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La Filosofía y los

Sentimientos

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Pedro Geltman Bs. As. Enero de 2015

SUMARIO

A-EL MUNDO ANTIGUO

I- LOS PRESOCRATICOS

II- PLATON ( 427-347 a.C.).

1- Estados afectivos en general

2- Ciencia y afectividad.

3- La filosofía platónica y la inspiración de las musas.

4- La filosofía platónica y los cultos de misterio.

5- Las pasiones.

6- Placeres mixtos y placeres puros.

7- Observaciones y aclaraciones.

III- ARISTOTELES (384-322 a.C)

1- La afectividad en general.

2- El universo aristotélico.

3-Las pasiones.

4- El deseo, la razón y las pasiones.

5- Emociones, creencias y virtudes.

6- La poética.

7-Observaciones y aclaraciones.

IV- LOS ESTOICOS.

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V- OBSERVACIONES DE CONJUNTO SOBRE LA AFECTIVIDAD EN LOS

FILOSOFOS DE LA ANTIGUA GRECIA.

B- El PENSAMIENTO DE ORIENTE.

VI- SENTIMIENTO EN EL PENSAMIENTO DE LA INDIA ANTIGUA.

1- Estados de conciencia.

2- El camino de la devoción.

C- SENTIMIENTO EN LOS AUTORES MEDIEVALES

VII- SAN AGUSTIN (354-430).

1-El concepto del amor.

2- La virtud como ordo amoris

3- Las cosas que son objeto de amor y las clases de amor: charitas y cupiditas.

4- Aclaraciones y observaciones.

VIII- LA MÍSTICA MEDIEVAL.

IX- SAN BUENAVENTURA (1218-1264).

X- SANTO TOMAS (1224-1274).

1-El contexto general.

2-Las pasiones.

3- Deseo y amor elícito.

4-El placer y el displacer.

5- La fe como acto movido por la afectividad.

6- El amor de caridad.

7-La metafísica del amor.

8-Capacidad redentora del amor.

9- El amor en el ordenamiento total del universo.

10- La nueva ley, ley de amor y libertad.

11- La metafísica del amor, analogía fundamental.

12- Observaciones y aclaraciones.

XI- OBSERVACIONES DE CONJUNTO SOBRE LA AFECTIVIDAD EN LOS AUTORES

MEDIEVALES.

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D- EL RENACIMIENTO.

XII- NICOLAS DE CUSA (1401- 1464) y PICO DE LA MIRÁNDOLA (1463-1499).

E- LA MODERNIDAD.

XIII- DESCARTES (1596-1650).

1-Descartes y su contexto.

2-El tratado de las pasiones.

3- Clasifcación de las pasiones

4- Observaciones.

XIV- SPINOZA (1632-1677).

1-Marco filosófico.

2- La afectividad en los textos de la Etica

3- Críticas a la moral tradicional.

4-Algunas observaciones sobre el pensamiento de Spinoza.

XV- FILOSOFÍA EMPIRISTA.

XVI- ADAM SMITH (1723-1790).

1-El sentimiento de simpatía.

2- El tribunal de la conciencia.

3- Las virtudes morales.

4- La fortuna.

5- Observaciones.

XVII- HUME (1711-1776).

1-La naturaleza de las pasiones.

2- Pasiones serenas y pasiones violentas.

3- Pasiones directas e indirectas.

4- Las leyes de asociación.

5- El sentimiento moral.

6- Comentario.

XVIII- ROUSSEAU (1712-1778).

XIX- KANT (1724-1804)

1-Teoría de las facultades.

2- El sentimiento de lo bello.

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3-El sentimiento de lo sublime.

4- Lo suprasensible, la moral y el sentimiento.

5- Las pasiones y el sentimiento de respeto.

6- Fundamentación de la metafísica de las costumbres.

7- La virtud y la felicidad.

8- La Antropología en sentido pragmàtico.

9- Observaciones.

XX- OBSERVACIONES SOBRE EL SENTIMIENTO EN LOS PENSADORES DE LA

MODERNIDAD.

F-EL ROMANTICISMO.

XXI- JACOBI (1743-1819).

1-Identificación entre razón y sentimiento.

2- Comentario.

XXII FICHTE (1762-1814).

1- Noción y clasificación de los sentimientos.

2- Comentario.

XXIII- SCHELLING (1775-1854)

1-Filosofía de la identidad.

2- Filosofía del arte.

3- El sentimiento de libertad.

4- Comentario.

XXIV- HEGEL ( 1770- 1831).

1. Crítica de la filosofía del sentimiento.

2- Comentario.

XXV- OBSERACIONES SOBRE EL SENTIMIENTO EN EL PENSAMIENTO DE LOS

ROMANTICOS.

G- SENTIMIENTO EN EL PENSAMIENTO

CONTEMPORANEO.

XXVI- KIERKEGAARD (1813-1855).

1- El concepto de la angustia.

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2- Comentario.

XXVII NIETZSCHE (1844-1900).

1- La genealogía de la moral.

2- Observaciones.

XXVIII- HUSSERL (1859-1938).

XXIX- MAX SCHELER. (1874-1928).

1-La ética material de los valores.

2- El fluir de la vida emocional.

3- El orden jerárquico de valores y los sentimientos.

4- Las relaciones inter-emocionales.

5- El amor y el odio.

6- El Ordo Amoris.

7- La persona y los valores.

8- Conocimiento y amor.

9- Para una fenomenología del resentimiento

10- Sobre el pudor.

11- Observaciones y comentario.

XXX- HEIDEGGER (1889-1976).

XXXI- VON HILDEBRAND (1889-1977).

1-Generalidades

2-Deformaciones y malentendidos.

XXXII- X. ZUBIRI (1898-1983).

1- Inteligencia, sentimiento y voluntad.

2- Volición tendente

3. Sentimiento afectante

4- Aclaraciones.

XXXIII- REFLEXIONES COMPLEMENTARIAS.

1-Los afectos y la subjetividad.

2- Tres formas del pensamiento con sus correspondientes formas de afectividad: pensamiento

lógico, analógico y de identificación primitiva.

3- Aportes de la historia de la filosofía.

4- Algunas caraterísticas de la afectividad según la fenomenología.

La afectividad.

Los valores.

La pragmática

La intencionalidad.

La corporalidad.

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La temporalidad.

5- Para una fenomenología de la afectividad.

El sentimiento como componente antropológico pertenece a una

de las instancias más descuidadas por la reflexión de los filósofos.

Fuera del orden de las razón y de la voluntad, no se realizaron

grandes esfuerzos para aprehender y clarificar este componente

de la condición humana. Sin embargo, desde la antigüedad

existieron reflexiones que de alguna manera nos pueden servir

para replantear este tema.

§ 1-Intentaremos, entonces, realizar una recopilación de las

opiniones de los filósofos a través de la historia, para extraer

algunas conclusiones que pudieran interesar hoy día. Pero no nos

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contentaremos con la descripción del pensamiento filosófico, sino

que propondremos observaciones, críticas o aclaraciones en la

medida en que resulte necesario.

En ese caso nuestras observaciones se apoyarán en lo que

podríamos llamar una ―fenomenología de la constitución

conceptual‖ o sea, una investigación sobre las vivencias que se

encuentran en el fondo del pensamiento del filósofo. No nos

interesará mayormente la verdad o falsedad de sus conceptos,

sino principalmente el estado mental y las experiencias que les

dieron origen.

Al final de nuestro recorrido, agregaremos algunas reflexiones y

propondremos las notas de una posible fenomenología que

abarque todas las variantes de la afectividad, todavía

prácticamente inexistente.

A-EL MUNDO ANTIGUO.

I- LOS PRESOCRATICOS

§ 2- Entre los filósofos presocráticos, es Empédocles (495-

435 a. C.) el que nos ofrece una primera reflexión con

respecto a los sentimientos. En efecto, para Empédocles el

amor y el odio constituyen las fuerzas que engendran toda

realidad en el mundo y en el hombre. En virtud de estas

fuerzas se unen o desunen los cuatro elementos que

constituyen tanto el universo como también el ser humano.

La salud consiste, entonces, en un cierto equilibrio entre

estos elementos, mientras que el conocimiento se explica

porque lo semejante se une con lo semejante como en una

relación de amor o simpatía entre lo conocido y el ser que

conoce. Así, dice que comprendemos el fuego por el fuego

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que hay en nosotros, el amor por el amor y el odio por el

odio.

En general, Empédocles mantiene la teoría, común a casi todos los

presocráticos, del hilozoísmo universal, según la cual ―Todo el

universo está dotado de vida‖ (Diels B, 110). En consecuencia, la

relación con la naturaleza implica la afectividad que se da entre

todo lo viviente.

El pensamiento de Empédocles todavía está ligado a la poesía,

como también se ve en Parménides y en otros filósofos de la

época . Lo cual es un indicio de la vinculación que existía entre el

pensamiento y la afectividad.

§ 3- El caso de Heràclito (535- 484 a.C.) marca una tendencia

importante que tendrá repercusiones a través de la historia. Entre

sus reflexiones, el fragmento 51, a primera vista enigmático, solo

puede ser entendido si se supone una actitud movida por cierta

disposición afectiva subyacente. Allí dice: 1

Los hombres ignoran que lo divergente está de acuerdo consigo

mismo.Es una armonía de tensiones opuestas, como la del arco y

la lira 1.

Ahora bien ¿cómo admitir que los contrarios escondan una cierta

armonía, si se examina lo dicho a la luz de la pura razón? Si

suponemos, en cambio, que el filòsofo parte de una opción

afectiva que considera el universo como dotado de unidad y

armonía a pesar de todas las contradicciones y de todos los males

existentes, entonces es posible explicar cómo llega a semejante

afirmación.

Esto es lo que se confirma al considerar que el todo es uno (frag.

50) y que, aunque todas las cosas se originan en la discordia (frag.

1 Ver Fragmentos, Hyspamérica, 1983, pgs. 155 y 157; 159,160, 171-173.

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8) sin embargo bien y mal forman una unidad (frag. 58)) y que la

verdadera armonía no es la que está manifiesta en las cosas, sino

que existe una armonía superior que no es manifiesta (frag. 54).

Luis Farré, en su comentario a los fragmentos, afirma que no hay

que olvidar lo que hay de emocional, mítico y primitivo en la

doctrina de Heráclito. Y agrega que Heráclito expresa una

característica de la mentalidad arcaica por la indistinción de las

esferas lingüística, lógica y ontológica. Lo que significa que, para

él la palabra, la realidad y la idea forman una unidad.

Reflexiones:

§ 4- En general, con respecto a los presocráticos resulta

importante notarque para ellos todavía no se han cortado

totalmente los vínculos con el pensamiento mítico. Esto se

advierte en más de un texto donde vemos quela palabra no se

diferencia netamente de la realidadtal como sucede en el

pensamiento moderno. Así se explica el razonamiento de

Parménides para el cual el término ―es‖ tercera persona del

presente del verbo Ser, es tan real que entonces no se puede decir

que el ―no ser‖ ―es‖ porque no se puede afirmar el ser de lo que no

es. Y de allí todo el fundamento de su razonamiento que niega el

no ser y afirma el carácter absoluto del ser.

Por eso afirma Parménides que ―ser y pensar son la misma cosa‖

pues el pensar que se expresa enla palabra esen sí mismo la

realidad. En otros términos, sujeto y objeto están íntimamente

unidos.

Esto parece ser que confiere Heidegger al pensamiento

presocrático y que también se manifiesta en la noción de la ―fisis‖,

la naturaleza, inseparable del sujeto humano y en el concepto del

―Logos‖, la palabra2

2 Ver“Identidad y Diferencia”,Antrhopos, Barcelona, 1990.

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La creencia en la unidad y armonía del todo, a pesar de las

oposiciones, resume el pensamiento de los presocráticos, lo cual

supone una opción afectiva con respecto a todo lo existente más

allá de cualquier argumento de la razón.

En la actualidad, la importancia de la ecología en su intento por el

cuidado de todas las formas de vida, parece un reflejo del antiguo

pensamiento presocrático. No tendría sentido preocuparse por la

desaparición de ciertas especies vivientes si oscuramente no se

presintiera la unidad de todo el universo, en el cual cada parte

tiene su importancia.

La idea del universo como organismo viviente implica la

capacidad de una percepción emocional de los fenómenos

naturales, una especie de conocimiento por identificación

afectiva, capacidad que en la actualidad no es común, en cuanto

que entendemos la naturaleza sólo desde los conceptos de la

ciencia y que, sin embargo, llena las aspiraciones de muchas de

las corrientes espirituales de la modernidad.

II- PLATON ( 427-347 a.C.)

1- Estados afectivos en general

§ 5- Aunque el tema de las pasiones parece ser el más divulgado

en la consideración de la afectividad en Platón, resulta de

fundamental importancia mencionar primeramente los estados

afectivos y los sentimientos no estrictamente pasionales que

llenan toda su obra, a partir de los cuales se siguen

consecuencias fundamentales para la interpretación de sus

escritos. De hecho, el análisis de las pasiones sólo abarca

determinados contextos (en los que distingue entre la parte

racional del alma y las partes irascible y concupiscible); pero toda

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la obra platónica está llena de presupuestos emocionales que no

se explicitan porque constituyen lo obvio para su medio cultural.

Ciertamente que Platon habla explícitamente del amor en muchos

contextos. Sin embargo, lo que está implícito es el marco general

de captación emocional del universo como totalidad. Asì vemos

que el amor adopta en la obra platónica varias dimensiones, todas

ellas envueltas en una concepción metafísica del universo.

Esta concepción se reviste en el Banquete con la parábola del

ascenso del alma desde el orden corporal hasta la belleza

suprema. En ese texto se habla de Eros como ser intermedio entre

lo humano y lo divino. Una consecuencia de esta condición

intermedia, es la valoración particular de la filosofía. Eros es el

carente del saber, por eso busca la sabiduría y entabla una

relación de amor y deseo con ella: ―la sabiduría, en efecto, es una

de las cosas más bellas y Eros es amor de lo bello, de modo que

Eros es necesariamente amante de la sabiduría‖. Por eso Eros es

filósofo y este es el verdadero significado de lo que se llama

filosofía 3.

Entonces, la filosofía, como la entiende Platón, no es una

acumulación de conceptos. Está vinculada al amor y en ella se

incluye una forma particular de experiencia afectiva que es

inseparable del conocimiento.

Por lo tanto, el filósofo, cuando logra algún conocimiento

verdadero, entra en contacto con el mundo de la divinidad en la

que están las ideas eternas. Si en otros textos, Platón diferencia

entre la racionalidad y las pasiones irracionales, debe advertirse

que aquello que considera como racional, está embebido con la

afectividad propia de la experiencia de lo divino y con el amor del

filósofo a la sabiduría.

3 Banquete, 204 b.

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En consecuencia, hablaríamos más de armonía entre razón y

pasión y no de un radical dualismo racionalista.

En el Banquete tenemos diversos grados sucesivos del amor que

se dirige hacia lo alto, hasta alcanzar el nivel máximo en el amor a

la belleza suprema. Platón enumera los grados de esta ascensión:

por encima del amor a lo corporal y sensible, está el amor a las

almas, a las leyes justas y a la ciencia. Nuevamente vemos cómo

la vida afectiva del amor está íntimamente unida al saber pues la

ciencia es uno de los peldaños de ascenso del alma 4.

El sentimiento amoroso, recibe además una calificación particular

en el Fedro, donde se dice que el amante llega a estar poseído por

un dios. Porque el sentimiento amoroso, en la medida que se va

elevando hacia valores superiores, conlleva consigo el estado

afectivo que llamamos felicidad, estado propio de la divinidad 5 .

2- Ciencia y afectividad.

§ 6 - Sólo a partir de estas observaciones sobre la afectividad

general es posible llegar a entender, en alguna medida, lo que

piensa Platón sobre lo que llama ciencia. En primer lugar, la

ciencia es fuente de placer, porque como acabamos de ver, le

atribuye un fondo de afectividad inescindible del saber.

Ya desde los presocráticos el universo es pensado como una

unidad armoniosa dotada de vida. Esta concepción de vida en la

totalidad del universo se refleja en Platón cuando en el Timeo

considera que el universo está animado por entendimiento y alma:

"luego de haber puesto el entendimiento en el alma y el alma en el

4 Ibid, 206 d-e.

5 Fedro, 248 e.

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cuerpo, modeló él el Cosmos, a fin de hacer de ello una obra que

fuera, por su naturaleza, la más bella y la mejor". De ahí que "el

mundo es realmente un ser vivo, provisto de un alma y de un

entendimiento..." 6.

Observamos, ademas, que la ciencia como vivencia o estado

mental, nace para Platòn del asombro y la admiración,

sentimientos que están en la raíz de todo saber y en

consecuencia, la filosofía, sinónimo de la ciencia, responde en su

definición como ‗amor a la sabiduría‘, a este asombro y

admiraciòn.

Lo que incluye un modo particular de percepción de la realidad. Se

trataba de un percibir dirigido a las totalidades significativas que

se presentan al sentido cumún, y a las relaciones de analogía,

sobre el fondo presupuesto de un universo dotado de unidad,

plenitud y armonía.

Para Platon, la ciencia se opone, pero también se complementa

con lo que llama ―opinión verdadera‖. La ciencia es el

conocimiento de lo eterno e inmutable, aquello que se refleja en

las nociones matemáticas, pero que está por encima de ellas y

consiste en el saber del mundo de las ideas que están más allá del

orden del discurso. En cambio, la opinión verdadera expresa un

conocimiento que sólo es aproximado y verosimil y sirve de guía

en la contemplación de las realidades creadas por el demiurgo,

como se ve en el diálogo Timeo.

Entonces, el conocimiento de la naturaleza está al alcance del

estudioso, aunque consiste principalmente en la contemplación de

correspondencias y analogías aproximadas o verosímiles. Este

conocimiento busca primeramente los significados que provienen

de las semejanzas y no pone su principal atención en las

explicaciones causales. De allí que la elaboración de modelos

conceptuales de correspondencia y armonía esté dirigida a la

6 Timeo, 36 d.

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obtención de líneas orientativas para una vida de felicidad y

bienestar. Evidentemente, es un punto de vista totalmente distinto

al de la ciencia moderna. Encontramos algunos ejemplos en el

Timeo:

Allí gran parte de los textos están centrados en la geometría y los

números con una intencionalidad claramente simbólica que apela

a la contemplación y la resonancia afectiva y no se relaciona con

la instrumentación utilitaria del saber.

§ 7- Esta importancia de los números puede fundamentarse en el

hecho de que para Platón simbolizan la belleza sonora, de acuerdo

a la escala numérica de los acordes musicales descubierta por los

pitagóricos; y la belleza musical simboliza a su vez, la belleza de

todo el universo. Belleza y armonía que obviamente no son hechos

empíricos demostrables por razonamientos, sino frutos de un

percibir y sentir anteriores a toda especulación.

En cuanto a las matemáticas que en Aristóteles tienen un

desarrollo reducido, en Platón constituyen un aspecto de la

diánoia, vía de ascenso hacia el nous o saber de las esencias. En

otras palabras, los números y las formas geométricas son como

soportes del pensamiento que tiende a elevarse hacia el mundo

divino 7. Nuevamente, pensamientos y actitudes inexplicables para

la modernidad, tienen como trasfondo la emocionalidad difusa, en

parte inconciente que integra lo que los antiguos ubicaban en el

ámbito de la razón.

§ 8- Observemos finalmente que en la teoría de las ideas,

expresión aparente de un racionalismo incipiente, podemos

encontrar otras reflexiones que nos conducen al tema de la

emocionalidad. En efecto, como lo han planteado muchos

investigadores modernos, las ideas platónicas no son

7 Son las ciencias que luego fueron clasificadas en la Edad Media como constitutivas del cuadrivium y que

para los medievales era esencialmente la matemática, dividida en cuatro variantes: aritmética, geometría,

astronomía (matemática celeste) y música (matemática de los sonidos).

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estrictamente conceptos abstractos flotantes en el màs allà 8. En

realidad, son la expresión simbolica del mundo de la divinidad y

suponen la emocionalidad de una fe natural con respecto a lo que

trasciende las condiciones de la vida terrena. Allí están las ideas

del bien y de la belleza, de la justicia y de la verdad, lo que

significa que las realidades terrenas y cotidianas tienen allí un

modelo a imitar como su meta de perfección, en muchos casos

inalcanzable, pero vigente como aspiración y guía de la conducta

humana. De ahí la crìtica socrática a los sofistas. La justicia

verdadera no es la realidad empìrica de la ley del más fuerte como

dicen los sofistas; por encima de ella está la justicia por

excelencia a la que hay que tender en lo posible, denunciando y

corrigiendo todas las formas de opresión.

La teoría de las ideas nos conecta con el concepto de la

mayéutica que caracteriza el método socrático como ideal de la

educación. En este punto debemos mencionar la noción platónica

de la anamnesis o recordación según la cual el conocimiento es

definido sobre el fondo mitológico del mundo divino de donde

procede el alma. De allí proviene el saber de las ideas que en esta

vida se despiertan cada vez que los objetos recuerdan al alma lo

visto en aquél mundo.

Noción teórica que repercute en una concepción de la filosofía y

de la enseñanza de la misma ligada a la afectividad. Porque para

Sócrates 9 la verdad está dentro de cada uno, de modo que la

función del filósofo ha de asemejarse a la función de la partera, la

cual no produce la vida sino que facilita a que salga a luz lo que

está en el vientre de la madre. Tampoco el filósofo produce la

verdad sino que procura facilitar que esta salga a luz en el

pensamiento del discípulo. Hay aquí una concepción de la

8 J.N. Findlay, Plato: The Written and Unwritten Doctrines, London, Routledge and Kegan, 1974; Plato and

Platonism, New York Times Book Co., 1976.; Sara Rappe, Reading neoplatonism, Non discursive Thinking

in the Texts of Plotinus, Proclus and Damascius, Cambridge University Press, 2000.; Vease H. J. Krámer,

Arete bei Platon und Aristoteles, Heidelberg, 1959; G. Reale, Per una nuova interpretatione di Platone,

Milano, 1989. Ver P. Geltman, Miscelanea II § 6.

9 Menon, 81 b; 86 b; Teeteto, 150 d.

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educación que supone el afecto del educador que basa su

enseñanza en la confianza y valoración de las capacidades del

educando.

3- La filosofía platónica y la inspiración de las musas.

§ 9- Debemos recordar ahora que para los griegos las musas no

sólo inspiraban a los poetas y a los artistas, sino también a los

filósofos. Tenemos numerosos testimonios que nos permiten

afirmar que este es el caso de la filosofía en los pitagóricos y en

Platón. Por eso la filosofía aparece, con frecuencia, vinculada a

las musas.

En este sentido, son muy interesantes los estudios de Detienne

sobre el concepto de la Verdad, la Alétheia, en la Grecia arcaica 10.

Según estas investigaciones, la metafísica y la dialéctica tienen

en su subsuelo originario, relación con la musa mnemosiné, la

memoria de las verdades supremas. En efecto, metafísica y

dialéctica han venido a reemplazar a la historia; no a la historia de

los hechos políticos o guerreros, sino a la historia sagrada de los

acontecimientos originarios que para los griegos de la etapa

clásica, ya estaban perdidos, desfigurados u olvidados. La filosofía

vino a ser para ellos un sustituto de una mitología que ya no tenía

sentido.

Fundados en los estudios de Detienne, podemos vislubrar las

raíces del pensamiento platónico al considerar la mitología de las

musas. Esta mitología proponía musas inspiradoras tanto para la

música, como para la astronomía o la historia y todas ellas eran

hijas de la musa mnemosyné, la memoria de las verdades

supremas en el plano de los mitos primordiales o la historia

sagrada de los acontecimientos originarios. La memoria, en este

caso, se identificaba con la alétheia (la verdad) que en su

10

Ver M. Detienne, Los maestros de verdad en la Grecia arcaica, Taurus, Madrid, 1983; Ver también,

Plutarco, Isis y Osiris, Lidium, Bs.As., 1988.

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etimología alude al "no olvido", al no olvido de las verdades

supremas, por lo cual las ciencias en su búsqueda de la verdad se

vinculaban, en el fondo, con un saber mítico-religioso que

explicitaban a nivel conceptual. Platón menciona en relación a la

filosofía a Calíope, musa de la elocuencia y a Urania, musa de la

astronomía 11.

Entonces, de acuerdo a lo que dice Detienne, antes de la Verdad

filosófica existió una Alétheia poética y religiosa cuyo testimonio

más antiguo se encuentra en el poema de Hesíodo. Las musas,

precisamente en la Teogonía, reivindican para sí el privilegio de

"decir la verdad". Ellas son las que "dicen lo que es, lo que será y

lo que fue"; de modo que Verdad y Memoria forman una íntima

unidad, siendo esta última la que revela el sentido de los orígenes,

el sentido de la existencia humana.

La función de las musas como generadoras de la Verdad, no

desaparece del todo con el surgimiento del discurso filosófico. Los

filósofos se remiten a ellas como fuente de inspiración.

Empédocles empieza su poema Sobre la Naturaleza, invocando a

las musas. Platón es vinculado a ellas por sus discípulos, tal como

se ve en la oración fúnebre pronunciada por Espeusipo a su

muerte. En la Academia, había un altar dedicado a las musas que

el mismo Platón había donado. Los pitagóricos les tributaron un

culto particular, con sus fiestas y enseñanzas. En Crotona existía

un Mouseion, templo consagrado a las musas, ya que los

pitagóricos consideraban que la verdadera música (obra de las

musas) estaba en la filosofía. También honraron a las musas los

neoplatónicos.

En consecuencia, para estas corrientes del pensamiento, los

conceptos de la filosofía tenían una cara interna que venía de las

musas, es decir, de una fuente que estaba por encima de la razón

y que apelaba al sentimiento de lo sagrado. Por eso las ideas eran,

11

Fedro, 259 a- 260 d. La elocuencia, por el ejercicio de la palabra; la astronomía porque para los griegos

era la matemática celeste, resumen de todos los misterios del universo.

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en realidad, verdaderos símbolos conceptuales que por su poder

sugestivo iban más allá de las palabras. Esto nos explica por qué

Platón colocaba la ciencia en el ámbito de la divinidad y por qué

consideraba que eran pocos los humanos que llegaban a

alcanzarla.

4- La filosofía platónica y los cultos de misterio.

§ 10- Pero también se pueden rastrear los orígenes de esta

filosofía de raíces mítico-religiosas, en los cultos de Misterio.

¿Qué se recibía en esos cultos? Según los testimonios de Synesio,

Psello y Plutarco, no se trataba de una enseñanza en el sentido

conceptual de la palabra, sino de una experiencia personal que

implicaba un conocimiento inmediato o directo del Nous 12.

Plutarco dice que lo que se recibía en los misterios estaba lejos de

ser un conocimiento teórico, cumunicable en palabras, porque se

trataba de una experiencia íntima y personal que estaba más allá

del lenguaje. Era una experiencia similar a la de la muerte:

después de pasar por la angustia y la oscuridad se participaba de

una vivencia luminosa, tal como la del cielo o la vida eterna.

Cuando Platón define la ciencia como saber de los dioses del cual

sólo participan unos pocos seres humanos y relaciona la

dialéctica con la chispa que surge de improviso, no parece estar

lejos de la experiencia recibida en los cultos iniciáticos 13.

5- Las pasiones.

12

Cf. E. Des Places, Les religions de la grece antique, en M. Brillant et R. Aigrain, Histoire des religions,

Vol. 3, Bloud et Gay, 1955, p. 219.

13 Carta VII, 341c-d.

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§ 11- Hasta ahora nos hemos centrado en aquellos estados

vivenciales que tienen poca o ninguna repercusión corporal, con

respecto a los cuales no se manifiestan experiencias sensitivas de

notable intensidad y que constituyen una componente obvia del

pensamiento en la concepción platónica.

Debemos pasar en lo que sigue a la consideración de las pasiones

tal como las entiende Platòn, en cuanto relacionadas íntimamente

con la experiencia corporal.

En efecto, para Platón, el cuerpo como sujeto de afecciones, es el

operador fundamental de prácticas y usos complejos que se

imponen al alma. Las pasiones son el resultado de esta relación

entre el cuerpo y el alma, por eso establece un lugar corporal para

cada una de ellas.

Localiza en el pecho el alma «irascible»; de ella surgen las

pasiones del valor, heroísmo, riesgo, valentía. El alma

«concupiscible», fuente de los apetitos más bajos, se localiza en

el diafragma: allì se dan la sensualidad, las tendencias al gusto de

los alimentos, la comodidad, etc.

En cambio, la inteligencia queda localizada en la cabeza donde se

da la racionalidad embebida en las afecciones y placeres del

conocimiento . El pensamiento que no tiene normalmente una

repercusión sensitiva de gran intensidad, también tiene su

ubicación corporal.

Las pasiones se relacionan con los placeres y los dolores

corporales. Al romperse la armonía del organismo nace el dolor.

Cuando se vuelve al equilibrio orgánico, entonces se tiene la

sensación de placer. Pero aparte de los placeres y dolores del

cuerpo, hay placeres y dolores que son propios del alma: estos son

los que surgen del recuerdo de experiencias pasadas o de su

anticipación. Así, por ejemplo, la esperanza de afecciones

positivas produce placer; la previsión de afecciones negativas

21

hUe y

produce dolor, siendo el

fundamentode estas afecciones, la

memoria.

6- Placeres mixtos y placeres puros.

§ 12- A lo dicho sobre la

componente afectiva que acompaña al

conocimiento, debemos agregar las consideraciones del Filebo,

diálogo dedicado especialmente al tema del placer.

Allí se desarrolla la polémica que considera como opuestos el

placer y el saber: cuál es el bien supremo o también cual es más

ventajoso o más valioso. Se trata de descubrir la disposición del

alma que sea capaz de asegurar a todos los hombres una vida

feliz.

Analiza luego la relación del placer con el deseo. ¿Qué es el deseo

y cómo se engendra? Considera que las afecciones corporales,

como el hambre, la sed y otras de este género constituyen, en

cuanto deseos, «un estar vacío ». Quien desea llenarse es el alma

mediante la memoria de las experiencias pasadas placenteras. El

esperanzado goza, por el recuerdo de lo que desea; pero, a la vez,

sufre por el vacío que siente 14. De modo que goza y sufre a la vez.

El desesperanzado, por su parte, sufre un doble dolor. Primero,

sufre el dolor por estar vacío (para Platón el estar vacío o el

desear ya implica cierto displacer o molestia); segundo, sufre por

no tener esperanza de llenarse.

Entonces, el deseo ('epithymia') viene a ser como un arco tendido

entre pasado y futuro, entre experiencia y expectativa, entre

recuerdo de placer y previsión de estados placenteros.

Platón determina para cada parte del alma el deseo que allí se

origina. Así tenemos los deseos de saber en la parte racional del

14

Filebo 32c; 36b.

22

hUe y

alma; los deseos ambiciosos en la parte irascible y los deseos

sensitivos en la parte concupiscible.

Ahora bien, existen dolores y placeres verdaderos y otros que son

falsos. Esta distinción se funda en la existencia de juicios

verdaderos o falsos, es decir, de los actos propios de la opinión.

En consecuencia, hay placeres que se basan en juicios erróneos

sobre la previsión o sobre la valoración de los objetos. Aquel

placer que se hace malo es, entonces, producto de la ignorancia,

es decir de una opinión falsa.

Pero además, puede suceder que alguien imagine estar gozando

cuando en realidad no goza de ninguna manera; o alguien puede

imaginar estar sufriendo cuando en realidad no sufre. En esto

supone que la fuerza de la imaginación puede anular o hacer

inconciente el verdadero estado de la afectividad.

Por otro lado, existen placeres y dolores que son mixtos. ¿Cómo

explicar- dice- la extraña mezcla de la cólera de Aquiles "mil veces

más dulce que la miel...", o el sorprendente placer del espectador

de teatro que se recrea en el "liberador llanto"? En general,

muchas emociones suelen ser afecciones mixtas. Un ejemplo

llamativo es la descripción del placer del sarnoso que goza al

racarse a la vez que sufre la picazòn.

Sócrates señala cómo existen afecciones en las que las

aportaciones del alma son contrarias a las del cuerpo: así puede

darse dolor en el alma junto al placer corporal o bien placer

psíquico frente al dolor, de modo que ambos sentimientos se

funden en uno sólo 15.

En realidad, algunos placeres no son más que apariencias de

placer, irreales en su totalidad, por muy grandes que nos

parezcan. De hecho, están íntimamente mezclados con dolores, o

bien consisten en pausas entre dolores.

15

Ibid. 47 b.

23

hUe y

Por el contrario, existen placeres puros que no se mezclan con el

dolor. Son, dice Sócrates, los que proceden de los colores que

llamamos bellos, de las formas bellas, de la mayoría de los

perfumes o de los sonidos; son goces cuya falta no es penosa ni

sensible, mientras que su presencia nos procura plenitudes de

sentimientos agradables, libres de todo dolor.

Así tenemos la belleza de las formas geométricas regulares. Estas

formas, dice Sócrates, son bellas, no relativamente como otras,

sino que son bellas siempre en sí mismas, por naturaleza. También

entre los sonidos los hay dulces y claros, los que dan una nota

única y pura, esos son bellos, y van acompañados de placeres.

Añadamos todavía a estos placeres, los que nos proporcionan las

ciencias, a no ser que hallemos incluida allí un hambre de

aprender y junto a este hambre un dolor por el vacìo del saber. En

consecuencia, concluye, se debe distinguir entre las emociones

que son estados mixtos, alejados de los "placeres verdaderos" y

los placeres puros que no contienen ningún rastro de dolor 16.

7- Observaciones y aclaraciones.

§ 13- En principio, se puede decir que para Platón, toda actividad

humana está motivada por el amor, puesto que lo que mueve a

todo el universo como destino de todas las conductas es la idea

del Bien, es decir, aquello que es digno de ser amado. Por ello,

todo lo que puede mostrar a un hombre qué es lo que realmente le

conviene en su búsqueda de la felicidad, está dirigido a

descubrirle el Bien como fin, siendo el Bien equivalente a lo bello,

la belleza suprema.

16

Filebo 47 e 1-2.

24

hUe y

En la arremetida hacia arriba, en su búsqueda de la belleza, el

amor rompe las esclavitudes. Platón lo califica como ―divina

locura‖ y lo compara a toda inspiración creativa.

§ 14- Por eso hemos destacado que aparte de estos textos que

tratan de modo explicito del sentimiento, existe en Platòn una

emocionalidad difusa en todo su pensamiento como manifestación

de la cualidad de la filosofía concretada en la acción de Eros.

Por eso tenemos una noción del saber que implica un acto de

conocimiento no discursivo, de carácter místico y excepcional;

concebido como contrapuesto a la opinión verdadera, más común

y al alcance del estudioso de las realidades del mundo natural.

Se destaca, a primera vista una diferencia neta entre el objetivo

de la ciencia en la ciencia moderna y el enfoque platónico. La

ciencia moderna se ha concentrado con exclusividad en el estudio

de los mecanismos que rigen el funcionamiento de las distintas

partes del universo, pero prescinde de todo ordenamiento esencial

y de posibles conexiones metafisicas. Husserl señala cómo la

ciencia moderna se transformó insensiblemente y sin tener mayor

conciencia del cambio, en un arte, es decir, en las reglas para

obtener resultados, especialmente en la física: o sea, en el arte de

encontrar fórmulas que puedan predecir y anticipar el

comportamiento de los fenómenos 17.

La concepción de la ciencia en el platonismo, está principalmente

centrada en las totalidades significativas del mundo de la vida y

en su conexión con principios de orden metafísico. Centramiento

que sólo puede llegar a ser entendido por un moderno si puede

vislumbrar la existencia de ciertos presupuestos no formulados,

en especial la opción emocional respecto a un orden de armonía

metafísica.

17

Ver La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, Editorial Crítica, Barcelona,

1991, § 56.

25

hUe y

Por otra parte, notemos la diferencia fundamental entre una

actitud instrumental y otra actitud principalmente contemplativa.

El leñador que se propone cortar el árbol debe excluir de sí toda

emocionalidad, olvidarse de la belleza que tiene delante. Esto

explica la importancia del pensamiento abstracto, no emocional,

para una ciencia destinada a instrumentar y dominar la naturaleza.

La actitud del filòsofo griego era totalmente distinta, porque para

él tenía importancia el placer contemplativo de las perfecciones

del universo.

§ 15- Entonces, podemos llegar a comprender ese punto de vista,

sin caer en el anacronismo que juzga lo antiguo desde los

supuestos gnoseológicos de la modernidad. Se puede entender,

aunque no se comparta, la fenomenología de un estado mental

muy distinto del nuestro.

En cuanto al placer del conocimiento que encontramos en Platòn y

volveremos a ver en Aristóteles, debemos hacer ciertas

aclaraciones. Obviamente, el estado afectivo de goce y felicidad

que Platón atribuya al saber, necesita estar motivado, tener cierta

disposición, tal como sucede con la experiencia estética que solo

se da cuando uno está motivado, le presta atención y está libre de

otras motivaciones: ver la belleza de la manzana sólo es posible si

se ha postergado el deseo de comerla. Tener placer en el

conocimiento sólo es posible si uno está libre de otras

preocupaciones. Pero esa situación no es comùn en la actualidad,

donde estudiar generalmente es una obligación relacionada con el

rendimiento, con urgencias profesionales o con los ejercicios de la

escuela.

§ 16- Otro aspecto a aclarar con respecto al pensamiento de

Platón, es el de su desconfianza hacia la expresión escrita de la

filosofía. Porque, en realidad, piensa que los conceptos no son

más que instrumentos para una experiencia que está más allá de

lo que se puede formular en palabras.

26

hUe y

Así, criticando a los que pretenden interpretar sus enseñanzas,

dice en la Carta VII, 341c-d: ―…según mi modo de ver, es

imposible que hayan comprendido, sea lo que sea, la materia. Por

lo menos, bien es cierto que no hay ni habrá ninguna obra sobre

semejantes temas. No hay, en efecto, ningún medio de reducirlos

a palabras, como se hace en las demás ciencias, sino que cuando

se ha frecuentado durante largo tiempo estos problemas y cuando

se ha convivido con ellos, entonces brota repentinamente la

verdad en el alma, como de la chispa brota la luz y en seguida

crece por sí misma‖..

En esta carta criticaba a aquellos que había intentado escribir

libros para explicar su enseñanza. Al afirmar que no hay ninguna

posibilidad de reducir a palabras su doctrina, está expresando su

desconfíaza de las palabras escritas, como su maestro Sócrates

que no dejó nada escrito. Por eso piensa que la dialéctica no es

por sí misma la develadora de la verdad, sino que se trata de un

proceso de largo esfuerzo iniciático, en la medida en que el

pensamiento abstracto permite deligarse de la particularidad de lo

sensible, lo que a la larga debe culminar en una chispa de luz que

surge de improviso.

§ 17- Resulta interesante para una reflexión crìtica sobre la

afectivdad, la consideración de las situaciones mixtas en que se

mezclan placer y dolor y la idea platónica de la existencia de

placeres o de dolores imaginarios. Obervaciones que pueden

considerarse como anticipación de los resultados del psicoanàlisis

y en general de la psicología moderna.

Plantea, en cambio, tema de polémica, el concepto platónico del

placer cuando alude a las formas geométricas. Esto es

incomprensible para nosotros, por ejemplo, cuando trata de la

belleza de la esfera, de los poliedros regulares o del triàngulo

equilátero o cuando observamos que los números son, para él,

como soportes del pensamiento que tiende a elevarse hacia algo

superior y divino.

27

hUe y

Valoración que depende de ideas y conceptos difíciles de explicar

para la mentalidad moderna y que sin embargo, merecen cierta

reflexiòn.

§ 18- Se puede esbozar una cierta comprensiòn de este

pensamiento, reflexionando sobre lo que llamaríamos catarsis

estética 18. Catarsis que se vincula con algunos elementos

formales que vienen a ser como su fundamento: estos son el ritmo

y la armonía 19.

Ritmo y armonía constituían para los griegos, las formas

paradigmáticas de la belleza, de acuerdo a los descubrimientos

atribuidos a Pitágoras con respecto a la escala musical 20. Pero

esto se relacionaba con el número, porque la armonía descubierta

por Pitágoras dependía de la proporción numérica entre las notas

que entran en consonancia.

Generalizando, se vinculaba el número con todas las formas de

armonía, en el arte o en la naturaleza. De ahí que la obra de arte

solo se consideraba como perfecta cuando, en su expresión

sonora, adoptaba las formas del ritmo y la armonía; o cuando la

simetría o la igualdad de proporciones, manifestaba ese ritmo en

el plano visual, por ejemplo en las figuras geométricas. Entonces,

el efecto atractivo o catártico del ritmo terminó por asociarse con

el ritmo del universo en la sucesión de días, meses, estaciones y

años; o con la periodicidad en los fenómenos de la vida.

Esto explica porqué el orden matemático constituia para Platón un

mundo intermedio entre la fisis y el nous (entre el mundo sensible

y el mundo inteligible) reflejando lo de arriba, lo divino y

18

Ver P. Geltman, Miscelanea I, IV,2 d. La catarsis estética.

19 Ver M.C. Ghyka, Le nombre d’ Or, vol. 1, Les Rythmes, Gallimard, 1931.

20 Se atribuía a Pitágoras el descubrimiento de las leyes de la armonìa musical, la cual sólo se verifica cuando

existe una proporción exacta entre las notas: 1/2, 2/3 o 3/4.

28

hUe y

representando lo de abajo, lo terreno; todo lo cual se hacìa visible

en las armonías directamente observables en el mundo corporal 21.

Estas observaciones, perdieron vigencia con el progreso de la

modernidad. El orden matemático se vinculó cada vez más con lo

mecánico y no con la experiencia estética. Así entonces, mientras

que el moderno cuantifica para disponer, predecir e instrumentar

la materia, el antiguo no ponía esa finalidad como prioritaria,

aunque no la descartaba. La figura geométrica o el número, eran

objeto de reflexión contemplativa y no de utilidad instrumental.

§ 19- También es difícil explicar el sentido de esta reflexión

contemplativa. Podemos decir que los antiguos veían en todo

orden de armonía analogías simbólicas, representaciones que

reflejaban, como en un espejo un enigma de orden superior 22. Esto

es lo que Platòn expresaba en el Timeo y en el paradigma de la

línea en la Repùblica. Decir que todo tiene número (al igual que la

Biblia, Sabiduría, XI, 21) significaba, entonces, que todo está

hecho según determinado orden, según un plan preestablecido en

el cual se armonizaban lo uno y lo múltiple como opuestos.

Con todo, sabemos que, fuera del ámbito de la filosofía, los

símbolos numéricos fueron cayendo en la superstición, quedando

perdido su sentido místico, transformados en símbolos mágicos,

instrumentos de cierta superchería superficial.

Por último, para entender la relación entre ritmo y número,

agreguemos que no hay que confundir el ritmo orgánico de todo lo

viviente con los ritmos mecánicos. Existe ritmo en la periodicidad

de las comidas y del sueño, en la respiración y en el corazón y, sin

embargo, la periodicidad no tiene siempre la misma duración. El

21

Para Nicómaco de Gerasa (Ver Ghyka, Op.Cit. vol I, p. 20), el número como cantidad representaba en el

mundo intermedio a un número trascendental. En otras palabras, para el pensamiento platonizante, el número

que podía descubrirse en el ritmo del mundo observando las cosas sensibles, simbolizaba un ritmo que estaba

en una dimensión no física como realidad metafísica.

22 Así lo entendieron, Nicómaco de Gerasa, Boecio, Escoto Erígena, los Victorinos, la escuela de Chartres,

etc. Cf. De Bruyne, L'Esthétique du Moyen Age, Louvain, 1947.

29

hUe y

otoño puede atrasar o adelantar su llegada; los cinco pétalos de la

flor varían infinitamente su figura; la relación noche-día varía

constantemente durante el año; la vida y el universo tienen ritmo y

armonía, pero no exactitud mecánica 23.

§ 20- Una objeciòn final con respecto a lo dicho sobre la

afectiviad en Platon puede plantearse a partir de la importancia

que confiere a la razón, las ideas y al método dialéctico. Platòn

aparece allì como propugnador del racionalismo y no de la

emoción o la afectividad.

Con respecto al racionalismo hay mucho que aclarar ubicando su

pensamiento en el mundo griego y en sus circunstancias

particulares. Hay que recordar la controversia con los sofistas.

Para estos no hay nada estable en el significado de conceptos

fundamentales como el de justicia, del bien o de la verdad; así la

justicia es arbitrariamene definida como la ley del màs fuerte, el

bien depende del capricho del sujeto y la verdad no tiene ningún

valor universal pues consiste simplemente en lo que muestran los

sentidos.

Frente a este punto de vista que llevaba a los engaños de una

retòrica que era utilizada a fin de obtener ventajas en el ejercicio

de la política, Sócrates se ve obligado a insistir en el valor de

ciertas nociones indispensables para la convivencia, a las cuales

se accede por medio del ejercicio de la razón que, en el fondo, no

es otra cosa que el sentido común, y no depende del capricho de

los individuos o de la arbitrariedad del más fuerte.

Esta observación, tiene vital importancia, porque en la actualidad

se entiende razón en el sentido moderno, el cual está muy lejos

del sentido que podía tener en un mundo màs primitivo que

desconocía la precisión de una razón fundada en el método

experimental y científico.

23

Ver Pedro Geltman, Miscelánea I, IV, 2 f. El número en la catarsis estétca.

30

hUe y

Sin embargo, en el caso de Platón y en relación a la dialéctica, era

para él importante el ejercicio de la razón, en su sentido primitivo,

porque en su opinión, era el medio adecuado para superar el

predominio de las apariencias sensibles, de los caprichos

convencionales en los juicios sobre el bien, la justicia o la

verdad.

III- ARISTOTELES (384-322 a.C)

§ 21- En Aristóteles podemos advertir una cierta disociación entre

pensamiento y sentimiento. Pero esta sólo aparece en algunos

textos, especialmente en los que se relacionan con la lógica y las

definiciones de la metafìsica. Por el contrario, en gran parte de

sus trabajos, se sigue manteniendo, a semejanza del pensamiento

griego en general, el supuesto no enunciado de la presencia del

sentimiento como trasfondo de todo pensar.

1- La afectividad en general.

§ 22- La afectividad en el pensamiento de Aristóteles aparece

expresamente en el estudio de las pasiones, pero también se

manifiesta, aunque de modo menos directo, en los presupuestos

de la ética, en la tendencia teleológica de la totalidad del universo

o en la consideración del conocimiento como fuente primera de

felicidad.

El estado afectivo más general que encontramos en la obra de

Aristóteles es el de la felicidad que considera, en la Etica a

Nicómaco, como bien supremo del hombre. Se trata, sin duda de

un estado de ánimo, un modo de la afectividad; no es

conocimiento ni deseo, tampoco se trata de un tipo de sentimiento

en particular. Podemos caracterizarla como un estado vivencial

que abarca toda la conducta y la actividad durante un período de

tiempo e incluye en sí sentimientos placenteros.

31

hUe y

Esta felicidad no consiste propiamente en el placer, el poder o la

fama; no se reduce, para Aristóteles, a estos componentes,

porque, sin excluirlos, abarca la vida como totalidad en cuanto,

dice, tiene conformidad con la virtud. Por lo cual, la existencia de

los hombres que obran el bien, está llena de encantos 24.

Sin embargo, Aristoteles reconoce que no se puede tener felicidad

plena sin algunos bienes exteriores: para que se de la plenitud son

importantes los amigos, riqueza, buena fama, nobleza, una familia

feliz, la belleza, los hijos, etc. Todos estos bienes son útiles

accesorios para la felicidad, pero no son la felicidad en sí misma.

Ahora bien, la vida virtuosa como condición para la felicidad

responde a un concepto de virtud (la areté) que tiene un sentido

amplio que no se restringe al orden moral. Porque para él la virtud

tiene dos dimensiones: virtudes intelectuales y virtudes morales.

La sabiduría, la ciencia, el ingenio, la prudencia, son virtudes

intelectuales; en cambio, las virtudes morales son las que

controlan el exceso de las pasiones y están presididas por la

frónesis o sabiduría práctica, presidida a la vez por la sofía o

sabiduría en sentido pleno 25.

Entonces, dice Aristóteles, la sabiduría y el ejercicio del

pensamiento contemplativo tienen la supremacía y guian a todas

las otras virtudes porque tienen analogía con la vida de la

divinidad, en la cual se da la sabiduría, pero no la templanza, ni la

fortaleza, ni la justicia que son virtudes que sólo tienen sentido en

el ámbito de las relaciones humanas 26. Por lo cual, la virtud y la

felicidad dependen principalmente de la sabiduría (sofía) y de la

vida contemplativa que eleva la mente hacia las cosas divinas.

24

Etica a Nicómaco, Espasa Calpe, Madrid, 1984, I, 6.

25 Ibid p. 85; Véase Luis Enrique Varela, Filosofía práctica y prudencia, Biblos, 2014.

26 Ver Etica, Libro X.

32

hUe y

A todo esto hay que agregar que la areté o virtud se debe traducir

en su sentido original, como destreza, capacidad o pericia, y este

es el significado primero de la sabiduría: capacidad o destreza del

artesano, capacidad del hacer y del pensar, de donde deriva

también el sentido moral, destreza y capacidad para llevar una

vida armoniosa y feliz.

§ 23- Aristòteles detalla en la Ética las notas de la vida afectiva.

Existen para él tres tipos de objetos que pueden despertar la

afectividad: el objeto puede tener las notas de lo bueno o sea,

conveniente y adecuado en sí mismo; de lo útil, es decir, solo

medio para obtener un bien; o de lo agradable, aquello que

produce placer.

Aplicando estas nociones describe las características de la

afectividad en su tratado sobre la amistad. Allí muestra cómo los

vínculos son de diferentes especies y en consecuencia lo son los

amores y las amistades. Hay tres especies de amistad que

corresponden a tres motivos de afección.

1-La de los que aman por interés o utilidad; 2 –La de los que aman

por placer; 3- La amistad perfecta: la de los hombres virtuosos que

se desean mutuamente el bien 27 .

Tenemos, entonces, el sentimiento de benevolencia como una

afección superior que no depende del interés, la utilidad o el

placer. Próximo a este sentimiento es el de los padres con

respecto a sus hijos. Por una ley de la naturaleza –dice- el amor es

un sentimiento innato en aquellos que engendran, hacia el ser

engendrado. Y esto también se da entre los animales.

Hay sentimientos que son pasajeros; pero la amistad implica una

manera de ser constante. De hecho, amando a su amigo, uno ama

su propio bien. Porque el hombre virtuoso también se ama a sí

mismo, y en la amistad el otro es como el propio yo.

27

Teoría de la amistad, Etica Nic, VIII. p. 260-61.

33

hUe y

§ 24- Otro enfoque de la afectividad se encuentra en el estudio

sobre el placer desarrollado en el libro X de la Etica a Nicómaco.

Define el placer como aquello que acaba el acto y lo completa.

Esto significa que existen placeres propios para cada tipo de acto

en cuanto acabado o completo. Y no sólo en los resultados, sino

simplemente en la actividad misma.

Existe el placer del pensamiento al desarrollar sus capacidades y

existe el placer experimentado en el ejercicio de cada sentido.

Toda sensación puede tener su placer, así como lo hay también en

la simple contemplación. Existe el placer del geómetra, del

músico, del arquitecto. Sin embargo, dice Aristóteles, hay gente

incapaz de gustar los placeres delicados y verdaderamente libres.

§ 25- Aristóteles concuerda con Platón en la distinción entre los

placeres que llevan adjunto algún dolor y aquellos placeres que

son puros. Hay placeres -dice- en los que la pena no entra para

nada; tales son, por ejemplo, los actos del pensamiento

contemplativo.

En cambio, en muchos casos para obtener el placer, son

necesarios esfuerzos y sacrificios, es decir, algún dolor.

Por último notamos que concuerda con Platón en que existen

falsos placeres. Hay placeres vergonzosos, con respecto a los

cuales hay que decir, que, en realidad, estos no son verdaderos

placeres. Porque son deleites degradantes que encantan a gente

mal organizada. Asi como no se tiene por dulce o amargo todo lo

que es tal para el enfermo, o se tiene por blanco lo que aparece de

este modo al enfermo de la vista, de igual modo no se debe

considerar como placeres los que son vergonzosos y degradantes.

2- El universo aristotélico.

34

hUe y

§ 26- El pensamiento de Aristóteles con respecto a la felicidad se

relaciona con el concepto aristotélico del universo como totalidad.

El de Aristóteles es un universo fundamentalmente deseante 28.

Las Ousías (o sustancias) son principalmente seres vivientes;

todas tienen un principio de vida: las estrellas, los planetas, el

hombre, y en cierta medida, hasta los seres inferiores. Porque el

conjunto se mueve tendiendo al Primer Motor o fin supremo, tal

como tiende a su objeto, por el deseo, cualquier ser dotado de

vida; incluso los elementos inertes se asemejan a lo que tiene

vida, en cuanto tienden hacia un fin propio, como movidos por el

deseo (la órexis universal) 29.

Según esta concepción, el universo puede ser entendido como una

cadena de unidades dinámicas, jerarquizada desde la materia

prima hasta las esferas celestes, en la que lo inferior aspira a lo

superior y es atraído por éste hasta llegar finalmente a la

divinidad, término eternamente inmóvil al cual se dirigen, en

última instancia, todos los movimientos del amor. Aspiración o

tendencia en la que lo amado ha de ser lo más noble y perfecto.

En efecto, en la Ética a Nicómaco encontramos las siguientes

afirmaciones sobre el hombre y la divinidad. ― Hay en el hombre

algo divino… Este principio divino está por encima del compuesto

al que está unido‖. Se refiere al entendimiento en el cual se da

―…la vida más dichosa a la que el hombre pueda aspirar ― 30. La

cual consiste en la contemplación, porque ―… la felicidad puede

ser considerada como una especie de contemplación‖ 31.

28

Ver Fisica, VIII; Metafísica, XII, 7.

29 Cada elemento tiende hacia su lugar propio: el fuego hacia arriba, la tierra hacia abajo; el aire y el agua

hacia lugares intermedios.

30 Etica a Nicómaco, X, 7.

31 Ibid., X, 8.

35

hUe y

Vemos cómo el pensamiento aristotélico se encuentra embebido

en la afectividad admirativa y asombrada ante las maravillas del

universo gobernado por la divinidad.

3-Las pasiones.

§ 27- Como en Platón, la afectividad que caracteriza a las

pasiones, es bien distinta de la afectividad general y difusa que

engloba como trasfondo, el ejercicio del pensamiento.

En la obra de Aristóteles encontramos finos análisis de las

pasiones en la Retórica (2-12) y en la Ética a Nicómaco.

En la Retórica hace un estudio de las pasiones, con la finalidad de

que el orador, conociéndolas lo mejor posible, pueda dominar bien

el auditorio. Comienza definiendo lo que es cada pasión y luego

enumera las causas que las producen, las circunstancias en que

se desarrollan, los efectos que se siguen de cada una de ellas. Las

presenta de un modo antitético, de dos en dos: ira y tranquilidad,

amistad y enemistad, temor y confianza, pesar e indignación,

envidia y emulación; enumera también la vergüenza y la

amabilidad, de las que no pone las contrarias.

En la Ética a Nicómaco, con ocasión de definir lo que es la virtud y

para diferenciarla de ellas, Aristóteles enumera las siguientes

pasiones: deseo, cólera, temor, audacia, envidia, gozo, amor, odio,

pesar, emulación y piedad. En general, considera como pasiones

todas las afecciones a las que son concomitantes el placer o la

pena‖ 32.

Aristóteles también se ocupa de las pasiones o emociones en el

libro I de su tratado Del alma. Allí señala el hecho de que estas

afecciones parecen darse en dependencia del cuerpo: valor,

32

Etica a.Nicómaco, II, 5.

36

hUe y

miedo, compasión, osadía, así como la alegría, el amor y el odio.

En todos estos casos el cuerpo resulta afectado.

4- El deseo, la razón y las pasiones.

§ 28- En la terminología aristotélica órexis, es el término genérico

que expresa deseo o tendencia. El deseo, a su vez, se manifiesta

de tres maneras: como epithymia, concupiscencia, como thumós,

tendencia irascible, o como boulésis, voluntad 33. Ahora bien, la

boulésis, se suele traducir como querer o voluntad. Sin embargo,

no parece fácil deducir que este querer considerado como racional

sea radicalmente distinto del deseo en sus otras formas.

La posibilidad de la persuación, tal como se nos describe en la

práctica retórica, reafirma la peculiar relación de lo racional y lo

afectivo. Allí se nos dice que existen (epithymíai álogoi), "apetitos

irracionales", que derivan de las pulsiones corporales (v.g.

hambre, sed, etc.) y "apetitos racionales" (meta lógou), que "se

tienen a consecuencia de la persuación ".

Estos apetitos o deseos, según parece, no son distintos de los

deseos comunes; son los mismos, pero merecen el título de

racionales en la medida en que responden a la persuasiòn de la

razón. Por eso no aparece en Aristoteles con claridad la distinción,

luego acentuada en la Edad Media, entre deseo (epithymía) y

voluntad (boulésis).

Ahora bien, Aristóteles reconoce, con respecto a este deseo

(boulésis) que en el plano moral, "tiene como fin el hacer bien las

cosas", que no es común porque -en tois pollois-, "para la

mayoría", el placer es el objeto inmediato de todo deseo, que "sin

ser un bien, lo parece" 34 .

33

De Anima, 414, b 2.

34 Etíca a Nicómaco, VI, 2.

37

hUe y

5- Emociones, creencias y virtudes.

§ 29- Aristóteles le concede un lugar preponderante a las

creencias en su teoría de las emociones. Sostiene que algunos

juicios provocan ciertas emociones y que otros las excluyen: la

creencia de que hemos sido objeto de un agravio inmerecido

excita nuestra ira y la creencia de que el sufrimiento de alguien es

inmerecido, mueve nuestra compasión.

Las emociones que presuponen creencias pueden ser valoradas a

partir de criterios de racionalidad, tales como la sensatez, la salud

y la rectitud práctica o ética. Entonces, las emociones serían

racionales si satisfacen a esos requisitos.

Otro aspecto a considerar en su concepto de las emociones es su

teoría de las virtudes. Todas las emociones, según Aristóteles,

pueden tener un exceso, un defecto y un medio, y en el medio está

la virtud.

Esta teoría de la virtud como un estado de equilibrio entre

extremos, le permite diferenciar, de acuerdo a las pasiones, las

virtudes de templanza (equilibrio con respecto a lo que produce

placer) de fortaleza (equilibrio frente a lo que produce temor) y

justicia (equilibrio en la relación con el prójimo). Todas las

virtudes son gobernadas por la frónesis o sabiduría práctica la

cual depende a su vez de sofía la sabiduría contemplativa.

6- La poética.

§ 30- La Poética con sus conceptos de mímesis y catarsis, ofrece

otro aspecto que se relaciona con las emociones. Aquí al analizar

el arte de la tragedia, distingue dos aspectos intimamente

relacionados. Por un lado la mímesis, la imitación que se expresa

38

hUe y

en la representación dramática. En cambio, la catarsis es la

repercución emocional que se produce en el espectador como

consecuencia de la mímesis. Repercusión que puede ser de temor,

de conmiseración, de asombro, etc. y que en el fondo consiste en

una purificación 35.

7-Observaciones y aclaraciones.

§ 31- Comencemos por afirmar que siendo Aristòteles un autor

interesado particularmente en las distinciones analíticas, no por

ello deja de tener importancia la afectividad en su pensamiento.

Brentano, en su obra sobre Aristóteles, señala en diversos

pasajes, la profundidad y originalidad de la vida afectiva para este

autor 36.

La primera reflexión que merece la obra de Aristoteles en relación

a los sentimientos es su concepto de la felicidad como bien

supremo. No cabe duda de que los seres humanos deseamos ser

felices. Sin embargo, lo que parece obvio para el sentido común,

será puesto entre paréntesis por filósofos como Kant o Nietzsche.

El primero porque considera que es el sentimiento del deber el que

debe guiar la moral humana y no la felicidad. Hacer el bien porque

esa acción produce felicidad, es para Kant egoísmo y no virtud

moral.

En Nietzsche el objetivo de la felicidad es criticado desde otro

punto de vista. Este puede ser el deseo del hombre común, pero el

hombre superior, el superhombre, se rige principalmente por la

voluntad de poder.

35

Poética,XIII-XIV; ver Pedro Geltman, Miscelanea I, II, El arte.

36 Ver O. Hamelin, El sistema de Aristóteles, Ed. Estuario, 1946, p.440.

39

hUe y

§ 32- Para aclarar este punto, es necesario examinar la ética

aristotélica y considerar el lugar que allì corresponde a la felicidad

y su relación con la virtud.

En realidad, en el pensamiento del estagirita virtud y felicidad se

generan mutuamente, de modo que no se trata de hacer el bien

para recibir como premio la felicidad, sino que, para él, la felicidad

surge espontàneamente de la acción guiada por la sabiduría

práctica que guía las acciones y por la sabiduría teórica que

conduce a la contemplación.

Así en su estudio sobre la moral de Aristoteles, R.A Gauthier

afirma que se tratra de una ética que no conoce el concepto de

pecado y que propone como objetivo lo que considera como la

realización plena de la persona humana 37.

Y Alasdair MacIntyre 38, en su libro Tras la virtud rescata lo que

para él es el sentido profundo de la ética de Aristóteles, basada

fundamentalmente en los valores, a la que define como una ética

de la virtud y no de las normas 39.

§ 33- Pero una objeción de importancia con respecto a la ética,

surge de la concepción de las emociones como controladas por

los juicios de la razón. Al acentuar esta dependencia, se ha

tendido a crear una ética racionalista, en la que la moralidad de

las acciones se valora expresamente según un silogismo que

deduce ese valor a partir de principios o postulados de moralidad.

Lo que a la larga, obviamente, resulta engañoso, porque en las

acciones humanas siempre influyen las circunstancias y las

intenciones, las cuales no pueden entrar en los principios

abstractos que sólo contemplan lo general.

37

Cf. R.A. Gauthier, La morale d’Aristote, P.U.F. Paris, 1963.

38 Filósofo inglés perteneciente a la corriente de la filosofía analítica. Véase A. MacIntyre, El concepto de

inconciente, presentación de Pedro Geltman, Amorrortu, 1982.

39 Tras la virtud, Editorial Crítica, 2004.

40

hUe y

Esta tendencia a incluir toda la moralidad en argumentos fundados

en la razón, es una de las características que se fue acentuando

en la escolástica, descuidando la importancia que Aristóteles

confería a la frónesis, a la sabiduría y la mística implícita en su

concepción del universo.

§ 34- Aparte de las consideraciones sobre la amistad, puede

considerarse como un aporte a la reflexión moderna sobre la

afectividad, el concepto aristotélico del placer desarrollado en el

libro X de la Etica a Nicómaco.

Al definir el placer como aquello que acaba el acto y lo completa,

introduce una nociòn que merece ser analizada (cf. § 24). Para

Aristoteles hay muchas formas de placer que pasan inadvertidas

para aquellos que sólo buscan los placeres intensos que

conmueven la corporalidad. Asì tiene sus placeres cada uno de los

sentidos por el solo hecho de completar su actividad; como

también lo tiene el pensamiento por el solo ejercicio de su función.

Entonces tenemos el placer del arte, de la ciencia, del deporte, de

los juegos, de los bienes culturales en general.

§ 35- Otro aspecto a considerar en el tema de la afectividad

aristotélica, es el de la repercución de su teoría de las pasiones en

ciertos criterios pedagógicos. La idea de que la persuasión de la

razón puede modular el deseo, plantea elementos para una teoría

pedagógica. Tal modulación se realizará por el hábito, resultante

de la práctica reiterada del control emocional.

Esta práctica reiterada del control emocional, se presta, sin duda,

a la formación de una virtud engañosa consistente simplemente en

la represión de los instintos por medio del automatismo adquirido.

En realidad se trataba para Aristóteles de un aprendizaje que no

consistía en la simple repetición externa de los actos socialmente

aceptados, sino de un complejo proceso de etización o formación

41

hUe y

del carácter que debía adquirir la condición ética cuando el hábito

facilitara la adhesión libre de la voluntad.

Enfoque que obviamente puede ser criticado desde la modernidad

ya que concretamente ha generado los criterios educativos rígidos

y deformantes que caracterizaron durante siglos las fomas

clásicas de la educaciòn.

Por eso, el enfoque aristotélico puede y debe enriquecerse o

completarse con la concepción socrática de la mayéutica según la

cual no sólo la verdad, sino también el bien, el amor y la belleza

que le son equivalentes, están ocultos en el interior del hombre

(cf. § 8). Entonces, como vimos, la actitud del educador ha de

fundarse en el afecto y en la confianza en los valores interiores del

educando, sabiendo que la virtud no se inculca sino que ha de

surgir desde dentro.

§ 36- Hemos visto que Aristóteles insiste en la importancia del

pensamiento contemplativo; pero contemplativo significa no

discursivo, pues corresponde al verbo theorein cuyo significado

original es ver, percibir 40 (cf. § 22). No se razona al contemplar,

solo se capta la realidad presente. Por eso en la Metafísica llega a

discribir al conocimiento de las verdades supremas como ―un

tocar‖ con la mente 41 . No se trata, entonces, de conocimiento

abstacto o conceptual, malentendido que surge de una lectura

superficial del libro XII de la Metafísica.

§ 37- Ahora bien, es fácil entender el placer contemplativo ante la

belleza en el plano sensible; mucho más difícil es entender que

también puede darse un placer semejante ante una idea, una

analogía, la conclusión de un argumento.

40

Cf. Ética a Nicómaco X, 7.

41 Ver Metafìsica IX, 10 1051 b 25-26 .

42

hUe y

Conocer es percibir lo verdadero, lo cual, a su vez, resulta

placentero porque, en realidad, para Aristóteles, el placer del

conocimiento implica una identificación entre pensamiento y

sentimiento. En el acto del pensamiento se da, a la vez, la

satisfacción del sentir característica de la actitud contemplativa.

Entonces el conocimiento no se reduce al contenido de la

proposición o enunciado, sino que supone el contacto afectivo con

lo que se enuncia. Contacto que puede implicar admiración,

asombro, referencia al telón de fondo de la divinidad que todo lo

ordena; armonía cósmica, placer de la inclusión en una totalidad

significativa. Vemos qué lejos está este intelectualismo, de la fría

y esquemática noción moderna del conocimiento.

§ 38- En Aristóteles predomina una concepción holística del

universo, muy importante en la actualidad cuando en distintas

ciencias aparecen modelos que intentan integrar todo el

conocimiento en totalidades abarcantes: así, por ejemplo, la teoría

de los sistemas o el estructuralismo.

Sin embargo, las entidades holísticas del aristotelismo parten de

un enfoque particular distinto del de las ciencias modernas. El

punto de vista del estagirita es el del universo unido por el

finalismo de todos sus componentes, por lo cual siempre está

presente su ligazón a la vida como totalidad y a la afectividad del

deseo y del placer.

§ 39- Su idea de la ciencia es nueva y original sin despegarse

enteramente de las presupuestos del platonismo. Pues si bien hay

una mayor valoración de la experiencia empírica, la idea del

finalismo y de la analogía sigue impregnando todo el

pensamiento. Es que en Aristóteles todavía predomina la intención

contemplativa sobre el interés instrumental.

§ 40- En relación al pensamiento contemplativo podemos proponer

un ejemplo característico tomado del libro XII de la Metafísica. Allí

trata de demostrar la existencia del primer motor inmovil o sea de

la divinidad como primer principio de todo lo existente. El punto de

partida es la afirmación de que en el universo existe movimiento y

43

hUe y

que este movimiento es eterno, es decir, continuo y además

circular. Aplicaremos aquí lo que hemos llamado en la

presentación ―fenomenología de la constitución conceptal‖ (cf. §

1).

Aristóteles considera probada en su libro de la Fìsica la eternidad

y circularidad del movimiento del universo 42. Las razones que

alega sólo pueden entenderse si reconocemos que su pensamiento

se basa en semejanzas y analogías sólo explicables sobre la base

del presupuesto de la unidad y armonía del universo. Piensa,

obviamente, en la esfera celeste girando sobre el eje polar y ésta

será la premisa para probar que un movimiento eterno necesita

una causa que también sea eterna y que en cuanto eterna debe

ser inmóvil o inmortal, es decir sin cambio o movimiento.

§ 41- Argumentación que, como tantas otras que aparecen en la

obra de Aristoteles, nos parece absurda y carente de sentido.

Ciertamente no conocemos la actitud interior que movía al filòsofo

para desarrollarlas. En cambio, si tomáramos en cuenta la

afectividad de fondo que englobaba su pensar, tendríamos al

menos una explicaciòn de por qué argumenta de esta manera.

En efecto, esto es lo que hay que entender cuando consideramos

los supuestos razonamientos demostrativos que encontramos en

los premodernos y no sòlo en Aristóteles. Allí no se piensa la

causalidad como fuerza eficiente, mecánica o análoga con algún

mecanismo, sino sobre la base del presupuesto de la

emocionalidad admirativa con respecto a la unidad y armonía del

universo. Entonces, se busca entender cuál es el orden y la

finalidad interna que le corresponde. Y a esto se llega por medio

de analogías, correspondencias y semejanzas entre las partes.

De allí que considere la analogía como dotada de fuerza probatoria

como consecuencia de la unidad y armonía de las partes del

universo. Entonces, lo que se da en una parte, también de modo

análogo debe darse en la otra.

42

Ver Metafísica, XII, 6-8; Física VIII, 1-3.

44

hUe y

§ 42- Ahora bien, es un hecho observable el movimiento de la

esfera celeste, movimiento que para Aristóteles es siempre,

eternamente, el mismo, y que debe ser circular porque éste es el

único movimiento que, al volver sobre sí mismo no cambia nunca.

Asì, en la argumentación sobre el primer motor, Aristóteles

encuentra analogía entre el movimiento eterno de las esfera

celeste y un motor que también es eterno. Entre un ser que es

siempre lo mismo y algo que no cambía nunca, hay, sin duda,

analogía. Pero algo que mueve sin cambiar debe mover como un

imán, atrayendo, por lo cual Dios atrae a todo lo que existe como

fin último.

De modo que el cielo movido por el primer motor será el que

promueve todos los cambios que se producen sobre la tierra, los

cuales también tienen analogía con el movimiento del cielo porque

tienen comienzo, medio y fin.

§ 43- Pero ¿cuál es el fondo último en que se apoyan estos

argumentos aristotélicos? Lo aclara en el capìtulo 8 del libro XII

de la Metafísica, donde afirma que sus conceptos expresan,

fundamentalmente, el contenido esencial de la creencia popular

sobre los dioses, seres eternos, inmortales que se identifican con

los astros. De modo que su premisa de un movimiento eterno

movido por un ser inmortal, tiene en el fondo su raìz en la

mitología y en la opción emocional que corresponde a toda

creencia mitológica. Entonces, lo que aparece como un

razonamiento abstracto, se fundamenta en algo emocional común

al pensamiento de su tiempo.

Esto no impide que en el mismo libro, en que trata de la eternidad

del movimiento celeste, siguiendo las investigaciones

astronómicas de Eudoxio, realice consideraciones de carácter

científico sobre el movimiento de los planetas, donde prevalece un

esfuerzo racional para explicarlo sobre la base de un complejo

sistema de esferas coordinadas. Lo mismo, también debe decirse

45

hUe y

sobre sus estudios de zoología, botánica o química: la analogía

siempre se complementa con observaciones objetivas de carácter

científico en el sentido moderno.

En mi trabajo sobre los arquetipos en la filosofía antigua y

medieval, he examinado con detalle los estudios científicos de

Aristòteles en la física, en química y en biología. Lo que se

descubre claramente en el examen de estos escritos, es el punto

de partida sobre el fondo de un arquetipo, símbolo o presupuesto

que guia el pensamiento. Este es el modelo de la actividad

artesanal de la naturaleza en la generación de la vida, y la

actividad artesanal del hombre en sus producciones 43.

Este modelo subyacente como símbolo constituye el punto de

conexión entre sentimiento y pensamiento. Pero más allà de este

condicionamiento de tipo afectivo, la investigación aristotélica

está llena de observaciones objetivas sobre los fenómenos

naturales, como reconocen en general los estudiosos modernos.

IV- LOS ESTOICOS.

§ 44- En la historia de la reflexión filosófica sobre los

sentimientos, los estoicos ocupan un lugar particular. A ellos se

debe una clasificación de las pasiones que tendrá repercusión en

toda la historia de Occidente.

Ponían el origen de las pasiones en el impulso general y primitivo

de la naturaleza, impulso que en el hombre puede ir contra su

misma naturaleza. Las consideraban, entonces, como movimientos

peligrosos, generalmente malos y desordenados, producidos por

fuerzas contrarias a la razón. Estarían mejor definidas según ellos

como «enfermedades del alma».

43

Ver P. Geltman, Símbolos y arquetipos en la filosofía , Antigüedad y Edad Media. La importancia del

modelo artesanal fue señalado por Heidegger, en Interpretaciones fenomenológicas sobre Aristóteles, Trotta,

Madrid, 2002.

46

hUe y

Tales perturbaciones surgían de representaciones falsas que a su

vez motivaban juicios erróneos. De modo que para dominar las

pasiones era preciso no prestar asentimiento a las

representaciones engañosas que originan la ignorancia y

enturbian la inteligencia.

Los estoicos las sistematizaron, reduciendo todas a cuatro

pasiones fundamentales: deseo (epithymía) o inclinación hacia un

bien futuro; temor (phobos) o repulsión de un mal futuro; placer

(hedoné) o expansión de la mente sobre un bien presente; dolor

(lýpe) o depresión de la mente por un mal presente.

A partir de esta clasificación, según criterios genéticos se podían

catalogar las subespecies de pasiones

Como las pasiones son radicalmente malas, era preciso

extirparlas; sólo así se llega a la imperturbabilidad o impasibilidad

(ápátheia) cualidades del hombre sabio.

Para ello se debía lograr el conocimiento de las pasiones, lo que

implicaba un conocimiento ontológico de las condiciones que

preceden la existencia humana: es decir un conocimiento de las

leyes de la naturaleza que producen las pasiones.

Este conocimiento, quehacer filosófico, procuraba la tranquilidad

anímica, o si se prefiere, la felicidad. Puesto que la razón

debilitada por las pasiones puede caer en la insensatez o la

locura, de cada uno dependía, entonces, preservar su salud

psíquica. Y para preservarla nada vale tanto como "la medicina del

alma" que es la filosofía.

Frente a lo que fácilmente engendra en un alma débil la

insensatez, sabio era aquel que poseía y vivía la virtud

considerada como " una coherencia del alma consigo misma", lo

que implicaba tambien " vivir de acuerdo con la naturaleza".

Algo de la concepción estoica se infiltró en parte de la cultura

47

hUe y

medieval y se reprodujo con mayor intensidad con el ascenso del

pensamiento de la ilustración en el comienzo de la modernidad.

Por otra parte hay que reconocer el mérito de algunos pensadores

afines al estoicismo como Epicteto, Marco Aurelio o Séneca,

cuyas reflexiones de elevado sentido moral fueron apreciadas y

valoradas en todos los tiempos.

V- OBSERVACIONES DE CONJUNTO SOBRE LA

AFECTIVIDAD EN LOS FILOSOFOS DE LA ANTIGUA

GRECIA.

§ 45- Hay algo común a todos los filósofos de la Grecia antigua

que, con matices diferenciales, aparece en todos. Para ellos

existe una tendencia afectiva que llena la totalidad del universo.

En Empédocles se expresa por la contraposición de amor y odio en

la evolución del universo. En Platón se expresa en el Banquete por

el discurso de Erixímaco. Para Aristóteles consiste en la finalidad

total que incluye a todos los seres en su tendencia hacia el Primer

Motor Inmovil. Esta dinámica universal supone a la vez una

captación del mundo como una totalidad orgánica, donde todas las

partes se corresponden de alguna manera, tal como sucede en

todo ser dotado de vida.

Sin embargo, en esta visión del mundo solo conceptualizaron de

modo explícito lo que catalogaban como pasiones y que

contraponían al ejercicio de la razón. No tenían una noción de lo

que modernamente llamamos sentimiento y que de alguna manera

no es necesariamente pasional. Para ellos el sentimiento es lo

obvio que no necesita mayor explicación, es tan obvio que pasa

desapercibido ya que no conciben que pueda existir separación

entre pensar y sentir. Puesto que todo conocimiento tiene su

sentir, entonces se explican las afirmaciones sobre el placer y la

felicidad que puede darse en el conocimiento.

48

hUe y

Por su parte, la dinámica universal del amor o de la òrexis o deseo

que conforma a todo lo existente, se engolfa en diferentes

manifestaciones particulares según los autores.

Para los presocráticos, como Heráclito, es la lucha de contrarios

en que se resume una armonía secreta, en la cual se

sobreentiende una forma de afectividad unitiva entre las partes;

en Empédocles el amor y el odio se encarna en cada combinación

de los elementos según una ley de simpatía por la cual lo

semejante se une a lo semejante o de antipatía por lo cual sucede

todo lo contrario.

En Platòn la dinámica ascencional del amor se manifiesta en sus

distintos niveles jerárquicos, desde el amor sensible a la belleza

corporal, hasta el amor a la belleza suprema. En Aristòteles la

forma que unida a la materia, determina las características de

cada ser, engendra la respectiva tendencia hacia el fin propio

según su naturaleza.

B- El PENSAMIENTO DE ORIENTE.

VI- SENTIMIENTO EN EL PENSAMIENTO DE LA INDIA

ANTIGUA.

Es de una vastedad inabarcable la literatura disponible tanto de la

India como de China como expresiones fundamentales del

pensamiento de Oriente. Nos limitaremos en este apartado a

algunos aspectos del pensamiento de la India, buscando allí el

sentido que tiene en Oriente lo que nosotros llamamos

sentimiento.

1- Estados de conciencia.

49

hUe y

§ 46- Lo primero que descubrimos en relación a las emociones y

sentimientos, es el hecho de su vinculación con los latidos del

corazón como analogía conceptual para todo lo que se refiere a la

afectividad. En concreto, la emoción, aún en Occidente, está

vinculada al movimiento por su etimología, pero en la India ese

movimiento se relaciona principalmente con el movimiento rítmico

como el de los latidos del corazón, los cuales acompañan

normalmente todo estado emocional.

Ahora bien, los teóricos hindúes han tendido a identificar esta

conmoción rítmica con la esencia de todo movimiento. A

semejanza de lo que encontramos en la física de Aristòteles, este

movimiento pendular o circular será considerado como esencia y

modelo de todo otro movimiento, quedando sintetizado en la

nociòn del ritmo como esqueleto o estructura formal de toda

emoción 44.

Según este pensamiento, cuando nos emocionamos nos penetra la

energía vital del universo, la shakti que es esencialmente rítmica.

Pero esta energía, en su estado originario, está más allá de todo lo

sensible, según el enfoque de la via negativa, es decir que está por

encima del mundo de las formas.

Por lo tanto, la perspectiva que se debe adoptar para entender el

signficado de la emoción, no será tanto la de la subjetividad

individual, sino la del misticismo de la unión con un Sujeto

Absoluto al cual, según esta tradición, es posible acceder

mediante un saber de experiencia que excede y está más allá de

las capacidades de la razón intelectiva.

Entonces se debe partir de la idea de una vibración primordial o

latido de la energìa originaria como vehículo de la emoción.

44

Ver Rosa Fernandez Gomez, La vibración primordial en el pensamiento Indio, Universidad de Málaga, en

EmocionesThémata, Num. 25, 2000, pgs. 187-194. La autora desarrolla en particular el pensamiento de la

Escuela del Sivaismo de Cachemira. Este Sivaismo abarca una serie de tradiciones no-dualistas con influencia

tántrica que se desarrollaron entre los siglos VIII y XII.

50

hUe y

Vibración y energía que tienen, obviamente, un significado

analógico pues se trata de realidades suprasensibles e informales.

Esta energía originaria es la que se manifiesta en todas las

actividades humanas, por lo cual la dicotomía que prevaleció en

Occidente entre inteligencia y sentimiento o entre razón y pasión,

nunca llegó a darse, estando ambas integradas bajo la noción de

―estados de conciencia‖.

En consecuencia, el control mental que se propone en el yoga es

igualmente un control emocional en la medida en que se persigue

la ausencia de deseo, concibido este como origen tanto del

pensamiento como de la emoción.

Pero la emoción tiene su expresión práctica en la teoría del arte.

Allí encontramos una estrecha vinculación entre estética,

metafísica y mística: la primera tiene la función de presentar lo

Absoluto de modo sensible por medio de alguna representación

visual, sonora o teatral y de conducir por ese medio a una

experiencia de la divinidad. Entonces, a través de las emociones

estetizadas en el arte, se alcanza una experiencia de lo absoluto.

La obra más temprana que se conserva sobre el tema estético es

el Natya Sastra de Bharata fechada alrededor del siglo II. En este

tratado sobre la dramaturgia, se afirma que el rasa es el factor

más importante de todo drama. Rasa significa jugo, sabor y en el

contexto estético designa el placer específico que se saborea al

contemplar la obra de arte. Allí se enumeran ocho estados

emocionales básicos que al ser representados en el escenario

darán por resultado el rasa o placer estètico.

Sin embargo, de acuerdo a la visión característica respecto del

origen de toda emoción, se postula la existencia de un noveno

rasa, santarasa que no es sensible, estado de equilibrio necesario

para que emerja la emoción. Se lo compara con un lago en calma.

51

hUe y

§ 47- Esta teoría encuentra su fundamento en la concepción

metafísica del universo que considera la Conciencia Universal en

su estado originario como no manifestación. Esta Conciencia

originaria fragmenta su unidad y pasa a ser Voluntad pura que es

vibración de alteridad y se transforma después en Pensamiento,

el cual se convierte finalmente en Acción. Entonces la voluntad, el

conocimiento y la acción del individuo son manifestaciones de la

energía primordial.

Resumiendo se debe decir que la vibración primordial es aquella

pulsación primera a partir de la cual se genera el universo.

Nuestras emociones individuales serían como el eco, fruto de la

onda expansiva de la vibración originaria.

2- El camino de la devoción.

§ 48- Para la tradición de la India existen distintos caminos para

alcanzar lo que llaman liberación, objetivo final de la realización

de la existencia humana. Entre estos caminos la valoración de los

sentimientos se destaca especialmente en el bhakti yoga, camino

de la devoción.

Bhakti significa tanto devoción como apego amoroso a lo Divino.

El yogui en el camino devocional participa literalmente en lo

Divino a través de la entrega, devoción, servicio y adoración para,

finalmente, ser arrastrado a la unión mística con lo Divino.

Entonces, la fuerza emocional del ser humano es purificada y

canalizada de modo que su pasión por Dios consume todo sus

deseos terrenales.

La práctica del bhakti se ha mezclado tradicionalmente con el uso

de soportes y relaciones externas. Los ritos, rituales y ceremonias

son los soportes, y la adoración del guru y de un Ser Supremo

externo es el enfoque de las relaciones.

52

hUe y

Con respecto a estos soportes de contemplación tenemos el

interesante trabajo de Coomaraswamy sobre la conmoción

estética. Allí encontramos la descripción de las expresiones

emocionales y la delectación sentida frente a los símbolos,

representaciones y narraciones de carácter sagrado destinadas

a elevarse, en última instancia, a una forma emocional que está

más allá de lo sensible y que de alguna manera coincide con lo

que llamamos paz 45.

C- SENTIMIENTO EN EDAD MEDIA.

VII- SAN AGUSTIN (354-430).

1-El concepto del amor.

§ 49- El concepto del amor es el punto de partida del pensamiento

de S.Agustín. Por otro lado, para él el amor condensa e incluye

todos los sentimientos. El amor está, además, por encima de la

esfera racional, porque el amor a Dios nos hace más

bienaventurados que toda razón. Es la dimensión fundamental del

espíritu humano, responsable de su movimiento tendencial: «El

peso mío es mi amor; por el peso de mi amor soy llevado

adondequiera que voy» 46.

45

A. Coomaraswamy, Sobre la doctrina tradicional del arte, Harvard Journal of Asiatic Studies, VII

(1943).

46 Confesiones: XIII, 9.

53

hUe y

Este es el enfoque fundamentalmente cristiano que se incorpora a

la concepción griega de la filosofía 47.

El amor tiene cuatro dimensiones: Dios, uno mismo, el otro y la

naturaleza. «Hay que amar cuatro cosas: lo que está sobre

nosotros, lo que somos nosotros, lo que está junto a nosotros, lo

que está bajo nosotros‖.

§ 50- Por otra parte, el amor es en el hombre amor a la felicidad. El

concepto de la felicidad como bien supremo que encontramos

especialmente en Aristóteles, se une ahora a la noción de Dios.

Dado que Dios es la plenitud de todos los bienes, en El se ecuentra

ese foco de atracción universal. Por eso el amor de cualquiera de

los bienes creados exige una referencia a Dios como condición de

su buen uso; de todo puede gozarse o usar con deleite, mas si no

se pone en ellos el último fin, cuando no se busca a Dios, la

voluntad humana queda perdida en un laberinto de necesidades y

deseos que no le permiten llegar a la meta.

De modo que la ética agustiniana hace coincidir el eudemonismo

griego (la búsqueda de la felicidad) con la bienaventuranza

cristiana; y no establece separación entre la obligación moral y la

felicidad como fin.

2- La virtud como ordo amoris

§ 51- El primer principio para el análisis de la noción de amor en

San Agustín es el de la participación analógica. El segundo es la

ordenación del amor, la dilectio ordinata 48.

47

En realidad Israel, poco llevado a la abstracción intelectual, ya le daba al amor mayor colorido afectivo:

conocer ya es amar; los LXX escogieron agapan para designar el ahab hebreo. Esta nociòn es la que se unirà

a la nociòn griega del amor.

48 De doctrina christiana, I, 27, 28

54

hUe y

Concibe el universo como una jerarquización de bienes dispuestos

en diferentes niveles de perfección y bondad, en cuanto

semejanzas, vestigios o imágenes más o menos alejadas o

cercanas a Dios: principio de analogía.

La ordenación del amor, segundo principio, ubica al amor como el

verdadero corazón del alma. Así como todas las facultades y

actividades del espíritu son movidas por la voluntad, así el amor

que mueve a la voluntad es lo que da sentido y unidad a todas las

operaciones humanas. Entonces, lo que caracteriza esencialmente

al hombre es su amor. Sus pasiones o los movimientos de su

voluntad se califican de acuerdo al amor que los vivifica. Por eso

afirma que «los hombres se especifican por su amor». En otras

palabras, cada hombre es según las formas de su amor.

§ 52- Por eso define la virtud en La Ciudad de Dios en términos de

ordo amoris, o sea, el orden adecuado del amor: amar lo que debe

ser amado: ―Aquí está la ética, puesto que una vida buena y

honesta no se forma de otro modo que mediante el amar, como

deben amarse las cosas que deben amarse‖. Y también los vicios y

las acciones desordenadas son formas del amor, amor desviado 49.

San Agustín fue pionero en hacer evolucionar el concepto ético de

virtud, desde la clásica «disposición del alma conforme a la

naturaleza y a la razón» —ordo est rationis— hasta la

consideración de la misma como «manifestación del amor» —ordo

est amoris. La razón del corazón humano no es otra que el amor.

3- Las cosas que son objeto de amor y las clases de amor: charitas

y cupiditas.

§ 53- El amor supone una jerarquía de los objetos, de modo que

están las cosas superiores, que son las que en sentido propio nos

proporcionan la felicidad y nos conducen a nuestro fin último, que

es la fruición divina; luego están las que podemos usar y gozar.

49

La ciudad de Dios, XV, 22

55

hUe y

Pero las cosas que usamos están destinadas a alcanzar aquellas

que nos proporcionan la felicidad por sí mismas 50.

Sin embargo, el hombre puede hacer de los medios, fines y hacer

de los bienes contingentes bienes absolutos. A partir de esta

realidad, Agustín distingue entre el amor dirigido a Dios (charitas)

y el amor dirigido a las creaturas (cupiditas). La caridad, por tanto,

es definida como el amor bien ordenado.

El amor dirigido al mundo por el mundo, la cupiditas, condena al

ser humano a la infelicidad en la medida en que todo bien temporal

se halla bajo la amenaza de su desaparición. Sólo la charitas, el

amor a Dios por Dios y al prójimo por Dios, puede asegurar la

verdadera felicidad en la posesión de un bien que no puede

perderse por ser inmutable y eterno.

La clave de la vida moral no es tanto si se ha de amar, sino qué es

lo que se debe amar. Un amor equivocado puede llevar al hombre a

la más irremisible de las desgracias haciendo de la felicidad una

meta inalcanzable por sí misma. Por esa razón advierte el santo de

Hipona que se debe tener especial cuidado al escoger el amor.

Por consiguiente, se puede afirmar que de la distinción

agustiniana entre charitas y cupiditas resulta claramente una

jerarquización fundamental. San Agustín no niega absolutamente

su valor a los bienes temporales, pero los sitúa en su orden

correcto.

Consideraba, de modo metafórico, que la caridad con el prójimo

era un método ascético de purificación de los ojos para ver a Dios.

El amor a los demás se inserta en el misterio de Cristo, ya que él

ha creado una forma nueva y solidaria de encuentro basado en la

fraternidad, especialmente con los más débiles.

50

De doctrina christiana I, 3.

56

hUe y

§ 54- En cuanto a las pasiones, San Agustín se fija sobre todo en

su aspecto moral. Enumera como principales: el dolor, el gozo, el

temor y el deseo, siguiendo la clasificación de los estoicos. Sin

embargo, no entiende a las pasiones como enfermedades del

alma. Para él, el aspecto de bondad o malicia de las pasiones,

depende de la voluntad. Si la voluntad es buena, las pasiones son

buenas; si es mala, las pasiones son malas 51.

La moral cristiana tiene en S. Agustín un primer momento

fundacional. Sin embargo, no está interesado en el desarrollo de

una teoría especulativa sobre la vida moral. Por otra parte, no

separa la ética de la espiritualidad y de la mística por lo cual no

hace énfasis en los deberes, obligaciones y sanciones de la

teología moral desarrollada posteriormente.

4- Aclaraciones y observaciones.

§ 55- Leyendo la obra de San Agustín queda claro que los textos

específicos en que trata de los sentimientos y de las pasiones,

están dirigidos fundamentalmente al creyente cristiano. Es que el

contexto histórico en que se mueve, es el del imperio romano

recientemente convertido al cristianismo.

En consecuencia su concepto del amor es el de la caridad

evangélica y su insistencia en la referencia a Dios para los actos

de amor en sus distintos niveles, depende de ese enfoque. Con

todo, hay que advertir que esa referencia a Dios no debe

entenderse como una opción conciente para cada acción, sino

como la intencionalidad general en la conducta del creyente.

Se suele citar la frase de San Agustin fides quaerens intellectum

(la fe que busca el entendimiento) como raíz de los desarrollos

posteriores de la escolástica medieval. Hay aquí el peligro de un

51

La ciudad de Dios, 1.9, c.6.

57

hUe y

equìvoco. Tendriamos en Agustìn al padre de cierto racionalismo,

el que pone las bases de la relación entre fe y razón.

Nada más lejano del pensamiento de S. Agustìn. Si leemos sus

escritos, por ejemplo, las Confesiones, encontraremos que dialoga

constantemente con Dios a medida que escribe. Aun en los temas

más abstractos como, por ejemplo, la definición del tiempo, todo

lo redactado es para él consecuencia de la inspiración conque

Dios le sugiere la respuesta.

Entonces, lo que podría parecer una fría elaboración racional, es

en realidad, una construcción realizada sobre los cimientos del

amor, es decir, envuelta en la afectividad de la fe religiosa. El

mismo Agustin lo aclara cuando define la inteligencia como acto

de amor y cuando considera a la razón subordinada al amor.

Entonces, es engañosa la distinción entre fe y razón, pues la

misma razón se entiende como fundada en la fe.

Por supuesto, cuando la escolástica entró en decadencia, en las

disputas interminables, las divisiones y subdivisiones de las

cuestiones mínimas, surgieron nuevas posturas intelectuales que

separaron enteramente la razón, ahora entendida ya como ciencia

en sentido moderno, y a la vez, como consecuencia, quedó

separado el pensamiento de todo sentimiento, la mente quedó

separada del corazón (cf. § 85).

VIII- LA MÍSTICA MEDIEVAL.

§ 56- En la mística de la Edad Media se encuentran muy

importantes y llamativas expresiones referentes a la afectividad.

Así por ejemplo, en la obra de Dionisio Areopagita (el pseudo-

dionisio, siglo VI) y en la de Escoto Erígena (810-877) nos

enfrentamos con una mística que intenta trascender el mundo

limitado de la experiencia sensible para llegar a lo divino más allá

de todo concepto. Experiencia en la que se encierra una vivencia

afectiva de un orden totalmente diferente de todo lo imaginable,

58

hUe y

semejante en gran medida con la que hemos encontrado en el

pensamiento de la India (cf. § 48).

Como es imposible detallar toda la riqueza de estas corrientes del

pensamiento, nos concentraremos ahora en algunos escritos del

siglo XII que llaman la atención por anticipar ideas que luego se

repetirán en siglos posteriores.

En este siglo se desarrolla una síntesis mística entre el

cristianismo y el humanismo greco-romano, una especie de

Renacimiento que antecede a los siglos XV y XVI. Por eso dice

Gilson que este siglo está más cerca del Renacimiento que el

siguiente siglo XIII, en el cual se desarrollaron los grandes

sistemas escolásticos, influidos por el aristotelismo 52.

Los representantes más importantes de este período son los

místicos de la Escuela de San Víctor: Hugo (1096- 1141) y Ricardo

de San Víctor (1110- 1173).

§ 57- Hugo de San Víctor desarrolla una visión novedosa en

relación al sentimiento estético. Afirma que la capacidad para

sentir la belleza, depende de la belleza del alma. Cuanto más

bellas son las almas mejor perciben la belleza de las cosas. El

alma, en efecto, reconoce su propia belleza en la belleza de las

formas que percibe. Goza con la armonía de las creaturas

materiales.

A su vez, este placer es considerado como la imagen y el símbolo

de un placer invisible y superior. Así tenemos los deleites de la

vista o del oido, la suavidad de los perfumes, la dulzura de los

sabores y los placeres del tacto que representan en imagen el

deleite producido por las virtudes, por la justicia y por el amor de

Dios. Estos bienes espirituales tienen algo en común con los

bienes sensibles 53.

52

E. Gilson, La filosofía en la Edad Media, Madrid, 1946.

53 Cf. De Bruyne, L'Esthétique du Moyen Age, Louvain, 1947; Ver P. Geltman, Fenomenología de las

Formas Simbólicas, Cap. 8.

59

hUe y

Hugo de San Víctor se muestra además precursor de romanticismo

en su consideración de lo feo o deforme. Así dice que lo feo

todavía es más bello que la belleza misma. Porque esta nos

encadena al mundo sensible mientras que aquel nos libera

dándonos por contraste la nostalgia del ideal al que aspira el alma.

La deformidad o disimilitud con lo divino nos conduce hacia a la

Verdad por ausencia de lo perfecto. Veremos más adelante cómo

los románticos, Schelling en especial, valorarán la tragedia griega

como la forma más sublime del arte.

§ 58- Ricardo de San Víctor, por su parte, nos ofrece una

elaboración detallada de las formas del placer contemplativo. Para

él existen cuatro facultades en el alma humana: los sentidos, la

imaginación, la razón y la inteligencia. En cada una de ellas se

puede dar alguna forma de contemplación.

Pero la inteligencia es el órgano por exelencia de la

contemplación por oposición con la razón que piensa de modo

discursivo por pasos que se suceden uno a otro. La inteligencia

permite alcanzar una visión intuitiva, sintética y poseedora de la

verdad. A su vez puede animar e impregnar las otras facultades, es

decir, a la razón, a la imaginación y a los sentidos sin suprimir su

propia actividad. Cuando la inteligencia ilumina las otras

facultades se produce la contemplación en el plano de las mismas,

de modo que actuará dando vida a los objetos sensibles y a las

representaciones de la imaginación, pero también a los conceptos

de la razón.

Obviamente esta animación contemplativa implicaba para él el

placer de la afectividad. La inteligencia misma, como facultad

independiente y superior, podía también desarrollar una

contemplación pura sin imágenes o conceptos por medio de la

intuición intelectual centrada en Dios.

IX- SAN BUENAVENTURA (1218-1264).

60

hUe y

§ 59- Con S. Buenaventura pasamos al siglo XIII, a la etapa en que

culmina el pensamiento medieval, a la vez que comienza su

decadencia.

S. Buenaventura colocará la vida afectiva en el lugar central de su

pensamiento siguiendo la inspiración que le viene de S.Agustín.

Por eso en la especulación filosófica o teológica distingue un

doble aspecto: la especulación que termina en sí misma, y

entonces es objeto del lógico, y la que termina en el afecto y en la

acción exterior, es decir, la que es realmente virtuosa. De modo

que la ciencia para llegar a ser sabiduría debe unir el afecto al

conocimiento. ―Así pues el conocimiento que pasa al afecto es

sabiduría, la cual es conocimiento de causas altísimas por causas

altísima‖ 54.

Opina que la fe versa sobre un objeto demasiado alto para que

podamos aprehenderlo por la razón. No es pues por la razón sino

por amor a ese objeto que realizamos el acto de fe. Entonces a

partir del amor entra en juego la especulación filosófica. El que

cree por amor quiere tener razones de su creencia; nada es más

dulce para el que ama que comprender lo que ama. De este modo

la filosofía nace de una necesidad del corazón 55.

Por lo tanto, para él, la fe no se basa en las pruebas de la razón,

sino en el amor, a partir del cual es posible buscar ciertos

argumentos que refuercen lo creido.

En sus escritos se refleja de algún modo el pensamiento de San

Francisco de Asís, por lo cual la sencillez y la emoción descubren

la faz de Dios en toda la naturaleza.

Como vemos, si bien admite que hay un tipo de especulación que

se desliga del sentimiento o de la afectividad, la especulación que

para él corresponde a la verdadera sabiduría, es la que viene unida

al afecto. Ya en su tiempo, con la difusión del aristotelismo, se

54

In Hexaemeron, coll.V, n.12-13.

55 Ver E. Gilson, La Filosofía en la Edad Media, Pegaso, Madrid, 1946, p. 117.

61

hUe y

acentuaba cada vez más la tendencia hacia una especulación

puramente abstracta. Contra esta tendencia su obra está llena de

advertencias.

§ 60- Por último, se debe destacar en el Hexaemeron la distinción

que establece Buenaventura entre las distintas fomas de la

sabiduría, entendida como saber que viene del afecto 56 . Son

cuatro formas: la sabiduría uniforme, la sabiduría multiforme, la

omniforme, y la nuliforme. La primera abarca las reglas del

pensamiento correcto, en especial, el que se centra en las

verdades metafísicas sobre el Sumo Bien. La sabiduría multiforme

es la que se encuentra en la Sagrada Escritura que es multiforme

porque se manifiesta velada en múltiples figuras, sacramentos y

signos. La sabiduría omniforme es la que se manifiesta en los

vestigios de la obra divina en la creación.

Por último, la sabiduría nuliforme se refiere a las experiencias màs

elevadas de la mìstica, en las cuales el alma queda sumergida en

las tinieblas de lo divino que por su excesivo resplandor la

enceguece. En esto coincide con lo que San Juan de la Cruz

llamará la noche oscura, con el pensamiento del Pseudodionisio

Areopagita y con la metafísica de Oriente.

X- SANTO TOMAS (1224-1274).

1-El contexto general.

§ 61- En S. Tomás se presenta la expresión más destacada del

aristotelismo medieval por lo cual su obra plantea más de una

paradoja en relación al tema del sentimiento. En todos sus

escritos, incluso en la Suma Teológica y en sus comentarios a la

Sagrada Escritura, nos encontramos con una metodología

56

In Hexaemeron, coll. II, n. 8.

62

hUe y

expositiva cargada de abstractas elaboraciones conceptuales,

ordenadas en cuestiones y subcuestiones, llevadas muchas veces

hasta el límite. Con todo, como veremos, a pesar de estas

especulacionues, que responden sin duda a las exigencias del

pensamiento predominante en la época, la afectividad no deja de

ocupar un lugar importante en sus trabajos.

Es cierto que en esta metodologìa se insinuaban ya todos los

defectos que luego conducirán a la decadencia de la escolástica.

En especial, la necesidad de encontrar pruebas para cualquier

cuestión por medio de argumentos que en el fondo constituían una

racionalidad solo relativa.

Sin embargo, una lectura atenta de su obra nos revela algo que

está màs allá de la forma exterior fría y abstracta de su desarrollo.

Si bien, al igual que en Aristòteles, hay textos que por razón de

su temática, implican un enfoque puramente lógico, en otros

existe una afectividad implícita, en cuanto que lo escrito supone

una actitud contemplativa que solo puede convencer si es leído en

el marco de la afectividad propia de la fe, (con devoción,

admiración, reverencia, etc.).

Ademàs, en numerosos textos, S. Tomàs nos habla expresamente

de la afectividad que se da en la sabiduría y de la dulzura y deleite

que se experimenta en el conocimiento afectivo de la verdad 57.

Comenzaremos con el estudio de las pasiones, para considerar

luego el amor en sus distintas dimensiones, en especial, la

relación entre amor y conocimiento.

57

En la Suma Teológica, II II q 45 2, dice: “pertenece a la sabiduría como afecto experimentar delectación

y dulzura espiritual”. Y en II II q 97 2 ad 2: “puede darse un conocimiento afectivo o experimental de la

voluntad de Dios: entonces se siente gusto de la divina dulzura y complacencia de la divina voluntad.”; y en

II II q 162 3 ad 1, agrega: “Existe una forma de conocimiento afectivo de la verdad. Los soberbios no pueden

experimentar la dulzura de la verdad porque donde está la humildad, allí está la sabiduría “.

63

hUe y

2-Las pasiones.

§ 62- El estudio de las pasiones, ya iniciado en la filosofía antigua

y continuado después en la escolástica, encontró en S. Tomás una

sistematización, que se ha hecho tradicional.

a) Pasión es para él la reacción procedente del apetito sensitivo

que atrae al hombre hacia un bien o que le aleja de un mal

percibido por los sentidos.

b) En el apetito sensitivo S. Tomás descubre dos dimensiones:

una, concupiscible y otra irascible. El apetito concupiscible va

hacia la búsqueda del placer; el irascible tiende a eliminar los

obstáculos que impiden la consecución de ese placer. En ambos

grupos se da como un movimiento de atracción hacia lo bueno o

de repugnancia hacia lo malo. Este movimiento se carateriza por

tres fases: la inclinación (amor, odio), el movimiento mismo

(deseo, aversión, esperanza, desesperación, audacia, temor), el

punto de llegada (gozo o tristeza).

S. Tomás describe las pasiones de la siguiente manera:

§ 63- El amor, en cuanto pasión es la primera inclinación del

apetito concupiscible por el bien sensible aprehendido 58.

El deseo, segunda fase del apetito sensitivo, es la tendencia al

bien sensible ausente. El deseo se diferencia del amor porque

mientras que el amor incluye una unión virtual con el objeto, solo

afectiva; el deseo es más bien una tendencia al objeto, como

conato o esfuerzo para llegar hasta él.

El gozo, tercera fase del apetito sensitivo, es la culminación del

movimiento del deseo. Al poseer conscientemente el objeto

amado, surge el gozo. Sin embargo, de hecho hay cierta

complacencia o goce anticipado en el amor y también en el deseo.

58

I II q 25 a2 ad 2; véase tambièn II II q 80 ad 2 y II II q 106 5 ad 3.

64

hUe y

Por otro lado, la esperanza en cuanto pasión será el movimiento

del apetito irascible que sigue al bien sensible futuro, arduo, que

se puede conseguir por eliminación del mal. El temor, a diferencia

de la esperanza, es el movimiento del apetito irascible en relación

a un mal sensibe futuro y arduo que creemos imposible de evitar.

El temor tiene como causas, el amor a lo que se teme perder y la

carencia de autodefensa suficiente.

La audacia en cuanto pasión es el movimiento del apetito irascible

que acomete el mal difícil o arduo, imposible de evitar, movido por

la esperanza de la victoria y de alcanzar el bien esperado. Es lo

contrario al temor. Pero la audacia, no iluminada por la razón, es

temeridad.

3- Deseo y amor natural y elícito.

§ 64- S. Tomás distingue dos formas del apetito. Existe una forma

natural del apetito no elícito, o sea que no surge de la conciencia.

Se trata de la connaturalidad que es principio de inclinación en

todo ser, cualquiera que sea, hacia la realización plena de sus

capacidades o facultades. Presupone la existencia de una

finalidad universal en todo lo que existe. Implica, entonces, amor

en un sentido lato y de algún modo inconciente . Es el amor o

tendencia de cada facultad humana que goza con el ejercicio de

sus capacidades y de cada ser viviente en la realización de su

existencia. Esta tendencia natural, produce el deseo del saber y la

satisfacción o placer del conocimiento 59.

Aparte de esta tendencia natural e inconciente, propia de todo lo

existente, en el animal y en el hombre se da el amor conciente,

como primer momento en que se despierta el deseo de posesión

de un objeto. Pero en el caso del hombre, a diferencia del animal,

59

Suma Teol. I II q. 26 a 1; Q. de Anima, a.13; De Veritate, 25, 1

65

hUe y

esta inclinación llamada elícita (amor en sentido estricto) está

desdoblada en dos dimensiones: el amor elícito de carácter

sensible, origen de las emociones o pasiones y el amor elícito de

carácter intelectivo, amor espiritual (la boulesis aristotélica que S.

Tomás llama voluntas).

Cuando la aprehensión de un objeto cualquiera por medio de las

facultades sensitiva o intelectiva, se muestra como bueno o

conveniente, se despierta el amor que origina el deseo del objeto y

la operación correspondiente que se corona en el deleite o

satisfacción cuando el objeto es poseído. Pero lo bueno puede ser

aparente y en ese caso el deseo conduce al error o al pecado.

En el hombre tenemos, entonces, tres formas de amor: 1- amor

natural no elícito (inconciente universal y cósmico), 2- amor elícito

sensitivo, 3- amor elícito intelectivo.

4-El placer y el displacer.

§ 65- A las tres formas del amor corresponden tres formas de

placer, alegría o agrado. De modo que tendríamo placer o agrado

al completarse la tendencia inconciente y universal, deseante en

cada ser viviente; tendríamos, además, placer en sentido estricto

al completarse el deseo elícito en el plano sensorial; y también

satisfacción y agrado cuando se realiza el deseo elícito en la

facultad intelectual.

En el caso del hombre es grato o placentero el acto que cumple

con la tendencia natural e inconciente propia de cada sentido.

Así, entonces, lo bello sería lo adecuado para la tendencia natural

de la vista o del oído: el ojo tiene placer en la combinación

armónica de formas y colores, y el oído en la armonía de sonidos.

La dinámica universal deseante también explicaría los placeres

del movimiento corporal por el sólo ejercicio de las facultades.

66

hUe y

Ademàs tendríamos las formas de placer plenamente conciente en

correspondencia con el deseo elìcito, sensitivo o espiritual.

Placer de los sentidos al satisfacer las necesidades biológicas y

placer espiritual al satisfacer la búsqueda de la verdad o del bien.

5- La fe como acto movido por la afectividad.

§ 66- En más de una ocasión, S. Tomàs nos habla de un saber

afectivo de la verdad 60 y su definición de la fe también incluye un

elemento afectivo. Así considera la diferencia entre una proposición

que por si misma reclama la certeza y otra para la cual solo puede

admitirse la probabilidad. Ahora bien, los enunciados de la fe no

tienen por sí mismos la cualidad de la certeza y sólo pueden

adquirir esa cualidad por la intervención de la moción de la

voluntas o sea de la afectividad del espíritu. Porque lo que llama

voluntad no funciona si no es estimulada por la motivación del

amor 61.

6- El amor de caridad.

§ 67-- El amor de caridad es una virtud que radica en la voluntad.

Aquí el amor es virtud y no pasión, aunque ambos pueden

concurrir en un mismo acto. Por otra parte, el amor de caridad es

la madre y raíz de todas las virtudes, así como el amor sensitivo es

motor y fuente de todas las pasiones.

Es amor espiritual, es decir, desinteresado, no condicionado por

los sentidos, benevolente porque busca el bien del prójimo y la

unión con Dios, tiene origen sobrenatural, es decir que no es

adquirido por el esfuerzo humano sino que viene directamente de

60

Cf. Suma Teol., II-II q.162 a 3 ad 1

61 Cf. Ibid. II-II q. 2 a 1 ad 3; a 2 c.

67

hUe y

Dios con la colaboración del hombre, es decir, sin violar su

libertad.

Hay varias notas que caracterizan el amor de caridad. Una de ellas

(por otra parte común a toda virtud) es la facilidad y prontitud

conque inclina a obrar y el deleite o goce que se da en esta acción 62.

Otra nota importante, es la afirmación (dirigida, quizás, contra

ciertas exageraciones del rigorismo ascético) de que la caridad

también implica el amor a sí mismo. En efecto, entre las cosas que

se aman por caridad como pertenecientes a Dios, también se

incluye uno mismo en ese amor. Finalmente, el amor espiritual de

la caridad no excluye sino que puede integrarse en simultaneidad

con el amor pasión o sea que se hace visible en la componente

emocional que puede acompañarlo.

Pero no siempre repercute en el orden sensible. Alguien puede

tener el deseo de hacer el bien sin sentir ninguna emoción.

7-La metafísica del amor.

§ 68- El amor, dice Tomás, produce unión por medio del afecto 63.

Por la unión de amor, el acto de uno se vuelve acto del otro.

Esto significa que si dos personas se aman, se identifican de tal

manera que entre ellas no hay propiamente relaciones de justicia;

lo que pertenece a uno es del otro. "Entre amigos—dice

Aristóteles—todo es común" 64.

62

Suma Teol., II II q. 23 a.2.

63 Ibid. II II q. 27 a.2.

64 Etica a Nicómaco, IX, 8.

68

hUe y

Por otra parte, la reflexión sobre el amor conduce a Tomás a una

conclusión de difícil comprensión.

Todo dolor, dice, tiene su raíz en el amor (como también todo

goce). Esta idea tiene su origen en la clasificación de las

pasiones. Como vimos, el amor es el comienzo de la tendencia

hacia el bien; el deseo es el movimiento para alcanzarlo, y el

deleite, la pasión causada por la presencia o consecución del bien.

Por eso el amor como inclinación hacia la unidad con lo bueno, es

la causa del placer cuando el bien está presente y también es la

causa del dolor en cuanto el bien está ausente.

Ahora bien, si se sufren dolores, más allá de las explicaciones

comunes por medio de la analogía o metáfora del castigo, está

para el aquinate la representación de la metafísica del amor como

explicaciòn más produnda del origen del dolor.

Esta explicaciòn se basa en la idea de un amor universal por el

cual todos los seres buscan a Dios y lo aman naturalmente en

cuanto buscan la felicidad (la mayoría inconcientemente, pero

unos pocos también con conciencia). La frustración de este amor,

la dificultad para alcanzar a Dios como fin supremo, la ausencia de

este bien, es, en el fondo, la causa última de todo dolor. No es

propiamente el castigo lo que hace sufrir (esta explicaciòn del

porqué del sufrimiento no es más que una analogía que toma como

modelo las relaciones humanas). La verdadera causa del

sufrimiento es la ausencia del bien supremo que se ama en toda

actividad humana 65.

Así, para Tomás, es la ausencia del Bien Supremo lo que

caracteriza cada una de las ausencias en cada uno de los males. A

su vez, el dolor puede reordenar la voluntad para que, dejando los

65

Ver Pedro Geltman, Pena y castigo en S. Tomàs de Aquino, Tesis doctoral, 1966.

69

hUe y

bienes parciales que tienen el dolor anexo (por ser cada uno

ausencia parcial de bien) se dirija hacia la plenitud del bien.

Entonces, así como la renuncia a los bienes parciales para buscar

el bien total, implica dolores parciales, a la inversa, el pecado en

cuanto apropiación de bienes parciales, implica goces que son

sólo parciales. Así el mismo pecado, en el fondo, surge del amor.

Es, ciertamente, un amor desordenado; por eso, otro amor, el de la

contrición, será el que lo reordena y borra 66.

8-Capacidad redentora del amor.

§ 69- Una consecuencia de esta omnipresencia del amor es la idea

del amor redentor. El amor borra los límites entre las creaturas y

por eso uno puede satisfacer la deuda de amor del otro. Dos

criterios concurren para explicar este amor vicario por el cual los

amores se identifican: en primer lugar, el de la razón natural: en el

amor el amante se hace uno con el amado, entonces, uno ama en

lugar del otro como si fuesen un solo ser; en segundo lugar, el de

la fe en la pasión de Cristo y la comunión de los santos: en cuyo

amor participa el creyente.

El amor de un miembro de la Iglesia, puede quitar la pena de amor

correspondiente a otro miembro, en razón de esa participación de

méritos. Lo que está implícito y sobreentendido, es que el dolor en

sí no tiene valor meritorio, sino en cuanto que es expresiòn del

amor.

9- El amor en el ordenamiento total del universo.

66

IV Sent. d.17 q 2 a 5 q 1 Sed contra 2,

70

hUe y

§ 70- Afirma el aquinate: "Todo agente obra por algún fin, como se

ha dicho. El fin es el bien deseado y amado por cada ser. Luego es

notorio que todo agente, cualquiera que sea, ejecuta todas sus

acciones por algún amor" 67.

En otros términos, todo lo que se mueve, se mueve por amor 68.

Por eso, cita S. Tomás la definición dionisiana del amor en

relación al orden jerárquico de las creaturas.

El amor es la virtud unitiva y conjuntiva que mueve a las cosas

superiores a ejercer la providencia con respecto a las que menos

tienen (es decir, a las creaturas menores), a comunicar entre sí a

los entes semejantes (o iguales) y la que mueve a las creaturas

subordinadas (o menores) a sujetarse y convertirse hacia las

mejores (o superiores) 69.

Esta unión de amor se concreta en el orden del universo. La

subordinación, mutuo servicio y difusión del bien entre las

creaturas, es la concreción de ese orden universal que se funda en

el amor. Pero este orden jerárquico es muy distinto del orden

social humano, ya que, en la mente del místico, es el que abarca a

la totalidad de los ángeles que están por encima del hombre y a

las creaturas vivientes que están por debajo de él. Las que están

abajo no son sometidas o esclavizadas por las superiores sino que

reciben su asistencia amorosa.

10- La nueva ley, ley de amor y libertad.

67

Suma Teol. I II q. 28 a. 6.

68 Obviamente, la palabra amor alcanza aquí una amplitud que hace recordar la "filía" de Empédocles o el

discurso de Erixímaco en el Banquete de Platón.

69 III Sent. d. 27 q 1 a 1; De div. Nom c.4. Cf. Wright, J. H. The order of the Univers in the Theology of St.

Thomas Aquinas, Roma, 1957, p. 115.

71

hUe y

§ 71- La metafísica del amor tiene su expresión concreta en la ley

del Evangelio. El Evangelio, la nueva ley, es para S. Tomás ley de

amor y por lo tanto, ley de libertad 70.

Por eso, dice que la ley del Nuevo Testamento no es, en sentido

estricto, una ley escrita como la ley del Antiguo Testamento,

porque esta ley está principalmente inscrita en el corazón (Heb.

8,8.10; Jer.31,31.33). Pero dado que el amor supone libertad,

también es ley de libertad 71. Evidentemente este punto de vista

plantea más de un interrogante (cf. § 82).

11- La metafísica del amor, analogía fundamental.

§ 72- De todas las analogías que aparecen en la obra de S. Tomás,

la de la metafísica del amor parece tener preeminencia.

El amor a Dios supone siempre un dividirse en la búsqueda de la

unión en una unidad superior. Así puede explicarse el dolor eterno

de daño, el del purgatorio y los dolores temporales. Todos los

dolores suponen el sufrimiento producido por una frustración en la

dinámica natural del alma hacia el Bien Supremo.

12- Observaciones y aclaraciones.

70

La correspondencia entre amor y libertad no tiene sentido si se entiende el amor como pasión, deseo,

carencia, necesidad. Pero S. Tomás piensa en la caridad como un querer espiritual, como acto intencional, no

como afección pasiva; y en este sentido incluye necesariamente la libertad.

71 Suma Teol. I II q.106 a.1 sed contra, a.2 ad 3. S. Tomás insiste reiteradamente que la ley evangélica, por

ser ley de amor, es ley de libertad. "He aquí porqué también ... la ley del Evangelio se dice ley de libertad " I

II q.108 a.4. "... la ley nueva, ... es ley de libertad..." Ibid. " Donde está el Espíritu del Señor, allí está la

libertad (II Cor. 3,17) " II II q.183 a.4 ad 1.

72

hUe y

§ 73-Son muchas las aclaraciones que deben hacerse en relación

a la afectividad en S. Tomás, pues su pensamiento se presta a los

malentendidos que surgen de los cambios culturales en lo que va

del siglo XIII al tiempo presente .

a) Lógica en una religión del amor.

Se puede preguntar: ¿Cómo es posible que una religión que parte

de la afirmación de que Dios es amor 72 , o sea de que Dios es

sentimiento, desarrolle un sistema filosófico basado en una

metodología estricta de razones y subrazones que pretenden

explicarlo todo racionalmente hasta los detalles más ínfimos de la

realidad?

En este sentido, debemos observar que, en realidad, S.Tomás no

olvida nunca la dimensión del amor. Si bien encontramos en la

obra del aquinate abundantes textos de aquello que S.

Buenaventura llama saber de la lógica que es ciencia sin afecto,

también abunda, el saber unido al afecto que considera como

verdadera sabidurìa.

Los comentarios del aquinate a la Metafísica de Aristóteles y a

las otras obras filosóficas del estagirita se caracterizan por la fría

lógica conceptual propia de la escolástica. No es esto lo que

encontramos en sus escritos teológicos, especialmente en la

Suma, donde a pesar del frío estilo de las cuestiones, se refleja la

opción afectiva que acompaña a todo acto de fe. Véanse en este

sentido los tratados sobre la fe, sobre la caridad y sobre los dones

del Espíritu Santo 73. En esto debemos distinguir la metodología

propia del medio universitario de la época, del fondo mistico y

profundamente religioso que se manifiesta en estos escritos.

b) La distinción entre amor sensitivo y amor intelectivo.

72

I Carta de S. Juan, IV, 8.

73 SumaTeol. II II q. 1-7; q. 23-33.

73

hUe y

§ 74- Desde una perspectiva moderna, obviamente que parece

inadecuada la diferencia entre lo sensitivo y lo intelectivo, (cf. §

64) distinción demasiado esquemática desde un punto de vista

fenomenológico. Mas bien parece que en todo acto sensitivo

interviene también algún aspecto intelectivo. Entonces, en la

percepción no es posible diferenciar sensación de inteligencia.

Sin embargo, con todo, no se puede negar que en los extremos

existen fenómenos bien diferenciados, pues es muy distinto el

deseo de alimento al deseo de encontrar solución a un problema

matemático. De modo que puede reconocerse que, aunque

normalmente se unen lo sensitivo con lo intelectual, también se

producen diferencias notables entre las distintas formas del sentir

variando el predominio de uno u otro componente.

c) Desfasaje semántico con respecto a la voluntad, la caridad y el

bien.

§ 75- La oposicion entre lo sensible y lo inteligible se vuelve

claramente criticable cuando se considera a la voluntad como

facultad en la que radica el amor. Si el amor es un acto de la

voluntad, entonces es el resultado de una fría decisión intelectual.

Hay que advertir aquí que existe un desfasaje bastante frecuente

cuando se compara el sentido medieval de ciertos términos con el

uso común de los mismos en la actualidad. Asì, por ejemplo, los

términos voluntas y charitas han perdido su sentido medieval en el

lenguaje corriente. La voluntad moderna no es igual a la voluntas

medieval pues esta no está centrada de modo exclusivo en la

capacidad de decisión sino que incluye el amor, la devoción, el

respeto, o sea, la afectividad subyacente en la decisión. Asì,

S.Tomàs afirma que como todo agente obra por un fin, es decir,

por un bien deseado, en consecuencia todo agente ejecuta sus

acciones por algún amor (cf. § 70). Por lo tanto no existe para él

un acto de la voluntad despojada de todo sentimiento. En esto

74

hUe y

sigue a S. Agustín (cf. § 51) quien dice que el amor es el que

mueve a la voluntad 74.

También, en otra parte afirma que el juicio sobre el bien del objeto

querido no puede tener el consentimiento sin la dilectio, es decir,

el afecto, el amor a lo que se ha elegido 75. Entonces el acto de la

voluntas no consiste en la fría decisión con respeto a lo que se

desea.

§ 76- Parecido malentendido se da con respecto al concepto de la

charitas muy distinta de lo que hoy se llama caridad y se suele

identificar con la limosna. La charitas medieval es amor puro

desinteresado, movido por la fe, con independencia de las

cualidades del ser amado y se puede concretar en cualquier

acción.

Tambièn adevertimos un cierto desfasaje en relación al concepto

del bien. El bien no tiene en el pensamiento de los premodernos, el

sentido principalmente moral que actualmente le conferimos. Se

trata de todo lo que aparece adecuado o conveniente a las

tendencias de la conciencia, y en cuanto tal también está sujeto a

error: puede considerarse como bueno lo que no lo es en realidad.

d) Las virtudes infusas.

§ 77- La la existencia de virtudes infusas plantea más de un

interrogante. Es absolutamente llamativa esta idea de una virtud

que no es natural ni es adquirida por el esfuerzo humano, sino que

proviene íntegramente de Dios que la infunde en el alma. En esto

Tomàs marca claramente la diferencia entre el concepto de una

ética fundada en la razón natural y la ética cristiana que va más

allà de las tendencias humanas naturales. El amor cristiano puede

dirigirse al que no tiene ningún atractivo, al que no es

naturalmente amable, al que no es pariente o familiar , incluso al

74

Ibid. I II q 3 a 4; I II q 6 a 1.

75 Ibid. I II q 15 a. 1

75

hUe y

enemigo, lo cual no surge espontáneamente como tendencia de la

naturaleza. Pero esta virtud, si no proviene de nuestro esfuerzo

sino directamente de Dios, parece anular la libertad humana. Sin

embargo, este no es el sentido de lo que entiende S. Tomàs,

porque para él el hombre siempre tiene libertad en sus acciones.

La virtud infusa que viene de Dios exige la aceptación, la buena

disposición para ser recibida y esto implica colaboración con la

gracia divina.

e) La perfección cristiana.

§ 78- Para S. Tomás, como para toda la tradición, hay distintos

niveles en la perfección cristiana o grados de caridad; no todos se

acercan a Dios con la misma actitud interior. Por eso distingue

tres niveles en los estadios de la vida cristiana: habla de los

incipientes (los principiantes), los proficientes (los que avanzan) y

los perfectos 76.

Esta distinción también se manifiesta cuando distingue entre los

cristianos que obran el bien por temor al castigo y no por amor, y

entonces los primeros pertenecen a la categoría de los incipientes

o principiantes. Curiosamente la Suma Teológica, considerada

como su obra más importante, está dedicada a los incipientes. Lo

que puede interpretarse como una advertencia de que muchas de

sus argumentaciones y definiciones están acomodadas a las

exigencias de la época y en especial para estudiantes que todavía

no están preparados para una vida cristiana de mayor plenitud 77.

Notemos que los grados de perfección, tal como son presentados

en los textos de la Suma Teológica, no se relacionan con el

conocimiento o la capacidad intelectual, sino con el amor de

76

Ibid. II II q. 24 a.9. ; II II q.183 a.4; In Gal. 5, Lect.3; In Johan. 8, Lect. 4; II II q.184 a.2,3 ad 2. Pablo

distinguìa entre los que son como niños y se alimentan de leche y los que ya son capaces de alimento sólido; o

entre los débiles en la fe (que temen comer de los idolotitos) y los fuertes que saben que los ídolos no son

nada. (cf. Hebr.5,11-14; I Cor.8,1-13). Esta distinción entre distintos grados de la perfección cristiana se

mantuvo en toda la tradición hasta llegar a la Edad Media.

77 Ver prólogo de la Suma Teológica.

76

hUe y

caridad, por lo cual tampoco se relacionan con la distinción entre

religiosos y laicos porque en ambas condiciones pueden darse

distintos niveles del amor.

f) El amor en todo el universo.

§ 79- Tomás afirma que todas las creaturas aman naturalmente a

Dios como consecuencia del movimiento de cada ser hacia algún

objeto como fin, siendo todos los fines objetos intermedios que, en

última instancia, se dirigen al fin último que está en Dios.

Evidentemente, lo que afirma el aquinate, es para él un amor del

cual la mayoría no tendría la menor conciencia, y que sólo se

refleja en el deseo de felicidad. Opinión que, obviamente, está muy

lejos del pensamiento moderno. Afirma el aquinate: "Todo agente

obra por algún fin, como se ha dicho. El fin es el bien deseado y

amado por cada ser. Luego es notorio que todo agente, cualquiera

que sea, ejecuta todas sus acciones por algún amor" 78.

g ) La afectividad no conciente.

§ 80- En general, consideramos que los sentimientos o pasiones

son actos de la conciencia. Ahora, vemos que para S. Tomás

también puede darse una afectividad que no es sensible y que no

entra en la conciencia del hombre común. Para él, como vimos, la

voluntas en cualquiera de sus actos se mueve por amor y tiende al

Bien Supremo sin tener conciencia de ello, como también existe

un apetito natural y no elícito en todo el universo.

Este pensamiento corresponde a la misma opción existencial que

encontramos en los griegos y especialmente en Aristóteles (cf. §

26). Supone el marco conceptual de un universo unificado en

perfecta armonía y dotado de vida.

78

Suma Teol. I II q. 28 a. 6.

77

hUe y

h) El amor fuente de todo placer y de todo dolor.

§ 81- Más allá de las explicaciones comunes por medio de la

analogía o metáfora del castigo, está la representación de la

metafísica del amor como explicación màs profunda del origen del

dolor.

Cuando el hombre sufre, la respuesta más común en todos los

pueblos, ha sido la del castigo de Dios o de los dioses a semejanza

de los castigos humanos. La idea de que el sufrimiento es en

realidad un remedio curativo y purgativo que proviene de Dios, es

más difícil de entender, pero todavía tiene cierta claridad. Pero la

noción de que la propia dinámica de la creatura en su búsqueda

del Bien Supremo es la raíz de todo dolor, es mucho más abstracta

y de difícil comprensión.

En efecto, es dificil aceptar que todo dolor, ausencia de un bien (la

pérdida de un ser querido, la enfermedad, etc.) es, en realidad, un

reflejo o una representación de la Gran Ausencia del Ser Supremo;

todo el mundo siente la pérdida de algo querido, pero sólo los

místicos sienten la ausencia de Dios. Esto, en el fondo, parece

constituir la idea fundamental subyacente en el pensamiento de

Santo Tomás. Aquello que los misticos sienten sería la toma de

conciencia de lo que de modo inconciente se da en todo ser

humano.

¿Què pensar entonces de los numerosos textos bíblicos que

hablan del castigo tanto en el Antiguo como en el Nuevo

Testamento? De la Suma Teológica se seguirìa que se trata de

metáforas que tienen una finalidad pedagógica destinada a los que

llama principiantes. La opinión del aquinate expresada en más de

un texto es que para aquellos que no han llegado a la perfección

del amor, es necesario el camino del temor para corregir su

conducta y facilitar su realización espiritual.

i) El Evangelio como ley de amor y libertad.

78

hUe y

§ 82- Para Tomàs, el Evangelio, la nueva ley, es ley de amor y ley

de libertad. Esto resulta contradictorio si se toman en

consideración los preceptos de la Iglesia que determina leyes

obligatorias y la amenaza de castigos como los del infierno en los

textos del Evangelio.

A estas objeciones sólo se puede responder reconociendo que el

enfoque de S. Tomàs, como en general sus reflexiones sobre el

amor, se plantean desde el punto extremo de la perfeccion del

mìstico, el cual ha consagrado su vida al amor de Dios y obra el

bien con la libertad que se engendra en el amor.

j) La paradoja del pensamiento silogístico junto a la mística del

amor.

§ 83- Planteamos esta paradoja el iniciar el estudio sobre el

pensamiento de S. Tomàs. Allì mencionamos aquellos aspectos de

la metodología que conducirán necesariamente a la decadencia

de la escolástica y abrirán el camino a la crìtica de la modernidad.

Un recorrido de la historia de la filosofía medieval y una

consideración del ambiente de la Universidad en el siglo XIII, nos

permite comprender en parte, las razones que explican esta

paradoja. En efecto, cierta tendencia a la especulación abstracta

con el consecuente enfriamiento y sequedad del pensamiento ya

se venía preparando desde mucho antes en los siglos XI y XII. Era

la reacción normal frente a la necesidad de defender la fe ante

objeciones, herejías o malentendidos, en una sociedad

jerárquicamente estructurada que tendía a mantener la unidad

absoluta en medio de las divisiones del feudalismo y el conflicto

de la Iglesia con el poder temporal.

Ya en el siglo XI S. Anselmo de Canterbury (1033- 1109) apelarà a

la especulación abstracta para justificar el misterio de la

Redención en su Cur Deus Homo (Porqué Dios se hizo hombre). Y

en el siglo siguiente Abelardo (1079- 1142) acudirà a la razón para

discutir la autoridad de los Padres de la Iglesia en su Sic et Non

(Así y no así). Esta última obra alcanzará gran difusión a pesar de

79

hUe y

las crìticas de San Bernardo y de los místicos en general, y

marcará la metodología de los escritos teológicos enfocados,

como la Suma de S. Tomàs, a partir de las cuestiones que se

inician siempre con las objeciones del tema estudiado.

Curiosamente el método de Abelardo correspondía a la mentalidad

de la sociedad feudal donde los señores estaban en lucha unos

contra otros; él mismo provenía de una familia de militares y su

dialéctica reflejaba un sentido combativo por medio de una lógica

implacable.

Este era el ambiente que reinaba en la Universidad del siglo XIII,

donde todo tema se desdoblaba en disputaciones con el pro y el

contra de cada cuestión. Dentro de ese ambiente debía desarrollar

su pensamiento S. Tomás, con un método que, en el fondo,

consideraba como insuficiente y por eso dedica la Suma Teológica

a los principiantes.

§ 84- Pero como hemos señalado en el pensamiento helénico y en

especial en el caso de Aristóteles, aún la especulación más

abstracta tenía un fondo de afectividad a partir de la creencia

común en la perfección y unidad del universo. Ese fondo a su vez

aumentaba, obviamente, su presencia, en el caso de los místicos

como S. Agustin o S. Tomas, los cuales exponían sus argumentos

a partir de la opción emocional de la fe.

Pero, por supuesto, esto tenía sus limitaciones y con el tiempo el

fondo emocional se fue enfriando, hasta llegar a los razonamientos

como criterio para tener éxito en las disputas y sobresalir en la

estima de los poderosos. Metodología criticada por los

franciscanos de la Universidad de Oxford, que como Roger Bacon

(1214- 1294) ridiculizaban a los profesores de la Universidad de

Paris 79 (cf. § 85).

79

Ver Aguirre y Respaldiza, Rogelio Bacon, Labor, 1935.

80

hUe y

XI- OBSERVACIONES DE CONJUNTO SOBRE LA

AFECTIVIDAD EN LOS AUTORES MEDIEVALES.

§ 85- Para los medievales más allá del psiquismo individual,

existía, de modo implícito, una inclinación en toda la naturaleza

por la cual todas las cosas se dirigían en última instancia hacia el

Ser Supremo, siguiendo los principios del aristotelismo, del

platonismo o de los neoplatónicos. Este presupuesto se mantuvo

en la Edad Media con mayor o menor claridad según los autores.

El Ser Supremo obraba como un imán que encadenaba por su

atracción todo lo existente. De aquí surgía, como vimos en S.

Tomás, la noción del ‗apetito natural‘, es decir, una cierta

afectividad que llenaba todo el universo.

Este punto de vista sobreentendìa que el conocimiento en general,

tal como vimos en los griegos, no se separa enteramente de la

emoción. Si bien existían polaridades más o menos acentuadas

según los autores y muchas veces aparecía el pensamiento con la

figura de la fría racionalidad de los argumentos demostrativos;

este no era el fondo existencial que de alguna manera inundaba

toda la cultura, para la cual la verdad se manifiestaba sobre un

fondo de emocionalidad difusa en base a la razón iluminada por la

fe, tal como la definían los teólogos. En esta cultura el filòsofo era

normalmente un hombre creyente, de modo que la fe estaba

siempre presente en el trasfondo de su conciencia y en

consecuencia, su pensamiento incluía, junto a los argumentos que

pretendían ser racionales, una forma del sentir .

Sin embargo, a partir del siglo XIV este sistema comenzará a

entrar en descomposición. La supuesta complementación entre

razón y fe tenderá a disolverse porque, en realidad, no era más que

la armonización entre una razón emocional fundada en el marco

general de la cultura y los enunciados dogmáticos de la fe. Duns

Scoto (1266-1308), siguiendo la línea franciscana, trató de apartar

la razón de las cuestiones de fe. Dios es de tal modo libre, que

escapa a la razón humana. Al convertir así la libertad divina en

81

hUe y

centro de la teología, esta fue llevada fuera del alcance de la

razón. Guillermo Occam ((1288- 1349) completará esta tendencia

al apartar el conocimiento científico del conocimiento basado en

la fe. La verdad se alcanzaba por caminos completamente

separados. A partir de aquí se fue afirmando el conocimiento

experimental en oposición a los razonamientos puramente

especulativos.

Finalmente el pensamiento se desdoblará en dos direcciones. Por

un lado se irá incrementando la importancia de la experiencia y el

conocimiento de lo concreto, y por el otro, al perderse la confianza

en la razón, se acentuará la tendencia a la mìstica en el plano de

la religión. En la primera dirección se destacará el pensamiento de

Roger Bacon (1214- 1294) y de Guillermo Occam (1288- 1349) y en

la segunda encontraremos importantes teóricos como Raimundo

Lullio (1232- 1315), Maister Eckhart (1260-1328) o el cardenal

Nicolàs de Cusa (1401-1464) (cf, § 86-87).

D- El RENACIMIENTO.

XII- NICOLAS DE CUSA (1401-1464) y PICO DE LA

MIRÁNDOLA (1463-1499).

§ 86- En el pensamiento de Nicolás de Cusa encontramos el punto

de inflexión entre la Edad Media y la nueva edad que comienza con

el Renaciminto. Su pensamiento expresa su desconfianza frente al

saber de la escolástica y se desarrolla señalando un camino de

sabiduría que denomina ―La docta ignorancia‖ 80. Pero el texto que

nos interesa particularmente en relación al sentimiento es aquel

80

La docta ignorancia, Hyspamérica, 1984.

82

hUe y

que presenta el diálogo entre un letrado y un hombre

supuestamente ignorante, sobre el tema de la sabiduría 81.

Primeramente, el iletrado insiste en la diferencia entre la sabiduría

de los libros y la sabiduría que se descubre en la experiencia

directa. La sabiduría, dice, se manifiesta abiertamente en las

calles, proclamando que su morada está en los lugares superiores 82. En esos lugares se encuentran verdades más deleitosas que las

que se hallan en todos los libros.

Entonces, la sabiduría está acompañada por un estado afectivo

porque es intelectualmente gozosa. Por eso no deben ser

considerados como sabios aquellos hombres que hablan de la

sabiduría sólo nominalmente y no con gozo. En cambio, hablan con

gozo de ella, aquellos que conocen que está en todas las cosas.

Porque la eterna sabiduría es gustable en toda cosa gustable. Ella

es la belleza en toda cosa bella. Es la delicia en toda cosa

deliciosa. En todo deseo de la vida intelectiva no deseamos otra

cosa que la eterna sabiduría. El deseo de inmortalidad, el deseo de

vivir eternamente feliz, si lo sentimos en nosotros con delicia, es

porque estamos pregustando la eterna sabiduría.

Pero Nicolás de Cusa distingue entre un pregustar la sabiduría y

gozar directamente de ella. Hay un pregustar de la sabidurìa en

todo acto de conocimiento. La sabidurìa, dice, es la vida del

espíritu intelectual; por eso la actividad intelectual lleva dentro

de sí misma cierto pregustar de la sabiduría. Por este pregustar se

despierta en el intelecto el deseo de encontrar la fuente de su

vida. Cuando se la alcanza, entonces resulta que ―lo

incomprensible es comprendido en su incomprensibilidad‖ 83.

81

Idiota de Sapientia, Eudeba, 1999.

82 Alude a Proverbios, I, 20-21.

83 Concepciòn central en el pensamiento de N. de Cusa, desarrollado en su obra fundamental “La docta

ignorancia”.

83

hUe y

Compara el pregustar con el alimento. Como no podemos vivir sin

alimento, deseamos el alimento. Entonces, en el deseo tenemos

un pregustar el alimento, porque no podemos desear aquello de lo

que no hemos tenido un pregustar. El niño desea la leche porque

tiene en su naturaleza un cierto pregustar de la leche. De igual

manera el intelecto tiene un cierto pregustar de la sabiduría en

cada acto de conocimiento.

La dulzura de la eterna sabiduría es la que hace que nuestro deseo

de ella sea dulce y delicioso, de modo que seamos llevados hacia

ella por un afecto indescriptible. Entonces, así como el imán al

atraer el hierro hace que este se eleve por encima y en contra de

su inclinación hacia abajo, de igual manera el deseo de alcanzar la

sabiduría nos lleva a dejar los atractivos que nos inclinan hacia el

mundo inferior y sensible.

Ahora bien, supuesto el caso que intentemos alcanzar a la

sabiduría en su morada, entonces,

el iletrado interpreta la referencia a los lugares superiores, como

significando que ella no es gustable por cualquier saborear. Ya

que, en realidad, es gustable sin gusto, porque está más alta que

todo lo gustable, de todo lo sensible, de todo lo racional, de todo

lo inteligible.

Estas reflexiones sobre algo gustable sin gusto, nos descubren

una forma sorprendente de la afectividad, dificil de comprender. El

cusano intenta aclararlo al afirmar que en este gustar no hay nada

de los gustos de la sensibilidad, que se trata de una forma de

placer enteramente distinta e indecriptible.

§ 87- Afirmaciones que carecerían de toda credibilidad si no

tuviéramos consideraciones semejantes en otros contextos

culturales. Así por ejemplo, vimos en las textos hindúes sobre las

emociones la puntualización de un sentimiento no sensible origen

por desdoblamiento de todos los sentimientos (cf. § 46-47 ). S.

Buenaventura nos habla de una sabiduría ―nuliforme‖ (es decir que

no tiene forma, no es perceptible ni expresable) (cf.§ 60); M.

84

hUe y

Eckhart describe a la divinidad como una nada; S. Juan de la Cruz

habla de la vida mìstica en lo que llama la noche oscura; los

padres de la Iglesia, S. Juan Damasceno, S.Gregorio Niceno

representan la experiencia de lo divino como una tiniebla luminosa

que enceguece por la intensidad de su brillo; en el mundo árabe

Ibn Arabi trata de la Unidad absoluta que es negación de todo lo

sensible, en la Cábala tenemos expresiones semejantes, etc 84.

§ 88- En Pico de la Mirándola aparece la forma de afectividad

característica del pensamiento mágico unida a la captación del

supuesto contenido esotérico de las doctrinas más variadas. Pico

considera la magia como una ciencia natural y analiza en sus

Conclusiones mágicas y cabalísticas los textos de distintas

tradiciones culturales filosóficas, místicas y mágicas tratando de

unificarlas..Todo lo cual no es excepciónal para la época, ya que

podemos encontrar semejantes puntos de vista en otros autores

como Marsilio Ficino (1433- 1499) y Cornelio Agripa (1486- 1535)

entre otros 85.

Resumiendo: el tema del sentimiento en los filósofos del

Renacimiento, nos lleva a describir un tipo particular de

sentimiento nada común, podemos decir casi excepcional, pero

que no debemos excluir en este intento por registrar toda las

formas de la afectividad.

E- LA MODERNIDAD.

84

Amador Vega, El fruto de la nada. Maestro Eckhart, Siruela, Madrid 2008; S. Juan de la cruz, Subida al

monte Carmelo; Ibn Arabi, Tratado de la Unidad.

85 Pico de la Mirandola, Conclusiones mágicas y cabalísticas, Barcelona, Ediciones Obelisco; Ver Francis

Yates, Renacimiento y reforma: la contribución italiana, México, 1991; La filosofía oculta en la época

isabelina, México, 1982; Ideas e ideales del renacimiento en el norte de Europa, México, 1993..

85

hUe y

A partir de siglo XVII comienza en Occidente un cambio de

paradigma en los modelos del pensamiento con la consecuente

nueva metodología en la consideración de la vida afectiva. El

impacto de los nuevos conocimientos científicos creará en los

filósofos el deseo de desarrollar una teoría del hombre basada

únicamente en las ciencias naturales. Surgen así las teorías del

racionalismo y del empirismo.

XIII- DESCARTES (1596-1650).

1-Descartes y su contexto.

§ 89- Descartes es considerado por muchos historiadores como el

padre de la modernidad. Con él se inaugura un nuevo período del

pensamiento que tendrá como proyecto elaborar una nueva

filosofía natural.

Éste fue, a grandes rasgos, el proyecto prioritario y definitorio de

los filósofos del siglo XVII. Su objetivo era proponer una nueva

filosofía alternativa al aristotelismo para el cual las explicaciones

teleológicas ocupaban el lugar central. Los nuevos

descubrimientos en física y en astronomía de Galileo (1564-1642) y

especialmente de Newton (1642-1727)) abrían, en cambio, la

posibilidad de explicaciones mecánicas .

Querían escribir de nuevo la flosofía y, para ello, confiaron en sus

propias facultades, y en un nuevo método basado en la razón y la

experiencia.

Este es el enfoque que seguirá Descartes en su tratado de las

pasiones. Allí recopila y toma en consideración un conjunto de

ideas, tesis e hipótesis ya desarrolladas en su obra filosófica,

como por ejemplo: el dualismo mente-cuerpo, los espíritus

86

hUe y

animales, el mecanicismo, la investigación de acuerdo a reglas

metodológicas 86.

2-El tratado de las pasiones.

§ 90- Descartes comienza su estudio afirmando que no hay asunto

en que se muestre mejor hasta qué punto las ciencias de los

antiguos son defectuosas que en lo que escriben sobre las

pasiones 87.

Así, entonces, intenta hacer de las pasiones un estudio científco.

En sus propias palabras: ―mi propósito no ha sido explicar las

pasiones como orador, ni tampoco como moralista, sino sólo como

físico‖. Toma el término pasión en su sentido primitivo como lo

que se padece, lo que nos afecta desde fuera.

Sus reflexiones se desarrollarán dentro de la distinción metafísica

fundamental que opone alma y cuerpo. No hay- dice- ―ningún

sujeto que actúe más inmediatamente sobre nuestra alma que el

cuerpo al que está unida‖. Acción que se concretará por medio de

lo que llama espíritus animales. Así afirma:

―... estas partes de la sangre más sutiles son las que componen

los espíritus animales… lo que yo llamo aquí ―espíritus‖ no son

sino cuerpos, y no tienen otra propiedad que la de ser cuerpos muy

pequeños y la de moverse muy de prisa... no se detienen en parte

alguna, y a medida que entran unos en las cavidades del cerebro,

salen otros por los poros que hay en su sustancia, los cuales los

conducen a los nervios, y de allí a los músculos‖

86

El Tratado de las pasiones del alma es la última obra que publica Descartes en vida. Se imprime en 1649, el

filósofo muere en Estocolmo, el 11 de febrero de 1650. Fue expresamente escrito para la reina Cristina de

Suecia.

87 R. Descartes, Las pasiones del alma, Ed. Edaf.

87

hUe y

De modo que introduce la novedad de utilizar la circulación de la

sangre, descubierta por M. Servet (1553) y explicada

mecánicamente por Harvey (1628 ), agregando a estos

conocimientos su propia teoría de los «espíritus animales» que

también funcionan según reglas mecánicas.

Dada su teoría sobre la división entre alma y cuerpo, considera

que es imposible la actuación directa del alma sobre el cuerpo: a

la primera le corresponde el pensamiento; al segundo la vida, el

movimiento y el calor; la unión del alma con el cuerpo solo se

realiza por medio de la glándula pineal. En ella se unificarían de

modo mecánico todas las sensaciones nacidas en los diferentes

sentidos, al contacto con el mundo exterior.

―Explicaré aquí- dice- en pocas palabras cómo está compuesta la

máquina de nuestro cuerpo‖ 88.

El método que emplea para su investigación como físico es el

mismo que expuso en el Discurso del Método consistente en las

cuatro reglas 89.

―No hay mejor camino,- dice- para llegar al conocimiento de

nuestras pasiones que examinar la diferencia que hay entre el

alma y el cuerpo, a fin de conocer a cuál de los dos se deben

atribuir las funciones que se dan en nosotros‖.

88

Harvey (1578-1657) logró resolver el misterio del pasaje de la sangre arterial a venosa. Descartes insiste en

esta parte de su estudio, en la importancia que tiene el conocimiento de la anatomía y fisiología del cuerpo

humano.

89 Son las siguientes: 1- no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es

decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo

que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.

2- dividir cada una de las difcultades que examinare, en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su

mejor solución. 3- conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más

fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente hasta el conocimiento de los más

compuestos, e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente. 4- hacer en todos unos

recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada.

88

hUe y

Ahora bien, como el cuerpo es por definición movimiento, dedica

varios artículos a explicar la causa o explicación del movimiento

en el cuerpo para evitar ―el error más común que es el creer que el

alma mueve al cuerpo‖ y también que ella es la explicación del

calor o de la vida‖.

La causa del movimiento y del calor de los cuerpos son los

espíritus animales.

En concreto, no queda nada en nosotros que debamos atribuir a

nuestra alma sino nuestros pensamientos, que son principalmente

de dos géneros, a saber: unos son acciones del alma y otros son

pasiones del alma. Las que llama acciones son todas voliciones,

porque experimentamos que vienen directamente de nuestra alma

y no parecen depender más que de ella. Por el contrario, se

pueden llamar pasiones suyas todas las clases de percepciones

o conocimientos que se dan en nosotros, los cuales no provienen

de nuestra alma porque siempre las recibe de las cosas

representadas.

Otra característica importante del alma y que la distingue

totalmente del cuerpo es la conciencia. Por su medio el alma se da

cuenta o es consciente de las necesidades o padecimientos del

cuerpo.

3- Clasifcación de las pasiones

§ 91 - Distingue, entonces, entre acciones y pasiones; las acciones

dependen de la voluntad, las pasiones son percepciones,

sentimientos o emociones del alma. Por su propia naturaleza,

todas las pasiones son buenas; sólo es preciso dominarlas y hacer

buen uso de ellas, sin dejar que se hagan fuertes en exceso.

Mientras que las voliciones son acciones causadas por el alma, las

pasiones del alma se deben a los espíritus animales. Descartes

clasifica las pasiones distinguiendo las primitivas o simples de las

derivadas o complejas:

89

hUe y

Las simples y primitivas son: la admiración, el amor, el temor, el

deseo, la alegría y la tristeza. Todas las demás están compuestas

de algunas de estas seis o son especies suyas. La novedad es el

agregado de la admiración y el amor a las clásicas pasiones del

estoicismo.

La admiración llega al alma a partir de una impresión que registra

el cerebro, órgano que la tiene en cuenta por su rareza o por lo

que tiene de extraordinario. Esta particularidad produce asombro,

es decir que todo el cuerpo queda estupefacto. Son siempre los

que no creen saberlo todo, los que tienen todavía capacidad de

asombro.

El amor proviene del alma movida por los espíritus a unirse con los

objetos que le convienen. Existen dos clases de amor, el

benevolente, que es el que lleva a la voluntad a querer el bien para

otra persona y el amor de concupiscencia que es amor que hace

desear lo que se ama.

El deseo es una agitación del alma producida por los espíritus, de

manera que no solo se desea lo ausente sino que se desea

también conservar lo que se tiene. El deseo que tiende al bien va

acompañado de amor, de esperanza y alegría mientras el deseo

que tiende al mal va acompañado de odio, temor y tristeza.

La alegría es la emoción de gozo por el bien de las impresiones

que se producen en el cerebro. La tristeza es la incomodidad del

alma producida por el mal que registra el cerebro.

Descartes describe en total cuarenta y cinco pasiones.

4- Observaciones.

90

hUe y

§ 92- Hay que observar, en primer lugar, que el nuevo método

introducido por Descartes, centrado en el conocimiento de la

naturaleza, supone un nuevo concepto de la razón, término que ha

ido flotando a través de la historia de la filosofía adoptando en

cada época connotaciones distintas y hasta contrarias. Así la

razón cartesiana y la de la ciencia empírica, nada tiene que ver

con la razón premoderna y medieval, la cual, en realidad no era

más que una expresión del sentido común en la relación cotidiana

con las cosas, reforzada por la afectividad que presuponía, en los

griegos, la armonía del universo y en los medievales, los

contenidos de la fe.

Ahora la razón es la que responde al método de las ideas claras y

distintas de orden geométrico que han pasado por el filtro de la

duda metódica y han sido edificadas y cuantificadas a partir de la

experiencia sensorial según el modelo del mecanicismo.

La palabra razón venida del mundo griego, cobra entonces nuevas

connotaciones, las cuales volverán a cambiar su sentido en el

pensamiento romántico y especialmente en Hegel, hasta entrar

en crisis en las corrientes del vitalismo o del existencialismo.

Las críticas cartesianas y las de sus continuadores al

pensamiento aristotélico resultan totalmente comprensibles y se

justifican plenamente si se tiene en cuenta la revolución

copernicana y la crisis con respecto al saber de la naturaleza a

partir de las investigaciones de Galileo.

Es que el aristotelismo medieval había entrado en un estado de

decadencia, a partir de un literalismo ingenuo con respecto a los

escritos del estagirita y a las discusiones bizantinas sobre su

sentido. Ahora se insiste en la importancia de la experiencia de lo

individual desconfiando de los conceptos generales que no tengan

la claridad y distinción de la geometría.

§ 93- Es una nota particular del cartesianismo el haber separado

totalmente el alma del cuerpo, lo que dará lugar a abundantes

críticas en el siglo XX. Su intención era, como él mismo lo dice,

negar la idea de que es el alma la responsable de todos los

91

hUe y

movimientos del cuerpo. Concepción que creaba un impedimiento

para la investigación de su fisiología, lo que, en el fondo, se

consideraba como una profanación.

Ciertamente que en esto tenía razón, pero a la vez cerraba al

máximo la posibilidad de un estudio detallado del psiquismo

humano y daba origen al desarrollo de un racionalismo rígido que

desconocerá todo aquello que más tarde descubriría el

psicoanálisis y ampliaría el pensamiento de la fenomenología y el

existencialismo.

Será una característica del pensamiento de la ilustración, tratar

siempre de las pasiones por medio de definiciones rígidas de

carácter geométrico, sin profundizar en los matices, dejando de

lado los detalles de la esfera afectiva como aquello que no

interesa al conocimiento.

Descartes, sin duda, anticipa los estudios de las actuales

neurociencias, cuya raíz se refleja en el intento por explicar por

medio de partículas materiales y según leyes mecánicas gran

parte de la vida afectiva. La admiración -dice- es el resultado de

una impresión que se produce en el cerebro y en ninguna otra

parte.

§ 94- Aunque este reduccionismo de tipo mecanicista, puede sin

duda ser cuestionado, debe reconocerse a Descartes y a todo el

pensamiento de la ilustración, el haber puesto las bases de los

avances científicos y tecnológicos de los siglos posteriores.

Asì dice Descartes en el Discurso del Mètodo 90 que los nuevos

métodos de la ciencia, si los aprovechamos, nos han de hacer

dueños y poseedores de la naturaleza y que podríamos librarnos

de una infinidad de enfermedades tanto del cuerpo como del

espíritu. Para lo cual propone el ideal de una comunidad científica

donde cada uno comunique los resultados de la experiencia que

haya obtenido, de modo que se vaya acumulando y enriqueciendo

90

R. Descartes, Discurso del Método, Parte VI.

92

hUe y

el saber. No se puede negar, entonces, la fecundidad del

pensamiento cartesiano a pesar de sus limitaciones.

Estas limitaciones fueron explicitadas en detalle tanto por G.

Bachelard en sus estudios sobre historia de la ciencia, como por

Heidegger en su Ser y el Tiempo. Bachelard, partiendo en gran

parte de la teoría de la relatividad, marca lo que considera la

superación de la epistemología cartesiana. Especialmente en El

nuevo espiritu científico 91 propone los postulados de una

epistemología post-cartesiana donde se superan las nociones de

la claridad y evidencia como criterio de verdad y se critica la idea

de lo simple como comienzo del conocimiento 92.

Por su parte Heidegger 93, al analizar la definición cartesiana del

mundo como res extensa, y su aplicación a la noción de dureza o

resistencia, muestra con un ejemplo, cómo la verdadera vivencia

del percibir, la vivencia de la textura, temperatura, color, sabor,

olor, etc., queda reducida a una simple relación matemática entre

el movimiento de la mano y el de la cosa extensa. Se trata solo de

un ejemplo que reafirma la crítica general al cientificismo que se

extendió a toda la cultura moderna, dejando en el olvido los

existenciarios que constituyen el sentir, percibir o vivenciar el

mundo tal cual es. Desde ese punto de vista la realidad ya no es lo

que se siente, lo que se ve o lo que se palpa, sino la fórmula

matemática de la relación entre variables.

XIV- SPINOZA (1632-1677)

91

El nuevo espiritu científico , Ed. Nueva imagen, México, 1985.

92 Ver P. Geltman, G. Bachelard, la razón y lo imaginario, Almagesto, 1996.

93 El Ser y el Tiempo, § 21.

93

hUe y

Como continuador del racionalismo cartesiano, Spinoza intentará

superar la separación rígida entre alma y cuerpo, a la vez que

procurará desarrollar un estudio detallado de la vida afectiva. En

esto es una excepción con respecto al pensamiento de la

ilustración. Sin embargo, como veremos, al mantener el criterio

racionalista de las ideas claras y distintas, sus investigaciones

quedarán reducidas a definiciones de algún modo esquemáticas.

1- Marco filosófico.

§ 95- Con Spinoza el intento por fundar una teoría científica en

relación a la afectividad cobra mayor relevancia. Elaborará,

entonces, su teoría sobre la base de algunos principios

fundamentales.

Soluciona el problema de la comunicación entre la sustancia

material y la espiritual, separadas rígidamente en el sistema de

Descartes, con la idea de su unificación: sólo existiría una única

sustancia verdadera, que es Dios, cuya esencia consistiría en un

orden necesario y geométrico.

En este sistema todas las cosas tienen como esencia el esfuerzo o

conatus que tiende hacia su autoconservación y perfección. En el

hombre también existe este conatus, que sería, como en las

demás cosas, su esencia 94. Como el hombre sólo puede actuar

perfectamente con ideas claras y adecuadas, entonces, estará en

la línea de la perfección cuando posea estas ideas que le permitan

actuar en el sentido de su conatus.

Entiende por pasiones las ideas oscuras e inadecuadas que recibe

la mente de las modificaciones del cuerpo. En este estado

confuso, la mente está en una pasividad que la esclaviza y no la

deja actuar. En consecuencia, la liberación del hombre consiste en

94

Cf. Baruch de Spinoza, Etica, demostrada según el orden geométrico, F.C. E., 1977, III, proposición 6:

Cada cosa se esfuerza, en cuanto está en ella, en perseverar en su ser.

94

hUe y

sustituir las pasiones por la razón, para que ésta sea su guía; tal

sustitución consiste en comprender que todo depende del orden

necesario, y que se deben controlar las pasiones tratando de

concebir con claridad su esencia.

Para Spinoza, deseo y razón constituyen los dos componentes

esenciales de toda acción humana, pues ambos participan en ella

en similar proporción, por lo cual afirma que la razón sin afecto es

inoperante. Así pues, liga el deseo a la razón convirtiendo a la

voluntad en fuerza para la acción, en «potencia de ser», en «deseo

racional», más aún: en poder de concreción y así, en posibilidad de

materialización.

Pero en este intento de hacer valer su voluntad, de conocerla y de

dejarse guiar por ella, el sujeto puede perderse en medio del

marasmo de sus afectos – lo que viene a ser para Spinoza, el

centro de la conflictividad propia de la existencia humana.

Por el contrario, el deseo ligado a la razón ―... no es carencia,

anhelo, falta o compulsión de adquisición o compensación, sino un

grado de potencia que se esfuerza por ser, obrar y vivir, esto es,

existir activamente‖.

Las pasiones fundamentales son la alegría, la tristeza y el deseo,

siendo el deseo la esencia misma del hombre. Por eso, en relación

a las virtudes afirma que no puede concebirse virtud anterior al

esfuerzo por conservarse. Obrar absolutamente por virtud no es

más que obrar, vivir y conservar el propio ser bajo la guía de la

razón, teniendo por fundamento la búsqueda de la propia utilidad.

El hombre que domina las pasiones es aquel que habiendo

comprendido la naturaleza de ellas, se encuentra en condiciones

de obrar independiente de su influjo. Un afecto que es una pasión

deja de ser una pasión, tan pronto como nos formamos de él una

idea clara y distinta 95. No hay ninguna afección del cuerpo de la

95

Ibid. V, proposición 3. Esta idea anticipa claramente los conceptos fundamentales del psicoanálisis.

95

hUe y

cual no podamos formar una idea clara y distinta. El que se

entiende a sí mismo y entiende sus afectos clara y distintamente,

ama a Dios. Este amor a Dios debe ocupar en grado máximo al

alma.

En Spinoza el estudio de los sentimientos y pasiones está

íntimamentre ligado al de las normas que rigen el comportamiento

humano. Su teoría de las pasiones no es una simple investigación

psicológica, sino el fundamento de su modo particular de concebir

la ética.

2- La afectividad en los textos de la Etica 96.

§ 96- En la tercera parte de la Ética Spinoza formula su teoría de

los afectos. Inicia su exposición de la siguiente manera. ―La mayor

parte de los que han escrito sobre los afectos…parecen tratar no

de cosas naturales…sino de cosas que están fuera de la

naturaleza. Más aún parecen concebir al hombre en la naturaleza

como un imperio dentro de otro imperio. Pues piensan que el

hombre más bien perturba que sigue el orden de la naturaleza‖.

Así contrapone una ética basada en la naturaleza con una ética

basada en lo sobrenatural, es decir, fundada en los principios

teológicos comunes en su época.

Entonces, desde este punto de vista naturalista, las decisiones del

alma no son otra cosa que los apetitos que provienen de las

modificaciones del cuerpo; porque la decisión interior como deseo

y la determinación del cuerpo, son simultáneos. No hay dos cosas

distintas, el cuerpo y el alma; lo que llamamos deseo como

experiencia anímica es lo mismo que sucede en las

modificaciones del cuerpo.

96

Etica, parte III, Del origen y de la naturaleza de los afectos.

96

hUe y

Los hombres, dice, se creen libres porque tienen conciencia de lo

que hacen, ignoran las verdaderas causas de su comportamiento;

estas causas provienen de la naturaleza que por medio del

conatus obra sobre el hombre.

Define aquí los conceptos de voluntad y apetito. El esfuerzo en

cuanto se refiere al alma sola se llama ―voluntad‖, en cuanto se

refiere al alma y al cuerpo se llama ―apetito‖. El deseo es

entonces la toma de conciencia del apetito, lo cual es la esencia

misma del hombre. En realidad, algo es bueno porque lo

deseamos; no existe algo bueno en sí mismo que por ser bueno

despierte nuestro deseo.

El alma pasa a mayor o menor perfección según las pasiones de

que se trate. Así, entonces, la alegría es la pasión por la cual el

alma pasa a mayor perfección. En cambio, la tristeza es lo

contrario.

Pero las acciones apropiadas para el alma, las que producen

mayor perfección, nacen sólo de las ideas adecuadas; en cambio,

las pasiones dependen de ideas inadecuadas y confusas; por lo

tanto, es necesario tener una idea clara de su significado 97.

A continuación desarrolla la definición esquemática, al modo

geométrico, de algunos sentimientos, partiendo del presupuesto

de tres afectos fundamentales: alegría, tristeza y deseo. Definidos

estos afectos fundamentales, se derivan de allí los sentimientos

más diferenciados.

1) Alegría: es la transición del hombre de una menor a una mayor

perfección.

2) Tristeza: es la transición del hombre de una mayor a una menor

perfección.

3) Deseo: es la esencia misma del hombre en cuanto es concebida

como determinante de la acción.

97

Etica, III, proposición III.

97

hUe y

Todas las pasiones se relacionan con estas tres principales. A lo

que se agrega la admiración, el desprecio y la devoción.

Definidas las tres pasiones principales, pasa a definir las

derivadas, incluyendo en cada una las variantes correspondientes.

1-Las formas de alegría son: amor, propensión, irrisión, esperanza,

seguridad, gozo, satisfacción de sí mismo, gloria.

El amor, como forma de alegrìa no es más que la alegría

acompañada por la idea de una causa externa. Son formas del

amor: aprobación, sobreestimación, conmiseración, misericordia,

soberbia. Define de modo esquemático cada una de ellas.

De esta enumeración de estados afectivos podría seguirse una

especie de árbol genealógico: así de la alegría se derivan ocho

formas, siendo una de ellas el amor; a su vez del amor se derivan

cinco formas. Pero el concepto de la alegría tiene un sentido muy

amplio e indedeterminado, porque solo significaría un estado de

crecimiento en la vitalidad. También el amor tiene esa amplitud.

Entonces, se podría decir, de acuerdo al árbol que la aprobación

es una forma de amor el cual es una forma de la alegría. Y así

sucesivamente para las otras pasiones.

2-Las formas de tristeza son: odio, aversión, miedo,

desesperación, remordimiento, humildad, arrepentimiento,

abyección, vergüenza.

El odio es una tristeza acompañada por la idea de una causa

externa. Son formas del odio: indignación, menosprecio, envidia.

3-Las formas del deseo son; nostalgia, emulación, agradecimiento,

benevolencia, ira, venganza, crueldad, temor, audacia,

pusilaminidad, consternación, modestia, ambición, gula,

embriaguez, lujuria, avaricia.

98

hUe y

En algunos casos, considera Spinoza la combinación o

simultaneidad de varios afectos, lo que llama fluctuación. En

realidad, dice, el alma puede ser afectada por dos o más afectos al

mismo tiempo; estos afectos quedan asociados como tales, de

modo que reaparecerán unidos en otras ocasiones. Así entonces,

una misma cosa puede ser causa por accidente de alegría, de

tristeza o de deseo que se unen en simultaneidad.

Podemos amar y odiar simultáneamente a la misma cosa cuando

la cosa que nos produce tristeza es semejante a otra que nos

produce alegría.

Así pone como ejemplo el caso de los celos, donde el odio a la

cosa amada está unido a la envidia. Tenemos en este caso una

fluctuación del ánimo nacida del amor y del odio simultáneos

acompañados por la idea del otro al cual se envidia.

Otro ejemplo es el del miedo. El afecto que dispone al hombre a

que no quiera lo que quiere o que quiera lo que no quiere, se llama

temor que no es más que el miedo en cuanto dispone al hombre a

evitar un mal que juzga venidero por medio de un mal menor. En el

temor, entonces, queremos y no queremos a la vez.

Tambien afirma que apetecemos conforme a la razón un bien

mayor futuro más que un bien menor presente y un mal presente

menor más que un mal mayor futuro.

Estas reflexiones sobre la combinación de estados afectivos, son

sin duda, los que han tenido mayor repercusión en los desarrollos

de la psicología moderna y especialmente, en el psicoanálisis.

3- Críticas a la moral tradicional.

§ 98- Al final de esta tercera parte, tenemos una serie de

afirmaciones críticas que tocan a la moral basada en principios

teológicos. Así afirma que la conmiseración en el hombre que vive

99

hUe y

conforme con la razón es por sí misma mala e inútil 98. De aquí se

sigue que el hombre que vive de acuerdo con la razón, se esfuerza

cuanto puede por no dejarse dominar por la conmiseración.

Y agrega que el que ha comprendido rectamente que todo se sigue

de la necesidad de la naturaleza divina y ocurre según las leyes y

reglas eternas de la naturaleza, no encontrará nada que sea digno

de odio, risa o desprecio ni tendrá conmiseración de nadie sino

que se esforzará en obrar el bien y alegrarse.

Entonces, el que fácilmente es dominado por el afecto de la

conmiseración, obra algo de lo cual después se arrepiente; porque

por este afecto nada obramos que sepamos que es bueno y somos

fácilmente engañados por las lágrimas ajenas. Por el contrario, el

que no es movido ni por la razón ni por la conmiseración a ayudar

a los demás, es llamado justamente inhumano pues no parece ser

semejante a un hombre. En definitiva es la razón la que debe

disponer la ayuda a los demás.

De donde se sigue que es correcto ayudar al prójimo, pero no por

amor de caridad, el punto de vista agustiniano y tradicional, sino

por el ejercicio adecuado de la razón.

También dice que la humildad no es una virtud pues no nace de la

razón. El arrepentimiento tampoco es virtud. El que se arrepiente

de lo que ha hecho es dos veces miserable e impotente 99.

4-Algunas observaciones sobre el pensamiento de Spinoza.

§ 99- Spinoza anticipa de alguna manera el método del

psicoanálisis al afirmar que al tomar conciencia del significado de

las pasiones se alcanza la liberación del hombre de la esclavitud

que ellas le imponen. Pero por otra parte depende enteramente del

98

Etica, III, proposición 50.

99 Ibid., proposiciones 53 y 54.

100

hUe y

método cartesiano al entender que esa toma de conciencia ha de

darse al tener una idea clara y distinta del contenido de las

pasiones. Así entonces, tendremos una descripción racional y

geométrica de ese contenido. La razón ha de ser la liberadora.

Tenemos en la Etica un listado muy amplio de modos de la

afectividad. Pero las definiciones esquemáticas resultan, en

general, insuficientes. Sin embargo, no podemos negar su utilidad

para cualquier teoría de la vida afectiva.

Porque siendo el deseo y la razón los componentes de toda acción

humana, con ello Spinoza rehabilita la importancia de la

afectividad, al afirmar que la razón sin afecto es inoperante.

Para Spinoza, el deseo ligado a la razón no es carencia, falta o

anhelo sino una potencia realizadora, es querer ser plenamente en

todas sus posibilidades. De ahí que toda la ética spinozista se

resumirá en su concepto de la virtud, definido como el deseo de

conservarse plenamente. Obrar absolutamente por virtud no es

más que obrar, vivir y conservar el propio ser bajo la guía de la

razón, teniendo por fundamento la búsqueda de la propia utilidad.

Vemos qué lejos está este pensamiento del ideal aristotélico de la

amistad como virtud que busca el bien del amigo de modo

desinteresado (cf. § 23) y más aún del concepto cristiano del amor

de caridad (cf. § 53; 67 ).

El estudio de las pasiones, tiene para Spinoza, íntima relación con

la ética y además con lo que él concibe como Dios. Pero tanto la

ética como lo divino, son concebidos de un modo enteramente

nuevo en cuanto basados en la naturaleza. Porque no hay dos

cosas distintas, el cuerpo y el alma, tampoco hay dos cosas

distintas, la naturaleza y dios.

La repercusión en la cultura y las relaciones sociales de los

conceptos spinocianos fue sin duda importante; se fue acentuando

lentamente en especial con los filósofos del siglo XVIII, que los

retoman en parte, tanto los empiristas ingleses como Kant.

101

hUe y

XV- FILOSOFÍA EMPIRISTA.

§ 100- Con la filosofía del empirismo entramos en una etapa

polémica que, sin embargo, tiene aportes interesantes para la

historia de la reflexión sobre el sentimiento.

Esta corriente de filosofía se caracteriza porque tiende a

prescindir de las elaboraciones teóricas para concentrarse en la

experiencia tal como se presenta a los sentidos. Esto hace que

prescinda de toda Metafísica o Teología y se dedique más a las

ciencias naturales y experimentales.

Como doctrina aparece primeramente en Escocia, y se desarrolla

a lo largo del siglo XVIII, y primera parte del siglo XIX. Su teoría

del sentimiento tendrá su máxima expresión en la llamada moral

sentimental en la cual adquiere especial relevancia el sentimiento

de simpatía. Sentimiento que será el fundamento de toda la moral.

El antecedente inmediato de esta corriente debe ubicarse en

Thomas Hobbes (1588- 1679) quien considera que el ser humano

está regido por las leyes naturales del universo y funciona en gran

medida como un mecanismo que se mueve continuamente para

alcanzar sus deseos. En el estado de naturaleza, anterior a la

organización social, el hombre vive en una "guerra de todos

contra todos", movido por la tendencia a garantizar su propia

conservación pues el egoismo es un sentimiento natural y

propiamente humano.

Francis Hutcheson (1694-1746) criticará este punto de vista

distinguiendo entre una acción beneficiosa y su valor moral. El

vicio y el egoismo pueden dar lugar a una acción beneficiosa, pero

esto no significa que sean morales. Entonces, Hutcheson habla de

las pasiones sosegadas o reflexivas como virtudes.

102

hUe y

Shaftesbury (1671-1713) , será el representante de una posición

relativamente contraria a la corriente empirista, manteniendo con

todo algunos principios comunes. Se opondrá al pesimismo moral

de Hobbes y al mecanicismo como método de explicaciòn

empirista. Serà el propulsor de una ética centrada en la idea de

belleza, donde la benevolencia y la armonía social son resultado

natural de la condición humana, siendo el sentimiento y el buen

gusto los que determinan los valores morales de manera

semejante a los juicios con respecto a la belleza.

XVI- ADAM SMITH (1723-1790).

§ 101- Adam Smith tiene particular importancia para el tema del

sentimiento por ser el autor de una Teorìa de los sentimientos

morales. En ella parte de un enfoque semejante al de Hutcheson. 100. Empieza por la exploración de todas las conductas humanas,

en las cuales el egoísmo no parece desempeñar un papel

importante, contra lo que aseguraba Hobbes. Sin embargo,

confiere razón a sus postulados admitiendo que la primera

tendencia del ser humano es la del amor a sí mismo. De ahí que se

vea obligado a controlar y dominar su egoísmo, elemento

fundamental para que la vida en comunidad no se convierta en una

guerra de todos contra todos.

1- El sentimiento de simpatía.

§ 102- Lo que se impone, entonces, es el desarrollo de la simpatía

por medio de la cual un sujeto es capaz de ponerse en el lugar de

otro, aún cuando no obtenga beneficio de ello. Adam Smith explica

100

A. Smith, La teoría de los sentimientos morales, Alianza, Madrid,1997.

103

hUe y

el origen de este sentimiento en la necesidad de ser aprobado por

los demás.

La simpatía es el sentimiento que nos hace salir de nosotros e

interesarnos por la suerte del otro 101; es el fundamento de

nuestros juicios morales de aprobación/o desaprobación.

Pero la simpatía no es igual al sentimiento estudiado por los

teóricos medievales como amor de caridad, ni tampoco equivale

al sentimiento de amistad desarrollado por Aristóteles. No es

fusión ni sustitución. No es fusión porque yo no puedo

identificarme punto por punto con los sentimientos del otro; no soy

su amigo. No es sustitución, porque al acompañar al otro en sus

sentimientos yo no lo sustituyo. Entonces, la simpatía supone la

exterioridad del ego (simpatizador) en relación al alter

(simpatizado).

Además la simpatía es selectiva por partida doble: se otorga a los

sentimientos que no exceden de un cierto grado expresivo y se

orienta principalmente hacia las situaciones teñidas de

sentimientos gozosos. Esto significa que no puedo simpatizar con

sentimientos extremos que no son comunes y normales; y que

simpatizo más fácilmente con la alegría del otro que con su

tristeza. Por eso Adam Smith dictamina que la simpatía sólo se

puede vivir de un modo muy matizado. En general, se debe ser muy

parco en la manifestación de los sentimientos, para evitar la

vanagloria o la rivalidad 102.

El sujeto emocional smithiano no sólo puede sentir simpatía por

otro, sino también busca afanosamente la simpatía de los demás.

Y esto es lo decisivo: la simpatía otorgada es, desde el principio,

una simpatía buscada.

101

Ibid. 49 sgs.

102 Adam Smith, por otro lado, es el autor de los importantes y más conocidos estudios sobre la ciencia

económica en su obra La riqueza de las naciones, Tecnos, 2009.

104

hUe y

La parte principal de la felicidad humana, dice Smith, estriba en la

conciencia de ser querido. El hombre, no es "lobo para el otro

hombre‖ como pensaba Hobbes.

2- El tribunal de la conciencia.

§ 103- Sin embargo, A. Smith no se contenta con las

consecuencias de una moral reducida a la opinión común basada

en la aprobación o desaprobación de las conductas según que

resulten simpáticas o antipáticas. Smith es reacio al utilitarismo o

a la reducción estética de la ética.

Lo que pretende fundamentar es una ética en la que la vergüenza

esté subordinada a la culpa que mora en el interior de la

conciencia y no se deja engañar por lo fastos teatrales de la

presentación ante el mundo: una ética que no sacrifique la

interioridad moral a su pomposa visualización externa. Para él el

Tribunal Supremo mora en la conciencia.

Por eso plantea 103 la decisiva contraposición entre lo admirado y

lo admirable, lo loado y lo loable, lo amado y lo amable, es decir,

entre lo que obtiene reconocimiento público y lo que debería

obtenerlo.

Siguiendo la misma línea, piensa que la sociedad moderna se basa

en el acuerdo entre desconocidos con los cuales naturalmente no

tenemos sentimientos benevolentes. Entonces, en los negocios no

predomina el sentido social sino el del bien propio. Sin embargo, la

simpatía como sentimiento puede mitigar las consecuencias

inhumanas del egoísmo y el Tribunal de la Conciencia debe tener

la última palabra.

3- Las virtudes morales.

103

Ibid. 232, sgs.

105

hUe y

§ 104- El análisis del sentimiento de simpatía desemboca

naturalmente en la reflexión sobre las virtudes humanas que se

siguen de los sentimientos.

Tres son, según A. Smith, las virtudes perfectas que habrían de

informar el carácter del sujeto: prudencia, justicia y beneficencia.

―La preocupación por nuestra propia felicidad- dice- nos

recomienda la virtud de la prudencia; la preocupación por la de los

demás, las virtudes de la justicia y la de la beneficencia. La

primera de esas tres virtudes nos es originariamente recomendada

por nuestros afectos egoístas, y las otras dos por nuestros afectos

benevolentes".

Ninguno de esos afectos es, en sí, vicioso o inmoral. Tanto los

benevolentes como los egoístas pertenecen a la esfera de la moral

con tal que se cumpla la doble condición de que sean morigerados

por la continencia y compatibilizados entre sí.

"El sentir mucho por los demás y poco por nosotros mismos, el

restringir nuestros impulsos egoístas y fomentar los benevolentes,

constituye la perfección de la naturaleza humana" 104.

Sin embargo, "La beneficencia siempre es libre, no puede ser

arrancada por la fuerza‖. En cambio, la virtud de la justicia puede

ser exigida por la fuerza, y su violación merece el castigo. Se me

puede forzar a ser justo; no a ser benéfico 105.

4- La fortuna.

104

Ibid. 76.

105 Esto explica la crìtica liberal al Estado del Bienestar en la polémica política en la Inglaterra de la post-

guerra.

106

hUe y

§ 105- Ahora bien, la esfera de la acción económica está

informada por la virtud moral de la prudencia, pero los resultados

de la prudencia pueden chocar y chocan típicamente con los de la

beneficencia

En consecuencia, la reflexión sobre las virtudes y su relación con

la moral, se vincula con el tema de la Fortuna. En efecto, A. Smith

reconoce que existe falta de congruencia entre la moralidad de la

acción y sus consecuencias mundanas.

Muchas veces las buenas intenciones dan lugar a malas

consecuencias y viceversa; entonces, el juicio moral queda

pervertido ya que éste, en opinión de Smith, debe atenerse a las

intenciones y dejar de lado las consecuencias, fruto típico del

azar.

Smith se coloca en la línea de Leibniz, quien en su optimismo

sobre el mundo como perfectamente ordenado, reduce

sustancialmente el mal. En todo caso, el mal nunca es un fin, sino

sólo un medio para la obtención de algo que es sustantivamente

un bien. Hablando del Ser Supremo, dice Smith:

Este Ser benevolente y omnisciente no admite en su sistema de

gobierno ningún mal parcial que no sea necesario para el bien

universal, y así la criatura humana debe ponderar todos los

infortunios que puedan sobrevenirle a él, sus amigos, su grupo o

su país, en tanto que son males parciales en la totalidad universal 106.

Manos Invisibles que todo lo urden, hacen que emerja el bienestar

público a partir del amor de sí mismo de los hombres, que guiados

por la prudencia, buscan conservar e incrementar su patrimonio

material. Por lo tanto, no debemos considerar precipitadamente

los afectos egoístas como antisociales.

106

Ibid. 421-2.

107

hUe y

El que busca su propia prosperidad no tiene que preocuparse de

los efectos sociales que se siguen de allì.

5- Observaciones.

§ 106- El pensamiento de A. Smith con respecto a los

sentimientos, busca claramente un término medio entre los

conceptos de Hobbes y los de Hutcheson (cf. § 100). Para él

existen naturalmente en el ser humano sentimientos benevolentes

y su predominio sobre los sentimientos egoístas, marcan la

perfección de las virtudes. Valora el sentimiento de simpatía como

necesario para la armonía social aunque este ya no es equivalente

al amor de la moral tradicional.

Con todo, respondiendo a las inquietudes de la época y a los

conflictos del capitalismo naciente, al cual ha de estimular con su

estudio sobre la riqueza de las naciones, insiste en que no se han

de considerar los efectos del egoísmo como necesariamente

antisociales, porque de una mala intención puede engendrarse un

bien. Estas consecuencias dependen del azar, pero no hay mal

absoluto y entonces, el que es perjudicado por los males que debe

soportar, debe consolarse con la idea de que no hay mal que por

bien no venga.

Son las consecuencias claras de una moral utilitarista que

permitirá al mundo moderno grandes progresos en economía y

tecnología. Es cierto que el ideal de la moral tradicional centrada

en el amor de caridad estaba lejos de cumplirse en la práctica y

que daba lugar a la hipocresía de los poderosos. Además, como

norma internalizada en la cultura, no contribuía a la acumulación

de riquezas materiales, por lo cual es comprensible que a la larga,

fuera cayendo en descrédito para muchos sectores de la sociedad.

108

hUe y

XVII- HUME (1711-1776)

§ 107- El pensamiento de Hume se caracteriza, como el de todos

los filósofos del empirismo, por el objetivo principal de desarrollar

un conocimiento experimental de la naturaleza humana. Su obra

principal es el Tratado de la naturaleza Humana, donde dedica la

segunda parte al tema de las pasiones 107.

Continuando la opción empirista por la moral de los sentimientos,

Hume es escéptico con respecto a la idea de una tendencia

natural a la benevolencia expresada por Hutcheson . Encuentra

solo tres tendencias naturales en el ser humano: el instinto

sexual, el amor a los padres y el amor a sí mismo. Para él, en

consecuencia, no existe una tendencia natural al bien público;

solo se tiende al propio interés.

La mayoría de los miembros de la sociedad son para nosotros

como extraños a los que naturalmente no podemos amar. La

simpatía, entonces, compensa esa limitación.

1- La naturaleza de las pasiones

§ 108- ¿Qué entiende Hume por «pasiones»? Señala,

primeramente, que son «percepciones de la mente». Hume utiliza

el término percepción para designar los contenidos de nuestra

conciencia, de modo que incluye entre las percepciones nuestras

modificaciones sensitivas como también las afectivas y

cognitivas: «Oír, amar, pensar, sentir, ver: todo esto no es otra

cosa que percibir».

Distinguirá dos clases de percepciones: las impresiones y las

ideas. Esta distinción está hecha en base a la fuerza o intensidad-

vivacidad con que son experimentadas. Las impresiones son más

vivaces, más intensas que las ideas. Bajo el nombre de

107

D. Hume, Tratado de la Naturaleza Humana, Barcelona, Editorial Humanitas, 1983.

109

hUe y

impresiones incluye «todas nuestras sensaciones, pasiones y

emociones tal como hacen su primera aparición en el alma». Con

la denominación de ideas incluye las imágenes débiles de las

impresiones «cuando pensamos y razonamos».

Así, las impresiones son los datos inmediatos de la experiencia

mientras que las ideas son representaciones de las impresiones

en el pensamiento. La relación existente entre estas dos

formas de percibir consiste en que las ideas se forman a partir de

los elementos de las impresiones, son «copia» de las impresiones,

siendo este el «primer principio de la ciencia de la naturaleza

humana».

Hume concluye que esta distinción no es sino la habida entre lo

que comúnmente denominamos «sentir» y «pensar»; no es lo

mismo estar furioso, sentir la emoción, que pensar en la furia, lo

que no lleva consigo el hecho de enfurecerse.

Sin embargo, admite que lo que llama impresiones incluye estados

de conciencia muy distintos entre sì y por eso distingue entre las

impresiones de sensación y las de reflexión. Las impresiones de

sensación son aquellas que obtenemos a través de los órganos

de los sentidos; son las sensaciones. Las impresiones de reflexión

son nuestras pasiones, deseos y emociones. Hume afirma que son

«impresiones secundarias», pues «proceden de alguna impresión

original, sea directamente o por la interposición de su idea».

Es decir que no todas las pasiones surgen sólo de impresiones

originales, sino que también pueden provenir de alguna idea.

El proceso de generación de las impresiones de reflexión o

pasiones, en cuanto derivan de impresiones originales o de sus

ideas, es el siguiente:

Una impresión se manifiesta en primer lugar en los sentidos, y

hace que percibamos calor o frío, placer o dolor de uno u

otro tipo. De esta impresión existe una copia tomada por la

110

hUe y

mente y que permanece luego que cesa la impresión: llamamos a

esto idea. Esta idea de placer o dolor cuando incide a su vez en

el alma, produce las nuevas impresiones de deseo y aversión,

esperanza y temor, que pueden llamarse

propiamente impresiones de reflexión, puesto que de ellas se

derivan. A su vez, son

copiadas por la memoria y la imaginación y se convierten en

idea; lo cual, por su

parte, puede originar otras impresiones e ideas.

Vemos como Hume se ve obligado a introducir cierta complicación

en su esquema, para responder con mayor exactitud a la

experiencia. En este caso se trata de cierta circularidad: las

sensaciones originales producen alguna idea, la cual repercute en

la sensibilidad para producir alguna pasion, de donde a su vez

surgen nuevas ideas.

2- Pasiones serenas y pasiones violentas

§ 109- Hume realiza una doble clasificación de las pasiones:

en primer lugar las divide en «serenas» (calm) y «violentas»

(violent), atendiendo a la intensidad con que se presentan; y, en

segundo lugar, en «directas» (direct) o «indirectas» (indirect),

según se originen directamente del placer o dolor, o bien de estos

principios junto con otras cualidades.

Incluye dentro de la categoría de pasiones violentas a la mayoría

de los afectos: amor, odio, alegría, tristeza, orgullo, humildad,

miedo, esperanza, etc. Y reserva la etiqueta de pasiones serenas a

los sentimientos morales y estéticos. A estas pasiones serenas

habría que añadir, según interpreta Hume, lo que a veces

denominamos «razón», que no es más que un sentimiento sereno.

La distinción está hecha en base a la fuerza o vivacidad de las

impresiones, pero esta intensidad es relativa y la clasificación a

veces está lejos de ser exacta. La poesía y la música pueden

111

hUe y

producir un arrebato pasional intenso y una pasión violenta puede

degradarse hasta convertirse en algo indiferente.

En sus escritos, el bienestar humano está asociado con las

disposiciones y prácticas que producen o preservan la serenidad

pasional, y, por el contrario, las pasiones violentas están

invariablemente asociadas con la miseria o infelicidad, la

inestabilidad política y el fanatismo religioso. Dependerá del

carácter de la persona el predominio de una u otra. Si predomina

la «fuerza de espíritu» («strength of mind»), prevalecerán las

pasiones serenas sobre las violentas.

Para él el conflicto «razón-pasión» no es sino el conflicto entre

dos tipos de pasiones, las pasiones serenas y las violentas.

Como ejemplos de «pasiones apacibles» Hume destaca que

«decimos que un hombre es diligente en su profesión a causa de la

razón, esto es, a causa de un apacible deseo de riquezas y fortuna.

Un hombre se adhiere a la justicia por causa de la razón, esto es,

por una consideración apacible del bien público».

Otra cuestión es la de explicar el comportamiento de aquellos que

son capaces de realizar un mal sin alteración emocional alguna.

Aunque la acción sea violenta en sí misma, ellos son incapaces

de percibirla como tal.

Hume comparte la opinión de Shaftesbury, quien a pesar de creer

en un orden natural universal que nos inclina hacia las pasiones

sociales, fue consciente del problema: el carecer de conciencia o

sentido natural de lo odioso que son el crimen y la injusticia, es

propio de un ser miserable a más no poder. Para Shaftesbury estas

personas son monstruos de la naturaleza, una excepción en el

orden natural.

3- Pasiones directas e indirectas

112

hUe y

§ 110- La otra distinción introducida por Hume es entre pasiones

«directas» (direct) e «indirectas» (indirect).

1)-El mecanismo de las «pasiones directas» es sencillo, dado que

surge de forma inmediata del placer o del dolor. Son ejemplo de

este tipo de pasiones: la alegría y la tristeza, el deseo y la

aversión, el miedo y la esperanza, etc. En el análisis de las

pasiones directas Hume es deudor de la taxonomía estoica.

2)-Hume otorga especial atención a las «pasiones indirectas».

Tenía la doctrina de las «pasiones indirectas» como su

principal aportación histórico-filosófica a la filosofía de las

pasiones. Hay cuatro pasiones indirectas de especial relevancia:

el «orgullo», la «humildad», el «amor» y el «odio». De ellas

parecen derivarse otras como la ambición, vanidad, envidia,

piedad, generosidad, etc.

El mecanismo de las «pasiones indirectas» es doble: por un lado,

la «idea que las excita» y por el otro, su objeto, es decir, «aquello

a que dirigen su atención una vez excitadas».

Analiza en detalle las dos parejas de pasiones indirectas: orgullo-

humildad, amor-odio. En éstas, la idea que las exita puede ser

diversa (la virtud, la belleza, las riquezas, las propiedades, etc.)

pero el objeto de la pasión en la primera pareja será siempre el

«yo» (self) y en la segunda «otras personas» (other selves).

Llama al «orgullo» y la «humildad» «puras emociones del alma»,

pues, «no están

acompañadas de deseo alguno, ni nos incitan inmediatamente a

la acción». Son pasiones que se bastan a sí mismas, estados

contemplativos del propio yo, que expresan una relación con

alguna cualidad o propiedad propia. En cambio las pasiones de

«amor» y «odio», «no son algo completo en sí mismo, sino que

impulsan a la mente a algo más en relación a la persona amada u

odiada.

113

hUe y

La causa del orgullo, ha de consistir en algo que nos pertenece,

esto es, debe estar asociada a la idea del Yo. Estamos orgullosos

de nuestra inteligencia, de nuestra familia, de nuestras

propiedades. Establecemos entonces, la asociación entre la idea

que causa nuestra pasión y el objeto de la pasión que es el propio

yo. En el caso de la humildad, la asociación de ideas es

obviamente la contraria. La idea del yo según Hume, siempre nos

está íntimamente presente.

4- Las leyes de asociación.

§ 111- Un aporte importante en el estudio de los sentimientos ha

sido la teoría de Hume sobre las leyes de asociación.

Para comprender como surgen las pasiones, dice Hume, es

necesario tomar en cuenta el proceso de formación de las ideas y

sus leyes de asociación.

Por la «asociación de ideas» realizamos una fácil transición de

una idea a otra. Nuestros pensamientos o ideas están sometidos a

reglas, pasando de un objeto a otro, a partir de las relaciones de

semejanza, contigüidad o causalidad. Cuando una idea se presenta

a la imaginación, cualquier otra idea que está unida por alguna de

estas relaciones la sigue naturalmente. Es este un principio

común tanto al entendimiento como a las pasiones.

Sin embargo, estos principios no bastan para explicar toda

nuestra vida emocional y Hume tiene que introducir otros

principios ad hoc, tales como el «principio de simpatía» y el de

«comparación». Afirma que a todas las «causas originales» de

orgullo y de humildad, se les suma, otra «causa secundaria», que

consiste en «la opinión de los demás, y que tiene una influencia

igual sobre todas las afecciones». Este es el principio de

simpatía.

114

hUe y

Otro principio que introduce Hume, contrario a la simpatía, es el

«principio de comparación», que permitiría explicar pasiones

como la malicia o la envidia que surgen de la comparación con los

otros.

5- El sentimiento moral

§ 112- Además de lo dicho en el "Tratado", Hume dedicará las

"Investigaciones sobre los principios de la moral" 108 a

fundamentar su concepto de la ética. En consonancia con la

oposición al racionalismo, mostrada en la explicación del

conocimiento y en la crítica de la metafísica, se opondrá a los

sistemas éticos que pretenden fundar en la razón la distinción

entre el bien y el mal y, en consecuencia, la vida moral del ser

humano.

Que la moralidad existe es considerado por Hume como una

cuestión de hecho: todo el mundo hace distinciones morales. Las

discrepancias empiezan cuando nos preguntamos por el

fundamento de las distinciones morales: ¿Se fundan en la razón,

como han afirmado los filósofos desde la antigüedad clásica? ¿O

se fundan en el sentimiento, de forma que reaccionamos ante los

"objetos morales" según nuestra constitución humana?

Hume nos ofrece una serie de argumentos detallados con los que

rechaza la posibilidad de que la razón sea la fuente de la

moralidad.

Si analizamos una acción moral, sea buena o mala, y describimos

los hechos, aparecerán las propiedades de los objetos que

intervienen en la acción, pero no aparecerá por ninguna parte lo

"bueno" o lo "malo" como cualidad de los objetos, sino un

"sentimiento" de aprobación o desaprobación de los hechos

descritos.

108

D. Hume, "Investigación sobre los principios de la moral", Alianza Editorial, Madrid, 1993.

115

hUe y

Por lo demás, la moralidad no se ocupa del ámbito del ser, sino del

deber ser: no pretende describir lo que es, sino prescribir lo que

debe ser. Pero de la simple observación y análisis de los hechos

no se podrá deducir nunca lo que "debe ser". Hay un paso ilegítimo

del ser (los hechos) al deber ser (la moralidad).

Por lo que parece quedar claro, dice Hume, que la moralidad no se

funda en la razón. Sólo queda, pues, que se base o derive del

sentimiento.

Consideramos, pues, que algo es bueno o malo, justo o injusto,

virtuoso o vicioso, no porque la razón capte o aprehenda ninguna

cualidad en el objeto moral, sino por el sentimiento de agrado o

desagrado, de aprobación o rechazo que se genera en nosotros al

observar dicho objeto moral. Las valoraciones morales no

dependen, pues, de un juicio de la razón, sino del sentimiento.

Hume da por supuesto que la naturaleza humana es común y

constante y que, del mismo modo que el establecimiento de

distinciones morales es general, las pautas por las que se regulan

los sentimientos estarán sometidas también a una cierta

regularidad o concordancia. Uno de esos elementos concordantes

es la utilidad, en la que Hume encontrará una de las causas de la

aprobación moral. La utilidad, en efecto, la encontrará en la base

de virtudes como la benevolencia y la justicia.

6- Comentario.

§ 113- Lo primero que observamos al considerar el pensamiento de

Hume es que al limitarse a lo considera como experiencia natural,

descartando toda la filosofía de los antiguos, su concepción de la

naturaleza humana se reduce a una enorme simplicidad.

Es cierto que la concepción antropológica tradicional, por

ejemplo, la escolástica aristotélica, era enormemente compleja. Si

116

hUe y

esta complejidad era excesiva y convenía aplicar la ―navaja de

Occam‖, queda, con todo, abierta la posibilidad del interrogante

fenomenológico sobre si era admisible tanta simplificación 109.

Hume simplifica el psiquismo humano, reduciendo todo a pocos

principios a imitación de las nuevas teorías de la física. Todos los

estados de conciencia no son otra cosa que percepciones; a su

vez las percepciones se reducen a dos grupos: impresiones e

ideas. Pero las ideas mismas son simplificadas a un máximo al

considerarlas simplemente como impresiones debilitadas o copia

de las impresiones.

Observemos que también en la física moderna se produce una

enorme simplificación de la materia al reducirla a partículas y

fuerzas, siendo a su vez las fuerzas reducidas a lo que puede ser

medido en el sistema de espacio, peso y tiempo 110. Esta

simplificación condujo a una asombrosa capacidad de cálculo y

predicciòn con respecto a los fenómenos naturales y a la

consecuente posibilidad de su instrumentación utilitaria. Hume

supone que lo mismo ha de suceder con el conocimiento de la

mente humana.

Hay que admitir que la simplificación de Hume con respeto a la

mente humana tenía su verdad, pues era el contrapeso y la

reacción contra otra simplificación: la que separaba de modo

tajante cuerpo y alma, imaginación y conocimiento, sensación e

inteligencia, cosificando a su vez los fenómenos mentales con el

concepto de las facultades, las operaciones y los objetos.

Tales nociones también implicaban una simplificación, pues hoy

se debe decir que no existe pensamiento por muy abstracto que

sea que no tenga en su base, fundamento o prehistoria algún

elemento imaginario y que es artificial la división entre alma y

109

La “navaja de Occam” proponía eliminar aquellas explicaciones que no tuvieran claro fundamento en la

experiencia. En el aristotelismo medieval teníamos múltiples distinciones y subdistinciones componentes del

sujeto humano y una tendencia a sustancializar o cosificar los fenómenos vivenciales.

110 Modernamente sintetizado en el sistema c.g.s. (centímetro, gramo, segundo).

117

hUe y

cuerpo. Esto lo admitirá Kant, como veremos, al introducir el

concepto de esquema mientras que la fenomenología evitará la

distinción entre percepción sensible y concepto.

Sin embargo, la reducción de las ideas a simples copias de las

impresiones resulta evidentemente inaceptable. Es cierto que la

idea de furia reproduce el sentimiento de estar furioso (cf. § 108).

¿Pero qué impresión o sentimiento reproduce la noción de infinito?

Las argumentaciones que da Hume para explicar las ideas más

abstractas, son muy flojas y nada convincentes.

Sin embargo, la afirmación de que la razón no es más que una

forma del sentimiento tiene, con todo, su importancia y puede ser

considerada como un aporte interesante; así también su

contatación de la existencia de lo que llama pasiones serenas.

Lo que Hume no toma en cuenta es el deslizamiento semántico

entre el concepto de razón premoderno y lo que significa la razón

en el pensamiento científico de la modernidad.

En efecto, la razón que él critica negando su condición de

fundamento de la moral, nada tiene que ver con el concepto

científico de la razón fundada en el experimento y la

cuantificación. La razón premoderna estaba siempre aureolada por

cierta afectividad, de modo que como él mismo destaca, no estaba

tan lejos del sentimiento.

Es interesante la concepción de las pasiones indirectas en

referencia al yo y no cabe duda que se debe reconocer como un

aporte su teoría de la asociación de ideas. También tienen

importancia los principios de simpatía y de comparación.

La teoría de las pasiones de Hume supone una crítica

indirecta con respecto a la concepción religiosa propia de la

época. Así por ejemplo, exalta el valor del orgullo y critica de

modo implícito el concepto de la humildad y de la pobreza como

virtudes.

118

hUe y

La utilidad considerada como el principio común que explica

nuestros juicios morales, plantea otros interrogantes. Así por

ejemplo, este enfoque repercutirá en una nueva concepción de los

valores sociales. El bienestar objetivo que se va generando con la

acumulación de riquezas-opina Hume- no puede ser condenado

moralmente porque las tendencias derivadas de la ambición y la

codicia generan beneficios para la comunidad. Estas inclinaciones

criticadas por la moral tradicional, son la base del comercio y del

progreso, pero también conllevan ciertas consecuencias negativas

que no se toman en cuenta.

XVIII- ROUSSEAU (1712-1778).

§ 114- Con J.J. Rousseau aparece en el siglo XVIII una actitud

teórica totalmente opuesta a la del racionalismo. Se trata de los

primeros atisbos de lo que se concretarà en el siglo siguiente

como filosofía del romanticismo.

El punto de partida del pensamiento de Rousseau se ubica en su

crítica al orden social vigente y en su descripción de las

características que atribuye a lo que considera como el hombre

natural. Para él, a diferencia de Hobbes (cf. § 100) el hombre es

naturalmente bueno, pero actúa mal forzado por la sociedad que lo

corrompe al privarle de la libertad. Una vez formulado este

principio, intentará explicar por qué las cosas son de esta manera

y cuál debe ser el camino a seguir para salir de esta triste

situación 111.

¿Cuál ha podido ser la causa de que este hombre bueno, con un

sentimiento natural de compasión hacia los demás, haya podido

111

Jean-Jacques Rousseau, Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, Espasa

Calpe, Madrid, 1923; El contrato social, Aguilar, 1970..

119

hUe y

llegar a la depravación en que se encuentra? La razón es clara

para Rousseau: porque en la sociedad este hombre ha perdido la

libertad. La división del trabajo llevó a la propiedad privada; ésta,

a la desigualdad, con la consiguiente dominación de unos sobre

otros, y, finalmente, se llegó a la opresión política. Entonces, por

la pérdida de la libertad, el hombre ya no es dueño y responsable

de sus actos.

En consecuencia, la propuesta de Rousseau es la de restaurar al

hombre en su bondad natural, devolviéndole su libertad primigenia,

mediante la unión de la razón, producto de la sociedad, con el

sentimiento de benevolencia, de origen natural, anterior a la

formación de la sociedad. Para esto será preciso eliminar las

graves desigualdades que pervierten al hombre, haciéndolo

egoísta y agresivo.

Rousseau critica a la razón, producto de la sociedad, en cuanto se

ha separado del sentimiento natural en el hombre y anterior a la

sociedad. Para él la razón debe estar subordinada a los

sentimientos; puede ser usada correctamente y guiarnos por el

buen camino cuando está unida a los sentimientos propios del

hombre natural.

Porque los sentimientos son estímulos y sensaciones que nos

ayudan a percibir estados y situaciones. Los sentimientos

representan disposiciones emotivas que caracterizan de forma

determinante al sujeto humano. Rousseau piensa que la

racionalidad es algo adquirido y que lo único que nos caracteriza

naturalmente son los sentimientos. Razón y sentimiento son

entonces entendidos como dos caminos que se cruzan.

En sus reflexiones Rousseau considera que empezamos a existir

como seres que sentimos y que nuestra afectividad es anterior a

nuestro entendimiento (o sea a nuestras ideas).

Por eso el comportamiento y las obligaciones del hombre natural

no se guían por la razón, sino por dos principios previos al

120

hUe y

desarrollo de esta: (i) el deseo de bienestar y de la propia

conservación, y (ii) la repugnancia a ver sufrir o perecer a

cualquier ser sensible. Si no hace daño al semejante no es porque

se trate de un ser dotado de razón, sino por ser alguien con

sensibilidad.

Vemos cómo el pensamiento de Rousseau parte de un punto de

vista totalmente opuesto al de Hobbes y a la escuela empirista del

sentimiento, porque lo que es natural en el hombre no es el

egoismo sino la bondad y benevolencia.

Pero el estado del hombre natural era premoral; no tenía vicios

pero tampoco virtudes; el instinto le proporcionaba las facultades

que le permitían vivir en el estado natural. No era malo, porque sus

pasiones eran apacibles e ignoraba el vicio.

Para Rousseau la piedad era una virtud natural, y ―tan natural que

las mismas bestias manifiestan a veces sus signos sensibles‖. En

efecto, la piedad tiene tal fuerza que incluso a las costumbres más

depravadas les resulta difícil destruirla.

El hombre natural ve generalmente a sus semejantes —como

cualquier animal ve a los de su especie— como un igual. Este

hombre natural no conoce ni la vanidad, ni la estima, ni el

desprecio; ni tiene noción de lo tuyo o lo mío, ni tiene idea de

justicia o deseo de venganza (salvo como respuesta inmediata al

daño sufrido).

El buen salvaje u hombre de naturaleza, no es racional, aunque

pueda desarrollar esta capacidad en el futuro. Vive una bondad

ingenua y primaria porque obra casi por instinto ajustando su

libertad a los sentimientos naturales que dirigen su acción.

En conclusión, el sentimiento es considerado por Rousseau, como

una intuición que nos permite conocer, sin intermediarios

racionales, los principios innatos: de libertad, igualdad, piedad...

121

hUe y

que son fundamentos de la moralidad. Estos principios son

evidentes, pues son captados inmediatamente.

De estas consideraciones sobre el sentimiento deriva Rousseau su

propuesta de una sociedad que sin volver a la primitividad natural,

se acerque a ella en lo posible. Este es el concepto que origina su

noción de la democracia, en la cual la libertad de cada uno le

permitiría vivir sin opresión, respetando la libertad del prójimo.

XIX- KANT (1724-1804)

1- Teoría de las facultades.

§ 115- El pensamiento de Kant representa un esfuerzo

extraordinario por su complejidad`y profundidad, destinado a

encontrar un punto intermedio entre el racionalismo y el

empirismo vigentes en su epoca. Debe considerarse también entre

sus antecedentes, la concepción roussoniana del sentimiento.

Como parte de este esfuerzo encontramos su valoración de los

sentimientos analizados especialmente en su Crìtica del juicio 112 .

Allì plantea una clasificación de las facultades humanas en la cual

junto a la división tradicional que opone entendimiento y voluntad,

agrega una tercera facultad, la del sentimiento.

El sujeto humano tiene entonces tres facultades: estas son la

facultad del conocimiento, la facultad del sentimiento y la de la

apetición. Estas tres son irreductibles entre sí. La gran novedad es

la existencia de una facultad específica para el sentimiento que

en la tradición era considerado como una parte de la facultad

112

Immanuel Kant, Crítica del juicio, (1790) Losada, Bs.As., 1993.

122

hUe y

apetitiva. Por lo tanto, hay tres funciones claramente distinguibles

en el sujeto humano: pensar, sentir y decidir.

Según Kant, la facultad del conocimiento se rige por los principios

a priori del entendimiento y se ocupa del conocimiento de la

naturaleza; la de la apetición tiene sus principios a priori en la

razón práctica y en su concepto de la libertad: se refiere a la

conducta humana y es investigada por la metafísica de las

costumbres; la facultad del sentimiento, en cambio, ocupa una

posición intermedia entre el conocer y el apetecer y está

relacionada con la facultad del juicio que también es intermedio

entre el conocer (la razón teórica) y el desear (la razón práctica o

voluntad).

Kant es el primero que nos ofrece una aproximación para una

teoría del sentimiento desde el punto de vista moderno, aunque

sus reflexiones solo se concentraron en el estudio del sentimiento

estético, rozando solo de paso el sentimiento religioso y el

sentimiento moral.

2- El sentimiento de lo bello.

§ 116- Planteada la diferencia entre sentimiento, conocimiento y

voluntad podemos preguntarnos qué es para Kant el sentimiento.

En la Crítica de la razón práctica 113 encontramos una descripción

general en la que afirma que el sentimiento es autoconciencia

pasiva, y se produce sin la voluntad; que genera agrado o

desagrado, siendo el agrado la conciencia que se tiene de que el

objeto o la acción concuerdan con las condiciones subjetivas de la

vida.

En su Crítica del juicio reafirma esta relación del sentimiento con

una representación que produce agrado o desagrado.

113

E, Kant, Crítica de la razón práctica (1788) Losada, Bs.As.

123

hUe y

Ahora bien, un objeto bello produce en nosotros un sentimiento

particular de agrado que llama gusto. Ese agrado en cuanto

asumido por la facultad de juzgar da lugar al juicio de gusto.

Luego pasa a analizar las características de este sentimiento de

gusto y considera que se trata de un sentimiento desinteresado.

En efecto, el interés por un objeto resulta del hecho de que lo

agradable de la sensación despierta la apetencia por ese objeto.

Pero esto no pasa con el placer estético porque no despierta

ningúna apetencia por el objeto.

El desinterés de este sentimiento también implica su falta de

utilidad, por lo cual el placer estético puede ser definido como un

«cierto agrado puro».

Otra cosa es el placer interesado. Hay cosas que llamamos buenas

para algo (útiles) y otras que son buenas en sí mismas, pero en

ambos casos se tiene siempre el concepto de un fin y en

consecuencia un placer que surge del interés por disfrutar del

objeto. En cambio, el placer estético frente a una manzana es

distinto al placer anticipado en el deseo de comerla.

Para encontrar bueno algo necesito saber qué cosa es el objeto,

es decir tener un concepto de él. En cambio, no lo necesito para

encontrar belleza en algo. La belleza de las flores no depende de

ningún concepto y sin embargo gustan. Lo bello queda entonces

definido como lo que agrada sin conceptos y se presenta como

objeto de un placer universal.

Establecida esta distinción Kant discrimina tres modos del placer.

Es placentero lo que deleita; bello lo que simplemente, gusta;

bueno, en cambio, es aquello a lo que se atribuye un valor

objetivo. De este modo discrimina entre el placer de las

sensaciones, el placer de lo bello y el placer de lo bueno.

124

hUe y

En la Fundamentación de la metafísica de las costumbres 114

distinguirà, además, desde otro enfoque, dos aspectos del placer:

el placer práctico necesariamente unido al deseo y el placer

contemplativo o complacencia inactiva, lo que propiamente

llamamos gusto.

Notamos en estas distinciones con respecto a las formas del

placer que Kant diferencia netamente entre la sensación física

(colores, sonidos, etc.) y la experiencia estètica. Para que se

produzca esta experiencia es necesaria una actitud

contemplativa, no basta con la percepción sensible de colores,

formas o sonidos.

Porque para Kant lo bello tiene su fundamento en las formas puras

de la sensibilidad, no en las sensaciones en sí mismas. En efecto,

se produce lo bello en base a la «unidad» y el «orden» en la

coordinación de la variedad de las sensaciones.

En la Antropología en sentido pragmático 115, aclarará con más

detalle su concepto sobre lo bello. En el juicio estético, dice, no es

la sensación lo que da el gusto, sino el modo en que el material es

organizado poéticamente por la imaginación libre, o sea, la forma

producida por esa organización.

Para Kant, en última instancia, hay una relación entre juicio

estètico y teleologìa pues dice, que ―lo bello es la forma de la

finalidad de un objeto en tanto ella es percibida sin la

representaciòn de un fin‖ 116. Finalidad sin fin, es uno de los

constitutivos del juicio estético. Aclarando, esto significa que en

el objeto bello se intuye oscuramente su relación con cierta

114

E. Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres , Espasa Calpe, 1946.

115 E. Kant, Antropología en sentido pragmático (1798). Trad. de José Gaos. Revista de Occidente, Madrid,

1935.

116 E. Kant, Crìtica del Juicio, p.236. citado por Goldmann en Introducciòn al pensamiento de Kant,

Amorrortu, 1974.

125

hUe y

armonía y finalidad universal, sin que se tenga conocimiento claro

sobre esta finalidad en sí misma.

3-El sentimiento de lo sublime.

§ 117- Pero no sólo tenemos juicios estéticos con respecto a lo

bello, también existen juicios de gusto relacionados con el

sentimiento de lo sublime. Kant dedica especial atención a este

sentimiento, pocas veces investigado por filósofos y psicólogos.

El juicio estético, dice, no se limita a la percepción de la belleza,

porque también se da juicio estético en el sentimiento de lo

sublime. Lo bello coincide con lo sublime en que ambos gustan

por sí mismos y no presuponen un juicio basado en los sentidos ni

en la lógica de los conceptos.

Tanto lo bello como lo sublime proporcionan cierto placer; pero el

placer de lo sublime es distinto al que produce la belleza. Es un

placer que no es solo de agrado sino también de admiración y

respeto. Porque, en realidad, lo propiamente sublime no puede

contenerse en ninguna forma sensible, sino que afecta sólo a

ideas de la razón.

Así, por ejemplo, el océano agitado por la tempestad sólo serà

calificado de sublime cuando el espíritu se encuentre ocupado por

ciertas ideas adecuadas para esa contemplación. Por ejemplo,

cuando se lo sienta como grandioso.

Lo grandioso, para Kant, es sublime porque produce la admiración

que es un sentimiento agradable. Entonces, lo sublime es lo que

es grande por encima de toda comparación. Es aquello comparado

con lo cual resulta pequeño todo lo demás.

En nuestra imaginación, dice, hay una tendencia a avanzar hasta

el infinito y en nuestra razón una pretensión a la totalidad

absoluta. Esto despierta en nosotros el sentimiento de algo

suprasensible y absolutamente grande. No se trata de un objeto de

126

hUe y

los sentidos, sino que lo imaginamos como algo comparado con lo

cual son pequeños todos los demás objetos. Lo que debe

calificarse de sublime es, entonces, no el objeto, sino el estado de

ánimo provocado por su representación.

Por eso, la naturaleza es sublime en aquellos de sus fenómenos

cuya intuición implica la idea de su infinitud, pero para poder

pensar lo infinito se requiere en el espíritu una facultad

suprasensible. En consecuencia, lo verdaderamente sublime debe

buscarse solamente en el espíritu del que juzga.

Ejemplos de lo sublime son aquellos fenómenos con respecto a los

cuales solemos representarnos a Dios encolerizado (en la

tempestad, los terremotos) pero al mismo tiempo revelándose en

su sublimidad como temible sin que por eso se le tema. Así

considera a Dios el virtuoso pues sólo de este modo se distingue

la religión de la superstición. Esta última no inspira al ánimo

veneración por lo sublime sino sólo miedo y temor ante el ser

prepotente.

Otros ejemplos de lo sublime son la humildad del que se somete

voluntariamente al dolor o del que se reprueba a sí mismo con la

idea de borrar las causas de tener que hacerlo. La sencillez viene

a ser como el estilo de la naturaleza en lo sublime, como lo es

asimismo de la moralidad.

El entusiasmo, dice, es un estado de ánimo que parece ser

sublime porque sin él nada grande podría hacerse ya que es una

exaltación de las fuerzas por las ideas que imprimen al espíritu

alientos más poderosos que el impulso originado en la simple

representación de los sentidos.

Vuelve a aludir a la religión cuando afirma que somos capaces de

llegar a la idea de lo sublime de aquél ser que provoca en nosotros

respeto por su potencia en la naturaleza, pero también, a la vez,

en este sentimiento se revela nuestra propia sublimidad porque

tenemos la capacidad de juzgar aquella potencia sin temor.

127

hUe y

Finaliza reconociendo que el sentimiento de lo sublime no es

común. Para que el espíritu pueda sentir lo sublime se requiere

que tenga receptividad para las ideas. Ideas que no son conceptos

del entendimiento, sino oscuras imágenes de algo superior como

totalidad suprasensible.

4- Lo suprasensible, la moral y el sentimiento.

§ 118- Kant intenta encontrar un punto medio entre el empirismo y

el racioalismo por medio de su sistema. No admite la moral del

sentimiento, tal como había sido planteada por el empirismo,

porque si la moral se basa en el sentimiento, se corre el peligro de

aceptar cualquier deseo benéfico o maléfico según la utilidad y

conveniencia de cada uno.

Con todo, acepta, en parte, la crítica empirista: la razón no puede

ser el fundamento de la moral, ya que no puede conocer lo que

está más allà de la experiencia de los sentidos. Hume tenía razón

al señalar que el deber ser no es objeto de la experiencia.

Entonces, Kant intentará resolver el problema a través de la

distinción entre razón teórica y razón pràctica. Esta última que es

la misma que la tradición llamaba voluntad, tiene la posibilidad de

alcanzar lo suprasensible, el deber ser que es algo a lo que se

tiende naturalmente por un a priori que se nos impone como

imperativo categórico o sea el sentimiento del deber.

En otras palabras, la conciencia moral está en nosotros como

realidad ligada necesariamente a nuestra condición humana. Por

lo cual, el reino de los fines, si bien no puede ser objeto de

conocimiento teórico y se ubica en el mundo de lo suprasensible,

pasa a ser objeto de conocimiento práctico, por una opción de la

voluntad.

5- Las pasiones y el sentimiento de respeto.

128

hUe y

§ 119- Entonces, aparte del sentimiento estético Kant nos habla

de otro sentimiento, el sentimiento de respeto que no se relaciona

con la belleza sino con la moral.

La razón, dice, puede estar sometida a las pasiones, pero como

facultad apetitiva superior, también puede someterlas. Entonces

la razón práctica domina y no es dominada por las pasiones. Es la

voluntad libre, solo sometida a la ley moral que ella misma se da

desde el fondo de la conciencia.

Esta facultad afectiva superior que se rige por la ley moral,

engendra un sentimiento particular que Kant denomina

sentimiento de respeto que en el fondo es el sentimiento del

deber. La ley moral al presentarse a la voluntad produce como

efecto este sentimiento. Es el único sentimiento que es provocado

por la razón; tiene, ciertamente, como todo sentimiento, su

residencia en la sensibilidad, pero está al servicio de la razón

práctica pura.

El sentimiento de lo sublime tiene para Kant relaciòn con este

sentimiento de respeto.

6- Fundamentación de la metafísica de las costumbres.

§ 120- En esta obra 117 encontramos otras reflexiones que se

relacionan con los sentimientos. Su concepto de una ética del

deber lleva a Kant a juzgar la vida afectiva desde un punto de vista

de extrema rigidez. Así afirma que si se realiza una obra de bien

con alegría según la propia inclinación o por un sentimiento de

117

Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785 ), Madrid, Espasa-Calpe, 1980.

129

hUe y

conmiseración, esta obra no posee valor moral. En cambio, la

buena acción de alguien que es totalmente insensible o que es

indiferente por lo que le pasa al otro, si se realiza por deber, esa

tiene verdaderamente valor moral.

Hacer el bien por deber, aún cuando ninguna inclinación empuje a

ello y hasta se le oponga una aversión natural e invencible, es

amor práctico y no patológico, amor que tiene su asiento en la

voluntad y no en la tendencia de la sensación, amor que se funda

en principios y no en tierna compasión. Y este amor es el único

que puede ser mandado, es decir, responder a un mandamiento,

pues el amor como inclinación natural no puede ser mandado.

7 La virtud y la felicidad.

§ 121- Kant se opone rotundamente a la concepción tradicional y

aristotélica de la correspondencia entre virtud y felicidad (cf. §

22).

El cumplimiento del deber, la virtud, no constituye la felicidad

pues para que se trate de una acción verdaderamente vituosa,

debe estar libre de toda satisfacciòn sensible, de toda inclinación

natural. La búsqueda de la felicidad no es virtud sino egoísmo.

8- La Antropología en sentido pragmático.

§ 122- Esta obra, escrita en un lenguaje menos técnico, más

popular, da nuevas precisiones sobre la vida afectiva 118.

En el Libro I aborda, en un capítulo especial, el tema del egoismo,

punto fundamental alrededor del cual, como vimos, gira el

pensamiento moral del empirismo. Kant detalla tres formas de

118

E. Kant, Antropología en sentido pragmático (1798). Trad. de José Gaos. Revista de Occidente, Madrid,

1935.

130

hUe y

egoismo: el del entendimiento, el del gusto y el del interés

práctico. El primero es el egoismo de aquellos que se cierran en su

propia opinión sin tomar en cuenta otros punto de vista; el

egoismo del gusto es el de los que sobrevaloran sus propios

sentimientos estéticos despreciando los ajenos; el tercero es el

egoismo moral, el que tiene como principio supremo de sus

acciones, la utilidad (en lo que apunta, sin duda a la moral de la

corriente que culmina en Hume). Esta forma de egoismo solo

busca el bienestar personal sin tomar en cuenta la noción del

deber que para Kant debe ser un principio de valor universal.

En otra parte, en la Filosofia de la historia,119 aludiendo a la

oposición extrema entre Hobbes para quien el hombre es

naturalmente un ser insocial y la opinión de Rousseau quien

considera al hombre natural como esencialmente solidario, Kant

propone una solución intermedia, según la cual el hombre es un

ser ―social-insocial‖, donde se unen los sentimientos solidarios

con las tendencias egoístas.

§ 123- En el Libro II de la Antropología, trata Kant del sentimiento

de placer y de la pena.

El concepto del placer, tal como lo describe en esta obra, tiene

para Kant notas caracterìsticas: el placer sólo se produce cuando

está precedido por el dolor. El dolor es siempre lo primero. Un

goce no puede suceder inmediatamente a otro goce. El dolor debe

tener lugar entre uno y otro. Se trata, en realidad, de pequeños

obstáculos a la fuerza vital entremezclados con movimientos

contrarios; esta sucesión de placer y displacer constituye la salud.

Nosotros generalmente consideramos mal esta sucesión como si

fuera posible un estado contínuo de bienestar. La naturaleza, en

cambio, ha puesto el dolor en el hombre para hacerlo actuar; así,

toda forma de bienestar o placer, viene precedida por el esfuerzo

necesario para lograrlo.

119

E. Kant, Filosofía de la Historia , F.C.E., México, 1941.

131

hUe y

En un apartado posterior, Kant pasa a reflexionar sobre el

sentimiento que se relaciona con el tiempo. El tiempo largo, dice,

es doloroso y opresivo para el hombre cultivado. Se explica,

entonces, porqué abreviar el tiempo resulta gozoso para este

hombre. En cambio, observa Kant, el caribeño puede estar horas

sentado sin hacer nada, lo que demuestra su condición primitiva,

no cultivada.

Opina que es sabiduría de la naturaleza el haber puesto en

nosotros una disposición para la simpatía que refrena la emoción

permitiendo que la razón tome fuerza. Asi este sentimiento se

agrega a la moralidad como un suplemento a lo que podría faltar a

la razón para determinar la voluntad. En el tema de la simpatía

Kant concuerda en parte con los empiristas ingleses.

En otro apartado, reflexiona sobre la mezcla de sentimientos

contrarios. Un objeto puede ser agradable y el goce que produce

puede desagradar; decimos que es un goce amargo. Por el

contrario, un objeto puede ser desagradable y el dolor que produce

puede encantar; hablamos, entonces, de dulce pena.

El goce puede provenir de la satisfacción del esfuerzo como por

ejemplo del estudio. Tenemos, en ese caso, la unión de placer y

displacer: el displacer del esfuerzo es coronado por el placer de la

satisfaccion. La importancia del esfuerzo en el logro de una

satisfacción, se destaca cuando dice que el dinero ganado en el

trabajo produce una satisfacción mayor que aquel ganado en el

juego de azar o afirma que el goce corporal más grande es el del

reposo después del trabajo en el estado de salud.

La mezcla de lo placentero con lo doloroso se manifiesta, también,

en el hecho de que la representación del mal o de lo odioso en la

obra de arte (v.g. la muerte personificada por Milton) puede y debe

ser bella.

§ 124 En el Libro III trata de la facultad apetitiva.

132

hUe y

El deseo (apetitio) es la determinación espontánea del sujeto por

la representación de una cosa futura como efecto posible. El

deseo sensible habitual se llama inclinación. El deseo sin

aplicación a la producción del objeto es el voto. El voto incapaz de

anular la distancia entre el deseo y la posesión es la impaciencia.

El voto indeterminado (appetitio vana) puede llamarse capricho.

Define la pasión como la inclinación difícil de disciplinar por la

razón y la emoción como el sentimiento de un placer o de una

pena actual que impide la reflexión. ¨Pero hay una diferencia

esencial entre estos dos estados del alma. La emoción es algo

súbito, eleva rápidamente el grado del sentimiento mientras que la

pasión es un estado de la afectividad que tiene cierta

permanencia. La cólera se da en un momento y pasa rápidamente.

Pero la pasión del odio, por ejemplo, toma su tiempo para

enraizarse plenamente.

Pero también distingue entre sentimientos o afecciones y

pasiones. Las afecciones pertenecen a la facultad del sentimiento

mientras que las pasiones pertenecen a la facultad de apetecer.

Menciona además la existencia de algunas sensaciones internas

que se parecen a las emociones, pero no lo son porque son

instantáneas y no dejan traza como, por ejemplo, el escalofrío, el

estremecimiento o el vértigo.

Estas distinciones son importantes pues establecen las base para

cualquier teoría sobre la afectividad. Por lo menos quedan

discriminadas tres formas de la afectividad que con frecuencia se

confunden: los sentimientos, las emociones y las pasiones.

Entre los afectos dedica especial atención a la risa. La risa, dice,

es una afecciòn que se produce cuando se transforma

repentinamente en nada una expectación tensa. El reir de buena

gana dispone a la alegría, a la afabilidad, la sociabilidad,

disposición que encamina hacia la benevolencia. La inclusión del

133

hUe y

sentimiento del humor en la reflexión filosófica, es otro aporte

interesante.

Divide las pasiones en naturales y en adquiridas o producidas por

la cultura. Las pasiones del primer grupo son la inclinación por la

libertad y por el sexo, ambas acompañadas de emoción. Al

segundo grupo pertenecen la ambición, la dominación y la

avaricia.

9- Observaciones.

§ 125- Hay mucho valioso y tambíen criticable en el pensamiento

kantiano.

a)- Una primera observación con respecto a la noción del

sentimiento es el de la consecuencia que se sigue en relación a la

voluntad. En efecto, al separar el sentimiento de la facultad

apetitiva queda la voluntad reducida a la facultad de decidir. Esto

explica el malentendido con respecto al concepto de la voluntas

medieval la cual no sólo abarcaba la capacidad de decisión sino

que incluía componentes emocionales como el amor y la fruición

(cf. § 75). También se pierde la posibilidad de entender el

pensamiento de Fichte y de los románticos para los cuales la

voluntad tiene un sentido que supera a la simple capacidad de

elección.

b)- Notamos, en general, la rigidez de las distinciones kantianas.

Así, por ejemplo, la que contrapone lo sensible con lo que llama

suprasensible. Kant no toma en cuenta matices: lo oscuro, diluído,

los horizontes, el contexto, lo marginal, lo semiconciente, etc. En

esta rigidez coincide con Hume quien opinaba que sólo conocemos

lo que se ofrece como fenómeno sensible, pero nada sabemos de

la cosa en sí misma. Ambos desconocen los matices de la

sensibilidad investigadas por la fenomenología.

134

hUe y

c) Sin embargo, es muy valiosa la observación de la presencia de

la imaginación en todo acto de conocimiento, aun en el más

abstracto. Asì dice en ¿Qué significa orientarse en el

pensamiento?: "Por más altos que coloquemos nuestros conceptos

y por más que los abstraigamos así de la sensibilidad, seguirán

siempre acompañados de imágenes...Pues ¿Cómo podríamos dar

sentido y significación a nuestros conceptos si no se basaran

estos en una intuición?" 120. Aquí admite la existencia de imágenes

subyacentes que no están presentes a la conciencia. Plantea,

entonces, los que llama esquemas o sea síntesis de elementos

imaginarios que corresponden a los conceptos.

d) La belleza, tal como la percibe Kant, tiene exigencias extremas.

Para él no debe confundirse con el placer sensible. Si

consideramos algo como bello porque nos produce placer en los

sentidos, no lo estamos valorando en su belleza, sino que lo

confundimos y mezclamos con algo que no es propiamente bello.

Exigencias que parecen poco aceptables para la opinión común

sobre la belleza. Tampoco admite la presencia de la emoción

como criterio para juzgar sobre la belleza de la obra de arte. Lo

que también parece exagerado.

En cambio, opina que no puede haber ninguna regla de gusto

objetiva que determine por conceptos lo que sea bello. En esto

Kant, anticipa el pensamiento de los románticos y de la

modernidad en general.

e) Una conclusión notable, y también discutible, es la que

relaciona lo moralmente bueno con la experiencia estética. Para

Kant, hay afinidad entre el gusto estético y la moralidad. Supone

que una disposición para los sentimientos morales buenos se da

en aquél que se interesa directamente en lo bello de la naturaleza.

Porque, para él, lo bello es símbolo del bien moral 121.

120

Citado por Cassirer, Filosofía de las formas simbólicas, Vol. II, cap. 2, p. 128.

121 Ver § 59 de la Crítica del Juicio.

135

hUe y

f) En el concepto de lo sublime insinúa una aproximación al

sentimiento religioso que se distingue netamente de lo que llama

superstición y puede convenir con muchos de los sentimientos

implícitos en el pensamiento contemporáneo.

§ 126 – Afecto intelectual,

g) Admite, la existencia de un sentimiento especial que puede

acompañar al saber (sentimiento o afecto intelectual). Sin

embargo agrega que en la actualidad ya no experimentamos un

placer apreciable en la comprensión de la naturaleza y en su

unidad; pero sin duda fue placer en su tiempo. Reconoce, así, la

presencia de la afectividad en el pensamiento de los filósofos de

la antigüedad, afectividad modernamente desconocida.

h) El imperativo moral que se resume en no tomar al otro ni a sí

mismo como medio sino como fin, supone una crítica de las

relaciones sociales moldeadas en gran parte por el principio

empirista de la utilidad como fudamento de la moral y la

aceptación del egoísmo como virtud.

Kant desconfía de toda moral que esté mezclada con resortes

sacados de los sentimientos y de las inclinaciones naturales. En lo

cual rechaza los principios de la moral sentimental del empirismo.

En consecuencia afirma que el sentimiento de conmiseración es

esteril, opinión que. hemos encontrado en Spinoza y que ha de

reaparecer en el siglo XIX en el pensamiento de Nietzsche.

§ 127- Para Kant no existe ninguna relación entre la virtud y la

felicidad.

i) Una acción verdaderamente vituosa debe estar libre de toda

satisfacciòn sensible, de toda inclinación natural. La búsqueda de

la felicidad no es virtud sino egoísmo. Otro ejemplo de la rigidez de

los conceptos kantianos. Actitud que ni siquiera encontramos en

la tradición ascética más severa, pues en ningún caso fue negada

136

hUe y

la conjunción entre virtud y felicidad, ni se excluía de allí todo

sentimiento.

j) La reflexión sobre los sentimientos en la experiencia del

tiempo, constituyen un aporte interesante. Poco se ha

reflexionado sobre ese sentimiento. En cuanto a la opinión sobre

el caribeño que puede estar horas sin hacer nada, la afirmacion

kantiana de que esto se debe a su primitivismo, hoy podría

ponerse en duda, considerando que proviene de los prejuicios de

la cultura eurocéntrica.

k) Un aporte importante para una teoría de la afectividad lo

encontramos en la Antropología, cuando distingue entre pasión,

emoción y sentimiento. En esto coincide con la tendencia ya

observada en Hume que pone aparte lo que llama pasiones

serenas distintas de las pasiones violentas . Para Kant las que

Hume llama pasiones serenas son en realidad sentimientos que,

en cuanto tales, deben distinguirse de las pasiones.

l) También es importante el haber puesto especial atención en la

risa y el humor y valiosa la distinción entre pasiones naturales y

adquiridas, colocando entre las primeras la pasión por la libertad y

entre las adquiridas la ambición, la dominación y la avaricia. Esta

división novedosa marca, sin duda, una nueva época. La

inclinación a la libertad como pasión, a la que califica como la

más impetuosa de las inclinaciones humanas, corresponde, sin

duda, a los tiempos de propagación de los ideales de la Revoluciòn

Francesa y al influjo de las ideas de Rousseau.

XX- OBSERVACIONES SOBRE EL SENTIMIENTO EN LOS

PENSADORES DE LA MODERNIDAD.

§ 128- Para los pensadores premodernos existía una afectividad

general presupuesta en la totalidad del universo, reflejada de

137

hUe y

modo implícito en el ejercicio del pensamiento. Tal consideración

expresada por el finalismo en todo lo existente y por la

organicidad del cosmos, irá desapareciendo con la introducción de

los modelos mecanicistas en la explicación de los fenómenos.

Ya en la Edad Media, ese fondo de afectividad general había

comenzado a oscurecerse, de modo que fue apareciendo cierta

polaridad entre conocimiento lógico y afectividad, polaridad

anticipada en alguna medida por Aristoteles. Pero al comienzo de

la modernidad, con los desarrollos del racionalismo y del

empirismo, toda forma de afectividad será expulsada del saber

cientìfico. Entonces, el esfuerzo del pensamiento estará dirigido

a superar toda oscuridad e imprecisíón en la búsqueda de ideas

claras, geometrizando el conocimiento a favor de la

instrumentalización de la naturaleza. Ahora el saber se separa del

sentir como sucede normalmente en toda actividad instrumental:

el leñador debe separar el saber del sentir si quiere tronchar el

árbol.

La enorme ventaja de esta actitud ha sido la posibilidad de

dominar y poner al servicio de la humanidad las fuerzas y energìas

del mundo natural con el resultado asombroso del desarrollo

tecnológico logrado en la actualidad. La gran desventaja y la

carencia consecuente, ha sido una pérdida y oscurecimiento de

valores y vivencias indispensables para la plenitud humana.

Así se irá produciendo una asombrosa simplificación con respecto

a todo lo que se refiere a la interioridad del sujeto humano. Los

afectos se geometrizan como ideas claras y distintas mientras que

las virtudes tradicionales se funden todas en una o pocas virtudes,

las que buscan la propia utilidad en el aumento de la potencialidad

de la vida.

Curiosa paradoja, mientras que se complejiza y aumenta en

detalles el conocimiento del mundo externo en reemplazo de la

simplicidad e ingenuidad de la física premoderna, se simplifica y

reduce a pocos postulados el conocimiento del mundo interno.

138

hUe y

Estas simplificaciones se relacionan con el presupuesto de la

prioridad del modelo mecánico (el más simple de los modelos) en

la fundamentación de la ciencia. Lo que había tenido éxito en la

física, debía lograrlo también en el mundo interno.

Pero el modelo original de la mecánica es muy simple: fuerzas y

partículas todo lo explican y la complejidad solo viene del

agregado cada vez mayor de los constitutivos elementales que se

cuantifican en fórmulas complejas. Se suponía que también la

interioridad humana debía funcionar de modo semejante, ya que lo

interior no era más que la misma naturaleza de la física obrando

en el hombre, como piensa Spinoza.

Esta carencia fue advertida por los filósofos que culminan la

última parte de este período, primeramente por Rousseau y luego

por Kant. Rousseau se verá en la necesidad de rehabilitar la

dimensión del sentimiento como facultad natural del ser humano,

oponiendola a la razón, producto de la sociedad. Kant, por su

parte rescatará la función del sentimiento para ubicarlo en el

plano de la experiencia estética, negando a la vez su condición de

fundamento de la moralidad, como pretendían los teóricos de la

moral sentimental.

Ahora bien, mientras las tendencias racionalista y empirista

seguirán su trayecto, reafirmando su postura a la luz de los

adelantos científicos y técnicos que se fueron obteniendo,

aparecerá a partir del siglo XIX la crìtica de los románticos que

enaltecerán la función del sentimiento, crítica que luego

alcanzará su máxima expresiòn con Nietzsche, los

descubrimientos del psicoanálisis y la filosofía existencialista.

|

E-El ROMANTICISMO.

§ 129- El Romanticismo es el movimiento artístico y filosófico más

importante de la primera mitad del siglo XIX. La Revoluciòn

139

hUe y

Francesa y las guerras napoleónicas junto a las transformaciones

de la Revolucion Industrial, provocaron un cambio en la

sensibilidad y el gusto europeos respecto al clasisismo anterior.

El Romanticismo es la antítesis del Racionalismo de la Ilustraciòn

europea. Al racionalismo que había demostrado tanta

desconfianza en relación al sentimiento, opone el enfoque

contrario del sentimiento como valor que está por encima de la

razón. Destaca, entonces, la importancia de la imaginación, del

sentimiento de libertad, de la individualidad del yo; frente al amor

por la antigüedad del clasisismo, el romántico antepone su interés

por la Edad Media; siente pasión por la historia y por la diversidad

de las costumbres de los pueblos. A menudo el romanticismo va

unido a la idea de lo nacional; frente al laicismo, algunos

románticos proponen la vuelta a la religión.

El romanticismo se expresa preferentemente a través de la

música, la literatura y el arte. Pero a la vez tuvo su manifestación

en el plano de la filosofía, siendo sus principales representantes

Jacobi, Fichte, Schelling, entre otros.

XXI- JACOBI (1743-1819).

1-Identificaciòn entre razón y sentimiento.

§ 130- Al poco tiempo de publicarse la obra de Kant surgió en

Alemania una corriente de pensamiento, que acudía al sentimiento

como a la única fuente de conocimiento filosófico, atacando al

racionalismo en general y al criticismo kantiano en particular.

Herder (1744-1803), Hamann (1730-1788) y Jacobi (1743-1819)

fueron los iniciadores de esta dirección.

Jacobi admite en el hombre dos facultades cognoscitivas: la

experiencia sensible y la razón, pero modificando notablemente el

concepto de la razón al considerarla como una facultad intuitiva.

Así afirma que, de la misma manera que los sentidos perciben

140

hUe y

inmediatamente las cosas materiales, la razón percibe

inmediatamente los objetos suprasensibles: la libertad, la

obligación moral, Dios 122.

Esta intuición racional se nos manifiesta por cierto sentimiento o

afecto (Gefühl); por lo cual la adhesión a estas verdades

suprasensibles, hecha con ayuda de la intuición y del afecto, se

llama fe (Glaube). Razón y sentimiento resultan, entonces,

totalmente identificados.

La fe, como sentimiento identificado con la razón, implica un saber

inmediato, y por tanto, sin pruebas. El conocimiento de la persona,

por ejemplo, es inmediata y siempre presente, pero no es

puramente sensible. Jacobi retoma, así, el binomio conceptual

pascaliano esprit de géométrie y esprit de finesse, es decir, la

distinción entre dos modos diferentes del saber: el del intelecto y

el del sentimiento 123.

En las investigaciones sobre el intelecto humano, Hume había

observado cómo la garantía de verdad de algunas ideas reposaba

sobre la vivacidad con la que aquéllas se presentan, y por tanto

sobre el sentimiento de certeza que en ellas se origina. El término

empleado por el filósofo escocés para designar la modalidad por la

cual algunas ideas reciben crédito y otras no, era belief (creencia).

Hume insistia en el hecho de que la vida cotidiana está

entreverada de creencias y de una sólida confianza en un conjunto

de hábitos que hacen posible el movimiento libre del hombre en el

mundo.

Ahora bien, Jacobi concuerda con Hume en la importancia que da

a la creencia como confianza radicada de modo espontáneo en la

122

Obras de Jacobi: David Hume sobre la creencia, o idealismo y realismo, una conversación (1787);Cartas

de Jacobi a Fichte (1799); Sobre la empresa del criticismo de reducir la razón a entendimiento(1802). Ver

Cruz Cruz, J., Razones del corazón. Jacobi entre el romanticismo y el clasicismo, Eunsa, Pamplona 1993.

123 Pascal, Pensamientos, Espasa Calpe, 1950.

141

hUe y

vida cotidiana, pero contrariamente a este filósofo empirista,

concede a la creencia un valor ontológico y no sólo covencional y

relativo.

Afirma, en primer lugar, que el objeto contribuye a la percepción

de la consciencia tanto cuanto la consciencia contribuye a la

percepción del objeto. Yo experimento que soy y a la vez percibo

que hay algo fuera de mí en el mismo e indivisible momento; en la

primera y más simple percepción, el yo y el tú, la consciencia

interna y el objeto externo, tienen que estar contemporáneamente

presentes en el alma, entrambos en el mismo momento, en el

mismo indivisible momento

Tal referencia mutua de lo interno y de lo externo no es de

naturaleza conceptual y discursiva. Por eso la describe como un

tipo de afección o sentimiento de lo real: es el presentimiento

(Ahndung), una especie de fe o confianza en lo percibido. Entonces

la ―fe‖ (Glaube), es la garantía de un saber originario (―de primera

mano‖), que afecta lógicamente el pensamiento, en cuanto

―presupuesto necesario‖ o ―fundamento‖.

Más exactamente, Jacobi pone en evidencia el carácter no

exclusivamente lógico sino afectivo del fundamento de la

realidad, el cual no se encuentra sólo al inicio, como una premisa,

sino que acompaña cada paso del saber, como una instancia que

está en cierto modo siempre presente, a modo de ―guía constante‖

de la ―ciencia‖.

Y no separa razón de entendimiento como hacía Kant. La

actividad de la razón, dice, es inmanente a la obra del

entendimiento, De esta manera, Jacobi busca responder a las

críticas que había recibido por parte de Kant, Fichte y Hegel: esto

significa que no niega la actividad lógica del entendimiento; solo

sostiene que este siempre está acompañado por la presencia de la

razón identificada con el sentimiento. Así la fuerza de la fe se

eleva como fundamento de la ciencia demostrativa»

142

hUe y

2- Comentario.

§ 131-El romanticismo, desde sus comienzos, mantiene ciertos

conceptos fundamentales de la ilustración: el individualismo, el

concepto de la libertad y el de la razón, pero dando a la razón un

sentido enteramente diverso.

Siguiendo a sus contemporáneos, Jacobi llamaba ―razón‖ lo que

para él no era razón, es decir, que no era la pura y simple facultad

de los conceptos, de los juicios y de los silogismos. La razón real y

verdadera era para él la facultad que presupone lo verdadero, lo

bueno y lo bello. En esto coincidía con Hume quien ya había

identificado razón y sentimiento 124.

Veremos más adelante la crìtica de Hegel quien rebate con ironía

los puntos de vista de Jacobi, advirtiendo los peligros de un

sentimentalismo que puede desbordar en emociones negativas

destructoras de la paz y la convivencia.

XXII FICHTE (1762-1814).

1- Noción y clasificación de los sentimientos.

§ 132- Fichte es uno de los filósofos más destacados entre los

pensadores que acompañaron con sus ideas el movimiento

romántico.

En su Sistema de la Ciencia 125 ubica al sentimiento como

equivalente a la conciencia inmediata del yo. En el yo me siento,

124

Cf. Acerbi, A., Il sistema di Jacobi. Ragione, esistenza, persona, Zürich - New York, 2010; Cruz Cruz, J.,

Razones del corazón. Jacobi entre el romanticismo y el clasicismo, Eunsa, Pamplona 1993; Cruz Cruz, J.,

ntele to ra n las oordenadas del pensamiento l si o, Eunsa, Pamplona 1998.

125 J.G. Fichte, Doctrina de la ciencia, (1794), Aguilar, Bs.As., 1975.

143

hUe y

dice Fichte, soy en el sentimiento mediante el sentimiento. Es una

intuición de mí mismo como sentimiento de mí mismo. Intuición y

sentimiento de mí mismo o autosentimiento.

Lo que llama intuición es para él una actividad que es real e ideal

a la vez y en la que coinciden la conciencia de los objetos y los

sentimientos que se refieren a ellos. El sentimiento es, entonces,

conciencia determinada donde el Yo y el No-Yo se encuentran

inmediatamente unidos, siendo el Yo impulso, instinto, fuerza,

energía, y el No-Yo afección o limitación.

Esta experiencia de unidad, sirve para que el Yo reflexione desde

la libertad y descubra que en el sentimiento el Yo llega a ser

autónomo. Nada corresponde al Yo que él no ponga, es decir, que

él no genere.

La actividad productiva de la libertad ocupa, entonces, el centro

de la reflexión fichteana. En esta actividad el sentimiento es el

que me permite darme cuenta por mí mismo de mis acciones en la

limitación del objeto determinado. En este sentido, todas las

acciones están plenas de diferentes clases de sentimientos para

alcanzar la satisfacción que produce la superación de la limitación

de lo determinable.

En su análisis Fichte decribe distintas clases de sentimientos:

1-Està el sentimiento originario, que es el sentido de lo sensible

que siempre existe en cualquier clase de sentimiento.

2-El sentimiento inteligible va unido a un sentimiento de fuerza.

Se basa en el querer que va en una dirección, un operar interno

hacia un punto, que necesita de la imaginación para realizarse y

de la fuerza para aplicar el querer algo, es decir, el empuje. La

importancia de lo inteligible en el pensamiento de Fichte se

relaciona con el querer porque hace posible dirigir la atención.

144

hUe y

3- El sentimiento de obligación. Si lo inteligible implica un esfuerzo

para fijar la tendencia en una dirección, entonces la fuerza

determinante se manifiesta como el concepto de fin. El

sentimiento de obligación obliga a la fuerza autodeterminante a un

fin, obliga a pensar para ese fin.

El sentir del yo como limitación, donde el mundo o el no-yo se

coloca como obstàculo, debe de ser reflexionado. Es decir, se

debe trascender la etapa del mero deseo de felicidad, para

encontrar en el actuar la razón práctica del yo.

El pensamiento de Fichte está centrado en el sentimiento de

libertad como el sentimiento más íntimo del yo. Este sentimiento

de la libertad forma parte junto al sentimiento de limitación, del

estado fundamental del Yo.

Con Fichte se produce una inversión en la relación entre

conocimiento y voluntad. La prioridad de la voluntad tendrá amplia

repercusión en la historia de la filosofía posterior.

2- Comentario.

§ 133- Observamos en el pensamiento de Fichte una valoración

del sentimiento que lo ubica por encima de todas las facultades

humanas. Para él el acto mismo por el cual tenemos conciencia de

algo ya es en sí mismo un sentimiento (al igual que para Jacobi).

En consecuencia invierte el orden tradicional de las facultades del

psiquismo humano. Aquí la voluntad tiene prioridad sobre el

entendimiento. Primero se da el querer, luego viene el

pensamiento que ha de concretar ese querer.

Lo más notable de su pensamiento es el activismo en el cual se

realiza el sentimiento fundamental de la libertad por medio de la

acción. El activismo de Fichte representa, sin duda, las

aspiraciones del hombre del moderno Occidente, muy lejos de la

145

hUe y

admiración contemplativa que habíamos encontrado en los griegos

y, en parte, también en los medievales.

XXIII- SCHELLING (1775-1854)

Schelling nos ha dejado una obra compleja y de gran riqueza,

desarrollada en numerosos escritos que reflejan enfoques que a

veces parecen contradictorios. De cualquier manera, para ubicar

sus ideas con respecto a los sentimientos es necesario tener en

cuenta algunos aspectos generales de su pensamiento.

1-Filosofía de la identidad.

§ 134- Posiblemente haya que empezar por su filosofia de la

identidad donde toda la reflexión conduce de alguna manera al

tema del sentimiento sin que este sea mencionado expresamente 126.

Para Schelling, en lo que llama Absoluto se da la unidad

indiferenciada de sujeto y objeto, de ser y pensar, de finito e

infinito; es decir, que en lo Absoluto se identifican todos los

contrarios y este se sitúa más allá de cualquier límite. La función

de la filosofía será restaurar esta unidad originaria.

2- Filosofía del arte.

§ 135- En su Filosofia del Arte Schelling explicita su concepto de

la unión de los contrarios porque en la obra de arte encuentra esta

unión desde distintos enfoques:

126

Ver F. W. J. Schelling, Sistema del idealismo trascendental, Anthropos, Barcelona, 1988; Bruno o el

principio divino y natural de las cosas, Orbis, Barcelona, 1985.

146

hUe y

1- en el arte se produce la unión entre la naturaleza y la libertad

humana 127; el artista une por su creación lo que le ofrece la

naturaleza con su libre actividad.

2- Allí se unen, además lo teórico y lo práctico; lo que está en el

pensamiento y lo que se transforma en el objeto.

3- La naturaleza (no conciente) es para Schelling actividad

productiva que da lugar a sus productos, uno de los cuales es el

artista que crea (con conciencia) nuevos productos. De modo que

conciente e inconciente se unen en la obra cuando se

interrelacionan la intención inconciente de la naturaleza con la

intención conciente del espíritu.

4- En el fondo esta concepción del arte reproducirá, por la union

de finito (la obra) e infinito (la idea arquetípica), la noción kantiana

de lo sublime y tendrá como efecto ese mismo sentimiento.

5- Entonces, para aquel que tiene una sensibilidad cultivada, la

simple copia de la naturaleza en la obra de arte, le parece falsa e

inconsistente. En realidad, el artista no copia sino que continua de

modo conciente la actividad inconciente de la naturaleza. El

artista, en su obra debe reconocer la idea que está en la cosa

para hacerla surgir en lo concreto. Entonces expresa en lo

individual la totalidad universal tal como se da en el arquetipo.

Además, agrega, esta realización solo puede crearse a partir de la

imaginación, la cual produce los símbolos que representan lo

infinito de modo finito. Este es propiamente el lenguaje del arte.

§ 136- El romanticismo y el idealismo alemán (sobre todo

Schelling) erigirán en sistema el fondo filosófico promovido por

127

Filosofía del arte, Tecnos, Madrid, 1999; Escritos sobre filosofía de la naturaleza. Madrid, Alianza, 1996;

La esencia de la libertad humana, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 1950.

Cf. Adriana Renero, Identidad y entendimiento. Schelling o una instancia intermedia entre Kant y Hegel, En

claves del pensamiento, vol.1 no 2, México nov. 2007.

147

hUe y

Kant en el concepto de lo sublime. Entonces a través del

sentimiento de lo sublime los dualismos de razón y sensibilidad,

necesidad y libertad, infinito y finito, determinado e

indeterminado, quedan superados en una síntesis.

Por eso despuès de Kant, el sentimiento estético no quedará

restringido a la categoría de lo bello. Los objetos sin forma o

proporción podrán ingresar en el ámbito de la sensibilidad estética

conectando esta con la facultad de la razón que va màs allà de la

experiencia. De modo que esta se ensanchará a través del

sentimiento de lo sublime.

En consecuencia, para Schelling no hay oposición entre belleza

(schonheit) y sublimidad (erhabenheit). Lo infinito de modo finito

es belleza, carácter fundamental de toda obra de arte, figurativa o

discursiva. Pero lo verdaderamente y absolutamente bello es

siempre sublime, lo sublime es también bello.

De ahí que la naturaleza es sublime también en el caos, y la

tragedia en el arte es sublime porque une en contraposición la

necesidad (o fatalidad) con la libertad humana.

Por otra parte, Schelling afirma en sus reflexiones que verdad y

belleza son dos modos de considerar lo absoluto. Verdad en la

filosofía, belleza en el arte. Entonces nos dice que entre la actitud

artística y la filosófica yace un suelo común, que se concreta en

la imaginación, porque tanto el arte como la filosofía empiezan su

actividad a partir de allì. Ambos terminan con una metamorfosis

del mundo que los rodea. La filosofía lo realiza en el ámbito

subjetivo, a diferencia del arte que se plasma a un nivel objetivo.

§ 137- De ahí nace la esperanza de Schelling de que la filosofía

vuelva a ese océano del que surgieron todas las ciencias y que es

la poesía. El filósofo es como el artista que al crear entra en

profunda contemplación. La filosofía es un acto estético nacido de

la productividad de la imaginación. La filosofía no es acto lógico

sino acto estético. Por eso el arte es el eterno órgano de la

148

hUe y

filosofía. La filosofía no puede realizar su tarea sin la invención

poética.

En este sentido Schelling opina que más allá de nuestro deseo de

conocimiento, los humanos hemos sido dotados del regalo de la

imaginaciòn estética que sobrepasa con mucho ese deseo y nos

lleva a las maravillas del misterio. Más allá de las obras de Miguel

Angel, Shakespeare, Da Vinci, Beethoven, y muchos otros, hemos

sido dotados de la capacidad para sentir el misterio de lo divino.

En la experiencia de lo divino podemos dejar de lado el empeño

por controlar y dominar las cosas para acercarnos a la luz de la

libertad humana.

Para Schelling, como dijimos, el ejemplo máximo del arte está en

la tragedia griega. La tragedia de Edipo para él implica la

anulación de la oposición entre necesidad y libertad: todo está

determinado y sin embargo Edipo es libre. Pareciera que opina

como Fichte que el fondo de libertad nunca se pierde.

Aplicando su idea de la unión de los contrarios, considera que en

la obra de arte no se sentiría la dulzura sin la rudeza, que la unidad

ha de hacerse sentir por la separación y la oposición. Que el arte

no debe rechazar el dolor o la violencia de las pasiones, porque la

belleza da al arte el medio para mostrar toda la grandeza del

sentimiento sin herir la medida. Así, ha de aparecer el recuerdo de

la unidad originaria y al mismo tiempo se ha de dar la certeza de

que toda oposición no es más que aparente y que el amor es el

lazo de todas las cosas.

Evidentemente, el concepto del arte que tiene Schlling rebasa la

forma común de lo que se entiende como arte. Por eso dice: ―Yo

hablo de un arte más sagrado, que según expresión de los

antiguos, es una herramienta de los dioses, un pregonero de los

secretos divinos, un descubridor de las ideas, de la belleza no

nacida, cuyo rayo no profanado alumbra íntimamente sólo a las

149

hUe y

almas puras y cuya figura está tan escondida y es tan inaccesible

para el ojo humano como la de la misma verdad ― 128.

Atrás quedan para Schelling las opiniones que se detienen en la

consideración de la excitación de los sentidos, en el conmoverse,

en la mera sensibilidad, que hacen de la producción artística la

manifestación de una simple explosión de emoción. Si el arte fuera

tal cosa, merecería el completo rechazo de la filosofía. En esto

vemos que coincide totalmente con Kant.

El arte pleno y verdadero es aquél que hace visibles las ideas.

Siendo estas las que se expresan en ―las cosas particulares, en la

medida en que son absolutas en su particularidad, es decir, en la

medida en que como particulares a su vez son universos‖. Esta

noción es clave para entender porqué los dioses son

indispensables para comprender el arte. Pues los dioses son para

Schelling las ideas intuídas realmente.

§ 138- Abordando el tema de la música como arte, afirma que en

el sonido se da "la indiferencia de la construcción de lo infinito en

lo finito‖, entendiendo indiferencia como identidad. El sonido

musical expresa entonces la unión entre lo finito y lo infinito 129.

Sonido finito, misterio infinito.

Considera que en la experiencia musical se resume lo que

podemos llamar "sentimiento". En este sentido, la música es el

lenguaje privilegiado porque revela la más genuina esencia del

lenguaje. En la música así entendida se esconde el secreto de

aquella equivalencia de sentido de la "fysis" con el "lógos" que los

primeros filósofos todavía acertaron a intuir. Es decir, la

equivalencia entre naturaleza y espíritu.

128

Schelling, Friedrich, Lecciones sobre el Método de los estudios Académicos, Editora Nacional, Madrid,

1984.

129 La referencia más extensa y explícita sobre la música se encuentra recogida en el seno de la Filosofía del

arte, parte específica, perteneciente al "Nachlaz".

150

hUe y

3- El sentimiento de libertad.

§ 139- El objetivo máximo de la existencia humana es alcanzar la

libertad del espíritu para lo cual es necesario liberar la potencia

de unidad e identidad del alma 130. Esta libertad la entiende como

indiferencia para la oposición entre sujeto y objeto. El hombre

debe poder vivir en la diferencia de los opuestos, tal como se

presentan en la experiencia cotidiana, habitando a la vez en la

indiferencia con respecto a esta oposición. En esto consiste la

libertad de espíritu. Entonces la conciencia alcanza la visión

maravillosa de la armonía oculta de la que habla Heraclito en el

frag. 54: la armonía de los contrarios. Pero esta conciencia está

más allá de la conciencia ordinaria y pertenece a un sí mismo de

carácter superior.

Para Schelling la libertad es el inicio y el fin de todo conocimiento.

Y obviamente esta libertad superior que implica una experiencia

inusual de la armonía de los contrarios, supone el sentimiento

como fundamento básico y original de todo estado de conciencia.

La pulsión general que pervade el Ser en su esencia es, para

Schelling, la voluntad. Mientras que el deseo determina la división,

o sea la contraposiciòn entre vida y muerte; gracias a la acción de

la voluntad es posible dejar la rotación de los opuestos y abrirse

libremente en la dirección vertical. Una tal voluntad, dice, es la

que es, en el fondo, una nada en cuanto no tiene ningún deseo, no

depende de nada, es la libertad en su plenitud.

4- Comentario.

§ 140- La doctrina de la unión de los contrarios que ya habíamos

encontrado en Heràclito, que se repite en Nicolás de Cusa, y

130

Ver, Martino Dalla Valle, L’«Armonia Invisibile ». Identitá e dissimulazione in Schelling, Universitá

degli Studi di Padova, Dipartimento di Filosofia.

151

hUe y

constituye el punto de partida en el pensamiento de Spinoza,

supone necesariamente una cierta decisión intelectual,

asentimiento o adhesión que no se basa en la experiencia

empìrica.

Schelling sueña con el retorno de la filosofía a su origen cuando

estaba unida a la poesía y partía de la imaginación y no de la

lógica, al igual que el arte. Todo esto confirma claramente que la

identidad de los contrarios no puede surgir de ningún desarrollo

lógico basado en la experiencia. Es, como dijimos, una opción

fundada en una tonalidad emocional difusa que como acto estético

se funda en la imaginación y da lugar a lo que se ha llamado

intuición intelectual, intuición inconcebible sin la presencia del

trasfondo de la afectividad.

Es importante la consideración de la imaginación como

instrumento tanto del arte como de la filosofía. Porque, como

veremos más adelante, la imaginación es el puente de unión entre

los conceptos y los sentimientos, y por eso, como dice Sartre,

debe ser considerada como el lugar central del psiquismo humano.

Hegel al criticar la filosofía schellingniana, dará la voz de alerta

contra los peligros de esta exaltación del sentimiento que no

discrimina entre lo que puede tener de destructivo, delirante o

inhumano y los verdaderos valores que se le pueden adjudicar.

XXIV- HEGEL (1770- 1831).

1. Crítica de la filosofía del sentimiento.

§ 141- La crìtica al pensamiento de Schelling y en general a toda

la filosofía del sentimiento, aparece claramente en el pròlogo a la

152

hUe y

Fenomenologìa del Espiritu 131. Alli contrapone la nociòn de la

filosofía como ciencia basada en el concepto, a una concepción

del saber basada en la intuición y el sentimiento.

Se pretende –dice- que lo Absoluto sea no concebido, sino sentido

e intuido, que lleven la voz cantante y sean expresdos, no su

concepto, sino su sentimiento y su intuición. Entonces, prosigue,

para este punto de vista la verdad no debe buscarse en el

concepto sino en el éxtasis, no en la fría necesidad progresiva de

la cosa, sino en la llama del entusiasmo.

Hegel encuentra una explicaciòn para esta tendencia de la

filosofía. Muestra cómo hubo un momento en que el pensamiento

pretendió bajar a lo terrenal una visión del mundo perdida en lo

celestial, en evidente alusión a la tradición medieval criticada por

el clasisismo de la ilustración (racionalismo y empirismo). Frente a

este movimiento surgió la filosofía del romanticismo cuyo objetivo

parece haber sido lo contrario, elevar de nuevo el pensamiento al

mundo celestial. Pero a la ciencia, dice, no le cuadra ni lo uno ni lo

otro.

Su crítica es muy dura. Estos filósofos del sentimiento se creen

elegidos de Dios, del cual reciben la sabiduría en sus sueños. Pero

lo que en realidad reciben y dan a luz no es otra cosa que sus

sueños.

Sin embargo, Hegel no excluirá de su sistema al sentimiento.

Tratará de ubicarlo en un lugar tal en que no se oponga al

pensamiento sino que lo complemente, evitando a la vez lo que

considera como el mayor peligro en la exaltación del sentimiento,

la irracionalidad que puede conducir a las peores aberraciones de

la conducta humana.

En sus escritos de juventud, su pensamiento se centraba en el

sentimiento del amor 132. Este es el sentimiento que pone en

131

Hegel, Fenomenología del Espiritu, F.C.E., 1966.

132 Escritos de juventud, F.C.E. México, 1978.

153

hUe y

relación las partes con el todo. En el amor lo separado subsiste

todavia, pero ya no como separado, sino como unido.

§ 142- Punto de vista que se completará en la Filosofía del Espíritu

(tercera parte de la Enciclopedia de las ciencias filosóficas) donde

dedica varios capítulos a la problemática del sentimiento.

Allí trata, en primer lugar, del ‗sentimiento de sí‘. Este es un

sentimiento particular que depende de la sensibilidad y en él se

encierra el sujeto en sí mismo 133. En este estadio el sujeto, como

individuo, está en contradicción con el todo. Así puede aparecer

una pasión de odio, violenta y mezquina. El espìritu está enfermo;

su contenido son las determinaciones egoistas del corazón, la

vanidad, el orgullo y las demás pasiones e imaginaciones.

Más adelante trata lo que llama ‗el sentimiento práctico‘. Allí habla

de la verdadera libertad, la cual no tiene para sus fines un

contenido subjetivo, esto es, egoístico, sino un contenido

universal. Pero tal contenido, en un comienzo, está sólo en el

pensamiento.

El sentimiento práctico tiene, entonces, en un primer momento las

limitaciones de lo individual y subjetivo. En este estadio el

sentimiento todavía es opuesto al intelecto y puede ser unilateral,

inesencial, malo. En cambio, no lo es cuando lo racional eleva el

sentimiento a su verdad. Por lo cual, dice, es estúpido considerar

la inteligencia como superflua y aún dañosa al sentimiento, al

corazón y al querer. Si los sentimientos son de naturaleza

verdadera tienen en su contenido el espíritu pensante.

Por lo tanto, Hegel no niega la imporancia del sentimiento; lo

criticable es la separación que se ha hecho arbitrariamente entre

las facultades del alma olvidando que en el hombre hay una sola

razón que está en el sentimiento, en el querer y en el pensar.

En el último período de su vida vuelve Hegel al tema del

sentimiento en sus conferencias sobre Filosofía de la Religión,

133

Enciclopedia de las ciencias filosóficas § 407 .

154

hUe y

dadas en la Universidad de Berlín 134. Lo importante para él es

demostrar que la religión, aun siendo sentimiento es de por sí

pensamiento y reflexión. La religión reclama para sí la pertenencia

del pensamiento y de la representación. No es sólo sentimiento

subjetivo sino que responde a algo objetivo como repersentación.

2- Comentario.

§ 143- Para muchos el pensamiento de Hegel es un ejemplo de

racionalismo extremo puesto que para él la razón, el pensamiento,

la idea, expresiones del espíritu, constituyen el eje central de toda

la filosofía. Pero el concepto de razón hegeliano dista mucho de lo

que se entiende comunmente por razón y nada tiene que ver con la

razón del racionalismo cartesiano. En primer lugar, porque existe

para Hegel, como para Kant, una diferencia fundamental entre

razón y entendimiento. Pero para Hegel la razón supera al

entendimiento por una especie de identificación de los contrarios,

característica del pensamiento romántico. Esta opción supone

una elección valorativa sobre el fondo de una tonalidad afectiva

inconciente, como ya encontramos en Heráclito.

XXV- OBSERVACIONES SOBRE EL SENTIMIENTO EN EL

PENSAMIENTO DE LOS ROMÁNTICOS.

§ 144- En general, el concepto del sentimiento en los filósofos del

romanticismo parece haber partido de una fusión de ciertas

nociones kantianas con la concepción del sentimiento tal como lo

entiende Hume. De Kant tomaron el concepto de la razón práctica

que es aquella que puede alcanzar el mundo de lo suprasensible,

del noumeno o de la cosa en si; de Hume tomaron la intrincación y

equivencia entre razón y sentimiento. A todo ello agregaron la

134

El concepto de religión, México, 1981.

155

hUe y

valoración del sentimiento de libertad que provenía de la

ilustración y especialmente de Rousseau.

Mientras que Jacobi hacía equivaler razón, sentimiento y fe, en

Fichte el sentimiento se concentra en la acción productiva de la

voluntad y en Schelling se expresa como captación de lo absoluto

tanto en el arte como en la filosofía. En el sentimiento se realiza la

nociòn de la libertad, la cual en su máxima expresión implica la

superación de los contrarios en una armonía total y universal.

Acabamos de ver la crítica que Hegel dirige a este pensamiento.

Pero Hegel, heredero del romanticismo, no deja de oponerse a la

noción racionalista del conocimiento, utilizando un concepto de la

razón que está lejos de la noción acuñada en la ilustración.

F- SENTIMIENTO EN EL PENSAMIENTO

CONTEMPORANEO.

XXVI- KIERKEGAARD (1813-1855).

Con Kierkegaard entramos en una etapa donde el pensamiento

adopta las formas de lo que llamaríamos post-romanticismo.

Mientras que el positivismo será la continuación del iluminismo

con su insistencia en la razón matemática y el experimento, para

el pensamiento post-romántico no queda desechada la

importancia del sentimiento, pero se incorpora a la vez cierto

realismo.

1- El concepto de la angustia.

§ 145- Kierkegaard dedicó especial atención al sentimiento en su

libro, El concepto de la angustia 135. Relaciona allí la angustia con

135

Sören Kierkegaard, El concepto de la angustia, Espasa Calpe, 1946.

156

hUe y

lo que llama estado de inocencia. En ese estado hay paz y reposo,

pero esta paz contiene la nada. Kierkegaard considera entonces el

profundo misterio por el cual la inocencia es al mismo tiempo

angustia.

Pero la angustia debe ser distinguida del miedo y de todo lo que se

le parezca. Estos estados siempre se refieren a algo determinado

mientras que la angustia lo es de la nada porque en el fondo es la

realidad de la libertad como posibilidad. Por eso el animal no

puede tener angustia, ya que la angustia pertenece al espíritu.

También habíamos visto en Schelling que la nada como

identificación de contrarios era precisamente realización de la

libertad (cf. § 139) .

Lo que está afirmando Kierkegaard es que esta angustia no es

dolorosa ya que no se refiere a nada concreto, porque es la nada

como indistinción, como plena libertad en el sentido que

destacaba Schelling.

La angustia tiene, entonces, una anbiguedad psicológica. Es

―antipatía simpatética‖ y ―simpatía antipatética‖, dice

Kierkegaard. En el lenguaje usual se dice: dulce angustia, rara o

extraña angustia. El lenguaje común dice también: angustiarse de

nada.

La angustia que existe en la inocencia no es culpa, no es carga

pesada, no es sufrimiento que no pueda conciliarse con la beatitud

de la inocencia. En los niños se encuentra la angustia como afán

de aventura, de cosas monstruosas o enigmáticas. Pero en una

etapa posterior, en la madurez, la angustia tiene la misma

significación que la melancolía. El que se hace culpable por la

angustia, en el fondo, es inocente. La angustia, dice Kierkegaard,

es un poder extraño que pesa sobre uno. En el fondo, el espíritu

tiene angustia de sí mismo. No puede librarse de sí mismo.

2- Comentario.

157

hUe y

§ 146- La angustia de Kierkegaard podría traducirse como

inquietud, como búsqueda de experiencia, como la tendencia vital

que constituye el trasfondo de todas las acciones humanas y en

este sentido puede ser entendida en relación al concepto del

anhelo que aparece en los románticos.

Sus afirmaciones, necesitan otra aclaración. El concepto de

inocencia se opone evidentemente al de culpa. En la inocencia hay

paz y reposo; sin embargo, esta paz contiene una paradoja: es la

nada y en cuanto tal es al mismo tiempo angustia. En el fondo del

pesamiento kierkegaardiano está sin duda el dogma cristiano del

pecado original, y en este dogma tenemos justamente la nociòn de

una culpa que se equivale a la inocencia. Todo hombre hereda

esta culpa desde su nacimiento, es decir, en la total inocencia.

XXVII NIETZSCHE (1844-1900).

Los escritos de Nietzsche 136 están llenos de alusiones a la pasión

y al sentimiento. Además toda la obra manifiesta un estado

emocional muy intenso en cada una de sus reflexiones.

1- La genealogía de la moral.

§ 147- Nos limitaremos a su opinión con respecto a algunos

sentimientos, dejando de lado una profundización de detalle. Así

por ejemplo, en la Genealogía de la moral intenta realizar la crítica

de los sentimientos morales en general. Conceptos tales como la

bondad, la culpabilidad, la piedad y la abnegación, son analizados

buscando demostrar su origen en el resentimiento, en la tendencia

136

F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia. Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2007; La genealogía de la

moral, Alianza Editorial, Madrid, 2006; Así habló Zaratustra, Alianza, Madrid, 2003; La gaya ciencia, Alba

Editor,1998; La Voluntad de poder, Península, Barcelona, 1973.

158

hUe y

a reprimir o invertir los deseos instintivos de placer, de poder o de

crueldad, volcándolos sobre sí mismo.

El resentimiento sería la emoción que siente el oprimido cuando

no puede ejercer sus deseos de venganza o de odio. Entonces, la

valoración de los sentimientos de compasión o de benevolencia

son desarrollos de la moral de los oprimidos y de los esclavos, con

el objetivo de contrarestar la tendecia opresora de los poderosos.

En su frustración crearon esta valoración de la moralidad con el

fin de contraponese y criticar los sentimientos de los que gozaban

del ejercicio del poder.

Esta situación es la que está en el origen de la moralidad judía y

cristiana. Por el contrario, los nobles, los fuertes, los que gozan

naturalmente del ejercicio de su capacidad, no sienten la

necesidad de restrigir esos sentimientos.

En La voluntad de poder opina que 137 el concepto de la fuerza que

todo lo mueve es el verdadero sentido que resume todos los

sentimientos humanos y su poder interno consiste en la ‗voluntad

de poder‘. En el hombre este poder es la voluntad de hacer

violencia y de defenderse contra la violencia; no es conservación

de sí ni la voluntad de existir puramente conservadora y reactiva,

pues lo que existe quiere ser más, porque todo lo que vive lo hace

todo, no para conservarse sino para llegar a ser más. Entonces la

aspiración al poder implica un sentimiento de aumento de la

potencia de la vida.

A todo lo cual hay que agregar la importancia y reivindicación del

dios Dionisos, del sentido de la vitalidad y de la vida, de lo

terrestre contra lo celeste, lo que marca quizás, la esencia de lo

que era para Nietzsche el sentimiento.

2- Observaciones.

137

Ver Fernando Savater, Conocer Nietzshe y su obra, Dopesa, Barcelona, 1977.

159

hUe y

§ 148- Contra la posición de Nietzsche en su consideración de los

valores cristianos, reaccionará M. Scheler quien tratará de

demostrar que el sentimiento del amor es el que constituye la

verdadera esencia del cristianismo. Entonces, el resentimiento

nada tiene que ver con la religión cristiana. (cf. § 168).

XXVIII- HUSSERL (1859-1938).

§ 149- Husserl no nos dejó en sus investigaciones abundantes

reflexiones sobre el sentimiento. Su preocupación principal se

concentrò en el análisis de las percepciones y de la producción

del conocimiento. Sin embargo, dejó indicaciones e interesantes

referencias en relación con el tema de la afectividad. Así, en las

Investigaciones Lógicas 138 encontramos la contraposición entre

‗actos fundados‘ y ‗actos no fundados‘, siendo los sentimientos

actos fundados que se originan en el fenómeno de la percepción

como fundamento (cf. § 184).

Pero, a la vez, tenemos la distinción entre los actos ‗intencionales‘

(tendencias por las cuales la conciencia se vuelca hacia el objeto)

y los ‗no intencionales‘ (aquellas impresiones que son recibidas de

modo pasivo) de donde se sigue que pueden existir sentimientos

intencionales y sentimientos no intencionales: intencionales,

cuando la conciencia se vuelca a un objeto que emociona, no

intencionales cuando recibe la impresión de algo no esperado. A lo

que se agrega la distinción entre la intencionalidad objetivante y

la no objetivante.

Sería intencional la alegría por un éxito logrado, no intencional el

impacto doloroso de una noticia inesperada. Objetivante la

intencionalidad que se concreta en el conocimiento, no

objetivante la intencionalidad del sentimiento o del deseo.

Intencionales o no intencionales, los sentimientos suponen, en

general, un estado de conciencia, pero también existen los

138

E. Husserl, Investigaciones lógicas, Revista de Occidente, Madrid, 1967, Investigación quinta.

160

hUe y

estados actualmente no concientes que acompañan a la

conciencia, lo que Husserl llama ‗horizonte‘, o los llamados

estados pasivos. Es el caso de las imágenes y sentimientos que no

entran en el campo inmediato de la atención, pero que rodean y

dan sentido a aquello que está actualmente frente a nosotros.

Otro aspecto que nos remite a sentimientos actualmente no

concientes está en aquello que Husserl denomina la carne en

oposición al cuerpo y menciona en los textos de la Krisis,

haciendo referencia al fondo vital de la corporalidad que

acompaña siempre toda percepción 139 . A lo que se debe agregar

la mención de los valores y los actos de la voluntad (el agrado, el

gusto o disgusto, el deseo, la decisión, etc.) que no desarrolla en

profundidad.

Volveremos sobre el pensamiento de Husserl en el análisis de su

método fenomenológico como aporte fundamental para el estudio

de los sentimientos (cf. § 184).

XXIX- MAX SCHELER. (1874-1928).

M. Scheler es el filòsofo moderno que se consagró con más

detalle al estudio y a la investigación del sentimiento. Gran parte

de sus escritos están dedicados a este tema directa o

indirectamente y en ellos sobresale un intento por revalorizar la

vida afectiva frente a un mundo en que los avances de la

tecnología ponen en peligro los valores humanos al visualizar al

hombre como regido enteramente por leyes mecánicas.

1-La ética material de los valores.

139

Cf. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, Ediciones Atalaya, 1999, III, 69.

161

hUe y

§150- En El formalismo en la ética y la ética material de los

valores 140, obra publicada en 1916, Scheler rechaza la idea

kantiana sobre el a priori formal como fuente única de la ética (el

imperativo categórico de la razón práctica) y opone la observación

según la cual en el lado emocional del espíritu hay un contenido

originario, también a priori y que fundamenta una ética que llama

material. Este contenido es el de los valores. Allí entrarán la

simpatía y el pudor como también la angustia, el miedo y el honor,

sentimientos con una enorme importancia ética. Es decir que la

moral que establece criterios con respecto a la conducta humana,

no estaría fundada en la razón sino en valoraciones emocionales

que están a priori insertos en el psiquismo humano.

2- El fluir de la vida emocional 141.

§ 151- Para Scheler la vida emocional tiene varias dimensiones

que se pueden resumir de la siguiente manera:

1. El "sentir" (Gefühlen), de naturaleza no intencional que por ser

una respuesta puramente reactiva se traduce en meros estados

afectivos (Gefühlzustanden).

2. El "percibir-afectivo intencional de algo" (Fühlen von etwas),

que implica una intencionalidad objetiva que permite descubrir

directa e inmediatamente la cualidad axiológica o valor.

140

Max Scheler, El formalismo en la ética y la ética material de los valores, Ed. Caparrós, Madrid, 2000.

Otras obras de Scheler: Ordo amoris, Ed. Caparrós, Madrid, 1996; Amor y conocimiento y otros escritos, Ed.

Palabra, 2010; Sobre el pudor y el sentimiento de vergüenza, Ed. Salamanca-Sígueme, 2004; El puesto del

hombre en el cosmos, Trad. José Gaos Ed. Losada, Buenos Aires, 1990

141 M. S. Frings, Max Scheler, Duquesne University Press, 1965.

162

hUe y

El dolor es un estado afectivo no intencional y reactivo (Gefühlen)

con respecto al cual pueden producirse diversos sentimientos

(Fühlen): puede ser sentido con paciencia, como sufrimiento

insoportable, incluso a veces, con alegría. Así Scheler habla de

sentir un sentimiento ―Das Fühlen eines Gefühls‖. Existe,

entonces, diferentes estados afectivos no intencionales: p.ej.

dicha, felicidad, jovialidad, confort, placer y sus opuestos, miseria,

tristeza, pena, que pueden ser valorados de modo intencional de

diferentes maneras por distinto tipo de sentimiento.

3. Aparte de estas formas de la afectividead existen para Scheler

"Los actos intencionales emocionales puramente espirituales":

dónde se distinguen: 1- Los actos de amor y odio, que detectan

valores y tienen preeminencia sobre los actos cognoscitivos; 2-

Los actos de preferir y postergar (Vorziehen und Nachsetzen) que

captan relaciones de superioridad e inferioridad entre los valores.

A partir de aquí, Scheler establece una estratificación de los

situaciones emocionales.

3- El orden jerárquico de valores y los sentimientos.

§ 152- Para Scheler, existe una jerarquía objetiva de valores que

es absolutamente invariable, mientras que, por el contrario, las

reglas de preferencia varían con la historia y con los sujetos

humanos. En cada caso, según esas preferencias se realizan los

actos de amor u odio. El amor o el odio, en cualquiera de sus

formas, implica la elección de un valor.

Scheler distingue, además, entre valores de persona y valores de

cosas: las cosas valiosas se presentan en los bienes, sean

materiales de goce y utilidad; sean bienes vitales, como los bienes

económicos, o bienes espirituales, como la ciencia, el arte, los

bienes de la cultura. Son valores de persona, 1-la persona misma,

2-los valores de la virtud.

163

hUe y

Tomados de inferior a superior, los valores constituyen una

jerarquía que se relaciona con los sentimientos correspondientes,

pues un sentimiento es precisamente la percepción de un valor: 1-

Valores sensibles; 2- Valores vitales; 3- Valores y sentimientos

anímicos; 4- Valores espirituales.

1) Valores y sentimientos sensibles.

§ 153- Son los comprendidos en la antítesis ―agradable-

desagradable‖ y se corresponden con los estados sensibles del

placer y el dolor. Señalan el tránsito de los fenómenos sensoriales

a los afectivos, están entre la sensación y el sentimiento, entre un

modo de referencia puramente físico y el orden psicológico.

Cualquier persona aprecia muy bien la cualidad que distingue la

pura sensación visual o del tacto de un objeto, del sentimiento de

gusto o dicha frente a ese objeto; pero hay experiencias en que la

distinción es apenas posible.

La primera característica de los sentimientos sensoriales es su

localización. Tanto el dolor, como el hambre y la sed aparecen

siempre más o menos localizados, aun cuando tal localización rara

vez muestra límites topográficos precisos. Estos sentimientos

pueden darse sin objeto de referencia cuando surgen de la

interioridad del organismo.

Los sentimientos sensoriales presentan, además, cierto carácter

de signo o indicación de que algo físico se encuentra alterado.

2) Valores y sentimientos vitales.

§ 154- En este nivel desaparece la nota local característica de los

modos anteriores. Los valores vitales expresan una situación en la

que lo físico acaba de perder su precisión topográfica para

extenderse a la corporalidad en su conjunto. El sentimiento de

salud o de enfermedad, el de ligereza o cansancio, los

164

hUe y

sentimientos de bienestar o malestar, contienen esa significación

corporal unitaria. Por este carácter indicativo del estado global del

organismo y su funcionamiento se les llama también cenestesia o

sensibilidad interna.

«En el sentimiento vital sentimos nuestra vida misma, es decir,

nos es dado en ese sentimiento el ascenso o la decadencia de la

vida, su enfermedad o salud, su peligro y su porvenir». Tambìen

son sentimientos vitales el humor, el talante o estado de ánimo,

como también el modo de relación con el entorno.

Así es como un paisaje puede afectarnos, como una persona

puede resultar simpática o antipática, y como una situación puede

ser comprendida empáticamente, mostrando ventajas o

inconvenientes cuyo sentido intelectual sólo aparecerá más tarde.

Las alteraciones de los sentimientos vitales constituyen uno de

los capítulos de mayor importancia para la Psiquiatría.

3) Valores y sentimientos anímicos.

§ 155- Se les designa también como sentimientos dirigidos o

sentimientos puros del yo o como sentimientos psíquicos.

Corresponden a un nivel referencial más elaborado psíquicamente,

es decir, más concreto e independiente de manifestaciones

corporales. La tristeza, la alegría, la cólera, la ira, el entusiasmo,

la decepción y el asombro, se tienen en relación a algo, surgen en

un momento determinado.

Dentro de esta clase de sentimientos ocupan una peculiar

posición los sentimientos estéticos. Presentan el carácter dirigido

que caracteriza a todos los del grupo. Sin embargo, tienen a la vez

cierta difusividad que los aproxima a los sentimientos vitales y un

grado de elevación que les permite proyectarse en la dirección de

lo espiritual.

4) Valores y sentimientos espirituales.

165

hUe y

§ 156- Son independientes del cuerpo y del entorno y abarcan

cuatro subgrupos:

1. Valores estéticos. Son los comprendidos en la antítesis ―bello-

feo‖.

2. Valores jurídicos. Son los comprendidos en la antítesis ―justo-

injusto‖.

3. Valores lógicos. Son los comprendidos en la antítesis

―verdadero-falso‖.

4 Valores religiosos . Son los comprendidos en la antítesis

―sagrado-profano‖ .

Como dijimos, los valores estéticos pueden elevarse a los niveles

espirituales y tambièn pueden ubicarse entre los valores vitales

con sus correspondientes sentimientos.

Existe una relación dinámica entre los niveles anteriores y el nivel

espiritual. Los sentimientos que pertenecen a este nivel pueden y

suelen tener repercusión emocional en los otros estratos.

Finalmente, Scheler considera el amor más allá de la jerarquía de

los sentimientos como el fundamento de todos. Tenemos

entonces: amor vital, amor psíquico y amor espiritual. Lo que

corresponde a la vez con los estratos del ser humano (cuerpo

orgánico, yo y persona).

En general, puede afirmarse que con frecuencia se superponen

varios niveles de la afectividad y que la distinción de niveles es

sólo aproximada.

4- Las relaciones inter-emocionales.

§ 157- Pero para Scheler no solo existe una jerarquía de estados

emocionales, sino también de las relaciones inter-emocionales.

166

hUe y

Estas relaciones son agrupadas bajo la nocion general de la

simpatía en la cual distingue cuatro formas 142:

1- Comunidad de sentimiento, o sea sentir lo mismo que el otro; 2-

Simpatía propiamente dicha o comprensión; 3-Contagio emocional;

4- Identificación afectiva.

Describe con detalle estas formas de relación, formas que

especifican lo que en general llama simpatía:

1-Sentir lo mismo que el otro.

§ 158- Propone como ejemplo el de los padres que sienten lo

mismo frente al hijo muerto. Su sentimiento pertenece

exclusivamente al nivel de los sentimientos anímicos y no tiene

nada que ver con el estado físico, aunque puede, como todo

sentimiento, tener cierta repercusión corporal.

Sentir lo mismo que el otro no es lo mismo que simpatizar o

comprender en sentido estricto. En este sentido estricto, el que

comprende o simpatiza no siente lo mismo que el otro. Tampoco el

sentir lo mismo que el otro es igual al contagio afectivo porque

donde hay contagio no hay comprensiòn, ya que se ha perdido la

diferencia entre los sujetos.

2- La simpatía en sentido estricto.

§ 159- Scheler usa el tèrmino simpatía en sentido general cuando

se refiere a cualquiera de las relaciones interpersonales; pero

además analiza un concepto de simpatía en sentido más estricto.

Es el estado afectivo del que compadece a los padres que han

perdido a su hijo o simpatiza con ellos. El compadecer, mantiene

la diferencia entre el yo y el otro, no implica un padecer igual al

padecer del otro. La simpatía no es identificación con el otro.

142

Ver Esencia y formas de la simpatía, Ed. Losada, 2004.

167

hUe y

Con el círculo de cualidades afectivas que posee un hombre le es

dado llegar a comprender el sentimiento ajeno aun cuando él

mismo no lo haya vivido. Esto es tanto más cierto cuanto más se

remontan sus sentimientos desde el estrato sensible a través del

estrato vital hasta el nivel del espíritu.

Cuando se trata de los sentimientos sensibles (sensaciones

afectivas) es muy difícil que se de el comprender o simpatizar con

un sentimiento que uno mismo nunca haya sentido. Lo contrario se

da con respecto a los sentimientos psíquicos o los sentimientos

espirituales que sí pueden ser comprendidos, aunque uno no los

comparta.

Sin embargo, la comprensión y la simpatía todavía no son el amor

humano en su plenitud. Hay una diferencia esencial entre la

simpatía y el amor. En efecto, Scheler aclara que el amor al

hombre en cuanto ser humano 143 no depende de previas

distinciones entre valores positivos o negativos en ese hombre.

Porque, el hombre es un valor en sí mismo como persona,

cualquiera sean sus defectos. El genuino amor abraza, entonces,

a todos los seres humanos porque son humanos. No sucede lo

mismo con la simpatía que es selectiva con respecto a la persona

con que se simpatiza.

3- Contagio emocional.

§ 160- Se trata de una participación del estado afectivo ajeno que

se produce espontáneamente sin ninguna intencionalidad. El

contagio afectivo se da en el animal gregario, en la sugestión de

las masas, en el proceso de formación de la tradición (sea por

trasmisión de ideas o por acciones). Todo esto es lo contrario de

la mera comunicación, enseñanza o imitación conciente.

143

Hay que reconocer que el lenguaje de Scheler en Esencia y Formas de la Simpatía es bastante confuso.

Para darle cierta inteligibilidad hemos tenido que hacer algunas aclaraciones.

168

hUe y

En la tradición juzgo que A es B porque el prójimo juzga así,

cojuzgo simplemente; siento, por ejemplo, sed de venganza o ira,

amor a una causa, a un partido, porque lo hace mi entorno o

porque lo han hecho mis antepasados, pero tomo estas emociones

como sentimientos míos. Así puede trasmitirse en una familia una

inclinación o aversión o desconfianza hacia ciertos fenómenos de

valor; o una costumbre; v.g. la manera de conducirse con la mujer

o los hijos,sin sospechar que esa vivencia no está fundada en uno

mismo.

La tradición está, entonces, vinculada al contagio afectivo,

constituyendo un término medio entre la herencia de las

disposiciones físicas y la comunicación conciente.

4- Identificación emocional.

§ 161- En realidad, la unificación afectiva o identificación puede

ser considerada como un caso más intenso, límite del contagio

afectivo.

Esta identificación tiene su origen en el nivel vital como también

lo tiene el contagio afectivo. Ambos estados son no intencionales,

porque de los cuatro niveles emocionales solo hay intencionalidad

en el nivel anímico o psíquico.

La identificación afectiva se da especialmente en la mentalidad

primitiva, v.g. la identificación con el totem. Tambièn se daba en

los misterios religiosos de la antigüedad, como en las orgìas del

culto de Dionisos. Se da también en la identificación del amante

con el amado, pero esto no sería propiamente amor porque en el

amor se mantiene la diferencia con el otro. También se da

identificación en el psiquismo del niño, por ejemplo, cuando la

niña juega con la muñeca a la mamá. Finalmente tenemos una

forma de identificación en la relación de los súbditos con el

Führer.

169

hUe y

Scheler piensa que si el amor fuera solo identificación con el otro,

sería un acto de egoísmo; se buscarìa el bien de uno mismo en el

otro. Esta sería una explicación falsa del amor materno cuando se

afirma que la madre ve en el hijo su propia carne. De hecho, ya

antes del nacimiento forman madre e hijo dos seres diferentes.

Cuando se da identificación se trataría de un amor desviado. El

verdadero amor materno vive al hijo como un ser independiente.

Sin embargo, un mínimo de identificación afectiva inespecífica,

llena todas las formas de la afectividad porque es constitutiva de

la aprehensión de todo ser viviente en cuanto viviente. El más

simple sentir lo mismo que el otro, la más sencilla simpatía y por

encima de ambos toda vivencia espiritual, se edifica sobre este

fundamento. Esto significa que la distinción que se ha establecido

entre los diferentes sentimientos interpersonales, no impide la

inclusión mutua o la superposición de unos sobre otros en un

mismo acto. Scheler agrega en este punto una reflexión sobre el

amor al hombre como persona. Este amor es el fundamento del

amor acosmístico a Dios.

Pero, dice, desaparecida para un individuo o para toda una época

la unificación afectiva vital-cósmica, fuente de verdadero

conocimiento metafísico de ciertas facetas del universo, se cortan

así prístinas raíces de alimentación de todas las formas más altas

de la vida emocional. Porque la unificación afectiva es fuente de

participación cognoscitiva en el ser y en el curso de la naturaleza.

Opina que esta comprensión emocional de la naturaleza y la

ciencia pueden coexistir cada una por su propio derecho y deben

ser traídas a la unidad en la metafísica filosófica.

§ 162-Existe, para él una ley básica de la evolución de los

sentimientos tanto en el tránsito del niño al adulto, como del

animal al hombre y del primitivo al civilizado. Encontramos un

estado de unificación afectiva al principio mientras que en los

estados de mayor desarrollo encontramos el sentir lo mismo que

el otro. En la niña el jugar a la mamá con la muñeca implica

170

hUe y

unificación afectiva con la muñeca o con la mamá. Cuando juega

al mismo juego la niña un poco mayor, solo tenemos un sentir lo

mismo que el otro. Igualmente tenemos en la forma de vida

primitiva, unión afectiva con los antepasados y luego solo sentir la

misma vida de los antepasados en el culto piadoso. En el rebaño,

la horda y la masa tenemos unificación afectiva, mientras que en

la comunidad de vida (por ejemplo en la familia) tenemos el sentir

lo mismo que el otro. En los misterios de la antigüedad tenemos

unificación afectiva mientras que en el teatro tenemos un sentir lo

mismo que el otro. El espectador de la tragedia antigua debía

estar en transición entre un estado y el otro.

En general, afirma Scheler, en el hombre se ha oscurecido la

capacidad de unificación afectiva que se da en el animal y todavía

se da en el primitivo, en el niño, en el que sueña, en el neurótico,

en el instinto materno.

Así el adulto ha perdido las imágenes eidéticas que todavía se dan

en el niño. Y a través de la historia ha perdido el hombre civilizado

el sentido trascendente religioso y tiene que guardar y creer lo

que la humanidad más joven descubría y veía. Porque toda

evolución de las fuerzas cognoscitivas es también una decadencia

de la capacidad afeciva. Unicamente la síntesis de progreso y

conservación, del animal hasta el hombre, del primitivo hasta el

civilizado, del niño hasta el adulto, es lo que debe valer como ideal

de armonización entre afectividad y conocimiento. También a la

mujer le son dadas fuerzas cognoscitivas que en el varón sólo

existen rudimentariamente, que están edificadas sobre su instinto

materno.

La unificación afectiva tanto en lo vital como en lo espiritual

permite comprender las concepciones del mundo de otras formas

culturales y puede ir compensando las estrecheces y

particularidades de las cuales estamos todos rodeados.

Las unificaciones afectivas radican, para Scheler, en aquel reino

intermedio que ha llamado conciencia vital. Pero las unificaciones

171

hUe y

afectivas se producen automáticamente, nunca voluntariamente.

Solo surgen cuando dos esferas de la conciencia que le están

dadas siempre y por necesidad esencial al hombre, se tornan

íntegra o aproximadamente vacías de contenidos particulares: la

esfera noética del pensamiento y la esfera corporal de las

sensaciones y sentimientos sensibles; cuando estas se anulan

puede darse la unificación afectiva.

5- El amor y el odio.

§ 163- En la sección B, de Esencia y formas de la Simpatìa

Scheler analiza en detalle los sentimientos de amor y de odio.

Pero aquí no se refiere al amor en sentido amplio (amor a

valores que se encuentran en las cosas) sino al amor a la

persona humana.

Comienza esta sección criticando como absurda la definición del

amor en Spinoza; quaedam laetitia concomitante causa externa

(una alegría concomitante con una causa externa). Le parece

esquemática y totalmente insuficiente.

Por el contrario, el amor, para él, tiene total independencia con

respecto a las afecciones externas; así, entonces, jamás el dolor o

enojo que nos causa una persona amada altera nuestro amor hacia

ella. Porque amor y odio son causas de estados afectivos, pero no

son sus efectos. Ciertamente, la ejecución de estos actos (de

amor u odio) constituye la más profunda causa de alegría y de

pesar, pero no son nunca el efecto de la alegría o del pesar.

Después de esta crìtica, describe algunas de las notas del amor y

del odio. Insiste en el carácter concreto e individual de estos

sentimientos: no se ama un valor en general sino siempre a

alguien que es valioso. Puede haber actos emocionales para los

que el origen radique en un juicio; pero esto no sucede con el amor

o el odio; estos son modos absolutamente primitivos e inmediatos.

172

hUe y

Amamos u odiamos muchísimas cosas porque están ligadas a

determinados valores. Pero el amor humano es algo totalmente

distinto; porque el hombre es un valor en sí mismo.

Afirma Scheler que el amor, el amor en sentido estricto, no tiene

ninguna relación con el valor moral. Para él el acto moralmente

valioso no es objeto de amor porque si se amara solamente al

moralmente bueno, eso sería fariseismo. El amor verdadero puede

dirigirse al moralmente inferior. Y en esto consiste la esencia del

cristianismo en cuanto extiende el amor a todos, al bueno y al

malo, al pobre, al pecador, etc. 144.

Pero además, para él, los valores morales no pertenecen a

ninguno de los niveles jerárquicos del sentimiento, porque son los

que realizan la relación de preferencia entre niveles. El valor de lo

moralmente bueno es el que realiza la preferencia de un valor

superior con respecto a uno menor, y malo es lo contrario. En

otras palabras, los valores morales son relaciones entre valores de

distintos niveles y, entonces, no son valores en sì mismos.

El amor, por otra parte, no es un simple conglomerado de

tendencias o impulsos, pues ―cualquier intento de reducir el amor

y el odio a un mero complejo de tendencias impulsivas yerra el

blanco‖.

6- El Ordo Amoris.

§ 164- Para Scheler el ordo amoris (el ―orden del amor‖) es lo más

profundo del ‖núcleo espiritual‖ del ser humano 145. Es el

fundamento de los lineamientos de su ánimo y determina su

144

Cabe observar que este amor de carácter universal no es exclusivo del cristianismo porque también lo

encontramos en el concepto de la compasión en el budismo y en el amor a todo ser (yen) en el confucianismo.

145 Max Scheler, Ordo Amoris, traducción de Xavier Zubiri, Caparrós Editores, Madrid, 1998.

173

hUe y

entorno moral como estructura jerárquica de valores que están

siempre presentes en la existencia concreta cotidiana.

El ser humano no prefiere siempre las mismas cosas y los mismos

hombres; pero sí las mismas clases de hombres y de cosas, clases

que son en todo caso clases de valores que le atraen conforme a

ciertas reglas constantes del preferir o del posponer lo uno a lo

otro. Esta estructuración hace de condición de posibilidad de lo

perceptible y observable en materia valorativa y se relaciona de

manera íntima con el mundo circundante.

En Ordo amoris y en Esencia y formas de la simpatía afirma que

comprenderemos y reconoceremos ya sea a nosotros mismos, a

un individuo o a un pueblo si conocemos el sistema que articula

sus costumbres, valores y preferencias. Este sistema de valores,

preferencias o amores es el ethos de un sujeto o colectividad.

Por supuesto el orden del amor y las preferencias de ese sujeto

nada tiene que ver con la jerarquía absoluta de los valores: puede

coincidir con ella o por el contrario, ser opuesta y muy distinta.

,

7- La persona y los valores.

§ 165- Scheler considera que la persona humana es susceptible

de ser contemplada en la escala de valores como un valor singular

de tal modo que se le pueda calificar como único dentro del

mundo. ―La persona es un valor por sí misma‖.

Por tanto, el hombre no es sólo un ―portador de valores‖, sino que

es un valor personal en sí mismo. Gracias a esta formulación,

Scheler sitúa al hombre en el ápice de todos los valores,

jerarquizados éstos según las cuatro categorías.

§ 166- Pero la persona para ser ella misma no debe enroscarse en

sí misma, a semejanza de la serpiente que muerde su propia cola.

Al contrario, la persona alcanza mayores cotas de identidad,

cuanto más sale de sí misma.

174

hUe y

El fondo de la identidad está constituido por su capacidad de

relación. La axiología scheleriana dio un giro radical, cuando

adoptó el valor de la identidad intersubjetiva. Aquí se justifica el

concepto scheleriano de ―persona total‖, que connota el valor del

humanismo pleno.

Scheler anuda con un lazo el amor del hombre a sí mismo con el

amor al otro, sin solución de continuidad. Existe, entonces, un

legítimo amor propio, que no se debe confundir con el ―mero

egoismo‖.

Una es la realidad profunda de la persona, que es su ―capacidad

radical‖ de relacionarse con los demás, y otra es la capa periférica

de su ―comportamiento disfuncional‖ respecto de la primera,

debido a múltiples causas que pueden distorsionar su valor

personal; pero jamás anularlo.

8- Conocimiento y amor.

§ 167- En su ensayo sobre el amor y el conocimiento nos

encontramos con interesantes aportaciones a partir de la relación

entre la emoción y el saber, siendo el conocimiento el que

aprehende el objeto y la emoción, la que capta el valor 146. Según

Scheler, la captación del valor precede a la aprehensión del

objeto, de modo que la vida emocional antecede al conocimiento.

Valoramos y sentimos antes de conocer propiamente, es decir,

que la primera impresión frente a un objeto es emocional, luego, el

conocimiento puede completar, ratificar esa primera impresión o,

por el contrario, desmentirla. La prioridad que concede al amor

parece fundarse en la fenomenología del acto cognitivo, en cuanto

que éste está siempre precedido por el interés afectivo que

146

Max Scheler, Amor y conocimiento, Sur, 1960; Cf. M.S. Frings, Max Scheler, Duquesne University Press,

1965.

175

hUe y

selecciona el objeto a conocer, y vuelca su atención hacia el

mismo en función de su valor. Por tanto, no hay ningún

conocimiento que proceda con entera libertad valorativa.

Sin embargo, obviamente, el interés afectivo no es anterior a una

percepción global e indeterminada, puesto que no se puede

valorar lo que no se percibe, y en este sentido, las observaciones

de Scheler no se contradicen con la fenomenología de Husserl.

9- Para una fenomenología del resentimiento

§ 168- En el extenso escrito El resentimiento en la construcción de

lo moral 147, Scheler, parte de la concepción nietzscheana del

resentimiento (cf. § 147-148 ) que considera como un análisis

logrado 148. Pero no concuerda con Nietzsche en la opinión de que

la ética cristiana haya crecido en el suelo del resentimiento. Esta

es una ética del amor basada en un concepto del amor totalmente

nuevo.

En primer lugar, compara el concepto del amor cristiano con el de

los griegos. A diferencia de los griegos, donde el amor era un

movimiento de abajo hacia arriba, un camino que conducía hasta

el mundo de los dioses, pero cesaba en los dioses mismos, el

movimiento del amor en el ámbito cristiano va desde arriba hacia

abajo. Para el griego el universo es una gran cadena de unidades

dinámicas espirituales, una cadena en que lo inferior aspira a lo

superior y es atraído por éste, el cual no se vuelve sino que es

atraído a su vez por algo superior, y así hasta llegar a la

divinidad, que ya no ama, sino que representa el término,

147

El resentimiento en la moral, Ed. Caparrós, Madrid, 1993. Ver María Raquel Fischer, Aportes

schelerianos para una fenomenología del resentimiento, Acta fenomenológica latinoamericana. Volumen III

(Actas del IV Coloquio Latinoamericano de Fenomenología).

148 La obra de Nietzsche a la cual hace referencia es: Genealogía de la moral, ensayo I, párrafo 8.

176

hUe y

eternamente inmóvil, de todos aquellos movimientos de amor a

los que presta unidad.

El amor cristiano, en cambio, se muestra en que lo noble

desciende y se rebaja a lo carente de nobleza, en que el sano se

pone a la altura del enfermo y otro tanto sucede en el rico con el

pobre, en el bello con el feo […], en el Mesías con los publicanos y

los pecadores. La esencia de Dios mismo es un amar y servir, un

crear, un querer y un actuar. El creador creó el mundo por amor.

Para Scheler, el amor cristiano implica, entonces, una ―intención‖

espiritual sobrenatural que rompe y deshace todas las leyes de la

vida impulsiva, el odio a los enemigos, la venganza y la exigencia

de compensación, y coloca al hombre en un estado vital

completamente nuevo.

En consecuencia, la ética cristiana rechaza todo sentido de

resentimiento.

El resentimiento –afirma– es una autointoxicación psíquica que

surge al reprimir sistemáticamente la descarga de ciertas

emociones y afectos, los cuales son en sí normales y pertenecen

al fondo de la naturaleza humana. De ahí que cercanos al

resentimiento estén la venganza, el rencor, la envidia, la ojeriza,

hasta la perfidia. Sin embargo, ninguno de ellos es aún

resentimiento, sino tan sólo estadios en su punto de partida. Pero

entran en la formación de éste allí donde no tiene lugar ni una

victoria moral ni una acción o expresión adecuada de la emoción

en manifestaciones externas.

Según Scheler, hay en este sentimiento una impotencia que

refrena la exteriorización. Por esto, la condición necesaria para

que éste surja, se da tan sólo allí donde una especial vehemencia

de estos afectos va acompañada por el sentimiento de la

impotencia para traducirlos en actividad, y el resentimiento

termina dando forma a una personalidad amargada o envenenada.

177

hUe y

§ 169- En cuanto a su origen, el resentimiento está ligado a una

actitud especial de comparación valorativa de uno mismo con los

demás. Por ejemplo, en la actitud del hombre realmente

distinguido, la aprehensión del valor propio y del ajeno nunca tiene

por objeto la medición del valor entre uno y otro. Más bien tiene

conciencia de su propio valor y plenitud, y de su raigambre en el

universo, actitud que tiene poco que ver con el orgullo. El ingenuo

sentimiento del propio valor es lo que permite a esta persona

admitir, con liberalidad y largueza, los valores del prójimo.

En contraposición, hay personas que viven sólo ―en‖ y ―mediante‖

la comparación. La relación comparativa entre el valor propio y el

ajeno es la condición selectiva de su percepción de los valores.

Ahora bien, cuando el ―ser menos‖ se constituye en el alma de una

sociedad, se engendra el ―sistema de la competencia‖. La

comparación no se mueve dentro de una clase social, o un grupo,

sino sobre la base que consiste en querer todos ser más y valer

más en todo.

§ 170- Scheler tiene muy en cuenta la relación entre la conciencia

del valor y los deseos y apetitos. Desde Spinoza se afirma que el

sentido de las palabras ―bueno‖ y ―malo‖ no designan valores

positivos o negativos, sino el ser apetecido o rechazado. No hay

una conciencia del valor de algo como lo bueno, sino que la

bondad de la cosa depende absolutamente del sujeto que apetece

o rechaza. Para Scheler tal teoría ya es producto del

resentimiento. Porque en ella se expresa la ceguera o la ilusión

respecto de todos aquellos valores que el sujeto es incapaz de

ambicionar o frente a los cuales se siente impotente. Esta

impotencia es la que engendra el resentimiento.

Cuando se siente fuertemente la necesidad de realizar un valor

y simultáneamente la impotencia de cumplir estos deseos, surge

en la conciencia el inquietante conflicto a resolver entre el querer

y el no poder, rebajando y negando el valor positivo del bien

correspondiente, y aun en ocasiones considerando positivo un

valor contrario a dicho bien.

178

hUe y

En estos casos el resentimiento se convierte en el definidor de

toda una moral, cuando las reglas de preferencia existentes en

ella se pervierten, apareciendo como bien lo que anteriormente

era un mal.

10- Sobre el pudor.

§ 171- Para Scheler hay sentimientos que tienen particular

importancia por su sentido ético. Entre ellos especialmente la

simpatía, el pudor, la angustia, el miedo y el honor.

Dedica un ensayo al tema de pudor 149 el que ha sido entendido

desde siempre como la salvaguarda de la intimidad. ―Es el

sentimiento, dice, de protección del individuo en lo que tiene de

más íntimo‖. Es una forma del sentimiento de sí mismo. En todo

acto de pudor se produce un retorno hacia la mismidad.

El origen del pudor está en la conciencia de ese oscuro contacto

entre el cuerpo como ―carne‖ y el espíritu. Pero el pudor no es

como el asco, una pura oposición a los valores del cuerpo.

Se pierde el sentido del pudor en la masificación, en la existencia

meramente pública, como el llamar la atención propia del vanidoso

que solo quiere que hablen de él con halago. El sentido estrecho

del concepto de pudor se vincula al cuerpo y, específicamente, a

la sexualidad, pero existe un sentido amplio del pudor referido a la

espiritualidad.

En relación a la sexualidad, Scheler distingue dos formas

originales de conducta ascética, y denuncia como fruto del

resentimiento aquélla en la que el punto de partida no es el amor

al propio yo espiritual, como ocurre en la verdadera ascética

cristiana, ―sino un odio primario al cuerpo, odio que trata de

encubrirse frecuentemente de un modo secundario bajo la

149

Max Scheler, Sobre el pudor y el sentimiento de vergüenza. Sígueme, Salamanca, 2004.

179

hUe y

apariencia del cuidado por la salud del alma‖. Esto conduce a

valorar la castidad como justifición de la impotencia erótica y

sexual. A la inversa, el desprecio con respecto a la castidad,

puede ser consecuencia del resentimiento causado por la

impotencia para gobernarse a sí mismo.

Scheler piensa que el ascetismo fundado en el odio y menosprecio

del cuerpo, en el sentimiento de que el cuerpo es ―sucio‖, ―fuente

de pecado‖, ―cárcel‖, etc., tiene su origen en la asociación de la

moral evangélica con el resentimiento de la antigüedad

decadente. ―El ascetismo cristiano (...) no tuvo por fin la opresión

de los impulsos naturales, ni menos su extirpación, sino solamente

el dominio sobre ellos y su total impregnación del alma y del

espíritu.

Critica, entonces, la interpretación psicoanalítica del pudor

entendido como represión. En esta interpretación tanto el pudor

como la vergüenza son valorados negativamente y se propone una

desinhibición ―liberadora‖. La tesis de Scheler es justamente la

contraria: la pérdida del sentido del pudor supone siempre una

degradación del ser humano en la medida en que se desacraliza el

cuerpo, la sexualidad y -en el fondo, y eso es lo grave- a la persona

misma. El pudor es un valor que acompaña al núcleo del ser

humano, en la medida en que éste no acepta ser reducido a la

generalidad, sino que desde el principio es consciente de su

condición de ser único.

11- Observaciones y comentario.

- Contexto histórico

§ 172- M.Scheler, fue un analista crìtico de la cultura de su tiempo.

Llegó a pensar en el peligro de una nueva barbarie, como

consecuencia de la desaparición del saber metafísico, y del

180

hUe y

despotismo del saber técnico. En consecuencia su pensamiento se

destaca por:

1) Su postura crítica respecto del naturalismo y de toda reducción

de lo humano a los nexos causales que lo modifican desde fuera,

es decir a lo objetivable. Para él la afectividad, por el contrario, se

presenta como lo no objetivable y por lo tanto como lo que no está

sujeto a la mecanicidad de las ciencias positivas. El hombre es un

centro metaempírico y transpsíquico desde donde brotan los actos

donadores de sentido.

2) Sin embargo, para Scheler todo lo mecanizable debe ser

mecanizado; y contra la tesis romántica de la liquidación de la

máquina, sostiene una valoración positiva del desarrollo técnico.

Estos adelantos deben producir el mismo asombro y admiración

que los antiguos sentían por el cosmos. Asombro y admiración que

es el estado emocional propio de la filosofía. En síntesis, como

dice Scheler, ambos puntos de vista deben complementarse en

armonía.

- Objeciones.

§ 173- Max Scheler ha sido, sin duda, el filósofo que ha investigado

el sentimiento humano con mayor detalle. De su obra podemos

extrer valiosos aportes para el estudio de la afectividad. Sin

embargo, a la vez, encontramos en sus escritos opiniones

cuestionables y puntos de vista que parecen contradecirse entre

sí, dada la oscuridad del lenguaje a veces confuso e

indeterminado. Por ese motivo en muchos casos tenemos que

interpretar y traducir aquello que no aparece con claridad,

agregando incluso algunas conclusiones que podrían considerarse

como implicadas o sobreentendidas en sus trabajos.

La descripción scheleriana del amor no es común y por eso no

deja de ser polémica. A veces es confusa porque intercambia

frecuentemente el sentido amplio del amor como referido a un

181

hUe y

valor cualquiera con el sentido más restringido referido a la

persona humana.

Pero su concepto del amor humano como movimiento o tendencia

a desocultar valores de la persona amada, fundamento de la

benevolencia, y como descendente hacia los menos dotados, son

notas de alta espiritualidad, aunque no refleja las formas más

comunes del amor.

Podemos observar que la nociòn del amor cristiano tal como lo

describe en la fenomenología del resentimiento, no es común en

todos los cristianos, ni mucho menos. Es más bien el ideal

supremo del amor, el de los santos que viven una vida heroica.

La idea del resentimiento como fundamento originario de la

negación de todo valor objetivo presupone implícitamente para

Scheler, la existencia de una tendencia o deseo inconciente que

tiende hacia el valor, con respecto al cual chocan el querer y la

impotencia para concretarlo. Obviamente, es un punto de vista

polémico que contradice gran parte del pensamiento de la

modernidad.

Otra objeción se relaciona con la jerarquía de los valores

propuesta por Scheler como realidad objetiva y absoluta; para

muchos autores la jerarquía de los valores es siempre subjetiva 150.

XXX- HEIDEGGER(1889-1976).

§ 174- Heidegger no desarrolla directamente una teoría del

sentimiento. Sin embargo, en El Ser y el Tiempo, aborda de algún

modo esta problemática, al describir la situación afectiva original

a la que llama ‗temple de ánimo‘ que junto al ‗comprender‘ y el

‗habla‘ constituyen las notas del ‗ser en‘. Se trata de la "condición

150

Ver Leon Dujovne, Teoría de los valores y filosofía de la historia, Paidós, 1959.

182

hUe y

afectiva" (Befindlichkeit) 151 como forma general de toda

disposición anímica. Considera que este modo pre-reflexivo de

nuestra situación original tiene la función de abrirnos a nuestro

propio ser, es decir darnos a entender nuestra situación original

de ―ser-en-el-mundo‖ .

Los temples o estados de ánimo, serían la raíz existencial de

posibles sentimientos. Pero los sentimientos, según observa

Heidegger, constituyen un campo que está aún completamente

inexplorado, es decir que todavía la filosofía tiene mucho que

investigar sobre este tema 152.

Al entrar en detalle Heidegger describe lo que para él es la

condición fundamental del Ser en el mundo.

¿Hay en el ―ser-ahí‖, pregunta Heidegger, una afección, unida a la

comprensión, en la que el ―ser ahí‖ está abierto para sí mismo en

una forma señalada? Esa afección es para él la angustia. La

angustia se distingue del temor por el hecho de que lo angustiante

de la angustia no es un ente intramundano. Lo angustiante de la

angustia es, en realdad, el mundo como totalidad en cuanto que es

inhóspito. Porque el ―ser-ahí‖ (es decir, el hombre) está en el

mundo no como en su casa; por eso «lo inhóspito ha de

entenderse existenciaria y ontológicamente como el fenómeno

más originario».

El ―ser-ahí‖ es un ser que cae; y esa caída se anuncia como una

huida de lo inhóspito. Heidegger acuña la fórmula que responde a

lo inhóspito que recibe el nombre de ―cuidado‖ (sorge). Desde la

raíz del cuidado circunspecto, dice, crece la ansiedad, en virtud de

la cual el ―ser-ahí‖ puede ser afectado por lo que está a la mano.

En otros textos, Heidegger retoma el tema de la disposición

afectiva para mostrar cómo las afecciones revelan el mundo sin

151

Heidegger, El ser y el tiempo, § 29.

152 Ibid. § 29.

183

hUe y

que intervenga ningún acto explícito de la reflexión. En la

conferencia ¿Qué es metafísica? reaparece la disposición afectiva

fundamental de la angustia y se alude de pasada al fenómeno del

aburrimiento 153.

También aquí reconoce el papel fundamental de los afectos: ―Todo

pensamiento esencial exige que sus reflexiones y proposiciones

se extraigan cada vez como el mineral a partir de unas afecciones

fundamentales. Si estas afecciones fundamentales cesan,

entonces todo se convierte en un cencerreo forzado de conceptos

y en una cascarilla de palabras‖.

Por lo cual el pensamiento es siempre pensamiento marcado por

un estado de ánimo fundamental que acontece de manera epocal,

es decir, que impregna el modo de pensar de una época histórica.

La historia del Ser se puede entender así como la sucesión de

unos estados de ánimo fundamentales. Los estados de ánimo

siempre anteceden y abren el pensamiento.

Porque el acontecimiento del Ser se manifiesta básicamente a

partir de diferentes estados de ánimo como el espanto, la

contención, el júbilo, el asombro, la angustia, la preocupación, el

éxtasis o el aburrimiento. El pensamiento esencial arranca de este

amplio registro de afecciones fundamentales.

El pensar, en estrecha hermandad con la poesía, tiene, entonces,

la tarea de recapacitar sobre esta cercanía inmediata con el Ser,

es decir, pensar sobre la proximidad de las cosas de la vida.

Sin duda, es el gran mérito de Heidegger el haber resaltado la

importancia de los estados de ánimo como afecciones primarias

que acompañan todo pensamiento y en esto, desde cierto punto de

vista, coincide plenamente con Max Scheler.

153

M. Heidegger, ¿Qué es metafísica? Trad. X. Zubiri, Alpe, Bs.As., 1955.

184

hUe y

Pero además, como expresión de su valoración de la vida afectiva,

tenemos las múltiples conferencias y artículos dedicados a la

poesía, en especial a los poemas de Hölderlin. Para él, en el

poetisar se esconde lo más profundo a que puede acceder el

pensamiento 154.

XXXI- VON HILDEBRAND (1889-1977) 155.

1-Generalidades

§ 175- La obra de Dietrich von Hildebrand está dedicada en su

mayor parte, al igual que la obra de M. Scheler, al tema de la

afectividad humana, lo que para él era una carencia de la filosofía.

Por eso sus escritos consisten en un intento por enmendar esa

carencia por medio de aportaciones originales.

Von Hildebrand defiende la concepción tripartita del hombre ya

aceptada por muchos autores a partir de la obra de Kant. El ser

humano se compone, entonces, de entendimiento, de voluntad y

de afectividad.

Mientras entendimiento y voluntad revelan que el hombre ―realiza

actos‖, la afectividad evidencia que el hombre ―vive algo‖. A

través de la afectividad, dice Hildebrand, se da el paso por el cual

154

Véase Carta sobre el humanismo, Alianza Editorial, Madrid, 2000; Hölderlin y la esencia de la poesía en

Arte y Poesía, F.C.E. Buenos Aires, 1992; Poéticamente habita el hombre en Conferencias y artículos, Serbal,

Barcelona, 1994.

155 Ver, Ramón Díaz, Psicología de la afectividad de Von Hildebrand, Acta fenomenológica latinoamericana.

Volumen IV (Actas del V Coloquio Latinoamericano de Fenomenología) Círculo Latinoamericano de

Fenomenología, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2012.

185

hUe y

el hombre pasa de una vida objetiva a la configuración de una

―vida propia‖.

Hildebrand denomina ―corazón‖ al estrato más íntimo de la esfera

afectiva. A través del corazón ―habla‖ la persona, mediante el

corazón se ―entrega‖ el yo.

Ha sido el arte, por lo demás, el ámbito cultural que mejor ha

sabido captar la importancia de la afectividad en la vida del

hombre. A través de grandiosas narraciones literarias y delicadas

composiciones poéticas, ha plasmado las complejidades del

corazón humano, explorado sus recovecos

Del ámbito religioso se puede decir lo mismo. Difícilmente pueden

concebirse las oraciones de las grandes almas, las devociones de

la gente sencilla y los comportamientos de los santos sin el

concurso del corazón.

2-Deformaciones y malentendidos.

§ 176- Von Hildebrand justifica, en parte, la ausencia de una

reflexión suficiente sobre los sentimientos, en razón de las

principales deformaciones que se dan con frecuencia en la

afectividad humana. Las ―deformaciones‖ que puede experimentar

la afectividad en la vida concreta de los hombres, terminan

corrompiendo su auténtico sentido antropológico e incluso su

relevancia ética.

Analiza algunas de esas deformaciones: la del hombre ―fanfarrón‖

movido por el orgullo que busca la glorificación de sí mismo; la del

―sentimental‖ motivado por la concupiscencia en la delectación

subjetiva del sentimiento ; la del ―histérico‖ cuyo deleite subjetivo

consiste en encontrarse en el centro de atención de otras

personas mediante el efecto de sus sentimientos.

186

hUe y

Hildebrand considera injusto desconfiar de la esfera afectiva en

razón de estas deformaciones. En lugar de ello, dice, la filosofía, al

considerar la vida afectiva, ha preferido, muchas veces, partir de

―explicaciones‖ sobre datos que son totalmente incompatibles con

la experiencia, de ―hipótesis‖ que no llevan las cartas

credenciales de los datos inmediatamente presentes ante la

conciencia, porque, en última instancia, se ha olvidado de

consultar la realidad misma, su presencia originaria.

De estas deficiencias epistemológicas se han originado los

prejuicios más conocidos sobre la afectividad en el ámbito de la

filosofía. Estos prejuicios, según Hildebrand, pueden sintetizarse

principalmente en tres.

El primero es el que interpreta toda la esfera afectiva a la luz de

ciertas vivencias de estatuto ontológico inferior, como los

―sentimientos corporales‖, los ―estados emocionales‖ o las

―pasiones‖. Como estas vivencias tienen, a su manera, un carácter

―irracional‖ e ―inestable‖, se termina pensando que esta es, en el

fondo, la verdadera índole de toda la esfera afectiva.

Lo anterior permite entender por qué términos como ―emoción‖,

―sentimiento‖, ―pasión‖ –empleados con frecuencia en el habla

ordinaria para designar el entero mundo de las vivencias afectivas

del hombre– son, en el fondo, inadecuados para hacer justicia a las

notables diferencias esenciales que existen entre estos

fenómenos; porque no puede hacerse empleo de ellos de manera

unívoca e incluso analógica sin un paciente pero, sobre todo,

meticuloso trabajo de penetración y clarificación.

El segundo prejuicio es el que supone que la esfera afectiva

depende totalmente del cuerpo o al menos lo implica

necesariamente, de tal manera que todas las vivencias afectivas

habría que verlas más o menos como ―efectos‖ (subjetivos)

originados por diversos ―estados‖ (objetivos) del cuerpo. De esta

manera, se habla del carácter ―fisiológico‖ de la felicidad o de la

187

hUe y

infelicidad, del amor o del odio, de la alegría o la tristeza, del buen

humor o del malhumor, etc.

En este prejuicio se pasa por alto que la relación de las vivencias

afectivas con el cuerpo depende de la naturaleza misma de cada

vivencia. Hay vivencias afectivas que no solo están en relación

estrecha con el cuerpo, sino que son, por decirlo así, ―voces‖ del

mismo cuerpo.

Sin embargo, hay otras vivencias afectivas que no ostentan esta

relación ―fenomenológica‖ con el cuerpo. Se trata de estados o de

humores que tienen un rasgo marcadamente más ―subjetivo‖,

como la depresión o la euforia, el malhumor o el sentirse bien.

Aunque estas vivencias pueden originarse en diversos factores

corporales –como la pésima alimentación, la ingestión de ciertas

sustancias químicas o la mala calidad del sueño– no se trata de

una relación consciente y significativa con el cuerpo, sino

meramente ―causal‖. El cuerpo se convierte en el ―agente‖ que

produce en el hombre esos estados o humores que, sin embargo,

son vividos por este positiva o negativamente con independencia

de dicho agente.

La conciencia o la inconciencia de su ―causa corporal‖ no

modifica en modo alguno la experiencia interior de estas

vivencias. Además, algunos de estos estados o humores pueden

deberse a causas puramente anímicas, es decir que provienen de

situaciones y relaciones que no son solo corporales, como la

angustia causada por la tensión familiar o el espanto generado por

una impresión inesperada.

Además, hay vivencias afectivas que no guardan ninguna

relación con el cuerpo en cualquiera de los sentidos que hemos

mencionado, como la alegría por el éxito logrado, la compasión

por las desgracias físicas o morales acontecidas a un amigo o el

amor que nace espontáneamente por la concepción de un nuevo

hijo. Estas vivencias son tan independientes del cuerpo como

188

hUe y

cualquier acto de conocimiento realizado con el entendimiento o

cualquier toma de posición asumida con la voluntad.

El hecho de que tengan ―efectos vivenciados‖ en el cuerpo

cuando se presentan en el interior del hombre –como las

palpitaciones aceleradas del corazón o los cambios en la

coloración del rostro– no hace que sean más ―corporales‖ y, por lo

mismo, menos ―espirituales‖ que los actos cognoscitivos o los

actos volitivos.

De hecho, aquí se comprueba una relación causal con el cuerpo en

sentido inverso al de las otras vivencias, porque no son estas las

que se convierten en ―efectos‖ de las alteraciones del cuerpo,

sino que es el cuerpo el que se convierte en ―órgano expresivo‖

del espíritu a través de estas vivencias afectivas.

El tercero de los prejuicios es el que considera las vivencias

afectivas más importantes –como el entusiasmo, la alegría, el

amor, la pena o el enfado– sin la vinculación, necesaria y

significativa con aquello que las suscitan. Estas vivencias

afectivas pierden automáticamente su ―dignidad‖ y su ―seriedad‖

y, en última instancia, su intrínseca ―sustancialidad‖.

Así entonces, se pierde de vista que ciertas vivencias afectivas –

como el amor, la alegría, el enfado, la pena, la compasión, el gozo–

pierden toda su ―razón de ser‖ cuando, sin justificación alguna, se

desvinculan de los objetos y sucesos del mundo que las suscitan,

como el matrimonio con la mujer amada o la pérdida del trabajo,

una enfermedad prolongada o el éxito de algunos negocios, un

paisaje admirable o la basura que hay en la calle.

Estas vivencias no son meros ―estados psíquicos‖ que tienen lugar

en el interior del hombre, simples ―hechos empíricos‖ que

expresan su compleja situación subjetiva; antes bien, son

verdaderas ―respuestas afectivas‖ a ciertos sucesos y objetos del

mundo de carácter significativo. Por la misma razón, lo más

específico de estas vivencias no se encuentra en su constitución

189

hUe y

psicológica, sino en sus contenidos objetivos, que provienen

propiamente del mundo.

Particular importancia tiene este fenómeno del ―desplazamiento

temático‖ de las vivencias afectivas, en el caso de las

experiencias estéticas, las experiencias morales y las

experiencias religiosas, porque entonces lo importante ya no son

los valores cualitativos que hay detrás de ellas –lo bello, lo bueno,

lo santo– sino las repercusiones anímicas que provocan.

La consecuencia más notoria de la separación de estas vivencias

afectivas de los objetos que las suscitan se encuentra en el

subjetivismo sentimentaloide que empieza a trastocarlas. De esta

manera, el deber moral, la obligación jurídica, la belleza estética,

la magnificencia religiosa –que son ―datos‖ objetivos del mundo,

ónticamente ―independientes‖ del hombre– se convierten en puros

―sentimientos‖ humanos y, por tanto, en meras realidades

psíquicas, esto es, en sentimientos ―de deber‖ o ―de obligación‖ y

en emociones ―de belleza‖ o ―de piedad‖.

XXXII- X. ZUBIRI (1898-1983).

1- Inteligencia, sentimiento y voluntad.

§ 177- Siguiendo la línea kantiana, Zubiri estudia el sentimiento

como estado intermedio entre el conocimiento y la apetición. 156.

Así entonces, considera las acciones humanas en tres momentos

de unidad intrínseca: nos habla de ―inteligencia sentiente‖,

―volición tendente‖ y ―sentimiento afectante‖ procurando unir las

distintas funciones de la mente 157. No se trata aquí de tres

156

Cf. X. Zubiri, Sobre el sentimiento y la volición, Alianza, Madrid, 1992.

157 Ver Alejandro Roldàn, Metafìsica del Sentimiento, Instituto Luis Vives, Madrid, 1956.

190

hUe y

acciones sucesivas sino de tres momentos de una acción una y

única.

Con la expresión «inteligencia sentiente», Zubiri pretende superar

la escisión tradicional entre el sentir y el inteligir como dos

facultades independientes. Los hechos muestran más bien que no

hay una separación real, sino que sentir e inteligir se entreveran

en un sólo acto: la «impresión de realidad». Considera que este

resultado se sigue de un análisis fenomenológico de la conducta

humana y no de una teoría.

Entonces, como para él no es posible establecer una distinción

entre el sentir y lo que se suele llamar «facultades superiores»,

junto a la inteligencia sentiente nos encontramos con el

«sentimiento afectante» y la «voluntad tendente». Por lo cual,

todas las acciones humanas pueden resumirse en una sola

expresión: comportarse con la realidad.

2- Volición tendente

§ 178- Los tres momentos de la aprehensión de realidad

constituyen, en su intrínseca unidad el acto primordial de la

acción humana. El hombre aprehende lo real, y, en esta realidad

aprehendida, tiene que elegir intelectivamente la respuesta. En

este contexto, la libertad viene impuesta por la misma naturaleza.

Y esto no sólo por el hecho de que la libertad sea producto de la

indeterminación de los impulsos, sino también porque el acto de

libertad se inscribe en estos impulsos. El acto volitivo, para Zubiri,

no es algo abstracto, sino determinado por los impulsos: en otras

palabras, los impulsos, en su inconclusión, dirigen el acto libre,

«volente».

Zubiri se opone así a dos concepciones de la realidad humana: 1-

como «pura naturalidad» y 2- la contraria, como «pura libertad».

Porque todo acto vital humano cuenta con la indisoluble unión de

191

hUe y

ambos momentos: todo acto de libertad «emerge de la naturaleza

y a la naturaleza revierte».

La «actividad» humana se concreta en lo que Zubiri ha llamado

«fruición», «la complacencia en la realidad qua reale». El acto

fruitivo es el estado que resulta de la unidad—intelectiva,

sentimental y volitiva—de su acción.

3. Sentimiento afectante

§ 179- Zubiri afirma que si bien es cierto que el hombre se

relaciona con las cosas para saber de ellas y para modificarlas, lo

primero que el hombre hace con ellas, la primera forma de entrar

en relación con ellas, no es para esto, sino para «disfrutarlas».

Sólo porque el hombre disfruta las cosas, sabe de ellas y quiere

modificarlas: en la fruición encontramos la primera forma de

relación problemática del hombre con las cosas, de tal forma que

la fruición engloba, de alguna manera, las otras formas de

relación.

El sentimiento, dice Zubiri, tiene su lugar propio junto a la

inteligencia y la voluntad; no se trata de tendencias, sino de la

«forma en que uno está»: el «estado». En este sentido, es la

filosofía moderna la que ha considerado al sentimiento como un

estado y lo ha dotado de su lugar propio respecto a la inteligencia

y la voluntad.

Por el sentimiento el hombre queda templado, acomodado,

moderado por la realidad. El sentimiento es, ciertamente, un

estado mío, pero al mismo tiempo es «sentimiento-de-la-realidad»:

«Es la realidad misma la que es entristeciente, la que es alegre, la

que puede ser amable, antipática u odiosa. Por ello, hay que decir

que en el sentimiento la realidad queda actualizada en forma

«atemperante». La realidad, además de tener las cualidades de la

verdad y la bondad, tiene la cualidad de la «temperie».

192

hUe y

De la consideración del sentimiento como temperie, Zubiri pasa a

la fruición. «La fruición es la satisfacción acomodada a la realidad

actualizada en el sentimiento. Es el disfrute en esta actualidad».

4- Aclaraciones.

§ 180- Debemos aclarar, primeramente, que lo que Zubiri denomina

«reidad» o realidad no es algo en sí, independiente del sujeto»; no

es algo que se presenta como objeto (se trata, sin duda, del

fenómeno en sentido fenomenológico).

El análisis de las acciones muestra la unidad de inteligencia

sentiente, voluntad tendente y sentimiento afectante. Entonces, la

fruición, más que una nota esencial de la voluntad o del

sentimiento, es entendida como el estado en que queda el viviente

humano por la unidad de sus acciones. Esta consideración de la

fruición y del disfrute es realmente novedosa y exige una

reflexión más profunda sobre la condición humana

XXXIII- REFLEXIONES COMPLEMENTARIAS.

1-Los afectos y la subjetividad.

§ 181- Una primera pregunta que puede plantearse en un estudio

sobre los sentimientos es el del carácter subjetivo de aquello que

se estudia. Si, como es obvio, los sentimientos son algo que se da

en el sujeto, entonces hay que reconocer que se trata de algo no

objetivo. Entonces ¿cómo se pretende hacer una ciencia o una

193

hUe y

filosofía de los afectos, pues tanto la ciencia como la filosofía

pretenden presentar un conocimiento objetivo de lo que estudian?

En realidad, este planteo surge de una determinada concepción de

la subjetividad. Esta es contrapuesta de modo excluyente a lo que

se considera como lo objetivo. Tenemos por un lado el sujeto

totalmente separado del objeto y por el otro una noción del

conocimiento como representación del objeto en el sujeto. Fuera

de esta representación se considera que lo que está en el sujeto

ya no es reflejo fiel del objeto y por lo tanto pertenece a lo ilusorio,

engañoso o falso.

Pero esta concepción entra en crisis a partir de las

investigaciones de la fenomenología y especialmente a partir de

Husserl. En sus Investigaciones Lógicas, Husserl demuestra que,

en realidad, la conciencia no es un espejo fotográfico de las cosas

que conoce, no es una página en blanco en que se inscriben los

objetos, como suponía el empirismo, sino que es

―intencionalidad‖, es decir, vida que se abre hacia el mundo

circundante y que en ningún momento existe la conciencia como

realidad pura y separada, sino que siempre se trata de ―conciencia

de algo‖ 158.

Entonces, Husserl propone el método fenomenológico que le

permite realizar un estudio de la conciencia estrictamente

científico y riguroso 159. Este método, dice, se cuenta entre las

ciencias empíricas, objetivas…Por su medio obtenemos… una

ciencia de la subjetividadd, pero de la subjetividad objetiva, de la

subjetividad correspondiente al mundo 160.

A su vez Heidegger, al exponer sus reflexiones sobre el dasein, el

―ser en el mundo‖, responde a la objeción sobre la objetividad de

la fenomenología con la afirmación de que al investigar lo que

158

Investigaciones lógicas, Revista de Occidente, Madrid, 1976.

159 Logica formal y lógica trascedental, Unam, 1962, Consideraciones preliminares.

160 Meditaciones cartesianas, citado por W. Szilasi, Introducción a la fenomenología de Husserl, Amorrortu

1973, p. 85.

194

hUe y

comunmente se llama sujeto obtenemos, por medio del método

fenomenológico, un conocimiento objetivo de lo subjetivo. Porque,

dice …se trata de una subjetividad que quizas descubre lo más

real de la realidad del mundo; de una subjetividad que no tiene

nada que ver con el arbitrio subjetivo…161. Entonces, con la

fenomenología desaparece la rígida separación entre objeto y

sujeto, pues la vivencia de la conciencia, estudiada y descripta

con este método, puede ser conocida con la mayor objetividad.

Sin embargo, debemos admitir que la fenomenología tiene sus

limitaciones. Porque, supuesta una descripción adecuada de los

fenómenos, todavía queda mucho por hacer para alcanzar un

verdadero conocimiento: es necesario agrupar, catalogar o

sistematizar los fenómenos y aquí entra principalmente alguna

interpretación, alguna hipótesis sobre el contenido de los mismos.

Entonces una investigación completa de los fenómenos de la

afectividad tendrá que completar los datos fenoménicos con su

agrupación y ordenamiento en algún sistema.

2- Tres formas del pensamiento con sus correspondientes formas

de afectividad.

§ 182- La distinción entre tres formas del pensamiento: lógico,

analógico y de identificación primitiva, nos ofrece un camino de

comprensión para clarificar los fenómenos de la afectividad que

pueden descubrirse con una descripción fenomenológica y que

han aparecido en el recorrido de la historia de la filosofía . Se

trata, obviamente, de una descripción esquemática que solo

señala mojones en un continuo de muchas realidades intermedias.

Con todo puede ser útil para una primera sistematización.

Consideraremos, entonces, desde un punto de vista

fenomenológico, las variantes posibles en la relación entre sujeto

y objeto, es decir, las variantes en la intencionalidad de la

conciencia.

161

El Ser y el Tiempo, § 23.

195

hUe y

a-El pensamiento lógico: 1- supone claramente una distinción

entre sujeto y objeto; o sea, procede de una nóesis objetivante; el

yo está claramente separado del no-yo, excluyendo o bloqueando

toda afectividad; 2- el conocimiento es entendido como una

representación del objeto en la mente del sujeto; 3-el objeto es

vivenciado como integrante de una totalidad abstracta formada

por todos los objetos semejates unidos mentalmente; 4- la

totalidad abstracta se ordena en géneros y especies subordinando

lo particular a lo general; 5- esto permite concebir un orden de

leyes sobre el comportamiento de los fenómenos a partir de los

conceptos de causalidad; 6- la actividad humana artesanal o

tecnológica se ha de basar en este tipo de pensamiento.

b-El pensamiento de identificación primitiva: en estado puro,

podría describirse de la siguiente manera: 1- la distinción entre

sujeto y objeto es apenas incipiente, como en el niño en sus

primeros meses, cuando todavía no distingue plenamente entre yo

y no yo; 2- la realidad es percibida como una unidad confusa en la

cual no hay distinción entre partes, todo participa del todo; 3- en

consecuencia no se concibe la separación entre hombre y mundo

o entre palabra y significado: el pensamiento y la palabra se

sienten como parte de mundo, el sueño se vivencia como realidad,

el rito produce lo que representa; 4- el mundo se siente como un

organismo dotado de vida y fisonomía por lo cual todo lo existente

se percibe como benévolo u hostil; 5-entonces, todo se percibe

como dotado del misterioso principio de la vida, principio que está

más allá de lo que muestran los sentidos; 6-se trata de una

emocionalidad intensa, indistinta o confusa en la que el todo es

proyección viviente de la propia corporalidad; 7- La elaboración

verbal y conceptual de estas vivencias conduce a las formaciones

más elementales de la mitología 162.

162

Otros aspectos de esta mentalidad: 1-todo lo insolito llama la atención como manifestación de algo

sobrenatural; por todos lado se descubren signos de lo numinoso; 2- abundancia de vocabulario para detalles

concretos y escacez de nociones generales; 3- conceptos manuales o sea que se acompañan con los gestos de

las manos; 4- conceptos imagen: lo abstracto es reemplazado por la imagen: duro=como una piedra,

alto=piernas largas, redondo=como una pelota, como la luna, .agregando el ademán a la palabra (R.Cantoni,

El pensamiento de los primitivos, Amorrortu, Bs.As., 1977, p. 43-45).

196

hUe y

§ 183- Observamos que la mentalidad primitiva estudiada

modernamente por los antropólogos, no coincide del todo con ese

pensamiento en estado puro, porque supone modificaciones y

alteraciones de acuerdo a los usos y costumbres de cada pueblo 163.

De hecho el pensamiento de identificación primitiva en estado

puro, constituye una base vivencial sobre la cual se edifican las

otras formas como engolfamientos del mar originario. Este nunca

desaparece del todo; puede quedar restringido, contenido por

diques o barreras, aunque siempre tiene la posibilidad de

infiltrarse penetrando en las otras formas del pensamiento.

c-El pensamiento analógico: debemos ubicarlo en un punto

intermedio entre el pensar lógico y el estrictamente primitivo, es

decir, con una afectividad que sin separar del todo el sujeto del

objeto, vivencia el mundo como una totalidad orgánica en la cual

ya no existe la confusión primitiva: 1- el sujeto no está

enteramente separado del objeto, aunque tampoco se confunde

con el mismo; 2- este objeto concebido por la palabra que lo

designa se vivencia asociado a sus horizontes y a la experiencia

del sujeto que lo percibe: es siempre una cosa vivida por alguien;

3- el mundo se percibe como un todo orgánico pero no confuso,

dotado de partes que se corresponden por analogia formando una

unidad armónica; 4- dada la confluencia entre sujeto y objeto el

hombre se percibe en armonía con la naturaleza; 5- esta armonía

genera sentimientos de sintonía o resonancia con el cosmos.; 6- al

predominar esta actitud emocional de contacto con el mundo, no

se destaca el interés por las relaciones causales de los objetos,

aunque no se las excluye dadas las necesidades prácticas de la

cotidianidad; 7-la intencionalidad se asemeja, a veces, a la del

niño en la situación límite entre lo concreto y lo abstracto que

describe Piaget 164.

163

Ver Lévy- Bruhl, La mentalidad primitiva, Buenos Aires, Leviatán; Cassirer, Antropología filosófica,

México, F.C.E.; R. Cantoni, El pensamiento de los primitivos, Amorrortu, Bs.As., 1977.

164 Ver J. Piaget, Psicología de la inteligencia, Psique, Bs.As., 1964, p. 169-171. En el ejemplo que propone

Piaget, el niño concibe al caracol como una entidad que está en un plano intermedio entre lo singular y lo

197

hUe y

Las tres formas del pensammiento y su correspondiente forma de

la afectividad entran en cualquier etapa del desarrollo humano con

la diferencia de la dominancia de alguna de ellas en cada caso. En

el hombre moderno no deja de haber sentimientos primitivos de

identificación afectiva en la convivencia con los demás, en el

contagio afectivo con respecto a consignas, ideologías, etc. Y

formas de pensamiento analógico en el arte, los negocios y la

política. También, por el contrario, en el pensar del primitivo no

dejan de aparecer en la actividad práctica los elementos de lógica

necesarios para aprovechar lo que ofrece la naturaleza y

relaciones de analogía en la conceptualización de los mitos, las

formas rituales y la organización social.

3- Aportes de la historia de la filosofía.

§ 184- Las tres formas del pensamiento aparecen con variantes en

todos los autores que hemos examinado. Así en los premodernos

predomina del pensamiento analógico revestido de formas lógicas

y algún primitivismo. En los renacentistas encontramos una

acentuación de la mística y su tendencia a las identificaciones

afectivas de la magia. En el pensamiento moderno debemos

distinguir entre los filósofos de la ilustración, con su acentuación

del pensamiento lógico; los románticos con su retorno al pensar

analógico con vetas de idetificación primitiva; y los

contemporaneos con intentos de alcanzar algún equilibrio entre

lógica, analogía e identificación afectiva.

Por otra parte, debemos tener en cuenta que el pensamiento de

los filósofos no se ha reducido, generalmente, a la sola

descripción de los fenómenos de la afectividad. Más allá de la

mención de estos fenómenos, su interés se concentraba en el

intento de sistematizarlos ubicando su contenido en alguna forma

plural. No lo piensa como miembro de una especie, sino como el único que reaparece cada vez. Para él se

trata de una totalidad espacio-temporal unitaria, no de una totalidad abstracta.

198

hUe y

de teoría general. Y esto es lo que ha hecho cada uno de acuerdo

a su sistema de pensamiento. Para nosotros cada sistema puede

servir como un aporte para la reflexión, abriendo preguntas para

las cuales la respuesta, en realidad, está siempre más allá del

orden conceptual. Porque, debemos advertir que, en última

instancia, los afectos solo adquieren plena significación cuando

los conceptos que los expresan se asumen como indicativos de

una experiencia vital que no se reduce al concepto.

§ 185- Resumiendo lo que podemos considerar como aportes,

digamos lo siguiente:

-Hemos encontrado entre los griegos, desde los presocráticos

hasta Platón y Aristóteles, un estilo de argumentacion que en

multiples aspectos no cumple con las exigencias estrictas de la

lógica y que sin embargo pudo adquirir la valoración y credibilidad

propia de su contexto cultural. Caracterizamos este pensamiento

con la nota de lo analógico como forma predominante, sin excluir

elementos de lógica y algunas raíces primitivas (cf.§ 182-183)

Este pensar suponía en su base una forma de afectividad

particular para la cual el universo es una unidad dotada de

armonía en la cual se produce la correspondencia de las diversas

partes entre sí aún entre los opuestos más extremos. En

consecuencia, también se destaca la correspondencia entre

palabra, realidad e idea y entre sujeto humano y naturaleza. Por lo

cual se perfila la existencia de sentimientos no estrictamente

pasionales que explican estas correspondencias y acompañan el

conocimiento.

-Una forma excepcional de esos sentimientos es la que explica la

concepción platónica y luego difundida en la Edad Media, de la

relación entre números, armonía musical y armonía del universo:

de modo que las formas matemáticas vienen a ser los soportes de

una emocionalidad difusa que se abre a una contemplación

modernamente desconocida (cf. § 7).

199

hUe y

-Aparte del reconocimiento de la existencia de estos estados

sutiles de la afectividad, encontramos en Platón otras

observaciones importantes para una fenomenología de los

afectos. Así, por ejemplo, la localización corporal de las pasiones

y de las virtudes; la existencia de placeres y dolores mentalmente

anticipados por el recuerdo de experiencias pasadas; la

existencia de placeres mixtos que incluyen cierto dolor; la

formación de placeres y dolores imaginarios; la unión entre dolor

en el alma y placer en el cuerpo o viceversa. Estados de la

afectividad que volverán en la consideración de muchos autores

posteriores hasta la actualidad.

-Encontramos además en Platón, su desconfianza hacia la

expresión escrita de la filosofía. Lo que también se relaciona con

la afectividad. Porque, en realidad, piensa que los conceptos no

son más que instrumentos para una experiencia que está más allá

de lo que se puede formular en palabras. De allí la importancia de

la mayéutica propuesta por Sócrates como método para alumbrar

en el alma lo que lleva adentro. Esto significa que la captación

plena de la verdad solo se da cuando se despierta interiormente

cierto estado emocional que le confiere todo su sentido.

A todo esto hay que recordar que la valoración griega de los

afectos no le quida importancia a la razón ya que esta es

indispensable para superar la ingenuidad de la experiencia

sensible y rechazar los caprichos del pensamiento convencional,

fundado en pasiones políticas, ambiciones económicas o

justificativo de la injusticia. De allí la importancia de la lógica y la

refutación de los sofistas.

-En Aristóteles (cf. § 22) la definición del placer como ejercicio

pleno de las facultades humanas es una contribución interesante

para la fenomenología de la vida afectiva, mientras que la

consideración de la poética como mímesis y catarsis muestra una

faceta de la afectividad propia del arte dramático.

200

hUe y

-En la India (cf. § 46) encontramos la analogía entre latido, ritmo y

movimiento como esencia de toda emoción. Pero además aparece

la idea de la existencia de emociones que están más allá de toda

la experiencia sensitiva, pensamiento que reencontraremos en

todos los místicos tanto de Occidente como de Oriente, lo que

plantea un desafío particular para entender esta forma de la

afectividad 165. Finalmente, para la metafísica Oriental el arte

viene a ser el soporte sensible para la expresión de las emociones

correspondientes a la experiencia mística, cosa que también

marca toda la estética medieval 166.

-Dado que la fenomenología de las emociones tiende normalmente

a desembocar en alguna sistematización u ordenamiento teórico,

en el caso de S. Agustin (cf. § 49) nos encontramos con la idea de

que el amor condensa e incluye todos los sentimientos.

Sentimiento que en su esencia es fundamentalmente amor a la

felicidad como bien supremo. Entonces, el amor está por encima

de la razón, mueve a la inteligencia, a la voluntad y a todas las

operaciones y pasiones.

-En S. Tomás (cf. § 61) se distingue la actitud contemplativa

propia de la fe por encima de las frías especulaciones de la

escolástica. Lo que significa que predomina en él una forma

particular de la afectividad, condensada en el acto de fe, marco

presupuesto en todo el pensamiento medieval.

Sus estudios nos ofrecen un cuadro categorial de las pasiones; la

distinción entre apetito natural y apetito elícito; tres formas del

placer: natural, sensitivo, intelectivo; agrado en cada una de las

etapas del apetito (en el amor, en el deseo y en la satisfacción); el

concepto de la fe como acto movido por la afectividad; el amor de

caridad como amor desinteresado, benevolente, no natural y la

identificación con el otro en el amor; la idea de que todo dolor y

165

En Dionisio Areopagita y en Scoto Erígena, en S. Buenaventura como también en Nicolás de Cusa, en la

mística judía de la cábala o en el esoterismo islámico encontramos las mismas expresiones sobre un

sentimiento que está más allá de todo lo sensible; es el sentimiento de lo numinoso según R. Otto, ver Lo

Santo, Alianza, Madrid, 2005.

166 Véase A. Coomaraswamy, Sobre la doctrina tradicional del arte.

201

hUe y

todo goce tienen su origen en el amor; el castigo por el pecado

como figura y símbolo de un sentido más profundo. Además, el

ordenamiento general de su sistema considera el amor a Dios

como tendencia universal inconciente , dada la búsqueda

universal de la felicidad y la capacidad redentora del amor, como

consecuencia de la unidad armónica de todo el universo.

Tiene su importancia su noción graduada de la religión:

principiantes, avanzados y perfectos, lo que abre el pensamiento a

distintos niveles o estadios de un mismo sentimiento, en este

caso, el sentimiento religioso.

El concepto de la voluntad como acto de la afectividad y la

existencia de una afectividad no conciente en la elección natural

de un fin, proponen otro aspecto a ser reflexionado en el plano de

la fenomenología.

-En N. de Cusa (cf. § 86) reaparece la idea de una afectividad que

está más allá de lo sensible; habla de la existencia de un gustar

más allá de todo gusto y de un conocer en el que lo

incomprensible es comprendido en su incomprensibilidad. En él se

une el pensar analógico con la mística de la identificación

afectiva.

-Pico de la Mirandola, es el exponente de una forma de afectividad

extraña y enigmática: por un lado la vivencia mágica que para él

se basa en el conocimiento de ciertas leyes de la naturaleza; y por

el otro, el supuesto conocimiento esotérico de la correspondencia

de todas las doctrinas filosóficas, teológicas, cabalísticas o

mágicas .

-Con Descartes (cf. § 90) se inaugura el pensamiento de la

ilustración que parte del intento por lograr un conocimiento libre

de supuestos metafísicos, edificando la ciencia sobre la base de

una razón fundada en la experiencia. Los fenómenos de la

afectividad se interpretan, entonces, dentro de un marco teórico

que da por supuesto la posibilidad de explicarlos por medio de

modelos mecanicistas tal como lo logrado en la física y en la

astronomía, después de la revolución copernicana.

202

hUe y

-Spinoza, al que debemos el haber destacado la importancia de la

vida afectiva, reduce con todo, su descripción a esquemas

simplificados al modo mecanicista. Es importante su convicción

de que el conocimiento de las pasiones por medio de ideas

adecuadas ha de permitir la liberación de la mente y el uso

correcto de la razón, antecedente teórico del psicoanalisis.

-Con el empirismo (cf. § 101) y su proyecto de describir los

sentimientos por medio de leyes naturales, se destaca la

importancia de la simpatía considerada como garantía del

equilibrio social. Pero Hume es el teórico más importante de esta

etapa. Debemos reconocer como un aporte su crítica al concepto

tradicional de la razón y su valoración del sentimiento. En él

aparece la nocion de las que llama pasiones sosegadas o serenas,

punto de partida de una nueva reflexión sobre la vida afectiva. La

razón será definida como una pasión sosegada, de modo que el

predominio del pensamiento lógico encuentra su limite dada su

relación con la afectividad. Finalmente es una contribución

notable para el estudio de la afectividad el planteo de las leyes de

asociación. Sin embargo, su intento por simplificar los contenidos

de la mente que se habían complicado innecesariamente, resulta

demasiado esquemático e insuficiente.

-A partir de Rousseau (cf. § 114) el sentimiento cobra una

relevancia totalmente desconocida en la antigüedad. Para él es la

condición esencial del hombre natural, siendo la razón el producto

de la sociedad. Este hombre es naturalmente bueno gozando de la

libertad. La pérdida de la libertad, es el origen de todos los males

de la sociedad. Debemos reconocer como aporte haber introducido

el sentimiento de libertad como objeto de investigación,

desplazando a un segundo plano el concepto tradicional de la

razón.

-En los escritos de Kant (cf. § 115 y sigs.) podemos considerar

como aportes las obervaciones sobre el sentimiento estético, el

sentimiento de lo sublime, el sentimiento religioso y el sentimiento

del deber. Es novedosa su consideración del sentimiento del

tiempo, la distinción entre pasión, emoción y sentimiento, la

203

hUe y

mezcla de agrado y desagrado en el mismo sentimiento, el

displacer del esfuerzo y la satisfacción en el logro anticipado, la

mención del escalofrio, el estremecimiento y el vértigo como

sensaciones internas, la risa como afección, la inclinación a la

libertad como pasión natural opuesta a las que llama pasiones

adquiridas. A esto hay que agregar la noción del otro como

persona que siempre es fin en sí mismo y no medio, en oposición a

la moral utilitaria . Finalmente es valiosa su concepción de las

imágenes subyacentes en todo pensamiento abstracto y la de los

esquemas que conectan el pensamiento y la sensibilidad. Diríamos

que en Kant hay un intento, no siempre logrado, por armonizar

todas las formas del pensamiento: lógico, analógico y de

identificación primitiva.

-En Jacobi (cf. § 130) encontramos el sentimiento como afección y

certeza de lo real, como creencia que engloba la vida cotidiana y

como fundamento de toda actividad. Fichte (cf. § 132) prolonga

este punto de vista considerando el sentimiento del yo como

estado de conciencia fundamental. Recalca por otra parte la

importancia del sentimiento de libertad. En Schelling (cf. § 138 y

sgs.) predomina claramente el pensamiento de identificación

afectiva dentro de un contexto de relaciones analógicas.

-Hegel (cf. § 142) tiene importancia por su observación con

respecto a los peligros de la exaltación del sentimiento sin

sospechar las aberraciones de conducta que se pueden seguir de

allí. Sin embargo no niega la necesidad de tener en cuenta la

complementación entre pensamiento y sentimiento.

-En los estudios de M. Scheler (cf. § 150 y sgs.) abundan las

observaciones que enriquecen la fenomenología de la afectividad.

Para él el amor y el odio constituyen la esencia de todo

sentimiento, mientras que este será definido como la captación

emocional de un valor. A partir del amor y su contrario se

producirán los actos de preferir y rechazar los valores generando

una jerarquía que Scheler ordenará en cuatro niveles.

Sobre esta base describe con detalle cada uno de los niveles del

sentimiento: orgánico, vital, anímico y espiritual, considerando la

204

hUe y

flexibilidad por la cual los sentimientos de un nivel se difunden a

la vez en los otros. Recuerda la existencia de sentimientos que

valoran sentimientos (el sentimiento de un sentimiento).

Desarrolla un sistema en que se ubican las relaciones

interemocionales y advierte que una cierta componente no

específica de identificación afectiva se da en todos los niveles del

pensamiento. Dedica un estudio particular al sentimiento de

simpatía y realza al máximo el valor de la persona como valor en sí

misma. En síntesis, considera la emoción como realidad no

objetivable, anterior a todo acto de conocimiento.

-Heidegger (cf. § 174) desarrolla la noción de los ―temple de

ánimo‖ como disposición afectiva general. El ―encontrarse

comprendiendo en el habla‖ es una expresión fenomenológica de

enorme utilidad en la investigación de los sentimientos.

-Von Hildebrand (§ 176) aporta una importante descripción de las

deformaciones y los prejuicios que impiden un adecuado

conocimiento de la vida afectiva.

-Zubiri (cf. § 177) sintetiza la condición humana en los tres

momentos de una acción única: inteligencia sentiente, voluntad

tendente y sentimiento afectante; considera que el acto libre y

volitivo está determinado por los impulsos sin perder, con todo, su

libertad; opina que si bien es cierto que el hombre se relaciona

con las cosas para saber de ellas y para modificarlas, sin

embargo, la primera forma de entrar en relación con ellas, no es

para esto, sino para «disfrutarlas». Sólo porque el hombre disfruta

las cosas, sabe de ellas y quiere modificarlas: en la fruición

encontramos, entonces, la primera forma de relación del hombre

con las cosas, de tal forma que allí se engloban, de alguna

manera, las otras formas de relación.

4- Algunas caraterísticas de la afectividad según la

fenomenología.

205

hUe y

El aporte principal de los filósofos contemporáneos con respecto a

la afectividad se ubica sin duda en la descripción del método

fenomenológico como instrumento adecuado para su

conocimiento.

La afectividad .

§ 184- Aunque la obra de Husserl estuvo dedicada principalmente

al tema del conocimiento, en realidad, según su opinión, nuestro

encuentro con las cosas tiene primeramente una dimensión

afectiva o incluso práctica, anterior a toda relación cognitiva. Por

eso dejó algunas indicaciones para el tema de la afectividad. Cabe

destacar la importancia que en sus últimos escritos dedicó a lo

que llamó ―mundo de la vida‖ 167.

En este sentido señalaba la diferencia fundamental entre la

investigación fenomenológica de los sentimientos y la de un

objeto del mundo físico. Este último era caraterizado como cosa

externa extendida en el espacio con sus horizontes,

modificaciones y perfiles, mientras que el fenómeno afectivo,

aparecía como carente de extensión espacial ubicado en un

mundo interior inestable y fluyente en el tiempo.

Por eso definía el fenómeno afectivo por el hecho del no poder

retornar por principio al mismo estado total, es decir, por no tener

durabilidad, porque las realidades anímicas son fluyentes y

cambiantes, mientras que los objetos materiales tienen cierta

duración y fijeza.

Sin embargo, advertía que lo que tenemos que contraponer a la

realidad material como segunda especie de realidad, no es el alma

sino la unidad concreta de cuerpo y alma, el sujeto humano o

realidad psicofísica 168.

167

Ver La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, Ediciones Atalaya, 1999.

168 Ver Ideas II.

206

hUe y

Además, consideraba que tal como sucede con los actos de

conocimiento que pueden tener grados de presencia, certeza,

posibilidad o probabilidad, también podían existir grados en el

plano de la afectividad como por ejemplo la extensión, vivacidad,

realidad, posibilidad, etc.

Por su parte, Heidegger en el Ser y el Tiempo, aplicando su

hermenéutica a la condición humana, resumía en unidad todos los

aspectos de la vida afectiva como ―el comprender afectivamente

en el habla‖ (cf. § 174).

-La relación entre afectividad y conocimiento.

Al terminar el recorrido de lo dicho por los filósofos a través de la

historia, descubrimos que en realidad, la razón, como exponente

máximo del conocimiento, nunca fue totalmente independiente de

cierto componente afectivo, a no ser en aquellos contenidos

estrictamente relacionados con las necesidades instrumentales

propias de la técnica, la lógica o las matemáticas.

En otras palabras, la razón respondía a los ―porqué o para qué‖ de

todos los días, y si se elevaba a las grandes cuestiones del saber,

no evadía el carácter aproximado de las respuestas comunes.

Sin embargo, este carácter aproximado no le quitaba validez

porque, sin obtener una certeza absoluta, dadas las fluctuaciones

de la experiencia cotidiana, tenía la seguridad relativa del mundo

de la vida, basada en la probabilidad de los acontecimientos de

todos los días.

Ademàs, esta razón podía controlar la emocionalidad evitando

desbordes, mientras que, por otro lado, la afectividad le servía de

complemento al ofrecerle la certeza relativa, necesaria para la

vida de todos los días 169.

169

Incluso, observemos que la misma opción por razonar exluyendo todo sentimiento, ya en sí misma supone

una decisión, basada en convicciones y creencias comúnmente aceptadas. Es decir en valoraciones previas

sobre la ciencia y la verdad.

207

hUe y

-Los sentimientos como actos fundados.

Husserl define los sentimientos como actos fundados, es decir que

tienen en su base un acto perceptivo anterior a la emoción. Pero

esta definición es insuficiente si se entiende el fundamento como

una representación cognoscitiva. Porque el verdadero fundamento

radica en la percepción de un valor que en general es anterior a

todo conocimiento.

Tomando en cuenta la clasificación de Scheler, el valor puede ser

alguna parte del organismo, el estado de la vitalidad en general,

las realidades que modifican la vida anímica o las condiciones

espirituales, morales, religiosas, del arte o de la ciencia (cf. § 152-

56). Así distinguiríamos entre sentimientos fundados en el

conocimiento y otros fundados en la imágen corporal, en los

movimientos kinestéticos, los gestos manuales, las palabras, la

intención finalista de la acción, la situacion general, etc. En todos

los casos lo que funda el sentimiento es la percepción de un valor.

- La imaginación como punto de contacto entre conocimiento y

sentimiento.

Lo que llamamos imagen debe ser considerada como un momento

de detención en el flujo constante de lo imaginario.Ahora bien, la

vida afectiva tiene íntima relación con este mundo de lo

imaginario pues en todas sus variaciones tiene algún fundamento

que se presenta como valor por medio de una imagen (visual,

sonora, propioceptiva, etc.).

Es entonces este mundo de la imagen, en cuanto constituye un

esquema sensitivo del pensamiento, el que permite alguna

descripción por medio de conceptos, de las condiciones de la

afectividad, porque el sentimiento es en sí mismo incomunicable 170.

170

En este caso la imagen viene a corresponder con lo que Kant llamaba esquema punto de conexión entre el

pensamiento y la sensibilidad.

208

hUe y

Los valores.

§ 185- Para Husserl el estudio de los valores, la axiología, se

vincula directamente con los sentimientos, emociones o deseos.

En todos ellos se descubre un valor como motivante que designa

la situación objetiva que origina un sentimiento. Es decir que

cuando consideramos algo como valioso, este mismo acto implica

en sí una cierta afectividad que acompaña la percepción.

Ahora bien, la percepción del valor supone una doble mirada por la

cual lo valorado es puesto en relación con un fondo de

presupuestos valorativos, lo cual puede darse de modo conciente

o, con mayor frecuencia, inconcientemente. Entonces , lo valorado

genera un estado afectivo sobre el fondo oscuro que le sirve de

término de comparación.

Este fondo oscuro que condiciona nuestras valoraciones está

formado por preferencias, elecciones, estados de contagio o

identificación afectiva, experiencias olvidadas y sedimentadas

que han quedado en el inconciente. Este es el término de

comparación que determina nuestros sentimientos con respecto a

acontecimientos, situaciones, idealogías, ideas políticas, obras de

arte, modas y costumbres 171.

Lo que decimos de los valores y los gustos, puede aplicarse a las

creencias y convicciones. Aquí también entra un elemento

171 Se valora el dinero porque representa o anticipa una posibilidad de bienes indeterminados a los que

simboliza; de igual manera se valora el alimento o el sexo y en un nivel más elevado se valora la obra de arte,

el conocimiento, la ciencia o la religión, en cuanto que se deposita en ellos expectativas no concientes con

respecto a bienes, estados de plenitud, felicidad, etc. También, obviamente, existe una valoración negativa

con respecto a cosas, objetos o personas que producen rechazo, repugnancia o irritación, es decir, que se

sienten como antivalores porque se contraponen a ciertos paradigmas o principios.aceptados

inconcientemente.

209

hUe y

afectivo que generalmente no está en la conciencia. Este

elemento es la valoración de aquello que parece creíble o

confiable. De modo que si bien la valoración o credibilidad puede

estar fundadada en argumentos de orden racional, en última

instancia, dado que estos argumentos ofrecen, con frecuencia,

sólo cierta probabilidad, la fuerza definitiva de la argumentación

suele requerir una opción valorativa que, generalmente, no aflora a

la conciencia.

Para creer en el testimonio ajeno, en un enunciado teórico o un

conocimiento que está fuera de nuestra experiencia, la razón

puede mostrar la credibilidad del testimonio o la probabilidad del

enunciado teórico. Basados en este fundamento como en un

presupuesto, podemos adherir a lo testimoniado o a lo enunciado

por medio de un acto emocional que llamamos creencia,

confianza, aceptación o adhesión.

En realidad las modificaciones noéticas de certeza, duda,

probabilidad, posibilidad, etc. tienen una cara interna valorativa

que no se explicita. Esta cara es el fondo emocional o la síntesis

pasiva que acompaña la intencionalidad de la conciencia.

Por supuesto que existen distintos grados en la credibilidad o

probabilidad de verdad para distintas situaciones. Esta

aceptabilidad o valoración credencial es máxima en la ciencia

empírica, menor en la documentación histórica y más débil en los

intercambios de la convivencia cotidiana.

Dentro de la totalidad social, cada subgrupo cultural tiene valores

y desvalores propios, creencias y rechazos característicos. Así se

engendran los gustos y las ideologías sectoriales. Siempre se trata

de opciones emocionales no concientes que se tienen por

contagio afectivo como evidencias y obviedades inobjetables.

La pragmática.

210

hUe y

§ 186- La conducta humana en su totalidad se centra en la nocion

de acción o actividad, la cual es calificada como realización del

deseo, a partir de algún pensamiento, seguido por el acto

previamente imaginado y el placer de su consecución.

La fenomenología de la acción.

La fenomenología de la acción ha sido investigada con mayor

detalle por A. Schutz y por P. Ricoeur siendo el primer punto a

considerar el de los motivos. A. Schutz 172 establece una

importante distinción entre los que llama ―motivos para‖ y

―motivos porque‖. Los primeros son aquellos que explican para la

conciencia el sentido de su acción; los ―motivos porque‖, en

cambio, son los que constituyen el fondo pasivo de fijaciones

afectivas, la carga emocional inconciente que determina los

―motivos para‖. El agente, en general se siente exclusivamesnte

motivado de la manera "para" e ignora las motivaciones "porque‖.

Es decir que por debajo de la afectividad conciente, se encuentra

una compleja red de estados afectivos de los que no se tiene

conciencia. Entonces, tanto la decisión como la ejecución de la

acción estan envueltas en un cúmulo de formas de la afectividad.

Husserl, por su parte, realizó un primer análisis de la motivación

en su obra Ideas II 173. La motivación, dice, es la causalidad típica

de la vida espiritual. Ella tiene una doble dimensión; por una parte,

el polo objetivo nos motiva en cuanto aprehendemos en él un

objeto valioso que puede suscitar nuestro interés. De otra parte,

las kinestesias, las pulsiones y las afecciones sensibles fungen en

la esfera subjetiva y determinan que el sujeto dirija la atención a

ese objeto, debido a que éste lo afecta. Pero la motivación no es

sólo resultado mecánico y causal de estos procesos, sino que en

ellos se incluyen factores afectivos e intersubjetivos.; es decir que

la motivación supone la combinación de causas mecánicas con la

presencia psíquica de los motivos.

172

Cf. A. Schutz, El problema de la realidad social. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1974.

173 E. Husserl, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica,. Libro segundo:,

(trad. de Antonio Zirión Quijano), UNAM, México, 2005

211

hUe y

P.Ricoeur observa: 1- que no hay actividad sin pasividad, que toda

acción tiene un fondo oscuro de opciones afectivas; 2- que en la

acción se combinan naturaleza y persona; la naturaleza en las

causas motoras y en las pulsiones del organismo y persona en el

plano psicofísico de las opciones interiores ; 3- que toda actividad

supone una relación entre la acción y su agente; 4- que el sentido

de la acción supone la distinción entre lo posible y el hacer

concreto; 5- que se debe diferenciar entre la actividad que se

concreta en lo exterior y la acción anticipada en el proceso mental 174.

Husserl además, nos ofrece un ejemplo de los perfiles y

horizontes con respecto al fenómeno del deseo: mencióna la

multiplicidad cambiante de sus apareceres o modos de

presentación, ya sea en relación con el grado de claridad, ya por lo

que hace a la nitidez en la distinción de los elementos de lo

deseado, ya en lo que toca a la intensidad del desear.

En este sentido Schutz destaca las variantes de la decisión entre

la confusión y la nitidez y la subordinación de distintos niveles en

la finalidad de las acciones: todo fin está subordinado a un fin más

general que permanece generalmente inconciente. También con

respecto al placer se deben establecer matices: está la

satisfacción del objetivo logrado, pero existen placeres sutiles en

toda actividad y por eso Zubiri nos habla de la fruición que todo lo

llena.

La intencionalidad.

§ 187- El concepto que centraliza el método fenomenológico es el

de la intencionalidad. Según esto, toda vivencia, toda actitud

anímica se dirige a algo. No existe el estado de conciencia pura

sin ningún contenido como suponía el empirismo. La percepción

174 Cf. P. Ricoeur, El discurso de la acción, Cátedra, Madrid, 1988

212

hUe y

es, en cuanto tal, percepción de algo y lo mismo ocurre con todo

afecto, toda expectativa, el deseo, la esperanza o el amor. Sin

embargo, no existe un percibir entendido como mera fijación en el

objeto, como no lo hay con respecto al afecto; es falsa la

observación aislada de percepciones como también de emociones,

sentimientos o deseos. Toda vivencia está inmersa en la corriente

contínua de la vida.

La primera distinción que establece Husserl con respecto a la

intencionalidad es la de la intencionalidad objetivante y lo no

objetivante, diferenciando a la vez entre la condición significativa

y la intuitiva en cualquiera de las dos.

La intencionalidad es objetivante cuando se concreta en un acto

de conocimiento. La intencionalidad es no objetivante cuando no

se dirige hacia el conocimiento como es el caso del sentimiento,

la emoción o el deseo 175.

Tanto la intencionalidad objetivante como la no objetivante

pueden reducirse a la condición significativa, es decir, a la sola

palabra que la nombra o tener su cumplimiento en la intuición; es

decir realizarse en la experiencia 176.

Ahora bien, se debe tener en claro con respecto a la

intencionalidad, tal como la concibe Husserl, el hecho de que si

bien todo acto de conciencia es intencional, no todo ingrediente

del acto es él mismo intencional. Porque en el acto de conciencia

175

La emoción o la decisión son actos no objetivantes porque propiamente no se dirigen al conocimiento de

su correlato sino solo lo captan, ya sea de un modo explícito, atento o coatento, ya sea de modo desatento".

En el acto del valorar estamos vueltos al valor, en el acto de la alegría a lo que alegra, en el acto del amor a lo

amado, en el obrar a la obra. Ideas Relativas a una Fenomenología Pura y una Filosofía Fenomenológica,

Trad. José Gaos, Fondo de Cultura Económica, México, 1949, § 37.

176 Husserl insiste en el carácter no intuitivo de algunas intenciones significativas.. Estas intenciones, dice,

« no poseen un contenido intuitivo. Propone el célebre ejemplo de Descartes, "el polígono de mil lados". Se

hace patente la incapacidad de la imagen para acoplarse al sentido inteligible de la expresión de que se trata.

213

hUe y

entran como ingredientes los datos hiléticos, o sea los datos

materiales de las sensaciones y de la corporalidad, el fondo

oscuro de la afectividad, etc. los cuales son no intencionales.

Los actos sintéticos.

Una de las nociones de mayor importancia en el estudio de los

actos del sentimiento es el de las formas sintéticas. Existen

síntesis en los actos del conocimiento, pero también están en el

orden de la afectividad las que Husserl llama síntesis pasivas: así

por ejemplo, tenemos las formas del preferir, las del valorar y las

del querer que constituyen síntesis de enorme complejidad. En la

síntesis una palabra nominaliza un conjunto de experiencias que

constituyen la intencionalidad monotética,

La intencionalidad dirigida hacia lo no conciente.

Otra distinción importante en relación a la afectividad es el hecho

de que junto a la intencionalidad dirigida a lo que está presente a

la conciencia, puede darse una intencionalidad que reflexiona

sobre las vivencias actualmente no presentes. Porque gran parte

de ellas permanecen al fondo no atendido. La intencionalidad

anterior a la actual que ha quedado no atendida se mantiene en lo

que Husserl llama retenciones, mientras que aquella que tiende a

lo futuro constituye las protensiones.

Entonces, Husserl amplía el marco general de su campo de

análisis, el cual se extiende a la experiencia pasiva, es decir,

aquella con respecto a la cual el sujeto no ha realizado una toma

de posición explícita.

Esto es lo que llama "horizonte de oscuridad", el cual está

constituído por la dimensión no consciente de intereses,

pulsiones, tendencias e instintos que determinan las tomas de

posición teoréticas, valorativas o volitivas. Tambien se incluye en

este horizonte el propio yo, el cual, en cuanto está

214

hUe y

constantemente activo efectuando la reflexión queda siempre

desapercibido.

Por otra parte, se debe observar que el sujeto humano tiende a

olvidar el carácter fluyente de sus vivencias y a tomar lo vivido

por cosas y sucesos análogos a los del orden físico, lo cual se

refleja en el lenguaje común con respecto a las emociones y

sentimientos.

La corporalidad.

§ 188- Al yo pertenecen las tomas de posición afectivas y

volitivas; sin embargo el yo es también corpóreo y en este sentido

las apercepciones de la emocion y de la voluntad, los sentimientos

e impulsos sensibles, la conciencia valorativa y práctica, todo

pertenece al hombre en cuanto cuerpo animado. E igualmente,

también, los actos sociales, en cuanto constitutivos de la

intersubjetividad. Por lo tanto, el percibir como forma de la

conciencia y prescindiendo del cuerpo carece de sentido.

Establecida esta conjunción entre lo corporal y lo mental, no por

ello es admisible el reduccionismo que todo lo confunde. Husserl

distingue claramente entre el mundo material y corporal y las

realidades psíquicas que, en realidad, son psicofísicas. Porque el

aspecto psíquico que las compone es enteramente distinto de la

componente corporal y por eso diferencia entre causa y

motivación entre aquello que tiene la nota de la espacialidad y lo

que no se ubica en el espacio.

Afirma que ―la naturaleza espiritual, entendida como naturaleza

animal, es un complejo que consiste en un estrato inferior material

con la nota esencial de la extensión y un estrato superior

inseparable que es de naturaleza radicalmente diferente y que

ante todo excluye la extensión‖

Por su parte en relación al cuerpo distingue entre la imagen

corporal y el esquema corporal. La imagen corporal estriba en el

conjunto de estados perceptivos, opiniones, creencias y actitudes

215

hUe y

en las que el objeto intencional es el propio cuerpo objetivado.

Esa clara intencionalidad le falta al esquema corporal que es el

cuerpo en cuanto vivido, no objetivado, el cuerpo como el que da

forma al campo de la percepción y pasa desapercibido. Esto es lo

que en otra parte denomina carne en oposición a la imágen

corporal que llama cuerpo 177.

En definitiva, en relación al tema de la corporalidad, podemos

decir que todo se resume en un constante flujo de vivencias de las

cuales algunas son fragmentadas por la palabra y reciben el

nombre de cuerpo y otras son catalogadas como mente. Pero el

predominio de uno u otro de los componentes de la conciencia va

variando con la intencionalidad. En algunos casos la

intencionalidad de la conciencia se detiene en la modificación

que viene del cuerpo, v.g. cuando injerimos un estimulante; y en

otros casos pone su atención en el estado emocional que

repercute sobre el cuerpo.

La temporalidad.

§ 189- Toda la reflexión sobre la afectividad desemboca

necesariamente en el tema del tiempo que es lo que caracteriza a

los fenómenos de la conciencia a diferencia de los del mundo

físico extendidos en el espacio.

Cuando el flujo de la conciencia es captado por la reflexión, se

ilumina un tramo del mismo, y las vivencias aparecen como

unidades definidas, fijas o terminadas, pero ello tan solo es

posible por el recuerdo primario o retención, puesto que la

vivencia observada en el momento de la reflexión, ya no puede

estar presente. Según Husserl lo que se tiene, entonces en la

conciencia, es la reproducción del suceso experimentado en el

momento anterior.

177

Cf. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, Ed. Atalaya, 1999, III, 69. Sobre

este punto véase la interesantísima investigación de Merleau-Ponty en La fenomenología de la percepción,

Primera pàrte, El cuerpo.

216

hUe y

El tiempo de la interioridad es distinto del tiempo objetivo. La

constitución de este último, se logra cuando después de un tiempo

volvemos a ver el objeto y lo identificamos como el mismo sin

modificación. Esto no sucede con el tiempo interior que fluye

continuamente. No encontraremos el mismo estado de conciencia

cuando volvemos sobre él. El estado de conciencia se modifica

constantemente.

Sin embargo, para Husserl existe analogía entre la visión espacial

y la del tiempo. Asi como en la visión espacial «el primer plano (de

lo percibido) no es nada sin el trasfondo de perfiles y horizontes,

de igual modo las percepciones en el tiempo solo adquieren pleno

sentido cuando se toma conciencia de su trasfondo temporal.

Las asociaciones.

Este trasfondo temporal se visibiliza cuando se pone atención a

las asociaciones que constituyen el movimiento fundamental de

la conciencia de donde surgen las síntesis que unifican la

diversidad y dispersión politéticas de las acciones y actos

intencionales conformando unidades abarcadoras de carácter

monotético.

El concepto de ciudad, por ejemplo, nos remite a la serie de

experiencias que se han ido grabando como una síntesis pasiva de

todas estas experiencias. La reflexión puede transformar luego la

síntesis pasiva en síntesis activa depositada en el concepto.

5- Para una fenomenología de la afectividad.

§ 190- La fenomenología de la afectividad ha de comenzar por

plantear una visión panorámica de la enorme variedad de formas

que hemos encontrado en nuestro recorrido de la historia del

pensamiento.

217

hUe y

Allí aparecieron distintas formas: 1- estados que se manifiestan

claramente a la conciencia por su intensidad o por su repercución

sobre la corporalidad; 2- estados que generalmente pasan

desapercibidos, no llaman la atención debido a su condición ténue

o sutil que no afecta mayormente la corporalidad; 3- fenómenos

preverbales, es decir que no tienen nombre en el lenguaje común.

Sentimiento, emoción, pasión, deseo, placer y dolor, son estados

de la afectividad que se manifiestan claramente a la conciencia, y

sus variantes tienen generalmente alguna denominación. Queda

un enorme campo de vivencias que siendo lo más íntimo y cercano

de la condición humana no se presentan claramente a la

conciencia y en muchos casos no tienen nombre. Constituyen el

fondo pasivo que acompaña toda actividad conciente.

Aquí se deben considerar: 1- las actitudes y posiciones

kinestésicas de la corporalidad, movimientos de manos, posturas

corporales, sensaciones orgánicas, etc., con su correspondiente

afectividad, 2- los sentimienso vitales de comodidad, bienestar,

malestar, salud, el sentimiento de libertad, el sentimiento de

temporalidad, la afectividad del humor, etc. 3- la afectividad

correspondiente al cuerpo como totalidad indiferenciada presente

en toda vivencia de modo confuso e interminado, 4- los

sentimientos y emociones sutiles que acompañan al pensamiento

sobrecargando conceptos y palabras, 5- la carga emocional que

confiere relevancia a situaciones, actividades, opciones políticas,

ideologías, tradiciones culturales, gustos estéticos o valores

comerciales, 6- las emociones estéticas suscitadas por el ritmo y

la armonía, 7- los sentimientos religiosos y morales, 8- los

impulsos, afectos y sentimientos que acompañan las decisiones

de la voluntad, 9- los temples o estados de ánimo que sin poseer

la condición del sentimiento reflejan el estado en que se

encuentra el sujeto y a veces se transforman en sentimientos, 10-

los estados que se encuentran en los límites entre afectividad y

conocimiento como motivaciones, sugerencias, el interés, la

curiosidad, etc., 11- los estados emocionales intersubjetivos de

contagio, identificaciòn y proyección afectiva que redundan en las

otras formas de la afectividad.

218

hUe y

Ninguno de estos fenómenos se presenta como un objeto fijo del

mundo externo. Todos entran en el flujo constante de la vida. Por

eso en un mismo acto de conciencia, se pueden superponer varios

de ellos o bien puede transformarse uno en otro según la

intensidad, el contexto asociativo o las circunstancias. Por lo cual

la distinción entre diferentes formas y la agrupaciòn de niveles

debe entenderse como el resultado de una fijación momentánea y

aproximada en el flujo constante de la conciencia. .

De ahí que un estado de animo puede transfomarse en sentimiento

tenue, este a su vez se transforma en emoción y la emoción al

quedar fijada puede convertirse en pasión. Estas variaciones

serían equivalentes a las perspectivas, distancias y horizontes que

con respecto a un mismo objeto se verifican en el mundo físico.

En este sentido el lenguaje común suele reflejar importantes

modulaciones en la afectividad. Así por ejemplo: existen

variaciones del lenguaje con respecto al placer: agrado, gusto,

disfrute, bienestar, satisfaccion, deleite, dicha. Tenemos

gradaciónes en los modos del afecto: estima, aprecio,

benevolencia, preferencia, dilección, cariño, amor. Como también

en las formas del deseo: expectativa, anticipación, tendencia,

intención, aspiración, anhelo, apetición, concupiscencia, adicción.

O de la alegría, júbilo, exhaltación, euforia. La esperanza puede

ser una motivación, una actitud, un estado de ànimo, un

sentimiento y para la clasificación estoica, una pasión.

Esto nos hace ver que la fenomenología de los estados afectivos

no puede limitarse a la investígaciòn de los estados de conciencia

con prescindencia de la intención significativa que radica en los

nombres y verbos del lenguaje común.

Sin embargo este lenguaje tiene sus limitaciones porque no refleja

muchas de las transformaciones o sustituciones que se descubren

en el análisis psicológico. Así por ejemplo, en ciertos casos un

sentimiento de alegría puede estar unido en simultaneidad con la

tristeza; o bien, puede darse la conjución simultánea entre amor y

219

hUe y

odio. También existen sentimentos encubridores que reemplazan o

esconden otros sentimientos. Asì, por ejemplo, la expresión de

afecto, puede disfrazar, a veces, sentimientos de envidia,

resentimiento, culpa, etc. La alegría puede disfrazar amargura,

sentimiento de fracaso, desesperación, etc. En esos casos la

intencionalidad de la conciencia destaca una parte de la vivencia

dejando fuera los horizontes asociativos indeseables. De modo que

tenemos estados de la afectividad superpuestos o concatenados

que no se reflejan en el lenguaje común.

Scheler señaló, desde otro enfoque, la existencia de estados

emocionales que modifican a otros estados. Para él el dolor es un

estado afectivo no intencional y reactivo con respecto al cual

pueden producirse diversos sentimientos: puede ser sentido con

paciencia, como sufrimiento insoportable, o incluso a veces, con

alegría.

En el estudio de la vida afectiva, debe evitarse la cosificación de

los sentimientos como si fueran objetos de orden físico. Siempre

se ha de tener presente que el afecto está más allá de la palabra

que lo nombra o del concepto que lo categoriza porque la vivencia

en sí misma es incomunicable.

Hemos visto cómo Kant describe el sentimiento estético o como

Scheler describe los sentimientos intersubjetivos. En general, la

descripción propone situaciones en que esos sentimientos se

verifican o menciona analogías con otros sentimientos más

conocidos. Ahora bien, en todos los casos lo que permite la

comprensión de lo que se describe es la imaginación que

reproduce las situaciones o analogías mencionadas pues como

dijimos, la imagen es el punto de contacto entre sentimiento y

pensamiento (cf. §184).

Pero el estudio de la afectividad no se debe limitar a las formas

generales y más o menos universales; también existen sectores,

ambientes socio-culturales o regionales que viven formas propias

y distintas de la afectividad. A diferencia de la filosofía del

conocimiento que procura, en general, cierta universalidad, la

220

hUe y

filosofía de la afectividad conduce necesariamente a la

multiplicidad.

El pensamiento de los filósofos que hemos examinado nos ha

permitido constatar que la vida afectiva adopta distintas

modalidades según los tiempos y las regiones. Pero también

dentro del mismo medio cultural hay variaciones según los

individuos, las edades, y para cada sujeto según sus momentos

existenciales.

Así se distinguen: 1- los estados extraordinarios de los místicos; 2-

la identificación afectiva de los niños y primitivos; 3- las

emociones difusas vigentes en la antigûedad que acompañaban la

percepción de colores, números y formas geométricas; 4- los

estados alterados de carácter patológico; 5- la identificación

afectiva en el pensamiento mitológico, los rituales y la magia; 6- la

emocionalidad del pensamiento analógico, de la correspondencia

de los opuestos y la armonía del universo.

Advertimos, además, que en cualquier fcnomenología de la

afectividad no debe faltar una adecuada distinción entre los

sentimientos de carácter positivo y las formas negativas,

aberrantes, destructivas que llenan la conciencia de odio,

violencia y destrucción.

Todavía está por realizarse una fenomenología de la afectividad

que abarque todas estas dimensiones. Debemos admitir que la

tarea es tan vasta que solo será posible abordarla por medio de

estudios particularizados en algunos aspectos de mayor

relevancia.