ALBERTO OSPINA - PRIMERAS APROXIMACIONES DE COLCIENCIAS A UNA POLITICA RELACIONADA CON LOS RETOS..
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PRIMERAS APROXIMACIONES DE COLCIENCIAS A UNA POLITICA
RELACIONADA CON LOS RETOS Y OPORTUNIDADES DE LOS
CIENTIFICOS COLOMBIANOS EN EL EXTERIOR
Por Alberto Ospina
Introducción. Agradezco a la doctora Paula Marcela Arias, Directora de
Colciencias, esta oportunidad para compartir con ustedes mis
experiencias y visión, a partir de las primeras iniciativas de
COLCIENCIAS en la búsqueda y promoción del talento colombiano en el
exterior, cuando tuve el honor de orientar los destinos de la entidad
como su primer Director.
COLCIENCIAS fue creada al finalizar el año 1968 con el propósito de
impulsar el avance de la ciencia, la tecnología y la innovación en
Colombia. Para esa fecha, cuando estaba por concluir la Década del
Desarrollo Científico-Tecnológico, llamada así la de los años 60 por
Naciones Unidas, los países menos favorecidos en su desarrollo
luchaban afanosamente por entender un paradigma técnico-económico
ya debidamente sustentado: el progreso técnico, fruto del avance
científico-tecnológico, es el principal factor de la producción, creador de
riqueza; y el concepto de innovación, resultado de las aplicaciones del
conocimiento a la producción de bienes y servicios competitivos, se
vislumbraba como la gran impulsora de la prosperidad y el desarrollo
económico.
Instrumentos del bienestar y el crecimiento económico. Colombia,
con la creación de COLCIENCIAS, se había embarcado en ese
paradigma. También lo estaban haciendo otras naciones en vías de
desarrollo, como Chile, Brasil y México, en América; Corea del Sur,
Taiwán y Singapur, en el este y sureste asiático; Finlandia, España y
Portugal, en Europa. La educación para la ciencia, la investigación y el
desarrollo tecnológico, como bases del progreso técnico y la innovación,
eran los instrumentos utilizados para forjar su crecimiento económico y
el bienestar de sus pueblos. Y ese propósito fue desde entonces el norte
de sus políticas públicas; políticas de Estado, claras y vigorosas,
sostenidas en el tiempo, que se convirtieron en propósitos nacionales.
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En menos de tres decenios muchos de esos países comenzaron a
mostrar resultados: alto alfabetismo científico en la población; técnicos,
tecnólogos, ingenieros e investigadores científicos preparados, muchos
de ellos diseminados por el mundo; y una creciente y robusta
infraestructura científico-tecnológica, pronta a recibirlos y ofrecerles
trabajo. Las condiciones estaban dadas para el florecimiento de la
industria y para salir a los mercados internacionales con productos
innovadores.
Los activos del conocimiento y el capital intelectual, más importantes
que los activos físicos y financieros, dieron a esos países grandes
ventajas de liderazgo en una economía globalizada. Miremos un solo
ejemplo: Corea del Sur, cuya economía era esencialmente agrícola y
tradicional, y no contaba con los recursos naturales que sí tenía
Colombia, a mediados de los años 60 presentaba un PIB que no llegaba
a los 200 millones de dólares, mientras que el PIB de Colombia
superaba los 300 millones; para el año 2010, el PIB de Corea superó los
21.000 millones de dólares, en tanto que Colombia no llegaba a los
6.300.1 No cabe la menor duda: fueron el capital intelectual, el poder
del conocimiento y la información, los principales generadores de valor y
de riqueza para Corea del Sur. Estos nuevos factores de la producción
fueron bautizados por Thomas Steward como “las armas termonucleares
de nuestro tiempo”.2
Construir y utilizar capital intelectual. De eso se trata hoy: de la
construcción y conservación del capital intelectual, como “arma
termonuclear” de Colombia para combatir el subdesarrollo y el atraso en
CTI, con la ayuda de los científicos colombianos esparcidos por el
mundo. De este importante encuentro saldrán, con seguridad, certeras
recomendaciones de política científica, y estrategias para enfrentar los
retos y oportunidades de estos compatriotas que forman parte de la
comunidad científica colombiana en el exterior.
Quizás las experiencias nos puedan ayudar en este propósito.
Permítanme repasar brevemente cuáles eran las condiciones del
progreso técnico y el avance de la ciencia en Colombia, al final de ese
decenio de los años 60, cuando COLCIENCIAS iniciaba su vida
1 Diego Jaramillo, Gerencia de la innovación (Ediciones de la U, 2012). 2Thomas Steward, Capital intelectual, la nueva riqueza de las naciones (Doubleday, 1999).
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institucional; y cuáles fueron los primeros pasos que se dieron para
avanzar en la dirección correcta.
CT+I en Colombia en los años 70. Empecemos por recordar que no
había internet, en la forma como la usamos y conocemos hoy. La
infraestructura científico-tecnológica del país se reducía a unas pocas
instituciones, la investigación era incipiente, sin fuentes de financiación
estables, y casi que de iniciativa personal. Estaba localizada en pocas
universidades, principalmente en las facultades de Medicina, y en
algunos centros especializados.
Los retos para cumplir la misión que se asignó a la recién creada entidad
eran múltiples y formidables: organizar y robustecer esa infraestructura,
promover e impulsar la disciplina de investigación, crear centros y
laboratorios adecuadamente dotados, organizar y cohesionar la
comunidad científica existente, capacitar profesionales en niveles de
posgrado, atraer talento humano desde donde estuviera en el mundo,
buscar financiación para poder emprender esas tareas, y sobre todo,
vencer el escepticismo y crear confianza en la nueva entidad, que
muchos, inclusive en el propio gobierno y en las universidades, veían
con cierto grado de incredulidad y consideraban como un nuevo ente
burocrático.
Algunas de las tareas emprendidas en los primeros años tuvieron como
propósitos enfrentar directamente cada uno de esos retos. Para
organizar la comunidad científica se impulsó la creación de la Asociación
Colombiana para el Avance de la Ciencia. Para incentivar y organizar la
investigación en las universidades, se dedicó parte del escaso
presupuesto (entonces era de unos 13 millones de pesos de 1970) a
financiar lo que en ese entonces llamábamos humildemente oficinas
coordinadoras de investigación”; su objetivo era reclutar investigadores
y ofrecerles financiación para sus proyectos; estas oficinas fueron las
semillas de lo que ahora son las Vicerrectorías de Investigación de las
universidades colombianas. Para suplementar los recursos del
presupuestos nacional, se recurrió a la cooperación internacional (NAS/
AID, Unesco, OEA). Con ella, especialmente con la del Programa
Regional de Desarrollo Científico y Tecnológico de la OEA, fue posible
comenzar a financiar proyectos de investigación y acciones de refuerzo
institucionales, y otorgar algunas becas. Así comenzó a surgir la
confianza y la credibilidad en COLCIENCIAS.
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Buscando el talento humano. La necesidad del recurso humano
preparado para la dirección y la práctica de investigación, era crítica.
Había que buscarlo donde estuviera. Se pensó entonces en atraer la
diáspora de profesionales y científicos capacitados que estaban en el
exterior. Con ese propósito, COLCIENCIAS diseñó un ambicioso
programa de retención y retorno de científicos. Los objetivos del
programa eran dos: (1), crear en el país un clima científico, adecuado y
satisfactorio, para que los investigadores preparados y en ejercicio se
mantuvieran a gusto en su trabajo, y para que no tuvieran la tentación
de emigrar; y además, (2) que ese ambiente fuera suficientemente
atractivo para que los que vivían en el exterior se sintieran motivados a
regresar.
Los componentes operacionales eran tres:
1. El primero: Una negociación previa entre el candidato al retorno y
la entidad empleadora (universidad o centro de investigación) para
establecer los requisitos y compromisos relacionados con la enseñanza,
la dirección o la práctica de investigación. Esto habría de permitir que
científicos de instituciones nacionales competentes participaran en la
selección de los candidatos; de esta manera se aseguraba la legitimidad
y credibilidad de estos candidatos como científicos capaces de contribuir
a fortalecer la ciencia en el país con su regreso; a la vez se ofrecía a los
candidatos, garantías mínimas para su retorno, así como una comunidad
que apoyaría su adaptación y sus posibilidades de arraigo en Colombia.
2. Segundo componente del programa: Un apoyo financiero a las
entidades de investigación que incluyeran en sus programas de
formación de talento humano la atracción y el retorno de científicos.
Este apoyo habría de actuar como el incentivo que motivaría a tales
entidades a tomar seriamente su compromiso de atraer y apoyar
científicos de la diáspora. Al tiempo, les ayudaría a tomar conciencia del
compromiso que adquirían, en inversión de tiempo y recursos humanos,
para establecer las redes y contactos necesarios en un proceso de
selección serio y sólido.
3. Por último el tercer componente: Incentivos para favorecer el
retorno: COLCIENCIAS complementaría el salario que el investigador
hubiera acordado con la entidad empleadora, y el gobierno lo
beneficiaría con la exención de impuestos para la traída de sus equipos
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profesionales, su menaje y su automóvil; además, se le ofrecería apoyo
económico para los gastos del retorno e instalación.
No siempre uno encuentra lo que busca. Este fue el proyecto que
se presentó al Gobierno Nacional. Pero más adelante (ya yo no estaba
en COLCIENCIAS) la iniciativa se concretó en un decreto que tuvo origen
en el Ministerio de Hacienda, debido a las implicaciones financieras y de
exención de impuestos que se otorgaba para equipos, menaje y
vehículo.
Infortunadamente, de los componentes operacionales que se
propusieron, al parecer solo quedó el último, el de incentivos para el
retorno. En estas circunstancias el programa, en su ejecución, fue
aprovechado por numerosos ilustres compatriotas que regresaron al
país. Unos pocos, en efecto, pudieron contribuir al cumplimiento del
objetivo inicial; pero algunos de los que regresaron se volvieron al
exterior; y otros que no regresaron, vendieron sus cupos para que otras
personas aprovecharan las exenciones de impuestos.
Es penoso tener que reconocer que de ese ambicioso programa no se
obtuvieron los resultados ni el impacto que se esperaban. Sin embargo,
esta experiencia, un poco infortunada, y la de los intentos hechos
posteriormente con los mismos propósitos, podrían ser útiles para
perfeccionar el nuevo esfuerzo que ahora emprende COLCIENCIAS.
En este sentido, conviene señalar los errores que -en mi opinión-
condenaron el programa que pretendimos impulsar en aquella época, y
que pueden aportar valiosas lecciones para el presente y futuro de
iniciativas similares.
1. El primer error: No se vigiló la redacción final y el contenido de la
normativa llamada a darle vida al programa. En últimas, Colciencias,
como impulsor de la iniciativa y principal ente interesado, debió haber
asegurado que el contenido y redacción final del decreto correspondiera
a los objetivos del programa, los cuales –dicho sea de paso– incluso
pudieron haberse propuesto como una política de más largo aliento,
mediante la formulación de un documento del Consejo Nacional de
Política Económica y Social, CONPES. En otras palabras, es mi opinión
que una política de manejo de la diáspora, formulada por COLCIENCIAS,
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ha de ser avalada, en su versión final, por las más altas autoridades de
decisión política del Gobierno.
2. El segundo error: El programa no tuvo en cuenta el gran potencial
de los científicos que no retornarían. El énfasis en el retorno reflejó en
su momento una premisa que –para fortuna de todos– ha sido
revaluada: hay diversas maneras cómo los científicos colombianos en el
exterior pueden participar y contribuir al desarrollo de su país. Más aún,
en ocasiones, esos científicos pueden hacer mejor trabajo desde fuera,
lo cual constituye un valor agregado al desarrollo y fortalecimiento de la
ciencia en el país. Entonces, la lección que dicta el pasado es asegurar
que una política de manejo de la diáspora incluya, por una parte,
incentivos para el retorno, y para promover las colaboraciones de los
que no van a regresar; y por otra parte, incentivos para las entidades
interesadas en atraer talento colombiano del exterior. En esta forma se
estimulan tanto a los investigadores colombianos en el extranjero, como
a sus contrapartes en Colombia, lo cual impulsará la generación de
alianzas eficaces, en condiciones “gana-gana”.
3. El tercer error: No hubo seguimiento ni corrección a las falencias
del programa. Toda política que proponga un cambio en el statu quo ha
de tener en cuenta dos factores críticos: el primero, que los afectados
por ese cambio se percibirán a sí mismos como ganadores o como
perdedores, y estos últimos plantearán resistencia a la política. En
segundo lugar, es necesario considerar que cualquier iniciativa de
cambio, por buena que sea, es susceptible de ser mejorada,
seguramente encontrará obstáculos en su implementación y necesitará
ajustes sobre la marcha. Ambos factores deben ser incluidos en el
diseño de la política, con mecanismos eficaces para su seguimiento y
evaluación constantes en el tiempo.
El análisis de algunos casos exitosos, tanto de profesionales y científicos
que regresaron, como de otros que desde el exterior han aportado a
iniciativas y procesos de desarrollo científico y tecnológico del país, será
también una fuente de inspiración para diseñar instrumentos y
mecanismos útiles a los fines de este encuentro. Sería muy apropiado,
por ejemplo, identificar casos exitosos en las diferentes disciplinas
científicas y en distintos niveles de desarrollo profesional, para usarlos
como insumos en la proyección de esta iniciativa hacia el futuro; y, para
difundir y celebrar la forma como estos individuos están apoyando al
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país, unos con su presencia y otros con su colaboración eficaz, a pesar
de la distancia.
Esperaremos para ello otro espacio de tiempo, porque el que se me
había asignado, ya se acabó.
Muchas gracias.
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