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2º Proyecto: Solo en la paz de los
sepulcros creo
El teatro romántico. Don
Álvaro o la fuerza del sino y
Don Juan Tenorio
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EL TEATRO ROMÁNTICO: Características generales
Subgénero El género preferido por los románticos es el drama. En él se mezclan elementos cómicos y trágicos.
Tratamiento de los elementos dramáticos
Se rechazan las reglas de las tres unidades (lugar, tiempo y acción), hecho que contribuye a crear un ritmo teatral dinámico.
Modelos literarios Se ponen de moda los personajes y temas del teatro español del Siglo de Oro.
Temas El tema central es el amor trágico, imposible.
Personajes Los protagonistas son héroes y heroínas apasionados, caracterizados por sus ansias de libertad y rebeldía, pero que finalmente mueren al enfrentarse a las normas de la sociedad y a la fuerza implacable del destino adverso.
Escenografía Abundan los ambientes sepulcrales, nocturnos, solitarios, en medio de una naturaleza agreste, montañosa y turbulenta. Se busca el efectismo.
Estilo Predomina el lenguaje retórico. Las obras presentan gran variedad métrica y estrófica. En ellas se mezcla el verso con la prosa, y están compuestas por cinco actos o jornadas.
Intencionalidad Los dramaturgos románticos no pretenden educar al público como los autores neoclásicos, sino conmoverlo emocionalmente.
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Don Álvaro o la fuerza del sino, pesimismo existencial
Argumento
Don Álvaro, un indiano rico y misterioso vive en Sevilla, y tiene un romance con doña
Leonor, hija del Marqués de Calatrava. Pero éste no aprueba esos amores, y así don
Álvaro decide raptar de su casa a doña Leonor. En la huida de los amantes, el Marqués
muere accidentalmente, iniciando con esta acción la tragedia de los protagonistas. Los
enamorados desaparecen.
Doña Leonor vive oculta durante un año, y así, todos, incluso don Álvaro, la creen
muerta. Después, se retira en el monasterio de los Ángeles, en Hornachuelos y Don
Álvaro viaja hasta Italia.
Los dos hijos del Marqués, don Carlos y don Alfonso, han jurado vengar la muerte de su
padre y han salido en busco del indiano Don Álvaro. En Veletri, el frente de guerra en
Italia, se encuentran y se reconocen don Álvaro y don Carlos, lo que lleva a un duelo
donde perece Carlos.
El sobreviviente se refugia en el convento de los Ángeles en España, como fraile, durante
cuatro años. Pero don Alfonso ha ido en Perú y sabe toda la verdad sobre don Álvaro:
viene a encontrarle. Segundo duelo obligado, en el cual cae herido don Alfonso. Ambos
descubren que doña Leonor vive al lado en la ermita, y creyéndola cómplice de don
Álvaro, la mata don Alfonso. Para don Álvaro, la única escapatoria a su destino es el
suicidio. Se precipita de la montaña diciendo ‘Yo soy un enviado del infierno, soy el
demonio exterminador’.
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Estructura
Este drama está divido en cinco jornadas, cosa típica del teatro neoclásico. Podemos ver que
Don Álvaro o la fuerza del sino tiene todas las características del teatro romántico cuanto a la
historia, a los temas y al estilo. Pero, cuanto a las normas neoclásica de las tres unidades, el
Duque de Rivas tomó mucha libertad:
Hay diferentes lugares, de España a Italia.
El drama pasa sobre un periodo de cinco años.
Hay una acción principal pero también otras historias costumbristas y cotidianas.
Temas principales
Uno de los temas es toda la tradición de venganza, sobre todo en un duelo. Ese anhelo de
vengarse parece salvar la honra familiar que ha sufrido una ofensa. En la obra, la furia del
Marqués se transforma en deseo de venganza, como una obligación, en sus hijos.
Al principio de este problema aparece el amor, o mejor dicho la pasión entre don Álvaro y doña
Leonor, que será muy breve porque la sociedad y los deberes que impone la familia de Leonor
le destruirán.
Pero el principal tema queda ‘la fuerza del sino’, es decir la fatalidad que se abate sobre don
Álvaro hasta su muerte. En efecto, no podrá vivir su amor con doña Leonor, y ello ocasionará la
muerte del Marqués y sus hijos. Después, sentirá la culpa de sus acciones y huirá durante cuatro
años en soledad en un convento. Por fin, después de volverse fraile, se suicida diciéndose
‘demonio exterminador’ y pidiendo al infierno que le trague (última escena). Don Álvaro no ha
salvado su alma y a él no le fue concedida la misericordia. Este es el conflicto típicamente
romántico: el hombre entre Dios y el mundo.
Personajes importantes
Don Álvaro es un indiano rico y de misterioso origen que vive en Sevilla. Está muy enamorado
de doña Leonor y quiere fugarse con ella para que se casen. Podemos ver a Don Álvaro como la
personificación del ser romántico: tiene un sentimiento interior mezclado de dolor y de soledad
que no puede disolverse y se queda dominado por su destino. Además, idealiza la amistad, el
honor y el amor: es porqué siempre va a ser decepcionado por la vida terrestre y cuya única
escapatoria a su destino es el suicidio.
Doña Leonor es una doncella aristocrática apasionada por don Álvaro y que provoca
inexorablemente los tormentos del alma de su amante y la fatalidad de un destino ya creciente.
Leonor huye en un convento, llevada por el amor al sentimiento de la culpa y éste da lugar a la
penitencia, en la cual encuentra la muerte.
El Marqués de Calatrava es el padre de doña Leonor, de don Carlos y de don Alfonso. Parece
rígido porque se opone rotundamente a la boda de su hija con don Álvaro, por considerar al
pretendiente como un aventurero advenedizo. Pero no se presenta en escena como la figura de
la severidad autoritaria sino como un padre que sólo quiere proteger a su hija. El Marqués
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sorprende a los dos amantes y trata de impedir que huyan pero muere accidentalmente, herido
a muerte por el arma de don Álvaro.
Don Carlos es el primero hijo del Marqués. Busca vengar la muerte de su padre y desea lavar la
afrenta de su familia con la sangre de don Álvaro. Se encuentra a don Álvaro con quien hace
migas hasta que se entera de su identidad, lo que los lleva a un duelo donde perece don Carlos.
El fin funesto de Don Carlos puede ser asimilado al resultado de un príncipe de la sociedad de
esta época: morir para vengar la honra escarnecida.
Don Alfonso es el segundo hijo del Marqués. Quiere también matar a don Álvaro y a doña
Leonor. Encuentra don Álvaro en un convento y le reta a duelo, donde también muere, no sin
antes descubrir la presencia de su hermana en dicho convento, por lo cual la mata, destrozando
una vez más las esperanzas del amante. Don Alfonso representa la funesta realización del
dichoso destino de los dos amantes.
Rasgos del teatro romántico en esta obra
Distintos espacios: quince cambios de decoración.
Distintos tiempos: desde el fin de la jornada cuarta y la jornada quinta hace cuatro años
que Don Álvaro se ha retirado en el monasterio de los Ángeles.
Distintas acciones y mezcla de cómico y trágico: Cuatro de las cinco jornadas empiezan
con una escena costumbrista, que nos dan un colorido de romance popular (lo cómico),
en contraste con las escenas nobles (lo trágico). Y también así lo representan los
personajes; hay nobles (lo trágico) pero también mendigos (lo cómico).
Polimetría: La versificación de la obra es desigual: a veces robusta, bastante fluida y con
pocos ripios; llena de prosaísmo en otros casos. Las escenas de rigor argumental están
en versos y las episódicas y costumbristas están en prosa ; con excepción de la escena
final de la primera jornada, escrita en prosa rápida, detonante de gritos y maldiciones,
y de las dos últimas escenas del drama con el terrible desenlace, también en prosa,
entrecortada por exclamaciones imprecatorias.
Mezcla de prosa y verso: El Romanticismo acepta esta mezcla, contradiciendo así la
estética neoclásica. El Duque de Rivas, para el verso, admite la diversidad métrica del
Barroco, utilizando la redondilla, el romance, la silva y la décima. En Don Álvaro, se
cuentan también unas seguidillas. La única ley romántica es la de la libertad: no son las
formas las que se imponen al poeta, es el poeta al que las tiene sometidas a su
sentimiento. Varias asonancias sirven de motivo sentimental, lo cual hace adquirir al
romance a veces un aire particularmente sinfónico.
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Don Juan Tenorio, el mito del seductor
Argumento
Don Juan Tenorio realiza una vil apuesta con don Luís Mejía que consiste en conquistar en un
tiempo record a una ingenua novicia y también a la novia de su enemigo José Mejía.
Don Juan Tenorio logra cumplir sus objetivos: engaña a la novia de su rival y rapta del convento
a la noble muchacha doña Inés de apenas diecisiete años. Pero sucede un hecho increíble: don
Juan se enamora perdidamente de la ingenua Inés y decide pedir su mano a su padre don
Gonzalo de Ulloa para casarse.
Don Gonzalo de Ulloa y don José Mejía van enfurecidos a la casa del seductor don Juan Tenorio
para encararle su vil conducta al engañar a las dos ingenuas muchachas. Don Juan Tenorio se
enfrenta a los iracundos caballeros, logrando matar a los dos.
El mujeriego don Juan huye despavorido, abandonando a doña Inés, quien muere de pena. A su
regreso, después de muchos años, don Juan Tenorio, se encuentra con un panteón en lo que
antes había sido su hogar, allí se encuentran enterrados sus víctimas y su adorada Inés.
Don Juan Tenorio completamente arrepentido pide perdón. Cuando las almas de sus antiguas
víctimas estaban a punto de llevárselo al infierno, apareció en ese instante el espectro de doña
Inés, impidiendo que se lo lleven y salvando su alma.
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Don Juan: La rebeldía romántica y el amor como reto personal
A diferencia de otros héroes románticos, don Juan no está marcado por un destino trágico. Por
el contrario, disfruta del placer, la fama, el juego y el dinero. No se comporta como un hombre
de honor, sino que se rige por un código de conducta que no respeta ningún límite. No teme a
nada ni a nadie: deshonra a las mujeres, lleva orgulloso la cuenta de cuantos han caído muertos
bajo su espada, desafía a los difuntos y al mismísimo Dios. En este sentido, representa la rebeldía
del Romanticismo, basada en la exaltación y autonomía del yo.
A don Juan no le interesa tanto el amor como el reto y la dificultad que conlleva la conquista
amorosa, ya que el deseo se despierta en él cuando vislumbra un «trofeo» aparentemente
imposible de alcanzar (mujeres que van a profesar de religiosas como doña Inés, o a casarse de
manera inminente, como es el caso de doña Ana, prometida de don Luis Mejías y seducida por
don Juan).
Doña Inés: el poder transformador del amor
Pero las cosas empiezan a cambiar para don Juan cuando se enamora de doña Inés y la rapta.
El Comendador, padre de la joven, y don Luis Mejías descubren dónde se esconde y van en su
busca para vengarse. Don Juan los mata y se ve obligado a huir fuera de España. A su regreso,
cinco años más tarde, se entera de que doña Inés ha muerto de tristeza y comprueba además
cómo su propio padre, don Gonzalo, tras desheredarlo, ha convertido el palacio de la familia
Tenorio en un panteón que alberga los sepulcros y estatuas de piedra de las que han sido sus
víctimas: doña Inés, el Comendador y don Luis Mejías. Pronto se da cuenta don Juan de que
estos tres seres de ultratumba estaban esperando su llegada. El Comendador, cuya fría estatua
de piedra ha cobrado un fantasmal movimiento, intenta, en las escenas finales de la obra,
empujarlo al infierno con ayuda de una corte de espectros y esqueletos. En ese dramático
momento, don Juan se arrepiente de sus pecados y se deja llevar por la mano que le ofrece doña
Inés desde su tumba: la joven ha hecho un pacto con Dios para salvar el alma de don Juan.
Diferentes interpretaciones del mito. ¿justicia poética?
Cada época interpreta este mito de forma diferente. Para Tirso de Molina, un escritor con la
mentalidad pesimista del Barroco, don Juan es un personaje que merece el castigo por sus
muchos pecados. En cambio, José Zorrilla, escritor de mentalidad cristiana, se opone al
determinismo del romanticismo trágico (el del don Álvaro, por ejemplo) porque cree que el amor
tiene más fuerza que el destino. Así que permite que el amor de doña Inés salve a don Juan del
infierno, al que parecía irremediablemente abocado.