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1 1er Foro de Arqueología, Antropología e Historia de Colima Juan Carlos Reyes G. (ed.) D.R. © 2005 Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura RESCATE ARQUEOLÓGICO EL ZALATE Análisis del contexto y propuestas de investigación Arqlga. Laura Almendros López / Arqlga. Roxana Enríquez Farías Centro INAH Colima Introducción Al suroeste de la ciudad de Colima se ubica parte del predio rústico conocido como El Manchón, en concreto un área de aproximadamente dos hectáreas que se encuentra delimitada al norte por el Boulevard Rodolfo Chávez Carrillo, entre la Avenida Javier Mina al este y la Prolongación Fray Pedro de Gante al oeste (fig. 1). Los trabajos arqueológicos se iniciaron cuando la empresa dueña de los terrenos tuvo la intención de construir una plaza comercial en el predio. En ese momento se llevó a cabo la inspección del área a fin de determinar la posible existencia de vestigios arqueológicos en superficie o bien indicios de que éstos existieran en el lugar. Durante esta inspección se pudo observar la presencia de material arqueológico, sobre todo tepalcates, así como la evidencia de saqueos. De esta manera se determinó la necesidad de realizar un rescate arqueológico con el fin de recuperar la información contenida en esta área de la ciudad, a partir de esto dictaminar la naturaleza de la ocupación prehispánica y valorar la posibilidad de llevar a cabo la construcción.

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1er Foro de Arqueología, Antropología e Historia de Colima

Juan Carlos Reyes G. (ed.)

D.R. © 2005

Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura

RESCATE ARQUEOLÓGICO EL ZALATE Análisis del contexto y propuestas de investigación

Arqlga. Laura Almendros López / Arqlga. Roxana Enríquez Farías

Centro INAH Colima

Introducción

Al suroeste de la ciudad de Colima se ubica parte del predio rústico conocido

como El Manchón, en concreto un área de aproximadamente dos hectáreas que

se encuentra delimitada al norte por el Boulevard Rodolfo Chávez Carrillo, entre la

Avenida Javier Mina al este y la Prolongación Fray Pedro de Gante al oeste (fig.

1).

Los trabajos arqueológicos se iniciaron cuando la empresa dueña de los

terrenos tuvo la intención de construir una plaza comercial en el predio. En ese

momento se llevó a cabo la inspección del área a fin de determinar la posible

existencia de vestigios arqueológicos en superficie o bien indicios de que éstos

existieran en el lugar.

Durante esta inspección se pudo observar la presencia de material

arqueológico, sobre todo tepalcates, así como la evidencia de saqueos. De esta

manera se determinó la necesidad de realizar un rescate arqueológico con el fin de

recuperar la información contenida en esta área de la ciudad, a partir de esto

dictaminar la naturaleza de la ocupación prehispánica y valorar la posibilidad de

llevar a cabo la construcción.

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Figura 1

Como dijimos, el predio de poco más de dos hectáreas se ubica en plena

zona urbanizada de la ciudad de Colima. En esta parte sur del valle de Colima la

acumulación de sedimentos es más alta, en función de la cercanía a los arroyos y

ríos, así como al continuo desborde de los mismos a lo largo de miles de años.

El terreno pertenecía a la conocida Hacienda de La Albarrada, de hecho

con este nombre se ubica una colonia al sur del terreno que nos ocupa. De esta

manera, el predio perteneció al área de huertas, por lo que se puede observar

gran cantidad de árboles que se ubican en él, entre los que destacan tamarindos,

mangos, huizilacates, parotas, higuerillas y un zalate de gran tamaño, que dio

nombre al rescate.

Es importante destacar que en un principio el rescate tomó el nombre del

predio, que como dijimos es conocido como El Manchón, sin embargo observamos

que la Dra. Isabel Kelly, entre sus múltiples trabajos realizados en Colima desde

los años cuarenta, efectuó excavaciones en un sitio que llamó El Manchón.

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Dicho sitio se ubica en el área de Los Ortices, que a pesar de distar algunos

kilómetros de este predio, pertenece también al municipio de Colima, por lo cual

se decidió cambiarle el nombre al rescate, que pasó a llamarse Rescate

Arqueológico El Zalate, con motivo del gran árbol que se alza en el predio.

I. Entorno físico y características del predio

El valle de Colima abarca un área de cerca de 900 Km2 que integra los

municipios de Colima, Villa de Álvarez y Comala, así como parte de Cuahutémoc,

Coquimatlán, iniciando al pie del volcán de Fuego, hacia los 1,700 m.s.n.m. Este

valle desciende hasta llegar a la cota de los 400 m.s.n.m. y combina áreas de

lomeríos de origen volcánico, al norte del valle, con planos ligeramente inclinados

y con gran cantidad de acumulación de sedimentos al sur.

Esta área fisiográfica se caracteriza por albergar gran cantidad de ríos y

arroyos que la han convertido, a lo largo de la historia, en una región con

características primordiales para el asentamiento de grupos humanos, que a las

orillas de estas fuentes de agua desarrollan su vida.

La variedad en la altitud genera una gran heterogeneidad de climas y

vegetación, lo que aumenta la factibilidad de explotación de ambientes distintos

con más riqueza de productos.

Dentro de esta gran área, en la parte sur, se encuentra el predio que nos

ocupa, mismo que se ubica en un plano ligeramente inclinado con orientación

norte-sur, entre el río Colima al este y el arroyo Pereyra al oeste. Esta parte del

valle se caracteriza, como mencionamos, por la gran acumulación de sedimentos

lo que hace que los vestigios arqueológicos se ubiquen a varios metros de

profundidad.

II. Antecedentes de investigación en el área

En esta parte sur del valle los antecedentes de trabajo son menores que en

la zona norte, hacia donde crecen en mayor medida las ciudades de Colima y Villa

de Álvarez, que junto con la parte occidental de esta última, componen las áreas

de desarrollo urbano más importante.

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Existen importantes antecedentes de investigación para el valle de Colima,

empezando por los trabajos de la Dra. Kelly quien definió a partir del Eje Armería

la secuencia cultural del valle. También otros arqueólogos que han trabajado la

región como la arqueóloga M.A. Olay, han realizado grandes aportaciones a la

comprensión de algunas de las fases culturales de esta región. Todos estos

antecedentes de investigación en esta área apoyan los trabajos que se vienen

realizando hasta la fecha en el centro INAH Colima. Sin embargo, hablando

concretamente de los trabajos en el área circundante a este predio, vemos como

varios han sido los rescates efectuados en los últimos años.

Sin duda el rescate arqueológico más destacable en el sector sur de las

ciudades de Colima y Villa de Álvarez, es el realizado en el año 2000 en el predio

conocido como Las Fuentes, ubicado hacia el suroeste del área que nos ocupa.

Durante estos trabajos se obtuvo información única en la región referente a la fase

Capacha, la primera dentro de la secuencia cultural del valle.

Fue hallado un gran panteón correspondiente a esta fase, con una

importante cantidad de entierros acompañados de ofrendas en muy buen estado

de conservación. Los datos recuperados por el P.A. Saúl Alcántara están siendo

trabajados dentro de la investigación para la tesis profesional que éste lleva a

cabo, la cual habrá de aportar grandes respuestas en torno a esta temprana fase

cultural.

Justo frente a este predio de Las Fuentes, el P.A. Rafael Platas realizó

trabajos de rescate en lo que se denominó El Cortijo II durante los últimos meses

de 2004. En un principio se pensó que podían continuar las evidencias del

asentamiento Capacha, sin embargo, la evidencia encontrada en este sector

corresponde a los cimientos de varias unidades habitacionales, al parecer de la

fase Armería del valle de Colima.

Junto con esta evidencia habitacional, se obtuvieron algunos ejemplos del

patrón funerario dentro del asentamiento prehispánico ya que fueron recuperados

un total de 37entierros (Platas, 2005).

Ambos casos componen los antecedentes más cercanos, sin embargo

como mencionamos, el área se integra a todos aquellos estudios realizados a lo

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largo de años de investigación en la región, mismos que se toman de referencia

para este trabajo y con base en los cuales se guió la investigación realizada en

este predio que, como veremos a continuación, compone un ejemplo más acerca

del asentamiento prehispánico en el valle de Colima.

III. Excavación y materiales recuperados

Después de sondear prácticamente la totalidad del predio observamos

como en la parte sur, la este y en el centro del mismo, donde obtuvimos gran

cantidad de material, la mayoría de los contextos se hallaron removidos. A pesar

de ser evidente la ocupación en casi todo el predio en época prehispánica,

seguramente los trabajos posteriores de nivelación y remoción del terreno

afectaron esta evidencia arqueológica.

Sin embargo, un sector fue el que aportó la mayor cantidad de evidencia

material y contextos arqueológicos que mostraron la ocupación prehispánica del

predio en cuestión. Ésta se ubicó en lo que llamamos Unidad de excavación 3

NW, precisamente por encontrarse en el sector noroeste del terreno (fig. 2).

Figura 2

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A través de los materiales arqueológicos recuperados determinamos dos

ocupaciones en la época prehispánica, en las fases Ortices y Chanal. A pesar de

haber obtenido evidencia material característica de otras de las fases culturales

del valle de Colima, es justo para las dos mencionadas en que la evidencia

sobrepasa algunos fragmentos cerámicos.

A continuación, se presenta la descripción y el análisis de los datos

obtenidos para estas dos fases, a partir de los cuales se infieren algunas primeras

interpretaciones acerca de la ocupación prehispánica en esta fracción del predio

rústico El Manchón.

Fase Ortices (400 a.C. – 100 d.C.)

Arquitectura

A lo largo de la exploración, encontramos indicios arquitectónicos de lo que

posiblemente fue el sistema constructivo de carácter habitacional durante la fase

Ortices.

Consiste en un cúmulo de piedras pequeñas, preferentemente angulares,

sin trabajar, que fueron unidas con una argamasa de tierra negra y arena, muy

compacta, mezcla que en conjunto con las piedras pequeñas forman una

superficie sólida. Están depositadas sobre una base de tierra muy fina y

ligeramente apisonada. Sin embargo, pese al trabajo que puede distinguirse, la

superficie no es plana, y aunque en algunos casos la disposición parece circular o

rectangular, los alineamientos no están bien definidos.

Uno de estos amontonamientos fue localizado al interior de la estructura

habitacional de la fase Chanal (que describiremos más adelante), que junto con

otro de los hallados en un pozo del sector sureste, presentan asociadas fosas

excavadas sobre una capa de tepetate compacto, cuyo diámetro oscila entre 50 y

70 cm, y no rebasan los 40 cm de profundidad. Aún no hemos podido determinar

sí están directamente relacionadas con lo que pensamos es parte de un sistema

constructivo, ni tampoco la función que pudieron desempeñar. Sin embargo, es un

dato que no podemos pasar por alto, puesto que con ayuda de diversos análisis y

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el hallazgo de un patrón similar en posteriores intervenciones, tendremos una

visión más amplia de su posible función.

Llaman nuestra atención los amontonamientos localizados al interior de la

unidad habitacional, ya que fueron identificados por debajo del apisonado que

suponemos corresponde al piso de ocupación de la fase Chanal, factor que nos

permite proponer su temporalidad (fig. 3)

Figura 3

Es posible que estemos ante un tipo de cimentación para construcciones no

muy grandes y ligeras, cuyas paredes y techumbre pudieron ser de materiales

perecederos, como madera y palma, según los recursos de los que disponían. Los

datos acerca de las unidades habitacionales en esta fase y en general, durante el

periodo Preclásico son escasos, puesto que existen pocas excavaciones de

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contextos de este periodo, o bien, resultan afectados por las ocupaciones

posteriores.

Algunos de los datos al respecto son los que nos ofrecen las maquetas

elaboradas en cerámica, donde podemos ver el tipo de viviendas, algunas se han

clasificado para la fase Ortices, se caracterizan por no ser de gran tamaño,

muchas de planta circular y de sencilla elaboración (Schávelzon, 1982: 105).

La distribución de estos elementos se extiende en toda la parte explorada

del predio, aunque no es muy regular, su conformación y similitud nos hacen

suponer que se trata de un conjunto de elementos de la misma fase.

Contextos funerarios

En un área de aproximadamente unos cuarenta metros cuadrados fueron

hallados veintinueve entierros humanos con características diferentes entre sí. Sin

embargo, a partir de la observación de esta gran muestra pudimos inferir de

manera preliminar, y a la espera de otro tipo de análisis que se tengan que

realizar, dos momentos de enterramiento (fig. 4)

Figura 4

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El primero corresponde precisamente a la fase Ortices-Comala, es decir

que pudiera oscilar entre el final de la fase Ortices y el inicio de la fase Comala, ya

que ante el conocimiento parcial de estas etapas y, sobre todo, de sus divisiones

internas, es muy difícil poder hablar de un momento más concreto, sino hasta la

obtención de algún fechamiento para este y otros contextos similares.

El otro momento de enterramiento corresponde a la fase Chanal que

trataremos más adelante.

Así pues encontramos que de estos veintinueve entierros los que

consideramos corresponden a la fase Ortices-Comala son los siguientes:

- Entierro 6: depositado con una orientación de este-oeste, con el cráneo al este,

mientras que las extremidades inferiores no se encontraron. Este entierro

descansa sobre una capa de arena, misma que se presenta mezclada con una

capa de tierra café claro. Probablemente se encontraba extendido, ya que la

parte superior del cuerpo se halló prácticamente completa. Encontramos el

cráneo, las costillas y los húmeros, además de algunos fragmentos de

vértebras, las clavículas y los omóplatos. Pareciera que en la deposición del

entierro 8, correspondiente a la fase Chanal, el entierro 6 se vio mutilado en

sus extremidades inferiores. Por encima de este entierro se observó una

acumulación de piedras, junto al mismo y por debajo de éste, algunos

tepalcates grandes correspondientes por lo menos a dos ollas, una con rasgos

claramente Ortices. De igual manera, hacia la parte norte del individuo se

apreciaron tres piedras de tamaño mediano acomodadas junto al cráneo y al

húmero, similares a los marcadores de piedra que se observan en la región

para fases posteriores.

- Entierro 7: el cual se componía de un infante en posición extendida en decúbito

dorsal, con una orientación de noreste-suroeste, con el cráneo hacia el

noreste. Hacia el oeste del individuo, mismo que se encontró por debajo de

una acumulación de piedras mezcladas con tierra amasada, se observó un

acomodo de piedras de tamaño mediano a lo largo del individuo. Junto a su

rostro fue colocada una figurilla antropomorfa pequeña sólida, la cual quedaba

apoyada en su cara. Mientras que a un lado de la mandíbula inferior, e incluso

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parcialmente debajo de ella, se halló otra de las mismas características. Ésta

era de menor tamaño que la anterior, a la altura de los brazos de la figurilla

presenta dos orificios, mismos que le permitieron una función de colgante. Por

su ubicación, no cabe duda que el individuo traía esta figurilla a modo de

pendiente. Ambas son identificadas como de la tradición Ortices-Comala de

figurillas sólidas (Baus Reed Czitrom, 1978).

- Entierro 17: en posición extendida en decúbito lateral izquierdo, con una

orientación de noreste-suroeste, con la cabeza hacia el noreste. Muestra

algunas piedras de tamaño mediano acomodadas a manera de marcador hacia

la parte occidental del individuo. Se encontró en muy buen estado de

conservación y el cráneo presenta deformación craneal tabular erecta. No está

acompañado de ofrenda (fig. 5).

Figura 5

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- Entierro 22: compuesto por un individuo en posición extendida y en decúbito

lateral derecho, mismo que fue depositado en una cista construida con lodo

amasado y muy compacto sobre el tepetate. La cista presenta una planta casi

rectangular con una pequeña bóveda formada con el lodo. Justo por debajo de

esta bóveda se deposita el individuo y junto a él dos vasijas de ofrenda, un

cajete trípode y una olla del tipo Ortices rojo sobre crema. El individuo presenta

una orientación noreste-suroeste con el cráneo al suroeste y hacia el lado

poniente de la tumba se observa un escalón a modo de banqueta (fig. 6 y 7).

Figura 6 Figura 7

- Entierro 26: es un individuo infantil en posición extendida en decúbito dorsal,

depositado sobre una capa de arena y cubierto con piedras, un fragmento

grande de cerámica y tierra a la altura de la pelvis. Una vez excavado se

aprecia la presencia de unas piedras de tamaño mediano del lado poniente a lo

largo del individuo (fig. 8 y 9).

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Figura 8 Figura 9

- Entierro 28: está compuesto por unos huesos dispersos asociados a una vasija

completa de tradición Ortices-Comala. Se trata de un vaso con representación

antropomorfa femenina. Seguramente los restos del individuo se vieron

afectados por el resto de deposiciones posteriores correspondientes a la fase

Chanal.

Materiales asociados

Durante la excavación se recuperó una importante muestra cerámica

correspondiente a la fase Ortices, concentrados en su mayoría en las capas más

profundas (III y IV).

En cuanto a su distribución horizontal, pudimos observar que los tipos

cerámicos correspondientes a esta fase, se encuentran mejor representados en la

parte externa de la unidad habitacional, es decir, donde fueron encontrados los

entierros. En las primeras capas, está revuelto con material de la fase Chanal,

pero en las más profundas, su frecuencia aumenta.

Los tipos representativos son Bandas sombreadas, Rojo guinda, Rojo

guinda y Negro sobre café, y una serie de formas domésticas como ollas de gran

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tamaño y cajetes, que a pesar de ser monócromos, podemos identificarlos como

cerámica de la fase Ortices por la pasta empleada en su elaboración.

Fase Chanal (1100 d.C. – 1460 d.C.)

Arquitectura

En el sector noroeste del predio, localizamos un elemento arquitectónico,

que por sus características, contextos y materiales asociados lo hemos

considerado una unidad habitacional.

Está delimitada al oeste por un muro de doble cara de casi 50 cm de ancho,

orientado a 35º con respecto el norte, construido con piedra de río de gran

tamaño (25-40 cm en su eje mayor), no están trabajadas, únicamente se utiliza la

parte más plana para formar el paramento. En el lado este y sur, se localizan otros

dos muros con las mismas características que cierran el área. El interior mide

cerca de 5 m en el eje este-oeste; puesto que el muro que limita la estructura al

norte no fue localizado, pensamos que el eje norte-sur mide aproximadamente

11m.

En la parte sur observamos la interrupción del muro, que dada la

regularidad del corte, interpretamos como el acceso de aproximadamente 70 cm.

Adosado a este muro encontramos una banqueta que se interrumpe en el mismo

punto que el muro, lo que refuerza la idea del acceso por este lado. Este mismo

elemento arquitectónico también se localiza en la parte externa de los muros que

limitan la estructura al este y oeste (fig. 10 y 11).

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Figura 10

Figura 11

Al interior encontramos un fogón de casi 40 cm de diámetro, directamente

sobre el piso de ocupación. El apisonado de esta unidad habitacional es muy

delgado, compuesto de tierra y probablemente mezclado con tepetate molido, de

textura muy fina, la superficie fue ligeramente pulida, lo que generó un espacio

poco accidentado (fig. 12 y 13).

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Figura 12

Figura 13

Sobre este mismo apisonado, se encontraron dos elementos

arquitectónicos, compuestos de piedras pequeñas unidas con argamasa de tierra

y arena, adosados al muro este, formando un recuadro -similares a los que ya

hemos descrito para la fase Ortices- que posiblemente corresponden a la

delimitación de espacios para distintos usos.

Por los materiales cerámicos hallados en el relleno de esta estructura

proponemos que su ocupación data de la fase Chanal; reocupando un espacio

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que se habitó durante la fase Ortices, y construyendo arriba de las posibles

estructuras de esa etapa.

Contextos funerarios

Durante esta fase y ubicado al exterior de la unidad habitacional, hacia la

parte poniente de la misma, se encontraron veintiún entierros que se han

identificado de manera preliminar como correspondientes a la fase Chanal y que a

continuación se describen:

- Entierro 2: está compuesto por tres individuos. El individuo 1 estaba en

posición sedente, la cual conservaba y fue acomodado con la vista hacia el

noreste. El estado de conservación de este entierro era admirable en

comparación a los otros dos que lo acompañaban. El individuo 2 se encontró a

los pies del primero y precisamente hacia el noreste del mismo. Primero se

halló el cráneo de este individuo que parece tratarse de un niño o tal vez un

adolescente, mientras que el individuo 1 sería un adulto. Cerca del cráneo del

individuo 2 se observó una orejera de cobre en su lado izquierdo.

Posteriormente, excavamos el resto de este individuo, encontrando únicamente

algunos restos de costillas y lo que serían los restos de las piernas. A la altura

de lo que parece la parte de los tobillos se encontraron un gran número de

cascabeles de cobre, todavía acomodados y ensartados con una especie de

hilo de cobre o con pátina de óxido que hacía que los cascabeles se

observaran como racimos. La posición de este individuo no se pudo determinar

debido a su mal estado de conservación. Por último, el individuo 3, del cual

sólo se halló el cráneo y se pudieron observar algunos restos de huesos

difícilmente identificables, se ubica hacia la parte noroeste del individuo 1. No

se pudo determinar ni la posición ni la orientación del mismo (fig. 14).

- Entierro 3: se compone de un solo individuo en posición flexionada, en

decúbito lateral izquierdo, en un eje noreste-suroeste, con los pies hacia el

noreste. Este individuo no presentaba ofrenda y se halló en mal estado de

conservación.

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- Entierro 4: se compone de un solo individuo adulto, en posición flexionada y

decúbito lateral izquierdo y con una orientación noreste-suroeste, con los pies

hacia el noreste. Este entierro no contenía ofrenda y se destaca por su buen

estado de conservación.

Figura 14

- Entierro 5: el cual se compone de tres individuos, el individuo 1, en la parte

superior, fue acomodado y sería un entierro secundario, ya que sus huesos

largos se encontraron en forma de haz. De este individuo únicamente se

hallaron restos de huesos largos y fragmentos del cráneo ubicado al noreste de

los huesos que están depositados en la misma orientación. Una vez levantado

este individuo, observamos el individuo 2, el cual se encontraba en posición

sedente y flexionada, con el cráneo al oeste y los pies hacia el este. No tenía

ninguna ofrenda asociada. Por debajo de estos individuos se halló otro

conjunto de huesos largos, al parecer también formando un haz, pero en este

caso acomodado de manera vertical, junto a algunos fragmentos de

mandíbula y otros huesos difíciles de identificar por su mal estado de

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conservación. Se registró como individuo 3 y no cabe duda de que se trata de

un entierro secundario.

- Entierro 8: consiste en un adulto en posición sedente que al parecer está

abrazando sus piernas. Está con el rostro viendo hacia el noreste y a los pies

parecía tener una ofrenda, posiblemente una olla, ubicada en la capa de arena

y cubierta en parte por el lodo que delimita y cubre el entierro. Este entierro 8

está muy bien conservado, a excepción del cráneo del que se conservó

únicamente parte de la mandíbula inferior.

- Entierro 9: al parecer se trata de tres individuos, uno de ellos, el individuo 1,

colocado en posición sedente con los brazos abrazando las piernas y con su

rostro orientado hacia el noreste. Hacia el este del individuo 1, se encuentran

los restos del individuo 3, en posición extendida y con una orientación de

noreste-suroeste con el cráneo hacia el suroeste. A la altura del inicio de las

extremidades inferiores, se observó otro fragmento de cráneo, al parecer de un

infante y algunos huesos que conformarían el individuo 2. Este entierro se

encuentra depositado sobre la capa de arena y está cubierto por una capa de

tierra amasada.

- Entierro 10: consta de tres individuos adultos en posición primaria, el individuo

1 fue depositado flexionado en decúbito lateral derecho viendo hacia el

noreste. El individuo 2 en posición sedente y con la mirada hacia el noreste. El

individuo 3 en la misma posición que el anterior abrazando sus piernas con los

brazos cruzados y con el rostro hacia el noreste (fig. 15).

Figura 15

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- Entierro 11: está compuesto por algunos huesos largos en muy mal estado de

conservación, no se puede apreciar a qué huesos corresponden y por lo tanto

no se puede determinar la posición del individuo. Destaca el hallazgo junto a

éste de lo que se identificó como un malacate de cerámica.

- Entierro 12: es un individuo adulto en mal estado de conservación y se

depositó flexionado en decúbito lateral izquierdo y orientado noreste-suroeste

con la cabeza al suroeste.

- Entierro 13: está compuesto por un individuo adulto en posición primaria

sedente y abrazando sus piernas, la cabeza la tenía a la altura de las rodillas y

entre las piernas. Junto a este individuo se hallaron dos conjuntos de huesos

humanos, que forman parte del entierro, denominados atado 1 y 2, el primero

consiste en varios huesos largos que no se pudieron identificar y el segundo

son los huesos de unas piernas en posición sedente.

- Entierro 14: se trata de un individuo en posición sedente con el cráneo entre

las piernas, la columna vertebral se encuentra separada del cráneo, algo que

seguramente ocurrió por cuestiones postdeposicionales. Se encuentra

orientado noreste-suroeste con el cráneo al suroeste. De la misma manera que

otros de los entierros, éste se ubica sobre la arena y en una matriz de tierra

amasada o lodo (fig. 16).

Figura 16

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- Entierro 15: es un individuo en posición primaria y flexionado en decúbito

lateral derecho ubicado en una cama de lodo o tierra amasada muy dura. No

presenta ofrenda.

- Entierro 16: se trata de un individuo sedente con los brazos cruzados rodeando

las piernas y con el rostro hacia el noreste. En la parte de la nuca le

acomodaron unos huesos largos de otro individuo, al parecer corresponden a

las extremidades inferiores. Probablemente a la hora de enterrar a este

individuo se encontraron un entierro anterior y lo convirtieron en secundario,

utilizando parte de sus huesos a manera de almohada del entierro 16 (fig. 17).

Figura 17

- Entierro 18: presenta un mal estado de conservación de los huesos, sin

embargo se alcanza a inferir su posición flexionada en decúbito lateral

izquierdo. Muestra una orientación noreste-suroeste con la cabeza hacia el

noreste.

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- Entierro 19: es un individuo adulto en posición sedente con el rostro viendo

hacia el noreste. El cráneo presenta deformación y tiene los brazos cruzados

por delante de las piernas.

- Entierro 20: está compuesto por un individuo en posición primaria flexionado y

en decúbito dorsal, junto a dos conjuntos de huesos difíciles de definir. Uno de

ellos parece corresponder a la parte de las extremidades inferiores, junto a

ellos encontramos un cascabel de cobre. El otro conjunto está formado por

diferentes huesos y ambos parecen pertenecer a un entierro secundario

originado al momento de la deposición del individuo primario (fig. 18).

Figura 18

- Entierro 23: es un individuo sedente con una orientación de noreste-suroeste,

con el cráneo al suroeste. Presentaba como ofrenda un navajón de obsidiana

completo. Se ubica sobre una capa de arena y cubierto con tierra.

- Entierro 24: se compone de un individuo al parecer secundario, ya que a pesar

de presentar algunos huesos largos, no se aprecia la posición anatómica.

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- Entierro 25: es un individuo sedente en posición primaria, con los brazos

cruzados alrededor de las piernas y tiene el rostro mirando hacia suroeste. Se

depositó sobre la arena y presenta buen estado de conservación (fig. 19).

Figura 19

- Entierro 27: está compuesto por huesos largos a modo de atado, al parecer

fémures y tibias, junto a los cuales se halló un anillo de cobre.

- Entierro 29: se trata de un individuo hallado junto al entierro 25, sin embargo

sólo se pudieron observar las extremidades inferiores del mismo, ya que éste

se metía en el corte y no fue posible excavarlo en su totalidad. Por la posición

de las piernas se puede inferir que se trata de un individuo adulto en posición

flexionada decúbito lateral izquierdo.

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Materiales asociados

Podemos decir que aproximadamente el 80% de los materiales cerámicos

corresponden a la fase Chanal. Tanto al interior como al exterior de la unidad

habitacional y en el resto del área explorada, los tipos cerámicos son

representativos de este periodo.

Nuestro análisis se basa en la tipología propuesta por Olay (2004: 208-230).

La muestra contiene formas principalmente domésticas predominantemente ollas,

cajetes, comales, cucharones y en menor cantidad tinajas, de los grupos

cerámicos Café, Chanal alisado, Chanal naranja y Naranja pulido. Aunque existen

tiestos de los demás grupos definidos según esta tipología, no son

representativos. En cuanto a la cerámica decorada, sólo encontramos pequeños

fragmentos de Chanal polícromo y Chanal polícromo sobre blanco fugitivo.

IV. Consideraciones finales y futuras líneas de investigación

A partir de toda la evidencia descrita consideramos que en el área

explorada existen dos importantes ocupaciones prehispánicas, una durante la fase

Ortices, en el periodo Formativo Tardío, y otra durante la fase Chanal, en el

periodo Posclásico.

En el valle de Colima son muchos los ejemplos de sitios con reocupaciones

durante las diferentes fases de su secuencia cultural, esto se observa cuando en

la mayoría de las excavaciones se encuentra evidencia de etapas muy distantes

en el tiempo. En el caso de El Zalate, tenemos la reocupación de un espacio

concreto con por lo menos mil años de diferencia, donde probablemente se

mantiene la misma distribución y función del espacio.

Lo que para la fase Chanal resulta muy claro es la existencia de una unidad

doméstica construida con base en un patrón arquitectónico del cual se tienen

varios antecedentes en el valle. Asociada a un área de enterramientos que

podemos definir como panteón debido a la gran cantidad y concentración de

individuos.

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En la fase Ortices la existencia de un área de panteón es evidente, no así la

de una unidad doméstica asociada. Consideramos que la presencia de

amontonamientos de piedra y lodo claramente de origen antrópico y asociado a

material de esta fase, puede ser indicador de un tipo de sistema constructivo, que

debido a su carácter burdo no es fácil de identificar, motivo por el que, tal vez, no

existen antecedentes.

Respecto al área de enterramientos, en ambas fases es utilizado un mismo

espacio, consideramos que esto provoca que en varios casos se afecten algunos

entierros de la fase Ortices, al depositar otros de la fase Chanal. Incluso que

algunos de los mismos entierros Chanal sean afectados por deposiciones

posteriores, dentro de esta misma etapa.

El hecho de utilizar un mismo espacio funerario en ambas fases resulta en

una superposición y cercanía de los individuos enterrados que dificulta la

diferenciación de áreas específicas para cada fase. Esto nos lleva a observar

dentro de la muestra, características que definan el patrón funerario de cada

etapa.

Así, en este caso el sistema de enterramiento Ortices se observa a partir las

siguientes características:

- posición extendida, preferentemente decúbito dorsal y lateral

- entierros individuales y primarios

- con orientación irregular

- con un espacio funerario construido, ya sea una tumba (entierro 22) o bien el

acomodo simple de piedras que delimitan el cuerpo (entierros 6, 7, 17 y 26)

- presentan ofrendas (vasijas y figurillas)

Por otro lado, el patrón de enterramiento Chanal en el área es el siguiente:

- posición sedente y/o flexionada

- múltiples primarios y/o primarios asociados a secundarios

- en su mayoría orientados en un eje suroeste-noreste, con el rostro hacia el

noreste

- sin espacio construido

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- en general no presentan ofrenda, sólo en algunos casos tienen objetos

ornamentales asociados (cascabeles, anillo y orejera de cobre, así como una

cuenta de barro)

Por el momento las características arriba definidas no pueden ser

consideradas como el patrón funerario general para las etapas culturales del valle,

es necesario realizar estudios comparativos con otros ejemplos en la región a fin

de poder determinar otros elementos que complementen este concepto.

Con respecto a la evidencia funeraria quedan algunas interrogantes por

resolver, como por ejemplo, el hecho de que varios entierros de la fase Chanal

sean múltiples, lo cual podría responder a un evento ( bélico, epidémico, etcétera)

que generaría muertes simultáneas.

Por otro lado, aunque la estratigrafía aportó datos importantes para poder

entender la secuencia deposicional de los entierros, no conocemos con precisión

los momentos en que fueron colocados cada uno de los individuos y si éstos

tenían alguna relación de parentesco.

Para poder solventar ésta y otras problemáticas, son necesarios análisis

osteológicos que incluyan estudios acerca de paleopatologías, extracción de ADN

y paleodietas, así como el fechamiento de cada uno de los contextos. Con ello se

obtendrán más datos acerca de la población del valle de Colima para ambas

fases.

Respecto al patrón de asentamiento de la fase Chanal, no podemos

especificar sus características ya que únicamente contamos con un ejemplo de

unidad habitacional. Sin embargo, a futuro esto se podría solucionar con el mapeo

de diferentes casos en el área y así determinar sus características y distribución

en el valle.

Por último, se contempla el análisis de las muestras de sedimentos

recuperadas, tanto de origen cultural como natural, con el objetivo de definir, por

un lado, áreas de actividad en la unidad habitacional y funeraria y, por otro,

aspectos relacionados con la paleoecología que pudieran influir en el desarrollo de

estos pueblos.

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Por el momento, estos son los resultados preliminares de una investigación

que a la fecha no ha concluido y que deberá orientarse a responder éstas y otras

preguntas, así como enfocarse en necesidades específicas de la investigación

arqueológica en la región.

BIBLIOGRAFÍA

Baus Reed Czitrom, Carolyn. 1978. Figurillas sólidas de estilo colima: una tipología. Colección Científica, Serie Arqueología, núm. 66. Instituto Nacional de Antropología e Historia. México.

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of the University of Arizona Press. Tucson. Olay Barrientos, Ma. de los Ángeles. 2004. El Chanal, Colima. Lugar que habitan los custodios del

agua. Universidad de Colima. Instituto Nacional de Antropología e Historia. México. Olay Barrientos, Ma. de los Ángeles. 2001. El Valle de Colima 1987-1993. Tomo I. El valle de

Colima y sus aldeas. Informes de excavación. Centro INAH Colima. Platas, Rafael. 2005. Informe técnico final del rescate arqueológico “El Cortijo II”. Centro INAH

Colima. Schávelzon, Daniel. 1982. Las maquetas cerámicas de Colima. En: Schávelzon, Daniel (coord.)

Las representaciones de arquitectura en la arqueología de América. Mesoamérica. v. I. Universidad Nacional Autónoma de México.