El Arrullo Materno.

El ser humano se caracteriza por ser el animal que nace más inmaduro e incapaz de valerse por sí mismo que otras especies animales, Lo cual le significa la necesidad de tener cerca a un adulto o por lo menos a alguien mayor que le provea las atenciones necesarias para su supervivencia, entre ellas las de alimentación, limpieza , seguridad e incluso confort; pero además de estas, los adultos significan a los niños el estímulo de diferentes capacidades que favorecen el contacto y cooperación con otros seres, es decir, incentivan la capacidad de socialización a través del establecimiento de rutinas o hábitos, el control de las emociones como función adaptativa y favorecen el establecimiento de apegos que le brindan autoestima, sensación de aceptación o pertenencia y fundamento para la vida futura, pero también le enseñan a ser un individuo independiente en el momento oportuno.(Delval, 1997).

En la medida que esta cercanía del adulto para con el infante se de en forma sana, integra y en sintonía se garantizará el pleno desarrollo social, intelectual e incluso físico del niño. Se ha demostrado que la carencia materna, es decir, la ausencia de esta figura o su sustituto permanente, registra mellas importantes en su comportamiento social, pero además también en lo físico; se han encontrado evidencias de “lesiones cerebrales” que resultan en retrasos mentales y ciertos patrones de conducta estereotipados como el balanceo hacia atrás y hacia delante, autoflagelo, rechazo por el contacto corporal y atrofia de comportamiento social pues muestran rechazo e incluso agresividad ante todo intento de acercamiento físico, todo esto a razón de no haber madurado partes del cerebro mediante el estímulo exterior, generalmente ejercido por la madre o su sustituto a través del contacto corporal y cercanía. En 1944 el psiquiatra inglés John Bowlby declaró que la separación temprana causa una perturbación en el carácter, que se identifica por la falta de afecto o sentimientos por nadie; los infantes se vuelven retraídos, ociosos, pasivos y disminuye su nivel de desarrollo, procuran pocos contactos emocionales con otros, generalmente no ríen, ni lloran, estas características las podemos reconocer fácilmente en el caso que estudiamos de “el niño salvaje de Aveyron”. - Que luego entonces concluyo para éste, que la carencia de este estímulo afectivo es una situación tan determinante para su condición como las meras circunstancias de aislamiento, y que, aunque se sabe que su efecto pudiera ser reversible compensando con cuidados, atenciones y una proximidad constante que permita desarrollar el apego que brinde seguridad al infante, dicha posibilidad tiene límites temporales, es decir tiene que ser a edades muy tempranas para no quedarse estancado en el estado meramente animal de cumplir funciones naturales básicas de sobrevivencia, sin lograr la capacidad del auto-análisis (conciencia) de ser humano con capacidades diversas y superiores al resto de los seres vivos, como lo evidencio el estudio de este caso y de otros que se registran alrededor del mundo.-

Los momentos fundamentales u oportunos por excelencia para que el estímulo afectivo-social se dé entra la madre y el niño son aquellos dedicados a los cuidados que incluyen principalmente la alimentación, el aseo y el sueño; el momento de la alimentación con el pecho materno es la oportunidad de recibir la estimulación sensorial a través del tacto, la vista, el olfato, la satisfacción del apetito y el desarrollo por el afecto en las relaciones con los demás. Otros momentos importantes son aquellos en que se fomenta la interacción con la madre cuando carga de algún modo o por algún medio al niño mientras realiza sus actividades, lo que provoca el movimiento o balanceo natural, el cual se ha comprobado, tiene vital importancia desde el desarrollo en el vientre por que estimula la correcta iniciación de los reflejos como la capacidad de levantar la cabeza para asegurar la supervivencia, fuerza y coordinación muscular para asirse, responder a los estímulos visual y auditivo y otros que continuaran reforzándose después del parto, de ahí la importancia del arrullo materno.

Psicología Evolutiva I y Psicología de la Educación I

Bibliografía:

GARCÍA M. Juan Antonio y Pilar Lacasa (comp.). “Capítulo 13.Educación temprana y desarrollo” En: Psicología Evolutiva. Historia, teoría, métodos y desarrollo infantil, Madrid, Alianza, 1991(pp. 457-487.)

DELVAL, J. (1997.). “Capítulo 9. El comienzo de las relaciones sociales: la madre”, En El desarrollo humano, 6a. ed. México, Siglo XXI, (pp. 179-207) . UNAM, Facultad de Filosofía y Letras.

SPITZ R., “Capitulo 7. El papel de las relaciones entre hijo y madre en el desarrollo del infante”. En: El primer año de vida del niño. Tr. Maniel de la Escalera, México, D.F. (pp. 99-137).

Psicología Evolutiva I y Psicología de la Educación I