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Gastón Michel, arquitecto - Apuntes de estudio Modernidad, vanguardias y neovanguardias por Josep María Montaner Página 1 de 8 Modernidad, vanguardias y neovanguardias por Josep María Montaner Artículo extraído de la Revista "El Croquis"

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Gastón Michel, arquitecto - Apuntes de estudio Modernidad, vanguardias y neovanguardias por Josep María Montaner

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Modernidad, vanguardias y neovanguardias

por Josep María Montaner

Artículo extraído de la Revista "El Croquis"

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1) MODERNIDAD Y TRADICIÓN Aunque el mecanismo de las vanguardias artísticas apareciera incipientemente a finales del siglo XVIII con el culto a la novedad y a la originalidad por parte del romanticismo, la modernidad ha encontrado en el arte de principios del siglo XX sus expresiones y mitos más completos y culminantes. En consonancia con la idea de modernidad, que significa expresión del espíritu de los tiempos, sectores de la burguesía más metropolitana y renovadora promocionaron la técnica de las vanguardias, confiando en un progreso inmediato y rápido, promoviendo la ruptura de las convenciones en aras de la originalidad. Este culto a la novedad y a la originalidad comportaba una revuelta contra la tradición y una defensa de la "tabla rasa" y el "grado cero". La conciencia de la modernidad se desarrolla desde el Renacimiento como oposición de lo moderno al conjunto de los valores tradicionales medievales. Tuvo se expresión en la recuperación del lenguaje clásico, en el surgimiento de la ciencia moderna y en el descubrimiento de América. Hasta entonces, el hombre tradicional no tenía conciencia de serlo, ya que ninguna diferencia histórica podía afirmarlo en su identidad. En cambio, el hombre moderno empezó a ser consciente de su modernidad en tanto que se podía comparar con los antiguos y deducir las diferencias que le distinguen respecto a ellos. Esta conciencia de modernidad se producía en un doble sentido: por una parte, como superación del mundo medieval y por la otra, al recuperar el lenguaje clásico y la cultura de la antigüedad, como identificación con la República Romana y con los textos de autores como Vitruvio, Plinio el Joven y Plinio el Viejo. Con la Ilustración y el Romanticismo se consolidan los valores de la modernidad respecto al continuum de la tradición. Desde el mundo clásico hasta la sociedad medieval, la originalidad y la invención, si llegaban a aflorar, eran inmediatamente camufladas. La concepción de un universo armónico bajo la autoridad divina va perdiendo vigencia a medida que el mundo se desacraliza. Si hasta entrado el Renacimiento no era posible criticar ni poner en duda la sabiduría de la tradición, a partir del siglo XVII va generándose la razón crítica, la conciencia histórica y la idea de progreso humano y científico. Desaparece un mundo que se había basado en la transmisión de la tradición y surge otro que permitirá la aparición del autor original en la búsqueda del progreso y la ruptura. Si en la sociedad tradicional el clero y la nobleza eran los clientes de los artistas, la sociedad moderna verá la aparición del artista individual que intenta crear para un mercado anónimo sin el condicionante de un cliente concreto.

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2) CONTRADICCIONES DE LAS VANGUARDIAS Uno de los elementos característicos del arte de vanguardia de principios de siglo fue el ethos de la reproducción mecánica: el factor primordial de la manipulación de toda obra en aras a su reproducción en serie. Paradójicamente, estos dos mitos modernos, la originalidad y la reproductibilidad, son totalmente contradictorios: o se pone énfasis en el carácter original de la obra o se hace en su capacidad de repetición. De la misma manera que son antitéticos originalidad y novedad: la originalidad remite a los orígenes, a una sustancia arcaica que se recupera. En cambio novedad significa ruptura, búsqueda de lo que no tiene antecedentes. Son muchos los ingredientes de las vanguardias que son esencialmente contradictorios. El discurso de la transgresión se pone siempre en primer término, pero, al mismo tiempo, se pretende que esta transgresión se institucionalice y entre en la esfera de lo cotidiano. Las vanguardias artísticas sólo pueden surgir sobre la premisa de la autonomía de la actividad artística, sobre una abstracción que se separa de la praxis de la vida cotidiana. Pero, al mismo tiempo, una parte de las vanguardias también pretende transformar esta misma sociedad. Arte y vida desean fusionarse sin conseguirlo nunca. A pesar de su gran diversidad, las creaciones de las vanguardias artísticas y arquitectónicas destacan por unos principios formales básicos: - Falta de jerarquía y de centro - Abstracción y carácter anti-referencial - Reacción contra la tradición - Utilización de mallas geométricas - Búsqueda de formas dinámicas y transparentes - Inspiración en el universo de la máquina

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3) CRISIS DE LAS VANGUARDIAS y PARADOJAS DE LA MODE RNIDAD Este mecanismo de búsqueda constante de la originalidad de la novedad sufrió una crisis entre los años cuarenta y setenta de nuestro siglo, expresión general de descrédito del racionalismo en el proyecto moderno. En los años cincuenta se construyen dos edificios emblemáticos totalmente opuestos en su concepción de modernidad. Por una parte, el Seagram Building en Nueva York (1954-58) de Mies van der Rohe, en el que se lleva a la perfección una idea de modernidad como lenguaje, estilo y espacio internacional, utilizando la más avanzada tecnología de las estructuras y perfiles de acero. Por otra parte, la Torre Velasca en Milán (1950-58) del grupo BBPR, como respuesta al reto que Ernesto Rogers había expresado en la "responsabilidad de otorgar un nuevo grado de modernidad a la arquitectura moderna". Este nuevo grado de modernidad consistía, precisamente, en la mirada hacia la tradición, en la integración a las preexistencias ambientales y en la recuperación de la idea de monumentalidad. A partir de aquí, la pregunta podría plantearse en estos términos: ¿Quién es más moderno, el que continúa acríticamente los patrones de la modernidad establecida o el que pone énfasis en la crisis de esta modernidad, y para afrontarla introduce referencias a la tradición? En este sentido, la interpretación que algunos autores han hecho de Aldo Rossi y Robert Venturi concibiéndolos dentro de las neovanguardias arquitectónicas es errónea, ya que lo que en ellos predomina es la voluntad de recuperación de la tradición, la insistencia en la permanencia de las formas, la recreación de las convenciones, en definitiva, el enfrentamiento abierto con el ansia insaciable de novedad y originalidad por parte de las vanguardias. Complementariamente a la búsqueda de la originalidad y novedad el dogma genera otro fenómeno: la hostilidad con el público. Esta voluntad de ruptura lleva a despreciar los códigos y convenciones establecidas en el mundo del arte y la arquitectura y ello se ha convertido en el principal obstáculo para el enraizamiento de las vanguardias en la sociedad. Con el culto a la originalidad y con el uso de una metáfora militar de avance y conquista, hoy en día poco simpática, las vanguardias comportan generalmente una actitud de hostigamiento al espectador, que se traduce en un elitismo social que convierte a la obra en exclusiva y difícil. Y al romper con los códigos establecidos se elimina su posibilidad de comunicación. Precisamente los planteamientos de Aldo Rossi y Robert Venturi arrancan de la voluntad antivanguardista de reconstruir este puente comunicativo entre la arquitectura y la colectividad a partir de la memoria (Aldo Rossi) y de los lenguajes convencionales (Robert Venturi). Nota: La Torre Velasca, construída en Milán es una reacción al International Style. El diseño de la torre, con reminiscencias medievales abstractas, se hace eco de su vecindad con la catedral gótica de la ciudad.

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4) LA NECESIDAD DE LAS VANGUARDIAS Más allá del ansia por la novedad y el consiguiente enfrentamiento con los gustos de una parte de la sociedad, existe otra característica definitoria de las vanguardias: buscar respuestas a las nuevas necesidades. He aquí el argumento más progresista de las vanguardias, que tiene como último objetivo la crítica al modelo de sociedad predominante y el planteamiento de propuestas de transformación adecuadas al espíritu de los tiempos venideros. Este argumento de crítica y transformación social justifica el mecanismo de la abstracción y la práctica sistemática de la ruptura con los lenguajes establecidos. Ello se expresa actualmente en lo que se denominan neovanguardias: aquéllas que recuperan el culto a lo nuevo y a lo extraño y que intentan superar los condicionamientos de la tradición y de las convenciones. Sin embargo, las vanguardias de las últimas décadas se diferencian claramente de las de los años veinte: si las vanguardias ya clásicas tendían a la exclusión y a la selección, las actuales prefieren la inclusión y la contaminación. Si las vanguardias de principios de siglo creían que se podía establecer un nuevo orden en el mundo de las formas industriales, ahora lo que fascina es el profundo desorden de la metrópolis, la proliferación de formas y materiales y el inabarcable pluralismo cultural. Si las vanguardias defendieron el funcionalismo, las neovanguardias arrancan de una posición antifuncionalista. De todas formas, en las neovanguardias arquitectónicas se reproduce la dualidad de posiciones que ya se expresaba a principios de siglo: a) Por una parte, la tendencia a una máxima abstracción y a las formas geométricas puras, con todo lo que comporta la sistematicidad y recurrencia aún método que busca exponerse de manera didáctica. Es el caso de Peter Eisenman, Bernard Tshumi, Rem Koolhaas o Kazuo Shinoara, autores que acompañan siempre sus proyectos con textos, diagramas, exposiciones y narraciones. b) Y por otra parte, la exploración del terreno oscuro de lo irracional, tal como había sido promovida por el Surrealismo, en la obra de aquellos autores que han preferido explorar campos del inconsciente, recuperando mecanismos como el de la escritura automática, Es el caso de las casas que explican la estructura laberíntica del inconsciente de Frank Gehry, de los proyectos del equipo Coop Himmelblau partiendo de dibujos automáticos, o de la mezcla de poesía, pintura y arquitectura que han planteado autores como John Hejduk o Adolfo Natalini. El espíritu vanguardista es, por lo tanto, consustancial al hombre contemporáneo y a pesar de las reales crisis de la modernidad vuelven a resurgir estrategias renovadoras.

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5) CARACTERIZACION DE LAS NEOVANGUARDIAS ARQUITECTO NICAS Si las vanguardias del período de entreguerras surgieron en un contexto de tensiones entre burguesía, tecnología y capitalismo, eclosionando en diversas metrópolis centroeuropeas, el contexto actual es el de las sociedades postindustriales, el mundo de la imagen y la aldea global. Gracias a los nuevos sistemas de transmisión de la información, las experiencias pueden ser promovidas desde metrópolis muy diversas como desde focos considerados periféricos. Estas nuevas condiciones intentan encontrar reflejo en formas arquitectónicas en las que el mundo de la tecnología ya no obedezca a los patrones clásicos de la era industrial. De la consistencia, la fuerza, la eficacia, se ha pasado a la ligereza, la transparencia, la inteligencia y la densidad de la información. En este sentido, las figuraciones retromodernas e industriales del Centro Pompidou en Paris de Renzo Piano y Richard Rogers (1971) o de la Torre Collserola de Norman Foster en Barcelona (1990), estarían obsoletas. Manifiestan mejor la nueva condición postindustrial proyectos como el Centro de Arte y Tecnología ZKM de Rem Koolhaas en Karlsruhe (1989) y la obra de autores como Toyo Ito, que nos muestra otro elemento común de vanguardias y neovanguardias: el uso de la más alta tecnología como aliada. Por otra parte, no predomina el purismo formal sino el mestizaje. Si las vanguardias se dedicaban a segregar, la neovanguardias, convencidas que toda cultura auténtica tiene raíces mestizas, se basa en la mezcla de referencias heterogéneas. El uso de la alta tecnología permite, a la vez, integrar elementos primitivos, etnológicos, artesanales o tradicionales. Otro hecho explícito es el debilitamiento de la voluntad de erigirse como única alternativa. Algunos de los nuevos autores niegan incluso su condición de vanguardia, han perdido la intención programática y defienden una postura de búsqueda estrictamente individual. La arquitectura de Rem Koolhaas, deudora de la ambición inventiva de Le Corbusier, no pretende transformar la ciudad capitalista sino explotar de manera irónica e iconoclasta sus propias energías y capacidades formales. En la obra de los arquitectos neovanguardistas el repertorio moderno se utiliza siempre de manera abierta y ambigua en el contexto de un urbanismo de la densidad, la congestión, la velocidad y el caos. El dispositivo de las neovanguardias ha puesto en crisis la mayoría de los conceptos establecidos para juzgar la obra. En cada proyecto hay: - material figurativo y abstracto - mecanismo modernos y posmodernos - espacio e imagen mediática - referencias a la alta y a la baja cultura - método e inspiración - utopía y profesionalismo - rigurosidad y cinismo,

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en definitiva, una especie de racionalismo paradójico en el que entra el terreno oscuro y azaroso del surrealismo. Dentro de su diversidad, todos los nuevos autores destacan por una común característica vanguardista: el esfuerzo laborioso por construir su propio universo formal, su propio lenguaje, en parte con referencias al círculo del arte y la arquitectura de las vanguardias, pero también en parte con la ambición de crear algo totalmente nuevo e inédito. En la mayoría de las propuestas neovanguardistas no existe ninguna referencia histórica. Si se recurre a algún hito siempre es a los momentos fundacionales de las vanguardias del siglo XX. Sólo se reconoce un universo -la estricta modernidad- y todos los referentes son electrónicos y artificiales.

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6) LAS NEOVANGUARDIAS QUE NO CESAN Todos los experimentos, más allá de su coherencia e interés, plantean muchas incógnitas. ¿Es lícito, pasado su momento histórico, seguir hablando de vanguardia?. Sigfried Giedion, promotor de la arquitectura moderna, escribía en 1932: "El tiempo de los movimientos de vanguardia ha terminado. Ellos han ocupado casi todo el primer cuarto de siglo y ya pocas células experimentales son hoy necesarias. Las imágenes del mundo, en sus elementos esenciales, ya han sido creadas". Sin embargo, el mecanismo de las vanguardias, con su voluntad de: - ruptura con la tradición, - culto a la novedad y a la originalidad, - exploración de nuevas formas abstractas adecuadas a los nuevos tiempos, - ansia de transgresión a los límites establecidos, - recreación de las reproducciones mecánicas generadas por las nuevas tecnologías, vuelve a reaparecer como una necesidad permanente. ¿Se puede hablar de vanguardias cuando conceptos como modernidad están en entredicho, cuando prácticas deconstructivistas y posmodernas han desvelado las ficciones y mitos de las vanguardias? ¿Qué hay en las neovanguardias que anuncie el futuro, qué hay de dandismo y frívolos juegos a la moda y qué hay de nostalgia de las auténticas vanguardias? ¿Qué sucede cuando las vanguardias se institucionalizan y consiguen convertirse en Academia, en el gusto establecido? Es entonces cuando los nuevos artistas deben elegir entre esta vanguardia domesticada y la libertad. Manfredo Tafuri ya había tratado en Teorie e storia dell'architettura (1968) sobre "la dificultad que las generaciones más jóvenes encuentran para abandonar el mito de una perenne vanguardia". Y aunque este deseo ya se haya desvelado como mito y como continua frustración, cada generación y cada momento histórico lanza de nuevo la ya vieja proclama de la vanguardia. Un esfuerzo necesario para la evolución de la arqui tectura.