Amor Y Educación

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Educar en la filosofía del amor Por Jesús M. Herrera A. Publicado en El Mexicano, TIJUANA, B.C. / LUNES 12 DE OCTUBRE DE 2009 / 31A, disponible en: http://ed.grandiarioregional.com/impreso/Tijuana/101209/12-10- 2009%20TIJ_31AA.pdf En tiempos más o menos remotos se habían distinguido al médico y al profesor (incluso al sacerdote), la razón es que la labor científica de estas personalidades en la sociedad, cuando ha sido buena, se caracteriza por su espíritu de solidaridad y generosidad, y por la conciencia profunda del bien común, porque esta labor médica, educativa y religiosa es movida, pues, por algo que en la filosofía clásica (de raigambre grecolatino y medieval) llamamos “razón recta”, que es la razón que busca hacer el bien. Se trata de una razón (en este caso entendemos por razón una forma de pensar) o ciencia orientada por la moral, se anteponía la viabilidad ética a cualquier decisión; y es que hay razones, formas de pensar, pues, criticadas precisamente por su carencia de sensibilidad moral. En la filosofía contemporánea denominada como posmoderna se critican distintas racionalidades, o formas de pensar: v. gr., razón instrumental, razón calculadora, razón empírica, en fin, que a partir del inicio de la modernidad se gesta un querer conocer o hacer ciencia por cualquier finalidad, excepto por la finalidad de hacer el bien; y para darnos una idea de cuándo inicia la modernidad hay que pensar en quien es llamado Padre de ésta (de la modernidad), a saber, René Descartes, quien nació a finales del siglo XVI. Aristóteles y otros de alguna manera inscritos en el aristotelismo, han visto al ser humano como “Animal racional”, y muchos expertos en esta escuela de pensamiento, de los clásicos griegos y medievales, nos hacen ver que la razón a la que alude Aristóteles y más aún los filósofos medievales, antes de tener fines calculadores o empíricos, es una racionalidad de tipo moral. En síntesis esta filosofía clásica nos enseña que la eticidad humana es algo propio de la persona, esto significa que cualquier acto libre de la persona está sometido a juicio moral, de aquí que al ser humano se le premie o se le castigue por el uso que hace de su libertad. Tanto la razón o la inteligencia como la voluntad son las grandes facultades de conocer y amar, respectivamente, que hay en la persona humana, y son éstas facultades lo que a la persona lo dejan ser libre, porque conoce y porque elige algo que le aparece como bueno o como un bien (o un valor); y sus elecciones, entonces, están cargadas de eticidad, sujetas a una valoración o enjuiciamiento moral. Es que sin la responsabilidad no se concibe la libertad: libertad y responsabilidad hacen una simbiosis en la persona. Y no se trata de que haya moralidad, en este caso, porque se diga o se piense en ella, hay moralidad en el actuar de manera real (no sólo pensada), sabemos que es real porque hay actos libres o humanos que destruyen a uno mismo o al otro, y también los hay que construyen o perfeccionan al otro o al prójimo, a uno mismo y a la comunidad, los primeros son inmorales y los segundos son moralmente buenos. Es falaz suponer, pues, que la moralidad es un simple prejuicio social; o que sea un invento; siguiendo con la enseñanza clásica, sobre todo la de Aristóteles, es la vida moralmente buena la que conduce a la felicidad, en este caso el ser feliz, en una primera instancia es algo que viene a consecuencia de la honestidad con uno mismo y con los demás. Más, las cosas no se quedan en el legado aristotélico, pensando en la honestidad, luego de Aristóteles viene toda una tradición medieval quizá más exigente en lo que observan de la felicidad, y ven que ésta se consigue oblativamente; tal vez la honestidad aristotélica rinde para ejercer el amor de altruismo (tan de moda hoy más que nunca), pero la oblatividad del pensamiento escolástico-medieval, concretamente de la enseñanza de Tomás de Aquino, ayuda a llegar al amor de caridad, que es dar lo que uno es, lo que más le cuesta a uno dar de sí mismo.

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Filosofía, personalismo, amor.

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  • Educar en la filosofa del amorPor Jess M. Herrera A.

    Publicado en El Mexicano, TIJUANA, B.C. / LUNES 12 DE OCTUBRE DE 2009 / 31A, disponible en: http://ed.grandiarioregional.com/impreso/Tijuana/101209/12-10-

    2009%20TIJ_31AA.pdfEn tiempos ms o menos remotos se haban distinguido al mdico y al profesor (incluso al

    sacerdote), la razn es que la labor cientfica de estas personalidades en la sociedad, cuando ha sido buena, se caracteriza por su espritu de solidaridad y generosidad, y por la conciencia profunda del bien comn, porque esta labor mdica, educativa y religiosa es movida, pues, por algo que en la filosofa clsica (de raigambre grecolatino y medieval) llamamos razn recta, que es la razn que busca hacer el bien.

    Se trata de una razn (en este caso entendemos por razn una forma de pensar) o ciencia orientada por la moral, se antepona la viabilidad tica a cualquier decisin; y es que hay razones, formas de pensar, pues, criticadas precisamente por su carencia de sensibilidad moral.

    En la filosofa contempornea denominada como posmoderna se critican distintas racionalidades, o formas de pensar: v. gr., razn instrumental, razn calculadora, razn emprica, en fin, que a partir del inicio de la modernidad se gesta un querer conocer o hacer ciencia por cualquier finalidad, excepto por la finalidad de hacer el bien; y para darnos una idea de cundo inicia la modernidad hay que pensar en quien es llamado Padre de sta (de la modernidad), a saber, Ren Descartes, quien naci a finales del siglo XVI.

    Aristteles y otros de alguna manera inscritos en el aristotelismo, han visto al ser humano como Animal racional, y muchos expertos en esta escuela de pensamiento, de los clsicos griegos y medievales, nos hacen ver que la razn a la que alude Aristteles y ms an los filsofos medievales, antes de tener fines calculadores o empricos, es una racionalidad de tipo moral.

    En sntesis esta filosofa clsica nos ensea que la eticidad humana es algo propio de la persona, esto significa que cualquier acto libre de la persona est sometido a juicio moral, de aqu que al ser humano se le premie o se le castigue por el uso que hace de su libertad.

    Tanto la razn o la inteligencia como la voluntad son las grandes facultades de conocer y amar, respectivamente, que hay en la persona humana, y son stas facultades lo que a la persona lo dejan ser libre, porque conoce y porque elige algo que le aparece como bueno o como un bien (o un valor); y sus elecciones, entonces, estn cargadas de eticidad, sujetas a una valoracin o enjuiciamiento moral. Es que sin la responsabilidad no se concibe la libertad: libertad y responsabilidad hacen una simbiosis en la persona.

    Y no se trata de que haya moralidad, en este caso, porque se diga o se piense en ella, hay moralidad en el actuar de manera real (no slo pensada), sabemos que es real porque hay actos libres o humanos que destruyen a uno mismo o al otro, y tambin los hay que construyen o perfeccionan al otro o al prjimo, a uno mismo y a la comunidad, los primeros son inmorales y los segundos son moralmente buenos.

    Es falaz suponer, pues, que la moralidad es un simple prejuicio social; o que sea un invento; siguiendo con la enseanza clsica, sobre todo la de Aristteles, es la vida moralmente buena la que conduce a la felicidad, en este caso el ser feliz, en una primera instancia es algo que viene a consecuencia de la honestidad con uno mismo y con los dems.

    Ms, las cosas no se quedan en el legado aristotlico, pensando en la honestidad, luego de Aristteles viene toda una tradicin medieval quiz ms exigente en lo que observan de la felicidad, y ven que sta se consigue oblativamente; tal vez la honestidad aristotlica rinde para ejercer el amor de altruismo (tan de moda hoy ms que nunca), pero la oblatividad del pensamiento escolstico-medieval, concretamente de la enseanza de Toms de Aquino, ayuda a llegar al amor de caridad, que es dar lo que uno es, lo que ms le cuesta a uno dar de s mismo.

  • Siguiendo con la preocupacin de los filsofos en torno al amor, resulta que ste no es un tema exclusivo del pensamiento medieval o de los antiguos griegos; actualmente nos ayuda en la empresa del amor el ingenio de un filsofo muy importante, fallecido apenas en 1995, me refiero a Emmanuel Lvinas.

    Lvinas, filsofo lituano, es uno de los que actualmente renueva la sensibilidad por el amor, para hacerlo punto de partida de todo conocimiento y de todo actuar, desde este filsofo es por el amor por donde surge toda ciencia o toda sabidura; con justa razn siguiendo a Lvinas la filosofa no es tanto el Amor a la sabidura, ms bien es la sabidura que nace del amor, como dice Paula Gil Jimnez en su Teora tica de Lvinas, que es una sustanciosa exposicin que all se nos ofrece de Lvinas.

    Este filsofo piensa tambin en el nosotros, como algo que est antes que el yo; estamos ante un filsofo actual porque despus de los desastres de la segunda guerra mundial, se dispone a entregarle una nueva tica al mundo, y es que como se ha insinuado, hemos vivido en un mundo sin tica porque hemos forjado un mundo preocupado slo por el conocimiento, tanto, como que se ha llegado a idolatrar a la ciencia.

    En esta lnea de pensamiento crtico de un mundo moderno, insensible por el otro y los ms necesitados de la sociedad, se ha visto que la razn (slo instrumental, calculadora y/o positivista) engendra monstruos, que primero (la razn, o la ciencia) ha prometido un paraso terrenal, y lo que se ha conseguido ms bien son guerras y genocidios, dice Jean-Franois Lyotard (filsofo francs) que la modernidad termin en Auschwitz, porque, en los campos de concentracin (se dice que los de Auschwitz son los mayores), es donde nace la posmodernidad.

    El sufrimiento, pues, ms absurdo de la humanidad, representado en este caso en la segunda guerra mundial, ya que no bast la primera, significa que a la ciencia le hace falta abrirse al parecer de la moral o tica, de lo contrario la razn humana que es la inventora de la ciencia, lejos de ayudarle a la humanidad a progresar en el sentido de la vida, es decir, en que la ciencia le ayude a la humanidad a ser feliz, estar trayendo, ms bien, acontecimientos tan absurdos como el matarse unos a otros.

    Auschwitz es el inicio del siglo XX, etapa de la historia que en mayor medida es posmoderna, porque est caracterizada por los distintos movimientos que terminan con una moral tal vez reducida slo a reglas, a formas, pero sin contenidos o sin convicciones; porque emergen movimientos que en un primer momento le suenan extraos a los mayores, como es la liberacin femenina y el Rock and Roll, que en cierto sentido vienen a buscarle un borrn y cuenta nueva a la humanidad.

    Entonces, si Auschwitz es el inicio del siglo XX, el 911 es el inicio del siglo XXI; el dios posmoderno ha sido la economa (tal vez es el ms poderoso de los dioses actuales), y el 911 es un ataque simblico a la economa (no sin olvidar que los muertos de Las Torres son reales), ataque que ya ahora no simblicamente se vive, sino que lo vivimos realmente, en trminos de recesin econmica.

    Como vemos, una ciencia, y una economa al margen de la tica o moral, terminan en contra de la dignidad humana, y van construyendo ms slidamente el crculo del individualismo; de aqu la exhortacin por cultivarnos desde la tica del amor o haciendo de la tica nuestra filosofa o sabidura y ciencia primera, como nos ha enseado Lvinas; de esta manera tenemos algo (la tica del amor) con qu darle sentido a la educacin desde la ciencia y para la ciencia.

    El autor es profesor de filosofa.Agradezco sus comentarios a [email protected]: http://analogiaentijuana.blogspot.com/