A 30 Kilómetros de Norte de Puno
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A 30 kilómetros de Norte de Puno, a más de 3.900 m.s.n.m. se encuentra una fortaleza
de piedra, que tiene más de 90 tumbas o chulpas diseminadas en un área de 150
hectáreas, magnifico lugar que está rodeado de pintorescas imágenes naturales.
Cuando llegué a Sillustani, mis ojos lo primero que enfocaron fue un enorme cerro, y en
la punta, casi a la puerta del cielo, estaban aquellas eternas tumbas o chulpas (torres
de piedra), edificadas por antiguos incas de la cultura tiahunaco, que sirvieron para
enterrar a sus muertos. Hacia la derecha está acompañado de las tranquilas aguas de
la laguna de Umayo, hacía la izquierda, un panorama perfecto de la naturaleza divina,
lleno de lugareños pasteando sus animales. Y arriba, en el cielo, parece estar pintado
completamente de azul, cubierto de blancas nubes que se quedan estáticas ante los
ojos de los visitantes, sin duda, muy diferente a la sierra liberteña del Perú.
En la entrada del terreno,
una de las noventa chulpas se presentó ante mí, claro que no tenía nombre, pero traté
de ponerle uno, y la llamé “la mole”. Y ¿porqué la mole?, pues, debido a que si hubiese
tenido cabeza y brazos se parecía a uno de los personajes de los 4 fantásticos, y
también por las cuadradas piedras compactas e indestructibles.
La altura de la mole como
de las demás, superan los 12 metros, tiene un mayor diámetro en la parte superior que
en la base y cada una está diseminada en un área de 150 hectáreas, el cual lo
convierte en uno de las necrópolis más extensas del mundo.
Las chulpas fueron construidas para
proteger los cuerpos sin vida de importantes personajes. A pesar del gran tamaño de la
torre, el cadáver solo ocupaba un espacio reducido en la parte inferior. Una pequeña
puerta, donde solo se podía entrar en cuclillas, permitía el ingreso al interior, pero
hasta el momento esa pequeña puerta se mantiene en exhibición.
Y ¿dónde se encuentran éstas chulpas?,
nada menos que a 34 kilómetros al norte de Puno, paseando por orillas del lago
Titicaca y subiendo a unos 3900 metros sobre el nivel del mar.
A pesar que los rayos del sol siempre están iluminando tu recorrido, el refrescante aire
empieza a apoderarse de tu cuerpo, se siente el frío, pero es soportable.
Para doña María, parece que el clima no le afecta para nada, cubierta con solo una
chompa de lana y unas cuantas polleras, la encontré tejiendo junto a su alpaca
“Matilda”. Todos los días se gana la vida vendiendo artesanías en el del complejo,
desde la mañana sale con su esposo en un bote desde la isla que está se halla en la
laguna de Umayo hasta la entrada del centro turístico.
Lo que más vende en estos tiempos de verano, son piedras puntiagudas de color
verde, con un orificio en una de las extremos. Dice que se pasa horas y horas buscando
las piedras en el extenso cementerio. Otro de los productos que son muy vendidos, son
los simpáticos chullos peruanos, hechos de lana de alpaca, y las bufandas hechas del
mismo material.
Los precios son cómodos, y hay diversas cosas que se puede uno comprar, pero por
ésta vez, solo le robé una fotografía a doña María, quizá para la próxima le compre una
piedra puntiaguda netamente encontrada en los alrededores de las tumbas de piedra
de Sillustani.
Una espectacular
escenografía nos espera en ésta cima, elegida por verdaderos maestros en el arte de
erigir colosos de piedra frente a la laguna de Umayo, sin duda unos verdaderos
arquitectos, que eligieron tierras peruanas para inmortalizar sus creativas obras.