8. Parte Informativa de La Entrevista
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40 Habilidades de comunicación en patología psiquiátrica
7 Parte informativa
de la entrevista
Una idea no pasa de una persona a otra sin cambios.
MIGUEL DE UNAMUNO. El sentido trágico de la vida (1913)
En esta fase, llega el turno de informar al
paciente sobre su enfermedad y su trata-
miento. Entonces surgen las preguntas: «¿seré
capaz de transmitir todo lo que quiero decir?,
¿me entenderá el paciente?, ¿cumplirá los cui-
dados?». Estas cuestiones suponen habitual-
mente un reto para los profesionales de la
salud, puesto que de ellas dependen muchas
veces los éxitos o los fracasos. Según los pro-
pios profesionales, el 25% de las consultas
habituales presentan importantes problemas
de comunicación, y de los pacientes que acu-
den a ellas para recibir consejo, sólo entre un
tercio y la mitad de ellos lo seguirán (Borrell,
1989). Esto obliga a una profunda reflexión
acerca de las habilidades para informar, ya
que se puede tener una actuación técnica-
mente perfecta y que todo se arruine por no
saber comunicarlo.
La parte resolutiva de la entrevista se inicia
cuando el entrevistador se ha formado una
idea de lo que le pasa al paciente o de la con-
ducta más adecuada para llegar a un diagnós-
tico o al tratamiento de sus problemas. Debe
tenerse en cuenta que informar no es lo
mismo que educar, y no porque se le expli-
que un tratamiento o se den unos consejos a
un paciente, lo tendrá que cumplir a rajatabla
sólo por el simple hecho de que «yo soy el
que sé y mis enfermos tienen que hacer lo
que yo les digo». Hay que saber que la educa-
ción es un proceso más complejo en el que la
imitación, la identificación y la persuasión
tienen tanto o más valor que la simple infor-
mación en la consecución de cambios salu-
dables en el estilo de vida. En la tabla 1 se
resumen algunas de las consideraciones más
importantes respecto a la diferencia entre
introducción
• Una correcta información no garantiza una con-
ducta saludable
• Una persona no modifica sus hábitos de vida
simplemente porque se le informe de que son
tóxicos o perjudiciales
• Una persona que no hace caso a las recomenda-
ciones no significa que no las haya comprendi-
do o que esté mal informada
• Muchas personas a las que se ha informado
correctamente declararán que no han recibido
ninguna información sobre su enfermedad
• Hay una tendencia a dar menos información a
las personas de bajo nivel socioeconómico o
ancianos, porque no suelen mostrar desacuer-
dos con los profesionales
Tabla 1. Aspectos que se deben tener
en cuenta al informar al paciente
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Después de la exploración, ya sea física,
psicopatológica o ambas, el paciente espera-
rá explicaciones sobre su estado y las reco-
mendaciones pertinentes. Una estrategia que
suele dar buenos resultados es mostrar la
lista de problemas y explicarle cuál es el pro-
ceso de mayor importancia en la actualidad
(p. ej., «Luis, estos son sus problemas de
salud. El problema del alcohol va bastante
bien y deberá seguir con el mismo tratamien-
to; pero, últimamente, parece que está apare-
ciendo una depresión, por lo que tendremos
que ver cómo la solucionamos»).
Lo primero es enumerar los problemas de
salud detectados (p. ej., «usted tiene dos pro-
blemas: uno son las crisis de angustia que le
ocurren semanalmente y otro es la preocupa-
ción constante por las enfermedades, que le
obliga a ir continuamente a su médico para
que le tranquilice»). La enunciación simple-
mente supone informar al paciente de los
contenidos que se van a tratar. El objetivo
debe ser colocar al interlocutor en un estado
de receptividad más favorable, indicarle en
qué sentido tiene que orientar su atención y
memoria.
educación y simple información, que es lo
que hacemos en la consulta. En cualquier
caso, una buena información, que se conse-
guirá interactuando con el paciente y mane-
jando unas sencillas técnicas, permitirá obte-
ner más éxitos y una mayor satisfacción por
parte del paciente y, por supuesto, del profe-
sional.
41Parte informativa de la entrevista
enunciar los problemas
¿Cómo se informa? La información debe
tener unas características formales, que des-
cribiremos a continuación, que la hagan
comprensible y entretenida, es decir, que
mantenga la atención. Pero hay que saber
que la atención y la memoria siguen unasleyes: no se tiene la misma atención en todos
los momentos del discurso. La atención
máxima, en cualquier charla o en la entrevis-
ta, ocurre al principio (lo que se menciona
en primer lugar es más recordado), al final
(pensamos que se va a resumir lo más impor-
tante), o en cualquier momento a lo largo de
la charla en que cambia el tono, el volumen o
la modulación de la voz (volvemos a «reco-
nectarnos» porque disminuye la atención a
los pocos minutos). Y, por otro lado, presen-tan aspectos emocionales: se recuerda más lo
que establece relación con conocimientos
• Un paciente (incluso con elevado nivel cultu-
ral) se entera de alrededor del 40% de lo que
pasa en la consulta (debido a la ansiedad y al
entorno)
• Esto implica que sólo puede asimilar 2 o 3 con-
ceptos en una entrevista
• Los conceptos que deben priorizarse son el diag-
nóstico, el tratamiento y cómo contactar/quedar
con el profesional
• El profesional sólo se entera del 60% de lo que
ocurre en la consulta (también está limitado por
el cansancio, etc.). La conclusión es que hay que
apuntar en la historia clínica todo lo que se hace,
la memoria no es fiable
Tabla 2. Conceptos base al dar informa-
ción a los pacientes
De Borrell, 1989.
técnicas informativas (Torío y García Tirado, 1997; I y II)
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42 Habilidades de comunicación en patología psiquiátrica
previos que pueda tener el individuo sobre
la materia concreta de la que informamos
(por eso suelen enterarse más las personas
con mayor nivel cultural) y, también, lo que
se entiende como verdaderamente impor-
tante para nuestra salud.
Por otra parte, debemos ser conscientes de
que el paciente está en una situación de ansie-
dad por su salud que interfiere con su atención
y su memoria –por eso muchas personas vie-
nen con acompañantes, que se enteran mejor
porque no se encuentran tan afectados psicoló-
gicamente–. En la tabla 2 se resumen algunos
conceptos base que se deben tener en cuenta a
la hora de dar información a los pacientes.
A continuación se describen una serie de
técnicas que ayudan a este cometido, puesto
que los errores en esta fase suele llevar a que
los pacientes no sepan lo que les pasa o no
cumplan las recomendaciones.
1. Limitar la cantidad de información. El pa-
ciente, como se ha comentado, tiene una
capacidad de asimilación limitada. Es nece-
sario resumir la información importante, eli-
minar lo que sea superfluo (los residentes y
los profesionales con pocos años de expe-
riencia tienden a «inundar» de datos a los
pacientes). Respecto a la información, de-
ben utilizarse frases cortas y con pausas, para
dar tiempo a su asimilación.
2. Emplear una dicción clara y entonada. Igual
que a los médicos se nos entiende poco la
letra, porque escribimos mucho, tampoco se
nos entiende mucho la voz, porque habla-
mos mucho. Debe emplearse una dicción
que permita comprender las palabras sin
esfuerzo. Por las prisas habituales con las que
se trabaja, se quiere decir todo lo más rápida-
mente posible y ocurre que el profesional lo
entiende perfectamente pero el paciente no.
Es importante entonar, porque así la voz pre-
senta cierta musicalidad y atrae la atención;
en cambio, una voz monótona predispone a
la pérdida de atención en el receptor.
3. Evitar o traducir términos técnicos. Los pa-
cientes no tienen por qué entender pala-
bras que son específicas del argot profesio-
nal y que, por su complejidad, permiten
«quedar muy bien», pero el paciente no ten-
drá ni la menor idea de lo que se le está
diciendo. Por ello, hay que «traducir» al len-
guaje popular, aunque se enuncie de forma
técnica (porque está escrito en el informe o
anteriormente se le haya informado así). Por
ejemplo: «Tiene usted manías, lo que nos-
otros llamamos un trastorno obsesivo-com-
pulsivo» (o viceversa).
4. Emplear vocabulario neutro. Consiste en
emplear palabras de bajo contenido emo-
cional, es decir, que no asusten al paciente;
evitar las palabras que pueden producir
ansiedad, bloquear al paciente o hacer que
nos enzarcemos en discusiones intermina-
bles sobre si es o no es tal cosa (tabla 3).
5. Complemento visual. Consiste en añadir a
la verbal información de tipo visual. Es
decir, se pueden utilizar dibujos para expli-
car las bases de una enfermedad (dibujar
características formales de los mensajes informativos (Castro y Quesada, 1996)
NeutroAlto contenido
emocional
Enfermedad mental
Psicosis
Consumo excesivo de alcohol
Uso de sustancias
Estrés
Permanente
Requiere tratamiento a largo plazo
Tumor
Anticuerpos
Locura
Esquizofrenia
Alcoholismo
Drogadicción/
toxicomanía
Depresión
Crónico
Incurable
Cáncer
SIDA
Tabla 3. Ejemplos de vocabulario neutro y
con alto contenido emocional en psiquiatría
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43Parte informativa de la entrevista
En esta fase de la entrevista pueden produ-
cirse numerosos errores. A continuación
(tabla 4) se resumen los que se presentan
como más frecuencia.
errores frecuentes en la fase informativa
1. Categorización explicita. Consiste en nom-
brar al paciente cuando le vamos a decir
algo importante, como el diagnóstico o el
tratamiento, para que aumente la atención.
Por ejemplo: «María, a continuación le voy
a decir cuál es el tratamiento que creo que
debemos seguir. Yo le recomendaría que
tomase una pastilla al día, en la comida, de
este antidepresivo».
2. Racionalidad. Está demostrado que cuanto
más saben los pacientes sobre cómo actúan
los medicamentos más aumenta la adhe-
rencia a las medidas terapéuticas y más se
incrementan los niveles de satisfacción con
la atención recibida. Algunos profesionales
piensan que por mucho que se le explique
el mecanismo de acción de los fármacos,
los pacientes no lo entenderán. Como
hemos dicho, debe intentarse emplear un
lenguaje neutro y de bajo contenido emo-
cional, por ejempo, «un ejercicio, como an-
dar o ir en bicicleta 30 minutos al día, 2 o
3 veces por semana, activa todo el cuerpo y
también la actividad cerebral, y se ha
demostrado que ayuda en las depresiones
leves como la suya».
3. Ejemplificación. Consiste en dar una infor-
mación mediante un ejemplo de fácil com-
prensión. Así, «el tabaco le perjudica los bron-
quios: es igual que el hollín acumulado en
una chimenea que va ensuciando las paredes
y no permite que entre y salga aire adecuada-
mente. ¿Ha pensado en dejar de fumar?».
4. Personalización. Consiste en utilizar ruti-
nas diarias para relacionarlas con cambios
terapéuticos prescritos. Se trata de adaptar
las recomendaciones a la realidad del indi-
viduo, no hacerlas de forma abstracta:
«¿Cuándo cena usted? Pues entonces será
cuando tome estos comprimidos».
5. Bidireccionalidad. Consiste en permitir que
los pacientes no sean meros receptores, sino
que se les deje participar, interrumpiendo y
opinando en cualquier momento. Es muy
útil para averiguar los conocimientos y las
creencias previas sobre su enfermedad y las
expectativas que pudiera tener de los cuida-
dos y tratamiento. Suelen usarse frases del
tipo: «¿conocía usted esta enfermedad?, ¿cono-
ce a alguien que la tenga?, ¿sabe algo de este
medicamento?, ¿lo ha tomado alguna vez?, ¿le
ha sentado bien?», etc. La bidireccionalidad
real es difícil de conseguir. No basta con pre-
guntar al paciente si sigue la información y la
comprende. Implica crear un clima de con-
fianza que también es un estado de percep-
ción: hay que estar atentos a las dudas del
paciente y estimularle para que las exprese.
6. Comprobar la asimilación. Está emparenta-
da con la bidireccionalidad. Consiste en ase-
gurarse de que el paciente lo ha entendido
todo, sobre todo en ancianos o personas
que sospechemos que pueden tener pro-
blemas en este sentido. Se usarán frases del
tipo: «¿Lo ha entendido bien? ¿Quiere repe-
tirme cada cuanto se lo tiene que tomar?».
características conceptuales de la información(Castro y Quesada, 1996)
un cerebro para señalar la alteración de
neurotransmisores en la depresión) o la
evolución de una determinada variable
(depresión, ansiedad, etc.).
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44 Habilidades de comunicación en patología psiquiátrica
• Dar información sobre diagnóstico o tratamiento
antes de haber terminado toda la exploración
• Mezclar información y exploración a la vez sin
hacer una separación total
• Cuando se da la información y se tiene más de un
problema, mezclar la información de ambos
• Dar gran cantidad de información, generalmente
inútil
• Voz monótona o inaudible, poco modulada
• Emplear términos técnicos o de gran contenido
emocional
• Impedir que el paciente haga preguntas
• No ejemplificar, personalizar ni racionalizar los tra-
tamientos
Tabla 4. Principales errores en la fase informativa
Niños
A partir de los 5 años, el niño puede expresar
sus emociones. También, hasta cierto punto, es-
tán preparados para participar en su proceso te-
rapéutico, pese a lo cual, los profesionales acos-
tumbran a ignorarles. Aunque no se puede olvi-
dar la colaboración de los padres, siempre hay
que intentar dar la oportunidad a los menores:
• Conviene utilizar la misma tonalidad de
voz y la manera habitual de hablar, pese a
que la tendencia suele ser a cambiar el
tono pensando que van a entender mejor.
Lo que sí se debe hacer es usar la empatía
adaptada a su edad con frases del tipo
«vaya juguete más chulo tienes». Estas
expresiones intentan romper el hielo.
• Las sesiones informativas deben ser cortas
e intensas, y procurar no repetir pensando
que no han entendido.
• Hay que tener especial cuidado con todos
los mensajes que puedan repercutir en su
autoimagen, sobre todo al mencionarle
complicaciones o secuelas de su situación.
Adolescentes
Se recomienda orientar mejor que aconse-
jar. La entrevista con adolescentes suele
requerir más tiempo de lo habitual. Las reco-
mendaciones son:
• A los adolescentes no suelen preocuparles
los efectos a largo plazo (p. ej., en el caso de
recomendaciones preventivas), por lo que
hay que insistir en los efectos a corto plazo.
• La negociación acerca de qué información se
compartirá con los padres potencia el senti-
miento de confidencialidad y refuerza la vin-
culación terapéutica con el adolescente.
• La reunión conjunta final con el adolescente
y su progenitor o acompañante permite plani-
ficar con ambos las medidas a seguir para re-
solver el problema que originó la demanda.
Ancianos
Ante todo, es necesario plantearse si el
anciano está preparado para captar nueva
información o si tiene algún déficit cogniti-
vo. Además, hay que valorar si se dispone del
tiempo suficiente para hablar con él, ya que
el anciano tarda más en asimilar la informa-
ción y hay que dársela más lentamente.
• Si se tiene que dar información, es conve-
niente que venga acompañado de un fami-
liar, para que no quede la duda de su asimi-
lación.
• El proceso debe seguir siendo bidireccional
y, aún con más intensidad, es necesario ase-
gurarse de si entienden toda la información.
Si se perciben dudas o resistencias, hay que
intentar averiguar sus creencias. Se procura-
rá un ambiente de cordialidad y franqueza.
No hay que decepcionarse si, pese a todo,
los resultados son pobres, pese a emplear
las técnicas correctamente: si no se hubie-
sen usado, los resultados serían peores.
información a niños, adolescentes y ancianos
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45Parte informativa de la entrevista
En el curso de la práctica asistencial, inevi-
tablemente tendremos la responsabilidad de
realizar consultas a otros profesionales, lo
que puede ser causa de conflictos, generan-
do tensiones e incluso deteriorando la rela-
ción asistencial. Algunos profesionales viven
la derivación como un fracaso de su propia
capacidad, y esto les puede llevar a retener
innecesariamente a los pacientes, retrasando
la aplicación de medidas terapéuticas, o a
abordar asuntos que están fuera de su com-
petencia y que pueden derivar en situacio-
nes comprometidas. Sin embargo, la actitud
más extendida es más bien la contraria: deri-
var pronto para quitarnos la responsabilidad
del paciente. Nuestra profesionalidad debe
evitar ambos extremos.
En el momento de proceder a la deriva-
ción, se debe ofrecer al paciente una infor-
mación suficiente sobre las razones que
mueven a ello, los servicios que puede espe-
rar (de forma realista, evitar fases del tipo «allí
se lo resolverán todo») y los problemas que
pueden surgir. Nunca dar información perso-
nal sobre el profesional (p. ej., «es buen médi-
co, pero un poco frío con los pacientes»).
Además, y como siempre, se debe dar al
paciente la oportunidad de que exprese su
opinión. En la tabla 5 se detalla un ejemplo.
Un último aspecto es cuando nos derivan
un paciente. Un riesgo frecuente es lo que se
denomina «tentación de omnipotencia», es
decir, informar al paciente de que por fin se
han acabado sus problemas, que los profe-
sionales que le han visto anteriormente no
son suficientemente adecuados, pero que
nosotros estamos especialmente capacitados
para tratarlo. Nunca debe olvidarse que cual-
quier crítica hacia otro profesional se vuelve
contra nosotros, porque da una idea de nues-
tro nivel moral.
derivar a otro profesional
• Psiquiatra: Creo, Luis, que es necesario que le vea
el psicólogo
• Enfermo: ¿Ya no podemos hacer nada más con el
tratamiento?
• Psiquiatra: No, el tratamiento está funcionando
bien. Sin embargo, hay ciertos aspectos en su rela-
ción con su pareja que creo que debe abordar en
una psicoterapia. La medicación no puede ayudar-
le en eso. Yo, por supuesto, le seguiría viendo para
controlar el tratamiento ¿Qué le parece?
• Enfermo: Si usted lo cree así, perfecto
Tabla 5. Ejemplo de derivación
a otro profesional
En este capítulo se han identificado las dife-
rencias entre informar (lo que se hace habitual-
mente en la consulta) y educar (proceso com-
plejo y de larga duración), así como sus resulta-
dos. También se han expuesto las principales
técnicas empleadas para dar una información,
tanto formales como conceptuales, así como
los principales errores que se pueden cometer
en esta fase. Específicamente, se ha analizado la
información a poblaciones especiales (niños,
adolescentes y ancianos) y cómo se deriva un
paciente a otro profesional.
conclusiones
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