada, es menester derribarlo viejo, que se derribe, e aqudlo se haga con tanto que tomada la traça de las armas que agora están puestas en las claves de las capillas y en otras qualesquier partes de la dicha yglesia vieja,» etcétera.

Todo este siglo y más duró la construcción, aunque para 1542 se hallaba term inada la nave principal y en edificación las colaterales, y se celebraban los oficios divinos en ella, no sin que en el ínterin, y sobre cuestión de asientos, disputasen el patrono y Municipio de Begoña.

I I IEn 1550 empezó á agitarle la conveniencia de que el patronato de Nuestra Señora de Begoña se

cedi^e a los religiosos de ia naciente Compañía de Jesús, y en ello intervino el mism o San Ignacio de Loyola, según carta que escribió desde Roma á 30 de Abril de 1551 al lim o. Sr. D. Juan Bernai de Luco, diocesano de Calahorra y la Calzada. Dícele el Santo Fundador:

«Acerca del patronazgo de Nuestra Señora de Begoña veo la prontitud de V. S. en las cosas que siente ser para mayor servicio divino y alguna ayuda espiritual de sus ovejas y de esta nuestra Compañía toda de V. b.; y la diligencia parece ha sido muy cumplida, y creo yo será mucho eficaz, digo la que se ha usado de parte de V. S.: todavía por lo que mostraba V. S. parecerle bien, se dió orden que el duque de

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Gandía fuese avisado para escribir, y también alguno ; de estos Reverendísimas Señores. Así que si la cosa es de Dios Nuestro Señor, no dudo que saldrá á luz, aunque no se usase otro medio que el de V. S., á quien Dios Nuestro Señor muy abundantemente remunere la caridad grande que el mesmo le da para nosotros (1).»

El intento no dejaba de tener dificultad, tanto por la oposición de quien era patrono por ja ro de heredad, como por el pueblo begoñés y el cabildo de Bilbao que regía esta iglesia y nombraba áuno 'de sus beneficiados para que ejerciese en ella la cura de almas: así es que no pasó de proyecto.

Entretanto los devotos de Nuestra Señora proseguían concurriendo al mejoramiento de la iglesia, y unos daban sus limosnas ó edificaban á su costa pilares ó lienzos enteros de capillas para cerrar la fá­brica en tres naves, otros instituían fundaciones ó capellanías ó regalaban dijes y alhajas al Santuario, como el capitán de mar D. Antonio de Bertendona, bilbaíno, finado en 1571, el cual regaló á Nuestra Señora la bandera de la nao de su apellido en que navegaron D. Carlos y D. Felipe II, su hijo, y de su peculio mandó fabricar dos coronas de oro: u ra para )a Virgen y oíra para el Niño; y ejemplares pare­cidos se hallan frecuentemente en la historia del Santuario.

La devoción de las gentes del Señorío, principalmente de las anteiglesias próximas (sobresaliendo la villa de Bilbao), no decayó en tiempo alguno; y rsí el templo, á pesar de lo costoso de su fabricación, pudo verse terminado completamente y enriquecido además de ricas colgaduras y elegante ornamenta­ción, bien provisto de lujosos vasos sagrados, frontales, arañas, candelabros de plata y copioFO número de lámparas de este mismo metal, que comenzó á lucir en 1547 y prosiguió en el siglo xvn y siguiente, enriqueciéndose aquel, llamémoslo así, museo de luminarias colgantes, hasta llegar á la cifra de cuaren­ta, óbolo de am or y reconocimiento de los muchos milites que en los tercios de Flandes ó Italia, ó en las conquistas de las diversas regiones de América experimentaron la protección de la Virgen, ó de loa marinos y comerciantes que en los mares y flotas de Indias se vieron favorecidos en momento de apu­ro y peligro y expresaron su gratitud con d/’sprendidos dones en su honor.

La primera torre que ostentó el Santuario es la fabricada en i577 por el mar*se cantrro Martín de Ga­rita, el cual se comprometió «á acabar en toda perfección el hediflzio de la torre e campanario de Begofla conforme E al tenor de la traça por él dada y a) parecer de maese rrodrigo de la cantera», según convenio ante el escribano de Bilbao Pedro de Urruño.

IVLos beneficios otorgados por Nuestra Señora de Begoña á sus devotos son incontables. Algunos de

sus prodigios cuidaron de anotarlos y recogerlos el maestro Ugaz y D. Juan de Urandúrraga ó Huandu- rraga, párrocos de esta insigne iglesia, impresos luego por el conventual de la Encarnación de Bilbao, el dominico P. Granda, á fines del siglo xvir, y.los que después de esta fecha han ocurrido, sobre todo en tiempo de inundaciones y pestes, se hallan registrados en papeks aparte y en relatos dispersos en bi­bliotecas y librerías particulares.

Lo'cierto y culminante en el pueblo bascongado es la devoción perenne á la milagrosa y celebrada imagen de Nuestra Señora de Begoña, devoción que no ha sufrido eclipse en tiempo alguno ni se ha co­nocido época en que flaqueara. Vivida y floreciente ha germinado en el pecho de todo eúskaro; y en el presente siglo, frescos se hallan los recuerdos de las solemnes procesiones con la Santa Efigie celebradas, > más que todo las suntuosas y concurridas fiestas de las peregrinaciones á su santuario en 1880, segui­das, al term inar el siglo xix de la grandiosa solemnidad de la Coronación canónica de la Virgen, que motiva este extraordinario que publica Ecos R e l ig io s o s .

Con estos actos el pueblo bizcaíno se ha declarado completamente Mariano; demuestra que sigue las huellas de sus mayores, que trata de conservar su fe aunque el nivel religioso haya descendido, por des­gracia, en otras partes; que no se avergüenza de declarar sus entusiasmos por María, que quiere, en una palabra, continuar dando honor y culto rendidísimo á su augusta Señora y purísima Madre.

Que la perseverancia en esa salvadora devoción nos asegure la protección de la Santísima Virgen hasta exhalar nuestro último suspiro, y Bizcaya sea perpetuamente bendecida en sus futuras generacio­nes por la Madre de Dios.

E stan islao J a im e de X a b a yru .

Tima donzelaren zeruratziari.I

¡Andra María! Zerura zoas Seme Jesusen besuan,Anise bai ondo arlzenzailue Alzeguinezko kantuan.

n¡Ay ene Ama! nok aleikean,

Zure yantzitik oratu,Mendi Santura gaur-igon eta Aingeruakas gozatu.

IIIAtzeguineko seña gozuak

Zedron aldetik dantzudas, ¡Ama lastsna! zerutar danak Poítuten dira gaur zugas.

IVïîrresko yantzi ederra dozu

Apaingarriizat zoiñean Llargui zuri silarrolua Zapingotzako oñean.

Sion santuko gau buru baten Ederrik doza yargoia,Zeuro burua izan edenes Apainduriko koroia.

VIEbaren seme erbestetuok

Begira gagos zuganutz ¡Ama samxirra! bior eguizus Begi bigunok guganutz.

VilEgun senliko izarra*leges

Rguskiyaron aurrelik Lloskorreske argi donlzua Emon oi dozu Zerntik.

VIIIBiotza dozu samurra eta

Ezkuak gustis zabalak Jaunak zugatik artu daizala Adanon some alabak.

Jvielcijor de y îndonegu i.Presbítero.

(1) Tomo I I de la i Cari»» i* San Içnaci«.

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M f ) io ^

^JASGUÉ el velo de los tiempos, miré y vi: En el principio acabados loa cielos y la tierra, y todo el c ruainojito de ellos. Oruamouto de luz que, disipando las tinieblas, nos hace adm irar la hermosura de la creación; ornamento de

6ol que regula el tiempo, y al calor de sus rayos vivifica la naturaleza; ornamento de luna que alegra la noche; ornamento de estrellas que abi illantan el firmamento.

Miré y vi: La lierra vestida de plantas que proiiucen simiente; de árboles que dan fruto; de flores que orttontan mil colore;?. Y vi la inmejisa llanura del mar con su periódico y regular movimiento, y las aguas elevarse en el aire para luego rociar, cariñosad, los montes y Ja llanura.

Miré y vi: Seres d i ánitua viviente, beáiiai y roptile^ que se mueven sobre la tierra, poces que i)ueb!au las aguas, aves que hienden la atmós­fera. Y seres inorgánicos en variedad de piedras y de ric>''8 minerales.

En todo belleza, orden y armonía cantando la omnipotencia del Hacedor.

Miré y vi; Paraíso de deleite enga­lanado con las maravillas de la tierra.Y en el Paraíso estaban un hombre y una m ujer de suprema hermosura, y pn ellos compendiada la grande obra de la creación.

Tenían dt)minio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo, y so­bre toda ánima viviente que se mueve en la tierra. Tenían á la vista ciados y tierra formados para gozo de aquel hombre y de aquella mujer.

Todo esto tenían Adán y Eva, y más aún: Dios hablaba con ellos, y ellos conversaban con Dios. Tenían inteli­gencia para conocer á Dios y voluntad para obedecerle. lY no le obedecieroji!

IIAl colocar Dios á nuestros padres

en el Paraíso, les impuso el precepto de obediencia, al cual faltó primero la m ujer por instigación del espíritu so­berbio, y luego faltó el hombre por sugestión de la m ujer. Por la desobe­diencia entró el pecado en el inundo.

Y dijo Dios á Adán: «Por cuanto »oiste la voz de tu mujer, y comiste del »árbol de que tu había mandado que »no comieras, maldita será la tien a ;»espinas y abrojos te producirá, y con »el sudor de tu rostro comerás el pan »de ella todos los días de tu vida, has- *ta que vuelvas á la tierra de que fuis- >te tomado: porque polvo eres y en »polvo te convertirás.»

Esta sentencia tuvo inmediata eje­cución: Adán y Eva fueron arrojados del Paraíso, y ellos, lo mismo que su descendencia, condenados todos á morir irremisiblemente. Mas el

K s ta iid a rte co n qu<» la A r¿liioofra<lfa I . C »iaz(Sn d e M oría, eatah leuida- €11 ►u iK le s ia T itu la r d e k c a lle <le S . F ra n c is c o , B u b itá fi B e-folla e l d ía d e la co ro n a c ió n c a n ó n ic a d e la V lriçcn .

compasivo Dios había^ consolado á nuestros uadres, prometiéndo- ' ^ ■ ■ 'a que prestó oídos al

esperanza del perdón.Ies un reparador de su culpa. Esta promesa le fué revelada á E va. por ser la prim era que prestó oídos alespíritusoberbio, cuya cabeza sería quebrantada por otra mujer. Tras el pecado, la ejLas puertas del cielo, que se habían cerrado, volverían á abrirse. ¿Cuándo?

I I IIlabían.trauscurrido cuatro mil años. Cuarenta siglos de degradación, sumergida la familia humana

en un m ar de vicioB y de ignorancia, si bi(;n conservando el tradicional recuerdo de la promesa de una

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reparación. Ilasia el pueblo escogido por Dios, para depositario de los milagros y de la revelación divi­na, se pervirtió también. Loa judíos, que en otro tiempo suapiraban ardentísimos por el Mesías pro­

metido á su nación y anunciado por sus profetas, se dividieron por ú lti­mo en enconadas banderías. A ello contribuyeron poderosamente la depravación é hipocresía de bus doctores, divididos en sectas políti­co-religiosas, los unos falseando el sentido de la ley mosaica y los otros destruyendo toda creencia. Tal era Ja encarnizada lucha entre fariseos y t-aduceos.

Así las cosas, cundió entre loa israelitas el olvido de la ley de Dios; perdieronsu patria haciéndola tributaria del César y vieron tras­ladado el glorioso cetro de Judá á manos de un rey extranjero.

Yo he encontrado á hombres de esa raza hebrea, con la frente incli­nada sobre las ruinas de Moría, llo­rando amargamente y clamando al cit'lo por la reedificación del templo de sus padres. Increíble parece, pero es verdad: también loa he encontra­do y ¡hablaban castellano! á orillas del lago do Tiberiades, esperando allí al Mesías, que, según me dije­ron, creían que había de venir de la parte del desierto. Pobres ciegos que Jo mismo que sus hermanos, dispersos por la redondez de la tie­rra , no ven que se cumplieron ya los vaticinios de loa profetas.

Yo no sé si hoy puede decirse con propiedad que son judíos los que pertenecen á la antigua aecta de los samaritanos, residentes en Naplusa, la antigua Sichem de la Biblia. En­tré en aquella sinagoga y vi á los samaritanos vestidos de túnicas blancas, sentados en el auelo al uao oriental, mirando á Garizim, y aun­que no hablaban español, un joven samaritano comprendió mia deseos y me enseñó el Pentateuco, qu3, en opinión de ellos, es el mismo libro que recibieron de Manasaes, cuando ae separaron de los judíos. Franca­mente, yo no lo crao, porque Mana- ases vivió m^s de aeia aigloa antes

de Cristo, y allí, como aquí, no hubieran faltado incaufadores en el transcurso de tanto tiempo. Hecha esta digresión, vuelvo á mi asunto. Suspiraba el mundo por alguien que, sacándole de la barbarie en que yacía, había de restablecer el imperio de la justicia. Los sabios, entre los idólatras, esperaban un Re­generador que cambiaría el espíritu de las naciones. El príncipe de los poetas latinos, despreciando á los impuros dioses del Olimpo, vislumbraba im nuevo ser celestial, que habría de gobernar pacíficamente á los hombres. Linaje de Judá, ¿por qué no brota la simiente bendita prometida á Eva? ¿Cuándo se cumplo la promesa de Dios? ¿Quién es la criatura destinada para presentar á la humanidad doliente el remedio de sus males? ¿Dónde está?

IV.Mirad, ¿no la véis?=Ya asoma su cándida frente orlada con la aureolado la m añana.=Y á su vista

huyen las sombras de la noche de los 8ÍgIos.=Y derram a á manos llenas torrentes de luz.==Porque ella es la luz viva anunciada por Isaías = Porque ella es la precursora de la Estrella de Jacob.=Porque ella es la heredera de la tribu de Judá .= ¿N o la veis? = E s la aurora de la mañana que disipa la tiniebla;« es­parcidas sobre la faz de la tie rra .= E s el día radiante en que acaba la confusión de los tiempo8.=Ea la luz que aclara las simbólicas figuras cantadas por loa Prof«tas.=Es la lumbre que hiere los ojos del mundo soñoliento.=E1 mundo la espera con ansia = Y al mundo llega más pura que, cuando en el prin­cipio, el prim er rayo de luz, partiendo del sol, ilum inara el firmamento.=Mirad, ¿no la véis?^Cuán bella y agraciada se acerca á nosotros.—M a r ía está ya entre las hijas de loa hombre8.=Es la vara que ha brotado de la raíz de Jessé.=Es la candorosa azucena que acaricia en su seno la fiorecilla de oro .=E s la Amada de Dios en^re las hijas de los hombres.

María, Dios te guarde. Dios te guarde, María: desde el principio colmada de virtudes llpna eres de gracia. El Señor es contigo; tú eres el tabernáculo escogido para tálamo del Espíritu do Amor. Bendita eres entre las hija» de Adán, y bienaventurada te llaman todas las generaciones. Y bendito es el fruto que, engendra­do desdóla eternidad en el seno del Padre, fué en el tiempo fruto dÍTÍno de tus entrañas virginales.

yilvaro

Estandarte de la'Aichicofradía del I. Corazón de María.

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¡sí principiamos á ¡narrar nuestros propios afanen, porque nínj?ún olro mejor comienzo se nos figura podríamos dar á la historia de la devoción con la Gran Madre de Dios de Be^fbña en nues­tros días, después de haber trazado la crónica de la que se desplegó en los pasados tiempos á tan

excelsa Emperatriz y Reina.La feliz idea á cuya celebración se d-?dica y consagra este E x t r a o r d in a r io , y el honor incomparable

que con la coronación canónica de su Efigie ée tributa á Nuestra Señora do Begoña, brotó fulgente del entusiasta peoho de un hijo de Bilbao con motivo del sexto centenario de la fundación de Bilbao en villa y de las fiesta profanas que se intentó celebrar.

Ningún festejo más augusto, ningún regocijo más serio, elevado y grave que enaltecer á la Virgen que presidió á todo el desenvolvimiento civil y comercial de la villa del Neryión, recostada á los pies del sagrado templo de Begoña.

Los moradores de Bilbao, en efecto, la consideraron siempre oomo á su protectora^ y á ella reí?urrie- ron confiados y hum ildes en sus conflictos y angustias, todos sus pesares y peligros particuJares y públicos.

El pensamiento del Padre filipense Juan José de Lecanda, apenas lanzado á la consideración de los bilbaínos, halló eco simpático, y, sin voz discordante ninguna, íué acogido con entusiasmo.

P. Prepósito de los Oratorianos de Alcalá de Henares, aunque ausente, supo herir la fibra más de- licátía del sentimiento religioso de fcus compatriotas, y estudiado cl asunto, que de suyo requería m adu­rez, se consideró que* no sería difícil obtener en Roma la graciá- do la coronación canónica de la Virgen de Begoña, atenta su celebridad y antigüedad.VAI efecto, el Cabildo parroquial de la monasterial iglesia ^b Santa María de dicho título, €rAyunta-

miento de Begoña, los Mayordomos de la Cofradía de Nuc¿ m Señora, el Presidente de la. Diputación provincial de Vizcaya y el Alcalde-Presidente del Ayuntaiu;:ato de la d illa de Bilbao, elavaroii réveren- te, mensaje el 19 de Marzo del año actual alEm m o. y Rvdmo. Sr. Cardenal Archipresbítec?) de la Patriar- .cal Basílica Vaticana y á los ilustres^ Rvdmos. Sres. Canónigos de la misma Santa Iglesfli^^gponiendo en él los motivos que les impulsaba a suplicar la gracia canónica de ofrecer á la Santísim a^rgien , en su advocación de Nuestra Señora de'Begoña, una corona de oro adornada de piedras ppeciosas, como una ofrenda que revelase el sentimiento de amor que radicaba en el corazón del pueblo flel,y por'consi* guíente, la licencia oportuna para la coronación canónica, para que esta solemnidad sirviese de inayor aug« de la devoción de los bilbaínos y vizcaínos en general hacia la Santísimá Virgen, todo lo cual cede­ría en mayor honra de Dios y de su Saptísima Madre la Virgen María.

El informe del Prelado de la Diócesis fué á la vez favorable, y el Emmo.‘ Rnmpolla:; -Arcipreste de la Sacrosanta y Patriarcal Basílica del Príncipe de los Apóstoles de Urbe, y el Cabildo y Canónigos de dicha Basílica, por su Secretario Félix Cabagrús y su Canciller Filiberto Pomponi, expidieron la facultad que se deseaba y cometieron al Rvdo. Sr. Obispo de Vitoria el acto de colocar en la cabeza de la sacratísima imagen la preciosa corona de honor que suplicábala piedad de los fieles devotos de Nuestra péñora, observándose en él el rito proscripto para estos casos.

Obtenida esta gran merced en obsequio y honra de la Virgen que puede llamarse la Patrona deiVizca* ya, se formó la Junta organizadora de las fiestas que se habían do celebrar el día de hoy, 8 de Sepuembr« de 1900, tíltimo año del siglo xix, presidida por el Sr. Arcipreste de Bilbao y su partido, Jun ta Avídida en varias Comisiones para la mjjOr dirección de las solemnidades; y esta agrupación, compuesta de eclesiásticos y seglares, ha celebrado periódicamente sus sesiones para deliberar y acordar el jjá)do de que aquéllas revistieran la m ^ o r grandiosidad posible. '•

El día anhelado ha llegado. El engalanado Santuario acogerá bajo sus bóvedas y sobre el altar radiante de luz y de belleza de Nuestra Señora á miles de bilbaínos y miles de peregrinos de todo este Antiguo Señorío y de otras partes.

La coronación canónica se verificará por nuestro venerable Prelado, rodeado de otros hermano? suyos en el Pontificado de distintas Sedes de España, y la Santísima Virgen de Begoña ostentará de hoy en adelante un título más de veneración y respeto que le atraiga los corazones de los hijos de estaá mon­tañas con mayor impulso y afecto que en siglos anteriores..

¡Gloria á María, la inmortal Reina del Empíreo, venerada con veneración secular por los bilbaínos y anteiglesias y villas de Vizcayaen su título amado de Nuestra Señora de Begoña!; y que el acto de hoy sirva para imprimir en todos nuestros corazones un profunda amor á la Madre de Dios, séntiaiientos arraigados de fe religiosa, y una confianza salvadora en el valimiento que goza ante el Trono *jdivÍno, para que hajo su patrocioio sea nuéstra tierra el pueblo mfis 'feliz del orbe y modelo de nactQií{íilidade« cristianas.

AE stan islao J a im e de X a b a yru .

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¡J^etrja c o r o n a d a y jY ta d re d e V is c a y a : f 9 t r h ^ á v u e s fr o p u e b h qire o s a d a m a je r v J e n i^ erj e s fe d ia l

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M i ( íH lia llí l i M i l i m BS Bicoil

JACE muy poeo[tiempo, desde el último mes de Mayo, se agita entre los vizcaínos la idea de la Coronación de la Santísima Virgen de

Begoña, haciendo palpitar de entusiasmo los cora­zones y siendo causa de que en todos los pueblos de esta hidalga tierra se eleve un himno universal de veneración, sumisión y agradecimiento profun­dos á la que siempre fué su protectora especial.

Este suceso, por todos conceptos extraordinario, concedido por Djos como compensación á las am ar­guras q u e nos ha producido el siglo que se des­pide y que nos llena de gratas esperanzas para el porvenir, ten­drá lugar el me­morable d ía 8 de Septiem bre en la explanada que rodea al in ­signe y celebra­do Santuario de Begoña.

R a ra vez verifica en la vi­da de los pue­blos un aconte­cimiento com o es el hecho de la C oronación canónica y so ­lemne de lá Ma­dre de Dios, da* do que, no sien:-, pre las imáge­nes que se vene­ran en los, d i­versos santuarios, suelen reunir los requisitos que por Dereclio eclesiástico se exigen para la realiza­ción de acto tan trascendental.

Previo el consiguiente expediente canónico, lle­nadas las condiciones necesarias, remitidas las pre­ces 6 informaciones y extendido el correspondien­te decreto, aquí, en Begofla, baluarte firmísimo de la viva fe que anima al pueblo eúskaro, la Madre de Dios, la Palrona de Vizcaya, será solemne y ca­

Ub R ib e r a ( p o r d o n d e v o l v e r á ja p r o c e s i ó n h s c i a B e g o ñ a e l d í a 9 d e S e p t i tm b r e } .

nónicamente coronada por el respetable señor doc­tor D. Ramón Fernández de Piérola y López de Lu- zuriaga, dignísimo Obispo de esta diócesis y Dele­gado Poniiñcio. ‘

Al ofrecer dos coronas, la una dedicada al divino niño Jesús y la otra, con espléndido cetro, signo de Ja Majestad á la excelsa Señora, debemos hacer constar con verdadera satisfacción que ricos y po­bres, geñoras do alta' alcurnia y modestas mujeres derpueblo, han rivalizado con entusiasmo entre­

gando su óbolo para que las re­feridas coronas y el cetro fuesen de g ra n valor, de extraordina­rio gusto a rtís­tico, y la expre­sión f iJ ia l del amor del pueblo á su Madre (1).

Estas libera­lidades, del mis­m o m odo que los ricos presen- tés ofrecidos á la más alta sabi­duría de la tie­rra, s i r v ie r o n para elevar un trono en que se R en ta ra e l más g r a n d e d e los s a b io s , S a lo ­món, así estas dos coronas, es­te cetro,, consti­tuirán siempre u n m a g n íf ic o

tributo de admiración á la Reina del Cielo.Las generaciones f aturas verán que si el día 8 de

Septiembre Dios nos ha dispensado una gracia, nunca concedid i á nuestros padres, hemos sabido, a! menos, comprenderla y apreciarla y nos hemos manifestado dignos de ese favor del Cielo.

¿)r. J"osé de Qegteascoechea.P r e a b l t e t o .

I D E S E O S

Nací y me crié bajo el manto dé la Virgen de Uribarri, la Virgen del Duranguesado, cuyas glorias me ha cabido la hoi^a de cantar desde el púlpito do la hermosa parroquia do Santa María de la antigua Tavira.

Misionero Franciscano, he ocupado repetidaa vecds la sagrada cátedra de la Basílica de Begoftn, v allí he cantado, a placer siempre, y siempre sin fatiga, las excelencias de la Madre de Dios, que se venera en aquel Santuario, y extiende su acción prodigiosa sobre todos los términos del Señorío do Vizcaya.

Compláceme, por muchos títulos, el acto solemnísimo de la coronación de la Madre de Dios do Bego- ña, a cuyo trono de oro, desde el mísero suelo que piso, y prosternado, envío mi humilde pero ardiente lelicitacion, rogandola no consienta de hoy más que vasallo suyo alguno, que ningún vizcaíno, en ei tér- mino de su carrera, muera esclavo del pecado y se condene; antes bien haga que todo hijo de este excla- recidó solar se presente al juicio de Dios puro ó justiflcado, llevando en sus labios el nombre dulcísimo de su Rema, de la Madre de Dios de Begoña.

Bermco. ¿ c e r t e / .

J gran desprendimiento de una distinguida y piadosa sefiora, cuyo nombre me ha prohibido exhiba al público, ha coBteado la corona de la Virgen. (J. de P., Presbítero). í uuíivw,

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^ ^ ^ a l v e ! entonan los angélicos espíritus en la admirable región de la gloria; Salve, dicen los coros de vírgenes y mártires y las almas que gozan de la presencia augusta del Creador de cielos y tierra, contemplando á la Doncella de Judá elevada á los más extremados grados de la celeste majestad;

Salve, repiten las muchedumbres de fieles que, absortos ante la majestuosa dulzura de la que se complace en que la llamen Madre, se prosternan ante sus altares, llenos de fe, henchido el corazón de gratitud y go­zosos de que la Reina de loa cielos se digne escuchar sus cánticos de respetuoso amor. Scdve, gritan hasta los descreídos, cuando, crujiendo sobre bus cabezas las amenazas del Padre Eterno, sienten frío en el alma y terror en el corazón por el justo castigo que les amaga.

¿Por qué todoj, creyentes é ingratos, hombres y ángeles, prorrumpen en esa aclamación tan cariñosa y humilde? ¿Por qué brota, respetuosa y unánime, esa hermosa salutación, reP.ejo de sentirnientos que arraigan en el fondo de las almas? Vos lo sabéis perfectamente, Virgen purísima y Madre cariñosa. Vos, que desde las alturas celestes os ocupáis en derramar bondades, v e l a r por vuestros hijos, protegerlos y ampararlos en sus necesidades, podéis apreciar el móvil que impulsa á las pobres criaturas a aclamaros y ensalzaros con afecto íntimo, sí, pero que no llega á reflejar el que Vos os dignáis dispensar a los hombres.

Bien quisiera, Madre purísima, saber cantar vuestras glorias y expresaros la alegría con que vuestros hijos os ciñen hoy esa corona, que sella su amor, proclamándoos Reina de los corazones, y en el himno del alma unir en estrecho y perfecto haz las alabanzas á la Madre de Dios con la gratitud a la excelsa Protectora de pueblos y de criaturas. Mas ¿quién puede remontar el vuelo hasta penetrar con el corazón en la espléndida mansión en que moráis, refiejando la gloria que os c i r c u n d a , y expresar el reconoci­miento á tantas bondades? ' ♦

Es, empero, tan suave el resplandor que despide vuestra grandeza; atraéis de modo tal a cuantos tie­nen la dicha de admiraros, que si el alma, asombrada ante la magniflc'ncia celestial que os rodea, no acierta con palabras que expresen su gozo, puede el corazón, respirando la purísima atmosfera que os rodea, expresaros su amor en frases que revelen respato al par que reconocimiento profundo.

Dejad, pues, que en día tan solemne para cuantos en Vos hallan su consuelo, cante en loor vuestro, para que,resaltando lo íntimo de nuestro afecto, conozcáis, Señora, el gozo que hoy inunda nuestras almas.

jBendita seáis, Madre del amor hermoso! Al ofreceros este pueblo, siempre vuestro, esa corana, símbolo de potestad suprema, quiero expresaros su veneración á la vez que os rinde pleitesía filial.

¡Salve, Reina adorada! exclaman cuantos, gozando dichas inefables, llegan hoy á vuestras plantas con las ofrendas de corazones agradecidos. _ j • ki

¡Virgen Santa de Begoña! postrados á vuestras plantas os rogamos no ceséis en esa admirable protec­ción, que, si cuadra perfectamente con los elevados sentimientos de vuestra innata b o n d a d , constituye la más hermosa de las esperanzas de los que acá en la tierra ponemos en Vos toda nuestra confianza.

¡Te Deum laudamus! Sí, ai aclamaros por Reina y Señora, recordamos que el S e ñ o r tiene con Vos todas sus delicias y que ante El debemos doblar la rodilla para expresarle todo el respeto que nos inspira su omnipotencia y agradecerle del fondo del alma las dignidades y honores de que rodea vuestra humilde grandeza.

i Gracias, mil veces gracias, Virgen Madre de Dios y de los hombres! Al acoger nuestras plegarias y aceptar el obsequio con que en nuestra pobreza queremos significar la sumisión de nuestras almas, os mostráis generosa hasta lo indecible, bondadosa cual la misma caridad y más afable que la más canflosa de las madres. ¿Cómo pagaros, Señora, pruebas tales de cariño?

Si la gratitud puede ser demostración de lealtad en los sentimientos, os juramos. Madre amada, seros fciempre fieles y siempre reconoríidos, nunca ingratos, jam ás descreídos.

Por eso, hoy, al coronaros por Reina de este noble solar, nos entregamos á Vqs; y para tributaros ho­menaje más expresivo aún, inclinamos la frente tocando al suelo; y no lo hacemos sólo por humildad, no: es que sabemos que llevando el corazón lim pio y henchido de respeto, hacéis Vos que el suelo se eleve tanto, tanto, que sirviendo de pedestal á vuestro trono de gloria, nos permita deciros, contemplan­do vuestro mágico y admirable rostro: ¡Viva la Madre de Dios de Begoña!

j 7rís fi¿es de jfr fiiia n o .

Bilbao 3I de Agosto de ¡^00.

A L A A S U N C I Ó NSONETO

De los coros angélicos el canto Turbó la calma de la noche obscura Y bajó ¿ Josafat, desdu la altura,Un celeste escuadrón mística y santo.

El Arcángel Rafael, lleno de encanto Como cuando anunció la gran ventura, —Ave M aría—dijo,—Vir(>ett pura,En el nombre de Dios, yo te levanto.

Y por el coro angóllco, impelidaDe gloria y de beldad resplandeciente, Fué María i ios cielos aacendidd;

Y en e! solio de Dios Omnipotente, Trinidad augusta, complacida.

De doce estrellas circundo su frente.

L u is d e G a rlta flo itla

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i i^ u ^ k e r ià !

I ”es hora la presente para d irig ir con ilusión la vista á ninguna de las regiones

españolas: el ánimo, tras universal naufragio, no halla en todos los puntos de la Península sino escombros, soledades fúnebres, hedor de cadáveres y montones

de lodo y vilipendio mirando á lo presente; y de cara á lo porvenir, temijres fundadísimos, desalientos y horizontes teñidos con fulgores de sangre por el sol poniente de la antigua pre­ponderancia española.

Hay con todo una región siempre bella, interesante siempre, ambicionada en todas las Cg épocas y que hoy, como siempre, atrae á f í miradas de predilección y de cariño.

Es la hermosa, encantadora Euskeria.Ocupada en su interior y doméstica vida y florecimiento, un d ía aprestó sus huestes á la pelea para

arrojar de España á los secuaces de la media luna, y aunque libre su suelo de las corrientes sarracenas que inundaron entonces la Península, contribuyeron no poco sus hijos,

mostrándoit en irt (u«no8 (o« tntjoret,á la grandiosa epopeya de la Reconquista goda.

Hoy, por desgracia es cierto, Euskeria no ha visto su suelo tíel todo libre de las corrientes modernas oomo lo celebró un día exento de las corrientes agarenas; en su seno se desarrollan y fecundan gérmenes que matan tradiciones santas; solares suyos son donde han levantado viviendas y moradas gomes, ó ex­trañas ó bastardas, que le forman un pueblo que no le pertenece; con el humo de sus fábricas suben al cielo y profanan el espacio de su atmósfera, gritos, que ni son las plegarias y cantos que entonaban los marinos de sus playas al hacerse á la mar, ni el irrinizi cortante que vibraba en labios de sus guerreros al bajar de las montañas. Alguien lo ha escrito y lo ha llorado:

no ya sub hijos con v iril acento u iüdos en la aceión y e l pensam iento la santa causa in trép idos defienden: e n su sublim e am or su ánimo encienden, n i ya con ard im iento ...............................................................................

No es esto, sin embargo, decir que la gente eúskara haya degenerado: nada de eso.Vizcaya es siempre la misma. Sonara de nuevo labora de una reconquista goda, y Vizcaya responde­

ría á sus tradiciones de heroísmo. Entretanto, cumple su misión.«* «

España, el suelo hermoso que hoy no ve entoldar su cielo sino con el manto del vihpendio, ni ilumi* nar sus aires sino con los esplendores siniestros ^ue esparce en el período de su infortunio el astro fatí' dico de sus ruinas y desastres, se dirige á sus hijos y les dice llorosa y lastimera: ¡Rogad por mí!

Y Vizcaya cumple su ruego, porque en efecto, el recurrir a l Cíelo ha sido siempre la solución salva­dora de nuestros grandes problemas históricos.

Y lo cumple como supo siempre la raza euskalduna cum plir sus deberes patrios: con la nota de la grandiosidad y el heroísmo.

Y para ello llama á sus hijos sobre la cima de una montaña santa como en otros tiempos congregaba á los diputados de sus pueblos en derredor de un Arbol venerando.

Y les comunica un proyecto. Depositar en las sienes de la Gran Madre de Dios de Begoña (el divinal encanto y soñadora ilusión do estas hidalgas tierras) una corona de oro; y con ello, ratificarse en sus sentimientos de amor tradicional á la excelsa Reina y proseguir fervientes la historia de su culto, y per­petuar labrando su timbré más glorioso, los homenajes do su entusiasmo y adoración constante.

¡Albricias mil, hijos de Vizcayal ¡Prosapia de la Virgen de Begoña, albricias mil!...* *

Hoy es el día destinado.Muchedumbres numerosas, cubriendo la c; ma del monte Santo, asistiendo en inspirado y confuso tro­

pel ricos y pobres, electrizadas las almas y unidos los corazones do todos con el hilo de oro del am or á una Madre celestial y encantadora, celebran el faustísimo suceso y depositarán ante el trono de la coro­nada Reina el memorial de sus súplicas y plegarias.

¡Que el Señor las oiga benigno! Que el Dios de nuestros mayores confirme en generación perpetua los sentimientos tradicionales de esta tierra nobilísima.

Que María de Begoña, solemnemente coronada por nuestras pobres manos, prosiga en vida y en muerte coronándonos con su misericordia de Madre.

El Prelado venerable y Ministro dichoso, al llegar el momento solemne de la coronación, le dirá á María estas palabras: «Así como por nuestras manos eres coronada en la tierra, así y por T i merezcamos ,un día ser coronados con gloria y honor en las alturas de los Cielos.*

Que Ella oiga, bendiga y despache benignamente esa y las demás plegarías quo con afecto de hijos depositaremos á sus plantas en este día de glorioso é imborrable recuerdo.

Bilbao, 8 de Septiembre.jT riu ro Jñenán y ^a r ib a y .

C. M. F.

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MARIANUS TITULI SANCTÁE CAECILIAE

, ROMABAE ECCIESIAE PRESBYTER CARDIBÄUS R A IP O L U DEL T H M R OSACROSANCTAE PATRIARCHALIS BASILICAE

P R IN C IP iS A P 08T O L O R U M DB U RB E A R C H IPR E SB Y T B R

S&CRiE C0NGR8G&TI0NIS m. FIBRICAE PRAEFECTDS

N E C N O N O A F I T O 1 .U M E T Q A l S O m O l E I U S Ö E M B A S I L I C A E

^ x Ú O Ú í 'W ; i-W i b a / n t a , a i u w ' 3 t ’ i^ M .ta x ’{ ? M i? a 'v v l i a J o i c i Ç c ^ u m v ^ , ò a ? i U w v v w ò i o i - w w w ò i M 'v f \ X ( A .n a M \ :

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Hzken-agurra Hma Dontzellari.I

¡A ^ r /«sifs-en Ama, Virgiña maitia!¡Agur ichasoco izar Distìatzallia!^g u r ceruco Eguzki rorkidaz betia!¡Agur, pecatarien Gayata estalpia!...

II

¡Agur guizonen Ama, Ceruco Erreguiña,Ama gozo chit maite Amorezeo piña! Zuregandic juatea Gauza da samiña... jAgur nere biotzeco Poza ta atseguifia!

lU

¡Agur gure poza ta Atseguiñ guztiya, Atsecabe danetan Gozaicai eztiyal ¡Agur Vbrgiña eder chit zoragarriya! Arzazu biotza ta Torizu biciya...

IV

Zuregandican alde Biyotzac ecifl du;Zeregana dijoa;Zugan bici naidu:Virgifl paregabea,Redeinoa nazuzu;¡Agur Ama nerea,Agur, agur, agur!...

J o s é J f . Jarana, S ’ J -

U N N À U F R A G OTriste, muy triste, se acercaba al Santuario de

Begoña un venerable anciano, tostado por el sol de loa trópicos y con el alma destrozada por el dolor. E l mar había sido su vida y en el m ar habia perdidolo que más amaba.

—H a desaparecido toda nuestra felicidad en la tierra—decís, á su esposa que le acompañaba;—eí mar ha sido la sepultura de nmsiro José. ¡Hijo de mi alma! por mi imprudencia pereciste ahogado: ¡ Virgen de Begoña, perdóname!

Y pegando su rostro al de su querida esposa, daba rienda suelta al dolor, que repercutía en el corazón de su compáñera, sufriendo ambos las an> g u s t i a s d e l a muerte.

—Dios lo dis' pone todo, esposo mía: llágase su vol un t ad , h a Viraen de Bego~ ña lo tendrá en el Cielo: allí nos veremos.

El triste mari­no ocultaba el rostro en sus ca* llosas m a n o s , mientras el Mi­nistro del Señor ofrecía el Santo Sacriftcio por el e tem j descanso del alma d e l náufrago..,

I IEl dolor y des-

alientoiban ago­tando las ener­gías de los dos ancianos: los la­tidos de sus co­razones habían perdido la fuerza y vigor de otros tiempo?: el hijo les hacía felices: con el hijo había desaparecido su'calor viviflcante.

—¡Esposa de mi vida/—decía el pobre marino, es­trechándola en sus brazos:—iv Dios te llama al Cielo antes que yo desaparezca del mundo, no te olvides de mi, al ver á nuestro hijo y vivir feliz con él; pídele á Dios que os acompañe pronto, no quiero estar sepa­rado de vosotros.

— O si tú mueres antes que yo, esposo mío, acuérdate de mí, espérame en el Cielo con el hijo de nuestras lá­grimas.

I I I¡La paz sea en esta casa! m urm uraba un sacerdo­

te llevando el pan de los ángeles en sus trémulas

Puenta'de'Jstbe II <por donde paaari la Virgen da BegoRa al bajar'á',Bilbao ;de«pu6i de ag ooronaolón oanóntoa

manos, para fortalecer un alma que se despedía del tiempo para ocultarse en la eternidad.

La madre del náufrago recibió el Santo Viático con la tranquilidad de los que mueren en el Sóñor.

—¡Hijo del aZwa/—suspiró el marino al terminar la tierna ceremonia con que la Iglesia asiste á los suyos en los últimos momentos:—Ayo mío, vas á re­cibir la visita de tu madre, ¡vivid en paz!

Un joven de penetrante mirada, demacrado el rostro por el sufrimiento, pasó entonces por la puerta de aquella triste morada, oprimiéndose el corazón con ambas manos para que ro estallara en el pecho, y diciendo interiormente: < ; Virgen de Be-

goña! me salvas­te en los mares, s á l v a m e en la casa de mis pa­dres:» Entró en la fúnebre estan­cia, i m p r i m i ó un ardiente beso en la frente de la moribunda, y exclamó con voz entrecortada de sollozos:

—¡Madre mía, la Virgen de Be­gonia me ha con­cedido la gracia que tanto he pe­dido: la de estre­charla á usted en mis brazos antes de morir!» f Murió aquella madre cristiana. Pascual, este era el nombre del marino, contó á su hijo lasamar- guras de su co­

razón, creyéndole ahogado la noch^ nef/ra de su vida en el m ar de la China y el viaje que habían hecho á Begoña para oir una misa por el eterno desj canso del hijo náufrago- El hijo agradecido narró á su padre el m ilagro de la Virgen, salvándole de la muerte, y añadió con resolución irrevocable:

—¡Mi madre y usted han mandado celebrar el santo sacrificio de la Misa por su h ijo nXüí'RAGO; el hijo náufrago celebrará él mismo el santo sacrificio por el eterno descanso del alma de sus padres!

El Cíelo escuchó su voz, y el hijo agradecido llegó á ser ministro del Señor.

6%(*rniea 28 i* Apnio dt 1900.

P . J u liá n 7(odríffo.Agustino.

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J î lr r \a á e ip a r a e de p e g o n a .

I q l t i iA y C o l i g i ó det i n n t e u l a d o C o r a z ó n d e H a r í a . ( F a c h a d a p r i n c i p a l . )

S A L V E

¡Salve, Mater Dei de Begoñal ¡Thronua rai- s e r i c o r d i a e , vita te amantium, te diligen- tium dulcedo, et spes te invocantium, Salve!

Ad te clamamus in nostris necessitatibus; ad te suspiramus ia periculis et angustiis nostris. Eja, ergo, pia Domina, Regina coro­nat i , illos tuos miséri­cordes oculos ad nos c o n v e r t e . Populum luum respice benigna, ac, Te auspice, legea et catholicas nostras tra- ditiones nobis restituí cito videamu-. Fidem n o s t r a m incolumem serva, spei nostrae ro- bur adde, et divini in cordibus nostris amo- ris ignem accende.

Et Jesum benedic- tu m fructum ventris t u i , n o b i s p o s t hoc exilium ostende. ¡Oh cleinensl ¡oh clara mi- raculis! ¡oh dulcís V ir­go Maria!

Ora pro nobis, Sanc- ta Dei Mater de Bego­ña, Rejrina et Domina nostra.Ut digniefflcia- m u r prom issionibus Christi. Amen.

SALVR á N tr i. Seâora de Begoâa.

DIoa te salve, H adre de DiOB de Begofla, Trono de rniBerlcordia, vida de los que te aman, dulzura de los que te gustan y esperanza de los <1 le te invocan. Dina te sal­ve, á Ti llamamos en nues­tras necesidades, â TI suspi­ramos en nuestros peligrot) y adiccioaes. Ba. pues, 8e<lora. Reina coronada, vuelve á nosotros esos tus ojos com­pasivos, y con tu poder in* menso restittiyenoa nuestras católicas leyea y tradiciones; conserva incólume nuostra fe, alienta nuestra esperanza y enciende nuestra caridad; y después de este destierro, muéstranos i Je sú s , fruto bendito de tu purísimo vien­tre. ¡Oh dementísima, oh mi* lacrosa, oh dulce Virgen Ma­ría! ruena por nos, Santa Ma­dre de Dios, Reina y Seflora de Vizcaya, para que seamos dignos de alcanzar las pro­mesas de Nuestro Seflor Je* sucilsto. Amén.

J^omán d*Abogado.

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Izate guztien aaierea baîfto lenago, Jaungoikoagan egozun guk dakusguzanîgauza danak. * j Beragan egoan argia bere errañu pozgarriakaz, Beragan gau illun ¡karagarrizkoa, Beragan goi urtSn

urre tantoz apaindua; Beragan egoun Lurra, aiobeste landara desbardift da alort ugari gozoakaz; Be*- gan egozan itshaso olatotsuak eta zidar urtuareh irud ira mendietatik ibarretara jasten diran errekatsao garibiak; Beragan basoetako abere aragizaleak eta zugaatietako tshori alai kantariak; Beragan egoanB «e irudira sortueban gizon ierdena. . .' n

Gauza guztiak atara sitúan Jaungoíkoak-Beragandik, eta ikasi eban guztiak zirala onak. ■;Baifla Bere alizate taontasun neurribagea erakusteagaitik, izate bat gura izaeban egiù beste dariak

baflo aacozaz obea, ederrag<>a, apaindiiagoa, abeæa'sagoa, Bere eskuetatik urten aleikean izaterik oneiA. Orduau sortu eban Maria, Bere Ama. ' ¡

Ama ori Jaungoíkoak Beragaz erabillieban Lurrean, negarrez, naigabe ta samiñ artean, bere nekea* gaz zeruetako sari on da erreglñatasuna irabazi elan; da erbeste onetatik zorionera eruateko ordua igaro jakonean, neke, Ian, samift, zizpuru ta malkoen artetik atara eban Jaungoikoak Bere Ama,- jaso eban odei guztien artetik, izarrik-izar da eguskirik egU 8ki, zerurik gorengoraiño; erakarri eutsazan bidera ze- ruko aingeruak, Legezarreko gurasoak, gizon zuzenak eta Igarleak; danakaz batera, chalo ta soiñurik zoragarrienen erdian, sartu eban betibetiko gozotasun era; ta Bere eskûmako aldean ja rri eban gauza guzu^en jaube ta agintaritzat, rerun omnium condiiamm dominam, Joane Damasceno doneak diñozkunez.

Da ¡au bai dala gauza m lraritsual Erregiña eder aipandu ori Lurrea'n agertu jaku iûoiz, da emen itshi deuskuz bere irudi maitagarriak.

Begoñan dankagu bat Bilbaora begira.¿Zetarako? ¿Nok dakl? Bilbaok Lurrari geigi eutsi eztaion bear bada, gorutz begiak iaso daizan.

Askotan Bilbaoko kalien barruan anibeste naste, ta ainbeste Ibilpide okerreko gizon ikusi ditudaneaVi, da ezin eeanala izkuntra zatar naskagarri entzun, nenre artean esan dot: «mendietako aize osasungarria bear litzateke emen, Bilbaoko loikeri gustiak kcntzeko.»

Orregaitik diñot gaur bere: ¡Bilbao, Bilbao! Begoñaren lurrean. Ama Mariaren lurrean jaioa zara, zati andi bat beintzat. Etzaite, bada, eskerbagea izan; ezeizu erbestetarren ekandu tshar da izkuntza gaistorik ikasi; etzaite Mairiaren arorioakaz geiegizko adiskldetasunean sartu. Artuizuz goialdietako aizeak, begi- ratuizu Begoñara, begiratuizu zerura.

d» jtffu irr»f Pbro.

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J n n t o a l S a n t u a r i o .

X j j í ^ S ^ L V E í( H i s T é R i e © )

AS cinco acabaron de sonar en la torre más cercana cuando Baclii mandó arriar el cabo de popa y t previas las tres llamadas de silbato, el buque empezó á separarse lentamente del malecón batiendo

el agua con las anchas paletas de su hélice.BacTii frisaba en los cuarenta y cinco años; tenía el palo enmarañado y crespo, aunque sin canas; e,

rostro bastante arrugado, el color ullramoreno y una barba espesa y sin aliño, que completaba en su fisonomía los rasgos convencionales de la cabeza de un apóstol. Vestía sobre la camiseta azul largo y burdo capote, boina calada y tendida hacia adelante á la a ltu ra de las cejas, á cuya sombra se movían con rapidez unos ojos vivos y un tanto sanguinolentos. Visto por prim era vez, Bachi nada tenía de atra­yente, y cuando prendiendo á su labio inferior la ancha hoja de papel de paja y desmenuzando entro sus dedos el tabaco en hebra de Virginia, meditaba una respuesta, el pasajero conocía muy bieu que sus ór* denes, dictadas á media voz, habían de ser cumplidas.

—Aquí donde usted le ve—dijo empezando á pasear por el puente,—esto pobre barco lleva ya treinta años de campaña, no todos malos, la verdad sea dicha, pues alguna que otra vez le han caído buenos sobordos. Ño hay que decir que también nos han caído ramalazos de padre y muy señor mío, porque estos mares del Norte traen mucho empuje y veneno y este falucho de doscientas cincuenta toneladas no está para grandes cosas. No se defiende mal, pero las goteras de la vejez le tienen un poco acobardado. Sobre todo cuando se encrespa la señorita y se nos echa de frente á lim piar el moco, ya nos tiene usted metidos en una danza de la cual no sabemos cómo salir. Tumbo por aquí, hocicada por allá, crujidos y temblores por todas partes, rachas de viento y latigazos de espuma que le ponen á usted en verdadera congoja, hasta que la Virgen se acuerda de nosotros y nos saca del atolladero por pura miBericordia.

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Hay que ver á un hombre cabeceando sobre esto cascarón de hierro viejo para saber lo que son las gan - gas de la vida. Esto es navegar sia defensa: las planchas de los fondos, como este papel; la caldera... llá ­mele usted chatarra, con más remaches sueltos que una criba.

Backi volvió la cabeza é inmediatamente se descubrió con respeto, cortando de repente el hilo de su monólogo...—Aquí se reza una Salve, dijo volviéndose hacia popa y señalando con el dedo la torre del Santuario de Be¿oña, que destacaba en el horizonte su masa cenicienta bañada por el rojizo resplandor del sol ponient..

I I

La noche era hermosísima: las siete estrellas de la Oda Mayor se destacaban con limpieza en el fondo azul obscuro de la inmensidad, y á poca distancia, en medio de un eapacio donde no se vislumbraba gru ­po alguno, en el extremo de la línea imaginaria que pasa por las dos que figuran á la cabeza del ideal cometa, se veía la estrella del Polo. Dos líneas inmensas, de luz rosada la una y amarillenta la otra, se cruzaban sobre la superficie del mar, que empezaba á cubrirse de brumas azuladas.

Eran el último refiejo del sol que desap-irecía en el ouaáo, y el primero del astro de la noche, que ca- brilleaban sobre las láminas obscuras agitadas por el suave y silencioso levantamiento dií las ondas. Pe­queños círculos de espuma fosforescente pasaban con rapidez á nuestro costado, y siempre que un rizo suelto resbalaba con dulce rum or en Ja obra muerta, parecía dejar huellas de puntos lurainosos que extinguían uno á uno sin dejar rastro de sí.

—¡Un to llo l—dijo B m Iií señalando á la izquierda una furtiva claridad del fondo marino, que se corrió hacia la proa con la velocidad dei relámpago;—corren mucho y se burlan de nosotros. Cruzan por de­lante del tajam ar sin peligro, y este es un juego que al parecer les divierte.

—¿Ha visto usted muchas ballenas?—Y las he perseguido en Terranova y en Islandia por aquellos mares furiosoa y entre aquellos témpa­

nos fríos que amagaban desplomarse sobre nosotros. Al acercarse, arpón en mano, á aquellos terribles animales, hay que tener el pulso ftrme y hay que encomendarse á Dios.

—Como siempre, Bachi. Hoy no corremos peligro alguno, y no obstante, se ha encomendado usted á la Virgen de Begoña.

—Es costumbre de toda la vida. Fuera de eso, un peligro sí presenta en cualquier parte, y en el mo* m“n:o de mayor descuido nos pone á un paso de la muerte. Y si no, véalo usted; el cielo quiere entur­biarse y me parece que se nos echa la neblina por estribor. Estas malditas cerrazones son para noaoiros un castigo, pues nonos dejan un momento seguro. Tenemos que andar á ciegas, sin perder de vista el cuadrante, pegados al timón y con el oído alerta como una liebre. Así y todo, no se rompe uno el bautis­mo con eso8.brutos de ingleses ó no se mete en un bajo porque Dios no lo perm ite.....................................

En el nombre del Padre, del H ijo y del Espíritu Santo. Amén.Santas y buenai noches nos dé Dios, y las ánimas tengan gloria y descanso...............................................

I I I .

A las seis de la mañana no se descubría desde el puente más que la borrosa claridad de un cielo plo­mizo, on el que e destacaba un pequeño círculo de resplandor más intenso que acusaba la presencia del sol, apenas levantado en el horizonte.

Un vapor ceniciento, que se condensaba en gotas diminutas sobre la pelusilla del ropaje, dejaba en la obscuridad, no sjlamente los contornos de la costa, sino también los objetos relativamente cercanos. Aquella-» nieblas daban frío, traspasaban el pecho y estremecían el alma ce i un secreto pavor.

Reinaba el alio Hilencio que impone lo desconocido, y solamente se sentía el ligero temblor de la arbo- l’idura cuando el barco se inclinaba en un balance y el ruido íordo y metálico de las válvulas que latían á compás.

—¿Dónde estamos?—Debiéramos estar á la vista—dijo Bachi bajando la solapa del capote;—y digo que debiéramos estar,

porque con e?ta neblina es imposible ver nada. Creo que hay noroeste por fuera, poi que las mares vie­nen gruesas y tendidas y el barco cabecea un poco; pero esto no vale nada... Lo más prudente es mante­nerse un poco lejos de la costa... ¿Ve usted algo?

En aquel momento Bachi, con el cuerpo echado sobre la barandilla y con las palmas puestas en arco sobre las cejas, exploraba con insistencia ia superficie del mar, cuyas olas venían de frente.

—¡Hay rompientes á proal—gritó de pronto, dando una patada.Y girando s »bre sí mismo, describió en el aire un círculo completo que indicaba la virada en redondo

al timonel... Ya era tarde. Una sacudida espantosa, acompañada de uu crujido formidable, obligó á todos á valerse de sus manos para no rodar por el suelo, mientras el buque se inclinaba de una manera alar­mante sobre uno de sus costados.

—¡Atráí toda!Así se hizo, pero sin resultado alguno; el buque so había hincado de firme y no había poder que le

arrancara de aquel peñasco de perdición. Pronto empezaron los ruidos siniestros, y los tumbos más si­niestros todavía, quu amenazaban descuadernar aquel cateo sin equilibrio. Era pavoroso el aspecto do la ola callada, seuiitranspamnte y plomiza que surgía á dos varas do no-*otros como la muda aparición del hado adverso y que se S iidía sobre la ola muerta, haciéndola gemir bajo su formidable pesadumbre.

Hierros y cordajes se estremecían al empuje do aquella sorda resaca, como arbusto que se dobla al bravio soplo del huracán. Y el barco se enderezaba de nuevo para caer del otro lado, tal como se vuelve un m oribundo en t>u postrera coi,goja.

—¡Boles al agua!—gritó con voz estentórea un hombre que apareció en la toldilla vistiendo el unifor­me de miiiiar, y un rum or plañidera de gritos y sollozos femeniles vino á completar el aspecto lúgubre de aquella escena.

Ni el peligro ni la desgracia despojan al hombre fuerte de su dignidad, y el desgraciado Bachi creyó llegado el momento de imponerte á toda oosta.

—¡Nadie toque á un aparejo!—gritó lien j de furor y con voz en tera .-A qu í no hay más órdenes que las mías.

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Pero, entre éstaa y las otras, el tiempo pasaba y la marea había descendido un pie. En derredor no se veía la vela de una lancha ni se hubiera podido apreciar la distancia de la costa. Aquello estaba perdido.

Hubo un momento en que el semblante de Bachi se cubrió de una intensa palidez; llevó la mano á la boina y se la quitó; sus brazos se levantaron poco á poco y se puíieron en cruz... Bachi, el valiente Ba- chi estaba rezando.

Un momento después miró en derredor con aire de hombre beodo ó soñoliento; su cuerpo sintió el suave vaivén de algo que bajo sus plantas se movía y...—¡Arranca, arranca!—gritó con todas las fuerzas de sus pulmones de bronce.—¡Viva la Virgen de Begoñal

Y el barco arrancó, ¡vaya si arrancó! Suave y deliciosamente deslizóse de popa entre dos flias de esco­llos: se enderezó con valentía y diciendo: oM queda eso, viró la proa hacia Gijón.

—;.Hace agua?—Ni una gota, capitán.—¡Ya veremos, ya veremos!—repetía Bachi, liando un cigarro de papel amarillo y tabaco hebra de Vir-

stnia.—Yo conozco bien las lacras de este carromato viejo... y he sentido algo que no me gusta del todo. En cuanto lleguemos á puerto r gislraremos la cala...............................................................................................

¡Pobre Juan Bautista! ¡Cuántas veces te hem^s visto después arrodillado ante tu Virgen horas enteras con la vista levantada é inmóvil, en la actitud de un verdadero extático.

fra n c isc o de J fu r r ib e r r faPresbítero.

A r b o l s a n t o d e n u e s t r a s s e c u l a r e s i r a d i o i o n e « , ¡ s a lu d e n e s t e d ia l

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o

f)e^pué^ de Ik éoií^oi:\kéión.

, AS solemnidade& de estos días dan testimonio elocuente de la entusiasta devoción de Vizcaya hacia la Virgen Santísima de Begofla.

Todo resultó grande, soberanamente grande en estos cultos que preceden y acompa­ñan á la coronación canónica de la venerada Imagen.

El pueblo vizcaíno ha dado una gallarda prueba de su amor hacia su Madre y Señora, no sólo acu­diendo todo él á las fiestas de la coronación, sino tam biéa ofreciendo la valiosísima corona de oro para que la Iglesia ciña esa frente augusta.

Todo esto llena el corazón de consuelo; pero la inteligencia no se satisface.Es menester que este acontecimiento magno tenga un digno remate que le recuerde á los siglos veni­

dero?,U , necesario que, coronada la Imagen, se corone también su Templo.La única nota discordante que se advierte en eslas solemnidades es la torre de esa Iglesia monasterial

y parroquial, que resulta raquítica y ruinosa.La piedad del pueblo vizcaíno y la opulencia de Bilbao paldrán m uy m al paradas si, después del

acto solemne de la coronación de la Madre de Dios de Begoña, no toman con empeño, es decir, no reali­zan el pueño dorado de almas religiosas y levantadas, las cualc ', unidas con el arte, reclaman á voz en grifo la sustitución de esa torre por otra bella, esbelta, atrevid"', que sirva á Bilbao de hermosa diade­ma. al mar de potentísimo faro y á Vizcaya de místico pararrayos.

Nada de proyectos modestos: la torre ha de guardar relación con la grandeza de la Fe que el Señorío atesora y con la opulencia que Bilbao respira; la prim era pide una obra de la tierra flechando al Cielo, y la segunda la riqueza de ornamentación que la grandiosidad de la obra reclama.

Todo lo que no sea esto será destrozar el proyecto trazado por los corazones de todos los vizcaínos.Respecto á los recursos para esta obra del sentimiento, de la imaginación, estamos á mitad del cami­

no trazado por el presupuesto, y la otra mitad puede recorrerse con relativa facilidad.Aquí hay grandes empresas cobijadas á la sombra del Santuario de Begoña; ellas acudirán, sin duda,

á colo(*ar una piedra en esa obra de todos; buena prueba de ello tenemos en las sociedades mineras y de navegación: hace menos de un mes el Jefe del Estado visitaba á Bilbao, y ambas sociedades levantaron un arco triunfal que revelaba riqueza y buen gusto; pues si esto hicieron para festejar á una Majestad de la tierra, que el bien que puede proporcionarles está circunscrito, no sólo á lo limitado de su poder, sino tamb’én á su Consejo de Ministros, ¡qué no podemos esperar harán por la Reina del Cielo, por la Madre de Dios y de los hombres, María Santísima!

Cantemos con ellas, acudamos á sus arcas, no pidiéndoles una limosna, porque no permitirán que la Madre de Dios de Begoña descienda á ese terreno, sino indicándoles el proyecto, y esta indicación bas­tará para que ese proyecto resulte una bellísima y consoladora realidad.

Que aunados los esfuerzos de todos podamos pronto contemplar esa obra que naciendo en la tierra pe pierda en el Cielo; obra que hable á los siglos que han de venir de la Fe y la esplendidez de los vizcaí­nos del último tercio del siglo xix.

G! ¿ a ró n cíe )(.

I P E ¡ I s T S A . I I B n s r T O sLos pueblos de grandes tradiciones han sido siempre eminentemente religiosos: he aquí un fenómeno

histórico de innegable exactitud y que se presta á sólidas enseñanzas. Y es que la religión y las tradicio­nes populares se compenetran en cierto modo: las instituciones propias de un país son las que más dere­chamente le llevan al logro del bienestar, y la religión, por su parte, no tiene otro objeto que liacer feli­ces á los hombres y á los pueblos.

La variabilidad de costumbres públicas, ó sea el cosmopolitismo, es es'^ncialmente corruptor, extingue las virtudes de raza y los ideales de los pueblos, como la variabilidad de creencias engendra la indife­rencia religiosa.

La invasión de costumbres exóticas es m il veces más peligrosa y atentatoria á la independencia na- ci'^n'il ó regional que la invasión de las hordas más salvajes; porque mientras ésta centuplica energías y ací liOla las cualidades de raza, aquélla disuelve y decolora los glóbulos rojos de la vida nacional ó re­gí- nal más inten'^3.

En los pueblos primitivos, vigorosos, se confundían las manifestaciones cívicas y religiosas en una misma explosión de sentimiento, matizado de diversa m anera por los cantos religiosos y populares, y la visita á los Santuarios enardecía, al par que la piedad, el sentimiento patriótico. Por eso, sin duda, se lla­maba también árhol saito al que simbolizaba las libertades.

¡Que Nu«stra Señora de Begoña acoja propicia los ruegos de los fervorosos vizcaínos!f r . €usfo q u io d» U riarte

AguatlBO.

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_ -Miel d a la A lcarria.m iel! — A v e r escinñel.Y osoy el Alcalde..•Ek in ie le ro ! _ sc-ñorm ioy

—;Pui.eu llaina^ _DF.'/// Cuantainoscíi! UndurodeinvütcX.V ................... ... ■

^En ii\i vida me KiLpasao otra cosa, comocstiv! Pero enFin, pacieuciA U inpic'irem o& lainíel..

.Veamoseíanuel.Vo.aoyeUe>ueiite Alcalcle... Por nuxchos aíSos i- Esono e s nú¿l! C a,hom bre!m ineaK cvisto ' v\yvtX s in in o sc a s ! U n áxu'o d e inwi ta . ,

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Bajando de BegoHa.

Colegio de Padres Agustinos.--(rueriíica.

Lf^ 6xáo3cne3 brillantes; notas iomejorablds dobidas al trabajo asiduo d© los alnmiios, aiempre.vigiladcs por los P ^ re s , que aun en horas de estudio y recreo resuelven las dificultades que puedan encontrar los estudian- tes, quienes ea las clases pueden prestar mejor atención á las explicaciones de los Padres Profesores, una vez que los Inspactorea ayudan á los jóvenes en su estudio.

Se acaba de im prim ir un nuevo Reglamento con grabados dol Colegio y de alumnos vertidos da uniform e.

REPRSSEKTADA POR

M. Sánchez y Compañía.AGENTES DE ADUANAS

Jardines, 10, 1.°—Teléfono 208.

L A P i U I P U Z C O A N A ^

GRAlí fÁB' 1 * 7 4 9 6 L - 2 3 2 . 9 3 ) ECO

L U B i d e b a r r i e t a F o n d o s e s p e c i a l e s

San Francisco, 36 y 53.

Chocolates y Cafés con reg a lo —Teléfono 36».

T ip o g ra f ia M oderna.—E s p ír i tu S a n to , IS .-M a d rid .