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LA ESCUELA VISITA AL MUSEO Equipo de redacción Fundación Convivencia [email protected] Palabras claves: Museo, educación, biología, construc- tivismo. Las investigaciones recientes realizadas en Colombia por educadores suelen centrarse en el uso de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación en la educación y en el efecto positivo, o liberador, que puede tener ese uso. No es el caso de la investigación de Norlin Aguirre, que se centra en el museo como un instrumento didáctico para la enseñanza de la diversidad de las especies. La investigación de Aguirre nos hace reflexionar sobre la naturaleza del museo, sobre su origen y sobre el uso que puede dársele como herramienta didáctica, en especial en la enseñanza de la diversidad de las especies. Tal vez la costumbre de coleccionar cosas nos venga del temor a la muerte, del sabernos mortales, som- bras que se desvanecen dando paso a otras sombras; o tal vez nos venga del íntimo asombro de estar rodeado de cosas y de seres, cuando bien podríamos estar rodeados de la monótona y uniforme nada. Cada cosa, cada ser es una extrañeza a su manera, algo misterioso y único que ha de desaparecer inevitablemente. Tal vez, peregrinos en el valle de la muerte, coleccionamos cosas porque sabemos que este viaje terminará, pero seguiremos viajando, y queremos recuerdos, sabiendo que nos estamos yendo todo el tiempo, que dejamos los lugares en que estamos con cada minuto de vida que pasa. La experiencia de la vida se escapa por entre nuestros dedos cuando con nuestras manos esperamos asirla. Nuestros más secretos temores y nuestras más terri- bles certezas nos son comunes a todos, siendo tan viejos como la humanidad; los rastros de ellos son tan remotos como las primeras civilizaciones. Hubo un templo con sacerdotes que hacían figuras cuyo arte secreto sólo era conocido por ellos; hubo un palacio con soberano y funcionarios; hubo moneda, vino y cerveza; y hubo colecciones, tal vez las prime- ras, de tabletas de arcilla en que estaban talladas obras literarias y que en un rincón tenían inscrita una maldición para aquel que se atreviera a robarlas (otro coleccionista). Hubo todo esto en Babilonia y Asiria (Hooke, 1953). En Grecia y Roma fueron preci- samente los templos los lugares en que se recogían objetos curiosos, rarezas de la naturaleza, obras de arte, que podían ser vistas por el público a cambio de una pequeña suma (Lewis, 2017). En Oriente también se tuvo antaño la costumbre de coleccionar. Testimonio invaluable de ello es la multitud de gue- rreros de terracota que rodea la tumba del empera- dor Qin Shi Huang (Lewis, 2017). En estas colecciones deben verse los antecedentes más lejanos de lo que hoy llamamos ‘museo’. En la actualidad la humanidad tiene museos de todo tipo, y colecciona cosas de muchas maneras. A un museo entró Cioran una tarde lluviosa de otoño, y allí contempló “esa feria de cráneos, esa risotada auto- mática a todos los niveles de la zoología” (E.Cioran, 16 INVEST IGACIONES Fundación Convivencia www.fundacionconvivencia.org/

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La EscuELa Visita aL MusEo

Equipo de redacción Fundación [email protected]

Palabras claves: Museo, educación, biología, construc-tivismo.Las investigaciones recientes realizadas en Colombia

por educadores suelen centrarse en el uso de las nuevas tecnologías de la información y de la

comunicación en la educación y en el efecto positivo, o liberador, que puede tener ese uso. No es el caso de la investigación de Norlin Aguirre, que se centra

en el museo como un instrumento didáctico para la enseñanza de la diversidad de las especies. La

investigación de Aguirre nos hace reflexionar sobre la naturaleza del museo, sobre su origen y sobre el uso que puede dársele como herramienta didáctica, en especial en la enseñanza de la diversidad de las

especies.

Tal vez la costumbre de coleccionar cosas nos venga del temor a la muerte, del sabernos mortales, som-bras que se desvanecen dando paso a otras sombras; o tal vez nos venga del íntimo asombro de estar rodeado de cosas y de seres, cuando bien podríamos estar rodeados de la monótona y uniforme nada. Cada cosa, cada ser es una extrañeza a su manera, algo misterioso y único que ha de desaparecer inevitablemente. Tal vez, peregrinos en el valle de la muerte, coleccionamos cosas porque sabemos que este viaje terminará, pero seguiremos viajando, y queremos recuerdos, sabiendo que nos estamos yendo todo el tiempo, que dejamos los lugares en que estamos con cada minuto de vida que pasa. La experiencia de la vida se escapa por entre nuestros dedos cuando con nuestras manos esperamos asirla. Nuestros más secretos temores y nuestras más terri-bles certezas nos son comunes a todos, siendo tan viejos como la humanidad; los rastros de ellos son tan remotos como las primeras civilizaciones. Hubo

un templo con sacerdotes que hacían figuras cuyo arte secreto sólo era conocido por ellos; hubo un palacio con soberano y funcionarios; hubo moneda, vino y cerveza; y hubo colecciones, tal vez las prime-ras, de tabletas de arcilla en que estaban talladas obras literarias y que en un rincón tenían inscrita una maldición para aquel que se atreviera a robarlas (otro coleccionista). Hubo todo esto en Babilonia y Asiria (Hooke, 1953). En Grecia y Roma fueron preci-samente los templos los lugares en que se recogían objetos curiosos, rarezas de la naturaleza, obras de arte, que podían ser vistas por el público a cambio de una pequeña suma (Lewis, 2017). En Oriente también se tuvo antaño la costumbre de coleccionar. Testimonio invaluable de ello es la multitud de gue-rreros de terracota que rodea la tumba del empera-dor Qin Shi Huang (Lewis, 2017). En estas colecciones deben verse los antecedentes más lejanos de lo que hoy llamamos ‘museo’.

En la actualidad la humanidad tiene museos de todo tipo, y colecciona cosas de muchas maneras. A un museo entró Cioran una tarde lluviosa de otoño, y allí contempló “esa feria de cráneos, esa risotada auto-mática a todos los niveles de la zoología” (E.Cioran,

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1. El Museo Tradescantianum fue el primer museo abierto al público que se estableció en Inglaterra. Localizado en Vauxhall en el sur de Londres, comprendía una colección de curiosidades reunidas por John Tradescant a mediados del siglo XVII. Nota del Editor.

1989). Allí “sintió”, “vio” el filósofo rumano la irrea-lidad de todo. No en un museo, sino en un salón de clase, Isaac (Woody Allen) dice señalando el esquele-to de un primate en una secuencia de Manhattan,

ISAAC: Por Dios . ¿qué van a decir las próximas generaciones de nosotros? Por Dios (apuntando al esqueleto, dándose por fin cuenta de su presencia). ¿Entiendes? ! Algún día vamos a ser como él! Quiero decir. . . ¿entiendes? Tal vez él era envidiado. Tal vez bailaba, jugaba al tenis y todo lo demás. Y…. y (apuntando al esqueleto de nuevo) ahora, bueno, esto es lo que nos ha de pasar a nosotros, ¿entien-des? Por eso es muy importante ser una persona íntegra, ¿entiendes?, tal vez estaré colgado algún día en un salón de clase y… quiero estar seguro de que se va a pensar bien de mí.(Allen, 1979).

Para Cioran y para Allen la expresión concreta y visi-ble del pasado que es el museo, (en el caso de Allen, un esqueleto “coleccionado”, guardado en un aula de clase) es un recuerdo de la propia inanidad. Pero la palabra ‘museo’ no es necesariamente sinónimo de la fijeza de un esqueleto. La desconcertante etimología de la palabra ‘museo’ basta para convencernos de eso: en latín la palabra museum denotaba lugares en los se sostenían discusiones filosóficas. Así, el legendario Museo de Alejandría, fundado por Ptolomeo I en el siglo III antes de Jesucristo, se asemejaba más a una universidad con sus profesores y su librería, que a lo que hoy damos el nombre de ‘museo’ (Lewis, 2017). En su acepción de colección, la palabra ‘museo’ no es

un escenario de discusión o un aula de clase; en esta acepción la palabra ‘museo’ significa, es cierto, fijeza y rareza. Es en esta acepción que la palabra habría de resucitar en el siglo XV para referirse a la colección que Lorenzo de Medici tenía en Florencia, ajena ya a profesores y a bibliotecas. En el siglo XVII habría de usarse para designar colecciones de curiosidades como la colección de curiosidades de John Tradescant que, reunidas en un mismo edificio al público, habría de convertirse en el museo Tradescantianum1. En el siglo XVIII ya la palabra ‘museo’ era usada definitiva-mente para designar un edificio en que se exponen colecciones de cosas. La palabra se usó cuando se fundó el Museo Británico; y Diderot exponía, en el noveno volumen de la Enciclopedia, un esquema detallado de lo que debería ser un museo nacional de Francia (Lewis, 2017).

Desde entonces, la palabra ‘museo’ se ha usado para designar un espacio abierto al público, que alberga objetos de importancia cultural; espacio que no siem-pre y cada vez menos se refiere a un edificio, pudiendo ser los museos espacios al aire libre e incluso virtua-les (Aguirre, 2012).

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2. Este autor clasifica los museos de museos científico-tecnológicos por generaciones.3. Hemos pasando en silencio cómo, por ejemplo, de acuerdo a la fase de la unidad de que se trate, se debe escoger el museo más apropiado para esa fase. Como hemos dicho, en el trabajo de Aguirre la escogencia del tipo de museo es una cuestión de metodología.

De modo que hay tantas acepciones de la palabra ‘museo’ como tipos de museos. Escoger entre una y otra, decidir entre uno y otro, puede ser una cuestión de temperamento (a Cioran y a Allen, por ejemplo, les viene bien una colección de esqueletos). También puede ser una cuestión de oficio. Puede serlo también de metodología. En el caso de la tesis de Maestría de Norlin Aguirre, Construcción de material educativo para el aprendizaje de la diversidad de especies con estudiantes de séptimo grado utilizando el museo como instrumento didáctico, se trata de esto último. Aguirre escoge, siguiendo la tipología en generaciones que de los museos científico-tecnológicos hace Ten Ros (Ros)2, los museos de cuarta y quinta generación. Los museos de cuarta generación son aquellos parques temáticos que tienen carácter científico, tales como parques naturales o zonas protegidas, que a partir del siglo XIX fueron dotados de recursos pedagógicos. Los museos de quinta generación, o museos virtuales, son aquellos en que la idea de museo ligada a la de una colección de objetos físicos expuestos en un lugar abierto al público se relativiza, dando en parte el lugar de las colecciones de objetos físicos a las nuevas tecnologías de la infor-mación y de la comunicación (Aguirre, 2012). Aguirre, al realizar la investigación en la ciudad de Medellín, se decide por los museos de ciencia que podrían cata-logarse como de quinta generación como “el “Parque Explora”, el “MUUA: Museo Universitario Universidad de Antioquia” y aquellos museos donde se coleccionan espe-cies vivas, tales como el “Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe” y el “Parque ARVI”, para desarrollar el concepto de diversidad de especies” (Aguirre, 2012, p. 7).

Se trata en la investigación de Aguirre de “(…) diseñar una propuesta de intervención educativa para el concepto de biodiversidad de especies utilizando algunos museos como recurso de enseñanza con los estudiantes del grado séptimo de la Institución Educativa Javiera Londoño Sevilla de la ciudad de

Medellín Colombia” (Aguirre, 2012, Pag. o). De esta intención, plasmada en el objetivo general de su tra-bajo, queda como fruto una unidad didáctica diseñada especialmente para el aprovechamiento por parte de los estudiantes, desde una perspectiva constructivista, de la experiencia de visitar un museo.

La unidad, dividida en fases, pretende llevar al estudiante de la propia consciencia de lo que sabe e ignora sobre el tema, en este caso, la diversidad de las especies. Se parte del conocimiento de los objetivos de la visita al museo (fase exploratoria), pasando por clases magistrales en que se introduce a los mucha-chos a los conceptos claves de la explicación científica de la diversidad de las especies (fase introductoria), y por la visita al museo, la observación de los niños, los comentarios del docente (fase de estructuración); para llegar finalmente a aplicar los conceptos aprendidos para resolver preguntas complejas que los involucran.

Como se ve, las fases de la Unidad Didáctica diseñada por Aguirre que han sido resumidas aquí en extremo3, nos han llevado bastante lejos de los esqueletos de Cioran y de Allen. De la certeza de la propia inanidad a la diversidad de la naturaleza y a la actividad del maestro y al aprendizaje. Esto se los debemos a Aguirre, quien, para mostrar la diversidad de la vida a los estudiantes, los ha llevado a esa diversidad, o al menos a la que pueden contener o recrear los museos. Aguirre fue a buscar la vida y allí, en el museo, la encontró, y al hacerlo nos recuerda la antigua acepción de museo: la de academia, tan lejana a la colección de huesos de desesperanza y burla de Cioran y Allen.

Referencias

Aguirre, N. (2012). Construcción de material educativo para el aprendizaje de la diversidad de especies con estudiantes de séptimo grado utilizando el museo

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como instrumento didáctico. Medellín: Universidad Nacional .

Allen, W. (Director). (1979). Manhattan [Motion Picture].

E.Cioran. (1989). El aciago demiurgo. Madrid: Taurus.

Hooke, S. H. (1953). Babylonian and assyrian religion. Londres: Hutchisons University Library.

Lewis, G. (2017, 01 01). History of museums. Retrieved

11 15, 2017, from Encyclopædia Britannica: https://www.britannica.com/topic/history-of-museu-ms-398827

Ros, A. E. (n.d.). Los museos científico-tecnológicos. Un ensayo de clasificación por generaciones. Valencia: IEDHC.

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