Alighieri Dante - Las Cuatro Edades de La Vida Humana

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    Dante Alighieri

    Las Cuatro Edades de la Vida Humana

     (1265-1321)

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    LAS CUATRO EDADES DE LA VIDA HUMANA

    EL CONVITE. TRATADOS XXIV-XXVIII

    Editor e Impresor:

    Fundación de Estudios Tradicionales, A. C. Camino a Lagunillas s/n Llanosde la Fragua 36220, Guanajuato, Gto., México.

    Primera Edición 2012 ISBN en trámite Código Fundación: 73

    Fundación de Estudios Tradicionales, A. C.

    Institución Cultural de Beneficencia Privada Registro Público de la Propiedad y

    del Comercio 67,127 (V07, X12) RFC: FET040828LA0 Callejón de Temezcuitate N°.83, Guanajuato, Gto., México Teléfonos: (473)6522597 y (473)7560090

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     JFiORENTINO

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    LAS CUATRO EDADES DE LA VIDA HUMANA*

     LA NOBLEZA DEL HOMBRE EN LA SENILIDAD.

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     LAS CUATRO EDADES DE LA VIDA HUMANA*

    DANTE ALIGHIERI (1265-1321)

    Digo que una vida humana se divide en cuatro edades. La primera se llamaadolescencia, es decir, «crecimiento de vida»; la segunda se llama juventud, o sea,«edad que puede aprovechar», esto es, dar perfección, y por eso se le llama edadperfecta —-porque nadie puede dar sino lo que tiene—-; la tercera se llamasenectud; la cuarta se llama senilidad.

    *Et Convite. Tratados XXrV-XXVIII

    De la primera nadie duda; todos los sabios están de acuerdo en que suduración se prolonga hasta los veinticinco años, y como hasta este tiempo nuestrasalmas se dedican al crecimiento y embellecimiento del cuerpo, de donde se siguenmuchas y grandes transformaciones en la persona, la parte racional no puedediscernir con perfección. Por esto ordena la razón que antes de esa edad no puedael hombre realizar ciertas coas sin un tutor mayor de edad.

    La duración de la segunda edad, que constituye la cima de nuestra vida, esdeterminada de diversas maneras por muchos. Pero, dejando a un lado lo que

    acerca de aquella escriben los filósofos y los médicos y volviendo a la razón propia,digo que en la mayoría de los hombres capaces para formar un juicio natural esaedad dura unos veinte años. Y la razón de esta afirmación es que, si el punto másalto de nuestro arco esta en los treinta y cinco, la curva de descenso de la vida hade ser igual a la curva de ascenso, pues estas dos curvas de subida y de

     bajada constituyen los apoyos del arco, en el cual se advierte poca flexión.Tenemos, por tanto, que la juventud se acaba a los cuarenta y cinco años. Y asícomo la adolescencia se termina con la subida a los veinticinco años quepreceden a la juventud, así también el descenso, es decir, la senectud, consiste [en]

    un tiempo de igual duración al de la juventud, y por eso la senectud concluye a lossetenta años. Sin embargo, como la adolescencia no comienza al principio de lavida, considerándole del modo dicho, sino solamente ocho meses después, y comonuestra naturaleza apresura la subida y suele frenar el descenso, porque el calornatural ha venido a menos y puede ya poco, y el húmedo, en cambio ha crecido (noen cantidad, sino en calidad, de modo que es menos vaporoso yconsumible), sucede por todo esto que después de la senectud queda de nuestra

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    vida un número de años igual a diez, poco más o menos, y este tiempo se llamasenilidad. Tenemos un ejemplo de esto en Platón, del cual se puede decir queestaba óptimamente constituido, tanto por su perfección como por su fisonomía(que de él tomó Sócrates cuando por primera vez le vio), y vivió ochenta y un años,

    como atestigua Tulio en elDe senectute 

    1

    . Y yo creo que, si Cristo no hubiese sidocrucificado y hubiese vivido en el tiempo que su vida, de acuerdo con sunaturaleza, podía haber tenido, a los ochenta y un años hubiese pasado decuerpo mortal a cuerpo eternal.

    En realidad, como hemos dicho antes, estas edades pueden ser más largas omás cortas según nuestro temperamento y constitución; pero, sean como fueren, enesta proporción que hemos dicho [se encuentran las edades de todos los hombres,y esto] es lo que en todos me parece procurar, es decir, hacer en cada persona lasedades más o menos largas según la integridad del tiempo total de la vida natural.

    Durante estas diferentes edades, la nobleza de que hablamos muestra sus efectosde modo distinto en el alma ennoblecida, y este es el objeto de la parte que ahoraexplicamos. Acerca de esto hay que advertir que nuestra buena y recta naturalezaprocede de un modo razonable en el hombre, como vemos que sucede con lanaturaleza de las plantas en las diferentes edades de estas; y por eso son diferenteslas costumbres y el comportamiento que según razón conviene a unas edades y aotras; costumbres con las que el alma noble procede ordenadamente por caminosimple, ejercitando sus actos a su edad y a su tiempo conforme la ordenación deestos a su último fruto. Y de este parecer es Tulio en suDe senectute. Y dejando a un

    lado la ficción de que este diverso proceso de las edades expone Virgilio en laEneida2, y dejando también lo que el ermitaño Gil3 dice en 1a primera parte de suRegimiento de príncipes, y dejando lo que expone Tulio en elDe ios oficios4 ysiguiendo únicamente lo que la razón puede ver por sí misma, digo que estaprimera edad es la puerta y el camino por los cuales se entra en nuestra buenavida. Y esta entrada tiene necesariamente algunas cosas que proporciona la rectanaturaleza, que nunca desfallece en las cosas necesarias; de modo semejante al quetiene dando hojas a 1a vid para defensa del fruto, y vásta-gos para la defensa ysostenimiento de su debilidad, manteniendo así el peso de su fruto.

    La buena naturaleza da, por tanto, a esta edad cuatro cosas necesarias parapenetrar en la ciudad del buen vivir. La primera es la obediencia; la segunda, lasuavidad; la tercera, el pudor; la cuarta, la belleza corporal, como dice el texto en laprimera parte. Y hay que notar que de la misma manera que el que no ha estadonunca en una ciudad no sabría seguir el camino si no se lo enseña quien lo harecorrido, así también el adolescente que entra en la selva engañosa de esta vida no

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    sabría seguir el buen camino si sus mayores no le enseñasen. Ni bastaría laenseñanza de estos si el adolescente no fuese obediente a sus mandatos, y por estarazón es necesaria en esta edad la obediencia. Pero podría decir alguno: «¿es queacaso llamaremos igualmente obediente al que escucha los malos consejos que al

    que escucha los buenos?». Respondo que esto no sería obediencia, sinotransgresión; porque si el rey manda un camino y el siervo manda otro, no hayque obedecer al siervo, pues esto sería desobedecer al rey, y habría, por tanto,transgresión. Y por eso dice Salomón cuando quiere corregir a su hijo (y este es suprimer consejo): «Oye, hijo mío, el consejo de tu padre»5. Y a continuación le apartainmediatamente del mal consejo y de la enseñanza mala, diciendo: «Que no tepuedan echar [hechizo] con lisonjas ni deleites los pecadores para que vayas conellos»6. Por esto, del mismo modo que el hijo, apenas nacido se cuelga al pecho desu madre, así, apenas se muestra en el joven algún destello de razón, debe atendera la corrección de su padre, y debe el padre, por su parte, enseñarle. Y guárdese dedarle ejemplo contrario con sus obras a las palabras con que le corrige,porque, naturalmente, los hijos miran más las pisadas de los pies paternos que lashuellas de los demás. Y por eso dice y prescribe la ley7, de acuerdo con estatendencia, que la persona del padre debe mostrarse siempre a sus hijos santa yproba. Y así aparece la necesidad de la obediencia en esta edad. Y por eso escribeSalomón en los Proverbios que aquel que con humildad y obediencia recibe las

     justas [correcciones y] represiones del que corrige, «será glorificado»8; y dice «será»para dar a entender que habla al adolescente, que en la primera edad no puede serglorificado. Y si alguno objeta: «Lo que se ha dicho se refiere al padre solamente y

    no a los demás», le respondo que al padre se debe reducir toda otra obediencia. Porlo cual dice el Apóstol a los colosenses: «Hijos, obedeced a vuestros padres en todo,que esto es grato a Dios»9. Y, si el padre ha muerto, debe prestarse la obediencia aquien el padre designó en su Última voluntad; y, si el padre muere intestado, debeprestarse obediencia al tutor a quien la razón encomienda el gobierno del menor. Yademás deben ser obedecidos los maestros y mayores, [quienes] en cierto modohan recibido una delegación del padre o de quien hace las veces de padre. Perocomo el capítulo presente ha resultado largo por las útiles digresiones quecontiene, en otro capítulo explicaremos los restantes puntos.

     

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     LA NOBLEZA DEL HOMBRE EN LA ADOLESCENCIA. EL RECATO,EL PUDOR Y LA VERGÜENZA.

    Esta alma y buena naturaleza es en su adolescencia no solamente obediente,sino que es además suave, lo cual constituye el segundo supuesto necesario en estaedad para entrar con acierto por la puerta de la juventud. Es ne-cesaría porque nopodemos alcanzar una vida perfecta sin amigos, como lo explica Aristóteles en ellibro octavo de laÉtica; y la mayor parte de las amistades se siembran en esta edadprimera, porque en ella comienza el hombre a ser agradable o desagradable;suavidad que se adquiere con la mesura en el trato, como es, por ejemplo, laconversación sosegada y cortés y la acción y los servicios propios de 1a cortesía, Ypor esto dice Salomón al hijo adolescente: «A los escarnecedores, Dios los

    escarnece, y a los mansos, Dios les dará gracia»10. Y por otra parte dice: «Aparta deti la mala boca y procura que los actos villanos estén lejos de ti»10. Todo lo cualdemuestra que esta suavidad es necesaria, como hemos dicho.

    También es necesario en esta edad el sentimiento del pudor, por eso unanaturaleza buena y noble lo demuestra en esta edad, como afirma el texto. Y comoel recato es señal evidente de nobleza en la adolescencia, por ser entoncessumamente necesario para el buen fundamento de nuestra vida, a la cual tiende lanaturaleza noble, debemos hablar algo sobre este recato con alguna detención.

    Digo que por recato entiendo tres sentimientos necesarios para e1 buenfundamento de nuestra vida; uno es la admiración; otro, e1 pudor; el tercero, laverecundia, si bien el vulgo no se da cuenta de esta distinción. Todas estas trescosas son necesarias en esta edad por la razón siguiente: esta edad necesita serreverente y estar deseosa de saber; esta edad necesita de freno para no desviarsedel camino; esta edad necesita la penitencia por las faltas, para que no tenga laaudacia de pecar. Estas tres cosas quedan satisfechas por los sentimientossusodichos, que vulgarmente suelen recibir el nombre de vergüenza. Porque 1aadmiración es un asombro del espíritu al ver, oír o sentir de algún modo cosas

    grandes y maravillosas, pues al mostrarse grandes hacen que las reverencie todo elque las siente, y al mostrarse admirables despiertan en ellos el deseo de conocerlas.Y por esta razón los reyes antiguos hacían en sus palacios trabajos excelentes en oroy piedras y en toda clase de arte, para que los que los contemplasen quedaranasombrados y, por lo mismo, reverentes y con deseos de honrar a las excelenciasdel rey. Y por esto dice Estacio, el dulce poeta, en el libro primero de 1a Historiatebana11 que cuando Adrasto, rey de los argivos, vio a Polínice cubierto con una piel

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    de león, y vio a Tideo cubierto con una piel de puerco salvaje, y recordó larespuesta que Apolo había dado por sus hijas, quedó admirado, y, por lo tanto,más reverente y con mayores deseos de saber.

    El pudor es un apartamiento del espíritu de toda cosa fea, con temor de caeren ella, como sucede en las vírgenes, en las damas honestas y en losadolescentes, que son tan púdicos que no solamente cuando son requeridos otentados de pecado, sino aun cuando se ven ante la mera imaginación de unacomplacencia pecaminosa, se les pone el rostro pálido o encendido. Por eso diceEstacio en el citado libro primero de Tebas que cuando Aceste, nodriza de Argia yde Deifile, hijas del rey Adrasto, las llevó ante la vista de su santo padre ala presencia de los dos peregrinos Polínice y Tideo, las vírgenes palidecieron y seruborizaron, y sus ojos huyeron de toda ajena mirada y sólo se volvieron al rostropaterno como único sitio seguro. ¡Oh cuántos pecados refrena ese pudor! ¡Cuántas

    cosas y solicitaciones deshonestas acalla! ¡Cuántos deshonestos deseos refrena!¡Cuántas malas tentaciones vence no solamente en la persona púdica, sino tambiénen quien la mira! ¡Cuántas palabras feas detiene! Porque, como dice Tulio en elprimeroDe ios oficios, «no hay acción fea que no resulte feo el nombrarla»12. Y poresta razón, el hombre honesto y noble no habla nunca de modo que sus palabras noresulten honestas a una mujer. ¡Ay, qué mal está que un hombre noble, que anda

     buscando honras, mencione cosas que en boca de cualquier mujer sonarían mal!

    La verecundia es un temor de la deshonra por el pecado cometido, y de este

    temor nace un arrepentimiento por el pecado, que incluye dentro de sí unaamargura, que es un castigo para no faltar más por lo cual dice Es-tacio en e1mismo lugar citado que, cuanto el rey Adrasto preguntó a Polínice quién era, éstedudó mucho antes de contestar por la vergüenza del pecado que contra su padrehabía cometido e incluso por las culpas de Edipo, su padre, que parecíanprolongarse para vergüenza del hijo, y no nombró a su padre, sino a susantepasados, su tierra y su madre. Por todo lo cual se ve la necesidad de lavergüenza en esta edad.

    Pero la naturaleza noble no sólo demuestra en esta edad obediencia,suavidad y vergüenza, sino que incluye además la belleza y la esbeltez del cuerpo,como dice el texto cuando dice:Y adorna su persona; y esteadorna es verbo y no esnombre; verbo indicativo en tiempo presente y en tercera persona. Porque hay queadvertir que también es necesaria esta obra para nuestra vida buena, porquenuestra alma necesita realizar muchas de sus operaciones con el órgano corporal, yobra bien cuando el cuerpo esta bien ordenado y dispuesto en todas sus partes. Y

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    cuando el cuerpo esta bien ordenado y dispuesto, es hermoso en el conjunto total yen las partes, porque el orden debido a nuestros miembros proporciona elplacer de una admirable y misteriosa armonía, y la buena disposición, es decir, lasalud, pone sobre e1 cuerpo un color dulce y grato a la vista. Así, pues, afirmar que

    1a naturaleza noble embellece y da proporción armónica al cuerpo, no quiere decirotra cosa sino que lo acomoda a la perfección del orden, y, de la misma manera quelas virtudes antes explicadas, esta belleza es necesaria a la adolescencia; las cualescosas, el alma noble, es decir, la naturaleza noble, [da y] a ellas tiendeprincipalmente, pues, como hemos dicho, esta naturaleza ha sido sembrada por ladivina Providencia.

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    LA NOBLEZA DEL HOMBRE EN LA JUVENTUD. VIRTUDES PROPIASDE ESTA EDAD.

    Después de explicar la primera sección de esta parte, que indica las señalesexteriores por las que podemos conocer al hombre noble, hemos de seguir con lasegunda sección, que comienza así:Es en la juventud templada y fuerte ... Dice, pues,que de la misma manera que la naturaleza noble se muestra en la adolescencia,obediente, dulce y poderosa y embellecedora de su persona, así también en la

     juventud se hacetemplada, fuerte, amorosa, cortés, leal; cinco cosas que parecen yson necesarias a nuestra perfección en cuanto hace relación con nosotros mismos.Acerca de esto, es necesario saber que todo cuanto la naturaleza noble prepara enla primera edad esta preparado y ordenado por providencia de la naturalezauniversal, que dirige las naturalezas particulares a su propia perfección, Estanuestra perfección se puede considerar de dos maneras. Puede ser considerada en

    relación con nosotros mismos, y esta consideración la debemos tener en nuestra juventud, que es la cima de nuestra vida. Puede ser considerada en relación con losdemás; y como primero es necesario ser perfecto y luego comunicar esta propiaperfección a los demás, es menester tener esta segunda perfección después de estaedad, es decir, en la senectud, como más abajo diremos.

    Aquí, pues, hemos de recordar el razonamiento que más arriba hemos hechoen el capítulo XXII de este tratado sobre el apetito, que aparece en nosotrosdesde nuestro nacimiento. Este apetito no hace otra cosa que ahuyentar y huir; Y

    cuando ahuyenta todo aquello que es menester y en la medida conveniente y huyede lo que es necesario y en la medida conveniente, el hombre queda establecidodentro de los límites de su perfección. Este apetito debe ser conducido por el jinetede la razón, porque de 1a misma manera que un caballo suelto, por muy noble quesea de naturaleza, por sí solo, sin un buen jinete, no se conduce bien, así esteapetito denominado irascible y concupiscible, por muy noble que sea, debeobedecer necesariamente a la razón, que le guía con freno y espuelas como un buencaballero. Usa la razón el freno cuando ahuyenta, y este freno se llama templanza,la cual señala los límites dentro de los cuales hay que ahuyentar; usa la espuela

    cuando huye para hacer volver al apetito al lugar de donde quiere huir, yesta espuela se llama fortaleza o magnanimidad, la cual virtud muestra el lugardonde hay que resistir y luchar. Y así Virgilio, nuestro mayor poeta, pinta a Eneasrefrenando en la parte de laEneida en que esta edad se representa, parte quecomprende los libros cuarto, quinto y sexto de 1aEneida. ¡Qué freno tan grandehubo de usar cuando, después de recibir tanto placer de Dido, como explicaremosen el tratado séptimo, y haber gozado con ella tantos deleites, se marchó Eneas

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    para seguir su camino recto, laudable y fructuoso! Y ¡qué espuelas más enérgicashubo de usar cuando el propio Eneas luchó solo con la Sibila para entrar en elinfierno y buscar el alma de su padre Anquises contra tantos peligros como serefieren en el libro sexto de dicho poema! De todo lo dicho se ve que en nuestra

     juventud hemos de ser, para nuestra perfección, «templados y fuertes». Y esto eslo que hace y demuestra la buena naturaleza, como expresamente dice el texto.

    Es también necesario a esta edad, para su perfección, ser amorosa, porquenecesita mirar hacia atrás y hacia delante, como edad que está en el punto centraldel arco. Debe amar a sus mayores, de los cuales ha recibido el ser, el alimento y ladoctrina, de modo que no parezca desagradecido; debe amar a sus menores, a finde que amándoles les comunique sus beneficios, por los cuales luego, en la menorprosperidad, sea por aquellos sostenido y honrado. Y este amor es el que el poetanombrado muestra en el quinto libro que tuvo Eneas cuando dejó a los viejos

    troyanos en Sicilia encomendados a Aceste y los apartó de los trabajos, y cuandoenseñó en aquel lugar a Ascanio, su hijo, esgrimiendo con los otros adolescentes.

    Por donde se ve la necesidad que esta edad tiene del amor, como declara eltexto.

    Es, además, necesario a esta edad ser cortés, porque, si bien a todas lasedades es conveniente tener corteses maneras, en esta edad es mayormenteconveniente, porque [la adolescencia merece un fácil perdón, si carece de cortesía,

    por el defecto de edad y porque,] por el contrario, no la puede tener la senectud,por la severidad y gravedad que en ella se requieren; y esto se cumple más todavíaen la senilidad. Nuestro altísimo poeta, en el libro sexto referido, indica que Eneasusaba esta cortesía cuando dice que el rey Eneas, para honrar el cadáver de Miseno,que había sido trompetero de Héctor y luego se había puesto al servicio de aquel,se desciñó y tomó el hacha para ayudar a cortar la leña para la pira en la que debíaarder el cadáver, como era costumbre entre ellos. Por lo cual se ve 1a necesidad dela cortesía en la juventud, y por eso el alma noble la muestra en su juventud,como queda dicho.

    Además es necesario a esta edad ser leal. Lealtad significa obedecer yejecutar lo que las leyes dicen, y esto es sobremanera necesario al joven, porque eladolescente, como hemos dicho, por su minoría de edad, merece algún perdón; elviejo, en cambio, por su mayor experiencia, debe ser justo y no debe examinar lasleyes sino en la medida en que su recto juicio y la ley coinciden, y debe guiarse

     justamente por sí mismo, casi sin ley alguna, cosa que no puede hacer el joven. Y

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     basta que este cumpla la ley y se deleite en su cumplimiento, como dice elsusodicho poeta, en el mencionado libro quinto, que hizo Eneas cuando celebró los

     juegos de Sicilia, con motivo del aniversario de su padre, pues lo que prometió alos vencedores se lo dio lealmente a cada uno de estos, como dictaba la antigua

    costumbre entre ellos, que tenía fuerza de ley. De todo lo cual resulta evidente quea esta edad son necesarias la lealtad, la cortesía, el amor, la fortaleza yla templanza, como dice el texto que acabamos de explicar, y por esto el alma noblelas tiene todas.

     

    LA NOBLEZA DEL HOMBRE EN LA SENECTUD.

    SUS CUATRO VIRTUDES PECULIARES.

    Vista y explicada suficientemente la parte del texto que señala las cualidadesque el alma noble atribuye a 1a juventud, debemos continuar con la tercera parte,que comienza:Y en la ancianidad ... En esta parte, el objeto del texto es mostraraquellas cosas que la naturaleza noble indica y debe tener en la tercera edad, esdecir, en la senectud. Y dice que el alma noble en la senectud es prudente, justa ygenerosa, y se alegra de hablar bien en provecho de otros y de oirlo, lo cual es serafable. En realidad, estas cuatro virtudes son más convenientes para esta edad. Ypara verlo conviene recordar que, como dice Tulio en elDe senectute, «nuestra vida

    normal tiene un camino, y un camino sencillo es el de nuestra recta naturaleza; y acada parte de nuestra vida le ha sido dada oportunidad para determinadascosas»13. De aquí que, así como a la adolescencia se le ha dado, como hemos dichomás arriba, todo aquello que puede hacerla madurar y perfeccionarse, así tambiéna la juventud le ha sido atribuida la perfección, y [a la vejez], la madurez, para quela dulzura de su fruto sea provechosa tanto a sí misma como a los demás, porque,como dice Aristóteles, el hombre es animal civil, porque se le exige ser útil no sólopara sí mismo, sino también para todos los demás, Por esto leemos que Catón creíahaber nacido no sólo para sí, sino también para 1a patria y para el mundo entero14.

    Por tanto, después de la perfección propia que se adquiere en la juventud, esnecesario alcanzar aquella otra perfección que no sólo ilumina a uno mismo, sinotambién a los demás; es necesario que el hombre se abra como una rosa que nopuede seguir más tiempo cerrada y que difunda el aroma que ha engendradodentro de sí; y esto es lo que conviene a la edad que tenemos ahora entre manos.Por consiguiente, hay que ser prudente, es decir, sabio; y para serlo se requiere una

     buena memoria de las cosas vistas, un buen conocimiento de las cosas presentes y

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    generosidad. Pues si analizamos bien la exposición de Aristóteles en el libro cuartode laÉtica y el desarrollo de Tulio en elDe ios oficios, la generosidad necesita tiempoy lugar oportunos para que el generoso no se perjudique a sí mismo ni a losdemás17. Cosa que no se puede alcanzar sin prudencia y sin justicia, virtudes

    ambas cuya perfecta posesión antes de esta edad es imposible por vía natural. ¡Ay,malvados y malnacidos, que engañáis a las viudas y a los menores, que robáis alos menos poderosos, que arrebatáis y os apoderáis de las haciendas ajenas y con elfruto de vuestros latrocinios invitáis a banquetes, regaláis caballos y armas,vestidos y dineros; lleváis admirables trajes, edificáis maravillosos edificios ypensáis ser generosos! ¿Qué es esto sino quitar el paño del altar y cubrir con él elladrón su mesa? Debemos reírnos, tiranos, de vuestras dádivas, como nosreiríamos del ladrón que llevase a su casa a los invitados y pusiese sobre su mesa elpaño arrebatado al altar, con las señales litúrgicas todavía, y encima creyese quenadie se daba cuenta. Oíd, obstinados, lo que contra vosotros dice Tulio en el libroDe Los oficios: «Hay muchos que, deseosos de aparecer y mostrarse gloriosos, robana unos para dar a otros, teniéndose por muy respetados [si] enriquecen [a losdemás] de la manera que sea. Sin embargo, todo esto es tan contrario a lo que sedebe hacer, que no hay otra cosa más contraria a esto»18.

    Es necesario además a esta edad ser afable, hablar bien y oír el bien de losdemás con agrado, porque entonces es bueno hablar bien cuando hay quienescucha lo que se habla. Y esta edad lleva también consigo una especie deautoridad, por la cual el hombre la escucha más que a ninguna otra edad anterior y

    porque, debido a su larga experiencia de la vida, sabe cosas más bellas y rectas. Poreso dice Tulio en elDe senectute, hablando en boca del viejo Catón: «A mí se me hanaumentado el deseo y el pl acer de conversar mucho más de lo que antes solía»19.

    Y que todas estas cuatro cosas son convenientes a esta edad nos lo enseñaOvidio en el libro séptimo de las Metamorfosis20, en aquella fábula en que se refierecómo Cé-falo de Atenas vino a ver al rey Eaco para pedir socorro en la guerra queAtenas tuvo con los cretenses. Enseña allí que el anciano Eaco fue prudentecuando, habiendo perdido a casi todo su pueblo en la peste provocada por la

    corrupción del aire, acudió a Dios y le pidió la restauración de la población quehabía perecido; y por su buen sentido, que le mantuvo en paciencia y le hizovolverse a Dios, su pueblo, restaurado, fue mucho mayor que antes. Muestra quefue justo cuando dice que partió y distribuyó las tierras inhabitadas de su reinoentre su nuevo pueblo. Y muestra que fue generoso cuando le dijo a Céfalo despuésde oír su petición de ayuda: «¡Oh Atenas!, no me pidas ayuda, tómatela; y no digáisque os son dudosas las fuerzas que tiene esta isla. Este es [el] estado de mis cosas;

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    fuerzas no nos faltan; por el contrario, las tenemos de sobra; el adversario esgrande y el tiempo de dar es ahora más propicio y sin excusa». ¡Cuántas cosas hayque notar en esta respuesta! Pero al buen entendedor bástele el modo con queOvidio las ha puesto. Muestra que fue afable cuando dice y refiere ampliamente a

    Céfalo la historia de la peste de su pueblo y la restauración de este. Por todo lo cualresulta suficientemente manifiesto que a esta edad son necesarias estas cuatrocosas, y que la noble naturaleza las muestra en ella, como dice el texto. Y para queel ejemplo que he referido sea más memorable, dice del rey Eaco que fue padre deTelamón, [de Peleo] y de Foco, del cual Telamón nació Ayax, y de Peleonació Aquiles.

    1

     Cf.De senectute 513.

    2

     VéaseEneida IV-VI.

    3

     Egidio de Roma o Gil de Roma (1247-1316), discípulo, colaborador y

    continuador de Santo Tomas. La obra a la cual Dante alude aquí es laQuaestiometaphisicalis de regimine principum.

    4

     De officiis: 34, 122ss.

    5

     Prov. 1,8.

    6

      Esta sentencia no se halla literalmente expresada en los Proverbios.Pueden verse, sin embargo, textos muy similares en Prov. 2,1; 15,31.

    7

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     Prov. 1,10.

    8

     Digesto xxxviii tít. 15,9.

    9

     Col. 3,20.

    10

     Prov. 16,2.7

    11

     Thebaida I 395ss. 428ss.

    12

     De officiis I 35,127.

    13

     De senectute 10.

    14

     Véase LUCANO,Pharsalia II, 283.

    15

     Cf. 3 Reg 3,7ss.

    16

     Mt. 10, 8.

    17

     Cf.De officiis I 3.

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    18

     Íbid.

    19

     De senectute 14.

    20

      Metamorfasis VII 50ss.

     

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    LA NOBLEZA DEL HOMBRE EN LA SENILIDAD.

     

    EL RETORNO A DIOS Y LA CONSIDERACIÓN DELPASADO.

    Después de la parte ya comentada, debemos pasar a la última, es decir, aaquella que comienza:Después, en la cuarta parte de la vida; con esta parte, e1 textoquiere indicar lo que hace e1 alma noble en la última edad, esto es, en la senilidad.Y dice que hace dos cosas: la una es que retorna a Dios, como a puerto de donde

    partió cuando vino para entrar en el mar de esta vida; la otra es que bendice elcamino que ha hecho, porque ha sido recto y bueno y sin amargura de tempestad.A propósito de esto, conviene recordar que, como dice Tulio en elDe senectute, lamuerte natural es para nosotros como un puerto tras una larga navegación y comoun descanso1. Y es así, [porque] de la misma manera que el buen marinero, amedida que se acerca al puerto, arría sus velas y suavemente, con leve maniobra,entra en él, así nosotros debemos también arriar las velas de nuestras accionesmundanas y volver a Dios con todo nuestro entendimiento y corazón, de tal formaque lleguemos a aquel puerto con toda suavidad y con toda paz. Y en orden a estotenemos una gran lección de suavidad en nuestra propia naturaleza, porque enesta muerte no hay dolor ni amargura alguna, sino que, así como una manzanamadura se desprende fácilmente y sin violencia alguna de la rama, así nuestra almase separa sin dolor del cuerpo en que ha vivido. Por esto, Aristóteles dice en el libroDe la juventud y de la ancianidad que «no hay tristeza en la muerte que en la vejeznos alcanza». Y así como a aquel que llega de un largo camino, antes de entrar porlas puertas de su ciudad, le salen al encuentro los ciudadanos de esta, así al almanoble le salen al encuentro, como es su obligación, los ciudadanos de la vidaeterna, y lo hacen así por las buenas obras y contemplaciones del alma noble;porque, entregada a Dios y alejada de las cosas y pensamientos mundanos, le

    parece ver a aquellos que según su opinión están ya junto a Dios. Oye lo que diceTulio en persona de Catón el Viejo: «Ya me parece ver y siento un deseo muygrande de ver a nuestros padres, que yo amé, y no sólo a los [que yo conocí],mas también a aquellos de quienes oí hablar»2. Ríndese, pues, a Dios el alma nobleen esta edad y aguarda el fin de esta vida con mucho deseo, y le parece salir de laposada y regresar a su propia casa, le parece salir del camino y volver a la ciudad,

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    le parece salir del mar y volver al puerto. ¡Oh míseros y viles, que con las velasdesplegadas corréis a este puerto, y allí donde deberíais reposar os rompéis con elímpetu del viento, y os perdéis precisamente allí adonde tanto habéis caminado!Cierto que el caballero

    Lanzarote3 no quiso entrar con las velas levantadas, ni nuestro muy noblelatino Guido de Montefeltro4. Por el contrario, estos nobles arriaron las velas de lasobras mundanas porque en su edad avanzada se dieron a la religión, dejando a unlado todo deleite y toda obra mundana. Y nadie se puede excusar alegando estarunido desde largo tiempo en el vínculo del matrimonio, porque no se entrega a lareligión, solamente el que se hace en hábito y en vida igual a san Benito, a sanAgustín, a san Francisco y a santo Domingo, sino que también puede entrar en unaverdadera y santa religión el que vive en el estado de matrimonio, porque Dios nopide de nosotros otra cosa sino que seamos religiosos de corazón. Y por eso dice

    san Pablo a los romanos: «Porque no es judío el que lo es en lo exterior, ni escircuncisión la circuncisión exterior de la carne, sino que es judío el que lo es en lointerior y es circuncisión la del corazón, según el espíritu, no según la letra. Laalabanza de este no es de los hombres, sino de Dios»5.

    Bendice también el alma noble en esta edad los tiempos pasados; y bien lospuede bendecir, porque revolviéndolos de nuevo a la memoria, recuerda sus

     buenas obras, sin las cuales al puerto a que se dirige no podría llegar con tantariqueza ni con tanta ganancia. Y hace como el buen comerciante, que, cuando se

    acerca ya a su puerto, examina sus ganancias y dice: «Si yo no hubiera pasado portal camino, no tendría este tesoro o no tendría de que gozarme en mi ciudad, a laque me estoy acercando »; y por eso bendice 1a navegación que ha hecho. Y queestas dos cosas son convenientes a esta edad, lo manifiesta el gran poeta Lucano enel libro segundo de suFarsatia6, cuando dice que Marcia volvió a Catón y le pidió ysuplicó que la recogiese de nuevo [destrozada]; en esta Marcia está significada elalma noble. Y podemos acomodar así la figura de la realidad. Marcia fue virgen, yen ese estado significa la adolescencia; luego se casó con Catón, y en ese estadosignifica la juventud; crió después hijos en los cuales están significadas las virtudes

    que, como más arriba hemos dicho, son necesarias a los jóvenes; se separó mástarde de Catón y se casó con Hortensio, con lo cual [se] significa el término de la juventud y el comienzo de la senectud; tuvo también hijos de este, en los cuales sesimbolizan las virtudes, que, como más arriba se dice, son convenientes a lasenectud. Murió Hor-tensio, con lo que significa el término de la senectud; y unavez viuda —-viudez que representa la senilidad—■ volvió desde el primermomento de su viudez a Catón, con lo cual se indica que el alma noble, tan pronto

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    como se inicia la senilidad, vuelve a Dios. Y ¿cuál hombre ha habido más digno derepresentar a Dios que Catón? Sin duda alguna, no lo hay.

    Y ¿qué es lo que dice Marcia a Catón? «Mientras en mí hubo sangre —-esdecir, juventud—-, mientras en mí hubo virtud materna —-esto es, la senectud, quees madre de las más altas virtudes, como más arriba hemos explicado—-, yo —-dice Marcia—- acaté y cumplí tus mandatos», es decir, que el alma se mantuvofirme en las obras de 1a vida civil. Añade: «Tuve dos maridos —-o sea, he dadofrutos en dos edades—-. Ahora —-dice Marcia—- que mi seno está cansado y queme siento vacía por los partos, vuelvo a ti, pues nada tengo que dar a otro esposo»;en otras palabras, el alma noble, conociendo que su seno carece ya de energíafructífera, o sea sintiendo que sus miembros se han puesto débiles, vuelve a Dios,el cual no ha menester de los miembros corporales. Y dice Marcia: «Dame las arrasde los antiguos lechos; dame siquiera el nombre sólo de matrimonio»; que es lo

    mismo que decir que la noble alma dice a Dios: «Dame, Señor mío, por fin elreposo en ti; dame al menos que yo, en esta vida que me queda, puedallamarme tuya». Y dice Marcia: «Dos razones me mueven a pedir esto: la una esque después de mí se diga que he muerto siendo mujer de Catón; la otra es quedespués de mí se diga que tú no me rechazaste, sino que de buen ánimo meaceptaste por esposa». Estas son las dos razones que mueven al alma noble; deseapartir de esta vida como esposa de Dios y quiere mostrar que su creación fueun puro don de Dios. ¡Oh desventurados y malnacidos, que preferís partiros deesta vida bajo el nombre de Hortensio y no bajo el nombre de Catón! En cuyo

    nombre es digno terminar la exposición que sobre los signos de nobleza debíamoshacer, porque en Catón la nobleza mostró todas sus características en todas lasedades.

    Fundación de Estudios Tradicionales, A. C. Títulos Publicados

    1. MARCO PALLIS

    ¿Los Hábitos Hacen al Monje?

    2. FRITHJOF SCHUON

    Del Sentimiento

    3. TITUS BURCKHARDT El Amor Caballeresco

    4. MAESTRO ECKHART El Hombre Noble

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    5. A. K. COOMARASWAMY

    El Vedanta y la Tradición Occidental

    6. RENÉ GUÉNON

    Sobre el Esoterismo Islámico y el Taoísmo

    7. H. SADDHATISSA Introducción al Budismo

    8. J. C. COOPER Lo Natural. El Arte

    9. VALMIKI

    Historia de la Reina Chudala

    10. SEYYED HOSSEIN NASR.

    ¿Oué es Tradición?

    11. SRI RAMAKRISHNA El Hombre y el Mundo

    12. TITUS BURCKHARDT

    Psicología Moderna y Sabiduría Tradicional

    13. TITUS BURCKHARDT

    Cosmología Perennis

    14. FRITHJOF SCHUON

    Tener un Centro

    15. INAZO NITOBE ! El Bushido

    16. JAKOB BOEME

    Teosofía Revelada

    17. MARTIN LINGS

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    ¿Qué es el Sufismo?

    18. FRITHJOF SCHUON

    Pilares y Estaciones de la Sabiduría

    19. RENÉ GUÉNON

    El Sagrado Corazón y la Leyenda del Santo Graal

    20. FRITHJOF SCHUON

    El Problema de la Sexualidad

    21. SEYYED HOSSEIN NASR

    El Redescubrimiento de lo Sagrado

    22. ARTHUR OSBORNE

    Las Enseñanzas de Bhagavan Srí ! Ramana Maharshi

    23. SEYYED HOSSEIN NASR

    ¿Quién es el Hombre?

    24. FRITHJOF SCHUON

    Comprender el Esoterismo

    25. FATIMA JANE CASEWIT

    El Feminismo Moderno a la Luz de los Conceptos Tradicionales dela Feminidad

    26. La Enseñanza de BUDA Dharma

    27. La Enseñanza de BUDA El Camino de la Práctica

    28.

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    RAMA P. COOMARASWAMY

    42.

    ELIZABETH COATSWORTH

    El Bhagavad Gitá;

    Introducción para el Lector Occidental

    El Gato que Fue al Cielo

    29.

    FRITHJOF SCHUON

    El Esoterismo Quintaesencial del Islam

    43.

    FRITHJOF SCHUON

    Racionalismo Real y Aparente

    30.

    VLADIMIR LOSSKY La Vía de la Unión

    44.

    FRITHJOF SCHUON

    De las Virtudes Espirituales

    31.

    MARCO PALLIS

    Anatta (La Divinidad Inmanente)

    45.

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    ANANDA K. COOMARASWAMY El Budismo

    32.

    FRITHJOF SCHUON

    Principios y Criterios del Arte Universal

    46.

    TITUS BURCKHARDT

    Ciencia Moderna y Sabiduría Tradicional

    33.

    ANÓNIMO

    47.

    RENÉ GUÉNON

    Relatos de un Peregrino Ruso

    El Reino de la Cantidad y los

    34.

    ANÓNIMO

    Signos de los Tiempos

    Relatos de un Peregrino ruso

    48.

    RENÉ GUÉNON

    35.

    MAESTRO ECKHART

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    Ciencia Sagrada y Ciencia Profana

    La Imagen Desnuda de Dios

    49.

    TITUS BURCKHARDT

    36.

    MAESTRO ECKHART

    El Origen de las Especies

    Dios y Yo Somos Uno

    50.

    EPICTETO

    37.

    ANANDA K. COOMARASWAMY

    Enquiridión (Manual de Vida)

    La Filosofía del Arte Cristiana Oriental o Verdadera

    51.

    RENÉ GUÉNON

    Del Racionalismo a la Mitología

    38.

    EVAGRIO PÓNTICO Y OTROS

    Científica y su Vulgarización

    La Filocalia de la Oración de Jesús

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    52.

    RENÉ GUÉNON

    39.

    TITUS BURCKHARDT

    La Confusión de lo Psíquico con lo

    Reflexiones sobre la Divina Comedia

    Espiritual

    de Dante, Expresión de la Sabiduría Tradicional

    53.

    PLATÓN

    40.

    FRITHJOF SCHUON

    Apología de Sócrates

    Modos de la Oración

    54.

    D. T. SUZUKI

    41.

    SEYYED HOSSEIN NASR

    Budismo Zen

    Algunos Principios Metafísicos Pertenecientes a la Naturaleza

    55.

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    30/34

     JAKOB BOEHME

    Del Cielo y del Infierno

    56.

    FRITHJOF SCHUON

    71.

    LAO TSE

    El Islam

    Tao Te King

    57.

    FRITHJOF SCHUON

    72.

    BHAGAVAD GITA

    Trascendencia y Universalidad del Esoterismo

    73.

    DANTE ALIGHIERI

    Las Cuatro Edades de la

    58.

    AMRITA ANANDAMAYI

    Vida Humana

    Para mis Hijos; Enseñanzas Espirituales

    59. TITUS BURCKHARDT

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    31/34

    Esoterismo Islámico; (Primera parte) La Naturaleza del Sufismo

    60. JAKOB BOEHME

    Confesiones

    61. TITUS BURCKHARDT

    Esoterismo Islámico: (Segunda parte) Fundamentos Doctrinales

    62. TITUS BURCKHARDT

    Esoterismo Islámico: (Tercera parte) La Realización Espiritual

    63. PLUTARCO

    Alejandro

    64. PLUTARCO Julio César

    65. FRITHJOF SCHUON

    Cristianismo e Islam

    66. AA.VV.

    Relatos y Cuentos Tradicionales

    67. PATANJALI

    Yoga Sutras

    68. GUSTY L. HERRIGEL

    El Camino de las Flores

    69. MARIO MEUNIER

    La Leyenda de Sócrates

    70. CUENTOS DE LA INDIA

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    Vincit Omnia Veritas

      La Verdad lo Vence Todo

    Fundación de Estudios Tradicionales, A. C.

     LIBRERÍA

    Francisco I. Madero No. 320-2, Centro, León, Gto. Teléfono: 477-716-63-85

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    Hinduismo - Cristianismo - Taoísmo - Budismo Zen - Judaísmo - Islam

    Tradición - Cosmología - Simbolismo Esoterismo - Metafísica - Filosofía -Literatura Cuentos de Oriente - Musicoterapia

     

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    1

     Cf.De senectute 19.

    2

     De senectute 23.

    3

     Caballero de la corte del rey Arturo, enamorado de la reina Ginebra yprotagonista de una de las novelas de caballería más famosas de la Edad Media.

    4

     Jefe de los gibelinos de la Romaña a partir del año 1275. En 1289 guerreó

    al frente de los pisanos contra Florencia (véaseInfierno XXVII).

    5

     Rom. 2,28-29.

    6

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     Pharsatia II 326ss.