2. La correlación entre estructura de propiedad y usos del ...
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aureola minifundista, careciendo hoy de un ruedo mínimamente
representativo (Córdoba, Sevilla y Alcalá de Guadaira).
Conviene señalar, por último, tal y como se desprende de
la cartografia adjunta, la correlación significativa existente entre
el tamaño de los municipios y el peso relativo de la gran pro-
piedad. Concretamente el coeficiente de Pearson arroja el va-
lor + 0,568, lo que pone de manifiesto la tendencia clara a la
acumulación de tierras en los grandes municipios y, a la in-
versa, la propensión al minifundio en los términos municipales
reducidos. La explicación parece clara y habría que buscarla,
como analizamos en algún momento, en los procesos de se-
gregación habidos durante los siglos XVI al XVIII, por los que
adquirieron derecho de villazgo cantidad de aldeas con sus pe-
queños términos minifundistas, aureolas de ruedo y tras-ruedo,
integradas previamente en los extensos términos latifundistas
de Sevilla, Jaén, Arjona, Osuna o Marchena (8).
2. La correlación entre estructura de
propiedad y usos del suelo^. Los paisajesintrarregionales
Hasta aquí ha quedado constatada la existencia de una dis-
tribución polarizada de la propiedad y de las explotaciones a
lo larĝo de la Campiña y Vega béticas. Dicha polarización puede
matizarse y enriquecerse áún más mediante un indicador a la
vez fisionómico y productivo: los aprovechamientos agrarios.
En un intento, pues, de delimitar unidades paisajísticas, de base
(8) Tenemos noticias concretas, por ejemplo, de Arjonilla, segregada de
Arjona (A.G.S., Mercedes y Privilegios, leg. 260, exp. 9); de Cazalilla, se-
gregada del de Jaén (A.G.S., Mercedes y Privilegios, leg. 276, exp. 34);
de Mairena del Alcor, término segregado de Carmona (A.H.N., Sec. Osu-
na, libro índice de Mairena). Drain, igualmente, en la obra citada (Vol. I,
pág. 306 y siguientes) se ocupa del tema de la constitución de nuevas «célu-
las» municipales a partir de los grandes términos campiñeses.
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eminentemente estructural, hemos intentado correlacionar las
dos variables que mejor contribuyen a definir un espacio rural
homogéneo: la estructura de la propiedad y de las explotacio-
nes, por una parte, y de los cultivos por otra; de esa forma se
logra también aprehender buena parte de la esencia del siste-
ma agrario y dotar de contenido real al concepto de paisaje
rural.
En este sentido, la cuestión puede plantearse en los siguien-
tes términos: ^Existe algún tipo de relación entre el tamaño
de la propiedad y la orientación productiva? Y, en caso afir-
mativo, zsería posible en la unidad subregional campiñesa de-
limitar áreas homogéneas definidas por esa correlación propie-
dad-usos del suelo?
No hay que conocer con mucha profundidad las tierras bé-
ticas como para defender la tendencia, tanto en la actualidad
como en el pasado, hacia el predominio de los aprovechamientosarbustivos (olivar y viñedo) en el minifundio altocampiñés, y un casi
absoluto predominio de la sembradura en las áreas domina-
das por las grandes fincas. Precisamente a lo largo del libro,
uno de los puntos de interés será el análisis y la explicación
de sus relaciones a lo largo de la historia y en cada uno de los
espacios integrantes de la muestra territorial. Ahora se trata
sólo de constatar y de evaluar, en lo posible, la existencia y
dimensiones de dicha correlación.
El indicador utilizado para ello no ha sido otro que el coe-
ficiente de correlación de las variables superficie ocupada por
cultivos leñosos (olivar y viñedo) y la superficie dominada por
explotaciones de menos de 30 hectáreas o la masa imponible
de los contribuyentes de menos de 40.000 pesetas, todo a nivel
municipal y expresado en porcentajes. El índice de correlación,
sin alcanzar cotas muy elevadas, puede considerarse significa-
tivo, + 0, 492. Existe una tendencia relativa a que en los mu-
nicipios campiñeses aparezcan conjuntamente minifundio en
la propiedad y en la explotación y predominio del olivar y/o
la viña; esto es, en cierto modo, lo que recoge el Mapa 4. En
él se representan conjuntamente el grupo dominante de explo-
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taciones y de aprovechamientos agrícolas. Así, de los 25 mu-
nicipios altocampiñeses (de las provincias de Jaén y Córdo-
ba) relativamente minifundistas, 18 están predominantemente
ocupados por cultivos leñosos; y viceversa, de un total de 22 tér-
minos latifundistas de secano, sólo 4 aparecen dominados por
leñosos y, especialmente, por el olivar (Figura 4).
En la franja ribereña, por el contrario, alternan munici-
pios regados casi al 100%, en los que dominan por igual las
grandes como las pequeñas explotaciones. Hay, sin embargo,
un nítido predominio de las primeras, como ya veíamos, dado
que la gran expansión de los riegos del Guadalquivir se ha su-
perpuesto, en la mayor parte de los casos, a una estructura de
propiedad latifundista preexistente, quizá con las excepciones,
a veces significativas, de determinados términos muy afecta-
dos por la política reciente de colonización.
Como resumen, pues, el área de análisis que nos ocupa pue-
de dividirse hoy en distintas unidades homogéneas a partir de
las variables propiedad-explotación y aprovechamientos agrí-
colas; dichas unidades pueden concretarse en las siguientes:
1) La franja altocam^iiñesa, extendida por Córdoba y Jaén,
y definida por el binomio minifundio-olivar y/ó viñedo;
excepciones significativas que evidencian el carácter sólo
relativo en cuanto a homogeneidad de estas unidades,
son los municipios latifundistas de Aguilar, Arjona, Bae-
na, Jabalquinto y Jaén, estos tres últimos, sin embar-
go, con superioridad de las tierras calmas y asimilables
por consiguiente a la Baja Campiña.
2) El cosazón de la Campiña, a caballo entre las provincias
de Córdoba y Sevilla, configurado por el binomio gran
propiedad-tierra calma. Las excepciones aquí son esca-
sas, lo que confirma la personalidad y la homogeneidad
de este sector. Sólo Dos Hermanas y Arahal, aunque
controlados por las grandes fincas, presentan cierta pre-
ponderancia olivarera (las grandes haciendas para ver-
deo y almazara), mientras que Paradas constituye la
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excepción minifundista y cerealera de la campiña sevi-llana (9).
3) La i^ega del Guadalquiair, regada y con altos índices de
acumulación fundiaria. Las excepciones más significa-
tivas en este sector están constituidas por municipios
minifundistas o«mesofundistas» ya con anterioridad a
la llegada de las aguas (Tocina, La Algaba, Marmole-
jo, etc.), y por otros términos municipales o por sim-
ples enclaves (pueblos de colonización en los que la
actividad parceladora estatal ha actuado sobre una es-
tructura preexistente altamente concentrada). Sobre la
intensidad de la explotación en el sector de la Vega vol-
veremos al final de esta obra, aunque puede adelantar-
se ya que las diferencias existentes según el tamaño de
los predios, siendo significativa, no presenta caracteres
tan marcados como tópicamente se piensa.
4) ElAlcory las Colonias, islotes de minifundio que no arro-
jan correlación alguna entre propiedad y usos del sue-
lo, por lo que el rasgo casi único que los identifica es
el predominio del minifundio, tanto de propiedad co-
mo de explotación.
5) Finalmente los ruedos, individualizados por una extraor-
dinaria parcelación de las explotaciones y por la pecu-
liaridad de sus aprovechamientos, más intensivos por
una parte, y complementarios del cultivo o cultivos do-
minantes en el conjunto del municipio. En ese sentido
constituye una imagen clásica del paisaje campiñés la
de los ruedos cerealistas de los pueblos olivareros cor-
dobeses o jiennenses o, por el contrario, la de los rue-
dos de olivar de algunos municipios dominados por las
(9) La importancia de la repoblación señorial del término de Paradasen el siglo xv es definitiva para explicar y entender el predominio relativoen la actualidad de los' pequeños propietarios (véase capítulo cuarto).
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tierras de labor (Santaella, Utrera y, en alguna medi-
da, Marchena), y la modesta aureola huertana, inme-
diata al pueblo, allí donde alguna fuente, pozo o arroyo
garantiza un mínimo caudal de agua (Montilla, Baena,
Arjonilla, etc.). ^
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