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22
abril
Domingo IV de Pascua
(Ciclo B) – 2018
Domingo del Buen Pastor
Jornada mundial de oración por las vocaciones
1. TEXTOS LITÚRGICOS
1.a LECTURAS
No existe otro Nombre
por el cual podamos salvarnos
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 4, 8-12
En aquellos días:
Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: «Jefes del pueblo y ancianos, ya que hoy se nos pide cuenta del bien que
hicimos a un enfermo y de cómo fue curado, sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí
sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y
Dios resucitó de entre los muertos.
El es la piedra que ustedes, los constructores, han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular. Porque no
existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos salvarnos.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 117, 1. 8-9. 21-23. 26. 28-29
R. Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor.
O bien:
Aleluia.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres;
es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos. R.
Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos. R.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias;
Dios mío, yo te glorifico.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor! R.
Veremos a Dios tal cual es
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-2
Queridos hermanos:
¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el
mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él.
Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que
cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Palabra de Dios.
ALELUIA Jn 10, 14
Aleluia.
Dice el Señor:
Yo soy el buen Pastor:
conozco a mis ovejas,
y mis ovejas me conocen a mí.
Aleluia.
EVANGELIO
El buen Pastor da su vida por las ovejas
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 10, 11-18
En aquel tiempo, Jesús dijo:
«Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y
al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las
dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y
yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las
que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo.
Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre.»
Palabra del Señor.
1.b GUION PARA LA MISA
Guion Domingo IV de Pascua 2018
Entrada:
Jesús, como Buen Pastor, vino a revelar el rostro de Dios y se hizo guardián de nuestras almas. Su sacrificio ha
dado la vida a las ovejas y las ha vuelto al redil, y en la Eucaristía se ha hecho Pasto de sus ovejas, dándose
como alimento.
Primera Lectura: Hch 4,8-12
Pedro anuncia a los judíos que Jesucristo es la piedra angular y que por su nombre somos salvados.
Segunda Lectura: 1 Jn 3,1-2
Somos hijos de Dios y, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él.
Evangelio: Jn 10,11-18
Jesucristo es el Buen Pastor que nos conoce, sale a nuestro encuentro y da la vida por nosotros.
Preces:
Hermanos, dirijamos a Dios nuestra oración con la seguridad de ser escuchados por nuestra condición
de hijos.
A cada intención respondemos cantando:
* Por la Iglesia santa de Dios, para que no se desanime en el empeño diario de dirigir la mirada de todo hombre,
y sepa orientar a los que se sienten llamados a dejarlo todo por Cristo. Oremos.
* Por los sacerdotes y las almas consagradas, para que comprometan sus energías en la predicación de la Buena Nueva y encuentren su fortaleza y gozo en la íntima unión con Cristo Buen Pastor. Oremos.
* Por los pobres y todos los que sufren para que, confortados con la ayuda de la gracia, renazcan a una
esperanza nueva. Oremos.
* Por nuestros familiares y amigos, que la fuerza transformante de la Eucaristía, les dé la plena conciencia de
ser hijos muy amados del Padre. Oremos.
* Por Argentina, para que no se apruebe la ley del aborto. Oremos.
Padre del cielo, sabemos que es mejor refugiarse en Ti que fiarnos de nuestro poder; por eso te
pedimos que escuches la oración que te presentamos. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Ofertorio:
El banquete eucarístico se prepara para nuestra refección porque somos ovejas de Cristo, alimentadas con su
propio Cuerpo y Sangre.
Para tal banquete presentamos:
* Incienso que ofrecemos junto con nuestra oración pidiendo por la paz en el mundo.
* Las ofrendas del pan y del vino, y en ellas nuestra total donación al Padre.
Comunión:
Recibamos a nuestro Señor que, dando la vida por nosotros, nos enseña e impulsa a darla por Dios y por nuestro
prójimo.
Salida:
María Madre del Buen Jesús, Pastor de las almas, danos a beber de la fuente de la Misericordia que es el
Corazón de tu divino Hijo y sácianos de su Amor.
(Gentileza del Monasterio “Santa Teresa de los Andes” (SSVM) _ San Rafael _ Argentina)
Directorio Homilético
Cuarto domingo de Pascua
CEC 754, 764, 2665: Cristo, pastor de las ovejas y puerta del corral
CEC 553, 857, 861, 881, 896, 1558, 1561, 1568, 1574: el Papa y los obispos como pastores
CEC 874, 1120, 1465, 1536, 1548-1551, 1564, 2179, 2686: los presbíteros como pastores
CEC 756: Cristo, la piedra angular
CEC 1, 104, 239, 1692, 1709, 2009, 2736: ahora somos los hijos adoptivos de Dios
754 "La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo (Jn 10, 1-10). Es también el
rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como él mismo anunció (cf. Is 40, 11; Ez 34, 11-31). Aunque son
pastores humanos quienes gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y
alimenta; El, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores (cf. Jn 10, 11; 1 P 5, 4), que dio su vida por las ovejas (cf. Jn 10, 11-15)".
764 "Este Reino se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo" (LG 5).
Acoger la palabra de Jesús es acoger "el Reino" (ibid.). El germen y el comienzo del Reino son el
"pequeño rebaño" (Lc 12, 32), de los que Jesús ha venido a convocar en torno suyo y de los que él mismo
es el pastor (cf. Mt 10, 16; 26, 31; Jn 10, 1-21). Constituyen la verdadera familia de Jesús (cf. Mt 12, 49).
A los que reunió así en torno suyo, les enseñó no sólo una nueva "manera de obrar", sino también una
oración propia (cf. Mt 5-6).
553 Jesús ha confiado a Pedro una autoridad específica: "A ti te daré las llaves del Reino de los cielos; y lo
que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los
cielos" (Mt 16, 19). El poder de las llaves designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la
Iglesia. Jesús, "el Buen Pastor" (Jn 10, 11) confirmó este encargo después de su resurrección: "Apacienta
mis ovejas" (Jn 21, 15-17). El poder de "atar y desatar" significa la autoridad para absolver los pecados,
pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia. Jesús confió esta
autoridad a la Iglesia por el ministerio de los apóstoles (cf. Mt 18, 18) y particularmente por el de Pedro,
el único a quien él confió explícitamente las llaves del Reino.
IV LA IGLESIA ES APOSTÓLICA
857 La Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles, y esto en un triple sentido:
- Fue y permanece edificada sobre "el fundamento de los apóstoles" (Ef 2, 20; Hch 21, 14), testigos escogidos y
enviados en misión por el mismo Cristo (cf Mt 28, 16-20; Hch 1, 8; 1 Co 9, 1; 15, 7-8; Ga 1, l; etc.).
- Guarda y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanza (cf Hch 2, 42), el buen
depósito, las sanas palabras oídas a los apóstoles (cf 2 Tm 1, 13-14).
- Sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los apóstoles hasta la vuelta de Cristo gracias a aquellos que
les suceden en su ministerio pastoral: el colegio de los obispos, "a los que asisten los presbíteros
juntamente con el sucesor de Pedro y Sumo Pastor de la Iglesia" (AG 5):
Porque no abandonas nunca a tu rebaño, sino que, por medio de los santos pastores, lo proteges y conservas, y
quieres que tenga siempre por guía la palabra de aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo dio la misión de
anunciar el Evangelio (MR, Prefacio de los apóstoles).
Los obispos sucesores de los apóstoles
861 "Para que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada, encargaron mediante una especie
de testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron.
Les encomendaron que cuidaran de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les había puesto para ser los
pastores de la Iglesia de Dios. Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que,
después de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en el ministerio" (LG 20; cf San Clemente
Romano, Cor. 42; 44).
881 El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le
entregó las llaves de ella (cf. Mt 16, 18-19); lo instituyó pastor de todo el rebaño (cf. Jn 21, 15-17). "Está
claro que también el Colegio de los Apóstoles, unido a su Cabeza, recibió la función de atar y desatar
dada a Pedro" (LG 22). Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles pertenece a los cimientos
de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa.
896 El Buen Pastor será el modelo y la "forma" de la misión pastoral del obispo. Consciente de sus propias
debilidades, el obispo "puede disculpar a los ignorantes y extraviados. No debe negarse nunca a escuchar
a sus súbditos, a los que cuida como verdaderos hijos ... Los fieles, por su parte, deben estar unidos a su
obispo como la Iglesia a Cristo y como Jesucristo al Padre" (LG 27):
Seguid todos al obispo como Jesucristo (sigue) a su Padre, y al presbiterio como a los apóstoles; en cuanto
a los diáconos, respetadlos como a la ley de Dios. Que nadie haga al margen del obispo nada en lo que
atañe a la Iglesia (San Ignacio de Antioquía, Smyrn. 8,1)
1558 "La consagración episcopal confiere, junto con la función de santificar, también las funciones de enseñar
y gobernar... En efecto...por la imposición de las manos y por las palabras de la consagración se confiere
la gracia del Espíritu Santo y queda marcado con el carácter sagrado. En consecuencia, los obispos, de
manera eminente y visible, hacen las veces del mismo Cristo, Maestro, Pastor y Sacerdote, y actúan en su
nombre (in eius persona agant)" (ibid.). "El Espíritu Santo que han recibido ha hecho de los obispos los
verdaderos y auténticos maestros de la fe, pontífices y pastores" (CD 2).
1561 Todo lo que se ha dicho explica por qué la Eucaristía celebrada por el obispo tiene una significación muy
especial como expresión de la Iglesia reunida en torno al altar bajo la presidencia de quien representa
visiblemente a Cristo, Buen Pastor y Cabeza de su Iglesia (cf SC 41; LG 26).
1568 "Los presbíteros, instituidos por la ordenación en el orden del presbiterado, están unidos todos entre sí por
la íntima fraternidad del sacramento. Forman un único presbiterio especialmente en la diócesis a cuyo
servicio se dedican bajo la dirección de su obispo" (PO 8). La unidad del presbiterio encuentra una
expresión litúrgica en la costumbre de que los presbíteros impongan a su vez las manos, después del
obispo, durante el rito de la ordenación.
1574 Como en todos los sacramentos, ritos complementarios rodean la celebración. Estos varían notablemente
en las distintas tradiciones litúrgicas, pero tienen en común la expresión de múltiples aspectos de la gracia
sacramental. Así, en el rito latino, los ritos iniciales - la presentación y elección del ordenando, la
alocución del obispo, el interrogatorio del ordenando, las letanías de los santos - ponen de relieve que la
elección del candidato se hace conforme al uso de la Iglesia y preparan el acto solemne de la
consagración; después de ésta varios ritos vienen a expresar y completar de manera simbólica el misterio
que se ha realizado: para el obispo y el presbítero la unción con el santo crisma, signo de la unción
especial del Espíritu Santo que hace fecundo su ministerio; la entrega del libro de los evangelios, del
anillo, de la mitra y del báculo al obispo en señal de su misión apostólica de anuncio de la palabra de
Dios, de su fidelidad a la Iglesia, esposa de Cristo, de su cargo de pastor del rebaño del Señor; entrega al
presbítero de la patena y del cáliz, "la ofrenda del pueblo santo" que es llamado a presentar a Dios; la
entrega del libro de los evangelios al diácono que acaba de recibir la misión de anunciar el evangelio de
Cristo.
874 El mismo Cristo es la fuente del ministerio en la Iglesia. El lo ha instituido, le ha dado autoridad y misión,
orientación y finalidad:
Cristo el Señor, para dirigir al Pueblo de Dios y hacerle progresar siempre, instituyó en su Iglesia diversos
ministerios que está ordenados al bien de todo el Cuerpo. En efecto, los ministros que posean la sagrada
potestad están al servicio de sus hermanos para que todos los que son miembros del Pueblo de
Dios...lleguen a la salvación (LG 18).
1120 El ministerio ordenado o sacerdocio ministerial (LG 10) está al servicio del sacerdocio bautismal.
Garantiza que, en los sacramentos, sea Cristo quien actúa por el Espíritu Santo en favor de la Iglesia. La
misión de salvación confiada por el Padre a su Hijo encarnado es confiada a los Apóstoles y por ellos a
sus sucesores: reciben el Espíritu de Jesús para actuar en su nombre y en su persona (cf Jn 20,21-23; Lc
24,47; Mt 28,18-20). Así, el ministro ordenado es el vínculo sacramental que une la acción litúrgica a lo
que dijeron y realizaron los Apóstoles, y por ellos a lo que dijo y realizó Cristo, fuente y fundamento de
los sacramentos.
1465 Cuando celebra el sacramento de la Penitencia, el sacerdote ejerce el ministerio del Buen Pastor que busca
la oveja perdida, el del Buen Samaritano que cura las heridas, del Padre que espera al Hijo pródigo y lo
acoge a su vuelta, del justo Juez que no hace acepción de personas y cuyo juicio es a la vez justo y
misericordioso. En una palabra, el sacerdote es el signo y el instrumento del amor misericordioso de Dios
con el pecador.
1536 El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo
ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del ministerio apostólico.
Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado.
(Sobre la institución y la misión del ministerio apostólico por Cristo ya se ha tratado en la primera parte.
Aquí sólo se trata de la realidad sacramental mediante la que se transmite este ministerio)
In persona Christi Capitis...
1548 En el servicio eclesial del ministro ordenado es Cristo mismo quien está presente a su Iglesia como
Cabeza de su cuerpo, Pastor de su rebaño, sumo sacerdote del sacrificio redentor, Maestro de la Verdad.
Es lo que la Iglesia expresa al decir que el sacerdote, en virtud del sacramento del Orden, actúa "in
persona Christi Capitis" (cf LG 10; 28; SC 33; CD 11; PO 2,6):
El ministro posee en verdad el papel del mismo Sacerdote, Cristo Jesús. Si, ciertamente, aquel es
asimilado al Sumo Sacerdote, por la consagración sacerdotal recibida, goza de la facultad de actuar por el
poder de Cristo mismo a quien representa (virtute ac persona ipsius Christi) (Pío XII, enc. Mediator Dei).
"Christus est fons totius sacerdotii; nan sacerdos legalis erat figura ipsius, sacerdos autem novae legis in
persona ipsius operatur" ("Cristo es la fuente de todo sacerdocio, pues el sacerdote de la antigua ley era
figura de EL, y el sacerdote de la nueva ley actúa en representación suya" (S. Tomás de A., s.th. 3, 22, 4).
1549 Por el ministerio ordenado, especialmente por el de los obispos y los presbíteros, la presencia de Cristo
como cabeza de la Iglesia se hace visible en medio de la comunidad de los creyentes. Según la bella
expresión de San Ignacio de Antioquía, el obispo es typos tou Patros, es imagen viva de Dios Padre (Trall.
3,1; cf Magn. 6,1).
1550 Esta presencia de Cristo en el ministro no debe ser entendida como si éste estuviese exento de todas las
flaquezas humanas, del afán de poder, de errores, es decir del pecado. No todos los actos del ministro son
garantizados de la misma manera por la fuerza del Espíritu Santo. Mientras que en los sacramentos esta
garantía es dada de modo que ni siquiera el pecado del ministro puede impedir el fruto de la gracia,
existen muchos otros actos en que la condición humana del ministro deja huellas que no son siempre el
signo de la fidelidad al evangelio y que pueden dañar por consiguiente a la fecundidad apostólica de la
Iglesia.
1551 Este sacerdocio es ministerial. "Esta Función, que el Señor confió a los pastores de su pueblo, es un
verdadero servicio" (LG 24). Está enteramente referido a Cristo y a los hombres. Depende totalmente de Cristo
y de su sacerdocio único, y fue instituido en favor de los hombres y de la comunidad de la Iglesia. El
sacramento del Orden comunica "un poder sagrado", que no es otro que el de Cristo. El ejercicio de esta
autoridad debe, por tanto, medirse según el modelo de Cristo, que por amor se hizo el último y el servidor de
todos (cf. Mc 10,43-45; 1 P 5,3). "El Señor dijo claramente que la atención prestada a su rebaño era prueba de
amor a él" (S. Juan Crisóstomo, sac. 2,4; cf. Jn 21,15-17)
1564 "Los presbíteros, aunque no tengan la plenitud del sacerdocio y dependan de los obispos en el ejercicio de
sus poderes, sin embargo están unidos a éstos en el honor del sacerdocio y, en virtud del sacramento del
Orden, quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de la Nueva Alianza, a imagen de Cristo, sumo y
eterno Sacerdote (Hb 5,1-10; 7,24; 9,11-28), para anunciar el Evangelio a los fieles, para dirigirlos y para
celebrar el culto divino" (LG 28).
2179 "La parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular,
cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo diocesano, se encomienda a un párroco, como su pastor
propio" (CIC, can. 515,1). Es el lugar donde todos los fieles pueden reunirse para la celebración dominical
de la eucaristía. La parroquia inicia al pueblo cristiano en la expresión ordinaria de la vida litúrgica, la
congrega en esta celebración; le enseña la doctrina salvífica de Cristo. Practica la caridad del Señor en
obras buenas y fraternas:
No puedes orar en casa como en la Iglesia, donde son muchos los reunidos, donde el grito de todos se
dirige a Dios como desde un solo corazón. Hay en ella algo más: la unión de los espíritus, la armonía de las
almas, el vínculo de la caridad, las oraciones de los sacerdotes (S. Juan Crisóstomo, incomprehens. 3,6).
2686 Los ministros ordenados son también responsables de la formación en la oración de sus hermanos y
hermanas en Cristo. Servidores del buen Pastor, han sido ordenados para guiar al pueblo de Dios a las fuentes
vivas de la oración: la Palabra de Dios, la liturgia, la vida teologal, el hoy de Dios en las situaciones concretas
(cf PO 4-6).
2. EXÉGESIS
Sobre la Primera lectura: (Hechos 4, 8-12)
Jesús realizó ya su Obra Salvífica. Ahora los Apóstoles deben hacer llegar la salvación a todos los hombres:
- 'En virtud de este NOMBRE' (v 10): Tenemos ya el Nombre que nos salva: Jesús = Dios salva. El Ángel habla a María y a José: 'Le pondréis por nombre 'Jesús', porque El 'Salvará' a su pueblo de sus pecados. Ahora San
Pedro, con el 'signo' milagroso de una curación obrada en el Nombre de Jesús, proclama que sólo en Jesús, el
Jesús que ellos crucificaron, tenemos Salvación (v 12): 'El es la piedra desechada por vosotros, los
constructores, que ha venido a ser clave del arco (v 11).
- Con este episodio comienza el primer choque de la Iglesia naciente con el judaísmo oficial. Toman la ofensiva
contra los inermes Apóstoles. Los saduceos, negadores de la resurrección. El clan de Anás monopoliza el
pontificado y la dirección del Sanedrin. Pedro, con una luz y un vigor que constituyen ya de sí un evidente
argumento a favor del Resucitado, les prueba cómo el Jesús que ellos crucificaron es la 'Piedra clave' y el
'Salvador' (vv 11.12) de las profecías Mesiánicas.
- La Iglesia inicia su misión de llevar la Salvación de Cristo a todos los hombres. Y a la vez inicia su Pasión.
Los incrédulos la rechazarán y la crucificarán como crucificaron a Cristo. Pero los humildes y dóciles aceptarán
con fe y amor La Salvación de Jesús. Al igual que Jesús, la Iglesia, que es su prolongación en la tierra, es
Salvación de Dios. Lo es en dolor, en pobreza, en humildad, en pasión y muerte: 'Completo en mi carne lo que
falta a los sufrimientos de Cristo, por el bien de su Cuerpo que es la Iglesia' (Col 1, 24).
Sobre la Segunda lectura (1Juan 3,1-2)
San Juan es el Evangelista de Jesús-Hijo de Dios y el Teólogo de la filiación divina de los cristianos:
- El nuevo nacimiento por la fe y el Bautismo nos hace hijos de Dios. Esta filiación no es metafórica. Es real:
Participamos la naturaleza divina (2 Pe. 1,4). Cristo, Hijo de Dios, nos comunica su Vida, la que El recibe del
Padre: 'Como Yo vivo por el Padre Viviente, así el que me come a Mí, vivirá de Mí'... 'En verdad, en verdad os
digo: Llega la hora, y es ahora, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y cuantos la oigan recobrarán
la vida' (Jn 5,26; 6,57). Nos llamamos hijos de Dios. ¡Y lo somos! (v 1). El don que Dios nos da es Dios mismo:
su misma vida: La que da al Verbo en generación eterna, y la que da al Verbo encarnado. Esta misma vida, el
Verbo encarnado y resucitado, la hace llegar a nosotros por la fe y los sacramentos. Somos, pues, hijos de Dios
en su Hijo.
- Bien que plenamente real nuestra filiación divina, la vivimos en el estadio de la fe, que es de dolor, de prueba,
de fidelidad. En el estadio mortal no podemos ver ni al Padre en su Gloria (Jn 1, 18; 5, 37), ni al Hijo
Glorificado. La gracia de filiación divina, poseída ahora en fe, se trocará en visión, en goza, en Gloria.
Glorificados en la Gloria de Cristo, veremos esta semejanza divina, que ya tenemos sellada en nosotros. La
visión de ahora en fe (en enigma, 1 Cor 13,12) se trocará en visión directa, cara a cara. Sólo puede ver a Dios
quien es semejante a El. El Lumen Gloriae nos dará esta disposición y asimilación. San Juan llama 'mundo', a
los que se cierran a la luz de la fe. Estos no conocen a Dios como 'Padre' de Cristo y Padre nuestro; ni conocen
al Hijo de Dios; ni a quienes somos en Cristo hijos de Dios.
- Nuestra labor de ahora es ganar en gracia, afinar y perfeccionar en nosotros por la pureza y la caridad, l a
semejanza con el Hijo, la divina filiación; a fin de que el Hijo, a la hora de su retorno glorioso, nos pueda hacer
partícipes en mayor grado de su Gloria: 'Padre, quiero que los que me diste donde Yo estoy estén también ellos
conmigo, para que contemplen mi gloria... Yo les comunicaré la gloria que Tú me diste... Que el amor con que a
Mi me amas permanezca en ellos y Yo también permanezca en ellos' (Jn 17, 22-24). Eso será plenitud en el
Reino glorioso: In regnum tuum benignus admitte, ubi fore speramus, ut simul gloria tua perenniter satiemur,
quando omnem lacriman absterges ab oculis nostris, quia te, sicut est, Deum nostrum videntes, tibi similes
erimus cuncta per saecula et te sine fine laudabimus. (Prex Euc III).
Sobre la Evangelio (Juan 10, 11-18)
'Buen Pastor' porque su autoridad no es tiranía, sino servicio y sacrificio, amor y entrega.
- La parábola del 'Buen Pastor' es tan bella como transparente. Y caló tan hondo en la primitiva Iglesia, que la
más antigua iconografía nos representa a Cristo 'Buen Pastor' que lleva sobre los hombros una de sus ovejas.
- El Pastor único y legítimo enviado del Padre. El Pastor que conoce, ama y pastorea a cada una de sus ovejas.
Quiere establecer una relación filial con cada uno de nosotros. 'La bondad de Jesús se evidencia aquí de forma
sublime. 'Buen Pastor': Una imagen sencilla, expresiva, atractiva. 'Buen Pastor' que da la vida par su rebano. El
consagra a su grey, a cada uno de nosotros, el amor más grande, el que da la vida. La devoción al Corazón de
Jesús puede bien atribuirse a la fuente evangélica que ahora evocamos: 'Yo soy el Buen Pastor' (Paulo VI: 25-
IV-66).
- Esta parábola nos define también el carácter comunitario de la Iglesia: 'La Iglesia es un redil cuya única y
obligada puerta es Cristo. Es también una grey, cuyas ovejas, aunque aparezcan conducidas y guiadas por
pastores humanos, son guiadas y nutridas constantemente por el mismo Cristo, Buen Pastor y jefe rabadán de
pastores' (L.G. n 6).
- Nosotros, buenas ovejas del 'Buen Pastor', le conocemos, le atendemos, le amamos, le guardamos fidelidad.
Cooperamos con Él para que se forme un sólo redil: el único redil del único Pastor: 'Dios Todopoderoso y
Eterno, condúcenos al feliz aprisco del cielo; Tú que a la debilidad de las ovejas has provisto de tan poderoso
Pastor' (Collecta).
- Quienes tienen ministerio de pastorear el rebaño de Cristo, deben imitar al 'Buen Pastor':
a) Conocer y amar a cada una de las ovejas. En el arte pastoral hay que apreciar el valor de cada alma y hay que
atenderla según su personal conveniencia.
b) El Buen Pastor defiende del lobo a las ovejas; el asalariado y mercenario busca su provecho; y a la hora del
peligro, huye.
c) Cristo muere en sacrificio redentor por sus ovejas; el ministerio pastoral exige amor generoso hasta dar la
vida por las ovejas.
(SOLÉ ROMA, J. M., Ministros de la Palabra. Ciclo B, Herder, Barcelona, 1979)
3. COMENTARIO TEOLÓGICO
P. Leonardo Castellani
El Buen Pastor
“Yo soy el Buen Pastor” (Jn X).
Esta afirmación de Cristo y la Parábola del Pastor y el Mercenario que la continúa en los oídos de los
que la escucharon equivale neta y simplemente a esta otra afirmación capital: “Yo soy el Mesías, aquel que los
Profetas prenunciaron.”
De hecho, Cristo terminó este sermón proclamándose no solamente Mesías sino también Hijo de Dios, y
Dios como el Padre: “Yo y el Padre somos uno”; en donde algunos de los fariseos lo llamaron “endemoniado y
quisieron darle muerte. Esto ocurrió en el último año de su vida publica, antes de lo que se llama las “Ultimas
excursiones” y del viaje a la Perea.
Pastor es el principal de los nombres que los profetas dieron del Cristo, del Ungido de Dios. Aun cuando
lo llaman Rey, que es el nombre más frecuente –Mesías en hebreo significa “Ungido”, así como Christós en
griego–, aluden de hecho a su condición de Pastor, puesto que los antiguos llamaban a los reyes pastores de
pueblos, como vemos en Homero. Los Apóstoles Pablo y Pedro llaman a Cristo en sus epístolas el “Gran
Pastor” y el “Protopastor” o “Príncipe de los Pastores, como traduce la Vulgata latina.
Sabemos que Cristo tiene muchos nombres: Fray Luis de León escribió un libro sobre ellos, el libro
religioso mejor escrito que hay en castellano; por ejemplos: Pimpollo o Retoño, Rostro de Dios, Camino,
Monte, Rey de por Dios, Pujanza de Dios, Hijo, Verbo, Salvador, Jesús (Jeshoah), Cordero de Dios, Esposo,
Amado, Padre del Siglo Venidero, Príncipe de la Paz, Profeta Sumo... y Camino, Verdad y Vida, Viña, Hijo del
Hombre se llamó El a sí mismo. Pero ese nombre de Pastor es el que se impuso El solemnemente al final de su
predicación y lo explicó largamente; para lo cual no tuvo más que entretejer los dichos de Isaías y Ezequiel, y
de un profeta menor, Zacarías. Esto es lo que hacían los buenos recitadores de estilo oral y éste era su
procedimiento literario. No salían con una cosa rara enteramente sacada de su cabeza, como los poetas de hoy:
se apoyaban en la tradición literaria –en este caso no literaria– usando por lo común las mismas frases hechas
(o sea, los hallazgos verbales ya acuñados, como cuando nosotros hablamos con refranes) de los maestros
precedentes: y dándoles el toque personal; que a veces podía ser genial, como en Cristo. Y el toque personal en
este recitado, además de la composición nueva, fue la nota que ningún profeta antiguo se atrevió a poner: “El
Buen Pastor muere por sus ovejas”, que Cristo añadió inmediatamente.
Por no hacer caso de la tradición literaria –por pura ignorancia o pereza a veces– son tan raros, efímeros,
infructuosos e intrascendentes los poetas de hoy día. No así los grandes poetas antiguos.
Todos los nombres proféticos que Cristo se aplicó explícitamente son dulces, mansos y amorosos;
parecería que, aunque no los niega, no le gustan los nombres pujantes y terribles, que también son verdaderos,
como los de Pujanza de Dios, Hombre-Montaña, León de Judá, o el Rey de Reyes y Señor de los Ejércitos del
Apokalypsis y del profeta Daniel armado de espada bífida y montado en un caballo blanco overo de sangre
enemiga hasta el ijar. Hizo parábolas acerca de ese Rey: una especie de temible sultán, que bruscamente aplica
castigos tremendos por una desobediencia en apariencia fútil, como la de venir a su Convite sin vestido de
bodas; o el castigo de destruir a sangre y fuego ciudades enteras que no aceptan su dominación. Pero nunca
añadió: “Yo soy ese Rey.” Parecería que un divino pudor se lo vedaba.
“Yo soy el Buen Pastor... El Buen Pastor da su vida por sus ovejas.”
Mucho pudiéramos extendernos acerca de la dulzura de esta palabra, y las cual idades del Pastor
Hermoso –porque la palabra exacta que usó Cristo fue kalós, que significa hermoso, y no agathós, que significa
solamente bondadoso–; pero eso ya lo hizo Fray Luis.
Mas lo que hemos de advertir aquí, brevemente, dada la carencia de espacio, es que Cristo añadió
inmediatamente que había “malos pastores” –y un Pastor Malo por antonomasia– a los cuales llamó
“mercenarios”. Eso está en el Evangelio. Yo no tengo autoridad para suprimirlo. Si predicamos el Evangelio, o
predicamos todo o no predicamos nada.
Las notas de los Malos Pastores que dio Cristo son éstas: 1) No son de ellos las ovejas; 2) no las conocen
una a una por su nombre; 3) ellas no los siguen y se apartan de ellos; 4) no les importa mucho de las ovejas; 5)
si ven venir al lobo, disparan; 6) lo que quieren es medrar o lucrar con las ovejas y aun a costa de ellas; 7) no
hay el menor peligro que vayan a morir por sus ovejas. Y en otro lugar dijo que en el fondo son ladrones, que
no entran en el redil por la puerta sino saltando la ventana, y que son como lobos disfrazados de ovejas –o de
carneros–; aludiendo a la costumbre de los pastores palestinos de ponerse una chaqueta de piel de oveja
(zamarra) para hacerse seguir por el olor. El se puso la zamarra de nuestra carne para que lo siguiéramos; pero
en Él no era disfraz, era realidad. El Mundo, que es el Mal Pastor por antonomasia, cuando usa palabras
cristianas, fórmulas religiosas o chácharas altisonantes, es el gran lobo con piel de oveja.
El primer sermón que hice a los 23 años en Villa Devoto fue sobre este evangelio. Hice un sermón
romanticón, retórico y sentimental, que ahora lo leo y me da vergüenza; pero la idea fundamental era buena
comparé el Buen Pastor a los pastores del Viejo Mundo y el Mal Pastor a los pastores de la Patagonia. En
Europa he visto a los pastores de Italia y de Cataluña con su cayado, su silbato y su perro, que conocen a su
rebañito pequeño, cabeza por cabeza; y llevan sobre sus hombros al cordero recién nacido o a la oveja quebrada.
A ellos les cabe la pintura del pastor que hacen los profetas hebreos:
Sube a un alto monte - anuncia a Sión la Buena Nueva.
Alza tú la voz bien alto - que llevas a Salen la Buena Nueva.
Decid a las ciudades de Judá Viene Dios.
Su Brazo1 dominará.
Ved que viene Dios con sus tesoros - y por delante va mandando su Fruto.
Él pacerá su grey como Pastor - Él lo reunirá con su Brazo.
Él llevará en su seno a los corderos - y cuidará de las recién paridas”.
(Is XL, 9-11).
Pero los profetas no sabían un gran misterio: que ese pastor moriría por sus ovejas; y que siendo Pastor
sería también su Pasto.
En cambio los pastores de la Patagonia llevan manadas de cien a mil ovejas a caballo con un látigo, no
las conocen sino como un montón, no van a estar esperando un parto, y si se manca un corderito les conviene
más acabarlo de un garrotazo que alzarlo en ancas. A ellos se les parece más el retrato del Mal Pastor que hace
Ezequiel en XXXIV, 1: Recibí la palabra de Jahué diciendo: “Hijo del Hombre, profetiza contra los pastores de Israel.” Así habla el Señor Jahué [Dios]: “¡Ay de los pastores que se apacientan a sí mismos! ¿Los pastores no son para apacentar ovejas? Pero vosotros coméis la grosura, esquiláis la lana, matáis a las mejores, no apacentáis realmente. No confortasteis a las flacas, no curasteis a las enfermas, no
vendasteis a las heridas, no buscasteis a las extraviadas, no cuidasteis a las paridas; sino que con violencia las dominasteis. Y así andan desorientadas, mis ovejas por falta de pastor, errantes por montes y por cañadas, desperdigadas por la haz del mundo...”. Por tanto, oíd, pastores, la palabra de Jahué: “Estoy contra los pastores, para reclamarles mis ovejas. No les dejaré ovejas a apacentar, a esos que se apacientan a sí mismos. Les arrancaré hasta de la boca las ovejas, que no sean más pasto suyo.” Porque esto dice el Señor Jahué mismo: “Yo mismo las iré a buscar, yo reuniré mis ovejas.”
¿Y cuándo será esa reunión, y “no habrá más que un solo redil y un solo pastor?”. ¿Se ha verificado ya?
Sólo potencialmente o virtualmente hasta ahora. Nosotros creemos que el cumplimiento perfecto de esta
profecía de Cristo será “después que haya sido predicado el Evangelio en todo el mundo”, y “después que haya
sido vencido el Pésimo Pastor, el Hijo de la Perdición”; es decir, el Anticristo, que como castigo de las
negligencias y faltas de los pastores de su Iglesia permitirá Dios aparezca y domine el mundo entero por un
poco de tiempo; ante el cual estarán los pueblos –como dice el Zend-Avesta, el libro sagrado de los Persas–
aterrados y mudos como ante el lobo los rebaños de ovejas.
(CASTELLANI, L., El Evangelio de Jesucristo, Ediciones Dictio, Buenos Aires, 1977, p. 208 - 212)
1“Brazo de Dios “ o “Pujanza de Dios “ es otro nombre de Cristo; lo mismo que el “Monte Alto” en Isaías o Daniel es la Iglesia.
4. SANTOS PADRES
San Agustín
TRATADO 46
DESDE LAS PALABRAS: " YO SOY EL BUEN PASTOR", HASTA: "MAS EL
MERCENARIO HUYE, PORQUE ES MERCENARIO Y NO LE IMPORTAN LAS
OVEJAS"
1. Hablando Nuestro Señor Jesucristo a sus ovejas, tanto a las presentes como a las futuras, que entonces
tenía delante (puesto que entre las que ya eran sus ovejas había otras que lo serían), tanto a las presentes como a
las futuras, a ellos y a nosotros y a cuantos después de nosotros han de ser ovejas suyas, les manifiesta quién es
el que les ha sido enviado. Todas, pues, oyen la voz de su pastor, que dice: Yo soy el buen pastor. No hubiera
dicho bueno si no hubiera pastores malos. Los pastores malos son ladrones y salteadores, o, cuando más,
mercenarios. Debemos indagar, distinguir y conocer todas las personas que aquí ha mencionado. Ya el Señor ha
revelado dos cosas que veladamente había propuesto. Ya sabemos que la puerta es El mismo, y que El mismo es
el pastor. Quiénes son los ladrones y los salteadores, quedó declarado en la lectura de ayer. En la de hoy hemos
oído nombrar al mercenario y al lobo, y en la de ayer fue nombrado también el portero. Entre los buenos están,
por lo tanto, la puerta, el portero, el pastor y las ovejas; y entre los malos, los ladrones, los salteadores, los
mercenarios y el lobo.
2. Sabemos que la puerta es Cristo, y que El mismo es el pastor; ¿quién es el portero? El mismo declaró
las dos cosas primeras; el portero lo dejó a nuestra inquisición. Y ¿qué dice del portero? A éste le abre el
portero. ¿A quién abre? Al pastor. ¿Qué abre al pastor? La puerta. Y ¿quién es la puerta? El mismo pastor. ¿Por
ventura, si Cristo nuestro Señor, no hubiese dicho: "Yo soy el pastor", y: "Yo soy la puerta", se atreviera alguno
de nosotros a decir que el mismo Cristo era el pastor y la puerta? Si hubiese dicho: Yo soy el pastor, y no
hubiese dicho: Yo soy la puerta, indagaríamos quién era la puerta, y quizá, pensando otra cosa, nos hubiésemos
quedado a la puerta. Por una gracia y misericordia suya nos explicó que Él es el pastor y que Él es la puerta,
dejándonos a nosotros la inquisición del ostiario. ¿Quién diremos nosotros que es el ostiario? A cualquiera que
digamos, tenemos que evitar decir que es mayor que la puerta, como sucede en las casas de los hombres, en las
que el portero es de mayor dignidad que la puerta. Pues el portero se pone para guardar la puerta, y no la puerta
para guardar al portero. No me atrevo a proponer a ninguno mayor que la puerta, pues yo oí quién es la puerta.
Lo sé, no puedo confiarme a una conjetura mía, no me queda ninguna sospecha humana; lo dijo Dios, lo dijo la
Verdad, y no puede haber cambio en lo que dijo quién es inmutable.
3. Yo diré mi parecer en esta cuestión profunda, y cada uno elija lo que sea más de su gusto, pero sea
piadoso en su sentir, conforme a lo que está escrito: Sentid bien del Señor y buscadle con sencillez de corazón.
Quizá debamos reconocer al mismo Señor en el ostiario. Mayor diversidad hay en las cosas humanas entre el
pastor y la puerta que entre la puerta y el ostiario; y el Señor se llamó a sí mismo pastor y puerta. ¿Por qué no
hemos de entender que es también el portero? Pues, si atendemos a las propiedades, Cristo nuestro Señor no es
un pastor como los que acostumbramos a ver y conocer, ni tampoco es puerta, porque no fue hecho por ningún
carpintero, pero, si atendemos a ciertas semejanzas, es pastor y es puerta, y aun me atrevo a decir que también
es oveja; es cierto que la oveja está bajo el pastor; sin embargo, Él es pastor y es oveja. ¿Dónde es pastor? Lee
el Evangelio: Yo soy el buen pastor. ¿Dónde es oveja? Pregunta al profeta: Como oveja fue sacado al sacrificio.
Pregunta al amigo del Esposo: He aquí al Cordero de Dios, he aquí al que quita los pecados del mundo. Aún he
de decir algunas cosas más admirables sobre estas semejanzas. El cordero, la oveja y el pastor son amigos entre
sí; pero los pastores suelen guardar a las ovejas de los leones, y, sin embargo, de Cristo, que es oveja y pastor,
se dice que venció el león de la tribu de Judá. Tomad, hermanos, todas estas cosas como semejanza, no como
propiedades. Solemos ver a los pastores sentados sobre una piedra y desde allí vigilar los rebaños confiados a su
custodia. Ciertamente es mejor el pastor que la piedra sobre la cual se sienta; Cristo, sin embargo, es pastor y es
piedra. Todo esto por semejanza. Porque, si de mí exiges sus propiedades, te diré: En el principio era el Verbo,
y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. ¿Más propiedades? Hijo único, engendrado del Padre desde la
eternidad y por toda la eternidad, igual al que lo engendró, por el cual han sido hechas todas las cosas,
inconmutable con el Padre y no mudado por tomar la forma de siervo, hombre por la encarnación, hijo del
hombre e Hijo de Dios. Todo esto no lo es por semejanza, sino por esencia.
4. No nos aflija, pues, hermanos, tomarlo por semejanza como puerta y como portero. Pues ¿qué es la
puerta? Por donde entramos. ¿Quién es el ostiario? El que abre. ¿Y quién es el que se abre sino el que a sí
mismo deja ver? Pues bien, el Señor había dicho puerta y no le habíamos entendido; cuando no le hemos
entendido es que estaba cerrada: el que abrió, ése es el ostiario. No hay, por consiguiente, necesidad de indagar
más nada, en absoluto, pero tal vez haya voluntad. Si quieres indagar más, mucho cuidado con desviarse, no te
apartes de la Trinidad. Si buscas en otro lado la persona del ostiario, que sea el Espíritu Santo; pues no se
desdeñará ser ostiario el Espíritu Santo, cuando el Hijo se ha dignado ser la puerta. Concedamos que tal vez el
ostiario es el Espíritu Santo. El propio Señor dice acerca del Espíritu Santo a sus discípulos: Él os enseñará toda
la verdad. ¿Quién es la puerta? Cristo. ¿Qué es Cristo? La Verdad. ¿Quién abre la puerta sino el que enseña
toda la verdad?
5. ¿Qué diremos del mercenario? No fue mencionado entre los buenos. El buen pastor, dice, da su vida
por las ovejas. El mercenario y el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, en viendo venir al
lobo, abandona a las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y dispersa. No lleva aquí el mercenario las partes de
una persona buena, pero es de alguna utilidad; ni se llamaría mercenario si no percibiera el salario del patrón.
¿Quién es, pues, este mercenario tan culpable como necesario? Concédanos el Señor sus luces, hermanos, para
conocer a los mercenarios y para que nosotros no seamos mercenarios. ¿Quién es, pues, el mercenario? Hay en
la Iglesia algunos prelados de quienes dice el apóstol San Pablo que buscan sus propios intereses y no los de
Jesucristo. Con lo cual quiere decir que no aman gratuitamente a Cristo, que no buscan a Dios por Dios, que
van en pos de las comodidades temporales, ávidos del lucro y deseosos de honores humanos. Cuando el
superior tiene amor a todo esto y por ello sirve a Dios, este tal, quienquiera que sea, es un mercenario; no se
cuente entre los hijos. De estos tales dice también el Señor: En verdad os digo que ya recibieron su paga.
Escucha lo que dice el Apóstol del santo varón Timoteo: "Espero en el Señor que pronto os enviaré a Timoteo,
para que yo me alegre conociendo vuestras cosas; pues no tengo a otro más unido a mí, que por vosotros siente
una solicitad hermana de la mía. Todos buscan sus intereses, no los de Jesucristo." Se lamenta el pastor de estar
rodeado de mercenarios. Buscó a alguno que tuviese amor sincero a la grey de Cristo, y no lo encontró entre los
que en aquel tiempo habían estado a su lado. No es que en aquel tiempo no hubiera en la Iglesia de Cristo,
quien, como hermano, se desvelase por la grey, fuera del apóstol Pablo y Timoteo; pero sucedió que, cuando
envió a Timoteo, no tenía cerca de sí a ninguno de sus hijos; los que tenía cerca de sí eran todos mercenarios,
que buscan sus intereses y no los de Jesucristo. Sin embargo, con fraterna solicitud, prefirió enviar a un hijo y
quedarse él entre los mercenarios. Sabemos que hay mercenarios, pero nadie los conoce sino Dios, que
inspecciona el corazón, aunque a veces también nosotros los llegamos a descubrir, pues no de balde dijo el
Señor de los lobos: Por sus frutos los conoceréis. Muchos en las tentaciones dejan transparentar sus intenciones,
pero muchos se mantienen ocultos. Tiene el redil del Señor por dirigentes a hijos y a mercenarios. Los que son
hijos son los pastores. Si ellos son pastores, ¿cómo dice que un solo pastor, sino porque todos ellos son
miembros del pastor cuyas son propias las ovejas? Pues también ellos son miembros de la única oveja, porque
como oveja se dejó conducir al sacrificio.
6. Escuchad ahora que también los mercenarios son necesarios. Hay muchos en la Iglesia que, buscando
comodidades terrenas, predican a Cristo, y por ellos se deja oír la voz de Cristo. Las ovejas siguen no al
mercenario, sino la voz del pastor, oída a través del mercenario. Ya el mismo Señor señaló a los mercenarios
cuando dijo: En la cátedra de Moisés se han sentado escribas y fariseos; haced lo que os dicen, pero no imitéis
sus obras. ¿Qué otra cosa quiso decir sino que por medio de los mercenarios escuchéis la voz del pastor?
Sentados en la cátedra de Moisés, enseñan la ley de Dios; luego por ellos enseña Dios. Pero, si intentasen hablar
de lo suyo propio, entonces no los escuchéis, ni obréis de acuerdo con sus enseñanzas. Ellos ciertamente buscan
sus intereses propios, pero no los de Jesucristo; ninguno de ellos, sin embargo, se ha atrevido a decir al rebaño
de Cristo que no busque los intereses de Jesucristo, sino los suyos propios. El mal que hace no lo predica desde
la cátedra de Cristo; causa daño por el mal que obra, no por el bien que predica. Tú coge los racimos y ten
cuidado con las espinas. Esto basta, pues creo que me habéis entendido; pero, en atención a los más tardos, lo
diré más claramente. ¿Por qué yo he dicho: Coge el racimo y ten cuidado con las espinas, cuando el Señor dice:
¿Por ventura se cogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Esto es absolutamente cierto; pero también
yo digo con verdad que cojas las uvas y tengas cuidado con las espinas, porque a veces el racimo nacido de las
raíces de la vid cuelga de las zarzas, y, creciendo el sarmiento, se entrelaza con las espinas, y la zarza lleva un
fruto que no es suyo. La vid no tiene espinas, pero el sarmiento se ha enlazado con las espinas. Busca las raíces,
y hallarás la raíz del espino separada de la vid; busca el origen de la uva, y verás que procede de la vid. La
cátedra de Moisés era la vid; las costumbres de los fariseos eran las espinas. La verdadera doctrina suministrada
por los malos es el sarmiento en la zarza, el racimo entre las espinas. Coge con cuidado, no sea que, buscando el
fruto, te lastimes la mano, y oyendo a quien dice cosas buenas, imites sus obras malas. Haced lo que dicen:
escoged las uvas; no hagáis lo que hacen: cuidado con las espinas. Escuchad la voz del pastor en la voz de los
mercenarios; no seáis vosotros mercenarios, pues sois miembros del pastor. El mismo apóstol San Pablo, que
dijo que no tenía a nadie que fraternalmente se cuidara de vosotros, porque todos buscaban sus intereses y no
los de Jesucristo, en otro lugar, estableciendo la diferencia entre los hijos y los mercenarios, sigue diciendo:
"Unos por envidia y competencia, otros por su buena voluntad predican a Cristo; otros por caridad, porque
saben que he sido puesto para defender el Evangelio; otros por contumacia anuncian a Cristo, sin guardar
castidad, intentando con esto hacer más pesadas mis cadenas". Estos eran mercenarios; tenían envidia del
apóstol San Pablo. ¿Por qué? Porque buscaban intereses temporales. Ved lo que dice a continuación: Y ¿qué?
De cualquier modo que sea, ya ocasionalmente, ya con recta intención, mientras Cristo sea anunciado, me gozo
y me gozaré en ello. Cristo es la Verdad. Esta verdad es anunciada ocasionalmente por los mercenarios; por los
hijos es anunciada en verdad. Los hijos esperan pacientemente la herencia eterna del Padre; los mercenarios
exigen la pronta paga del patrón. Para mí no tiene valor la gloria humana, que tanto envidian los mercenarios,
con tal que la gloria divina de Cristo se difunda, bien sea por la voz de los mercenarios, bien por la voz de los
hijos; y Cristo sea anunciado, ya ocasionalmente, ya verdaderamente.
7. Ya hemos visto también quién es el mercenario. ¿Quién es el lobo sino el diablo? ¿Qué es lo que dice
del mercenario? En viendo venir al lobo huye, porque no son suyas propias las ovejas ni le importa el cuidado
de las ovejas. ¿Fue tal el apóstol San Pablo? No. ¿Fue tal San Pedro? No. ¿Fueron tales todos los demás
apóstoles, a excepción de Judas, que era el hijo de perdición? No. ¿Eran ellos pastores? Enteramente pastores.
Pues ¿cómo es uno solo el pastor? Ya dije que eran pastores porque eran miembros del pastor. Se gozaban de
aquella cabeza, estaban de acuerdo bajo su dirección, vivían con un solo espíritu en la trabazón de un solo
cuerpo y, por ende, todos pertenecían a un solo pastor. Si, pues, eran pastores, y no mercenarios, ¿por qué huían
cuando eran perseguidos? Acláranoslo, Señor. Vi a Pablo huyendo, según dice él en su Epístola; en una espuerta
fue bajado por el muro para escapar de las manos del perseguidor. ¿Dejó el cuidado de las ovejas que
abandonaba cuando venía el lobo? Ciertamente; pero en sus oraciones las ponía bajo el amparo del pastor que
está sentado en el cielo, mientras él con la huida se reservaba para su utilidad, como dice en otro lugar: Por
vosotros es necesario que permanezca en esta carne. De la boca misma del pastor habían oído todos: Si en una
ciudad os persiguen, huid a otra. Dígnese el Señor explicarnos esta cuestión. Tú dijiste, Señor, a quienes
querías que fuesen pastores fieles, y los formabas para ser miembros tuyos: Si os persiguen, huid. Ahora les
haces una injuria reprendiendo a los mercenarios que ven venir al lobo y escapan. Le rogamos que nos revele
las profundidades de la cuestión; llamemos, acuda el ostiario de la puerta, que es El mismo, a manifestarse a sí
mismo.
8. ¿Quién es el mercenario? El que, viendo venir al lobo, huye, porque busca su interés, no el de
Jesucristo; no se atreve a reprender con libertad al que peca. Pecó no sé quién, pecó gravemente; debe ser
reprendido, debe ser excomulgado; pero, excomulgado, será un enemigo, maquinará y causará daños cuando le
sea posible. El que busca su interés y no el de Jesucristo, por no perder lo que pretende, por no perder la
satisfacción de la amistad de un hombre y soportar las molestias de una enemistad, calla y no lo reprende. Aquí
tenéis al lobo con las garras en la garganta de la oveja. El diablo ha incitado a uno de los fieles a cometer un
adulterio; tú callas, no le reprendes. ¡Oh mercenario!, viste venir al lobo, y has huido. Puede ser que responda:
Aquí estoy, no he huido. Has huido, porque has callado, y has callado, porque has temido. El temor es la huida
del alma. Con el cuerpo te has quedado, pero has huido con el espíritu; lo cual no hacía quien decía: Aunque con
el cuerpo estoy ausente, estoy presente con el espíritu. ¿Cómo había de huir con el espíritu quien, estando
ausente con el cuerpo, reprendía en sus cartas a los fornicadores? Nuestros afectos son movimientos del alma: la
alegría es la expansión del alma; la tristeza es la contracción del alma; la codicia es el progreso del alma; el
temor es la fuga del alma. Expansionas tu ánimo cuando te alegras, lo contraes cuando te entristeces, lo haces
adelantar cuando deseas, lo haces huir cuando temes. Ahí tienes por qué se dice que el mercenario huye cuando
ve al lobo. ¿Por qué huye? Porque no le importa el cuidado de las ovejas. ¿Por qué no le importa? Porque es
mercenario, que quiere decir que busca una merced temporal, y por eso no habitará en la casa para siempre.
Todavía quedan aquí muchas cosas que indagar y discutir con vosotros, pero no es mi intención cansar vuestra
atención. Servimos los manjares del Señor a nuestros consiervos. Apacentamos a las ovejas y, a la vez, nos
apacentamos nosotros en los pastos del Señor. Así como no se debe negar lo necesario, así tampoco hay que
cargar al corazón débil con excesivas viandas. No lleve a mal vuestra caridad que no trate hoy de explicar las
cosas que, a mi parecer, aún quedan por discutir. Pero de nuevo en días destinados a la explicación será repetida
la misma lectura en el nombre del Señor, y, con su ayuda, la trataremos con mayor diligencia.
SAN AGUSTÍN, Tratados sobre el Evangelio de San Juan (t. XIV), Tratado 46, 1-8, BAC Madrid 19652, 134-
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5. APLICACIÓN
P. José A. Marcone, IVE
El Pastor Hermoso
(Jn 10,11-18)
Introducción
El domingo de hoy es llamado “Domingo del Buen Pastor”. En el ciclo B (el correspondiente a este año)
se lee el texto del Evangelio de San Juan donde Jesús afirma dos veces: “Yo soy el buen pastor” (Jn 10,11.14).
En el texto original griego para expresar el adjetivo ‘buen’ se usa la palabra kalós.
1. El Pastor Hermoso
La palabra griega kalós significa propiamente ‘bello’, ‘hermoso’2. Por lo tanto, con toda propiedad
podemos decir que Cristo dice de sí mismo: “Yo soy el Pastor Hermoso”. Esta traducción, basada en la más
estricta norma lingüística, tiene, además, una confirmación absoluta en el mismo NT. En efecto, el Apóstol
Santiago, refiriéndose a los ricos ambiciosos, dice: “Ellos son los que blasfeman del hermoso Nombre ( tò kalòn
ónoma) que ha sido invocado sobre vosotros” (Sant 2,7). ‘El Nombre’, en el NT, indica a ‘Jesús’, que significa
‘Yahveh salva’. Por lo tanto, ‘El Nombre’ (= Jesús) se identifica con el nombre de Yahveh. Lo dice San Pablo
con claridad: “A Cristo Dios lo exaltó y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre” (Fil 2,9).
Esta verdad está atestiguada en el Catecismo de la Iglesia Católica, que, incluso, cita Sant 2,7: “El
nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente en la persona de su Hijo (cf. Hech 5,41;
3 Jn 7) (…). Él (Jesús) es el Nombre divino, el único que trae la salvación (cf. Jn 3,18; Hech 2,21) y de ahora en
adelante puede ser invocado por todos porque se ha unido a todos los hombres por la Encarnación (cf. Rm 10,6-
13) de tal forma que ‘no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos
salvarnos’ (Hech 4,12; cf. Hech 9,14; Sant 2,7)” (CEC, 432).
2 STRONG y VINE, Multiléxico del NT; FONTOYNONT, V., Vocabulario griego, Editorial ‘Sal Terrae’, Santander, 1966, p. 18; ZORELL, F., Lexicon graecum Novi Testamenti, Editrice Pontificio Istituto Biblico, Roma, 1990, col. 652.
Por lo tanto, la expresión del Apóstol Santiago tò kalòn ónoma, ‘el hermoso Nombre’, significa ‘Jesús es
Hermoso’. De esta manera, la expresión de Jesús: “Yo soy el Pastor Hermoso”, es confirmada por el Espíritu
Santo de una manera explícita cuando dice, en Sant 2,7, “El Nombre es hermoso”.
Ahora bien, ¿qué significa que Jesús es el Pastor Hermoso? ¿Solamente es Hermoso porque es Dios y
Dios es Hermoso? No solamente por eso. La razón por la cual se llama a sí mismo ‘Pastor Hermoso’ la da el
mismo Jesús en el evangelio de hoy. Él dice: “El pastor hermoso (ho poimèn ho kalòs) da su vida por las
ovejas” (Jn 10,11). Es como si dijera: “El pastor es hermoso porque da su vida por las ovejas”. O también: “El
pastor es hermoso cuando da su vida por las ovejas”. O también: “Solamente el pastor es hermoso si da su vida
por las ovejas”. La hermosura, la belleza del Pastor Hermoso está en que da su vida por sus ovejas.
Esto lo dice el Papa Magno, San Juan Pablo II, con palabras elocuentes: “Aquel que en su muerte
aparece ante los ojos humanos desfigurado y sin belleza hasta el punto de mover a los presentes a cubrirse el
rostro (cf. Is 53,2-3), precisamente en la Cruz manifiesta en plenitud la belleza y el poder del amor de Dios. San
Agustín lo canta así: ‘Hermoso siendo Dios, Verbo en Dios (...) Es hermoso en el cielo y es hermoso en la
tierra; hermoso en el seno, hermoso en los brazos de sus padres, hermoso en los milagros, hermoso en los
azotes; hermoso invitado a la vida, hermoso no preocupándose de la muerte, hermoso dando la vida, hermoso
tomándola; hermoso en la cruz, hermoso en el sepulcro y hermoso en el cielo. Oíd entendiendo el cántico , y la
flaqueza de su carne no aparte de vuestros ojos el esplendor de su hermosura’”3.
Santo Tomás de Aquino confirma esto cuando dice: “El oficio propio del buen pastor es que ‘da su vida
por las ovejas’. A Cristo le compete de una manera manifiesta ser pastor, porque, así como las ovejas son
gobernadas y apacentadas por el pastor, así también los fieles cristianos son alimentados y refeccionados por
Cristo con un alimento espiritual, y también con su propio Cuerpo y Sangre. Por eso dice San Pedro: “Erais
como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas” (1Pe 2,25). (…)
Pero dice ‘buen’ pastor, porque cumple con el oficio de pastor, como ‘buen militar’ se dice del que cumple su
oficio de militar”4.
Si ho poimèn ho kalòs significa ‘el Pastor Hermoso’, ¿por qué, entonces, todas las biblias traducen ‘Yo
soy el Buen Pastor’? Porque el adjetivo kalós en griego también puede traducirse por ‘bueno’. O más
exactamente: el significado primario de kalós es ‘hermoso’, ‘bello’; el significado derivado de kalós es ‘bueno’.
Pero (un ‘pero’ muy importante), cuando kalós significa ‘bueno’, lo hace guardando siempre un matiz de
‘hermoso’5. La mejor demostración de que el Espíritu Santo quiso aplicar a Cristo el adjetivo de ‘Hermoso’ , es
que en griego existe una palabra para decir simpliciter ‘bueno’. Esa palabra es agathós. Pero al Pastor le
adjudica la cualificación de kalós y no de agathós. ¿Por qué? Porque quiere señalar esa característica del Pastor:
la hermosura, la belleza, sin separarla de la bondad6.
3 SAN JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Vita Consecrata, 1996, nº 24. 4 SANCTI TOMAE DE AQUINO, Super Evangelium S. Ioannis lectura, caput 10, lectio 3; traducción nuestra. 5 FONTOYNONT, V., Ibidem. Sin embargo, digamos que en el NT hay, al menos, tres veces en que kalós solamente puede significar ‘bello’, ‘hermoso’. Esos lugares son: Mt 13,45, donde Jesús expone la parábola del mercader que buscaba ‘perlas bellas’ (kaloùs margarítas). Lc 21,5, donde el evangelista dice que algunos decían que el Templo estaba hecho de ‘bellas piedras’ (líthois kaloîs). Y el paso de Sant 2,7, del cual ya hemos hecho mención. 6 Insertamos aquí una nota un poco larga, pero ilustrativa. Si el lector no desea leerla, no lo haga, pues no incide en el desarrollo del
texto principal.
Una confirmación de que cuando el NT usa kalós como sinónimo de ‘bueno’ siempre guarda un matiz de ‘hermoso’ (y quizá esta
sea la razón principal por la cual el NT muchísimas veces usa kalós como ‘bueno’) es el hecho que la biblia griega de los LXX, al narrar
en el libro del Génesis que Dios vio que lo que había creado era ‘bueno’, traduce con el adjetivo kalós la palabra hebrea tôb, que
significa ‘bueno’ (Gén 1,7.10.12.18.21.25.31). Para el griego es ‘hermoso’, ‘bello’, lo que para el hebreo es ‘bueno’. En realidad,
aquí el griego expresa de una manera más integral lo que la biblia hebrea quiere decir con tôb. Es mucho más exacto traducir: “Vio
Dios que todo era bueno y bello” (Gén 1,31) que traducir simplemente por ‘bueno’.
La razón de todo esto se encuentra en la originalidad de la palabra griega kalós. Dice Fontoynont: “Kalós es una de las palabras
más griegas. Ella refleja la tendencia de los Griegos a concebir el bien como inseparable de lo bello” (FONTOYNONT, V., Idem, p. 20;
2. Los pastores feos7
Así como existe un arquetipo, que es ‘el Pastor Hermoso’; así como existen participaciones del Pastor
Hermoso, que son los pastores católicos que dan efectivamente su vida por las ovejas, así también existen
‘pastores feos’.
El razonamiento es muy simple: ‘pastor hermoso’ es el que da la vida por sus ovejas; ‘pastor feo’ es el
pastor que, por querer salvar su propia vida, no da la vida por sus ovejas. Jesucristo se define a sí mismo como
‘el Pastor Hermoso’, pero, al mismo tiempo, nos da una definición de ‘pastor feo’. Dice Jesucristo en el
evangelio de hoy: “El asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona
cursiva del autor). Y cita Fontoynont a un autor griego del siglo VI a/C, Teognis. Este autor, hablando de las bodas de Cadmo, hace
decir a las diosas de las bellas artes (las Musas) y a las diosas del encanto y la belleza (las Gracias): “Porque lo bello es amable; y lo
que no es bello no es amable” (TEOGNIS, Elegías, Libro I, verso 17). Y sigue diciendo Fontoynont: “El hombre que es ‘como debe ser’,
es a la vez kalós kagathós (kalós kaì agathós, ‘bello y bueno’)” (p. 20). “Se decía entonces kalós kagathós, un hombre perfecto en
todos los aspectos: agathós, bueno, valiente y kalós hermoso, de buena presencia, dos cualidades que los griegos no quisieron separar nunca. Del mismo modo, el francés ‘cumplido’ (o ‘completo’) se llamará en el siglo XVII ‘honnéte homme’, y el inglés
‘verdadero’ se llama ‘gentleman’. Y el español perfecto será un ‘caballero’. Aplíquese a éste todo lo que los franceses llamamos
‘honnéte homme’. Jenofonte (ideal del hombre griego) tiene, a semejanza de nuestro ‘honnéte homme’, distinción, cultura, y si es
necesario, valentía” (p. 9). Y sigue diciendo Fontoynont: “Un antiguo refrán (o canción), ponía, un poco paganamente, la belleza
inmediatamente después de la santidad en la enumeración de los bienes de este mundo. De esta canción se hace eco el mismo
Platón, cuando pone en boca de Sócrates: ‘Porque el ser sano de espíritu (hygiaínein) ciertamente es lo mejor, pero inmediatamente
después (deúteron) viene la belleza (kalòn)’ (PLATÓN, Gorgias, 451e). Felizmente para los mejores, esta belleza no es solamente la del
cuerpo. Sócrates dice de un modo encantador al joven Teeteto, que acaba de responderle sabiamente: ‘Eres hermoso, Teeteto, y no
feo, como decía Teodoro. Porque el que habla bellamente, como tú lo has hecho, es, al mismo tiempo bello (kalós) y bueno
(agathós)’ (PLATÓN, Teeteto o de la ciencia)” (p. 20; cursiva del autor).
El gran poeta argentino Leopoldo Lugones escribió un libro (“El Payador”) para demostrar que el gaucho argentino, purificado de
sus lacras, es una imagen perfecta del ‘caballero’ español y, por lo tanto, del kalós kagathós griego. Y, para Lugones, el “Martín
Fierro” de José Hernández es la configuración épica de dicho arquetipo. Si bien el libro de Lugones tiene algunos lunares
considerables en cuanto a la filosofía, sin embargo, logra su objetivo, que es completamente correcto. Este juicio es el mismo que el
del P. Leonardo Castellani e, incluso, que el de Miguel de Unamuno y Marcelino Menéndez y Pelayo (cf. CASTELLANI, L., Lugones,
Ediciones Dictio, Buenos Aires, 1976, p. 60 – 61). Podemos decir, con honestidad, que el gaucho argentino, purificado de sus
defectos es uno de los herederos del ideal del kalós kagathós. Y que el “Martín Fierro” es la caracterización épica de ese kalós
kagathós argentino y cristiano. Y cuando decimos ‘gaucho argentino’, decimos, el argentino que, aunque viva en la ciudad, no
reniega de su carácter nacional.
De esta manera podemos trazar una línea limpia y pura que parte del ideal griego de hombre bueno, bello y valiente. En Cristo llega a su culmen cuando Él mismo se declara ser ‘el Pastor Hermoso’ y luego se multiplica en aquellos que llevan el nombre de Cristo, los cristianos, que participan de la belleza de su Cabeza. Esos son el honnéte homme francés, el gentleman inglés, el caballero español y el gaucho argentino. Y así como digo gaucho argentino, podríamos enumerar todos los tipos de kalós kagathós cristianos que el Evangelio ha creado por el mundo, cada uno con su peculiaridad propia. Agreguemos a esto lo que el Papa Francisco dice respecto al “Martín Fierro”: “Cada uno de los pueblos que integran ‘Scholas’
tiene que buscar en su tradición –su tradición histórica, su tradición popular– las cosas fundacionales, cuáles son las cosas que
culturalmente son fundacionales a la patria. Y, desde eso que le dio sentido a esa patria, a esa nación, sacar la universalidad que
armoniza. La cultura italiana, por ejemplo, no puede renegar de Dante como fundacional; la cultura Argentina, que es la que
conozco, no puede renegar del Martín Fierro, nuestro poema fundacional. Me vienen las ganas de preguntar –pero no lo voy a
hacer– cuántos argentinos aquí presentes han estudiado, leído, meditado a Martín Fierro. Volver a las cosas culturales que nos
dieron sentido, que nos dieron la primera unidad de la cultura nacional de los pueblos, recuperar lo que es m ás nuestro cada uno de
los pueblos para compartirlo con los demás y armonizar lo más grande: eso es educar para la cultura” (PAPA FRANCISCO, Mensaje en la
clausura del Congreso Mundial Educativo de ‘Scholas Occurrentes’, Roma, jueves 5 de febrero de 2015). 7 Hay una clara contraposición entre las expresiones ‘el Pastor Hermoso’ y ‘los pastores feos’. La contraposición fundamental, por supuesto, es la de ‘hermoso – feo’. Pero también la contraposición está en que una expresión está escrita con mayúsculas y en singular, y la otra, con minúsculas y en plural.
las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las
ovejas” (Jn 10,12-13).
¿En qué consiste, entonces, la fealdad de un pastor? ¿Qué es lo que hace ‘feo’ a un pastor? A juzgar por
lo que dice Jesucristo en el evangelio de hoy, lo que hace ‘feo’ a un pastor es su falta de amor y afecto por las
ovejas, su egoísmo o amor desordenado a sí mismo, su interés por el dinero, su falta de interés y solicitud por
las ovejas, y el no entregar la vida cuando acechan peligros de muerte a las ovejas.
En griego, ‘feo’ se dice aisjrós. Pero el sentido primario de aisjrós es ‘vergonzoso’, ‘deshonroso’,
‘oprobioso’8. Y de allí viene el segundo significado, es decir, ‘feo’. Para el hombre griego la fealdad suprema es
la pérdida del honor. Usan la misma palabra para decir ‘deshonra’ y para decir ‘fealdad’9. En el NT,
curiosamente, la palabra aisjrós, es usada por San Pablo, precisamente, para significar las ganancias
‘vergonzosas’, ‘feas’ que son generadas por la predicación de una fe errónea. San Pablo le dice a Tito: “Por que
hay muchos rebeldes, vanos habladores y embaucadores, sobre todo entre los de la circuncisión, a quienes es
menester tapar la boca; hombres que trastornan familias enteras, enseñando por torpe (aisjrós) ganancia lo que
no deben” (Tit 1,10-11). Por lo tanto, así como la expresión ‘pastores hermosos’ está atestiguada en el NT, así
también, de alguna manera, está atestiguada en el NT, la expresión ‘pastores feos’, ‘pastores vergonzosos’, que
son los pastores que han perdido el honor porque renuncian a sufrir por defender la fe para alcanzar fines
humanos, como el poder o el dinero.
No cabe la más mínima duda que la exhortación de Jesucristo en el evangelio de hoy acerca de ‘los
pastores hermosos’ y ‘los pastores feos’ se refiere directa y literalmente a los pastores de la Iglesia Católica.
Cuando Jesucristo habla de los ‘pastores feos’, los que no dan la vida por las ovejas, está hablando de pastores
(obispos y sacerdotes) pertenecientes a la Iglesia Católica. Y los exhorta, y los pone en guardia.
Santo Tomás dibuja con trazos muy vivos la fisonomía del ‘pastor feo’: “La diferencia entre el buen
pastor y el malo es la siguiente: el buen pastor busca el provecho de las ovejas; el malo, en cambio, busca su
propio provecho. Y esta diferencia está expresada claramente en el profeta Ezequiel: ‘¡Ay de los pastores que se
apacientan a sí mismos! ¿No son acaso las ovejas a quienes deben apacentar los pastores?’ (Ez 34,2). Por lo
tanto, el que usa a las ovejas solamente para apacentarse a sí mismo, no es un buen pastor.
“De esto se sigue que, el pastor malo, incluso el que pastorea ovejas reales, no quiere soportar ningún
daño por las ovejas, en cuanto que no busca el provecho de las ovejas, sino el propio. Pero el buen pastor,
incluso el pastor de ovejas reales, soporta muchas cosas por las ovejas, porque busca el bien de las ovejas. Jacob
es ejemplo de buen pastor; en efecto, él narra cómo cuidó las ovejas reales de su tío Labán: ‘De día me
consumía el calor y de noche el frío, mientras el sueño huía de mis ojos’ (Gén 31,40).
“Pero al buen pastor que pastorea ovejas reales no se le exige que se exponga a la muerte por la
salvación de las ovejas, porque son animales. Pero, dado que en el rebaño espiritual prevalece la salvación del
alma de las ovejas por sobre la vida corporal del pastor, por eso, cuando alguna amenaza pone en peligro la
salvación del rebaño, debe el espiritual pastor soportar la pérdida de la vida corporal por la salvación del rebaño
espiritual. Y esto es lo que el Señor dice que ‘el buen pastor da su vida’, es decir, su vida corporal, ‘por sus
ovejas’. El buen pastor da su vida corporal ejerciendo la autoridad y la caridad. Ambas son necesarias: que las
ovejas obedezcan al pastor (autoridad) y que el pastor ame a las ovejas (caridad), pues la primera sin la segunda
no es suficiente”10.
Jesucristo dice hoy que el ‘pastor feo’ “ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa
en ellas y las dispersa” (Jn 10,12). Y Santo Tomás se pregunta: ¿Quién es el lobo y qué significa que las ovejas
se dispersan? Y responde: “El lobo roba las ovejas cuando algún heresiarca, cabeza de herejes y de herejías,
atrae a los fieles cristianos católicos hacia su falsa doctrina. El otro peligro es la dispersión de las ovejas; esto
8 SCHENKL, F. – BRUNETTI, F., Dizionario Greco – Italiano – Greco, Fratelli Melita Editori, La Spezia, 1990, p. 25. 9 Cf. FONTOYNONT, V., Idem, p. 135. 10 SANCTI TOMAE DE AQUINO, Ibidem; traducción nuestra.
sucede cuando, ante la presencia del heresiarca y las herejías, algunos son seducidos y otros persisten en la fe
recta. Esto significa la dispersión de las ovejas”11.
3. El esplendor del sacerdocio
Hoy se celebra también el día de oración por las vocaciones, especialmente al sacerdocio. ¿Qué es lo que
puede atraer a los hombres de hoy a ser sacerdotes, a ser pastores, a ser buenos pastores? Sin ninguna duda, la
belleza del sacerdocio. ¿Y cuál es la belleza del sacerdocio? Ya lo dijimos: el dar la vida por las ovejas, el ser
capaces de entregar la vida corporal con tal de que la salud espiritual del rebaño, la fe, no sufra ningún daño.
Mientras no haya ‘pastores hermosos’ que den la vida por sus ovejas, no habrá resplandor de la belleza del
sacerdocio y, en consecuencia, no habrá atracción hacia el sacerdocio y, de esta manera, no habrá vocaciones
sacerdotales.
No hace falta hacer demasiadas campañas vocacionales. Tampoco hace falta gastar mucho dinero en
material vocacional. El remedio mejor y más efectivo para combatir la falta de vocaciones es que los pastores
(obispos y sacerdotes), se decidan de una vez por todas a no buscar el provecho propio y a dar la vida por las
ovejas, especialmente por la fe de las ovejas.
Lo que San Juan Pablo II dice respecto a los religiosos puede aplicarse perfectamente a los pastores
católicos: “La vida consagrada (= ‘el pastor hermoso’) refleja este esplendor del amor, porque confiesa, con su
fidelidad al misterio de la Cruz, creer y vivir del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. De este modo
contribuye a mantener viva en la Iglesia la conciencia de que la Cruz es la sobreabundancia del amor de Dios
que se derrama sobre este mundo, el gran signo de la presencia salvífica de Cristo. Y esto especialmente en las
dificultades y pruebas. Es lo que testimonian continuamente y con un valor digno de profunda admiración un
gran número de personas consagradas (= ‘pastores hermosos’), que con frecuencia viven en situaciones
difíciles, incluso de persecución y martirio. Su fidelidad al único Amor se manifiesta y se fortalece en la
humildad de una vida oculta, en la aceptación de los sufrimientos para completar lo que en la propia carne ‘falta
a las tribulaciones de Cristo’ (Col 1, 24), en el sacrificio silencioso, en el abandono a la santa voluntad de Dios,
en la serena fidelidad incluso ante el declive de las fuerzas y del propio ascendiente. De la fidelidad a Dios nace
también la entrega al prójimo, que las personas consagradas (= ‘los pastores hermosos’) viven no sin sacrificio
en la constante intercesión por las necesidades de los hermanos, en el servicio generoso a los pobres y a los
enfermos, en el compartir las dificultades de los demás y en la participación solícita en las preocupaciones y
pruebas de la Iglesia”.
Este es el mejor antídoto contra la falta de vocaciones, porque es el esplendor del sacerdocio. Si la
belleza, en términos metafísicos, es el esplendor del ser, la belleza, en términos sacerdotales, es el espl endor del
sufrimiento. La belleza del sacerdote está en su sufrimiento: “El pastor es hermoso cuando da la vida por sus
ovejas”. La belleza del sacerdocio consiste en el esplendor de las cruces bien llevadas. Y ese esplendor o
resplandor es la causa principal de la atracción hacia el sacerdocio para los demás hombres.
Pero, atención, cosa curiosa: muchas veces los sufrimientos y las cruces de los pastores provienen de sus
propios pastores. Muchas veces ‘los pastores hermosos’, dispuestos a dar la vida por sus ovejas, reciben sus
cruces de los ‘pastores feos’, los que han decidido apacentarse a sí mismos y han perdido ya el Norte de la
perfección espiritual verdadera. Lo dice Santo Tomás cuando habla de los mercaderes (¡vaya coincidencia!) del
templo expulsados por Jesús. Haciendo una interpretación mística de los bueyes, ovejas y palomas, dice: “Suele
suceder que algunos prelados o jefes de las Iglesias, si bien no lo hacen manifiestamente por simonía, sin
embargo, de una manera oculta venden por negligencia los bueyes, las ovejas y las palomas. Esto sucede
cuando se apegan tanto al lucro de las cosas temporales y se ocupan tanto de ellas, que desprecian la salvación
espiritual de sus súbditos. Y de esta manera venden los bueyes, las ovejas y las palomas, es decir, las tres clases
de hombres que están bajo su sujeción. En efecto, por bueyes se entiende los doctores, los sabios y los
11 SANCTI TOMAE DE AQUINO, Ibidem; traducción nuestra.
predicadores; por ovejas se entiende a los obreros apostólicos. Y por palomas se entiende a los
contemplativos”12.
Aun esas cruces hacen hermosos a los buenos pastores. Aun esas cruces contribuyen al resplandor del
sacerdocio y, por lo tanto, al aumento de las vocaciones sacerdotales.
Conclusión
Jesucristo es la realización perfecta del ideal griego: el hombre bueno, valiente y hermoso (en griego:
kalòs kaì agathòs). Pero su hermosura proviene de haberse dejado clavar en la cruz por nosotros, sus ovejas.
De esta recta concepción de la belleza sacerdotal depende todo el futuro de la Iglesia. Quizá el crisol
donde se fragua este futuro de la Iglesia sean los Seminarios. Es allí donde llegan hombres, jóvenes o no tan
jóvenes, que de algún modo se han visto atraídos por la belleza sacerdotal que brota del sufrimiento concreto de
sacerdotes concretos. Es allí donde los formadores pueden reforzar esa atracción verdadera o es allí donde
puede frustrarse esa buena inclinación y ese buen comienzo. Es allí donde debe incentivarse al formando para
que vaya comprendiendo que debe alimentar el ideal de ser un ‘pastor hermoso’, un pastor que dé la vida por las
ovejas. Y eso, a su vez, atraerá a nuevas vocaciones.
Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El cuarto domingo de Pascua —éste—, llamado «domingo del Buen Pastor», cada año nos invita a redescubrir,
con estupor siempre nuevo, esta definición que Jesús dio de sí mismo, releyéndola a la luz de su pasión, muerte
y resurrección. «El buen Pastor da su vida por las ovejas» (Jn 10, 11): estas palabras se realizaron plenamente
cuando Cristo, obedeciendo libremente a la voluntad del Padre, se inmoló en la Cruz. Entonces se vuelve
completamente claro qué significa que Él es «el buen Pastor»: da la vida, ofreció su vida en sacrificio por todos
nosotros: por ti, por ti, por ti, por mí ¡por todos! ¡Y por ello es el buen Pastor!
Cristo es el Pastor verdadero, que realiza el modelo más alto de amor por el rebaño: Él dispone libremente de su
propia vida, nadie se la quita (cf. v. 18), sino que la dona en favor de las ovejas (v. 17). En abierta oposición a
los falsos pastores, Jesús se presenta como el verdadero y único Pastor del pueblo: el pastor malo piensa en sí
mismo y explota a las ovejas; el buen pastor piensa en las ovejas y se dona a sí mismo. A diferencia del
mercenario, Cristo Pastor es un guía atento que participa en la vida de su rebaño, no busca otro interés, no tiene
otra ambición que la de guiar, alimentar y proteger a sus ovejas. Y todo esto al precio más alto, el del sacrificio
de su propia vida.
En la figura de Jesús, Pastor bueno, contemplamos a la Providencia de Dios, su solicitud paternal por cada uno
de nosotros. ¡No nos deja solos! La consecuencia de esta contemplación de Jesús, Pastor verdadero y bueno, es
la exclamación de conmovido estupor que encontramos en la segunda Lectura de la liturgia de hoy: «Mirad qué
amor nos ha tenido el Padre...» (1 Jn 3, 1). Es verdaderamente un amor sorprendente y misterioso, porque
donándonos a Jesús como Pastor que da la vida por nosotros, el Padre nos ha dado lo más grande y precioso que
nos podía donar. Es el amor más alto y más puro, porque no está motivado por ninguna necesidad, no está
condicionado por ningún cálculo, no está atraído por ningún interesado deseo de intercambio. Ante este amor de
Dios, experimentamos una alegría inmensa y nos abrimos al reconocimiento por lo que hemos recibido
gratuitamente.
12 SANCTI TOMAE DE AQUINO, Super Evangelium S. Ioannis lectura, caput 2, lectio 2; traducción nuestra.
Pero contemplar y agradecer no basta. También hay que seguir al buen Pastor. En particular, cuantos tienen la
misión de guía en la Iglesia —sacerdotes, obispos, Papas— están llamados a asumir no la mentalidad del
mánager sino la del siervo, a imitación de Jesús que, despojándose de sí mismo, nos ha salvado con su
misericordia. A este estilo de vida pastoral, de buen Pastor, están llamados también los nuevos sacerdotes de la
diócesis de Roma, que he tenido la alegría de ordenar esta mañana en la Basílica de San Pedro.
Y dos de ellos se van a asomar para agradecer vuestras oraciones y para saludaros...
[dos sacerdotes recién ordenados se asoman junto al Santo Padre]
Que María Santísima obtenga para mí, para los obispos y para los sacerdotes de todo el mundo la gracia de
servir al pueblo santo de Dios mediante la alegre predicación del Evangelio, la sentida celebración de los
Sacramentos y la paciente y mansa guía pastoral.
(PAPA FRANCISCO, Regina Coeli, Plaza de San Pedro, Domingo 26 de abril de 2015)
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