Alba Luz Álvarez Cuadra - WordPress.com · 2014-08-29 · La Carpio es la comunidad binacional...

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—— Alba Luz Álvarez Cuadra

Transcript of Alba Luz Álvarez Cuadra - WordPress.com · 2014-08-29 · La Carpio es la comunidad binacional...

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La Carpio es la comunidad binacional más grande de Costa Rica y, probablemente, de Centro-américa, porque de sus 42.000 habitantes, la mitad son costarricenses, y la otra mitad, nicara-güenses (con un pequeño porcentaje de oriundos de otros países latinoamericanos).

Son 23 kilómetros cuadrados que alguna vez pertenecieron a la Caja Costarricense de Seguro Social y que, entre 1993 y 1994, fueron tomados por migrantes internos y externos. Desde entonces, la población crece al ritmo de la estigmatización y la segregación del barrio.

Vivir en La Carpio es vivir lejos de la ciudad, es pelear por los servicios básicos, es convivir con el relleno sanitario que recibe la basura de todo San José. Los que viven en La Carpio no tienen títulos de propiedad, y sus viviendas están en lotes que no cuentan con las dimensiones mínimas o fueron levantadas muy cerca de los cauces de los ríos que circundan el barrio. Además, cables de alta tensión eléctrica del Instituto Costarricense de Electricidad pasan muy próximos a la comunidad. La única calle asfaltada es la que usan los camiones de la basura. Esa es la vida diaria de miles de ticos y nicas.

Alba Luz Álvarez Cuadra lleva mucho tiempo aquí. Llegó desde Chinandega en el ‘96, cuando en La Carpio eran muchos menos. Durante los primeros años, los es-fuerzos de la comunidad se concentraron en tener acceso a servicios básicos como agua, electricidad y educación. En esos tiempos en que Alba Luz era una recién llegada, sólo observaba a sus vecinos. Pero pronto empezó a trabajar para el barrio, y lo hizo a través de la iglesia evangélica. Enseguida se dio cuenta de que los nicara-güenses necesitaban muchas cosas. Y ahí empezó su camino: formación y liderazgo para la defensa de los derechos de los migrantes.

Ella y su marido formaron el Comité Sociocultural La Carpio. Alba Luz se dedicó a combinar dos luchas: la de la defensa de los valores culturales, y la de los derechos humanos. En su casa se han dado cita los grupos de baile típico (binacionales, por supuesto), y los trabajadores sin papeles que necesitan a alguien que los defienda de los abusos de los patrones. Alba Luz los sigue recibiendo como a hermanos.

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¿Cómo llegó a La Carpio?Yo llegué porque mi esposo ya vi-

vía aquí, con su hermana. Él no participó de la toma, en el ‘93, pero sí participó haciendo la casa de la hermana. Tenemos tres hijos y durante tres años él estuvo viajando perma-nentemente a vernos. Y cada semana o cada quince días enviaba la remesa. En el ‘96 ya nos vinimos todos.

Cuando usted llegó, ya habían co-menzado las luchas sociales por tener agua potable, tendido eléc-trico, etc. ¿Cómo se interesó usted por la comunidad?Como trabajadora de una institu-

ción, la Iglesia luterana, empecé a organizar mujeres y niños. Mi trabajo era fortalecer la iglesia, fortalecer la comunidad, y dentro de esa dinámica surgieron los trabajos organizati-vos. Planeábamos el tra-bajo de la iglesia, pero a la vez necesitábamos in-corporarnos más dentro de la comunidad, enton-ces se realizaban actividades con el objetivo de sumar a la gente, aunque no fuera partici-pante de la iglesia. De esta manera, la Iglesia fue creciendo y la gente fue aportando ideas, participación, hasta que al final la iglesia se hizo muy reconocida y ahora está en un lugar muy privilegiado. A mí, personalmente, me tocó un trabajo bastante fuerte, porque empe-zar a organizar desde abajo fue muy difícil. Pero donde teníamos mayor acogida era en el sector migrante: mucha gente migrante nece-sitaba orientación, acompañamiento, ayuda, aprendizaje.

¿Cómo empezó a trabajar acti-vamente por los derechos de los migrantes?A partir de la participación activa en

los foros: en foros de aspecto socio-laboral o en los foros que tenían que ver con la cues-tión de los mensajes que se dan en los medios

sobre los migrantes. Recuerdo que participé en foros donde se ahondaba acerca de la xe-nofobia, que empezaba a profundizarse. He tenido muchísima participación desde el co-mienzo, y creo que eso fue un puente bastan-te dinámico para colaborar con la gente que estaba en esa situación.

¿Cuáles son los retos que enfrenta y ha enfrentado la comunidad de La Carpio?La comunidad ha participado en

tres grandes movimientos. Uno ha sido en-frentar la instalación del Parque de Tecnolo-gía Ambiental, que es el botadero de basura más cercano, ubicado a 100 o 200 metros de nosotros. Luego, los operativos que se reali-

zaron, cuando creció la xenofobia y vinieron a buscar a las personas que no tenían sus documentos. Pasamos dos redadas muy grandes, una en el año 2000, en la que el Ministerio de Seguridad Pública detuvo a unas 600 personas que se dirigían a sus trabajos a las seis de la mañana. Y ahora, lo último, que es lo que en-frentamos ahora, es la instalación de la Planta de Tratamiento de Aguas

Residuales a la entrada de la comunidad. Usted creó el Comité Sociocultu-ral de La Carpio. ¿Con qué obje-tivo?Recopilar todas las celebraciones.

Como migrantes que somos tenemos nuestra propia cultura y esa es nuestra identidad. Eso es lo que siempre hemos tratado de mante-ner al día: que no se nos vaya quedando, que no se nos vaya olvidando, porque muchos migrantes han ido dejando atrás todas esas costumbres, su forma de hablar, su forma de cocinar, su forma de comportarse. Es una lucha bastante grande hacer entender a los nicaragüenses que nuestro idioma y nuestra idiosincrasia son nuestra cultura.

¿Y qué recepción hubo dentro de la comunidad nicaragüense a las actividades del Comité Sociocul-tural? ¿Los nicaragüenses pro-

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—— Muchos migrantes han ido dejando atrás sus costumbres, su forma de hablar, su forma de cocinar.

curan mantener las raíces o pre-fieren intentar adaptarse más a la forma de vida costarricense? En eso hemos tenido un tema bas-

tante fuerte. Lo que decía la gente era, por ejemplo: “A mí me da pena bailar la música nica en tierra tica. Me da mucho miedo que me digan cosas, me da mucha pena bailar”. Entonces yo les decía: “¿Pero por qué? Si yo, que soy gordita, me sien-to feliz bailando mi dan-za, bailando mi música, escuchando mi música, cantando mi música, ha-blando mi lengua”. Yo he creado 3 o 4 grupos de baile folklóricos ni-caragüenses, pero con la bendición de Dios de que han querido costa-rricenses incorporarse a ese grupo. Entonces, hemos bailado juntos la misma danza y esto nos ha creado la imagen de que sí podemos incorporamos, de que podemos enseñar pero también podemos aprender.

En estas dos batallas, la cultural y la de los derechos para los mi-grantes, ¿cuáles han sido los lo-gros?Uno de los grandes logros es que di-

ferentes instituciones se nos unan en la lucha de los derechos humanos de los migrantes. Y hemos logrado hacer alianzas con institu-ciones del gobierno donde nosotros vamos, hacemos un planteamiento, y nos escuchan, opinan y debatimos. Ser escuchados ha sido un gran paso.

¿Antes no había eso?Pues, no. Ahora, dentro de la De-

fensoría de los Habitantes, hay un sinnúmero de organizaciones. Allí aportamos nuestros criterios, nuestras opiniones, y realizamos algunas diligencias, algunas reuniones, y al-gunas acciones más directas. Y es cierto que hemos tenido la libertad de expresar lo que nosotros hemos pensado y de participar.

¿Y en qué se ha traducido esto?

¿Ha habido cambios con respecto al tratamiento que se les da a los migrantes?Claro que sí. Ha habido muchos

cambios porque antes un migrante podía pa-sar desapercibido y no era escuchado. Ahora, por medio de las organizaciones, un migrante que está siendo maltratado o es apresado o

lo regresan a su país sin derecho a nada, puede hacerse oír. Porque esto ha sucedido mucho: a un migrante lo agarran y no le dan ni el tiempito que necesita para ir a su casa a decir lo que le está pasando. Como ya los mandan de regreso al país, el dine-ro de la quincena que han ganado queda como perdido para ellos pero ganado para los patrones. Estas son cosas que realmente se han ido dis-

cutiendo. No se ha encontrado una solución rotunda pero hemos ido avanzando bastante.

¿Con qué otros problemas se enfrentan los migrantes nicara-güenses a los que ayuda?El mayor problema es la documen-

tación. Porque los aranceles son demasiado elevados, y el sueldo es muy bajo para los migrantes. Además, a veces no son trabajos fijos sino por temporada.

¿La deportación automática de los migrantes sigue siendo mone-da corriente?Esto es algo que se está discutien-

do. Mire, cuando hubo un cambio de la Ley de Migración aquí en Costa Rica, se la llamó “ley draconiana” porque violentaba toditos los derechos humanos de los migrantes. En ese entonces, no había mucha elocuencia en la defensa. Pero luego sí las organizaciones estuvieron empoderándose, fueron capaci-tando gente, promotoras en cada comunidad. Y también la organización que las acompa-ñaba aprendió a discutir y a negociar con las entidades del gobierno. Todo esto ha llevado a que esa famosa ley draconiana cambiara en algunos aspectos, fuera sometida a análisis, algo que duró muchísimo tiempo. Ahora,

—— Ha habido muchos cambios porque antes un migrante podía pasar desapercibido y no era escuchado.

algo que sucede mucho, es que cuando las personas piden permiso a sus patrones para viajar a Nicaragua para traer su documenta-ción, cuando regresan el patrón les dice que ya no tienen trabajo. ¿Qué sucede? Esa gente paga habitaciones, tiene familia que mante-ner, tiene que pagar su propia alimentación, sus pases para el trabajo. Entonces, esta gente queda en el aire.

Y sigue la amenaza de la multa para los extranjeros en condición irregular.Eso es el broche de oro: la perse-

cución por los 100 dólares. El nuevo Regla-mento de Extranjería de la Ley de Migración establece sancionar a los migrantes con un pago de 100 dólares por cada mes que se en-cuentren en situación irregular en el país, y además se les prohíbe regresar a tierras ticas por el triple del tiempo que han permanecido en condición irregular. Esto viene a ponerle la soga al cuello a la pobre gente. Es gente muy humilde, muy sencilla y dicen: “¿Ahora qué vamos a hacer? Porque ahora tenemos que pagar 100 dólares, y eso es lo que yo mandaba a mi país para los gastos de mis hi-jos que los tengo en el colegio allá. Si esos 100 dólares quedan para este gobierno, no nos queda más que regresarnos”. Imagínese que una empleada doméstica, por ejemplo, gana unos 200 o 300 dólares.

En La Carpio, como líder comu-nitaria, ¿cuál es su tarea, además de hablar con el gobierno y de in-tentar conseguir una mejor situa-ción? ¿Cómo ayuda directamente a los migrantes? Aquí, en la casa, damos asesoría

y orientación, y lo hacemos absolutamente gratis. Las organizaciones a las cuales yo estoy afiliada me proveen de material y ca-pacitación. Nosotros mayormente estamos canalizando personas: somos un punto de referencia y contamos con el cariño de toda la comunidad. A la gente que viene se les ex-plica cómo está la situación, qué es lo que deben hacer, a dónde y a quién recurrir. Por

ejemplo, a 3 o 4 compañeros los echaron del trabajo y no les dieron nada, entonces uno les dice: “Alístate, lleva el documento y esto y esto”, les da una carta, etcétera. Antes de esto, nos ponemos en contacto con la persona que los va a recibir. Y ahí ya de una buena vez les abren el debido proceso. Cuando es violencia familiar, los derivamos a la Red de Mujeres Migrantes Nicaragüenses o al INAMU, el Instituto Nacional Mixto de Mujeres, donde hay servicio de abogados, de psicólogos, de trabajadoras sociales.

En el Comité han trabajado es-pecialmente con mujeres. ¿Hay también un trabajo de empodera-miento?Los grupos de baile que se han for-

mado van en dirección a que todas las mujeres conozcan sus derechos como mujeres. Hasta en la música hemos incidido: algún baile que es un poquito patriarcal, lo modificamos para que la mujer vaya haciéndose más sensible. Porque tenemos personas muy, muy difíciles, pero finalmente todo termina muy bien y to-dos quieren participar. La integralidad, para nosotros, es muy importante. Tenemos un grupo que se llama “Entre nosotras y ellos”: dentro de los grupos de mujeres hay hombres participando, y es bonito porque ellos ponen su punto de vista y exigen cosas también. Y aquí se escucha, y se ha hecho una costumbre participar.

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—— nombre Alba Luz Álvarez Cuadra

—— asociaciónComité Sociocultural de La Carpio

—— cargoFundadora

—— dirección postal —

—— email [email protected]

—— teléfono (+506) 22907108

—— facebook Comité Sociocultural La Carpio

—— a qué se dedica la organizaciónUbicado en la comunidad de La Carpio, en las afueras de San José (Costa Rica), promueve actividades culturales relacionadas con la diversidad en la población carpiana, y brinda asesoramiento a migrantes.

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La Carpio è la comunità binazionale più grande del Costa Rica e, probabilmente, del Centro America, con i suoi quarantaduemila abi-tanti che sono per metà costaricensi e per metà nicaraguensi (eccet-to una piccola percentuale di oriundi di altri paesi latinoamericani).

L’insediamento si estende per i ventitré chilometri qua-drati che un tempo appartenevano alla Caja Costarricen-se de Seguro Social (Istituto per la Previdenza Sociale) e che, fra il 1993 e il 1994 sono stati occupati dai migranti, sia nazionali che stranieri. Da allora la popolazione cre-sce di pari passo con la stigmatizzazione e la segregazio-ne del quartiere.

Vivere a La Carpio signifi ca vivere lontano dalla città, lottare per i servizi essenziali, convivere con la discarica che riceve i rifi uti di tutta San José. Chi vive a La Carpio non ha titoli di proprietà e le abitazioni non rispettano le misure minime o sono state costruite in appezzamenti troppo vicini ai letti dei fi umi che circondano il quartiere. Inoltre, i cavi di alta tensione dell’ente elettrico costa-ricense passano molto vicino alle case. L’unica strada asfaltata è usata dai camion della spazzatura. Questa è la vita quotidiana di migliaia di ticos e nicas (costaricensi e nicaraguensi).

Alba Luz Álvarez Cuadra vive qui da molto tempo. È ar-rivata da Chinandega (Nicaragua) nel 1996, quando a La Carpio viveva meno gente. Nei primi anni, gli sforzi del-la comunità si concentravano nella lotta per la conquista di servizi essenziali come l’acqua, l’elettricità, le scuole. A quei tempi Alba Luz, che era appena arrivata, si limita-va a osservare i suoi vicini. Presto, però, ha cominciato a lavorare per il quartiere, attraverso la chiesa evangelica. Si è subito resa conto che ai nicaraguensi mancava tutto e ha iniziato il suo percorso personale: formazione e lea-dership per la difesa dei diritti dei migranti.

Insieme al marito ha fondato il Comitato Socioculturale La Car-pio. Alba Luz ha lavorato su due fronti, facendoli convergere: la difesa delle tradizioni culturali e quella dei diritti umani. A casa sua si davano appuntamento sia i gruppi di danze tradizionali (bi-nazionali, naturalmente) sia i lavoratori senza documenti in regola in cerca di qualcuno che li tutelasse dagli abusi dei padroni. Anco-ra oggi Alba Luz accoglie tutti come fratelli.

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Com’è arrivata a La Carpio?Sono venuta perché mio marito si

era già stabilito qui, insieme a sua sorella. Non ha partecipato all’occupazione del ’93, ma in qualche modo ha contribuito costruen-do la casa per la sorella. Abbiamo tre figli e per tre anni ha viaggiato avanti e indietro per venirci a trovare. Ci mandava i soldi una vol-ta alla settimana o ogni quindici giorni. Nel ’96 ci siamo trasferiti tutti.

Quando lei è arrivata, erano già in corso le battaglie sociali per l’acqua potabile e la rete elettrica. Come ha iniziato a interessarsi ai problemi della comunità?Ho iniziato a organizzare attivi-

tà per le donne e i bambini, impegnandomi nella chiesa luterana. Il mio lavoro consiste-va nel rafforzare la chiesa e la comunità, e le mansioni organizzative sono sorte in seno a questa dinamica. Abbiamo organizzato il lavoro per la chiesa, ma nello stesso tempo avevamo bisogno di essere più presenti sul territorio, allora abbiamo pensato ad attività per coinvolgere più persone, non necessaria-mente legate alla chiesa. In questo modo la chiesa si consolidava e la gente partecipava con idee e proposte fino a quando è diventata molto popolare e adesso occupa un luogo privi-legiato nella comunità. A me, personalmente, è toccato un lavoro pesan-te, perché organizzare tutto dal basso è stato molto difficile. I migran-ti erano fra quelli che più partecipavano: molti di loro avevano bisogno di essere orientati, di ricevere aiuto, di accedere all’educazione.

Come ha iniziato a occuparsi dei diritti dei migranti?Ho cominciato partecipando attiva-

mente agli incontri: su temi sociali e lavora-tivi o sul tipo di trattamento che la stampa riserva alle notizie riguardanti i migranti. Ri-cordo di aver partecipato a incontri in cui si

sviscerava il tema della xenofobia; credo che siano stati un buon aggancio per sostenere la gente che viveva questa problematica.

Quali sono le sfide che ha affron-tato e continua ad affrontare nel-la comunità de La Carpio?La comunità ha partecipato a tre

grandi movimenti. Innanzitutto la battaglia contro la costruzione del Parco di Tecnolo-gia Ambientale, che è la discarica più vicina: si trova a circa duecento metri da noi. Poi sono venute le operazioni di polizia, quan-do è aumentato il fenomeno della xenofobia e venivano a prendere chi non aveva i do-cumenti in regola. Ci sono state due grosse retate: una nel 2000, quando il Ministero di Sicurezza Pubblica ha fatto arrestare seicento persone mentre si recavano al lavoro alle sei di mattina. E di recente stiamo affrontando il problema della costruzione del depuratore di scarichi urbani all’ingresso della comunità.

Lei ha fondato il Comitato Socio-culturale di La Carpio. Con quale obiettivo?Riscoprire le feste tradizionali. Sia-

mo migranti e abbiamo la nostra cultura, che è la nostra identità. Cerchiamo di mantenere vive le tradizioni, per non dimenticarle; per-

ché molti migranti le hanno perse: nel modo di parlare, di cucinare, di comportarsi. È un grande impegno convincere i nicaraguensi che la no-stra lingua e i nostri costumi sono la nostra identità.Come sono state accolte le iniziati-ve del Comitato Socioculturale nel collettivo dei nicaraguensi? I ni-caraguensi conservano le proprie radici o preferiscono adattarsi ai modi di vivere del Costa Rica?È un argomento molto delicato. La

gente per esempio dice: “Mi vergogno a bal-lare la musica ‘nica’ in terra ‘tica’. Ho paura che mi dicano qualcosa, mi sento a disagio”. Allora rispondo: “Ma perché? Se io, gras-sottella come sono, mi sento felice quando ballo le mie danze tipiche, quando ascolto

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—— Molti migranti han-no perso le loro tradizioni: il modo di parlare, il modo di cucinare.

o canto la mia musica, quando parlo la mia lingua”. Ho fondato tre o quattro gruppi di danza folclorica nicaraguense, però grazie a Dio sono entrati a farne parte anche alcuni costaricensi. Allora abbiamo ballato insieme le stesse danze e questo ci ha fatto capire che ci possiamo integrare, che possiamo insegna-re e apprendere l’uno dall’altro.

Quali sono i risultati ottenuti in queste due battaglie: quella cul-turale e quella per i diritti umani?Un grande successo è che le istitu-

zioni si stanno unendo a noi nella lotta per i diritti umani dei migranti. Siamo riusciti a cre-are alleanze con istituzioni governative, dove adesso possiamo rivolgerci, inoltrare richieste e dove troviamo ascolto, ci confrontiamo. Es-sere ascoltati è un grande passo avanti.

Prima non succedeva?Ebbene, no. All’interno del Difen-

sore Civico ci sono innumerevoli organizza-zioni. Noi contribuiamo con le nostre idee, le nostre opinioni. Sbrighiamo le pratiche, par-tecipiamo a riunioni o ad azioni più dirette. E posso dire che abbiamo avuto la libertà di esprimere il nostro pensiero e di collaborare.

Quali ripercussioni ha avuto que-sto fatto? È cambiato il modo in cui sono trattati i migranti?Certamente. Ci sono stati grandi

cambiamenti: prima un migrante era come invisibile e nessuno gli dava retta. Oggi, gra-zie alle varie organizzazioni, un migrante che viene maltrattato o arrestato o rimpatriato senza che siano rispettati i suoi diritti, può far sentire la propria voce. È successo mol-te volte: una persona viene fermata e non le danno neppure il tempo di andare a casa ad avvisare la famiglia. Se viene deportato, per-de i soldi dei quindici giorni di preavviso, che rimangono invece in tasca ai datori di lavoro. Questi sono i temi su cui si è discusso. Non si sono trovate soluzioni definitive, però stiamo avanzando poco a poco.

Quali sono gli altri problemi che devono affrontare i nicaraguensi che lei segue?

Il problema più grave sono i docu-menti, perché le tasse sono troppo elevate e gli stipendi dei migranti molto bassi. Inoltre spes-so non si tratta di lavori fissi, ma stagionali.

La deportazione diretta dei mi-granti è una pratica ancora in voga?Ci stiamo lavorando. Quando han-

no cambiato la Legge sull’Immigrazione qui in Costa Rica, l’hanno chiamata ‘legge dra-coniana’, perché violava tutti i diritti umani. In quel frangente non c’era molto spazio per le argomentazioni della difesa. Dopo, però, le organizzazioni si sono consolidate, hanno formato le persone, sono nati dei leader in ogni comunità. Le associazioni hanno impa-rato anche a discutere e a negoziare con le istituzioni del governo. Il risultato è che la famosa legge draconiana è stata corretta in alcuni punti, è stata sottoposta a revisione: un processo molto lungo.

Una cosa ricorrente è che, quando le persone chiedono il permesso per andare in Nicaragua a ritirare i documenti, al ritor-no vengono licenziate. Che succede allora? Questa gente paga l’affitto, ha una famiglia da mantenere, deve pagarsi da mangiare, i viaggi per andare a lavorare. E si ritrova in mezzo a una strada.

Vige ancora la multa per gli stra-nieri senza i documenti in regola?Chiudiamo in bellezza: la persecu-

zione dei cento dollari. Il nuovo Regolamen-to della Legge sull’Immigrazione stabilisce sanzioni per i migranti per la somma di cento dollari per ogni mese che si trovino in situa-zione irregolare nel paese e, oltretutto, proi-bisce loro di ritornare in territorio costaricen-se per il triplo del tempo che ci sono rimasti da clandestini. Ciò significa mettere la corda al collo alla povera gente. Sono persone umi-li e semplici; si dicono: “Ora come faccio? Perché devo pagare cento dollari, se è quel-lo che mando al mio paese per le spese delle scuole dei miei figli? Se questi cento dollari sono per il governo, non mi rimane altro da fare che tornare al mio paese”. Considera che

un’impiegata domestica, per esempio, guada-gna duecento o trecento dollari.

Oltre a parlare con le istituzioni per cercare di migliorare le cose, quali sono i suoi compiti come leader co-munitaria a La Carpio? Come aiu-ta i migranti nella pratica?Qui in casa facciamo consulenza

e diamo informazioni, a titolo gratuito. Le organizzazioni di cui faccio parte mi forni-scono il materiale e i corsi di aggiornamen-to. Serviamo da guida per le persone: siamo un punto di riferimento e abbiamo l’affetto di tutta la comunità. Le persone che arrivano vengono informate sulla situazione che devo-no affrontare: cosa devono fare, dove e a chi rivolgersi. Per esempio, se qualche compagno viene licenziato senza liquidazione, allora gli diciamo: “Iscriviti, por-ta il documento e questo e quest’altro”, gli diamo una lettera, etc. Prima ancora ci mettiamo in contatto con la persona con cui abbiamo preso appuntamento per lui. E finalmente si apre il procedimento. Quando si tratta di violenza domestica, li mandiamo alla Rete delle Donne Migranti Nicaraguensi o all’INAMU, l’Istituto Nazionale Misto del-le Donne, dove c’è uno sportello con avvoca-ti, psicologi e assistenti sociali.

Nel Comitato avete lavorato prin-cipalmente con le donne. Fate an-che lavoro di empowerment? I gruppi di danza hanno anche lo

scopo di diffondere fra le donne la consapevo-lezza dei loro diritti. Abbiamo influenzato an-che la musica: aspetti patriarcali di alcuni balli sono stati modificati, per rendere le donne più sensibili alla problematica. C’è un gruppo che si chiama: “Entre nosotras y ellos”: ci sono anche uomini che partecipano ed è bello per-ché esprimono il loro punto di vista e i propri bisogni. Qui diamo ascolto a tutti e la parteci-pazione è diventata un’abitudine.

—— Ci sono stati grandi cambiamenti: prima un migrante era come invisibile e nessuno gli dava retta.

—— nome Alba Luz Álvarez Cuadra

—— associazioneComitato Socio culturale La Carpio

—— ruoloFondatrice

—— indirizzo —

—— email [email protected]

—— telefono (+506) 22907108

—— facebook Comité Sociocultural La Carpio

—— ambito d’intervento dell’organizzazioneSituato nella comunità di La Carpio, alla periferia di San José (Costa Rica), il Comitato promuove attività culturali sui temi dell’integrazione per gli abitanti di La Carpio e offre consulenza ai migranti.

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La Carpio is the largest bi-national community in Costa Rica and probably in Center America, because half of its 42.000 inhabit-ants are Costa Rican and the other half Nicaraguan (with a small percentage of natives from other Latin American countries).

Its 23 square kilometers once belonged to the Costa Ri-can Social Security Fund and, between 1993 and 1994, were taken by internal and external migrants. Since then, the neighborhood’s population, stigmatization, and segregation grow at the same pace.

Living in La Carpio means being away from the city, fi ghting for basic services, and having your home next to the landfi ll that receives all San Jose’s waste. Those living in La Carpio have no property titles, and the lots where their homes are don’t have the minimum dimensions or were built too close to the rivers surrounding the neighborhood. In addition, high voltage cables are too close to the community, and the only paved road is the one used by garbage trucks. This is the daily life of thousands of Costa Ricans and Nicaraguans.

Alba Luz Álvarez Cuadra has been here for a long time. She arrived from Chinandega in ’96, when they were far fewer in La Carpio. At the beginning, the ef-forts were focused on having access to basic services like water, electricity and education. On those days when Alba Luz was a newcomer, she just observed her neighbors. But soon started to work for the com-munity, and did so through the Evangelical Church. She soon realized Nicaraguans needed many things. And there began her journey: training and leadership on migrants’ rights defense.

She and her husband started La Carpio Sociocultural Commit-tee. Alba Luz worked on the defense of cultural values and hu-man rights. At home, she has received traditional dance groups (bi-national, of course), and undocumented workers who need someone to defend them from employers’ abuse. Alba Luz still welcomes them as brothers.

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How did you end in La Carpio?I came here because my husband

already lived here, with his sister. He wasn’t involved in the taking in ’93, but partici-pated somehow, building his sister’s home. We have three children and, during that three year period, he was constantly coming to see us. And every week or two, he sent the remit-tance. In ’96 we all moved here.

When you arrived, social strug-gles to get water, electricity, etc., had already started. How did you start working for the community?As a worker in the Lutheran Church,

I began to organize women and children. My work consisted on strengthening the Church and the community, and organizational work emerged within that dynamics. We were working within the church, but also needed to join the community, so we organized acti-vities with the aim of adding people, whether they belonged to the church or not. Thus, the church started growing and people contributed with ideas and collabo-ration, it until finally became well-known. And now it is in a very privileged position. Personally, I had quite a hard task, because it isn’t easy to build it all up from the start. But we had a really good answer from the migrant sector, since many people needed orientation, accompaniment, help, and learning.

How did you start taking an ac-tive part on migrants rights de-fense work? From active participation in forums:

employment and social forums, or those ha-ving to do with media approach on immigration issues. I remember taking part in forums about xenophobia, which was starting to increase at that time. I’ve been very active from the begin-ning, and this has built a strong dynamic con-nection with people living that situation.

What are La Carpio’s challenges? The community has gone through

three major stages. One of them was to con-front the installation of the Environmental Technology Park, a garbage dump located about 100 or 200 meters from us. Then, the actions taken when xenophobia grew and they came here looking for undocumented people. We went through a pair of huge raids: one in the year 2000, when 600 people were arrested on their way to work at 6am by the Ministry of Public Security. And now we’re fighting against the installation of the Waste-water Treatment Plant right at the entrance of the community area.

You created La Carpio’s Socio-cultural Committee. For what purpose? To join all of our celebrations.

As migrants, we all have our own culture and this is our identity. This is what we’ve tried to keep alive so it’s never forgotten.

Many migrants have left these traditions behind: their ways of speaking, their cooking, and their behavior. It is a hard job making Nicaraguans understand that our language and character represents our culture. And how was the acceptance of the Committee’s activities amongst the Nicaraguan community? Do Nicaraguans try to maintain their roots or they’d rather adapt to the Costa Rican way of life?Some people felt bad for dancing

Nicaraguan music in Costa Rica. They were scared of being accused, really didn’t feel comfortable with that. To that I just asked “Why?”, I’m happy dancing to my music, listening to my music, singing, speaking my language. I’ve created several traditional Ni-caraguan dance groups, and thanks to God’s blessing many local people have joined those groups. So we’ve danced together and this has taught us we all can be together, and teach but also learn.

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—— Many migrants have left their traditions behind: their way of speaking, their cooking.

And within those two battles (cul-ture and migrants rights), what have the achievements been? One of our great achievements has

been getting several institutions to join us on migrant’s rights defense. And we’ve made alliances with government institutions by going there and making an approach. And they listen to us and are open to debate. To be heard has meant taking a big step forward.

Didn’t you have that before? We didn’t. Now there are countless

organizations within the Ombudsman’s Of-fice. We can contribute with opinions, some procedures, meetings and some direct ac-tions. And we’ve had the freedom to express our thoughts and to collaborate.

And what has this led to? Are there any changes regarding the treatment given to migrants? Of course. Many changes, because

migrants were unnoticed and unheard before. Now, thanks to organizations, any migrant who’s being abused, arrested, or returned to his country can make himself heard. Because this happens all the time: they take someone and don’t even give him time to go home and tell his family. Since they send them straight back to their countries, part of their salary is money they lose and employ-ers earn. These sort of things have been dis-cussed. Although there still isn’t a solution, we’ve made some steps forward.

What other difficulties are fac-ing the Nicaraguan migrants you help? Papers, documentation are the big-

gest problems. Tariffs are too high and sala-ries too low. Besides, they usually work on temporary jobs.

Is automatic deportation still common currency? It’s being discussed. Look, when

Migration Law here in Costa Rica was changed, it was called “draconian law”, since it violated all migrants’ human rights. Back then there wasn’t much eloquence in defense, but later, organizations started em-powering, training people, promoters in each community. And they learned how to negoti-ate with the government. So this all lead to some changes in that “draconian law”, as it was subjected to analysis, which took really long. But now there’s a new problem: when migrants ask their employers permission to travel to Nicaragua for their papers, they’re allowed but don’t have a job anymore when they come back. So what then? Those people are paying rents, have a family to support, have to pay for their food, their papers. So these people are left helpless.

And threats of fining illegal mi-grants are still on. That’s the icing on the cake: the

hundred dollar persecution. Migration Law’s new Regulation establishes to fine migrants with 100 dollars for each month they’ve been

illegally in the country, plus they’re forbidden to come back to Costa Rica for triple the time they’ve been here illegally. This leaves people in dire straits. They’re very humble, simple people who say: “What will we do now? I have to pay $100, that’s what I sent home to pay for my children’s school expenses. If

those $100 stay here, we’ll have to go back home”. To give you an idea, a maid here earns between 200 and 300 dollars.

In La Carpio, as a community leader, what’s your task, besides talking to the government and trying to achieve a better situa-tion? How do you directly help migrants? Here in the home, we give advice

and guidance, and do it for free. Organiza-tions I’m affiliated with give me training and material. We’re channeling people: we’re a reference point and have the entire commu-

—— There have been many changes, because migrants were unnoticed and unheard before.

nity’s support and affection. Newcomers are informed of the situation, told what to do, where to go and who to turn to. For example, some fellows were fired from work and not compensated, so we tell them where to go, give them a dunning letter, etc. Before that, we contact the person who’ll receive them, to ask for the process to be started at once. In family violence cases, we take them to the Nicaraguan Migrant Women Network, or the Women National Institute (INAMU), where they can find lawyers, psychologists and so-cial workers.

You’ve specially worked with women in the Committee. Is there an empowerment work as well? Dance groups are focused on mak-

ing women know their rights. It even af-fects music: we’ve modified some slightly patriarchal dances, to help women become more sensitive. We have some really, really difficult people but it all ends well and ev-eryone wants to get involved. Integration is basic for us. There’s a group called “Between women and men”: there are men participat-ing in women groups, and it’s positive, since they give their point of view and also demand things. And here everyone’s heard, and we’ve made participation a habit.

—— name Alba Luz Álvarez Cuadra

—— organizationLa Carpio Sociocultural Committee

—— positionFounder

—— address—

—— email [email protected]

—— telefono (+506) 22907108

—— facebook Comité Sociocultural La Carpio

—— tasks of the associationLocated in La Carpio community, on the outskirts of San Jose (Costa Rica), promotes cultural activities related to diversity, and gives advice to migrants.

— te

chni

cal d

atas

heet