6. Desde Trento Hasta El Movimiento Litúrgico

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    DESDE TRENTO HASTA EL MOVIMIENTO LITRGICO

    (1545-1909)

    1. Contexto general

    La reforma protestante tiene dos vertientes de explicacin. Por una parte, puede verse como la respuesta

    revolucionaria a no haberse hecho la reforma interna de la iglesia en los siglos XIV XV, o al menos no haberse hecho

    suficientemente a tiempo! en este sentido, el "oto#o de la edad media$ constitue el condicionamiento histrico b%sico de

    la reforma protestante. Pero existe otra perspectiva igualmente importante para captar su significado! la reforma

    protestante aparece unida con los grandes acontecimientos &ue tuvieron lugar alrededor del a#o 1'((, como el

    descubrimiento de )m*rica, la invencin de la imprenta, etc. &ue determinan el surgimiento de una nueva *poca

    histrica, la edad moderna. +n cual&uier caso, la reforma fue un acontecimiento social extraordinariamente compleo, en

    s- mismo en su infraestructura fue no slo un movimiento de renovacin espiritual, sino tambi*n un fenmeno pol-tico econmico en su entramado global, fue un acontecimiento preparado por la disolucin de los presupuestos

    fundamentales &ue sirvieron de base a la edad media1.

    Por otra parte, la exigencia de un concilio universal estaba vivamente presente desde la *poca de Constan/a 0asilea

    es verdad &ue exist-an muchos intentos de reforma interna, pero carec-an de la suficiente energ-a creadora

    transformadora para alcan/ar la reforma de toda la iglesia. )s- pues, el obetivo principal de los esfuer/os del concilio de

    rento estaba dictado de antemano por la situacin misma de la iglesia, &ue mostraba dos frentes fundamentales! los

    problemas internos de extraordinaria gravedad, por una parte, la innovacin protestante, por otra. Pero adem%s, en

    consonancia con la situacin general de la iglesia, el concilio estaba fuertemente condicionado lastrado por las

    estrategias pol-ticas de las diversas naciones ven-a a ser como el gran tablero pol-tico donde conflu-an los intereses

    contrapuestos del emperador, de +spa#a, de 2rancia, de los protestantes con las tensiones internas de )lemania, de la

    "pol-tica pontificia$. +ra evidente, por otra parte, el desconcierto teolgico, as- como el temor por parte del papado de &ue

    se reavivasen las ideas conciliaristas, el miedo por parte de la curia de &ue fueran recortados sus derechos.

    3espu*s de tanteos preliminares, el concilio decidi tratar simult%neamente tanto el campo de la reforma interna,

    como las cuestiones dogm%ticas puestas en discusin por los protestantes. rento asumi como obetivo fundamental la

    tarea de discernir la verdad catlica de la doctrina no catlica, evidenciando los aspectos unilaterales reduccionistas de

    la doctrina de los reformadores respecto a las fuentes de la fe 4sola 5criptura6, al proceso salv-fico 4solus 3eus, sola fides6,

    a la concepcin espiritualista subetivista de la iglesia. Pero unto a las definiciones condenas conciliares, los padres

    de rento elaboraron, sobre todo en su tercer per-odo 41'7891'7:6, una serie de programas para la eecucin de unareforma intraeclesial, intentando depurar el sistema de beneficios, crear un nuevo clero por medio de seminarios,

    resucitar la imagen del obispo pastor, presente residente en su comunidad. 3esde ambos flancos, doctrinal pr%ctico, el

    tema de los sacramentos de la liturgia tuvo un lugar relevante en los trabaos del concilio, como es bien sabido.+l siglo XVII es el siglo del barroco. La conciencia catlica, renovada refor/ada por el concilio tridentino, anima

    esta expresin art-stica peculiar, &ue ha sido denominada como "arte de la contrarreforma$ 8.Lo grandioso, el sentimiento

    exaltado, la "furia heroica$ caracteri/an al barroco, as- como el entusiasmo de la victoria del triunfo, expresado con un

    vigor aut*nticamente creativo. +l barroco encarna, sin duda, la conciencia eufrica de haber salvado la fe la iglesia, de

    encontrarse en la verdad. +s la ;ltima *poca de la +uropa cristiana, en &ue todav-a todo est% determinado como

    impregnado del factor religioso. Cultura fundamentalmente de fiesta, &ue traduce el entusiasmo por la unidad de la iglesia

    catlica, donde alienta un fervor m-stico perceptible hasta en la realidad sensible.

    . Lort/,Historia de la iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento11, ?adrid 1@A8, @@91((.

    85. 5ebasti%n, Contrarreformas y barroco, ?adrid 1@A1.:P.

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    particularmente significativos en el terreno eclesi%stico son la abolicin de los +stados pontificios en 1AB( las

    sucesivas seculari/aciones de los bienes eclesi%sticos en los diversos pa-ses catlicos. Los fallos de la *poca precedente

    provocan una reaccin fuerte de tipo restaurador, una vuelta a la afirmacin en*rgica del dogma de lo sobrenatural, de la

    autoridad er%r&uica de la tradicin. +s la *poca del romanticismo, con su retorno nost%lgico al pasado, al barroco, o en

    especial a la edad media.

    +l siglo XIX aparece como una *poca cansada, incapa/ de resolver sus problemas con criterio propio, recurriendo a

    modelos anteriores es una *poca de imitaciones, de los estilos neo en el arte, sobre todo en la ar&uitectura. 5i embargo, es

    al mismo tiempo, un tiempo en &ue se manifiestan nuevas poderosas fuer/as! la industriali/acin, la t*cnica, el

    proletariado como clase social, el movimiento socialista.

    La iglesia, en su nivel institucional, no muestra a esa fuer/a de asimilacin cr-tica creadora &ue ha tenido en *pocasanteriores aislada amurallada, no logra tener, en conunto, sino contactos negativos con estas fuer/as ascendentes. +lresultado fue el cisma entre la iglesia el mundo moderno, la apostas-a de la clase trabaadora, el distanciamiento cada

    ve/ maor, en el seno mismo de la iglesia, entre las esferas er%r&uicas los creentes mas presentes en el mundo de la

    ciencia, del trabao la cultura. . 0. ?et/,#resencia de la iglesia en la sociedad! Conc extra 4dic. 1@B(6 8'7 >. 0. ?et/9>.?oltmann9H. JelmKller, $lustraci%n y

    teor&a teol%gica' La iglesia en la encruciada de la libertad moderna, 5alamanca 1@B:.'?. Lutero,La misa alemana y la ordenaci%n del oficio divino, en Lutero, )bras, edicin preparada por efanes +gido, 5alamanca

    1@BB, 8BA98@(

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    aun&ue no la entendiera. Por eso, Lutero mantuvo durante bastante tiempo el lat-n, ustificando, como dec-amos, su

    postura por ra/ones de oportunidad, tales como el valor pedaggico de esta lengua, la carencia de un texto alem%n

    adecuado acompa#ado de m;sica, , por fin, el deseo de no escandali/ar a los m%s d*biles. Pero con el tiempo, la pr%ctica

    lit;rgica se adecu dr%sticamente a las exigencias de la teolog-a luterana. 3esde mediados del siglo XVI, los protestantes

    han logrado la superacin absoluta del lat-n, dando plena satisfaccin a la exigencia indiscutible de la lengua vern%cula en

    el culto7.

    b6 La labor lit;rgica del concilio de rento

    +n los tres sucesivos per-odos del concilio, estuvo mu presente el tema sacramental, como r*plica a los

    planteamientos de los reformadores. +n la sesin VII 4: de mar/o de 1'B6, como complemento de la doctrina sobre laustificacin, se aprueban los c%nones sobre los sacramentos en general, sobre el bautismo la confirmacin. +n la sesinXIII 411 de octubre de 1''16 se estudia el decreto los c%nones sobre la eucarist-a, vista desde la problem%tica de la

    presencia real. +n la sesin XIV 48' de noviembre de 1''16, se trata la doctrina sobre el sacramento de la penitencia de

    la extremauncin. +n la parte conclusiva del concilio, en la sesin XXI 417 de ulio de 1'786, se aprueban los decretos

    sobre la comunin bao las dos especies la comunin de los p%rvulos en la sesin XXII 41B de septiembre de 1'786 se

    trata de nuevo el tema de la eucarist-a, esta ve/ bao el %ngulo de su dimensin sacrificial, fuertemente combatido por los

    protestantes. +n la ses-on XXIII 41' de ulio de 1'7:6 se tratan los dos sacramentos restantes! el orden el matrimonio. La

    parcelacin, motivada por ra/ones puramente extr-nsecas, de la doctrina eucar-stica en tres cap-tulos diversos! la presencia

    real 4sesin XIII6, la comunin 4sesin XXI6 el sacrificio 4sesin XXII6 tendr% un efecto distorsionante en la historia

    post9tridentina de la teolog-a sacramental, parali/ar% la b;s&ueda de una s-ntesis dogm%tica del sacramento de la

    eucarist-aB.

    +n la sesin XXII, siguiendo inmediatamente al decreto sobre el sacrificio de la misa, se aprueba el +ecretum deobservandis et evitandis in celebraciones missae. a desde el comien/o del concilio, el 8( de ulio de 1'B, se hab-a

    formado una comisin especial para recopilar los abusos &ue se daban en el sacrificio de la misa. o era una misin

    dificil, pues no slo los reformadores, sino tambi*n los s-nodos hab-an se#alado frecuentemente los puntos m%s

    vulnerables. +n el cat%logo de abusos, se se#alan algunos reparos teolgicos contra elementos del mismo ordinario de la

    misa 4por eemplo, las oraciones durante la preparacin de las ofrendas, el offertoriumde la misa de difuntos6. 5i se

    busca un denominador com;n al inventario reali/ado por la comisin, todos los abusos pueden clasificarse bao los

    conceptos de avaricia, irreverencia supersticin. +n opinin de los legados, sin embargo, estos "abusos$ no eran materiapropia para un debate conciliar! tem-an, sin duda, &ue muchos obispos echaran m%s le#a al fuego, exponiendo otros

    abusos, ofrecieran m%s motivos de cr-tica todav-a a los protestantes. )dem%s, unto % los abusos, se deb-an se#alar

    propuestas concretas para su eliminacin. La comisin tuvo &ue reelaborar varias veces su proecto, para &ue fuera

    aceptado por la asamblea conciliar.

    3e todo el trabao acumulado, slo pasaron nueve c%nones de reforma al pleno del 1( de septiembre de 1'78!1. la reclamacin de estipendios de la misa

    8. la*issa sicca

    :. la celebracin de varias misas al d-a

    . el despla/amiento de la misa dominical por votivas o de difuntos

    '. introducir en las iglesias catedrales colegiatas una misa de difuntos conventual

    7. el lugar de la misa es la iglesia consagrada, aun&ue el ordinario puede permitir excepciones

    B. prescripciones sobre limpie/a de vasos ornamentos utili/ados en la misa

    A. todos los textos de la misa recitados cantados tienen &ue ser inteligibles a los oentes

    @. los excomulgados pecadores p;blicos deben mantenerse aleados de la misa.

    +n el decreto finalmente aprobado el 1B de septiembre, se hace recaer sobre los obispos la principal responsabilidad

    respecto a la liturgia de la misa. o se habla de la reforma del misal. o es, pues, exacto afirmar &ue el concilio tridentino

    haa llevado a cabo la unificacin de la liturgia de la misa. +l concilio, &ue llevaba a demasiado tiempo reunido, confien la sesin XXV al Papa, la reforma del misal del breviarioA.

    +n la misma sesin XXII, el concilio de rento abord, completando los trabaos iniciados die/ a#os antes, un tema

    capital en la confrontacin con los reformadores! la lengua lit;rgica. La tarea no era nada f%cil, pues hab-a &ue tener en

    cuenta intereses contrapuestos, si no antagnicos! hab-a &ue condenar el principio protestante, prescribir al mismo

    tiempo la explicacin de los ritos en lengua vulgar hab-a &ue mantener el lat-n pero tambi*n hab-a &ue reconocer las

    7

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    pr%cticas lingK-sticas orientales no hab-a &ue descartar la lengua vulgar absolutamente, estableciendo una reglamentacin

    r-gida a este respecto. +l texto aprobado por la asamblea conciliar mantiene un raro e&uilibrio entre estos componentes!

    )un cuando la ?isa contiene una grande instruccin del pueblo fiel no ha parecido, sin embargo, a los Padres &ue

    conviniera celebrarla de ordinario en lengua vulgar 4can. @6. Por eso, mantenido en todas partes el rito antiguo de cada

    Iglesia aprobado por la 5anta Iglesia =omana, madre maestra de todas las Iglesias a fin de &ue las oveas de Cristo no

    sufran hambre ni los pe&ue#uelos pidan pan no haa &uien se lo parta 4hr , 6, manda el santo Concilio a los pastores

    a cada uno de los &ue tienen cura de almas, &ue frecuentemente, durante la celebracin de las ?isas, por s- o por otro,

    expongan algo de lo &ue en la ?isa se lee, entre otras cosas, declaren alg;n misterio de este sant-simo sacrificio,

    se#aladamente los domingos d-as festivos@.

    +l tenor del texto, esclarecido por las actas del concilio, muestra con claridad &ue los argumentos presentados en

    rento en defensa de la lengua latina son de conveniencia contingente. ?%s tarde, cuando los telogos los apologistas se

    ponen a ustificar el uso del lat-n olvidar%n este talante conciliar, sustituir%n los argumentos de conveniencia por los

    dogm%ticos. 3e ese modo la lengua latina ser% la expresin de la unidad de la iglesia remedio efica/ contra las here-as 1(

    La reforma de los libros lit;rgicos, confiada en la ;ltima sesin del concilio al papa, no tard en reali/arse. P-o V edita

    el 2reviarium romanum 41'7A6 el *issale romanum 41'B(6. Clemente VIII el #ontificale romanum 41'@76, e

    Caeremoniale episcoporum 417((6. Paulo V, el3ituale romanum41716. Las intenciones fundamentales de esta reforma

    aparecen en los documentos papales &ue acompa#an a los nuevos libros lit;rgicos. +xiste el deseo de volver a las fuentes

    antiguas genuinas de la liturgia! ad pristinam sanctorum #atrum normam ac ritum. 5in embargo, con los escasos medios

    disponibles en la *poca, la reforma posconciliar de rento no ha hecho m%s &ue purgar restaurar el rito romano 4

    franco9germ%nico6 del medioevo, m%s o menos seg;n la forma de Nregorio VII.La innovacin m%s importante fue, sin duda, la disposicin &ue aparece en la bula 4uo primum tempore &ue

    acompa#a a la edicin del*issale romanum! este misal deb-a ser la ;nica norma para todas las iglesias en adelante

    nada pod-a cambiarse de *l, a no ser &ue se probase una tradicin anterior de dos siglos. +ste tipo de unificacin hubiera

    sido imposible, lgicamente, antes de la invencin de la imprenta. para cuidar esta situacin fia de la liturgia contra

    posibles alteraciones, 5ixto V crea, el a#o 1'AA, la 5agrada congregacin de ritos. 5u misin no ser% continuar la reforma

    emprendida, sino vigilar para &ue se observe, con todo cuidado, el modo prescrito para la celebracin de la misa el resto

    de la liturgia. La era de los rubricistas ha comen/ado.

    c6 La liturgia en la *poca del barroco

    3espu*s del concilio de rento, se despliega en el interior de la iglesia catlica un sentimiento de seguridad, una

    sensacin de pisar suelo firme tras la crisis provocada por la reforma protestante. Gna atmsfera de triunfo de fiesta

    invade tambi*n el recinto la expresin cultual. Las iglesias construidas en el barroco tienen el aire de un elegante salnde actos, con paredes de m%rmol oro, con pinturas en el techo, donde no faltan los palcos las galer-as. 3estaca en ellas

    el ingente retablo frontal, donde el altar, sin embargo, no recibe el tratamiento &ue le corresponde en la accin lit;rgica,

    &uedando rebaado a una especie de hermoso /calo &ue sustenta el retablo. +n el limite fronteri/o entre la iglesia el

    exterior est% el coro, una tribuna aleada del presbiterio, &ue reflea la separacin e independencia &ue la expresin

    musical ha ad&uirido en el barroco respecto a la accin lit;rgica.

    +s el siglo de oro de la polifon-a. 3esde el punto de vista de la m;sica, la "misa$ se considera como pie/a aparte, &ue

    inspira multitud de creaciones art-sticas. Pero la m;sica eclesi%stica del barroco, cultivada predominantemente en las

    cortes de los pr-ncipes, se gu-a por criterios puramente est*ticos, olvidando su funcionalidad al servicio de la liturgia. 3e

    ello se sigue &ue muchas veces el culto se limita a prestar un marco formal, para &ue los coros polifnicos el rgano

    exhiban sus virtualidades art-stico9musicales.

    5i lo festivo es la nota caracter-stica de la ar&uitectura eclesi%stica, de la ornamentacin pl%stica sonora de sus

    interiores, ha una ocasin incomparable donde la cultura barroca puede desplegar todos sus resortes art-sticos! la fiestadel Corpus Christi. La controversia con los protestantes acerca de la presencia real, conduce en la Contra9reforma a unsubraado especial de este aspecto de la eucarist-a, tanto en la teolog-a como en la expresin lit;rgica popular. La fiesta

    del Corpus Christitiene como obeto, precisamente, la veneracin de esa presencia sacramental, como proximidad de

    @3en/inger n. @7.1(

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    3ios entre los hombres. La fiesta eucarist-a se concentra en torno a la procesin, paseo triunfal del 5e#or en medio del

    pueblo cristiano, &ue le aclama vitorea con todo el esplendor de &ue es capa/ la cultura barroca! m;sica coros, salvas

    banderas, coronas ornamentos de gran brillante/. Pero la procesin no se limita a esta fiesta del Corpus se repite en

    otras fechas del a#o, para solemni/ar acontecimientos notables tanto de la vida eclesi%stica como de la vida ciudadana por

    eso, ha sido denominado el barroco "la *poca de las procesiones$.

    +l siglo XVII ha sido tambi*n designado como el "siglo de la exposicin frecuente$. +n efecto, las procesiones

    eucar-sticas no resultan suficiente solucin para colmar el deseo de los fieles de contemplar adorar el sant-simo. Para

    ello se intensifican las exposiciones del sant-simo sacramento, la devocin de las "cuarenta horas$, la adoracin perpetua,

    la adoracin reparadora, etc... el ceremonial del sant-simo sacramento, con la exposicin en el ostensorio, con el trono o

    balda&uino, el sistema m%s o menos complicado de adoracin, procede de la edad media, pero en esta *poca se hacepr%ctica universal obligatoria.

    Por segunda ve/, en la historia de la liturgia 4antes fue en la *poca constantiniana6 el ceremonial de la corte es

    asumido en la liturgia pero ahora esos gestos honor-ficos no tienen por destinatarios a los obispos sacerdotes, sino a la

    presencia sacramental del 5e#or, al Cristo eucar-stico, =e de rees11.

    Jtro polo fundamental de la piedad del barroco es ?ar-a la ?adre de 3ios. 5e multiplican las grandes

    peregrinaciones marianas las fiestas nuevas en su honor! las fiestas del =osario, del ombre de ?ar-a, de la ?erced, del

    Carmen, de la Inmaculada Concepcin, etc. +s de subraar &ue, mientras las antiguas fiestas marianas guardaban

    plena conexin con el misterio de salvacin el a#o lit;rgico, las nuevas fiestas sugieren un movimiento m%s bien

    "centr-fugo$ respecto a la celebracin del misterio pascual. Pero esta tendencia hacia la periferia se manifiesta en el

    conunto de la vida lit;rgica del barroco. Los altares laterales se van multiplicando privilegiando las im%genes &ue

    presiden estos altares, representan maoritatiamente no a Cristo, sino a los santos los ornamentos pierden su

    funcionalidad de vestiduras, se transforman en exposicin decorativa de im%genes o de alegor-as la liturgia se convierteen buena parte en espect%culo, &ue se ve o se oe, pero en el &ue apenas se participa la predicacin se desprende la misa

    se autonomi/a la comunin del pueblo, asimismo, se independi/a del %mbito d* la celebracin lit;rgica para reducirse a

    una nueva devocin privada, de talante morali/ante asc*tico el mantenimiento del lat-n, lengua extra#a al pueblo,

    favorece grandemente a &ue el culto no sea ante todo la participacin activa de la comunidad en el misterio de Cristo,

    sino, a lo sumo, su representacin cuasi9teatral, &ue anima la oracin personal subetiva del creente.

    La liturgia romana, en sus libros perfectamente codificados, se mantiene como una urna sellada frente al pueblo, un

    asunto m%s sometido a la alta legislacin eclesi%stica, &ue se obedece con fidelidad, pero &ue a ha deado de ser unprincipio activo de la comunidad cristiana. 3esde la creacin de la Congregacin de ritos, la liturgia romana se purifica

    pero como contrapartida entra en un per-odo de hibernacin o petrificacin con ello la iniciativa del pueblo cristiano

    aleada for/osamente de su fuente primaria fundamental, se desv-a por cauces secundarios, por devociones particulares

    &ue compensan el vac-o la inadecuacin del culto en su expresin oficial18.

    d6 Los intentos de reforma lit;rgica en el siglo del Iluminismo

    La pol*mica con los protestantes inclin a los telogos catlicos a considerar la eucarist-a la liturgia en general

    desde a&uellos aspectos &ue eran negados por los adversarios! as- ocurre con el tema de la presencia real, del sacrificio

    del sacerdocio. a &ue los reformadores niegan un sacerdocio especial, los catlicos se encargan de reafirmar todo a&uello

    &ue distingue separa al sacerdote del pueblo. +ntre las preocupaciones pastorales de la contrarreforma no brilla el deseo

    de una participacin comunitaria de los fieles en la accin lit;rgica. +l culto sigue siendo, como en la edad media, una

    prerrogativa del clero la erar&u-a.

    Pero en el siglo XVIII, el siglo de la Ilustracin, empie/a a manifestarse en diversos lugares un descontento general

    por la situacin real de la liturgia comien/an a aparecer, tambi*n, intentos de renovacin lit;rgica, &ue tienen como

    orientaciones de fondo! el deseo de una maor participacin comunitaria, la exigencia de una maor sencille/, evitando en

    el culto todo elemento superfluo, el uso de la inteligencia para entender lo &ue acontece en la liturgia en orden a una

    maor edificacin de los fieles. +stos intentos, sin embargo, no fueron coronados por el *xito. La reforma lit;rgicaproectada por 0enedicto XIV 41B(91B'A6 mientras era ar/obispo de 0olonia, bastante radical en la revisin delcalendario, eliminando por principio casi todas las fiestas modernas, no fue ratificada por *l una ve/ Papa. Las liturgias

    locales de las dicesis de 2rancia, &ue se multiplican an%r&uicamente a lo largo del siglo XVIII 4los libros m%s difundidos

    son el*issale el2reviarium #arisiense, promulgados en 1B:76 no recibieron el asentimiento de la santa sede. Jtros

    conatos de renovacin lit;rgica, como el del s-nodo de Pistoia 41BA76, fueron englobados en condenaciones doctrinales.

    11h. Dlauser,#etite histoire de la liturgie occidentale, Paris 1@'7, AB9A@. Para el conunto >. ). >ungrnann, La vida lit5rgica en el

    barroco, enHerencia lit5rgica y actualidad pastoral, 5an 5ebasti%n 1@71, 11(9181.18 a pesar de todo, el uicio de >ungmann sobre el barroco es mati/ado! "+l barroco, influenciado por una fuerte tradicin religiosa&ue lat-a en el fondo de todo el pueblo, ha bebido preferentemente de fuentes secundarias , sin embargo, ha alcan/ado una vidasorprendentemente rica abundante$ enHerencia lit5rgica, 181.

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    =esulta por dem%s interesante, el elenco de puntos a reformar en el campo lit;rgico, &ue se#ala este s-nodo de Pistoia

    un solo altar en cada templo, participacin de los fieles, abolicin del estipendio de la misa, reduccin de procesiones,

    m;sica simple, grave adaptada al sentido de las palabras, ornamentacin &ue no ofenda ni distraiga al esp-ritu, reforma

    del breviario del misal, un nuevo ritual, reduccin del excesivo n;mero de fiestas, lectura en un a#o de la sagrada

    +scritura en el oficio, etc.1:. La maor-a de estas cuestiones tuvieron &ue volver a plantearse en el Vaticano II han sido

    por fin obeto de la reforma lit;rgica posconciliar.

    +stos postulados de reforma, sin embargo, estaban enmarcados condicionados por las perspectivas propias de la

    *poca de la Ilustracin. La liturgia no era considerada como la accin salv-fica de Cristo, en la &ue participa la comunidad

    sino una funcin educativa del pueblo, un medio para el progreso moral del individuo. 3e a&u- la valoracin de la

    predicacin, la exigencia de comprensin de los textos lit;rgicos apelando con tanta frecuencia al texto paulino de 1 Cor1, 17 ss, los repetidos intentos de traduccin de los textos latinos a la lengua vern%cula el aprecio el cultivo de loscantos populares. +n la *poca del racionalismo era comprensible la baa estimacin de la interpretacin alegrica, los

    ata&ues a la carencia de "logos$ en la liturgia heredada del barroco, la b;s&ueda de la noble simplicidad de los primeros

    tiempos apostlicos.

    Por ve/ primera, el siglo XVIII ha subraado expl-citamente la importancia de la pastoral lit;rgica ha visto en el culto

    la fuente primordial de la vida cristiana. Pero no ha captado el centro medular del misterio lit;rgico, &uedando anclado en

    sus dimensiones intelectualistas, *ticas puramente pedaggicas. Para la *poca del Iluminismo, la liturgia se reduce a un

    medio educativo para la humani/acin del individuo pero a no es entendida como "adoracin de 3ios en esp-ritu

    verdad$1.

    e6 La =estauracin en el siglo XIX

    Las carencias los errores de la *poca anterior, el siglo de la Ilustracin, provocan una fuerte reaccin en el %mbitocatlico.

    Contra el postulado de una religin dentro de los limites de la mera ra/n proclamado por el Iluminismo, el siglo XIX

    reafirma el principio de la revelacin, del dogma de la tradicin, as- como el respeto debido a la erar&u-a de la iglesia.

    +ste aprecio por la tradicin tiene su refleo en la liturgia! el gusto por las oraciones latinas por las antiguas ceremonias

    r;bricas, as- como el entusiasmo por la m;sica gregoriana, caracteri/an esta *poca de la =estauracin.

    La reforma de la m;sica sagrada, en efecto, fue uno de los obetivos prioritarios del siglo XIX. 5obre todo desde el

    barroco, el canto de iglesia estaba impregnado de un esp-ritu teatral el concierto el bel cantose hab-an adue#ado demarco formal del culto. Las repetidas advertencias condenas del magisterio contra esta profanacin del canto de la

    m;sica en los templos, hab-an &uedado en letra muerta. )hora se trabaa en serio por una depuracin del gusto del estilo

    en la m;sica sagrada se busca la restauracin del canto gregoriano aut*ntico, labor a la &ue se dedican afanosamente,

    entre otros, los mones de 5olesmes, animados por dom Nu*ranger el "movimiento ceciliano$ se esfuer/a por difundir los

    nuevos principios del canto eclesi%stico, abogando por el canto gregoriano en lat-n, condenando su me/cla con textos enlengua vulgar1'.

    Pero este movimiento todav-a no patrocina la participacin del pueblo en la accin lit;rgica el culto cristiano llega a

    ser considerado como realidad intangible misteriosa, obra perfect-sima del +sp-ritu, al abrigo de toda evolucin

    histrica, envuelto por el halo protector de una lengua sagrada! la lengua latina. +n este contexto emerge la figura, en

    tantos aspectos meritoria, del abad Prspero Nu*ranger 41A('91AB'6. )dversario ac*rrimo de las "liturgias neo9galicanas$

    surgidas en el siglo anterior, Nu*ranger exige un retorno incondicional a los libros aut*nticos de la liturgia romana pura.

    )bsolutamente convencido del valor insustituible de la tradicin cristiana, venera con entusiasmo la liturgia tradicional

    autor de grandes obras como$nstitutions liturgiues L,ann/e liturgiue, dom Nu*ranger, sin embargo, no es partidario

    de una explicacin completa de los textos ceremonias del culto ante el pueblo el culto, seg;n *l, debe &uedar siempre

    encubierto para el pueblo cristiano por el velo del misterio. 3e a&u- la necesidad, entre otras cosas, de una lengua sagrada,

    el lat-n, &ue con tanto ah-nco defiende propugna el abad de 5olesmes17.

    $> si?cle usu,au pontificat de #i/ >Paris 1@', 1'19177.17

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    romanticismo, se va incubando el concepto de una liturgia1B, intemporal ahistrica, concepto cua superacin ser% una

    de las tareas m%s arduas del movimiento lit;rgico, &ue ir% tomando cuerpo desde comien/os del siglo XX.

    :. eolog-a sacramental ciencia lit;rgica

    Gna doble corriente de fondo orienta la teolog-a de los reformadores. Por una parte, es un intento de volver a la pure/a

    sencille/ del evangelio, con un fuerte subraado de la gratuidad de la salvacin, de la ustificacin del hombre por la fe

    4 no por las obras6 , en definitiva, de la trascendencia absoluta de 3ios. Pero, a la ve/, &uiere ser una en*rgica protesta

    contra las corrupciones aberraciones de estas doctrinas fundamentales, &ue ellos detectan en la iglesia de su tiempo. +ste

    doble aspecto se encuentra tambi*n en la doctrina sobre los sacramentos de los iniciadores de la reforma. 5i es verdad &ue

    en toda s-ntesis teolgica, en toda confesin cristiana, la doctrina pr%ctica de los sacramentos constituen los puntosneur%lgicos, &ue descubren la calidad de los materiales utili/ados en la construccin del edificio, esto es particularmenteverificable en la nueva doctrina sacramental de los protestantes. Las tesis de la reforma sobre los sacramentos se fundan,

    en efecto, sobre divergencias fundamentales en puntos centrales de la teolog-a, como! la fe, la gracia, la ustificacin, el

    papel mediador de la iglesia, etc. +sta teolog-a comporta una cr-tica despiadada contra la doctrina sacramental de la

    escol%stica , de forma especial, contra las afirmaciones de la eficacia sacramental e@ opere operato, &ue es interpretada

    como operacin m%gica &ue exclue toda participacin personal del sueto &ue supone, en definitiva, aceptar &ue somos

    ustificados, no por la fe, sino por nuestras obras.

    Los sacramentos 9seg;n ellos9 son meros signos de la palabra de la promesa. +sta nocin de promesa el

    consiguiente recurso a la +scritura permite distinguir, entre los sacramentos, a&u*llos &ue son instituidos verdaderamente

    por Cristo a&uellos otros &ue han sido introducidos indebidamente por la iglesia. 3e a&u- la no aceptacin del septenario

    sacramental, reduciendo su n;mero a los dos sacramentos testimoniados en la +scritura! el bautismo la eucarist-a 4o tres,

    cuando se inclue la penitencia6. Los sacramentos no son m%s &ue unos signos &ue hacen visible la salvacin &ue 3ioscomunica al hombre por su palabra. o poseen ninguna virtud ustificadora, ni causalidad alguna respecto a la salvacin

    toda su eficacia proviene exclusivamente de la fe, seg;n el adagio! non sacramentum sed fieles sacramenta ustificat1A.

    +n esta doctrina sacramental de los protestantes pueden detectarse algunas notas caracter-sticas de su talante global! el

    individualismo de la fe, la antropolog-a marcadamente pesimista, la minimi/acin del papel visible de la iglesia, la

    insuficiente consideracin de las consecuencias de la encarnacin, la atencin exclusiva a la trascendencia de 3ios la

    marginalidad de la inmanencia divina1@.

    Las afirmaciones protestantes, &ue planteaban en forma de binomio la relacin palabra9sacramento fe9sacramento,condicionaron obviamente las reflexiones del concilio de rento. +ste trat en diversas sesiones la doctrina de los

    sacramentos, teniendo presentes las tesis protestantes. La ense#an/a del concilio no supone un giro decisivo en la teolog-a

    sacramental es m%s bien la asuncin de los principios b%sicos de la gran escol%stica, sobre todo de santo om%s, en

    materia sacramental. +sta doctrina conciliar apareci a los oos de los protestantes como una radical opcin a favor de los

    sacramentos, en detrimento evidente de la centralidad de la fe de la palabra. o tardar% mucho tiempo en extenderse ladenominacin de "iglesia de la palabra$ aplicada a los protestantes, de "iglesia del sacramento$ aplicada a los catlicos

    dualismo &ue ha pervivido hasta nuestros d-as8(.

    ) consecuencia de la reforma protestante, la liturgia llega a ser obeto de vivas controversias interconfesionales. +sta

    circunstancia, unto con el despertar del sentido histrico por obra de los humanistas, est%n en el punto de partida del

    estudio propiamente cient-fico de la liturgia. Nracias a la imprenta, recientemente descubierta, fuentes importantes del

    culto cristiano vienen ahora a hacerse ase&uibles, al mismo tiempo &ue resultan verdaderos instrumentos de defensa

    doctrinal en la pol*mica con los protestantes. )s- >acob Pamelius, pionero, presenta en 1'7' los dos primeros tomos de

    antiguos textos lit;rgicos. ?elchor

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    de interesantes eruditas investigaciones. +ntre ellos son dignos de especial relieve ean ?orin, >ean

    ?abillon, sobre todo +dmond ?art*ne, con sus cuatros tomos +e antiuis =cclesiae ritibus. +n la misma direccin

    trabaaron tambi*n N. 0ona, L. ). ?uratori, ?artin Nerbert. +n la investigacin de los ritos orientales son de destacar +.

    =enaudot los hermanos )ssemani. +n el siglo XIX, se reali/an importantes descubrimientos de fuentes lit;rgicas de la

    antigKedad, como la+idache, el=uchologiumde 5erapion, el Itinerario de la virgen +geria, el estamentum +ominientre

    otros. +llos prestar%n un nuevo punto de arran&ue para la investigacin lit;rgica en nuestro siglo81.

    +n cuanto a la teolog-a sacramental, propiamente dicha, los tratados de la fase postridentina otorgan un lugar relevante

    a la exposicin a la refutacin de las tesis protestantes. o obstante, entre los mismos telogos de la contrarreforma,

    como =oberto 0elarmino, ?elchor Cano o 2rancisco 5u%re/, cabe distinguir una interesante diversidad de talantes. +l

    comentario sobre los sacramentos de 5u%re/, servir% en gran parte de modelo de pauta para la estructuracin de losmanuales de teolog-a sacramental en los siglos posteriores.

    La teolog-a sacramental de la *poca postridentina ser% bastante pobre en sus contenidos, ecl*ctica en su

    metodolog-a. +l tratado +e sacramentis in genere est% internamente configurado en sus temas en la forma de

    tratamiento de las mismas, de acuerdo a criterios bastante diferenciados.

    )lgunas cuestiones, como el septenario n;mero o la institucin de los sacramentos por Cristo, responden a la

    necesidad de defender el dogma tridentino de cara a las negaciones de los reformadores, reciben un tratamiento

    marcadamente apolog*tico. Como es bien sabido, el m*todo pol*mico genera normalmente una hipertrofia de algunos

    aspectos un penoso subdesarrollo de otros aspectos &ui/% m%s centrales.

    Gna gran parte del tratado viene dedicado al an%lisis de los elementos esenciales del signo sacramental! materia,

    forma, ministro. La introduccin del " hilemorfismo$ aristot*lico ofrece desde la escol%stica un es&uema interpretativo

    capa/ de aunar e integrar la diversidad de elementos &ue componen el sacramento. 3e este modo, los canonistas pueden

    precisar con detalle lo &ue es necesario para la valide/ la licitud de cada sacramento. 5in embargo, los peligros sonevidentes aparecen cada ve/ con maor claridad en la historia de la teolog-a sacramental! el hecho sacramental tiende a

    perder su car%cter fundamental de accin acontecimiento a pesar del dicho escol%stico

    +eus gratiam suam non alligavit sacramentis, la accin salv-fica de 3ios tiende a identificarse con los elementos

    pasa cada ve/ a un lugar m%s perif*rico la participacin humana en el interior del sacramento a trav*s de la fe , en

    definitiva, todo el %mbito sacramental entra en un per-odo de creciente cosificacin.

    Con el nacimiento de los estados modernos, la iglesia fia su atencin sobre la organi/acin exterior los aspectos

    institucionales. +n esta l-nea son considerados los ctos sacramentales las "solemnidades lit;rgicas$. +n derivacin, todoel mundo lit;rgico9sacramental aparece dominado por las preocupaciones ur-dicas, la influencia de la casu-stica. Los

    tratados de sacramentos de la *poca postridentina presentan los actos sacramentales como fenmenos aislados! han

    perdido su contexto teolgico general, como acciones dentro del marco la din%mica de la historia de la salvacin.

    Carecen tambi*n de un contexto eclesial, por lo &ue son planteados en unas coordenadas

    individualistas *ste es un defecto notorio de la s-ntesis sacramental de la escol%stica, &ue ha sido heredado, mu a pesarsuo, por la teolog-a protestante, tambi*n por la teolog-a sacramental postridentina88.

    2inalmente, los sacramentos se ven privados de su contexto antropolgico! son tratados como "instituciones$ de

    ning;n modo condicionadas por la historia la cultura, , de alg;n modo, extra#as a la condicin humana. +l tema de la

    causalidad sacramental, tan propensa a las interpretaciones de tipo m%gico, se ha constituido en cuestin central

    determinante. )&u- est%, seguramente, la ra-/ del divorcio, &ue ho tratamos de superar con grandes esfuer/os, entre la

    sacramentolog-a el movimiento de participacin lit;rgica.

    0)5G=DJ Xavier 9 NJ+)N) >os* ).,

    La vida lit5rgico - sacramental de la $glesia en su evoluci%n hist%rica en 0J=J0IJ 3ionisio 4dir'6,La celebraci%n

    en la $glesiaI!Liturgia y sacramentolog&a fundamental, +d. 5-gueme 45alamanca 1@A'6 1:91'@

    81>. ). >ungmann, Ciencia lit5rgica, en 5? , col. :@9:'(.88"a Nardeil hab-a afirmado! si santo om%s hubiera escrito su Dummaen el siglo XX, hubiera intercalado el tratado +e ecclesiaentre el+e incarnatione el+e sacramentis$, Colman +. JQeil,La teologia de los sacramentos, en >III, ?adrid 1@B, 8(7. 5obre la teolog-a sacramental postridentina, abundante informacin en ).

    ?ichel, Dacraments, en 3C 1M1, col. '@@ s sobre los "impasses$ de esta teolog-a, L. ?. Chauvet,+u symboliue au symbole' =ssasur les sacrements, Paris 1@B@, 1AA s.