Algunos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar, pero enseguida miró su...

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El 12 de enero del año 2007, un joven vestido con una remera de mangas largas, jeans y usando una gorra con los colores de un equipo de béisbol de los Estados Unidos, llegó a una estación de subte de la ciudad de Washington. Bajó algunos escalones y se ubicó al lado de un tacho de basura. Llevaba una caja pequeña. La abrió y sacó de ella un violín.

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Page 1: Algunos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar, pero enseguida miró su reloj y retomó su camino.

El 12 de enero del año 2007, un joven vestido

con una remera de mangas largas, jeans y usando una gorra con

los colores de un equipo de béisbol de los

Estados Unidos, llegó a una estación de subte

de la ciudad de Washington. Bajó

algunos escalones y se ubicó al lado de un tacho de basura. Llevaba una caja

pequeña. La abrió y sacó de ella un violín.

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Apoyó la caja en el piso. Tiró él mismo algunas monedas y unos pocos billetes para usarlos como “invitación” a los transeúntes. Sopló un poco su instrumento

para sacarle el polvo y se dispuso a “tocar el violín”. Era viernes, alrededor de las 8 de la mañana. La estación hervía de gente, apurada por llegar a sus

trabajos.El joven ejecutó seis obras de

música clásica. En total, en casi 43 minutos pasaron por el lugar

más de mil personas.

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Transcurrieron tres minutos hasta que alguien se detuvo ante

el músico. Un hombre de mediana edad alteró por un

segundo su paso y advirtió que había una persona tocando

música.Un minuto más tarde, el

violinista recibió su primera donación: una mujer arrojó un dólar en la lata y continuó su

marcha.

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Algunos minutos más tarde, alguien se

apoyó contra la pared a escuchar, pero

enseguida miró su reloj y retomó su

camino.

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Quien más atención prestó fue un niño de 3 años. Su madre tiraba del brazo, apurada, pero el niño se plantó ante el músico. Cuando su madre logró

arrancarlo del lugar, el niño continuó volteando su cabeza para mirar al artista. Esto se repitió con otros niños. Todos los padres, sin excepción, los forzaron a seguir la marcha.

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En los tres cuartos de hora que el músico tocó,

sólo siete personas se detuvieron y otras veinte

dieron dinero, sin interrumpir su camino. El violinista recaudó 32

dólares. Cuando terminó de tocar y se hizo

silencio, nadie pareció advertirlo. No hubo

aplausos, ni reconocimientos.

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Nadie lo sabía, pero ese violinista era

Joshua Bell, uno de los mejores músicos del mundo, tocando

las obras más complejas que se escribieron alguna vez, en un violín

tasado en 3.5 millones de dólares. Dos días antes de su

actuación en el metro, Bell colmó un

teatro en Boston, con localidades que

promediaban los 100 dólares.

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Esta es una historia real. La actuación de Joshua Bell de incógnito en el metro fue

organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la

percepción, el gusto y las prioridades de las personas. La consigna era: en un ambiente

banal y a una hora inconveniente, ¿percibimos la

belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el

talento en un contexto inesperado?

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Tan sólo una mujer lo reconoció. Stacy Fukuyama,

que trabaja en el Departamento de Comercio,

llegó casi al final de su actuación. No lo dudó ni un segundo: el que tocaba el violín no era ningún artista

callejero. Lo había visto hacía tres semanas en un concierto

en la Biblioteca del Congreso. Y se quedó mirando, atónita,

hasta que la última nota salió del Stradivarius.

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"Ha sido lo más impactante que he visto en Washington",

reconoce. "Joshua Bell estaba allí tocando en hora punta, y la gente no se paraba, ni siquiera

miraba. ¡Algunos incluso le echaban monedas! ¡Cuartos de dólar! Yo eso no se lo haría a nadie". Lo que más extrañó a Bell, sin embargo, fue que al final de cada pieza no pasaba

"nada". Nada. Ni un bravo, ni un aplauso. Sólo silencio.

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En total, Bell almacenó en la

funda de su Stradivarius 32

dólares y algunos centavos. "No está mal", bromea, "casi 40 dólares la hora... podría vivir de ésto.

Y no tendría que pagarle a mi

agente".

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Una de las conclusiones de esta experiencia, podría ser la siguiente…

Interpretación musical: Joshua BellRomance Of The Violin - 05 - Serenade -

Schubert

Si no tenemos un instante para detenernos a

escuchar a uno de los mejores músicos

interpretar la mejor música escrita… ¿qué

otras cosas nos estaremos perdiendo?

Bloomington, Indiana, 9 de diciembre de 1967