Acerca de La Ideologia (Ver. 130814)
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ACERCA DE LA IDEOLOGÍA1
Estanislao Zuleta
Temario:
I. Ideología y ciencia.
II. Aspectos conscientes e inconscientes de la Ideología.
III. La Ideología como mecanismo de dominación.
I. Ideología y Ciencia.2
[1]3 El de la ideología es un tema recientemente muy debatido. Para poder tener una primera
idea de en que consiste el problema, es necesario comenzar por hacer una diferenciación, o mejor
una oposición entre la Ideología y la Ciencia. Para dar una definición de la Ideología, el mejor
camino es una diferenciación con la Ciencia. Uno puede hacer una definición aproximativa, pero
queda muy vaga mientras no pase a una distinción con criterios claros de la Ideología y la Ciencia.
Es este un problema muy viejo en la historia del pensamiento humano. Se presentó ya en el
momento en que se conoció la ciencia como tal y adquirió un cierto grado de autonomía, es decir,
en la Grecia Antigua. Pero volviendo ya a plantear una buena parte de los criterios que permiten
diferenciar la Ideología y la Ciencia, voy a remitirme a ellos para que comencemos a hacer esa
distinción. El primer gran pensador de la Antigüedad que hace una diferencia, aunque no emplea
esa palabra, es Platón, pensador en el que se reúnen dos condiciones: por una parte es un
ideólogo-idealista, y por otra parte es un epistemólogo de la Ciencia Griega, es decir, su obra es en
gran parte una larga reflexión sobre las conquistas de la Ciencia Griega (realmente son la
geometría y las matemáticas) y un desarrollo que le conduce a la fundación de la lógica. Es decir,
nosotros encontramos la lógica escrita y desarrollada en Aristóteles, pero está fundada con todas
sus premisas importantes en Platón. Encontramos ya en la obra de Platón una caracterización de
[2] la diferencia de Ideología y Ciencia, a la que me voy a remitir para comentarla.
Las dos obras mas importantes de Platón que se pueden estudiar para profundizar en este
aspecto y de las cuales voy sacar la mayor parte de las referencias son “El Teeteto” o “De la
Ciencia” y “El Sofista” o “Del Ser”. Naturalmente que en muchas obras también se encuentran
referencias muy importantes, especialmente en “El Filebo” y también una obra muy notable para
llegar a una buena diferenciación es Gorgias, de Platón. Me remito, pues a Platón, porque es un
pensador en el cual el drama, o la oposición entre la Ideología y Ciencia se presenta por primera
vez en términos nítidos. Partiendo del criterio que vamos a tener en cuenta y que expone Platón
en Gorgias, es el siguiente: El no habla de ideología, habla de opinión, y la opone (la opinión) a la
ciencia o al saber efectivo.
1 ZULETA, ESTANISLAO. Sobre La Ideología. Universidad Del Valle, Departamento De Administración, Principios De Administración. Tomado de la conferencia dictada el 26 de febrero de 1974 en EAFIT. 2 Estas separaciones por apartes no se encuentran en el documento original, fueron dispuestas para facilitar el trabajo de lectura. 3 Los números entre paréntesis cuadrado corresponden al número de la página del documento original, reproducido bajo la técnica del mimeógrafo.
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En Gorgias, el primer criterio que establece Platón, supremamente interesante, es el siguiente:
Cuando trata del saber efectivo, cuando se trata de la ciencia, no hay ninguna autoridad que
pueda servir de respaldo. Este es un primer criterio, y es un criterio esencial, Sócrates
discutiendo con Gorgias le indica que ningún argumento de autoridad puede ser recibido en una
discusión científica; es decir, siempre insiste allí Sócrates: “Si tú, Gorgias, trajeras aquí los siete
sabios de Grecia, Pericles y todos los griegos juntos y ellos juraren todos que tu tienes razón, eso
no demostraría nada. Sería una opinión de ellos y tuya. La única autoridad que la ciencia admite
es la demostración. Una proposición científica es válida sólo con este respaldo: El respaldo de una
demostración, y por lo tanto sobra a cualquier referencia autoritaria. Las referencias autoritarias
son múltiples; por ejemplo, uno puede considerar como una referencia autoritaria la tradición:
“Tradicionalmente se ha pensado esto”, o “hace tantos miles de años se ha pensado esto”.
Sócrates por ejemplo, también dice tiene de su parte una gran autoridad antigua, Homero, y eso
no demuestra nada.
La autoridad puede ser una autoridad establecida: la autoridad puede ser la presión de la opinión
general; todas esas autoridades pueden incluso aparecer combinadas pero con relación a la
ciencia no tienen validez ninguna. Si nos remitimos, para dar un salto muy largo de 2.000 años, al
fenómeno, por ejemplo, de Galileo, se pueden encontrar un pensador científico que está tratando
de establecer la ciencia física y hacer avanzar la ciencia astronómica contra la autoridad; ahí la
democracia no tiene ninguna posibilidad de respaldar nada; por ejemplo, [3] Galileo estaría en
minoría. Realmente a nadie se le ocurre en términos científicos proponer la teoría de que la
mayoría tiene la razón; en ese sentido la ciencia no es democrática; si se hubieran hecho algunas
elecciones en la época de Galileo sobre las proposiciones de él o las de la Iglesia, seguramente él
habría salido muy mal parado en esas elecciones. Además, la opinión general de la humanidad
estaba contra él y la tradición de milenios; sólo tenía de su parte un elemento: La demostración,
que en ciencia basta. En cambio, ya tenemos un carácter típico de la ideología, se funda siempre
en las tradiciones, en los modos de vida, en las autoridades de cualquier tipo y no se funda en la
demostración. Cuando uno hace una proposición científica no tiene que remitirse (aunque
algunos comenten muchas veces ese error) a una autoridad, así sea un gran pensador o un gran
descubridor; a nadie se le ocurre sostener una teoría cualquiera en física o en cualquier ciencia
remitiendo a su autor; es decir, que “Los tres ángulos de un triangulo suman dos rectos porque
así lo dijo Euclides”, nadie necesita decir eso, porque todo el mundo lo puede demostrar
rápidamente por sí mismo. La Ciencia escapa a la propiedad de un actor y se convierte en una
propiedad general precisamente en la medida en que se funda en una demostración y ya es
completamente secundario que nosotros sepamos quien dijo o no sepamos quien dijo
determinada formulación científica, vemos un criterio de distinción. Pero Platón es mucho más
agudo y da un nuevo criterio todavía más interesante en el Sofista, aquí Platón toma las cosas
como si dijéramos al revés: En lugar de establecer primero lo que llamaríamos hoy una teoría del
conocimiento, él nos hace, en una forma muy interesante, una teoría de la ignorancia.
Se pregunta en el Sofista (lo mismo también en el Filebo), en qué consiste la ignorancia. Y llega a
una conclusión en la que tenemos que demorarnos un momento porque es fundamental para
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establecer una teoría de la Ideología. La conclusión de Platón es esta: La ignorancia no es un
estado de carencia como se lo imagina el sentido común; si la ignorancia fuera un estado de
carencia, dice Platón, nada habría más fácil que la enseñanza; sería como dar de comer a un
hambriento. Introducir algo allí donde hay alguna carencia es algo supremamente sencillo, pero
desgraciadamente la ignorancia no es un estado de carencia, sino (y esa es la fórmula de Platón)
un estado de llenura, es un conjunto inmenso de opiniones en las que tenemos una confianza
loca, no es una falta. Ésta, por el contrario, es propia de la ciencia: El saber que no sabe, no es en
absoluto propio de la Ideología.
La ideología como la naturaleza tiene horror al vacío; para todo tiene respuesta. Y mientras
nosotros más nos alejamos en el camino de la humanidad hacia atrás, por ejemplo hacia
sociedades [4] que llamamos primitivas, nos encontramos con unas ideologías más globales. Así
una sociedad con una mentalidad mágica es una sociedad en la que a uno le explican todo: si
llueve o si hace sequías, si hay temblores de tierra o si no los hay, si hay alguien enfermo es por
que algún espíritu se ha posesionado de su cuerpo, si se alivia, es por que el chaman de su tribu
es más poderoso que el espíritu que se ha posesionado de su cuerpo, si se muere, es por que era
más poderoso el espíritu. Todo esta explicado. Lo que no sabe en absoluto un personaje que esté
sumergido en la Ideología es precisamente que hay muchas cosas que ignora. La fórmula que es
tan frecuente oír en las clases de filosofía de Sócrates, aquella de que “sólo sé que nada sé”, no es
ni mucho menos un rasgo de falsa humildad, era una muy interesante observación: El primer
saber efectivo es un saber negativo, es el saber de que la opinión que teníamos no era nada más
que una opinión y no constituye un conocimiento.
Los griegos, como se puede ver, ya fueron muy lejos en este campo. Por ejemplo: Platón muestra
en el Sofista, que dado que la opinión es un estado de llenura, la educación es en gran parte crítica
y refutación –y no simple información de algo de que se carece-. Siempre, sépase o no se sepa
(aunque Platón no lo formula así), se tienen teorías sobre todo; y mientras más bajo es el
desarrollo cultural, es decir, más grande es lo que Platón llamaba la ignorancia, es más fuerte la
definición de Platón: Estado de llenura; creer que se sabe lo que no se sabe (también la formula
así). Uno puede hacer la experiencia en cualquier momento y es una experiencia cotidiana: A un
Médico se le presenta un síntoma y muy fácilmente remite a exámenes y dice que no sabe;
además hay muchas cosas que sabe que no se sabe (por ejemplo cuál es el origen del Cáncer);
pero si se le presenta un síntoma a una de las señoras que venden hierbas en las plazas de
mercado, le diagnostican y le recetan inmediatamente: Un viento encajado y agua de boldo4 o
cualquier otra cosa; lo que si no acepta es que no sabe. Ese es un rasgo esencial de la ideología. Es
el carácter totalitario de la ideología en el sentido de que cree poder dar cuenta de todo a su
manera, ante un público ingenuo. Si nosotros situáramos el uno al lado del otro, a un científico,
por ejemplo, a un perito en ciencias sociales, y a un religioso de esos de corte antiguo, y
comenzaran a hacerse preguntas, es muy probable que para el público ingenuo el científico
quedara muy mal parado ante un mismo interrogatorio. Por ejemplo, diría. ¿Cuál es el origen de
4 Corregido “oboldo” por “boldo” debido a error de transcripción.
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la vida? y el científico tendría que decir que no se sabe; y ¿El origen del hombre? y el científico
tendría que salir con que no se sabe; y ¿Cuál es el [5] origen del lenguaje? y el científico tendría
que decir que hay varias hipótesis, pero no hay todavía una teoría científica sobre ese punto. El
religioso no tendría problema; diría: “Dios le dictó a Adán las palabras en el paraíso y luego en la
torre de Babel lo dividió en varios idiomas”; el asunto es claro y está completo. Esa es una
diferencia; y es que la ciencia avanza poco a poco en un mundo de incógnitas. Y para aprender a
aceptar la ciencia es necesario aprender a vivir en un mundo de preguntas abiertas, de preguntas
que todavía no están contestadas. En cambio la ideología responde a todo. En ese sentido es
mucho más cómoda y completa: en ese sentido es mucho más tranquilizadora… Una ideología
cualquiera que le permite a uno consolarse con una respuesta aunque no esté demostrada y
aunque sea muy misteriosa y muy vaga, a cualquier planteamiento que uno se haga, es mucho
mas tranquilizadora que una ciencia en la que gran parte de las preguntas carecen aún de
respuesta, se hallan en estado de hipótesis, en estado de investigación.
Tenemos, pues, un segundo aspecto muy importante de la diferencia entra la ideología y la
ciencia que también nos ayuda a definir lateralmente la ideología y que procede de una reflexión
muy antigua; es esta: La ideología se caracteriza por que tiene horror al vacío, porque es un
estado de opinión generalizada que tiene a dar cuenta de todo. Muchas veces nosotros no lo
tenemos claro, sino que tenemos una serie de prejuicios sobre un punto determinado. Por
ejemplo, se nos pregunta por la diferencia entre Latinoamérica y Norteamérica y no hemos hecho
una investigación de tipo científico; pero tenemos una serie de prejuicios, bien sea psicológicos,
bien sea raciales, bien sea de determinismo geográfico o todos ellos combinados, o las
características psicológicas del pueblo español, y del pueblo inglés, o cualquier otra cosa por el
estilo, aunque no la hallamos pensando detenidamente, realmente solo cuando entramos –en una
ciencia, nos damos cuenta de que lo que teníamos muy claro no es nada claro. Todo el mundo
sabe aquello que no ha estudiado; ese es un problema desgraciadamente típico, si uno no ha
estudiado nunca en psicoanálisis, sabe muy bien que son los celos y pueda dar ejemplos y hablar5
continuamente de ellos. Si uno comienza a estudiar algunos mecanismos psíquicos de los celos y
la paranoia de Freud se da cuenta de que no sabía que cosa eran los celos. Y así como ocurre con
esto, ocurre con muchos otros campos del saber. Todo el mundo, sin necesidad de haber leído. El
Capital de Marx, sabe que cosa son las mercancías; las vitrinas de los almacenes están llenas de
mercancías, todo el mundo puede dar ejemplos. Pero la sorpresa de los primeros capítulos de “El
Capital” de Marx es que uno no sabía que era la mercancía. De la misma manera que todo el
mundo sabe que cosa sea el dinero o por lo menos sabe que es mejor tenerlo que no tenerlo [6] y
no tiene ninguna duda que para qué sirve. Sin embargo, si uno estudia el tercer capítulo del “El
Capital”, se da cuenta de que el dinero es un conjunto de funciones, que son cinco y que son muy
complejas; descubre una cosa muy curiosa para uno: Que no sabía qué era el dinero.
La ciencia es un paso hacia el no saber a partir de una apariencia de saber. El ingreso en la ciencia
y eso ya lo había visto Platón -es un paso hacia el no saber-, pero hacia un no saber riguroso: Que
5 Corregido “hallar” por “hablar” debido a error de transcripción.
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sabe que no sabe y ya sabe qué busca, a partir de una apariencia de saber, de una opinión -decía
Platón-. Platón fue más lejos; especialmente se puede leer en ese sentido El Teeteto. Platón (ya
habíamos visto algunos ejemplos como la mercancía y los celos tomados de formulaciones
modernas) también se había dado cuenta de este aspecto; es decir, que uno de los mecanismos
del error (de la opinión diría el) por medio de los cuales nos imaginamos saber lo que no
sabemos, es una confusión muy típica: la creencia de que por que se conoce el sentido de una
palabra, es decir, que por que no hay que buscarla en el diccionario, entonces ya se conoce el
concepto que representa; esa es una confusión muy típica; Platón nos muestra en el Teeteto, en
una conversación inolvidable: Sócrates pregunta al Teeteto ¿Qué es la ciencia? y este comienza a
darle ejemplos (la geometría, la medicina, etc.); entonces Sócrates le para en ese punto y le dice
que no le esta contestando lo que él le esta preguntando, y le da este ejemplo “Si yo te pregunto,
Teeteto, qué es el barro y tú me dices que con él se hacen estatuas y se hacen ollas y se hacen
ladrillos y se hacen tejas, tú no me estas contestando lo que yo te estoy preguntando. Tú tendrías
que decirme que el barro es cierta clase de tierra mojada con agua y después me podrías decir
que se hace con ella”; y lo va acorralando con su sistema de ironías hasta mostrarle que el
verdadero problema es que él no sabe qué es la ciencia.
Es preciso distinguir dos actitudes ante el saber: La ciencia es siempre un conocimiento
demostrable (porque si no es demostrable no es un conocimiento, es una opinión), parcial,
indefinido; en lugar de gratificar con una totalidad, la ciencia cada vez, más que un
descubrimiento, hace un descubrimiento de nuevas perspectivas en lo desconocido, es cierto, por
ejemplo, que fue muy importante llegar a establecer, a conocer el movimiento de los planetas
alrededor del sol y de los satélites alrededor de los planetas, pero ello al mismo tiempo que es la
respuesta a una serie de incógnitas. La ciencia no tiene un punto final, un tranquilizador final. No
busca un estado de descanso, de reposo absoluto de la mente en una respuesta global y final; al
contrario, multiplica las inquietudes y las preguntas cada vez que crea [7] un nuevo
descubrimiento y un nuevo conocimiento. Si se conoce el átomo, se resuelven una serie de
problemas muy importantes en Química y en Física pero se crean una cantidad inmensa de
problemas que hasta entonces no existían. Y así con todo tipo de conocimientos. El conocimiento
requiere por lo tanto una actitud distinta a la actitud que requiere y que tiende a imponer la
ideología: La actitud de la búsqueda y del gusto en la búsqueda misma; de un saber que no se
sabe y gusto en la empresa de buscar, más bien que en la actitud de descanso en la apariencia de
un saber probado.
Una imagen de la felicidad distinta -decía Nietzsche- en el prefacio de la Gaya ciencia; no la
felicidad concebida como reposo, como droga, como sueño, cielo o como muerte; es decir, como
un estado definitivo y aprobado; sino no la felicidad concebida como lucha, como conquista, como
búsqueda y como trabajo, es también una tónica diferente.
Se podría caracterizar la ideología con relación al saber y no saber diciendo que la ideología
excluye la autocrítica. Una ciencia es un movimiento esencialmente crítico. Si me remito a un
punto de partida tan lejano en lugar de partir de algunas de las nociones actuales sobre ciencia,
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es porque Platón subrayo muy bien, que el movimiento inicial fundamental de toda ciencia es un
movimiento critico, como expone un teórico moderno de la ciencia, Bachelard, al decir que el
proceso de la ciencia no es un proceso de acumulación pasiva de informaciones nuevas, si no un
procedimiento de ruptura critica con un saber anterior. Toda ciencia se establece en una lucha
con una ideología que la antecede siempre. La ciencia no comienza nunca por un «tête à tête» de
la conciencia vacía con la cosa desnuda; el conocimiento puro y desprejuiciado con el mundo sin
interpretación alguna. La ciencia siempre comienza por la crítica de una interpretación previa.
Por lo tanto su primer movimiento es crítico.
Por eso me remití a un pensamiento tan viejo; pero se puede encontrar en una teoría más
moderna, por ejemplo en “La Formación del Espíritu Científico” de Bachelard.
II. Aspectos conscientes e inconscientes de la Ideología.
Ahora bien, la fuerza de la ideología es muy grande. Mucho más grande de lo que parece, porque
la ideología no es simplemente un error subjetivo. Y ahí es donde tenemos que detenernos
durante otro momento, si la ideología fuera un simple desenfoque personal o subjetivo, una
demostración seria suficiente para disolverla, y en realidad cuando una ciencia se establece
contra una ideología o interpretación (por ejemplo la química contra la alquimia, la astronomía
contra la astrología, etc.), que la precede siempre, así sea mágica, parte de una demostración,
pero no fácilmente hace desaparecer la [8] ideología porque la ideología tiene fundamentos muy
profundos; no es un simple error subjetivo. Es, lo que podríamos llamar un error encarnado. Los
filósofos materialistas y racionalistas franceses del siglo XVIII se imaginaban por ejemplo, que la
religión era o una equivocación o una tramoya, una maniobra de los curas y los señores feudales
para engañar al pueblo; una de las cosas o ambas. Por ejemplo muchos de los enciclopedistas y
los racionalistas de la revolución francesa consideraban así la religión. Entonces se imaginaban
que era muy fácil refutar eso disipando las tinieblas de la ignorancia, como decían en esa época.
Pero lo que no habían comprendido es que no se trataba ni de una simple mentira o de una
maniobra voluntaria, ni de la simple tiniebla de la ignorancia, sino de un conjunto muy complejo
que esta profundamente arraigado en la vida y que no bastaba con refutar; eso fue lo que nunca
descubrieron, como entre nosotros, en el siglo pasado los famosos liberales radicales, ateos
“come curas”, que tenían las mismas ideas de los filósofos del siglo XVIII sobre la religión. A nadie
se le puede ocurrir que un fenómeno tan complejo en la historia (por ejemplo el Cristianismo, un
fenómeno que hace dos mil años de carrera en la historia universal) sea cualquier cosa que se le
ocurrió a alguien citar en un café y que por casualidad prendió. Tampoco, ni muchos menos, creer
que sea una simple maniobra patronal antisindical o algo por el estilo. El verdadero problema con
la ideología es que no basta refutarla; es necesario trabajar otros dos campos; ese es un aporte de
Marx y de Freud. Es necesario, primero, interpretarla y en segundo lugar transformar la realidad
que la hace necesaria. Marx hizo este comentario que es muy corto pero de un contenido y un
alcance muy amplio. Refiriéndose al libro de Feuerbach “La Esencia Del Cristianismo” libro que es
una oposición, digamos así, de tipo naturalista al cristianismo, Marx dice lo siguiente: “Bueno; el
señor Feuerbach piensa que la sagrada familia no es mas que una idealización y exportación en el
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cielo de la familia humana, de la familia corriente, de la familia profana; pero lo que no piensa el
señor Feuerbach es por qué la familia humana, corriente, requiere una idealización, qué hay en
ella que la conduzca a producir una idealización; ese es otro problema. Cuando Marx dice por
ejemplo aquella formula tan famosa y a veces tan mal comprendida de que no es suficiente
interpretar el mundo y que es necesario transformarlo, el no quiere decir solamente que no es
suficiente hacer filosofía en las cátedras sin hacer activismo en las calles o cosas por el estilo; él lo
que quiere decir es una cosa mucho mas profunda: Que el error esta encarnado en formas de vida
y no es solamente una opinión desviada. Por ejemplo en El Capital le dedica mucho tiempo del
primer capítulo y ya en el cuarto tomo vuelve sobre el problema a discutir el tema del Fetichismo
de la mercancía. Para dar el ejemplo en forma clara voy a hacer una definición rápida del tema; el
fetichismo es un fenómeno muy corriente que consiste en lo siguiente: En [9] adjudicar a algún
elemento de un conjunto, en su naturaleza de elemento, en su naturalidad, en su naturaleza
anclada, las propiedades que adquiere de las relaciones con ese conjunto. Por ejemplo, el
fetichismo de la mercancía consiste en adjudicar la mercancía, es decir a la cosa en su
materialidad inmediata, en su valor de uso, una propiedad que depende de la organización social
dentro de la cual sirve: el hecho de tener valor, y confundir así el valor (un efecto social) con una
propiedad natural. Marx llamaba Fetichismo a eso: a la adjudicación a una cosa de las
propiedades que adquiere a raíz de sus relaciones en un conjunto; para decirlo en términos más o
menos simplistas.
En realidad Marx muestra una cosa también: que el Fetichismo es un fenómeno esencial al
mundo capitalista y no un error particular, que no se resuelve por medio de una refutación y ni
siquiera por medio de una interpretación, porque contiene un elemento que lo hace indisoluble y
es que es necesario al funcionamiento de las relaciones mercantiles en las que se basa el mundo
capitalista. Por lo tanto, su disolución no puede ser simplemente la crítica teórica del Fetichismo,
solo puede proceder de la superación de una producción para el mercado y el paso a una
producción que se base en el cálculo de los efectos sociales útiles de lo producido y no del
aumento de valor en la producción. Mientras la sociedad toda viva produciendo para generar más
valor y no para generar efectos sociales útiles determinados, entonces el fetichismo es un
elemento de ese tipo de vida y no es un simple error de un señor. El otro problema es este: La
ideología, como el mismo Marx decía pero no lo precisó (en general es un pensamiento muy
incompleto de Marx; es mejor dicho un comienzo de elaboración de una teoría de la sociedad) es
en gran parte inconsciente y para poder ser ideología, es necesariamente inconsciente de sus
fundamentos; está fundada en algo que ella misma no sabe. Dejemos por un momento el término
del inconsciente en el sentido que le da Marx, no conocer sus propios fundamentos, y veamos un
aspecto que es muy importante para no caer en una teoría puramente empirista de la ciencia
(Ahora volveremos sobre el problema del inconsciente). En este aspecto: Como la ideología esta
encarnada, como hace parte de un modo de vida y no simplemente de una opinión o de una
desviación mental; o de una mala colocación de algo dentro de la cabeza, sino de un modo de
vida, su refutación no es nunca suficiente; es necesario un proceso más complejo, que es la
interpretación y otro proceso, todavía mas complejo, la trasformación del modo de vida en que
esta encarnada. Eso significa (pongamos primero en claro este punto) que de la ideología no se
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puede salir por una simple experiencia, en el sentido no de experimentación científica porque
este ya es un conjunto de preguntas elaboradas en forma de experimento, sino de experiencia
directa. En realidad ninguna experiencia saca a una sociedad de la magia. No hay que creer que si
las sociedades primitivas en [10] determinado momento superaron la etapa del pensamiento
mágico, ello se debió a que había un conjunto inmenso de experiencias (por ejemplo sobre la
ineficacia de ciertos procedimientos mágicos; el hecho de que se bailara y se regara agua no hacia
llover, que el hecho de que se soplara con humo y se hiciera una danza no curaba a la gente, etc.);
en realidad esos hechos no demuestran a nadie, que este en una ideología mágica, que la magia
no es cierta. La ineficacia relativa (porque muchas de las enfermedades eran de las que hoy
llamaríamos de tipo psicógeno y si eran curadas por los procedimientos mágicos) por ejemplo
ante la naturaleza: que le caigan rayos al enemigo y que no caigan para acá y otra clase de ruegos
por ese estilo, han sido ineficaces pero no por eso se abandono la magia. La magia se abandono
porque la sociedad cambió, porque la sociedad dejó de ser una sociedad comunitaria primitiva,
orgánica, y comenzó a ser una sociedad jerárquica, fundada en dominadores y dominados y
entonces se pasó de la magia a la religión. Pero a la religión tampoco la refuta ninguna ineficacia,
ninguna experiencia particular; es decir si uno no toma posición interpretativa y critica, no hay
ninguna experiencia que refute a una creencia religiosa; todo el mundo sabe que tanto entre la
magia como entre la religión, la ideología tiene una característica que es otro elementó
importante para tenerlo en cuenta en una definición global: Es refractaria a la experiencia por
completo. Hay una tribu en África que tiene la costumbre de consagrar sus flechas en una
ceremonia mágica para hacerlas mas mortales; pero no por eso deja de echarles además veneno
de serpiente. Cuando salen de cacería estos señores tienen esta combinación (así la técnica y la
magia se combinan a veces en forma muy curiosa); si el animal al cual hirieron con la flecha
muere, significa que la ceremonia de consagración fue eficaz, si el animal sobrevive y sale
corriendo, eso significa que la culebra no era venenosa. Y ellos tienen la cosa muy clara. Y no hay
que ir hasta esas remotas edades para encontrar estas combinaciones: es muy corriente también
que una señora que tiene un niño enfermo le ponga una vela a la virgen del Carmen para que el
niño se alivie; pero no por eso deja de aplicarle por ejemplo penicilina y de llamar al medico; si el
niño se alivia es probable que ella crea que la virgen del Carmen le alivió el muchachito, y si se le
muere, a lo mejor piensa que el médico lo mató. De manera que no hay que ir hasta el fondo del
Congo; ni mucho menos. Esas combinaciones técnicas y pensamiento mágico son muy frecuentes,
son frecuentísimas y no hay que buscarlas muy lejos. Ahora bien, yo lo traigo a cuenta para
mostrar que la ideología es refractaria a la experiencia. Tomemos por ejemplo una romería; si se
hace un ruego por un milagro y el asunto resulta bien, magnifico; si el asunto resulta mal, por
ejemplo la persona se muere (la encomendada) eso no se pone para nada en cuestión la fe. La fe
esta por encima de toda relación crítica con la experiencia. Eso por lo tanto [11] refractario a la
experiencia y al razonamiento, también es refractaria en la medida en que se hunde en figuras
que podríamos denominar estructuras psíquicas especiales. Uno puede colocar un ejemplo que
no es nada traído de los cabellos para ilustrar el asunto, supongamos una fobia, que es uno de los
fenómenos mas corrientes y que no siquiera se puede considerar un fenómeno patológico grave,
ni muchos menos; una fobia de las que se presentan en la historia de angustia, incluso en cuadros
que son casi anormales. Se puede observar allí que hay un tipo de reacción que ninguna forma de
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argumentación disuelve, la señora X, por ejemplo, le tiene pavor a los ratones; la señora se
encuentra en la sala de su casa con un ratón, sale gritando y se sube a la mesa, muerta del miedo;
el ratón por su parte también se muere de miedo y va y se esconde en un agujero. Naturalmente,
si uno le explica a la señora razonablemente que el ratón no es peligroso para ella y que entre lo
dos más bien el ratón tiene la razón porque ella es mucho más peligrosa para el, eso no la va a
convencer nunca, porque la reacción que ella tiene, no la tiene en un nivel consciente; es
necesario pasar por un largo proceso; es la interpretación de qué significa el ratón en su
inconsciente y qué esa estructura implica en ese inconsciente esa significación. Si se logra la
interpretación y la transformación de un conjunto de reaccione vitales, ya puede ser eficaz la
explicación; de lo contrario no. La ideología no seria tan fuerte si no tuviera raigambre
inconsciente; si fuera un simple conjunto de errores técnicos en un nivel puramente teórico
aislado de lo vivido, de lo inconsciente y de la organización social. La ideología es un fenómeno
tan poderoso, porque tiene un arraigo en la vida humana muy profundo y no es simplemente un
error teórico; un error que podría llamarse desenfoque subjetivo o mala información, o una
especie de carencia como decía platón, la falta de un conocimiento. No, es el efecto una forma de
vida, y eso es lo que hace que la ideología sea tan poderosa.
III. La Ideología como mecanismo de dominación.
Ahora bien, la ideología también es una forma necesaria en toda dominación, es decir, en toda
sociedad que se funde en una dominación en una dominación de clase, y seguramente en las
dominaciones de castas primitivas ya también la ideología comenzó a ser una forma necesaria de
dominación. Ahora, cada sociedad tiene que producir la propia. Nosotros por ejemplo tenemos un
fenómeno muy curioso al que voy a referirme para terminar y en las enormes dificultades que
plantea la necesidad de una ideología política que requiere el Capitalismo y que produjo hace
muchos siglos, es decir, en el siglo XVII, la enorme dificultad que representa la ideología
capitalista, los requerimiento ideológicos del Capitalismo, para el desarrollo de conocimientos
científicos sobre la sociedad. La ideología capitalista hereda del pensamiento religioso un
principio. (Esa ideología que formula en gran parte como una ideología jurídica). En la época
medieval, el concepto de [12] Libertad, que podríamos denominar de libre albedrío. En la época
del cristianismo medieval, en la época en que el cristianismo era la ideología “común” a la
sociedad, ese principio era un principio sobre el que se fundaba todo el aparato teológico; como
sabemos, la teoría del pecado, la teoría del castigo, la teoría del premio, todo lo demás, estaba
fundado sobre un principio que es del libre albedrío. El derecho recoge esa idea, que por lo demás
no es ningún invento cristiano (ya está en los estoicos por ejemplo, desde antes y en algunos
pensadores griegos muy anteriores). Ese principio del libre albedrío es un principio que dificulta
mucho la formulación de una ciencia de la conducta. Freud, por eso, cuando escribe uno de sus
primeros libros: Psicopatología de la vida cotidiana (para una discusión en detalle de ese
principio, remítase el último capítulo), se encuentra, como muchos otros pensadores lo habían
hecho antes, ante ese problema: si nosotros tenemos una potencia no determinada, la libre
voluntad, a la que no se le pueden adjudicar causas, la conducta humana no puede ser explicada;
porque de todas maneras explicar es remitir un conjunto de fenómenos a las leyes que los
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determinan y a sus causas. Entonces simplemente tenemos que la conducta humana podrá ser
aceptada, valorada, moralmente condenada, o elogiada, pero no podrá ser explicada: no tenemos
por lo tanto el principio que nos permite la posibilidad siquiera de elaborar una psicología. Y si
hablamos de la conducta humana en términos colectivos, tampoco una sociología, como ciencia;
como ciencia determina un objeto y estudia los fenómenos que tienen lugar en ese objeto desde
un punto de vista explicativo. Podrá haber descripciones de la conducta humana (como dicen
algunos ideólogos modernos idealistas) comprensivas que por medio de la simpatía, la apatía, la
compresión o cualquier otro rasgo fenomenológico se aproximen a entender lo que otro hace por
una forma de identificación, pero no una ciencia en el sentido de tomar la conducta como objeto
de una explicación. Ahora bien; esa libertad que había sido criticada desde muy antiguo en forma
puramente teórica por los filósofos (el más grande de ellos y el más claro en ese punto es Spinoza
y luego Nietzsche), esa idea de libertad, es por así decirlo, esencial para el funcionamiento
objetivo del mundo capitalista. El mundo capitalista es un mundo que se funda en una economía
de cambio. El postulado del cambio, es que el cambio es libre; es decir, voluntario. El mundo
capitalista se funda en la forma contractual. El postulado del contrato es que el contrato es de
libre voluntad. Ahora, todo el mundo sabe que en una economía donde había división social del
trabajo en ramas (fuera de que hay una división social del trabajo en clases, -trabajo que manda y
trabajo que obedece- trabajo que piensa y trabajo que ejecuta, etc.), es decir, trabajo que hace
unas cosas y trabajo que hace otras, el cambio es obligatorio. Un señor que hace zapatos y que no
come zapatos ni vive dentro de un zapato cambia necesariamente; sin embargo, también es
necesario que el se imagine que el cambio [13] es libre; que él cambia porque le da la gana; que le
cambio no es como lo que le ocurre a un siervo, que le toca entregar al señor feudal una
determinada renta o un determinado diezmo a cambio de un muy dudoso premio post-mortem,
pero de todas maneras él se siente obligado; en el mundo capitalista es necesario que se sienta
libre.
Desde un punto de vista teórico ya Kant había mostrado –y Spinoza mucho antes que la libertad,
es decir, un conjunto de actos, hechos, sin causas, no es pensable. Spinoza dio una definición
extraordinariamente brillante y que traigo a cuento porque es muy corta, dice: “Libertad es el
nombre que damos a la ignorancia que tenemos de la causa de nuestros actos”. Como no sabemos
por qué actuamos, entonces pretendemos que actuamos libremente. Por supuesto, esta es una
concepción tan remota, como les digo, que se pueda encontrar en el siglo XVII. Para que no nos
confundamos, estoy hablando de la concepción Cristiano-Capitalista porque el Capitalismo
reinterpretó el Cristianismo a su modo para recoger de él esa idea. Por supuesto hay otras
concepciones de la libertad que no son metafísicas y desde la más remota antigüedad no postulan
un libre albedrío. Platón, en El Banquete, dice que el amor y el pensamiento son libres. El, lo que
quiere decir con eso, es que no pueden ser obligados en forma de una coacción, es decir, que a
nadie se le puede obligar a pensar u obligar a amar, si una persona ama, este hecho es el
resultado de toda una vida y no de una coacción actual, de su infancia o, según Platón (porque
Platón trae una teoría fantástica sobre eso), de sus reminiscencias de otra vida y de muchas otras
cosas. Platón no quiere decir con eso que no tiene causa, sino que no tiene coacción, lo que es
distinto; el pensamiento por su puesto tiene causa: causas eficientes, formales, materiales, como
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decía Aristóteles; pero lo que no tiene es posibilidad de una coacción; no puede ser obligatorio; lo
mismo que el amor; que es lo que sostenía ya Platón. Pero la Libertad en ese sentido es otra cosa
que la Libertad metafísica a la que yo me estoy refiriendo. La Libertad metafísica que el
cristianismo sostiene es una manera de crear una base teórica al concepto de culpa, de premio o
de castigo. Por eso Nietzsche en términos poco amables para el cristianismo –como en general
acostumbra a hablar–, llamó a la teoría de la libertad una metafísica de verdugos; primero
declaran al sujeto libre y autor exclusivo de lo que él es; lo que lógicamente es aberrante: El ser
que es su propia causa; y después de que lo declararon libre, lo declaran culpable de todo lo que
él ha sido víctima y entonces pasa a ser castigado. Aquí tenemos nosotros una construcción de la
Libertad que el sistema capitalista toma a veces en forma muy directa, de la concepción cristiana.
Por ejemplo, si no estudia, digamos en el pensamiento jurídico, que algunos hacen una distinción
entre el dolo y la culpa; que consideran el dolo algo intencionado, hecho a propósito para
quebrantar una norma, etc.; [14] Y la culpa como algo que podría haber sido previsto pero que no
es necesariamente intencional; quien se acuerda de Astete: ahí mismo: el pecado venial y el
mortal; con pleno consentimiento y sin pleno consentimiento; es decir, que es tomado por el
derecho en forma directa. Y el derecho lo necesita porque necesita un sistema represivo. Para
formular un sistema represivo hay que formular una autonomía del sujeto. Si nosotros pensamos
que el sistema para suprimir el robo es suprimir todas las causas del robo (por ejemplo la
propiedad privada y su correspondiente explotación) entonces no tenemos ningún principio
justificativo de la represión solamente policiva del hecho.
Si nosotros consideramos que la conducta humana es el efecto de las condiciones sociales, de las
condiciones personales, familiares, de todo el conjunto de vida que la determina, entonces
nosotros no tenemos un principio justificativo de la represión. Por lo tanto es necesario crear una
teoría de la libertad. Pero una teoría de la libertad limitada. En ese sentido ya no sigue el
Capitalismo tan de cerca al Cristianismo sino que empobrece terriblemente la concepción de la
Libertad. Ahora, en el pensamiento capitalista, la libertad es una función puramente negativa; es
decir, que se postula que el hombre es libre para realizar todo aquello que no le impida la ley; o
en otras palabras; la policía. Porque sino fuera por la policía, la ley no sostendría los latifundios,
ni muchos menos; en absoluto; el hecho de tener en la notaría un papelito escrito tampoco
garantizaría el latifundio ni nada de eso: se necesita para que lo garantice, la policía. El hombre se
considera libre e igual en la Constitución. La Constitución, decía Marx, es lo que la sociedad dice
de si misma. Pero a las sociedades, como a los individuos, no se les puede juzgar por lo que dicen
de si mismas sino por lo que hacen. Un individuo puede decir de si mismo que es un genio
incomprendido al que todo el mundo toma por un bobo; pero sin embargo no hace más que
bobadas. A las sociedades les pasa cosas muy por el estilo: proclaman de si mismas en sus cartas
constitucionales una gran cantidad de cosas; una de ellas es la libertad. La libertad es concebida
como una relación con la policía, el hombre es libre de todo aquello que no le impida la policía.
Por ejemplo la enseñanza es libre; todo el mundo puede entrar a estudiar en cualquier rama de la
educación; la Ley no se le prohibe a nadie; se le prohíben otras cosas; se lo prohíbe la vida, se lo
prohíbe la economía las circunstancias en que vive; por ejemplo es un minifundista de Nariño y
es muy probable que no vaya a ninguna universidad. La enseñanza libre, la policía no se lo
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prohíbe; solo el 1% va, pero la policía no le prohíbe al 99% que vaya. Todo el mundo es libre de
elegir y ser elegido; cualquier campesino de Boyacá puede ser elegido Presidente de la República
pues es libre; lo que pasa es que a lo mejor ni siquiera sepa que cosa sea una República, […]6 cosa,
él es libre por completo pero solamente en un sentido: en el sentido de que no le esta prohibido
por la Ley; [15] en cuanto a que este prohibido por la vida, eso no le interesa a la Constitución;
esa ya no es asunto de la libertad en el sentido capitalista del término. Ahora, uno puede
considerar que la libertad de conciencia por ejemplo, consiste en todo el mundo piense lo que le
de la gana y que nadie pueda meterse con eso. La libertad de prensa consiste en que todo mundo
expresa en sus periódicos todo lo que quiera; sus pensamientos; y que nadie, la Ley se lo prohiba.
Todas esas libertades tomadas de los derechos del hombre y del ciudadano fueron comentadas
muy corta pero sagazmente por Marx en la sagrada familia con este pequeño comentario. Detrás
del ciudadano encontramos siempre al propietario, el concepto de ciudadano allí es un concepto
muy ambiguo; en realidad todas esas libertades están tomadas de la libertad de propiedad y de
de la libertad de industria. Claro que todo el que tenga el capital para poner un periódico es libre
para poner su periódico y de sostener lo que quiera; el nazismo o el comunismo o lo que quiera,
como libertad de industria.
Cuando dice que el derecho de cada cual va hasta donde esta limitado por el derecho igual de los
demás ¿A qué derecho se puede referir para que este limitado por el derecho de otro? Si uno esta
pensando en un propietario, por ejemplo en un propietario de la tierra. Es clarísimo que su
derecho, es decir, su propiedad esta limitada allí donde comienza el derecho del otro, eso es
clarísimo. Pero si uno esta pensando por ejemplo en el arte, en la posibilidad de escribir, de crear,
de pensar, o de estudiar, uno no ve en qué sentido el derecho de otro, sea límite para el de nadie.
Solo pues está pensando el hombre como propietario. Lo que hay detrás de la palabra hombre en
el fondo del texto, es la palabra propietario, y detrás de la libertad, la libertad de industria.
Así quedo empobrecida la heredada concepción de la libertad. Era necesario y sigue siendo
necesario, no basta una refutación. Por mucho que se desarrolle la sociología y explique que
determinadas conductas, determinadas capas sociales o determinados individuos; o la psicología,
pueden ser específicamente explicados por sus causas como efecto necesario de una determinada
confluencia de causas; sobre esa idea no se puede construir una teoría del castigo, una teoría de
la responsabilidad, una teoría del contrato ni una economía del cambio.
Entonces es necesaria una fundamentación ideológica de una determinada forma de vida. Esa
fundamentación ideológica es al mismo tiempo una concepción metafísica y para decirlo con la
palabra de Marx –apologética. Apologética en la terminología de Marx quiere decir que donde
quiere describir algo, en realidad lo esta es defendiendo; es decir, que hace la apología de lo que
pretende estar describiendo. Ahora bien; si nosotros estudiamos una concepción [16] del cambio
6 Texto ilegible, tres palabras.
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en un economista clásico, o en un economista moderno, por ejemplo en Smith, en Ricardo o en
cualquier economista de los que nosotros llamamos clásicos, podemos encontrar esto:
El cambio es concebido como un acto libre; ese acto libre se basa en dos libertades, porque el
cambio es un proceso entre dos libertades, cada uno de los dos cambios por que cree que le
conviene cambiar según el principio de la libertad, si no lo creyera, no lo cambiaría. Cada uno de
los dos que cambian (por que un cambio entre dos, por lo menos entre dos propietarios por que
el cambio es cambio de propiedad) supone que lo que recibe es mayor que lo da, por que si no, no
lo cambiaria, puesto que el cambio es libre, ambos son por lo tanto dos beneficiarios porque cada
uno de los dos supone, que recibió algo que vale mas que lo que da, o que es mas útil o mejor que
lo que da, y si no lo supiera, se quedaría con lo que tenía y no lo cambiaría, ese es el principio de
la economía de cambio y de mercado. Ahora, ese principio se basa por supuesto en el concepto de
libre albedrío y ese tipo de descripción es inmediatamente apologética; como el capitalismo es
una economía de cambio, como el capitalismo es un conjunto de cambios (cambios de dinero por
mercancías, cambio de fuerza por el salario, cambios de unos determinados bienes por otros), el
capitalismo es en general un proceso de cambio. Y como en cada cambio produce dos
beneficiarios, el capitalismo es un proceso de beneficio común: todo está perfectamente claro,
pero todo esta en la palabrita eminentemente liberal: “si no, no lo cambiaria”, porque el asunto
esta en que se supone el cambio libre. Si el señor no considera que el salario que se le paga es
mejor que el tiempo de trabajo que el da a cambio de ese salario. Pues no lo cambiaría, ¿pero
entonces, que haría? Ese es el problema. Si no creyera que es mejor recibir un salario que trabajar
diez y ocho horas, no lo cambiaria, el problema esta en el postulado de que el cambio es libre.
Ahora bien, si una parte mayoritaria, carece de medio de producción, tiene que cambiar su fuerza
de trabajo por un salario, esa es una obligación. No una obligación de la policía es una obligación
de la vida capitalista y ningún policía lo obliga a que vaya a contratarse, ya no estamos en el
esclavismo; ahora estamos en la libertad el solo va a contratarse sin ningún capataz que lo guíe.
Así, pues que formula una teoría de la libertad, pero lo que quiere mostrar es que esa teoría por
ser ideológica no es un simple error que se pueda disolver simplemente, esa teoría esta inscrita
en el funcionamiento del modo capitalista de producción. Lo que Marx descubrió es que los
errores están encarnados en la vida social y no son simples despistes subjetivos, y que por lo
tanto la crítica y la interpretación son un momento: la transformación es el elemento
fundamental de una refutación efectiva. Este es el fenómeno de la ideología como proceso
encarnado de la vida. Si no contuviera elementos necesarios de un modo de vida, la ideología
seria fácil de despachar con una refutación [17] teórica; como se puede despachar con una
refutación teórica, un teorema o un problema matemático de hecho, se puede despachar con un
procedimiento cualquiera; por reducción al absurdo, o por cualquier otro. Pero como a la
ideología no es un despiste en el secreto de la intimidad del sujeto sino un elemento en la forma
de vida social o en la forma de vida personal, el problema de la ideología no es un problema de
simple refutación. Eso mismo enseña Freud con respecto a la religión. El no la considera como un
error; considera que tiene muchos elementos inconscientes verdaderos y que precisamente son
los que hacen más difícil un tratamiento puramente refutatorio. Una religión cualquiera (uno
puede concebir la griega, o cualquiera otra). Las ideologías tienen ese aspecto; no son simples
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errores sino que tienen elementos vividos expresados en forma simbólica y que son muy
profundos. Por ejemplo: la idea de un paraíso primitivo y de un paraíso perdido, es una idea
frecuente en muy diversas religiones; y concepciones incluso pseudo-científicas como por
ejemplo: el buen salvaje de Rousseau. Y en muchas otras formas: la idea de una edad de oro, los
griegos la tenían; la Atlántida de Platón, las islas afortunadas es una idea muy vieja y muy
frecuente. Con especificaciones como la que nosotros conocemos de la concepción judaica es muy
interesante; la infancia de cada individuo se proyecta como infancia de la humanidad; se
construye la imagen de una época en la que daba vergüenza estar desnudo, en que no se tenía
conocimiento de la ciencia del bien o del mal, en que no había por que ser castigado al respecto
de la ciencia del bien y del mal, y en que había una protección de la que se es arrojado por la
madurez; es decir, la infancia individual se proyecta como infancia de la humanidad, no
corresponde por supuesto a ninguna investigación antropológica ni arqueológica sobre los
orígenes de la humanidad; pero corresponde a un mito personal de todo el mundo. Y por lo tanto
no es vivida simplemente como una idea errada.
Todas las practicas desculpabilizantes, penitencia y similares, y las concepciones culpabilizantes
psíquicas (por ejemplo épocas en las que fue necesariamente alguna determinada maniobra para
expulsar los pecados) son practicas que se encuentra en muchas estructuras psíquicas. Freud
mostró en un texto muy interesante que se llamaba Ceremonia Obsesiva y Práctica Religiosa la
similitud extraordinaria entre algunas prácticas de ciertas religiones y las ceremonias de algunas
estructuras de obsesivos y concluye con una fórmula muy dura. Esto no debe asombrarnos; lo
que ocurre es que la neurosis obsesiva es una religión primitiva; pero solo porque la religión es
una neurosis obsesiva es una religión privada; pero solo porque la religión es una neurosis
obsesiva colectiva. Y por lo tanto ninguna de las dos es susceptible de una refutación directa, sino
de tratamiento.
Ese punto de vista de Freud en cuanto a lo personal es un punto de vista que hacia mucho había
planteado Marx con aquello de que es necesario trasformar el mundo y no solamente
interpretarlo porque la ideología [18] esta encarnada; esta en los preceptos sociales y en las
estructuras individuales y no es simplemente un conjunto de errores subjetivos.
Tenemos pues en primer lugar que la ideología se funda en la autoridad de cualquier tipo. La
tradición, los antepasados, o la opinión general, que es una autoridad, o en una autoridad
institucional, el papa, por ejemplo, o no institucional, eso no importa. En segundo lugar, tiene un
horror al vacío, es a su modo omnisapiente o por lo menos panopiante7 si no se le quiere decir
algo tan favorable, es refractaria a la experiencia y requiere algo más que la crítica y la
interpretación: el tratamiento.
7 “El poeta León de Greiff se inventó el neologismo “panopiante” para referirse a aquellas personas que opinan sobre cualquier cosa, sin reflexión ni
crítica, pero la expresión podría hacerse extensiva a todos aquellos que no manifiestan ninguna preocupación porque sus afirmaciones estén verdaderamente sustentadas en hechos y datos concretos”. Tomado de
http://socioeconomia.univalle.edu.co/nuevo/public/index.php?seccion=CIDSE&ver=PUBLICACIONES&publicacion=ARTICULOS&articulo=PAIS&pai
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