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El Hombre Mediocre Oswaldo Chafla Página 1 EL HOMBRE MEDIOCRE CAPITULO I I. ¿AUREA MEDIOCRITAS? Muchos de los hombres solo nos conformamos con el simple hecho de admirar la naturaleza, el entorno de ella, pero solo ADMIRAR, más no preguntar de ¿qué está formado el mismo?, ¿quién lo hizo?, o ¿por qué existe?, para todas estas interrogantes el hombre tiene que adquirir un nivel académico, o a su vez ético (como el autor lo dice); si el hombre no adquiere estos niveles estará sujeto a principios y dogmas impuestos por otros, principios y dogmas que nacieron sólo de su imaginación, más no de su preparación. II. LOS HOMBRES SIN PERSONALIDAD El hombre para poder distinguirse de los demás tiene que adquirir una personalidad única, al poseerla se transforma en un ser DIFERENTE, pero muchos no terminan por entenderlo, dejan que otros tomen decisiones por ellos, ignoran lo que sucede a su alrededor, a pesar de haber nacido con sus cinco sentidos, solo hacen funcionar dos de ellos, “oír y escuchar”, esta indiferencia puede ser porque se sienten menos que otros, un ser débil, sin razonamiento ni valor para enfrentar las cosas. “Muchos nacen, pocos viven”, (se basa a lo espiritual) por el mero hecho de que fueron personas sin una Misión y Visión de sus vidas, no se proyectaron a ser grandes, líderes de masas, o por lo menos presidentes de sus cursos, se conformaron formar parte de la Tierra, pero nunca supieron que también formaban parte de un UNIVERSO. No hay que ser científico, filósofo o profeta para predecir lo que sucederá con aquellas personas que se han convertido en “Ovejitas de Rebaño”, simplemente fracasarán. III. ENTORNO DEL HOMBRE MEDIOCRE La Humanidad ha evolucionado y siempre estará en continuo cambio, más el hombre mediocre y conformista jamás evolucionará, su actitud inequívoca lo ha convertido en un ser que “no habla nunca; repite siempre, juzga a los hombres como los oye juzgar, se ha convertido en el eco de otros, (por no decir de todos) estas personas son llamadas: fanáticas, (por decirlo de alguna forma) son fans de a quienes son líderes, de aquellos que escuchan decir frases célebres, se sorprenden por todo y solo viven de ilusiones, su mundo: “El País de las Maravillas”. IV. CONCEPTO SOCIAL DE LA MEDIOCRIDAD Cada individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación” La herencia es la adquisición de órganos y funciones mentales que nos han transmitido las generaciones; en cambio la educación es el resultado de múltiples influencias del medio social...”

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EL HOMBRE MEDIOCRE

CAPITULO I

I. ¿AUREA MEDIOCRITAS?

Muchos de los hombres solo nos conformamos con el simple hecho de admirar la

naturaleza, el entorno de ella, pero solo ADMIRAR, más no preguntar de ¿qué está

formado el mismo?, ¿quién lo hizo?, o ¿por qué existe?, para todas estas interrogantes el

hombre tiene que adquirir un nivel académico, o a su vez ético (como el autor lo dice);

si el hombre no adquiere estos niveles estará sujeto a principios y dogmas impuestos por

otros, principios y dogmas que nacieron sólo de su imaginación, más no de su

preparación.

II. LOS HOMBRES SIN PERSONALIDAD

El hombre para poder distinguirse de los demás tiene que adquirir una personalidad

única, al poseerla se transforma en un ser DIFERENTE, pero muchos no terminan por

entenderlo, dejan que otros tomen decisiones por ellos, ignoran lo que sucede a su

alrededor, a pesar de haber nacido con sus cinco sentidos, solo hacen funcionar dos de

ellos, “oír y escuchar”, esta indiferencia puede ser porque se sienten menos que otros,

un ser débil, sin razonamiento ni valor para enfrentar las cosas.

“Muchos nacen, pocos viven”, (se basa a lo espiritual) por el mero hecho de que fueron

personas sin una Misión y Visión de sus vidas, no se proyectaron a ser grandes, líderes

de masas, o por lo menos presidentes de sus cursos, se conformaron formar parte de la

Tierra, pero nunca supieron que también formaban parte de un UNIVERSO.

No hay que ser científico, filósofo o profeta para predecir lo que sucederá con aquellas

personas que se han convertido en “Ovejitas de Rebaño”, simplemente fracasarán.

III. ENTORNO DEL HOMBRE MEDIOCRE

La Humanidad ha evolucionado y siempre estará en continuo cambio, más el hombre

mediocre y conformista jamás evolucionará, su actitud inequívoca lo ha convertido en

un ser que “no habla nunca; repite siempre, juzga a los hombres como los oye juzgar”,

se ha convertido en el eco de otros, (por no decir de todos) estas personas son llamadas:

fanáticas, (por decirlo de alguna forma) son fans de a quienes son líderes, de aquellos

que escuchan decir frases célebres, se sorprenden por todo y solo viven de ilusiones, su

mundo: “El País de las Maravillas”.

IV. CONCEPTO SOCIAL DE LA MEDIOCRIDAD

“Cada individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación”

“La herencia es la adquisición de órganos y funciones mentales que nos han

transmitido las generaciones; en cambio la educación es el resultado de múltiples

influencias del medio social...”

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Basándonos en lo último claramente podemos observar y testificar que la educación es

el resultado de tendencias hereditarias, que a su vez han sido monótonas y que en la

actualidad poco o nada ha evolucionado.

Es entonces ahí, cuando el niño o el educando sin querer forma parte de una vida llena

de imitaciones. La variación de sus actitudes que adquiere a través de la experiencia,

hace que el mismo se convierta en una persona diferenciada.

Se dice que la imitación desempeña un papel amplísimo en la formación social, pero yo

me pregunto: ¿Qué es más importante, la imitación o la invención? La primera se rige a

un mismo comportamiento, algo común, algo que se ve todos los días, en cambio la

última produce variación individual nos ayuda a inventar, y al momento que

inventamos, creamos, de esto depende su adaptación en el medio. “Variar es ser

alguien, es tener carácter propio”.

El mediocre se esfuerza por imitar con paciencia lo que generación tras generación se ha

venido haciendo, más el hombre superior imagina para crear, no piensa con la sociedad,

piensa para la sociedad, su pensamiento es amplio y rico en ideales con conocimientos

originales e imaginativos, transformándose así en el “precursor de nuevas formas de

perfeccionamiento”.

V. EL ESPIRITU CONSERVADOR

“Dos grandes actitudes, que agitan la mentalidad colectiva; el espíritu conservador o

rutinario y el espíritu original o de rebeldía”.

Grupos sociales con actitudes diferentes, niveles de conocimientos muy, pero muy

distintos, que a la vez son indispensables y necesarios en la sociedad. Estos dos marcan

un equilibrio social, no valoraríamos a uno de los dos si uno no existiera, (“Sin la

sombra ignoraríamos el valor de la luz”).

“El conservador sagaz puede bendecir al revolucionario, tanto como éste a él”.

Los dos se necesitan, “cada hombre necesita de su enemigo”, pero en cambio ¿qué

papel desempeña el mediocre dentro de este marco?, si este solo custodia sus prejuicios

y dogmas impuestos durante siglos; aun así, sin los mediocres no habría estabilidad en

las sociedades, ¿Qué sería de los superiores sin ellos?, pues como dice el autor: “Pues

la civilización seria inexplicable en una raza constituida”.

VI. PELIGROS SOCIALES DE LA MEDIOCRIDAD

Al rodearse la sociedad (peor aún, plagarse) de gente mediocre, incapaz de

perfeccionarse, de pensar con mente propia, ésta corre un gravísimo peligro para su

superación y evolución, tanto individual como colectiva.

La sociedad no necesita de personas ignorantes, miedosas o ciegas a la realidad, al

contrario, necesita de genios, mentes propias con pensamientos ricos en evolución y

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progreso, y en el momento que un mediocre se arrebañe a los idealistas, sin que éste se

dé cuenta, el peligro será aún más grave, porque el mediocre no crea, no piensa, no

evoluciona, éste sí sabe pensar, lo hace para robar ideas, pero ideas que no son suyas,

creando así un “Un mundo de valores ficticios”.

VII. LA VULGARIDAD

“Los vulgares son mediocres de razas primitivas”.

Los mediocres son solo seres que insultan a la inteligencia, no valoran ni su misma

existencia, peor aún el perfume de una rosa, creen que su ignorancia es digna de

exhibirla, pobres tontos no saben que es una afrenta para quienes no son igual a ellos;

todo el encanto que hacen durante horas, lo rompen en un solo segundo, y a pesar de

ofender a quienes los rodean, se sienten grandes, la avergüenza no se hizo para ellos.

Son hombres sin ideales, el arte lo convierten en su oficio, la ciencia en su comercio, de

la virtud una empresa, no saben ni valoran lo grandes y ricos que son, se conforman con

el mero hecho de tenerlo, más no de aprovecharlo, claro, su herencia es eso, ser

conformistas, más no progresistas e idealistas, pobres mediocres.

LA MEDIOCRIDAD INTELECTUAL

CAPITULO II

I. EL HOMBRE RUTINARIO

“La rutina es un esqueleto fósil cuyas piezas resisten a la carcoma de los siglos. No es

hija de la experiencia; es su caricatura”

La rutina, su hábitat, es el medio donde mejor se desenvuelven, pues aquí su vida y su

ambiente nuca ha transcendido, el tiempo ha pasado, pero ni cuenta se han dado.

El miedo de progresar se ha apoderado de ellos, prohibido vivir nuevas experiencias, es

que mejor es “preferible lo malo conocido a lo bueno por conocer”, no saben que

afuera hay grandes glorias que les esperan, nuevos conocimientos por aprender, pero

ellos se asemejan a un fósil, resisten a evolución, la única verdad que prevalece es la

mediocridad. No pueden pensar por sí mismos, puesto que en su mente tienen las

doctrinas y dogmas de sus antepasados, y si ellos vivieron y murieron, pues ellos

también lo harán, claro, sin dejar sombras, pero aún huellas en este mundo.

II. LOS ESTIGMAS DE LA MEDIOCRIDAD INTELECTUAL

“La mediocridad intelectual hace al hombre solemne, modesto, indeciso y obtuso”.

El hombre mediocre no valora lo que tiene, ni cuando lo pierde, piensa que su cabeza ha

sido simplemente un lugar donde se ubica el sombrero, o tal vez sus liendres, nunca se

imagina o sospecha que lo que tiene adentro de su cráneo es su masa encefálica,

(cerebro) y esto a su vez no es un simple órgano, sino el motor para pensar.

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Se menosprecia a sí mismo, nunca ve más allá de su nariz, no se adelanta a los hechos,

prefiere esperar y esperar, hasta que otro lo haga, aún cuando éste (mediocre) lo hace, él

no hace nada por comprobarlo. Ni cuando la envidia lo corroe hace algo por expresarse,

hasta de eso tiene miedo, el silencio lo calla desde adentro, y solo se sonroje.

El mediocre es solemne es un ser que solo pasa de pie con su mirada al frente, firmes y

sin moverse, que manera más estúpida de ver la vida, que ser tan incapaz de pronunciar

si quiera una vocal en un auditorio para llamar la atención. Detestan hasta reír, tienen

miedo de hacerlo. Aman el ser un simple mortal, el sentido común, se aman a sí

mismos, no les importa ni un grano de mostaza del qué dirán, estos seres solo dan

vergüenza y pena ajena. “La mediocridad intelectual hace al hombre solemne, modesto,

indeciso y obtuso”.

III. LA MALEDICENCIA

“Los mediocres, más inclinados a la hipocresía que al odio, prefieren la maledicencia

sorda a la calumnia violenta”

Los mediocres prácticamente son unos criminales, unos cobardes. Mientras el

calumniador enfrenta el castigo, el maledicente lo esquiva, se esconde, se encubre con la

complicidad de los suyos, manteniéndose en la penumbra. El valor no se hizo para este

individuo, prefiere que otro adquiera dicho nombramiento de ser valiente. Hablan a

media voz, no pueden pensar para hacer el bien, pero sí pueden hacerlo cuando de

hipocresía se trata, son unos hipócritas.

Su burla no es una sonrisa, es una mueca, todo esto lo hacen en silencio, o cuando les

das la espalda, pero de frente no te dicen nada, te adulan y te alaban, estos están en

todas partes, más vale que tengas cuidado de quienes te rodean.

IV.EL SENDERO DE LA GLORIA

“El hombre mediocre que se aventura en la liza social tiene apetitos urgentes; el éxito.

No sospecha que existe otra cosa, la gloria…”

La gloria es el punto más alto de la cima, es el punto definitivo en la vida, es un TODO;

pero esto se alcanza con esfuerzo, sudor y lagrimas, su camino no es nada fácil, hay que

conquistarlo, en cambio otros triunfan mendigando, humillándose, reptando en la

sombra, convirtiéndose en cómplice de innumerables similares. El hombre de mérito se

adelanta a su tiempo, no espera ser viejo o ganar experiencia para adquirir algo, lo hace

todo a la vez, gana experiencia y también adquiere algo, en cambio el mediocre

adquiere algo, y no adquiere experiencia, su estadía es permanente, su evolución no

existe, el hombre de mérito busca más fronteras, más peldaños, más cimas, pero en base

de valor y esfuerzo, para él se hizo la Gloria.

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LOS VALORES MORALES

CAPITULO III

I .LA MORAL DEL TARTUFO

“Los hombres rebajados por la hipocresía viven sin ensueño, ocultando sus intensiones,

enmascarando sus sentimientos, dando saltos como el eslizón; tienen la certidumbre

intima aunque inconfesa, de que sus actos son indignos vergonzosos, nocivos,

arrufianados, irredimibles.”

Los hipócritas son seres que están ahí, a lado tuyo, más no sabes cuáles son sus

intenciones. Los hipócritas esquivan la responsabilidad de sus acciones, son audaces en

la traición y poco o nada leales. Escuchan, ven, se adentran en tu vida, y cuando hablan

solo lo hacen para hablar mal de ti, son como culebras venenosas, que inyectan su

veneno directo al sistema nervioso.

El cuidado hay que tener tanto de los mediocres, como de los hipócritas, que a su vez

son los mismos, su propósito es semejante.

“El gentil hombre tiene siempre un enemigo en ellos, pues la reciprocidad de

sentimientos solo es posible entre iguales; no puede entregarse nunca a su amistad,

pues acecharan la ocasión para afrentarlo con alguna infamia vengando su propia

inferioridad.”

II. EL HOMBRE HONESTO

“La virtud suele ser un gesto audaz, como todo lo original; la honestidad es un

uniforme que se endosa resignadamente.”

El hombre honesto no teme a ser juzgado o condenado, admite su error y enfrenta con

valentía lo que se venga, así sea su encarcelación, o peor aún su muerte. El honesto

tiene en su pensamiento que hizo mal y que su juzgamiento es lo debido, en cambio el

mediocre tiene miedo a ser juzgado públicamente, tiene temor a ser lanzado al infierno,

no admite su error, mejor aún se esconde y se viste de cobardía huyendo de la verdad,

este ser sin duda da vergüenza y pena, tiene el valor para ser el mal o usurpar lo ajeno,

más no se viste de valentía cuando su delito se apuesto a la luz.

III. LOS TRANSFUGAS DE LA HONESTIDAD

Desde la hipocresía consentida hasta el crimen castigado, la transición es insensible; la

noche se incuba en el crepúsculo. De la honestidad convencional se pasa a la infamia

gradualmente por matices leves y concesiones sutiles.

Los delincuentes son individuos incapaces de adaptar su conducta a la moralidad media

de la sociedad en que viven. Son inferiores tienen “el alma de la especie” pero no

adquieren “el alma social” divergen de la mediocridad, pero en sentido opuesto a los

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hombres excelentes, cuyas variaciones originales determinan una desadaptación

evolutiva en el sentido de la perfección.

Estos sujetos de moralidad incompleta, larvada, accidental o alternante, representan las

etapas de la transición entre la honestidad y el delito.

Los hombres que están bajo el nivel de la de la mediocridad: la ineptitud constante para

adaptarse a las condiciones que, en cada colectividad humana, limitan la lucha por la

vida.

IV. FUNCION SOCIAL DE LA VIRTUD

“Solamente los virtuosos poseen talento moral y es obra suya cualquier ascenso hacia

la perfección; el rebaño se limita a seguir sus huellas.”

No es el hombre moralmente mediocre el honesto quien determina las transformaciones

de la moral. El cerebro suele anticiparse al corazón pero nuestros sentimientos influyen

más intensamente que nuestras ideas en la formación de los criterios morales.

Hay sin embargo un progreso moral colectivo.

Los grandes virtuosos, cada uno a su modo, combaten por lo mismo en la forma que su

cultura y su temperamento les sugieren .Aunque por distintos caminos y partiendo de

premisas racionales antagónicas.

La virtud arrastra y enseña; los honestos se resignan a imitar alguna parte de las

excelencias que practican los virtuosos. El concepto concreto de las virtudes se va

plasmando en las variaciones reales de la vida social los virtuosos ascienden por mil

senderos hacia cumbres que se alejan, sin cesar, hacia el infinito.

“Cada uno de los sentimientos útiles para la vida humana engendra una virtud, una

norma de talentos morales”.

V. LA PEQUEÑA VIRTUD Y EL TALENTO MORAL

“El mal no se corrige con la complacencia o la complicidad; es nocivo como los

venenos y debe oponérsele antídotos eficaces: la reprobación y el desprecio.”

La conformación de los catecismos ajenos resulta fácil para los hombres débiles,

crédulos, timoratos, sin grandes deseos, sin pasiones vehementes, sin necesidad de

independencia, sin irradiación de su personalidad; es inconcebible en cambio en las

naturalezas idealistas y fuertes, capaces de pasiones vivas, bastantes intelectuales para

no dejarse engañar por la mentira de los demás.

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Se hacen muchas grandes acciones en las pequeñas luchas. Hay muchas intrepideces

obstinadas e ignoradas que se defienden palmo a palmo en la sombra contra la invasión

fatal de las necesidades. Noble y misterioso triunfo que ninguna mirada ve, que ninguna

fama paga, que ninguna fanfarria saluda, la desgracia, la soledad, el abandono, la

pobreza, son campos de batalla que tienen sus héroes; héroes oscuros algunas veces más

grandes que los ilustres.

La humanidad debiera sonrojarse ante estas preguntas, sin embargo, ellas son insinuadas

por catequistas que adulan a los tontos, buscando el éxito ante su número infinito.

IV. EL GENIO MORAL: LA SANTIDAD

“La inflexible rigidez del profeta o del apóstol, es simbólica; sin ella no tendríamos la

iluminada firmeza del virtuoso ni la obediencia disciplinada del honesto.”

Toda santidad es excesiva, desbordante, obsesionadota, obediente, incontrastable: es

genio se es santo por temperamento no por cálculo, por corazonadas firmes más que por

doctrinarismos racionales.

El avance es proporcional a lo que se siente y no a lo que se piensa por eso el genio

moral es incompleto mientras no actúa; la simple visión de ideales magníficos no

implica la santidad, que está en el ejemplo, más bien que en la doctrina siempre que

implique creación original. Las virtudes del pasado no son las mismas del presente los

santos del mañana no son los mismos de ayer. Cada momento de la historia requiere

cierta forma de santidad que sería estéril si no fuera oportuna.

Los ideales éticos no son exclusivos del sentimiento religioso; no lo es la virtud; ni la

santidad. Sobre cada sentimiento pueden ellos florecer. Cada época tiene sus ideales y

sus santos: héroes, apóstoles o sabios. La humanidad asciende sin reposo hacia remotas

cumbres. los mas las ignoran; pocos elegidos pueden verlas y poner allí su ideal

aspirando aproximárseles orientada por la exigua constelación de visionarios.

LOS CARACTERES MEDIOCRES

CAPITULO IV

I. HOMBRES Y SOMBRAS

“Nunca llegan a individualizarse: ignoran el placer de exclamar “yo soy” frente a los

demás...”

Su amorfa estructura los obliga a borrarse en una raza, en un pueblo, en un partido, en

una secta, en una bandería: siempre a embadurnarse de otros. Apuntalan todas las

doctrinas y prejuicios consolidados a través de los siglos.

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Viven de los demás y para los demás: son como parásitos que viven del triunfo, de las

glorias de otros, estos mediocres se transforman en la sombre de quien lo ganó todo a

base de esfuerzo.

II. LA DOMESTICACION DE LOS MEDIOCRES

“Mientras los hombres resisten las tentaciones, las sombras resbalan por la pendiente;

si alguna partícula de originalidad les estorba, la eliminan para confundirse mejor en

los demás.”

El buen lenguaje clásico llamaba doméstico a todo hombre que servía y era justo. El

hábito de la servidumbre trae consigo sentimientos de domesticidad. En los cortesanos

lo mismo que en los pueblos.

Los caracteres excelentes son indomesticables: tienen su norte puesto en su ideal su

firmeza los sostiene, su luz los guía, las sombras en cambio las degeneran.

El tiempo y el ejercicio adaptan a la vida servil. El hábito de resignarse para medrar crea

resortes cada vez más sólidos automatismos que destiñen para siempre todo rasgo

individual.

Los pobres de carácter no resisten; ceden a esa hipnotización. La pérdida de su dignidad

iniciase cuando abren el ojo a la prebenda que estremece su estomago o nubla su

vanidad, inclinándose ante las manos que hoy le otorgan el favor y mañana le manejaran

la rienda.

“Cuando el hombre digno empieza a despertar recelos, el envilecimiento colectivo es

grave.”

III. LA VANIDAD

“Cuando el afán de parecer arrastra a cualquier abajamiento, el culto de la sombra

enciende la vanidad.”

El orgullo es una arrogancia originaria por nobles motivos por nobles motivos y quiere

aquilatar el merito; la soberbia es una desmedida presunción y busca alargar la sombra

catecismos y diccionarios han colaborado a la mediocrizacion moral, subvirtiendo los

términos que designan lo eximio y lo vulgar.

La exaltación del amor propio, peligrosa en los espíritus vulgares, es útil al hombre que

sirve un ideal. Este le cristaliza en dignidad; aquellos le degeneran en vanidad, el éxito

envanece al tonto, nunca al excelente.

El yo, no hacen nada más en pensar quen sí mismos, los demás sólo existen para

utilizarlos, mientras tanto el ser más importante soy yo, el mediocre.

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IV LA DIGNIDAD

Es síntesis de todas las virtudes que acercan al hombre y borran la sombra: donde ella

falta no existe el sentimiento del honor y así como los pueblos sin dignidad son rebaños,

los individuos sin ella son esclavos.

Todas sus formas implican dignidad y virtud. Los caracteres dignos permanecen

solitarios, sin lucir en el anca ninguna marca de hierro. Prefieren estar solos mientras no

puedan juntarse con sus iguales, cada flor englobada en un ramillete pierde su perfume

propio, obligado a vivir sin sus iguales, el digno se mantiene ajeno a todo lo que estima

inferior.

Vive con su obsesión de no depender de nadie sabe que sin independencia material el

honor está expuesto a mil mancillas y para adquirirla soportara los mas rudos trabajos

cuyo fruto será su libertad el porvenir.los orgullosos tienen el culto de su dignidad:

quieren poseerla inmaculada, libre de remordimientos, sin flaquezas que la envilezcan o

la rebajen a ella la sacrifican bienes honores, éxitos.

LA ENVIDIA

CAPITULO V

I. LA PASION DE LOS MEDIOCRES

“El que la envidia se rebaja sin saberlo se confiesa subalterno”

La envidia es su motor, lo que les empuja a su tonto y fracasado éxito, es como su pan

diario. Pero qué bueno se puede esperar de los mediocres, ellos viven de los capaces, así

como los parásitos viven de ellos.

Esta pasión es el estigma psicológico de una humillante inferioridad, sentida,

reconocida, no basta ser inferior para envidiar pues todo hombre lo es de alguien en

algún sentido; es necesario sufrir del bien ajeno, de la dicha ajena, de cualquier

culminación ajena.

Es pasión traidora y propiciadora a las hipocresías. Es al odio como la ganzúa a la

espalda; la emplean los que no pueden competir con los envidiados. La envidia es una

cobardía propia de los débiles, un odio impotente, una incapacidad manifiesta de

competir o de odiar.

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II. LA PSICOLOGIA DE LOS ENVIDIOSOS

“El envidioso pertenece a una especie de moral raquítica, mezquina, digna de

compasión o de desprecio, sin coraje para ser asesino se resigna a ser vil, rebaja a los

otros desesperado de la propia elevación.”

El envidioso activo posee una elocuencia intrépida, disimulando con niágaras de

palabras. Su estupidez de ideas pretende sondar los abismos del espíritu ajeno sin haber

podido nunca desenredar el propio.

La envidia femenina suele ser afiligranada y perversa, la mujer da un arañazo con una

afilada y lustrosa, muerde con dientecillos orificados, estruja con dedos pálidos y finos.

Toda maledicencia le parece escasa para traducir su despecho; en ella debió pensar

apeles cuando representó a la envidia guiando con la mano felina a la calumnia. La

dicha de los fecundos martiriza a los eunucos vertiendo en su corazón gotas de hiel que

los amargan por toda la existencia; este dolor es la gloria involuntaria de los otros, la

sanción más indestructible de su talento en la acción o el pensar.

III. LOS ROEDORES DE LA GLORIA

“El que tiene meritos, sabe lo que le cuestan y los respeta, estima en los demás lo que

desearía que se le estimara en sí mismo, el mediocre ignora esta admiración abierta,

muchas veces se resigna a aceptar el triunfo que desborda las restricciones de su

envidia. Pero aceptar no es amar.”

Saben que cada paso hacia la gloria ha costado trabajos, vigilias, meditaciones y

comprenden que acaso han consumido su organismo. Al mediocre su falta de

inspiración le induce a rumiar el talento ajeno, empañándolo con espaciosidades que

denuncian su irreparable ultimidad.

Su hobbie es merodear a las personas exitosas e idealistas, no se apartan ni un segundo

de ellas, esperan el momento preciso y saz! Se apoderan de las glorias de los líderes,

nunca cambiarán, su destino es ese.

IV. UNA ESCENA DANTESCA: SU CASTIGO

El castigo de los envidiosos estaría en cubrirlos de favores para hacerles sentir que su

envidia es recibida como un homenaje y no como un estiletazo.

Dante considero a los envidiosos indignos del infierno en la sabia distribución de penas

y castigos los distribuyo por el purgatorio lo que se aviene a su condición de mediocre.

El sol les niega su luz; tienen los ojos cosidos con alambres porque nunca pudieron ver

el bien del prójimo. Los únicos gananciosos son los envidiados. Es grato sentirse adorar

de rodillas. La mayor satisfacción del hombre es despertar la envidia estimulándola con

sus propios meritos.

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LA VEJES NIVELADORA

CAPITULO VI

I. LAS CANAS

Las canas son un mensaje de la naturaleza que nos advierte la proximidad del

crepúsculo, las canas visibles corresponden a otras más graves que no vemos el cerebro

y el corazón, todo el espíritu y toda la ternura encanecen al mismo tiempo que la

cabellera.

La máxima desdicha de un hombre superior es sobrevivirse a si mismo nivelándose con

los demás cuantos se suicidarían si pudieran advertir ese pasaje terrible del hombre que

piensa al hombre que vegeta del que empuja al que es arrastrado del que ara surcos

nuevos al que se esclaviza en las huellas de la rutina, vejez y mediocridad suelen ser

desdichas paralelas.

Las canas son la voz silenciosa de la experiencia, de los años, de las vivencias.

II. ETAPAS DE LA DECADENCIA

Las funciones del organismo empiezan a decaer a cierta edad esas declinaciones

corresponden a inevitables procesos de regresión orgánica. Las funciones mentales lo

mismo que las otras decaen cuando comienzan a enmohecerse los engranajes celulares

de nuestros centros nerviosos. La longevidad mental es un accidente no una regla. El

anciano se interioriza, es decir vuelve poco a poco a su primitiva mentalidad infantil,

conservando las adquisiciones más antiguas de su personalidad que son por ende las

mejor consolidadas es notorio que la infancia y la senectud se tocan todos los idiomas

consagran esta observación en refranes harto conocidos.

La mejor prueba de esto es que los ignorantes suelen dictar contra la ciencia la

encontramos en los hombres de más elevada mentalidad y cultura es frecuente en ellos

al entrar en esta etapa un cambio radical de opiniones acerca de los más altos problemas

filosóficos.

III. LA BANCARROTA DE LOS INGENIOS

En el hombre superior en el talento o en el genio se notan claramente estos estragos

como no llamaría nuestra atención un antiguo millonario que paseara ante nosotros sus

postreros andrajos, el hombre superior deja de serlo se nivela sus ideas organizadas en

otrora tienden a ser comunes o inferiores. Para tan solo citar a muertos del ayer hace

visto a Lombroso caer en sus últimos años en ingenuidades infantiles explicables por su

debilitamiento mental a punto de llorar conversando con el alma de su madre en un

trípode espiritista. James que en su juventud fue portavoz de la psicología evolucionista

y biológica acabo por enmarañarse en especulaciones morales que el solo comprendió.

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IV. LA PSICOLOGIA DE LA VEJEZ

El viejo tiende a la inercia busca el menor esfuerzo así como la pereza es una vejez

anticipada, la vejez es una pereza que llega fatalmente en cierta hora de la vida su

característica es una atrofia de los elementos nobles del organismo, con desarrollo de los

inferiores; una parte de los capilares se obstruye y amengua el flujo sanguíneo a los

tejidos el peso y el volumen del sistema nervioso central se reducen como el de todos

los tejidos propiamente vitales la musculatura flácida impide mantener el cuerpo erecto

los movimientos pierden su agilidad y su precisión.la insensibilidad física se acompaña

de analgesia moral en vez de participar en el dolor ajeno el viejo acaba por no sentir ni

participar del dolor ajeno ni el propio.

Todo viejo cree que los jóvenes lo desprecian y desean su muerte para suplantarle

traduce tal manía por hostilidad a la juventud, considerándola muy inferior a la de su

juventud juicio que extiende a las nuevas cuando ve que ya no puede adaptarse a ella.

los fantasmas de las primeras impresiones juveniles siguen rodando en la mente cuando

ya han desaparecido los recuerdos más cercanos los del día anterior la nueva plasticidad

hace que los nuevos procesos psíquicos no dejen rastro o muy débiles mientras los

antiguos se han plasmado muy hondamente en su cerebro.

V. LA VIRTUD DE LA IMPOTENCIA

Los viejos olvidan que fueron jóvenes y estos parecen ignorar que serán viejos, el

camino a recorrer es siempre el mismo de la originalidad a la mediocridad y de esta a la

inferioridad mental. la ley es dura pero es nacer y morir son los términos inviolables de

la vida ella nos dice con voz firme que lo anormal no es nacer ni morir en la plenitud de

nuestras funciones, nacemos para crecer y envejecemos para morir.

Todo lo que nos trae y nos ofrece la naturaleza para el crecimiento no lo substrae a la

hora de la muerte.

Admiremos a los viejos por las superioridades que hayan poseído en la juventud no

incurramos en la simpleza de esperar una vejez santa. Los hombres de carácter elevado

no hacen a la vida la injuria de malgastar su juventud ni confían a la incertidumbre de

las canas la iniciación de grandes empresas que solo pueden concebir las mentes frescas

y realizar los brazos viriles. si se arrepiente no es por santidad sino por impotencia.

LA MEDIOCRACIA

CAPITULO VII

I. EL CLIMA DE LA MEDIOCRIDAD

Las cosas del espíritu son despreciadas no siéndole propicio el clima, sus cultores son

contados, no llegan a inquietar a las mediocracias están proscritos dentro del país que

mata a fuego lento sus ideales sin necesidad de desterrarlos cada hombre queda preso

entre mil sombras que lo rodean y lo paralizan.

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El Hombre Mediocre Oswaldo Chafla

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La aspiración de lo mejor no es privilegio de todas las generaciones tras una que ha

realizado un gran esfuerzo arrastrada o conmovida por un genio. Las ciencias

conviértanse en mecanismos oficiales en academias en donde jamás brota el genio y al

talento mismo le impide que brille, su presencia humillaría con la fuerza del contraste.

II. LA PATRIA

La patria está implícita en la solidaridad sentimental de una raza y no en la

confabulación politiquista que medran a su sombra. Cuando no hay patria no hay

sentimiento colectivo de nacionalidad inconfundible con la mentira patriótica explotada

en todos los países por los mercaderes y los militaristas solo es posible en la medida que

marca el ritmo unísono de los corazones para un noble perfeccionamiento y nunca para

una innoble agresividad que hiera el mismo sentimiento de otras nacionalidades.

Mientras un país no sea patrio sus habitantes no constituyen una nación, el celo de la

nacionalidad solo existe en los que se sienten acomunados para perseguir el mismo

ideal. Cuando las miserias morales asolan a un país la culpa es de todos por la falta de

cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria de todos los que vivieron en ella sin

trabajar por ella.

III. LA POLITICA DE LOS PIARAS

La política se degrada conviértele en profesión en los pueblos sin ideales, los espíritus

subalternos medran con torpes intrigas de antecámara en la bajamar sube por lo rahez y

se acorchan los traficantes. Las jornadas electorales se convierten en burdos enjuagues

de mercenarios o en pugilatos de aventureros su justificación está a cargo de electores

inocentes que van a la parodia como a una fiesta. El funcionario crece en las modernas

burocracias otrora cuando fue necesario delegar parte de sus funciones los monarcas

elegían a hombres de meritos, experiencia y fidelidad.

Pertenecían casi todos a la casta feudal los grandes cargos las vinculaban a la causa del

señor junto a esa formabanse pequeñas burocracias locales. Con el sistema

parlamentario se esclavizó por partida doble del ejecutivo y del legislativo. No solo se

adula a reyes y poderosos también se adula al pueblo. La mediocracias fomentan ese

vicio de siervos todo el que piensa con cabeza propia o tiene corazón altivo se aparta del

tremendal donde prosperan los envilecidos.

IV. LOS ARQUETIPOS DE LA MEDIOCRACIA

El genio crea las instituciones el bárbaro las viola los mediocres las respetan impotentes

para forjar o destruir esquivos a la gloria y rebeldes a la infamia se les reconoce por una

circunstancia inequívoca sus cubicularios no osan llamarlos genios por el temor al

ridículo y sus adversarios no podrían sentarlos en cancana de imbéciles flagrante

injusticia son perfectos en su clima. Las mediocracias niegan a sus arquetipos el derecho

de elegir su oportunidad.

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El Hombre Mediocre Oswaldo Chafla

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LA ARISTOCRACIA DEL MERITO

Unos y otros tienen su razón de vivir ni prospera el uno en el clima de otro el genio es

tan indispensable en su oportunidad como el mediocre en la suya. Prácticamente la

democracia ha sido una ficción hasta ahora, es una mentira de algunos que pretenden

representar a todos aunque en ella creyeran en su momento ciertos personajes. Toda

aristocracia pudo ser selectiva en su origen, suele serlo es respetable el que inicia con

sus meritos una alcurnia un abolengo. Es evidente la desigualdad humana en cada

tiempo en cada lugar hay siempre hombres y sombras y los hombres siempre guían a las

sombras, La mediocridad calla impotente su hostilidad tornase feble aunque innúmera si

tuviera voz rebajaría el merito mismo otorgándolo a ras de tierra de lo útil a todos no

saben decidir los mas, nunca fue el rutinario juez del idealista ni el ignorante del sabio

ni el deshonesto del virtuoso ni el servil del digno toda excelencia encuentra su juez en

sí misma el merito de cada uno se aquilata en la opinión de sus iguales.

FORJADORES DE IDEALES

CAPITULO VIII

EL CLIMA DEL GENIO

La genialidad es una coincidencia surge como chispa luminosa en el punto donde se

encuentra la mas excelentes aptitudes de un hombre y la necesidad social de aplicarlas

al desempeño de una misión trascendental el hombre extraordinario solo asciende a la

genialidad si encuentra el clima propicio la semilla majos necesita de la tierra mas

fecunda la función reclama el órgano, el genio hace actual lo que en su clima es

potencial. la obra del genio no es fruto exclusivo de su inspiración ni puede mirarse

como un feliz accidente que tuerce el destino de la historia, convergen en ello infinidad

de circunstancias y factores externos.

En vida muchos hombres de genio son ignorados proscriptos desestimados o

encarnecidos en la lucha por el éxito pueden triunfar los mediocres pues se adaptan

mejor a las modas ideológicamente reinantes.

SARMIENTO

Sus pensamientos fueron tajos de luz en la penumbra de la barbarie americana

entreabriendo la visión de cosas futuras pensaba en tan alto estilo que parecía tener

como Sócrates algún demonio familiar que alucinara su inspiración. la palabra de

sarmiento parece bajar de un proscrito en Chile el hombre extraordinario encuadra por

entonces su espíritu en el doble marco de la cordillera muda y del mar clamoroso. el

genio se encumbra así para hablar, interprete de la historia sus palabras no admiten

rectificación y escapan a la crítica.

“Los hombres y los pueblos viven acordándose cuando están en decadencia de donde

vienen los hombres y los pueblos geniales solo piensan a donde van”.

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El Hombre Mediocre Oswaldo Chafla

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CONCLUSIONES

“El hombre Mediocre”, sin duda alguna critica fuertemente a los hombres con un nivel

de pensamiento escaso, su contenido, rico en dialectos filosóficos, reta al lector que

ponga en práctica sus niveles de conocimiento. Un ensayo sicológico un tanto complejo,

pero muy especifico y tajante al momento de referirse a los hombres mediocres. Resalta

también de gran manera a los hombres que luchan por sus ideales y sus utopías,

(siempre cuando se realicen a carta cabal) .

Me gustó la obra, me encanta se dirija sin tapujos hacia las actitudes erróneas.

Este ensayo contiene frases, párrafos del autor, así misnmo contiene mucho criterio y

razonamiento personal.

Atentamente;

Oswaldo Chafla