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4. MOTIVOS DE LA TEBAIDA EN LA ILÍADA 4.1. PLANTEAMIENTO Sobre la base de lo concluido en la sección anterior (§ 3) voy a tratar en ésta de verificar si la litada ha podido extraer de la Tebaida algunos motivos narrativos para insertarlos después en su propio contexto. El rastreo de estos "motivos recibidos" posee una importancia básica dentro del neoanálisis (cf. § 1.1). Es terminológicamente importante recordar (cf. ibidem) que el concepto de motivo empleado por los neoanalíticos no coincide con el de los oralistas*'; o mejor dicho, los motivos (situaciones narrativas) que interesan al neoanálisis no son los de carácter genérico, extraídos de un repertorio común de escenas típicas, sino aquéllos que poseen una configuración más particular, que por tanto debieron de ser tomados de una obra concreta y no de un acervo general'^. Cuando un motivo de esta índole se encuentra en dos composiciones diferentes, la cuestión que se plantea el neoanálisis es la de en cuál de las dos obras es original el motivo y en cuál derivado. Para resolver este tipo de preguntas el neoanálisis trata de confrontar los contextos en que, dentro de uno y otro poema, aparece el motivo examinado. En principio puede decirse que el motivo será original en el caso en el que se inserte mejor en su contexto. Esta afirmación, que guarda relación directa con el concepto de motivo semirrígido que se propuso en § 1.1, puede ejemplificarse en el caso siguiente'': En la Ilíada, en 2 35 ss., se refiere el duelo de Tetis y las Nereidas por los infortunios de Aquiles, a quien han oído lamentarse. De otra parte, sabemos que en la Etiópida (cf. Proclo 20) también se narraba un lamento similar, pero motivado por la muerte de Aquiles. Quienes creen que las épicas cíclicas han sido compuestas para complementar la Ilíada (cf. n. 73) verán en este ejemplo un préstamo de material homérico por parte de la Etiópida. Los neoanalíticos, inversamente, recordarán que el llanto de Tetis no se halla suficientemente motivado en S, dado que en este caso el canto fúnebre se inicia sin " Sobre el concepto de motivo en los oralistas, cL la referencia clásica de LORD (1960, 68-98). CL KULLMANN (1981, 16-17; 1984, 309, 316; 1991, 426). Que los motivos específicos con que trabaja el neoanálisis sean esencialmente distintos de los motivos típicos del oralismo aparece discutido en FENK (1968, 235 ss.). '1 CL KULLMANN (1960, 36-37, 331-332). Pero el ejemplo que voy a proponer no es original de KULLMANN, sino que procede de la obra de SCHADEWALDT (1959^, 166).

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4. MOTIVOS DE LA TEBAIDA E N LA ILÍADA

4.1. P L A N T E A M I E N T O

Sobre la base de lo concluido en la sección anterior (§ 3) voy a tratar en ésta de verificar si la litada ha podido extraer de la Tebaida algunos motivos narrativos para insertarlos después en su propio contexto. El rastreo de estos "motivos recibidos" posee una importancia básica dentro del neoanálisis (cf. § 1.1). Es terminológicamente importante recordar (cf. ibidem) que el concepto de motivo empleado por los neoanalíticos no coincide con el de los oralistas*'; o mejor dicho, los motivos (situaciones narrativas) que interesan al neoanálisis no son los de carácter genérico, extraídos de un repertorio común de escenas típicas, sino aquéllos que poseen una configuración más particular, que por tanto debieron de ser tomados de una obra concreta y no de un acervo general'^. Cuando un motivo de esta índole se encuentra en dos composiciones diferentes, la cuestión que se plantea el neoanálisis es la de en cuál de las dos obras es original el motivo y en cuál derivado.

Para resolver este tipo de preguntas el neoanálisis trata de confrontar los contextos en que, dentro de uno y otro poema, aparece el motivo examinado. En principio puede decirse que el motivo será original en el caso en el que se inserte mejor en su contexto. Esta afirmación, que guarda relación directa con el concepto de motivo semirrígido que se propuso en § 1.1, puede ejemplificarse en el caso siguiente' ' :

En la Ilíada, en 2 35 ss., se refiere el duelo de Tetis y las Nereidas por los infortunios de Aquiles, a quien han oído lamentarse. De otra parte, sabemos que en la Etiópida (cf. Proclo 20) también se narraba un lamento similar, pero motivado por la muerte de Aquiles. Quienes creen que las épicas cíclicas han sido compuestas para complementar la Ilíada (cf. n. 73) verán en este ejemplo un préstamo de material homérico por parte de la Etiópida.

Los neoanalíticos, inversamente, recordarán que el llanto de Tetis no se halla suficientemente motivado en S, dado que en este caso el canto fúnebre se inicia sin

" Sobre el concepto de motivo en los oralistas, cL la referencia clásica de L O R D (1960, 68-98).

9° CL KULLMANN (1981, 16-17; 1984, 309, 316; 1991, 426). Que los motivos específicos con que trabaja el neoanálisis sean esencialmente distintos de los motivos típicos del oralismo aparece discutido en F E N K (1968, 235 ss.).

' 1 CL KULLMANN (1960, 36-37, 331-332). Pero el ejemplo que voy a proponer no es original de KULLMANN, sino que procede de la obra de SCHADEWALDT (1959^, 166).

52 LA TEBAIDA HOMÉRICA COMO FUENTE DE ILÍADA Y ODISEA

Sobre la forma en que el poeta aprovecha los paralelos y antítesis entre padres e hijos, cf. KULLMANN (1960, 277); con referencia directa a la saga tebana, cf. KULLMANN (1991, 427).

que las Nereidas conozcan siquiera la causa de la aflicción de Aquiles (la muerte de Patroclo); de hecho, detrás de este treno de 2 se presiente un lamento anticipado por la caída de Aquiles. Por tanto, el neoanalítico entenderá que la escena de Etiópida (en tanto que más motivada lógicamente, y mejor adecuada a su situación) representa lo primario frente a la litada, donde la transformación del lamento por un muerto en el lamento por la aflicción de un vivo provoca dificultades.

La confrontación de los motivos empleados en la Ilíada y la épica cíclica prehomérica (ciclo troyano) ha permitido al neoanálisis establecer una tipología de la adopción de motivos, tipología que en síntesis se deja concretar en una serie de puntos-clave:

1. El hecho de que un motivo no esté desarrollado con todas sus consecuencias es indicio de reelaboración de un pasaje primario (cf. KULLMANN 1960, 32).

2. La asunción de motivos del Ciclo por parte de la Ilíada suele comportar una psicologización de lo que en las épicas cíclicas era puramente factual (cf. KULLMANN 1981, 26; 1991, 434).

3. En el paso del Ciclo a Homero, lo trágico (primario) suele convertirse en no trágico (secundario; cf. KULLMANN 1981, 19 y 20).

4. Por otra parte, la reelaboración de motivos posee un carácter diferente dependiendo de que el motivo se aplique o no al mismo personaje que en las fuentes. Cuando el personaje es distinto, se produce una generalización del motivo. De no ser así tiene lugar una variación cualitativa del motivo, que puede concretarse en una atenuación del mismo, o bien (cf. número anterior) en una transformación de lo trágico en no trágico (cf. KULLMANN 1981, 24 ss.).

En relación con este último punto debe señalarse que, de entrada, cualquier reelaboración de motivos de la Tebaida en la Ilíada debería suponer una generalización de los mismos, puesto que los personajes del poema tebano no son los del troyano. Ahora bien, en la epopeya de Homero intervienen los hijos de varios de los caudillos que combatieron en la Tebaida. Por ello, cabe preguntarse si la Ilíada, una vez aceptado que parece conocer la Tebaida, no ha podido transferir motivos de este poema a aquellos hijos de sus personajes que aparecen en la lucha contra Troya (Diomedes, Esténelo, Enríalo). Como veremos más adelante (§ 4.5) esta cuestión resulta especialmente interesante en lo que a Tideo y Diomedes se refiere'^.

Hasta la fecha no se han examinado con todas sus consecuencias las posibilidades reales de que la Tebaida haya sido fuente de la Ilíada, y ello a pesar de que bastantes homeristas han aceptado que la epopeya tebana era anterior a la

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" Sirvan de ejemplo los siguientes autores y trabajos: WELCKER (1865-822, n 322); FRIEDLANDER (1914, 318); WILAMOWITZ (1920^, 339); SEVERYNS (1948, 68 ss.); V O N DER MÜHLL (1952, 97, n. 27). Entre los trabajos más recientes cL BURKERT (1981, 31; 1984, 100); HÖLSCHER (1988, 166-167); DAVIES (1989a, 23-24).

Recuérdese que, tradicionalmente, la presencia del muro (Y la zanja) en la Ilíada ha provocado muchas complicaciones a los homeristas, quienes han tratado de explicar ese elemento de diversos modos; cL REINHARDT (1961, 190-206, con observaciones bibliográficas). Una postura diversa en relación con el problema del muro la defendió, a principios de los ochenta, VAN THIEL (1982), quien supone, con un planteamiento analítico, que la Ilíada que nosotros conservamos reelabora, entre otros poemas, un poema sobre la lucha en torno al muro, el cual ha dejado su huella en los libros M a O: en opinión de VAN THIEL (1982, 15-32) estos textos previos a nuestra Ilíada existían en la forma de composiciones orales, meditadas Y memorizadas. Sobre el muro aqueo cL también TSAGARAKIS (1969); WEST (1969); SCODEL (1982); SINGOR (1992).

' 5 CL KULLMANN (1965, 23-24; 1981,12-13 Y n.25). ' 6 CL REINHARDT (1961, 249-250); en estas páginas se especula con la posibilidad de

que la Tebaida (una presimta escena del poema en la que Tideo Y Pohñices llegaban cubiertos con las pieles de un jabalí Y un león al palacio de Adrasto: cf. Estacio, Tebaida I 483 ss.; Higino 69.4; Escol. A a //., A 376; Escol. a Eur., Fenicias 421) HAYA servido de modelo para la Bolonia, donde Agamenón, Menelao, Diomedes Y Dolón aparecen también revestidos con pieles de animales.

troyana, la cual debía de presuponer, en su opinión, a aquélla'^. Sí es verdad que en REINHARDT y KULLMANN se encuentran afirmaciones aisladas que guardan relación con este problema. En lo que se refiere al primero de ellos puede ser conveniente repasar las páginas 1 9 0 a 2 0 6 (y 2 6 7 - 2 7 7 ) de Die Ilias und ihr Dichter (REINHARDT 1 9 6 1 ) , donde se defiende la hipótesis de que el motivo del muro contruido en torno al campamento aqueo está tomado de la saga tebana (de la Tebaida y, quizás, de los Epígonos; cf. pp. 2 0 5 - 2 0 6 ) . Según REINHARDT, lo que habría movido al poeta a introducir este motivo sería el deseo de recrear en su poema la lucha en torno a un muro; ahora bien, este deseo provocó en la composición de la Ilíada algunas dificultades, no resueltas del todo satisfactoriamente, que permiten reconocer el carácter secundario de esa construcción dentro del poema homérico'*.

La tesis de REINHARDT ha sido asumida en distintos trabajos por KULLMANN'5 quien ha defendido últimamente ( 1 9 9 1 , 4 2 6 - 4 2 7 ) que, en relación con el muro, también el motivo de la TeixooKoiTÍa de V fue tomado de la Tebaida, pues este episodio parece inmotivado en el décimo año de la guerra troyana, pero no así en el caso de la expedición contra Tebas. En las obras de REINHARDT pueden encontrarse además otras alusiones dispersas que atañen en mayor o menor medida al problema que nos ocupa'^.

Ya ha habido antes (cf. § 1.1) ocasión de referirse a las dificultades que entraña una investigación como la que abordamos ahora. En las páginas siguientes (§§ 4 . 2 a 4 .6 ) confrontaré una serie de escenas o motivos presentes en la Tebaida con lo que en mi opinión podría ser su reflejo en la Ilíada. La serie de motivos procedentes de la Tebaida habría podido ser más extensa e incluir otros de carácter

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Cf. USENER (1897, 23): "So groß war das Ansehen und die Wirkung des Liedes vom Groll des Peliden, daß es zur Mode wurde, Epen mit der Verwicklung eines Zwistes anheben zu lassen"; aunque UsENER no se refiere expresamente a la Tebaida, sus últimas palabras parecen aludir a este poema.

más conjetural; sin embargo he preferido obviar estos motivos conjeturales puesto que no aportaban nada esencial para la argumentación. Reconozco, por otro lado, que los motivos examinados entre §§ 4 . 2 y 4 . 6 poseen una fuerza probatoria muy diferente; el orden en que presento estos motivos no depende del grado de verosimilitud que me merecen sino de su presumible orden de aparición en la Tebaida.

4.2. L A DISPUTA C O M O D E T O N A N T E DEL C O N F U C T O

El detonante de la guerra de Tebas es una disputa entre Eteocles y Polinices, a la cual aluden los versos 9 - 1 0 del segundo fragmento del poema {(hg ov di irarpcüi ' èvT\éi <èv> CJÌLXÓTTITL / SáooaLvr' , áp.<t)OTépoLaL 8 ' àel TtóXepoC Te p.áxaL re) . Esta disputa la incluyen o presuponen todos los relatos sobre la guerra, si bien nuestras fuentes varían en lo que a las circunstancias de la disputa se refiere y la situación de la Tebaida sólo se puede reconstruir por vía de conjetura (cf. T O R R E S - G U E R R A 1 9 9 3 , 1 2 5 - 1 2 9 ) .

La disputa entre Eteocles y Polinices, detonante de la guerra en la Tebaida,

guarda similitud con la querella entre Agamenón y Aquiles que se produce al comienzo de la litada y se convierte también en el motor de la acción de este poema. Es cierto que este motivo puede poseer simplemente un carácter general, en cuyo caso se trataría de un motivo en sentido oralista, irrelevante para un estudio neoanalítico de las relaciones entre litada y Tebaida.

Ahora bien, tampoco puede descartarse que esta semejanza en el planteamiento de dos de las epopeyas más importantes de época arcaica obedezca a influjo directo. En este sentido, U S E N E R es el único que, a lo que sé, ha puesto en relación la escena de la litada con la de la Tebaida, si bien este filólogo le concedía la prioridad al poema troyano'^. Pero, en mi opinión, si la aparición del motivo en un poema está relacionada con su aparición en el otro, resulta más probable que haya de reconocérsele la prioridad a la Tebaida.

En el círculo mítico al que pertenece esta epopeya, el conflicto entre los dos hermanos constituye un rasgo constante e imprescindible de la saga; por tanto, puede afirmarse que el motivo de la disputa está mejor motivado en la Tebaida. En cambio, siguiendo la argumentación del neoanálisis (cf. n. 7 8 ) habrá que decir que el mismo motivo posee en la litada un carácter secundario dado su valor funcional (que le permite poner en movimiento la acción del poema).

Que la disputa entre Agamenón y Aquiles reelebora un motivo previo también lo supone K U L L M A N N ( 1 9 6 0 , 9 2 , 2 7 1 ) , aunque para él el modelo de la Ilíada se hallaría en Kypria, donde los dos caudillos discutían durante una estancia en Ténedos (cf. Proclo 5 2 ) ; en este caso, se produciría una variación cualitativa de

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" En contra de la interpretación que KULLMANN hace de este motivo cf. FENIK (1968, 238). El motivo de la epi? personificado en Agamenón y Menelao) aparece también en el relato que Néstor hace de los acontecimientos postiliádicos en el canto tercero de la Odisea {y 136 ss.).

" Sobre la relación entre estas siete puertas y la realidad de Tebas cL WlLAMOWlTZ-MOELLENDORF (1891; 1922, 24-31); ROBERT (1915,1236-237); SYMEONOGLOU (1985, 22-23, 32-38L

•00 Vale la pena notar que en la misma litada (1 381-384) figura también la Tebas de cien puertas, es decir, la homónima capital egipcia; lo más verosímil es que éKarójitTuXos 9)ißTi sea ima denominación hiperbólica (recuérdese el concepto fabuloso que los griegos tenían del mundo egipcio) que da por supuesto el conocimiento general del epíteto éTTTdTTuXo? Qr\^r\, aplicado a la Tebas beocia, a la que por supuesto la egipcia debía superar con creces. Es insólita la postura de PAULSON (1896, 73), según el cual el epíteto de la Tebas beocia está moldeado sobre el de la ciudad egipcia.

CL WlLAMOwrrz-MOELLENDORF (1891, 228): "Nur für den Angriff auf die sieben Tore hat es Bedeutung, daß sieben Argeierhelden gezählt werden: nur für den Sturm der Sieben gegen Theben ist Theben die Stadt der sieben Tore".

En esta discusión han tomado partido, entre otros, FRIEDLÄNDER (1914, 324) ROBERT (1915, 1236); RZACH (1922, 2366); NILSSON (1932, 112-113); HOWALD (1939, 4) REIMER (1953; cL DIRLMEIER 1954); BURKERT (1981, 39; 1984,100); HÖLSCHER (1988,167) SINGOR (1992, 406-411).

un motivo (-disputa Agamenón-Aquiles), mientras que, según mi hipótesis, nos hallaríamos ante la generalización de un motivo distinto (-disputa entre dos caudillos que desencadena la acción dramática del poema)'*.

4,3. LA LUCHA EN TORNO AL MURO

Un elemento constante en toda la tradición sobre Tebas es el muro que rodea la ciudad y está provisto de siete entradas". De Tebas "la de siete puertas" nos hablan ya en época arcaica Homero (©ripris e8o5 ecXotiev éirTaiTÚXoLO, A 406; BTÍPTIS eSos eKTLoav éirraiTÚXoLo, X 263) y Hesíodo o el corpus hesiódico {Trabajos y Días 162: ú<j)' éirxaTrúXü) Qr§r\; Escudo 49: Qr§T\ èv éirraiTÚXa)). Entre los fragmentos conservados de la Tebaida no hay ninguno que presente la designación formular de la ciudad; pero el mismo carácter formular de ese epíteto y la constancia en la tradición mítica permiten dar por seguro que la Tebas de nuestra epopeya era también una ciudad ceñida por un muro con siete puertas''"^.

Con idéntica seguridad puede suponerse, según pretendo haber mostrado en otro lugar (TORRES-GUERRA 1993, 206-217), que los siete caudillos argivos figuraban también en la Tebaida; de hecho, los dos contingentes (puertas, caudillos) se condicionan mutuamente '" ' y resulta superfluo discutir sobre la prioridad de una u otra cifra'°^. Por tanto, puede asumirse que la Tebaida ya presentaba la distribución por puertas de los atacantes, y que en este poema la lucha en torno al muro era un recurso épico explotado.

La teoría de REINHARDT sobre el origen del muro aqueo de la Ilíada ya ha sido expuesta en § 4.1; resumiendo podemos decir que, en el poema de Homero,

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Cf. w. 66­67 (φυλακτηρες δε έκαστοι / λεξάσθωΐ' παρά τάφροΐ' όρυκτήν τείχεος έκτος) y 88 (εΐ'θα δε πυρ κήαντο, τίθειτο δε δόρπα έκαστος), y la interpretación de LEAF (1900-02, ad loe); HAINSWORTH (1993) no trata esta cuestión.

Cf. SiNGOR (1991, 36-37). Más en general, sobre el uso del 7 en Homero, cf. GERMAIN (1954).

'"^ SiNGOR (1991, 36, n. 53) comenta de pasada que en la muralla griega hay siete puertas y se limita a suponer un origen oriental para este motivo. Un trabajo posterior (SiNGOR 1992) desarrolla (con más argumentos de los que presento aqvií) la hipótesis de que la muralla aquea tiene siete entradas y pone esta imagen del campamento griego en relación con la Tebas de la saga; SiNGOR (1992, 402) cita también la interpretación de im escoliasta de la Ilíada (escolio A ad H 339, Π 281 ERBSE) según el cual el muro aqueo poseía siete puertas y el epíteto πύλας ... εύ άραρυιας (Η 339, 438) debería cambiarse en ττύλας ... έ π τ ' άραρυίας.

el muro no se acomoda bien a la descripción del campamento griego, razón por la cual cabe deducir que esa construcción es un elemento extraño a la saga troyana, introducido en la ¡liada a partir del modelo de la épica tebana precisamente porque el poeta deseaba incluir en su obra la lucha en torno a un muro (cf. R E I N H A R D T 1 9 6 1 , 190-206) .

De ser cierta esta hipótesis, el modelo más evidente para la litada debe buscarse en la Tebaida por las razones ya apuntadas. Más aún, existe un dato que no fue señalado por R E I N H A R D T y que parece avalar su interpretación. Efectivamente, un pasaje del canto I (w. 7 9 - 8 8 ) parece indicar que también el muro del campamento aqueo contaba con siete puertas, como la ciudad de Tebas. En el pasaje en cuestión se refiere cómo los griegos eligen siete caudillos que, acompañados cada cual de cien soldados, deben proteger el espacio comprendido entre la zanja y la muralla; el hecho de que cada caudillo marche con sus hombres por separado^"-' parece sugerir que estos siete contingentes van a distribuirse por las puertas del muro. Si además se tiene presente que el 7 es un número muy poco habitual en la litada para designar contingentes de hombres 1°*, no resulta aventurado suponer que, en el canto I al menos, Homero imagina a la muralla aquea provista de siete puertas^°^. Obviamente, este dato apoya aún más la hipótesis de que la Ilíada ha extraído de la Tebaida el motivo del muro y de la lucha en torno al mismo; por otra parte, parece fuera de toda duda que, en lo que al muro se refiere, el poema tebano conserva lo primario por oposición al troyano.

¿Puede suponerse que el motivo de la lucha en torno a una muralla es un motivo genérico, y que por tanto no hace falta retrotraerlo a un poema concreto como hace R E I N H A R D T ? Si el muro aqueo está concebido realmente como un éTTTáTtuXov Tetxos, el motivo se vuelve más específico y la explicación a la luz de la Tebaida resulta casi inevitable. Pero, de no ser correcta mi suposición, ¿cabría también explicar la presencia del muro aqueo sin relacionarlo con la saga tebana?

A propósito de este problema querría aludir a la explicación oralista que H A I N S W O R T H ( 1 9 9 3 , 3 1 3 - 3 1 6 ) propone para ciertas peculiaridades del canto M, bautizado por la tradición precisamente como TeLxopaxía. Al principio de este

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Este verso y los siguientes (hasta 181) fueron atetizados por Aristarco, quien sólo aceptaba una puerta en el muro aqueo (cL escolios a M 175, 175-181, 111335-337 ERBSE; cL HAINSWORTH 1993, 336-337). Lo cierto es que Asió y Héctor parecen atacar puertas distintas, pues la del primer caudillo se halla a la izquierda (cf. M 118) y la de Héctor en el centro (cL N 3 1 2 y 679). De la existencia de varias puertas en el muro hablan igualmente M 340 y 341 (cL VAN DER VALK 1963-64, 1575-580; HAINSWORTH 1993, 355). Sobre la imposibilidad de la hipótesis de Aristarco cf. SiNGOR (1992, 402, n. 4); HAINSWORTH (1993, 313-314).

HAINSWORTH (1993, 314) reconoce la similitud con la situación en la saga de los Siete, pero a pesar de todo sigue considerando que este motivo posee un carácter general.

libro los atacantes troyanos se dividen en cinco grupos (iréfTaxa Koa^Lr|9évTes, V. 87) bajo el mando de Héctor, Paris, Heleno, Eneas y Sarpedón (cL w . 88-104) para atacar así por separado el muro aqueo. El hecho de que sean cinco los contingentes que atacan el campamento podría hacer pensar que este pasaje contradice a I 79-88, y que por tanto aquí el retxog está provisto de cinco entradas; ahora bien, la distribución de los atacantes en cinco divisiones no necesita hacerse coincidir con el número de puertas de la muralla (a la inversa de 179-88) si se recuerda que 5 es un número táctico frecuente en la Ilíada (cf. SiNGOR 1991, 37 ss.). En cualquier caso, lo cierto es que sólo tres de esos cinco cuerpos de ejército llegan a atacar o, mejor dicho, Homero sólo relata el ataque de Asió (incluido en la división de Heleno; cf. w . 108-174), Sarpedón (cf. w . 372-412) y Héctor (cf. w . 437 ss.). HAINSWORTH (1993, 313-316) explica esta inconsistencia suponiendo que, en este canto, el poeta contamina dos motivos tradicionales: el del asedio (= la lucha en torno a un muro) y el de la batalla en campo abierto.

Ahora bien, debe tenerse en mente una peculiaridad que presenta el motivo del asedio en M: la división de los atacantes en grupos separados parece implicar que cada grupo marcha contra una puerta distinta del muro, con independencia de cuál sea el número total de puertas (cinco o siete) que hayamos de imaginar en él; lo cierto es que tanto de Asió como de Héctor se nos dice que dirigen su ataque contra una puerta (cf. w . 120 ss. y 445 ss.), y que en algún momento se habla de distintas luchas ante distintas puertas (cf. v. 175: 'AXXOL 8 ' à|i<J) ' àXXriaL \iáxr\v è^idxovTO TTÚXTICTLI/'°^).

Siendo ello así, este motivo presenta un carácter específico, y por tanto cabe pensar también que la inconsistencia de M guarda relación con la asunción de un motivo semirrígido de la Tebaida, el asalto a la ciudad con la distribución por puertas del ejército atacante'"''; en tal caso, el hecho de que el motivo no esté desarrollado por completo (¿qué ocurre con las dos últimas divisiones?) podría ser un indicio de que la TeLxop.axLa de la Ilíada reelabora otra anterior, a la que no logra adaptar enteramente en el nuevo contexto: la razón de que no se relatara con todas sus consecuencias el asalto por grupos parece ser efectivamente el deseo de centrarse en la figura de Héctor, cuyo ataque comienza a narrarse al final del canto (cf. REINHARDT 1961, 270 ss.).

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Pero cf. la TeixoaKoiTÍa que Eurípides presenta en las Fenicias (w. 88 ss ): ¿obedece esta escena sólo al influjo de la ¡liada, o encierra el recuerdo de la xeixocjKoma de una epopeya tebana.'

En la mitología griega el duelo decisivo aparece también (sin que pueda detectarse un tratamiento épico) en la historia de Équemo e Hilo (fuentes principales: Heródoto IX 26; Diodoro IV 58; Pausanias VIH 5.1). Obviamente, el duelo decisivo más célebre de la literatura latina es el de Tumo y Eneas al final de la Eneida.

La tesis que he sugerido en § 4.4 puede hallarse implícita en una observación de KULLMANN (1960, 94): "Der Zweikampf [des Menealaos] mit Paris geht (...) sehr wahrscheinlich auf ein altes Motiv zurück, wenn auch ein solches für die Kyprien nicht belegt ist (und nicht einmal notwendig aus troischer Sage zu stammen braucht)"; entiendo que en el último comentario se encierra ima referencia a la Tebaida, Por otro lado, si este poema hubiese contenido ima TcixoaKOTría como supone KULLMANN (1991, 427) ganaría en verosimilitud mi hipótesis sobre Y (el canto en que se encuentra también la reixoCTKOTTÍa de la Ilíada, w . 121­244). Dejo de lado la cuestión de si el combate inconcluso librado por Ayante y Héctor en H (w. 55­322) debe también algo a la Tebaida.

4.4. E L D U E L O DECISIVO

Otro rasgo que no falta nunca en la saga es el duelo decisivo entre Eteocles y Polinices; este duelo, del que se hace depender el resultado de la guerra, se salda siempre con la muerte mutua de uno y otro hermano. Que la Tebaida ha mantenido este elemento fijo de la saga nos lo indica su tercer fragmento, en el cual se anticipa (v. 4: χερσΙν ύπ ' αλλήλων καταβήμεναι "AL6O5 εϊσω) el fin de Eteocles y Polinices. En cambio es más conjetural que, como está implícito en K U L L M A N N (1991, 427), la Tebaida haya aprovechado la ocasión del duelo para introducir una τειχοσκοπία^^*.

El duelo Eteocles-Polinices puede ponerse en relación con el combate Menelao­Paris en el canto Γ de la litada. En este caso parece en principio lo más obvio entender que nos hallamos ante un motivo de corte genérico. Aunque efectivamente puede ser así, debe recordarse que en uno y otro poema {Tebaida e litada) nos tropezamos con un duelo decisivo del que se hace depender el resultado final de la guerra (cf. Γ 92­94); según creo no hay en toda la épica arcaica otro ejemplo de un duelo de estas características^^'. Si se acepta poner en relación las dos escenas (punto sobre el cual tampoco poseemos certeza), parece que ha de concedérsele nuevamente prioridad a la Tebaida. En ésta, el combate singular entre ambos hermanos es inherente a la saga y concluye siempre con la muerte recíproca; en cambio, el duelo de la ¡liada no se lleva a término, y esta peculiaridad es normalmente, según dije antes (§ 4.1), un rasgo que delata el carácter secundario de los motivos.

Por tanto, entiendo que es posible que el poeta de la ¡liada haya compuesto la escena del canto tercero tomando como modelo una escena preexistente en la Te­

baida, el duelo entre Eteocles y Polinices; obviamente, la presencia de Menelao y Paris en las Posthomérica obligaba a Homero a no desarrollar con todas sus consecuencias el motivo de la saga tebana^

MOTIVOS DE LA TEBAIDA EN LA ILÍADA 59

' " £1 escolio a Pindaro a través del cual conocemos el F 9 m informa también de que Diomedes recibió realmente im culto en algunas ciudades del sur de Italia; por ese mismo escoho sabemos además que íbico (F 294) ya trató la divinización de Diomedes.

4.5. LA CÓLERA ANTE LA HERIDA

En este apartado trataré tres motivos que atañen a Tideo y Diomedes. Dos de ellos (el primero y el último) poseen posiblemente un interés menor; el motivo al cual reservo el puesto central en este capítulo presenta mayor originalidad, pues implica que la litada ha readaptado la escena recogida en el fragmento nueve del poema tebano sobre la cual ya he tratado en § 3.4.

En primer lugar recordaré que Atena es la diosa tutelar de ambos héroes, padre e hijo: de Tideo en la Tebaida (y posiblemente a partir de aquí en la Ilíada,

cf. § 3.4) y de Diomedes en el poema de Homero. La primera mención del apoyo especial que le presta Atena a Diomedes se halla en E 1 ss.; pero cuando se produce esta mención, el público de la Ilíada ya conoce que, en las guerras tebanas, la diosa también favoreció con su asistencia a Tideo (cf. Δ 390); la intervención de Atena junto a Diomedes en E parece, por tanto, preparada y justificada por lo que se dijo previamente en el canto cuarto sobre Atena y Tideo. Más aún, en el mismo libro quinto se ponen en boca de Diomedes unas palabras en las que la ayuda de Atena al epígono se explica en razón de la ayuda que la diosa le prestó a Tideo en la lucha contra Tebas (y en la Tebaida: cf. F 9) CE 115­117):

"κλϋθί μευ, αιγιόχοίο Αώς τέκος, 'Ατρυτώνη, e'í ποτέ μοι και πατρί φίλα φρονέουσα παρέστης δηΐω έν πολέμω, νυν α ΰ τ ' έμέ φΐλαι, 'Αθήνη".

Δηίω έν πολέμω se refiere a la misma guerra que Δ 372 ss.; así pues, estos tres versos encierran una alusión a la porción de la saga que constituía el contenido de la Tebaida. En mi opinión, de esta evidencia (E 1 ss., E 115­117) puede deducirse que el motivo de la asistencia de Atena a Tideo es primario en relación con el motivo de la asistencia de la diosa a Diomedes.

Un segundo motivo relacionado con Tideo que parece extraído de la Tebaida

y reelaborado en la Ilíada es el de la escena recogida en el fragmento 9 (cf. §§ 2.2 y 3.4); en este fragmento se narra cómo Melanipo hirió de muerte en el vientre a Tideo, quien sin embargo pudo vengarse de su rival cuando Anfiarao, tras matar a Melanipo, le entregó su cabeza; al tenerla entre sus manos, un ataque de ira llevó a Tideo a partir el cráneo de Melanipo y sorber sus sesos. En la escena desempeñó también un papel Atena, quien al ver la herida mortal de Tideo solicitó de Zeus la inmortalidad para su protegido; pero al contemplar el acto de canibalismo cometido por éste optó por darle la espalda y retirarle el don de la inmortalidad; según varias fuentes (cf. F 9 I, Π y ΠΙ), Tideo rogó entonces a Atena que al menos su hijo Diomedes pudiera ser inmor ta l ' ' ' .

60 LA TEBAIDA HOMÉRICA COMO FUENTE DE ILÍADA Y ODISEA

Cf. lo dicho en n. 69 sobre la racionalización del mito en la Ilíada. En lo que se refiere al canibalismo (y su censura) dentro del mito griego, cf. R O B E R T S O N (1940); más general, FRAZER (1921, I 369­371). Sobre primitivos sacrificios humanos y prácticas de canibalismo en el culto y mito griegos, cf. BURKERT (1972).

Un quinto fartor puede constituirlo el hecho de que sea Esténelo, otro epígono hijo de uno de los Siete (Capaneo), el que acude en socorro de Diomedes (w. 111­112): de igual manera, el fragmento nueve de la Tebaida cuenta que Tideo fue asistido por imo de sus camaradas, Anfiarao; obviamente, el hecho de que ninguno de los hijos de éste figure en la Ilíada impedía contar con ellos en esta escena.

Al canibalismo de Tideo no alude en ningún pasaje la Ilíada, según era también de esperar dada la actitud del poema ante los aspectos más primitivos del mito tradicional"^. N o obstante, entiendo que la escena del fragmento nueve ha sido reelaborada en el pasaje del canto quinto cuya primera parte acabo de discutir; se trata de los versos 115 a 120, pronunciados por Diomedes después de que, en el verso 98, hubiese sido herido por Pándaro; en Ε 111­113 se refiere cómo Esténelo (el hijo de Capaneo, otro de los caudillos que atacaron Tebas) acude a asistir a Diomedes, quien a continuación dirige su invocación a Atena; los w . 115­117 han sido citados un poco antes; en 118­120, Diomedes presenta su ruego a la diosa:

"δός δ€ TÉ μ ' άνδρα éXelv και e s όρμήν ε γ χ ε ο 9 έλθεΧν, o s μ ' έβαλε φθάμενο^ καΐ έπεύχεται, ούδε μέ φησι δηρόν ε τ ' δψεσθαι λαμπρόν φάο5 ήελίοιο".

Α mi entender, todo este párrafo de Ε presenta una serie de paralelismos con la Tebaida (F 9) que delatan la fuente del pasaje de Ilíada:

— La apelación a Atena (v. 115): cf. la intervención de la diosa en la Tebaida. — La alusión al padre, Tideo (w. 116-117), el protagonista de la escena que

suponemos fue el modelo para ésta. — La reacción de ira de Diomedes ante el enemigo que le ha herido (v. 118); la

misma reacción, y por motivos idénticos, se da en Tideo; no obstante, la ira de Diomedes le lleva sólo a desear la muerte de su enemigo (al que efectivamente acaba matando, cf. w . 290 ss.), mientras que en la Tebaida la ira mueve a Tideo a devorar el cerebro de Melanipo; la variación cualitativa del motivo de la Tebaida adopta, por tanto, la forma de una atenuación del mismo.

— En último lugar cabe decir que los versos 119 a 120 parecen poco adecuados a la situación de E, puesto que Diomedes sólo ha sido herido en el hombro (cf. V. 98), y por tanto las palabras que el poeta y el héroe argivo le atribuyen a Pándaro (cf. w . 102-105 y 119-120) parecen insuficientemente motivadas dentro de la Ilíada; por el contrario, el sentido de estos dos versos (119-120) se ajusta mucho mejor al contexto de la Tebaida, dado que la herida de Tideo en este poema sí era realmente mortal.

La coincidencia de estos cuatro factores"-' permite entender, a mi juicio, que existe una relación directa entre las escenas protagonizadas por Tideo en la Tebaida y Diomedes en la Ilíada; más aún, los argumentos aducidos sugieren que

ΜΟΉΝΘ5 DE LA TEBAIDA EN LA ILÍADA 61

11'' FENIK (1968, 20­22) analiza el pasaje de E (95­132) y señala la composición típica de la escena. Es cierto que estos versos se componen de diversos elementos típicos; no obstante, la combinación de todos ellos de la manera que se observa en esta escena parece vincular a E 95­132 específicamente con el fragmento nueve de la Tebaida; por ello no creo que haya contradicción entre las observaciones de FENIK y los resultados de mi propio análisis.

también en este caso posee la Tebaida la prioridad sobre el poema de Homero, que a mi entender parece reelaborar (atenuándolo) un motivo preexistente en el ciclo épico tebano.

A mayor abundamiento se puede señalar que Atena, cuando replica la petición de Diomedes (w. 124­132), le anima diciéndole que le concede el vigor de Tideo: èv γάρ τοι στήθεσσι μένος πατρώϊον ήκα / άτρομοι/, οίον εχεσκε σακέσπαλος ιππότα Τυδεύς (νν. 125-126); los escolios al verso 126 son precisamente los que nos han transmitido el texto del fragmento nueve de la Tebaida^^*.

En relación con Tideo y Diomedes diré por último que también existe en el Catálogo de las naves un pasaje (B 563-567) que al parecer ha de explicarse igualmente a la luz de las fuentes tebanas de la Ilíada. Los versos en cuestión presentan a los caudillos del contingente argivo:

τών αυθ ' ηγεμόνευε βοήν αγαθός Διομήδης και Σθένελος, Καπανήος άγακλειτού φίλος υιός-τοισι δ ' άμ ' Εύρύαλος τρίτατος κιεν, ϊσόθεος φώς, Μηκιστήος υιός Ταλαιονίδαο άνακτος-συμπάντων δ ' ήγειτο βοήν αγαθός Διομήδης.

Εη Β no se explica el motivo de que Diomedes sea el comandante supremo de los argivos, por delante de Esténelo, hijo de Mecisteo, y Euríalo, hijo de Capaneo; su posición en Argos parece reflejar la que debía de ocupar su padre en la Tebaida en tanto que suegro del rey Adrasto. En cualquier caso, la genealogía tradicional de Diomedes (cuyo conocimiento presupone al menos el poeta) le confería dentro de Argos un rango superior al de los otros dos caudillos.

4.6. LA HABILIDAD ORATOIUA DE ADRASTO Y NÉSTOR

El fragmento 11 de la Tebaida, el único que BERNABÉ edita como dubium, se reduce a dos palabras, epíteto y nombre propio, que aparecen combinadas en el Fedro platónico (269a): μελίγηρυν "Αδραστον. MERKELBACH (1974, 2-3) llamó la atención sobre el hecho de que la expresión antes citada parecía encubrir una fórmula, 'Αδρηστον μελίγηρυν, que además, a la manera de lo que suele ocurrir con otras fórmulas épicas, podía declinarse en diversos casos sin dejar por ello de adaptarse a la estructura del hexámetro (nominativo, "Αδρηστος μελίγηρυς; genitivo, μελιγήρυος "Αδρήστοιο, o incluso 'Αδρήστου μελιγήρυος; cf. BURKERT 1984, 29, η. 4). En opinión de MERKELBACH, la fórmula en cuestión

62 LA TEBAIDA H O M É R I C A C O M O F U E N T E D E ILÍADA Y ODISEA

Aunque MERKELBACH parece ignorarlo, su hipótesis ya había sido formulada antes por V O N DER MiJHLL {apud G . MEYER, Die stilistische Verwendung der Nominaíkomposition im Griechischen {Philologus, Suppl. 16, 3), 1923, 23, n. 2).

Cf. [1 187; Himno a Apolo 519; Himnos XIX 18; Alemán 26.1. " 7 Cf. p. ej. PAGE (1963); GIANNINI (1973).

Cf. PARRY (1971, 272): "The formula in the Homeric poems may be defined as a group of words which is regularly employed under the same metrical conditions to express a given essential idea".

debía de proceder de la Tebaida, donde, por tanto, Adrasto se hallaba caracterizado como un experto orador"^.

La atribución de este supuesto fragmento a la Tebaida fue puesta en duda por DAVIES (1980), quien indicó: a) que la fórmula en cuestión (si se trata realmente de una fórmula) podría proceder de otra epopeya, como por ejemplo los Epígonos; ¿^que tampoco es necesario buscar el origen de peXíyripuv "ASpaarov en la épica, pues la expresión platónica también podría proceder de la lírica (cf. G R A N D E 1967^, 80), donde se documenta algo similar en una ocasión (cf. infríí); c) que, por último, no puede descartarse que Platón haya tomado el giro que estamos tratando de la tradición general, sin vincularse a una obra concreta.

A mi juicio la expresión de Platón resulta de entrada sospechosa, dado que peXLYTipus es un adjetivo que pertenece al léxico propio de la poesía (cf. n. 116). Si además se recuerda que la unión del epíteto con el nombre propio "ASpTiOTos proporciona una estructura claramente formular (cf. supra), la conclusión más obvia es que, en Fedro 269a, Platón tiene en mente una fórmula tradicional.

¿Es la fórmula en cuestión la que restituye M E R K E L B A C H , O puede tener la prioridad sobre ésta un giro empleado por Tirteo (F 9, v. 8), yXwaav 'ASpTÍCTTOu petXixóyripijv? En contra de esta segunda hipótesis entiendo que el

verso de Tirteo debe depender de la fórmula épica antes reconstruida, y ello por dos razones: 1) peLXLXóyripus es un aiia^ Xeyópevov, mientras que peXíyripus se documenta en diversas ocasiones en poesía arcaica"^; 2) es un fenómeno conocido y estudiado que la elegía suele reelaborar fórmulas tradicionales de la épica"' ' .

El hecho de que la expresión discutida pueda constituir una fórmula tradicional, y que además sea "ASprioTos peXíyripus su forma originaria, no implica sin más que este giro sea un fragmento de la Tebaida, aunque ha de reconocerse que es altamente probable que la fórmula en cuestión haya sido empleada en esta epopeya tebana. De otra parte hay que tener presente que una expresión tradicional no es propiamente patrimonio de ningún autor o poema concretos; según el concepto oralista de fórmula, ésta tiene por objeto servir a la expresión de una idea habitual"^; por tanto, la aplicación a Adrasto del epíteto formular peXíyTipus, ¿implica que Adrasto era representado en la tradición arcaica como un hábil orador?

En favor de esta hipótesis habla en primer lugar la misma existencia de la fórmula que estamos discutiendo. Pero además también apoya esta idea el

MOTIVOS DE LA TEBAIDA EN LA ILÍADA 63

" 9 Aunque, para la cuestión de la edad con que presentaba a Adrasto el poema tebano, cL WELCKER (1865­822, n 326­327); BETHE (1891, 64).

fragmento de Tirteo que, como hemos visto, retoma y modifica la fórmula tradicional. El fragmento 9 de Tirteo se inicia en forma de priamel, con la presentación de una serie de virtudes que, a ojos del autor, carecen de importancia si no van acompañadas del valor; cada una de las virtudes discutidas viene representada además por algún personaje que pasa por ser el modelo mítico de la virtud en cuestión; y cuando llega el momento de hablar de la elocuencia, el prototipo de la misma que Tirteo escoge es, precisamente, Adrasto:

ούτ ' αν μνησαίμην ούτ' έν λόγω άνδρα τιθείμην 1 (...) ούδ' eì Τανταλίδεω Πέλοπος βασιλεύτερος ε'ίη 7 γλώσσαν δ ' 'Αδρήστου μειλι,χόγηρυν έχοι.

Si la formulación tradicional de la saga de los Siete contra Tebas ha sido la protoforma orai de la Tebaida, parece a priori lo más probable que la conciencia colectiva haya conocido la habilidad oratoria de Adrasto a través de su plasmación en esta epopeya. Pero es que además sabemos por los fragmentos de la Tebaida (F10) que un discurso de Adrasto pronunciado en este poema era lo suficientemente famoso como para que Pindaro [Olímpicas VI15­17) tomara directamente de él algunas expresiones (cf. § 3.3). Por tanto, puede aceptarse con bastante verosimilitud que Adrasto se hallaba caracterizado en la Tebaida como un orador de cualidades excepcionales, y entiendo que el F 11 es, en este sentido, un auténtico fragmento de la Tebaida.

Sentado esto, y dado que existe la posibilidad fundada de que la Ilíada presuponga a la Tebaida (§ 3), cabe conjeturar que la figura del anciano rétor de la Ilíada, Néstor, puede deber algo a la caracterización de Adrasto, quien al parecer desempeñaba en el ciclo tebano una función análoga a la suya ' ' ' . Esta hipótesis, una mera suposición, resulta tan indemostrable como sugerente; por otro lado, no es una hipótesis inverosímil si la Tebaida ha sido en verdad una de las fuentes de la Ilíada. Asimismo, algunos datos del epos troyano ponen en relación a Néstor con Adrasto y, más en general, con la materia de la saga tebana:

Λ) Es Néstor quien propone la construcción del muro en torno al campamento aqueo (cf. Η 324 ss.); pero, como ya se ha discutido antes (§ 4.3), ese muro parece un motivo extraído del ciclo tebano.

b) En Ψ 346­347 vuelve a ser Néstor el personaje que habla de Arión, el mítico caballo del rey Adrasto (cf. § 3.4).

c) En la primera aparición de Néstor en la Ilíada (A 247 ss.) se caracteriza su elocuencia en unos términos que recuerdan a los empleados para Adrasto en el fragmento 11 de la Tebaida ("Αδρηστος μελίγηρυς) (A 247-249):

τοίσι δέ Νέστωρ ήδυεπής άνόρουσε, λιγύς Πυλίων άγορητής,

64 LA TEBAIDA HOMÉRICA COMO FUENTE DE ILÍADA Y ODISEA

Toü και άπο γλώσσης μέλιτος γλυκίων ρεεν αύδή.

N o se debe apurar este último argumento, pues coincidencias de tal tipo pueden ser debidas al recurso paralelo a un fondo formular común, sin necesidad de que haya dependencia directa entre poemas. Ante dudas de este tipo, el criterio básico es la tradicionalidad de los versos en cuestión; en este caso me gustaría señalar que ήδυεπής es un άπαξ en Homero (no vuelve a aparecer en épica hasta los Himnos, X X I 4 y ΧΧΧΠ 2), y que en el verso 249 la unión de los conceptos μελι-αύδή (cf. μελί-γηρυς) no parece tradicional (μέλιτος γλυκίων reaparece en Σ 109, pero referido a χόλος; sin la referencia a la miel puede encontrarse un paralelo para A 249 en Teogonia 97 (= Himnos, XXV 5): γλυκερή ol από στό­ματος ρεει αύδή).

Se puede señalar por último que unos versos del corpus teognídeo (699­718) desarrollan, en forma de priamel, el valor relativo de una serie de virtudes, aduciendo un modelo mítico para cada una; como el poema análogo de Tirteo, esta composición también se refiere a la elocuencia, pero el paradigma que escoge no es Adrasto sino precisamente Néstor (w . 713­714):

ούδ' ει ψεύδεα μεν ποιοΐς ετύμοισιν όμοια, γλώσσαν εχων άγαθήν Νέστορος άντιθεου.

Sin entrar a discutir la posible dependencia de Teognis con respecto al poema de Tirteo, llamaré la atención sobre el hecho de que Adrasto y Néstor, en el contexto análogo de dos composiciones elegiacas arcaicas, funcionan como paradigmas intercambiables de elocuencia y persuasión. Esta intercambiabilidad de funciones pudo posibilitar que la figura de Adrasto ejerciese un influjo en la configuración del Néstor homérico si es que, efectivamente, la Tebaida ha sido fuente de la ¡Hada.