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Jessica Blanco Profesora, licenciada y doctora en Historia por la Universidad Nacional de Córdoba ( UNC). Adscrita al Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC. Actualmente es becaria posdoctoral de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNC. Es integrante del proyecto de investigación “Lo ‘público’ desde una perspectiva comparada: Córdoba y Santa Fe en el pe- riodo de entreguerras”. Sus temas de investigación versan sobre la influencia del asociacionismo católico argentino de mediados del siglo XX en la conformación de valores y en la definición de identidades y prácticas sociales y políticas. Entre otros libros, ha publicado Modernidad conservadora y cultura política: la Acción Católica Argentina (1931-1941), FFyH, 2008, y compilado, junto a Gardenia Vidal, Catolicismo y política en Córdoba, siglos XIX y XX, Ferreyra Editor, 2010, y es autora de numerosos artículos en revistas especializadas de su país y México. Resumen El golpe de Estado de 1955 en Córdoba suele explicarse desde la perspectiva de la fortaleza de la estructura eclesiástica local y la endeblez de un partido peronista católico que implosionó con el conflicto entre la Iglesia y Perón. Este trabajo se propone precisar ambas condiciones: se sostiene que la transformación del catolicismo cordobés en un actor político antiperonista se produjo como un modo de resistencia preven- tiva hacia la expansión medular del peronismo nacional, ya que en Córdoba la estructura pero- nista –incluida la central obrera local– daba muestras de compatibilizar con el universo de valores católico. Esta situación, sumada a la di- námica intervencionista aplicada desde Buenos Aires a los aparatos peronistas locales, impidió la conformación de una dirigencia estable y autónoma, lo que repercutió en la incapacidad de reacción y tibieza del peronismo mediterrá- neo en los momentos decisivos del conflicto. Fecha de recepción: agosto de 2012 Fecha de aceptación: noviembre de 2012 Palabras clave: Estructura peronista; Iglesia; antiperonismo; Córdoba; golpe de Estado. Secuencia (2014), 89, mayo-agosto, 143-161 ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464 DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i89.1229

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Jessica Blanco

Profesora, licenciada y doctora en Historia por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Adscritaal Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC. Actualmentees becaria posdoctoral de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNC. Es integrante del proyectode investigación “Lo ‘público’ desde una perspectiva comparada: Córdoba y Santa Fe en el pe-riodo de entreguerras”. Sus temas de investigación versan sobre la influencia del asociacionismocatólico argentino de mediados del siglo XX en la conformación de valores y en la definición deidentidades y prácticas sociales y políticas. Entre otros libros, ha publicado Modernidad conservadoray cultura política: la Acción Católica Argentina (1931-1941), FFyH, 2008, y compilado, junto aGardenia Vidal, Catolicismo y política en Córdoba, siglos XIX y XX, Ferreyra Editor, 2010, y es autorade numerosos artículos en revistas especializadas de su país y México.

Resumen

El golpe de Estado de 1955 en Córdoba sueleexplicarse desde la perspectiva de la fortaleza dela estructura eclesiástica local y la endeblez de un partido peronista católico que implosionócon el conflicto entre la Iglesia y Perón. Estetrabajo se propone precisar ambas condiciones:se sostiene que la transformación del catolicismocordobés en un actor político antiperonista seprodujo como un modo de resistencia preven-tiva hacia la expansión medular del peronismo

nacional, ya que en Córdoba la estructura pero-nista –incluida la central obrera local– dabamuestras de compatibilizar con el universo devalores católico. Esta situación, sumada a la di-námica intervencionista aplicada desde BuenosAires a los aparatos peronistas locales, impidióla conformación de una dirigencia estable yautónoma, lo que repercutió en la incapacidadde reacción y tibieza del peronismo mediterrá-neo en los momentos decisivos del conflicto.

Fecha de recepción:agosto de 2012

Fecha de aceptación:noviembre de 2012

Palabras clave:Estructura peronista; Iglesia; antiperonismo; Córdoba; golpe de Estado.

Secuencia (2014), 89, mayo-agosto, 143-161ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464

DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i89.1229

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Professor, Graduate and PhD in History from the Universidad Nacional de Córdoba (UNC).Attached to the Research Center of the Faculty of Philosophy and Humanities, UNC. She is cur-rently a postdoctoral grant-holder at the UNC Department of Science and Technology. She is amember of the research project “Lo ‘público’ desde una perspectiva comparada: Córdoba y SantaFe en el periodo de entreguerras”. Her research interests include the influence of the mid-20th cen-tury Argentine Catholic associations in shaping values and defining identities and social andpolitical practices. Among other books, she has published Modernidad conservadora y cultura política:la Acción Católica Argentina (1931-1941), FFyH, 2008, and compiled, together with GardeniaVidal, Catolicismo y política en Córdoba, siglos XIX y XX, Ferreyra Editor, 2010. She is the author ofseveral articles in specialized journals in Argentina and Mexico.

Abstract

The 1955 coup in Cordoba is usually explainedfrom the perspective of the strength of the localchurch structure and the weakness of a CatholicPeronist party that imploded with the conflictbetween the Church and Perón. This paperseeks to clarify both conditions: It argues thatthe transformation of Cordoba Catholicism intoan anti-Peronist political actor arose as a meansof preventive resistance to the core expansion ofnational Peronism, since in Cordoba, the

Peronist structure, including the local laborunion, showed signs of being compatible withthe universe of Catholic values. This situation,coupled with the interventionist dynamicapplied from Buenos Aires to local Peronistapparatuses, prevented the formation of a stable,autonomous leadership which resulted in theinability to react and the half-heartedness ofMediterranean Peronism at decisive moments of the conflict.

Final submission:August 2012

Acceptance:November 2012

Key words: Peronist structure; Church; anti-Peronism; Cordoba; coup.

1955 Coup in Cordoba (Argentina): theIntrinsic Limitations of the Local Peronist

Structure in the Face of the PreventiveStrengthening of the Church

Jessica Blanco

Secuencia (2014), 89, mayo-agosto, 143-161ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464

DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i89.1229

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Secuencia [143] núm. 89, mayo-agosto 2014

1955, golpe de Estado en Córdoba(Argentina): las limitaciones intrínsecas de la estructura peronista local ante el fortalecimiento preventivo de la Iglesia

Jessica Blanco*

INTRODUCCIÓN

El 16 de septiembre de 1955, luegode varios atentados e intentos gol-pistas mucho más leves –y por lo

tanto sin el dramatismo posterior– quehabían comenzado en 1948, Córdoba,una de las ciudades más importantes delinterior de Argentina, fue el epicentro deuna exitosa insurrección cívico-militar.Fue protagonizada por elementos parti-darios opositores, católicos y del ejército,que finalmente produjeron el tercer golpede Estado en la historia del país que des-tituyó al presidente Juan Domingo Perón.Como consecuencia inmediata se impusoel Estado de sitio y la central obrera nacio-nal, la Confederación General del Trabajo(CGT), declaró su apoyo a las fuerzas lealesy a Perón, hasta que este y otros funcio-narios presentaron su renuncia el 19 deseptiembre.

Los episodios del enfrentamiento entrela Iglesia y Perón que coadyuvaron algolpe de Estado de 1955 son harto cono-cidos. Algunas medidas y temas puntua-les que irritaron a la primera fueron laconformidad del gobierno con la libertad

de cultos, la competencia con el peronis-mo por la cooptación de la juventud, la le-galización del divorcio, el permiso para lainstalación de casas de tolerancia, la igual-dad de derechos para los hijos ilegítimos yla separación Estado-Iglesia. Esta, igual queotros sectores, se oponía a la progresiva pe-ronización de la sociedad, que abarcaba losámbitos públicos y privados de la vida enlos que ella también quería influir. Por otraparte, la intervención de sus miembros enla política (activismo de asociaciones cató-licas, la fundación del Partido DemócrataCristiano) y la actitud opositora de algu-nos sacerdotes y de la jerarquía eclesiásticahacia el gobierno, eran disruptivos con elintento de hegemonía peronista.

Retrospectivamente, la intervenciónde la Sociedad de Beneficencia de CapitalFederal (en 1946), el potencial anticleri-cal del discurso de Perón en ocasión delhomenaje a monseñor Nicolás de Carlo(en 1948), la inclusión de tres sacerdotesen la lista de cómplices del atentado con-tra la vida del presidente (en septiembrede ese mismo año), la notable disminu-ción de las referencias católicas en la doc-trina justicialista que se identificaba conla nación, la introducción de las ideas de-fendidas por la “tercera posición” así comode la iconografía peronista en los conte-

* Este artículo forma parte del capítulo IV de mitesis doctoral. Blanco, “Mundo”, 2011, pp. 129-163.

Secuencia (2014), 89, mayo-agosto, 143-161ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464

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nidos escolares, las demostraciones públi-cas favorables hacia otros cultos, cons-tituían señales del lugar subalterno quetenía la Iglesia en la concepción estatalperonista, despojada del monopolio delpoder religioso.1

Resulta fácil encontrar indicios disfun-cionales en la relación Iglesia-peronismoconociendo el final de la historia, peromuy pocos contemporáneos deben dehaberse percatado en 1947 del comienzode la transformación de ese vínculo insti-tucional, en especial teniendo en cuentaque en un primer momento el peronismoapeló al catolicismo como fundamentoespiritual y moral de su propuesta. La pro-gresiva consolidación de su capital polí-tico permitió a Perón desprenderse de estabase confesional, que paulatinamente fuereemplazada por la doctrina peronista. Enotras palabras, el significado sui generis delas ideas católicas bajo el peronismo ter-minó en la conformación de una especiede cristianismo peronista, de acuerdo conla expresión de Lila Caimari. Entre 1943y 1946 Perón se apropió del discurso cató-lico como medio de legitimación social,pero desde 1947 resignificó el mensajecon base en la propia doctrina justicialistaque había elaborado, para convertirlo enun cristianismo justicialista, el cual remi-tía más al humanismo cristiano que alcatolicismo en sentido estricto. De todas

maneras este peronismo cristiano peroantieclesiástico era perfectamente compa-tible con la fe alejada de los dogmas decuadros católicos y fieles que tenían unavivencia más popular de la religión, situa-ción que no era percibida por ellos comouna deslealtad ni tampoco iba en desme-dro de su fe.

En el plano secular la doctrina pero-nista funcionó a manera de religión polí-tica, puesto que simbólicamente asemejópatria con peronismo al formularse comoequivalente de la doctrina nacional, com-pitiendo así con la Iglesia que identificabala nación con la confesión católica.

El conflicto con la Iglesia contribuyóentonces a ampliar el enfrentamiento exis-tente con los otros partidos políticos yazuzó nuevamente la conspiración mili-tar. Para los sectores de clase media, esteenfrentamiento constituyó una nueva víapara expresar su repudio hacia Perón; esdecir, el catolicismo actuó como cataliza-dor de la identidad política antiperonista.Así, la oposición peronismo-antipero-nismo encontró un canal de disputa a través del conflicto Perón-Iglesia, que elgolpe de Estado de 1955 intentó resolverinfructuosamente a favor del segundo tér-mino de la antinomia.

Ahora bien, ¿qué sucedió cuando laescisión de identidades no resultó tan sen-cilla, no sólo por parte de aquellos mili-tantes católicos que eran peronistas, sinode peronistas –miembros del gobierno y dela CGT– también católicos? Al respecto, lapropuesta de este artículo es analizar lascondiciones de índole política y religiosaque confluyeron en la insurrección cívico-militar iniciada en Córdoba, considerandolas particularidades de los dos principalesactores involucrados: el peronismo y laIglesia locales.

1 La reconstrucción histórica de los desencuen-tros entre la Iglesia y el peronismo hasta el golpe de1955 ha sido realizada por numerosos autores. Entrelos trabajos en el ámbito nacional más recientes pue-den consultarse Caimari, Perón, 1995; Bianchi, Cato-licismo, 2001; Stefano y Zanatta, Historia, 2000, ySpinelli, Vencedores, 2005. Desde la perspectiva provin-cial se destacan Tcach, Sabattinismo, 1991; Walter,“Catolicismo”, 2002, y Capellupo, 1955, 2005.

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El problema de la articulación de lasidentidades políticas y religiosas revisteun carácter central en el abordaje del golpede Estado de 1955. Al respecto, autorescomo César Tcach o Jane Walter explica-ron el golpe en Córdoba desde la perspec-tiva de la fortaleza de la estructura ecle-siástica local y la endeblez de un partidoperonista católico que implosionó con elconflicto entre la Iglesia y Perón. El tra-bajo propuesto coincide en líneas genera-les con esta visión, pero complejiza ambascondiciones para entender por qué Cór-doba fue el epicentro del golpe. Sobre la base del examen de nuevas fuentes y lareinterpretación de otras ya conocidas, pre-tende contribuir a replantear el problemallamando la atención acerca del peso dela religión dentro de un mosaico identita-rio diverso, cambiante, fragmentario ycomplejo, un factor que ha sido particu-larmente ignorado en los estudios sobreel sindicalismo argentino. Lo anterior nosignifica reducir el análisis del comporta-miento de una persona o grupo bajo elexclusivo prisma de la confesionalidad,pero sí incorporarlo como un factor expli-cativo más para un periodo que es anterioral viraje industrial de Córdoba y a lastransformaciones económicas y socialesderivadas de la instalación de las automo-trices Kaiser y FIAT, tan detalladamenteestudiadas por James Brennan.2

Por un lado, se sostiene que la transfor-mación de la Iglesia cordobesa en un actorpolítico antiperonista se produjo máscomo respuesta al contexto nacional queen atención a la realidad local. Comoafirma César Tcach, entre 1952 y 1954en Córdoba se fue articulando una “ofen-

siva católica” respaldada por el arzobispoFermín Lafitte y liderada por la AcciónCatólica (AC). No obstante, el trabajodocumental permite afirmar que la confor-mación de este frente respondía a la tramanacional más que a la local, dado que hastaavanzado el año 1954, en Córdoba laestructura del peronismo local –incluida la CGT– daba muestras de compatibilizarcon el universo católico de valores. Enotras palabras, la Iglesia se había fortale-cido a través de un entramado de asocia-ciones propiciadas o reactivadas por Lafittecomo un modo de resistencia preventivahacia la expansión medular del peronismoa escala nacional. Esto nos conduce al otropunto aquí abordado: la gravitación de lasfuerzas católicas en la constitución y eldesarrollo partidario y sindical del pero-nismo mediterráneo y la influencia de laidentidad católica de sus cuadros, en parteexplican su comportamiento en los díasposteriores al discurso presidencial sobreinfiltración clerical del 10 de noviembrede 1954.

LAS LIMITACIONES INTRÍNSECAS DELAPARATO PERONISTA LOCAL FRENTE A LAS“INFILTRACIONES CATÓLICAS”

A pesar de algunos episodios conflictivoscomo la irrupción de jóvenes católicos enactos espiritistas o evangelistas, y de laproyección de la película Bárbara Atómicaa la que luego me referiré, en general enel interior del país los contemporáneos nopercibieron graves desacuerdos entre laIglesia y las autoridades provinciales.3

2 Brennan, Cordobazo, 1996.

3 De acuerdo con el testimonio del ministro deGobierno de Córdoba Erio Bonetto, en la reunión

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A escala nacional, los límites a las pre-rrogativas de la Iglesia en ámbitos públi-cos que el gobierno consideraba de suincumbencia comenzaron tempranamente.Ya en 1946 había intervenido la Sociedadde Beneficencia, cuyas actividades inspi-radas en la caridad cristiana contradecíanla tarea basada en la “justicia social pero-nista”, a partir de 1948 encarnada en laFundación Eva Perón. Este tipo de inicia-tivas seculares constituyeron parte impor-tante de la estrategia para materializarpaulatinamente la peronización de la so-ciedad. Respecto de Córdoba, quiendemostró mayor independencia de lasinfluencias confesionales en el peronismolocal fue el brigadier Ignacio San Martín,que gobernó la provincia desde marzo de1949 hasta septiembre de 1951. Entre susmedidas en clave secular anunció la insta-lación de casinos en la provincia, una ini-ciativa resistida por la AC de Córdoba (ACC)desde 1947. También intervino la Socie-dad de Beneficencia, redujo la cantidadde subsidios oficiales para obras de laIglesia y autorizó la realización de actosevangelistas que provocaron la reacciónde curas y jóvenes de la ACC. No obstante,la medida más grave y visible para loscatólicos y gran parte de la población fuela clausura temporaria del diario católicoLos Principios, justificada públicamente porsupuestas deficiencias sanitarias. El pro-ceso de expansión peronista a través dediversos instrumentos de propaganda endiferentes áreas de la sociedad se eviden-

ció particularmente en el ámbito escolar,con la introducción en 1951 de “Justicia-lismo argentino” como materia obligato-ria y el proyecto de modificar el programaeducativo de la provincia sobre la base dellibro El justicialismo.4

No obstante, estos dos años y mediode gobierno parecen constituir una excep-ción en la breve historia del peronismolocal en relación con el manejo de la cosapública que afectaba los intereses de laIglesia. En el ámbito partidario, luego delnombramiento de San Martín al gabinetenacional como ministro de Aeronáutica, lainterpelación de los peronistas y los radi-cales hacia los sectores católicos durantela campaña electoral para las elecciones denoviembre de 1951 demostró la inten-ción de los dos partidos mayoritarios deatraer a los sectores católicos, probable-mente debido al número importante delos mismos. Entre mediados de octubre yprincipios de noviembre la Unión CívicaRadical (UCR) redactó un “Manifiesto a las mujeres católicas de Córdoba sobre el problema electoral” y un “Mensaje de laUnión Cívica Radical a los católicos deCórdoba” en los cuales se acusaba al pero-nismo de falsear la plataforma del radica-lismo y se afirmaba que el partido no pro-piciaría la reimplantación de la Ley 1420de enseñanza laica. Por su parte, el PartidoPeronista (PP) contestó con “Mensaje alpueblo católico de Córdoba”, “Réplica al Manifiesto a las mujeres católicas deCórdoba sobre el problema electoral” y “Contramensaje del Partido Peronista ala Unión Cívica Radical”. El último apa-

de ministros de esa cartera celebrada en Resistencia enfebrero de 1953 para tratar la relación entre las auto-ridades eclesiásticas provinciales y el Estado, el únicoque presentó un informe anticlerical fue el represen-tante de Buenos Aires. Walter, “Catolicismo”, 2002,p. 294.

4 Córdoba, 8 de septiembre de 1947; La Voz delInterior, 25 de septiembre de 1951; Editorial, LosPrincipios, 26 de septiembre de 1951, y Tcach,Sabattinismo, 1991, pp. 284-285 y 291.

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reció publicado el 10 de noviembre en eldiario Córdoba bajo la firma del flamanteinterventor del PP en el distrito Córdoba,Enrique Osella Muñoz; en este acusaba ala plataforma de la UCR de laicista. Pruebade ello era la oposición de sus legisladoresa la sanción de la ley de enseñanza reli-giosa sancionada en 1947 y la omisión dela jura por Dios como parlamentarios de la fórmula radical propuesta a la go-bernación (Arturo Illia-Arturo Zaniche-lli). Al igual que el mensaje radical, lasolicitada citaba encíclicas, a los papasLeón XIII y Pío XI y a la pastoral deagosto de 1951 del episcopado sobre laprohibición a los católicos de votar pro-gramas partidarios que incluyeran el lai-cismo escolar y la supresión del juramentoreligioso. En un texto que ocupaba unasexta parte de la página del diario, las 25menciones de la palabra católico y susderivados intentaban construir un campode sentido compartido integrado por elemisario, los peronistas de Córdoba –quecomo tales eran católicos– y el interpe-lado, la abstracción del “electorado cató-lico” en estado puro. En el mismo diario,en esa edición, aparecía una publicidaddel PP de Córdoba con el acróstico de lapalabra PERON. Las cinco letras del ape-llido se correspondían con cinco actoresque se querían rescatar, ubicados hori-zontalmente y a manera de crucigrama:los trabajadores; la mujer; los católi-cos; los ciudadanos; y los argentinos deverdad. “Los católicos” estaba ubicadojusto en el centro, en la letra R, de dondepartía la siguiente proclama: “Reafirman-do la fe inquebrantable de nuestros mayo-res, defendiendo la enseñanza religiosa yhaciendo vivir la doctrina de los romanospontífices en los principios de la doctrinajusticialista”. Días antes, Osella Muñoz

había enviado un telegrama de solidari-dad al arzobispo de Córdoba Lafitte, en elcual reconocía en el peronismo un movi-miento esencialmente cristiano y conde-naba la actitud de la oposición que habíallevado la política hasta los atrios de lostemplos.5

Lo anterior nos muestra que la demos-tración de fe se imponía a ambos partidospara la interpelación del “voto católico”,en plena disputa electoral. Sin embargo,cabría preguntarse en qué medida los cua-dros del peronismo local compartían losvalores de la Iglesia. Lo que sigue ayudaráa brindarnos un panorama al respecto.

Luego de la partida de San Martín yante la acefalía de la vicegobernación porla muerte de Bernardo Pío Lacasse, losucedió el presidente provisional del Se-nado Atilio Antinucci, simpatizante cató-lico, según veremos más adelante. Ladenuncia de organizaciones católicas alintendente municipal Martín Federico endiciembre de 1951 por la proyección depelículas calificadas de inmorales encontróun interlocutor en el diputado provincialperonista Alberto Novillo Saravia, de-fensor de los intereses de la Iglesia en lalegislatura e hijo de Lisardo, un promi-nente dirigente de la ACC. Presentó elasunto en la Cámara baja –que actuabacomo concejo deliberante– y logró queesta solicitara a Federico la clausura del

5 La Voz del Interior, 6 de noviembre de 1951;Córdoba, 5 y 10 de noviembre de 1951. El nombra-miento en octubre de 1951 del diputado nacionalpor Santa Fe Osella Muñoz como interventor del PP

estaría desvinculado de la partida de San Martín o deinternas partidarias, puesto que el anterior interven-tor Cármamo había sido reemplazado porque se pre-sentaba como candidato a gobernador por Santa Fe.Los Principios, 10 de octubre de 1951.

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cine Hindú, petición que se cumplió in-mediatamente.6

El binomio peronista Raúl Felipe Lu-cini-Federico de Uña, elegido por el votopopular, asumió la gobernación el mismodía que la fórmula Juan Domingo Perón-Hortensio Quijano la presidencia: el 4 dejunio de 1952. Las autoridades munici-pales lo hicieron a fin de mes, designadaspor el nuevo gobierno provincial que rati-ficó a Martín Federico como intendente,cargo que venía ocupando desde el añoanterior. Por su parte, la Cámara de Dipu-tados de la provincia siguió actuandocomo concejo deliberante.

Las detenciones de dirigentes radica-les, socialistas y comunistas,7 la restric-ción de la libertad de expresión y reuniónque permitiera el debate de ideas y de pla-taformas partidarias y la censura o auto-censura impuesta a los medios de comu-nicación, vino a completar un cuadro deintolerancia política y control de la oposi-ción más generalizado que durante elgobierno militar de 1943-1946.

Dentro de la estructura peronista, apartir de 1948 asistimos a un doble pro-ceso de regulación dentro de sus filas que,con matices, fue común con otras par-tes del país: a escala sindical la interven-ción de la CGT de Córdoba significó sudependencia de las directivas nacionales;en términos políticos, el alejamiento delos pocos laboristas díscolos que queda-

ban constituyó un factor fundamental paraque las intervenciones partidarias del PPlocal pudieran alinear a los demás a lasdirectivas del Consejo Superior y, porende, a Perón.8 A partir de esa fecha yhasta el golpe de Estado de 1955, el par-tido será manejado por el Consejo SuperiorPeronista a través de nueve interventoresque invalidaron la autonomía de la JuntaProvincial, puesto que tenían la misiónde disolver los sectores internos e imponerlas candidaturas de acuerdo a las directi-vas de Buenos Aires. Asimismo, la lógicaverticalista del PP se extendió hasta sunivel organizativo más bajo, a través de laposibilidad de intervención de las unida-des básicas.9 A partir de 1953, la profusapromoción de comisiones vecinales en laciudad de Córdoba, en un contexto deausencia de autoridades municipales ele-gidas por el voto popular, constituyó elreverso de esta situación. Probablementeestas entidades cumplieron un papel com-plementario al de las unidades básicas,vetadas como espacios de debate y redefi-nidas como agrupaciones de ciudadanoscon fines asistenciales, culturales y comu-nitarios en la esfera barrial. El intento–tardío– de expansión del peronismo aescala micropolítica no atacaba directa-mente a la Iglesia, pero sumaba en la juris-dicción de la parroquia y las comisionespro ayuda entidades peronistas o filo-peronistas identificadas con la doctrinajusticialista y portadoras de valores nonecesariamente compartidos con la Iglesia.

6 Walter, “Catolicismo”, 2002, p. 292.7 La Voz del Interior, 2 de mayo de 1952, 17 de

mayo de 1953 y 27 de abril de 1955; Los Principios,2 de mayo de 1952; Diario de Sesiones de la Cámarade Senadores de la Provincia de Córdoba, 1954, p. 884,en Biblioteca de la Legislatura de la Provincia deCórdoba (en adelante BLPC), y Tcach, Sabattinismo,1991, p. 201.

8 Cabe destacar las experiencias más autónomasdesarrolladas por los PP de Santa Fe y provincia deBuenos Aires. Al respecto, consúltese Prol, Estado,2012, y Aelo, Peronismo, 2012.

9 Los Principios, 10 de agosto de 1953, y Tcach yPhilp, “Estado”, 2010, pp. 268-269.

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En mayo de 1952, jóvenes de la ACprovocaron disturbios en la Capital Fede-ral y diversas capitales de provincia paraimpedir la proyección de la película Bár-bara Atómica. La reacción católica fuemotivada porque los avisos publicitariosanunciaban “beldades irresistibles” y “dan-zas ardientes” y por el permiso de su pro-yección para todo público. En Córdoba lamisma fue suspendida por unos días aun-que luego volvió a exhibirse pero bajo con-trol policial. No obstante, y a diferencia deBuenos Aires, las autoridades omitieroninformar quiénes habían sido los responsa-bles de la interrupción de su proyección.10

Hasta avanzado 1954 pueden encon-trarse gestos de cordialidad protocolar–comunes con otros espacios regionales–o que por lo menos no manifestaban ani-mosidades entre el gobierno y la Iglesialocal: la presencia de representantes ecle-siásticos en actos oficiales, como la asis-tencia de Lafitte en la concentración deoctubre de 1952 por el 25º aniversario de la Fábrica Militar de Aviones, en la queestuvieron Perón, Lucini, el interventordel PP y los secretarios generales de la CGTnacional y local, José Espejo y FélixFigueroa, respectivamente. De todas ma-neras, llama la atención la apelación a laadvocación a la virgen para la inaugura-ción de obras municipales. Asimismo, afines de junio de 1954, el recibimientode la virgen de Luján contó con la presen-cia de autoridades gubernamentales, como

el gobernador Lucini y su ministro deGobierno Erio Bonetto, el comisionadomunicipal Federico y los secretarios de lacomuna, el diputado provincial HéctorOlmedo, el vicerrector de la UniversidadÁngel Spina (antiguo presidente delCírculo de Obreros de Córdoba –COC–),el arzobispo y algunos militares. Tambiénsorprenden las citas de León XIII y de Pío XI mencionadas en 1953 por dipu-tados peronistas cuando presentaban pro-yectos de leyes relacionados con el ámbitolaboral o por la conmemoración del Díadel Trabajo, en momentos en que Perónhacía años que había abandonado la pala-bra eclesiástica como recurso de legitima-ción. Por otro lado, el hecho de que entre1954 y 1955 el COC fuera la única asocia-ción católica beneficiaria, junto con lasunidades básicas, la CGT y la Unión deEstudiantes Secundarios (UES), de subsi-dios provinciales tal vez se explique porla integración al gobierno peronista de exdirigentes del Círculo como Spina, PascualPezzi y Roberto Carena.11 Probablementela gravitación de los elementos católicos enel mismo gobierno sea el factor que mejorexplique estas relaciones. Contrariamentea lo que se ha afirmado, la organización

10 Goldar, Buenos, 1992, cap. VII; La Voz delInterior, 18 y 25 de mayo de 1952, y Los Principios,18 de mayo de 1952. De todas maneras, la percepciónde los grupos juveniles de la ACC era que se estabaviviendo una crisis moral que contaba con la aquies-cencia de las autoridades municipales y policiales.Véase Tcach, Sabattinismo, 1991, p. 225.

11 La Voz del Interior, 12 de octubre de 1952 y19 de noviembre de 1955; Los Principios, 1 de julio de1954; Boletín Municipal de la ciudad de Córdoba, febreroy mayo de 1954, pp. 3646 y 3829-3831, respecti-vamente, en Archivo Histórico de la Municipalidadde Córdoba (en adelante AHMC); Diario de Sesiones dela Cámara de Diputados de la Provincia de Córdoba,1953, pp. 34, 914-917 y 1149, en BLPC. Cabe acla-rar la mención errónea de “Pío XIII” como autor dela Rerum Novarum por parte de uno de estos dipu-tados, Luis Icardi (que provenía de un sindicato deltransporte), lo cual denotaba su esfuerzo por imbuirleuna tónica católica al 1 de mayo.

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de los profesionales católicos fue una reac-ción defensiva respecto al gobierno na-cional más que una respuesta atenta a laproblemática local, puesto que no eranecesaria la existencia de una minoría se-lecta dispuesta a competir por los cargospúblicos. En efecto, las renuncias y cesan-tías de noviembre y diciembre de 1954–a las que me referiré más adelante– evi-dencian que los católicos ocupaban pues-tos relevantes en la Universidad y lospoderes judicial y legislativo,12 lo cualdemuestra una vez más la importancianumérica así como las redes de sociabi-lidad de la elite política católica en la ciu-dad de Córdoba.

La transformación de las referenciascatólicas hacia una especie de cristianismoperonista constituyeron parte de una ope-ración planificada por el matrimonio pre-sidencial, pero desconocemos si fue incor-porada conscientemente por los cuadrosy simpatizantes peronistas dentro de unproceso de hegemonización del proyectoperonista o si las referencias providencia-les de la figura de Perón, lejos de conside-rarse heréticas, más bien fueron fácilmentecompatibles y asimilables con una matrizcatólica previa. Al respecto, podemos citarel caso del interventor del PP Osella Mu-ñoz, quien a días de los disturbios produ-cidos por jóvenes de la AC para impedirla proyección de la película Bárbara Ató-mica, afirmaba que Perón era “la figuratrascendente puesta por Dios para que nosdignificara”.13 En marzo de 1954 cuando

visitó a Lafitte en calidad de delegado delConsejo Superior del PP, Osella Muñozdestacó “el profundo acatamiento del mo-vimiento peronista ante los valores eternosde la Iglesia”. En septiembre de esemismo año, y como diputado nacional, enel momento de la aprobación del proyectode reconocimiento de hijos ilegítimos pro-nunció lo siguiente: “la meta del pero-nismo es el bienestar del pueblo en lomaterial y espiritual, dentro de los prin-cipios del justicialismo y el catolicismo”.El 17 de octubre de 1954, minutos antesde que Perón definiera a los emboscadoscomo los adversarios internos y los llama-dos apolíticos que promovían conflictosy confusión en las filas peronistas y en lasociedad en general, el secretario gene-ral de la CGT local, Juan Félix Figueroa,expresaba en su discurso que “el Todo-poderoso nos envió a Perón para orga-nizarnos”.14

Todo lo anterior no fue óbice para queel gobierno adoptara medidas conducen-tes a limitar las atribuciones públicas de laIglesia. Así, por ejemplo, en mayo de1953 se intervino la Sociedad Damas de laProvidencia por decreto provincial. Seaducía que esta no cumplía con los finesde su creación en la Casa Cuna y que pres-taba deficientemente sus servicios a los

12 Véase Tcach, Sabattinismo, 1991, pp. 227 y228.

13 Discurso de Osella Muñoz reproducido enTcach, Sabattinismo, 1991, p. 224. Ante estos distur-bios, el gobierno nacional reaccionó mediante la reac-tivación de un estilo de enfrentamiento maniqueo

como fue el de la antinomia “Braden o Perón” de1945, en el cual el enemigo principal lo representabala Iglesia: el ministro del Interior Ángel Borlenghiacusó a la AC de vinculaciones con su homónima deParaguay e insinuó que esos episodios hubieran estadodirigidos desde el extranjero –presumiblemente deEstados Unidos.

14 Discurso de Figueroa citado en Tcach, Sa-battinismo, 1991, p. 224; Los Principios, 25 de marzode 1954, y La Voz del Interior, 30 de septiembre de1954.

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niños asilados. Al año siguiente se le retiróla personería jurídica.15

En el ámbito sindical la reticencia reli-giosa de los dirigentes nacionales de laCGT16 tampoco se condecía con la situa-ción en Córdoba, donde la central a vecesincluía misas en los actos conmemorati-vos del 17 de octubre y del 1 de mayo.Respecto de la primera fecha, podemosmencionar la misa celebrada en la cate-dral como parte de los festejos en 1954,seguida por la concentración frente a lasede de la central obrera, donde el secre-tario general Figueroa pronunció las pala-bras alusivas a la providencialidad del pre-sidente. En cuanto al día del trabajador,en 1953 el COC realizó una misa matinal,un vermouth y un almuerzo, mientras a latarde sus miembros planeaban asistir a losactos programados por la CGT. Para ellohabían gestionado y conseguido transportegratuito del intendente Federico.17 En la

prensa tampoco aparecen referencias anti-clericales o anticatólicas por parte de diri-gentes sindicales locales; al contrario, losdiscursos sobre el 1 de mayo suelen com-partir con los católicos sociales el énfasis enla obra de Perón como el punto de infle-xión a partir del cual la clase trabajadorapudo festejar las conquistas sociales. Encasos excepcionales incluso se mencionala raigambre cristiana del trabajo comocondición necesaria para dignificar alhombre. Los conceptos sindicales vertidosen 1954 por Cristóbal Sierra, secretariogeneral de Luz y Fuerza, organización quedio sus primeros pasos en 1944 bajo elasesoramiento del COC, también denota-ban una influencia de la doctrina socialcatólica (como las menciones a las encí-clicas y a Santo Tomás) en momentos deli-cados a escala nacional para reconocersepúblicamente como un sindicalista deinclinaciones católicas.18

LA TRANSFORMACIÓN DEL CATOLICISMOCORDOBÉS EN UN ACTOR POLÍTICOANTIPERONISTA

Apenas iniciados los años cincuenta, lajerarquía eclesiástica local emprendió laorganización y reactivación de entidadeslaicales cuyas raíces ya habían sido culti-vadas desde el obispado anterior.19 Este

15 La Voz del Interior, 13 de mayo de 1953 y 21de abril de 1954.

16 Días después de la alocución de Perón ante laCGT a fines de septiembre de 1954 sobre la molestapersistencia de la asociación entre la religión y lossindicatos, La Prensa, órgano oficial de la central detrabajadores desde 1951, publicó artículos en los quese acusaba a la Iglesia de intentar infiltrarse en elmovimiento obrero con la intención de cristianizarlo.El 25 de noviembre la estructura peronista (ConsejoSuperior y provinciales, rama femenina, CGT) orga-nizó un acto en el Luna Park en repudio a las “infil-traciones de elementos políticos y clericales”. LosPrincipios, 30 de septiembre y 26 de noviembre de1954, y La Voz del Interior, 26 de noviembre de 1954.

17 La Voz del Interior, 15 y 16 de octubre de 1954;Los Principios, 30 de abril de 1954 y 15 de octubrede 1954. Véanse Tcach, Sabattinismo, 1991, p. 227 yWalter, “Catolicismo”, 2002, p. 298. Según la comi-sión directiva del COC, los actos organizados por el 1de mayo contaron con la presencia de altos funciona-rios del gobierno. Los Principios, 6 de mayo de 1953.

18 Véase el discurso del 1 de mayo de 1952 porparte de Roque Reina, de la Agremiación del DocenteArgentino, en La Voz del Interior, 2 de mayo de 1952,y Electrum, marzo de 1954 y octubre de 1954.

19 Caimari, Perón, 1995, p. 308. Sobre el asocia-cionismo católico desde principios del siglo XX enCórdoba véanse Vagliente, “Sociedad”, 2010; Vidal,“Círculo”, 2002; Vagliente, “Asociativismo”, 2002;Monterisi, “Asociacionismo”, 2002, y Boixadós,“Vivienda”, 2002.

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nuevo impulso debe entenderse como res-puesta a las directivas papales de imple-mentación de nuevas estrategias de apos-tolado, pero seguramente también fuepensado como un entramado asociativodefensivo ante la cada vez más dudosa ins-piración católica de las acciones delgobierno nacional, que ahora proponía laconcreción de una “comunidad organi-zada” basada en la doctrina justicialistacomo doctrina nacional.

Así, en la primera mitad de la décadade 1950 la ciudad de Córdoba se destacóen el ámbito católico por el número ydinamismo de su asociacionismo, la crea-ción de nuevos movimientos y de la filiallocal de un partido político cristiano queimpulsaron aún más el desarrollo delcatolicismo en la esfera pública. El añode 1951 constituyó un año clave al res-pecto: en el ámbito juvenil se conformó la quinta rama de la Acción Católica Ar-gentina (ACA) sobre las bases organiza-tivas cimentadas en la década de 1930 degrupos de estudiantes secundarios y uni-versitarios, más los profesionales católi-cos; y se fundó la Federación de AteneosCatólicos con la finalidad de crear, fomen-tar, organizar, coordinar e impulsar dichosateneos. Respecto de la familia, en febrerose constituyó la Liga de Padres de Fami-lia, en el contexto de una campaña demoralización de la Iglesia referente a losespectáculos y la pornografía que encon-tró eco en los sectores medios y que tieneantecedentes en la Unión de Padres deFamilia de la misma asociación, fundadapara cristianizar las costumbres de la queconsideraban la célula básica de la socie-dad. Cabe aclarar que la especialización“por ambiente” (profesional, estudiantil,obrero) ya estaba trazada en las encícli-cas y en los primeros reglamentos de la

ACA.20 Seguramente el conflicto de valo-res con el peronismo aceleró un desarrollomás orgánico de estos sectores que se ins-titucionalizó en una quinta rama. La cons-trucción de esta urdimbre asociativa fuecasi simultánea con las instancias organi-zativas del peronismo (ConfederaciónGeneral Universitaria –CGU– en 1950 yConfederación General Económica y UESen 1953) que intentaban atraer a los mis-mos sectores, pero las fechas nos indicanque fue el peronismo el que replicó elesquema asociativo propuesto por laIglesia y no a la inversa. Sólo pueden men-cionarse como excepciones las iniciativasdel sector demócrata cristiano, que a me-ses de la fundación de la CGU organizó laLiga de Estudiantes Humanistas y en1954 concretó la formación del PartidoDemócrata Cristiano. Por otro lado, la fre-cuente pertenencia simultánea a las agru-paciones católicas y a los centros de es-tudiantes o a la juventud peronista no fuevivenciada por los laicos como una con-tradicción o deslealtad hacia la Iglesia.21

Ahora bien, ¿estas asociaciones católicashabrán constituido una competencia seriapara las organizaciones peronistas? Numé-ricamente, la diferencia de fuerzas era

20 Revista Eclesiástica del Arzobispado de Córdoba yobispados sufragáneos, 1951, pp. 131-139, en Archivodel Arzobispado de Córdoba (en adelante AAC); LosPrincipios, 12 de febrero de 1951. Sobre la especiali-zación por ambiente social de la ACA en la década de1930 véase Blanco, Modernidad, 2008, pp. 228-230y 107-108.

21 Entrevista al señor Óscar Morandini (miembrosimultáneo de la UES y de la Juventud Obrera Cató-lica), realizada por Jessica Blanco, los días 6 de eneroy 8 de febrero de 2007, en la ciudad de Córdoba,Argentina; Acha, Muchachos, 2011; Caimari, Perón,1995, p. 293, y Santos, “Tucumán”, 2008. Véase ade-más Tcach, Sabattinismo, 1991, p. 230.

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importante a favor de las segundas, noobstante la presencia de las primeras ma-nifestaba una propuesta alternativa a unproyecto con pretensiones totalizadoras.En poco tiempo conformarían el centrode atracción de casi todo el antiperonismo.

Como sostiene Tcach, entre 1952 y1954 en Córdoba se fue articulando una“ofensiva católica” respaldada por Lafittey liderada por la ACC pero también inte-grada por el grupo minoritario de demó-cratas cristianos conformado, entre otros,por Horacio Sueldo Luque, Juan TorresBas, Agustín Caeiro y Norberto Agrelo.22

No obstante, la conformación de estefrente respondía al contexto nacional másque al local, dado que hasta avanzado elaño 1954, en Córdoba no aparecía tannítidamente como en Buenos Aires lanecesidad de afirmación de la identidadcatólica debido a esta convivencia que sevenía produciendo entre catolicismo yperonismo en el ámbito gubernamentaly entre algunas dirigencias sindicales.

En 1954 la Iglesia cordobesa sumará lamovilización de masas al asociacionismolaico, organizado desde hacía tiempo paracompetir por el espacio público que inten-taba monopolizar el peronismo. La visibi-lidad católica también se acentuó porquela ciudad fue sede en febrero de la SegundaSemana Nacional de Estudios de la Juven-tud Obrera Católica, en marzo de la SextaSemana Social de la ACA y en octubre dela Primera Conferencia Argentina de Abo-gados Católicos. El tema central del últi-mo encuentro giró en torno a la unidadfamiliar (la indisolubilidad del matrimo-nio y el reconocimiento civil del sacra-mento) como contrapartida a los proyec-

tos del oficialismo prontos a aprobarse:divorcio vincular, reconocimiento legal delos hijos extramatrimoniales y nueva leyde profilaxis. La comisión organizadoraestaba compuesta por exponentes de lasdistintas corrientes del catolicismo: JuanTorres Bas, del Partido Demócrata Cris-tiano; Enrique Ferreyra, Pedro Frías (h) yLisardo Novillo Saravia (h), vinculados a la ACC, y el ya mencionado vicerrector dela UNC y decano de la Facultad de DerechoÁngel Spina, antiguo dirigente del COC.23

El Movimiento Católico de Juventudesse fundó en agosto como alternativa alintento de peronizar la juventud a travésde la UES y la CGU y con el objetivo decaptar a estudiantes de colegios secunda-rios públicos y católicos. En septiembreorganizó una semana estudiantil que duróvarios días y tuvo mayor convocatoria quela fiesta de los estudiantes peronistas.Como un indicio de la ambivalencia delas autoridades provinciales respecto deestas demostraciones católicas, cabe des-tacar el gesto conciliador de la jefatura depolicía que, a último momento y a pesarde la prohibición del Ministerio del Inte-rior, para evitar incidentes permitió la realización del desfile de carrozas de loscolegios católicos. Esta exhibición públicajunto a la procesión de la virgen de laMerced (generala del ejército y patrona dela aeronáutica) que evidenciaba el acerca-miento entre las fuerzas militares y la elitecatólica locales, terminaron de convenceral gobierno nacional de que Córdoba cons-tituía un bastión antiperonista lideradopor la Iglesia. La respuesta del gobierno

22 Tcach, Sabattinismo, 1991, pp. 223 y 233.

23 La Voz del Interior, 28 de septiembre de 1954y 14 de octubre de 1954. Según Marta Lonardi, En-rique Ferreira formó parte de los grupos civiles queactuaron en el golpe. Lonardi, Padre, 1981, p. 59.

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nacional y del gobernador Lucini será laacusación de infiltración clerical y laicalen las organizaciones peronistas para pro-ducir la desestabilización.24

REPERCUSIONES LOCALES DEL DISCURSOPRESIDENCIAL DEL 10 DE NOVIEMBREDE 1954

Retrospectivamente, es posible decir queel famoso discurso de Perón del 10 denoviembre de 1954 durante la reunión de gobernadores, donde el propio pre-sidente denunció con nombre y apellido a los eclesiásticos antiperonistas que inter-ferían en las actividades gremiales y en lascorporaciones peronistas a través de ladirección de asociaciones laicales, contri-buyó de manera importante a marcar elprincipio del fin del régimen. Perón men-cionó provincia por provincia a los sacer-dotes sindicados de opositores, pero la acusación cobró mayor relieve en La Rioja,Santa Fe y Córdoba, cuyos obispos fueronacusados de antiperonistas. La soluciónpropuesta era apartar de sus cargos a esaspersonas y silenciarlas por medio de la leyy de la policía.

Considerando nuestro interés sobreCórdoba es válido preguntarnos, ¿cómorepercutió el reconocimiento público enun-ciado en ese discurso del conflicto entrePerón y la Iglesia en el gobierno provin-cial? Desde la perspectiva de las auto-ridades de provincia, había llegado elmomento de aplicar estrictamente el prin-cipio de que todos los niveles de gobierno

estuvieran ocupados por peronistas inte-grales que acataran dócilmente las dispo-siciones de Perón y el Consejo Superior.De acuerdo con una disposición de esteConsejo,

todo peronista deberá denunciar ante las auto-ridades partidarias a cualquier persona oentidad que por su conducta se convierta enun motivo de perturbación y tendrá quevigilar las actividades de todos aquellos ele-mentos clericales que por su posición no-toriamente agresiva aparezcan como ene-migos y en particular, a los infiltrados ennuestro partido.25

Había que vigilarse entre los compañe-ros para detectar al enemigo, que era elinfiltrado clerical potencialmente pertur-bador del orden peronista. Es por ello quese sucedieron intervenciones, cesantías,suspensiones y expulsiones de afiliadoscatólicos por indisciplina partidaria, esdecir que se produjo una limpieza del par-tido por cesantías pero a la vez su vacia-miento por renuncias, a diferencia de loque ocurrió por ejemplo en Santa Fe, Bue-nos Aires o Tucumán, donde el partido yla CGT se manifestaron en adhesión al dis-curso del 10 de noviembre.26

Para los cuadros peronistas que profe-saban el catolicismo había llegado elmomento en el que ya no podían compa-tibilizar, al menos fluidamente, la lealtadpolítica y la identidad religiosa, y se vie-ron forzados a priorizar una de ellas. Ante

24 Los Principios, 16, 18 y 20 de septiembre de1954 y 8 de octubre de 1955; La Voz del Interior, 26de noviembre de 1954; Capellupo, 1955, 2005, pp. 88-89, y Tcach, Sabattinismo, 1991, pp. 230-232.

25 Los Principios, 21 de noviembre de 1954.26 Al respecto, véanse Los Principios, 30 de sep-

tiembre y 24 de noviembre de 1954; La Voz delInterior, 24 de noviembre de 1954; Prol, Estado, 2012,p. 224; Caimari, Perón, 1995, p. 278, y Santos,“Tucumán”, 2008.

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la crisis de relaciones que ya no permitíael sostenimiento de ambas fidelidades, enCórdoba la gran mayoría de los católicoscon cargos gubernamentales, partidariosy sindicales eligieron públicamente ladefensa de su religión y la consecuenterenuncia al cargo político-sindical, un fe-nómeno que no tuvo comparación conotros espacios regionales. Una de lasexcepciones fue el gobernador Lucini, en-cargado de llevar a cabo el apartamiento delos peronistas dudosos. Como hombre de confianza del gobernador ArgentinoAuchter (1946-1947) en la legislatura,Lucini había profesado su nacionalismocatólico, pero ahora se encontraba al frentede uno de los focos denunciados comoantiperonistas.

Los primeros en renunciar fueron elministro de Obras Públicas Dante Casso-ne, el intendente Federico, algunos secre-tarios del municipio, el jefe de policía yotros funcionarios provinciales. Pocas deestas renuncias justificaban sus causas, noobstante algunas explicaban que dimitían“para facilitar la gestión del gobierno”,mientras otras reafirmaban la identifica-ción con el peronismo.27 Además de larenuncia voluntaria, el gobernador apelóa las cesantías e intervenciones para depu-rar los organismos públicos de sacerdotesy católicos confesos, como la intervenciónpor parte del ejecutivo provincial de laEscuela Normal Superior Garzón Agulla,la Dirección General de Enseñanza Pri-maria, la universidad y el poder judicial,debido a la “inobservancia de la doctrinajusticialista”. Las dos últimas institucioneslocales serán sindicadas por Perón en su

discurso del 25 de noviembre en el LunaPark como fortalezas clericales utilizadaspara intereses personales y como obstácu-los de la acción normal del gobierno. Así,se dejaron cesantes al doctor ClodomiroFerreyra Reynafé, vinculado a la ACC,como asesor letrado de la municipalidad,al capellán de la policía y al sacerdoteManuel Andreatta como docente de unaescuela pública. Este y varios de los curasmencionados en el discurso del 10 de no-viembre fueron encarcelados, mientras sesuprimieron las partidas para los maestrosde religión y las subvenciones a los cole-gios religiosos en el presupuesto de 1955.

En el poder legislativo, los bloques dediputados y senadores peronistas se apre-suraron a declarar su apoyo y lealtad aPerón, al tiempo que separaron y sancio-naron al senador Juan Valinotto, quien sereconocía cristiano a la vez que leal al pe-ronismo, y a los diputados Lázaro Suárezy Martín Bisio. La senadora nacional porCórdoba Elvira Rodríguez de Rosales fueexpulsada por inconducta partidaria porausentarse de la sesión en la que se votó laley de divorcio. A escala partidaria, proli-feraron las sanciones a afiliados por indis-ciplina, destacándose la renuncia de loscinco miembros del Consejo Provincialdel PP, entre ellos el antiguo titular delejecutivo Atilio Antinucci y Roberto Ca-rena. El último caso resulta curioso ya quesu dimisión fue parcial: se siguió desem-peñando como diputado nacional porCórdoba hasta mayo de 1955, cuando dejóel cargo porque sus convicciones católicasle impedían aceptar la ley de reforma cons-titucional que impulsaba la separación dela Iglesia del Estado. Salvo este caso y el deOctavio Sarría Deheza, quien recién aban-donó el partido en junio por considerarloanticatólico, la gran mayoría de los funcio-

27 La Voz del Interior, 12, 13, 14, 17, 18, 25 y 28de noviembre de 1954, y Los Principios, 12, 14, 17 y25 de noviembre de 1954.

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narios y dirigentes peronistas católicosoptaron por su religión entre noviembre ydiciembre de 1954.28 Los que eligieronpermanecer leales al peronismo, comoLucini, suspendieron su afinidad confe-sional, al menos públicamente, a favor dela lealtad política.

Una veintena de sindicatos locales sepronunciaron en apoyo a Perón respectode la infiltración clerical.29 Sin embargo,la situación no era la misma para la CGTlocal, que se abstuvo de organizar concen-traciones de apoyo a Perón y tampoco sealineó con su acusación. Todo lo contrario:el 11 de noviembre su comisión directivapresentó la renuncia sin más fundamenta-ción que “facilitar la investigación corres-pondiente”.

¿Cómo puede explicarse este paso alcostado de las cúpulas partidaria y sindi-cal en un momento clave que requería elalineamiento de las filas peronistas?, ¿sehabrán sentido aludidas por las impu-taciones de infiltración clerical en las orga-

nizaciones peronistas?, ¿o tal vez este apar-tamiento fue un gesto de disciplina parti-daria para dejar libre el camino a las ins-trucciones del Consejo Superior? Ambasopciones no son necesariamente excluyen-tes, pero cabe preguntarse por qué no ocu-rrió lo mismo en las demás provincias cuyajerarquía eclesiástica había sido alcanzadapor la acusación presidencial. En Santa Fe,por ejemplo y a diferencia de Córdoba, ladelegación regional de la CGT llamó a la unidad gremial y alertó sobre la infil-tración comunista y clerical. Luego orga-nizó una concentración de apoyo junto conlas dos ramas del PP para escuchar las pala-bras de Perón en el Luna Park.30

Para aseverar la impronta clerical o node las acciones públicas de funcionariosgubernamentales o representantes sindica-les habría que realizar un seguimientoexhaustivo de sus discursos, trayectoriaspolíticas, sindicales y confesionales ydemás intervenciones, tarea que escapa aeste trabajo; de todos modos los indiciosmencionados denotan que la confesiona-lidad ocupaba un lugar destacado en latrama identitaria de algunos de ellos, queavalaron gestos de convivencia entre laCGT y la Iglesia que incluían la cele-bración de misas y la participación de aso-ciaciones católicas en los actos organi-zados por la central local para los 1 demayo de 1953 y 1954. El siguiente festejodel día del trabajador, de neto tono gre-mial y que contó con la exclusiva ad-hesión de los sindicatos nucleados en lacentral, puso de manifiesto el recambiode la cúpula sindical,31 ahora más acorde

28 La Voz del Interior, 12, 13, 14, 17, 18, 19, 22y 27 de noviembre de 1954; Los Principios, 12, 14,19, 24, 25 y 26 de noviembre de 1954, 16 y 17 dediciembre de 1954, 13 de mayo de 1955 y 15 de junio de 1955, y Tcach, Sabattinismo, 1991, p. 235.

29 Los sindicatos favorables al presidente fueronla Asociación de Trabajadores del Estado, gastronómi-cos, gráficos, lecheros, vendedores de diarios, sindicatodel espectáculo público, de la carne, personal civil dela nación, del petróleo, de vialidad, de choferes pro-fesionales, Unión de Educadores de la Provincia deCórdoba, de docentes de filosofía, panaderos, pastele-ros, choferes camioneros, Sindicato Argentino de laPrensa, ferroviarios del General Belgrano, bancarios,vitivinícolas, empleados del Jockey Club, curtidores,sindicatos de contadores públicos. La Voz del Interior,12, 13, 14, 16, 17 y 19 de noviembre de 1954, y LosPrincipios, 14, 15, 16 y 17 de noviembre de 1954 y 9de diciembre de 1954.

30 Prol, Estado, 2012, p. 224.31 Los Principios, 30 de abril de 1953 y 1 de mayo

de 1955, y La Voz del Interior, 28 de abril y 12 denoviembre de 1954, 28, 29 y 30 de abril de 1955.

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con el carácter anticatólico y más ortodo-xamente peronista de la CGT nacional.

La respuesta de la Iglesia local fue se-mejante a la del peronismo, en el sentidode desafectar de sus filas a personas conafinidades peronistas, como el caso de lacesantía del personal docente del colegioCorazón de María. También desde diciem-bre la presencia católica en el espaciopúblico adquirirá, con el respaldo de lajerarquía eclesiástica, una intencionalidadpolítica. En toda la provincia se incremen-tarán las movilizaciones callejeras, las pro-cesiones no autorizadas, las exhibiciones,las “Horas Santas”,32 el reparto de volan-tes y la organización de nuevas entidades,como el Movimiento Social Cristiano, deorientación demócrata cristiana, y la Fra-terna Ayuda Católica para colaborar conlos católicos despedidos por motivos reli-giosos. La finalidad perseguida era exten-der el estado de movilización y la agita-ción a todos los niveles de la sociedad,como complemento, dentro de las elites,de la profundización de los vínculos conlos partidos políticos de oposición (la UCRy el Partido Demócrata)33 y con las fuerzas

armadas. Desde mayo se multiplicaron las detenciones de sacerdotes por desacato,sermones, impresión de panfletos anti-peronistas y procesiones no autorizadas,al tiempo que el sermón patrio del 25 de mayo del obispo Ramón Castellano,segundo de Lafitte, llamaba a una deso-bediencia justa hacia la autoridad por sudisidencia con la potestad divina. Al res-pecto, es interesante destacar la diferen-cia entre el silenciamiento del conflictopor parte de la Revista Eclesiástica de Bue-nos Aires en comparación con su par deCórdoba, que durante 1954 y 1955 nomostró cautela alguna al publicar textoscomo el de Castellano y sobre el espiri-tismo, las acusaciones del gobierno alclero, la promulgación de la ley de divor-cio o las medidas que afectaban la educa-ción religiosa.34

La procesión del Corpus Christi de ju-nio de 1955 en la ciudad de Córdoba también congregó, como en la CapitalFederal, a una multitud heterogénea con-vocada por la ACC, entidad que realizó untrabajo minucioso para asegurar la masi-vidad del acto religioso, en particular enreferencia a los trabajadores. En estosmeses las protestas y resistencias del em-presariado y el comercio local contra elperonismo coincidieron con el acerca-miento entre radicales y católicos, lo cualamplificó la tensión social notablemente.

32 Las “Horas Santas” se realizaban en algunasiglesias del centro y constituían verdaderas arengasantiperonistas desde el púlpito y espacios de encuen-tro con la oficialidad joven. Al respecto consúltese eltestimonio de Quinto Cargnelutti en Capellupo,1955, 2005, p. 196.

33 Dentro de la UCR, tanto el sector sabattinistacomo el unionista tenían una postura antiperonistapero a diferencia del partido a escala nacional, erangolpistas o potencialmente golpistas. Los unionistascultivaban excelentes relaciones con los sectores mili-tares y participaron en las sublevaciones de 1951 yjunio de 1955. El Partido Demócrata de Córdobatambién se diferenció de su par nacional porque seresistía a acercamiento alguno con el gobierno pero-nista, al que negaba cualquier posibilidad de recon-

versión democrática. Tcach, Sabattinismo, 1991, pp.243-244 y 246.

34 Los Principios, 21 de mayo y 14 de octubre de1955; La Voz del Interior, 27 de mayo de 1955, yRevista Eclesiástica del Arzobispado de Córdoba y Obispa-dos Sufragáneos, 1955, pp. 335-339, en AAC; además,Tcach, Sabattinismo, 1991, pp. 247-250. Sobre laRevista Eclesiástica de Buenos Aires véase Caimari,Perón, 1995, p. 261.

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Días después, y como repercusión delintento de golpe del 16 de junio por partede la aviación naval con su bombardeosobre la Plaza de Mayo y luego de la con-centración organizada por la CGT local,grupos presuntamente peronistas atacaronla iglesia de Santo Domingo, el arzobis-pado, el seminario conciliar, el local deLos Principios y la sede del Club Social.35

Concomitantemente con el llamado a lapacificación realizado por Perón durantejulio y agosto, en Córdoba grupos clan-destinos de civiles armados provocabanincendios o colocaban bombas en unida-des básicas y en las sedes de la CGT y laUES. Eran los llamados comandos civiles,compuestos por radicales, demócratas, so-cialistas, sacerdotes y militantes católicos,que recibían el entrenamiento de jóvenesoficiales de la aeronáutica para la resisten-cia civil. De este modo el golpe del 16 deseptiembre contó con la aquiescencia yparticipación de los distintos integrantesde la Iglesia, el ejército y casi la totalidad dela clase política local: dirigentes naciona-listas católicos y cristianos reformistas,sabattinistas y unionistas, demócratasnacionales y demócratas cristianos, antela impotencia de los organismos peronis-tas, como la CGT local, el Consejo Provin-cial, la incipiente Juventud Peronista y laUES. La inercia de las ahora más integral-mente peronistas central sindical de Cór-doba y del órgano ejecutivo del PP localante el golpe, expresada en la espera deinstrucciones, fue el resultado de la diná-mica intervencionista aplicada por lasestructuras nacionales, que había impe-dido la conformación de una dirigencia

estable y autónoma.36 Ante la sublevacióncívico-militar, las fuerzas de la CGT deCórdoba manifestaron su compromiso conel régimen en peligro en un tiroteo conlos civiles rebeldes y con la convocatoria alparo general de actividades en toda la pro-vincia; sin embargo, al igual que enBuenos Aires, no se estimuló la movili-zación obrera.37 Sus autoridades, electasen agosto, tuvieron que dar un paso al cos-tado por la intervención de la centralnacional a días de producirse la subleva-ción cívico-militar.

CONSIDERACIONES FINALES

El interés aquí fue analizar la influenciadel factor confesional en la trama identi-taria de las dirigencias partidarias y sindi-cales peronistas y la repercusión que tuvoen los momentos finales del régimen laconstante interferencia de los organismoscentrales peronistas. Lo anterior no signi-fica desconocer, por un lado, la autonomíay movilización de las bases y, por otro, la deuna sociedad que desbordó con creces losdeseos de uniformización y homogeneidadpretendidos por el régimen peronista.38

35 Los Principios, 17 de junio de 1955; La Voz delInterior, 17 de junio de 1955, y Tcach, Sabattinismo,1991, pp. 250-251.

36 Los Principios, 19 y 24 de septiembre de 1955;La Voz del Interior, 24 de septiembre de 1955; Tcach,Sabattinismo, 1991, pp. 256-257, 268-269 y 271;Acha, Muchachos, 2011, pp. 195-200, y Capellupo,1955, 2005, p. 116. Una pormenorizada crónica delos meses previos al golpe de septiembre de 1955 y laparticipación católica, partidaria y militar en Tcach,Sabattinismo, 1991, pp. 241-276, y Capellupo, 1955,2005, pp. 73-188.

37 La Voz del Interior, 28 de agosto de 1955; LosPrincipios, 17 de septiembre de 1955; Capellupo,1955, 2005, pp. 132 y 204, y Doyon, Perón, 2006, p. 395.

38 Al respecto véase Acha, “Sociedad”, 2004.

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Las características que signaron el pro-ceso previo al golpe que derrocó a Perón,tuvieron ciertas peculiaridades en Córdo-ba a causa de la interrelación que habíandesarrollado el catolicismo y el peronismolocales. La Iglesia se había fortalecido a tra-vés de un entramado de asociaciones pro-piciadas o reactivadas por el arzobispoLafitte como un modo de resistencia haciael peronismo nacional, aunque en la ciudadmediterránea la iniciativa cobró carácterpreventivo ya que el nuevo movimientopolítico aparecía afín al universo católico.Esta estructura asociativa lideró las movi-lizaciones católicas y luego se convirtió enla punta de lanza de una ofensiva antipe-ronista coligada en un frente opositor con-formado por parte de las fuerzas armadas ypor dirigentes políticos con antecedentesgolpistas o intransigentes con el régimen.

Como sostiene Tcach, el talón de Aqui-les del peronismo mediterráneo fue laimpronta católica de sus integrantes. Losorígenes, la composición inicial y la tra-yectoria de dirigentes vinculados con losvalores nacionalistas católicos dejaron sumarca registrada en el partido. Ahorabien, el catolicismo formaba parte de laidentidad cultural no sólo de los cuadrospolíticos del partido, sino también de al-gunos representantes sindicales. La in-fluencia de la identidad católica de variosdirigentes fue una limitación intrínsecaque padeció la estructura peronista lo-cal, que no pudo enfrentar el avance in-tersticial de las organizaciones católicasdebido a que tales acciones no fueron per-cibidas como una ofensiva. Aquí fue unfactor externo (el discurso de Perón a losgobernadores) el que vino a manifestar enla organización peronista una conflictivi-dad en el ámbito de las identidades reli-giosas y las fidelidades políticas. Por lo

menos públicamente, desde noviembre de1954 tanto dentro del partido como de laCGT la adscripción peronista y la identidadcatólica parecieron volverse irreconcilia-bles. Luego de esa fecha, el aparato pero-nista será a la vez vaciado por renuncias ydepurado de elementos sospechosos, situa-ción que terminó de debilitarlo. Este im-portante recambio de cuadros debe consi-derarse junto a la situación, compartidacon otros puntos del país, de un PP cons-tantemente intervenido, lo que llevó a queexistieran pocos espacios de autonomíaexentos de control para aprender, desarro-llar y contribuir a la vida partidaria. En1953, la conversión de las unidades bá-sicas en agrupaciones barriales con finesasistencialistas, culturales y comunitarioscarentes de autoridad respecto de atribu-ciones políticas y además plausibles de serintervenidas, vino a completar esta suje-ción del ejercicio político por parte de losdirigentes peronistas. Desde la perspec-tiva sindical, a partir de 1948 la CGT localtambién se convirtirá en un organismodependiente de su par nacional.

La rutinización política del peronismolocal con afinidades católicas y carente deautonomía; la formación del Partido De-mócrata Cristiano y la reactivación delasociacionismo católico juvenil y profe-sional como respuesta defensiva (y poste-riormente ofensiva) a lo que se percibíacomo un intento de peronización de lasociedad, sumadas a la disposición gol-pista de partidos opositores y de nume-rosa oficialidad joven del ejército y de laaeronáutica, en una guarnición militarimportante, constituyeron una combina-ción explosiva que eclosionó con el golpede Estado de septiembre de 1955.

En definitiva, la “Córdoba heroica” dela “Revolución libertadora” en parte fue

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posible por la existencia de una estructuraperonista –que incluía la CGT– ya depu-rada de elementos sospechados de católicospero inmersa en prácticas partidarias ruti-nizadas que la incapacitaron para enfrentarla sublevación. Parafraseando a Perón, porlo menos hasta noviembre de 1954 el pero-nismo local escondía entre sus dirigentesmuchos más infiltrados católicos y solda-dos rasos que peronistas integrales. En refe-rencia a la Iglesia, Lafitte había convertidoa Córdoba en una fortaleza de jóvenes mili-tantes que en términos religiosos se trans-formaron en cruzados en defensa de laIglesia contra “la tiranía”; en tanto en tér-minos políticos se organizaron como co-mandos civiles, sumando una nueva páginaa la tradición de la violencia civil armada.

FUENTES CONSULTADAS

Archivos

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