ADMINISTRACIÓN LÍRICO-D a AMATIOA
Transcript of ADMINISTRACIÓN LÍRICO-D a AMATIOA
ADMINISTRACIÓN
LÍRICO-D a AMATIOA
U m i U fÜHICA E\ DOS ACTOS Y TKE^ CUADROS
ORIGINAL U E .
MíaiTEL RAMOS CARKIÓN
VITAT. A>f:A
MUSIdA DEL
li^AEISTRO OIÍA.FÍ
SEGUNDA EDICIÓN
M A D R I D CEDACEROS, \, SEGUNDO
1 8 8 9
LOS LOBOS MARINOS
Esta obra es propiedad de sus autores, y nadie podrá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España y sus posesiones de Ultramar, ni en los países con los cuales haya celebrados 6 se celebren en adelante tratados internacionales de propiedad literaria.
Los autores se reservan el derecho de traducción. Los comisionados de la Administración Lírico-dra
mática de DON EDUARDO HIDALGO, son los encargados exclusivamente del cobro de los derechos de propiedad.
Queda hecho el depósito que marca la ley.
LOS LOBOS ZIRKÜELA CÓNICA EN DOS ACTOS Y TRES CUADROS
ORIGINAL DE
HXGÜBL HAMOS GAHmON
VITAL AZA MÚSICA D::L
Kstrenada eu el TEATRO DE APOLO la noche del 17 de Mayo de 1887
SEGUNDA EDICIÓN
MADRID R. VELASCO, IMPRESOR, RUBIO, 20
1 8 8 9
TEXAS TECliNOLOGiCAL CüLL£G£ LIB&AISt LUBBOCK, TEXAS
REPARTO
FEBSONAJES ACTOBES
LEONOR SRTA. TEJADA.
DOÑA DOLORES.. . . SRA. GUERRA.
CONVIDADA 1.* SRTA. P I N O .
CONVIDADA 2.' LAGARRIDA.
CRIADA 1.^ FRANCO.
CRIADA. 2 . ' SIERRA.
BAMBALINA SR. CASTILLA.
FKLIPE CRUZ.
DON SEVERIANO (1) RODRÍGUEZ.
DON FERMÍN. VILLEGAS.
PÉREZ VIÑAS.
GÓMEZ CAMPOS.
RODRÍGUEZ CASTRO.
GONZÁLEZ BARREAL.
CONVIDADO 1.» LÓPEZ.
^ CONVIDADO 2.° HERRERO.
MONAGUILLO NOGUERAS.
Convidados de uno y otro sexo. Coro general
El primer cuadro en Madrid. —El segunda cuadro y el acto segundo en Pozuelo
(1) Este personaje cojea muy visible y ridiculamente de la pierna derecha.
-7 1^'
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO
Calle hasta el segundo término A la izquierda del actor, fachada da iglesia. A la derecha una buñolería. Está amaneciendo. Í:I Sereno, que duerme en el quicio de la puerta de la iglesia, se despierta al toque de misa, se espereza, apaga el farol y vase.
E S C E N A P R I M E R A
Cruzan la escena, de izquierda á derecha, BAMBALINA y sus cuatre compañeros, marchando acompasadamente, con el aire de la cancióa
de la Escena V. Entran en la bañolorí».
Música
CORO DE BEATAS y MONAGUILLO
BEATAS Ya sonó el primer toque de la misa del alba, y á las diez, como fiesta, la tendremos cantada. Por la tarde, novena, por la noche, sermón... ¡Está una fatigada con tanta ocupación!
Mi marido me riñe porque paso la vida en novenas y rezoy y sermones y misas.
— 6 —
Pero yo le respondo con cristiana humildad: «¡Que calles ó q u e g r u ñ a s (Muy rabaneras.) lo mismo se me da! ¡>
¿Empiez^ ya la misa? (AI Monaguillo, <[ue sale á la puerta de la iglesia.)
MoN. Muy pronto empezará. BEATAS ¿Quién dice la primera? MoN. El Padre Sebastián. BEATAS A mí el Padre Fulgencio
me gusta mucho más. MoN. Pttes ese tiene hoy boda,
y ya no tardará, (vase.)
BEATAÍ ¿Hay boda? ¡Me alegrol Oiremos el sí. Las misas de boda me gustan á iní.
¡Y'ámí! ¡Y á mí!
¿81? ¡Mucho que sí!
De rodillas los novios, los padrinos al lado, ella triste y llorosa, él con cara de palo. La mamá gimotea, y suspira el papá, y piensan los an^igos lo que sucederá.
¡Qué recuerdos, Dios mío! iQué recuerdos. Dios santo! Me casé jovencita hace ya no sé cuánto;
{)ero yo los detalles os recuerdo muy bien... |De nialos pensamientos que Dios nos libre, amén!
(Se Bantignan y entran en la iglesia.)
ESCENA II
DON SEVERIANO, MONAGUILLO
Hablado
D. 8EV. (AI Monaguillo.) ¿Han venidoya los de la boda? MoN. No, señor; pero si usted quiere puede pasar
á esperarlps en la sacristía, (va e ei Monaguüio.) D. SEV. Gracias. Prefiero tomar el fresco, (se pasea
muy agitado.) ¡Yó no sé por qué vengo, no lo sé! Es decir, ¡sí lo sé! ¡Para que no se diga! Para que no crean que estoy llevado de los demonios... como lo estoy. ¡No aceptar mi mano; una mano cansada de contar onzas de oro! ¡Preferir á ese mequetrefe! ¡Un em-pleadiUo de tres al cuarto! Al menos el primer marido era todo un hombre: ¡un marino valiente y arrojado! ¡Pobre amigo mío! Si él viviera no consentiría que su mujer se casase con ese zascandil. Pero, es claro: ¿cómo había de consentirlo? ¡Qué cosas dice uno cuando está nervioso! (sigue paseándose agitado.)
ESCENA III
DICHO, CRIADA 1.* y CRIADA 2.'
CRU. 1.a Anda, no te detengas, que me he entretenido mucho en la carnicería.
CRIA. 2.» Espera un instante, que no hago más que entrar aquí á comprar unos buñuelos.
CRIA. 1.a ¡Qué! ¿Tus amos toman con buñuelos el chocolate?
CRIA. 2.a Es capricho del señorito. ¿El tuyo con qué lo toma?
— 8 -
CRIA. 1.a ¿El mío? Algunas mañanas con mojicón. CRIA. 2.a Ya están buenos los señoritos. CRIA. 1.a Anda^ mujer, anda, que se nos Hace muy
t a r d e . (Entra la Criada 2.* en la buñolería.—A D. Se-veriano.) Caballero, ¿tiene usted la bondad de decirme qué hora es?
D . S E V . (Deteniéndose y sacando el reloj.) L a S cincO y media.
(«RÍA. 1.a ¿Anda usted bien? D. SEV. ¡Ando como me da la gana! CRIA. 1.a Usted dispense, caballero. No había repara
do mayormente. C R Í A . 2.a (con una sarta de buñuelos.) A^amoS CUando
quieras. CRIA. 1.a Vamos. Quede usted con Dios, caballero.
(imitando la cojera al tiempo de marcharse.) ¡Que d e u s t e d c o n Dios ! ¡Já, j á , j á !
I). Sfiv. ¡Vaya usted enhoramala! ¡No me faltaba más que esto! ¡Que se me burlara una fregona! No sé en qué consiste, que todo el mundo nota en seguida este pequeño defecto... ¡Ahí ¡Ya vienen! Procuraré dominarme y presenciar el acto como si no me importase.
ESCENA IV
DICHO, LEONOR. FELIPE, DON FERMÍN. DOÑA DOLORES, CONVIDADOS. CORO GENERAL.-(Don Severiano saluda con marcada
afectación á los novioi y á los papas.)
M ú s i c a
CORO Vamos hacia la iglesia que es tarde ya,
vamos, que el señor cura esperará.
Mira la linda novia qué alegre va,
y mira qué orgulloso el novio está.
- . g —
¿Pues y el papá? ¿Y la mamá?
En cambio, Don Severo qué afligido está.
¡Já! ¡já! ¡já! ¡já! ¡Jal ¡já! ¡já! ¡já!
No se rían us tedes (conteniendo la risa.) que lo notará.
FELIPE ¡Qué g02o, vida mía! Si hoy somos dos,
pronto seremos uno, gracias á Dios
Aunque si bien se mira, más fácil es
que antes de hacer el año seamos tres.
LEONOR No digas esas cosas, calla por Dios,
basta que en tanta dicha seamos dos;
que en momentos como este, con frenesí,
yo deseo tan sólo pensar en tí.
FELIPE LEONOR
¡Y yo en tí! ¡Y yo en tí!
D. FERM. Y D.* DOL. Más prudencia, jóvenes,
no os pongáis así; que esas frases íntimas
no están bien aquí.
CORO
^ \0 ^
¡Pobrecitos! ¡Déjenles! Es muy natural,
que comeados tórtolos quiéranse arrullar.
El Señor protéjales; no haga Beicebú
que se trueque en lágrimas el dulce rú-rú.
(Imitando el arrullo de las tórtolas ) rú-rii
FELIPE Y LEONOR ¡Mi estrella! ¡Mi cielo!
Mi amor! ¡Mi alegría! Mi encanto! ¡Mi gloria! Mi anhelo! ¡Mi dicha! Mi afán! ¡Mi deleite! Mi bien! ¡Mi delicia! Mi luz! ¡Mi teboro! Mi alma! ¡Mi vida!
¡Eres mi ventura! ¡Vales un Perú!
lo que vales tú.
CORO
D. FERM.
CON. 1. C O N . 2.^ D. F E R M .
(Arrullando.) ¡Uú! ¡RÚ! ¡RÚ! jRú!
Hablado
¡Hijos míos! Antes de que entremos en la casa del Señor, me creo obligado á dirigiros la palabra. (Discurso tenemos.) (¡La manía de siempre!) ¡El matrimonio, hijos míos, es un acto muy serio, muy grave, muy trafícendentall Cuando un hombre se decide á arrostrarlo, debe meditar profundamente sobre la convenien-
D." DoL. D. FERM.
D.a DoL.
D. FERM.
Tonos D.a DoL. D. FERM. FELIPE LEONOR D.a DoL.
D. SEV. D. FERM
TODOS FELIPE LEONOR D. FERM.
D. SEV.
— 11 —
cia de llevarlo á cabo, porque por alijo dice el pueblo... y Vox populi vox Dei, r<el Iniey suelto bien se lame,» y «antes que te <ases mira lo que haces.» Pero, Fermín... (Tienes razón. Estos refranes no son muy oportunos.) ¡Hijos míos! ^Para no prolongar por más tiempo vuestra natural impaciencia, en momentos tan críticos como los actuales, me concretaré á deciros: ¡Animo! ¡Valor! ¡ Y sea lo que Dios quiera! Pero, hombre, cualquiera diría que van á correr algún peligro. ¡Es verdad! En fin, ya comprendéis lo que quiero deciros. ¡Que seáis muy dichosos! ¡Que la felicidad os sonría! Que... q\ie.,. En fin, que Dios os conceda todos los bienes de este mundo, y la gloria eterna en el otro. ¡Amén! (A D. Fermin.) (¡Bastarde toiitcrías!) (Mi mujer es enemiga de la oratoria.) ¡Vamos! ¡Vamos á la iglesia! ¡Sí, vamos! (A D. Severiano.) (¡Qué impaciencia tan natural!) (¡Le pegaría un palo á ese monigote!) ¡A la iglesia, señores! (conteniéndolos) ¡Ah! Ya saben ustedes el programa. En cuanto acabe la ceremonia, á casa á tomar el chocolate: luego, todos á la Estación, y desde allí á Pozuelo, á pasar el día en nuestra casita de campo. ¡Aprobado! ¡Aprobado! ¡Leonor de mi alma! ¡FeUpe de mi corazón! (A D. Severiano.) Mire usted, mire usted qué pareja. (¡Una pareja de orden público haría aquí falta, si yo me dejase llevar de mi genio!) (Entran en la iglesia.)
ESCENA V
BAMBALINA, PÉREZ, RODRÍGUEZ, GÓMEZ y GONZÁLEZ
salen de la buñolería
Masica
LOS CINCO ¡Qué desayuno—¡cielos!— tan poco conveniente! ¡Dos míseros buñuelos y u6 poco de aguardiente! jMeñor fuera el apuro después de este refuerzo, si viéramos seguro siquiera un mal almuerzo! ¡Mas ¡ay! que no se paga el arte nacional, pues todo se lo traga ese teatro Real!
Víctimas ya de ingleses, la gente nos maltrata: llevamos quince meses sin ver una contrata. Cantantes aplaudidos de públicos "severos, nos vemos hoy perdidos y andamos casi en cueros. ¡Oh, Dios! ¡Cuánta indigencia! ¡Con suerte tan feroz
{)erdemos la paciencia, as carnes y la* voz!
—¡Yo tengo un hambre atroz! —^¿Atroz?
—¡Atroz! —¡Pues yo me comería un plato así de arroz! —¿Con pollos?
—¡O sin ellos!
— 13 —
—¡Con ellos es mejor! ¡Le dan un gran sabor!
¡Sí, señor! ¡Sí, señor!
L o s CINCO
L o s CINCO
PÉREZ BAMB.
GONZ-RODRÍG. GÓMEZ BAMB. Los CUAT. BAMB. PÉREZ GÓMEZ RODRÍG. GONZ.
—¡Arroz con almejitas! —¡Y unos esparraguitos! —¡Y unas alcachofitíis! -^¡Y unos iangostinitos! —¡Cangrejos y sahnón! —¡Merluza y salchichón! —¡Pechugas mantecosas de pavo ó de capón! —¡ChuletaíS deliciosas! —¡Chorizos y jamón! —¡No hablemos de esas cosas en esta situación! —¡Jamón!
—¡Salmón! —¡Salchichón!
¡De Vich ó de Lyón!... (Fermata con bostezo.) —¡Dichoso el que se muere de una indigestión!
Hablado (1) jBueno está el arte! ¡Bueno! ¡Bueno y bueno! Señores, con lamentaciones nada se consigue: pensemos en poner remedio á nuestra triste situación. ¿Y cómo? ¿Por qué medios? ¿De qué manera? Meditemos. Meditemos (pausa.) Venga un cigarrillo. Saca un cigarrillo, (A Gómez.) U n cigarrillo, (A Rodríguez.)
ÍTienes un cigarrillo? ) a m e u n cigar... (volviéndose á la derecha.) No
tengo.
(l) Bambalina.^ Pérez. - Gómez. — Rodríguez. — González. — Loa personajes están colocados de Izquierda á derecha del actor.
— i4
GÓMEZ RoDRÍG. PÉREZ BAMB.
GÓMEZ
PÉREZ BAMB. GONZ.
GÓMEZ RoDRÍG. B A M B .
P É R E Z
Béitfl :
G O N Z .
B A M B ,
L o s CUAT. BAMB.
P É R E Z
B A M B .
G O N Z .
RODRÍG-
BAMB.
GÓMEZ
Yo tengo un poco de tabaco. Yo un übrito de papel. Y yo fósforos. Y yo mucha gana de fumar. (Hace ei pituio mientras siguen hablando.) Es preciso que á todo trance encontremos una contrata. ¿Para dónde? Para cualquier parte. En Madrid no pensemos; aqwí no hay medio de meter la cabeza. Pensemo^-en provincias. Las pj:0f incias están perdidas. L o ^ u e estamos perdidos somos nosotros. &f encontrásemos un empresario para Ultramar... Allí diceh que se gana mucho di ñero. Amigos míos, no lo sabéis bien. (1) Siempre recordaré mi temporada del otro mundo. ¿Pero tú has pasado el charco? Yo he pasado todo lo que hay que pasar. Aquel es un país... ¡Qué riqueza! Con deciros que aUl no se conocen los perros... ¿Eh? Los perros chicos ni grandes. AUí no hay níoneda de cobre; no hay más que onzas de oro.—¿Tomas un café? ¡Una onza! ¿Vas á la peluquería? ¡Otra onza! Entras en el limpiabotas? ¡Otra onza! Ppro, hombre, ¿y cónao no te has traído ninguna? Puespor eso... porque tuve que darlas todas, rero, ¡ganar! Aquello es fabuloso, ¡Siempre recordaré los cinco meses de Matanzas! .¿Cinco meses de Matanzas? ¡Cómo te habrás puesto el cuerpo de embutido.?! No es eso, hombre. Matanzas es una población importantísima de la isla de Cuba, La noche de mi beneficio, sobre todo, aquello ñié un escándalo. ¿Te silbaron?
(l) Pérez,-Góme2.-Bamballna.*-Rodríguez,-Gonzál6e.
PÉREZ BAMB.
- i 5 -
BAMB. ¡Quiá, hombre! Una ovación, un estrépito, un delirio. Hice El Molinero de Suhim, y estuve verdaderamente inspirado. Sobre todo en la romanza del acto segundo. Con qué sentimiento dije aquello de ¡Nadie, nadiel (cantando.)
ÍNo había gente en el teatro? Jn Uenoj y al acabarse la funcjón me die
ron diez ó doce coronas; me dieron tres escribanías de plata; me dieron una canastilla con onzas de oro; me dieron infinidad de alhajas; y cuando, satisfecho de mi triunfo, salía del teatro, me dieron...
RoDRÍG. ¿Una serenata? BAMB. NO, me dieron unas calenturas mahgnas,
que por poco me muero. PÉREZ ESO es lo malo que tiene aquella tierra, el
clima. GÓMEZ Peor es el de Madrid. BAMB. ¡NO te quejes de este clima! Cuando hemos
pasado todo el invierno con estos trajes, sin habernos muerto, es que la temperatura no puede ser más benigna.
PÉREZ ¡No! Eso lo que prueba es que el frío nos entraba por un agujero y nos salía por otro. (Marcando dos que tiene en el chaquet.)
BAMB. Convenzámonos, 'caballeros. Si hemos de pretender algún ajuste, ¡empecemos por vestirnos con decencia!
GÓMEZ Bueno, ¿por dónde empezamos? BAMB. Por el pantalón, eso es lo primero. RoDRÍG. Verdaderamente el empresario que uos vea
así, en vez de contrata nos dará una hmosna. BAMB. ¡Ojalá! ¡Pero ni auneso! Y que tengan que
ir tan destrozados por esas calles unos artistas acostumbrados á vestir de brocatel y oro y piedras preciosas. ¡Qué equipaje el mío! (1)
JlODRÍG. ¡Y el mío! PÉREZ fY el mío! GÓMEZ ¡Y el mío!
(i) Gómez.—Pérez.—Rodríguez.-Bambalina.—González.
BAMB.
P É R E Z
GÓMEZ
BAMB.
GONZ.
BAMB. GONZ. BAMB. RoDRÍG. PÉREZ GÓMEZ G O N Z .
B A ^ . '
jtóDRÍG. P É R E Z
GÓMEZ G O N Z .
P É R E Z
GÓMEZ
BAMB.
GONZ. BAMB.
PÉREZ
BAMB. TODOS
— 16 —
Si todo el año fuese Carnaval, nos habíamos salvado. ¡Yo me paseé por Madrid los tres días vestido de general Bum-bum! ¡Y yo de Robinsón! ¡Y yo de ('zar de todas las Rusias, en Cata-linal Pues, hombre, se* me ocurre uija idea. Hay un medio de que tengamos ropa. ¿Cuál? Empeñar vuejrtros equipajes y compramos unos trajepilíos de entretiempo. ¡Mi equij^aje no se puede empeñar! ¡Ni ^ 6iío! ¡Ni'el mío! ¡ríi el mío! ¿Por qué? Por que lo tengo empeñado. ¡Y yo! ¡Y yo! ¡Y yo! ¡Qué lástima! Yo me deshice del mío el primer jueves de cuaresma. Y yo llevé .el mío á una casa de préstamos el miércoles de Ceniza. Pues yo no pude esperar tanto como vosotros... y el martes de Carnaval, por la tarde, me desnudé en el Monte de Piedad, y me lancé á la calle en paños menores. ¿Cómo? Por fortuna me consideraron máscara y no fui á dormir á la prevención. Nada; es preciso pensar seriamente en el medio de salir de esta situación añictiva. Sí; meditemos. Medi temos . (Se agrupan hacia la derecha mirando al suelo y muy pensativos.)
— 17 —
ESCENA VI
DICHOS, DON SEVERIANO, que salo fio la iglesia.
D. SEV.
BAMB. D. SEV.
BAMB. PÉREZ BAMB.
D SEV. BAMB.
D. SEV. BAMB.
L o s CUAT. D. SEV. BAMB.
D. SEV.
BAMB.
D. SEV. L o s CUAT.
(No puedo; no puedo asistir con calma ñ esta ceremonia. Con qué energía ha contcstaxio la ingrata el dulcísimo sí, mirándome de reojo, como quien dice ¡Chúpate esa! Xo tengo paciencia para más. Cuando salgan buscaré cualquier pretexto para no acompañarles en su excursión á Pozuelo.) ¡Calle! ¿Qué es lo que miro?
(¡No quiero ser testigo de ciertas intimidades que me pondrían más nervioso.^ (¡Sí, es él!) (¿Quién?) (Dejadme, dejadme.) (1) ¡Mi señor don Severiano! ¡Eh! V e n g a u n a b r a z o . (Abrazándole con exagerada efusión.) ¡Bambalina! ¿Tú por aquí? ¡El mismo! Compañeros, acercaos y saludad á este ilustre protector del arte lírico. ¡Caballero!... ¡Señores!... Mi empresario d( l teatro de Cárdenas. Un hombre que ha gastado una fortuna en sostener en aquellos remotos países el pabtv llón del arte nacional. No exageres, amigo Bambalina. Yo sólo fui empresario una corta temporada, por puro compromiso. Y porque le gustaba :V usted la primera tiple. ¡Picarón! No podéis figuraros el partido que este hombre ha tenido siempre con hu« mujeres. ¡Pche! Algo, algo. Se comprende.
(l) Don Severiano.—Bambalina.— Gómez.— González. Rodríguez.
Pérez.—
— 18 — BAMB. (Presentándoles.) El señor Pérez, primer baríto->
no. El señor Rodríguez, primer bajo. El señor Gómez, primer tenor cómico, y el señoí González, primer corista...
GONZ . Y parte por medio. BAMB. Y partido por la mitad, como todos nos
otros. Don Severiano Zabaleta, primer propietario, hacendado, capitalista y hombre de muchísimo dinero.
PÉREZ ¡ Ah! (inclinándose exageradamente.) TenemOS t an to gusto.. .
GÓMEZ I ^^^^^^^ ^ ^ s Órdenes. RoDRiG. Somos unos servidores de usted. BAMB. ¡Cuánto celebro este encuentro inesperado!
Vamonos al café, y tomará usted lo que quiera.
Los CUAT. Sí, sí. ¡Al café! ¡Al café! D. SEV. NO; dispensen ustedes; no puedo separarme
de aquí. Estoy de boda. BAMB. ¡ES posible! ¿Se casa usted? Sea muy enho
rabuena. D. SEV. NO; yo no me caso. Desgraciadamente el no
vio es otro. BAMB. ¿Le gusta á usted la novia, eh? D. SEV. ¡Muchísimo! Yo la hubiera hecho fehz; pero
vean ustedes lo que son las mujeres: ha preferido unirse á un quidam que no tiene sobre qué caerse muerto.
BAMB. ¡Parece increíble! D. SEV. Pues no ha querido aceptar mi mano, y me
ha desairado por ese mequetrefe. BAMB. Desairarle á usted... A un hombre de su po
sición. GÓMEZ Y de su fortuna. RoDRiG. Y de su físico. PÉREZ Y de su químico, D. SEV. Pues, aunque parezca mentira, esa es la ver
dad. Verán ustedes lo que me pasa. Yo ne-cesito desahogarme con alguien (1).
BAMB. Desahogúese usted.
(l) González,-Bambalina.-Don Severiano.-Gómez.-Pérez-Bodrígnez.
— 19 —
GONZ, Sí, sí; que se desahogue. D. SEV, Pues bien; yo conozco á esta muchacha des
de hace siete años, cuando estaba recién casada.
BAMB. ¿Recién casada? D. SEV. Con su primer marido. BAMB. ¡Ah! ¡Pero es viuda! D. SEV. Sí; pero una viuda especial. Oigan ustedes
la historia. BAMB. Oigamos. GONZ. Desahogúese usted. D. SEV. SU primer marido era íntimo amigo mío; le
conocí en la Habana; un capitán de la marina mercante, hombre rudo y de carácter áspero, pero de gran corazón y de excelentes prendas. Y ahora que recuerdo: si tú le conocías también.
BAMB. ¿YO? D. SEV. SÍ, hombre, sí. Aquel que estaba siempre
conmigo en el teatro. BAMB. ¡Ah! Sí. Uno feo, con una perilla muy ne
gra y una cicatriz en la frente. D. SEV. ¡Justo! BAMB. Que se llamaba don Gregorio. D. SEV. Don Gregorio Trinquete. Ese mismo. BAMB. Si me contó su historia. Estaba casado por
poderes con una joven, á cuya madre sacó del mar, salvándole la vida.
D. SEV. ESO es. Momentos antes de zarpar él de Vigo con rumbo á América, esa señora, que había ido con su esposo y su hija á visitar el vapor que mi amigo man^daba, se cayó al mar, y Gregorio se lanzó al agua y la salvó, no teniendo tiempo más que para despedirse de aquella familia y escuchar sus frases de reconocimiento.
PÉREZ (Esto parece una novela de folletín.) D. SEV. En el alma del marino quedó grabada la
imagen de Leonor, á quien no había visto sino breves instantes. Por escrito, y desde países remotos, declaró á la joven su amorosa pasión; ella, instigada por sus padres, que conservaban gratitud al marino, aceptó aquellos amores, que tenían mucho de ro-
— 20 —
GONZ. D. SEV.
PÉREZ D. SEV.
GONZ.
D. SEV.
PÉREZ GÓMEZ
D. SEV.
BAMB. D. SEV.
BAMB. D. SEV,
PÉREZ
BAMB. D. SEV.
mántico; se formalizaron éstos, siempre por escrito, y hace ocho años Se casaron por poderes, estando ella en Madrid y él en Buenos Aires. ¡Pues no estaban poquito lejos! Días antes de salir yo para España, retirada ya de mis negocios mercarítiles, Gregorio me abrazó estrechamente y me dijo... (Estamos en el capítulo segundo.) ' Cuando llegues á Madrid, vete á la calle de Leganitos, número veintisiete, principal; pregunta por don Fermín Peralejo, dile que vas de parte de su hijo político, abrázale en mi nombre, y abraza también á mi mujer, ya que, desgraciadamente, yo no he podido abrazarla todavía, Pero, ¿cómo? ¿Ese hombre no había abrazado nunca á su mujer? NO, señor. Por eso les decía á ustedes antes, que es una viuda... muy especial. Prosigo la historia. (Capítulo tercero.) (Este hombre debe ser sobrino del Padre Mariana.) Los suegros de Gregorio me recibieron con los brazos abiertos, y Leonor, desde el primer instante me pareció una mujer encantadora. Únicamente la consideración de que era esposa de un amigo mío, me hizo contenerme dentro de los límites de la más exquisita prudencia. Eso es ser un buen amigo. Pasaron algunos meses, y un día... ¡horrible día! la sombra del dolor obscureció la casa del señor de Peralejo. Esto es interesante. ' Todos los periódicos anunciaron el naufragio del vapor Pelícano^ cuya tripulación y pasajeros habían perecido entre las alteradas olas del Pacífico. (Yo creía qire el Pacífico no se alteraba nunca) jDe manera que don Gregorio?... ¡Murió! ¡Infehz amigo mío!
BAMB.
GONZ. D. SEV.
BAMB. D. SEV. B/VMB. D. SEV.
BAAÍB. PÉREZ ' GÓMEZ GONZ. BAMB. RODRÍG. D. SEV. RODRÍG. GONZ. BAMB. D. SEV.
TODOS D. SEV. PÉREZ BAMB. D, SEV. BAMB.
D. SEV. BAMB, D, SEV.
BAMB.
— 21 —
¡Pobrecito! (Creo que debemos conmovernos. Saca el pañuelo.) (A González.) (NO lo tengo.) Dejé que transcurriera el año de luto, y para aUviarlo me pareció el medio más oportuno ofrecer mi amor á la afligida viuda. Muy bien pensado. Ella no dijo ni sí ni no. Diría ¡qué sé yo! NO; no dijo nada. Pero con sus ojos me revelaba que yo no le era indiferente. En esta dulcísima ilusión he vivido cinco años, cuando de pronto, sus padres, en quienes yo confiaba,.y á los cuales desde entonces aborrezco, me anunciaron que Leonor se casaba con un primito suyo, con ese á quien hace un naomento habrán echado la bendición nupcial. Díganme ustedes si tengo ó no motivo para estar desesperado. ¿Quién lo duda? ¡Ha sido una infamia! ¡ Hespreciarle á usted! ¡A un hombre de sus circunstancias! X de su figura. Y de su edad, porque usted es joven. Cincuenta años. Muy Joven. Casi un chico. (SÍ, chico... en grande.) No creo que hay motivo para que una mujer me rechace, por que... este pequeño defecto... ¿Cuál? Este; el de la pierna. No habíamos reparado... Apenas se nota. Eso digo yo. Cuando yo le conocí á usted en Cuba, no tenía usted eso. No; fué poco después; en un duelo. ¡Ah! <¡Es un vahente!) ¿En un duelo, eh? Sí, señor; al salir de una visita de pésame, cal por la escalera y me fracturé el tobillo. ¡Ah! (¡No es un vahente!)
— 22 —
PÉREZ D. SEV.
BAMB. D. SEV. BAMB.
D. SEV. BAMB.
PÉREZ RODRÍG. BAMB. D. SEV.
BAMB. D. SEV.
BAMB. D. SEV,
RODRÍG. GÓMEZ BAMB.
D. SEV, TODOS D. SEV.
Y ¿piensa usted dejar eso así? ¿Cuál? ¿Lo de la pierna? Ya no tiene remedio.' No; ¡dice lo de la boda! No tiene remedio tampoco. ¿Cómo que no tiene? ¿No piensa usted vengarse? (cantando con la música de «Jugar con fuego.)» «¡La venganza, la venganza es muy sabrosa !» Pero es muy diñcil. Cuente usted con nosotros, si en algo podemos serle útiles. Sí; cuente usted con nosotros. Estamos sin contrata. Y sin un céntimo. ¡Callen .ustedes! (¡Qué idea! ¡Sí! Es arriesgada, ^pero lo mferecen.) Cuento con ustedes desde luego. ¿Para Ultramar? ¡No! ¡Para aquí! ¡Ahí Ya salen de la iglesia. No quiero que me vean con ustedes. Ocultémonos. ¿Dónde? Aquí en la buñolería. Desde ahí les enseñaré á ustedes las personas en quienes deben fijarse. ¡Vamos! ¡Vamos! (Nos desayunaremos por segunda vez.) ¡Pase usted! ¡No, ustedes! ¡Usted antes! Gracias, (Entra en la buñolería. Todos le siguen imitando su cojera.)
ESCENA Vil
FELIPE, LEONOR, DON FERMÍN, DOÑA DOLORES, y Coro'de convidados, salen de la iglesia.
CORO
Hüsica
Oh, dulces y hermosos feüces instantes,
— ¿3 —
desde hoy son esposos los que eran amantes. De dicha la suerte les colme el hogar, y Dios les conceda ventura sin par.
(Vanse todos por la derecha.)
ESCENA VIII
DON SEVERIANO, BAM^AL1NA, PÉREZ, GÓMEZ, y RODRÍGUEZ, salen de la buñolería y vanse por la izquierda.
¡Chitón! ¡Chitónl ¡Precaución! ¡No se agüe la función! ¡Muchísima prudencia! ¡Y circunspección!
PIN DEL CUADRO PRIMERO
Telón corto de campo con postes telegráficos y algún detalle propio de vía férrea. Preludio imitativo de la marcha del tren. Al final se oye una voz lejana, que grita: «¡Pozuelo! !ün minuto!»
HVTACIOIV
CUADRO SEGUNDO
Jardín (l). Al foro^ un hotel con planta baja, y piso principal. Esce-linata de dos peldaños. Tres balcones practicables en el primer piso. Puerta grande y ventanas en la sala de Ingreso. En el jardín dos bancos rústicos. La veija se supone á la derecha. Al fondo, arboleda espesa. A ambos lados de la puerta dos grandes farolas sobre columnas de hierro.
(l) Véanse las notas importantes que van al final de la obra.
— 24 —
ESCENA PRIMERA
Al efectuarse la mutación, el coro de hombres estairá en la sala baja bebiendo con gran regocijo. Entran en escena, por la derecha, Leonor y el coro de señoras, con trajes de campo y sombrillas de colo
res vivos.
Hnsica
LEONOR y CORO DE SEÑORAS
CORO Dichosa tú que te has casado llevada sólo del amor y que en Felipe has encontrado de los maridos el mejor. Su genio plácido y afable dá confianza en su querer; es un marido manejable, que es lo que ansia la mujer.
Has hecho muy bien eligiendo así, que don Severiano no era para tí. No era para tí , has hecho muy bien, pues tiene más años que Matusalén.
LEONOR No hacen los años que no le quiera, sino lo feo de su cojera.' Aunque los hombres en muchos casos, dan, sin ser cojos, muy malos pasos, teniendo amante tan escogido no escojo un cojo para marido.
— 25 —
Porque tendría mucho que ver, yendo del brazo con su mujer; ir por las calles haciendo así: ya me tuerzo^para acá, ya me tuerzo para aquí.
(imitando la cojera de don Severiano y apoyándose para esto en la sombrilla.)
CORO Ya se tuerce para acá, ya se tuerce para aquí.
LEONOR Hay quien á un cojo escogería, porque no oculta su picardía; pues aunque el cojo muy listo sea, va el pie enseñando de que cojea. Mas si lo quieren, muy buen provecho, yo quiero esposo que ande derecho.
Porque tendría mucho que ver, etc.
CORO Ya se tuerce para acá, ya se tuerce para aquí.
Hablado
CON. 1.a jYa! jYa! Tiene gracia, pretender casarse contigo un mamarracho semejante.
LEONOR YO me alegro muchísimo de que no haya venido con nosotros á Pozuelo.
CON. 2.a Desapareció de la iglesia durante la ceremonia, y no le hemos vuelvo á ver.
LEONOR
CON. 1.
LEONOR
D. FERM.
ELLOS ELLAS
CON. 1.* LEONOR
CON. 1.a
LEONOR FELIPE
LEONOR
CON. 1. LEONOR
CON. 1.*
FELIPE
— 26 —
Ni falta que hace. No j)odéis figuraros lo imprudente que estuvo cuando entramos en la sacristía. Empezó á hablar de mi primer marido, de su excelente amigo Gregorio, como él le Dama, y echó varias indirectas respecto á la inconstancia de las mujeres, aludiendo á nu, sin duda; lo cual, como es natural, lío le hacía gracia á Felipe ni á mí tampoco. Verdaderamente es una imprudencia hablar de tu primer marido cuando ibas á unirte al
• segundo. Y sobre todo, cuando se trata de un hombre á quien yo apenas conocí, y al que di mi mano por gratitud; nada más que por gratitud, y cuando era una niña, cuando no tenía más que dieciséis año'te. (por la izquierda.) ¡Scñoras! ¡Caballeros! Que el ponche está preparado en el cenador. (Dentro.) ¡Vamos l S í , sí; v a m o s , (LOS caballeros bajan, ofrecen el brazo á las señoras, y se van por la izquierda. Don Fermín entra en la casa.)
¿Tú no vienes, Leonor? (1) ¡Ay, no, hija! Prefiero quedarme aquí, lejos del bullicio. ¡Vamos! ¡Y cerca de e6e! (por Felipe, que viene de la sala baja.) ¡Qué maliciosa eres! Toma ¡vida mía! Te he guardado esta yemi-t a d e coco. (Dándosela.) jAy! Por Dios no me hables de coco, que me recuerda á mi primer marido. ¿Tan feo era? No es eso; sino que me mandaba muchos cocos d e s d e A m é r i c a . (Felipe se come la yema.) ¡Ah! Vaya, les dejo á ustedes, que tendrán mucho que hablar. Figúrese usted: son las cinco de la tarde, y desde que nos echaron la bendición no hemos podido estar solos, ni cinco minutos.
(l) Convidada 1.*—Leonor.-Felipe.
— 27 —
CON. 1.* Pues, hasta luego, esposa feliz. (La besa >- vase por la izquierda.)
LEONOR Adiós.
ESCENA II
LEONOR y F E L I P E
FELIPE ¡Ay! ¡Por fin podemos hablarnos sin testigos! ¡Leonorcita de mi alma! (Abrazándola.) (1)
LEONOR Quita; que pueden vernos papá ó mamá. FELIPE ¿Y qué? Esa observación estaba ayer muy
en su lugar; pero, hoy... siendo tu esposo, puedo abrazarte cuanto quiera.
LEONOR Pero no en público. Los matrimonios no van por esas calles de Dios haciéndose esas demostraciones de cariño.
FELIPE Todo me parece poco para probarte lo que te quiero. Lo único que me atormenta es el pensar que hayas podido amar al otro.
LEONOR Si ya sabes que yo no le quería; que tú eres mi primero y único amor.
FELIPE Bueno; pues de todas maneras necesito que me demuestres todo eso concediéndome un favor que voy á pedirte.
LEONOR ¿Cuál es? FEUPE Que quites de esa sala el retrato de tu pri
mer marido. En la mesa tuve la desgracia de sentarme enfrente de él, y se me ha indigestado el almuerzo.
LEONOR ¡Qué tontería! FELIPE Tiene una cara tan fosca que da miedo.
Aquella mirada tan feroz, aquellas cejas tan pobladas, aquella perilla tan espesa y aquel chirlo en la frente, le dan un aspecto terrible. Parecía que asomándose al marco me miraba, como diciéndome: «¡Bribón! Tú vas á disfrutar las dulces caricias de esa mujer, á quien yo no pude ni abrazar siquiera.» Te digo que me ha impresionado mucho. Esta noche voy á soñar con él.
(l) Felipe.—Leonor.
— 28 —
LEONOR No; no soñarás, . •. n FELIPE NO se me borra de la imaginación aqueUa
fisonomía... Ese hombre podrá haber sido un marino muy arrojado, muy valiente, todo lo que quieras, pero lo que es feo, era muy feo. Confiésame que era muy feo.
LEONOR SÍ, hijo, sí. Te lo confieso. FELIPE Bueno; pues hay que quitar ese retrato. ^ LEONOR Piensaquemamá lo tiene en mucho aprecio. FELIPE NO importa; yo no transijo; hay que quitarlo. LEONOR Pero... FELIPE ¡Nada! ¡Hay que quitarlo!
ESCENA III
DICHOS, DON FERMÍN y DOÑA DOLORES, salen de la casa.
D. FERM. LEONOR
D. FERM. D.a DoL.
D. FERM. D.a DoL.
FELIPE
D.a DOL.
D. FERM.
D.a DoL.
D. FERM.
¿Qué es eso? ¿Qué es lo que quieres quitar? ¡Tonterías de este! Que se empeña en que descolguemos de esa sala el retrato de Gregorio. Bueno; pues que lo descuelguen (1). No, señor. De ninguna manera. Eso sería una ingratitud. Yo no puedo olvidar que le debo la vida. ¡Es verdad! ¡El te salvó! (suspirando.) ¡Y de qué modo! ¡Con qué decisión se lanzó al mar, y me sacó á nado hasta la escalerilla del vapor! ¡Aquello no era un hombre; era un perro de aguas! (A Leonor.) (En el retrato más bien parece un perro de presa.) Es una acción que no se borrará nunca de mi memoria. El infeliz expuso su vida por salvarme, cuando ni siquiera me conocía. Si te hubiese conocido, acaso no lo hubiera h e c h o fCon la mayor naturalidad.) ¡Es posiijle! Porque tú me conocías bastante y no f ui¿te para echarte al agua. No recordemos cosas tristes. Hoy es día de fehcidad y de regocijo. Hoy es día de sen-
(i) Felipe.—Leonor.—Don Fermín.—Doña Dolores.
- 29 —
tir y no de pensar. No amarguemos con recuerdos del pasado las dichas del presente y las venturas del porvenir. Porque como decía el sabio latino: Felicitas maguía...
D.a DoL. ¡Vaya, vaya! Déjate de discursos y vamos á acompañar á los convidados.
FELIPE Y á propósito. Esos señores, ¿hasta cuándo van á estar aquí?
D. FERM. Pues, hasta la hora en que pasa el tren mixto.
FELIPE Sólo nos falta que, como todos los días, venga con cuatro ó cinco horas de retraso, y tengamos gente aquí hasta la una de la madrugada.
D. FERM. En ese caso, se quedarán á dormir. Nos acomodaremos como podamos. Felizmente hay casa para todos.
FELIPE ¡Dios haga que llegue el tren sin retraso! (se oye la campana de la puerta de entrada.)
D. FERM. ¿Quién vendrá ahora? ¡A ver! (segundo término derecha.) ¡Don Severiano!
LEONOR ¡Me carga ese hombre! FELIPE ¡Y á mí!
ESCENA IV
DICHOS, DON SEVERIANO, jadeante
D. SEV. Señores... Señores... D. FERM. ¿Usted por aquí? ¡Ya extrañábamos que no
hubiera venido! (1) D. SEV. Traigo una noticia... muy desagi-adable... Es
decir... muy agradable... Es decir... yo no sé cómo lo tomarán ustedes... Gon su permiso... Oiga usted Don Fermín. (Llevándole hacia la derecha y hahlándole al oído,)
D.a DoL. ¿Qué será esto? FELIPE ¿Qué sucederá? LEONOR ¿Qué habrá pasado? D. FERM. ¡Jesús! ¡Qué compromiso!
{l) Felipe.—Leonor.-Doña Dolores.-Don Fermín.-Don Severiano.
— 30 —
D.a DOL. (Á Don Fermin.) ¿Qué? (1) D. FERM. Oye, Dolores. (Le habla ai oído.) LEONOR (Bajo á Felipe.) (¿Qué embajada nos traerá
ahora este buen señor?) D.a DoL. ¡Virgen del Carmen! ¡Qué complicación! FELIPE Pero, ¿qué sucede? D.a DoL. E s c u c h a Fe l ipe . (Le habla aparte.) (2) FELIPE ¡María Santísima! ¿Qué va á pasar aquí?
(Aterrado.) LEONOR Pero, por Dios... ¡Sáquenme ustedes de esta
ansiedad! ¿Qué es lo que ocurre? (3) D. SEV. ¡LO que usted no puede figurarse! D. FERM. ¡LO más inesperado! D.a DoL. jLo más sorprendente! FELIPE ¡LO más horrible! D. FERM. ¡Que Gregorio no ha muerto! LEONOR ¡Eh! D.a DoL, ¡Que tu primer marido vive! LEONOR ¡Cómo! FELIPE ¡Que va á llegar de un momento á otro! LEONOR ¡Dios mío! ¡El!... ¡Yol... ¡Tú!... ¡Ay! (na un
grito muy agudo y cae desmayada en brazos de Doña Dolores.)
D.a DoL. ¡Leonor!... D. F E R M , ¡Hija! (sientan á Leonor en el banco del macizo de
flores.) FEUPE ¡Esposa mía! D. SEV. ¡NO la Uame usted esposa!
ESCENA V
DICHOS y los CONVIDADOS (Felipe entra en la casa y sale con un vaso de agua que hacen beber á Leonor).
UNOS ¿Qué es eso? OTROS ¿Qué pasa? O T R O S ¿Qué sucede? (Rodean á Leonor algunas amigafl.)
(1) Don Severiano.-Felipc.—Leonor. (2) Don Severiano. — Leonor. — Felipe. — Doña Dolores. - Don
Fermin. (3) Don Severiano. - Felipe. - Leonor. - Doña Dolores.— Don
Fermín.
D. FERM.
UNOS OTROS D. FERM. CORO D. SEV.
D. FERM. FELIPE D. FERM. D.a DoL. LEONOR D. FERM. CON. 1.a FELIPE D. SEV.
D. FERM. D. SEV.
LEONOR FELIPE D. SEV.
FELIPE
— 31 -
Señores... ¡un acontecimiento inesperado! ¡El primer marido de mi hija no había muerto! ¿ C o m o ? (sorpresa.) ¿Qué? ¡Se salvó del naufragio y va á Uegar! ¡Ah! ¡Es necesario que ignore esta segunda boda! Yo ya se la he ocultado. Si lo sabe, arma aquí un zafarrancho y á usted (Á Felipe.) lo r e v i e n t a . (Felipe se bebe el vaso de agua.) ¡Es muy capaz!
ÍY q u é h a c e m o s ? (Muy asustado.) JO primero es llevar adentro á Leonor,
Ya parece que vuelve. ¡Hija mía! ¡Mamá! ¡Felipe! ' ¡Pobrecita! ¡Encontrarse con dos maridos! ¡Qué suerte tienen algunas mujeres! ¿Y qué hago yo, vamos á ver? Ocultarse entre los convidados y pasar por u n o d e el los . (Le empuja hacia la izquierda al grupo de convidados.) Ya he dicho á Gregorio que estaban ustedes aquí, en una gira campestre, para celebrar un negocio que había hecho Don Fermín. Sí, ¡valiente negocio hemos hecho! De alguna manera había de justificar la presencia de tanta gente'en este sitio, (oyense ios cascabeles de un coche.)¿Oyen ustedes? ¡Ya llega! N o q u i e r o ver le , (corre á la casa.) jNi yo ! (Don Severiano.le detiene.) ¡Quieto! ¡Ya no tiene usted derecho á irse con ella! jEs verdad!
ESCENA VI DICHOS, BAMBALINA y sus cuatro compañeros. (E1 viste de americana, y lleva sombrero de jipijapa. Ellos vienen de marinos mer
cantes.
música
BAMB. CORO.
¡Leonor! ¡Leonor! (Dentro.) (¿Qué hará este buen señor?)
FELIPE
BAMB.
CORO. D. SEV. BAMB. I» DOL. Y D. FERM. BAMB.
CORO.
D.a DoL. Y D. FERM. BAMB. FELIPE
BAMB.
— 32 —
(¡Su voz me infunde espanto! ¡Me llena de pavor!) ¡Leonor! ¡Leonor!
(Aparece por último término derecha' seguido de los cuatro compañeros.)
(¡Qué facha tan horrible!) (¡Este es un buen actor!) ¡rapa! ¡Mamá!
I ¡Es él! ¡No hay duda ya!
¡Mis brazos os esperan! ¡Venid acá! (Le abrazan Doña Dolores y Don Fermín.)
¡Es él! ¡Es él! ¡No hay duda ya!
I ¡Yerno querido!
¡Papá! ¡Mamá! (¡Y cómo le abrazan! ¡Qué rabia me da!) ¡Papá! ¡Mamá!
(LOS rechaza violentamente de pronto.)
¡A ver! ¡A ver! ¡Que salga mi mujer! ¡Estoy muY impaciente y ya la quiero ver!
¡No espero más! ¡No espero más!
D.a DoL. V ) ¡Pues ahora no es posible, D. FERM. ) más tarde la verás!
D. SEV. ¡Preciso es prepararla; pues la impresión, pudiera ocasionarla fuerte emoción!
BAMB. ¡Esperaré! ¡Mas luego entre mis brazos
la estrecharé!
FELIPE (¡Ay, yo no sé, si tantas emociones
sufrir podré!)
(Bambalina hace señas á sus compañeros, que avanzan hasta ponerse en línea, en el primer término. Las estrofas que siguen las cantan accionando acompasadamente con cómica exageración.)
BAMB. V GOMP. Nosotros somos náufragos,
que en el inmenso piélago, en/ una noche lóbrega que espanta el recordar, entre las luces lívidas de múltiples relámpagos, del oleaje el ímpetu logramos soportar.'
Silbaba el viento horrísono entre los altos mástiles; deshecha ya la máquina hundíase el vapor... Flotaban los cadáveres de compañeros íntimos,
{)ero los cinco impávidos uchamos con valor.
CORO. ¡Qué horror!
BAMB. Y CoMP. iHák, hála,^hála!
Nadar y más nadar, comiendo pececillos cogidos al pasar. iHála, hala, hala! Nadar y más nadar, sufrimos veinte días flotando sobre el mar.
CORO. (¡Flotando veinte días! ¡Qué modo de flotar!)
3
— 34 —
BAMB. Y CoMP. Los rayos que caían
el cielo iluminaban; las olas nos subían, las olas nos bajaban. \Y hala, hala, hala! Nadar y más nadar, hasta que al fin y al cabo sin rumbo, y al azar, hala, hala, hala, rendidos de nadar, llegamos á una isla que está sin habitar.
CORO. (Al fin los pobrecitos pudieron descansar.)
—Seis años pasamos (Recitado todo este romance.) en la isla desierta, comiendo raíces y frutas diversas. —Seis años horribles de angustias y penas. —¡Desnudos!
—¡Hambrientos! —¡Luchando con fieras! —¡Por fin una tarde ¡qué tarde tan bella! —Del mar á lo lejos se ven unas velas. —Gritamos: ¡Socorro! con voz lastimera. —Del buque nos oyen. —Remando se acercan. —¡Auxiüo! gritamos. —¡Valor! nos contestan. —¡Acuden!
—Nos cogen. —A bordo nos llevan. —Nos dan alimento. —Nos lavan.
—Nos peinan.
Los Cníco — 35 —
—¡Y sanos y salvos en Cádiz nos dejan!
Y hala, hala, hala, al tren sin vacilar, llegamos á la Corte y al coche sin tardar, y hala, hala, hala, después de tanto andar, contentos entre ustedes, podemos descansar.
CORO. Hala, hala, hala, después de tanto andar, contentos y en famiha ya pueden descansar.
D.a DoL. Y D. FERM. —Hala, hala, hala,
después de tanto andar, el náufrago perdido hoy vuelve á nuestro hogar.
FELIPE —(Hala, hala, hala, no sé qué va á pasar. Si saben lo que ocurre me van á reventar.)
D. SEV. —(Hala, hala, hala, con gusto voy á dar al novio y á la novia un susto regular.)
FIN DEL ACTO PRIMERO
ACTO SEGUNDO
La misma decoración del Cuadro segundo. Es de noche. Los dos faroles de la puerta del foro están luciendo, y todo el interior de^ la casa se hallará iluminado y con los balcones abiertos-
ESCENA PRIMERA
MnsiGa
/CORO DE CONVIDADOS
TODOS Ya son cerca de las nueve, nos debemos.retirar; pues, sabiendo lo que pasa, no es prudente molestar. Insistamos en marcharnos, no nos quieran detener, y que aquí se las compongan como Dios les dé á entender.
Es este un caso muy singular. Algo muy gordo va aquí á pasar, pues cada uno ha de querer ser el marido de su mujer.
HOMBRES
MUJERES
HOMBRES
MUJERES
— 37 —
Pehpe no es muy guapo, pero á lo menos es hombre fino.
Y vale cualquier cosa, si se compara con el marino.
¡Cuidado con el hombre, qué aspecto tiene tan rudo y fiero!
¡Y qué mal educado, y qué salvaje, y qué grosero!
TODOS ¡Es un hombre atroz! ¡Se debió morir!... Mas no alzar la voz que nos puede oir. ¡Chito, chito, chito! ¡Pobre Felipito! . ¡Con el otro facha, infeliz .muchacha! ¡Ay, válgame Dios! ¡Chito, chito, chis! ¡Viéndose entre dos, se verá en un tris!
¡Chis, chis, chis!
HOMBRES
MUJERES
HOMBRES
MUJERES
La chica se ha negado á que el marino se le presente.
Yo, viéndome como ella, lo mismo haría seguramente.
¡Metida está en su cuarto, y alH afligida se desespera!
Porque sabe la pobre en cuanto salga lo que le espera.
TODOS jAy, qué situación tan excepcional!
— 38 —
¡Qué complicación! ¡Qué berengenal! ¡Chito, chito, chito! ¡Pobre Felipito! etc.
ESCENA II
DICHOS, DON FERMÍN y DOÑA DOLORES
D FERM.
D.* DoL. D. FERM.
D.* DoL.
CON. !.<* D. FERM. D.a DoL. D. FERM.
D.a DóL.
D. FERM.
D.* DoL.
D. FERM. D.a DoL. D. FERM. D.« DoL. CON. 1.a
CON. 3.^
D.a DoL.
Halilado
(1) Señores, ustedes dispensen que les hayamos dejado solos, pero las circunstancias... Estamos aturdidos. Estamos locos. La llegada de ese hombre ha venido á destruir nuestra felicidad. El me salvó la vida, pero ahora va á quitármela, de seguro. Tenga usted alma, señora; tenga usted alma. ¡Qué resurrección tan inesperada! ¡Quien había de sospecharlol Nosotros averiguamos por todos los medios si los náufragos habían muerto positivamente. Y las noticias oficiales lo coníumaron por completo. Si nó, ¡cómo nos habíamos de haber expues to á lo que sucede! A que nuestra pobre hija sea juzgada por el delito de bigornia. De bigamia, mujer, de bigamia. Bueno, es igual; no sé lo.que me digo. ¿Y ustedes se marchan? (A ios cabañeros.) ¿Nos van ustedes á dejar?... (A las señoras.) ¡Qué remedio! Ya es hora de que venga el tren. Y además, en estas cuestiones de familia^ los extraños no servimos más que de estorbo. Tiene usted razón; es decir, ustedes no estorban nunca.
(l) Doña Dolores—Don Fermín.
~ 39 ^
CON. 1. Gracias. Sentimos marcharnos sin ver á Leonor; pero vamos á despedirnos de ese caballero...
D. FEKM. NO, déjenle ustedes. Es un hombre que no piensa más que en comer. Allí está en el cenador con don Severiano y los cuatro mari-nerotes, que hace tres horas no cesan de tragar de un modo que espanta.
CON. 1.* Eso es natural; como estuvieron seis años no comiendo más que raíces...
D, FERM. Pues aquí van á comerse hasta los árboles. D.* DoL. Y á beberse hasta la bodega. D. FERM. YO quisiera merecer de ustedes un favor. CON. I.*' Usted dirá. D. FERM. A ver si consiguen llevarse á Felipe á Ma
drid. D.» DoL. Ya han visto ustedes lo que ha hecho; se ha
vestido de criado y dice que no se separa de nosotros de ninguna manera.
D. FERM. Y estamos expuestos á que Gregorio averigüe quién es y tengamos un conflicto.
D.* DoL. Y gracias á que D< Severiano, como es tan amigo de Gregorio, procura calmarle y ha logrado convencerle de que no tiene nada de particular que Leonor se haya encerrado y que no quiera verle.
D. FERM. De todas maneras, Felipe está en peligro á nuestro lado.
D.* DOL. . A h í v i e n e . (Aparece Felipe por la izquierda con gran mandil blanco, y trayendo una bandeja muy grande con vasos, platos, etc.)
ESCENA III DICHOS y FELIPE (l)
D. FERM. Oye, FeUpito, hijo mío, ¿por qué no te vas á Madrid con estos señores?
CON. 1.» Si, venga usted con nosotros. FELIPE De ninguna manera; he dicho que me quedo
aquí y aquí me quedo. Yo no me separo de mi mujer...
(l) Doña Dolores.—Felipe.-Don Fermín.
- 40 —
D.* DoL. Pero, hombre, reflexiona... FELIPE NO reflexiono nada. Convénzanse ustedes de
que soy un hombre muy desgraciado, (compungido.)
D. F E Í I M . S Í , hi jo mío , sí q u e lo eres. (Limpiándole las lágrimas,)
CON. 1." Sin embargo, las circunstancias le obligan á resignarse.
FELIPE ¡Venir ese hombre precisamente el día de mi boda!
CON. 1.* Peor hubiera sido que hubiese llegado mañana.
FELIPE iQué había de ser peor! CON. 1.* Nada, nada; decídase usted, y véngase con
nosotros. CON. 1.° Y evita de esa manera una catástrofe.' FELIPE H ^ dicho que no, y no. CON. 1.* La posición de usted aquí es muy violenta. FELIPE NO lo saben ustedes bien. (Afligiéndose hasta
casi llorar.) Tener yo mismo que servir la comida á ese salvaje... A ese hombre que ha venido á... Porque miren ustedes que yo... verme en la precisión de... (Transición, con la mayor naturalidad.) Voy por l a ensalada. . . . (Vase á la casa.)
ESCENA IV
DICHOS, menos FELIPE
CON. 1.* Ya lo yen ustedes, es inútil. CON. 2.® Señores/que es muy tarde. UNOS SÍ, vamos, vémonos. CON. 1.* Que se arregle todo lo mejor posible. D. FERM. Dios lo haga. CON. 1.** Señora, acompa&o á usted en el sentimiento.
OGRO Buenas noches, buenas noches, que lo pasen todos bien. Buenas noches, buenas noches, que nos vamos hacia el tren.
D. FERM. D. DoL. CORO D. FERM; D.* DoL. CORO
~ 41 —
Muchas gracias, muchas gracias.
Buenas noches, descansar.
¡Buen descanso nos espera!
¡Todo al fin se ha de arreglar! ¡Paciencia, pues! ¡Resignación! y hasta Madrid. ¡Adiós, adiós!
¡Adiós! ¡Adiós!
(Don Fermín y doña Dolores despiden á los convidados basta el foro derecha.)
ESCENA V
DON FERMlN, DOÑA DOLORES, en seguida FELIPE con una gran ensaladera JÍena de lechuga.
D.* DoL. D. FERM. D.' DoL. FELIPE D.^ DoL. D. FERM. D.* DoL. FELIPE D. FERM.
FELIPE D. FERM.
FELIPE
Hablado
¡Ay, Dios mío. Dios mío, qué boda esta! íNo, qué boda la otra! Bien, es igual; ¡qué bodas las dos! ¡Feüpe! Déjenme ustedes, voy á llevar esto. Escucha un instante. No seas terco y vete (1) Sí, Felipito, haznos ese favor. Ya ves que esto no puede seguir así. Eso digo yo. Hay que enterar á Gregorio de lo que sucede, no hay más remedio; estamos en el deber de hacerlo; y cuando sepa que estás casado con su mujer, te mata, hijo, te mata. ÍY qué voy á hacer? lesignarte. Presentándose el primer mari
do, el segundo no tiene más remedio que entregarle la mujer. Eso se dice bien. P^'O figúrese usted que viniera hoy otro reclamándole á usted á su esposa...
(l) Don Fermín.—Felipe.—Doña Dolores.
D. FERM.
FELIPE
D. FERM.
FELIPE
D.a DoL. FELIPE
D. FERM. FELIPE
D. FERM.
— 42 —
Se la entregaba en el acto. Ante todo la legalidad. Pues yo no se la entrego. Yo no renuncio á mis derechos. Es que el otro tampoco renunciará á los suyos y la ley se los reconoce, (coge una hoja de lechuga y se la come.) Pues yo no. ¡Mire usted que haberse casado para esto! Yo hago una barbaridad, vamos; no sé cual, pero yo hago una barbaridad. Hijo, por Dios... ¡Les aseguro á ustedes que cuando estaban aderezando esta ensalada, pensé en un veneno! I^Puf! (Escupiendo.) No; no se asuste usted; pero si lo hubiera tenido á mano, se lo echo] No, hijo; que no se te ocurran esas ideas.
ESCENA VI D I C H O S , DON S E V E R I A N O por la izquierda; después PÉREZ
D. SEV. ¡Hola! (1). L o s T R E S ¡Eh! (Asustados.) D. SEV. ¿Qué es esto? ¿Se han marchado ya esos se
ñores? D. FERM. Hace un momento. D. SEV. Me alegro. Crean ustedes que yo estaba te
miendo la indiscreción de algún convidado. Porque como Gregorio tiene ese carecter tan fuerte...
D.a DoL. ¡Tan violento! D. FERM. ¡Tan atroz! D. SEV. NO lo saben ustedes bien. Se conoce que los
seis años que pasó en la isla desierta, han agriado su genio hasta un extremo inconcebible. ¡Viene hecho una fiera!
D. FERM. ¡Ya lo hemos notado! D.ft DoL. ¡Ya lo habíamos conocido! D. SEV. Queriendo prepararle para el momento, (jue
al fin ha de llegar, de contarle lo que ocu-
(l) Don Severiano—Don Fermín.—Felipe.—Doña Dolores.
- 43 —
rre, le dije:—Vamos á ver, Gregorio, si durante estos años en que tu famiha te ha tenido por muerto, Leonor, como es natural en una joven, hubiese entregado su cariño á otro hombre, ¿qué harías con él?—¿Qué haría?—me contestó, con los ojos sahéndosele de las órbitas..,
D. FERM. ¿Qué haría? FELIPE ' ¿Qué? (con angustia.) D. SEV. Pues: ¡haría esto! Y cogiendo el trinchante
y el cuchillo, partió de un golpe en dos, un pollo que tenía delante.
F E L I P E ¡Mar ía S a n t í s i m a ! (Flaqueándole las piernas y próximo á desmayarse sobre coña Dolores que le sostiene.)
D . F É R M . (Que al verle vacilar coge la ensaladera.) ¡Valor , FeHpito!
D. SEV. Por fortuna yo le he tranquilizado diciéndo-le que su esposa le ha sido fiel, y que ni ha pensado, ni piensa, ni pensará más que en su Gregorio.
FELIPE ¡Buena manera de arreglarlo! (1) D.a DoL. Y, vamos á ver, Don Severiano, ¿no cree us
ted como nosotros que Felipe, para evitar cualquier pehgro, debería marcharse cuanto antes?
D. SEV. ¡No! No hay necesidad. Mi amigo no sospecha nada. Le ha tomado á usted por lo que parece: por un criado.
FELIPE Muchas gracias. D. SEV. Y dice que le es usted simpático. La prueba
es que entre todos los de la casa le ha elegido á usted para que nos sirviese la comida.
FEUPE SI, sí, se lo he agradecido mucho. D.a DoL. Sin embargo, no estoy tranquila, don Seve
riano. D. SEV. NO tema usted nada. Aquí estoy yo para
evitar una catástrofe. Pero, crean ustedes, que si no Uego yo á venir, no sé lo que aquí hubiera pasado á estas horas.
D.a DoL, Eso es verdad. D, FERM. Tiene mucha razón. Es usted un verdadero
(l) Don Severiano.—Don Fermín.—Doña Dolores.—Felipe
•'< /. — • 1 \ —
amigo. Permítame usted que le dé un abr... T o m a , Do io re s . (Dándole la ensaladera ) U n a b r a - ' ZO c o n t o d a m i a l m a , (se oyen dos tiros casi simultáneos.)
D.* DoL. ¡Jesús! FELIPE ¡Dios mío! D. FERM. ¿Qué es eso? PÉREZ (presentándose.) ¡El capitán, que pide la ensa
lada! D. SEV. ¿Lo ven ustedes? Si es un verdadero lobo
m a r i n o . (Aparte á D. Fermin y Doña Dolores.) D:^ DoL. Tome usted, tome usted. PÉREZ ¿Está ya aderezada? D.** DoL. Sí, señor, sí. PÉREZ (¡Qué banquete! Estamos comiendo para
toda la temporada do verano.) (vase.)
ESCENA VI DICHOS, menos PÉREZ
D.° DoL. ¡Ay! A mí me dan mucho miedo estos ma-rinerotes.
D. SEV. Son terribles, como su capitán. Ea, vuelvo á su lado. Vengan ustedes también, no se ofenda al ver que le dejan solo.
D,a DoL. Sí, tiene usted razón; vamos allá, no sea qne acabe por llamarnos á tiros, (vanse.)
1). FERM. Felipe, Felipito. Cuando las circunstancias colocan á un hombre en la difícil situación en que tú te encuentras; cuando el sagrado vínculo del matrimonio ha de romperse ante la poderosa é inexorable autoridad de las leyes humanas, no queda más remedio que la resignación y repetir las palabras del apóstol: Hunianitas lex niinquam.,
FELIPE Por los santos apóstoles y todos los santos de la corte celestial, déjeme usted ahora de discursos.
D. FEKM. (Verdaderamente no basta ni la elocuencia de un Demóstenes para convencer á este p o b r e m u c h a c h o . ) (vase por la izquierda.)
— 45 —
ESCENA \ I I FELIPE, solo
Si yo tuviera valor para ponerme enfrente de ese hombre, yo le diría... (vendo muy decidido hacia la izquierda y deteniéndose de pronto.) No sé lo que le diría, pero le diría alguna cosa muy gorda. ¡Dios mío! ¿Por qué me habéis hecho tan pusilánime y tan... tan desgraciado? (Llora y se sienta.)
ESCENA VIII FELIPE y LEONOR. Al final los CUATRO MARINEROS
Hasica LEONOR ¡Felipe! ¡Felipe! (Desde ei balcón.) FELIPE ¡Querida Leonor! LEONOR ¿Dónde está Gregorio? FELIPE En el cenador.
Yo quiero que hablemos. LEONOR También quiero yo. FELIPE Pues, bajas ó subo. LEONOR ¿Subir? ¡Eso no!
¡Allá voy yo! FELIPE Pues, ven que aquí te espero,
ángel de mi amor. (Se retira Leonor del balcón.)
Mientras él come y bebe como un animal,'
aquí á solas podremos juntitós hablar.
Mas será necesario tener precaución;
no sorprenda-cualquiera la conversación.
(observa hacia la parte de la izquierda.)
L E O N O R ¡Fe l ipe m í o ! (Bajando ai jardín.)
KELITE |Mi dulce bien! ¡Ven á m i s b razos ! (Yendo á^abrazarla.)
— 46 ~
LEONOR FELIPE LEONOR
FELIPE LEONOR
¡No p u e d e ser! (Rechazándole.) ¿No soy tu esposo? ¡Claro que sí! Mas lo es primero el que está allí. ¿Eso me dices? ¿Y qué he de hacer? ¡Cumplo tan sólo con mi deber!
FELIPE
LEONOR
FELIPE LEONOR FELIPE
LEONOR FELIPE LEONOR FELIPE
Dos maridos te ha dado la suerte impía,
cuando sólo conmigó te bastaría.
Yo no quiero que dudes de mi amor firme,
aunque al otro marido tenga que unirme.
¡Déjame que te abrace! ¡No me hables de eso!
¡Déjame que en tu mano imprima un beso!
¡Complacerte no puedo! jQué despiadada!
¡Para qué nos casamos! ¡Pues... para nada!
LEONOR FELIPE
LEONOR FELIPE
LEONOR FELIPE LEONOR
í ¡No me resigno! No hay más remedio! ara salvarnos
sólo hay un medio. ¡Huyamos juntos! ¿Juntos? ¡Jamás! Pues, tú delante y yo detrás.
¡Jamás! ¿Jamás? ¡Jamás!
FELIPE Pues así me rechazas, yo me decido;
LEONOR
FELIPE LEONOR FEIIPEJ
LEONOR FELIPE LEOMOR FELIPE
~ 47 —
pronto de otra cualquiera seré el marido.
Yo contigo no puedo ser venturosa;
pero no quiero verte con otra esposa.
¡Pues, acepta la fuga! ^ ¡Ruegas en vano! Eso es hacer el perro
del hortelano. Tú bien puedes quererme.
¡Pues, de eso trato! Mas... platónicamente.
Pues... ¡vaya un plato!
LEONOR
Si me quisieras como te quiero, me seguirías sin vacilar. ¡Calla, Felipe, porque me muero... ¡A tí tan sólo puedo yo amar!
Los DOS . Prenda querida, (se abrazan.) dulce bien mío; tuya es mi vida, tuyo es mi amor. ¡Oh,.prenda cara! La suerte fiera, hoy nos separa con su rigor. Di si algún día me olvidarás. —No, prenda mía.' Eso, jamás.
¡Jamás! ¡Jamás!
T pTiA ((^"® habrán entrado cautelosamente y colocádose .««^ iijr.«. . )detrás de ellos.) TRO MARÍN. ( ^j^^^,
(Leonor y Felipe se separan asustados. Rila entra pM-cipitadamente en la casa.)
— 48 —
ESCENA IX DICHOS menos LEONOR. FELIPE en medio de los cuatro.
GÓMEZ. GONZ. PÉREZ RODRÍG. PÉREZ
FELIPE GÓMEZ.
FELIPE GÓMEZ. RODRÍG GONZ. PÉREZ FELIPE GÓMEZ. FELIPE
PÉREZ
FELIPE
PÉREZ FELIPE GÓMEZ. FELIPE
Halblado ¡Voto á un trinquete! ¡Voto al mascarón de proa! ¡Voto al velacho de la gavia del palo mayor! ¡Eso! (¡O somos ó no somos marineros!) ¿Con qué derecho abrazaba usted á la capi-tena? ¿Yo?... si yo no... ¿Cómo que no? Ahora mismo se lo voy á decir al capitán. No. Yo les suplico á ustedes... Y en cuanto se entere, lo deshace á usted. ¡Lo tritura! ¡Lo pulveriza!
ÍLo desmenuza! ^ero... si es que yo...
¡Bonito es él para tolerar estas cosas! Yo les ruego á ustedes... que no juzguen por las apariencias... porque yo no soy lo que parezco, es decir, no soy lo.. que soy, mejor dicho, lo que debía ser. Lo que debía usted ser, era más respetuoso con su señora. (Muy alegre.) ¡Cómol ¡Pero ustedes saben que es mi señora! Pues claro está, ¿no es usted su criado? ¡Ah, sí, sí! (Por poco me descubro.) ¡Silencio! El capitán viene. ¡Por Dios, no le digan ustedes nada! (Los cuatro marineros se colocan en fila-en el segundo término derecba.)
' ESCENA X DICHOS, DON FERMÍN, DON SEVERIANO, DOÑA DOLORES
y BAMBALINA
BAMB. Pues, señor, bien; he comido como un buitre; como un buitre marino. (Echa una bocana-da de humo á doña Dolores.)
- 4!l - r
D.* DoL. (¡Ay, pero qué animal es este hombre!) BAMB., ¡Hola! ¿Qué hacíais aquí? L o s CUA. (saludándole militarmente.) ¡A la o r d e n , m í Ca
p i t á n ! BAMB. ¡Papá! D. FERM. ¿Qué... qué quieres, hijo? BAMB. Da unos cigarros á los muchachos. D, FERM. En seguida. Tomen ustedes. (Dándoles ciga
rros.) A tí no te ofrezco, como veo que fumas pipa... '
. BAMB. NO importa: un buen marino embarca de t o d o . V e n g a p a r a luego , (A ios marineros.) I d á tomar el café y si queréis alguna otra cosa pedidla con toda franqueza. Aquí estáis en vuestra casa.
D. FERM. Ya lo creo, sí; con toda franqueza. AlU tienen ustedes ron y cognac.
BAMB. (con voz de mando.) ¡Leven anclas! ¡Proa al cenador! ¡Viento en popa! ¡Larguen velas! ¡March!. . . (vanse acompasadamente.)
ESCENA XI
DICHOS, menos los MARINEROS
BAMB. (1) (Aparte á don Severiano.) (Me parece que no po-' demos estar más en carácter.)
D, SEV. (Así va bien. Pero pregunta por tu mujer, hombre.)
D. FERM. (ES verdad, que se me había olvidado.) (volviéndose hacia doña Dolores y don Fermín.) ¿En dónde está?
D.'-* DoL. ¿Quién? BAMB. , ¿Quién ha de ser? Mi esposa. Que se me
presente en seguida. FEUPE (¡Llegó el momento!) D.a DoL. Espera un instante. Voy á ver si puedo con
vencerla... (Dirigiéndose á la casa.) B A M B . ¿ C o n v e n c e r l a d e q u é ? (con voz de trueno y de
teniendo á doña Dolores.)
. ( l ) Don Severlano.-Bambalina.-Doña Dolores.-Don Fermín.
—Felipe (bastante retirado hacia la derecha.)
4
D.a DoL. D. FERN.
D.a DoL. B. FERM, BAMB.
FELIPE D.a DoL. D. FERM BAMB. D.a DoL.
— 50 —
De nada, de... Como se. impresionó tanto al saber tu llegada... Es natural... La pobrecita... O sale inmediatamente, ó entro yo y echo abajo la puerta, y prendo fuego^ á la casa y la emprendo á tiros con todo bicho viviente, (sacando el revolver y apuntando en derredor.)
< ! ¡Ay! (Encogiéndose aterrados.)*
Andando, á buscarlo. Voy por ella. Trancjuilízate. Ya que has esperado tantos años, bien puedes aguardar algunos minutos. (¡Ay, Dios mío^ Dios mío!)
FEJLIPE (Aparte á doña Dolores junto á la puerta de la casa.) (Si Leonor llega á abrazar á ese hombre, hago una barbaridad, la hago.)
D.* DoL. (Haz lo que quieras. Yo ya estoy loca, (vase.)
ESCENA Xli
DICHOS, maios DOÑA DOLORES
BAMH. (jEhV ¿Qué tal?) D. SEV. (Si continúas así, te ganas veinticinco duros
más de lo prometido.) BAMH. (Y luego diráíi que los zarzueleros no somos
buenos actores.) D. FERM. (Vete, Felipe, vete.) FELIPE (NO, señor, yo voy á hacer una barbaridad.) BAMB. ¡Papá! D . F E R M . (volviéndose asustado, como siempre que le llama.)
¿Eh? BAMB. Papá, ¡qué á gusto se encuentra uno en tie
rra firme, después de una ausencia tan larga! ¡Cuánto deseaba ya que llegase un día as í , y u n a c o m i d a así! ^Abrazando bruscamente á don Fermín.)
D. FERM. ¡Claro, habréis ])asado muchas hainlucís! BAMH. NO lo sabe usted bien. Días enteros arriba
y alxijo i>or la calle de S(^villa... (non severia-no le tira de Is aniericana.)
ú\ —
D. 'FERM. BAMB.
D. FERM. BAMB. D, FERM. D. SEV. FELIPE BAMB.
D. pHM. BAMB.
D. FERM. BAMB. FEÍJPE
BAMB. D. FERM. BAMB.
D. FERM. BAMB.
D. FERM. BAMB.
FELIPE
D. FERM.
D. SEV. FELIPE BAMB.
D. FERM.
¿Cómo por la calle de Sevilla? jSJá> já, iál Para recordar á nuestra patria, en la isla desierta pusimos nombres á todas las calles. ¿Pero cómo había calles en una isla desierta? Calles de árboles. Papá, no sea usted bruto. ¡Já, já, já! Tiene gracia, ¿verdad? ¡Sí que la tienel (¡Mucha, muclja!) ¡Con qué placer pisé yo el suelo de Cádiz! Por cierto que no faltó allí quien me diera una noticia poco agradable • respecto á mi m u j e r . (Felipe se acerca algo á ellos con interés.) ¿Sí? ¿Qué te dijeron? ¡Pues una friolera! Que mi esposa estaba para casarse... (¡Malo!) Con,un primito suyo. ( Y a p a r e c i ó aque l lo . ) (volviéndose de espaldas, tararea entre dientes.) Yo no he querido creerlo... Pero reflexiona que... (Muy irritado.) ¡Le digo á usted que no he querido creerlo!... Pero de todas maneras prohibo terminantemente que el tal primito vuelva á poner los pies en nuestra casa. ¡Está bien! No los pondrá. Y a lo oyes , ¿eh? (A Felipe, tiue se vuelve hacia él* al oirle.) Ya lo oyes. Si esc caballerete se atreve á volver por aquí, que no se atreverá sabiendo que estoy yo, te autorizo para que le eches á puntapiés por la escalera. -¡Bueno! ¡Yo mo encargo de eso! (iMás vale que sea yo el encargado..) (con muclm amabilidad.) T e a d v i e r t o qUC ese fcíO-brino nuestro os una buena persona, un po-brecillo, ¿^^erdad, Don Severiano? Sí, un infeliz. (¡Muy infeliz!) A mí me han asegurado que es un animalucho... w (ofendido.)'Hombre, tanto como oso...
BAMB.
D. FERM. BAMB. D. FERM.
FELIPE
D. FERM. FELIPE D. FERM.-D. SEV.
- 52 —
¿Sp atreverá usted á defenderle? (Furioso y haciendo retroceder á Don Fermin hasta llegar junto á Felipe.) ¡Yo!... ¡Un animalucho! Sí, sí, algo tiene de animalucho. (Perdona, hijo.) (Á Felipe.) (Á Don Feumin.) (¡Y quc teííga'yo que oir estas cosas!) ¡Por algo decía yo que te marcharas!) (¡Dios mío! ¡Ella!) (viendo á Leonor.) ¡Mi hija! ¡Leonor!
ESCEVA XIH
DICHOS, LEONOR y DOÑA DOLORES, que se presentan en la puert« de la casa.
D.* DoL. D. FERM. BAMB. LEONOR
BAMB. D. SEV. FELIPE D. FERM.
LEONOR BAMB. D.* DoL. D. FERM.
BAMB. D. SEV, LEONOR BAMB.
Haslca
¡Aquí tienes á tu esposa! ¡Aquí tienes á tu esposo! (¡Caracoles! ¡Y quq hermosa!) (¡Ay, Dios mío, qué horroroso!)
¡A mis brazos! ¡Ya te espero! (No te vayas á exceder.) (Aparee á Bambalina.) (¡Si le abraza, yo me muero!) (¡Piensa que eres su mujer!) (Aparte á Leonor.)
La sorpresa... tu llegada... (con timidez.) ¡Oh, Leonor angelical! ¡Pobrecita! ¡Está turbada! (Á Bambalina.) ¡Su emoción es natural! (ídem.)
¡Ya te aguarda el dulce lazol (¡No te escurras!) (Á Bambalina.)
(Ay de mi.) (Pues lo que es sin un abrazo no me marcho yo de aquí.)
LEONOR D. SEV.
D.^DoL. D. FERM. FELIPE
D * DoL. D. FERM. D:SÉV. LEONOR ÍDAMB.
D.* DoL. D. FERM. D. SEV.
— Í;3 —
(¡Y Felipe en níi presencia!) (Á los padres.) Nos debemos retirar, que después de tal ausencia
tendrán que hablar.
¡Marchemos, sí! ¡A casa, pues! (Me oculto aquí.)
(Detrás del macizo de flores.)
Hasta después.
(¡Pobre de mí!) (¡Qué guapa es! ¡Y el otro alH!)(Alude á Felipe.)
Hasta después.
(Vánse á la casa D.* Dolores, D. Fermín y 1). Severiano.)
ESCENA XIV
BAMBALINA, LEONOR y FELIPE, oculto
BAMB. ' (Aun cuando estoy soltero, mil veces al final de dramas y zarzuelas me tuve que casar. Por eso en esta farsa podré representar • mi parte de marido con naturalidad.)
XEONOR (¡Dios mío de mi alma! ¡No sé qué va a pasar! ¡Yo estoy muerta de miedo! ¡Sufrir no puedo más! Felipe nos observa, furioso debe estar. Y temo que al fin Ivaga alguna atrocidad.)
F E L I P E (Asomándose por detrás del tnaciao.) (Si SU primer marido,
— S e cóme es muy natural, se toma, al verla á solas, alguna libertad, de mi escondite salgo, descubro la verdad, defiendo mi derecho, y luego Dios dirá.)
BAMB.
LEONOR BAMB.
LEONOR BAMB.
¡Esposa adorada! ¡Esposa ideal, el d de tus labios hoy quiero escuchar! Di si es cual la mía tu felicidad.' Yo. . . sí... no. . . si... (Turbada.)
¡Basta! ¡Tú no me amas ya! (Dramático.) ¡Gregorio! (¡Felipe!) ¡Mujer desleal! ¡Y yo que en tí siempre pensaba no más!
FEUPE
BAMB.
LEONOR
BAMB.
Al ver en la inmensa llanura del mar... (Aquí el repertorio me puede salvar.) Las aves marinas con rumbo hada acá... (Si sabe que escucho me va á reventar.) Volad, las decía,. fugaces volad... (¡Este hombre está loco! ¡Qué miedo me dá!) Que espera en Pozuelo «ai cara mitad.
Siempre contigo, bella esposa, siempre contigo quiero estar, y tú obediente y cariñosa vendrás conmigo á navegar.
LEONOR BAMB. FELIPE
¿A navegar? ¡A navegar! (¡A navegar!)
BAMB. Cuando en las noches del estiOy azul y blanca esté la mar...
LEONOR ¡NO me hables de eso, esposo mío! FEIJPE (¡Ya comenzó la tempestad!)
BAMB. ¡TU esposo te lo ordena! LEONOR- ¡NO me lo exijas, nq! BAMB. Estando tú á mi lado
tendré yo más valor. Lucha el marino con ánimo sererno... (¡Ya estoy en La Gran vía!)-
FELIPE (¡Este liombre no está bueno!) LEONOR ¡Yo no me embarco! BAMB. ¡Conmigo vas al charco! LEONOR Desiste, esposo mío, por favor,
que no tengo valor. BAMB. Al mar vente conmigo, dulce amor,
que allí estarás mejor. FELIPE (¡Adiós mis esperanzas, oh dolor!
¡Esto es mucho peor!)
BAMB.
LEONOR
No temas, esposa mía; el mar será tu recreo, que tiene mi hermosa nave dulcísimo balanceo.
¡Qué vida tan grata! Pensándolo ya, qué gusto, qué gusto, qué gusto me da!
No extrañes, esposo mío, que no acceda á tu deseo, que á mí me asustan las das, y sufro con el mareo.
(¡Con él embarcado! Pensándolo ya, ¡qué miedo, qué miedo, qué miedo me da!)
FELIPE [\Dios mío, si se la lleva, en qué situación me veo! ¡Mi esposa por esos mares, y yo en Madrid de paseo!
¡Yo viudo y casado! Pensándolo ya, qué rabia, qué rabia, qué rabia me da!)
Hablado
BAMB. ¡Nada, nada! ¡El mar es mi elemento! ¡Vendrás conmigo! ¡Tú serás la reina de mi barco!
LEONOR Pero, si... BAMBI Por tu amor soy capaz hasta de hacerme
pirata. FELIPE (¡Ay, que se pone romántico!) BAMB. YO arrojaré á tus plantas telas de Cachemi
ra, tapices de Persia, perlas de Golconda y diamantes de Ceylán. (cogiéndola la mano.)
LEONOR (ÍY Felipe oyendo todo esto!) BAMB. ¡Qué mano tan suave! Tu cutis es seda de la
China. ¡Ay, qué cutis! F E L I P E ( ¡Habla de su cutis!) (Aaomando la cabeza.)
ESCENA XV
DICHOS, DON SEVERIANO. DON FERMÍN. DOÑA DOLORES
D. FERM. FELIPE
D. FERM.
D.** DoL. D. SEV. D. FERM.
FEUPE LEONOR
¡Asi me gusta! (Muy contento.) (¡Qué Oportunamente han llegado los suegros!) iHijos míos: esas mamfestaciones de cariño llenan de regocijo mi corazón paternal y el corazón materno de vuestra madre! Es verdad. (¡Bravo, Bambalina, bravo!) ¡Ea!... señores, se hace tarde y no es higiénico tomar el relente. A casa todo el mundo y á dormir. (¡Ay, Dios mío de mi alma!) 10 con tantas emociones, con esta sorpresa... y con esta... no me siento bien. ¡Ay, mamá;
— i} i
yo necesito reposo, descanso! (Abrazándola.co-mo asustada.)
D.*DoL. Ya lo oyes, Gregorio, necesita descanso, (A Bambalina.)
BAMB. Bueno, pues que descanse. FELIPE (¡Ay! ¡descanso!) D. FERM. Vamos á casa todos. D.^ DoL. Usted, don Severiano, dormirá con nosotros,
es decir, se quedará usted aquí esta noche! D. bEV. (Jon mucho gusto. D. FERM. En aquel gabinete hay dos camas que po
drán ocupar u^ted y Gregorio, (señalando ai balcón de la izquierda.)
D. SEV. LO que ustedes dispongan. D. FERM. Andando. D. SEV. (Aparto á" Bambalina.) (Ofrece el brazo á tu
mujer.) B A M B . (Empezando á cantar con la música de «El Dominó
azul.) Apóyate en mi brazo, esposa. I >.* DoL. ¿Y los marineros? ¿Dónde los colocaremos? BAMB. Déjelos usted en el cenador. Esos están acos
tumbrados á dormir á la intemperie. (Y es verdad.)
D,* Doi. Pues vamos. BAMB. Vamos. LsÓNOR V a m o s , (non severiano da el brazo á doña Doloras,
á quien hace cojear involuntaria -pero muy marqida-mente.)
ESCENA XVI DON FERMlN y FELIPE. Después los OTROS en el piso principal.
D. FERM. ¿Por dópde demonios andará ese muchacho? ¡Fehpe! ¡Felipe! ¿Pero qué haces ahí? (viéndole detrás del macizo.)
FELIPE Llorar mi desesperación. D. FERM. NO nos comprometas. Vete á dormir. FEUPE ¿Pero dónde? D. FERM. Al pueblo, á cualquiera parte. Aquí es impo
sible que continúes. Yo no permito que entres en la casa.
FELIPE Mire usted que se necesita mucha paciencia...
— 58 —
D, FERM. Qué vamos á hacerle: no hay más remedio» FELIPE Le digo á usted que no me marcho. D. FERM. Y yo te digo que no entras. (Bambalina aparece
con don Severiano en el balcón primero de la izquierda. Al mismo tiempo se ve por el del centro á doña Dolores y Leonor.)
BAMB. (Gritando.) ¡Papá! D. FERM. ¡Silencio! (A Felipe.) BAM. ¡Papá! D. FERM. ¿Qué quieres, hijo? BAM. ^ Suba usted, que le va á hacer daño el re
lente. \). FERM. Gracias. ¡Allá voy! (Apaga las dps farolas de la
entrada. Oscuridad en la escena.) I).^ DoL. Ten resignación, hija mía. (En el balcón d^
centro.) liKONOR Si usted se encontrara en mi caso, no diría
lo mismo. D.^ DoL ¡Quién sabe, hija mía, quién sabe! (pasadoña
Dolores á la habitación derecha.) F E L I P E (En voz baja y muy suplicante.) Pei'O tíO... p e r o
p a p á . . . (A don Fermín.) D. ^ERM. ¡Chis! Te he dicho que no entras. (Entra en la
casa y cierra la puerta, oyéndose el ruido de la llave al dar dos vueltas en la cerradura.)
FELIPE ¡Y echa la llave! ¿Qué haré yo. Dios mío, q u é h a r é y o ? (cierra Bambalina las maderas del balcón de su cuarto y doña Dolores las del suyo.)
LiooNpR Yo tengo mucho miedo. Yo no duermo aquí sola. Me voy con mi mam^á. (AI ir a cerrar el balcón la ve Felipe.)
FELIPE ¡Leonor! L K O N O R ¡Chis! (Poniéndose un dedo sobre los labios. Le in
dica después con la acción su posición difícil y comprometida, y luego le tira un beso. Mímica muy ex-presiva )
FKMPE ¡Valiente noche de novios! (se sienta en un banco en actitud meditabunda. Preludio.)
música
(Apenas empieza el preludio, Felipe, como si se le ocurriera una idea repentina, se levanta y vase por la derecha.)
- 39 -
Hablado
(Aparece Felipe con una escalera de mano al hombro. Duda un momento, y decidido luego, la apoya en el balaustre del balcón central. Nada, nada, estoy decidido Suceda lo que quiera. ¿No me echaron esta mañana la bendición? ¿No es Leonor mi mujer? ¿No eo^ yo su marido? Pues para algo somos marido-y mujer. Subo. (Empieza á subirO Ya lo creo-que subo. (Deteniéndose.) Y la verdad es que me expongo. Porque si ese hombre me oye, (Bajando poco á poco.) Si me coge ahí arriba, me divide. (Ya en el suelo.) Pero, señor, ¿no soy yo-tan marido como él? «¡Basta ya de dudas^ y arriba! ¡Qué caramba! Alguna vez he de ser yo valiente. Subo, vaya si subo, (subiendo, liega al balcón, salta la balaustrada.) Ya he Subido. jAy, cómo me palpita el corazón! ¡Pobrecita! Estará durmiendo: acaso soñando conmigo. Ka, valor, (na con ios nudillos en los cristales.) Indudablemente duerme. (Vuelve á llamar.) No se oye nada. Sí; suenan pasos. ¡Es ella!
ESCF.NA XVII
DICHO y BAMBALINA, que abre el balcón de repente de par en par,, de modo que se vea todo el interior de la habitación.
FELIPE jMaría Sant ís ima! (Acurrucándose aterrado.) BAMB. ¡Eh! ¿Qué es esto? ¿Qué hace usted aquí? KELIPE Y O . . . (Es tá solo.) (con alegría.) ÉAUB. ;.Qué hace usted? FELIPE Pues yo... nada. Venía á... á ver si quería
usted alguna cosa. ÉAm. Lo único que quiero es que baje usted pron
to, ó le tiro yo de cabeza. VELIPE Bajo, sí, señor, ya lo creo que bajo. (Bajando.)
¡Vaya si bajo! BAMB. Como vuelva usted por aquí, le meto una
bala en el cuerpo. (Apuntándole.) Aún mcvque-dan Quatro en el revolver.
— GO —
FELIPE NU, no, señor; descuide usted. Ya bajo, (separando dcKbalcón la escalera.) Que USted pase buena noche.
B A M B . G r a c i a s , (cierra el balcón de golpe.) (Felipe apoya la escalera sobre el balaustre d.el balcón de la izquierda.)
ESCENA XVIII
FELIPE, sólo; después DON FERMÍN
FELIPE ¡NO estaba ella en la habitación! Sin duda está durmiendo con sus padres... Del mal el menos. Pasaré la noche en la caseta del g u a r d a . (Vase,—oyese la llave en la cerradura y se abre la puerta de la casa.)
D. FERM. Juraría haber oído la voz de Felipe, (con uaa palmatoria.) Lo buscaré, no vaya ese muchacho á cometer cualquier inconveniencia. (Tropieza y cae. Se apaga la luz.)¡CaracoIes! (Levantándose.) Debo haberme desollado la espinilla. (<;ojeando muy marcadamente de la misma pierna que don Severiano.) Era ya lo único quc me faltaba. Voy á ver si encuentro á Felipe, (se dirige cojeando hacia la derecha á tiempo que aparecen por la izquierda los cuatro marineros.)
ESCENA XiX
DICHO y PÉREZ, RODRÍGUEZ. GÓMEZ y GONZÁLEZ, á medios . pelos. Después FELIPE
<jroNZ. ¡Valiente ron! RODRÍG. ¡Y valiente cognac! •GÓMEZ. ¡Y valiente anís del mono! PÉREZ ¡Y valiente mona la que hemos cogido los
cuatro! (Jonz. Por aUí va el cojo. PÉREZ ¡Pst! ¡Don Severiano! D. FERM. (¡LOS marineros!) PÉREZ Basta ya de farsa, y vengan esos cuartos y
vamonos á Madrid.
D . F E R M , (¿Eh?) (Deteniéndose sorprendido.) RoDRÍG. ¡Eso, eso! De aquí ya hemos sacado I dis
tante. PÉREZ Dejemos en paz á don Fermín y á su mujer
y á sus padres y á toda la familia. (Rodeando a don Fermín, que los oye atónito.)
D. FERM. (¿Qué dicen estos homln-es?) GÓMEZ. ¿Dónde anda Bambalina, don Severiano? D. FERM. (¡Bambalina!) GÓMEZ. Que se presente ese capitán de guardarropía. D. FERM. (Pero ¿qué es esto?) PÉREZ No tendrá usted queja de nosotros^ don Se
veriano. GÓMEZ. Ci'eo que hemos representado bien nuestros
papeles. PÉREZ Nadife dirá que no somos unos marineros de*
verdad. F E L I P K (Que se queda escuchando detrás del macizo.) ¿ Q u é
es esto? D . F E R M . (Encendiendo de pronto un fosforo.) ¿PueS quiénCS
son ustedes? GONZ. (¡Dios mío!) GÓMEZ. (¡El padre!) RODRÍG. (¡Nos aplastó!) PÉREZ (¡Ya sé me ha pasado la mona!) D. FERM. ¿Quiénes son ustedes, vamos á ver? RODRÍG. Nosotros... PÉREZ Unos pobres artistas... GÓMEZ. Usted perdonará... GONZ. Don Severiano ha tenido la culpa. D. FERM. ¡Don Severiano! FELIPE (¡Don Severiano!) PÉREZ SÍ, señor; él ofreció dinero á Bambalina, que
es un actor como nosotros, para c[ue pasiuse por su yerno de usted.
FELIPE (¿Qué oigo?) D. FERM. ¿Pero no es Gregorio? PÉREZ ¡Qué ba de ser Greiíorio! D. FERM. ¡Qué alegría. Dios mío, qué alegría! ¡Felii'<!
¡FeHpe! FELIPE Aquí estoy. Lo be oído todo. (Abrazándole.) Me
voy con mi mujer.
— 6-2 —
ESCENA XX
DICHOS, BAMBALINA y DOÍt SEVERIANO en el balcón
J). F E R M . (Deteniendo á Felipe.) ¡Esperai (So oye la Voz de Bambalina, que abte el balcón)
BAMB. Andando, don Severiano. D . F E R M . ¡Silélicio! (Apuga la yeia. Obscuridad. Don Fermin,
Felipe y los marineros se repliegan hacia la esquina derecha de la casa.)
BAMB. Me parece que ya hemoé dado bastante matraca á esta pobre familia.
D. FERM. (Este, al menos, tiene buen corazón.) D. SEV. ¡Que se aguanten! Bien merecido se lo tie
nen! ;D- F E R M . íjAh, pillo!) (Vanse don Fermín, Felipe y i^aariilerós
pox la derecha cautelosamente.) BAMB. Créame usted á mí, vamonos. D. SEV. ¿Pero, por dónde? BAMB. Por el balcón. Aquí está la escalera... ¡An
dando! (Empieza á bajar.) ¡No hay nadie! ]Baje usted en seguida! iVoy á buscar á los compañeros y á Madrid á escape! ¡Ya no estoy tranquilo hasta que me vea en la calle de Sevilla! (Vase por la izquierda.)
E8CENA XXI
DON SEVERIANO, DON FERMÍN y FELIPE
D. SEV Bambalina tiene razón. Lo mejor es mar-charse.N Canastos y qué alto está el antepecho, (saltándolo.) No estoy y O para estas aventuras. ¡Ajajá! No es tan difícil como yo te-' mía.. . (Cuando ha bajado los escalones suficientes para estar cogido con ambas manos á }os hierros'del balcón, quita la escalera Felipe, que se ha acercado cautelosamente.) ¡Ay! ¡qué es esto! ¡Socorrol
D. F E R M . (Encendiendo la vela de la palmatoria.) jFeUceS no-ches, don Severiano!
D. SEV. ¡Huy! ¡Don Fermín!
FELtt»E P. SEV. D. FERM. D. SEV. FELIPE
r \
D. SEV;
FELIPE D. FEKM. FELIPE D. SEV.
1). FERM.
PÉREZ
D. SÉV. GÓMEZ
PÉREZ
D. SEV,
J). FERM.
OONZ. RODRÍG. PÉREZ B. SEV.
D. FERM. FELIPE
BODRIG. GÓMEZ *GoNz. PÉREZ GÓMEZ
- 63 —
Baje usted, baje usted, grandísinio tunante. ( JJO han descubierto, sin duda!) ¡Baje usted! Por favor, ponga usted la escalera. Sí, señor; aquí abajo es donde yo quiero ve r l e , (coloca la escalera y baja don Severiano.) Yo advierto á ustedes... esto debe ser una mala inteligencia... porque yo... ¡Baje usted, baje usted! (cogiéndole por las solapas.) ¡Usted cs un infame!
yUn pillo! e ñ o r e s , esas pa l ab ra s . . . (Encarándose con Feli
pe, que retrocede ) Quítese usted de mi vista ó le rompo la otra pata para que se acuerde... ¡No! ¡Déjele u s t e d ! (Se presentan loe cuatro marineros.) ¡Ustedes! ¿Pero qué dicen ustedes? jQue ya lo hemos dicho todo! Y que nos dé.usted esos dos mil reales, que bien ganados los tenemos. ¡Esto es uiía infamia! ¡Ya me la pagarán u s t e d e s ! (yendo á marcharse.) (Deteniéndole.) ¡Al contraño! ¡Usted es el que vá á pagarla inmediatamente! Dé usted á estos desdichados lo que les ha prometido. Ya que no otra cosa, que le cueste á usted el dinero! Eso! ¡Esol ¡Que le cueste! El que quiera artistas, que los pague! Vengan esos cuatro mil reales! ,Está bien! ¡Lo que me sobra á mí es dinero!... Ahí lo tienen ustedes. (Les Ura un biUete que saca de una cartera. Los cuatro marineros se pr^ipitan á cogerío. Váse rápidamente.) ¡Vaya usted enhoramala! ¡Feo! ¡Antipático!... ¡Delectuoso! (Ya me he desahogado! ) (Entra corriendo en la casa.)
¿De cuánto? ¿De cuánto es el billete?
¡De cien pesetas! ¡Nada más que cien pesetas! (se oyen ladrido» de perros y voces de Don Severiano.)
- 64 ~
D. FERM, ¡Y dos peíTos grandes! PÉREZ ¡Asi le deshagan las pantorrillas! D. FÉRM. ¡Pero, han visto ustedes qué falso! GÓMEZ ¿Falso además? (Mirando el billete.) D, FERM. ¡Qué falso es ese hombre! ¡Llamarse amiga
mío y portarse de esta manera!
ESCENA FINAL
DICHOS, BAMBALINA, luego DOÑA DOLORES, más 4;arde LEONOR y FELIPE en el balcón del centro
BAMB.
Los CUA. BAMB. D: FERM.
BAMB. PÉREZ BAMB. D. FERM. BAMB.
GÓMEZ BAMB. PÉREZ BAMB. GÓMEZ BAMB. D. FERM. BAMB. BODRIO. GÓMEZ PÉREZ D. FERM. Los CIN. D. FERM.
Los ClN.
¡Y yo buscándoos por todo el jardín!—-Hola^ papá! ¡No! ¿Eh? Como vuelva usted á llamarme papá... (Amenazándole.) ^ h ? ¡Lo sabe todo! ¿Todo? 1^, señor, todo! ¡Ay, caballero, perdóneme usted! (Pasando muy escamado al lado de sus compañeros por delante de Don Fermin.) Pero ¿y Don Severiano? ¿Dónde está Don Severiano? ¡Camino de Madridl ¡Y sin darnos el dineío! ¡Nos ha dejado veinte duros! ¿Para cada uno?" ¡rara todos! ¡Ah, pillo! Yo voy á darles á ustedes ahora... ¡No, caballero! ¡Usted, no! ¡De ninguna manera! ¡No lo aceptamos! Voy á darles ustedes... un conseío. :Ah! No vuelvan ustedes á hacer comedias más que en el teatro, porque se exponen á recibir una paliza. ¡La merecemos! ¡Si señor! ¡La merecemosl
— 65 —
D . DOL. (Con cofia blanca, en enaguas y con niatiné blanco, con una palmatoria y una vela encendidn.) ¡ F e r m í n ! ¡Fermín! ¡Gran Dios ¡La Sonánbula! (1) jPero es cierto lo que me acaba de decir Felipe? (A D. Fermín) ¡Sí, hija, sí! ¡Y nosotros que les teníamos á ustedes por unos lobos de mar! Pues somoé unos corderos de tierra. (Apareciendo en el balcón del centro con Leonor.) Abrázame, esposa mía, abrázame, para que n o s V^a t u p r i m e r m a r i d o , (señalando á Bambalina.) , Si, abrácense ustedes, y Dios les haga muy felices! Compañeros, para algo somos artista! d e zarzuela . ¡ C a n t e m o s u n a s e r e n a t a á los rec i en casados! (sacan las cajas de fósforos y agitándolas á compás se acompañan como si fuera con gui-tarras ó bandurrias.)
BAMB. Dva'DoL..
D. FERM. D.ft DoL.
BAMB. Ffy.iPE
ife AMB.
BAMB.
BAMB. V M A R Í N .
Slilsica
Ya quedan solos los novios, solos quedan con su amor; Dios les corone de gloria, pero de otra cosa no.
Tipiti pitón tipitipitín.
Lo que deseaban lograi'án al fin.
Tii)itipítín tipitipitón.
Los que bien se quieren qué felices son.
BAMB. Va ha dado fin esta farsa, (AI público.) público amigo y señor; tú nos dirás, aplaudiendo, si mereció tu favor.
(1) Don Fermín,— Doña Dolores.—Bambalina. — Los cnairo
Marineros.
5
— 66 -
TODOS Tipitipitón. tipitipitín Ya que el matrimonio
se ha arreglado al fin. tipitipitín tipitipitón,
por favor no amargues su satisfacción.
TELÓN
mus IMPORTANTES PARA LOS DIRECTORES DE ESCENA
El hotel del segundo cuadro y acto segundo debe estar sólidamente construido, teniendo en cuenta que han de asomarse á los balcones loa personajes y que ha de soportar el peso de cinco persona?.
El balcón de la izquierda deberá tener barandilla de hierro para que pueda, sin peligro, el actor que representa el D. SEVERIANO, quedar suspendido del balaustre y evitarse el movimiento de la decoración, que vacilaría por \o menos, seguramente, si no estuviese construida con mucha solidez.
Én el segundo cuadro del acto primero están bajas las persianas de los balcones, y descorridas en el acto segundo para que se vea el interior de las tres habitaciones.
OBRAS DE LOS MISMOS AUTORES (EN COLABORACIÓN)
LA VIUDA DEL ZURRADOR , parodia en un actoy en verso. PERIQUITO, zarzuela cómica en trea actos, en prosa y verso, escrita
«obret:n pensatniento francés, música dtl maestro Rubio. hk OCASIÓN LA PINTAN CALVA, comedia en un acto y en prosa»
imitada del francés. ¡ADIÓS, MADRID!, boceto de costumbres madrileñas, en tres actos,
en verso y prosa, original. DE TIROS LARGOS, juguete cómico, arreglo del italiano, en un
acto y en prosa. LA PRIMERA CURA, comedia en tres actos y en verso, original. LA PRIMERA CURA, refundida en dos actos. LA CALANDRIA, juguete cómico-lírico, en un acto y en prosa^ orí
ginal, múbíca del maestro Chapí. EL HIJO DE LA NIEVE, novela cójnico-dramática, en tres actos^
en prosa y verso, original. ROBO EN DESPOBLADO, comedia de gracioso, en dos actos, y en * prosa, original, (Tercera edición.)
LA ALMONEDA DEL 3."*, cotnedia en dos actos y en prosa, original. CORO DE SEÑORAS, pasillo cómico lírico original, en un acto y Bn
prosa. músic\ del maestro Nieto. LOS LOBOS MARINOS, carzuela cómica en dos actos y en prosa»
original, música del maestro Chapi. EL PADRÓN MUNICIPAL, juguete cómico en dos actos y en prosa,
original. EL SEÑOR GOBERNADOR, comedia en dos actos y en prosa, ori
ginal.
PUNTOS DE VENTA
MADRID
Librerías de los Sres. Hijos de Cuesta^ calle de Carretas, 9; de D. Fernando Fe, Carrera de San Jerónimo, 2, de D. Antonio San Martin, Puerta del Sol, 6; de D. M. Murillo, calle de Alcalá, 7; de D. Manuel Rosado, calle de Esparteros, 11; de Gulenberg^ calle del Príncipe, 14; de los Sres. Simón y C.*, calle de las Infantas, 18; de D. Ilermenegillo \'dhriano, calle del Horno de la* Mata 3, y de los Sres. Escribano y Kclievarrin, plaza del Ángel, 12
PROVINCIAS Y E X T R A N J E R O
En casa de los corresponsales de esta Administración
Pueden también hacerse los pedidos de ejemplares directamente á esta casa editorial, acompañando su importe en sellos de franqueo ó letras de fácil cobro, sin cuyo requisito no serán servidos.