Anadiendo Muertos a Los Muertos-rodriguez de La Pena
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7/21/2019 Anadiendo Muertos a Los Muertos-rodriguez de La Pena
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CEU Ediciones
Hacedores de fronteraEstudios sobre el contexto social
de la frontera en la Espaa medievalMANUEL ALEJANDRO RODRGUEZ DE LA PEA (Editor)
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Hacedores de FronteraEstudios sobre el contexto socialFrontera en la Espaa medieval
Manuel Alejandro Rodrguez de la Pea (Dire
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Hacedores de FronteraEstudios sobre el contexto social de la Frontera en la Espaamedieval
Director, 2009, Manuel Alejandro Rodrguez de la Pea De la edicin, 2009, Ana Rodrguez de Agero y Delgado 2009, Carlos De Ayala Martnez, Francisco A. Cardells Mart, Julin Pablo Daz LFrancisco Garca-Serrano, Francisco Glicerio Conde Mora, Manuel Gonzlez JimnNuria Gonzlez Snchez, Philippe Josserand, Antonio Malalana Urea, J. Santiago Pcios Ontalva, Manuel Alejandro Rodrguez de la Pea, Rafael Snchez Saus, John To
De la edicin, 2009, Fundacin Universitaria San Pablo CEUCEU Ediciones
Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformcin de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, saexcepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Repgrficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta ob
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ndice
IntroduccinMANUEL ALEJANDRO RODRGUEZ DE LA PEA . . . . . . . . . . . . . . . . .
PARTEPRIMERA.EL ESTUDIO DELA FRONTERA: LAS FUE
1. Fuentes para la historia de la frontera castellano-granadinMANUEL GONZLEZ JIMNEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Aadiendo muertos a los muertos: el destino de los vencidla frontera de Al Andalus en la cronstica latina plenomedMANUEL ALEJANDRO RODRGUEZ DE LA PEA. . . . . . . . . . . . . . .
PARTE SEGUNDA. IDENTIDADY ALTERIDAD EN LA FRONT
3. La figura de Mahoma en los textos de la modernidad euro(siglos XV-XVIII)JOHN TOLAN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4. La creacin de identidad en la frontera medieval hispana delotro: mudjares y judosFRANCISCO GARCA-SERRANO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5. Una frontera espiritual?: Actividad cultural de las mujeremusulmanas y judas en el occidente medievalNURIA GONZLEZ SNCHEZ ) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
PARTETERCERA.LA NOBLEZAY LA FRONTERA
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8. La documentacin de la casa de los Vlez en el Archivo DucaMedina Sidonia (siglos XV-XVI): la hacienda marquesal y elascenso social de los FajardoJULIN PABLO DAZ LPEZ. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
PARTECUARTA. LASRDENES MILITARESY LA FRONTERA
9. Presencia y protagonismo de las rdenes Militares
castellano-leonesas en la frontera (s. XIII-XIV)CARLOS DE AYALA MARTNEZ. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
10. Entre dos frentes: aproximacin a las empresas militares delos Templarios del occidente peninsular (siglos XII-XIV)PHILIPPE JOSSERAND . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
PARTEQUINTA. EL ESPACIO FRONTERIZO
11. El contexto de los recintos amurallados romnicos en losenclaves de frontera durante los siglos XII-XIIIANTONIO MALALANA UREA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
12. Las bases del territorio en la frontera. El caso de la comarca dValencia en el siglo XIIIFRANCISCO A. CARDELLS MART. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
13. Deinacastrum. Los castillos fronterizos del reino de Toleden el umbral de un nuevo tiempoJ. SANTIAGO PALACIOS ONTALVA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
ANEXODE IMGENES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Introduccin
En el ao 1059 aparece documentado por vez ppaa medieval el trminofrontera, aludiendo a los lmcristiano hispnico con el Islam andalus. Se trata derey Ramiro I de Aragn. Se puede decir que este trmifrontaria sarracenorumde la documentacin latina, h
inusitado en la historiografa reciente para englobar yde sociedades y contexto cultural propio de los lmitmedieval. Otros trminos no menos utilizados en efines, extremum, confinesoextremitasno son ya de que ninguno ha tenido la posteridad que ha disfrutadque en el Medievo tan solo denotaba aquellos territo
nos Christianitatisy no los bordes territoriales entre laOccidente.
En las ltimas dcadas se ha producido un enormriogrfico por reevaluar y redimensionar estas socied(frontier societies) en el Occidente latino medieval1, unEspaa, nacin forjada en la frontera como pocas a lo ria, se ha centrado muy particularmente en los estudcon el Islam andalus2.
1 Entre los ms interesantes, los de Daniel POWER, Frontiers: Terms, Conc
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En concreto, los especialistas tienden desde hace dsentarnos a los freiresde las rdenes Militares como frontera en la Espaa medieval y hemos pensado que estplstico poda ser un buen ttulo para este trabajo colectivque es, en parte, fruto de los estudios que se presentaron eInternacionalIdentidad, Conflicto y Representacin de la
Espaa Medieval, celebrado en Huscar (Granada) en S2008. Este Congreso y algunos trabajos posteriores a l se do en el proyecto de investigacin Cristianismo e Isencuentros en la frontera, conflicto e identidad en la Plen(1000-1300) financiado por la Universidad CEU San Pablo yC. Nuestra Seora del Carmen y Fundacin Portillo. Ta
obligado mencionar el apoyo logstico prestado por el AyuHuscar, con su alcalde a la cabeza. Es de justicia manifestro agradecimiento. Sin la generosa ayuda proporcionada pinstituciones no hubiera sido posible la publicacin de est
Mi reconocimiento tambin para los autores de los estudios que forman parte de esta obra. Estoy en deuda poprofesores Manuel Gonzlez Jimnez (Universidad de SeviAyala Martnez (Universidad Autnoma de Madrid), John sidad de Nantes), Rafael Snchez Saus (Universidad de CJosserand (Universidad de Nantes), Francisco Garca-SLouis University), Antonio Malalana Urea (Universid
Pablo), Santiago Palacios Ontalva (Universidad AutnomFrancisco Cardells Mart (Universidad CEU Cardenal Herrco Glicerio Conde Mora (Universidad CEU San Pablo), asinvestigadores Julin Pablo Daz Lpez (Universidad de AlGonzlez Snchez (Universidad CEU San Pablo).
Manuel Alejandro Rodr
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En la Universidad CEU San Pablo, estoy en deudde CEU Ediciones, Pablo Siegrist Ridruejo, por acoger eleccin; con el responsable del Servicio de Apoyo a laprofesor Francisco Javier Lpez Atanes por su magnfdel Congreso Internacional y con Ana Rodrguez de Agdel rea editorial, por su espectacular trabajo en la edi
ltimo lugar quiero manifestar mi ms sentida gratitudente de la Fundacin Universitaria San Pablo CEU, Guerra, por su apoyo, cercana e inmerecida amistad aeste tiempo como Vicerrector de Investigacin en la Un
Manuel Alejandro RodVicerrector de Investigacin de la Universida
Madrid, 9
Introduccin
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Parte Primera
El estudio de la Frontera:
las fuentes
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Aadiendo muertos a los muerto
destino de los vencidos en la froAl Andalus en la cronstica latina
plenomedieval
MANUEL ALEJANDRO RODRGUEZ DE LA PEAUniversidad CEU San Pablo
1. Introduccin
A la hora de analizar el destino de los vencidos enval andalus tomaremos en especial consideracin el traobjeto los no combatientes, los que hoy da son conocidocivil(un trmino anacrnico para el Medievo cuya primede 1766) y en trminos medievales podramos calificar cdesarmados. Los derechos de los no combatientes erabello, objeto de una reflexin menos profunda y ms pobllum, principal preocupacin de los pensadores medieva
Con todo, cabe sealar que si bien los no combaun estatus legal especfico ni en la Cristiandad ni en el s que resulta indudable, como seala Christopher All
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San Agustn, el principal terico delius ad bellumen la Edun clebre pasaje de suContra Faustumel obispo de Hipoguiente reflexin sobre la crueldad de la guerra y su dimqu hay de culpable en la guerra? acaso el hecho de que bres, que moriran de todos modos tarde o temprano, muerotros hombres para que stos puedan vivir en paz? Esta cen
de hombres cobardes, no de hombres religiosos. El deseo de crueldad de la venganza, el nimo belicoso implacable, la frebelin, la voluntad de dominio(libido dominandi)y moson los que en la guerra son en justicia culpables2.
Como apunta Frederick Russell este pasaje, conoQuid culpatur?, resulta fundamental para el desarrollo deagustiniano sobre la guerra justa, ya que localiza el mal den la propia mortandad que produce sino en la intencinen especial en la voluntad de dominacin (libido domincrueldad movida por el nimo de venganza (crudelitas ulcpasaje resulta ser una excepcin en el magisterio agustipona el acento antes en el cmo hacer la guerra (ius in blegitimidad de la propia guerra en s misma (ius ad bellummordial de la reflexin de San Agustn.
En la Edad Media, como en la Antigedad o tambipos modernos, la conclusin y las postrimeras de un coconvertir al campo de batalla en un espacio amoral, sin ley
sacre y el exterminio no slo estaban permitidos sino rituarios4. En el siglo XX esta tendencia criminal del compomano ha llegado a su paroxismo con la doctrina de la guconsideracin de la poblacin civil del enemigo como objde bombardeos masivos: Coventry Dresde Hamburgo Hi
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te era musulmn, pagano o hertico. Si en el combate etianos y en los enfrentamientos feudales se guaconvenciones propias de la piedad y la caridad cristianaballeresco con los vencidos, buena parte de estadesapareca en el contexto de la lucha contra un adversecclesiam, es decir cuando el combate era propio de lo
mos un choque de civilizaciones, lo que la historiografdado en llamartranscultural wars.
Se puede afirmar que, con algunas excepciones,posteriores al movimiento de la Paz de Dios se alcanzcristiano una cierta civilidad en el tratamiento al adciente a la comunidad poltico-religiosa conocida ccristiana5. Como escribi Georges Duby a propsito de decisiva batalla de Bouvines (1214), la caballera de lohija de una tica de la milicia nacida al amparo del movde Dios, regresa de la guerra cubierta de heridas y, sochones. Pero regresa6. Similares episodios de magncaballero vencido los encontramos en Espaa en laCImperatoris(I, 4) o laHistoria Roderici(40-41).
En cuanto a lo que podramos llamarpoblacinmentalidad caballeresca estaba penetrada por la conlos no combatientes propia del movimiento de la Paz dtu que vemos reflejado en las disposiciones del Con
(1054), donde se decret la prohibicin de atacar a clrijeres, peregrinos, mercaderes y campesinos7. Estaaunque no siempre observadas, sin duda mejoraron ladefensin de losinermes8.
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Pero sta era la realidadad intra, en el contexto de tenencia al Corpus Mysticum de la Iglesia Catlica. Mescenario, por ejemplo, en un choque contemporneo al mBouvines, la cruel batalla de Muret (1213), que enfrent afranceses a un ejrcito occitano-aragons liderado por eAragn. En el curso de esta batalla los vencedores no tuvie
guna de los vencidos, a pesar de que la mayora de ellos nsino catlicos. La condicin de defensores de los herejes ocvencidos les convirti en exterminables, muy en especial losanos, raza de vborasentre los cuales los cruzados del noverdadera matanza al pie de las murallas de Muret, incluslos heridos y sin dar cuartel alguno a los que se rendan, si
ellos pasados a cuchillo sin piedad9.En el relato de la batalla que hace el cronista franc
Bretn (1180-1225) leemos:privados de la proteccin del Sespalda, y, no pudiendo sostener un choque tan violento, secrar y cedieron vergonzosamente ante sus enemigos. Comhabiendo roto las barreras y habiendo entrado de noche busca saciar su sed o tragar de una dentellada vida la carmas, sino quebrar por la garganta los carneros cargaaadiendo muertos a los muertos, lamiendo la sangre con lengua siempre seca y saciando su estmago con esta clidmisma forma el ejrcito consagrado al Seor se arroj enenemigos, masacrando por todas partes, y con su espada vefizo la clera de su Seor Nadie se ocup en despojar o hacsolamente enrojecieron sus espadas a fuerza de herir y arralos vencidos derramando toda su sangre10.
Esta crueldad verificable en el combate sin cuartel
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lo que Ramn Menndez Pidal defini, refirindose a lode la Reconquista, como cierta intolerancia racial procristiano-brbara12. Unasociedad organizada para la olvidemos, tambin fue testigo de realizaciones brillconvivencia entre las tres religiones, como la Escuela dToledo, los talleres alfonses o los logros culturales de l
da y stafica.Encontramos otro ejemplo plstico de esta crue
migos de la Cristiandad en laGesta Chuonradi, la crniemperador alemn Conrado II (imp. 1027-1039), dondperial y cronista Wipo (m. 1048) nos brinda un relato eactitud teutona hacia los eslavos paganos, descrita concronista como una ferocitas en defensa del nomen ChriWipo refiere cmolos paganos levantaron en ese tiemmadera de Jesucristo a la que hacan vergonzosas burlasban y sobre la que escupan. Finalmente, le sacaron los las manos y los pies. Para vengar estos hechos, el emperamilar manera a una gran multitud de cautivos paganosclases de muerte. Ello en retribucin por la efigie injuriPor eso el Csar es proclamadoVindicador de la Fe en unrado con Tito y Vespasiano, que vengaron al Seor13.
Ahora bien, no slo sufrieron los paganos en lode la frontera medieval. La poblacin civil del Occiden
bitaba territorios de frontera con otras civilizacionfrontera del norte con el mundo vikingo, la del este clavo o la del sur con el mundo islmico) estuvo envuela Edad Media en una espiral continua de violenciatientes y sus propiedades muebles o inmuebles fu
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sioneros de guerra del perodo. En este sentido, es bien smujeres europeas surtieron durante siglos los harenes mlos mercados de esclavos de Oriente. Por otra parte, epleno y bajomedievales la prctica de someter a la esclavneros de guerra musulmanes y judos estuvo generareinos de Aragn y Len-Castilla, incluso conocindose
de prisioneros cristianos esclavizados, si bien stos decrpulos de conciencia mucho mayores14.
Por lo general, un musulmn o judo capturado poren la frontera en tiempos de guerra poda ser esclavizado la misma forma que un cristiano capturado en una de las cursiones musulmanas (algaradas) acababa casi irremisibmercado de esclavos. Incluso se daba de vez en cuando emusulmanes y cristianos en tiempos de paz para venderlovos en otro reino. Lo que era visto como algo escandaloso afuentes sin que ello fuera bice para la existencia de un luccio internacional de tales cautivos15.
Y es que las sociedades situadas en lneas fronterizparticularmente vulnerables, siendo la expedicin de sacaracterstica de guerra llevada a cabo por quienes vivan de la frontera16. En muchas ocasiones, las incursiones dejemplo, lascabalgadascastellanas o lasaceifasandaluseban para causar al enemigo un dao de baja intensidad, p
y sistemtico, con la idea de aterrorizar y desmoralizar acivil17. Este tipo de incursin diezmaba el ganado, destruacautivaba a los no combatientes. Incluso, la simple destrusistema causaba una gran conmocin psicolgica en el ejemplo sabemos por las fuentes rabes que el gobernad
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de Calatrava expres su horror cuando Alfonso VI devade la Marca Media al sur del Tajo y tal todos los rbole
En lo tocante al tratamiento otorgado por parte fa latina al destino de los vencidos en el mundo de la medieval, creemos que resulta un buen punto de paFrancisco Garca Fitz cuando sostiene, a partir del anl
de los siglos XI al XIII, que algunas expresiones empleadocumentos plenomedievales para describir la actureino de Castilla-Len frente a sus vecinos musulmansugieren que la guerra que se realizaba en las fronterasla Cristiandad era una guerra sin cuartel19.
Ciertamente, si diramos credibilidad absoluta nsticas habra que concluir que existi una poltica denemigo islmico por parte de los reyes cristianos espaguiente, las preguntas que cabe hacerse a partir de fuentes por parte del profesor Garca Fitz, un juicio sinpero sustancialmente acertado, son dos: responde este
de exterminio del musulmn a la realidad histrica dentre los siglos XI y XIII? Parece que no, como enseguisiendo as a qu se debe entonces este discurso historiminio del vencido? La respuesta a esta segunda pregunde contestar y ser el objeto principal de este estudio.
En cuanto a la respuesta a la primera pregunta,Fitz nos la brinda con cierta rotundidad en su ltimo yde la cuestin, que es en nuestra opinin la obra defitema: el estudio del comportamiento de los vencedoprobar que esta especie de solucin final el ex
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poblacin no combatiente de cualquier manera, ni staneral del comportamiento de los gobernantes castellanparece que estas acciones respondan a una deliberada voterminar violentamente a la poblacin musulmana. A eresulta significativo que prcticas consideradas como bpoca tales como la mutilacin de prisioneros, el descuar
los cadveres o la exposicin pblica de sus restos -, y queconflictos en los que no se daba ni el ms mnimo cuartestn ausentes bien por falta de aplicacin, bien por putores de las fuentes que narran los acontecimientos miliXII y del siglo XIII20.
En definitiva, cuando nos encontramos en las fuentapelaciones al exterminio de los sarracenosestamos en locasiones ante un ejercicio retrico tremendista ms quegrama deliberado para eliminar por completo a la poblacidel territorio andalus. Y es que, de hecho, el exterminio fucepcin que una regla en el trato dado a los enemigos vencque las garantas para su permanencia y el respeto a sus vides o a sus costumbres suelen caracterizar habitualmenteentre vencedores y vencidos21 en la frontera andalus enty XIII.
2. El destino del vencido en la cronstica del sigResulta incuestionable la importancia del movimien
Dios en tanto que avance decisivo en el proceso de toma sobre la necesidad de proteger a los inermesy los pauperesl l d l l b
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cosa que la aplicacin del Evangelio a las estructuras soen una disposicin del Concilio de Narbona antes memata a un cristiano sin duda derrama la sangre de Cristcio, este fue el logro ms importante en la historia referente a la proteccin de los no combatientes hasta lvencin de Ginebra.
En el contexto hispnico del siglo XI contamos cfigura que encarnan a la perfeccin esta predisposicindad con el vencido de la misma religin que el venceHistoria Rodericiy el personaje, Rodrigo Daz de Vivardor24. La Historia Roderici, probablemente compuestcluniacense de origen francs, Jernimo de Perigord, escacin de exaltacin de la figura del Cid y denigracicomoRex tyrannus. Por consiguiente, el cronista resalDon Rodrigo y entre ellas la clemencia cidiana, puestarios episodios en los que el hroe castellano hizo prisiony nobles cristianos, como cuando liber a siete caballelos que incluso devolvi sus caballos)25 o cuando aprescelona, Berenguer Ramn II el Fratricida (com. 1076-10Cerdaa, liberados a los cinco das por parte del seor dAl Mutamin de Zaragoza26.
Pero la mxima expresin de la clemencia cidianla Historia Rodericijunto a virtudes propias del optimus
tales como lalargitas, lamisericordia, lanobilitasy lanalmente cuando Don Rodrigo aprese por segundaBarcelona, lo que relata as el cronista:las huestes de Rel campamento del conde y rapiaron todo lo que pudiepresentaron fielmente a Rodrigo El conde Berenguer d
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solicitando humildemente clemencia. Rodrigo, sin embargobirle benignamente y permitirle sentarle a su lado en su tienmantuvo bajo custodia al aire libre fuera de su tienda. No on magnnimo que se le diera de comer con abundancia. Ppermiti que retornara libremente a sus dominios. Cuansalud, Rodrigo negoci con el conde Berenguer un rescate d
cos de oro deValencia. Todos los dems cautivos juraron pagsu libertad... Los cautivos pronto regresaron a sus hogares yron en cascada al campamento de Rodrigo una enorme canplata, junto con los hijos y familiares de los cautivos comprenda por el pago de los rescates... Cuando Rodrigo vio estsu hueste y, movido por la piedad(pietatis intuitu motus), n
miti partir libres a su tierra sino que incluso lleg a perdrescates. Ellos por su parte le dieron las gracias de forma efubleza, su piedad y su misericordia y, prometiendo servirle, rtierra con enorme regocijo, gran honor y todos sus bienes27.
Sin embargo, la pietascidiana brill por su ausenseor, el rey Al Mutamin, le encomend realizar campaael reino de Aragn o en La Rioja. En torno a la primera camen laHistoria Rodericiquejuntos saquearon las tierras ddespojaron de sus riquezas y redujeron a la cautividad a mhabitantes28 (ello a pesar de la condicin de sbditos de untiano de stos).
En cuanto a la campaa riojana de 1091, una expequeo punitiva contra el conde Garca Ordez de Njerpersonal, fue an ms cruel el comportamiento cidiano aplstica y viva descripcin de la crnica:con brutalidad y struy esas regiones animado por un impulso incansable
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Por consiguiente, el cronista llega a calificar sin paa del hroe al que haba venido ensalzando cdepredationecontra tierras cristianas una adjetivacin tdignacin apasionada que ha llevado a Richard Fletchperplejo si el cronista no sera acaso riojano30. Quiz laantes en la devastacin que sufrieron durante esta cam
tierras y los bienes de la abada de Santa Mara de Njbenedictino entregado por Alfonso VI a la obediencia este hecho el que pudo indignar sobremanera al posibltoria Roderici, el tambin cluniacense Jernimo de Per
Con todo, no parece que esta campaa riojana hocasin en que el Cid recurriera a mtodos expeditivo
objetivos militares. En los cronistas musulmanes enconla crueldad del Cid durante el asedio deValencia que, cobidas, apuntan a que este no vacil en recurrir a la inermescuando era necesario32. En cualquier caso, lo qupecialistas como Francisco Garca Fitz y David Porrintuviera nunca como objetivo de sus campaas el extermrio, siendo un caudillo que conjug en un ambiguo eqo clemencia33.
Del mismo modo que el autor de laHistoria Rodautores de laHistoria Compostelanaser contundentesurar con los eptetos ms contundentes la depredaci
de Alfonso I el Batallador en las tierras occidentales deCastilla y en la propia Galicia, asimilando su salvaje coque habran tenido los mismos sarracenos:el tirano ar
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casi toda Espaa con el mpetu de su fiereza... llevado por lreinar, cuntos y cules daos haba causado a los hispanpor el furor de su tirana, a saber: las cosas divinas y hummente profanadas, las iglesias de Espaa gravemente petesoros de las iglesias violentamente arrebatados y sus heredexpoliados, los caudillos y todos los jefes de Iberia, unos hech
por l mismo y cargados de cadenas, otros aniquilados porpobres muertos a hierro, de hambre o de fro, los mismos Seor, los propios obispos, los maestros de las iglesias, caudrones y salteadores, expulsa en definitiva, una persecucitan grande, tan gran destruccin de Espaa, como la hubiespropios sarracenos si hubiera estado en sus manos34.
Por consiguiente, no se puede afirmar que no hubiepos posteriores al Ao Mil en el mbito de los clrigintelligentsiade la poca) una conciencia extendida respesocial y moral de las devastaciones cometidas por los csobre la poblacin civil. Los dos fragmentos anteriormentetan perfectamente reveladores en este sentido. Simpconciencia del sufrimiento infringido limitaba su empata civil cristiana.
Sea como fuere, la actitud de reprobacin moralcronista al abordar los abusos cometidos con los vencimuy diferente cuando el combate se desarrollaba en la
la Cristiandad latina. De hecho, el Pontificado, que habel movimiento de la Paz de Dios, intent dirigir las energlos caballeros de Occidente hacia expediciones contra paganos, expediciones en las que muchas veces se dio rla barbarie en el trato a los vencidos como ocurri por
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mengol de Urgell35
:de ah, marchndose a Espaa con nas de la regin de Vermandois, gan la ciudad de BCristiandad despus de haber masacrado a todos lo queencontraban en dicha ciudad36.
La versin de un insigne cronista andalus, Ibn Hba (988-1076), corrobora y amplifica lo que tan escuet
Crnica de Saint-Maixent. De nuevo, como veamos quclrigos cronistas cristianos, la empata del narrador setarse las vctimas de sus correligionarios: el ejrcito desiti largo tiempo esta ciudad y la atac vigorosamenquien perteneca era Yusuf ibn Sulaiman ibn Hud y la haa su suerte, de manera que sus habitantes no podan co
sus propias fuerzas. El asedio haba durado cuarenta damenzaron a disputar los escasos vveres que tenan soldados de la guarnicin, que creyeron morir de sed, ofrcondicin de que se les respetase la vida abandonando Dios tanto sus bienes como sus familias. Como as se hviolaron su palabra, porque mataron a todos los soldaconforme salan de la ciudad, a excepcin del jefe ibn-aibn-Isa y de un pequeo nmero de ciudadanos importahicieron los impos en Barbastro fue inmenso. Su genemandante de la caballera de Roma, se dice que obtuvo de mil quinientas jvenes y quinientas cargas de muebvestidos y tapices. Se cuenta que con esta ocasin fueron das a cautividad cincuenta mil personas37.
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35 En torno el debate en torno a la condicin de protocruzada de la toma deBISHKO Fernando I and the Origins of the Leonese Castilian Alliance W
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Se ha discutido mucho entre los especialistas sobre jandro II (pont. 1061-1073) prest su apoyo explcito o inestaprotocruzadade Barbastro o no. Se han esgrimido, endiferentes evidencias documentales para negar o sustentde laprotocruzadapontificia. Sea como fuere, lo cierto es rece que el Pontfice estableci a raz de las matanzas de
curso de esta expedicin una cierta doctrina respecto al tlos no combatientes infieles por parte de los guerreros crisepstola sin datacin dirigida a los obispos de Espaa, Alejbaba la proteccin que estos habran concedido a los judmasacres que las mesnadas francesas quehaban llegado char contra los sarracenos habran intentado perpetrar
impulsados por la estupidez o la codicia. Y es que, sostentinguir entre los judos y los musulmanes, ya que el combaltimos era algo laudable, puesto que expulsaron a los critierras, mientras que a los primeros no convena matarloavasallarlos38.
Similares ideas defendi Alejandro II en otra carta d
bispo de Narbona, que tambin haba defendido a los record que todas las leyes, tanto eclesisticas como seculaban la efusin de sangre, excepto cuando se trataba decriminales y las exacciones de los sarracenos39. Tal y comFlori, el Pontfice asimila a los sarracenos a los malhechorcombatirlos como a tales40. Desde luego, esto no significa ce aprobara expresamente la masacre de los habitantes mBarbastro pero, sin duda, ayuda a contextualizar la mentaldora de los protocruzados franceses.
Un siglo despus el papa Celestino III tambin esta
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mandato de perseguir y exterminar a los sarracenos pueque se lee en elLibro de los Macabeos, los cristianos noarse de tierras ajenas, sino de la herencia de susinjustamente desposeda por los enemigos de la Cruz dalgn tiempo. Adems, resulta legtimo y admitido por elque de los lugares ocupados por los enemigos que los ret
de la Divina Majestad, el po expulse al impo y el justo aA nuestro juicio resulta de la mayor importanci
segn la cual los musulmanes de Al Andalus deben serpulsados e incluso en ltimo trmino exterminados nofalsa fe mahometana sino de su ocupacin ilcita de EManuel (1282-1348) lo explicaba, estando ya virtualm
Reconquista, con gran claridad conceptual y, casi diramguerra entre los cristianos e los moros, e habr, fasta qulos cristianos las tierras que los moros les tienen forzadasley nin por la secta que ellos tienen, non habran guerrasucristo nunca mand que matasen nin apremiasen atomase la su ley, ca l non quiere servicio forzado, sino
buen talante et de grado42.
En este sentido, Benjamin Kedar ha sealado qutfices buscaban obviamente la conversin de landaluses antes que su expulsin o exterminio, su evsubordinada a las necesidades de la situacin local his
proteccin de los intereses y la seguridad de los crispuestos por encima de cualquier otra consideracin43. Ela Misin cedi ante la Cruzada, lo que explica la lentitusiasmo con la que se predic el Evangelio a los mudjalos siglos plenomedievales
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gunos pasajes de laChanson de Roland, un poema pico cnales del siglo XI, la poca propia de formacin del esprituCruzada. En este sentido, Christopher Lowney ha apuntadtar de Roldn presenta una visin intransigente seganiquilacin del Islam peninsular era la nica solucin paEspaa. Lowney aduce en apoyo de esta tesis las escenas
de la toma de Zaragoza por las huestes de Carlomagno coCantar, en las que los francos recorren a la luz de la luna lmezquitas de la ciudad andalus y renen a los judos ypara obligarles a escoger entre el bautismo o la muerte:
Llevan a los paganos hasta el baptisterioSi hay alguno que se resista a Carlos
ste lo hace colgar o quemar o matarMs de cien mil fueron bautizados44.
Asimismo, la crnica del Pseudo-Turpin, perteneciCalixtinusy cuyo autor pretende ser uno de los obispos quron a Espaa a Carlomagno, resulta ser tambin rementalidad ultramontana de no dar cuartel a los musulmto, en este texto se justifica la actuacin de las huestes cara escoger a los prisioneros islmicos entre la conversin ao ser pasados a cuchillo45. No olvidemos que Carlomagno,rador de la barba florida, y su campaa en Espaa eranlegendario que haba marcado el imaginario cruzadista qucabeza desde nios muchos caballeros franceses.
3. El destino del vencido en la cronstica de
E t l j l i hi i d l
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del ciclo historiogrfico cluniacense del siglo XII espate, su condicincluniacensela deduce ngel Ferrari de cronista las relaciones del reino de Len y Castilla con lo que sera reflejo de una visin cruzadista de la Recontradicin propiamente hispnica47.
Al examinar laChronica Adefonsi Imperatoris, R
conclusin de que la lucha despiadada hasta el extermser una aspiracin mutua de ambas partes, llegando ata que se borrara completamente, hasta su desapariciraza impura de los ismaelitas48. El concepto deguerra tteramente a la descripcin que laChronica Adefonsi Imde la lucha contra los Almorvides (cuyo comandante
homicida christianorum): en las descripciones de estaprofesor Barkai tropezamos regularmente con los rguen una guerra total, como el asesinato de las mujereprisioneros49.
El probable autor de la Chronica Adefonsi Impe
Arnaldo de Astorga (ep. 1144-1153), da cuenta detalladano de crtica, de las campaas de Alfonso VII el EAndalus, campaas caracterizadas por una extrema duralado Francisco Garca Fitz, estas campaas eraestrategia de guerra de desgaste con la cual Alfonso Vjetivo provocar la desmoralizacin de los andaluses
hacia los Almorvides, aunque resulta difcil constataragresiones, unidas a la acumulacin de daos de otras ron sobre los andaluses y las fricciones que provocarpoblacin y unos dominadores almorvides50.
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Con todo, lo cierto es que entre finales de 1134 y la1135 tuvieron lugar al menos tres sublevaciones popularesSevilla51y, finalmente, tras quince aos de terrible guerra deltima razzia brutal del Emperador (septiembre de 1144), erebelin popular contra los Almorvides que acabara al ficon el poder de esta secta magreb. Segn apunta el profes
el autor de laChronica Adefonsi Imperatorisseala, sin nindudas (libro II, captulo 93) que el derrumbamiento del pode haba sido consecuencia directa de aquella campdestrucciones que cada ao llevaban a cabo los ejrcitos del
De lo anterior se puede inferir que el obispo cronisde origen francs y posible adscripcin monstica cluniac
ba al menos tcitamente la estrategia de devastacin dAlfonso VII, en consonancia con la ideologa cruzadista que veamos en accin anteriormente en Barbastro. Una ecalculada, ya que no cabe atribuir a Alfonso VII una persolgica dominada por un rasgo como la crueldad. Cuando llos que haca frente eran cristianos, el monarca demostr
naria clemencia incluso aunque se tratara de rebeldes. Dcuando someti a los rebeldes de las torres de Len los dejcastigo alguno: a los que fueron capturados en las torres leschar libres gracias a un prudente y necesario arreglo, hechosobremanera a los enemigos del Rey53.
Pero cuando cruzaba la frontera, Alfonso VII se mun depredador implacable. Sirva como botn de muestraque el Emperador realiz en el ao 1133, iniciada, segn represalia por las matanzas de los Almorvides, que habcuchillo a todos los cristianos que encontraron (omnes ch
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moverse por la campia de Crdoba saqueando a docup todo aquel territorio, lo saque, lo incendi a sgran nmero de prisioneros y lleg al ro llamado Guapoca de recoleccin, por lo que hizo incendiar todoscortar todas las vias, olivos e higueras. El temor a l selos habitantes del territorio de los moabitas y agareno
por un gran temor, abandonaron las ciudades y castillorefugiaron en los castillos ms fortificados y en las ciudas; se escondieron en las montaas, en las cavernas deislas del mar... Saquearon todo el territorio de Sevilla, Cna y prendieron fuego a todo aquel territorio, a las castillos... era incontable el nmero de prisioneros q
hombres y mujeres, e igualmente era incontable el nmcaballos y yeguas, de camellos y asnos, tambin de bubras... Pasaban a cuchillo a los sacerdotes y doctores dencontraban al paso, e igualmente quemaron los libroslas mezquitas55.
La campaa de saqueo que Alfonso VII realiz
en el valle del Guadalquivir asolando toda la regin narracin muy similar en la Chronica Adefonsi Impesin que se trasluzca la menor crtica explcita o implcilos vencidos islmicos:el emperador Alfonso tom unExtremadura y ponindose en camino acamp juntGuadalquivir. Numerosos escuadrones dedicados al p
durante muchos das, saquearon todo el territorio de JaAndujar y de otras muchas ciudades, prendieron fuegoque encontraban, destruyeron sus mezquitas y entregarbros de la ley de Mahoma. Mataron a golpe de esp
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riquezas, todo su ajuar y grandes rebaos de caballos, yvacas, ovejas y cabras56.
Parecido es el tratamiento que otorga el cronista a de prisioneros musulmanes por parte de las huestes cristiade mujeres y nios que no oculta ni vela pero que tampcomo sera de esperar en un obispo. En el primero de estos
naldo de Astorga escribe sucintamente: por su parte, viendo esto (que los almorvides tenan rodeado su camparon a todos los musulmanes cautivos, tanto hombres comfuera que alteraran su campamento tras recibir armas57.
Pero es en el segundo episodio donde incluso se p
algo ms que un asptico relato de los hechos: entoncesbien provistos de fe y armas, mataron a todos los musulmque haban apresado, tanto varones como nios y mujeres,que tenan consigo58. Esta expresin, fide et armis bene iprovistos de fe y armas), que precede al verboocciderunt, dora de cmo mnimo una cierta complacencia con algo ta
ajeno al cristianismo como el asesinato a sangre fra de nsin dejar de sorprender que mencione expresamente enios entre los ejecutados.
La nica ocasin en la que se puede vislumbrar uncrtico por parte del cronista al describir una matanza desulmanes tiene lugar cuando laChronica Adefonsi Impera
intencin de Alfonso el Batallador de proceder a una matansulmanes de Fraga en lugar de aceptar su oferta de rendicdel cronista se deduce que esta bsqueda de venganza acasar la ruina del monarca aragons, que perecera dura
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Castilla y contra su propio pueblo. Pues quera tomar labajo juramento que todos los nobles musulmanes iban apital, que sus mujeres e hijos iban a ser cautivos iguariquezas se iban a robar sin compasin59.
Y es que el monarca aragons no gozaba de lascronistas de Len y Castilla, que recordaban perfectam
exacciones y saqueos perpetrados por las huestes aragdas antes en las tierras occidentales del Reino durasostenida entre el Batallador y su esposa, la reina Urraccometidos contra cristianos y contra su propio puebloet super gentem suam), entre los que incluso laHistormenciona la violacin masiva de monjas por parte de s
que el Rey Batallador habra expiado y los que Dios habdurecerle el corazn (quia Deus induraverat cor eiusprovidencialista del obispo cronista de clara raigammentaria.
4. El destino del vencido en la cronsticaLos tres autores de las grandes crnicas latinas hi
XIII fueron obispos, prelados influyentes y poderososmnez de Rada, fue cabeza de la Iglesia hispana en tande Toledo; Don Juan de Osma fue canciller del Reino y o
Osma y luego de Burgos; y finalmente, Don Lucas fuehombre de confianza de la influyente reina Berenguela
Estos tres obispos presentan una serie de caracnes: en primer lugar, un espacio geopoltico comn, lo
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sus conciencias, proviene a nuestro juicio la principal clavva de la narrativa de estos cronistas en torno al tratamvencido musulmn recibi por parte de los reyes de Len que nuestros autores servan. Ciertamente, las ms de laobispos cronistas dan muestras de una escasapietascristide empata por el destino del vencido, siendo quiz Juan d
humano de los tres. Al mismo tiempo, Don Rodrigo y Don Jun gran celo cruzadista unido a una defensa a ultranza delos reyes Alfonso VIII el Noble y Fernando III el Santo comde todas las virtudes deloptimus princeps christianus61.
Con todo, s encontramos algunos pasajes aislados trever algo al historiador interesado en la visin delotro
musulmn vencido. No, desde luego, en elChronicon MunTuy. Al tudense, para cuya dicesis la frontera era una reallejana, estas cuestiones parecen haberle interesado muy p
Es en la llamada Crnica Latina de los Reyes de 1230), atribuida por los especialistas con bastante seguri
Osma, donde nos encontramos con una de las primeras cra una matanza de no combatientes (presumible) en la crhispnica medieval. Cuando el cronista da cuenta de la todad de Malagn por los cristianos en los prolegmenos dLas Navas censura escueta pero claramente el exterminio dtes de la villa, que haban ofrecido rendirse a camb
respetaran sus vidas (lo que el cronista omite mencionapues, los campamentos en nombre del Seor Jesucristo y maMalagn, que en un momento y como en un abrir y cerrarron de las manos de los moros, matando intilmente aencontraron62
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Con todo, esta expresin,concidentes in frustramente), siendo la nica mencin crtica de una accinlas Navas por parte de un cronista cristiano63 y resultareprobatoria, tiene menos resonancias morales cristiautilidad blica (utilitas). Por otra parte, cuando inmedianuacin seala que en cambio s se perdon la vida de
Calatrava este comportamiento no le merece comentarde que esta piedad con los vencidos impuesta por los cles acab provocando que los cruzados ultramontanocampaa: se encaminaron despus a Calatrava, que se lallamado Avencaln, respetada la vida de los hombres yencontraron64.
Curiosamente, el canciller cronista tampoco mde que la autora de la carnicera de Malagn correspmontanos, esto es, a los cruzados franceses que haauxilio de Alfonso VIII y a los que les pareci luego inadcon el vencido musulmn en Calatrava65.
La participacin ultramontana en la toma de Malada por Rodrigo Jimnez de Rada en su De Rebarzobispo toledano en cambio evita cualquier censuralos vencidos en Malagn, la cual no es presentada coposterior al combate, y se prodiga en elogios al ardor bmontanos, enmarcado en una narrativa propia de la teo
santa: los ultramontanos plantaron su campamento juny, partiendo desde all, sitiaron la fortaleza de Malaggracia divina un buen augurio, aunque los que estabandefendieron muy bravamente, sin embargo el empuje dnos que arda de valerosa pasin en su afn de morir p
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Ciertamente, de este pasaje se puede inferir que el anista no vio con malos ojos el destino de la poblacin de Mal menos, no le pareci ajeno a la lgica de la guerra, al iusalidad, Don Rodrigo parece considerar como propio deliulos cautivos musulmanes fueran ajusticiados, reservndoselos vencidos cristianos.
Al menos eso parece deducirse de su relato de la bpuerca (ao 1054) entre Fernando I de Castilla y Garca devez muerto su hermano (el rey Garca) y puesto en fuga el eaunque el rey Fernando estaba alegre por su victoria, sin emvid de su piedad(pietatis non inmemor)y orden a los sensaaran con los cristianos que huan; no obstante, la may
sarracenos presentes fueron apresados y pasados a cuchillocontexto de conflicto entre reinos cristianos, no un confliccon el Islam. Si este era el destino reservado a los mercenaque luchaban por el Rey de Navarra, cul no deba ser el denemigo en un contexto de Cruzada?
Tampoco hace referencia alguna elDe Rebus Hispantecimiento tan importante como la desercin de ultrapirenaicos tras el perdn concedido a los habitantesalgo que se debi seguramente al pudor del cronista ante miento tan deleznable y que en tan mal lugar dejaba a los uSea como fuere, a juzgar por sus escritos, a Don Rodrigo
vencido musulmn no pareca importarle en exceso.Esta ausencia de fibra moral del Toledano vuelve a s
su relato de la toma de beda (23 de Julio de 1212) por Pedro el Catlico y en su propia participacin decisiva co
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sada hasta sus cimientos, perdonndoles la vida a loscindolos prisioneros68.
En su relato de los acontecimientos, Don Rodrigocosas. El acuerdo inicial fue ciertamente revocado por llos prelados, que adujeron que este violaba los cnonede Letrn (1179) respecto a la venta de armas y vveres
ah que se optara por aceptar el milln ofrecido peropersonas y bienes no de la ciudad, que sera arrasada. Tna el Toledano el hecho de que los ubedanos no pumilln y fueron por ello todos hechos cautivos, siendo clavitud en torno a unos 60.000, de los cuales unos fuerregalados a los nobles de la hueste real y otros enviado
de la frontera como mano de obra70.El relato de este episodio por parte del canciller Ju
Crnica Latina es mucho ms plstico, detallado y dtampoco encierra asomo de crtica alguna, calificando tivos musulmanes como una multitudo maledicta, cond
justificara su destino de esclavitud:viendo, pues, los mlos cristianos se entregaron en manos del Rey glorioso (Rey de Aragn(Pedro II)con la condicin de que, si se vida, se constituiran tanto ellos en persona como sus biede su enemigo. Segn contaban algunos de los mismos mcapturados entonces en esa villa de beda y que crean c
de los encerrados, fueron hechos prisioneros all casi ciecontando mujeres y nios. Todos los bienes muebles que svalor fueron entregados al Rey de Aragn y a los que cona la guerra; tambin se llev con l muchos moros cautivota multitud que estuvo encerrada en la villa fue dispers
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Ahora bien, el Toledano da cuenta en suDe Rebusdos matanzas indiscriminadas de poblacin civil musulmde la hueste del rey Fernando III el Santo, cuyas frecuentesla Btica sembraron el terror entre los campesinos andalusmente, esta carnicera es silenciada por la Crnica Latina dCastilla, que suele estar ms atenta al sufrimiento infringid
Estos hechos se produjeron en el ao 1225 tras la tomRey Santo de la ciudad de Priego y la fortaleza de Alhama. Efro y asptico, del arzobispo cronista:partiendo desde all apresados y pasados a cuchillo sus moradores, demoli la fortcimientos,y dirigindose al castillo que se llama Alhama, arrael mismo sistema tras apresar y pasar a cuchillo a sus habita
Con todo, Juan de Osma resulta ser la mayor parte dnarrador ms atento al destino de los vencidos que el Tolesea muy parco en los juicios morales. As, por ejemplo, cuacada de la ciudad de Quesada en manos de Fernando Ipresta atencin al hecho de que los castellanos se llevar
hombres y mujeres, a mayores y lactantes, tanta multitud cse poda creer74. Esta mencin de los lactantes y los ancicum lactantibus) llama la atencin, ya que revela una volrrador por diferenciar a la multitud de cautivos en categoque no podan dejar de suscitar una reaccin del lector.
Del mismo modo, Juan de Osma, quien con toda pr
testigo presencial de los hechos, nos brinda una conmoveddel sufrimiento de los habitantes musulmanes de CrdoCiudad califal en manos de Fernando III el Santo:tras trataces y firmar estas cosas, frustrados en la esperanza que hab
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Sin embargo, en este mismo captulo el obispo cdiscusin en el campo cristiano entre los magnates parciar la rendicin y aquellos queaconsejaban al Rey qusino que los tomara a la fuerza y los decapitara76, postque no le merecen a Don Juan comentario alguno a favonuevo, nos encontramos ante la sensacin de que ealgn tipo de empata hacia el sufrimiento del vencidocita en juicios morales, acaso porque hubiera sido algincorrecto en la corte castellana a la que perteneca: yulico se impona casi siempre al obispo cristiano.
Esta percepcin parece ser corroborada por eeste clamoroso silencio y la santa ira desplegada p
juzgar la cruel actuacin de los condes de Lara concivil cristiana de Belorado en el marco de la guerra c1220:como se detuvieran all, el conde lvaro Nez dmanos y todos sus partidarios... irrumpieron en Belorapor la fuerza y robaron cuantos bienes pudieron encoalgunos de sus habitantes, hirieron a otros, cogieron
sieron as a la citada villa en ruina y desolacin.hombre o edad alguna. De all volvieron con victoriamarch cada cual a su lugar. Cuando el Rey y la Reinapartidarios supieron lo que haban llevado a cabo lossus cmplices en la citada villa, dolidos en su interfuerte dolor. Pero el Altsimo, que es paciente vengado
trono de Su gloria los males que haban realizado, venganza admirable para todos los siglos sobre el cosus secuaces77.
Represe en cmo en este episodio el cronista s a
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los vencidosextra Ecclesiam. Por desgracia, las doctrinas dad de la persona de la Escuela de Salamanca y su avanzadquedaban todava muy lejos.
5. El Islam andalus y el trato a los vencidos
en las fuentesEl tratamiento de los prisioneros de guerra en el Isla
tenderlo desde la ptica de que son tan parte del botn bienes muebles y pasa por cuatro opciones que contempque quedan a la libre disposicin del gobernante islmicodel cautivo, la exigencia de un rescate, la esclavitud y la eltima opcin queda excluida si antes de ha concedido eldn garanta de rendicin)78. Las dos primeras opcontempladas en el Corn (sura ILVI, 4) pero las cuatro enceden de la propia actuacin de Mahoma con los cautivodurante sus campaas militares.
Solo algunos juristas islmicos consideraron que lacautivos no era una opcin legtima para el imam musuAverroes un defensor destacado de esta postura, as como ula tortura o mutilacin del enemigo. Incluso hubo juristasAbu Hanifa que intentaron excluir del grupo de cautivos los ciegos, dementes, ermitaos y ancianos decrpitos, pe
ms autorizada de Al-Safi`i preconizaba que se poda ejquier prisionero perteneciente a dichas categoras79.
En realidad, el Islam no admite la captura sin ms dposterior esclavizacin salvo que sea como resultado de la
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nos cristianos del norte de Espaa, sea cual fuere el cama lo largo de los ocho siglos de la Reconquista, se podaparo de una sura cornica (II, 186-193) bajo la categorque era perfectamente lcita la esclavizacin de los cau
Estas aleyas (186-193) de la segunda sura del Cra (La Vaca), eran perfectamente aplicables al
contienda con los cristianos en el mbito de la Pennzaban as:combatid en el camino de Dios a los que cvosotros, pero no cometis agresin, pues ciertamenlos agresores. Matadlos donde los encontris, arrojaarrojaron, pues la opresin es an peor que matar pten matadlos: sa es la recompensa de los que no cr
combatidles hasta que cese la opresin y la adoracinpor entero a Dios. Pero si desisten, entonces no debierasino contra los opresores.
En cuanto a la esclavizacin de los cautivos fruShariadistingue los siguientes casos: los nios solo pdos junto con sus madres y viceversa. No es lcitamujeres (salvo que sea combatientes) y recin nacidoya que Mahoma dictamin:en el nombre de Dios por cuts a los infieles: no matis a las mujeres ni a los reccambio, los ancianos s podan ser esclavizados al ser campo de batalla.
Pero, del mismo modo que el propio Corn no panumento de tolerancia que pretenda Amrico Castrdisposiciones islmicas eran tan benvolas. Mahoma exterminio de todos los prisioneros de guerra que per
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encontrars con gente con la parte central de su cabeza rapcon esos echa mano de tu espada84.
Tomando como punto de partida esta jurisprudecabe preguntarse cmo reflejaron las diferentes crnicasnicas el comportamiento de los poderes musulmanes concristianos? Se corresponda el trato al vencido con la d
daba la Segunda Partida, que consideraba la cautividad a msulmanes comola mayor mal andana que los omes puedmundo? Y es que, segn leemos en la Segunda Partida, estefringido a los cautivos:los tormentan de crueles penas, o scomo de siervos, metiendo los atales servicios que querrian te que la vida85.
Significativamente, laHistoria Compostelana, que sgeneral muy poco de los musulmanes, destaca en ellos copal caracterstica la crueldad (saevitia), unacrueldad ismatremenda dureza les llevara adevastar con frecuentes inctra patria86. La crnica describe adems a los guerreros msus incursiones tierra adentro como violadores habituales cristianas, tanto doncellas como casadas87.
La Chronica Adefonsi Imperatoris, centrada en la fpocos textos, nos brinda algn episodio concreto de crueaunque ciertamente menos de los que cabra esperar. Unocontramos en esta matanza almorvide, en la que inclus
cabezas de los cristianos como trofeo de guerra:y al instanlos musulmanes cay sobre ellos y todos los cristianos murdando de ellos sino un caballero cristiano, que se lanz al aal otro lado del ro entre los cristianos... Los musulmanes
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Otro fragmento de laChronica Adefonsi Imperabe prosaicamente el exterminio por parte de los Almvencidos cristianos parece denotar en el cronista unade inevitabilidad, como si no otra cosa se pudieraclase de guerra de frontera: ningn moabita apresaque los cristianos reciban la sentencia de muerte proneros89.
Por otra parte, en las ocasiones en que s hacan prece que fuera infrecuente por parte del poder almorvtortura con los notables cristianos. LaChronica Adefonfiere dos casos: el del obispo de Lascar y el del caballerEn el primero de los casos se dice que el obispofue llev
lencia y le sometieron a muchas torturas para que renepor nosotros fue colgado en un madero y del bautismodarlo de acuerdo con sus leyes. Despus de esto el obisppor l, pag tres mil maravedes de oro y regres a su secuanto al noble gallego, alcaide de la fortaleza toledanaque fue capturado yllevado a Crdoba, le encarcelaron y
con hambre y sed91.LosMilagros de Santo Domingo de Silos(c. 1250)
experiencias de cautividad de prisioneros cristianos libtercesin del Santo sobre las cuales ha llamado la ateGarca Fitz:cepo de pies; muchos azotes e muchas penas
frenos de fierro en las bocas apretados con candados(pmiesen el pan que molan)o atabanles las manos tan fsangre por las unnas. A otro cautivo para que renegasemandol quemar muchas veces con fierros calientes, casgarse a hacerlo con el siguiente tormento: sacaronle 12 d
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de sus allegados,mandol dar 102 azotes con una correa crue tenia en cabo una sortija de fierro, que se metia en la carn
Este tipo de prcticas lgicamente despertaba el tpoblacin civil cristiana a caer en manos del enemigo muscronista nos describe con vivos colores la psicosis existeante la posibilidad de que la ciudad cayera en manos de lo
mientras estos combates se llevaban a cabo, el arzobispo dBernardo junto con los clrigos, monjes, ancianos, mujerestrados en tierra en la catedral de Santa Mara, rogaban unDios Nuestro Seor y a Santa Mara que no recordasen de ndos de los reyes y de sus pueblos, que ellos no fueran cautiverio y a la muerte, las mujeres al ultraje, sus nios a
ciudad al exterminio y la sagrada Ley de Dios al oprobio, lael desprecio93. Difcilmente se encontrar en las fuentes mdescripcin mejor del estado de nimo de la poblacin cidad cristiana ante la perspectiva de caer en manos musulmn.
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Adquiera aquHacedores de frontera. Estudios sobre el contexto social de la frontera
medieval http://www.ceuediciones.es/pages/ceu-ediciones-detalle.php?i=77
Puede adems consultar nuestro catlogo completo en www.ceuediciones.es
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CEU Ediciones
Hacedores de fronteraEstudios sobre el contexto social
de la frontera en la Espaa medieval
En las ltimas dcadas se ha producido un enorme esfuerzohistoriogrfico por reevaluar y redimensionar las sociedades de fronteraen el Occidente latino medieval, un esfuerzo que en Espaa, nacinforjada en la frontera como pocas a lo largo de la historia, se ha centradomuy particularmente en los estudios de la frontera con el Islam andalus.
En concreto, los especialistas tienden desde hace dcadas a presentarnosa losfreiresde las rdenes Militares como hacedores de frontera en laEspaa medieval y hemos pensado que este trmino tan plstico podaser un buen ttulo para este trabajo colectivo. Un trabajo que es, en parte,fruto de los estudios que se presentaron en el Congreso InternacionalIdentidad, Conflicto y Representacin de la Frontera en la EspaaMedieval,celebrado en Huscar (Granada) en Septiembre de 2008 y queagrupa tambin algunos trabajos posteriores a l sobre este tema.
ISBN: 978-84-92456-63-5
Patrocina:
Fundacin C. Nuestra Seoradel Carmen y Fundacin Portillo
Colabora:
Excmo. Ayuntamiento de Huscar