Andrés Caicedo y el cine

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Por Santiago Andrés Gómez

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  • Andrs Caicedo y el cine: un cronotopo atemporal1

    Por Santiago Andrs Gmez2

    Buenos das. Es un orgullo participar en este Congreso, compartir mesa con

    los profesores y compaeros, y quiero agradecer a los coordinadores, a

    quienes me han colaborado en la elaboracin de esta ponencia y a todos

    ustedes, que generosamente me escuchan. Debo anticipar que por los sabidos

    y maleables lmites de tiempo que tenemos para nuestra exposicin colectiva,

    hay fragmentos adjetivos cuya lectura tal vez deber eludir, y que por ello el

    cuadro con que relacionamos la mltiple actividad de Andrs Caicedo como

    hombre de cine y que anexamos en el escrito al final, solo ser proyectado en

    la pantalla sin que hagamos alusin ms que a unos cuantos apartados suyos.

    Introduccin

    La obra de Andrs Caicedo trasciende lo literario o lo vincula con (y hasta

    hace de lo literario) algo cinematogrfico, es sabido, o musical, principalmente.

    Pero, adems, es que tambin esa obra es cinematogrfica en s misma: hay

    guiones, la realizacin de un par de filmes inconclusos que hoy perduran como

    satlites alrededor de sus libros, e incluso actuaciones, sin contar con su

    extensa crtica cinematogrfica y su trabajo de gestor cultural en empresas

    como la revista Ojo al Cine, el Cineclub de Cali y la casa cultural Ciudad Solar.

    1 Ponencia expuesta el 1 de julio de 2015 en el XIX Congreso de Colombianistas, en la Universidad EAFIT (Medelln, Colombia).

    2 Periodista de la Universidad del Valle (Cali, Colombia). Estudiante de Maestra de Literatura Universidad de Antioquia (Medelln, Colombia).

  • Ser interesante detenerse a pensar en el cine de Caicedo, cine de una

    repercusin mayor de lo que se suele creer, por su apuesta a un tipo de autora

    transgresiva en lo formal como expresin ms relevante que la mera

    confrontacin poltica. Incluso, del mismo modo en que el caleo haba

    documentado los disturbios sociales del 26 de febrero de 1971 en Cali, en un

    registro hoy perdido, Caicedo le da valor a los nuevos formatos, como el video,

    a tono con lo que en Francia lideraba marginalmente el muy crtico cineasta

    Jean-Luc Godard.

    Estos trabajos, estos filmes, dan cuenta de las sensibilidades y conflictos

    nuevos del entorno de Caicedo, ya presentes en su literatura, de una manera

    nica, que da aire a la letra, y tambin nos ancha el panorama que tenemos de

    las prcticas artsticas de su generacin, pues el fragmentario, inacabado cine

    de Caicedo configura una visin de lo humano que rompe con todo, sobre todo

    con nuestro caro tiempo histrico, como una suerte de fundacin de la nada.

    El cine en Caicedo: una asuncin intertextual

    En ese totalizador afn caicediano del que habla Rosario Caicedo cuando

    define el inters central de su hermano Andrs en el cine como, simple y

    llanamente, saberlo todo, pereceramos al tratar de decirlo todo sobre

    Caicedo y el cine. O sea: sera, ms que frustrante (y ms que imposible), muy

    necio tratar de hablar aqu de cada una de las presencias suyas en el mbito

    del cine, o sobre sus varias estelas en esta disciplina, que incluyen no pocas y

    no poco valiosas cintas de largo y cortometraje que su obra ha suscitado,

    ficciones, documentales y experimentales ya tan pertinentes para el estudio del

    caleo como la serie de video-arte Calicalabozo (Jorge Navas, 1998) o el largo

  • documental Noche sin fortuna (Francisco Forbes & lvaro Cifuentes, 2010),

    pero tambin incontables trabajos ms desconocidos o de filiacin menos

    evidente y que van desde recientes cortos videos universitarios hasta

    largometrajes legendarios en nuestro medio, como Pura sangre (Luis Ospina,

    1982) y Carne de tu carne (Carlos Mayolo, 1983), inspirados estos en

    argumentos ideados por Caicedo.

    Sin embargo, aun para hablar de algo tan restringido como el cine hecho

    por Caicedo, fijndonos en un breve fragmento, el monlogo de Angelita en el

    inconcluso largometraje de ficcin Angelita y Miguel ngel, deberemos

    empezar examinando brevemente qu es lo cinematogrfico en Caicedo, en

    toda su obra, en su sensibilidad, y ser oportuno volver al instante que

    recuerda Guillermo Lemos de un viaje sicotrpico en el Valle de los

    Renegados, en las afueras de Cali, en el documental Noche sin fortuna,

    cuando este gran amigo de Caicedo, en medio de una ingesta de hongos con

    su pandilla, similar a la que cuenta el escritor en la novela Que viva la msica!,

    sinti que el instante se eternizaba, que todo se congelaba y all permaneca

    vibrante hasta sus ltimas consecuencias, desde sus causas ms remotas,

    pero soberano, sin mayor alucinacin, sino como en la cresta de la ola, en la

    evolucin profusa de un remolino casi prefijado, en el temblor secular de la

    hojita de un arbusto.

    El afn de capturar lo unitario de la sensacin, la infinidad que encierra y

    que late al margen suyo: eso es lo cinematogrfico en Caicedo. Es la

    conciencia de lo inasible y sublime de la percepcin propia, inmediata, fugaz; la

    conciencia de lo trgico y efmero de la vida, de la realidad y el sentido que hay,

    rotundos, en lo aparentemente insustancial e ingrvido. Por ejemplo, el silencio

  • que sola elevarse, duro, entre el grupo de amigos que se renen antes de

    clase, en el cuento Angelita y Miguel ngel, de la saga Angelitos

    empantanados; o el proceso casi incomunicable, en la novela Que viva la

    msica!, que lleva a un adicto de las pepas, o a cualquiera en el clmax de una

    borrachera, a decir vale gevo, ese sistema impalpable y vertiginoso de una

    revelacin inexpresable; o lo que uno ve cuando le dan un puo en la cara, en

    la novela breve El atravesado: un montn de estrellitas amarillas y azules sobre

    un fondo negro, durante un instante (cito de memoria). O esa difcil belleza de

    Angelita, en el cuento El pretendiente, que el enamorado narrador nos hace ver

    en el sudor que se acumula, veloz, en la raz del pelo de ella cuando sube al

    bus.

    Si se me permite, no es otra cosa sino lo mismo que le haca, tambin,

    como espectador y crtico de cine, repetir varias veces la pelcula que le

    gustaba; o sea: lo cinematogrfico en Caicedo es aquello que lo forzaba a ver

    otra vez una pelcula y, casi siempre (porque no es otra la vocacin de un

    crtico), que lo llevaba a la tarea de explicarle a los dems lo que vieron y que,

    estando todos all, era como si no hubieran visto, tal como sucede en el cuento

    El espectador. Lo cinematogrfico en Caicedo est, entonces, igualmente, en

    el momento en que el protagonista de El espectador se levanta y le grita al

    gento que abuchea la pelcula que l ama, explicndoles: se matan, la

    cmara est desde abajo!.

    Pero aludo a este ejemplo porque se trata, tal argumento tcnico

    vociferado, de algo que est en la percepcin aislada del espectador, algo

    extraviado realmente en un sentido existencial, es decir: algo real solo y

    exclusivamente en la subjetividad del hermeneuta. La fenomenologa de

  • Edmund Husserl o el cronotopo de Mijail Bajtn seran conceptos que podran

    servirnos para entender ese valor dado en el texto a lo que lo rebasa por

    principio, que es la realidad relatada, pero as mismo cifrada y en tal sentido

    recuperada. Por eso, por esa valoracin a lo textual como lmite subjetivo de lo

    real, El espectador est contado en primera y tercera persona alternantes, y

    cuando el personaje dice que se siente feliz y est con todos, el narrador

    objetivo nos lo muestra andando y hablando solo, en un prrafo abrasador que

    muestra las incompatibles realidades opuestas de la subjetividad y lo real en

    perfecta unidad, incomunicable y, no obstante, del todo comprensible.

    Caicedo en el cine: el texto como contexto

    Solo as, considerando pero pasando de largo por algo tan universal que

    parece abstracto, tocaremos lo concerniente a un decir colombiano peculiar,

    una fecha, digamos, en Cali, el 26 de febrero de 1971, o la Avenida Sexta, el 4

    de marzo de 1977, tal como la recuerdan Patricia Restrepo en Todo comenz

    por el fin (Luis Ospina, 2015) o el ya nombrado compinche de Caicedo,

    Guillermo Lemos, en Noche sin fortuna. Es decir, para Caicedo lo colombiano

    solo podra ser algo cinematogrfico, y todo pensamiento colombiano debera

    tener en cuenta lo que el cine nos ha revelado como busca frustrada de la

    literatura en sentido estricto, o como una serie de tropiezos a los que la razn,

    y sobre todo la escritura, estn condenadas.

    La nocin, ms o menos utpica, pero histricamente comprensible, de que

    un monte tupido de aromas frutales, con sus gritos y movimientos animales,

    sera inmediata y profundamente cognoscible por medio de un artilugio

    mecnico, una avanzada tecnologa propia de la revolucin industrial, es an

  • un ideal epistemolgico en toda regla, pero es preciso entender que solo es

    posible para Caicedo porque l, como crtico, asume al cine como un arte y un

    lenguaje, y no solo como invencin mecnica, y debemos recordar que sus

    crticas de cine ms relevantes fueron justamente ataques a la idea y a la

    prctica que, por su tiempo de declive personal, a mediados de los setenta,

    adelantaba el Nuevo Hollywood del discurso cinematogrfico como exclusivo

    negocio de masas y espectculo adems nada inocente, sino poltica,

    calculadamente imperialista.

    Esa crtica puntual, rabiosa, decepcionada, a su propio entretenimiento de

    nio, es colombiana y es universal, y estaba proyectada con fuerza desde un

    sentimiento que se acoga a las novedades de lenguaje que, en los aos

    sesenta, posibilitaron tanto una expresin ms personal en el cine, con la

    Nueva Ola Francesa a la cabeza, como la busca de un relato nacional en

    diversas latitudes, sobre todo en Amrica Latina, siempre al margen de los

    cines convencionales de Hollywood y de los otros cines clsicos de Europa.

    Son las nuevas olas, entonces, el entorno nutricio de Caicedo... son los

    nuevos cines, el tercer cine, revolucionario... e incluso el cuarto, el cine

    indgena que por esos das despunta muy cerca, en el Cauca... son esos

    nuevos cines, decimos, todos ellos libertarios en trminos polticos y sociales,

    lo que ese mismo individuo exalta, Andrs Caicedo Estela, cultivado joven

    burgus caleo, al hacer video con sus amigos en 1975, como solo Godard y

    muy pocos ms en el mundo en esos das, para encontrar una voz

    generacional que es as suya como es calea y colombiana, igual de universal

    que de rebelde y eventual o contingente, casi autosuficiente.

  • El monlogo de Angelita en Angelita y Miguel ngel

    En 1971, Andrs Caicedo, que viene de trabajar hace poco como actor

    en el TEC (Teatro Experimental de Cali), emprende la creacin de un

    largometraje independiente de ficcin. Los recursos provienen de todo el

    colectivo que se rene en la casa cultural Ciudad Solar, y por supuesto del

    trabajo de Caicedo en el Cineclub de Cali. La pelcula se alimenta de un

    universo personal y una forma de expresin desconocida entre los realizadores

    colombianos de entonces, muy politizados, la mayora de ellos, y casi todos

    tendientes al documental ms panfletario, o, en su defecto, educados en

    academias del extranjero y segn formas ms clsicas de representacin.

    Podemos sostener el aserto de que, con las excepciones notables de El

    pramo de Cumanday (Mady Samper & Ray Witlin, 1965) y La langosta azul

    (lvaro Cepeda, Nereo Lpez y otros, 1954), no se haba visto hasta entonces

    una forma de actuacin cinematogrfica experimental o vanguardista en

    Colombia3. El monlogo de Angelita Rodante, en Angelita y Miguel ngel, ser

    un movimiento expresivo en esa va, si se quiere una avanzada, que nos hunde

    en una sensibilidad impalpable por medio de gestos de trasgresin formal que

    se distancian solo aparentemente de la crtica de corte social.

    La atemporalidad que buscamos resaltar en su forma cinematogrfica

    radica en la elocuencia, en el alcance universal de la forma, en la mediacin

    con que asume el tema, purificndolo de influencias coyunturales en detalles

    tan simples como la blancura del fondo y la soledad central del personaje en el

    encuadre. El monlogo, recitado ante la cmara con marcas gestuales

    definidas, como deformar la expresin en el aburrimiento, o alzar el pecho al

    3 La ponencia de la profesora Mara Fernanda Arias en este mismo congreso sobre Mara (1966), la incendiaria cinta de Enrique Grau, aport un nuevo y afortunado dato al respecto.

  • recordar al ser amado, congela y preserva las angustias espirituales de una

    adolescente casi del todo incapaz de desprenderse del trauma que le genera

    asumir obligaciones simbolizadas en el simplsimo y habitual momento de tener

    que levantarse de la cama para ir al colegio.

    Estos matices, entonces, hacen de este texto audiovisual lo que hemos

    querido llamar un cronotopo atemporal. Pilar Villamizar, la ya difunta actriz de

    esta pelcula inconclusa, es aqu toda una voz generacional y aun poltica. Ante

    la lente, encarna puntual, histricamente, toda una tipologa de clase, pero la

    forma teatral la dota de un carcter abstracto que la agiganta o, ms bien, que

    la perfila en una especie de eternidad significante.

    Es decir, la sedimentacin topogrfica e histrica que Bajtn adverta en

    momentos significativos de un relato, la figura del cronotopo, que permite

    orientarnos como individuos sociales en funcin de una fbula, no solo literaria

    sino tambin cinematogrfica, se transmuta por una visin subversiva

    transversal segn la cual en todo momento y en todo lugar existira una fractura

    entre el signo y su entorno. As, para la visin dialctica del marxismo, por

    ejemplo, la dominancia del condicionamiento econmico y aun la del

    condicionamiento histrico variaran, por va de esa subjetivacin congelada

    que el cine permite, hacia un mayor condicionamiento existencial, absurdo, que

    precisa de la fatiga, la frustracin y la muerte para ser o significar.

    Pilar Villamizar, su voz, sus gestos, las palabras que hace suyas de una

    Angelita Rodante que evoca el autor Andrs Caicedo Estela, perduran y no son

    letra referencial, ni siquiera una lectura del espectador eventual o una digna

    consideracin de los investigadores. Prevalecen y durante unos instantes

    somos ocupados por los giros de algo que no es tampoco solo la mecnica

  • fenomenolgica de la lente, el obturador y la cinta. La trasgresin opera en

    niveles de palabra, gesto e imagen audiovisual, sustrayndose a silencios y a

    efectos como el iris o redondel final, en acople con un cierre teatral y literario

    casi coreogrfico. Podra decirse que parece un sueo, y que, como tal,

    pertenece a, est ubicada en, adentro de, sobre una parcela que excede

    nuestra identidad. Al final, el cronotopo atemporal del cine, no solo del

    monlogo, sino de la actitud caicediana, es una fijacin radiante, que pretende

    hundirnos y sembrarnos en la otra tierra que es esta misma tierra, en esa tierra

    de sueos y aprensiones y alivios que vivimos aqu, solo aqu mismo, a solo

    dos pasos del tiempo.

    Apndice: Caicedo como hombre de cine

    AO / ACTIVIDAD Cinfilo /

    Cineclubista

    Crtico Guionista Realizador o

    director1955-1965 Espectador de

    Hollywood (casa cural

    barrio Santa Mnica /

    cine en casa / Matins

    Teatro Bolvar)1965-1969 Espectador intenso de

    cine barrial (recorre por

    su cuenta todos los

    teatros de Cali)1969-1970 Crtico de Occidente y

    Magazn Dominical de

    El Espectador1971-1977 Director del Cineclub

    de Cali (Ciudad Solar &

    teatro San Fernando)

  • 1971 Revista Vivencias Angelita y Miguel ngel

    (guin)

    Filmacin documental

    disturbios del 26 de

    febrero (extraviada) /

    Codirector Angelita y

    Miguel ngel

    (inconclusa)1972-1974 Crtico del peridico El

    Pas1973 1 Muestra de Cine

    Colombiano /

    Cinemateca Distrital,

    Bogot

    Entrevistas a Jos

    Mara Arzuaga, Julio

    Luzardo, Marta

    Rodrguez y Jorge

    Silva1973-1977 Visita a Hollywood Entrevista a Sergio

    Leone

    Tres guiones de

    largometraje de gnero

    de horror y western /

    Un hombre bueno es

    difcil de encontrar

    (guin de corto, basado

    en el cuento homnimo

    de Flannery

    OConnor) / Varios

    tratamientos que

    funcionarn como

    embrin de Pura

    sangre y Carne de tu

    carne1974 Festival de Nueva York Pronto (fragmento de

    unas tales Memorias

    de una cinesfilis,

    encontradas en una

    botella en las riberas

    del Canal de Panam)1974-1977 Festivales de

    Cartagena

    Crtico y director de

    revista Ojo al Cine:

    entrevistas a Paul

    Morrisey y Barbara

    Steel1975 Angelitos

    empantanados (roches

    video)

  • 1975-1977 Crtico del peridico El

    Pueblo (columna Cine

    y Filo en los

    suplementos

    Estravagario y

    Semanario Dominical)1977 Revista Hablemos de

    cine (Lima, Per)