Soy un romántico… amo la vida, amo la música, y te amo a ti mujer amante…

Donde estas? No lo se… Hoy me siento enfermo, me duele el pecho, siento una presión en él, la cual no me deja respirar. Preciso hoy que comienzo a escribir sobre ti, escuchando música aleatoria, suena de fondo tu canción… Siento el calor de toda tu piel en mi cuerpo otra vez… estrella fugaz que enciende mi ser misteriosa mujer... Voy a detenerme un momento para quitarme estas ropas que me estorban…

Regresé… Recuerdo la primera vez que te vi… eras solo una niña… Yo tenía 13, y aún me gustaba jugar con carritos, y a ti con muñecas… Jugábamos basquetbol, pero no sabía tu nombre, no recuerdo muy bien como empezamos a jugar, estaba con mi amigo Daniel, y de repente dos niñas empezaron a jugar basquetbol con nosotros. Tu pelo… el cual olía a chicle al chocar en mi cara cuando nos guerreábamos la pelota, y tu inocente cuerpo de niña se acercaba sin ninguna intención al mío, y por mi mente solo pasaba la ideología de quitarte la pelota, de esas pelotas de caucho la cual podía ver el mundo a través de ellas. Pasaron los minutos y nuestros invencibles cuerpos se cansaron por fin, y ya no querían ir mas tras el balón. Te pregunte tu nombre y me dijiste “Andrea”, pensé… Que niña tan bonita… Nos presentamos “Me llamo Juan Diego” dije, y mi amigo dijo, “Soy Daniel”. Ahí fue cuando todo comenzó…

Siempre sacaba una excusa para verte, pero todos se dieron cuenta de quién era la niña mas bonita de la cuadra, (Y lo que ellos no sabían era que eras la niña mas hermosa de mi mundo de fantasías, de juegos, de dulces y travesuras) Cada que salías a la calle todos los niños te rodeaban y te invitaban a jugar, lo que no sabían es que tu te estabas convirtiendo en una mujer… y los juegos ya no eran tu deleite, Yo lo noté, pues era año y medio mayor que tu… entonces intenté seguir tu juego de adolescente, comencé a llenarte de palabras, de cartitas, de los mejores dulces y chocolates que nunca habías visto ni probado… empecé a endulzarte el oído, y el corazón, Ya llegaba a tu puerta y salías al balcón de tu casa ansiosa de hablar conmigo, tu abuela no te dejaba salir, pero a mi no me importaba pues siempre te llevaba un detalle diferente y mi recompensa era una sonrisa tuya, la cual siempre llevo en mi mente, me estiraba de puntitas sobre una reja en la entrada de tu casa para tocar tu mano y entregarte cada sorpresa que te llevaba… Ahí estaba formando mi personalidad detallista… Aun recuerdo tu mirada, tus ojos, negros, eso eran para mi, aunque en realidad eran cafés oscuros, pero al fin eran hermosos. Tu piel blanca, que en realidad era trigueña… y tu cabello…. Negro… ese si era negro, y era liso, Hermoso…. Tu cuerpo de niña convirtiéndose en mujer… Tus labios color rosa, húmedos y brillantes…

Cada noche soñaba con un beso tuyo… Inconcluso…