2do. Congreso Internacional de Investigación en ... · Min. de Salud y Desarrollo Social de Sgo....

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2do. Congreso Internacional de Investigación en Psicoanálisis, Derecho y Ciencias Sociales https://sites.google.com/a/fundpsicsigmundfreud.org/congreso-2009/ Ejes Temáticos: “CULPA, VIOLENCIA y PODERSu investigación e impacto en: . La clínica psicoanalítica contemporánea . Los lazos sociales y la ley: sociedad, instituciones y grupos . Las prácticas del Psicoanálisis, las Cs. Sociales y el Derecho Santiago del Estero (Argentina) 29 y 29 de Agosto de 2009 Sede: Universidad Católica de Santiago del Estero

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  • 2do. Congreso Internacional de Investigacin en Psicoanlisis,

    Derecho y Ciencias Socialeshttps://sites.google.com/a/fundpsicsigmundfreud.org/congreso-2009/

    Ejes Temticos: CULPA, VIOLENCIA y PODER

    Su investigacin e impacto en:

    . La clnica psicoanaltica contempornea . Los lazos sociales y la ley: sociedad, instituciones y grupos. Las prcticas del Psicoanlisis, las Cs. Sociales y el Derecho

    Santiago del Estero (Argentina)

    29 y 29 de Agosto de 2009Sede: Universidad Catlica de Santiago del Estero

  • Imagen de tapa: Nuestra imagen actual (Jos Alfaro Siqueiros)

    Letra ViVa, Librera y editoriaLAv. Coronel Daz 1837, (1425) Bs. As., Argentina

    [email protected]

    I.S.B.N.: 978-950-649-241-0

    Primera edicin: 2009

    Impreso en Argentina Printed in ArgentinaQueda hecho el depsito que marca la Ley 11.723

    Prohibida la reproduccin total o parcial de esta obra bajo cualquier mtodo, incluidos la reprografa, la fotocopia y el tratamiento digital, sin la previa y expresa autorizacin por escrito de los titulares del copyright.

    1 ed. Bs. As.: Letra Viva, 2009.666 p. ; 20 x 14 cm.

    ISBN 978-950-649-241-0

    1. Psiconalisis. I. TtuloCDD 150.195

  • OrganizadoresProyecto de Investigacin Prctica e Interpretacin en el Dispositivo

    Judicial. Abordaje Psicoanaltico Cdigo 26K408. Consejo de Investigaciones de la Univ. Nac. de Tucumn.

    Maestra en Psicologa de la Universidad de Fortaleza (Brasil).Laboratorio de Investigacin Nuevas Formas de Inscripcin de Objeto

    (Universidad de Fortaleza: UNIFOR) Brasil.Ctedras de la Univ. Nac. de Tucumn:

    Cont. del Psicoanlisis-Esc. Francesa, Semiosis Social (Fac. de Psicologa) Psicologa Gral. (Fac. de Artes)

    CLIO Institucin Psicoanaltica (Brasil)Fundacin Psicoanaltica Sigmund Freud de Sgo. del Estero y Tucumn

    Comit OrganizadorPresidenta: Lic. Marta Sialle de Gauna

    Presidenta Honoraria: Dra. Marta Gerez Ambertn Presidente del Comit Cientfico: Dr. Nstor Braunstein (Mxico)

    Vicepresidente (Sede Argentina): Lic. Alfredo Carol Vicepresidente (Sede Brasil): Dr. Henrique Figueiredo Carneiro

    Vicepresidenta (Sede Mxico): Mg. Nora Garca Colom Secretaria General: Lic. Gabriela Abad

    Sub-Secretarias: Licdas. Mara Soledad Arias - Mariana Roldn SuarezTesorera: Lic. Silvia Gutierrez Urbani

    Sub-Secretarias RR. II.: Licdas. Carolina Azar - Evelia Lazzarone

    Comisin Cientfica (Sgo. del Estero y Tucumn): Prof. Mara Elena Elmiger, Estela M. de Barrio y Mara Ester Jozami

    Comit Cientfico InternacionalDr. Juan Carlos Volnovich (Bs. As) Dr. Jacques Nassif (Francia)Dr. Oscar Emilio Sarrulle (Tucumn) Dra. Alicia Hartmann (Bs. As.)Prof. Elsa Hernndez (Sgo. del Estero) Dra. Luca Rossi (Bs. As.)Dra. Gilou Garca Reynoso (Bs.As.) Lic. Mario Shumacher (Costa Rica)Dr. Jorge Degano (Rosario) Dr. Daniel Koren (Francia)Dr. Alejandro Isla (Bs. As.) Dr. Adelmo Manasseri (Rosario)Dra. Ana Mara Rudge (Brasil) Dr. Gustavo Geirola (Estados Unidos)Dr. Manoel Tosta Berlinck (Brasil) Lic. Lidia Agazzi (Mxico)Dra. Eva Valet de Jensen (Sgo. del Estero) Dr. Jorge Bekerman (Bs. As.)

    Dra. Pascale Hassoun-Lestienne (Francia)

  • Comisin de Enlace Mg. Berenice Meja Iturriaga (Mxico) Dra. Junia de Vilhena (RJ y ES-Brasil) Dra. Edilene Queiroz (Recife, Pernambuco, Alagoas, Paraba y Aracaj-Brasil) Dra. Ana C. Guedes Moreira (Par y Regin Norte - Brasil) Dr. Edson L. Andr de Sou-za (RG do Sul y Regin Sur - Brasil) Lic. Thiago Costa Matos Carneiro da Cun-ha (Cear, Piau, Maranho y RG do Norte - Brasil) Lic. Laura Capacete (Bs. As.) Lic. Hilda Karlen Zbrun (Mendoza) Dra. Mercedes Miniccelli (Mar del Plata) Prof. Graciela Llarull (Mar del Plata) Lic. Andrea Jendrreyko (Jujuy) Lic. Myrna Samper (San Luis) Dra. Alba Bielsa (Santa Fe) Lic. Teresa Majek (Salta) Lic. Claudia Huergo (Crdoba) Lic. Mara E. Vera (Entre Ros) Lic. Andrea Godoy (La Pampa) Lic. Martn Iturburu (Jujuy) Lic. Bruno D. Jerez (Catamarca)

    Avales Acadmicos Facultad de Artes. Univ. Nac. de Tucumn

    Carrera de Especializacin en Infancia e Institucin(es). Fac. de Psicologa. UNMdPFac. de Humanidades, Cs. Sociales y de la Salud - Univ. Nac. de Sgo. del Estero

    Carrera de Especializacin en Psicologa Forense. Univ. Nac. de RosarioMaestra en Psicoanlisis. Univ. del Aconcagua (Mendoza)

    Escuela de Especialidades. Col. de Psiclogos de la Pcia. de Bs. As. Dist. XFac. de Cs. de la Educacin y Fac. de Cs. Polticas, Sociales y Jurdicas -

    Univ. Catlica de Sgo. del EsteroPrograma de Estudios de Posgraduacin en Psicologa Clnica -Mencin Psicoanlisis-

    Pontificia Universidad Catlica de San Pablo (Brasil)

    Auspician Asoc. Internacional Universitaria de Investigacin en Psicopatologa Fundamental (Brasil)

    Fac. de Psicologa. Univ. Nac. de RosarioFac. de Ciencias Humanas. Univ. Nac. de San Luis

    Fac. de Psicologa. Univ. Nac. de TucumnMaestra en Psicoanlisis. Univ. Kennedy (Bs. As.)

    Ctro. de Estudios en Psicologa y Legalidad. UN de RosarioComunidad Virtual RUSSELL

    Revistas: ACTUALIDAD PSICOLGICA; TOPA y AGENDA-LETRA VIVA (Bs. As.)Gobierno de la Pcia. de Sgo. del Estero: - Declarado de Inters Provincial

    Min. de Educacin de Sgo. del Estero: - Subsec. de Educacin y Dir. de Planeamiento de la EducacinMin. de Salud y Desarrollo Social de Sgo. del Estero

    Subsecretara de Cultura de Sgo. del EsteroH. Cmara de Diputados de Sgo. del Estero: - Declarado de Inters Legislativo

    Asoc. de Magistrados y Funcionarios Judiciales de Sgo. del Estero: - Declarado de Inters InstitucionalCol. de Psiclogos; Col. de Fonoaudilogos y Col. de Psicopedagogos de Sgo. del Estero

    Colegio de Psiclogos de CatamarcaInstituto de Investigacin y Capacitacin del Poder Judicial de la Pcia de. San Luis

    Colegio de Abogados de TucumnConsejo Mdico de Sgo. del Estero

    Fundacin HamburgoColegio de Mdicos de Sgo. del Estero

    Rectorado de la Universidad Nacional de Tucumn

  • NDICE

    Abad, Gabriela Alejandra 9La escena del mundo o el espectculo del mundoAbad, Luciana Mara 15Inscripcin de la Ley y Lazo Social en la Sociedad ActualAcosta, Mara Virginia - Cardozo, Valeria Carolina 21Borramiento de lo simblico, intemperie ante lo RealAlonso de la Barcena, Luis 27En el principio era el amo: retrica discursiva - entre mito y estructuraAlpern, Irene - Castro, Fernando - Alderete, Ana 37Lazos sociales y ley. un aporte desde la evaluacin con el Psicodiagnstico de RorschachAntinori, Irene Sofa - Pinus, Alberto 45La organizacin laboral como reproductora del patriarcadoApud, Vernica 51Goce, Cuerpo y Transferencia o del Goce del Cuerpo a la TransferenciaArias, Maria Soledad 59Ciudad de Dios: cdigos espectrales del sometimientoArsac, Silvia Elsa - Prez Iglesias, Sergio Fernando 67Emma Zunz (de Borges): De la cobarda moral al amor hereje ms all del PadreBarros, Daniel Francisco 73La responsabilidad subjetiva ante las nuevas demandas socialesBatista Dos Santos, Mrcia - Guimares Rodrigues, Arminda - Figueiredo Carneiro, H. 79Sofrimento psquico e biopoder na era de prisioneiros em campo abertoBielsa, Alba - Gabbi, Ana Mara 85Ni el delito es una patologia ni la pena su tratamientoBillaud, Sebastin - Sal, Mara Teresa 93Funcionamiento de los Juzgados de Familia en Santiago del EsteroBistu, Nilda 99Nietzsche y Lacan. En torno de la cuestin de la temporalidad y del actoBraga De Souza, Carla Renata - Batista Dos Santos, Mrcia Figueiredo Carneiro, H. 107Adolescncia e sua relao com a autoridade: entre o estado-limite e o estado de exceoCabral, Alberto 113Lo nuevo y lo viejo en la clnica actualCabrera, Ins Cecilia - Margara, Susana Teresa 121Tiempos actuales y padecimiento subjetivoCaminos, Mariano Danilo 127Adolescencia y transgresin Capacete, Laura 135La perversin y el incestoCrdenas, Eva 141Frida, Edith, Marilyn. En el nombre del PadreCarol, Alfredo O. 147La subjetividad: entre no creencia y excesoColin, Araceli 151Abuso sexual incestuoso a nias indgenas de Quertaro. Una mirada analtica

  • Coronel, Fernanda Eugenia 161El nio infractor. Cual es su lugar en la ley?Costa Matos Carneiro da Cunha, Thiago 167Drogadio, amor e poder: Uma proposta de intervenoDegano, Jorge 175La edad de la Pena Del Giorgio, Andrea Mara 183Alternativa a la DivinaDel Vitto, Adriana Elisabeth 189La literatura para nios en la construccin de la subjetividadDaz, Blanca Rosa - Albertus, Fernanda Elizabeth 197Articulaciones posibles entre el orden jurdico y el orden psicoanalticoDaz, Marbel de Los ngeles 201Lo Especular y sus Resquebrajamiento: Un ms all del SignificanteEchave, Mara Nieves 207El sin lugar de la violenciaElmiger, Mara Elena 211Nacer y MorirFalfani, Liliana B. 219Culpa o castigo. Responsabilizar mediante una sancin en la direccin de la curaFares, Virginia Amalia 225La Institucion Que Nos HabitaFares, Virginia Amalia 231Las representaciones del espacio vivido, espacio sufrido.Fedrizzi, Maevi Zatti 239La pasin que mata. Estudio psicoanaltico de un proceso penalFernndez, Teresa Mirta 245La subjetividad detrs del poder y la dominacinFerreyra, Marcela Fabiana - Nattero, Maria Emilia 251Violencia y su repercusin en la infanciaFigueiredo Carneiro, Henrique 257La lgica distributiva de la biopoltica y el sufrimiento psquicoGanem, Emiliana 267El sujeto adolescente y las manifestaciones de la angustiaGarcia Bercellini, Mara Albana 271Atentados contra la subjetividadGarca Colom, Nora Cecilia 279El deseo de la mujer de no ser madreGarca Colom, Nora Cecilia - Shimada Seki, Mchiko - Vargas Isla, Lilia Esther 287Las mujeres y la culpa segn el mito de los orgenesGarca Sir, Carina Beatriz 297El lugar de los celos en la infanciaGasep, Marisa 303Lazos de trama perversa: propuestos para no decir (un caso de incesto/abuso sexual infantil)Gerez Ambertn, Marta 309Variantes de la soledad y la culpa en la clnica contemporneaGodoy, Andrea - Narvez, Elizabeth 319La casa tomada

  • Gmez, Pedro A. - Conde De Boeck, Agustn - Daneri, Ana - Giori, Pablo - Mena, Mximo 329Adis a las armas. Violencia y alteridad en Gran TorinoGmez, Pedro A. - Conde De Boeck, Agustn - Daneri, Ana - Giori, Pablo - Mena, Mximo 335Violencia y crueldad en A History of violenceGomez Castaeda, Eugenia Cecilia 341Trata de personas c/fines de explotacion sexual: victimas invisibles y silenciadas. El rol del Estado y de la sociedad civilGramajo, Laura Liliana 349Encuentro-sGrande, Alfredo 353No sonras: el superyo te amaGuedes Moreira, Ana C. - De Vilhena, Junia - De Almeida Cruz, Alexandre T. - De Vilhena Novaes, Joana 359Lei para que e para quem: sobre a violncia das crianas O que elas fazem com o que fizeram com elas?Guiaz, Laura Amelia - Cuello, Mnica Emilia 367La pasin del odio y su relacin al serGutierrez Urbani, Silvia Alejandra 373Adolescencia: cautivada por el fenomeno de Internet. El por qu y los efectos que ocasiona este medio masivo de comunicacinHartmann, Alicia 379La historia de la destruccin naturalHazaki, Csar 385Juventud divino tesoroHernndez de Sanchez, Elsa Josefina 391Polticas de identidad y proceso de subjetivacin. La paternidad huidaHuergo, Claudia Susana 397Notas en torno a la Servidumbre Voluntaria. Sobre el Texto de E. de La Botie: Discurso sobre la servidumbre voluntariaImbriano, Amelia 405Sujeto, Discurso y HomicidioIturburu, Martn Ignacio 413LocumentosJaime Van Thienen, Mariana Andrea 419Nios anormales o epidemiologia neoliberal?Jaimez, Sandra Graciela Elizabeth 425El perfume: criminalidad y metfora de la leyJozami, Mara Ester 431A la Juventud deseosa de las leyesKarlen Zbrun, Hilda Teresita 439Responsabilidades en PsicoanlisisKelly, Ana Mara Valeria 445Incesto: Trama de silencios y complicidadesLazzarone, Evelia y Alcaide, Josefina 453De encuentros y amarres: Una mirada hoy sobre la institucin educativaLowenstein, Alicia 459La palabra inequvoca

  • Madas de Barrio, Estela 465El saber no poderoso hace a la responsabilidad. Una aproximacin a la problemtica cuestin del saber como intento de una subjetividad responsableMaldonado, Mara Paulina - Danielsen Lpez, Juan Sebastin 471Matar o morir. Atravesamientos de los Nombres-del-Padre en la conformacin de pandillas juvenilesManasseri, Adelmo R. 477Motivos del crimen pasional. Distancias con la emocin violentaMarangio, Estela 479Trabajo al limite: adolescentes en emergencia subjetiva. Parte I: Descripcin del dispositivo Centro de Admisin y Derivacin

    Baamonde, Paula K. - Forti, Liliana - Gmez, Silvia - Sturla, Ana Mara 485Trabajo al limite: adolescentes en emergencia subjetiva Parte II: La intervencin social

    Battistina, Karina Andrea - Castro, Alejandra - Garcs, Liliana - 491 Novara, Graciela - Urcola, Mara Cecilia Trabajo al limite: adolescentes en emergencia subjetiva. Parte III: La intervencin psicolgica

    Martnez Alvarez, Hugo Ernesto 497Aproximaciones a un concepto psicolgico de la Intimidad Medina, Celia Georgina 505Sociedad civil sin violencia?Medina, Marta Susana 511La cotidiana desmesura (o lo real en cada da)Meja Iturriaga, Anna Berenice 517La tortura. Goce, violencia y poderMeja Iturriaga, Anna Berenice 525Subjetividad y Poder en el marco de la Guerra de baja intensidadMinnicelli, Mercedes 531Infancias sin JuegoNoe de Teitelbaum, Susana - Ale, V. - Sampayo Guillaume, M. C. - Hurtado, C. 541Violencia de Genero: De la ruta crtica a la construccin de posibilidadesPasteris, Estefana 549La funcin de la ley en la estructuracin de la subjetividad. Pereira Posse, Luca Ins - Margulis, J. 557Una experiencia de formacinQuessa, Judith Abigail 563Recursos ante la ruptura del Lazo SocialRamos, Juan Leopoldo Lujn 569Eficienciera o la psicologa capitalistaReta, Mara Eugenia - Alcalde, Mara Constanza 577Encarnar la autoridadRiccombene, Norberto Salvador 581Psicoanlisis situado: Dispositivo colectivo como eje de intervenciones institucionalesRos, Mara Victoria 589Adolescencia in-pacto o adolescentes impactados?Rodriguez Yurcic, Ana Laura 595Problemticas infanto-juveniles: El sujeto puede advenir?

  • Roldn Surez, Mariana - Azar, Carolina 601De la coaccin a la creacinRomero, Maria Constanza Natividad 609Locura y Peligrosidad: Una introduccin al problemaSan Martn, Patricia 613La escritura de la memoria colectiva plural mediatizada por un dispositivo hipermedial dinmicoSarrulle, Oscar Emilio Juan 621Poder y Violencia: El delicado equilibrio de la jurisdiccinSialle de Gauna, Marta 625El sobretodo qumicoSigona, Silvia Ins 633Avatares del Sacrificio en la tramitacin de un DueloSoler, Federico Miguel 641Memorias del subsuelo: Razones y sin razones de un acto parricidaTarchini, Natalia Cruz 649Indicios ticos en sujetos del encierro?Triolo Moya, Felipa - Bower, Lorena 655El ocaso del Otro y la esclavitud epocalVega Caro, Ana Celia - Campos, Norma Ada - Mejas, Clara Alejandra - Salas, Elena del Valle 661Hacia la reconstruccin de lazos sociales: Un nuevo desafo para la escuela

  • Letra Viva, Librera y EditorialAv. Coronel Daz 1837, (1425) Bs. As., Argentina

    www.letraviva.elsigma.com

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    LA ESCENA DEL MUNDo o EL ESpECtCULo DEL MUNDo

    Abad, Gabriela Alejandra

    Filiacin Institucional:Psicoanalista. Prof. de Psicologa de la Fac. de Artes. Univ. Nac. de Tucumn.Fundacin Psicoanaltica Sigmund Freud de Tucumn. Miembro del Consejo de Administracin de la Fundacin.

    Resumen: El trabajo aborda la problemtica del hombre instituido, condenado desde all al mundo de la representacin. Prisionero del lenguaje y las imgenes solo se encuentra en tanto se representa. La escena del mundo se monta por los artificios de la cultura que hacen del mundo un lugar a imagen y semejanza del hombre y un hombre a imagen y semejanza de lo que la cultura precisa. Concluyendo con los montajes que las sociedades actuales traman y los efectos subjetivos que producen.

    La escena del mundo o el espectculo del mundo

    La vida humana en tanto vida instituida esta atravesada por las cicatrices de su poca. No es inocente la eleccin del termino cicatriz porque con l se pone de manifiesto la herida que la cultura produce en la carne humana para inscribirse. Da cuenta con esta incisin de efecto incurable que el sig-nificante origina en el cuerpo el cuerpo se vuelve espacio teatral, objeto de la representacin anclado en la palabra (Legendre: 2008.73) Palabra que des-dobla al cuerpo alienndolo de si mismo y condenndolo a vivir represen-tndose en un mundo puesto en escena. Es as que el soma queda asumido como imagen, incluso podramos profundizar diciendo: imagen instituida.

    Esta desgarradura del humano entre el cuerpo, su imagen y su nom-bre, entre el cuerpo y la psiquis, entre el cuerpo y alma o como elijamos denominarla, solo logra sutura mediante un montaje, una tramoya que la cultura arma para ligar lo inconciliable. Artificio que costura el desgarrn pero no sin dejar las marcas de la herida primitiva.

    El hombre, exiliado para siempre del mundo y de su cuerpo queda condenado al artificio de la palabra para relacionarse, este lenguaje se con-vertir en la pantalla a travs de la cual el sujeto tiene acceso a su reali-dad. Cuando se habla de realidad se hace mencin al montaje en el cual

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    cree estar viviendo. Desmaterializacin del cuerpo y del mundo que pro-duce el recurso a la palabra, al signo, a la representacin. Brecha entre las palabras y las cosas, entre el cuerpo y su imagen, entre el cuerpo y el nombre, entre el mundo y su escena, entre el significante y el significado. Enlazados por el artificio de la cultura, se hace necesario que esta ligazn responda a una legalidad, la misma que liga las palabras con las cosas y los significantes con los significados; legalidad que de cobertura a la unin. Cuando usamos la palabra cobertura es para referirnos a la garanta que supone para esta operacin el estar sujeta a una ley y tambin en tanto cubierta o velo que recubra el tajo. Legalidad que al mismo tiempo garan-tiza y vela el lazo entre el hombre y la escena del mundo o la realidad en la que cree estar inmerso, articulando lo subjetivo con lo cultural.

    Este sistema normativo se instala como el tercer elemento indispensa-ble para el ensamble, para que la vida humana sea posible, pero as tam-bin ser un lugar de poder a travs del cual los hombres y el mundo se ponen en fila y responden a los modelos que edifican los demiurgos de turnos, Sistemas que se constituyen en la pieza central que el poder ne-cesita detentar para que el lazo se mantenga firme. Pero el equilibrio es lbil y se encuentra continuamente amenazado por el efecto catablico que el poder tiene sobre la ley (Para profundizar este punto consultar La ficcin de poder de Gabrie-la Abad en Culpa Responsabilidad y Castigo III).

    La cultura arma las tramoyas, pone el mundo en palabras para que ste se torne habitable, y as como el espejo es el sitio donde el sujeto arma la ligazn entre la imagen y el cuerpo, amparado por la legalidad de la mirada aprobatoria del Otro, as la cultura tambin monta los espejos donde los sujetos se reconocen, amparados por esa mirada instituyente. De manera tal que la mirada de la cultura ubica a los sujetos en la escena del mundo, los cobija bajo su manto, como la mirada de los padres en el espejo. Pero sabemos que en ambos casos dicha afiliacin no es gratuita sino que por el contrario se fija una renta por el lugar otorgado.

    La cultura es la ficcin de un Espejo, que reflejara la verdad del mundo y que, en virtud de esta mediacin, el sujeto tributario de la cultura contem-pla a su vez esta imagen; el sujeto se apropia de esta verdad del mundo, la hace suya, se reconoce en ella (Legendre:2008.112). Por lo tanto este es-pejo que la cultura le ofrece al hombre funciona como La verdad sobre el mundo y el sujeto que necesita de esa verdad para vivir, establece con

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    ella un vnculo de creencia como condicin indispensable para habitar el mundo. Desde esta perspectiva tendremos que dilucidar cmo sopor-ta el hombre esta divisin. Por momentos cree en la escena del mundo, cree que su imagen es l mismo, pero esta creencia se realiza desde el absoluto convencimiento que se encuentra parado en un mundo de fic-cin, este pndulo entre la ilusin y la desilusin, entre la creencia en el Otro y la seguridad de que no existe, es lo que define la relacin entre lo sabido y lo in sabido, entre lo consciente y lo inconsciente. Comprende-mos de esta manera como la herida del significante es la responsable que condena la vida del hombre a la representacin y por lo tanto lo exilia de la verdad, a la que solo accede atrapada en las redes de la ficcin.

    La verdad se escabulle entre la escena y lo que Freud llam magis-tralmente la otra escena, se desliza y se esconde en la historia y los mi-tos de los pueblos, All en el arte que logra como el sueo atravesar los espejos y hundir sus races en el pantano de lo indecible, en el pantano de la cicatriz.

    Una de las preguntas que disparan este trabajo es analizar la tramoya que monta la cultura actual para inferir de all los efectos subjetivos, que producen nuevas formas de lazo entre el hombre y el mundo. Formas de la imagen del mundo que va construyndose, como plantea Legen-dre, desde los montajes publicitarios, los marketing polticos y el poder de la televisin. Discursos e imgenes que se van apoderando del espejo y ubicndose en el lugar de la verdad sobre el mundo.

    Peligroso espejismo el que produce, si tomamos en cuenta que dicho espejo funciona como el tercer termino en la ligazn entre el hombre y mundo, trmino que se ubica estructuralmente como sistema normativo que da cobertura a sta unin vital.

    La fascinacin de lo especular

    Los espejos multiplican, reproducen, fijan indefinidamente las imge-nes de la escena mundana, reafirmando identidades. Aqu radica su poder hipntico sobre los sujetos, porque genera la ficcin de contener todas las respuestas a los mltiples enigmas que pueda plantearse; con su brillo parece responder a la imposible construccin de una identidad.

    Espejismo de respuestas que lo sumergen al hombre en una realidad virtual fascinante, sobre su pulida superficie todo es brillo. All las pre-

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    guntas tienen una respuesta que va docilitando, amoldando a su reali-dad virtual. Produciendo fe en las imgenes se va conformando la fe en la propia identidad y como buena fe no necesita comprobaciones, invi-ta a la adhesin.

    Pero este mismo espejo es el que lleva la marca primitiva, la que con-den al sujeto a alienarse de si mismo y en ese punto todo espejo, ame-naza desde algn lugar al encuentro con lo siniestro.

    Invita al encuentro con los primitivos lazos identificatorios, recordan-do nuestra dependencia del semejante, manteniendo siempre presente la tencin agresiva con los congneres, porque al mismo tiempo que sostie-ne la identificacin recuerda la alteridad y la distancia de cada uno consigo mismo. Deja al descubierto la desgarradura que habita al hombre.

    El sitio del espejo invita a reparar la herida, a reconocerse en la pro-pia imagen y solucionar, de alguna manera la crisis con la identidad. Es por esta razn que quien maneja los espejos detenta el poder sobre los suje-tos y esto fue as desde el principio de los tiempos.

    El otro en el espejo

    Trampa llena de magia, el espejo es uno de los lugares ms peligrosos para los sujetos y los pueblos, cuando en este juego de hipnosis queda disyuto de una legalidad, nica garanta para esta operacin identificatoria.

    La escena del mundo no se sostiene solo desde lo imaginario, como as tampoco la ligazn entre la imagen y el cuerpo es solo un juego de es-pejo, para que esta operacin tenga eficacia tiene que estar en una conti-nua referencia al Otro de la Ley. Lacan refirindose a esto en el seminario X, retoma el momento paradigmtico en el que el nio sostenido por el adulto frente al espejo gira su mirada jubilosa a la espera que el Otro tes-tifique la identificacin, pero advierte que Si la relacin que se establece con la imagen especular es tal que el sujeto esta demasiado atrapado en la imagen para que ese movimiento sea posible, es que la relacin dual pura lo desposee de su relacin con el Otro con mayscula (Lacan: 1963:134).

    Peligros del espejo, en tanto invitacin al juego metonmico de multi-plicacin que propone, y de los la psicosis da cuenta acabadamente en los efecto de des posesin y angustia a los que puede someter.

    Los juegos de espejos no son peligrosos por s mismo, lo que los torna altamente catablicos, es cuando capturan al sujeto en su brillo y al modo

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    de narciso lo invitan a abalanzarse en el fondo del abismo. Esto se produ-ce cuando rompe amarras del sistema simblico y los hombres y los pue-blos pierden el lastre del Nombre del Padre, que ayudara a mantener el equilibrio para que la escena del mundo sea posible.

    La sociedad del espectculo

    Ahora bien, estas sociedades actuales tan bien bautizadas por De-bord como sociedades del espectculo, que producen sujetos parasitados de imgenes y vctimas de los vaivenes imaginarios que el gran escenario social ofrece, donde las imgenes son las que dominan el pensamiento y no al revs. Sociedades que van perdiendo el ancla, vctimas del arbitrio de leyes del mercado que ordenan gozar. El mandamiento del supery ha cambiado el enunciado cuando se dirige al sujeto de la postmodernidad. Ya no se le exige la resignacin de la pulsin y el relegamiento de la sensualidad sino todo lo contrario, se le ordena disfrutar, consumir, dedicarse a esos ba-jos placeres que Moiss denigraba como inferiores. Lo que era idolatra es ahora requerido como credencial de identificacin de alguien que vive segn las nuevas tablas de la Ley, que participa y obedece no a los mandamientos mosaicos sino a las leyes del mercado, esa abstraccin que ha sustituido en el mundo contemporneo al Nombre-del-Padre. La ley, hoy, es la que ordena someterse al imperio de las imgenes (Braunstein:2004.10).

    Esta llamada ley del mercado pero que por efecto de especulacin ya deja de ser una ley, porque en cierto momento esta especulacin se vuelve algo que ya no tiene nada que ver con el valor, es una forma de destruccin del valor mercado, ya no hay ningn tipo de equivalencia, y produce un efecto catico. Por lo tanto deja de funcionar como una ley de regulacin. Termina por dejar a los sujetos y a las sociedades, capturados en una especularidad, que los desposee de todo lazo con una Ley de regulacin. Roto el nexo con un sistema normativo la violencia avanza sin posibilidades de amarras.

    Referencias BibliogrficasLegendre Pierre (2008) Lo que Occidente no ve de Occidente. Bs. As.: Amorrortu.2008Lacan, Jaques (1962/63) Seminario X La angustia. Argentina. Paids2007Braunstein, Nstor A. (2006) Freud y Schoenberg. La prohibicin mosaica de la repre-sentacin y la renuncia pulsional. En PSIKEBA Revista de Psicoanlisis y Estudios Cultura-les 2006

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    IIdo. Congreso Internacional de Investigacin en Psicoanlisis, Derecho y Cs. Sociales

    Letra Viva, Librera y EditorialAv. Coronel Daz 1837, (1425) Bs. As., Argentina

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    INSCRIpCIN DE LA LEy y LAzo SoCIAL EN LA SoCIEDAD ACtUAL

    Abad, Luciana Mara

    Filiacin Institucional: Fundacin Psicoanaltica Sigmund Freud de Tucumn

    Resumen: Inscripcin de la ley y lazo social en la sociedad actual es un intento de reflexionar so-bre cmo la construccin de la subjetividad en su relacin con la ley y las formas particulares del lazo social se encuentran marcadas por las caractersticas de nuestra poca. Desde las consideraciones tericas del Psicoanlisis es que se podr interrogar la posicin del su-jeto en sus intentos por responder a la pregunta por la falta del Otro, y reconocer la incidencia que en los mismos tiene la instancia del supery. A partir de diversos interrogantes se ir definiendo el lugar del analista frente a las presentaciones clnicas actuales. Palabras Clave: Subjetividad Ley Lazo Social Supery Otro Social

    El presente trabajo intenta abordar la cuestin de la inscripcin subje-tiva de la ley y las vicisitudes que atraviesa el sujeto en su relacin con la misma. Inscripcin legal cuya funcin es delimitar el campo de lo prohibi-do, pero que no es completa ni absoluta, sino que deja un resto que es-capa a esa delimitacin. Resto vivo e interno del sujeto (supery) que se convierte en su enemigo cuando lo impele a cometer lo que queda veda-do por la legalidad del Padre.

    Desde el Psicoanlisis reconocemos al sujeto como efecto y produc-to de un sistema de legalidades, que al introducir prohibiciones (incesto y parricidio) inscribe una falta, produce una prdida de goce, poniendo un lmite a lo pulsional del sujeto. Falta, a partir de la cual har su aparicin el deseo. Este sistema de legalidades, sostenido por la Funcin Paterna, habla de la necesidad de un doble nacimiento para la existencia de un su-jeto; es decir que no basta con el nacimiento biolgico, sino que es nece-sario un segundo nacimiento en el orden de lo simblico, en el orden de las instituciones y las leyes.

    La ley simblica que se inscribe en los sujetos, cuya funcin es demar-car lo permitido de lo prohibido, pone un borde con respecto a lo que

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    se puede y no se puede hacer o decir en una sociedad, para mante-ner el lazo social con el otro. La ley permite el sostenimiento de ese lazo en tanto lo regula, perimetrando lo que queda interdicto para todos los sujetos de una sociedad. Lo que no hay que perder de vista es la diver-sidad con la que la letra de la ley se inscribe en la subjetividad. Esto es lo que aborda el Psicoanlisis, la forma en que se subjetiviza lo prohibido y los motivos que llevan a un sujeto a precipitarse en los oscuros cam-pos de lo ilcito. Campo propicio para interrogar sobre qu hace que un sujeto, aparentemente normal realice un pasaje hacia lo interdicto del crimen o la muerte? Es pertinente aclarar que la ley que se inscribe en la subjetividad no se trata de un ley divina, sino de la que surge como resul-tado de la inscripcin del significante Nombre del Padre

    Marta Gerez Ambertn plantea: La convivencia con la ley nunca es pacfica, pero es ineludible; an burlndola o repudindola es necesario discurrir por ella, exiliarse de la ley no slo deja fuera del lazo social sino tambin fuera de la casa interior donde refugiarse; sin ley el sujeto acaba desubjetivizado (Gerez Ambertn, 2004:18). Al decir es necesario dis-currir por ella se hace referencia a que la ley instituye la vida misma, la instituye en tanto vida humana, atravesada por lenguaje e inconsciente.

    Sin embargo, y a pesar de hacer posible el enlace social entre los hom-bres, podemos suponer una cierta tentacin de los sujetos a transgredir o franquear los bordes marcados por la ley, una atraccin a des-bordarse hacia lo prohibido. Es decir que la misma inscripcin de la ley genera por un lado, una deuda simblica que se paga al circular por el mundo respe-tando dicha ley; y por otro lado, est la tentacin de transgredir los lmi-tes, que hace al sujeto culpable por esa seduccin de abismarse ms all de dichos lmites. Ahora bien, debemos tener en cuenta que no podra-mos hablar de transgresin o tentacin, si el marco de la ley no existiera y no delimitara aquello que tienta. Esto se debe a que en el acto mismo de la enunciacin de la ley (del Padre), se inscribe ley y tentacin, por lo que podemos decir que en tanto no todo legisla, la legalidad es fallida. No es la ley de un Dios omnipotente, por lo tanto deja un resto sin legislar, un resto inapresable. Si la funcin del Padre est en relacin a la estructura de la falta, habr del lado de la ley, un remanente no cifrable que siempre tentar y amenazar con retornar. De ah que no exista subjetividad sin culpa, y la culpa configura parte de la constelacin de ese resto que deja

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    la inscripcin de la ley que es el supery, enemigo interno que impele al goce, a la tentacin de goce. Es importante tener en cuenta la existencia de esta instancia interna del sujeto, que configurada como enemigo, pue-de llevarlo a cometer los actos ms horrorosos, impensados para quie-nes se mantienen en los marcos de la legalidad.

    La cita mencionada anteriormente dice sin ley el sujeto acaba de-sub-jetivizado (Gerez Ambertn, 2004:18), es decir que cuando el sujeto se des-borda fuera del marco legal, queda objetivizado, pierde su condicin de humanidad otorgada por la ley, cae en un espacio donde la efectividad de lo simblico se desvanece y se puede decir o hacer cualquier cosa; la palabra, pierde su valor significante y el sujeto-objetalizado, no habla, no hace cadena significante, no dice, y slo acta.

    Retomado lo mencionado con anterioridad, vemos que desde las fallas de la ley, es que se incita al goce (superyoico), a la compulsin de repeti-cin, a volver a repetir coactivamente y con violencia el crimen primor-dial, parricidio primordial que menciona Freud en Ttem y Tab (1912), y a partir del cual surge la ley. Es decir, que en el sujeto impulsado a co-meter un crimen, no debemos olvidar la incidencia en l de la compul-sin de repeticin, que podr tomar la orientacin del acting out o el pa-saje al acto.

    En los asesinatos, crmenes violentos, abusos sexuales que escucha-mos como noticias de la vida cotidiana, hay en ellos una ruptura total de la ley donde se juega un ms all del principio del placer, donde prima el silencio pulsional que compulsa demonacamente. A nivel de la compul-sin de repeticin, los actos no son cifrados como lo son las formaciones del inconsciente, sino que algo se juega a espaldas del sujeto. El sujeto no se reconoce en eso que hizo (pues es su enemigo interno quien lo impul-s), aunque desde el Psicoanlisis se considera que, de todas maneras, el sujeto es responsable de haberlo hecho. De ah que se requiere de la san-cin penal en tanto sancin simblica, que tiene un estatuto diferente del castigo, ya que atraviesa al sujeto y le permite su responsabilizacin so-bre el acto cometido. El castigo no logra que el sujeto se responsabilice, no logra que el sujeto cese de su acto, ms bien lo potencia.

    Pasar de una impulsin, a la culpa y responsabilidad del acto en el mar-co de una sancin simblica, lleva una economa de goce; el castigo tie-ne, por el contrario, una implicancia de goce pulsional que lleva al suje-

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    to por el camino de la repeticin. Es decir que cuando la sancin no lo-gra el asentimiento subjetivo de la pena, se orienta al sujeto por los ca-minos de la reincidencia.

    Al hablar de inscripcin de la ley y las posibilidades de caer fuera de los parmetros marcados por la misma, podramos pensar que slo neur-ticos y perversos incurren en las impulsiones del acto criminal, ya que en los psicticos qued forcludo el significante de la ley del Padre, quedan-do exentos de su inscripcin. Pero esto sera incurrir en un grave error, ya que las impulsiones no son prerrogativa de ninguna estructura, pueden acontecer en cualquiera de ellas, incluyendo las psicosis. No existen suje-tos sin ley, s existen aqullos que tienen problemas con ella, que la trans-greden, que la ignoran, pero esto no implica que estn fuera de ella.

    Con sta hiptesis se logra visualizar las equivocaciones que cometen algunos juristas o agentes judiciales cuando dictaminan inimputable a un sujeto por poseer una estructura psictica, como si tal no fuera capaz de responsabilizarse y dar cuenta de su crimen. De este modo se le qui-ta al sujeto la posibilidad de enmarcarse dentro de la ley que le permiti-r ser parte del conjunto social y relacionarse con sus semejantes. Con Lacan sostenemos que la cura no puede ser otra cosa que una integracin por el sujeto de su verdadera responsabilidad y ello porque el hombre se hace reconocer por sus semejantes por los actos cuya responsabilidad asume. Esa responsabilidad que es el precio a pagar por vivir en sociedad (Gerez Am-bertn, 2004:36).

    Anteriormente se hizo referencia a que el funcionamiento de la ley simblica en los sujetos es lo que permite sostener el lazo social. En los tiempos que corren, como analistas nos compete preguntarnos cmo se inscribe la legalidad en la subjetividad de hoy, atravesada por los discur-sos del mercado y la globalizacin. Cmo aloja a los sujetos esta sociedad post-moderna, erigida como Otro Social, con los imperativos de consu-mo, eficiencia, eficacia, xito, belleza, etc. Qu lugar les otorga en su con-dicin propia de Sujetos deseantes.

    Si bien podemos reconocer que cada poca permite el surgimiento de nuevas construcciones subjetivas y por la tanto nuevas formas del lazo social de acuerdo a los significantes y discursos que circulan, como ana-lista tenemos la posibilidad y la responsabilidad de interrogarlos, cuando en nuestra prctica nos enfrentamos ante el empobrecimiento de los re-

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    AbAd, luciAnA MArA

    latos, de las ficciones, de los juegos, y nos topamos con el desencanto, el descreimiento, el desamor, la falta de proyectos a largo plazo, la indife-rencia, el aburrimiento, el vaco, la angustia. As tambin se modifican las formas de presentacin o re-presentacin de nuestros pacientes en nues-tros consultorios: Adicciones, violencia, accidentes, sacrificios, anorexia, formas de delitos cada vez ms crueles no son intentos de respuestas que el sujeto contemporneo va construyendo a la pregunta por el de-seo o goce del Otro? O podramos pensar que son respuestas que de-nuncian el desfallecimiento del Otro Social y claman por su reconstitu-cin? Respuestas en las que no podemos dejar de escuchar el malestar y padecimiento que conllevan, que condicionan el lazo social y provocan el aplastamiento del Sujeto en su condicin deseante. Cul y cmo sera el funcionamiento de la ley en estos casos?

    Donde la ley no opera como lmite y donde hecha la ley hecha la trampa se convierte en un imperativo que no es sino la versin ms ho-rrorosa del goce que remite al todo es posible. Pero si de mi lado todo es posible tambin lo es del lado del otro y del lado de todos (Gerez Ambertn, 2004: 20). Gran consecuencia la de franquear la ley, en cuanto se pierden las garantas para el lazo social, para el conjunto social todo.

    Entonces cmo se sostiene el lazo del sujeto a la ley y a sus semejantes en una sociedad donde todo es posible de mostrarse, de decirse, don-de el discurso por la equidad y la igualdad queda solo en palabras y lo que se acentan son en realidad las diferencias entre los que tienen acceso a los objetos del mercado y los que no, donde la inmediatez de las pasti-llas solucionan cualquier malestar, donde las relaciones con los otros se entablan por medios que no requieren poner el cuerpo, donde las so-luciones vienen en paquetes o combos y mandando un SMS al 2020 tens la receta de cmo conquistar el amor de tu vida. Cmo no pensar en un desfallecimiento del Otro frente a este panorama! Sera desfallecimiento de un Otro que aloje al sujeto desde el deseo y no desde el goce, pues las respuestas subjetivas sern desde ese lugar de des-borde, de exceso. Como analistas tenemos la posibilidad de interrogar el goce hasta hacer-lo avergonzar, porque la vergenza ya estara dando cuenta de algn en-lace con la sensatez de la ley.

    El Psicoanlisis y su prctica en esta sociedad deshumanizante, inten-ta rescatar al Sujeto como deseante y apuesta por la posibilidad de inte-

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    rrogar su posicin, de abrir un espacio donde circule su palabra y se la escuche.

    BibliografaGerez Ambertn, M. (Comp.). (2004). Culpa, responsabilidad y castigo en el discurso jur-dico y psicoanaltico. Vol. II. Bs As.: Letra Viva.Gaugain, M. (1987). El acting out, el pasaje al acto y la transferencia analtica. En Juan David Nasio (Comp.), En los lmites de la transferencia (p. 109-133). Bs. As.: Nueva Visin. Lacan, J. (2006). La angustia. Seminario X. Bs. As.: Paids. (1963).Freud, S. (1996). Dinmica de la transferencia. Obras Completas, tomo II. Madrid: Biblio-teca Nueva. (1912).Rabinovich, D. (1989). Una Clnica de la pulsin: las impulsiones. Bs. As.: Manantial.

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    BoRRAMIENto DE Lo SIMBLICo, INtEMpERIE ANtE Lo REAL

    Acosta, Mara Virginia - Cardozo, Valeria Carolina

    Filiacin Institucional:Estudiantes de Psicologa. Facultad de Psicologa. U.N.TFundacin Psicoanaltica Sigmund Freud de Tucumn

    Resumen: En este trabajo nos proponemos mostrar, desde el psicoanlisis freudo-lacaniano que la desubjetivacion del sujeto social y cultural; se producira por la declinacin del orden simblico; este desvanecimiento tiene como consecuencias: la violencia como sntoma social, y fenmenos como el pasaje al acto.Las instituciones de la actualidad como la familia, el Estado y dems, son parte de aquel entramado simblico sostenedor de subjetividades, sostenedor de deseos y representante de la ley.En la actualidad, la sociedad en su conjunto es sometida a un amo: el capitalismo y el consumis-mo.Se nos plantean ideales sociales imposibles de alcanzar, lo cual genera tambin este desvalimien-to e inermidad de los hombres del hoy, dando como resultado angustia y frustracin, soledad y des-osiego. La exclusin como las ms aberrantes de las violencias, que genera reclamos y desespe-racin de estos excluidos. Cuando ya las palabras no son posibles de ser, nos devenimos en actos desesperados, a veces violentos.Nos permitimos pensar en un futuro en donde ser necesario recuperar el estatuto simblico de lo ideales, la referencia simblica fundante, reconstruirnos como sujetos a la ley y de la ley.Palabras claves: Borramiento simblico- pasaje al acto - acting out - desubjetivacin

    El orden simblico como representante de la ley y sostenedor del deseo

    Tomando como referencia los aportes de Lacan, no se puede abordar lo subjetivo y lo social sin considerar sus tres registros: lo Simblico en tanto lenguaje y ley; lo Imaginario como lo que permite las formaciones sociales y lo Real que moviliza o paraliza al sujeto cuando se le presenta.

    Entendemos Lo Simblico como el entramado de discursos en donde un Otro fija los lmites, las leyes, nos instaura en un universo en el cual debemos someternos al cumplimiento de normas: de convivencia, de len-guaje, de moda. El orden Simblico sostiene la subjetividad, instaura y re-

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    gula los lazos sociales en tanto que atraviesa al sujeto, inscribe la falta y por consiguiente hace surgir un sujeto deseante y amarrado a la ley.

    Como seres sociales hemos sido incluidos en ste a travs del lengua-je: en el inicio de nuestras vidas como sujetos habitados por el lenguaje, porque como bien seala Lacan El hombre nace tan inmerso en un bao de lenguaje como inmerso en un medio llamado natural (Lacan 1988: 38); ms luego como sujetos que habitan el mundo del lenguaje, lo hablan, y lo transmiten a las siguientes generaciones.

    Las tradiciones, los mitos, las costumbres nos han sido transmitidos por las primeras instituciones como la familia, la escuela y as a medida del paso del tiempo nos hemos ido incluyendo en sistemas ms abarca-tivos y generales.

    Este orden simblico nos seala ideales tanto subjetivos individua-les como sociales. Freud en Psicologa de las masa y anlisis del yo plantea que del ideal del yo parte un importante camino para la comprensin de la vida colectiva. ste ideal tiene adems de su parte individual, su parte social. Es tambin el ideal comn de una familia, de una clase social, o de una nacin. Cada individuo forma parte de varios grupos, se halla ligado des-de varios lados por identificacin y ha construido su ideal del yo segn los mo-delos ms diversos (1920:2575).

    Los ideales fundacionales de una sociedad, aquellos que dan razn de ser a la vida social, hablan de una inscripcin simblica de la comunidad, inscripcin llamada por Legendre (1985:130) Referencia Absoluta, Ra-zn para vivir y deben sostenerse y actualizarse. Ante todo mantenerse vigentes en el discurso del Otro social y legal.

    Borramiento simblico: intemperie ante lo real

    Manonni, en El nio y su enfermedad postula que el sntoma surge por la falta de palabra verdadera, el sujeto percibe una {falla-farsa} o una men-tira en el discurso del Otro que le genera angustia, incredibilidad. As, la falta de la palabra verdadera y la declinacin de ese simblico que cada vez nos sostiene menos, nos deja a merced de lo real, de la angustia. El sntoma revela una verdad que an puede expresarse. Pero cuando ya no hay no sntomas porque con el borramiento simblico disminuyen las for-maciones del inconsciente y aparece lo real desenmascarado en el pasa-je al acto o en el acting out.

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    AcostA, MArA VirGiniA - cArdozo, VAleriA cArolinA

    En la actualidad el sujeto pilotea una desolacin del sentido: algo se desgasta con relacin a la ley y por ende al lenguaje que habita al suje-to () Fracaso del discurso ah donde se torna estril, plano, yermo, va-co, impulsado solo por fuerza de una costumbre que lo hace insignifi-cante tanto a l como a la trama del mundo que entreteje (Gerez Am-bertn 2002:2).

    Atravesamos momentos de quiebre, de fragmentacin, de enfren-tamiento de intereses individuales y colectivos, de falta de confianza en la palabra, por ende, en la ley, que sostienen el contrato social. Ya que el lazo social con el otro, semejante, se basa en el pacto y en la confian-za en la palabra del Otro Fundador, Referente. Cuando ese lazo de refe-rencia, de credibilidad, se rompe, deja a los sujetos en un estado de des-proteccin.

    En estas condiciones de borramiento simblico el deseo, la lengua y las normas casi han desaparecido de nuestra subjetividad. En la actualidad la caracterstica predominante del lazo social es el desconcierto, el senti-miento de desolacin y confusin efectos del mercado capitalista-global que gobierna, por no decir, anula nuestro deseo, ofreciendo objetos de goce: llame ya, ser: goce ya; con un empuje superyoico al goce-con-sumo, en una sociedad adicta al mercado. Como menciona Gerez Am-bertn La problemtica del goce se encuentra en el eje deseo- ley a travs de los desfiladeros del deseo el sujeto se escabulle en la demanda, lo cual ya aminora...el talante intrusivo del mandato(2007:184), pero en casos en donde no se tienen los recursos simblicos se produce una inde-fensin, una inermidad en donde es imposible tramitar los mandatos su-peryoicos. Agrega esta autora que, cuando no podemos recurrir a la ley, nos encontramos: carente de apelacin queda a merced del imperativo y recibe pasivamente la intromisin de voces parasitarias (2007:185), son los mandatos superyoicos.

    La palabra ha perdido valor dejando su lugar a una prevalencia de la relacin con las imgenes, con los objetos... para gozar, entendemos el goce desde la concepcin freudolacaniana de aquella in-satisfaccin que se encuentra ms all del Principio de placer, aquello que en la creencia de ser bueno, de comportar el bien, en realidad es daino para quien ex-cede el limite, de all al ms all.

    El incumplimiento de los ideales socialmente propuestos se deja en

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    libertad un monto elevado de angustia. En nuestra cotidianeidad, los des-bordes, los asesinatos, la locura, los suicidios, etc., revelan un momento de quiebre, de fractura en la estructura subjetiva y social, un des-sujeta-miento simblico que nos deja a la deriva de lo real, para decirlo en refe-rencia a los tres registros de Lacan.

    Entre las consecuencias de lo expuesto podemos mencionar la violencia como sntoma social y fenmenos que muestran que el recurso a la pala-bra y la metfora del sntoma fracasaron, son manifestaciones que mues-tran en acto aquello que no pueden representarse por va de palabras.

    J. Lacan, en el Seminario X (1962-63), La angustia, ha propuesto una conceptualizacin diferenciada entre el acto, el pasaje al acto y el ac-ting-out.

    El acto es definido por un hecho, una accin y un estado del ser; y el pasaje al acto, como, el acting out acto fuera marcan algo fuera de la palabra y puesto en accin.

    El acting-out es una conducta sostenida por un sujeto y que se da a descifrar al Otro a quien se dirige. Es una transferencia salvaje (Lacan) el sntoma, puede ser interpretable, surge como manifestacin del in-consciente, en contrario del acting. El acting-out da a or a Otro, que se ha vuelto sordo. Es un llamado desesperado a aquel Otro que ya no nos incluye en su deseo, a quien ya no nos sostiene. Es un pedido encarniza-do de pedir al Otro que nos mire.

    El pasaje al acto dice Lacan es un intento de garantizar el deseo del Otro, va dirigido a un Otro absoluto, a quien parece que- no le falta nada, es hacerse objeto de la mirada del Otro.

    A modo de conclusin

    Sabemos que hemos atravesado y que an atravesamos momentos de quiebre, fragmentacin, de confrontacin de intereses individuales y co-lectivos, pero debemos revelar el quiebre, desmitificar el sntoma de la violencia. Algo nuevo es posible y no todo est perdido.

    Debemos recuperar el estatuto simblico de lo ideales que vuelvan a invitarnos a un proyecto, debe prevalecer el espritu de la ley, la refe-rencia fundante, construir un marco en donde se vaya logrando la eleva-cin progresiva de cada uno de nosotros como sujetos a la ley y de la ley, a decir de Legendre: al evocar lo jurdico, me mantengo a distancia de

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    AcostA, MArA VirGiniA - cArdozo, VAleriA cArolinA

    los discursos del servilismo que reprimen el derecho y tratan de colocar-lo, en nombre de los criterios cambiantes de la efficiency, entre los sim-ples parmetros que la gestin ultramoderna tendra que tener en cuen-ta.(...) necesitan teoras a modo de celebraciones sociales o para rem-plazar las palabras muertas.

    Constituir al otro como prjimo, ligarlo a nosotros y entenderlo como ser diferente. Respetarlo y pedir su respeto, abrir camino para impli-carnos en el camino de la vida. Debemos recurrir al derecho y elegir la vida institucionalizada del sujeto en el entramado social para poder asig-narle ms su importancia a la culpa, efecto de la humanizacin, como anu-damiento del sujeto a la ley. La culpa, como efecto de humanizacin es el ombligo de la subjetividad, como nodal en la estructura subjetiva.

    Entonces, se planteara que la sociedad vuelva a sujetarnos a partir de un marco simblico, nos de un lugar en su deseo y no nos deje a la intemperie de lo real.

    Debemos, entonces, recuperar un ideal-legal-compartido; aquel que nos permita, como sujetos responsables, elevarnos haca abstracciones como la ciencia, la cultura, el conocimiento, el establecimiento de la-zos sociales verdaderos y a largo plazo, sin perder la base en donde nos asentamos: un marco simblico consistente y sostenedor o asujetador, que nos amarre.

    As nuestra respuesta, la institucionalidad de la ley, la imbricacin de los discursos jurdicos en el hoy, es indispensable la intervencin de la ley en el surgimiento de la vida humana, en tanto sta es vida institucionalizada, instituida desde la funcin paterna o sus equivalentes: Mara Elena Elmiger (2005:72). Es indispensable la ley, el montaje normativo o funcin dog-mtica. Ninguna sociedad humana podra prescindir de poner en orden a sus sujetos () no se puede borrar una exigencia: la existencia de un marco de legalidad que garantice la conservacin de la especie de acuerdo con las obli-gaciones insuperables de la diferenciacin humana (Legendre.1985:11)

    Necesitamos que nuestro aparato jurdico, sancione leyes que nos permitan circular en el entramado simblico y social para poder respon-sabilizarnos, ubicar nuestra culpa simblica en nuestra subjetividad. Po-der responder por nuestros actos. Somos responsables... en tanto soste-nemos un pacto con la ley.

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    Referencias Bibliogrficas Elmiger, Mara Elena: El sujeto efecto de la ley 2005 en Culpa, Responsabilidad y Castigo en el discurso jurdico y psicoanaltico. Vol I. Bs. As.: Letra VivaFreud, Sigmund: Psicologa de las masas y anlisis de yo 1920-1921. Obras completas, tomo III; Biblioteca nueva. Editorial El Ateneo.Gerez Ambertn, Marta: El Super yo y la clnica diferencial: neurosis y psicosis 2007 Las voces del Super yo. Bs. As.: Letra Viva. Gerez Ambertn, Marta: Imperativos del super yo. Bs.As. Lugar Editorial.Lacan, Jaques: Seminarios: X La angustia. 1962-1963.Lacan, Jaques: Seminario XI Los cuatro conceptos fundamentales en Psicoanlisis. El su-jeto y el otro: la alienacin.1964Manonni, Maud: El nio y su enfermedad y los otros 1982. Psicologa infantil. Bs. as.: Nueva Visin.

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    EN EL pRINCIpIo ERA EL AMo: REtRICA DIS-CURSIvA - ENtRE MIto y EStRUCtURA

    Alonso de la Barcena, Luis

    Filiacin Institucional:Mdico.

    Resumen: En un principio era el amo. Retrica discursiva-entre mito y estructu-ra. Introduccin: Los discursos nos indican la direccin hacia una retrica mtica o una reconduccin a los efectos de estructura. 1) La soberana y el vaco central: A travs del anlisis del concepto de autoridad en la Grecia arcaica (anax-Basileus) llegamos a constatar un lugar (social, poltico, epistemolgico) vaci para el rey.2) Poder-comprender: doble(z) de tiempo: En los mitos cosmognicos se rastrea la coposicionalidad del orden y del caos. En la idea de Arkh la ambivalencia entre mando e inicio. 3) Re-versin del vaco: la soberana desnuda: La cultura de la ver-genza genera un phthonos (recelo) entre los dioses y los hombres que produce una protoculpa. 4) Concluir: vaci de giro. En-torno o en dos? El amo con el analista: Los discursos como forma topolgica estructural de mover la autoridad. La re-lacin entre el padre (del nombre propio) y la del amo es la mas lejana.Nombres griegos: Anax: rey // Basileus: soberano autoridad // Agn: fuerza, lu-cha. Arkh: mando, inicio // Phthonos: celos // Ate, hibrys: desmesuraTych: destino, fatalidad // Daimon: potencia, influjo, seduccin // Metis: astucia. Lgica de los discursos: Discurso del amo, de la universidad, del capitalista, de la histrica, del analista. Estructura topolgica basada en la teora matemtica de los grupos (simetra de los cuadrpodos). Vector de la impotencia, vector de la im-posibilidad, trminos mviles, lugares fijos.

    pero el responsable no es quien demuestra, es quien sostiene el asalto: porque al destruir el discurso, sostiene un discurso. Aristteles

    1) En el instante del origen: ver los griegos. La soberana y el vaco central

    Hay que sealar algo importante que en los textos de Vernant sobre la soberana en la Grecia antigua (1) se insiste y tiene una caracterstica cua-si-metonmica. El rey es un lugar que va vacindose y sus funciones se van delegando como en un movimiento de traslaciones. La Basileia (no-bleza, autoridad) se va relegando a un sector cada vez ms religioso, des-

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    IIdo. Congreso Internacional de Investigacin en Psicoanlisis, Derecho y Cs. Sociales

    pojndose de otras funciones, por ejemplo militares, para garantizar una representacin de las distintas clases incipientes pero que lo va convir-tiendo en un sustrado que no pertenece ya a ninguna. Esta proteccin del lugar del rey, que no es solo el aislamiento archival del anax (el con-cepto de rey de la edad de bronce), tendr consecuencias determinantes para la constitucin de un orden heterogneo(2).

    Esto es un orden que surge del conflicto, pero no se sabe cmo sucede esto. No se lo puede seguir punto por punto en su emergencia porque el conflicto es de estructura, integrando elementos heterogneos de partes mirai- separadas, de clases que se excluyen pero cuya mezcla debe realizarse (3).

    Conflicto que como el agn, combate codificado y reglamentado en las carreras de los juegos se ir convirtiendo en justa oratoria y el agn derivar en gora (lugar del debate). Toda eris (conflicto) por mas asim-trica que sea supone relaciones de igualdad y Vernant hace corresponder esta mezcla entre lo igual y lo desigual a la mutacin espacial de lo que despus devendr como la polis.

    Antes en el medio estaba el palacio, ahora esta ese vaco central (es to meson) que se simbolizar de manera mas precisa en las asambleas y el Pnyx, pero para lo cual hubo que atravesar la ruina que el palacio dej en el centro. El palacio, como el rey, era protegido con su muralla crptica y ahora como por un movimiento topolgico de burbuja, el centro que-da vaciado (templos religiosos como la Acrpolis) y la muralla por fuera, como frontera de la ciudad-estado.

    A nuestra primera pregunta sobre qu es la soberana, el itinerario nos llevo de un anax (rey) a un despotes (jefe y amo); de un rey agricultor y encriptado, a un rey pastor y belicoso. Ac se podra hacer una referen-cia a la domesticacin del caballo como evento econmico-mtico de esta etapa que Vernant llama pastoreo de pueblos. Homero recoge de una an-tiqusima tradicin oral en un estilo formulista la siguiente sentencia: Tro-ya, rica en caballos. El dominio de la tcnica del carro con caballos (que despus se hizo tan celebre por las carreras en los juegos) determin el dominio blico. La prehistoria del dios Poseidn muestra que antes de rei-nar sobre el mar, un Poseidn equino (Hippos) asociaba el caballo a todo un complejo mtico: caballo-aguas subterrneas, mundo infernal, fecundidad, huracn, nube, tempestad(4). El caballo con la fuerza de mares y vientos,

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    Alonso de lA bArcenA, luis

    abra, des-bocado el centro vaco del huracn: Kaos (bostezo, segn la in-terpretacin de Kirk) (5) donde pueda reordenarse el poder (de) el tiempo.

    Abertura donde se puede depositar el poder despojarlo del mis-terio, arrancarlo del secreto, lugar del conflicto de la politea donde se puede imaginar, rehacer(6).

    2) poder-comprender: Doble(z) de tiempo

    Referimos arriba que una de las cuestiones esenciales que instala el mito en su decir-efectivo, en su proceso-resultado narrativo era el sur-gimiento de un orden, como se dir en la Odisea de firmes lazos para domar lo suelto de un discurrir, de un discurso en torbellino-bi-, vio-lento de un vigor vital y brutal, como lo grafica el Hippos mtico.

    Los mitos cosmognicos, dice Vernant, evocan el cosmos surgir del caos al hacerse naturaleza, naturalizar aspectos de los dioses; que como envueltos en s mismos, en capullo, comidos en sus vstagos-vestigios como Crono con sus hijos o Zeus con Metis, abren dispersando los ele-mentos que si bien han salido de la bruma divina, conservan aspectos de los dioses individuales siendo potencias activas y animadas.

    Estas oscilaciones dan lugar a un juego de permutaciones que se trans-parentan como palimpsesto cuyo mejor ejemplo son las cosmogonas de Hesiodo y Anaximandro. La generacin sexual, el huevo csmico, el phoios (membrana embrional), el rbol csmico son los personajes-ele-mentos de una narracin que ordena un protoorigen de los astros como resultado del desgarramiento de la cscara de fuego enfriada que permu-ta en corteza de rbol, que se rodea de crculos gneos, que son mem-branas embrionales, etc. (7).

    Entonces el mito no se pregunta solamente cmo del caos ha surgido el mundo ordenado, tal vez esto sea lo impensable, sino que responde a la siguiente pregunta: quin ha conseguido reinar, mandar? Y la respuesta no es mera ficcin narrativa sino de localizacin epistmica-estructural. El mito en su discurrir logra una distincin-distancia entre lo que es pri-mero desde el punto de vista temporal y lo que es primero desde el pun-to de vista del poder, el mito se constituye en esa distancia que es el ob-jeto mismo de su relato, su contenido y su proceso.

    La palabra arkh en su forma proteica remite al mando (decisin y en-

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    vo, orden y comando) en una indistinta designacin de la serie temporal y la jerarqua (poltica, social).

    Es como si estuviramos en los albores de una lgica (en el sentido de estructura organizada) temporal o de un tiempo lgico que sabe que en-tre lo conjunto y lo disyunto, entre la proposicin y el modo hay una es-cansin vacilante. Se abre esa frontera que el mito atraviesa ensanchando e invaginandola: apeiron, como dice Anaximandro -sin frontera- que go-bierna porque esparce en-torno (periekhein). Un tiempo novedoso y an-tiguo, inmemorial e inolvidable que como lo seala Vernant tiene su re-sonancia espacial en la organizacin del lugar social no solo como geo-metra sino como funcin (8).

    Esto queda especificado con el mito de Prometeo que varias veces se funde con el de Kronos. Prometeo tiene el don de la astucia (metis) y su principal caracterstica es la previsin, mientras que Epimeteo, especie de doble suyo, es el que acepta a Pandora el presente venenoso (phar-makon). Lo epimeteico es lo que se comprende demasiado tarde y gol-pea de manera inesperada, sin previsin, porque de alguna manera ya est ah. Por eso lo que trae la diosa femenina Pandora es un Kaln kakn, un hermoso mal que es la puerta abierta por Epimeteo.

    En esta mmesis, en esta estructura coordinada, o cohomloga (como la llaman algunos matemticos) no hay dos opuestos sobre un campo neu-tral, especie de sustrato aristotlico. La dualidad es de estructura, de opo-sicin conjunta y no posicional. Lo que estaba ya ah epimetecamente era la duplicacin de lugar y lo que tiene lugar.

    Vernant hace all un avance casi lacaniano: no hay Prometeo sin Epime-teo, como no hay hombre sin mujer(9), el doble es disyunto en su com-po-sicin. La verdad de la espera prometica es lo inesperado, opuestos abso-lutos o mejor ab-sueltos y deslocalizados como en Herclito:en el mito se parte de un cierto numero de personajes situados en una posicin definida y, al final del relato todo cambia(10) sin saberse de localizaciones o de sentido.

    3) Re-versin del vaco la soberana desnuda

    Dice E. R. Dodds en su ya clsico libro Los griegos y lo irracio-nal: En una cultura de la vergenza, los dioses como los hombres, sien-ten prontamente un mutuo menosprecio (11). Aadir a esto J. P. Ver-

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    nant que las culturas de la vergenza son esas sociedades donde so-mos esencialmente lo que los otros ven y piensan de nosotros(12).

    Esto se relaciona con esa capacidad que los griegos le atribuan de mane-ra eminente a los navegantes pero que despus se hizo extensivo al dominio de diversas tcnicas, es el don de la metis (astucia) que si bien al principio estaba vinculada a la magia termin derivando en una habilidad para enga-ar al otro. El mas eminente navegante de la pica griega fue Ulises a quien Atenea protega dotndolo de metis para resolver problemas. Homero rela-ta en su encuentro con el cclope cmo la diosa lo vuelve inasible, invisible.

    En correspondencia con la indagacin sobre esas culturas de la ver-genza antes sealadas es interesante tomar un juego de palabras que se realiza en la Odisea componiendo outis (nadie) con me-tis como dos for-mas alternativas de la negacin; como una especie de ocultamiento de la astucia (que es a su vez un ocultamiento), un velo duplicado.

    Proceso que en el momento culminante del gesto astuto prestigitador, hbil tunante es Ulises, ste mismo es el que desaparece en su identidad. Algo como: Te digo que soy Ulises para que creas que no lo soy, as poder serlo. A esto lo llev su viaje de navegante a la frontera del mundo.

    Pero el viaje no es solo de ida sino tambin de retorno y as como una identidad astuta se oculta en lo que aparece, una reversin de la diosa produce un aparecido en su opacidad desfigurada, por momentos de una desnudez repugnante como el cadver de Hctor que en lugar de ser arrastrado por caballos, se arrastra l mismo como un mendigo.

    Los griegos haban concebido en este proceso de dislocacin de la soberana que venimos describiendo, una especie de reverberacin en eco, una especie de evocacin provocativa de lo que llamaron el phthonos (envidia) de los dioses.

    Los hombres saban que era peligroso ser feliz, dice Dodds (13) , porque esto de algn modo le perteneca a los dioses y estos lo tomaran genern-dole una tych, un tiempo cerrado en su moira donde el castigo (divino) es el crimen en s de hybris (falta de mensura, desvergenza) que contamina como una infeccin las generaciones futuras. Tan frgil y expuesta era en su cultura de vergenza la vida de los hombres para los griegos (14).

    El comportamiento desmesurado e irracional era descrito como Ate, que significa ruina, pero sobrenatural y a veces arbitrariamente determi-nada. Por eso el nexo causal entre crimen y castigo se rompa. La desme-sura, potencia mas all de cualquier ser individual, ya era un castigo.

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    Estas potencias de destino, de fatalidad producan un temor de Dios. Theouds es un trmino que se podra traducir as, cuyo equivalente en prosa es deisdamon. La palabra demonio procede de este cuidado que implica siempre la posibilidad de engao, de seduccin. El daimon es en-tonces la seduccin de la Tych.

    Estamos en el umbral de lo que Dodds llama el sentimiento arcaico de culpabilidad, como si la vergenza, ese pasearse entre accin y pasin (Agamben) se deslizara hacia la culpa que concentra como en un pun-to focal cosa que nunca sucedi del todo en el universo griego-religin, moral y poltica.

    La hybris de Kronos como lo referimos de pasada en la seccin 2), por-ta la doble caracterstica de apertura-cierre de un tiempo todava en ca-pullo generando esa doble fagocitosis utrica repicada entre Urano-Gaia, Crono-hijos y Zeus-metis como una circularidad implotada (de im-potencia) antes de abrir ese huevo mtico (Hesodo). El residuo de esta peripecia hesiodica como sabemos ser la emasculacin generativa de Afrodita, la diosa del amor.

    Convendra sealar en sintona con la descripcin de la crisis de cul-tura en la Grecia arcaica que este mito aporta un rasgo de metamorfo-sis a la idea de soberana en curso: la impotencia del soberano con lo lti-mo que se queda es con la inaccin. Prefiere el giro en torno, en vaco; la accin sustituta donde desahogar la presin de ese tiempo aun cerrado. No hay cosa mas temible que el amo que empieza a perder su autoridad retrado en la vergenza. Retorma desde el exterior en opresiones de-monacas como lo muestra la tragedia Esquilo y de Sfocles.

    4) Concluir: vaco de giro. En-torno o en dos? El amo con el analista

    Estamos en un lugar del recorrido donde ese proceso de tiempo y prin-cipio (lgico, genealgico) que es el mito nos dej a las puertas del efecto, si no el ms inesperado, uno de los ms consistentes del lugar mtico del amo.

    Vamos a intentar rastrear, desde un punto de vista estructural mas que expositivo, esta ltima deslocalizacon de la soberana que son los discur-sos tal y como los desarroll Lacan.

    En los ltimos seminarios, Lacan cambi el trmino mvil agente por el de semblante. El lugar del semblante est en una relacin de frontera entre lo simblico y lo real (15). En francs semblante juega con las homo-

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    fonas ambler (portar, transladar) embler (golpe repentino)(16) y sens blanc (sentido en blanco, eventualmente sin sentido).

    El agente en semblante (no solo poniendo en movimiento, sino des-localizando) entra en relacin con otro a la manera del que dice (habla) frente al que trabaja (opera, se ocupa de). Hay algo que no acuerda ah y comienza a tratar de saberse. El saber ya es un precio que se paga por es-tar en otro lado, el otro lado del goce diramos, y que se paga con un mas que es menos (plus) pero que termina siendo nada (plusvala).

    As deviene el amo antiguo en amo moderno-el mercado, el capital- que pro-duce la homogeneizacin del saber, ordena el goce y lo vuelve rebuscado, perverso. El malestar en la civilizacin es un plus de gozar obtenido por la renuncia al goce (17).

    Los discursos son translaciones que deben todo a su contexto. Estn trabajando siempre como en una relacin de la letra como algoritmo so-bre el conjunto de todas las permutaciones, es decir los propios discur-sos (amo, universidad, etc.) como totalidad abierta.

    Cada discurso entraa la posibilidad de un cambio de discurso. El sen-tido de un discurso no se obtiene sino del otro y solo en su pasar(se) pue-de comprenderse, es decir como efecto en el otro y el discurso analtico es el que particularmente emerge en ese pasar.

    En el saber del psicoanalista Lacan dice: Histricamente, el discurso del amo es el primero, pero el aislamiento de los cuatro resulta de la emer-gencia del que llego en ultimo lugar, el discurso del analista.

    Es interesante confrontar esto con lo expuesto en la seccin 3) donde se comenta el arkh como momento de inicio secuencial en el tiempo y como poder de mando jerrquico, cambio dimensional frente, y a un cam-bio secuencial. Como en el tiempo lgico, el primer agujero que escande est en un eje; el del tiempo de comprender al tratar de hacer un pensa-miento adecuado (corte sincrnico). El segundo agujero en el otro eje, es el momento de concluir en la certidumbre anticipada (corte diacrnico).

    Estos juegos vectoriales son tributarios del estudio de Lacan sobre la teora matemtica de los grupos donde se tematisa la simetra como el modo de transformar un objeto de forma que ste conserve su estructura. Por ejemplo si queremos mover la figura de un cuadrado dentro del dibujo de su perfil, ciertas rotaciones dejarn aristas afuera pero otras no. Estas son sus simetras. El cuadrado tiene ocho y en los tres ejes ortogonales.

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    Ahora que expusimos como una forma general de los discursos po-demos aproximarnos a sus particularidades.

    Recordemos cuando hablbamos en la seccin 2) del juego de trans-laciones y sustituciones entre el anax y el basileus. Hay un lugar de sobe-rana que comienza a reservarse, delegando otros.

    El amo corre peligro de muerte, dice Lacan, aunque su sustraccin sea de al-gn modo tambin una muerte, que se la evaluara como renuncia al goce. El que ocupa ese lugar y trabaja (circula, enlaza) para l es el esclavo. Se compone con el amo (S1- S1). Quiere hacer que eso ande pero algo imposible ya sucedi, aparece el saber (S1S1) S1) S1) S2) como medio sustituto de goce (18). El lazo se disconti-nu, salt y el amo recupera una brizna de goce en el (co) mando del esclavo.

    Estos son los impases de los discursos que tienen como plataforma de giro al amo. Podramos decir, con la salvedad que lo multidimencional de la estructura exige, que hay una suerte de bifidez desde esa posicin.

    El discurso capitalista, lo habamos anticipado de algn modo, es una especie de torcin del discurso del amo que invierte los trminos y los lu-gares saltando la promocin de la imposibilidad no hay nada imposible para el capital, lo que hizo fue mas bien cerrar el circuito de la impotencia.

    El dibujo de la torsin se parece al nudo de trbol, sin hiancia en su ince-sante continuidad (una expresin topolgica de Freud que podra convenirle seria proyectado hacia afuera). Se vuelve el punto de partida y retorno (re)volucionario despus de haber recorrido todos los lugares. Las dimensiones vectoriales de lazo y corte estn aplanadas, son un puro exterior. Es un dis-curso de Verwerfung, de rechazo. De qu? De la castracin dir Lacan (19).

    Ya no hay medio-decir de la verdad, su-posicines el puro desenga-o, la pura certeza que fabrica maquinal y denodadamente desechos.

    Efecto de topologa: si seguimos el discurso capitalista desde S2 tene-mos el discurso universitario, donde el saber en lugar de amo hace traba-jar el resto inapropiable para totalizarse en saber absoluto.

    Construido de otro modo, el universitario es el giro reverso desde la po-sicin del amo, y a diferencia de los otros es como si dejara inoperativo (pero imperante) el amo en una extrema desnudez (20). En lugar de restos produ-ce enseantes homogeneizantes, en ese sentido es un giro revoluciona-rio en-torno que vuelve al mismo lugar (21) y que progresivamente va conso-lidando la desnudez que opaca al amo en un retraimiento exteriorizado (22).

    Claro que hay otro destino discursivo desde ese punto de giro del

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    amo. En el discurso histrico donde el amo es aquel del que se espera producir un saber para la histrica. Puesto en el (pasivo) lugar del escla-vo (posicionado por los sntomas, las divisiones inconsistentes) para pro-ducir saber, no logra que la mujer sea causa de su deseo.

    Ahora vemos la riqueza y diversidad topolgica de esta estructura for-malizada por Lacan. Si nos conducimos en alguna direccin podemos caer en la coalescencia, pero las direcciones no son nicas. Es la misma hiancia del intervalo entre los significantes lo que hace obra y produce la dehis-cencia (como la de krono y uranos) que lleva al discurso del analista: en lugar de giro en-torno hace un giro en-dos (cuartos de vuelta).

    La verdad del amo era la divisin del sujeto que llevaba a la ciencia, la de la histeria es la nada-a-(rien) del deseo, la del universitario y peor an capitalista es el amo impotente e imperativo y la del analista suponerle sujeto al saber, verdadero lugar de la verdad a medias.

    Entre S1 y S2 hay solo hiato. Los anillos son de dos en dos y no hacen cadena sino con un cuarto: un nombre que deje a lo real en su lugar.

    Hay tres tareas imposibles dijo Freud: gobernar, educar, analizar el cuarto siempre estuvo all, girando. Aunque no parece en absoluto que vea claramente como salir de esto. Quisiera que se den cuenta de que un punto esencial del sistema es la produccin-la produccin de vergenza. Esto pue-de traducirse-es el impudor. Por esta razn, tal vez no seria un mal procedi-miento no ir en esa direccin.(23)

    Notas(1) Seguiremos particularmente J. P. Vernant. Los orgenes del pensamiento griego. Bs. As. 2008 Paids y Atravesar fronteras Bs. As. 2008 FCE. .(2) Cf. Infra seccin 4.(3) J. P. Vernant. Los orgenes de pensamiento griego. Pg. 57. (4) Ibid Pg. 29(5) G. S. Kirk y J. E. Raven. Los filsofos presocrticos. Pg. 47. Madrid 1981 Gredos. (6) J. P. Vernant. Atravesar fronteras. Pg. 145. Bs. As. 2008 FCE. (7) J. P. Vernant. Los orgenes de pensamiento griego. Pg. 119. (8) Ibid Pg. 127(9) J. P. Vernant. Atravesar fronteras. Pg. 117. Bs. As. 2008 FCE(10) Ibid Pg. 107(11) E. R. Dodds. Los griegos y lo irracional. Pg. 43. Madrid 1980. Alianza(12) J. P. Vernant. Atravesar fronteras. Pg. 88. Bs. As. 2008 FCE. (13) E. R. Dodds. Los griegos y lo irracional. Pg. 42. Madrid 1980. Alianza(14) Ibid Pg. 40(15) Eric Porge. Jacques Lacan un psicoanalista. Pg. 319. Madrid 2000. Ed. Sntesis.(16) Cf con la seccin 2 ad finen: Prometeo-Epimeteo.

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    (17) J. Lacan. De un Otro al otro. 1968. Citado por E. Porge J. Lacan. Pg. 321.(18) Cf con seccin 3 ad finen: Los opuestos (19) J. Lacan. El saber del psicoanalista. (indito) 1972 citado por E. Porge Pg. 324.(20) J. Lacan. El reverso del psicoanlisis. Pg. 158. Bs. As. 2006 Paids.(21) Ibid Pg. 158-159(22) Cf con seccin 3(23) Ibid Pg. 206

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    LAzoS SoCIALES y LEy. UN ApoRtE DESDE LA EvALUACIN CoN EL pSICoDIAGNStICo DE

    RoRSCHACH

    Alpern, Irene - Castro, Fernando - Alderete, Ana

    Filiacin Institucional:Alpern, Irene Carolina: Fundacin Psicoanaltica Sigmund Freud de Sgo. del EsteroCastro, Fernando Julio: Docente e Investigador. Univ. Catlica de Sgo. del Es-tero.Alderete, Ana Luca. Univ. Catlica de Sgo. del Estero

    Resumen: Tomando como antecedente el estudio realizado sobre La Eficacia del Psicodiag-nstico de Rorschach en el diagnstico diferencial, el cual nos brind la posibilidad de ubi-car a los sujetos evaluados en alguna de las estructuras psicopatolgicas de la triada Neuro-sis, Psicosis y Perversin a partir del anlisis de los puntajes obtenidos en la Escala de Funcio-nes Yoicas de la Realidad. (E.F.Y.R.), nos proponemos complementarla con una investigacin en curso sobre la validacin de respuestas Populares al Rorschach para la ciudad de Santia-go del Estero, ya que dichas respuestas permiten indagar acerca de la adaptacin a la realidad y lazo social, por cuanto son una medida de participacin en el modo colectivo de ver el mundo.Partimos de la premisa de que tanto la adaptacin como el lazo social van estar determina-dos en funcin de la dialctica del Complejo de Edipo y la posicin de los sujetos frente a la ley.Palabras Clave: Rorschach Respuestas Populares Ley Lazo social

    Introduccin

    En un estudio anterior denominado La eficacia del Psicodiagnstico de Rorschach en el diagnstico diferencial, nos propusimos explorar si los puntajes obtenidos con la escala E.F.Y.R. (Evaluacin de las funciones yoi-cas de realidad) nos permitan establecer la pertenencia de los sujetos a una de las estructuras diagnsticas de la triada Neurosis, Psicosis y Per-versin y, adems, si era posible el diagnstico de perversin a partir del Rorschach, en base a los casos de perversin que componen la mues-tra estudiada.

    En esta comunicacin deseamos tomar ese trabajo como punto de partida y comentar lo que estamos explorando en lo relativo a la Ley y a la cuestin de los lazos sociales, entendidas al igual que en el estudio men-

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    IIdo. Congreso Internacional de Investigacin en Psicoanlisis, Derecho y Cs. Sociales

    cionado, desde el marco terico psicoanaltico. Adems, se integran aqu los resultados preliminares en nuestra Investigacin en curso denominada Validacin de respuestas Populares en el Psicodiagnstico de Rorschach para la ciudad de Santiago del Estero, que nos aporta la importancia del mirar en comn con los dems para hablar de adaptacin y lazo social.

    El Psicodiagnstico de Rorschach es una tcnica cuya validez se halla ampliamente probada en diferentes culturas, resultando indiscutida en el medio psi. Permite realizar profundos anlisis cualitativos pero tambin cuantitativos, esto es, contar con indicadores y medidas estndar que po-sibilitan la comparacin entre diferentes individuos, o en diferentes tiem-pos de un mismo sujeto. Adems, cada protocolo es singular en sus mlti-ples combinaciones y en ello mantiene la riqueza del estudio de una cien-cia (la Psicologa) que, como ninguna, requiere del anlisis de cada caso como nico e irrepetible.

    Marco terico conceptual

    Interesa resaltar la base terica sobre la que trabajaremos, y que tiene que ver fundamentalmente con la posicin del Psicoanlisis respecto a las Funciones Yoicas de Realidad y a las estructuras psicopatolgicas.

    En la literatura psicoanaltica existen reiteradas alusiones a la impor-tancia de las funciones yoicas de realidad. Sigmund Freud (1924), aunque se refiere a ellas a lo largo de su obra, nos informa especficamente sobre las funciones del yo cuando expresa: indiqu como uno de los rasgos di-ferenciales entre neurosis y psicosis, que en la primera el yo, en vasallaje a la realidad, sofoca un fragmento del ello (vida pulsional), mientras que en la psicosis ese mismo yo, al servicio del ello, se retira de un fragmento de la realidad... La prdida de realidad (objetividad) estara dada de ante-mano en la psicosis; en cambio, se creera que la neurosis la evita.

    Las funciones yoicas de realidad se pueden definir como un conjun-to de operaciones, procesamientos, transformaciones de las que el su-jeto registra en forma conciente slo algunos de los resultados (...) nu-merosos conjuntos de operaciones se aplican, en cada etapa evolutiva a categorizar, aprehender, discriminar, diferentes dominios de la realidad (Passalacqua, A., 1997).

    Las funciones de realidad del yo (Prueba, Adaptacin y Juicio) han ocu-pado un lugar privilegiado en recientes investigaciones llevadas a cabo por

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    especialistas en Psicodiagnstico de Rorschach. La prueba de Realidad, consiste en una tarea propia del yo cuya funcin principal es la de distin-guir la proveniencia de una idea del mundo interno (huellas mnmicas) o de la realidad exterior (percepciones) y, a su vez, verificar su exactitud, lo que permite pensar en la discriminacin Yo-no Yo. El sentido o juicio de realidad se define como la capacidad para cargar libidinalmente la representacin del estado real del mundo exterior y del self. Es, en esen-cia, no compartido, privado, subjetivo y completo en s mismo, sin reque-rir confirmacin alguna (Passalacqua, 1994). La adaptacin a la reali-dad consiste en un equilibrio... entre dos mecanismos indisociables: la asimilacin y la acomodacin (Piaget, 1985) Alicia Passalacqua y colabo-radores (2005) agregan que el primero se refiere a la incorporacin de objetos a los patrones de estructura o esquemas de conducta; mientras que lo segundo implica la tendencia a modificar las respuestas de acuer-do a las demandas del medio. Es por ello que la adaptacin a la realidad requiere de una participacin activa del sujeto en relacin con el grado de ajuste a las pautas normativas de su cultura, compartiendo los objeti-vos de su sociedad.

    Los porcentuales de buena forma (F+% y F+% Extendido) y los fen-menos especiales de Contaminacin verdadera y Anulacin de la Conciencia de interpretacin (y stos potenciados si van acompaados del Fenme-no Especial Autorreferencia) dan cuenta de la funcin de prueba de reali-dad. El ndice de realidad (IR), junto con los porcentajes de respuestas po-pulares y de reaccin ante las tres ltimas lminas de color, y los porcen-tajes de Detalle Usual (D) y Contenido Animal (A) nos informan acerca de la adaptacin a la realidad. Mientras que la evaluacin del juicio o sentido de realidad es abordada por la presencia o ausencia de los fe-nmenos especiales de Lgica Autista, Secuencia, Combinacin Confabula-toria, Verbalizacin de Relacin, Contradiccin y Respuesta de Posicin, con-siderando adems si alguno de ellos se repite tres o ms veces.

    Ahora bien, el trabajo metodolgico con el Psicodiagnstico de Rors-chach, segn nuestro punto de vista, debe descansar sobre bases teri-cas muy slidas para poder ser abordado de manera exitosa. Entonces, teniendo en cuenta que estamos aqu hablando de Ley, nos parece que el aporte central desde la teora psicoanaltica tiene que ver con la dialc-tica del Complejo de Edipo y sus avatares, es decir, la posicin de los suje-

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    tos frente a la castracin, su relacin con la dimensin flica (ser o tener el falo) y su acceso o no a la funcin simblica.

    Segn como se desarrolle el trnsito por la trama edpica, los vncu-los con ese padre y esa madre, ms particularmente, la dinmica no de los roles sino ms bien de las posiciones ocupadas en esa estructura, nos traern luz respecto de las cuestiones de las estructuras psicopatolgicas y el anudamiento de la Ley y el lazo social de cada una de ellas.

    El complejo de Edipo tiene una funcin normativa, no simplemente en la estructura moral del sujeto, ni en sus relaciones con la realidad, sino en la asuncin de su sexo (J. Lacan. La lgica de la castracin, Seminario 5, Las formaciones del inconcien-te, 1958. pp. 169). Con esto, J. Lacan nos da una primera seal de la importancia del complejo en la constitucin psquica del sujeto. Agrega Joel Dor que: La puesta en acto de una estructura psquica la eleccin de la propia neurosis, se constituye para cada uno en funcin de los amores edpicos (J. Dor. Estructuras clnicas y psicoanlisis, 2000. pp. 31). Y haciendo un inteligente resumen del pasaje de lo biolgico a lo humano nos dice Hornstein que en el interior de la trama edpica, la individualidad biolgica adviene al mundo humano y el psiquismo se plasma en la inscripcin constitutiva de esas relaciones (L. Horns-tein. Cuerpo, historia, interpretacin, 1994. pp. 36).

    Con respecto a la castracin, continuamos con Lacan cuando dice que: Es sabido que el complejo de castracin inconciente tiene una funcin de nudo en la estructuracin dinmica de los sntomas en el sentido analtico del trmi-no, queremos decir de lo que es analizable en las neurosis, las perversiones y las psicosis (Lacan. La significacin del falo, Escritos. pp. 665). Resulta interesante repasar la cues-tin de los tres tiempos del Edipo, y la dialctica del deseo, pero solo to-mando en cuenta lo que de Ley nos aporta este lcido concepto lacaniano.

    En el primer tiempo, slo importan dos personajes: la madre y el hijo y la relacin entre ambos. El nio quiere ser todo para la madre y por lo tanto se convierte en aquello que la madre desea. El nio, entonces, de-sea ser el objeto de deseo de la madre. Sin embargo, existe aqu una tra-da (un ternario imaginario), porque existe tambin el falo. Qu pasa con el padre en este primer tiempo? Segn Lacan, la metfora paterna acta igualmente, porque ya est inscripta en la cultura. Si esto es as, dnde est la ley en este primer tiempo? La madre es la ley. Se trata de la madre flica. Para resumir este primer tiempo, tomamos esta idea de H. Bleich-

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    mar: el primer tiempo del Edipo es una relacin dual, imaginaria, especu-lar... dos personajes estn presos de la misma ilusin y cada uno de ellos posi-bilita que el otro se mantenga en la misma. Los ejes tericos alrededor de los que gira la relacin primordial son el deseo, el del narcisismo y el concepto de Ley (H. Bleichmar. Introduccin al estudio de las perversiones. La teora del Edipo en Freud y Lacan. pp. 42-3).

    En el segundo tiempo, aparece el padre privador, interviniendo efectiva-mente, privando a la madre doblemente. Esto porque, por un lado, priva al nio del objeto de su deseo y, por el otro, priva a la madre del objeto flico. Entonces, el nio deja de ser el falo de la madre porque sta prefie-re a otro que no es l. Hay un cambio de posiciones en tanto que la ma-dre desea ahora al padre, o sea, se vuelve del hijo al padre. Este segundo tiempo es fundamental, porque all encuentra el nio al Otro del otro, su Ley. Esto porque el nio percibe en su madre que hay un Otro, que no es otra cosa que el Otro como el lugar de la ley o significando a la ley. Re-pasando este segundo tiempo, podemos decir que hay un reemplazo del poder de la madre por la ley, el nio que era el falo deja de serlo, de algo que se es, el falo pasa ser algo que se tiene (pasa a ser falo simblico), la castracin simblica produce la significacin flica y aparece entonces el Nombre- del-padre, como el significante que instaura el lugar de la ley.

    En el tercer tiempo, aparece el padre donador. Ya no se trata del pa-dre desptico y privador del segundo tiempo, sino que dona al hijo los t-tulos para ser hombre. No tendrs a tu madre, pero tendrs otras muje-res. El padre interviene ahora como el que tiene. Es la salida del comple-jo de Edipo que ser favorable si la identificacin con el padre se produ-ce en este tiempo. Esa identificacin se llama Ideal del yo.

    El rodeo terico a travs de los tres tiempos del Edipo nos permite trabajar sobre estructuras psicopatolgicas. De este modo, hemos podido sintetizar la cuestin de la Ley en las mismas de la siguiente manera, en re-lacin a su posicin respecto del ser y el tener y a la castracin simblica:

    Histeria:

    Ser o tener: estn del lado del tener, son los militantes del tener, pero van a privilegiar su identificacin con el ser.

    Castracin simblica: la acepta, pero la interroga y la impugna perma-nentemente.

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    IIdo. Congreso Internacional de Investigacin en Psicoanlisis, Derecho y Cs. Sociales

    Acceso a la ley: el histrico accede a la ley a cambio de dudar de la atri-bucin flica del padre.

    obsesin:

    Ser o tener: est del lado del tener, pero es un nostlgico del ser. Castracin simblica: la acepta a desgano, pero la acepta, probando

    constantemente su existencia o eficacia.Acceso a la ley: el obsesivo lo hace a travs de la rebelda competitiva, ac-

    tuando as ante cualquier figura de autoridad que reactive la imago paterna.psicosis:

    Ser o tener: estn del lado del ser. El nio nunca deja de ser el falo de la madre en tanto no existe la metfora paterna.

    Castracin simblica: no ocurre en la psicosis. En esta estructura el falo no queda incluido.

    Acceso a la ley: no hay acceso a la ley en tanto no hay padre simblico.perversin: