25 años 1ª Parte Jornadas

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Historia reciente de la defensa de la Unidad Católica de España. XXV Jornadas… José Fermín Garralda. 2015 Qwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwerty uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasd fghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzx cvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg hjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc vbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg hjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzghj klzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvb nmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwe rtyuiopasdfghjklzxcnmrtyuiopasdfghj klzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvb nmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwe rtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiop asdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghj klzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxclv bnmqwertyuiopasdfgokjodhksndank HISTORIA RECIENTE DE LA UNIDAD CATÓLICA: UN GRAN BIEN A CONSERVAR EN ESPAÑA. XXV Jornadas de “Seglares Españoles por la Unidad Católica” José Fermín Garralda Arizcun Doctor en Historia Parte: 1ª de 3 Colección: “Bemba” nº 2 Pamplona 2015

Transcript of 25 años 1ª Parte Jornadas

Historia reciente de la defensa de la Unidad Católica de

España. XXV Jornadas… José Fermín Garralda. 2015

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HISTORIA RECIENTE DE LA UNIDAD

CATÓLICA: UN GRAN BIEN A CONSERVAR EN ESPAÑA.

XXV Jornadas de “Seglares Españoles

por la Unidad Católica”

José Fermín Garralda Arizcun Doctor en Historia

Parte: 1ª de 3

Colección: “Bemba” nº 2

Pamplona 2015

Historia reciente de la Unidad Católica: un gran bien a conservar en España. XXV Jornadas… José Fermín Garralda. 2015

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Amanecer en Toledo desde el hotel Beatriz el día del juramento de la Unidad Católica. Toledo 1989, Foto: JFG 1989

José Fermín Garralda Arizcun. Doctor en Historia Año 2015 “Historia reciente de la Unidad Católica: un gran bien a conservar en España. XXV Jornadas de ‘Seglares Españoles por la Unidad Católica’ ”. Contiene 3 Partes: Parte 1ª: 78 pp., Parte 2ª: 85 pp y Parte 3ª: 52 pp. C/ Arrieta nº 2 31002 Pamplona – Navarra - España [email protected] historiadenavarraacuba.blogspot.com Colección: “Bemba” nº 2 (Partes 1ª de 3) * Queda prohibida la reproducción total o parcial, texto o imágenes, de este trabajo sin permiso del autor. Está protegido. Puede ser citado mencionando autor, título, año, formato de

edición y localización en la red.

Historia reciente de la Unidad Católica: un gran bien a conservar en España. XXV Jornadas… José Fermín Garralda. 2015

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Historia reciente de la Unidad Católica: un gran bien a conservar en España.

XXV Jornadas de “Seglares Españoles por la Unidad

Católica”

José Fermín Garralda Arizcun, dr. en Historia

De la conferencia en Zaragoza del 27 de abril de 2014

ÍNDICE: PARTE 1ª: 1. Introducción 2. Objeto y temas generales de estudio 3.

Significado de los temas 4. Primer cuadro. Origen, pérdida y recuperación, e impulso evangelizador de España. Un pasado histórico que configura 5. Segundo cuadro. Raíz y objeto de las 25 Jornadas de la Unidad Católica 6. Tercer cuadro. El porvenir trabajado, lo vivido estos 25 años y lo que se espera en el fututo. PARTE 2ª: 7. Enfoque y conclusiones sobre los principales temas de las XXV Jornadas 8. Otras conclusiones de las XXV Jornadas 9. Colofón. PARTE 3ª: Apéndices: Temas, conclusiones y relación de conferencias.

P A R T E 1ª

1. Introducción

DEDICAMOS estas páginas a Hispanoamérica, a los que hicieron posible la herencia recibida y que ha llegado, consciente o inconscientemente, a los actuales católicos españoles, y particularmente a la memoria de los congresistas que, llegados desde muchos lugares de España, celebraron las XXV Jornadas de la Unidad Católica de España en Zaragoza el pasado año 2014.

Quien dice España o las Españas dice la Hispanidad –aunque esté afectada por el problema de las sectas- que en sus ámbitos más esenciales son una mutua representación o reflejo a ambos lados de la Mar Océana.

1.1. Estas páginas de historia –no exenta de afecto hacia sus

protagonistas y con la aportación de un testimonio personal- desean ser el eco de

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las Jornadas celebradas en Zaragoza durante los 25 últimos años –salvo las dos primeras de 1989 y 1991-, el eco de todo lo santo y bueno transmitido por los padres de los jornadistas, cribado siempre en la atenta observación de la realidad con esfuerzo personal y en vida cotidiana. En efecto, la Unidad Católica no es un “deber ser” fosilizado e impuesto al presente de forma voluntarista –ideológica y caprichosa-, sino que se ha encontrado de hecho en la realidad, felizmente coincidente con el “deber ser”; la cuestión es si ésta realidad que permite y aún exige la Unidad Católica se mantiene vigente. La respuesta de los jornadistas es que sí, aunque sea de forma algo diferente a las épocas pasadas, debido a la tendencia descristianizadora del ciudadano medio y, sobre todo, a las influencias y presiones laicistas de fuera de España. Los perfiles de dicho “sí” surgirán paulatinamente en estas páginas.

Dos motivos condicionan la lectura de este trabajo. El primero, las limitaciones subjetivas del lector ante el gran tema principal o central de las XXV Jornadas, hasta el punto de que el lector podría estar tentado a abandonar su lectura por no compartir el espíritu de los jornadistas, que continúa el mantenido por la tradición española, sin apriorismos pero sí como ejemplo y estímulo. Ahora bien, quien desee acercarse con objetividad a una posición originaria y hoy día original, sobre el tratamiento del tema religioso en el ámbito socio político, es seguro que encontrará en estas páginas respuestas a sus muchas preguntas.

El segundo condicionante es que, tratándose del ámbito socio político, el lector pudiera desear en estas páginas el desarrollo de una temática más variada y no tan polarizada en la cuestión religiosa y en un liberalismo que ya tiene doscientos años de vida. Pues bien, el tema de la Unidad Católica -por otra parte variado en sus abundantes perfiles y concreciones- es tal que en él coinciden diferentes tendencias sociopolíticas. Dichas tendencia abarcan a personas de tendencia íntegra y centradas casi exclusivamente en el tema religioso y moral, a otros independientes, a los carlistas o tradicionalistas metidos naturalmente en política cuyo primer lema es Dios, a personas vinculadas hoy al partido político AES, a algunos falangistas que sitúan la religión y el Magisterio de la Iglesia como centro de su vida política, etc. Como la religión incide en los temas morales y en la Patria, éste no se trata sólo el tema exclusivamente religioso. Por su parte, será cada sector representado implícitamente en las Jornadas el que desarrollará otros muchos aspectos de la vida sociopolítica para que el lector pueda apreciar la naturaleza de las Jornadas y la riqueza y diversidad en las respuestas.

Este trabajo es parte de la historia de un variado sector social de católicos que no claudica ante el liberalismo oficial imperante, que ha originado una sociedad de prácticas liberales donde está “prohibido prohibir”. Los jornadistas han considerado que la Unidad Católica mantenida con gozo como reivindicación durante estos 25 años es exigida por tres aspectos: el culto y fidelidad objetivos a Dios, dicho culto en España, y realizado a la española. Esta herencia basada en lo real y no en ideologías, tiene una proyección en sí misma, y recobrarla es necesaria si se quiere remediar los actuales males de España. No en vano dicha Unidad es exigida por la naturaleza social del hombre y por la configuración interna de España y los españoles.

Hoy, aunque de forma soterrada e imperceptible, se mantiene el conflicto entre la civilización católica, la protestante (que aparentemente ha triunfado sobre la primera) y la musulmana en excitada y peligrosísima expansión para unos y otros cristianos. Dicha civilización protestante ha triunfado en los ámbitos civil y político, generando el actual agnosticismo y

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relativismo religioso y hasta cultural, proyectado como anticlericalismo neo marxista que invade algunos países de la América española y la misma España. Este anticlericalismo o antidivinismo ha optado por esconderse hipócritamente en causas buenas, bajo los nobles ropajes de la civilización y el progreso, de indigenismo y defensa del pobre, de liberación cultural y de ayuda a la mujer… aunque distorsionando todo ello y olvidando otros muchos temas, y sin la entrega generosa de vidas en socorro de los más débiles.

No se trata de buscar lugares de encontronazo entre las cuatro civilizaciones generadas –católica, protestantes, musulmana y agnóstica- o bien entre las dos fundamentales –católica y anticatólica-, sino que los roces y aún choques son una consecuencia inevitable, por mucho que deseen llevarse bien y sin sincretismos, quienes creen en Dios frente al ateísmo militante generado desde los Gobiernos y Leyes agnósticas. Ocurre que éste encuentro no puede ser en menoscabo de la verdad íntegra (no integrista) y fundamental (no fundamentalista) católica tanto en cuanto tal como en sus aplicaciones sociales y políticas. La doctrina de siempre de la Iglesia, que es una madre sabia, tiene en cuenta ciertas realidades de hecho en la historia para no transformar la aplicación de los principios en ideología cerrada, y lo hace, cuando se hace necesario y no como principio, con la aplicación –por otra parte tradicional- del concepto de tolerancia o permisión negativa del mal.

Lo importante, desde la oposición en la que se encuentran los jornadistas de estas XXV Jornadas, es afirmar bien los principios, exigir a los que gobiernan las aplicaciones, y no dejarse engañar por ciertas concreciones en sentido liberal, que se escudan en la tolerancia para eliminar una práctica concreta en España, pero ocultando en realidad su verdadera fuente, que son los principios liberales, insostenibles para un católico.

* * *

1.2. En su reunión de 2014, los jornadistas seglares o laicos felicitaron

con gozo a quienes habían acudido a alguna o a todas las XXV convocatorias organizadas por los seglares católicos desde 1989. Felicitaron a quienes acudieron por vez primera a la viña, pues el Señor paga a los primeros igual que a los últimos. Cada cual es quien tiene que dar gracias a Él por trabajar en Su viña, proyección laboral de Su casa, confortable y querida siempre para los siervos… y cuánto más para los hijos.

Cada una de estas XXV Jornadas puede considerarse como una llama de luz del fuego ardiente y suave que Él ha venido a traer a la tierra –así titulaba mi primer artículo en “Siempre P’alante”-, concretamente en cada vida, en cada familia y parroquia, en los afanes y todas las buenas posibilidades que se ofrecen.

Saben mucho del calor de la Fe los miembros de la agrupación Gerona Inmortal que, con su revista “Empenta”, son constantes en las Jornadas de Zaragoza. Sobre todo también saben mucho las fidelísimas Misioneras de las Doctrinas Rurales dedicadas al apostolado consagrado, fundadas por María Isabel González del Valle en enero de 1921.

Han transcurrido 25 años desde aquel 1989, en los que cada asistente a las Jornadas ha crecido en edad e interiormente, y también sus familias (1).

Los jornadistas sobre todo consideran que su capacidad para sostener la doctrina perenne de la Iglesia católica es una gracia de Dios, que mantienen con los ojos de la fe y la práctica tradicional aplicada en España y a la española. Recuerdan que, en el diálogo entre Jesús y Pilato, Aquel responde: “Tú lo dices:

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yo soy rey. Yo para esto nací y para eso vine al mundo: para testificar la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn. 18, 37). Siempre han querido amar a Jesús –con su dulce y Sagrado Corazón- en sus personas, en sus familias y en su entorno de pertenencia, pero también –es el cuarto mandamiento de la Ley de Dios- en su Patria que es España, con el corazón en calor de caridad.

Lejos de cualquier idealismo filosófico de una Centroeuropa llena de problemas y heterodoxia en el ámbito de un pensamiento y una Fe en crisis, y con sus formas de vida paganizadas que denotan un total declive casi general –salvemos con gozo a Polonia y Hungría-, los jornadistas consideran que el ser de España como Patria es a modo de un gran río y continuidad de familias y pueblos al que se refería Vázquez de Mella. Son cristalinas las aguas que forman esa Patria tan bella y variada que es España, que se presenta siempre a su enamorado con el esplendor de una casta novia.

Los seglares de las Jornadas son púgiles que se reafirman, no ceden a la decadencia, ni permiten prescripciones en la aplicación de los principios en la España real –a veces oculta en mil apariencias paganas- mientras ellos vivan. “Para que no prescriba” la aplicación inmediata del reinado social de Jesucristo en España, es su principal lema (“Siempre P’alante”, SP’ nº 584).

Así mismo, perseveran en el ámbito religioso en estos tiempos de apostasía: “ ‘¡A ése no! ¡(suelta) A Barrabás!’ Y Barrabás era ladrón!” (Jn. 18, 39). ¿Por qué las élites culturales y políticas, y las masas que éstas guiaron, eligieron en el ámbito socio-político de España, extendido después al ámbito familiar e individual, a Barrabás, en vez de a N. S. Jesucristo, el dulce y blanco Cordero?

Con esta pregunta no se mezcla arbitrariamente política y religión, ni se enfeuda a la Iglesia en cuestiones temporales, afirmaciones ambas habituales en los españoles afectados de liberalismo. En efecto, hubo españoles que antaño y hogaño enfeudaron la religión a la política liberal conservadora, quizás para excusar sus nuevos giros ideológicos, sus propias deficiencias, e incluso para imponer como presunto dogma la llamada “democracia cristiana”, que–es lógico- al fin ha llegado a suprimir el término de “cristiana”. Al final de este proceso, y en un ámbito temporal vinculado al eterno, el reino de Cristo, que no es como los de este mundo, ha sido sustituido por el reino del hombre abandonado de Dios, el imperio de la injusticia, la corrupción y el crimen; no en vano el Diablo es “mentiroso y asesino” desde el comienzo. Pues bien; los jornadistas creen que en el trasfondo de la política de la llamada modernidad hay muchos problemas y errores teológicos, como bien explicaron Donoso Cortés –detrás de un error político se esconde siempre un error teológico-, Jaime Balmes, Vicente de la Hoz y un largo etcétera hasta nuestros días.

* * *

1.3. La situación general de nuestra sociedad nos mueve a la

piedad. Vinculada con la apostasía religiosa de nuestro tiempo, la política actual se ha convertido en demagogia, hasta el punto de que el hombre de bien pero dubitativo se pregunta por extremos ayer insospechados, por ejemplo si debiera tolerar o cerrar los ojos ante el crimen, mientras otros –no pocos políticos, funcionarios, gentes de pedigrí o otros de baja educación- amasan bienes que no son suyos guardados en su cueva de ladrones. Hay demasiados casos en la prensa diaria convencional que muestran el imperio del robo. El contraste es tremendo

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en nuestra sociedad demagógica: unos afinan ingenua y torpemente tanto mientras otros son tan toscos y broncos como las peores pasiones.

¡Cómo contrastan con ellos los seglares que optan con firmeza por Cristo en todos los ámbitos de la vida! Quizás hoy tengan la Gracia de sufrir con Él ya como cirineos ya como crucificados, en el camino angosto del Calvario. Y de ahí algún día partirán, de nuevo por la Gracia, a la resurrección gloriosa. Muchos de los que vivieron en las 25 Jornadas ya han partido hacia la Casa del Padre y en cada una de las Jornadas se cubre piadosamente su nombre con oraciones.

Elevamos el tono de este comentario al recordar lo que está escrito: “Mi Reino no es de este mundo (…) Mi reino no es de aquí” (Jn. 18, 36). Así dijo el Señor, cuyo Reino también está aquí aunque no sea como los de este mundo. El Señor es del todo necesario en todas las realidades temporales, y decir otra cosa sería negar Su Encarnación. Juan Pablo II recordaba que “Dios nos ha enviado a su Hijo para decirnos que sin Cristo caminamos hacia la autodestrucción” (25-XII-1989). ¿Por qué, pues, no se Le ha creído en España?

Así, mientras transcurrían las XXV Jornadas anuales de la Unidad Católica, se ha palpado la paulatina autodestrucción de un pueblo como es el español. Sus hermanos de Hispanoamérica son algo más fieles. La denuncia de esto realizada por las Jornadas no ha sido en balde pues a algunos –al menos a los propios- habrá salvado. Una autodestrucción semejante sólo ha podido ser fruto de haber expulsado a Cristo y la verdad católica de las instituciones políticas y sociales. Estas han quedado configuradas sin Dios debido al ateísmo práctico y a la exclusión de la verdad católica en la Ley fundamental del Estado, así como en la suprema potestas o Gobierno y la Corona. De estas alturas sociopolíticas el mal se ha trasladado por ósmosis y por igualar el bien y el mal, la virtud y el vicio, la verdad y el error a la sociedad organizada, a las familias y hasta la persona. ¿Quiere el lector que hablemos de la moderna esclavitud y los modernos esclavos, entre los que pueden encontrarse –aún sin parecerlo- personas harto conocidas?

El actual rechazo a Dios también está provocado y dirigido por ciertas oligarquías –agentes principales o bien cooperadores activos y pasivos-, que crean un ambiente que arrastra, en última instancia un ambiente dirigido por el príncipe de este mundo. Por el contrario, los seglares de las XXV Jornadas son, como el resto de sus conciudadanos, los herederos de una situación concreta en la historia, de esa comunidad de familias y pueblos que fue la España resurgida desde mediados del siglo XX, que todavía participa en lo esencial de lo que ésta fue durante siglos desde el IIIer Concilio de Toledo (589) con la conversión pública del rey Recaredo, con la reina y toda su corte. Si durante siglos las instituciones políticas se amoldaron a la fe católica del pueblo, y así se mantuvieron unidas coincidiendo la verdad y la sociología, no ha sido así en parte de los siglos XIX y XX, y en el confuso alborear del s. XXI.

* * *

1.4. Un ambiente para la conmemoración y los pasos

seguidos por los jornadistas. Las XXV Jornadas no nacieron de la nada, pues surgieron de un ambiente seglar y de la iniciativa de una Junta previa, creada expresamente para conmemorar el XIV centenario de la Unidad Católica. Digamos que nacieron en unos momentos de dramática renuncia general al reinado social de Jesucristo, llevada a cabo por las élites políticas dominantes y por la jerarquía católica en España tras 1976-1978, cuya dejación ha configurado decisivamente –no al revés- el presente del pueblo español. Afirmar esto no

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supone vincularse en régimen político alguno, incluido el de Francisco Franco como Jefe de Estado. Hagamos a continuación una historia detallada de los comienzos de las XXV Jornadas.

En 1984 existía una primera Junta de seglares para conmemorar el XIV centenario la Unidad Católica mantenida en España desde el año 589. Se llamó “Primera Junta Nacional ‘España católica’ o del centenario del III Concilio de Toledo”. Se constituyó en Madrid el jueves 28 de junio de 1984. La presidía don Jaime Montero y tenía el apoyo de la revista “Iglesia-Mundo”. A diferencia de otras iniciativas como la del cardenal arzobispo de Toledo y la revista “Iglesia - Mundo”, que por su cargo eclesial y naturaleza intelectual respectivamente se quedaban en la conmemoración misma, dichos seglares pasaron al ámbito práctico para mantener la actualidad de la Unidad Católica en la España de hoy. La pregunta no es qué fue la Unidad Católica, sino el compromiso para con ella hoy día, conforme a una situación de tesis social católica que permite la realización de la tesis o el principio doctrinal y vital de la realeza social de Ntro. Sr. Jesucristo. Pretendía:

“(…) la promoción y desenvolvimiento de actividades de

carácter religioso y cultural acerca de la importancia y transcendencia universal de la UNIDAD ESPAÑOLA EN LA VERDAD DE LA FE CATÓLICA, que dio a nuestra Patria su ser propio de Nación histórica para el cumplimiento de su misión, como tal, conforme a los designios de Dios”. La idea central debería de ser:

“(…) la UNIDAD ESPAÑOLA EN LA VERDAD DE LA FE CATÓLICA. La fe católica, determinante del “SER” de nuestra Nación. Propio e histórico. Si fuere de la Monarquía Española, tendría que remontarse a la visigoda antes de Leovigildo y Recaredo”. Esta Junta no fue la única que actuó. Aquí, en España, las cosas se

activan desde las individualidades que, al final, llegan más o menos a un acuerdo. Quizás en la aparente debilidad está la fuerza.

Por ejemplo, antes de la fecha conmemorativa de 1989, el quincenal católico navarro “Siempre P’alante” se hizo eco de la Unidad Católica. Lo hizo tanto en una conmemoración de horizonte inmediato, como recuerda de su carácter práctico en la España del momento. Dicho quincenal planteó ambas dimensiones en la pluma de Manuel de Santa Cruz.

Además de la mencionada Junta de seglares de ámbito nacional y del citado quincenal navarro, por otro lado existían varias Uniones Seglares Españolas y la Asociación Sacerdotal Española. Estas últimas tenían una indudable y satisfactoria relación.

Es importante no confundir dicha primera Junta con las Uniones Seglares, aunque estaban relacionadas en ese humus creado por quienes mantenían los principios y prácticas de siempre en la Iglesia y sociedad española. Dicho humus no era más que la relación buscada o inconsciente de las individualidades surgidas en función de las grandes Causas.

Las Uniones Seglares venían de años atrás, mientras que la Junta fue creada ocasionalmente en 1984 para preparar con tiempo la celebración de 1989. La fundación de dichas Uniones Seglares en medio de la crisis de la Iglesia en

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España, fue por vía de la Hermandad Sacerdotal Española. Estaban formadas por la Unión Seglar San Antonio Claret de Barcelona dirigida por el P. Alba Cereceda S.J., quien, de alguna manera y con su prestigio personal y sacerdotal, estimuló la fundación de la Unión Seglar Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia, la Unión Seglar de San Francisco Javier de Pamplona por vía del que siempre fue firme, piadoso y trabajador infatigable -y además carlista- don Rafael Santesteban Martínez (1976-1977), y las Uniones Seglares de Madrid y Sevilla (Juan Lara). Hubo enlaces seglares en Castellón, Palma de Mallorca, Murcia…

En 1986 las Uniones Seglares de España se reunieron junto al castillo de Javier (Navarra) en su octavo encuentro. Fue la última vez que lo hicieron. Aunque se convocaban cada dos años, no se reunieron en 1988, lo que llamó la atención al fundador P. José María Alba Cereceda S.J.

Levantar la bandera de la “Unidad Católica de España”, fue el impulso y la gran afirmación de la conferencia de Fernando Arquero de la U.S. de Ntra. Sra. de la Almudena de Madrid, pronunciada en el mencionado VIII Encuentro Nacional de Uniones Seglares de católicos de España celebrado junto al castillo de Javier (Navarra) en 1986 (2). De esta manera, la conmemoración de la Unidad Católica en Toledo del año 1989 no llegó de repente. En adelante las Uniones Seglares no organizaron nada público en relación con la Unidad Católica.

Con la primera Junta para la Unidad Católica creada en 1984 y desde otras fuentes, en España se fue creando un ambiente para conmemorar la Unidad Católica. Este ambiente no tenía el respaldo de la Conferencia Episcopal -no se encontraba en su línea de seguimiento en materia social y política- ni de obispo alguno, y respondía al nacimiento de muchas iniciativas particulares en el ámbito social y eclesial, en la gran crisis por la que atravesaba España. La España católica y tradicional quería estar presente con pleno derecho en las circunstancias que la vida le había deparado, de modo que la primera Junta mantenía como tesis la España cristiana desde la conversión de Recaredo en el IIIer Concilio de Toledo aquel 589 hasta 1989.

Díptico con el programa de la Convivencia de 1986. El programa está en el interior. Según él, la Santa Misa de clausura del Domingo día 21 la celebra mons. Francisco Peralta, antiguo Obispo de Vitoria. También se conserva la circular de agosto

que acompañaba al programa. Archivo particular JFG

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El activo jornadista don Carlos González (Guipúzcoa) nos informa que en Alacuás (Valencia) tuvo lugar una de las diferentes reuniones preparatorias de la conmemoración del año 589- 1989 y de las que no se levantó acta. En ella estuvieron representantes de todas las Uniones Seglares; fue organizada por la U.S. de Valencia, que tenía un consiliario muy activo y a su vez era miembro de la Hermandad Sacerdotal Española. No recuerda el año, pero sí que él asistió junto con el presidente de la Unión Seglar de Guipúzcoa, Joaquín Ortiz de Zárate y con Ramiro Cebrián. Los de Pamplona -tal vez entre ellos estuviese Carlos Etayo- fueron presididos por el joven consiliario D. José Ignacio Dallo, que a pesar del carácter algo utópico de su empuje y proyectos iniciales –dice nuestro informante-, todos los hemos visto hechos realidad. Es posible que en Alacuás el P. Dallo conociera el ilustre benefactor valenciano don Vicente Febrer Roig, que le apoyó con medio millón de pesetas –cantidad ¡de entonces!- para iniciar la publicación “Siempre P’alante” en 1982, que sucedió al diario “El Pensamiento Navarro” en los aspectos religiosos y de Fe católica hecha cultura.

“Siempre P’alante”, 1 de febrero de 2002. El P. Alba falleció el 11-I-2002. De izquierda a derecha don José Ignacio Dallo, el P. Alba S.J. y don Rafael

Santesteban Martínez. Vid. SP’ nº 447 (1-II-2002).

A este ambiente colaboró indirectamente una realidad que sobrepasaba las fronteras de España. Se trataba de los católicos franceses agrupados en revistas como Itinéraires, Lecture et Tradition, La Lettre de (la Charte de) Fontevrault entre otras, que celebraron el “Anti-89”. Es decir; el XIV Centenario de la conmemoración del IIIer Concilio de Toledo coincidía con la aparición en Francia de una iniciativa social y eclesial llamada el “Anti-89” –se refería a la Revolución Francesa de 1789-, a cuya manifestación acudieron no pocos españoles, algunos de los cuales, como el marino e investigador Carlos Etayo Elizondo, estuvieron siempre de lleno en las Jornadas de la Unidad Católica. Aún recuerdo vivamente cuando Etayo preparó aquel viaje a Francia con otros españoles, del que regresó entusiasmado.

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Pasaron los años desde 1989, y ahora se asiste en Francia a convocatorias como la

Peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad, desde Notre-Dame de París a Notre-Dame de Chartres. Año 2005. Foto:Hispanismo.org

* * *

1.5. Juntas y Uniones Seglares por un lado, y sectores

políticos. Antes de seguir adelante, hagamos un inciso para mencionar los sectores políticos tradicionales en relación con las Jornadas de 1989. En 1986 los diversos sectores tradicionalistas-carlistas se unieron en el Congreso de El Escorial en una única organización política. Tales sectores habían sobrevivido a la borrasca. La persecución política que los carlistas habían sufrido desde diversos frentes había sido fortísima, siendo enorme su quebranto organizativo y humano, pero fue en la unión de todos lo que les hará sobreponerse, pervivir y desarrollarse hasta lo que en 1986 creían impensable. Y siguen trabajando en la actualidad. Así pues –decimos-, en 1986 se recreó o reconstituyó la Comunión

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Tradicionalista Carlista (CTC), aunando la Comunión Tradicionalista (Domingo Fal Conde), Unión Carlista (Juan Casañas Balcells) y Comunión Católica Monárquica (Elías de Tejada). La Regencia fundada en 1958 por el marqués de Vallbona, el teniente general Don Alejandro Utrilla y Don Bruno Lezáun -párroco de Abárzuza- era una realidad política diferente a dicha nueva organización, al igual que la Regencia de Don Javier de Borbón y Parma, aunque ordenó y ordenará apoyarla como única organización carlista.

Desde su primer momento, la CTC difundió con esmero la confesionalidad y unidad católica, y cuando llegó el centenario del IIIer Concilio de Toledo, hizo referencia a él en su propaganda y difusión, como también lo hizo don Carlos VII en 1889. Aunque la CTC no se sumó a las primeras Jornadas de 1989 para conmemorar el XIV centenario del IIIer Concilio de Toledo, fue por ser un sector político que nunca deseó fagocitar ninguna iniciativa social y religiosa. Sin embargo es llamativa la presencia de no pocos carlistas en dichas primeras Jornadas. Nos referimos a Francisco Bartomeu y a José María Alsina por Cataluña, a Rafael Gambra y Miguel Ayuso por Madrid, a Salvador Ferrando Cabedo y Vicente Febrer Forés por Valencia, a Carlos Etayo por Navarra y un largo etc. pertenecían a la CTC. Otros carlistas no estaban formalmente en la CTC debido a sus compromisos profesionales como Manuel de Santa Cruz. Dicha presencia de carlistas a título individual en las primeras Jornadas de Toledo-89 se continuó con posterioridad, por ejemplo los hijos de Rafael Gambra, Carlos Etayo, Vicente Febrer, quien esto escribe y otros posteriores. Otra cuestión –lo reseñamos aquí- es que algunos dejasen luego la CTC, aunque siguieron siendo carlistas de prestigio, reconocidos y queridos por todos.

Una revista francesa que ensalza la resistencia

católica a la Revolución en Vendée. Se preparaba el bicentenario de la Revolución en Francia.

Lo mismo ocurrió con no pocos miembros o simpatizantes de Fuerza

Nueva, heredero de franquismo sociológico. Dicho partido político en cuanto tal

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no se sumó a las Jornadas, pero sí no pocos de sus simpatizantes –de este tema puedo aportar mucho menos-, que estuvieron presentes desde el primer momento y con posterioridad. Con el tiempo, varias personas muy válidas de este ámbito han ocupado cargos de responsabilidad en las Jornadas de la Unidad Católica. Pertenecen a esta tendencia sociológica los miembros del Movimiento Católico Español, cuyos representantes siempre han estado en las Jornadas.

Tampoco es difícil identificar a otras muchas personas políticamente independientes o sin compromiso concreto, pero defensoras en todo momento de la Unidad Católica de España. Quizás su menor actividad personal ha hecho que pasasen más desapercibidas. Citemos –por ejemplo- a Julián Gil de Sagredo (Madrid), a José Luis Aguirre Manglano (Valencia), a Gumersindo Arroyo-Quiñones (Línea de la Concepción) y otros muchos que, en representación propia o de diferentes asociaciones y publicaciones, pasaron por la tribuna de oradores o se encontraban entre los asistentes.

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1.6 Convocantes, organizadores y participantes de las

Jornadas de 1989. En 1989 falleció Jaime Montero. Le sustituyó como presidente don Julián Gil de Sagredo Arribas, siendo secretario de la segunda Junta creada Fernando Arquero Caballero. Los vocales de la Junta eran por entonces don Alberto Ruiz de Galarreta, don Rafael Gambra Ciudad, don Alberto Gutiérrez López, don Gabriel Alférez Callejón, don Miguel Ayuso Torres, Mari De Pablos, Antonio Martínez Cattaneo y Florencio Valenciano. Los componentes de esta Junta para el XIV Centenario de la Unidad Católica –así se llamaba- eran intelectuales -varios de ellos carlistas- y quizás por su carácter más intelectual carecían del empuje práctico para convocar y realizar las que serán Jornadas de Toledo de 1989. En esta Junta, como en las anteriores hasta 1984, el factótum era don Alberto Ruiz de Galarreta. La Junta realizó varias conferencias, pero de por sí sola carecía de fuerza para convocar dichas Jornadas de 1989. Por sí solos, no las hubieran organizado por falta de práctica organizativa.

Quien merece todo el reconocimiento en la ejecución de los proyectos de la Junta Nacional para la Unidad Católica, esto es, en la preparación de las Jornadas de Toledo de 1989, fue el P. José María Alba Cereceda quien desde Barcelona movió a las Uniones Seglares de Barcelona, Madrid, Pamplona y Valencia, y a otras asociaciones católicas afines (englobadas todas en “Seglares católicos españoles”).

Se acercaba la fecha de la conmemoración. Estamos en 1988. Ante la falta de empuje práctico de quienes deseaban conmemorar el XIV Centenario del IIIer Concilio de Toledo, el P. Alba dijo: “O lo hacemos nosotros o nadie lo hace”. Él escribió a unos y otros para que se celebrasen las Jornadas, siguiendo la intención de la Junta compuesta por Montero, Ruiz de Galarreta etc. Él movió los hilos allá donde llegaba su influencia. Puso en escena o en acto lo que habían trabajado y preparado otros, sobre todo Ruiz de Galarreta.

Periodísticamente, apoyaron la celebración Manuel de Santa Cruz en “Siempre P’alante” y Miguel Ayuso en “Iglesia-Mundo”. Será Fernando Arquero (no el dr. Felipe Fernández Arqueo, que es otra persona) que vivía en Madrid, quien estando en contacto con el P. Alba, organice las Primeras Jornadas y conmemoración en Toledo en el año de Gracia de 1989, llevando a cabo todas las gestiones con el Hotel Beatriz de la ciudad del Tajo, que acogió a los jornadistas con un gran éxito. De Barcelona se organizó un autobús. Ruiz de Galarreta no

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pudo estar en estas primeras Jornadas por haber sido intervenido médicamente. Al finalizar las Jornadas, y con el entusiasmo de la conmemoración, Fernando Arquero, que residía en Madrid, exclamó: “Y el año que viene al Cerro de los Ángeles”.

En las primeras Jornadas de la Unidad Católica de 1989 hubo tres grados de participación: convocantes, organizadores y participantes. Aunque la organización la realizaron las Uniones Seglares movidas por el P. Alba, sin embargo estas sólo eran copartícipes de la convocatoria realizada por la Junta creada en 1984 y renovada en 1989. Entre los participantes estaban las personas que componían el entusiasta cuerpo social de las Uniones Seglares, aunque también se sumaron otras personas que no pertenecían a ellas. El P. Alba tuvo una importancia capital en la organización y el éxito de 1989.

En adelante hasta la actualidad, la convocatoria de las Jornadas fue a cargo de la Junta originada en 1984 y las que le sucedieron, independientes todas ellas de las Uniones Seglares, aunque a veces en la propaganda impropiamente se dice que convocaban las Uniones Seglares. En tal caso conviene destacar que no se nombraba a ninguna, decirlo era una significativa cita de cortesía, y siempre era un recurso útil para atraer a sus miembros toda vez que ya habían estado con entusiasmo en las primeras Jornadas y a continuación estarán en no pocas de las siguientes. La prueba es que una vez fallecido el P. Alba, puede decirse que la presencia de los miembros de la Unión Seglar de Barcelona en las Jornadas se fue apagando lentamente.

Concretemos más con apoyo documental, indicando cuál fue el nombre utilizado para realizar las diferentes convocatorias de las Jornadas, y quién convocó realmente las Jornadas de 1991 en El Escorial. Tomamos la información de la revista “Siempre P’alante”, que dice así:

1989. “Convocan Juan Nacional del XIV Centenario de España Católica y

Uniones Seglares de España” (SP’ nº 178, 18-XI-1989, P. 11) 1991. “Convocadas por las Uniones Seglares de España y la revista “Siempre

P’alante”, las próximas Jornadas de la unidad Católica tendrán lugar, D.m. en Zaragoza en abril de 1992” (SP’ 15-VII-1991, nº 216, p. 11)

“Seglares católicos en El Escorial”, foto de portada (SP’ nº 210, 15-IV-1991) Las Conclusiones de las II Jornadas punto 7º afirman: “Agradecer a

las Uniones Seglares de Navarra y de Valencia la organización de estas Jornadas y rogarles que organicen otras análogas el año próximo” (SP’ nº 210, 15-IV-1991)

El anuncio de las Jornadas del nº 205 (1-II-1991), nº 206 (15-II-1991), nº 207 (1-III-1991), 208 (15-III-1991) y nº 209 (1-IV-1991) nada dice sobre quien convoca, aunque titula el acto como II Jornadas de Seglares Católicos Españoles.

1992. Las III Jornadas las organizan “Las Uniones de Seglares Católicos de España” (SP’ nº 231, 1-IV-1992, nº 232, 233). Están “Convocadas por las Uniones Seglares de España y la revista “Siempre P’Alante”, las próximas Jornadas” (SP’ nº 227, 229, 230).

1993. “Las Uniones de Seglares Españoles”, “Organizan: las Uniones de Seglares Católicos de España” (SP’ nº 253, 1-IV-1993), “Seglares Católicos Españoles” (SP’ nº 255, 1-V-1993), “convocadas por las Uniones Seglares Españolas” (crónica Arrako) (SP’, nº 255 id.).

1994. “Seglares Católicos Españoles” “Convoca la Junta Nacional de la Unidad Católica de España” y “Coordina y organiza la U.S./Siempre P’alante de Navarra”, nº 273, nº 274 (16-III-1994).

1995.Lo mismo en 1995, nº 297, nº 300. Así, seis veces se dice: Uniones Seglares de …

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Como hemos indicado, esta apelación a las Uniones Seglares no debe llevarnos a confusión. En efecto, los organizadores actuaban, de alguna manera y por cortesía, en nombre de las Uniones Seglares. Ellas organizaron, junto a la Junta de 1984, las Jornadas de Toledo en 1989, pero no ya las Jornadas de 1991, que fueron organizadas únicamente por Don Alberto Ruiz de Galarreta y don José Ignacio Dallo. Como Uniones Seglares nada organizaron después del Encuentro realizado en el castillo de Javier en 1986, a excepción de las Jornadas de Toledo en 1989 que, como hemos dicho, lo hicieron de forma compartida con la Junta creada en 1984. Por eso, desde 1994, se pasa del “Uniones Seglares” de modestia al más amplio y verdadero de “Seglares Católicos Españoles” y se anuncia así: “Seglares Católicos Españoles”, “Convoca la Junta Nacional de la Unidad Católica de España”, “Coordina y organiza la U.S./Siempre P’alante de Navarra”. Esta es la verdad desde 1991 hasta 2014.

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1.7. La finalidad. Las primeras Jornadas de la Unidad Católica

reunidas en Toledo en noviembre de 1989, no fueron una reunión que mirase el pasado con complacencia y sin virtualidad. Fueron mucho más, esto es, pretendieron estudiar y reafirmar la vigencia de la Unidad Católica en España frente a la Constitución agnóstica y atea práctica de 1978, y también realizar el juramento que incluía las dimensiones doctrinal y práctica, comprometiéndose a la reconquista de dicha Unidad Católica en las instituciones públicas más altas. Al final este importante juramento se efectuó en la cripta del Alcázar de Toledo.

Semejante tema resultaba nuclear entre los seglares católicos de las Jornadas, pues siempre consideraron que aceptar o no la Constitución liberal-socialista de 1978, era una de las piedras de toque que distingue a quienes -por una parte- quedaban atrapados por los malos frutos del árbol agnóstico y relativista de dicha Constitución, y por otra los españoles que son fieles a la doctrina católica de siempre y sus aplicaciones realizadas en España.

Carácter anual de las Jornadas. Pasemos a cuestiones más secundarias, por ejemplo las diferencia de criterio práctico que existió entre los que se dieron cita en las jornadas de 1989. Mientras la Unión Seglar de Barcelona deseaba que las Jornadas fuesen cada dos años –quizás por ser ésta la periodicidad de las reuniones de las Uniones Seglares-, la Junta convocante en Toledo el año 1989 (Ruiz de Galarreta entre otros) quería que las Jornadas fuesen anuales. Mantener cada año las reuniones implicaba un mayor compromiso hacia la dimensión práctica y activa de urgencia que se deseaba dar a la conmemoración del año 589. La Unidad Católica era el máximo bien a mantener ya por respeto a Dios ya por el bien común, tenía una clara dimensión práctica, no era un mero y respetuoso recuerdo como tampoco una añoranza sin fuerza actuante, y por ella se debía trabajar en 1989 y con posterioridad. Las reuniones anuales también implicaban un fortalecimiento interior necesario en su orientación práctica y para sobreponerse a la complejidad que conllevaba la logística de unas Jornadas nacionales.

Si en 1989 se celebraron las primeras Jornadas de la Unidad Católica en Toledo, en 1990 no hubo tal celebración a pesar del impulso del año anterior. “Nosotros, los de la Unidad Católica, (iremos) todos los años; las Uniones Seglares que hagan lo que crean conveniente”, vino a decir Ruiz de Galarreta. Tras el vacío de 1990, las segundas Jornadas se reunieron en El

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Escorial en 1991, para, desde 1992 hasta 2015, celebrarse junto al Pilar de Ntra. Sra. en Zaragoza todos los años (3).

Podría pesarse que los seglares de Barcelona harían coincidir las Jornadas con las reuniones de las Uniones Seglares nacionales, por estar acostumbrados a llevar toda la carga organizativa, desplazando de hecho a la Junta de la Unidad Católica. En tal caso, la conmemoración de la Unidad Católica y su actualización constante y anual se podría diluir en otros trabajos aún con la mejor intención del mundo. Por eso, quien ha mantenido la pervivencia del mensaje práctico de la Unidad Católica –que es el mejor fruto de la conmemoración de 1989- y las aplicaciones que conlleva a la historia concreta de España entre 1989 y 2014, ha sido don Alberto Ruiz de Galarreta, que concibió estratégicamente la necesidad de las reuniones anuales.

Las II Jornadas celebradas en El Escorial en 1991 las convocó la Junta Nacional de la Unidad Católica, en la que no participaba Fernando Arquero. Quien realizó la movilización fue la Unión Seglar San Fco. Javier de Navarra. Previamente tuvo lugar una reunión en la “Posada de las almas” de Zaragoza, a la que asistieron unas siete personas (una de Barcelona –no era el P. Alba-, Fernando Arquero, un tal Núñez y Sebastián Mariner de Madrid, dos de Pamplona y Ruiz de Galarreta), donde salió de nuevo la discrepancia entre la convocatoria anual o bianual. El factor decisivo para el mantener una continuidad anual fue Ruiz de Galarreta.

Tras 1991 los miembros de las Uniones Seglares mantuvieron su presencia entusiasta en las Jornadas en calidad de particulares, y presidieron mesas de conferencias, tomaron la palabra, impartieron conferencias (4), participaron activamente, y, si eran eclesiásticos, celebraron la Santa Misa con todo gozo y unión. Lo que dejamos constancia aquí es que la convocante de todas las Jornadas fue la Junta de seglares formada por personalidades de carácter, siendo entre ellas la más significativa –repetimos- don Alberto Ruiz de Galarreta, y que sólo en las Primeras Jornadas de 1989 la convocatoria fue coparticipada entre la Junta y las Uniones Seglares.

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1.8. Paralelismo histórico. Será grande la satisfacción de todos los

jornadistas, cuando adviertan que existe un indudable paralelismo y continuidad de los 25 años de las Jornadas de la Unidad Católica, con los Congresos católicos nacionales del s. XIX y comienzos del XX. Los seglares de las XXV Jornadas son los herederos de los católicos netos, que participaron en aquellos congresos del catolicismo oficial iniciados en Madrid (1889) con ocasión del aniversario de la Unidad Católica de España. Obsérvese que el arranque de las dos etapas de Congresos y estas XXV Jornadas es el mismo: celebrar el centenario y significado público del IIIer Concilio de Toledo del año 589 (5).

A finales del siglo XIX y comienzos del XX, los católicos recordaban a la sociedad y al Estado liberal la exigencia de suprimir el artículo 11 de la Constitución liberal de 1876 que vulneraba la Unidad Católica jurídica con la tolerancia parcial del culto público de las religiones falsas, impuesto a España por el partido liberal conservador de Cánovas del Castillo. Ahora, los Jornadistas se ven en el extremo práctico de pedir a otros católicos que exijan a los poderes civiles liberal-socialistas, la defensa de la vida del nasciturus y que no toleren la posición pro aborto del PP, que es el actual partido liberal conservador llamado

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centrista con permanentes guiños hacia la izquierda y una política que acepta todas las reformas impías, inmorales, y apátridas –no exageramos lo más mínimo- del socialista Rodríguez Zapatero.

Las supuestas “izquierdas” y “derechas” ya se han fundido en España. Ha desaparecido el centro democrático (UCD) de Adolfo Suárez de ayer, y después la derecha liberal llamada Partido Popular su sucesora, aceptando todas las tesis de la izquierda socialista. La UCD y el PP se han autodestruido mientras tenían una mayoría absoluta parlamentaria. Triste destino este de los partidos más desastrosos para los católicos españoles. Por otra parte, pensemos el enorme contraste mantenido por estos extremos históricos –el partido conservador de Cánovas y la UCD seguido por el Partido Popular de Rajoy- distanciados tan sólo por cien años (1876/1917 a 1976/2015), expresa la debacle espiritual y material de España a raíz de la actual expulsión de N.S. Jesucristo de las instituciones públicas en 1978 y de la anterior cesión de la Unidad Católica en 1967.

Desde 1976 ha reverdecido la política malminorista de 1876, entrista en todos los partidos, ocasionalista, reduccionista de la política a la administración, ayuna de principios, y oportunista sin duda, que disuade a los católicos a realizar una política de orientación católica –que en muchísimas cosas no sólo es para los católicos-, y que les disuade también de unirse o vincularse políticamente como tales.

La actual política que obliga a los católicos de quedar a merced de la partitocracia liberal-socialista ha sido un desastre. Peor que el Desastre de 1898. El animar a que los católicos se introduzcan en unos u otros partidos ha conllevado la total debacle. El evitar un posible frentismo entre posiciones claras e inequívocas ha conllevado un frentismo anticatólico y contrario a los principios más básicos del derecho natural, sin que los buenos posean organización alguna, ni líderes e ideas, siendo un cero político, y dejando a los católicos y gentes de bien a merced de los caprichos de la partitocracia laicista y secularizadora, amante del poder, imitadora del mundo yankee, hasta el lógico advenimiento –en España- de la corrupción generalizada y la amenaza del neomarxismo.

En estas circunstancias, si se predica de nuevo la ideología del liberalismo -máxime cuando el pueblo busca otras salidas-, la presunta solución ofrecida originará la misma problemática quedando de nuevo en un callejón sin salida.

Las XXV Jornadas de la Unidad Católica son herederas humildes y sencillas de los Congresos nacionales católicos del pasado organizados por la jerarquía católica en España, pero sobre todo herederas de muchos de los católicos que participaron en ellos, reunidos en las bellas ciudades de Zaragoza (1890), Sevilla (1892), Tarragona (1894), Burgos (1899) y Santiago de Compostela (1902). Tales Congresos, que mantenían la Unidad Católica en España, fueron unos grandes acontecimientos eclesiales aunque en realidad fuesen poco operativos, manteniéndose además en su seno alguna posición que enturbiaba la Unidad Católica querida por la generalidad de los españoles. Ahí está la colaboración del Magistral de Sevilla (Dr. José Roca y Ponsa) sobre el Congreso de Burgos de 1899. Sabemos que además de dichos Congresos, hubo otro tipo de Asambleas, como la Iª Asamblea Nacional de la Buena Prensa que se celebró en Sevilla en 1904, y la IIª que tuvo lugar en Zaragoza en 1908. Pudo elegirse esta última ciudad por acoger el Pilar de Zaragoza, y recordar el centenario de la resistencia zaragozana frente al invasor revolucionario francés.

También hoy el CEU dependiente de la ACNdeP reúne actualmente en Madrid sus Congresos de católicos en la vida pública, aunque carece de la

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conexión del tema raíz de los Congresos históricos ya mencionados, tan contrarios a la secularización de las instituciones públicas, y lo hacen bajo un prisma muy diferente al de las Jornadas por la Unidad Católica de España.

Mucho han cambiado las cosas en un centenar de años, desde los comienzos del siglo XX hasta la actualidad, pero las necesidades y posibilidades de los españoles -que son lo importante- han cambiado mucho menos. Tampoco han cambiado las esencias de las ideologías revolucionarias de origen hasta la actualidad. Los ropajes serán algo diferentes, pero nada más.

* * *

1.9. Lugar y asistentes. Los Jornadistas han dejado constancia de la necesidad de la presencia física para la realización de dichas 25 Jornadas de la Unidad Católica, como se refleja en el juramento anual y en las conclusiones de diversas Jornadas, especialmente en sus bodas de plata:

“9ª. La presencia física en las Jornadas no solamente debe ser un anhelo

satisfactorio a nuestro espíritu, sino también un deber. Estimula a los ponentes, fortalece a los asistentes y es un toque de llamada a los que pudiendo asistir no lo hacen. Ejemplar la asistencia anual de los grupos de las antiguas Uniones Seglares de Valencia, Madrid y Navarra y la individual sacrificada y asidua de tantos otros, o en familia, como las Misioneras de las Doctrinas Rurales de Castellón y, los diez miembros de la familia Ortiz-Frigola” (C., 2014). En Toledo, el lugar físico de las reuniones fue el hotel Beatriz situado

en un alto y enfrente del Alcázar al otro lado del Tajo, a los dos años se pasó a El Escorial, y al fin se recaló puerto en Zaragoza, tres escenarios a cada cual más reconfortante. Ya en Zaragoza, los jornadistas se reunieron en el amplio y austero salón la casa la de Acción Católica junto a la Seo (1991-1999), en 2000 fue en la Residencia “La Milagrosa” de las hijas de la Caridad -a quienes les incomodó que se repitiese-, y el tercero y en adelante los jornadistas han utilizado el generoso salón de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret (2001-2015). En la Iglesia de San Juan de los Panetes que custodian estas dulces monjitas, tuvieron ellas el gusto de ver al arzobispo metropolitano de Zaragoza celebrando la Santa Misa de las Jornadas durante nueve años consecutivos.

En relación a los asistentes, en las Jornadas de Toledo en 1989 hubo un muy nutrido número de quinientas personas, en 1992 dos centenares largos, en 1996 fueron 160 personas, y en delante de 150 han ido bajando hasta 60 inscritos más otros asistentes.

Habitualmente la procedencias han sido de Madrid, del viejo Reino de Valencia, Barcelona, Gerona y Lérida por parte del Principado de Cataluña, el viejo Reino de Navarra o Comunidad Foral, Zaragoza, Sevilla, el Principado de Asturias, y diferentes provincias como Cantabria, La Coruña, Toledo, Cádiz, Almería, Murcia, Albacete, Cuenca… algunas muy distantes de Zaragoza, santuario mariano y centro espiritual de las Jornadas. Otros jornadistas proceden de Huesca, Teruel, La Rioja, Álava, la Provincia de Guipúzcoa, Valladolid y Jaén.

Las conferencias fueron publicadas en diferentes dosieres en los años 1992 y 1993 con los esfuerzos de la Unión Seglar de Navarra. Con frecuencia se publicaron sus resúmenes en “Siempre P’alante”.

Los oficiantes de la Santa Misa de las Jornadas han sido el P. Alba S.J. desde 1989 inclusive, una vez fallecido le sucederá el P. Turú, y, tras 2006 el arzobispo de Zaragoza mons. Ureña Pastor hasta que en 2015 dimite de la sede metropolitana. Todos ellos fueron acompañados de otros concelebrantes hasta

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llegar a diez sacerdotes. Las conclusiones de las jornadas de 2006, 2007 y 2014 agradecieron a Mons. Ureña su apoyo y presencia en la Santa Misa de clausura.

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1.10. Los temas. Los temas de las XXV Jornadas muestran la

naturaleza práctica del mensaje raíz. Se concretan sobre el eje de un tema anual, que reactiva las grandes hazañas de la historia católica de España aplicándolas al presente. Este grupo de seglares dan ejemplo a los restantes seglares españoles de lo que debieran realizar. En sus planteamientos no hay historicismo alguno, porque, en primer lugar, la tesis central de las jornadas es que existe una tesis católica en sí misma, la misma que España ha hecho realidad durante siglos aun a costa de grandes sacrificios. Lógicamente los pueblos y espíritus materialistas y mundanos no lo pueden entender. A ello se une una segunda afirmación: España continúa en situación de tesis social católica, aunque la Revolución liberal-socialista esté mermando su realidad y fuerzas. En tercer lugar, no han descristianización ni recristianización sólo por la vía legal y pública, o sólo por la eclesial, social y familiar, sino por ambas vías a la vez. Además de la indudable conexión teórico-práctica entre el pasado, presente, y futuro, la admiración hacia el pasado sirve de revulsivo en nuestra sociedad materialista, presentista y despersonalizada, sobre todo en España donde, a pesar de todo lo que ha hecho para arrancarlo, el ayer está mucho más presente que en otros países. No en vano, las fuerzas descristianizadoras en España son más activas que en otros países, y han empezado por la inmoralidad más radical en las leyes y costumbres, a la vez que propugnaban por la autodemolición de la Iglesia.

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1.11. Reconocimientos, presidencia y directores. Muchas veces

en las XXV las Jornadas se ha reconocido que, como instrumento humano, el estratega en los temas generales, los títulos de las conferencias y las conclusiones, ha sido y es don Alberto Ruiz de Galarreta (Manuel de Santa Cruz), y que su director y motor práctico, como también el alma de la Unión Seglar San Fco. Javier de Navarra, es don José Ignacio Dallo Larequi. Así lo han reconocido diferentes conclusiones de las Jornadas (Conclusiones, 2004, 2005, 2007).

Por ello, en todas las Jornadas se ha reconocido a ambos su dedicación, desvelos y fidelidad. Además, en reconocimiento a la dirección del quincenal “Siempre P’alante”, las Jornadas de 1995 efectuaron un caluroso homenaje al Rvdo. Don José Ignacio Dallo, al que siempre se le ha agradecido su encomiable y sacrificada labor del apostolado sacerdotal de la prensa. Desde 1982, la suya está siendo una vida inmolada y sacrificial, en el silencio eremita y con la alegría que da el servicio de toda una vida. Este silencio íntimo lógicamente va acompañado de una viva comunicación con otras personas en la organización anual de las Jornadas, en su amplio círculo de amistades selectas, y en la edición y administración del quincenal “Siempre P’alante”. Lo que la jerarquía de la Iglesia diocesana quiere ignorar, lo agradecen muchos fieles de a pie.

También se hizo un reconocimiento (C., 2007 y 2010), y dos años después un homenaje, a don José Luis Díez Jiménez (C., 2012; SP’ 1-V-2012, nº 673, p. 10), por ser el alma o idea, realizador permanente y quien mantiene la presencia del “Siempre P’alante” y las Jornadas en la Red internauta: primero,

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por crear la Web, luego por crear la Radio de su propiedad y, en tercer lugar, por la lectura de “Siempre P’alante” en dicha radio. Ahora se ha incluido en la Web la siguiente página sobre la Unidad Católica: www.unidadcatolicadeespaña.es. El quincenal “Siempre P’alante” se ofrece al público en general en la Red desde el 25-VII-2006 -festividad de Santiago patrón de España (SP’ nº 673, 1-V-2012)- y en la Radio JLD-Unidad Católica de España creada al efecto el 8-V-2008 (ídem.). Así, puede afirmarse que don José Luis Díez eleva a “Siempre P’alante” desde la biblioteca hasta lo que hoy se llama no sin afectación la “aldea global”, “multiplicando así de manera incalculable, incluso fuera de las fronteras de la Patria, la difusión de los principios de la civilización cristiana y española” (C., 2012). La primera conclusión de las XVIII Jornadas de 2007 establecen que:

1. “Durante este curso la página WEB de nuestra Revista www.siemprepalante.es y agradecen a don José Luis Díez Jiménez su entregado apoyo. Asimismo agradecen las adhesiones en varias formas recibidas y muestran su admiración a los artistas que han participado en el CONCURSO DE ARMONIZACIÓN convocado para la conmemoración de los XXV AÑOS de SIEMPRE P’ADELANTE” (C., 2007). Las conclusiones de las Jornadas en sus bodas de plata (XXV

Jornadas, 2014), se hicieron eco de algunas personas especialmente relacionadas con la organización y difusión. Dicen así:

2ª. Muchos son los nombres que vienen a nuestra memoria, que han

fortalecido estas jornadas en defensa de la Unidad Católica de España. No obstante creemos de justicia señalar dos, que forman lo que podríamos decir el eje binario fundador de las mismas: Don Manuel de Santa Cruz- como a él le gusta que le designen- y el Padre Don José Ignacio Dallo Larequi.

3ª. Reconocimiento a la labor de la Unión Seglar de San Francisco Javier de Navarra, que desde 1982 con su quincenal navarro católico de proyección nacional “Siempre P’alante”, órgano de la Unidad Católica de España, fue decisiva en la conmemoración del Toledo 89 y viene convocando desde 1991 estas Jornadas. Especial agradecimiento a su Director y a sus colaboradores fijos jornadistas don Manuel de Santa Cruz, don José Fermín Garralda Arizcun, don José Fernando Silva Santos y don Carlos González Blanco

4ª. Agradecer la incorporación en los últimos años a las labores de organización de las Jornadas Nacionales de la Asociación Cultural Gerona Inmortal, con su presidente don Jaime Serrano de Quintana, don Jesús Ortiz Ortín y doña Pilar Frigola, y su boletín Empenta.

5ª. El testimonio documental de todo tipo es básico. Queda para la posteridad y será ejemplo. Señalamos aquí el gran servicio que realiza Don José Luis Díez Jiménez con su Radio JLD de la Unidad Católica de España, sus grabaciones digitales audiovisuales y su página web” (C., 2014). Así mismo, las conclusiones de las diversas Jornadas han pedido a

todos los amigos y simpatizantes que apoyen los trabajos de la Fundación creada al efecto (C. 1998, 1999).

Los presidentes de la Junta Nacional han sido, sin problema alguno de continuidad, los siguientes: don Jaime Montero (Primera Junta Nacional del XIV centenario de la España católica creada el 28-VI-1984), don Julián Gil de Sagredo Arribas (Segunda Junta del XIV Centenario del Concilio de Toledo de 1989 hasta que falleció el 8-IX-1996), y, desde 1997, don Alberto Ruiz de Galarreta por fallecimiento del anterior (Tercera Junta Nacional para la Reconquista de la Unidad Católica de España, 8-X-1996), quien mantuvo la presidencia apoyado por Rafael Gambra y Mari Carmen Palomares, aunque, por motivos de salud, no haya podido asistir a las Jornadas desde 2008 hasta la

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actualidad. Así, y durante estos años, don Alberto ha sido sustituido en funciones por el gerundense don Jaime Serrano de Quintana (Cuarta Junta, Zaragoza 8-IV-2009), de modo que ambos trabajan juntos en el diseño de cada una de las Jornadas. El presidente, en calidad de vitalicio por su larga y constante trayectoria al servicio de la causa de la Unidad Católica de España, es don Alberto, admirado y querido por todos los jornadistas.

Todo lo dicho hasta ahora deja claro que don Alberto Ruiz de Galarreta es el estratega y alma de la “Junta Nacional para la Reconquista de la Unidad Católica de España” desde 1984. También ha sido el cuerpo y entusiasta impulsor de la Junta, y el divulgador de la Unidad Católica en el semanario “¿Qué Pasa?”, el diario carlista ”El Pensamiento Navarro”, y después en el quincenal “Siempre P’alante” que de alguna manera sustituyó a éste último tras su cierre.

El director de todas las Jornadas ha sido y es don José Ignacio Dallo Larequi, que ha llevado a cabo un trabajo infatigable, hecho con una total dedicación apostólica y la aceptación general de todos (SP’ nº 628, 16-IV-2010 y nº 673, 1-V-2012; 25 Jornadas, 2014) (6).

La organización de las Jornadas ha corrido a cargo de la Unión Seglar San Francisco Javier (C., 2014). Su convocatoria y realización, incluyendo el aparato gráfico, se encuentra plasmada en el quincenal navarro “Siempre P’alante”, “órgano periodístico nacional para la Reconquista de la Unidad Católica de España”. Sus páginas incluyen la llamada general y los objetivos, los programas de las Jornadas, una detallada crónica y sus conclusiones, más algunas síntesis de las ponencias, de suerte que ello hace que este quincenal sobrepase el quehacer del importante quincenal ilustrado “La Avalancha” (1895-1950) que puede considerarse el antecesor periodístico en formato, doctrina y aplicaciones prácticas de revista quincenal “Siempre P’alante” en Navarra. La diferencia es que “La Avalancha” tenía un fuerte componente cultural y gráfico (fotografía) y tenía unas buenísimas relaciones con el obispo de la diócesis.

Templo de Santiago de Zaragoza, donde se celebraron las sesiones de la Iª Asamblea de la Buena Prensa (1908).

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Mientras se reunían los

Congresos católicos, la Masonería española ocupaba altos puestos en la universidad española. Es el caso de Miguel Morayta, Gran Maestre del Oriente Español, catedrático de Historia de la Universidad de Madrid. Este publicó un libro que en 1956 será reproducido, ampliado y refutado, parte por parte, por Mauricio Carlavilla (Madrid, Nos, 1956, 399 pp.) Este autor, sin ser historiador, fue una de las personas mejor informadas sobre estos asuntos. Foto: JFG 2014

Exposiciones como la de ésta contraportada de un folleto se repiten en la publicística de Manuel de Santa Cruz y de las Jornadas de Seglares Católicos.

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Vista parcial de los asistentes a la Santa Misa de las Jornadas en la basílica del Pilar en 1992. Foto: JFG 1992

Vista parcial de los asistentes a la Santa Misa de las Jornadas en la basílica del Pilar en 1992. Foto: JFG 1992

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Vista parcial de los asistentes a la Santa Misa de las Jornadas, Altar Mayor de la basílica del Pilar, 1993. Foto: JFG 1993

Sala de conferencias de la Casa de la Acción Católica, junto al palacio episcopal de Zaragoza. En primera fila a la drcha., el P. Braulio Manzano S.J., en sexta fila a la izquierda

el P. Félix Beltrán Pérez, autor de El sacerdote de hoy y de siempre (1992). Zaragoza, mayo 1998. Foto: JFG 1998

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Jornadas de 1996. En la primera fila, los PP. Braulio Manzano S.J., Félix Beltrán, y Agustín Arredondo S.J. Entre los seglares, don Carlos Etayo Elizondo con barba y a su derecha don Emilio Blanco procedente de Puigcerdá. Foto: JFG

1996

Salón de conferencias de Acción Católica. El primer señor de la primera fila por la izquierda, un generoso donante. Zaragoza, mayo 1992. Foto: JFG 1992

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Jornadas de 1995. A la derecha de la persona del P. Félix Beltrán, don José Fernando Silva y esposa, y a su izquierda don

Lucas Navarro. Foto: JFG 1995

Rvdo. Don José Ignacio Dallo Larequi y don Alberto Ruiz de Galarreta, dos pilares de las XXV Jornadas de Seglares para la Reconquista de la Unidad Católica de España. Al fondo, don Jesús Vizcay, presidente de la Unión Seglar San Francisco Javier de Navarra. Salón de Actos de la casa de la

Acción Católica, en la plaza del Pilar. Zaragoza, 1995. Foto: JFG 1995

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Don Julián Gil de Sagredo, el P. Dallo y don Alberto Ruiz de Galarreta. Rev. “Siempre P’alante” nº 300, 19-V-1995. Foto: J.M. Navarro 1995

Homenaje de los jornadistas al Rvdo. Don José Ignacio Dallo. Zaragoza, 1995. Hace la entrega don Alberto Ruiz de Galarreta (Manuel de Santa Cruz). El pergamino, diseñado y dibujado artísticamente gracias a las diligencias de don José Luis Aguirre y

Manglano (Valencia), se conserva en la sede de la Unión Seglar San Fco. Javier, c/ Doctor Huarte (Pamplona). Foto: JFG 1995

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Rev. “Siempre P’alante” nº 300, 19-V-1995

Don Julián Gil de Sagredo Arribas, abogado de Madrid, presidente de la Junta Nacional para la

Reconquista de la Unidad Católica, expositor brillante por su brevedad y orden, claridad y contundencia argumental, junto al director de las Jornadas Rvdo. P. José Ignacio Dallo. Zaragoza, 1995.

Foto: JFG 1995

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Sala de conferencias de la Residencia “La Milagrosa” de las hijas de la Caridad. Rev. “Siempre P’alante”, Rev. Nº 409, 1-V-2000

Salón de sesiones en la Misioneras Eucarísticas de Nazaret de la calle Salduba, en la plaza de El Pilar. Zaragoza 2009. Foto: JFG 2009

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Visita parcial de la Sala de conferencias de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret. Zaragoza 2010. El diseño de la tribuna de oradores ha cambiado poco durante estos XXV años: permanece el letrero

“Reconquista unidad Católica”, la bandera del Papa con la Cruz y el Sagrado Corazón “A Ti me arrimo” sobre ella y colocada al fondo del escenario. En este caso hay cuatro banderas con preciosos bordados allá donde

sólo había una. La tribuna es para cuatro o cinco personas, que rotan por cortesía salvo necesidad. Foto: JFG 2010

Junta Nacional para la Reconquista de la Unidad Católica de España. El presidente vitalicio por su larga y constante trayectoria al servicio de la causa de la Unidad Católica de España es don Alberto Ruiz de Galarreta.

En la imagen, de izda. a dcha., el Rvdo. P. José Ignacio Dallo Larequi como director, el empresario D. Gil de la Pisa Antolín como delegado de propaganda, el abogado y profesor D. Jaime Serrano de Quintana (como vicepresidente y

presidente en funciones) en el uso de la palabra, D. José Luis Díez Jiménez como secretario general y responsable de los medios digitales, y el gerundense D. Jesús Ortiz Ortín como secretario de la Junta. Zaragoza 2010. Foto: JFG 2010

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2. Fuentes, objeto y temas generales de estudio

Esta investigación es de historia participada en cuanto que su autor ha sido testigo de las 25 Jornadas. Es una detenida prolongación de la ponencia “Los temas de estudio en las XXV Jornadas” encargada por la organización de las Jornadas en 2014.

2.1. Fuentes. ¿Cuáles han sido las fuentes utilizadas para responder

a éste extenso tema? En primer lugar, es el conocimiento y participación de quien esto escribe en todas las Jornadas salvo en la segunda –debido a dificultades de desplazamiento-, lo que le ha permitido constatar la homogeneidad tanto de las tesis y puntos de vista fundamentales mantenidos, como su permanencia en el tiempo, facilitando en todo caso el conocimiento de los asistentes. Ahí están también –y sobre todo- los Programas y conclusiones de dichas celebraciones, publicadas en el quincenal navarro católico “Siempre P’alante”. Lo señalaremos con J, año (Jornadas, Programa y año) y C, año (Conclusiones, año). La repetición de las principales conclusiones otorga una unidad singular a las Jornadas, y están en consonancia con el desarrollo de los temas y hasta con los temas elegidos. Además, en dos ocasiones, la Unión Seglar San Francisco Javier imprimió y repartió entre los asistentes a las Jornadas las conferencias de las sesiones del año anterior, mientras que las síntesis de las conferencias se publican en dicho quincenal.

No cabe duda que las XXV Jornadas y sus contenidos son una prolongación y actualización en los medios materiales, de las luchas del catolicismo español contra el liberalismo radical o conservador de los siglos XIX y comienzos del XX. Como el liberalismo ha triunfado en España aunque con pésimos resultados, y ante el silencio social y eclesial de estos grandes y nucleares temas, es lógico que la asistencia a las Jornadas no sea masiva. La mencionada continuidad no es arqueología, ni salirse de la propia Historia y el transcurrir del tiempo, ni apartarse de los intereses y necesidades del hombre contemporáneo, sino que muestra la naturaleza objetiva de las verdades defendidas, la tendencia del catolicismo español a la permanencia en el tiempo, y que nuestro presente está muy influido por la historia y la evolución general de España, sin que los problemas no hayan hecho sino agudizarse. Podría decirse que en el año 2015 está culminando en España el proceso revolucionario y su desmantelamiento como Tierra de María y hasta expresión del hombre civilizado.

La bibliografía básica de las Jornadas ha sido el Magisterio de la Iglesia relativo a los ámbitos social, jurídico y político, recogido en la colección de la BAC y no reeditado, particularmente la encíclica “Vehementer Nos” de Pío X y sobre todo “Quas primas” de Pío XI. Unido a ello el magisterio actualizador de los

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últimos Pontífices Juan Pablo II y Benedicto XVI en continuidad con la tradición de la Iglesia. Se suma a ello la profunda y hasta literaria conferencia del cardenal Gomá sobre la Hispanidad en el buenos Aires de 1934, la verídica y ecuánime Pastoral conjunta de los obispos españoles sobre la guerra civil o Cruzada de 1936, el libro de Sardá y Salvany El liberalismo es pecado –tan desdeñado por todo tipo de apriorismos, y por los liberales y sus resabiados-, la Historia de los heterodoxos españoles del ilustre polígrafo santanderino Menéndez Pelayo –cuya forma expresiva a veces tiene cierto apasionamiento-, la persecución religiosa escrita por Antonio Montero y al fin reeditada por la BAC en 1999 a pesar que el público haya reclamado la reedición mucho tiempo atrás, y la colección del quincenal “Siempre P’alante” cuajada de hecho y no sólo de criterio y opiniones. Por su parte, cada conferenciante ha aportado su bibliografía particular, en general tradicional.

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2.2. Objeto. El objeto de las Jornadas se trenza paulatina y simultáneamente en los tres grandes cuadros o escenas siguientes:

1. Primer cuadro: el pasado histórico y su virtualidad, que hoy sigue configurando a España y los españoles (de ahí, por ejemplo, el tema de los católicos y la memoria histórica de las J. XVIII, 2007). En la verdad objetiva que recogieron y transmitieron los padres de los asistentes, están sin duda los principios configuradores mantenidos en estas Jornadas. Aunque entre los jornadistas haya aportaciones analíticas e intelectuales predomina el sector popular y de benditas intenciones y obras.

2. Segundo cuadro: la raíz y objeto de las XXV Jornadas de la Unidad Católica arranca de la celebración del XIV Centenario de la conversión de Recaredo, o, si se quiere, del IIIer Concilio visigodo celebrado en Toledo el año de Gracia de 589. Durante los 25 años de las Jornadas han ocurrido muchos y nuevos acontecimientos en la vida social y política de España, así como en la Iglesia en España y universal, de suerte que tenerlos muy en cuenta ha exigido actualizar lo recibido, advirtiendo a la vez con humildad el máximo esfuerzo del maligno y los raudales de luz que el Señor envía a cada lugar del mundo ya antes del amanecer, la Luz del Buen Padre Dios que dirige la Historia.

Por ejemplo, en 1989, justo a los doscientos años después de la Revolución francesa tan admirada por los marxistas –y ahora en su fase moderada por los católico-liberales-, cayó el muro comunista de Berlín levantado a partir de 1961, acontecimiento éste de dimensiones históricas y ocurrido de una forma bastante repentina para el observador occidental. Otro asunto más. Hoy, mientras Occidente se descristianiza a pasos agigantados hasta la destrucción del hombre más débil por el crimen del aborto voluntario, el Mensaje evangélico o Buena Nueva se extiende con fuerza por otros continentes. Incluso la apostasía de Occidente parece compensarse con la sangre martirial de los cristianos de la Iglesia oriental perseguidos hoy por la yihad islamita en Próximo Oriente y, desde hace tiempo, por los islamitas del corazón de África.

3. Tercer cuadro o escena: el porvenir vivido durante estos 25 años y los tiempos que se espera. En ésta escena se trata de analizar cómo se prepara, con qué impulso actual y de futuro, el mundo de los propios hijos y nietos.

* * *

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2.3. Reacciones ante el objeto de nuestra atención. Estos grandes cuadros o escenas pueden generar algún tipo de vértigo

en un período muy especial del acontecer histórico, ante el deseo de acertar en los sucesivos quehaceres que permitan afrontar los principales desafíos del presente y futuro inmediato.

Señalaremos algunos aspectos que nos llevan a decir esto. En primer lugar, vértigo porque nos encontramos en el final de un ciclo histórico, en unos momentos de honda crisis y desconcierto donde todo es desconfianza y expectativa, problemas y fuertes anhelos. Cuando existen grandes males, seguramente hay grandes remedios y gracias promovidas por Dios entre sus hijos.

Rev. “Siempre P’alante”, Nº 235, 1-VI-1992

Vértigo también porque es la hora de Dios, pero también del hombre

hijo de Dios, su colaborador. El hombre tiene el mandato divino de crecer, multiplicarse y dominar la tierra, y por ello de colaborar en la consumación de la creación. Según dice el refrán: “a Dios rogando y con el mazo dando”. La pelota está en nuestro alero y es a los hombres a quienes también nos toca actuar. ¿En qué dirección? En la de siempre, pues nada ha conllevado el paso expectante de milenio en el año 2000, salvo la necesidad de que los hombres y mujeres de hoy tomen la iniciativa y se acerquen a la Verdad y al Bien, que está en Cristo, y actúen con responsabilidad en el ejercicio del libre albedrío que distingue a los hombres de las fieras. ¿Es que las injusticias sociales sólo se dan hoy día con la profunda crisis iniciada en 2007? Si miramos al pasado, ¿sólo existieron a comienzos de la primera y segunda industrialización? Recordemos un temprano

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título entre mil, de Rafael Pérez (1958) (7), dedicado al mundo del trabajo, a las injusticias sociales, a la apostasía de las masas obreras y a la brecha social donde tenía que estar la Iglesia por lo que respecta a la salvación de las almas y “sub specie aeternitatis”. Su fecha es temprana, el año 1958, aunque el movimiento social católico llevase más de un siglo en acción en Europa y poco después se trasladase y sumase a los movimientos surgidos en España. Lo que sí es propio de hoy día es la generalización de la injusticia debido a su extensión (o profundización) a ámbitos antes insospechados dentro del Primer mundo, expresado en el llamado Cuarto mundo caído en el paganismo y del que ya advertían de jóvenes hacia 1975.

Vértigo, porque es preciso redescubrir las posibilidades para el Bien, la Verdad y la Belleza, pues en España el mal se acelera más que en otros pueblos y –quizás por temperamento- tiende a notarse más que en otros lugares. Así pues, por varios motivos hay esperanza.

En primer lugar, es motivo de esperanza que nada en la vida sea del todo estático, porque lo bueno y bello tiende por naturaleza al crecimiento y la expansión. A pesar de la actual descristianización, en buena parte de origen exógeno, más del 70% de españoles sigue declarándose católico según el CIS (2014), siendo todavía mayor el número de padres que desean enseñanza católica para sus hijos. Precisamente esto último es lo que el poder civil liberal o socialista impide cuando separa religión y ciencia en los centros que administra, es decir, de los centros escolares denominados “públicos”. Como es imposible la neutralidad ante lo humano y lo divino, a continuación el poder civil querrá impedir eso mismo en los centros de iniciativa social, máxime si tienen concierto escolar.

Sociedad contradictoria la española y campo abierto a la esperanza, porque mientras las leyes civiles son opuestas a la voluntad de Dios, hay multitudes que rezan por las calles en Semana Santa, celebran la Redención de Cristo y su victoria sobre el maligno y la muerte, aman la Salvación sobre la desesperanza, y reafirman la Fe sobre la increencia o el sinsentido. A nada que “rasquemos” el corazón y alma del español de a pie, sale a flote la fe oculta por las propias incoherencias, los propios pecados e ignorancias, y hasta por la fuerza de la “pose” y el “se dice” social. Los solemnes funerales bajo el signo de la cruz arropan a gran parte de los difuntos españoles. Las afirmaciones laudatorias de algunos monseñores como García Burillo, Rouco Varela y Cañizares ante la labor política (ruptura y apostasía del Estado) de Adolfo Suárez González a su fallecimiento, no tienen la fuerza de entibiar las convicciones de quienes lamentan semejante política suarista y taranconiana, y tan sólo reafirman el peso de la Iglesia en España. Vaya otro ejemplo de lo que decimos: la presidente de Andalucía, Susana Díaz (PSOE), visitó al Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas en la parroquia de Santo Domingo de Málaga (DdN, 15-IV-2014), y ha dicho –en la artificial polémica actual, como casi todas las de la vieja piel de toro, de gente discutidora donde las haya- que en la catedral de Córdoba se debe respetar el culto católico sin consideraciones a la partición de su uso para mezquita.

Confiamos que en el impulsivo e impresionable pueblo español haya más apariencias de corrupción que realidades degradadas. Quizás sea porque en muchas materias el mal precede y procede sobre todo de las instancias oficiales y legales. De mantenerse esa situación, la lógica del hispano que lleva todo a las últimas consecuencias con un pasional impulso, justificaría que lo legal corrompiese la sociedad –y en eso algunos están empeñados-, aunque -por el

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contrario- también pudiera ocurrir que aquello que llega rápido y artificialmente pudiera desaparecer con una pasmosa rapidez.

En cuarto lugar, los aspectos más esenciales son los que más permanecen, sobre todo en España, que es el país de las grandes afirmaciones, aunque el escepticismo y relativismo todo lo envuelvan por imbuir su Constitución política fundamental, las leyes que la desarrollan, los Estatutos autonómicos y los gobiernos municipales. Todo vale hasta –lógicamente- la quiebra abierta de los derechos fundamentales de la persona.

La realidad va por otros caminos donde no caben el escepticismo ni el relativismo; con ellos la sociedad se encuentra siempre y en el mejor de los casos al borde de su descomposición. Este peligro permanente es imposible de obviar sin la Gracia divina, que no existe allá donde no hay Fe.

De hecho existen realidades que el hombre identifica como principios en los ámbitos natural y sobrenatural: existen en España -sin idealismos filosóficos- y entre los españoles -sin sociologismos superficiales-. Es decir, existen unas formas objetivas de ser y de hacer, además las formas propias de los pueblos que conforman España en su indisoluble unidad temporal por mucho que –es un ejemplo actual- se impulse la consulta secesionista en una Cataluña españolísima de siempre. Un acto de voluntad no puede nada definitivo contra una realidad configurada en el tiempo.

Puede afirmarse la fuerte impronta del catolicismo en España, hasta el punto de que hoy día las élites de poder y la partitocracia, los cambios o rupturas provocadas sin duda desde las oligarquías del poder que controla los medios de comunicación y la política, no son suficientes para declarar la hipótesis católica según el lenguaje de finales del siglo XIX, a pesar de los galopantes cambios o empeoramiento ocurrido en España. Constatar esto último conlleva redescubrir lo mucho bueno que existe y que, en realidad, sostiene nuestra sociedad, a pesar del enorme cúmulo de despropósitos y desvíos actuales. Según encuestas del CIS, lo que más valoran los españoles es la familia, a pesar del matrimonio civil, el divorcio, las uniones homosexuales etc. Recientemente se ha dado un gran impulso descristianizador para que España perdiese la huella cristiana que quedaba en las instituciones públicas, impulso del socialista Rodríguez Zapatero continuado por el liberal Rajoy, y expresado en la ceremonia de coronación de don Felipe de Borbón y Grecia. Por lo que a ésta respecta, el 19-VI-2014, el presidente del Congreso, don Jesús Posada, mostraba una Constitución de 1978, abierta por el artículo 61, mientras don Felipe ponía la mano derecha sobre la Carta Magna, y procedía al juramento, omitiendo el santo nombre de Dios, el Crucifijo y la Biblia. Este es uno de los frutos escocidos de la Constitución agnóstica (atea práctica) de 1978, aparecido mucho más por el cálculo de la élite política que de la sociedad española y el Derecho positivo actual.

Quinto. Los actuales cambios o rupturas provocadas no logran ser todo lo eficaces que se proponen porque, en España, la hipótesis (lo que de hecho es en contra el deber ser moral y religioso) sólo adviene cuando de hecho la realidad española deja de nutrirse del deber ser católico (el reto es simplemente que “se nutra”), un deber ser que al ser exigido de alguna manera “marca” el ser humano individual y social al margen del acto de voluntad del hombre, al que por otra parte sostiene más allá de la repetitiva negación. Tal es el sustrato católico de nuestro pueblo. Algunos desvíos son incluso la prueba a contrario, esto es, de que se sigue profesando la religión católica y se es capaz de reclamar el cumplimiento de esta necesidad nutricia y de recibirla. Precisamente lo que deben hacer los españoles de bien es dar cumplimiento o satisfacción a dicha

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necesidad y no conformarse con la dejación a la que de hecho se haya llegado. Un conformarse tal sería vulnerar las exigencias de la realidad, y contrariarla al modo como se hace en países de predominio laicista o arraigo protestante.

Una sexta observación. De movilizarse la población capaz de ser movilizada, sin duda cambiaría el panorama sociopolítico. Por eso, la peor situación es encontrarse a merced del partido laicista conservador dominante. Con él, más que rescatar lo bueno, lo parcialmente perdido, se consolidan los males raíces -la negación-, paralizando paulatinamente el cuerpo social, prolongando los males e imposibilitando una sana reacción. De ello se deduce que, más que disuadir, hay que urgir la movilización, iniciando la salida ad extra, hacia las periferias como metafóricamente dice el Papa Francisco I. Desde luego, para reconquistar lo mucho que se ha perdido, sobre todo es necesaria la Gracia de Dios, una buena orientación doctrinal, mucho trabajo concreto y organizado, no querer actual para sobre todo ganar, y una buena dosis de humildad. Que por la criatura no quede, mientras ésta suplica a Dios con insistencia para que actúe y le conceda Su ayuda.

Proponemos el “salto mortal” si decimos que muchos errores actuales entre los católicos proceden de los errores “modernistas” que retoman el pelagianismo y semipelagianismo antiguos, herejías que de una u otra manera se proponen condicionar, limitar o desconfiar de la Gracia divina. Una forma de evitar sus influjos es dar continuamente gracias a Dios, y no sólo porque es de buen nacido ser agradecido. Es eso lo que debiera hacer toda agrupación de fieles, para no condicionar la Gracia divina a sus trabajos temporales por esforzados que sean -pues siervos inútiles son- aunque el buen Dios exija todos los esfuerzos y a veces hasta el heroísmo.

Orador de la asociación Tradición-Familia y Propiedad, coloquialmente llamados “covadongos”, que

asiste a las Jornadas de Zaragoza en 1993. Foto: JFG 1993

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Por eso precisamente, las conclusiones de las Jornadas se proponen “promover y mantener una campaña de oración para el restablecimiento de la Unidad Católica de España” (C., 1991), una campaña de oración al Arcángel San Miguel (C., 1992), sabiendo que el alma de todo es la oración (C., 1997). Y después, como decía el general Emilio Mola Vidal en la guerra de África, según os recuerda Manuel de Santa Cruz: “Los que queden, que sigan”.

* * *

2.4. Los temas de las Jornadas. Los temas -principios, formas y

aplicaciones- tratados en las XXV Jornadas, hoy no están de moda, pues contradicen numerosos desvíos arraigados en el pueblo fiel y en la sociedad. Por eso, y porque dichos temas exigen un alto nivel especulativo del que carece nuestra sociedad, y un elevado compromiso práctico, y hasta fortaleza humana y cristiana, este trabajo sobre lo dicho en las Jornadas sorprenderá a más de un lector.

Los temas suponen una prolongada enumeración, y si en algunos de ellos realizamos algún comentario personal, es porque seguramente los jornadistas lo suscribirían. De cualquier manera, diferenciamos claramente los temas de nuestra aportación.

Los temas son los siguientes: el protestantismo, las sectas (J., 1992) y el Islam (2004). La filosofía, ideología y práctica del liberalismo, el laicismo y la secularización (1993, 2009, 2010), el irenismo e ilegítimo pluralismo, así como el sincretismo religioso. También son temas la creciente ambición del poder político y económico en el mundo (1996), el mundialismo y la globalización ideológica, el europeísmo (1999), el llamado pacifismo o negación de la legitimidad de la violencia -sometida como tal a condiciones-, muy propio de aquellos que se identifican como apátridas, decadentes, y amigos del pasotismo (2002). La negación del derecho de guerra conduciría más fácilmente a la guerra (1995), lo que se puede comprobar continuamente en las múltiples guerras que se están desarrollando por una generación autosuficiente que se cree el ombligo del mundo y que se niega a considerarse criatura. ¿No existe también un indomable y generalizado espíritu de independencia y rebeldía que recuerda mucho más la utopía que la realidad y sencillez individual y social, o bien la mutua ayuda que necesita el ser humano?

Son contrarios a los grandes temas –Principios, aplicaciones y formas- de las Jornadas, el actual apoliticismo de los católicos en general (J., 1994) que resulta contradictorio en nuestro mundo que llaman democrático y soberano, así como la errónea estrategia general de los obispos españoles (vid. artículo de Javier Paredes en el diario digital “Ya”, 24-IV-2014) (8).

Continuemos. A los grandes temas de las Jornadas le es contrario el internacionalismo revolucionario (1996). Lo es el mundialismo y los intentos de gobierno mundial, generado éste por la negación del cristianismo, por los excesos y desenfoques –errores- del nacionalismo, y por la corrupción de la política y de los políticos del Estado liberal-socialista, por las crisis económicas provocadas y por el control sobre la sociedad (1996) (9).

Sigamos. Son contrarios a los temas de las XXV Jornadas, el núcleo de principios de la Constitución española de 1978 (2003, 2013), tan en quiebra de los fundamentos y las leyes católicas y tradicionales. Lógicamente, la política de los EE.UU. y los países de la vieja Europa también tienen sus fundamentos, aunque sean considerados como tales el nihilismo y el contradictorio todo está

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permitido salvo no permitir. Claro está que para asimilar esta quiebra o ruptura habría que ignorar y cambiar la memoria histórica de todo un pueblo (2007, 2011, 2012), lo que se empezó a llevar a cabo desde hace décadas e incluso, según Mons. Zacarías Vizcarra (Rev. “Ecclesia”), en 1936, en el inicio mismo de la última guerra en España, que Dios quiera nunca vuelva a repetirse.

También es contrario a las XXV Jornadas, el síndrome del franquismo resaltado por don Ángel García (En España se ha puesto el sol, 1989), el irenismo religioso en la sociedad, y la aconfesionalidad católica del Estado que se traslada a la sociedad española.

Pues bien: ¿qué diremos a ellos? Diremos que si no era difícil y menos imposible evitar estos síndromes, ocurre que no se quiso evitarlos. Se fue débil hacia 1978 por el qué dirán, por pagar tributo a la comodidad, por el miedo escénico e internacional y, sobre todo, por la expansión de ciertas ideologías “progresistas” que reblandecieron o arruinaron la afirmación del bien y la fortaleza cristianas. Si se hubiera cedido sólo a las posibles imposiciones de un tal Kissinger –por ejemplo- se hubiera notado; no, ocurre que muchos clérigos se hicieron liberales por debilidad propia o admiración hacia el pensamiento centroeuropeo.

Dicho los temas anteriores con algún comentario, está claro que las Jornadas no identificarían los contrarios señalados si no partiesen de unas grandes afirmaciones en el ser y estar individual, familiar y sociopolítico de España y los españoles. Por ejemplo –y aquí se recogen OTROS TEMAS de las XXV Jornadas- son afirmaciones de los jornadistas las siguientes:

Afirmación en positivo de los jornadistas es reconocer la necesidad de un inequívoco grado de unidad católica y búsqueda del bien común (J., 1989), tan encomiada en su día –lo que muchos ignoran- por Juan XXIII y Pablo VI, santo y beato respectivamente. En nuestros días se ha constatado que, sin esa unidad religiosa en la religión católica –que es la única verdadera-, en España sólo hay perjuicios contra el culto público católico en la sociedad y el Estado –el poder civil-, avanzan las religiones falsas, los no católicos lanzan mil atrevidas declaraciones sociopolíticas, se generaliza la “contestación” a la ley civil, aparecen fisuras y vacíos legales, todo se complica en una sociedad igualitaria, resurge la ingobernabilidad, la desigualdad ante la ley en clave de discriminación positiva y negativa, la desobediencia a las autoridades elegidas por los mismos que desobedecen (Peces Barba respecto a la “Educación para la Ciudadanía”, Arturo Mas en relación con el referéndum secesionista en Cataluña y tantos otros…) y ruptura de la unidad política de España. Súmese a ello, como producto de la disgregación y del ídolo democrático (a todo hay que bajar la cabeza), la paralización social y la expansión del anticlericalismo que campa por sus respetos (10).

Sigamos con las afirmaciones realizadas en las Jornadas. Para los jornadistas conviene sobremanera mantener la piedad católica popular, abandonada y aún combatida por ciertos cristianos individualistas, puristas y angelistas, o bien por intelectuales desarraigados. Para algún superficial habría que suprimir todo aquello que protege al hombre aunque exprese con sencillez la vida cristiana. Sobre la piedad popular es muy interesante el realista y pastoral libro de Rosendo Álvarez Gastón –que fue obispo de Huelva- titulado La religión del pueblo (Madrid, BAC, 1976, 242 pp.).

Afirmación es la recuperación lisa y llana de la confesionalidad católica del poder político (J., 2009, 2010), entendida rectamente como en España siempre se entendió, y mantener y extender las no pequeñas parcelas de lo que

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fue la Cristiandad (J., 1996). Lo es la Tradición o transmisión. Lo es el derecho a la vida de todo “nasciturus”, el matrimonio como Dios manda, la familia y reconocer el derecho inalienable de la educación de los padres y tutores también en la escuela y otros centros educativos.

Afirmación es el amor, la permanencia y ser de la Patria que es España (J., 2002); es el espíritu de Reconquista y sostener lo reconquistado (J., 2008, 2011); son las posibles alianzas con países católicos y cristianos como Polonia, Irlanda, Hungría etc. y los de la siempre frondosa Hispanidad (J., 1998). Si bien los países de la Hispanidad de Maeztu están siendo colonizados mentalmente por la cultura protestante y anglosajona, sin embargo no pocas veces estos países vuelven su mirada hacia España como queriendo descifrar en los gestos y pasos de ésta un ademán clarificador dentro de la desorientación general en la que están sumidas las patrias americanas, aunque seguramente que menos que la desorientación de la madre patria.

Afirmación es la necesidad de la movilización seglar (J., 2005), la confesión pública de la Fe (J., 2010), y la fortaleza y determinación de los resistentes llamados a ser –ellos, sus hijos o nietos- vencedores con la ayuda de Dios (J., 1991). Lo es la necesidad de entrar en la vida pública y política (J., 1994, 2000, 2001) y descubrir el por qué del error político, que además del liberalismo generalizado supone el abuso del mal menor y el malminorismo (J., 2003).

Así mismo, afirmación es la legítima autonomía de la política llevada a cabo por los católicos y sus gobernantes respecto algunas decisiones políticas vaticanas y episcopales en la historia, autonomía extendida a la actitud de la Santa Sede en algunos momentos concretos del acontecer de la Historia de España (J., 2006).

Mientras los Jornadistas han negado legitimidad de un supuesto totalitarismo que impusiera el bien y que todo lo controlase, han afirmado que el hombre es sociable por naturaleza y que la vida social sólo tiene entidad y es justa si ayuda al hombre a la consecución del bien y la virtud, es decir, la salvación eterna. Nadie que obre o desee el bien vive en sociedad para que le pongan notables trabas o dificultades para ello, mereciendo quien las pone ser considerado como agresor.

Para los jornadistas los católicos e Iglesia docente no deben dejarse amilanar por las modas, las categorías establecidas y los poderes existentes de hecho. Mucho menos los clérigos deberán transmitir a los fieles –sobre todo por los errores que encierra- la doctrina y ambiente cultural de la democracia liberal-socialista. Si este ambiente “cultural” es el dominante se debe a que se ha impuesto desde los Estados –las oligarquías- a la sociedad, y no al revés, sobre todo en países católicos. Benedicto XVI ha denunciado con insistencia el agnosticismo y relativismo cultural hoy dominantes, por lo mismo que siendo Joseph Ratzinger (11).

Los jornadistas han tenido clara la necesidad de la propagación de la Fe (J., 1997), ejercitar el recurso de acudir al Papa como recordatorio y petición de apoyo cuando sea necesario (J., 2006), y la urgencia de mantener y recuperar la memoria histórica de la sociedad española, sabiendo que nada se puede construir si por cultivar la desmemoria se ejercita la violencia sobre las almas (J., 2007, 2011, 2012).

Consideran que las afirmaciones anteriores no se basan en apriorismos o el predominio de la dialéctica (el arte de vencer) sobre la verdad, sino en la realidad de las cosas, es decir, en la verdad según se puede conocer. Realidad y

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verdad son lo sustentante y, por ello, en su pugilato con la negación, tienden a la larga a ganar frente a sus contrarios y a cualquier tipo de tergiversaciones.

El dr. Don Rafael Gambra Ciudad en el uso de la palabra. De izda. a drcha. Don José Manuel Navarro Arasti, presidente de la Unión Seglar San Fco. Javier de Navarra, don Julián Gil de Sagredo, presidente de las Jornadas,

y el Rvdo. Don José Ignacio Dallo organizador de éstas. Zaragoza 1993. Foto: JFG 1993

El dr. Don Rafael Gambra Ciudad en el uso de la palabra. De izda. a drcha. el Rvdo. P. José María Alba Cereceda S. J., don Julián Gil de Sagredo y, a la derecha, el valenciano don José Luis Aguirre Manglano. Zaragoza, 1992. Todos ellos

han fallecido al día de hoy y hoy los jornadistas les consideran como “sus mayores”. Foto: JFG 1992

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Don José Luis Fernández Ortiz de Valderrama, santanderino de la Montaña junto a Ntra. Sra. de la Bien Aparecida, registrador de la propiedad en Pamplona que fue acompañado de toda su familia en las Jornadas de Zaragoza, mayo 1992, en su conferencia sobre

“el Liberalismo es pecado”. Foto: JFG 1992

Vista parcial del salón de conferencias del las Primeras Jornadas de la Unidad Católica en Toledo 1989. En primer plano el autor de estas páginas.

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José F. Garralda en su conferencia impartida en las Jornadas de 1998 en el salón de la Acción Católica. A su izquierda don Alberto Ruiz de Galarreta y el Rvdo. Félix Beltrán.

El autor de estas páginas con don Alberto Ruiz de Galarreta, alma de las Jornadas de seglares para la Unidad Católica. Zaragoza, Abril de 2003.

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Don Alberto Ruiz de Galarreta y don José Ignacio Dallo, Zaragoza 1999. Foto: JFG 2004

VEXILLA REGIS prodeunt: fulget Crucis mysterium

(…)

Las banderas del Rey avanzan: refulge el misterio de la Cruz, en que la Vida padeció muerte y con su muerte nos dio vida.

Del costado herido hierro cruel de

la lanza, para lavar nuestras manchas, manó agua y sangre.

Cumplióse entonces lo que cantó David, diciendo a las naciones: “Reinó Dios

desde el madero”

(Himno de la Exaltación de la Santa Cruz, texto de Venancio Fortunato, obispo de Poitiers, s. VI. Cantado en la resistencia católica de La Vendée. Himno incorporado últimamente al desfile de banderas en la inauguración de las Jornadas)

* * *

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3. Significado de los temas

Los temas de las XXV Jornadas están expresados tanto en su enunciado como en sus contenidos –publicados parcialmente- y obligadas conclusiones. Las conclusiones de las Jornadas han sido precisas y breves, en general sencillas y fáciles de comprender. Han seguido una continuidad –no podía ser de otro modo-, y han aportado adecuadas precisiones en función de los problemas y grandes temas de la coyuntura española. Para todo esto ha existido cierta dirección que –repito- observo en Manuel de Santa Cruz, aunque ciertamente las conclusiones hayan recogido lo expuesto en las conferencias y la participación de la sala.

3.1. Por su finalidad. Al terminar las Jornadas de 1989, el marino de buen rumbo don Carlos

Etayo Elizondo, destacaba que toda acción debe tener tres direcciones:

1ª) La personal de robustecer la Fe católica. 2ª) La obra de caridad de enseñar al que no sabe en el actual desconcierto, resaltando la falsedad de las promesas de los falsos profetas de ideologías como la marxista, liberal y hedonista, y sus correspondientes bifurcaciones. 3ª) Difundir la bondad de un orden social y político enraizado en la doctrina social de la Iglesia (SP, nº 180, 16-XII-1989). Se trataba en primer lugar de profundizar en los ámbitos personal y

familiar, social y parroquial, de reconocer la naturaleza de las propias sociedades de pertenencia, su relación mutua, y de respetar su adecuada jerarquía. De ésta manera se frenaban las indebidas intromisiones del Estado para, al final de un adecuado desarrollo social, llegar a una adecuada configuración de la suprema potestas de la sociedad política. Si en varias Jornadas se desarrolló el tema de la autoridad y el poder político, se hizo sin especiales concreciones de temporalidad. Los jornadistas estaban más pendientes de las propias labores de restauración eclesial y de la sociedad que en pensar en la cercanía del poder político, salvo quizás el ámbito municipal. De todo ello resulta que las Jornadas han reflejado la naturalidad y unidad de la vida cotidiana, abarcando todos los aspectos en los que se desenvuelve la persona en sus coordenadas concretas de espacio y tiempo.

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3.2. Por su actualidad. Los temas planteados en las XXV Jornadas han sido de una candente actualidad, y se han desarrollado al compás de los grandes acontecimientos que, larvados y denunciados décadas atrás, han ido irrumpiendo paulatinamente, encadenados por una misteriosa coherencia interna. A Dios gracias y en paralelo a tales hechos, se han patentizado más todavía las grandes expectativas eclesiales en el mundo de hoy, pues los pontífices Juan Pablo II y Benedicto XVI han tenido un significado histórico para nuestro tiempo.

3.3. Por su difusión y naturaleza. Los temas de las XXV Jornadas

se han visto desarrollados casi todos los años en los sucesivos artículos de la revista quincenal “Siempre P’alante” (Pamplona). De ellos se han ocupado plumas maestras como las de Alberto Ruiz de Galarreta (Manuel de Santa Cruz…), Rafael Gambra, Eulogio Ramírez, Blas Caballero, Carlos Etayo, Luis Madrid Corcuera pbro., Ángel Garralda pbro., Carlos González, Jesús Calvo pbro. y un largo etc.

Los temas tratados no son elucubraciones de despacho sino teórico-prácticos. Están trenzados, dependen unos de otros, y forman una unidad orgánica, aunque tampoco puede decirse: o todos los temas o ninguno.

Los temas de las Jornadas tienen una formulación descriptiva pero también una dirección que impulsa a la acción. Por ejemplo, “Año 12: cuatro fechas, cuatro mensajes” (Jornadas XXIII, 2012), sin por ello poner “el mensaje” antes de la fecha, lo que viciaría de raíz los análisis realizados.

3.4. Por el compromiso que reflejan. Manteniendo la doctrina de

siempre, las XXV Jornadas han tenido muy presente la relativa autonomía de los seglares respecto a la jerarquía eclesiástica, institución que es lenta y poco arriesgada, lo que no implica hacia ellos menos docilidad sino más agilidad propia, y más profundidad en los seglares cuando realizan las precisiones finales que a ellos corresponde. A cada paso desde el s. XIX hasta hoy, no pocos seglares se han reafirmado en que es necesario mantener posiciones ventajosas a las que la jerarquía y clero católicos no llegan (Conclusiones, 1998 y 2005).

Son temas exigentes y comprometidos, a veces hasta sorprender a las personas reblandecidas por las modas actuales, por ejemplo las que siguen no pocos católicos cómodos y conservadores de lo existente por deficiente y aún por malo que sea. En el siglo XIX –y por utilizar etiquetas políticas- podían ser isabelinos y alfonsinos, en el siglo XX cedistas y democristianos, y hoy peperos y siempre ojalateros, en vivo contraste con las élites de la izquierda ideológica, siempre atrevidas y un tanto anarcoides, de algarada y rupturistas, trabajadoras cuando van a la contra o “a chupar del bote -que vivimos dos días -”, y generadoras de conflictos, divisiones internas, y amigas de eliminar entre ellos al contrario cuando llegan al poder.

Los temas y conclusiones tratados comprometen el ámbito individual y familiar, pero también comprometen el ámbito social y político, que es el más abandonado y el que origina muchas de las barbaridades que hoy se extienden a los dos primeros ámbitos mencionados.

Desde luego, las Jornadas no son las únicas en denunciar lo presente. Por ejemplo, “La tendencia al absolutismo político en España” y no sólo del PSOE, fue criticada por mons. Díaz Merchán en 1985 (ABC, 12-XI-1985), lo que

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recuerda las tesis de Alexis Tocqueville en su Democracia en América escrita a mediados del siglo XIX. En esta ocasión, el arzobispo de Oviedo mons. Díaz Merchán, en calidad de Presidente de la Conferencia Episcopal Española, afirmó que el Estado liberal-socialista iba oprimiendo cada vez más radical y desvergonzadamente a la sociedad, la familia y la persona, hasta destruir “democráticamente” a millones de concebidos y no nacidos mediante la permisividad y apoyo al aborto. Pues bien, esto también lo avisó Mons. José Guerra Campos, obispo de Cuenca, en su pastoral sobre el crimen del aborto en 1985. Uno tras otros los hechos vienen a decir: “todos, en España, estad quietos, porque la llamada democracia –deificada- ha hablado”.

Los Jornadistas se han planteado sucesivamente la doctrina católica de siempre, pero también una práctica arraigada -a ejemplo de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio- en la espiritualidad tradicional y el modus operandi genuinamente español. Todo ello ha sufrido sin duda el rechazo de quienes rebajan toda exigencia con el pretexto de intentar atraer –desde luego que con poco éxito- a sus contemporáneos, el del llamado progresismo religioso postconciliar, y el de quienes siendo ortodoxos en el ámbito individual, familiar y en parcelas del social, están aquejados de cierto modernismo social y político advertido en su día por Pío XI en Ubi Arcano (nº 55-56).

3.5. Por la raíz de sus desvelos. Las Jornadas han mostrado que

pueden tratar sobre todos los temas y que -desde luego- lo hacen aportando soluciones, sin rebajas y yendo a la raíz. No conectan con las Jornadas quienes, según Vázquez de Mella, ponen tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias. No pueden empatizar con ellas quienes presentándose como “católicos oficiales”, contaminan magníficas iniciativas sociales, por ejemplo la Iniciativa Ciudadana Europea “Uno de nosotros” en defensa de la vida y la dignidad del ser humano, o bien desvían políticamente hacia el PP las diferentes manifestaciones millonarias en Madrid por la vida, la familia y la libertad de enseñanza. Diversas manifestaciones ¿son contra la ley del aborto o bien contra la ley socialista de aborto? (12).

Por ejemplo, las Jornadas llegan a la raíz de asuntos importantes como la secularización progresiva, las sectas, la persecución religiosa, el patriotismo, la participación de los católicos en la política, la movilización en la sociedad, la memoria histórica y los diferentes centenarios en España, el freno al actual absolutismo del Estado y las oligarquías que lo dirigen, la tremenda inmoralidad y corrupción dominante hoy, la reforma profunda de la Constitución… En ello las Jornadas han buscado ser como el médico, que pretende curar las consecuencias pero yendo a las causas para que los males no se repitan, para que el enfermo no recaiga, y para salir verdaderamente de una situación crítica.

3.6. Por su carácter militante. La tensión del espíritu de

Reconquista, el propósito de mantener la memoria histórica y su correspondiente aplicación a la práctica cotidiana en tiempos de paz, así como de no caer en la ideología pacifista, ha llevado a los Jornadistas a utilizar durante estos XXV años términos polisémicos y del mismo campo semántico que el militar. Tales como: invasión, resistencia, reconquista, movilización, campaña, intervención, sufrir o atacar, despliegue, lucha, combate, táctica, violencia, “pie de guerra”, sabotaje del infiltrado o del afín, organización o torre de vigilancia.... Pero sobre todo el que

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no basta ganar batallas sino que es preciso ganar la guerra (Conclusiones, 2013). La táctica preferida es la guerrilla, la del panal de las múltiples picaduras, y combatir dando prioridad a pequeños episodios sueltos y aparentemente inconexos (C, 1993).

Otros términos utilizados tienen una dimensión más social y política, tales como: mensaje, vigencia, memoria, de las consecuencias a las causas, lógica sin contradicciones (como “tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias” de Vázquez de Mella), rechazar los hechos consumados y la prescripción, denunciar y exigir responsabilidades, restablecimiento, firmeza y decisión como reza el himno de la Acción Católica, relaciones extranjeras, rechazar el principio de intervención (C, 1995) y el pacifismo, confesión pública, reforma, propagación, cuidar el lenguaje para que lo malo no sea menos repulsivo (por ejemplo cuando se llama republicanos a los rojos…) (Conclusiones, 2007), chantaje económico, sana reacción etc.

En otras ocasiones las Jornadas han promovido la oración de León XIII a San Miguel Arcángel (C, 1992) y se adhieren al servicio militar (C, 1995).

Junto al uso de estos términos, están los tiempos verbales en presente y no en pasado, una formulación contundente no intelectual sino para la práctica, la meditación ignaciana de las dos banderas, identificar el trigo y la cizaña, proteger realmente el trigo y separarlo –en lo que se pueda- de la cizaña, identificar a los amigos y enemigos huyendo después de amistades peligrosas, no disimular las diferencias entre el Bien y el Mal, optar por la evangelización y oponerla al sincretismo, no habituarse a la convivencia pacífica con el mal y los pecados públicos (C., 2003, 2013), advertir las imprecisiones y contradicciones doctrinales y de gobierno que puedan existir -y desgraciadamente existen- dentro de algunos sectores de la Iglesia (C., 2005).

La utilización de estos registros del lenguaje es buscada, y nos lleva a atribuir su esfuerzo sobre todo a Manuel de Santa Cruz, tan contrario a reducir las reuniones y jornadas a Juegos Florales, y tan amigo de exigir concreción, claridad y precisión en el lenguaje, del compromiso, organización y trabajo. Ahora bien, este perfil es común en la publicística española de los s. XIX y XX, de naturaleza militante, y tiene unas profundas raíces filosóficas y teológicas. Todo ello predispone a tener siempre el espíritu preparado y dispuesto al bien, como buen “milites Christi”.

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Don Vicente Febrer Forés, carlista valenciano, fiel asistente a las

Jornadas y conferenciante en abril de 2013. Es hijo de don Vicente Febrer

Roig, que tanto aportó económicamente para que el quincenal

“Siempre P’alante” saliera a la luz. Según testimonio d Don José Ignacio Dallo en las Jornadas de 2014, yo me lancé en “Siempre P’alante” por don Vicente

Febrer, padre del don Vicente de la imagen, que colaboró con 500.000

pesetas de entonces. Foto: JFG, Zaragoza, 1998

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Don Carlos Etayo Elizondo, Marino de la Armada, arqueólogo naval y

experto en el Nuevo Orden –radical desorden- Mundial. Zaragoza 1999.

Foto: JFG 1999

Dr. José Miguel Orts Timoner, profesor valenciano, experto en educación. Participó en las Jornadas de

Zaragoza 1999. Foto: JFG 1999

Dr. Gil de la Pisa Antolín, Zaragoza 2009. Foto: JFG 2014

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Relación de los temas de las Jornadas anuales

Año Localidad Fecha Tema 1989 Toledo 24, 25 y 26-

IV “Conmemoración del XIV Centenario de la Unidad Católica de España (III Concilio de Toledo, 589)”

1990 El Cerro de los Ángeles-Getafe-Madrid

No se convocó

1991 El Escorial

5, 6 y 7-IV “La mole de granito del Escorial, símbolo de la firmeza de nuestra decisión de restablecer la Unidad Católica”

1992 Zaragoza 8, 9 y 10-V “La lucha de los católicos contra las sectas”

1993 id. 16, 17 y 18-IV “El liberalismo es pecado” 1994 id. 8, 9 y 10-IV “La intervención de los católicos en la

política” 1995 id. 28, 29 y 30-IV ”Los católicos y la violencia” 1996 id. 19, 20 y 21-IV “Los católicos, la cristiandad y el

mundialismo” 1997 id. 18, 19 y 20-IV “Los católicos españoles y la propagación

de la fe” 1998 id. 17, 18 y 19-IV “Los católicos españoles y sus relaciones

con los católicos extranjeros” 1999 id. 16, 17 y 18-IV “La europeización de España, factor de su

descristianización” 2000 id. 28, 29 y 30-IV “Los católicos y sus asuntos pendientes en

la vida pública” 2001 id. 20, 21 y 22-IV “Los católicos en la vida pública española

durante el último cuarto del siglo XX” 2002 id. 5, 6 y 7-IV “Los católicos y el patriotismo tradicional

español” 2003 id. 25, 26 y 27-IV “Los católicos españoles y la Constitución

de 1978” 2004 id. 16, 17 y 18-IV “Los católicos y el despliegue actual del

Islam en España” 2005 id. 15, 16 y 17-IV “La movilización de los seglares católicos

españoles” 2006 id. 21, 22 y 23-IV “Ante la próxima visita del Papa Benedicto

XVI a España” 2007 id. 20, 21 y 22-IV “Los católicos y la memoria histórica” 2008 id. 11, 12 y 13-IV “Los católicos en el bicentenario de la

invasión napoleónica” 2009 id. 18 y 19 -IV “Los católicos españoles contra el laicismo

(1939, 1989, 2009). 70 años de la Victoria” 2010 id. 11 y 11-IV “Crucifijos en los lugares públicos. La

resistencia de los católicos españoles e la confesión pública de su Fe”

2011 id. 30-IV y 1-V “711. La invasión musulmana de España. 2011. Vigencia de la Reconquista”

2012 id. 21 y 22-IV “Año 12: cuatro fechas, cuatro mensajes”

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1212: La batalla de las Navas de Tolosa. Defensa de la Unidad Católica de España. 1512: Incorporación de Navarra a los reinos de España. La unidad nacional. 1812: La Constitución de Cádiz. Institucionalización del liberalismo en España. 2012: Actuación de los católicos ante las reafirmaciones del laicismo.

2013 id. 6 y 7-IV “La reforma católica de la constitución española”

2014

2015

id.

id.

26 y 27-IV

18 y 19-IV

“Un cuarto de siglo desde Toledo 1989. Por el Reinado Social de Jesucristo” “La HISPANIDAD en el 2015 PILARISTA”

Pamplona, Rev. Quincenal católico navarro “Siempre P’alante” nº 715, 1-IV-2014, p. 8

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4. PRIMER CUADRO. Origen, pérdida y recuperación, e impulso evangelizador de

España. Un pasado histórico que configura. “¡Felices los pueblos de Spania!”, que en los siglos VI y VII

convertisteis la patria de los godos, Patria Gothorum, en Patria Hispaniae al lograr la sincera conversión al catolicismo de San Hermenegildo y de su hermano el rey Recaredo junto a la reina, los obispos arrianos, la Corte y el pueblo godo.

“¡Feliz Iglesia la hispanorromana!”, que a través de San Leandro de Sevilla y lejos de todo irenismo sincretista educaste a los príncipes San Hermenegildo y Recaredo, y los convertiste a la fe católica con la caridad, la persuasión y la ciencia, y sobre todo la gracia de Dios.

Feliz conversión a la fe católica a partir de la cual España quedó unida interiormente y fue independiente de poderes extra peninsulares, fueron viables y frecuentes los matrimonios mixtos entre hispanorromanos y godos, el clero visigodo se sumó al episcopado hispano así como los hispanorromanos al Ejército visigodo.

Esta Iglesia conocía el valor de cada alma creada por Dios, la influencia de los gobernantes sobre los pueblos y la necesidad del pueblo católico de ser gobernado a lo católico y –en conciencia e institucionalmente- por católicos. El Papa San Gregorio el Magno escribió a Recaredo sobre su conversión con palabras del profeta: “Esta mudanza procede de la diestra del Excelso…” (Menéndez Pelayo).

Pasó el tiempo, y la corrupción de las costumbres de los godos hizo que en el año 711 la tierra de Hispania retumbase al galopar un negro alazán sobre las arenas del desierto, que ya bebían sangre.

“¡Desdichada de ti, patria, gens, populus, y Eclesia Spaniae!”, invadida por la invasión sarracena, por los godos traidores que la apoyaron, por la heterodoxia del noble Witiza, y las ambiciones temporales de su clan familiar incluido el Obispo don Oppas. Traidores los que estaban en el seno de Hispania, pero también los hebreos que, viviendo en ella con el permiso regio, abrieron las puertas de las ciudades hispanas como Toledo a la morisma. Todos ellos hicieron necesario un Covadonga en aquel glorioso año 722, y obligaron a la gens Spaniae a estremecerse en el combate de una Reconquista de ocho largos siglos.

La que será Ntra. Sra. de Covadonga salvó los restos de Hispania en retirada e inició su recuperación o Reconquista. Desequilibró el dominio sarraceno sobre Spania, inició una epopeya de héroes, fue “salus Hispaniae”, la salvación de España según la crónica astur de Alfonso III el Magno. Covadonga

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inauguró un ideal el milites Christi y milites regis, y obligó a la hombría de una vida recia y leal (13), sobre la que pesaron más virtudes que pecados.

Una pérdida de España tal, generó el ideal de Reconquista y de Cruzada, que se mantuvo como las surgencias y emergencias del Guadiana en su discurrir sobre la calcárea roca de la zona más llana de la península, hasta culminar en la obra conjunta de los reyes Isabel y Fernando por toda la península tras la Concordia de Segovia, en las plazas norteafricanas como guerrera atalaya, y en la epopeya del descubrimiento, recreación y asunción de América. Fruto granado de ello será la posterior defensa que su nieto Carlos I de España y V de Alemania hizo de la Europa cristiana o Cristiandad ya frente al empuje renovado del Islam ya frente a la ruptura luterana.

¡Benditos los que mantuvieron el ideal de Cruzada cuando aparentemente todo estaba perdido tras el año 711, y cuando con el paso del tiempo y tras la primera resistencia, la mundanidad incitaba muellemente a abandonar el ideal de reconquista restauradora! Los que en cada época resistieron y extendieron la Reconquista todo lo prepararon, en un largo silencio y en el adormecido transcurrir de un tiempo olvidado, para que llegado el momento, la España amada por Dios, la tierra de la Virgen Santísima desde su aparición en carne mortal a Santiago en el Pilar de Zaragoza, sintiese la misión de evangelizar y crear la civilización de síntesis del Nuevo Mundo -las Américas-, y, como hemos dicho, defender la fe católica, el Derecho, y la seguridad en Europa frente a los turcos, a los protestantes que escandalosamente rompían la túnica inconsútil del Redentor, e incluso frente a ciertos católicos mundanos aliados con ellos.

Según Alberto Caturelli, y en relación con las sociedades actuales, el actual neo-iluminismo que rechaza la conversión y mantiene el pretendido derecho a perseverar en el mal, muestra

la “extrema dureza del corazón escondida bajo las apariencias

de una civilización muelle, hedonista, consumista y bastarda, es lo contradictorio de la naturaleza y la tradición de Iberoamérica. Es el obstáculo mayor de su destino histórico. La menor componenda con él heriría de muerte el proceso de evangelización nadificando “su nueva plenitud en el alumbramiento de la cristiandad del Nuevo Mundo”. Algo a lo que no podemos renunciar” (14). Este es uno de los principales hitos de la Historia de España. La

evangelización y recreación de América, que horadó la cortina del tiempo formada por la lenta acumulación de los siglos medievales, para reverberar los hitos que precedieron durante largos siglos, configurando y sustanciando así una nueva realidad en los inicios de la Edad Moderna, sostenida en una Verdad divina que trabajó sobre los materiales de la intrahistoria de los cinco reinos hispánicos, que con los reyes Católicos ya casi llegaron a formar una Monarquía de Coronas y Reinos (Jornadas XVIII, 2007).

En sucesivas Jornadas se estudia los NUEVOS TEMAS que sustancian los sucesivos contenidos históricos, religiosos y hasta metafísicos, de varias conmemoraciones vertebrales de España y los españoles. Nos referimos a la invasión musulmana de 711 y la vigencia de la Reconquista (J. XXII, 2011), el mensaje trenzado de Covadonga (722), las Navas de Tolosa (1212), la conquista de Granada, el descubrimiento de América (1492), y el final de la unión política de la España preexistente (1512) (J. XXIII, 2012). Súmese la oposición del pueblo

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español a la invasión napoleónica (J. XIX, 2008), y la trágica ruptura y persecución a lo católico que supuso el liberalismo desde 1812 (J, XXIII, 2012). Respecto a su historia posterior, las Jornadas se adhirieron con entusiasmo al Alzamiento nacional del 18 de julio (C., 2000) y, en una perspectiva más inmediata, estudiaron el actual despliegue del Islam sobre España y Occidente (J. XV, 2004).

Basílica de Covadonga situada en los Picos de Europa, zona axial de la cordillera cantábrica. Más que una batalla material –los contendientes fueron pocos en número- fue una enorme victoria espiritual.

Este gran éxito cristiano supuso el arranque de la Reconquista y todo ello ha perdurado en la conciencia española durante siglos. Foto: de la Red

La entereza de un noble visigodo, don Pelayo, y la ayuda de Ntra. Sra. dieron comienzo a la Reconquista que duró ocho siglos. Foto: la Red

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Santa Misa de las Jornadas de 1996 en el Altar Mayor de la basílica de El Pilar. Concelebrada por nueve consiliarios de las Jornadas. De izquierda a derecha, los PP. José Ignacio Dallo, Agustín

Arredondo S.I. , Juan Antonio Cervera, Félix Beltrán, Antonio Turú, José María Alba, otro pater, Francisco Suárez y Braulio Manzano S.I. Zaragoza, abril 1996. Foto: JFG1996

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5. SEGUNDO CUADRO. Raíz y objeto de las 25

Jornadas de la Unidad Católica. El amor impulsó a más de 500 seglares católicos por las calles de la

imperial Toletum en aquel atardecer del 25 de noviembre de 1989, y, el día 26, a la cripta del regio y heroico alcázar plantado como símbolo en el centro del viejo solar ibérico. Desde esta cripta granítica como de la misma roca es El Escorial, el amor impulsó hasta hoy a los seglares por lo mismo que el IIIer Concilio de Toledo de 589 tuvo la virtualidad de, cuando llegó el momento, impulsar la Reconquista y rehacer España.

¿Por qué los seglares fueron a Toletum en 1989 a celebrar el XIV aniversario del III er Concilio toledano y la conversión de Recaredo a la fe católica?:

“En primer lugar porque así lo exige la gloria de Dios.

Secundariamente, por el carácter instrumental que la Unidad Católica tiene para la salvación de las almas, una a una. En tercer lugar, por los beneficios, lícitos, que puede proporcionar al bien común de cualquier sociedad, no solamente de la española” (15). Quien esto escribe estuvo allí. Por eso ruego al lector que perdone la

transmisión de nuestras vivencias. También recuerda las suyas Jesús Ortiz Ortín (16). Todo lo celebrado y ocurrido antes, en y después de la conmemoración del Concilio de Toledo, las ponencias, los comentarios y la relación entre los Jornadistas y el arzobispo de Toledo, se recoge en “Siempre P’alante” (17). A ello nos remitimos.

Fue gozosa la experiencia de la celebración del XIV Centenario de la Unidad Católica de España en Toledo aquel año de Gracia de 1989. Allí se reunieron más de 500 personas en feliz convivencia en el hotel Beatriz los día 24, 25 y 26 de noviembre, para reafirmar la doctrina y praxis tradicional de la confesionalidad católica del Estado español como primer gran tema teológico y vertebral, que ilumina y guía todos los demás dichos anteriormente, derivándose de inmediato, conforme a las circunstancias de España, la intolerancia hacia la expresión pública de las religiones falsas. Por otra parte, toda civilización y cultura que se afirme tiene sus propias intolerancias propias de cualquier definición.

El contenido doctrinal y teológico, académico, del Centenario fue muy serio (18), aunque sobre todo plasmó la dimensión eminentemente popular, piadosa y de testimonio de Fe católica. Ahí se fijó –repito- el primer gran tema

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de las XXV Jornadas: el laicismo como siempre se entendió es la apostasía de la actual sociedad política.

Al atardecer del día 25 de noviembre de 1989, más de 500 seglares recorrieron las calles de la ciudad de Toledo. Las autoridades civiles les reconocieron el derecho –la autoridad civil manifestó que “en Toledo no se niega ningún permiso para rezar en la calle”- que paradójicamente les negó la autoridad eclesiástica diocesana. En ordenada marcha de pública oración, la bandera nacional en avanzada, se rezó el Santo Rosario con una luminaria de velas y antorchas. Al fin, los que se comportaban como peregrinos mientras reducían el recorrido inicialmente acordado, llegaron al precioso monumento renacentista de San Juan de los Reyes, cuya comunidad les abrió sus puertas, situando las banderas en el lado izquierdo del presbiterio mirándolo de frente. Recordamos con viveza a sus cuatro jóvenes porteadores –Sandoval…-, que hasta la actualidad se han mantenido felizmente en el servicio del reinado social de N. S. Jesucristo en España.

El amanecer del día siguiente, 26 de noviembre, destinado a hacer realidad el juramento de la Unidad Católica, hizo que el día alborease lleno de vida venciendo el sol los nubarrones grisáceos de la noche. Era la festividad de Cristo Rey, gozosa en todo el Orbe y en la España de siempre. Contemplado el cielo desde el hotel Beatriz que nos alojaba, poco a poco apareció un nuevo resplandor. El potente sol clareaba la extensa línea del horizonte encendida en fuego, para dorar in crescendo un cielo hasta entonces entre morado y azul. Enseguida, las primeras irradiaciones y haces de luz, encendieron el cielo en su misericorde esplendor. En pocos minutos la atmósfera, irisada, se transformó en un impresionante y armónico conjunto entre naranja y rosado. Como que la luz que todavía palidecía acariciaba con dulzura el aire quieto, mostrando un cuadro llamado a ser fragmento de eternidad. Las nubes, cada vez más reducidas iban desapareciendo despacio, de forma casi imperceptible, en la inmensidad del espacio. La silueta gris perla de un erguido alcázar de Toledo y las torres de la lujosa catedral gótica medieval más al fondo, destacaban en el horizonte vistas desde el alto de nuestra residencia y resistencia. Era la hora de la llamada.

Los seglares quisieron celebrar la Santa Misa en la catedral de Toledo, en acción de gracias por lo mucho recibido de Dios y hasta de los hombres fieles a Él, y para pedir por el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo en España. A continuación planeaban realizar allí su juramento. El cardenal de Toledo, les ofreció un altar lateral de la capilla penitencial de San Pedro, para realizar los actos litúrgicos con la presidencia (¿fiscalizadora?) de su Sr. Deán. Ahora bien, les prohibió realizar allí sus abjuraciones y juramento. Esto es historia aún cuando el silencio acobarde a los valientes y a los que social y económicamente no son muy libres.

“Nada de leer en la Catedral abjuraciones de errores ni manifiestos. Esto, si quieren, háganlo en otra parte” (SP’ nº 180). Así se expresó el señor cardenal don Marcelo Martín, quien por otra parte años antes había proclamado la verdad católica en una Carta Pastoral ante la Constitución política y agnóstica de 1978, lo que desde luego mucho se lo agradecemos. Además, sus avisos con motivo de dicha Carta Pastoral y luego de otra relativa al divorcio vincular, han sido proféticos aunque de poco hayan servido ante ciertas claudicaciones en la mayoría del episcopado e Iglesia en España.

Con la mencionada e inapelable prohibición, el cardenal desconoció a quienes mantenía la Unidad Católica, a pesar de haber sido sostenida por la Iglesia en España sin excepciones hasta el último cuarto del siglo XX.

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De ésta manera, se resintió por el momento hasta la noción de derecho que -a decir de los seglares- corresponde a lo verdadero, conveniente y aún necesario en la práctica para nuestros pueblos de España. También se resintió el derecho a lo posible que para tener validez exige no ser cobardes, el derecho a lo opinable según los contrarios, y se resintió el derecho eclesiástico de los fieles señalado por el Vaticano II… Ahora bien, a pesar de ello los católicos españoles estaban curados en salud al experimentar durante años la crisis en la Iglesia, así como aquellas decisiones políticas del episcopado en torno 1978 que, aunque realizadas con buena fe, han sido nefastas por conducirnos inexorablemente a la penosa situación actual (19).

Desde el XIV aniversario de la Unión Católica en 1989, se cumple a la letra un sino propio de una época decadente por defecto de claudicación: “Y nació en el alcázar, porque no hubo sitio para ellos en la catedral” (SP, nº 180, 16-XII-1989). Pero hay más. Impedidos para ir a la catedral de Toledo, a dos escasas horas del inicio de la celebración de la Santa Misa en tan emblemático templo, se allanaron todas las dificultades. En efecto, como si de un acto providencial se tratara, se obtuvo permiso para celebrar la Santa Misa a las 11’45 horas -con “abjuración de los errores modernos y manifiesto de fidelidad”- en la cripta del alcázar toledano, “relicario de heroísmos y de santidad”. La autoridad secular concedió lo que había sido denegado en la catedral quizás por compromisos que no deberían existir.

En tiempo corrige yerros (20), y hoy, cuando ya parece todo deshecho, los seglares católicos por la Unidad Católica ejercen año tras año su derecho a los pies de Ntra. Sra. del Pilar y ante su eminencia el señor arzobispo de Zaragoza, mons. Manuel Ureña Pastor, que Dios guarde.

* * *

Ese día de 1989, a la hora aunque no en el lugar previsto, los fuertes

muros de la cripta del heroico alcázar de Toledo, acogieron –magníficos- a 500 seglares de toda edad y condición, paliando con creces –ese fue el sentir general- el incomprensible abandono sufrido de manos de la autoridad eclesiástica.

Muchos que estuvieron en las XXV Jornadas, rememorarán la intimidad de aquel cobijo excelso y el recogimiento experimentado en la blanca cripta, similar al los primeros cristianos. También resonará en su alma el heroísmo ejemplar que asombró al mundo entero de los que hicieron vela por Dios y por España en el alcázar durante aquellas fechas gloriosas de 1936, fieles al fundamento católico de su vida, de su civilización y patria. La Revolución, que en los años treinta procedía con toda la astucia de las logias, llegó a ser pro soviética y en absoluto demócrata; lo hizo asaltando las familias y hogares españoles, la Iglesia y la educación, expulsando a la Compañía de Jesús tan vapuleada hacia los años sesenta del siglo XX por el “progresismo”, manipulando la ley y las urnas, dominando las calles y plazas de aldeas, pueblos y ciudades de España, extendiendo el desorden y el terror, todo ello al margen del derecho, generando el imperio del miedo y la revolución, y exhibiendo todos los rasgos del totalitarismo.

Se conservan fotografías de esa hora en la cripta del día 26 de noviembre. Los sacerdotes asistentes “pudieron celebrar allí la Santa Misa, sin reticencias, recelos, ni desautorizaciones”, sin parecer “sospechosos, si no en lo doctrinal, sí como de exagerados e imprudentes” (SP’ nº183).

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Todo era corazón en el alcázar, como que brillaban sus muros blancos destacando unos apretados y hermosos arcos de medio punto. En sus bloques de granito se fijaban los temas que se irán desarrollando en las 24 jornadas restantes. Justamente se veían los rostros de los ahí presentes, mientras el Señor iluminaba las almas, apretados todos en los accesos a la cripta y entorno a su altar. ¡Como si estuvieseis sitiados en Toledo! (SP, nº 183, 3-II-1990). Cinco banderas, vigilantes. La luz de los candelabros de las paredes, concentrada, exigió encender varias velas que brillaban sobre la preciosa casulla roja del Padre Alba, y fundían las albas blancas del P. José Ignacio Dallo, el P. Sagüés, don Ángel Garralda…. Catacumbas cristianas, recuerdos del “Sin novedad en el alcázar, mi general” en defensa de Dios y de España. Ahí hicisteis uno a uno el juramento de Recaredo, que se ha mantenido sin interrupción estos 25 últimos años, por la Gracia de Dios. Este juramento de la Unidad Católica es el segundo gran tema nuclear de las 25 jornadas.

“Ser apóstol o mártir acaso” del himno de las Juventudes de Acción Católica de España ha sido siempre el compromiso de los jornadistas, el mismo que Ángel Garralda recordaba en el VIII Encuentro de Uniones Seglares en Javier en 1986.

Se conserva una fotografía de los que estuvieron en la cripta del alcázar de Toledo, realizada en la escalinata de su patio después de la Santa Misa y el juramento. Era pleno mediodía. A continuación asistieron a la comida de hermandad celebrada en el hotel Beatriz donde se hospedaban. Aunque hubo más de 500 asistentes hospedados, en las fotografías es fácil que falten unos u otros.

Panorámica de los comensales en el hotel Beatriz durante las Iª Jornadas de la Unidad Católica. Toledo, 1989. Foto: JFG 1989

Vista general del salón de conferencias del hotel Beatriz, Iª Jornadas, Toledo 1989. Foto: JFG 1989

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Durante estos 25 años, en el ofertorio de la Santa Misa, el presidente de las Jornadas ha realizado el juramento de la Unidad Católica de España por el Reinado Social de Jesucristo, que dice: “JURO defender la doctrina de la Unidad Católica de España y trabajar con todas mis fuerzas para su Reconquista y restauración en nuestra patria”. El alma teológica es la encíclica “Quas Primas” de Pío XI (1925) y contiene seis elementos prácticos. Quienes han recogido el juramento del presidente han sido en cada caso el P. Alba, el P. Dallo Larequi, el P. Antonio Turú y, desde 2006, el arzobispo de Zaragoza Excmo. Mons. Manuel Ureña Pastor. En su propio nombre, y también en representación de los seglares, han realizado el juramento Julián Gil de Sagredo de 1989 hasta 1996, Manuel de Santa Cruz de 1997 a 207 inclusive, y Jaime Serrano de Quintana desde 2008 hasta hoy.

En el origen de las Jornadas de los seglares, la Santa Misa de los VIII Encuentros de Uniones Seglares en 1986 fue presidida por el Obispo emérito de Vitoria Mons. Francisco Peralta. También las Jornadas Sacerdotales ya mencionadas terminaban con la presencia de uno o más obispos. Pasaron los años y se cayó en la orfandad. Sin embargo, como el tiempo a veces corrige yerros, el arzobispo de Zaragoza y Excmo. Mons. Manuel Ureña Pastor -que tomó posesión de su archidiócesis en 2005 hasta su renuncia en 2014-, ha presidido la Santa Misa que cada año culmina en las Jornadas, y lo ha hecho desde el año 2006 hasta dicho 2014, inclusives.

* * *

Amanecer en Toledo desde el hotel Beatriz el día del juramento de la Unidad Católica en 1989. Foto: JFG1989

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Amanecer en Toledo desde el hotel Beatriz el día del juramento de la Unidad Católica. Toledo 1989, Foto: JFG1989

Santa Misa del rito mozárabe en la parroquia de Santa Eulalia en noviembre de 1989, con motivo del XIV Centenario del III Concilio de Toledo. Reconquista de la unidad católica. Instaurare omnia in Christo. Los seglares católicos

españoles se reunieron gozosos en la ciudad de los Concilios toledanos. Foto: JFG 1989

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La celebración se realizó ese día con un Ritual editado para la ocasión 29 pp. Foto: JFG 1989

Una imagen para la historia del juramento de la Unidad Católica en la cripta del alcázar de Toledo allá en noviembre de 1989. No hubo lugar para ellos en la catedral. Foto: JFG 1989

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Primeras Jornadas de la Unidad Católica del 26 de noviembre de 1989. Foto en Rev. “Siempre P’alante” nº 694, 16-IV-2013.

El juramento de la Unidad Católica (U.C.) se formula así: “Juro defender la doctrina de la Unidad Católica de España y trabajar con todas mis fuerzas para su reconquista y restauración en nuestra Patria”. El alma teológica del juramento es la encíclica “Quas Primas” de Pío XI (1925) sobre el Reinado Social de Jesucristo. El cuerpo práctico es: cubrir la ficha del juramento, comprometerse a la asistencia anual a las Jornadas Nacionales, comprometerse en acciones apostólicas concretas, reunirse y dedicar un tiempo a trabajar por la Causa de la Unidad Católica, suscribirse y apoyar el quincenal “Siempre P’alante”, órgano nacional de la U.C., y apoyar económicamente las acciones de la Fundación de la U.C.

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6. TERCER CUADRO. El porvenir trabajado, lo vivido estos 25 años y lo que se espera en el

futuro. Muchas veces, al amanecer, los que desean ser buenos cristianos

pueden sufrir la tentación de angustiarse, sorprendiéndose con la duda de si el mundo que les rodea es el suyo. La Iglesia de hoy sufre mucho viendo a qué extremos de corrupción ha conducido la descristianización de Occidente, e incluso hasta dónde han caído –por sus pecados de omisión y comisión- algunos ámbitos en el seno de la Santa Iglesia.

Pues sí; afirmemos que este mundo es el nuestro, y que tenemos que amarlo apasionadamente como Cristo amó y ama a cada uno de los hombres por sí mismos y en todas sus circunstancias de la vida. Pero se trata de un amor de verdad, de compromiso y sacrificio, y no de blandenguería y emotivismo propios de una sociedad en decadencia.

A continuación expondremos un planteamiento general que sin duda recoge el de los jornadistas.

Durante 25 años los jornadistas han vivido con tensión y como misión la Unidad Católica en la familia, la parroquia, la pequeña y gran comunidad, y su influencia en la sociedad y los poderes políticos. No lo han hecho como si fuese una idea original suya, ni como una imposición a otros, sino como un bien secularmente poseído y hoy a recuperar –desempolvar- en el ámbito político en cuanto que permanezca latente y configurador de la sociedad. Lo han hecho como un bien defendido por unos y denostado -aunque de una u otra manera aún poseído- por otros. Y esto por muy pecadores que seamos, y aunque en 2014 los que se declaraban católicos en España hayan bajado al 70% (CIS). (Y bajará más si la política que se dice de izquierdas y derechas sigue destruyendo todo lo bueno que la Iglesia y la sociedad construye cada día). Lo han hecho como un bien reivindicado desde el silencio y hasta a gritos por la clamorosa necesidad del propio bien. La enorme desorientación y corrupción actuales son una prueba a contrario. Lo han hecho –decimos- con todas las sombras esparcidas por el mundo el que los jornadistas tienen que vivir, en el que reafirman la verdad y el bien en la medida de sus fuerzas, y en el que hasta son capaces de presagiar lo que vendrá, pues las actuaciones de los hombres y sociedades siguen una cierta lógica humana, el árbol malo no da buenos frutos, y las consecuencias siguen lógicamente a sus causas.

Durante estos 25 años se ha podido predecir la paulatina decadencia de la democracia occidental, y no precisamente por haber leído el Cómo terminan las democracias de Jean-François Revel (1983). Desde la doctrina social de la Iglesia se ha predicho que la corrupción, la desesperanza, la ruptura social, la

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pobreza y el crimen iban a anidar en una política y sociedad sin Dios, por ejemplo en la actual España. Esto es lo que ocurrió y lo que vuelve a ocurrir. Se ha llegado al extremo de que para buscar salida a ese despeñadero al que han conducido los principios del liberalismo en España, esto es, para evitar el neo marxismo, hay católicos piadosos cuya máxima aspiración es reafirmar sus planteamientos iniciales proclamados en abstracto, de forma imprecisa y en confuso, esto es, el trilema de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Dicen que quieren este trilema cristianizado, pero ocurre que este trilema lleva la marca imborrable de la historia y del presente. En realidad, por mucho que hablen de cristianizar lo que no se puede cristianizar, toman el trilema pero entendido como lo entiende el liberalismo. Como son liberales y no quieren dejar de ser católicos, tales católicos piadosos buscan un presunto equilibrio tan antiguo como la Revolución, de la que procede. No son nada originales. Pues bien, este planteamiento conducirá inexorablemente y de nuevo a una situación como la actual, que será peor que la primera; es decir, los males irán a más proclamando –eso sí- la Libertad, Igualdad y Fraternidad. Es como ahorcarse uno mismo. ¿O es que no saben que los jacobinos de Robespierre fueron los que más proclamaban el trilema y los que más y mejor hicieron funcionar la guillotina?

Este volver al origen de los males no es nuevo porque hace tiempo el P. Enrique Ramiére escribió Las esperanzas de la Iglesia en 1863 (21), para mostrar la oposición de la letra y el espíritu de varios artículos de la conocida Declaración de los Derechos del hombre, formulada a principios de la Revolución, respecto a la verdad católica. El P. Ramiére no hizo sino seguir el magisterio de la Iglesia católica.

Apliquemos lo anterior al presente de España, esto es, a los que quisieran evitar los males del presente pero volviendo a aquella situación que los provocó. Hoy día los hay que, bienintencionados y flojitos, se conforman por ahora con una ley pro aborto “menor”, tolerante y reduccionista de la ley socialista Aído de 2010; caigan las víctimas que caigan y como caigan en el fallido anteproyecto Ruiz-Gallardón. Es –quizás- la única alternativa que les dejan sus errores originarios y fruto del olvido de una buena política que no han sabido o querido hacer. La evolución del espíritu humano es como la evolución de una pirámide poblacional en demografía, que interesa a largo plazo, y su proceso es lento pero inexorable. Quizás para justificar a alguno de los suyos que es ministro de un Gobierno pro abortista positiva o negativamente, algún teólogo particular como el P. Carreras insiste en algo obvio, y es que Dios es el único absoluto, pero ignorando que Dios como que se encarna en cada niño concebido y aún no nacido. Desde luego, dos y dos son cuatro y que no se equivoque el arquitecto en los cálculos de la casa que diseña o el ingeniero en el diseño de su puente. Es decir: a todas luces resulta inmoral conformarse por ahora y por fuerza mayor (siempre supuesta) que se reduzcan las víctimas del aborto; ¿hasta este extremo ha llevado su maravilloso quehacer político? ¿Es a esto a lo que se debe conformar un país como España que, cuando quieren, llaman tierra de María y donde en 2014 –el 70% según el CIS- aún existe una mayoría católica? Seguramente lo que sobra no es lo que realmente se puede hacer y debiera de haber hecho para el bien común, sino que sobran los que no han sabido hacer bien las cosas, ni plantar bien la cara al mal. ¿Cómo explicar a la víctima mortal nuestro silencio a pesar del disgusto que decimos tener, e incluso que se ayude a redactar la ley civil inicua de Ruiz-Gallardón, siendo como somos sociables por naturaleza y con un buen Dios que se manifiesta absolutamente en sus hijos?

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Aunque los católicos no han sabido hacer –la jerarquía católica en general les disuadió- una política propia -es decir, una política a lo católico y (cuidado con decir tonterías) no por eso enfeudando a la Iglesia ni convirtiendo a Dios en un objeto-, y –también- aunque ahora los católicos estén a merced de unos políticos que muestran ser totalmente dañinos al orden público así como al bien común que supera dicho orden externo, no obstante –decimos- la sociedad no está abocada a experimentar las lógicas consecuencias de sus propias premisas, pues a pesar de las actuales barbaridades, Dios guía entre sus luz y nuestras sombras la misma Historia.

Tengamos, pues, esperanza, y mostremos algunas sorpresas del ámbito temporal que Dios ofrece al mundo.

¿Quién iba a predecir lo ocurrido en el mundo y a la Iglesia estos 25 años? ¿Quién iba a predecir la caída de la URSS y el muro de Berlín? ¿Y que China dominase económicamente el mundo? ¿Que los cristianos tengan la fortaleza cristiana para recibir masivamente la muerte martirial en manos de sectores islamitas en todo Próximo Oriente y especialmente en la zona del antiguo Irak? En otro orden de cosas, ¿quién iba a sospechar que íbamos a tener en los altares a tantísimos beatos de la Cruzada de 1936? ¿Y al mismo Juan Pablo II que ha sido declarado santo, desde aquel deseo de “santo súbito” dirigido por los impulsos del corazón de los asistentes en la plaza de san Pedro, cuando el pueblo de Dios conoció su fallecimiento? Algo similar diremos al ver en los altares al Juan XXIII de la Pacem in Terris y Mater et magistra, y al Pablo VI de la Humanae vitae y de un siempre pulcro magisterio, que llegó a manifestar que “el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia” y a desear que su sucesor tuviese una mano más firme que la suya (“El Pensamiento Navarro” ).

¿Quién podía imaginar que íbamos a ver al primer jesuita elevado al pontificado y con el humilde nombre de Francisco I? A ver si con ello sana y se revitaliza la Compañía de Jesús, que tanto bien hizo a la Iglesia, tan perseguida por los impíos, y tan conscientemente infiltrada por los errores de la segunda mitad del siglo XX. ¿Y las masivas jornadas mundiales católicas de la juventud…? (Advertimos que en esta redacción se incluye algún desfase cronológico respecto a la conferencia de síntesis impartida en Zaragoza).

Por lo que a nosotros respecta, ¿quién iba a predecir estos 25 años de Jornadas y que “Siempre P’alante” superase en número 700, si no es por la gracia de Dios al que únicamente deseamos servir, pues de este mundo sólo sacamos a nuestro favor boinazos y coscorrones?

Más todavía: bajo la blanca bóveda de San Juan de los Panetes de Zaragoza, y leyendo en el arquitrabe del ábside cómo se identifica la iglesia con la época constantiniana –“Este templo se construyó en tiempo de Constantino emperador”-, en ésta austera y bellísima iglesia que sufrió la profanación en aquellos tiempos nada lejanos de Cruzada religiosa de 1936, cuando los católicos y su clero sufrieron una persecución sin igual en la historia y sin una sola apostasía –la mayor persecución de la Iglesia en toda su historia-…, la mitra y el báculo de mons. Manuel Ureña Pastor ha visitado durante años a los jornadistas, les ha alentado y pastoreado con gozo desde el año 2006. En sus homilías mons. Ureña ha dejado claro un magisterio episcopal que tenemos presente en nuestro hacer. Los jornadistas, han visto su cayado o báculo con una gran alegría porque las ovejas no pueden estar sin un visible pastor.

Los jornadistas siempre han sido y son una parte gozosa de la Santa Iglesia, y será el arzobispo de Zaragoza quien se lo haya recordado con un inmenso cariño, al que los asistentes corresponden en sus jornadas anuales.

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Es la primera vez hasta 2014 inclusive, en que Mons. Ureña celebraba la Santa Misa de las Jornadas, “Siempre P’alante”, 1 de mayo de 2006.

Fue nombrado arzobispo de Zaragoza en abril de 2005 (SP’ nº 518, 16-IV-2005 p. 9)

Esta fue la primera vez que Mons. Ureña tomó juramento al presidente de los seglares por la Reconquista de la Unidad Católica en la Santa Misa de las Jornadas.

“Siempre P’alante”, 1 de mayo de 2006

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El arzobispo de Zaragoza, Mons. Manuel Ureña Pastor, se acerca al altar en la Santa Misa de clausura de las Jornadas celebradas en San Juan de los Panetes. Le acompañan como acólitos el Rvdo. Francisco Suárez a su derecha,

y el Rvdo. P. José Ignacio Dallo en el ambón. Zaragoza 2009. Foto: JFG 2009

El arzobispo de Zaragoza durante la lectura del Santo Evangelio. Foto: JFG 2009

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Mons. Ureña Pastor en su homilía. Foto: JFG 2009

Don Alberto Ruiz de Galarreta –seud. Manuel de Santa Cruz…- realiza el juramento de la Unidad Católica de España en su propio nombre y como presidente de los Seglares católicos de las Jornadas. Lo realiza ante mons. Ureña, y los

acólitos el P. Suárez y el P. Dallo. Foto: JFG 2006

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Mons. Ureña Pastor, arzobispo de Zaragoza, en las Jornadas de 2014. San Juan de los Panetes con don José Ignacio Dallo, don Fco. Suárez y, en primer plano y entre ambos, don José Luis Díez. Foto: JFG 2014

Un día cualquiera desde el trabajo ordinario. Foto: JFG 2014

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NOTAS: (1) Por ejemplo, los jornadistas pueden recordar a ese apretado y

hermosísimo ramillete en flor que son los hijos Ortiz-Frigola, o esa campiña florida de Angostrine -en la Cerdaña francesa- adornada por los hijos de Emilio Blanco y Gionne, o los hijos de Amado García, o Isabel Picañol hija de Magdalena Llopis, o la hija de Carmina… que siendo niños y jóvenes promesas ya van siendo una madura realidad.

(2) Recordemos que, en la gran crisis que sufrió la Iglesia en España durante el postconcilio, algunas organizaciones de laicos y otras de clero, se trenzaron eclesialmente formando cierta unidad global, siempre como parte de la Iglesia.

Entre el clero español, muchos sacerdotes celebraron las nueve Jornadas Sacerdotales (1970-1988) y los retiros de la Hermandad Sacerdotal Española –recuérdese al P. Venancio Marcos, al P. Oltra, a don Luis Madrid Corcuera, al P. José María Alba, hoy al P. Turú-. La Hermandad publicó un libro titulado así: HERMANDAD SACERDOTAL ESPAÑOLA, Historia de un gran amor a la Iglesia no correspondido, Madrid, 1990, 472 pp. Fue redactado principalmente por Luis Madrid Corcuera. Tengo para mí que en la crisis de la Iglesia en España tras el Concilio -pero no por el Concilio-, la porción “progresista” del clero con el cardenal mons. Vicente Enrique y Tarancón a la cabeza, aconsejado por el P. José María Martín Patino, que fue su secretario (+ 2015), por don Fernando Sebastián etc., negó de forma excluyente la legítima pluralidad que decían defender, sin saber que aquella Hermandad a quien excluían y tapaban la voz y el reconocimiento de sus estatutos, anhelaba la renovación en la Iglesia traída por Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Tienen un especial interés las Actas de la Hermandad Sacerdotal Española, de la Junta general celebrada en Santiago de Compostela. Tres días de oración y estudio, 14, 15 y 16 de septiembre de 1976, Madrid, 1977, 199 pp. En ellas se analizó el mal del progresismo dentro de la Iglesia, la Eucaristía, las Misiones populares, los derechos y deberes de los laicos en la iglesia, la Unidad Católica, la división del clero español, los mártires de la Cruzada etc. El P. Oltra habló de la “subversión de la sonrisa” como máscara de las supuestas teologías que se apartan de Dios, otros trataron sobre el progresismo religioso y la situación del clero en España, sobre las “misiones populares”, los derechos y deberes de los laicos en la Iglesia, la unidad católica como alma de la historia y grandeza de España etc.

El arcediano de la catedral de Granada, don Alberto Gómez Maratían, discurrió en buen cauce sobre “La unidad católica, alma de la historia y grandeza de España”, y propuso: 1º Defender siempre y en todo la UNIDAD CATÓLICA. 2º Condenar la libertad de cultos, como contraria a la Santidad de la Religión y al bien de la Patria. 3º Trabajar por la abolición o modificación de la Ley de libertad religiosa, como contraria al sentir de España y de su historia y a los Principios Fundamentales del Estado español. 4º Dirigirnos respetuosamente a Su majestad el Rey y al Gobierno rogándole un más firme y exacto cumplimiento de esa Ley, frenando las excesivas demasías de los acatólicos y defendiendo la moralidad pública, consecuencia y apoyo de la fe Católica” (p. 137-156).

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Hablemos ahora de los seglares, que realizarán ocho Encuentros de Uniones Seglares. Estaban en íntima relación con la Hermandad Sacerdotal Española. El VIII Encuentro Nacional se desarrolló en Javier, Navarra, los días 19 a 21 de septiembre de 1986. Su estructura de dos días y medio, unas 5 conferencias, actos de piedad, sobremesas apostólicas, vivencias y mesa redonda, se ha repetido en las XXV Jornadas de la unidad Católica. Los de 1986 fueron encuentros de convivencia, de oración, de formación y animación y coordinación apostólica. En ellos participaron, además de los citados, don José Ignacio Dallo por la Unión Seglar de Navarra, el P. José Mª Alba Cereceda S.J. por la U.S. de San Antonio María Claret de Barcelona y cofundador de la Hermandad Sacerdotal Española, y don Salvador Ferrando de la U.S. de Valencia. Otros ponentes fueron don Ángel Garralda, miembro de la Hermandad Sacerdotal Española, que conferenció sobre “Ser apóstol o mártir acaso” y Fco. José Fernández de la Cigoña sobre la “Reconquista de España” con proyección hacia la Hispanidad. Estos mismos títulos se han repetido varias veces durante estos 25 últimos años.

Después de dichos ocho Encuentros de Uniones Seglares, sin depender de la Hermandad Sacerdotal, y coincidiendo en las reuniones masivas no pocos de sus miembros sobre todo durante los primeros años, una Junta de seglares católicos -independiente de dichas Uniones Seglares- convocará las jornadas de Toledo en defensa de la Unidad Católica en 1989, que serán prolongadas durante las XXV Jornadas de la Unidad Católica. El alma rectora de todas ellas ha sido don Alberto Ruiz de Galarreta (seud. Manuel de Santa Cruz), y la dirección ejecutiva en el trabajo y el sacrificio don José Ignacio Dallo Larequi. El órgano portavoz será el quincenal “Siempre P’alante”. Podría decirse que los mencionados ocho Encuentros se prolongaron con un tema monográfico e independencia organizativa por los seglares españoles por la Unidad Católica.

(3) En ésta ciudad se utilizó durante nueve años el gran salón de la

“Casa de la Acción Católica”, en 2000 (Jornadas XI) el de la Residencia “La Milagrosa, Hijas de la caridad”, y, en adelante hasta hoy, el muy mejorado salón de conferencias de las “Misioneras Eucarísticas de Nazaret” (las nazarenas). En todas las Jornadas destaca el perseverante celo y atención espiritual del P. Francisco Suárez Fernández (Valencia), Fernández de la U.S. Virgen de los Desamparados de Valencia. En su momento tuvieron el constante apoyo y empuje del P. José María Alba Cereceda, y la agradecida presencia física, empuje y asistencia espiritual de los padres Agustín Arredondo S.J. (Madrid), Félix Beltrán (Cáceres), Gabriel Calvo Zarraute (Toledo) en 2011, Isidoro Castellanos (Cuenca), Juan Antonio Cervera OFM (Valencia), Cué S.I. en 1989 (al final no pudo asistir), Francisco Fernández Serrano (Zaragoza, fundador de Hispania Martyr), Ángel Garralda (Asturias) en 1989, Pedro Jesús Lasanta (Logroño) en 2010, Braulio Manzano S.J. de Zaragoza, Baltasar Pérez Argós S.J. (Alcalá de Henares), Ángel Ramos (Madrid) en 1996, Francisco Trell (Lérida) en 1995, Antonio Turú Rofes (Barcelona) presidente de la Hermandad Sacerdotal Española, Miguel Sagüés S.J. (San Sebastián), José Mª Serra (Barcelona), parte de ellos fallecidos. En 1994 también estuvieron presentes el P. Bernardo Monsegú (director de la revista “Roca Viva”) y el joven sacerdote P. Cristóbal Foeckler de la congregación “Miles Iesu” de los EE.UU. En 1998, 2004 y 2006 asistió el P. Franciscus Nowicki o Novinsky de Polonia y don Emilio Lamas en 2006.

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Desde 1989-1991, quien convoca las Jornadas no son las Uniones Seglares, sino la Junta Nacional para la Reconquista de la Unidad Católica de España presidida inicialmente por Montero seguido después por otros presidentes.

(4) Cinco conferencias Acosta Elías, cuatro Mateo Argenich y una, en

2002, Manuel Mª Doménec como presidente de la Unión Seglar de Barcelona. (5) GARRALDA ARIZCUN, José Fermín, “La proyección sociopolítica

en los Congresos católicos en España (1889-1908)” Zaragoza, 1994; ídem. Rev. “Verbo”, nº 333-334 (III-IV, 1995) pág. 343-374, y nº 335-336 (V-VII, 1995) pág. 615-644.

(6) Los apoyos que han recibido las Jornadas, procedentes de seglares

y eclesiásticos, han sido muy numerosos, y es costumbre hacerlos presentes en el desarrollo de las sesiones. Por su parte, a las Jornadas se han adherido Hispania Martyr-Siglo XX, la Hermandad de Ntra. Sra. de Paracuellos del Jarama, la Asociación de José Reula, Miles Jesu que llevaba la Causa Reina Isabel la Católica y su revista “Isabel”, y otras análogas, por ejemplo con ocasión del desarrollo del tema de la memoria histórica (C., 2007). Han pasado por la tribuna de oradores representantes de Iglesia-Mundo, María Mensajera (Francisco Sánchez-Ventura), la editorial Horizonte, la sociedad cultural Covadonga Informa (TFP), las Ediciones Nueva Hispanidad de Buenos Aires, las revistas Verbo, Isabel, y Empenta de Gerona Inmortal, siendo esta última constante en su presencia. Ha existido representantes de la revista “Ahora-Información” (CTC), “Criterio Libros”, “Radio María” todas ellas en 2000, el traductor de Iota unun de Romano Amerio -don Carmelo López Arias Montenegro (Salamanca)-. Se han adherido también la Asociación Seglar de Zaragoza, las Hermandades profesionales Católicas, el Bloque Catalán, el Movimiento Católico Español.

En el año 1998 y 2001 se recibió la visita de varios tradicionalistas y legitimistas franceses Pierre Renard (Bayona), Jean Suhas (Pau), Emilio y Marcel, siendo Alain Emilio Blanco (Perpignan) un asiduo a las Jornadas. En el 2001 también asistieron Luis y Bernardette Blanco, en 2003 Luis Mª y Juan Bautista Blanco, y en 2004 toda la familia de Emilio Blanco.

También han asistido amigos de diversos sectores políticos católicos, así como, trabajando incesante y apostólicamente en el seno de la Iglesia y con envidiable fidelidad a la jerarquía católica, las fidelísimas hermanas Misioneras de las Doctrinas Rurales fundadas por María Isabel González del Valle, dirigida espiritualmente por el P. Tiburcio Arnaiz S.J.

Además de los conferenciantes, queremos destacar la actividad y siempre clarividentes aportaciones de don Carlos González de San Sebastián, que interviene activamente en los coloquios y mesas redondas.

(7) PÉREZ, Rafael, Apostasía en masa, Irache, Ed. Yokosuka, 1958,

323 pp. (8) Algo queremos añadir a esto, con lo que supongo los jornadistas

estarán de acuerdo. A nuestro parecer, el apoliticismo está generado por el

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absolutismo de la política –¿no está toda la realidad intervenida por el Estado y éste dominado por la partitocracia?-, y los errores y utopías del liberalismo. Utopías éstas como la llamada soberanía nacional o popular, la libertad ilimitada –donde todos piensan hacer lo que quieren, nadie hace lo que quiere y más si debe, afirma el dicho popular-, y considerar al individuo básicamente como una realidad aislada, con una visión contractualista, egoísta, y llena de derechos sin obligaciones, derechos que al final quedan sobre papel. Es más: ¿creían que la libertad de todos a todo, no iba a generar en el hombre –como genera- una cada vez mayor expansión del indiferentismo y escepticismo, siempre progresivos? Los hechos han mostrado que quienes esto creían, andaban muy equivocados. Ya lo avisó Pío IX en el “Syllabus” (prop. 79). Ésta libertad cívica ilimitada, la confusión entre libertad y libertinaje –el querer ser esclavo de las pasiones- se traduce por el prohibido prohibir. Esto no tiene relación algunas con las libertades, que son muy propias del hispano, que tiende a la afirmación constante del individuo en sí mismo y en su donación comunitaria, generando cierto maravilloso desorden, que partiendo del reconocimiento a la limitación y apertura de la persona hace que todo tienda a una unidad superior que genera lo que en el individuo está sólo latente.

(9) Por nuestra parte creemos que esta corrupción, repetitiva en la

actual democracia y sin igual en la historia de España, en la que incluimos el “caso Nicolás” a modo de ejemplo irrisorio a finales de 2014, permite recordar el “Quitádnoslos” de en medio según anuncian –para quien les de valor como nosotros les damos- las Actas de los Protocolos de los sabios de Sión. “¡Echadlos, y dadnos un rey universal, que pueda destruir las causas de nuestras discordias, las fronteras de las naciones, las religiones, los cálculos de Estado: un rey que nos dé esa paz y ese reposo que no podemos obtener con nuestros Gobiernos y representantes!” (Protocolos, Acta nº 10). En poco tiempo, los casos de corrupción han saltado en todo Occidente, en el ámbito hispanoamericano, en Japón y un larguísimo etc. Al cabo de un siglo se está haciendo visible el gobierno mundial anunciado a lo largo de los cien últimos años de la historia contemporánea; el nuevo Orden –máximo desorden- mundial fue anunciado por el presidente yankee George Bush en la primera guerra del Golfo, lo anuncian los hechos ocurridos desde entonces, lo anuncian los selectos clubes Bildelberg y Trilateral, y lo anuncia la crisis mundial desde 2007 que para según voces selectas ha sido provocada. Súmese a ello el tratamiento que reciben las pandemias y miedo generalizado como las producidas por las vacas locas en Inglaterra, la enfermedad del pollo en China o la neumonía asiática (2003), la gripe porcina iniciada en México (2009), el coronavirus en 2013, el ébola –tan exagerado- en 2014… Ya se dice que el miedo es el virus más contagioso, y que la paradoja del pánico hiere a las sociedades más seguras de la historia, como es la nuestra. Recientemente Vladimir Putin en Rusia se refirió a cómo actuaba el Gobierno mundial. Ha hablado (Sochi, 24-X-2014) de “la embestida del nihilismo legal. La objetividad y la justicia han sido sacrificadas en el altar de la conveniencia política. Interpretaciones arbitrarias y evaluaciones sesgadas han sustituido a las normas legales”. Es más –dice Putin, al que ya se le dedican biografías como la de Richard Sakwa (2004)-: “La noción misma de soberanía nacional se convirtió en valor relativo para la mayoría de los países. En esencia, lo que se proponía era la fórmula: cuanto mayor es la lealtad hacia el único centro

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de poder en el mundo, mayor es esta o aquella legitimidad del régimen en el poder”.

(10) Añadamos que estas consecuencias pueden parecer increíbles,

toda vez que algunos identifican –falsamente- la pérdida de la unidad católica con el triunfo de la “Libertad”; nada más contrario a ello, pues el igualitarismo entre la religión verdadera y las falsas va contra la primera o verdadera, y favorece a estas últimas, además de vulnerar la configuración de una comunidad, lo que sólo conlleva desarreglos y el abuso sistemático.

(11) RATZINGER, Joseph, Verdad, Valores, Poder. Piedras de toque

de la sociedad pluralista, Madrid, Rialp, 6ª ed. 2006, 108 pp consta de la reunión de tres artículos.

(12) Rev. digital Hispanidad, 26-III-2009, 14-X-2009 etc. (13) CANTERA, Santiago, Hispania Spania. El nacimiento de España.

Conciencia hispana en el Reino visigodo de Toledo, Madrid, Actas, 2014, 563 pp. (14) CATURELLI, Alberto, El Nuevo Mundo. El descubrimiento, la

Conquista y la Evangelización de América y la Cultura Occidental, México, Edamex, 1991, 455 pp.

(15) Avance del Manifiesto de los Seglares católicos en Toledo, 1989,

“Siempre P’alante”, nº 179, 2-XII-1989 (16) “Toledo 89 en el recuerdo”, SP’ nº 694, 16-IV-2013 p. 15 (17) “Siempre P’alante” nº 173, 1-IX-1989 p. 11 a nº 190, 19-V-1990 (18) En las Jornadas de 1989 disertaron José Fernando Silva, Rafael

Gambra, Fco. José Fernández de la Cigoña, Miguel Ayuso Torres, José María Alsina Roca, Ángel Garralda, Julián Gil de Sagredo, Manuel de Santa Cruz, Antonio de Martín Puerta. Seis de ellos viven hoy entre nosotros, pues en su día fallecieron don Rafael, don Julián y don Antonio.

(19) Así escribieron, al cardenal arzobispo de Toledo, don Julián Gil de

Sagredo (SP’ nº 180, 16-XII-1989), Eulogio Ramírez (SP’ nº 182, 19-I-1990) y la Comisión organizadora de las Jornadas de 1989 (SP’ nº 183, 3-II-1990). A continuación la Junta de Seglares por la reconquista de la Unidad Católica lo comunicó al cardenal Ratzinger en su viaje a España (SP’ nº 184, 17-II-1990).

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(20) “Purista” para negar el derecho de los seglares, en 1989 el

cardenal confundió -inexplicablemente en él- hospitalidad con hostilidad, echando de manera simbólica a aquellos desde la catedral hasta la calle -y de qué formas-, pues vio que las Jornadas rectificaban la grave resolución religioso-política de sus hermanos en el Episcopado -Comisión Permanente del Episcopado (IX-1988)- “que piensan ya de otra manera” (Carta de la Comisión organizadora de las Jornadas a Mons. Marcelo González Martín, SP’ 183, 3-II-1990). Seguramente que sin saberlo, el cardenal quebró el derecho eclesiástico de los laicos y su derecho en el ámbito político. Sin duda, el clericalismo episcopal pero también el laico de la restauración alfonsina de 1874, fue mucho más ortodoxo (el clero –aunque no los laicos pidalinos- siguió condenando el art. 11 de la Constitución de 1876) que el de la restauración juancarlina de 1975 (se toleró -¿o aprobó?- el agnosticismo o ateísmo práctico de la Constitución de 1978). En fin, que el ortodoxo don Marcelo se plegó de alguna manera ante mons. Tarancón. ¿No hubiera bastado por parte de aquel, declinar a la exclusiva responsabilidad de los seglares, que siendo “mayores de edad” deben actuar bajo su responsabilidad según reclama el Concilio Vaticano II? Los laicos defendían la doctrina católica de siempre y lo que les habían enseñado tantísimos obispos y arzobispos, pero también “nuestra visión seglar concreta de la necesidad política y social de nuestra Patria a la luz de la Fe, (…) y de las enseñanzas de la Historia” (SP’ 183).

Con el tiempo, por ejemplo en 2013-2014, se ha visto la estrecha vinculación entre algunos importantes clérigos de la Iglesia en España con los hombres de la transición-ruptura, de modo que ya nunca podrán decir que la Iglesia no se mete en política, a diferencia de lo que los clérigos de la llamada transición-ruptura siempre han dicho. Me refiero al artículo vergonzosamente laudatorio por sus excesos escrito por mons. Cañizares a la muerte de don Adolfo Suárez, o los más que coqueteos de mons. Rouco Varela hacia don Juan Carlos de Borbón.

(21) RAMIÉRE, Enrique, Las esperanzas de la Iglesia, Barcelona, Ariel, reed. 1982, 352 pp.

PARTE 2ª y 3ª: en otros documentos

L a u s D e o