La Metoclopramida y Sus Reacciones Adversas Sobre El Sistema Nervioso Central
Anexo. Las Vctimas y Sus Reacciones
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BLOQUE 2- LAS VÍCTIMAS Y SUS REACCIONES
Mar Valero Valero, Mónica García-Renedo y José Manuel Gil Beltrán
Observatorio Psicosocial de Recursos en Situaciones de Desastre (OPSIDE-UJI)
A lo largo del presente texto, abordaremos las víctimas que se derivan del
desastre: la población civil afectada, que podrá ser víctimas primarias si han estado
en contacto directo con el suceso desastroso, los familiares y amistades de las
primeras, que también podemos considerar como víctimas o los profesionales que,
en muchas ocasiones, son denominados “no-víctimas”, pero que también pueden
resultar afectados por lo ocurrido y por el impacto del contexto en el que deben
llevar a cabo las tareas de ayuda. Además, veremos como no son sólo víctimas las
personas que mueren o resultan heridas, sino que también deberemos considerar
como afectadas por el suceso a las personas que tienen conocimiento del suceso a
través de los medios de comunicación, ya sean de ámbito nacional como
internacional. Además, las personas pueden resultar afectadas de forma directa por
el desastre o de forma colateral, por ser familiares, amigos... de los damnificados,
voluntarios o profesionales destinados a la ayuda en estas situaciones.
1.- VÍCTIMAS DEL DESASTRE
Cuando ocurre un evento desastroso, numerosas son las personas que
resultan afectadas por este hecho, ya sea de forma directa o indirecta, y se
encuentren en el lugar del desastre, o bien hayan sido “meros espectadores”.
Taylor y Frazer (1981) elaboran una clasificación, en la que proponen
distintos niveles para hablar de las víctimas. Así, esta taxonomía quedaría de lasiguiente manera:
o Víctimas primarias: personas que se encuentran expuestas al
desastre en el nivel máximo.
o Víctimas secundarias: parientes y amistades de las víctimas
primarias.
o Víctimas de tercer nivel: personal de salvamento y rescate,
quienes, en palabras de Taylor y Frazer “necesitan ayuda para
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mantener su rendimiento funcional durante algunas operaciones
y hacer frente a los posteriores efectos psicológicos traumáticos”.
o Víctimas de cuarto nivel: comunidad envuelta en el desastre,
desde las personas que ofrecen su ayuda de forma altruista, hastaquien sufre pérdidas y robos.
o Víctimas de quinto nivel: personas que, sin haber estado
envueltas en el desastre directamente, sufren estados de estrés o
perturbación.
o Víctimas de sexto nivel: personas que resultarían afectadas por
estar implicadas de forma directa o de forma vicaria
(“observadoras”), es más, podrían haber sido víctimas primarias.Esta clasificación de Taylor y Frazer está representada, para su mayor
comprensión, en el siguiente diagrama:
Figura 3.1 - (Adaptado por Valero Valero (2003) de Taylor, A. J. Y G. Frazer, Psychological
sequelae os operation overdue following the D.C.-10 aircrash in Antarctica (Wellington, Nueva
Zelanda: Victori University of Wellington Publications in Psychology, nª 27, 1981)
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Por otro lado, en la categorización formulada por Dudasik, encontramos que
los auxiliadores sufren las consecuencias negativas de un desastre debido a la
convergencia, intencionada, en la zona afectada y por el contacto con las “víctimas
del suceso” y las “víctimas de/por contacto”, que son las que más necesitadas estánde ayuda en el momento inmediato al evento desastroso.
Por su parte, Aranda Romero (1997) partiendo de las personas que resultaron
afectadas por la riada de Biescas en 1996, identifica como víctimas a los siguientes
grupos:
o Personas que sobreviven al desastre, pero tenían amistades y
familiares fallecidos y/o desaparecidos. Este grupo, sufriría una
doble victimización, por haber estado expuestas a la situación de
desastre en el preciso momento ocurrido, y por haber sufrido la
pérdida de seres queridos. Así, partiendo de la categorización
elaborada por Taylor y Frazer, serían víctimas primarias y
víctimas secundarias, respectivamente; y según Dudasik, serían,
por una parte, víctimas del suceso, y por otra parte, víctimas
periféricas.
o
Familiares de las víctimas que no han sufrido el desastre.o Técnicos, que haría referencia a los profesionales que intervienen
en el suceso, ya sean cuerpos de salvamento y rescate, como
personal de la salud, tanto física como psíquica.
Con este ejemplo, vemos como las categorías formadas por diferentes
autores no son excluyentes entre sí, sino que una persona que se ha visto implicada
en un evento desastroso, puede ser una víctima del mismo y de sus consecuencias, y
esto influirá en el grado en que se vea a sí misma afectada.
Siguiendo con las clasificaciones, encontramos otra formulada por Taylor
(1989), en la que habla de:
o Víctimas primarias, que serían las personas que sufren el
desastre de forma directa, corriendo riesgo su propia integridad
física.
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o Víctimas secundarias, que serían aquellas personas que tienen
lazos afectivos (familiares, pareja, amistades...) con las víctimas
primarias.
o
Y, añade, en este caso, víctimas potenciales, que serían personasque sin haber sufrido, directa o indirectamente, el desastre,
pueden sufrir alteraciones por “observación”.
Por su parte, Artetxe y De Nicolás (1992), simplifican estas clasificaciones
afirmando que, en definitiva, tras un desastre encontramos dos roles1, el de víctima y
el de personal de rescate o ayuda. Así, afirman que estos roles se repartirían entre
las personas implicadas en un desastre según fueran: “evacuados, familiares
afectados, supervivientes con o sin lesiones físicas, otras personas presentes en el
lugar, personal de salud y rescate, aquellos encargados de manejar los cuerpos y
las personas con un papel de liderazgo en ese momento”.
Por otro lado, además de todas estas clasificaciones elaboradas por distintos
autores, es preciso que tengamos en cuenta cómo afecta la ocurrencia de un evento
desastroso (y sus consecuencias) a determinados sectores de la población, como son
los niños y los ancianos. Así, ambos grupos, aunque, en función de cómo resulten
afectados por el desastre, de forma directa o indirecta, pueden incluirse en alguna delas categorías anteriores sobre tipos de víctimas, tienen reacciones y
comportamientos específicos que merecen una consideración especial. Tanto niños
como ancianos, sufren la experiencia del desastre con un mayor sentimiento de
vulnerabilidad. En particular, las personas ancianas, quienes a pesar de no ser, en
algunos casos, víctimas directas o del suceso, se sienten más perjudicadas y con
posibilidades de sufrir más daños debido a su situación o estado, ya que tienen
menos agilidad, sus movimientos son más lentos y pueden encontrar mayordificultad para escapar de la situación.
Por otra parte, cómo influye el desastre en los niños, tiene relación con su
edad, resultando más afectados quienes son menores. Además, otro factor que
1 El término roles, empleado, en este caso, por Artetxe y De Nicolás, es utilizado por diferentesautores, tras diversas investigaciones, para referirse a las distintas “funciones” que desempeñan las personas implicadas en la situación de desastre, es decir, hay sujetos que se “convierten” en víctimas,
pero, sin embargo, otros sujetos, independientemente de quienes sean, “ejercen” de “auxiliadores” o“rescatadores” de las personas más afectadas.
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influye es el hecho de que sus padres y/o madres estén presentes cuando ocurre el
evento desastroso o no lo estén, o bien hayan sido víctimas del mismo.
Continuando con las víctimas que se pueden derivar de la ocurrencia de un
desastre, vemos que, en las diferentes categorizaciones se habla de víctimas aunque
no hayan pasado por la experiencia directamente. Siguiendo esta línea de “víctimas
por observación”, no podemos dejar de lado a la comunidad internacional y, en
concreto, a las poblaciones que, sin estar relacionadas con la zona de desastre, ven, a
través de los medios de comunicación, los daños que puede causar un evento
desastroso. Resultarían más afectadas por lo sucedido las comunidades con aspectos
más comunes a la damnificada y las más cercanas a la misma. Por otro lado, hemos
de tener en cuenta que las “víctimas internacionales” serían más numerosas yfrecuentes ante “desastres civiles” o provocados por la acción humana, que por
desastres naturales. La forma más clara de explicar cómo se puede ver afectada la
comunidad internacional por la ocurrencia de un desastre en una zona determinada,
sería con el refrán: “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a
remojar”.
A lo largo del texto hemos visto cómo diferentes taxonomías intentan
clarificar las consecuencias de los desastres sobre las personas en concreto. Sinembargo, vemos que no siempre está clara la delimitación entre quién puede resultar
una víctima y quién parece no serlo. Así, encontramos, basándonos en Drabek
(1986), lo que este autor denomina no-víctimas definidas como: “aquéllos que no
han resultado afectados en un sentido físico. Obviamente, lo ocurrido a muchos,
deja señales en la psique”. Partiendo de esta definición, lo que Drabek considera no-
víctimas estaría incluido en algunas de las clasificaciones anteriores, como por
ejemplo, la de Dudasik, desde la que se podría hablar de no-víctimas como víctimasperiféricas o víctimas concurrentes, ya que éstas no sufren daños físicos, pero sí
resultan afectadas; también en la taxonomía de Taylor y Frazer, les podemos
encontrar un lugar, mucho más definido que en la clasificación anterior, como
víctimas de quinto nivel, que serían las personas que sufrirían daños psíquicos
aunque no físicos.
Sin embargo, debemos tener presente un matiz de la definición formulada
por Drabek sobre las no-víctimas, es que afirma que “no resultan afectadas
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físicamente de forma directa”, lo que no indica que no sean víctimas directas,
primarias o del suceso, sólo que no sufren daños físicos, pero sí están dañadas por el
desastre.
Para clarificar mejor qué podemos entender por una no-víctima, debemos
remitirnos a las acciones que, según Anderson (1968), adopta tras el desastre:
“pretenden «estructurar» la situación y «normalizarla», es decir, integrar la
novedad del desastre en los esquemas conceptuales usados en la vida diaria”.
No sólo las no-víctimas intentan llevar a cabo las acciones formuladas por
Anderson, sino que las denominadas víctimas (primarias, secundarias, del suceso...)
propiamente dichas también pretenden esta “normalización”. Este aspecto
contribuye a identificar a las no-víctimas como un tipo de víctimas.
2.- PROFESIONALES COMO VÍCTIMAS
Cuando hablamos de profesionales que intervienen en un desastre, nos
referimos tanto a personal dedicado a la salud (física y mental), como fuerzas de
seguridad (policías, ejército) y cuerpos de rescate o salvamento (bomberas o
bomberos, protección civil).Todas estas personas actúan, profesionalmente, frente a
la situación de crisis y su tarea fundamental es ayudar a las víctimas. El hecho de
que esta asistencia sea debida a motivos profesionales impide, en ocasiones, que
estas personas sean consideradas como víctimas. De todas maneras, pensemos que
no sólo hay personal sanitario y de salvamento en una situación de crisis, sino que
podemos encontrar, en función de los sucedió y de los agentes implicados, un
personal u otro, así podemos hablar de:
o personal de salvamento y rescate: bomberos, servicio de
asistencia marítima (desastres en el mar), servicio de asistencia en
carretera...
o personal sanitario: representantes de medicina general, forense o
psiquiátrica y psicólogos
o fuerzas de seguridad: policía (local, municipal, autonómica,
nacional o científica), guardia civil, ejército...
o líderes religiosos
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o traductores: muy necesarios en caso de estar afectadas personas
de diferentes nacionalidades
o trabajadores sociales
o
personal funerario
Kilman (1976) habla de los auxiliadores como víctimas ocultas, afirmando
que: “Los auxiliadores pueden participar de la experiencia de las víctimas, ya que
están viendo personas mutiladas y muertas, hogares y comunidades devastadas.
Porque ellos (los auxiliadores) están allí”.
El término, víctimas ocultas, y la explicación de Kilman lo aplicaremos, no
sólo al personal de salvamento, sino también a los técnicos de la salud2, ya que
tienen que “sufrir” las reacciones emocionales de las víctimas y, en muchos casos,
pueden sentir que son incapaces de ayudar o que sus esfuerzos resultan infructuosos,
con la consiguiente frustración.
Por otro lado, los profesionales, en ocasiones, en su afán por ayudar, no
tienen en cuenta su resistencia física y los períodos de descanso que deben observar
para su mejor rendimiento no se cumplen, este hecho contribuye a convertir a estas
personas en víctimas del desastre.
Así mismo, debemos tener en cuenta que, no sólo Kilman piensa en los
profesionales como posibles víctimas del evento desastroso, sino que también
Dudasik los incluye en su taxonomía como víctimas concurrentes. Además, Taylor
y Frazer, en la categorización que elaboran, incluyen al personal de salvamento
como víctimas de tercer nivel. Por lo tanto, vemos que diferentes autores piensan
en los técnicos como víctimas potenciales, como diría Taylor (1989).
Por nuestra parte, consideramos que, tras este breve repaso sobre lavictimización de profesionales por el desastre, este personal puede ser considerado
como víctimas a largo plazo.
En principio, todos los afectados por un desastre sufren secuelas (físicas y/o
psíquicas) más allá de la “normalización“ de la situación y de la comunidad (o de
que estos trastornos se hagan patológicos o entren dentro de una normalidad). Sin
2
El término salud lo empleamos en su sentido más amplio, incluyendo el correcto funcionamiento delos aspectos físicos y el equilibrio psicológico.
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embargo, los profesionales que intervienen en el rescate, salvamento y la ayuda a las
víctimas, más que daños inmediatos por la situación, sufren las consecuencias una
vez ha cesado la frenética actividad que llevan a cabo, ya que al estar inmersos,
inicialmente, en las conductas de ayuda, no tienen en cuenta su resistencia física(como señalábamos anteriormente), o en definitiva, el coste personal que puede
tener esta acción continuada (sobre esta conducta de ayuda hablaremos en próximos
capítulos). De esta manera, definiríamos a las víctimas a largo plazo como:
“Personas, tanto profesionales del salvamento y rescate, fuerzas de seguridad o
personal de la salud (física y mental), como población “civil” que no resultan
afectadas, física o psíquicamente, en el momento de ocurrencia del desastre, y que
llevan a cabo conductas de ayuda, profesional o altruistamente, que pueden llegar a sufrir secuelas psicológicas una vez ha cesado la actividad y vuelve a una situación
de normalidad”.
Así, podemos concluir que hay diferentes tipos de víctimas y que, no sólo
resultan afectadas las personas que están en el momento y en el lugar en el que
ocurre el suceso, sino que también podemos considerar víctimas a las familias y
amistades de estas personas, a quien ve el suceso a través de la televisión, lo lee en
los periódicos o lo escucha en la radio. También resultan afectados los profesionalesque acuden a la zona del suceso a prestar su ayuda, ya sean de salvamento y rescate,
sanitaria o psicológica o de seguridad, ya que estas personas se enfrentan a
situaciones de, por un lado, riesgo y, por otro lado, de máximo dolor, aspectos
ambos que les pueden convertir en víctimas, llegando a desarrollar lo que se
denomina fatiga por compasión debido a las tareas que deben realizar. De esta
manera, cuando hablamos de víctimas deberíamos hacer referencia a todas las
personas que se ven envueltas en la situación de desastre y no sólo a fallecidos o
heridos.
3.- R EACCIONES PSICOLÓGICAS DE LAS VÍCTIMAS
Ante la ocurrencia de un suceso desastroso, las víctimas reaccionan de
diferentes maneras, dependiendo del rol que desempeñan en el desastre, así
seguidamente veremos estas reacciones y las diferencias existentes entre
profesionales, voluntarios o población civil.
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Antes de adentrarnos en las reacciones psicológicas frente al desastre
haremos una breve exposición de las respuestas cognitivas en las diferentes fases del
desastre.
Bryce (2001) indica que estas cogniciones varían según nos encontremos en
los momentos previos al suceso, en el trance mismo o en ocasiones posteriores, todo
indicado en las siguientes tablas:
PRE-INCIDENTE
Pre-impacto EsfuerzoIndiferencia NegaciónAnsiedadDesorganización
CalmaFocalización
Aviso Agitación / Sobre-reacciónCalmaDecisión
IMPACTO
Miedo“Arreglarse”Abandonar / HuirAyudar
POST-INCIDENTE
Heroísmo AltruismoAgotamiento / ExhaustoIrritabilidad
Luna de miel Compartir experienciasEsperanza / Euforia
Desilusión DecepciónPercepción infortunio / Depresión
Reconstrucción AceptaciónDependenciaAmarguraRencor / Animosidad
Tabla 3.1 - (Adaptado por Valero Valero (2004) de BRYCE, Cyralene P. (2001): Stress
management in disaster , Washington D. C. Pan American Health Organization - PAHO)
Como vemos, la autora agrupa las fases del desastre con el fin de centrar las
respuestas cognitivas en cada una de ellas, todas estas reacciones son comunes a las
personas implicadas en una situación de desastre, aunque pueden darse unas más que
otras en función de las características de la persona.
Los aspectos psicológicos más frecuentes durante un desastre serían:
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o intenso malestar, inquietud, desamparo o indefensión
o miedo (aunque ya hemos comentado que no es tan frecuente como
pueda parecer)
o
alta emocionalidado solidaridad hacia las y los miembros de la comunidad
o empatía hacia quienes se ven más afectados
Estas reacciones psicológicas no constituyen patología, siempre y cuando no
se prolonguen de forma excesiva en el tiempo, no se compliquen con otros
trastornos, provoquen un sufrimiento intenso en la persona o impidan su desarrollo
personal, social y laboral. Por otro lado, otras reacciones psicológicas que
encontramos en la persona tras la ocurrencia del desastre serían las siguientes:
o nerviosismo y ansiedad
o tristeza y/o llanto
o culpabilidad por haber sobrevivido
o ideas de suicidio
o fatiga
o problemas para dormir y/o descansar
o
confusión para pensar y/o problemas de concentracióno problemas de memoria
o disminución de la higiene personal
o cambio en los hábitos alimenticios
o pérdida de confianza en sí misma
o recuerdos muy vivos del evento (a pesar de que, en ocasiones,
están distorsionados)
o
culpar a las demás personas (sobre todo a las autoridades yservicios de salvamento y rescate por su tardanza)
o frustración
o desorientación en tiempo y/o lugar
o sentimiento de impotencia
o uso excesivo del alcohol y/o drogas
o problemas en el trabajo y/o familia
o
enojo y/o irritabilidad
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o inseguridad
o necesidad de estar solo o sola
o crisis de miedo o pánico
o
disminución en la resistencia físicao dificultades para retornar al nivel normal de actividad
o sentirse aislada y/o abandonado
o sentir frío emocional
o sentir abrumación
o intensa preocupación por otros (sobre todo por familiares y seres
queridos)
Las reacciones que hemos enumerado se identifican más con unas personas uotras, según el papel que han desempeñado en el desastre, es decir, se ajustan a
supervivientes, profesionales del salvamento y rescate (y de la salud), parientes, o si
la persona ha resultado herida de forma directa. Lo podemos ver en el siguiente
cuadro:
Profesionales Supervivientes Parientes Heridos
incapacidad shock shock shock
frustración incertidumbre incertidumbre incertidumbre
impotencia desamparo desamparo desamparo
inseguridad aislamiento ansiedad porseparación
ansiedad porseparación
culpa culpa culpa culpa
miedo/aprensión miedo/aprensión
culpar a otras persona
(administración)
culpar a otras personas
(administración)
Tabla 3.2
Podemos observar que las personas que actúan como profesionales sufrenunas reacciones más específicas, ya que, si bien también son víctimas del suceso, lo
viven desde la perspectiva del trabajo diario (aunque resulte ser un caso
extraordinario) están capacitados, laboralmente, para afrontar dichas situaciones. Es
más, vemos que las reacciones que desarrollan las personas que ven los sucesos
desastrosos desde el punto de vista profesional, están encaminadas o derivadas de
las dificultades que se encuentran para poder realizar su labor de forma óptima y
efectiva.
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Por otro lado, Raphael (1986) considera que durante la ocurrencia del
desastre se sufre una experiencia emocional caracterizada por:
o Alto nivel de arousal: las personas se dirigen a obtener la protección
para sí mismas. Si hay un peligro cercano el sentimiento de miedo se
intensifica, además se busca la supervivencia, tanto propia como de
seres queridos, incrementándose los niveles de activación y atención.
o Miedo: sería una respuesta emocional dominante y apropiada si el
desastre y, en consecuencia, la amenaza para la propia vida son
graves. Esta sensación de miedo no es sólo por sí mismo, sino
también por los demás, por el futuro, por la vida en sí misma y por la
sociedad en general.o Sensación de desamparo: la persona implicada en la situación de
desastre siente que todos los esfuerzos son en vano, sobre todo,
cuando esta situación permanece durante un tiempo aparecen
sentimientos de inefectividad y desamparo, naciendo sensaciones
infantiles de impotencia e ineficacia, además de frustración y cierta
angustia.
o
Sensación de abandono: las personas sienten que han sido dejadasde Dios y del hombre.
o Anhelar a parientes y rescate: son frecuentes los ruegos a Dios3,
aunque la persona no haya orado en años. Se reevalúa la vida y los
propios valores produciéndose lo que Kübler-Ross (1969) denominan
“pacto” en el que la persona promete a Dios cambiar para mejor y
nunca volver a pedir nada si Éste permite que sobreviven ella y sus
seres queridos.
Por otro lado, algunas reacciones psicológicas producen una somatización de
manera que se desarrollan trastornos físicos como:
o náuseas
o dolores de pecho o cabeza
o temblores musculares
o dificultad para respirar
3 Cuando hablamos de Dios hacemos referencia al ser supremo al que cada religión venere.
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o palpitaciones o taquicardia
o aumento de la presión sanguínea
Por su parte, Young et al (1998) concretan más afirmando que hay
determinadas reacciones de estrés frente al desastre que son comunes, además, éstas
se diferencian en efectos emocionales, cognitivos, físicos e interpersonales. Estas
consecuencias se reflejan en el siguiente cuadro:
Reacciones de estrés
Efectos emocionales shock angustia ansiedad, miedo
desesperación entumecimiento emocional terror culpa (de los supervivientes respecto alas personas fallecidas) pena o tristeza irritabilidad desamparo o pérdida de control sentimientos de insignificancia pérdida de obtener placer de lasactividades diarias
Efectos cognitivos perjuicio en la concentración perjuicio en la habilidad para tomar
decisiones
perjuicio en la memoria incredulidad confusión decremento de la autoestima decremento de la autoeficacia autoinculpación pensamientos y memorias intrusivas preocupación disociación (la persona de ve como en
un sueño)
Efectos físicos
fatiga insomnio alteraciones del sueño hiperactivación dolencias somáticas problemas gastrointestinales disminución del apetito incremento o decremento de la libido respuestas de susto
Efectos interpersonales
alineación retirada social (aislamiento) incremento de los conflictos en las
relaciones daños de la capacidad de trabajo perjuicios en el rendimiento escolar incremento de las conductas de
afiliación
Cuadro 3.3. - (Adaptado por Valero Valero (2004) de VARIOS (2000): Disaster mental health
response. North Sydney, NSW Institute of Psychiatry.)
Muchas de estas reacciones son las mismas o semejantes a las anteriores y no
siempre son negativas, ya que pueden darse momentos de activación y alta
excitación que hacen que la persona implicada actúe con rapidez y celeridad con el
fin de escapar de daños más graves o de ayudar a otras personas implicadas en la
situación de desastre.
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Otros aspectos psicológicos derivados de la ocurrencia del desastre son los
relacionados con la atribución de responsabilidades respecto a lo ocurrido, es decir,
el locus de control suele ser externo, ya que se atribuyen las consecuencias del
suceso a factores que las personas no pueden controlar ni están en su mano4
.
Permanecen los sentimientos de empatía y solidaridad que se han
desarrollado en la fase anterior, además del deseo de ayuda y protección.
Sin embargo, algunos de los aspectos psicológicos que hemos destacado
pueden ser síntomas de algunos síndromes que, en ocasiones, constituirán
patologías, tal y como veremos a continuación.
4.- SÍNDROMES DERIVADOS DE LA OCURRENCIA DEL DESASTRE
Las patologías desarrolladas tras un suceso desastroso están relacionadas con
los momentos vividos y las circunstancias puntuales que suceden en esa ocasión.
Diversas investigaciones identifican en las personas afectadas unos
síndromes semejantes. Así, Rundell, Ursano Holdway y Silberman (1989), Shores et
al (1989) y Ursano et al (1996) coinciden en que se pueden desarrollar trastorno de
estrés postraumático (TEP), depresión, depresión mayor, abuso de sustancias,desorden de ansiedad generalizada y desorden de ajuste, además de reacciones al
daño físico y a la enfermedad.
El Síndrome de aflicción por catástrofe se desarrolla en las personas que
han sufrido pérdidas, tanto materiales como personales, y muestran reacciones de
dolor. Además, se puede dar una regresión y un aumento de la dependencia, además
de aislamiento o apatía. Este dolor puede conducir a una depresión.
Los Trastornos depresivos y/o de ansiedad muestran a una personaangustiada, con alta frustración y, fundamentalmente, triste. Puede producirse de
forma progresiva o darse un ataque o crisis aguda precisando atención inmediata.
Así, la depresión es considerada, tras diversas investigaciones, como un problema
significativo tras la ocurrencia del desastre, sobre todo cuando la persona ha sufrido
grandes pérdidas. Según Blanchard et al (1998) resulta frecuente la comorbilidad
4
En la mayoría de las ocasiones se culpa a la administración y a las organizaciones de salvamento yrescate.
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entre depresión y TEP, además de predecir la severidad del sufrimiento posterior.
Fullerton et al. (1992) consideran la existencia de diversos factores tras la ocurrencia
del desastre que pueden conducir a una depresión:
o
“cierre” hacia la muerte
o bajos niveles de apoyo social
o personas que llevan más tiempo en la comunidad tienen más
probabilidad de sufrir una depresión
También encontramos el Trastorno por estrés agudo tras la exposición a un
evento traumático. Puede oscilar en intensidad y deberá desaparecer (o, cuanto
menos, disminuir los síntomas) 48 horas después de su aparición.
Por su parte, el Síndrome del superviviente se muestra mediante ira,
agresión e irritabilidad, aumentando en los meses e incluso años posteriores al
desastre. Llegando la ideación y conducta suicida por el desarrollo de sentimientos
de culpa por haber sobrevivido.
Los Trastornos disociativos o de conversión aparecen repentinamente en
relación con el suceso ocurrido. Aparecen síntomas físicos sin causa biológica
como: agitación, amnesia, trastornos visuales, parálisis...
Ocasionalmente, tras el desastre puede aparecer un Trastorno psicótico
agudo, aunque serán cuadros agudos de corta evolución.
Finalmente, el síndrome más frecuente es el Trastorno de estrés
postraumático, que aparece de forma retardada tras la exposición a un suceso
desastroso. La persona revive el hecho traumático mediante pensamientos y/o
sueños recurrentes, evita los estímulos relacionados con el suceso y sufre una
hiperactivación con reacciones de alarma desmesuradas.
Estos trastornos precisarán tratamiento psicológico con el fin de evitar, en
gran medida, las consecuencias que de ellos se puedan derivar. Sin embargo,
debemos tener en cuenta que, en la mayoría de los casos, las reacciones que se
derivan de un suceso desastroso son reacciones normales ante un suceso anormal y
no derivan en patologías.
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5.- BIBLIOGRAFÍA
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BRYCE, C. P. (2001): Stress management in disasters, Washington D. C., Pan American
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