3. Introducción a la entrevista clínica
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Se define como entrevista clínica «todo
acto terapéutico que tiene lugar entre un
paciente y un profesional sanitario». Esto
implica que: a) cada uno de los actores tiene
definido su rol (una charla de café entre un
médico y un amigo nunca será una entre-
vista clínica, porque los roles no son los ade-
cuados); b) existe una mínima y concreta
demanda/petición del paciente (aunque los
roles estén definidos, si el paciente no quiere
nada del profesional no es una entrevista clí-
nica, aunque puede serlo pericial si hay cues-
tiones legales), y c) se realiza en un contexto
adecuado, como suele ser una consulta, y dis-
poniendo del historial clínico del enfermo
(una charla en el pasillo de un hospital, aun-
que sea frecuente, no tiene la categoría de
entrevista).
La historia de la entrevista clínica en Occiden-
te arranca con Hipócrates (Laín Entralgo, 2006)
y con sus 3 preguntas clásicas que aún ahora
son vigentes: «¿qué le ocurre?, ¿desde cuando? y
¿a qué lo atribuye?». Durante estos siglos, la entre-
vista clínica se ha ido adaptando a los diferen-
tes entornos clínicos. La especialidad de medi-
cina de familia es la que más ha desarrollado los
aspectos comunicacionales de la profesión (Bo-
rrell, 1989, 2004; Lipkin et al., 1995; Ruiz Moral,
2004), mientras que la psiquiatría ha estudiado
los aspectos más psicopatológicos (Othmer y
Othmer, 2004; Gradillas y Gradillas, 2006, Shea,
2002, McKinnon et al., 2006).
7Introducción a la entrevista clínica
introducción a la comunicación humana
Introducción
a la entrevista clínica
Aquellos que nunca han estado enfermos son incapaces de mostrar simpatía por las desgracias ajenas.
ANDRÉ GIDE. Journals
Son múltiples los tipos de entrevistas clíni-
cas y existen varias clasificaciones. En las ta-
blas 1 a 4 se resumen los principales criterios
que se emplean para su identificación.
Toda entrevista es un proceso de comuni-
cación, por lo que, según los axiomas de la
comunicación humana, se puede afirmar
que: a) en toda entrevista existen dos niveles
tipos de entrevista
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8 Habilidades de comunicación en patología psiquiátrica
de comunicación: la enfermedad o el proble-
ma (que se vehiculiza mediante el lenguaje
verbal) y la calidad de la relación humana, es
decir, qué tal nos cae el paciente y nosotros a
él (y se transmite mediante el lenguaje no
verbal), y b) la relación es complementaria:
en dependencia de en qué postura nos situe-
mos, así será la que adopte el paciente, y vice-
versa. Por ejemplo, si la postura es paternalis-
ta, obligamos al paciente a ser dependiente o
a romper la relación. Por el contrario, si nues-
tra postura está centrada en el paciente,
defendiendo su autonomía, le obligamos a
que tome responsabilidades sobre su enfer-
medad.
• Operativa: los objetivos están acordados previa-
mente (p. ej., la administración de un neurolépti-
co depot)• Diagnóstica o de escucha: la finalidad de la entre-
vista no ha sido acordada con anticipación
Tabla 1. Tipos de entrevista
según su objetivo
• Estructurada: las preguntas están absolutamente
definidas y el clínico no puede añadir, eliminar o
modificar nada. Habitualmente, las respuestas tam-
bién se encuentran estructuradas. No da opción a
la libre expresión del paciente. Se utiliza con fines de
investigación y busca maximizar la fiabilidad inter-
examinadores. Algunas de las entrevistas estandari-
zadas más conocidas son la MINI, la EPEP o el SCAN
• Semiestructurada: existen unas guías básicas en
cuanto a los apartados y contenidos que debe
tener una entrevista tipo, pero existe una amplia
libertad para que el clínico introduzca, modifique
o elimine secciones o preguntas, en dependencia
del paciente concreto. Así, se recomienda que la
entrevista en cualquier especialidad tenga cierta
estructura para no olvidar preguntas o secciones
importantes, pero que mantenga una gran flexibi-
lidad para adaptarse a cada enfermo
• Libre: no existe ninguna estructura prefijada. Las
preguntas dependen del profesional y de lo que
él considera que es útil para el paciente en ese
momento. En los casos más extremos, el entrevis-
tador podría quedarse callado toda la entrevista
(y también el enfermo). Es el típico tipo de entre-
vista que se usa en psicoanálisis, pero es excep-
cional fuera de este ámbito
Tabla 2. Tipos de entrevista clínica según la estructura
• Con un único paciente: sólo el paciente viene a
consulta; es más habitual en adultos de edades
medias y en mujeres
• Con una pareja: el paciente acude con su pareja;
es más frecuente en varones, porque la mujer
tiende a actuar como el cuidador familiar
• Con una familia: sobre todo cuando el paciente
reconocido es un niño o un anciano
• Con un paciente ausente: si el paciente no tiene
conciencia de enfermedad suelen ir los familiares
a preguntar cómo manejar la situación
Tabla 4. Tipos de entrevista clínica según los interlocutores
• Presencial: profesional y paciente se encuentran
físicamente en el mismo entorno. Es la tradicio-
nal, la más frecuente y, en general, la más satisfac-
toria para ambos
• Telefónica: si por la distancia al lugar de consulta
o por enfermedad el paciente no puede despla-
zarse al hospital o centro de salud, puede entre-
vistarse telefónicamente con el profesional. Es
menos frecuente, la calidad de la entrevista suele
ser menor y se reserva, en general, para situacio-
nes de urgencia
• Vía internet: en los últimos años se están gene-
rando consultas en las que, vía internet, el paciente
escribe o habla con el profesional. Suele emplear-
se en países de gran extensión (Estados Unidos,
Australia) para resolver el problema de la distan-
cia. En España existen algunas experiencias en
Canarias de entrevista psiquiátrica por esta vía
Tabla 3. Tipos de entrevista clínica según el medio que se utiliza
De De Las Cuevas et al., 2003.
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9Introducción a la entrevista clínica
A la hora de realizar cualquier entrevista, se
deben conocer una serie de condicionamien-
tos sociales previos. A mediados de la década
de 1950, el sociólogo de la salud Talcott Parsons
(1951) definió el concepto de «rol de enfermo».
Aunque el concepto surge en un momento his-
tórico específico, en la sociedad occidental de
la posguerra –algunos de sus presupuestos
podrían ser discutibles–, mantiene gran vigen-
cia en la actualidad. Parsons afirma que en las
sociedades occidentales ser diagnosticado de
enfermo por un médico presenta una serie de
beneficios y obligaciones (tabla 5). Como se
puede comprobar, las ideas subyacentes al rol
de enfermos se encuentran instauradas en los
profesionales. Así, nos caen mal los pacientes
que consideramos que no tienen una enferme-
dad (p. ej., somatizadores, hipocondríacos) o
que consideramos responsables de su patolo-
gía (p. ej., toxicómanos, pacientes con SIDA
contagiado por vía parenteral). También pre-
sentamos sentimientos negativos hacia los
pacientes que hiperconsultan o que no siguen
el tratamiento que se les recomienda.
sociología de la salud
Existen varios aspectos sobre la psicología
de la salud que también resultan muy valio-
sos para la entrevista clínica. Los dos más
importantes son el concepto de enfermedad,
que veremos en este capítulo, y el proceso de
consulta al médico, que se describirá en el
próximo capítulo.
El concepto de enfermedad es la idea que
tiene el paciente sobre lo que le ocurre. A
menudo, los profesionales pensamos que un
el concepto de enfermedad
Beneficios
• Se le dispensa de cualquier obligación: en las so-
ciedades desarrolladas, ser considerado enfer-
mo otorga el derecho de librarse de todas las
obligaciones que comporta la sociedad. La más
importante es el trabajo, y se puede conseguir
una dispensa temporal (baja laboral) o definitiva
(invalidez). También permite liberarse de cual-
quier otra responsabilidad social: la enfermedad
evita el servicio militar en los países en los que
es obligatorio, exime de participar en un jurado
popular o de ser presidente en una comunidad
de vecinos
• Se le libera de culpa: la enfermedad permite que
la sociedad no considere al individuo culpable o
responsable de cualquier situación (p. ej., la
enfermedad puede ser atenuante o, incluso, exi-
mente ante la comisión de un delito por grave
que sea). Además, obliga a la sociedad a cuidarle
(un ejemplo reciente en España es la Ley de
Dependencia)
Obligaciones
• Tiene que consultar a un médico: no basta con
que el individuo diga que está enfermo, tiene que
demostrarlo. En los países desarrollados, este rol
o confirmación lo otorga el médico. El hecho de
ser reconocido (o no serlo) como enfermo cons-
tituye hoy día una importante fuente de fricción
profesional-paciente
• Tiene que seguir el tratamiento recomendado: no
basta con que un paciente sea diagnosticado por
un médico para que sea un enfermo reconocido y
obtenga sus derechos. Debe seguir el tratamiento
recomendado porque, de lo contrario, se le hace
responsable a él del pronóstico negativo de la
enfermedad. Por esta razón surge el concepto de
«alta voluntaria»
Tabla 5. Beneficios y obligaciones asociados al «rol de enfermo»
De Parsons, 1951.
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paciente no posee ninguna idea específica
sobre su enfermedad, pero esto no es verdad.
La salud es un tema tan importante para el in-
dividuo que es imposible que, en cuanto apa-
rece un síntoma, no realice conjeturas sobre lo
que le ocurre. Según sus rasgos de personali-
dad, cultura general, conocimientos de medi-
cina o entorno social y familiar, desarrollará
una idea de la enfermedad que incluye diver-
sos aspectos, resumidos en la tabla 6.
Es importante conocer el concepto de en-
fermedad de un paciente. Para ello, se reco-
miendan preguntas similares a la tercera
cuestión de Hipócrates: «Usted, ¿a qué piensa
que se debe la enfermedad, a qué la atribu-
ye?». Muchos compañeros son renuentes a
realizar esta pregunta, porque piensan que el
paciente perderá su confianza en ellos y les
puede responder: «No sé, doctor, usted sabrá,
que para eso es el médico». El paciente no
pierde la confianza por ello, todo lo contra-
rio, ya que se siente escuchado. Si algún
enfermo nos hace esa pregunta podemos
responder sin problemas: «No se preocupe,
que yo le diré cómo veo la enfermedad. Pero
usted lleva ya varios meses con este tema y
seguro que se ha hecho sus ideas, y eso es lo
que me gustaría que me contase». Conocer el
concepto de enfermedad del paciente es
clave, porque si su idea es muy similar a la
nuestra, no habrá problemas de aceptación
del diagnóstico o de adherencia al tratamien-
to. Por el contrario, cuando es muy diferente,
habrá que realizar un gran esfuerzo de nego-
ciación porque si no, no aceptará el diagnós-
tico y difícilmente seguirá la terapia.
10 Habilidades de comunicación en patología psiquiátrica
• Síntomas principales: el paciente desarrolla la
idea de cuáles son los síntomas más importantes
de su enfermedad y los que le servirán al médico
para hacer el diagnóstico (aunque, realmente, no
sean los más útiles para conocer la enfermedad).
Son los síntomas que el individuo le comenta al
médico cuando éste hace la pregunta abierta del
tipo ¿qué le ocurre? o ¿en qué puedo ayudarle?
• Etiología: dependiendo del nivel cultural y de los
conocimientos de medicina de la persona, este
tema lo desarrollará más o menos. Como mínimo,
y por limitada que sea la formación del sujeto, rea-
liza un diagnóstico etiológico del órgano (p. ej.,
esto es un problema de hígado, de estómago, etc.)
• Pruebas complementarias: el paciente tiene sus
expectativas y fantasías sobre la enfermedad y
sobre qué pruebas son necesarias para confirmar
que no está enfermo. Muchas veces lo explicita
durante la entrevista, a menudo desde el princi-
pio (p. ej., «doctor, vengo a que me haga un escá-
ner o unos análisis porque…»)
• Pronóstico: el individuo posee una cierta idea de
la enfermedad respecto al pronóstico al menos
en dos niveles: a) gravedad: tiene una proyección
respecto a si la enfermedad es grave o no, depen-
diendo de su experiencia sobre el tema, y b) dura-
ción: considera si el trastorno va a durar mucho o
poco, en suma, si es agudo o crónico
• Tratamiento: de nuevo, en dependencia con sus
conocimientos médicos, la estructuración será
mayor o menor. Pero, como mínimo, el paciente
tiene una idea general de cuál es el tratamiento
que va a recibir: farmacológico, quirúrgico, reha-
bilitación, psicoterapia, etc.
Tabla 6. Componentes del concepto de enfermedad
La experimentación de síntomas somáti-
cos es un suceso muy habitual en el ser
humano. De hecho, los estudios sobre el
tema demuestran que el 75% de los adultos
sanos padecen algún tipo de dolor o males-
tar físico en el plazo de 1 semana (García
Campayo, 1999). Las causas que pueden pro-
ducir estos síntomas son tres (García Cam-
payo, 1999): 1. Los procesos fisiológicos dia-
rios, como los de respiración, digestión, cir-
culación y las modificaciones hormonales
del sistema endocrino. 2. Circunstancias que
no son enfermedad: las principales son
modificaciones en la dieta, exceso de fatiga
el proceso de búsqueda de ayuda médica
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física o infecciones víricas subclínicas pero
que producen mínimas molestias. 3. El
medio ambiente: factores ambientales como
calor o frío extremo, exceso de luz, humedad
o ruido, contaminación ambiental (humo de
tabaco, p. ej.), tormentas o cambios de clima,
etc. Es decir, la condición normal en el hom-
bre es experimentar síntomas somáticos de
forma frecuente y eso no constituye ninguna
enfermedad psiquiátrica.
Cuando una persona decide ir al médico, de
forma rápida y casi inconsciente, sigue una
serie de pasos (fig. 1) que se estructuran como
validación personal, del entorno y social.
Validación personal
El proceso se inicia cuando el individuo ex-
perimenta cualquier molestia o dolor (una per-
cepción). A partir de aquí, se comporta como
científico aficionado e intenta conocer la causa
de ese síntoma. Por ejemplo, si se levanta por la
mañana con dolor de cabeza, intenta explicar-
se a sí mismo si existe alguna causa razonable
que pueda explicarlo. Si la noche anterior ha
estado de juerga con los amigos y ha bebido
demasiado, considera que existe una causa jus-
tificada (atribución normalizadora) y olvida el
síntoma. Sin embargo, si no encuentra una
causa clara que justifique el proceso, considera
que debe estar causado por una enfermedad
(atribución patológica) e, inmediatamente,
busca una razón somática (atribución somáti-
ca) –tipo cáncer cerebral– o una causa psicoló-
gica (atribución psicológica) –como puede ser
el estrés–. Lógicamente, los rasgos de persona-
lidad del individuo, como la hipocondría o la
experiencia de enfermedad propia o en otros
familiares, modulan este proceso.
Validación del entorno
Una vez que el individuo está convencido
de que tiene una enfermedad, habitualmente
11Introducción a la entrevista clínica
Figura 1. Proceso de atribución causal
Síntomas
Se buscan las circunstancias desencadenantes
(proceso de atribución causal)
Se descarta la enfermedad
y se olvida el síntoma
(atribución normalizadora)
Sí
Se confirma la enfermedad
(atribución patológica)
No
Se busca la causa física
o psicológica
Psicológica
(atribución psicológica)
Se desarrolla el concepto
de enfermedad
Física
(atribución somática)
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12 Habilidades de comunicación en patología psiquiátrica
no acude directamente al médico, sino que lo
cuenta al entorno. Esto explica que las perso-
nas ancianas o que están solas, y que dispo-
nen de una limitada red social, acudan mucho
más frecuentemente a la consulta. La conduc-
ta es muy diferente en ambos géneros: los
hombres, con mayores dificultades para
expresar el malestar, comentan sólo a una per-
sona (como media) su enfermedad, normal-
mente, a alguien del mismo sexo, y la respues-
ta del interlocutor suele ser de escaso apoyo.
Ésta es una de las razones por las que los hom-
bres consultan mucho menos que las mujeres.
Las mujeres, por el contrario, cuentan su
enfermedad a 4 personas (como media), tam-
bién del mismo sexo. Las mujeres tienden a
apoyarse más y suelen acompañar al paciente
a la visita. Esto contribuye a que las mujeres
consulten más al médico. La respuesta del
entorno puede ser muy variable, desde nor-
malizar el síntoma («no vale la pena que vayas
al médico, esto se te irá solo»), pasando por la
automedicación («tómate este medicamento
que a mí me fue bien») o la recomendación de
usar medicinas alternativas. Por todo esto, se
calcula que sólo el 25% de los individuos que
presentan síntomas consultan al médico
(García Campayo, 1999).
Validacion social
Como se ha comentado, en las sociedades
occidentales el médico es quien sanciona el
estatus de enfermo. Algunos pacientes no van
al médico para curarse, sino para que se reco-
nozca su estatus de enfermo. Los casos más
extremos serían la simulación (en la que hay
ganancia secundaria –típicamente ocurre en
individuos carcelarios–) o el síndrome de
Munchausen (donde la ganancia es primaria,
y necesita que se le reconozca como enfermo
porque es su forma de vida). Sin llegar a este
nivel, cualquier persona puede quedar seduci-
da por las ganancias secundarias de una enfer-
medad. Ésta es una de las razones por las que
se recomienda que las bajas laborales sean
breves, menos de 6 meses, por la tendencia de
los pacientes a adaptarse a los aspectos positi-
vos de este estatus.
Durante los milenios de existencia de la rela-
ción médico-paciente, los modelos que se han
ido estableciendo en dependencia de las épo-
cas y las culturas son diferentes. No debe per-
derse de vista que la medicina no deja de ser un
epifenómeno de la cultura, algo completamen-
te modelado por ella. Así, la medicina de las
sociedades asiáticas o indígenas americanas y
el modelo médico-paciente presente en ellas
nada tienen que ver con la medicina occidental
y su modelo de relación. Los principales mode-
los de relación médico-paciente son: paternalis-
ta, técnico, de camaradería y centrado en el
paciente (Borrell, 1989).
Modelo paternalista
Históricamente, el médico era un chaman, al-
guien con poderes sobrenaturales, que podía cu-
rar enfermedades que se consideraban castigo
divino. En este contexto, la relación entre quien
poseía el conocimiento y quien era ignorante y
frecuentemente estigmatizado por la enferme-
dad tenía que ser de tipo directivo y paternalis-
ta. El enfermo no sólo no sabía de la enferme-
dad sino que ni siquiera sabía lo que le conve-
nía, y era el médico quien tenía que decidir por
él (y el paciente daba por hecho que tenía que
ser así). Éste es el modelo que, con escasas
modificaciones, ha funcionado hasta mediados
del siglo XX. Su principal inconveniente es que
infantiliza al paciente y que el médico presenta
el riesgo del «furor terapéutico» (utilizar de forma
innecesaria tratamientos, por no aceptar que
algunas enfermedades no se pueden curar).
Modelo técnico
La progresiva tecnificación de la medicina,
acompañada del proceso de secularización
modelos de relación médico-paciente
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social, ha llevado al médico a convertirse en
un técnico especialista en el cuerpo, y a que la
sociedad desarrolle la idea, casi delirante, de
que se podrá conseguir cualquier avance mé-
dico: desde la práctica desaparición de todas
las enfermedades (el éxito con las enfermeda-
des infecciosas ha llevado a esta idea), hasta el
alargamiento de la esperanza de vida hasta lí-
mites inimaginables. Este modelo, cuyo máxi-
mo exponente es Estados Unidos, se basa en
las pruebas complementarias de alta tecnolo-
gía y en un elevado gasto sanitario. Por desgra-
cia, ha calado en muchos profesionales. El
principal inconveniente es que la relación que
se establece es fría y distante, y los pacientes
son tratados como objetos.
Modelo de camaradería
En el contexto de una sociedad cambiante,
donde los derechos individuales son salvaje-
mente exigidos, con escasa preocupación
por el interés social, y donde los valores tra-
dicionales han sucumbido, los roles persona-
les y profesionales son confusos. En este con-
texto, los médicos, inseguros ante la amenaza
de la judicialización de la profesión, insatisfe-
chos por su situación laboral, y conscientes
de que el modelo paternalista no se puede
mantener, adoptan este modelo. Aunque la
relación profesional-paciente aparenta ser
buena, el mayor problema es que la utilidad
terapéutica es escasa, ya que el paciente es
quien decide el tratamiento.
Modelo centrado
en el paciente
Es el que se recomienda desde la perspecti-
va de la comunicación. No considera que lo
más importante es el médico (como el mode-
lo paternalista), ni la enfermedad (como el
modelo técnico), ni la relación (como el mode-
lo de camaradería), sino el paciente. Esto impli-
ca que no se considera la enfermedad como
un ente abstracto, sino que se contextualiza en
el paciente específico, y que se da importancia
a la relación, suficientemente asertiva, para
que el paciente no salga perjudicado.
13Introducción a la entrevista clínica
En este capítulo se han revisado los con-
ceptos básicos de lo que es la entrevista clíni-
ca y de sus diferentes tipos. También se han
contemplado las bases sociológicas del pro-
ceso de enfermar, así como los procesos psi-
cológicos que se ponen en marcha cuando
un individuo experimenta un síntoma. Por
último, se han descrito los principales mode-
los de enfermedad, enfatizando sus caracte-
rísticas e inconvenientes.
conclusiones
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