Aguilar Fernández - 1984 - Plutarco, El Teatro y La Política

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    PLUTARCO, E L TEATRO Y LA POLÍTICA

    Cuando se releen los Moralia de Plutarco llama la atención no en-contrar apenas escritos políticos y especialmente que éstos no traten lapolítica de una forma teórica, si se exceptúa el fragmento del De uniusin republica dorninatione del que tampoco podemos, por su brevedad,extraer conclusiones sobre su contenido.

    El llamado catálogo de Lamprias nos informa de la existencia deotros seis tratados políticos, de los cuales solamente uno, por su títulonada concreto -l3ohiztx v Piphia B - pudiera ser una obra de talíndole.

    ¿Por qué Plutarco, seguidor en tantas obras suyas de las huellas dePlatón, no ha imitado también el ejemplo de la República o las Leyes?Una buena muestra de su desinterés por las construcciones teóricas sepuede hallar en los Praecepta gerendae reipublicae donde no nos en-

    contramos con un tratado especulativo ni tampoco con una ética parapolíticos, sino con una pragmática serie de consejos para un hombre,Menémaco, que va a enfrentarse con el gobierno de su ciudad, Sardes.

    ¿Cuál podría ser, pues, la causa de este desinterés? R. Volkmann ensu obra ya clásica sobre Plutarco adelanta una explicación, precisamenteen las páginas dedicadas al tratado que nos ocupa, muy poco lisonjera,en verdad, para nuestro autor. Este desinterés derivaría del espíritu'pequeño-burgués' sit venia verbo de Plutarco, que le impedía vermás allá de su ciudad natal l

    Juicio diferente le merecen a C. P. Jones los Praec. ger. reip. en elcapítulo que dedica a los tratados políticos. Según él, a Plutarco le preo-cupaban menos las diferentes constituciones que la guía de la conducta.

    l R . VOLKMANN,eben und Schriften des Plutarchs Berlín, 1869 (reimp., Leipzig1970 , p. 227: «Wir sehen daraus, dass Plutarch ein Kleinstadter war mit Leib und Seele.Für die politischen Verhaltnisse von Charonea und ahnlichen Kleiner hatte er einen kla-ren, richtigen Blick Aber eine hohere Auffassung grosser geschichtlicher Verhaltnisse

    ging ihm ab. Man kann sagen, er betrachtete alle Erscheinungen der Griechischen und Ro-mischen Geschichte nach dem beschrankten, kleinlichen Masstabe der ihm wohlbekanntenVerhaltnisse seiner Vaterstadt)).

    C. P. JONES,Plutarch and Rome Oxford, 1971, p. 111: «Characteristically, he isless concerned with the abstract merits of different constitutions that with the guidance ofconduct. Hence the treatisses contain no systematic discussion of political structures,though it is not difficult to trace the underlying presuppositions)).

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    Esto es, los intereses de Plutarco en la política son fundamentalmenteéticos, aunque no sería difícil, en su opinión, trazar los presupuestossubyacentes a su concepción política. Pero estos presupuestos, pormucho que se lea y relea la obra, no saltan a la vista y, si no nosequivocamos, tal vez haya de buscarse el motivo del silencio de Plutarcoen otras razones. ¿Miedo a la represión política? Quizá podría aducirse,pero no es probable que el largo brazo del César llegase hasta su Quero-nea natal. Una explicación más sencilla se encuentra, a nuestro juicio,en la edad del autor.

    Plutarco ha escrito muy probablemente esta obra en su ancianidad 3

    De ello puede inferirse que el pragmatismo de que hace gala en los con-sejos a su joven amigo es el fruto de la experiencia de toda una vida depolítico sometido a Roma. Ahora bien, este pragmatismo desilusionado,no excluye una fundamentación ética en el quehacer político. Así, porejemplo, al comenzar la obra leemos:

    Fundamente a la política en primer lugar, como cimiento seguro y fir-me, la decisión surgida del juicio y la reflexión, no de un impulso devanagloria, de ambición o de falta de otros recursos)). 798 C

    y a continuación:«Así algunos, por no tener ninguna otra cosa propia que hacer dignade consideración, se meten en los asuntos públicos, sirviéndose de lapolítica como de un pasatiempo)). 798 D)

    donde, especialmente en la segunda cita, puede verse un claro reproche.Pero la lectura de este tratado nos deja un mayor regusto a realismo

    fáctico que a sermoneo moralizante, por más que se parta de unos prin-

    cipios éticos. En esta línea, también al principio del tratado, podemosleer:

    «El político no debe imitar los modos del pueblo sino conocer y usaren cada asunto lo que está en su poder)). 800 A)

    y un poco después:Porque los políticos no sólo rinden cuenta de lo que dicen y hacen en

    su actuación pública, sino que también son objeto de información suscenas, amoríos, matrimonio, hijos y todos sus intereses)). 800 D)

    lo que demuestra un buen instinto psicológico y prudente acierto en elconsejo. Lo mismo podría decirse del largo espacio dedicado al empleo

    3 Cf. K. ZIEGLER,lutarchos von Chaironeia col. 77-78 sobre la cronología de estaobra. Según MITTELHAUS,e Plutarchi Prrreceptis gerendae Reipublicae Berlín, 1911,puede datarse después de Domiciano por datos internos v. p. 26 y con gran probabilidadhacia el final de su vida, entre 115 y 120 p. 29 . En contra VALGIGLIO,id. n. 6.

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    de la oratoria por el político, capítulos 5 al 10, donde encontramos cu-riosas anécdotas sobre ciertas prácticas parlamentarias, todavía hoy vigentes 804 C), combinadas con advertencias sobre la largueza con elpueblo en juegos, teatro y otras manifestaciones externas y la severa ad-monición de no endeudarse para hacerlas 822 D).

    Pero no es nuestro propósito hacer un análisis pormenorizado delcontenido de esta obra, lo que superaría nuestros límites asignados deespacio. Por eso querríamos solamente referirnos, entre los diversossímiles empleados por Plutarco en este tratado, a aquellos que comparanal político o la actividad política con el teatro, como una muestra másdel pragmatismo con que, desde nuestro punto de vista, trata Plutarcola política.

    La utilización de símiles tomados del teatro es amplia, como precisaFuhrman en su excelente estudio de este tema en nuestro autor 4 y granparte de ellos se encuentra en los tratados políticos, como el que ahoranos ocupa, y también en las Vidas Paralelas obras políticas por excelen-cia. Esta incidencia del teatro en la imagen del político parece sugerirque Plutarco concebía la relación político/pueblo en términos parecidosa la de actor/público, como si uno y otro en su cometido de convencer yde mover los afectos, desempeñasen una función similar.

    Once son las alusiones al teatro que encontramos en nuestra obra,que pueden repartirse en tres grupos.

    1. Alusiones al teatro en la vida real

    821 F «De todas las clases de amor que surge en las ciudades en lospueblos por una persona, el mas fuerte a la par más divino nace dela virtud. Pero los honores que provienen del teatro de repartos de di-nero, o de juegos de gladiadores llevan un falso nombre...».

    Pasaje con una clara notación ética.

    817 B «No como algunas personas groseras mal educadas que in-sultan a los coregos en las Dionisias »

    refiriéndose al respeto debido a las personas que ocupan cargos pú-blicos.

    802 E «Sin embargo, el lenguaje del político no debe ser ni juvenil niteatral.. »

    en el c. 6 dedicado a la oratoria.

    F FUHRMAN es irnages de Plutarque parís, 1964, p. 45, donde precisa que Plu-

    tarco emplea 100 veces símiles tomados del teatro, y pp. 241-244.

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    2. Símiles tomados del teatro816 F «Pues es extraño que el protagonista de la tragedia un Teo-doro o un Polo, haga su entrada tras un asalariado que representa eltercer papel y le hable humildemente, si éste lleva la diadema y elcetro)).

    Se refiere a quienes piensan que sólo se puede respetar a los gober-nantes pertenecientes a familias ricas y famosas y no a los pobres y deorigen plebeyo. Y para dar mayor relieve a su opinión contraria aduceel ejemplo de que en Esparta los éforos precedían a los reyes.

    813 E-F «Imitar a los actores que añaden pasión, carácter y digni-dad propia a la representación pero escuchan l apuntador y no sesalen en ritmo y metros de la licencia dada por los que tienen el po-der D

    Este pasaje, como puede verse, tiene un contenido fuertemente rea-lista, pues quienes tienen el poder en este símil son los romanos. Nohay más política que la marcada por Roma, por tanto es absurdo teo-rizar sobre ella, sólo es posible la parenesis ética. No es éste el únicopasaje en que Plutarco muestra su resignación ante las escasas posibili-dades de actuación de un político en Grecia haciendo este símil tras de-cir: a i z@ ozscpávq pfi nohU cppov~Tvpq E nto~sústv,Óp ov ~a occilah~iouq Enávcu zíjc ilscpahiic. 813 E), pasaje discutido por sucorrupción entre otros motivos, pero donde los ilahziouc -aun siendobotas de senadores y no de soldados, como puntualiza C. P. Jones,o.c. p. 133 App. 1- no dejan de ser una visualización del poder. Po-co después en 814 A, tras una comparación de los niños que quierenponerse el calzado o las coronas de sus padres con los magistrados queincitan al pueblo a imitar las hazañas de los antepasados, aconseja de-jar Maratón, Eurimedonte y Platea para la escuela de los sofistas, peroesto no le impide manifestar que, aun haciendo a su patria obedienteal poder constituido, tampoco por ello el político debe, tras tener lapierna atada ofrecer asimismo el cuello al yugo 814 F), lo que no de-ja de ser una expresión significativa de su pensamiento respecto a la re-lación de Grecia con Roma. Podríamos seguir espigando ejemplos perosería alargarnos indebidamente. Creemos con esto dejar de manifiestoque Plutarco, aunque vivía ahora bajo Trajano una etapa de gobiernode Roma bien distinta a las anteriores, especialmente de la de Domi-ciano que conoció directamente en su es,tancia en Roma, no parece to-talmente satisfecho. Mas bien se conforma o se resigna y -aunqueaconseje dejar Maratón, Platea y Eurimedonte a los rétores- él sevuelve también a los ejemplos de los antepasados. Esto es, se refugia

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    en el pasado por la imposibilidad de existencia en el presente de unapolítica griega y por eso tampoco especula sobre ella, como después Plo-tino según Porfirio, porque le diferencia de éste su pragmatismo 5

    804 D «...pues la gente acepta con más gusto al que comienza, porsaciedad y cansancio de aquellos a quienes está acostumbrado, comolos espectadores aceptan mejor al actor nuevo.. D

    Se está refiriendo aquí a las dos vías de acceso a la vida pública queél considera posibles. En este pasaje se trata de la primera.

    805 D «Quien se subleva contra un hombre miserable que ha someti-do a la ciudad con habilidad y audacia, como Cleón o Cleofonte, y leaparta y humilla, hace una entrada brillante, como la de un drama enla política)).

    Se refiere aquí también a la primera vía de acceso a la política, rápi-da y gloriosa, pero arriesgada. Luego tratará del otro acceso, más lento,en el que tiene un papel importante la amistad, describiendo la funciónde ésta en la política con gran realismo y abundancia de anécdotas (capí-tulos 12-15).

    800 «Pero tú mismo que vas a vivir el resto de tus días como en un

    teatro al aire libre...)).La vida del político carece de intimidad, su actuacion está a la vista

    de todos, de lo que derivan consecuencias éticas.

    799 « Y los que se van a dedicar a la lucha o a la gloria políticas,como actores que se caracterizan para el teatro, por fuerza se arrepen-tirán ellos mismos.. D

    Pero esto les ocurre a quienes se dedican a la carrera política sin pre-

    paración, no a quienes lo hacen reflexivamente.

    3 Anécdotas

    Hay por último dos anécdotas en 801 F de Ifícrates, en 817 de De-móstenes, en las que estos políticos se manifiestan con lenguaje del teatro.

    Parece esto, a nuestro juicio, más conforme a la realidad que la opinión de G. J.AALDERS, Political Thought in Plutarch s Convivium septem sapientium~, Mnemosyne30, 1977 p. 38: «Although Plutarch was well aware of Rome s overruling power and su-pervision, the life of the Greek cities continued in his eyes -if on a reduced scale- thatof the city-states of a great past». Para un tratamiento más amplio del tema, en aspectosque aquí no nos interesan, cf. la monografía del mismo autor, Plutarch s PoliticalThought, Amsterdam, 1982.

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    Hemos visto, pues, cómo en estos símiles el político es comparadocon el actor, su vida con la de la escena, símiles que a nuestro ver, de-

    muestran que para el Plutarco desengañado de la vejez lo único a quepodía aspirar ya el político en Grecia era a cumplir su función en eldoble sentido que tiene el término en castellano de representación teatraly desempeño de un cometido subordinado a las necesidades de una tra-ma global cuyo sentido se le escapa al funcionario y cuyo desenlace-a la manera del actor frente a los designios del autor dramático- nopuede alterar.

    Rosa M AGUILARniversidad omplutenseadrid

    La expresión Evay~oq ñ i AopiriavoU en 815 D es lo suficientemente imprecisa co-mo para aceptar con E Valgiglio en su edición de los Praecepta, Milán; 1976 una data-ción de nuestra obra entre el 96 y el 100 d. C.