9 Errores Graves Que Cometen Las Parejas

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Libros para parejas

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    Captulo 1

    Deje de accionar el detonador: Cmo evitar las explosiones emocionales

    Nunca es demasiado tarde ni en la vida real ni en la ficcin para hacer cambios.

    nanCy Thayer

    2

    Sub los tres tramos de las escaleras para llegar a mi oficina aga-rrando con fuerza mi caf, como si fuera mi propia vida. En la otra mano, tena el almuerzo, y el maletn me colgaba del hombro. Me diriga a mi primera cita. Or rpidamente para pedir proteccin y una bendicin para aquellos que me iban a consultar en mi consul-torio de psicologa ese da.

    Buenos das, chicas dije alegremente a Helen, la encargada de mi consultorio, y a Darby, su asistente.

    Buenos das, doctor H. dijeron ambas con alegra. Ech un vistazo a la sala de espera. Haba una pareja sentada lle-

    nando formularios, la cual intercambi miradas y conversaba anima-damente.

    Es esa mi primera cita? pregunt a Helen. S. La carpeta est lista, y acaban de terminar de llenar el for-

    mulario de admisin. Parecen una buena pareja. Me dirig a mi oficina para prepararme para la pareja que espe-

    raba para consultarme. Me preguntaba qu los habra llevado all. Tal vez tenan problemas con hijastros. O quizs eran recin casados y ya empezaban a luchar para mantener la relacin. Tal vez uno de

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    ellos haba sido infiel, y me venan a pedir ayuda para unir las piezas del rompecabezas.

    Aunque me considero psiclogo de nios y familias ms o menos como el mdico de cabecera de antao, la consejera matri-monial ocupa la mayor parte de mi trabajo. Me reno con muchas parejas que apenas pueden mantener viva su relacin amorosa.

    He visto el mismo patrn muchas veces: la pareja enamorada se imagina una vida de felicidad y dicha, hasta que se encuentran con la realidad. El conflicto entra en escena, y de pronto no pueden con todo. Muchas veces no estn bien equipados para manejar los pro-blemas que suelen enfrentar las parejas y vienen a pedirme ayuda. A veces intentan hacerlo solos y terminan viendo irremediablemente cmo se disuelve su matrimonio.

    En mi trabajo con parejas durante mis veintiocho aos de con-sejera, he aprendido cules son los patrones de la mayora de los conflictos en las relaciones. He llegado a comprender que la mayora de los problemas conyugales caen en uno de los nueve errores graves que vamos a estudiar en este libro.

    Como dice el viejo dicho, la situacin es irremediable, pero no grave. Usted puede aprender a prevenir que su relacin sea vctima de uno de los nueve errores graves. O, si ya se ha hecho dao, puede aprender estrategias para ayudar a encontrar rpido soluciones que lo lleven a disfrutar su relacin ms plenamente.

    Qu traa aquella pareja esa maana de lunes? Se vean bastante alegres en la sala de espera. Tal vez tenan problemas con hijastros y con sus ex cnyuges, no el uno con el otro. Quizs estaban tratando de decidir cmo criar a un nio pequeo. Tal vez haban estado peleando todo el fin de semana y simplemente aparentaban estar bien en pblico. Cul de los errores graves estaban cometiendo? Pronto lo sabra.

    Despus de quitarme la chaqueta y guardar mi maletn, volv a la oficina secretarial a repasar los formularios de admisin. Tom la carpeta y le hice un gesto a la pareja indicndoles que estara con ellos en breve.

    Brbara y Toms Castillo. Ambos tenan treinta y ocho aos de edad. l trabajaba como asistente de un gerente en una tienda por departamentos local. Ella era cajera de un banco. En el formulario

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    de admisin, resumieron su problema de la siguiente forma: No sabemos pelear limpio.

    No es que yo tuviera mucha informacin, pero la que tena era importante. A pesar de que puede que deseemos que las peleas no formen parte del matrimonio, evidentemente ese no es el caso. La pareja que no sabe pelear limpio ya tiene una desventaja cuando se trata de lograr que su matrimonio salga adelante.

    Habr conflictos, seguro. Saber cmo navegar por los conflictos puede fortalecer o debilitar un matrimonio. Es una de las habilida-des ms potentes que una pareja puede aprender para que su relacin prospere.

    Salud a los Castillo y los acompa a mi consultorio. Ambos me dieron un buen apretn de manos y una amplia sonrisa cuando entraron a mi oficina. Era evidente que eran amigables.

    S que no les damos mucho espacio en nuestros formularios para hablar de la razn que los trajo aqu. Por qu no me dicen cmo creen que los puedo ayudar?, dije a manera de introduccin.

    Brbara iba vestida de manera informal, con pantalones vaque-ros y un suter. Tena pelo castao corto que le caa suavemente en los hombros. Tena una sonrisa cautivadora. Toms era un hombre alto, delgado, tipo atltico y tena el pelo prematuramente canoso y fino para su edad. Llevaba perilla y estaba cmodamente vestido con una camisa de manga larga y pantalones caqui. Era afable, pero un poquito ms cauteloso en su disposicin.

    Despus de dudarlo un poco, Brbara dijo:Realmente, no s por dnde empezar.Bueno, cuntenme por qu decidieron buscar consejera. Qu

    estaba sucediendo en su matrimonio que los trajo aqu? Durante los siguientes veinte minutos, Brbara y Toms hablaron

    de sus catorce aos de matrimonio y de su historial de conflicto. Se sonrean mutuamente a menudo. Hablaban con calma, sus voces apenas indicaban que haba problemas ms profundos. Recordaban los puntos fuertes de su relacin: ambos disfrutaban su trabajo, la casa que haban diseado y construido juntos, y sus tres hijos.

    Cuando el tema cambi, los nimos empezaron a caldearse. Per-cib la tensin que aumentaba en la habitacin, mientras Brbara

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    hablaba de una amistad que Toms tena en el trabajo con una de sus compaeras y que a ella le preocupaba.

    En cuestin de minutos, la atmsfera se volvi oscura, con frus-tracin y una corriente de hostilidad. El tono de las voces se defini ms. Sus palabras estaban llenas de burla y acusacin. La pareja que haba hablado tan calmadamente antes, ahora empezaba a desmoro-narse ante sus problemas.

    l siempre la defiende dijo Brbara. Pasa ms tiempo en el trabajo que en casa. Se preocupa ms por su trabajo y su amiga especial que por su familia.

    Ah vamos de nuevo contest Toms. Haces acusaciones que no son ciertas. Siempre ests atacando. Nunca entiendes mi perspectiva.

    Y bien, cmo explicas los almuerzos que han tenido juntos en los ltimos dos meses, y el regalo que le compraste para su cum-pleaos?

    Es cuestin de negocios. Todo fue porque trabajamos juntos, nada ms dijo Toms con brusquedad.

    Caray! dije yo. Hace un minuto, se mostraban muy amis-tosos y ahora se estn atacando como enemigos a muerte.

    Sin embargo, mis intentos de intervencin no lograron nada. Brbara continu, inclinndose hacia adelante en la silla y diri-

    giendo sus tajantes palabras a Toms A l no le importa lo que yo siento acerca de su relacin con

    su compaera de trabajo. l se defiende, pero yo creo que hay algo. Eso es una locura dijo Toms mirndola con hostilidad.

    Mantengo una relacin profesional con todos mis compaeros. Hablamos de esto en casa, pero nada de lo que yo diga tranquiliza a Brbara. Comienza a atacarme cada vez que surge el tema. Ataca a mi personal, y cuando los defiendo, se vuelva loca. Nada de lo que diga ayuda, estoy harto.

    Seores, un momento dije yo. Estoy dispuesto a ayudarlos a tratar de resolver las cosas y encontrar una solucin. Pero primero tienen que dejar de atacarse mutuamente. Eso no resolver nada.

    Siguieron mirndose con ira, mientras yo pensaba en mis prxi-mos pasos. En los aos que tengo de prctica, he visto casi todo, pero los nimos haban cambiado tan de repente que me tomaron

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    por sorpresa. Un momento antes haban sido afables, conversando y tocndose con cario. Luego, de repente, accionaron el detonador y activaron dinamita emocional, que produjo toneladas de residuos que volaban en todas direcciones. Por qu? Y lo que es ms impor-tante, qu podamos hacer al respecto?

    El cambio drstico

    En un momento, eran amigos y al siguiente, enemigos. En un momento, eran amantes con esperanzas y sueos, y al siguiente, combatientes listos para separarse.

    Alguna vez se ha sentido as? Se ha gozado en el cario y la amistad del matrimonio, y luego, sin advertencia, se ha encontrado atrapado en un feo encuentro? Si es as, no me sorprende. Sucede, incluso en la mejor de las relaciones, con parejas comprometidas para casarse y con aquellos que han estado casados durante aos.

    Esos cambios drsticos llevan a los matrimonios dichosos a un callejn sin salida. Puede cambiar un apego amoroso y armnico en una rivalidad amarga y llena de discusiones. Y puede suceder sufi-cientemente rpido como para que la cabeza le d vueltas.

    Veamos exactamente cmo ocurre esto. En primer lugar, alguien cambia la relacin emocional. El cambio

    puede suceder drsticamente, a veces sin que nadie se d cuenta. Alguien plantea un tema delicado y con ello hiere los sentimientos de la otra persona, violando un ego temperamental.

    Fjese que Brbara y Toms estaban bien, siempre y cuando evi-taran el tema candente. Descubr que ellos se llevaban bien cuando hablaban de los hijos, las finanzas, las vacaciones de verano y la intimidad. Pero cuando Brbara sacaba el tema tab, el pronstico emocional cambiaba de suave y moderado a lluvias torrenciales con vientos huracanados.

    El doctor Alan Loy McGinnis, en su libro titulado The Friendship Factor [El factor amistad], que fue todo un xito, habla de la impor-tancia de mantener el clima emocional en una relacin. Explica que cada persona aporta una determinada energa emocional. Puede ser una energa positiva, como cuando dos amigos se encuentran, o una energa negativa, en el caso de una ria conyugal o un cambio

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    drstico en el temperamento. Una persona que trae un tono des-tructor a la relacin puede preparar el escenario para que la otra reaccione de la misma manera.

    En segundo lugar, la defensa aumenta la hostilidad. Lidiar con los problemas aqu y ahora, pelear las batallas de hoy con las energas de hoy ya es bastante difcil. Pero encima de eso, todos llevamos un bagaje emocional al matrimonio.

    Antes de que usted se ponga a la defensiva, entienda que nadie tuvo una niez perfecta. Todos nos criamos en circunstancias que nos dejaron sintindonos abandonados, inseguros o indignos de amor. Todos tenemos gatillos que nuestra pareja puede apretar. Sabemos que somos reactivos si nuestras emociones acerca de un tema en particular sobrepasan lo que podramos esperar para ese tema.

    Harville Hendrix, en su libro titulado Conseguir el amor de su vida, dice que llevamos pequeos padres en nuestras cabezas. Dice que ponemos el rostro de nuestros padres en nuestra pareja. Otros psiclogos han llamado a esto transferencia, que es atribuir algo a nuestro cnyuge que en realidad pertenece a nuestros padres. Es oportuno decir que este proceso puede destrozar relaciones. Respon-der emocionalmente a situaciones viejas y colocarlas en la actual es confuso y crea reacciones emocionales exageradas. Todos debemos hacer nuestro propio trabajo emocional, tener claro qu problemas pertenecen a quin y mantenerlos fuera de nuestro matrimonio.1

    En tercer lugar, los egos se hieren. Cuando afrontamos una ame-naza (o una amenaza percibida), solemos accionar el botn de lucha o fuga. Cuando alguien asalta algo que para nosotros es muy impor-tante, como nuestro ego, algo interno nos apremia a atacar o a huir. Los hombres son muy habilidosos en este sentido. Nuestro primer instinto es destruir la amenaza o huir de ella. Pocas veces considera-mos opciones menos drsticas.

    Nuestro pasado desempea un papel importante para deter-minar cmo manejamos las dificultades actuales. Aprendimos de nuestros padres a manejar los conflictos. Despus de verlos pelear verbalmente, puede que nos inclinemos a usar algunas de las mismas tcticas. O despus de ver y escuchar tanto conflicto en casa, tal vez lo evitemos como a las plagas.

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    Cuando examin la historia de Brbara, vi que su pasado estaba afectando su relacin actual con Tomas, aunque era evidente que l tena que cambiar algunas de sus conductas. Brbara me explic que sus padres se separaron cuando ella tena diez aos. Durante la terrible experiencia, ella fue arrastrada al intenso conflicto. Como era la mayor de los tres hijos, Brbara se convirti en la confidente de su madre. Escuch todos los detalles desagradables de la presunta aventura de su padre. La madre de Brbara le dijo muchas veces que su padre era un mujeriego, bueno para nada, en quien no se poda confiar, e insista en que los problemas conyugales eran culpa de l totalmente.

    Los padres de Brbara a menudo la usaban de pen en sus peleas. Su madre esperaba que ella se pusiera de su parte, sin cuestiona-miento, y atacaba a su padre con malicia. Aunque Brbara amaba a su padre profundamente, escuch durante mucho tiempo los chismes constantes de su madre sobre la traicin. Como resultado de todo ello, Brbara no estaba segura de qu era verdad y qu no lo era.

    Hoy da, muchos aos despus del divorcio, la madre de Brbara sigue anidando mucha amargura y resentimiento hacia su ex esposo. Pero peor an es el efecto que caus el divorcio en Brbara.

    Ella reconoce hoy que se senta incapaz de proteger a sus her-manos menores de la violencia verbal que predominaba en el hogar. Adems, debido a las sospechas de la infidelidad de su padre, Brbara no puede confiar totalmente en los hombres con los que se relaciona. Teme que con el tiempo la engaen, independientemente de cunto le aseguren fidelidad. Ella se da cuenta de que ha asumido una gran cantidad de la negatividad de su madre y puede que no est eva-luando a las personas y los acontecimientos con precisin debido a lo que sucedi en su pasado.

    James Creighton, consultor reconocido internacionalmente en el tema conflicto-resolucin, y autor del libro Claves para pelearse sin romper la pareja, dice: La creencia de que nuestros sentimien-tos estn causados por acontecimientos externos no es toda la ver-dad. Es solo una pieza del rompecabezas. Las emociones que usted experimenta son creadas por los significados que atribuye a esos acontecimientos. Usted decide lo que cada acontecimiento significa para usted.2

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    Recuerdo un hecho reciente que me desconcert por completo. Sostena una conversacin con una amiga cercana. Estbamos hablando sobre algo inocuo un momento, y dos minutos despus, yo estaba listo para gritar. La conversacin transcurri ms o menos as:

    Christie: David, quieres decirle a tu hijo que me gustara que me pintara la casa, si todava quiere el trabajo?

    David: Cmo que si todava quiere el trabajo? Christie: Eso mismo. Si todava quiere el trabajo.David: Por qu no iba a querer el trabajo? Yo te dije que

    l quera pintarte la casa. Christie: Por qu te pones tan a la defensiva? David: Por la manera en que lo dijiste. Por qu no iba l

    a querer el trabajo? Christie: No estaba segura de si a l todava le interesaba el

    proyecto. A veces, l cambia de parecer. David: l no cambia de parecer sobre cosas como esta. Christie: Te das cuenta de cmo me ests hablando?David: Pues no me gusta la insinuacin de que mi hijo

    podra variar lo acordado.Christie: No quise decir que l variara lo acordado. David: Est bien. Lo siento. Entend mal lo que estabas

    diciendo. Perdname por haberme molestado.

    Fjese lo dispuesto que estaba yo a pelear. Me volv insignificante, discutidor, defensivo. Estaba sobreprotegiendo a mi hijo y me identi-fiqu mucho con l. Afortunadamente, tuve la compostura de notar cmo me estaba comportando y dejarlo ah.

    En el pasado, no siempre he tomado decisiones tan sabias. En otros momentos de mi vida muchos ms de lo que me gustara admitir, he asumido el papel del perfeccionista exigente. He herido a otras personas incluso cuando hacerlo no era lo mejor para m ni para aquellos con quienes intentaba comunicarme.

    En cuarto lugar, lanzamos insultos para proteger nuestros egos. Una vez que la guerra ha comenzado, todo se vale.

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    Por triste que sea esta realidad, cada uno de nosotros probable-mente haya participado en ello. Hemos dejado de querer a algunas personas porque nos hemos sentido a la defensiva o amenazados. Cambiamos de una preocupacin motivada por el amor al ataque. Fuimos heridos, por lo cual, queremos herir. Nos sentimos traicio-nados y por eso queremos traicionar.

    En quinto lugar, en algn momento declaramos una tregua. Des-pus de pelear la batalla, alguien decide que esa guerra entre amantes es una locura. Alguien tiene que detener el derramamiento de sangre emocional y ondear la bandera blanca.

    Sin embargo, muchas veces, declaramos la tregua solo despus de habernos herido mutuamente. A veces las heridas nunca sanan. Las palabras no se pueden retirar. Los insultos dejan huella, y el dolor puede durar toda la vida.

    Si reconoce este patrn en usted, espero que est listo para hacer el trabajo necesario para alterarlo. Leer este libro es un comienzo potente para cambiar patrones destructores de mucho tiempo. En estas pginas, aprender a hacer ese ajuste ms rpida y eficazmente.

    El efecto dinamita

    Hace poco pas con mi automvil por un sitio recin excavado en las montaas Cascade del estado de Washington. Puesto que haba visto el rea unos das antes, no estaba seguro de si estaba en el mismo lugar cuando volv. Conmocionado, me par a un lado de la carretera para mirar ms de cerca. Haban desaparecido los conferos gigantes y una gran cantidad de arces; ya no estaban los arbustos, los arndanos ni los helechos. En su lugar, haba enormes mquinas para remover la tierra que haban dejado el paisaje baldo.

    Sin embargo, antes de que el pesado equipo llegara al sitio de la construccin, algo tuvo que preparar la tierra para poder moverla. Los obreros usaron dinamita para aflojar y retirar grandes cantidades de tierra y roca en preparacin para una carretera que haba de construirse a travs del terreno montaoso. Con un solo golpe rpido, alguien accion el detonador y produjo una explosin que rompi la tierra.

    Mientras pasaba por all, pens en la persona que controlaba el detonador. Cmo se sinti cuando da tanta vida despus de

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    accionar una palanca? Se daba cuenta de que la tierra as devastada nunca sera la misma?

    De igual forma, pens en aquellos que deciden accionar el deto-nador en un matrimonio. Se dan cuenta del dao que hacen? Se concentran en una meta inmediata y hacen hincapi en un punto ganar una discusin, pero consideran las consecuencias a largo plazo de sus acciones? Se dan cuenta de que no pueden retirar las palabras que han pronunciado cuando estaban airados?

    As como los efectos de la dinamita son repentinos y catastrfi-cos, as son los efectos de la lengua. He notado que muchas personas son expertas en iniciar acciones catastrficas con una sola palabra. Con esa palabra, una avalancha de destruccin interrumpe la comu-nicacin y provoca el conflicto.

    El poder del detonador

    Las personas accionan el detonador por muchas razones. Una de ellas tal vez una razn que no queremos aceptar muchas veces es ganar poder. El detonador controla mucho poder.

    As como los obreros se sienten poderosos cuando accionan el detonador que lanza toneladas de tierra en todas direcciones, as las personas se sienten poderosas cuando accionan el detonador del conflicto que propulsa palabras y emociones en todas direcciones. Aunque la mayora de nosotros dice que detestamos esos momentos, quizs tambin disfrutemos en secreto el control que los acompaa.

    Veamos de nuevo el caso de Toms y Brbara. Miremos su situa-cin desde la perspectiva del poder.

    Tanto Toms como Brbara ejercieron grandes cantidades de poder en su primera conversacin conmigo. La interaccin signifi-cativa termin cuando comenzaron a hablar de la amistad que tena Toms en el trabajo. Dejaron de escuchar y se pusieron a atacar.

    Brbara senta el poder que vena de acusar a Toms de algo feo. Ella estaba segura de que l tena una aventura, y nada la iba a con-vencer de lo contrario. Toms, puesto que tena su propia sensacin de indignacin y poder, se defenda vigorosamente. Llam a su mujer loca y la atac con la misma fuerza con la que ella lo haba ata-cadoal.

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    Observe el poder en accin de este encuentro. Fjese en la pos-tura que asumi cada persona. Note la defensiva. La defensiva, que es comn en tantas relaciones, dice: Ests equivocado. No quiero escuchar lo que tienes que decir. Quiero que las cosas se hagan a mi manera. Cllate la boca.

    Sin embargo, la defensiva y los juegos de poder no funcionan. Usar el poder para derrotar a sus oponentes no es productivo. Puede que los silencie, pero no crea espacio para el amor. Los juegos de poder alejan el amor y la buena voluntad de la relacin.

    Santiago habla del poder cuando dice: De dnde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciis, y no tenis; matis y ardis de envidia (Stg. 4:1-2).

    S, todos matamos cuando usamos nuestro poder para derrotar a nuestros cnyuges. Matamos sus espritus. Matamos su estima. Que-remos que las cosas salgan a nuestra manera porque ansiamos poder, y estamos dispuestos a usar las palabras para aniquilar a nuestras parejas y obtener ese poder.

    El juego de la culpa

    Otra forma de usar el poder en un matrimonio es culpando a nuestra pareja. Todos conocemos esa estrategia. Apuntamos con el dedo acusador en todas direcciones excepto hacia nosotros mismos.

    Brbara acusa a Toms de engaarla. Toms dice que Brbara est loca. Ambos dan sus razones para las posturas que han asumido y se aferran a ellas. Son como perros con un hueso firmemente asido en la boca. Incluso cuando no queda carne en el hueso, no lo dejan por nada del mundo.

    Cuando asumen su postura y la adrenalina se eleva, Toms y Brbara o tal vez usted y su cnyuge no pueden mirar el pro-blema desde otras perspectivas. Cuando estamos enojados, cuando reaccionamos emotivamente y cuando estamos muy indignados, no podemos hacer ciertas cosas:

    Escuchar lo que se nos pide. Escuchar lo que no se est diciendo.

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    Asumir la responsabilidad que nos toca del conflicto. Escuchar lo que puede haberlo desencadenado en usted.

    Echar la culpa puede parecer un intento de resolver un problema, pero nunca es eficaz. En otro libro que vale la pena mencionar titu-lado Dont Go Away Mad [No se vaya enojado], el escritor James Creighton escribe lo siguiente:

    La necesidad de echarle la culpa a alguien casi siempre comienza con temor y juicio propio, los mismos atri-butos que acosan a la persona que est a la defensiva. En su nivel ms bsico, esa conducta es un esfuerzo por disipar las ansiedades que realmente tienen que ver con nuestra niez. Lo que es una locura es que no tiene nada que ver con la resolucin del problema, aunque nos puede llevar a creer que s.3

    Durante mucho tiempo, me aferr a la creencia de que culpar a los dems era una manera genuina de tratar de terminar el con-flicto. Recuerdo un altercado que tuve con otro estudiante hace aos, mientras cursaba los estudios de postgrado. Habamos sido amigos por un tiempo y estbamos trabajando en un importante proyecto juntos. Empec a sentir pnico a medida que se nos vena el tiempo encima y comenc a asumir la responsabilidad de cumplir con la fecha de entrega.

    Al poco tiempo, tambin empec a sentir una ira que iba en aumento, porque yo estaba haciendo la mayor parte el trabajo. Le di vueltas al asunto durante semanas. Puesto que mi resentimiento segua aumentando, tuve que confrontarlo. Prepar un caso que, desde mi perspectiva, demostraba de manera convincente que yo estaba llevando gran parte de la carga.

    Finalmente, con las armas cargadas, decid que haba llegado el momento del enfrentamiento. Estaba tan convencido de mi postura que crea sin duda que l no tendra manera de refutarla. Present mi caso de un modo no muy diplomtico. Para mi sorpresa total, l respondi con una dosis igual de resentimiento. Escuch con

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    incredulidad lo que consider era su argumento retorcido para res-paldar su opinin.

    Mientras intercambibamos acusaciones, la tensin aument. Ninguno de los dos tena la menor idea de que el otro se estaba sin-tiendo usado y amargado. Solo despus de lanzar nuestros ataques y despus que nuestras duras palabras haban hecho el dao, pudimos aclarar el increble malentendido. Aprend lecciones dolorosas que recordara para siempre sobre la culpa, la mala percepcin y el resen-timiento. Cuando me tranquilic, empec a ver que mis sentimientos haban estado nublados por mis sentimientos subyacentes de temor respecto al proyecto y por un alto grado de dudas propias sobre mi capacidad de manejar mis responsabilidades. Al final me sent tonto y avergonzado. Haba cometido el error de pensar que culpar a otra persona era la solucin a mi problema.

    Creighton acaba con esa creencia. La culpa, dice l, es otro juego de poder intil. Otra forma de evitar los verdaderos problemas. Otro desperdicio de energa que se podra usar para resolver los conflictos verdaderos.

    Poder que profundiza la intimidad

    Si culpar a la otra persona no da resultado, qu podemos hacer? Si la culpa es divisoria y una prdida de energa, cmo podemos redirigir esos sentimientos que se acumulan de una manera pro-ductiva?

    Creighton muestra cmo podemos usar el poder para bien de la intimidad. Y si, en lugar de pelear contra su pareja, cada uno usara su energa y poder para pelear contra un enemigo comn: el problema? Creighton destaca dos usos constructivos del poder en una relacin.

    Poner las cartas sobre la mesa

    Lo primero es apremiar a la otra persona a reconocer las emocio-nes de ambos y a lidiar con los problemas que sean importantes para los dos. Creighton dice: Es totalmente apropiado usar su influencia o poder para insistir en que sus emociones sean reconocidas, para abordar los problemas importantes y para buscar una resolucin.

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    Tenga en cuenta que hay una diferencia entre estas metas e insistir en una resolucin en particular que pueda darle una ventaja.4

    Cuando se resuelven disputas en empresas grandes, a eso se lo llama poner las cartas sobre la mesa. Exige una aclaracin de los problemas.

    Yo exhorto a las parejas a objetivar el problema antes de atacar a la otra persona. Les hago hincapi en la importancia de aclarar cul es el verdadero conflicto. Tambin insisto en que ellos reconozcan que las personas tienen derecho a su propio punto de vista. Ni siquiera los cnyuges tienen por qu estar de acuerdo ni pensar igual. Para muchas parejas, es difcil superar eso.

    Cuando una persona amenaza o apremia a la otra a que se rinda, el desequilibrio de poder da como resultado una situacin en la que uno pierde, y el otro gana. Quedar en ventaja puede parecer una victoria en el momento, pero se pierden la buena voluntad y la con-fianza, y al poco tiempo, el matrimonio tendr graves problemas.

    La intimidacin nunca es buena, por eso ambos cnyuges deben expresar sus necesidades y emociones legtimas. El martirio no tiene cabida en una relacin sana. Cuando complacer a otros le hace dao (que por cierto es el ttulo de un libro que publiqu hace poco), usted tiene problemas. A menos que revele sus verdaderos pensamientos y deseos, terminar sintindose resentido y mal entendido.

    Un proceso justo

    Creighton explica que la segunda manera de usar el poder leg-timo es insistir en un proceso que sea justo para ambos. l argumenta que los dos deben tener acceso a la misma informacin y la misma oportunidad para influenciar el resultado.

    Por ejemplo, un cnyuge est usando un proceso injusto cuando usa a su familia para atacar en grupo contra la otra persona. Usar la intimidacin o la vergenza para que la otra persona est de acuerdo no es un proceso justo. Cuando usted usa el poder de manera res-ponsable, dice lo que siente, piensa y quiere, y permite incluso exhorta a su cnyuge a hacer lo mismo.

    Cmo sera la situacin de Toms y Brbara si ellos hubieran seguido estas directrices?

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    En vez de discutir entre ellos sobre si Toms tena o no una aventura, acordaran crear un ambiente donde ella confiara enl.

    En vez de que Toms se pusiera a la defensiva e insultara a Brbara, reconocera sus sentimientos, atacara a su enemigo comn la desconfianza y la ayudara a buscar soluciones.

    Tanto Toms como Brbara compartiran sus sentimientos, se pediran mutuamente lo que necesitaran sin temor a la repre-salia y sin culparse el uno al otro.

    En vez de usar generalizaciones amplias, como siempre y nunca, tendran cuidado de hacer afirmaciones precisas que reflejaran cmo vean las cosas.

    Estaran ms de acuerdo en centrarse en el verdadero pro-blema que tenan entre manos y permanecer en el tema.

    En vez de enojarse y lanzarse diatribas, acordaran tomar un descanso cuando las cosas se pusieran al rojo vivo.

    Reconoceran sus diferencias y su derecho a tenerlas.

    Las directrices para pelear limpio, casi siempre son difciles de seguir. Nadie quiere ser razonable en el calor del momento. Pre-ferimos accionar el detonador y que los residuos salgan volando. Pero despus lamentamos nuestras acciones y las palabras dichas apresuradamente.

    Lo que se puede predecir se puede prevenir

    Hasta con las mejores directrices suceden los conflictos, con-flictos rebeldes, imposibles de manejar, feos y terribles. Muchas veces tiramos la cautela por la ventana y accionamos el detonador. Recuerde que si toma ese camino, necesitar estar preparado para aceptar las consecuencias. Y no van a ser agradables!

    Si desea un enfoque ms productivo, pruebe algunas herramien-tas nuevas. Considere que puesto que el conflicto es predecible, tam-bin se puede prevenir. Al observar cmo pelean usted y su cnyuge, puede cambiar el resultado.

    As es. Fjese en los patrones de sus conflictos. Repase la lista de errores graves que cometen las parejas y marque aquellos que

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    se aplican a usted y a su cnyuge, y pnganse de acuerdo en que los van a cambiar. Despus que usted y su pareja hayan trazado sus patrones particulares, estarn listos para practicar una tcnica muy potente llamada interrupcin del patrn. El propsito de esta tcnica es alterar el patrn. La manera en que lo alteran no es tan importante como hacerlo en s.

    Por ejemplo, si su patrn es accionar el detonador, pngase de acuerdo con su cnyuge en que tomar un receso inmediato antes de hablar de un tema emocional. Si su cnyuge por lo general acciona el detonador, pdale que lo acompae a una parte diferente de la casa antes de seguir la discusin. Tal vez usted y su cnyuge haran bien en orar un poco antes de tener una conversacin que saben que va a ser candente. Un versculo muy til para repasar en estos momentos es Efesios 4:29: Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificacin, a fin de dar gracia a los oyentes.

    Como consejero, encuentro que ese pasaje es crucial. De hecho, podra ser el consejo ms til en el tema de la comunicacin que yo haya encontrado, sobre todo en lo que respecta a accionar el deto-nador. Si las parejas se adhirieran al consejo de Pablo, literalmente podran cambiar la direccin de una relacin del desastre al deleite.

    Considere lo que podra suceder si Brbara y Toms solamente usaran palabras que fueran sanas, beneficiosas y edificantes. Qu acontecera si erradicaran las palabras dainas de sus vocabularios? De seguro que Toms no insultara ni asaltara a Brbara de ninguna manera. Asimismo, Brbara nunca lo herira con acusaciones injus-tas y ms bien se limitara a concentrarse en aquellas cosas que for-talecieran su relacin, no que le hicieran dao. Ambos se cuidaran de no usar palabras que tuvieran el propsito de atacar y destruir.

    Brbara y Toms tenan un trabajo muy difcil que hacer. Tenan que interrumpir los patrones ineficaces que haban aprendido de sus padres. Practicaron llevar ms despacio el ritmo de sus discusiones y escuchar con atencin los sentimientos de la otra persona. Tra-bajaron en detectarse mutuamente cuando trataban sus problemas de una manera desproporcionada usando generalizaciones para describir las acciones de la otra persona. Practicaron no accionar el

  • Deje de accionar el detonador 39

    detonador. Con el tiempo, pudieron encontrar soluciones que dieran resultado para ambos. Toms cambi su agenda para que Brbara no se pusiera celosa. Le habl ms de su vida de trabajo para que ella supiera lo que estaba sucediendo. Al mismo tiempo, Brbara prac-tic confiar en Toms a medida que su conducta cambiaba.

    Lo que a Brbara y a Toms les dio resultado, tal vez no d resul-tado para usted. No hay una sola receta que surta efecto para todos. La clave es estar dispuestos a probar algo nuevo. Detecte los patrones destructores y trabaje para cambiarlos. Experimente con diferentes herramientas constructivas y de seguro encontrar una que le d resultado.

    Pero y si es el nico que est leyendo este libro? Es irremediable la situacin? Por supuesto que no. Recuerde que la nica persona que usted puede cambiar es usted. Entonces, por qu no empezar ah? Por qu no ajustar la manera en que se relaciona con su cnyuge y ver lo que sucede?

    A medida que detecte los patrones, examine qu papel desem-pea usted en los problemas. Fjese si usted acciona el detonador e identifique qu es lo que desencadena esa accin. Asimismo, observe cmo reacciona cuando su cnyuge lo acciona. Luego cambie su respuesta.

    Pruebe la paciencia

    Por qu accionamos el detonador? En realidad, esa pregunta tiene muchas respuestas. Sin embargo, a la larga, lo hacemos por-que, como dice Santiago, queremos que las cosas salgan a nuestra manera. Nos consumimos con nuestro propio poder, deseando lo que deseamos, cuando lo deseamos. Cmo se atreve alguien a cru-zarse en nuestro camino? Exigimos que nos entiendan. Exigimos que los dems estn de acuerdo con nosotros. S, exigimos.

    Pero en vez de exigir y de promover nuestros intereses de manera impaciente, qu le parece si practica la paciencia? Qu le parece si ora a Dios para que cambie su corazn de manera que usted sea generoso con aquellos a quienes ms ama? Y si le pide a Dios que le ayude a entender el corazn de su cnyuge? Y si orara, y pusiera en prctica, el fruto del Espritu?

  • 40 9 errores graves que cometen las parejas

    Considere lo que dijo el apstol Pablo. En lugar de las obras de la carne, las cuales incluyen enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejas, qu le parece si practicramos lo opuesto? Mas el fruto del Espritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley (G. 5:19-23).

    En lugar de accionar el detonador, considere orar por paciencia, y el fruto del Espritu de seguro se manifestar en usted.

    Considere pedirle a Dios que le muestre cmo es vivir con usted. Que le abra los ojos a las cualidades que usted aporta a su matrimo-nio y que abra su corazn a las estrategias necesarias para mejorarlas. Usted es nicamente la mitad de la ecuacin, pero es una mitad, y el cambio positivo puede comenzar con usted.