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3/28/2014 Desacatos Revista de Antropología Social http://www.ciesas.edu.mx/desacatos/ini.html 1/2 Desacatos 35 Pueblos indígenas y vhi-Sida CONTENIDO Presentación Pueblos indígenas y VIH-Sida Patricia Ponce y Guillermo Núñez Noriega SABERES Y RAZONES Hombres indígenas, diversidad sexual y vulnerabilidad al VIH-Sida: una exploración sobre las dificultades académicas para estudiar un tema emergente en la antropología Guillermo Núñez Noriega Políticas, sentidos y vulnerabilidad sociocultural asociados al VIH-Sida en las poblaciones qom de Rosario, Argentina Fabiana A. Fernández y Matías A. Stival Infecciones de transmisión sexual, vih y Sida: una aproximación a conocimientos, actitudes y prácticas de poblaciones adultas y jóvenes indígenas en las tierras bajas de Bolivia Cristina Puig Borràs y Pilar Montalvo La comunidad y la ciudad como referentes en la construcción social de riesgos frente al VIH-Sida entre jóvenes estudiantes hablantes de lenguas indígenas de los Altos de Chiapas Diana Laura Reartes Apreciaciones sobre el contexto sociocultural del vih-Sida en las comunidades indígenas en Colombia Carlos Fabian Betancourt Rodríguez y María Yaneth Pinilla Alfonso

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  • 3/28/2014 Desacatos Revista de Antropologa Social

    http://www.ciesas.edu.mx/desacatos/ini.html 1/2

    Desacatos 35

    Pueblos indgenas y vhi-Sida

    CONTENIDO

    PresentacinPueblos indgenas y VIH-Sida

    Patricia Ponce y Guillermo Nez Noriega

    SABERES Y RAZONESHombres indgenas, diversidad sexual y vulnerabilidad al VIH-Sida:

    una exploracin sobre las dificultades acadmicas para estudiar un tema emergente en la antropologa

    Guillermo Nez Noriega

    Polticas, sentidos y vulnerabilidad sociocultural asociados al VIH-Sida en las poblaciones qom de Rosario,Argentina

    Fabiana A. Fernndez y Matas A. Stival

    Infecciones de transmisin sexual, vih y Sida: una aproximacin a conocimientos, actitudes y prcticas de poblaciones adultas y jvenes indgenas en las tierras bajas de Bolivia

    Cristina Puig Borrs y Pilar Montalvo

    La comunidad y la ciudad como referentes en la construccin social de riesgos frente al VIH-Sida entre jvenes estudiantes hablantes de lenguas indgenas de los Altos de Chiapas

    Diana Laura Reartes

    Apreciaciones sobre el contexto sociocultural del vih-Sida en las comunidades indgenas en Colombia

    Carlos Fabian Betancourt Rodrguez y Mara Yaneth Pinilla Alfonso

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    http://www.ciesas.edu.mx/desacatos/ini.html 2/2

    COMENTARIODe lugares comunes a recomendaciones concretas: el VIH entre pueblos originarios

    y poblaciones indgenas del hemisferio occidental

    Rafael Mazn

    ESQUINASSobre antropologa, posmodernidad y teora crtica

    David Lagunas Arias

    Cada casa es una fbrica: orientacin productiva, mujeres que producen y proyectos del Estado. Respuestas desde el hogar

    Eduardo Santiago Nabor

    Indgenas del otro lado de Bogot, Colombia: semblanza sobresus memorias cotidianas e identificacin histrica

    Jairzinho Francisco Panqueba Cifuentes

    Los enunciados de la escuela intercultural en el mbito de los pueblos indgenas de Mxico

    Yolanda Jimnez Naranjo

    LEGADOSCarmen Viqueira Landa: releyendo sus contribuciones a la antropologa

    Roberto Melville

    TESTIMONIOSDel silencio a la pornografa Eva Guadalupe Sntiz Lpez

    RESEASLos conflictos tnicos: compaeros incmodos del multiculturalismo

    Luis Vzquez Len

    Consideraciones sobre cultura petrolera en el sur de Veracruz: una discusin

    Witold Jacorzynski

    Ancdotas, testimonios e historia

    Agustn Vaca Garca

    Comentarios en torno a la memoria biocultural

    Pedro Sergio Urquijo Torres

    Nuestros Colaboradores

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    El documento analiza cmo los procesos de recreacin histrica e invencin cultural han influido en la visibi-lizacin de la comunidad del territorio muisca de Bosa como poblacin diferente en el contexto urbano de Bogot. La gente muisca de Bosa vive otra cotidianidad, otra Bogot, otro pas, dentro de los muchos otros surgimientos y resurgimientos que presenciamos en tiempos actuales. En territorio muisca hemos compartido, interactuado y modificado en un ejercicio de reciprocidad territorial. Nos relacionamos con otros todos, con otros conceptos complejos y nos especulamos, nos conversamos y de all nos conceptuali-zamos: nos aprehendemos. Las memorias cotidianas y la identificacin histrica son los aprehendizajes to-mados de la experiencia muisca en Bosa, que abren otra explicacin a los llamados resurgimientos tnicos.

    Palabras clave: identificacin histrica, memoria cotidiana, Bogot, indgenas muiscas

    indigenous of the other side of bogota, Colombia: semblance about Their daily memoirs and historical identificationThe historical re-creation and cultural invention have cooperated in the recognition of indigenous communi-ties as those others inside urban contexts. Muisca people of Bosa live other everyday life, other Bogota, other country. Ethnic recovery responds to the needs of each territory, where people, families, friendships, organizations, and institutions converge in a cross-cultural way, marking differences in their forms of doing things. The daily memories and the historical identification are the learning of the Muisca experience in Bosa that open another explanation to the so called ethnic resurgences.

    Keywords: historical identification, daily memories, Bogota, Muisca people

    Indgenas del otro lado de Bogot, Colombia: semblanza

    sobre sus memorias cotidianas e identificacin histrica

    Jairzinho Francisco Panqueba Cifuentes

    Jairzinho Francisco Panqueba Cifuentes: Colegio San bernardino, Secretara de Educacin Distrital, bogot, [email protected]

    Desacatos, nm. 35, enero-abril 2011, pp. 131-148Recepcin: 8 de diciembre de 2006 / Aceptacin: 26 de enero de 2009

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    inTroduCCin

    La comunidad muisca de bosa es, en el concierto del mbito tnico contemporneo, un grupo de personas que se autodefinen como indgenas. En 1991 el Estado colombiano ratific el Convenio 169 de la organizacin internacional del Trabajo (oit) y proclam una nueva Constitucin Poltica, lo que constituy el sustento de la gente muisca para la bsqueda de reconocimiento legal ante el Estado.1 Es-ta emergencia poltica de las reivindicaciones de los derechos de la diversidad (Taylor, 1994; Kymlicka, 1996; Giddens, 1991; Stavenhagen e iturralde, 1990) es fruto del multiculturalismo2 que define constitucio-nalmente a la nacin colombiana.

    Desde la poltica multicultural, el reconocimiento a la diversidad incluye affirmative actions,3 las cuales son consideradas como una evolucin (liberales de iz-quierda) o como un estilo de estmulo de diferencia-cin (liberales de derecha). Se tornan atractivas para la gente potencialmente beneficiaria. Es lo que boaven-tura de Sousa Santos (1998) concibe como una com-pleja paradoja de la modernidad y que Cristian Gros (2000) analiza como paradojas de la identidad: dere-cho a ser diferente cuando la igualdad pone en peligro la identidad y derecho a ser iguales cuando la diferen-cia nos haga inferiores (De Sousa Santos, 1998: 365).4

    En el ejercicio del reconocimiento subyacente a una nacin multicultural se detectan dos referentes sobre la definicin de lo indgena. Por una parte se distin-

    gue como asunto de Estado en el cual se conceptualiza y nombra dicha realidad desde afuera. Por otra parte se distingue la autodefinicin desde las organizacio-nes tnicas en la cual los protagonistas son los indge-nas (ibarra, 1999: 72-73).

    La gente muisca de bosa da cuenta de un estilo par-ticular de arraigo tnico, ostentando los apellidos que identifica como claramente muiscas (dgai, 1999). Por ejemplo, Chiguasuque, Neuta, orobajo, Gonzlez, Cantor, Alonso, Garibello, Fontiva o Cobos, entre otros, forman parte de la identidad muisca actual. Al-gunos apellidos de origen hispano -principalmente los Cantor, Gonzlez y Alonso- son considerados co-mo muiscas, dado que eran los que portaban habitan-tes muiscas del territorio al momento de la disolucin de los resguardos indgenas a finales del siglo xix. Este aspecto fue evidenciado en el Concepto de la Direc-cin General de Asuntos indgenas del Ministerio del interior sobre el carcter indgena y la pertenencia t-nica al pueblo muisca, de la comunidad de bosa (dgai, 1999b). El documento est basado en un estu-dio realizado por la comunidad muisca, requisito pre-vio para obtener el reconocimiento como pueblo indgena por parte del gobierno colombiano.5

    Algunas experiencias de vida cotidiana, como cere-monias funerarias, prcticas corporales, musicales y ldicas, o la elaboracin de comidas, artesanas y be-bidas, se han posicionado recientemente como dife-rentes a las de la mayora de la poblacin colombiana. Estas acciones, desde una perspectiva colonialista de lo indgena, son calificadas como negativas por re-trgradas y por estar en aparente contraposicin con prcticas de la modernidad. Pese a ello, dentro de una ciudad que, en apariencia, arrasa con cualquier asunto que no huela a urbe, la gente muisca de bosa propone sus memorias cotidianas como forma de vida

    1 Artculo 7 de la Constitucin Poltica de Colombia: El Estado reconoce y protege la diversidad tnica y cultural de la nacin co-lombiana. Adems de otros artculos, vanse principalmente el 10 y el 68. 2 A partir de la existencia de diversidad cultural en el mundo, Will Kymlicka (1996) inicia un interesante anlisis desde el enfoque liberal y su pertinencia en cuanto al reconocimiento de dicha di-versidad en los respectivos Estados. En este orden de ideas, se ex-plora el problema que representa para las democracias actuales el encuentro de respuestas moralmente defendibles y polticamen-te viables (Kymlicka, 1996: 13).3 El artculo 171 de la Constitucin Poltica de Colombia con-templa dos curules para indgenas en el Senado de la Repblica.4 Especialmente captulo 10: Hacia una concepcin multicultural de los derechos humanos.

    5 Dentro de la documentacin necesaria para la acreditacin como asentamiento indgena, la Direccin General de Asuntos indgenas (dgai) exige un autoestudio, en el que la misma comu-nidad debe investigar y explicar sus razones de solicitud de reco-nocimiento. En el caso de la comunidad de bosa, se present el Autoestudio sociocultural de la Comunidad Indgena Muisca de Bosa (seis folios), suscrito en Santa Fe de bogot, D. C., y enviado a esa Direccin el 15 de septiembre de 1999.

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    para la interculturalidad. No pretende hacer un gueto muisca, sino promover la convivencia entre lo que consideran lo muisca y lo fuereo -las personas y costumbres consideradas como no muiscas.

    Este texto no describe la utilizacin social y poltica que se hace de la construccin de la etnicidad a par-tir de las coyunturas enunciadas. Entra en las cotidia-nidades de la gente muisca para tratar de explicar las formas de acudir a una identidad tnica propia, ya sea inventada o rescatada. Si bien este proceso sucede cuando una comunidad adapta y reformula su identi-dad en el marco de un enfrentamiento con el gobier-no, no es menos cierto que es plena potestad hacerlo, aun si no existiesen las condiciones para que as ocu-rriera. Por tanto, la adaptacin de la historia en fun-cin de un contexto especfico de contraposicin social -donde existen igualmente grupos a los cuales les interesan tales reivindicaciones- no puede leerse solamente desde la dicotoma antropolgica: moder-nidad vs. tradicin.

    Hobsbawm y Ranger (2002) hablan de invencin de la tradicin como acciones a travs de las cuales algunas costumbres ancestrales son en realidad crea-ciones recientes de las comunidades que han ganado aceptacin y empiezan a desarrollarse de manera tra-dicional. Segn el concepto concreto, la peculiaridad de las etnicidades es que su continuidad es principal-mente ficticia. En resumen, son respuestas a situacio-nes antiguas, o que establecen su propio pasado mediante una repeticin casi obligatoria (Hobs-bawm y Ranger, 2002: 2).

    La teora de Hobsbawm y Ranger no explica que existan elementos en la tradicin que respondan a re-lecturas histricas y cotidianas realizadas -en el caso muisca- por la juventud y la dirigencia de la poca pre-sente. En bosa, el referente que pudiera ser explicado parcialmente por dicha teora es la realizacin de un festival que parece ser de invencin reciente. sta ha si-do una de las actividades de confluencia para la comu-nidad que participaba de la reconstruccin tnica.

    El Primer Festival del Sol y de la Luna se llev a ca-bo en noviembre de 2001. Fue retomada una fiesta po-pular conocida como bingo-bazar, que consiste en una serie de actividades ldicas, culturales y gastron-micas organizadas por una Junta Comunal de las ve-redas y barrios circunvecinos. La realizacin de dichos bingos-bazares es comn para recolectar fondos eco-nmicos en favor de algunas obras de inters comuni-tario, sobre todo en barrios perifricos de la capital.

    Estas fiestas tambin tienen lugar para celebrar las fechas religiosas de San Pedro y San Pablo. En 2001 se quiso dar a la fiesta cierto matiz de acuerdo con el pro-ceso de reetnizacin que estaba sucedindose. Fueron incorporados algunos juegos tradicionales, msica, danzas y comidas muiscas. Ya no era una fiesta cam-pesina en la periferia de una gran urbe: era el festival de los muiscas. En aquella ocasin el autor del presen-te artculo dinamiz algunas actividades ldicas, mu-sicales y bailables con personas de la comunidad, y con nios y nias del sector.

    En 2007 tuvo lugar la sptima versin de este festi-val. Era la primera vez que se preparaban invitaciones en archivo de Power Point para enviar por correo elec-trnico. All se anunciaba lo siguiente:

    chahas suas aga, mecuiycuyz ybsunsuca. Reciban un cordial saludo. Nuestra comunidad ancestral ubicada en nuestro territorio muisca de bosa como es costum-bre celebrar el jizca Chia Zhue (vii Fiesta de la boda del Sol y la Luna), como encuentro de toda nuestra comunidad. Nuestro compromiso es el fortalecimien-to de la cultura indgena muisca y reconstruccin de nuestra raza. Por tal motivo queremos invitarlos a participar en esta gran celebracin los das junio 30 a julio 2 del presente ao, en la vereda San bernardino bosa, al lado del ied San bernardino, frente sede Ca-

    Cartel del tercer Festival de Chie y Sie, 2003.

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    otro ejemplo que viene al caso son los referentes identitarios que se han difundido a travs de los me-dios de comunicacin. La internet, adems de la televi-sin, la prensa y la radio, ha sido vehculo importante para transmisin de referentes tnicos entre la dirigen-cia joven de organizaciones indgenas. Pginas electr-nicas como www.etniasdecolombia.com, entre otras, y el uso del correo electrnico han facilitado la comuni-cacin en redes informales con dirigentes jvenes y grupos culturales que difunden las manifestaciones musicales, dancsticas, alimentarias, literarias y ldicas principalmente.

    En este contexto, el festival muisca ofrece una opor-tunidad de encuentro fsico entre quienes se comuni-can en el mundo virtual. Asisten agrupaciones para compartir sus respectivos proyectos y fortalecer los la-zos virtuales con un encuentro fsico. Por otro lado, aunque el identificarse muisca por llevar un determi-nado apellido pudiera ser explicado a la luz de la teora de Hobsbawm y Ranger, existen otros referentes de identidad en las vidas cotidianas que no son necesaria-mente repeticiones mecnicas ni mucho menos ficti-cias. Acudir a los apellidos ha sido tal vez una estrategia de identificacin con la pertenencia a familias ances-tralmente muiscas, pero la identidad muisca no se re-duce a ese hecho. Sin embargo, en no pocas instancias administrativas, religiosas, educativas y de la vida co-tidiana la pertenencia al Cabildo indgena Muisca de bosa6 depende del porte de estos apellidos.

    Para el mbito colombiano, de manera general, la defensa de una identidad tnica distintiva cobra fuer-za con el surgimiento de movimientos indios en los aos setenta. Estos movimientos recrean races tradi-cionales sin afn por volver al pasado. La etnicidad india cobra vigor dentro de la defensa de los resguar-dos y del territorio amenazado por la explotacin de recursos naturales como el petrleo, el carbn, la sel-va, los ros y la transformacin de zonas geogrficas

    bildo indgena Muisca de bosa. Durante estos das tendremos diferentes actividades, como son: muestras artesanales, gastronmicas, bailes, danzas y rituales tradicionales. Agradecemos su colaboracin y partici-pacin para promover nuestra cultura.

    En 2008 se llev a cabo la octava versin del festival a finales de junio. En esta ocasin se prepararon unas invitaciones enviadas por internet que anunciaban:

    La viii versin del festival se realizar durante el sols-ticio de verano, celebracin tan antigua como la mis-ma humanidad. En un principio se crea que el sol no volvera a su esplendor total, pues despus de esta fe-cha los das son cada vez ms cortos. Por esta razn, fogatas y ritos de fuego de todas clases se iniciaban en vspera del pleno verano para simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar la energa. En esta ocasin la fiesta jizca Chia Zhue ofrece una importante muestra de msica, danzas, artesanas, comidas tradicionales y juegos tradicionales.

    Es importante notar que en los dos ltimos aos se aaden elementos que no aparecan en 2001. Por ejemplo, el uso de palabras en lengua muisca, cuando en la actualidad no se practica, a excepcin de algunas personas mayores de comunidades muiscas a ms de 60 kilmetros de distancia de bosa. otro cambio ha sido el nombre, pues desde la versin 2007 se plasm la idea de Festival de la boda del Sol y la Luna.

    De esta forma puede notarse que el resurgimiento muisca se corresponde con la idea de comunidad tex-tual (Rappaport, 1994), gracias a la constante reinter-pretacin de las memorias cotidianas que guardan las personas mayores, pero que tambin responden a ele-mentos de los que hoy en da disponen las comunida-des para leer sus contextos. Para Rappaport, la relacin Estado-indgenas se da a partir de documentos legales y de la reinterpretacin que las comunidades hacen de los mismos a lo largo de la historia. Los documentos se descontextualizan de las pocas en las cuales fueron escritos (colonia y repblica) y son recontextualizados por la poblacin en la actualidad. igualmente sucede con manifestaciones corporales, como las danzas para las fiestas comunales (Rappaport, 1994: 7).

    6 Corresponde a una forma de organizacin comunitaria. Las comu-nidades indgenas la resignificaron y apropiaron, constituyndola como el baluarte principal contemporneo de la base organizativa. En este sentido, la Ley 89 de 1890 reconoce al Cabildo como el orga-nismo de autoridad de las comunidades indgenas.

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    identificacin histrica desde afuera de lo indgena. El tercer momento contempla la memoria cotidiana, la cual explica de qu manera las cotidianidades, pese a verse envueltas en lgicas histricas que identifican lo indgena como algo negativo, moldean otra his-toria menos esencialista y mucho ms ligada con ele-mentos de la vida cotidiana de hombres y mujeres del territorio muisca de bosa.

    El oTro lAdo dE bogoT

    Con un censo actual de aproximadamente 1 600 personas,7 la Comunidad indgena Muisca de bosa8 se encuentra ubicada en un territorio que perteneci a los

    en lugares estratgicos para intercambios comerciales. Es un movimiento que retoma tradiciones (smbolos de identidad cultural como el sombrero vueltiao del pueblo zen en la costa atlntica colombiana o las va-ras de mando de las autoridades indgenas en las mon-taas andinas, entre otros) y recibe la marca de rasgos personales de algunos lderes (como Manuel quintn Lame o Juan Tama), pero enfrenta desafos contempo-rneos colectivos (politizacin de las organizaciones indgenas, acuerdos de participacin en las regalas por proyectos en zonas protegidas, educacin inter-cultural, justicia propia, etctera).

    En esta perspectiva, la identidad tnica no se sus-tenta principalmente en determinados rasgos cultura-les esencialistas que diferencian de los extraos, sino en relacin con una herencia que se transforma con la historia vivida (bonfil, 1987; Safa, 1975; Whitten, 1975). En un primer momento describo el otro lado de bogot: mi llegada al territorio muisca de bosa, cmo nos conocimos con la gente muisca y la manera en que estaban reinventando lo indgena desde su situacin semiurbana, rural y de aprovechamiento de la diferencia. En el segundo momento me ocupo de la identificacin histrica, que comprende dos asuntos: la identificacin histrica desde lo indgena y la

    7 En abril de 2004 se contaban unas 1 650 personas, segn datos proporcionados en la Secretara del Cabildo Muisca de bosa.8 La autodenominacin Comunidad indgena Muisca de bosa identifica a los descendientes de los indgenas habitantes de la Gran Sabana de bacat (hoy bogot), que lingsticamente son chibchas. Los trminos muisca y bosa son parte de la lengua hablada antiguamente por esta etnia, la cual es practicada en la actualidad por el pueblo uwa de la Sierra Nevada del Cocuy, Co-lombia (nororiente del pas). Muisca significa ser humano, per-sona y bosa es el nmero 2 o fosas nasales.

    Rosa Clara Chiguasuque de Chiguasuque, sus manos tejiendo patrimonios compartidos, 2006.

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    rrios crecan de manera desmesurada. La construccin de Ciudad Kennedy, vecina de la localidad de bosa, constituy entonces la solucin para los problemas de vivienda y servicios para los marginados (El Espec-tador, 1997: 14). Desde los aos ochenta el desplaza-miento de campesinos motiva otra oleada de poblacin que llega a formar parte de territorio muisca de bosa. La formacin de barrios aledaos a las veredas se hace sobre propiedades de familias muiscas. Actualmente, la poblacin de esta zona vive en pequeas casas al borde occidental del ro Tunjuelito, muy cerca de su desembocadura con el ro bogot. Tales corrientes presentan altos niveles de contaminacin, por lo que se convierten en otro factor que determina a esta zona como una de las ms deprimidas de la ciudad.

    unA llEgAdA oFiCiAl

    Llegu al territorio muisca de bosa10 a fines de marzo de 1999, despus de haber superado un proceso de se-leccin de docentes en concurso de mritos organiza-do por la Secretara de Educacin de bogot. Un encuentro casual en las oficinas de la Secretara de Educacin con el rector del Colegio Distrital San ber-nardino, quien buscaba docentes para su colegio ru-ral, impuls mi desempeo como profesor de educacin fsica en aquel lugar. Recuerdo que mien-tras don Hctor -entonces rector del colegio- me describa la ubicacin del colegio, yo imaginaba cmo iba a atravesar los casi 35 kilmetros entre la Vereda San bernardino y mi lugar de residencia. La decisin no era fcil: yo desconoca la localidad de bosa, las distancias eran enormes, el transporte era insuficien-te, las vas de acceso eran polvorientas en tiempos so-

    antiguos resguardos indgenas coloniales, que fueron disueltos por orden gubernamental en 1870 (Jimeno, 2002). El territorio est conformado principalmente por Vereda San Jos9 y San bernardino, y por algunos barrios aledaos, como Villa Ema, San bernandino, Echeverri, El Triunfo, El Potrerito y La independencia, entre otros. A su vez, estas veredas y barrios pertene-cen a la Localidad 7 de bogot, conocida como bosa, que se caracteriza por ser urbano-rural. La localidad de bosa se ubica al suroccidente del Distrito Capital, limitada al sur por el municipio de Soacha, al occiden-te por Fontibn y el ro bogot, al norte por la locali-dad de Kennedy y el ro Tunjuelito y al suroriente por la Autopista Sur y Ciudad bolvar.

    En los aos sesenta, la poblacin de bogot se acer-caba a un milln de habitantes. En su periferia, los ba-

    9 Vereda es un pequeo asentamiento territorial y comunitario de naturaleza rural, casas distanciadas y caminos de herradura. La comunidad muisca de bosa se ubica entre la urbe y el campo.

    Rosa Clara Chiguasuque, echando guila, 2003.

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    10 Asumo en este documento la expresin territorio muisca de bosa para referirme a la localidad de bosa, una de las 21 en las que se encuentra dividida administrativamente la ciudad de bo-got. La denominacin obedece a cmo la gente muisca se refiere a su espacio de vida. Lo nombran as sobre todo sus dirigentes, algunas personas mayores pertenecientes al Consejo de Ancia-nos y algunos comuneros. La juventud, si bien se identifica muis-ca, no se refiere a su espacio como territorio.

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    Gracias a la influencia que me otorgaba el papel como profesor del colegio, mi presencia no fue recha-zada, era de cierta manera agradecida, tal vez por la extraeza que causaba que un profesor asistiera un do-mingo a su sitio de trabajo, y que adems se interesara por las cosas que estaban haciendo. Reinel Neuta y s-car Melo, lderes de la comunidad, me invitaron a ha-blar a la gente para que me conocieran, lo cual hice de manera muy breve, reconociendo mi ignorancia acer-ca de la existencia de indgenas muiscas. Este hecho me sorprenda porque en los textos sobre historia y mis profesores de la escuela ste era un pueblo indgena ex-tinguido. Si bien tena conocimiento sobre indgenas viviendo en las ciudades, no saba que hubiera comu-nidades oriundas que se reconocieran como tales y menos que estuvieran organizadas. As lo manifest frente a las casi 100 personas reunidas. Finalmente, unas cervezas sellaron amistades que devinieron en trabajos conjuntos, colaboraciones, asesoras, muchas visitas los domingos, cocidos12 compartidos, chicha13 y cerveza hasta anochecer.

    Reinel y scar se convirtieron en amigos con quie-nes discuta cuestiones de identidad, historia, poltica y jurisdiccin indgena. Tal fue el inters despertado mutuamente que, dada mi relacin con el movimiento indgena colombiano, hubo oportunidad de vincular-nos a talleres, capacitaciones y emprendimiento de proyectos de trabajo con jvenes. Ms tarde, esto faci-lit que se realizaran proyectos de recuperacin cultu-ral y de aprovechamiento del tiempo libre en la comunidad, slo por mencionar las principales inicia-tivas. Mi labor como profesor de educacin fsica se fue combinando cada vez ms con la de un dinamiza-dor de la cultura indgena y facilitador de actividades no slo deportivas, ldicas y culturales, sino tambin de exploracin de la vida cotidiana. Puedo decir que mi inters no estaba centrado en rescatar la historia in-dgena, sino en movilizar hechos en los que se eviden-

    leados y fangosas en tiempos de lluvia. Adems, en el imaginario de los habitantes capitalinos las periferias bogotanas albergan toda suerte de situaciones sociales que en no pocos casos desembocan en robos, droga-diccin, maltrato familiar, pandillas juveniles y un lar-go etctera que en conclusin sugiere peligro. Pese a la indecisin inicial debido a la lejana y sin tener en cuenta la supuesta peligrosidad, en menos de tres mi-nutos a lo sumo dije al rector: all estar el viernes, porque quiero conocer la zona antes de empezar las clases el lunes siguiente.

    Cmo nos ConoCimos Con lA gEnTE muisCA

    Cuando coment en la institucin que yo me identifi-caba como indgena uwa,11 don Hctor y algunas co-legas me hicieron saber que unas personas de la comunidad educativa se reunan los domingos en un espacio del colegio porque pertenecan al Cabildo in-dgena Muisca de bosa. Asist a una de esas reuniones, cuyo liderazgo era llevado por dos hombres jvenes, a quienes ubiqu por su apariencia fsica entre los 24 y 28 aos de edad. Los asistentes eran personas ancia-nas, seoras, seores, algunos jvenes, nias y nios que jugaban en los patios del colegio mientras sus pa-ps, mams, tas, tos, abuelas y abuelos atendan la reunin. Ese da conoc a una estudiante que estaba terminando su carrera como historiadora en la Uni-versidad Nacional de Colombia. Ella intervino en la reunin para anunciar que realizara visitas a las casas de familias muiscas para hacer entrevistas, y adiciona-ba en su discurso frases sobre la importancia de la or-ganizacin comunitaria y el trabajo de recuperacin colectiva de la historia (proceso que ella lideraba en estos territorios desde pocos meses atrs).

    11 Pueblo de la familia lingstica chibcha, que habita en las estri-baciones de la Sierra Nevada del Cocuy, Colombia. El pueblo uwa tiene presencia actual en los departamentos de boyac, Santan-der, Norte de Santander y Arauca.

    12 Comida caracterstica de los Andes colombianos cuyos compo-nentes principales son papas, habas, arvejas, chuguas, hibias y cu-bios, acompaados de carne de cerdo.13 bebida fermentada de maz, que hace parte del patrimonio de territorios andinos.

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    momento los profesionales y la historiadora que fun-gan como asesores de este movimiento naciente.

    Mis ctedras como profesor de educacin fsica no se limitaron a lecciones de gimnasia, organizacin de actividades deportivas y arbitraje en los eventos depor-tivos. Cada encuentro con los estudiantes era ocasin para hacer conciencia sobre la existencia de los 84 pue-blos ancestrales en Colombia. Destacar que nos encon-trbamos en territorio muisca fue una fuente de argumentos para actividades ldicas en mis clases. Ju-gbamos al tejo con los estudiantes ms grandes; reali-zamos reconocimiento territorial a travs de caminatas y visitas a vecinos con nias y nios de menos edad. De 1999 hasta 2002, me encargu de hacer conciencia tambin al interior del grupo docente. De manera pau-latina, varias maestras y algunos compaeros se intere-saron y participaron vivamente en la activacin de las memorias cotidianas de aquellos territorios.

    En la actualidad, maestros y maestras han emprendi-do procedimientos para incluir el tema indgena en sus ctedras. Personas de la comunidad han sido invitadas a los salones de clase con el fin de obtener informacin sobre las costumbres y forma de vida de la gente muisca del sector. Como fruto de este trabajo pedaggico y de investigacin, un grupo docente ha conformado lo que denominan pedagoga Muiskanoba y han adoptado metodologas territoriales (Panqueba, 2006; Panqueba y Hurfano, 2006), al tiempo que han construido alter-nativas para el aprehendizaje de las matemticas (Peral-ta y ortiz, 2008), las artes visuales, la danza (Panqueba, 2004) y las ciencias sociales principalmente.

    Este apoyo pedaggico y metodolgico ha reforzado la visibilizacin del tema muisca al interior del colegio, ha motivado ceremonias especiales de reconocimiento a mujeres de avanzada edad que estudiaron en la otro-ra escuelita, cuando apenas era una casita pequea, donde la profesora a cargo instruyera a nios muiscas de este sector de la Sabana de bogot. En este espacio hoy existe una construccin de tres niveles, escaleras, aulas amplias y diseo que contrasta con las casas de familias muiscas -y en general de la comunidad edu-cativa que reside en el radio de accin del colegio-, las cuales son de un solo nivel.

    ciaran las diferentes prcticas de esta poblacin respecto de las muchas otras dinmicas de bogot.

    Me convert en una especie de dinamizador de lo indgena dentro del colegio. institucionalmente el te-ma indgena fue y haba sido tratado de manera ajena, como algo que no competa a los procesos de ense-anza-aprendizaje. Yo haca algo un poco ms atrevi-do, que consista en organizar sesiones de danzas, msica, deportes y juegos con jvenes, nias y nios en das no laborales. Pero adems de fungir como una especie de representante de lo indgena en el colegio, para la comunidad llegu a ser el colegio, el profesor que se interesa en algo ms que dirigir sus clases de gimnasia, danzas, deportes, juegos y de asignar califi-caciones para ello. Mi papel no consisti precisamente en importar tcticas de otros movimientos indios, pues en ese momento de mi historia de vida, si bien haba participado en la organizacin Nacional ind-gena de Colombia (onic) como miembro de un grupo de indgenas universitarios, no conoca formas de agencia en la prctica. Sin embargo, me interes por investigar quines eran los muiscas, sus particularida-des y la asombrosa relacin histrica con el pueblo uwa. Me apoy en el trabajo que realizaban en aquel

    Catalina Tunjo recorriendo territorio de afectos y barro, 2003.

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    Los procesos organizativos comunitarios y la vida cotidiana de la comunidad continuaban su curso al margen de dichas gestiones oficiales que adelantaban sus lderes y de los estudios acadmicos que elabora-ban los asesores. Sin embargo, hubo dos asuntos coti-dianos que fueron el cimiento para esta reorganizacin indgena: autoidentificacin de algunas personas co-mo muiscas y las Juntas de Accin Comunal (jac)16 de las veredas San Jos y San bernardino. Posterior-mente, los cimientos acadmicos plasmados en el autoestudio describan aspectos cotidianos, como los apellidos muiscas: Chiguasuque, Tunjo, Neuta, Fonti-va, Cobos, orobajo, entre otros. De igual manera, el documento fundamenta la identidad claramente in-dgena en la descripcin de ocupaciones agrcolas, la cra de aves de corral, manifestaciones ldicas como el juego del tejo o turmequ17 y el bocholo,18 costumbres de alimentacin y el manejo del espaol en oposicin a la prdida de la lengua muisca a causa de la invasin europea (dgai, 1999).

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    Yo le digo a la gente que cuando vaya afuera a la alcalda o a los colegios, [que] explique lo que es el Cabildo.

    oscar Melo Neuta, 2003.

    La condicin de diferentes esencializa a los sectores indgenas al atribuirles o al autoatribuirse ciertos comportamientos y valores, muchas veces perdidos en las memorias domesticadas por la historia. El pro-blema en sectores indgenas urbanos, como el caso muisca, es que la identificacin desde un esencialismo

    rEinvEnTAr lo muisCA

    En aquel tiempo, adems de Reinel y scar, otras perso-nas de la comunidad se hallaban adelantando gestiones ante la dgai,14 para lograr su reconocimiento oficial co-mo asentamiento indgena muisca. Con este propsito, emprendieron un proceso de recuperacin colectiva de la historia y la cultura propia como estrategia para reinventar su identidad indgena. Comenzaron por re-organizar un Cabildo indgena con la colaboracin de intelectuales externos: un antroplogo, un socilogo, dos historiadoras, un periodista y un abogado. Estas personas haban desempeado sus profesiones en el contexto del movimiento indgena colombiano (excep-to el abogado), si bien la incursin de los recin profe-sionalizados asesores indgenas los desplaz a ejercer su profesin desde otros mbitos, tambin relativos a lo in-dgena pero desde pticas distintas.

    En 1998 se instal un Consejo de Ancianos y un Cabil-do Provisional, mientras se realizaba el autoestudio pa-ra acreditar ante la dgai la condicin de indgenas por quienes as se reconocen y habitan el territorio muisca de bosa. El autoestudio consisti en entrevistar a personas mayores bajo la asesora de las personas citadas, lo cual en principio perfil esta reinvencin como un hbrido acadmico. Confluyeron metodologas de investigacin caractersticas de estudios histricos, antropolgicos, et-nolgicos y jurdicos, con la finalidad manifiesta de de-mostrar la identidad indgena frente al Estado. Las estrategias asumidas buscaban el reconocimiento legal de la comunidad muisca como parte de los pueblos indge-nas de Colombia. otro objetivo ms difcil de conseguir era la titulacin colectiva de tierras bajo la figura de res-guardo indgena. Con esta figura se hubiera logrado que el Estado colombiano transfiriera recursos econmicos a la comunidad en razn a la cantidad de poblacin.15

    14 Desde inicios de 2003, con miras a concentrar la cantidad de reivindicaciones tnicas (negritudes, raizales de San Andrs y Providencia y Pueblo Rom) en una sola oficina, el gobierno cen-tral opt por unificar y establecer esta dependencia como la hoy Direccin General de Etnias.15 La legislacin colombiana as lo contempla segn la Ley 60 de 1993: participacin en los ingresos corrientes de la nacin.

    16 base organizativa comunal caracterstica en los barrios de la ciudad de bogot.17 El juego del turmequ en la cultura chibcha consista en lanzar un disco de oro llamado zepguagoscua. Evolucion en el juego del tejo practicado hoy en Colombia de donde ha salido a sus pases vecinos. Al popularizarse, el zepguagoscua fue sustituido por un disco de piedra y actualmente se usa uno de metal (tejo).18 que consiste en hacer lanzamientos de piedrecillas, monedas o canicas a unos hoyos colocados en el piso.

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    gobernado por el cacique Techotiva. La localidad ubi-cada sobre los terrenos de este antiguo poblado ind-gena conserva su nombre proveniente del vocablo chibcha, con los siguientes significados: cercado de guarda y defiende las mieses, que se representa en for-ma de nariz (Alcalda Mayor de bogot, s. f.).

    Es decir que la presencia indgena en la localidad se reduce a servir como terreno de un antiguo poblado sobre el cual se encuentra la actual bosa. As, para la historia contada a lo largo de muchos aos, los muis-cas existieron, y si existen, es bajo la condicin de des-cendientes de los muiscas, ahora empobrecidos. La accin de reetnizacin emprendida por la gente muis-ca puede ser leda como un uso estratgico del esen-cialismo positivista en aras de un inters poltico escrupulosamente visible (Spivak, 1985). Desde una visin externa este tipo de reivindicaciones pueden ser sospechosas. En el caso de la demanda identitaria

    positivista tiende a acentuar su marginalizacin y po-breza. Esto ocurre porque los indgenas no existen en el mapa mental de las personas dentro de la cotidiani-dad urbana o en trminos econmicos, culturales o sociales. Los indgenas slo se visibilizan desde las propias iniciativas de su organizacin en forma de Ca-bildo y en sus aportes en el terreno de lo cultural prin-cipalmente. bajo los discursos esencialistas ajenos a la vida cotidiana indgena urbana se asume que lo ind-gena est perdido y si existe slo debe ser porque viste en trajes exticos, habla lenguas extraas y ejerce prcticas sobrenaturales.

    En revisiones sobre las diferentes historias escritas sobre bosa y su alusin a presencia indgena es recu-rrente el siguiente prrafo:

    bosa, considerado como el segundo poblado chibcha [familia lingstica a la cual pertenece el pueblo muis-ca] despus de bacat [actual ciudad de bogot], era

    Henry Neuta y Vctor Chiguasuque (q.e.p.d.): dos generaciones, la misma escuela, distinta construccin, 2006.

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    clamar reconocimiento frente al Estado, las diferen-cias se hacen explcitas. A este respecto, uno de los lderes muiscas afirma: nosotros estamos viviendo en lo que estamos ahora y rescatando algo de lo anterior (entrevista a scar Melo Neuta, 2003), es decir, la gen-te muisca es bogotana, pero no asimilable al resto de habitantes capitalinos por cuanto tienen historias y vi-das cotidianas que los distinguen de las otras personas de bogot.

    El alimento para los sentidos de identificacin ac-tual en la gente muisca se consigue por diferentes fuentes y de diversas formas que terminan tomndose como cultura propia: la etnicidad original se inspira, entre otras cosas, en imgenes sacadas de los medios de comunicacin, en visiones polticas y en contribu-ciones pseudoacadmicas (baud, Koonings, oostin-die, ouweneel y Silva, 1996: 11). Carlos Mamanch,19 un gobernador del Cabildo indgena Muisca de Ses-quil, asegura: no es simplemente decir que somos indgenas; tenemos una cultura propia y somos ind-genas (entrevista a Carlos Mamanch, 2003). Por tanto, afirmar la pertenencia a cierto grupo puede obedecer a exploraciones esencialistas de los pasados o a relaciones momentneas a travs de las cuales se halla un sentido de comunidad.

    En su sentido esencialista, la etnicidad es una rea-lidad construida, con una historia que hay que recons-truir, en la que se puede apreciar cierta intencionalidad (baud, Koonings, oostindie, ouweneel y Silva, 1996: 12). En su sentido coyuntural, es decir, en lo concer-niente al momento actual en el que han resurgido las adscripciones tnicas, podran desarrollarse discursos como los que en su tiempo aludieron a las tribus ur-banas, ya que stas se caracterizan por la estabilidad en la identidad del grupo, en la consistencia de un es-tilo de vida y en la pertenencia a un universo simbli-co particular (Tutivn, 2001: 133): las tribus urbanas

    muisca, ste es el argumento principal por el cual la dgai solicita un autoestudio para que la comunidad muisca sea reconocida como un pueblo indgena por el Estado colombiano.

    idEnTiFiCACin hisTriCA dEsdE lo indgEnA

    Las nuevas formas de identificacin tnica permiten re-laciones diferentes con la ciudad y otros modos de ser muisca. Estas nuevas formas se hacen evidentes en di-versos mbitos de desempeo en los que la poblacin muisca de bosa debe incursionar. En su territorio y su rea de influencia fsica, cultural, social y econmica se combinan dinmicas urbanas, marginales, rurales y t-nicas. Estos componentes develan una distincin entre los modos de identificacin histrica (tnica) de la po-blacin muisca y los modos esencialistas a travs de los cuales se ha clasificado, o caracterizado, histricamente la realidad particular de esta comunidad.

    La diferencia se constituye paradjicamente en el afn global de pertenencia al mundo. Estar en la mo-dernidad es tener la posibilidad de entrar y salir de un campo a otro. Cambiarse el traje y cumplir roles diver-sos es cumplir con el orden actual basado en la globa-lizacin. Gros, al estudiar las identidades modernas, emite una frase pertinente al caso analizado: Ser dife-rente por/para ser moderno (Gros, 2000: 115). Esto es, que en el proyecto de nacin moderna el indivi-duo, ciudadano, tiene su espacio legtimo, pero tam-bin puede adherir libremente a su grupo de origen, con sus solidaridades particularistas, buscando su apoyo y valorizando as la diferencia (Gros, 2000: 115). En este sentido se expresa en la cotidianidad de la gente muisca un acercamiento a la historia indgena de la Sabana de bogot, pero tambin al realce de las cuestiones diarias, donde se establecen diferencias frente a los fuereos.

    En esta diferenciacin es importante la nocin de esencialismo estratgico propuesta por Spivak (1985): pese a la aparente igualdad entre personas que habitan un mismo espacio, llegado el momento de re-

    19 En extraas circunstancias, el hermano Mamanch apareci muerto por un balazo en la cabeza en uno de los cerros a donde acostumbraba llegar. Su muerte, a principios de julio de 2007, sig-nific dar paso a la juventud que l mismo haba formado en los alrededores de la laguna sagrada de Guatavita, en la Sabana de bogot. Chogue sua saasbisha. Ancestro: eso eres ahora.

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    que da cuenta sobre la imagen de lo indgena hacia afuera: El doctor Pealosa dijo que si nosotros no te-namos los taparrabos y no estbamos pintados empelo-tos20 no ramos indgenas. [Pero] nosotros reconocemos que somos indgenas por la originalidad que tenemos (entrevista a beatriz Chiguasuque, 2002).

    En esta reunin las autoridades del Cabildo busca-ban el reconocimiento de su comunidad tnica, no s-lo para hacer posesin oficial ante las autoridades tradicionales por parte del alcalde mayor -como de hecho debe hacerlo en virtud del artculo 3 de la Ley 89 de 1890-, sino tambin en trminos del acceso a los derechos contemplados por la Constitucin co-lombiana de 1991. Sin embargo, esgrimiendo un estilo esencialista de la identificacin histrica ligada a lo in-dgena, el seor alcalde indagaba por la existencia de elementos con los que ya la gente muisca no cuenta: el taparrabos, la lengua nativa, los rituales ancestrales.

    Los conceptos de historia hegemnica e historias disidentes como domesticadoras de la memoria social ayudan a comprender la situacin de la gente muisca de bosa. igualmente proponen una discusin sobre la relacin entre memoria e historia. Cristbal Gnecco (2000: 177) sostiene que la historia [hegemnica] de los arquelogos domestica, estructura, direcciona la memoria social y es la que ha contribuido en la hibri-dacin del pueblo colombiano, otorgndole sentido al accidente de la nacin. Las historias disidentes obe-decen a procesos locales de construccin de identi-dad, tnicos locales y algunos otros de carcter extralocal, como los proyectos panindgenas, los cua-les conducen a construcciones de identidad que se oponen a la identidad nacional instrumentada por las historias hegemnicas.

    Sostiene el autor que en los dos casos, la historia y la memoria cumplen las mismas funciones debido a que indistintamente se inventa la tradicin, pues la histo-ria es selectiva e intencionada, y por tanto realiza una domesticacin de la memoria social. Esta naturaliza-cin de la memoria desde la historia es uno de los re-cursos ms efectivos para construir identidades

    asumen su identidad cultural desde la identificacin total a un referente ya sea ideolgico, esttico o de prctica social (Tutivn, 2001: 133) para establecer lazos de unin entre jvenes sin historia.

    Para Joanne Rappaport, en el caso de los indgenas cumbales que habitan al sur de Colombia, la autoiden-tificacin ha sido influida en parte por los modos usa-dos por la sociedad dominante para definir lo indgena (Rappaport, 1994: 19). Ser comunero o comunera muisca de bosa es tener la posibilidad de elegir o la ne-cesidad de ser visto y percibido, bien sea como cabil-dante (perteneciente al Cabildo como organizacin tradicional), como bosuno, bogotano, colombiano u otro tipo de actor, dependiendo del contexto. En este sentido, Gros resalta que ello demuestra que se puede ser al mismo tiempo miembro de una comunidad y de una etnia, ciudadano de un pas (multicultural) y par-ticipante de una iglesia, etc., es decir parte y partici-pante de la sociedad, la gran sociedad (i.e., la sociedad nacional) (Gros, 2000: 112).

    En otro sentido, pero continuando con esta nocin de frontera tnica abierta, en la que una cosa es que a alguien se le defina como miembro de un grupo tnico y otra cosa muy distinta es que la persona en cuestin se considere como tal (baud, Koonings, oostindie, ouwe-neel y Silva, 1996: 17), hay que aclarar que aunque la vinculacin tnica proporcione cierto estatus moderno, la relacin entre dicha identificacin y la utilizacin consciente de esa comunidad tnica como estrategia so-cial no es en absoluto natural ni necesaria (baud, Koo-nings, oostindie, ouweneel y Silva, 1996: 17).

    idEnTiFiCACin hisTriCA dEsdE AFuErA

    Durante una visita que los recin posesionados alcaldes mayores de la capital colombiana hacen a las comuni-dades marginales, el seor Enrique Pealosa (alcalde 1998-2000 de la capital colombiana) se entrevist con las autoridades tradicionales del Cabildo Muisca de bo-sa. beatriz Chiguasuque, una de las integrantes de di-chas autoridades, proporcion el siguiente testimonio 20 Palabra de uso coloquial en Colombia para referirse a la desnudez.

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    Con tal situacin, cmo sera posible ubicar las iden-tidades sin este anclaje de las estigmatizaciones? Un posible acercamiento que de hecho manifiesta la maestra Peralta es la oportunidad de hablar, ser es-cuchados. La veta en este sentido es que, si bien en la vida cotidiana la concientizacin de las personas que clasifican es tarea interminable, es responsabilidad de quienes aprehendemos las cotidianidades interpelar las realidades y dejarnos interpelar por las personas y sus cotidianidades. Siguiendo esta perspectiva, la gen-te muisca de bosa piensa que su identidad ha venido sufriendo cambios en los que han adoptado formas que no consideran como propias:

    nuestra identidad indgena, al igual que la de todos los pueblos y culturas del mundo, est constantemente mutando y evolucionando. Los pueblos indgenas a travs del devenir histrico hemos venido incorpo-rando en nuestro acervo cultural elementos de otras culturas (Cabildo Muisca de bosa, 2001: 18).

    As, en la postura como movimiento, la gente muisca plantea tambin una interesante estrategia de antiesen-cialismo que acude a prcticas de los otros para ali-mentar prcticas de la vida cultural cotidiana. Por

    (Gnecco, 2000: 183). La eleccin intencionada o no intencionada por la identificacin histrica de lo in-dgena como algo negativo ha motivado que muchas veces se esconda la procedencia, con el fin de pasar desapercibido y evitar estigmatizaciones: a los jve-nes de ahora les da pena decir que son muiscas (en-trevista a Stella Cobos, 2002).

    En el sentido propuesto por el autor, la cotidianidad tambin puede ser moldeada por estas historias do-mesticadoras que proponen sus propias estrategias de identificacin a travs de las cuales un sector de la po-blacin clasifica a otro y viceversa. Sin embargo, el proceso no termina all, pues las personas clasificadas o identificadas pueden en muchos casos terminar por asumirse de manera inconsciente como las dems las identifican. Este caso se presenta con frecuencia en el Colegio San bernardino, dada su ubicacin en el cora-zn del territorio muisca de bosa. Las palabras de una maestra de esta institucin durante un discurso pro-nunciado a sus estudiantes permiten detectar dichas percepciones que se asumen por parte de las personas que son clasificadas:

    Parece ser cierto que algunos estudiantes no se tratan bien. Sin embargo, creo que esas reacciones son co-pias de las reacciones de sus madres, padres, amigos, vecinos, etc., las cuales posiblemente han sido apren-didas en un medio en donde los nios, nias, jvenes, jovencitas, hombres y mujeres son discriminados, menospreciados y juzgados sin ser escuchados y re-conocidos. Parece ser que es un reflejo de lo que la ciudad da a da hace con nosotros, [las personas de este sector] nos creen delincuentes, pobres, peligro-sos y hasta poco inteligentes. No nos dan siquiera la oportunidad de hablar, ser escuchados y ser recono-cidos como las buenas personas que la mayora de nosotros somos (Peralta, 2006).

    El territorio que he estado describiendo inevitable-mente es juzgado como periferia: vida rural, calles sin pavimento, sector con olor a ro contaminado. Las conexiones atadas a tal contexto no slo son descritas por la maestra Peralta, tambin dan cuenta del proce-so de asimilacin e incluso de la incorporacin de las categoras clasificatorias por parte de sus estudiantes.

    Cuatro generaciones indgenas muiscas en la memoria educati-va de San bernardino, 2006.

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    histrica y cotidiana a travs de los mass media. En la relacin establecida entre la gente muisca con su his-toria, comunican efectivamente a los otros su dife-rencia y su identificacin como indgenas que habitan en un espacio dentro del cual viven un da a da cam-biante con las pocas. Esta cotidianidad no hace parte de documentos ni de historias de vida, sino de eventos que estn sucediendo incluso mientras son escritas, corregidas, comentadas y ledas estas lneas.

    mEmoriA CoTidiAnA

    Desde los imaginarios histricos oficiales lo indge-na es algo calificado como sinnimo de pobreza o de

    ejemplo, durante las celebraciones comunitarias, nunca falta una misa al iniciar el evento. De igual manera, invi-tan a sus vecinas y vecinos con quienes comparten terri-torio, sin distinguir si son o no muiscas. Los invitan con la finalidad de nutrir sus bailes, msicas y formas de or-ganizar eventos. A su vez, la vecindad ha sido ocasin para actuar por una causa comn, como la desatencin en salud por parte del Estado colombiano y los inconve-nientes con los servicios pblicos o las dificultades para conseguir cupos en los establecimientos educativos.

    La memoria cotidiana muisca se fundamenta en el discurso y acciones emprendidas para sustentarlo a travs de la recreacin de sus historias. Estas prcticas son vividas actualmente por diferentes grupos, gracias a las condiciones contemporneas que han puesto a circular gran cantidad de informacin documental,

    Catalina Tunjo camino al colegio, 2006.

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    nicas ha provocado su visibilizacin y tambin su cuestionamiento, desde las visiones arraigadas en lo indgena, visto como esencia extica.

    Existe una manera cotidiana de identificacin como comunero y comunera muisca que va elaborando una memoria del presente. Unas veces se confronta con la imagen extica de lo tnico, pero otras se alimenta de ella. Esta memoria cotidiana es difcilmente reconoci-da por otras personas ajenas a la cotidianidad muisca. No son representaciones de esta comunidad hacia fue-ra, sino formas que se comparten al interior, y que di-fieren de los comportamientos en barrios bogotanos muy cercanos al territorio muisca. La memoria coti-diana de la gente muisca es un hbrido que rene for-mas generales del ser ciudadano o ciudadana en la ciudad de bogot. Sus representaciones tnicas se evi-

    exotismo. Lo indgena posee caractersticas positivas y negativas para los fuereos (por emplear un trmino muisca). Es lo sobreviviente de una cultura primitiva en vas de desaparecer en la vorgine de la moderni-dad (Muratorio, 2000: 56). La identificacin histrica esencial, presente en el imaginario de las personas no indgenas, es decir, la visin nostlgica de un mundo que supuestamente la modernidad ayud a destruir (Muratorio, 2000: 54), se rompe con la cotidianidad compleja actual. La memoria cotidiana, acudiendo a un esencialismo propio, se nutre tanto de la historia construida por otros como por las transformaciones propias del contexto. Las identidades son mviles y nada est dicho en trminos de adscripcin a una u otra cultura. La cotidianidad muisca se ha transfor-mado desde siempre. La explosin de identidades t-

    Antigua casa de Matilde Cobos (q.e.p.d.) construida en bahareque con la nomenclatura rural y la urbana, 2003.

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    cios pblicos, y sus estudios nocturnos en un colegio o universidad. Los fines de semana abandona la vida ci-tadina para ser parte de la comunidad en un juego de tejo, en una tertulia con vecinos, bebiendo chicha o cerveza, viendo cmo pasa lentamente el da, en con-traposicin a la velocidad semanal en la metrpoli.

    El concepto de memoria cotidiana distingue entre una memoria tangible en los actos cotidianos y otra extraviada en algn lugar del recuerdo y del olvido. Esta memoria cotidiana es continuamente transfor-mada. Por eso hace parte de un da a da que se pisa en el nuevo presente, aunque el pasado sigue all, frente a nuestros pasos. Los tiempos pasados van adelanta-dos, indicando opciones a seguir o apoyando las nue-vas creaciones. En el caso muisca, el presente que se est fabricando tiene una relacin con la identifica-cin histrica muisca, y por tanto es una memoria nueva referenciada a un contexto, unida al territorio: es una memoria del presente, una memoria cotidiana.

    dencian a travs de las maneras de relacionarse unos con otros u otras, as como con el entorno ambiental, an muy cercano a lo que se conoce como rural (te-rrenos cultivados, casas de bahareque -tambin llama-do adobe-,21 caminos sin pavimentar, transporte en bicicletas). igualmente, se encuentran maneras de asu-mir lo global muy diferentes a como pueden ser asumi-das en algn barrio de la ciudad. En este sentido, se hace manifiesto aquello de ser alguien en algn mo-mento y el dejar de serlo en otro, para asumir un papel diferente, de acuerdo con el contexto de desempeo en el que las personas hacen circular su cotidianidad. Un comunero muisca pasa su semana entre el trabajo en alguna empresa de textil, de construccin o de servi-

    La sabedora Dolores Fontiva compartiendo con jvenes estudiantes de bosa, 2006.

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    21 Material utilizado para la construccin de vivienda, el cual con-siste en una mezcla de estircol de animales, como caballos, bu-rros, vacas, etctera, con tierra y otros elementos ms que depen-den de la zona en la cual se halle la construccin.

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    tiene que ver con la vida cotidiana. Esto es lo que para el caso del movimiento maya en Guatemala ha sido conceptualizado por Fisher (1999) como lgicas cul-turales. Esa forma particular de entender el mundo tiene que estar necesariamente mediada y adaptada al contexto y a la experiencia actual, precisamente para garantizar la supervivencia de estos pueblos en una regin determinada. Sobre todo tratndose de comu-nidades que en determinado momento pasaron de ser identificadas como marginales y luego a su autoiden-tificacin como pueblos indgenas.

    Los pueblos se adaptan a las coyunturas desde sus vi-das cotidianas, desde sus culturas diversas y en procesos de enriquecimiento constante. Las polticas y discursos cientficos no se fijan en las particularidades que pueden aprehender de los pueblos. No enriquecen sus acervos con las diversidades; los minimizan, transforman y con-tinan engrosando teoras y polticas. Esto afecta a los pueblos porque siempre ser difcil acceder a esos acer-vos para conversar de verdad los saberes, conocimien-tos, sabiduras y/o ciencias de unos y otros.

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    Las escenas y escenarios muiscas, si bien son acto y contexto territorial transformado en referencia al pa-sado, no pueden verse como una historia esencialista ni como una memoria social domesticada, tal como lo analiza Gnecco (2000). Por el contrario, tener lugar en aquel contexto y presentar una ritualidad propia, sin acudir pretenciosamente a un pasado perdido, son al mismo tiempo memoria viva (cotidiana) e identifi-cacin con una historia propia. Esto hace a la gente muisca una comunidad diferente de sus vecindades con la urbe bogotana y con otras comunidades campe-sinas del sector. Esta distincin tambin aparece des-crita en el trabajo de Joanne Rappaport, donde los indgenas cumbales que habitan en el sur de Colombia se diferencian de los campesinos mestizos, identidad que tomaron como alternativa para sobrevivir econ-micamente y evitar la discriminacin de la sociedad dominante. La caracterizacin conceptual de las din-micas urbanas muiscas no ha sido una tarea sencilla, pues se dificulta incluir el tema tnico en un contexto urbano. A su vez, hay diferentes formas de ser urba-no, entre las que difcilmente pueden llegarse a inser-tar realidades indgenas, debido al peso que la historia les ha asignado: es decir la esencia no urbana.

    ConClusionEs

    La reivindicacin tnica no necesariamente es de ndo-le poltica o meramente estratgica. Si bien no pocos actores suelen instrumentalizarla con fines de mejorar las condiciones sociales, econmicas y polticas de po-blaciones marginadas, no es regla que la reetnizacin sea instrumental. No hay fin ulterior ms all de la pro-pia forma de vida diferenciada de las comunidades. Es-t ligada a la supervivencia fsica, cultural y espiritual de un pueblo, lo cual si bien pasa en algunos momentos por expresiones polticas, no las tiene como nico fin.

    La reivindicacin tnica tiene que ver sobre todo con una cosmovisin particular, con una forma de en-tender el mundo que aunque en un segundo momen-to puede determinar posturas polticas, en principio

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