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RELEVO DE EDECANES

Quito, 11 de agosto de 2011

Queridas ciudadanas, queridos ciudadanos:

En el Informe a la Nación que presenté ayer, como cada año, a la Asamblea Nacional y al país entero, me referí, como era forzoso hacerlo, a los sucesos del aciago 30 de

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septiembre. Me referí a la insólita capacidad de distorsión de los hechos, por parte de la oposición y de la prensa irresponsable, y en particular de una asambleísta cuyo hermano, encapuchado cobardemente jugó aquel día –igual que en otras oportunidades que tenemos debidamente registradas y documentadas- el triste papel de agitador; a esa insólita capacidad de distorsión y al cinismo que hacen falta para hacer la pregunta de “¿quién ordenó disparar”?

El 30 de septiembre al acudir tempranamente al cuartel policial, en donde nos habían informado que existía algún malestar, al intentar entrar, nuestro edecán de turno, el Teniente Coronel de Aviación Paulo Espinosa, fue agredido junto a otros compañeros del equipo presidencial, con gas pimienta, e impedido a viva fuerza de ingresar al Regimiento Quito. Más aún, al ser identificado por su uniforme como miembro de la Fuerza Aérea y Edecán del Presidente, fue objeto de amenazas, golpes e insultos, a más del ataque con gas y el uso de la fuerza, insisto, para impedir su ingreso. Estas acciones, constituyen sin duda una ofensa a las Fuerzas

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Armadas; pero, cuidado, no por parte de la Policía Nacional, sino de un grupo de agentes políticos infiltrados y de unos pocos policías, seguramente honestos, pero confundidos, azuzados por mentiras y propaganda. Pero la ofensa y la agresión se dieron, y aquello también debió ser ponderado al momento de acudir al rescate del Primer Mandatario detenido, virtualmente secuestrado, imposibilitado de salir del Hospital de la Policía, pese a la multitud volcada en las cercanías, que reclamaba pacíficamente su liberación, que era brutalmente reprimida, impedida de expresarse, con acciones execrables de represión, usando aviesamente, criminal y arbitrariamente, las armas, los medios y equipos de la institución policial, llamando –como está registrado en audios y videos- a asesinar al Primer Mandatario, con el saldo de heridos y muertos que son de conocimiento público… El primero de ellos, el estudiante Juan Pablo Bolaños, desarmado, pacíficamente manifestando en defensa de la democracia, le dieron un tiro en la cabeza y ahora nos preguntan “¿quién ordenó disparar?”, tiro que viene del Hospital de la

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Policía hacia abajo, donde se encontraban los manifestantes.

Pero como –lamentablemente eso es parte del subdesarrollo-, el nivel tan bajo en nuestra clase política, no solo el nivel intelectual sino el nivel de escrúpulos, de ética, es tan crítico, ese nivel que pretende incluso demostrar que los pájaros dispararon a las escopetas; y no solo aquello, es un crimen que pierdan un juicio en primera instancia en estricto apego a la ley. Pero ellos quieren acusarnos de un crimen a nosotros linchándonos mediáticamente, y ni siquiera reparan en que nos están dando toda la razón de los abusos, de la arbitrariedad, de lo ilegítimo que es tratar de imponer en este país no un Estado de derecho sino un Estado de opinión. “Cuando se juzga en Estado de Derecho todo está mal, las Cortes están vendidas, el Presidente está manipulando los jueces”; pero cuando ellos juzgan en un Estado de Opinión todo está bien, y pretenden hacer creer al pueblo ecuatoriano que incluso los pájaros ahora pueden disparar a las escopetas.

Así pues, queda claro que el Cuerpo de Edecanes no faltó el 30 de septiembre, porque

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si bien los sediciosos lograron impedir la presencia de su oficial de turno el Teniente Coronel Espinosa, las Fuerzas Armadas enviaron todo un contingente, el grupo GEO, a restablecer el orden alterado por los insubordinados, respaldados desde las sombras por la escoria de la política nacional, que celebraba con whisky en un hotel de Quito la caída del gobierno, que llamaron a las calles a apoyar la insubordinación y después se llenan la boca hablando de democracia… respaldados desde las sombras por la escoria de la política nacional, por los golpistas que tuvieron la desvergüenza de salir a pedir “amnistía” para los asesinos, para los delincuentes; y que todavía tienen la desfachatez de preguntar ¿Quién ordenó disparar?

Ustedes, señores Edecanes, fueron testigos privilegiados, vivenciales, del 30 de septiembre, de cómo tenían preparado el asedio, la emboscada. Ustedes han presenciado el acoso diario de la prensa corrupta con sus “periodicazos”, sus mentiras… Ustedes, veinticuatro horas junto a nosotros, ustedes muchas veces se han

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sorprendido, indignados más que el propio Presidente al leer todas las barbaridades de cierta supuesta prensa. ¿Cuál es la última mentira de la prensa?, esa es la pregunta diaria que seguramente se habrán hecho hasta el cansancio, al constatar la distancia entre los hechos que han presenciado, las palabras y las “versiones” interesadas, distorsionadas que publican ciertos medios. Ustedes, queridos Edecanes, tuvieron la oportunidad, no solo de asistir como espectadores a la transformación institucional de la “Casa Militar” en Servicio de Protección Presidencial (transformamos la Casa Militar, como se la llamaba tradicionalmente, y creamos la Unidad de Servicio de Protección Presidencial), sino de hacer aportes sustanciales a los Estatutos del nuevo organismo, que tiene entre otros el reto de funcionar como un mecanismo de relojería y conectar, armonizar y encauzar el contingente con que aportan las tres Fuerzas (Terrestre, Aérea y Naval), y la Policía Nacional, en una única entidad autónoma que es el actual Servicio de Protección Presidencial. Realmente los niveles de seguridad a nivel presidencial, de poder Ejecutivo y a nivel de Estado eran

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menos que deplorables. Hemos mejorado mucho, pero falta muchísimo por hacer.

La mala fe dirá “esto es cobardía”, siempre dicen “Correa se siente muy valiente porque anda rodeado de seguridad”. No saben que una de las más grandes cruces que uno tiene en esta tarea, es perder la vida privada y andar siempre rodeado de seguridad; pero bueno, las almas pequeñas qué van a entender aquello.

Somos valientes, pero no somos temerarios. Somos prudentes sin llegar a la cobardía, y siempre es necesaria una adecuada seguridad, no para la protección del Presidente Rafael Correa, para la buena marcha del Estado, y creo que hemos dado pasos importantes en ese sentido, con la creación del Servicio de Protección Presidencial, unidad autónoma (autonomía administrativa, financiera) de la Presidencia de la República; pero, obviamente, falta mucho más por hacer.

Las Fuerzas Armadas son, junto con la Policía Nacional, instituciones que pueden utilizar legítimamente la fuerza, en nombre del bien común, pero dentro de un estricto marco

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Constitucional y de acuerdo a las Leyes republicanas. Bolívar decía que las armas que la Patria confía a sus soldados son un encargo sagrado, que jamás habrán de usarse en contra de los pueblos.

El Cuerpo de Edecanes, forma parte del Servicio de Protección Presidencial –antes, insisto, “Casa Militar”- creado desde hace algo más de un año por Decreto Ejecutivo, en respuesta a los nuevos requerimientos del Estado; creación que supuso redefinir la naturaleza jurídica, la estructura organizativa de los cuerpos de seguridad presidencial, dotarles de autonomía operativa, administrativa y financiera, e implementar un sistema de gestión por procesos, con el propósito de lograr calidad, seguridad y control sobre los factores humanos. El Sistema de Protección Presidencial está llamado a incorporar las mejores prácticas y estándares de calidad, así como una adecuada reglamentación y legislación interna y externa (necesitamos que se aceleren y terminen de definirse algunos procesos internos pendientes)… Pero debemos decir que al llegar al gobierno, como ya manifesté, no existía un

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servicio de protección presidencial, cuando en otros países son unidades extremadamente especializadas, son carreras enteras solo para la seguridad presidencial; y, yo diría, para seguridad del Estado. Me refiero sobre todo a los funcionarios que administran el Estado y que participan en la conducción del mismo.

Simón Bolívar nombraba a sus Edecanes teniendo muy en alto el valor de la confianza; es más, en el Panteón Nacional de Caracas, en torno a su tumba, sus Edecanes comparten con Simón Rodríguez, el sueño del Libertador, El Gran Mariscal de Ayacucho, cuyos restos nos acompañan en nuestra Catedral, fue Edecán de Bolívar y bajo sus órdenes, selló la libertad americana.

El Cuerpo de Edecanes cumple la honrosísima representación de las Fuerzas Armadas, subordinadas al poder civil. Su presencia no es una señal de “respaldo”; sí constituye un símbolo de la institucionalidad del Estado, cuya majestad y soberanía cuentan con unas Fuerzas Armadas profesionales, permanentemente atentas para la defensa de la soberanía y la integridad del Estado y sus instituciones. No es al Presidente Rafael

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Correa a quien se respalda con la presencia de los edecanes, no es a Alianza PAIS, no es a un proyecto político, es a la institucionalidad del Estado, al gobierno legítimamente electo, es a la democracia que se está respaldando. Para esta misión, las Fuerzas Armadas proponen nombres y perfiles de elementos destacados, bajo estrictas disposiciones reglamentarias, y el Presidente tiene la prerrogativa de escoger –la difícil tarea de escoger, diría más bien… porque se trata de perfiles brillantes-, para definir quienes serán los nuevos Edecanes.

Hoy relevamos, con un abrazo y toda nuestra gratitud a los señores: Coronel de Estado Mayor Gerardo Nicolás Pazmiño Gómez, por la Fuerza Terrestre; Teniente Coronel de Estado Mayor Paulo Espinosa Chávez, por la Fuerza Aérea; por Fuerza Naval: Capitán de Fragata Ramiro Bucheli. Todos y cada uno, caballerosos, responsables, dignos representantes de sus respectivas Fuerzas (debería agregar queridos amigos también, son de las personas que más cercanas han estado a uno en los últimos dos años. Estas cosas tan duras también de ser Presidente, para ustedes es algo normal ese rotar, pero

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uno, que los considera amigos y de repente saber que ya cambian de trabajo y que se los va a ver rara vez, etcétera, en verdad sí es bastante duro). Yo tengo que decir que he tenido muchísima suerte, agradezco a Dios y a las Fuerzas Armadas por eso, porque hemos tenido Edecanes excelentes y que son ahora entrañables amigos como Nelson, Fabián, Marco, en una primera etapa, y ahora Ramiro, Gerardo, Pablo en esta segunda etapa. Estamos seguros que esa excelencia continúa con los nuevos Edecanes que nos acompañan. Relevamos también en este acto al Edecán del compañero Vicepresidente, Capitán de Navío de Estado Mayor Guillermo Donoso. Todos ellos con la preparación, la dignidad y el entrenamiento necesario para cumplir con sus obligaciones; pero más que todo, con almas generosas, con vocación de amistad y con un inmenso corazón, que no les cabe en el pecho. Agradecemos no sólo su constante y disciplinada atención sino su comportamiento ejemplar, su lealtad y vocación de servicio. Nos sentimos honrados con su amistad y con su afecto, que son recíprocos.

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A lo expresado hay que sumarle la gratitud de nuestras familias, por tantas muestras de bondad; en nombre de nuestras familias también señores Edecanes la más sincera gratitud; y a sus familias, queridos amigos, ruego hacerles llegar mis sentimientos de aprecio y también de gratitud, porque sabemos que sin el apoyo de sus respectivas familias, esposas, hijos, no hubieran podido darse enteros a esta tarea que es tan sacrificada, sin horario, sin sábado y domingo, sin vacaciones, etcétera.

Saludamos la incorporación de los señores: Teniente Coronel Luis Fernando Acosta Rojas, en representación de la Fuerza Terrestre; el señor Teniente Coronel de Estado Mayor Frank Vargas Serrano, por la Fuerza Aérea; y, por la Fuerza Naval, al Capitán de Fragata de Estado Mayor Jorge Humberto Mejía Hernández, y Capitán de Fragata de Estado Mayor Ricardo Unda, Edecán del señor Vicepresidente. Sus hojas de vida son brillantes y sabemos que continuarán con esa tradición y esa suerte que ha tenido la Presidencia y el señor Vicepresidente de tener no solo extraordinarios oficiales como Edecanes, sino

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extraordinarios seres humanos, extraordinarios ciudadanos de la República.

Muchísima suerte a todos ustedes en estas nuevas labores; el país se enorgullece de tener oficiales de su calidad en nuestras Fuerzas Armadas.

Queridos soldados de mi Patria, tal vez habrá parte de la sociedad que no los comprende; pero, en este tiempo compartido no solo hemos llegado a comprender profundamente a nuestras Fuerzas Armadas sino a admirarlas, estimarlas, quererlas y a sentirnos orgullosos, muy orgullosos de ellas. Muchísimas gracias por todo lo que hacen por el Presidente, el Gobierno Nacional, el Estado y la Patria Ecuatoriana.

¡Hasta la Victoria Siempre, compañeros!

Rafael Correa Delgado

PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR

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