180 Martinez

download 180 Martinez

of 15

Transcript of 180 Martinez

  • 284

    cucin ecclesia localis es emplea-da ocho veces: cuatro para desig-nar a la dicesis, en una se refierea la dicesis en su contexto cultu-ral, en dos para describir un re-agrupamiento de dicesis y en otrapara calificar a la parroquia. Laexpresin ecclesia particularis esusada de una manera muy diver-sa: doce veces para designar a ladicesis, pero otras doce para re-ferirse a una iglesia en su contex-

    La iglesia local y la iglesiauniversal, en el ConcilioVaticano II (1962-1965)

    El inters de los padres conci-liares fue marcadamente pastoral,y por esto las precisiones termi-nolgicas quedaron en un segun-do lugar. Esto se puede apreciarclaramente cuando se analiza lacuestin de la iglesia local. La lo-

    JESS MARTNEZ GORDO

    ECLESIOLOGA Y GOBERNACIN.El debate de J. Ratzinger y W. Kasper sobre la relacinentre la iglesia universal y la iglesia local

    El proceso de centralizacin que padeci la iglesia catlica durante elpontificado de Juan Pablo II fue legitimado por una teologa que, naci-da en la curia vaticana, defenda la precedencia ontolgica de la igle-sia universal sobre la local. La Congregacin para la Doctrina de la Fe(CDF) y el entonces cardenal Ratzinger fueron los principales valedo-res del giro eclesiolgico que modificaba la teologa promulgada por elVaticano II. Un posicionamiento doctrinal, institucional y personal detanta entidad provoc recelos y cautelas, porque avalaba teolgica-mente una forma de gobierno centralista, escasamente colegial y co-rresponsable; retomaba una doctrina unilateralmente desarrollada enla recepcin del Vaticano I y marginaba la eclesiologa propuesta enel ltimo concilio. La eleccin de J. Ratzinger como Benedicto XVI havuelto a poner de actualidad las cuestiones en juego con ocasin deeste posicionamiento y el debate posterior con W. Kasper. Queda porver si lo interpretado por Juan Pablo II como legtima discusin entretelogos acaba reforzando una forma de gobierno centralista o sipropicia otro modo ms colegial y corresponsable en este pontificado.

    Eclesiologa y gobernacin. El debate de J. Ratzinger y W. Kasper sobrela relacin entre la iglesia universal y la iglesia local. Revista Latinoa-mericana de Teologa 66 (2005) 229-250.

    IGLESIA LOCAL E IGLESIA UNIVERSAL

  • Eclesiologa y gobernacin 285

    to cultural y cinco para hablar delas iglesias catlicas de un rito di-ferente al romano. Tal imprecisinterminolgica, en ste y otros pun-tos, marcar los debates eclesio-lgicos y algunas decisiones delperiodo postconciliar.

    Los padres conciliares tambindieron indicaciones de por dndese decantaban al preferir, porejemplo, la expresin portio y des-estimar la de pars para referirse ala dicesis. Entendan que la igle-sia local diocesana no es una par-te del pueblo de Dios, sino unaporcin que comprende todaslas cualidades y todas las caracte-rsticas esenciales del todo, cosaque no se puede decir de la par-te. Christus Dominus 11 lo ilus-tra al sostener que la dicesis esuna porcin del pueblo de Diosque se confa al obispo.

    Los padres conciliares defen-dieron la entidad propia de la igle-sia local, facilitando la formula-cin de un discurso en el que seenfatizaba la territorialidad comoprincipio objetivo de agrupamien-to, ms all de los criterios de afi-nidad, pertenencia social, lings-tica o nacional: la iglesia haba derealizarse en un lugar determina-do como condicin fundamentalde su catolicidad.

    Finalmente, el uso de la expre-sin iglesia local propici el di-logo ecumnico ya que la expre-sin iglesia particular no era, nies, aceptada por las diferentesconfesiones cristianas.

    El cdigo de derechocannico (1983)

    El posicionamiento conciliarreseado empez a quebrarse conla promulgacin del cdigo deDerecho Cannico (1983), que sedecant exclusivamente por laexpresin iglesia particular eignor la de iglesia local. Susredactores pretendan eliminar laimprecisin conciliar, pero tam-bin invalidaban jurdicamente laargumentacin teolgica aportadahasta ese momento en favor de laexpresin iglesia local.

    Algunos llamaron la atencinsobre lo que estara en juego consemejante decantamiento: la rela-tivizacin del criterio territorialcon el fin de equiparar las llama-das dicesis o circunscripcioneseclesiales personales con las terri-toriales, algo que, hasta el presen-te, slo haban sido las dicesis.

    Esta crtica se basa en el ca-non 368, donde la prelatura terri-torial, la abada territorial, el vi-cariato apostlico, la prefecturaapostlica y la administracinapostlica erigida de manera es-table, son asimiladas a las iglesiasparticulares.

    El snodo extraordinario de1985

    El snodo fue convocado el 25de enero de 1985. El anuncio sus-cit recelos al ser interpretadocomo un intento de restauracin

  • 286 Jess Martnez Gordo

    eclesial. Siendo cierto que un s-nodo (consultivo) no puede des-plazar a un concilio (deliberativo),no era menos cierto que preocu-paban las fronteras de una even-tual revisin.

    Los temores aumentaron al pu-blicarse, en mayo de 1985, el In-forme sobre la fe, entrevista he-cha a Ratzinger en verano de1984. En ella manifestaba que sipor restauracin se entiende vol-ver atrs, entonces no es posibleuna restauracin. La Iglesia mar-cha adelante, hacia el cumplimien-to de la historia y mira adelantehacia el Seor. Pero si por restau-racin se entiende la bsqueda deun nuevo equilibrio tras las exi-gencias de una apertura indiscri-minada al mundo y tras las inter-pretaciones exageradamente posi-tivas de un mundo agnstico yateo, entonces s, semejante res-tauracin es deseable, y adems,est ya en marcha en la Iglesia. Sepuede decir que se ha cerrado laprimera fase despus del Vatica-no II. Algunos vieron en este in-forme un auto de fe al poscon-cilio y al mismo concilio y seempezaron a or telogos que dis-crepaban o compartan este diag-nstico.

    Las conferencias episcopalesde Estados Unidos, Gran Bretaay Gales publicaron sus respuestasal cuestionario sinodal y las deSuiza, Holanda y Espaa dieron aconocer amplios resmenes.Apostaban por una recepcincreativa y abierta del concilio. Elposterior toque de atencin de la

    curia vaticana impidi conocer lospareceres de las de Irlanda, Bl-gica y Canad.

    Juan Pablo II call y no co-ment las afirmaciones de Ratzin-ger. En el aula sinodal haba trestendencias teolgicas y pastorales.La 1, integrada por obispos cen-troeuropeos, para quienes la ape-lacin al imaginario de la iglesiacomo pueblo de Dios se habaconvertido en un slogan con elcual acomodar mimticamente laiglesia a las sociedades democr-ticas. La 2, integrada por obisposanglosajones que reclamaban unamayor participacin de los laicosy una potenciacin de las estruc-turas colegiales y sinodales; y la3, con la mayora de los obisposdel tercer mundo, preocupadospor la opcin por los pobres.

    Poco despus de iniciado el s-nodo, irrumpi en la sala el con-cepto de comunin como unaidea eclesiolgica fundamental, entorno a la cual podan articularseestas sensibilidades, desplazando-e incluso sustituyendo- a la depueblo de Dios.

    El primer grupo de obispos sesenta cmodo con esta expresin,porque remita a la comunin conDios, por Jesucristo, en el Espri-tu Santo, algo que se entrega conel bautismo, se actualiza en la pa-labra de Dios y, particularmente,en la eucarista, ncleo del mis-terio de la iglesia (Juan Pablo II).La tendencia anglosajona tambinse senta cmoda con este concep-to, ya que integraba los puntosfundamentales de la iglesia com-

  • Eclesiologa y gobernacin 287

    prendida como pueblo de Dios,propiciaba la comunin ecumni-ca, impulsaba el principio de sub-sidiaridad y posibilitaba una re-flexin a fondo sobre la colegiali-dad, las conferencias episcopales,la participacin y la corresponsa-bilidad en la iglesia. Y, recordan-do que la iglesia como comunines sacramento para la salvacindel mundo, se daba acogida a losintereses del tercer grupo, atentoa la opcin por los pobres, promo-cin humana, inculturacin y aldilogo interreligioso y con los nocreyentes.

    Pareca que el concepto co-munin era polivalente y recapi-tulaba en su seno todas las sensi-bilidades y doctrinas conciliares ypostconciliares. La expresinpueblo de Dios pasaba a un se-gundo lugar y su contenido eraintegrado en el de comunin.

    Pero algunos padres sinodalesya apuntaron que con el conceptode comunin no se resolvan de-bidamente las cuestiones en jue-go. Al ser una expresin que inte-graba el imaginario de pueblo deDios, daba alas a quienes exiganreformas estructurales, conducen-tes a un gobierno ms comunio-nal (democrtico), y a quienespedan una mayor presencia ins-titucional de los diferentes caris-mas y vocaciones en la iglesia.Tambin se apunt, por el contra-rio, que al acoger el indudablecarcter mistrico de la iglesia,favoreca la ambigedad y se pres-taba al juego centralista y restau-racionista.

    En sntesis: el snodo de 1985no respondi al temor de disgre-gacin que -segn la curia- arro-jaba la aplicacin del Vaticano II.Esta insatisfaccin explica la evo-lucin que experimentar el mis-mo concepto de comunin enlos aos posteriores.

    La carta Communionis notio(1992) y clarificacin oficiosa(1993)

    Publicada el 15 de junio de1992 por la CDF, en ella se asu-me la centralidad de la comuninen el proyecto eclesiolgico delVaticano II, y se seala que al de-fender que cada iglesia particu-lar es un sujeto en s mismo com-pleto y que la iglesia universal re-sulta del reconocimiento recpro-co de las iglesias particulares, sepropone una unilateralidad ecle-siolgica, no slo reductiva delconcepto de iglesia universal, sinotambin de la misma iglesia par-ticular. En el fondo existe unainsuficiente comprensin del con-cepto de comunin y un incues-tionable debilitamiento de la uni-dad de la iglesia. La historia mues-tra que cuando la iglesia particu-lar ha querido ser autosuficiente,debilitando su comunin con laiglesia universal y con su centrovisible, ha acabado cuartendoseinternamente y ha visto cmo per-da su libertad ante los que busca-ban su servidumbre.

    A partir de ah, se proclamaque la iglesia universal es una

  • 288 Jess Martnez Gordo

    realidad ontolgica y cronolgica-mente anterior a toda iglesia par-ticular singular en contra de quie-nes la entienden como la sumade las iglesias particulares o lafederacin de iglesias particula-res o el resultado de su comu-nin. La CDF sostiene que entrela iglesia universal y las iglesiasparticulares se da una mutua in-terioridad.

    A continuacin, la CDF argu-menta lo que entiende ser unamejora de la frmula conciliar inquibus et ex quibus de LG 23, enlos siguientes trminos: procla-mando su universalidad desde suorigen, la iglesia ha dado origen alas diversas iglesias locales, comorealizaciones particulares de laiglesia una y nica de Jesucristo.Naciendo en y de la iglesia uni-versal, es de ella y en ella comoencuentran su eclesialidad.

    La frmula del Vaticano II, laiglesia en y a partir de las iglesias(ecclesia in et ex ecclesiis), es in-separable de esta otra: las iglesiasen y a partir de la iglesia (eccle-siae in et ex ecclesia), tesis deRatzinger propuesta ya en 1990.

    El equilibrio teolgico alcan-zado en el texto conciliar y su de-cantamiento por una eclesiologade comunin entre la iglesia uni-versal y la local, a partir de la pre-cedencia de esta ltima, quedabaalterado con esta carta. De ello sehicieron eco una gran cantidad devaloraciones, la mayora crticas.

    La entidad y calidad de las cr-ticas motiv que el 23 de junio de

    1993 se publicara en LOsserva-tore Romano una nota en la cualse clarificaba oficiosamente quela iglesia como totalidad no sediferencia de la comunin de lasiglesias particulares, sin que ellosignifique que sea una mera fusinde las mismas. Se indicaba quela nica iglesia de Cristo no exis-te en abstracto, sino que se mani-fiesta en la historia, a la vez, comoiglesia universal y como iglesialocal.

    La carta apostlica Tertiomillennio adveniente (1994) yel motu propio Apostolos suos(1998)

    La teologa trinitaria experi-ment, en los ltimos deceniosdel siglo XX, un gran desarro-llo, favoreciendo tambin el de-sarrollo de una eclesiologa decomunin.

    Las exhortaciones Christifide-les laici (1989) y Pastores dabovobis (1992) se hacen eco de estaexpresin. En la carta apostlicaTertio millennio adveniente, JuanPablo II examinaba las grandescuestiones conciliares necesitadasde revisin. Diagnosticaba la re-cepcin conciliar y formulaba lasiguiente cuestin referida a laeclesiologa de comunin: Seconsolida, en la iglesia universaly en las iglesias particulares, laeclesiologa de comunin de LG,dando espacio a los carismas, mi-nisterios, las varias formas de par-ticipacin del Pueblo de Dios,

  • Eclesiologa y gobernacin 289

    aunque sin admitir un democrati-cismo y un sociologismo que noreflejan la visin catlica de laiglesia y el autntico espritu delVaticano II?.

    El 23 de junio de 1998, JuanPablo II publica Apostolos suossobre la naturaleza y los lmitesde la autoridad de las conferencias

    episcopales corrigiendo la expre-sin teolgica de LG 23 (es en ya partir de las iglesias particula-res como existe la iglesia catli-ca, una y nica), en favor de estaotra, la iglesia universal es unarealidad ontolgica cronolgica-mente previa a toda iglesia parti-cular singular.

    EL DEBATE ENTRE W. KASPER Y J. RATZINGER (1999-2001)

    Podra parecer que el debateestaba cerrado. Nada ms lejos dela realidad. El dilogo entre Kas-per y Ratzinger as lo evidencia.

    W. Kasper: el temor a uncentralismo romanosubyacente (1999)

    Kasper, entonces obispo deRottemburg-Stuttgart, public en1999 un trabajo sobre la teologay la praxis del ministerio episco-pal en la actual situacin de la igle-sia. En l aborda la relacin entreiglesia universal y las iglesias lo-cales, llamando la atencin sobreel riesgo de un centralismo roma-no, latente en el documento de laCDF de 1992. En particular, por-que tiende a identificar la realidadteolgica iglesia universal conla curia romana y con una formade gobierno centralizadora: siesto sucede, la carta de la CDF nose puede entender como una con-tribucin al esclarecimiento de laeclesiologa de comunin; se debecomprender como su abandono,

    como el intento de restauracindel centralismo romano. Entien-de que la comunidad originaria deJerusaln fue iglesia universal ylocal al mismo tiempo

    La postura de J. Ratzinger

    La respuesta de Ratzinger lle-ga en el congreso internacionalsobre la aplicacin del concilioVaticano II (febrero de 2000).Ratzinger presenta la eclesiologade LG, analizando las potenciali-dades y limitaciones de la iglesiacomo pueblo de Dios y del con-cepto integrador de comunin,propuesto en el snodo de 1985.

    Reconoce la existencia de des-equilibrios que deben corregirsecomo consecuencia de un centra-lismo romano excesivo, defiendeel texto de la Congregacin de1992, en su intento por superar eligualitarismo y el reparto decompetencias en la iglesia, criticaa los telogos que sienten el de-ber de valorar negativamente los

  • 290 Jess Martnez Gordo

    documentos de la CDF con el finde cuidar su celebridad perso-nal, estudia la relacin entre igle-sia universal e iglesias locales,defendiendo la precedencia de laprimera, argumenta dicha antece-dencia a partir de los sacramentos(bautismo y eucarista, particular-mente) y muestra su desacuerdocon quienes afirman la simultanei-dad de la iglesia universal y de lasiglesias particulares.

    Al abordar algunos de estospuntos, haba que pasar por unareferencia directa y explcita a W.Kasper, presente en el encuentro.

    La rplica de W. Kasper

    La rplica de Kasper lleg endiciembre del 2000, en un artcu-lo titulado: Acerca de la Iglesia.Discusin amigable con la crticadel cardenal J. Ratzinger. Kasperahonda en los problemas prcti-cos que tiene que abordar comopastor de una iglesia que vive unacreciente separacin entre las nor-mas de la iglesia universal y lapraxis de un lugar. Como obispode una vasta dicesis, he podidoobservar cmo ha ido surgiendouna brecha entre las normas pro-mulgadas en Roma por la iglesiauniversal y las necesidades y prc-ticas de nuestra iglesia particular.Gran parte de nuestro pueblo, in-cluso sacerdotes, no poda com-prender la razn que estaba detrsde las reglamentaciones prove-nientes del centro; y tenda porello a ignorarlas. Es un compor-

    tamiento que afecta cuestiones ti-cas, disciplinares, sacramentales yecumnicas.

    El obispo se siente impelido endos direcciones: una le recuerdala solidaridad con el colegio epis-copal y con el papa y su cuidadode la unidad, y otra le urge a aten-der las expectativas y preguntas dela iglesia local que preside. Elobispo puede tener la impresinde estar sorteando permanente-mente el doble filo de la desobe-diencia (a los ojos de Roma) y dela imposicin (a los ojos de susfieles). Para salvar esta situacines preciso permitir que los obis-pos puedan tomar las decisionesoportunas, en la aplicacin de lasleyes disciplinares, dejando a sal-vo las materias inmutables de fe ymoral.

    Esta manera de gobernar sefunda en la teologa de la iglesiaparticular y en la funcin del obis-po. Para Kasper la iglesia parti-cular [] es la iglesia en un lugardeterminado. El obispo local es al-guien enviado por Jesucristo,quien le confi una responsabili-dad personal. Mediante su consa-gracin sacramental, recibe la ple-nitud del poder que necesita paragobernar su dicesis. Esta es laenseanza del Vaticano II. Si sehubiera comprendido adecuada-mente la misin del obispo, sehubiera activado un proceso des-centralizador en el gobierno de laiglesia.

    Ratzinger -apunta Kasper- seha limitado a enfocar la cuestindesde un punto de vista terico y

  • Eclesiologa y gobernacin 291

    abstracto. Adems, le ha acusadode proponer una teologa eclesialcarente de profundidad teolgicay que reduce la esencia eclesial acomunidades separadas, emprica-mente desarrolladas. Todo estolleva a Kasper a dar una cuidado-sa explicacin de su posicin, des-de el punto de vista histrico parapasar a exponer los puntos deacuerdo y los ncleos en los cua-les quedan centrados los desacuer-dos.

    Argumentacin histrica

    Cuando se deja que los textosescritursticos, patrsticos y conci-liares hablen por s mismos, ve-mos que desde los primeros tiem-pos funcion un sistema de comu-nin, a partir de los obispos de lasdiferentes iglesias. Nadie discuteque el segundo milenio estuvo pre-sidido por una fuerte afirmacindel primado, ni que tal afirmacinestuvo marcada por su confronta-cin con las fuerzas centrfugas delconciliarismo, de la reforma, delestado absolutista moderno, delgalicanismo y del josefinismo.Semejante confrontacin desem-boc en la doctrina del primado dejurisdiccin del papado.

    El Vaticano II equilibr la tra-dicin eclesial ms antigua con elconcepto de primado, consolida-da en el Vaticano I. Este equili-brio descansa en tres pilares: ladoctrina de la iglesia local, la sa-cramentalidad de la consagracinepiscopal y la colegialidad del

    episcopado. As, la tesis del pri-mado ontolgico de la iglesia uni-versal sobre las iglesias locales deCommunionis notio rompe dichoequilibrio e invalida el snodo de1985.

    Argumentacin sistemtica

    Ratzinger -recuerda Kasper- sebasa en la tesis de la preexisten-cia de la iglesia. Reconoce queexisten textos en los que se habladel mysterion escondido y reve-lado en la iglesia, y a travs de laiglesia (cfr. Ef 1,3-14; 3,3-12; Col1,26ss). No se puede ignorar laidea de una iglesia preexistente.Pero de esta preexistencia no sederiva ninguna consecuencia so-bre la relacin entre la iglesia uni-versal y las iglesias locales en elsentido de una prioridad de la igle-sia universal. La preexistencia dela iglesia puede fundar tambin latesis de la simultaneidad (perij-resis) entre la iglesia universal ylas particulares. Las reflexiones deRatzinger no han logrado probarla prioridad de la iglesia univer-sal sobre las iglesias locales. Diosno ama abstracciones vacas sinoa las personas concretas.

    Los puntos de acuerdo

    Existen puntos que compartenambos y que Kasper se encarga deexplicitar: a) La nica iglesia deJesucristo existe en el presente.No es una suma de fragmentos

  • 292 Jess Martnez Gordo

    de la nica iglesia, sino que sub-siste en la iglesia catlica roma-na. b) La nica iglesia de Jesucris-to existe en y a partir de las igle-sias locales. Existe, por tanto, encada iglesia local. Por eso, no pue-de haber iglesia local aislada sinoslo en comunin con las demsiglesias locales. La unidad de laiglesia universal es unidad en co-munin. Las iglesias locales y laiglesia universal, pues, se inclu-yen mutuamente cada una en lasotras. c) La iglesia universal no esla suma ni la federacin de lasiglesias locales. Su estructuraconstitucional est configurada aimagen de la Trinidad de tal ma-nera que la unidad de la iglesia noes uniformidad, ni excluye la di-versidad.

    Se debaten perspectivas dife-renciadas: la de Ratzinger, de-fensora de una concepcin uni-versalista del primado, y la deKasper, para quien lo universalexiste en una realidad concreta.Se repite el dilogo que ya sos-tuvieron santo Toms y san Bue-naventura. Si entonces se admi-ta semejante diversidad en lacomprensin de la autoridad delpapa, por qu no puede ser po-sible hoy? Finalmente, a Kasperno se le escapa la fuerza ecum-nica de la expresin comunincomo principio regulador de unaunidad no uniformadora e impul-sora de una iglesia reconciliadacon la diversidad, es decir, deuna iglesia atenta a la unidad,respetando la diversidad y cui-dadosa de la pluralidad en la uni-dad.

    El cierre del debate (2001)

    Al ao siguiente, Ratzinger esinvitado por la revista America aexponer su parecer sobre la pos-tura de Kasper. Ratzinger mani-fiesta su satisfaccin por los pun-tos de acuerdo alcanzados a lo lar-go de este debate y que Kasper haexplicitado. Le agrada que el re-cientemente nombrado cardenalsupere la identificacin que esta-bleca en 1999 entre papa y curiavaticana con la iglesia universal ysu temor a una restauracin delcentralismo romano.

    Dice no tener dificultades paraaceptar la interpretacin que pro-pone Kasper. Ello no le impidereconocer lo sorprendente que leresulta que su tesis sobre la igle-sia universal haya levantado tan-tos recelos en telogos de la sol-vencia del entonces obispo deRottemburg-Stuttgart, habidacuenta de que la iglesia local deRoma es tambin una iglesia conuna responsabilidad singular porla universalidad.

    A continuacin, apunta que laprimaca de la iglesia universal noes de naturaleza ontolgica sinoteleolgica. Esta consideracin nole aparta de sus tesis sobre la pre-cedencia en la intencin salvficade Dios de la iglesia una con res-pecto a la realizacin emprica delas iglesias particulares. Sita elproblema en la nocin de historiade la salvacin en la Biblia.

    Kasper se alegrar de la supe-racin de los malentendidos y por

  • Eclesiologa y gobernacin 293

    el avance positivo del debate ypreguntar a Ratzinger si la pre-existencia de la iglesia en la vo-luntad salvfica de Dios no vale almismo tiempo para la iglesia uni-versal y para las iglesias locales.Reafirma que la clave hermenu-

    tica del debate se encuentra en laapuesta por la prioridad de la igle-sia universal sobre la local (Ra-tzinger) o de la mutua interiori-dad, mutua inclusin, simul-taneidad o perijresis entre am-bas (Kasper).

    REACCIONES A FAVOR Y EN CONTRA

    La declaracin de la CDF so-bre el concepto de comunin yel debate entre ambos cardenalespropician posturas a favor y encontra. Basten dos ejemplos

    Jrgen Werbick: una infelizformulacin

    Hablar de precedencia ontol-gica y cronolgica de la iglesiauniversal sobre la local es paraWerbick una infeliz formula-cin, que lleva a abandonar elequilibrio, alcanzado por los pa-dres conciliares, entre las dimen-siones universales y locales de laiglesia. La formulacin propues-ta por la CDF entra en contradic-cin con la doctrina del VaticanoII subrayando el componente je-rrquico de la comunin y descui-da su irrenunciable poliformidady variedad.

    La declaracin concibe de ma-nera tan estrecha la ntima de-pendencia de las iglesias localesde su vrtice jerrquico que casino queda espacio para la legtimaautonoma y diversidad en la com-munio de las iglesias locales. La

    declaracin se convierte en un in-tento de legitimacin teolgica delactual rgimen eclesistico, muycentralista, algo que no haba su-cedido en toda la historia postcon-ciliar de la iglesia.

    No hay que sorprenderse, pro-sigue Werbick, de que en el docu-mento no haya referencia algunaal peligro opuesto, es decir, a queel centralismo puede vaciar la res-ponsabilidad por la comunin pro-pia de las iglesias locales, paraacabar haciendo de la iglesia unamega-institucin burocratizada ylejana de las situaciones concre-tas, en las cuales se pone a pruebala fe. Tampoco de que no haya re-ferencia al equilibrio entre la uni-dad y la autonoma o sobre unministerio petrino que favorezcala unidad y la comunin sinodal. Dala impresin de sostener que la par-ticipacin contradice la naturale-za y el misterio de la iglesia.

    Estos silencios son consecuen-cia de una concepcin de la co-munin y de la colegialidad pen-sada desde la perspectiva de launidad. No hay que extraarse deque el significado eclesiolgicopositivo de la diversidad y de la

  • 294 Jess Martnez Gordo

    pluralidad de las iglesias y de lossujetos particulares -que est en lacommunio eclesial- no sea expli-citada nunca.

    Para los autores de la declara-cin de la CDF, communio signi-fica un rebao reunido por los pas-tores, bajo el supremo pastor, ouna comunidad cultual eucarsti-ca a la cual se garantiza la partici-pacin en la santidad, por la pre-sencia de presbteros.

    Avery Dulles: la consistenciay oportunidad de la posicinadoptada por J. Ratzinger

    El ao 2001, el cardenal Du-lles interviene en el debate entreKasper y Ratzinger indicando quela revista America y su director,Thomas Reese, han exagerado lapolmica sobre la iglesia entreambos cardenales. Recuerda queel semanario America public, enabril de 2001, la traduccin de unartculo de Kasper, impreso en di-ciembre del 2000 por la revistaalemana Stimmen der Zeit (antesde que fuera nombrado cardenal ypresidente del pontificio Consejopara la Unidad de los Cristianos).

    El hecho de presentarlo comouna disputa entre cardenales (so-bre la iglesia universal: una amis-tosa respuesta del cardenal Wal-ter Kasper al cardenal Joseph Ra-tzinger), sin indicar que Kasperera todava obispo, se presta a en-gao. America no aclara este ex-tremo, permitiendo interpretar queestamos ante un debate entre dos

    responsables de diferentes dicas-terios romanos: si el artculo hu-biera estado escrito por Kasper ensu actual cargo, eso habra suge-rido que la iglesia no tiene una,sino dos CDF y que ambas esta-ban virtualmente en guerra.

    Dulles manifiesta desconocersi Kasper aprob la publicacin desu artculo en ingls porque lostrminos empleados en la traduc-cin inglesa son mucho ms agre-sivos que los del original alemn.Cita varios ejemplos: la versininglesa habla de dura resistencia(adamant refusal) de la SantaSede para aceptar algunas pro-puestas, o de las reglas altamen-te restrictivas (highly restrictiverules) de Roma, o de las supues-tas expectativas de Roma de quelos obispos fuercen rudamente laaplicacin de normas generales.Estos trminos acusatorios no seencuentran en el texto original ale-mn.

    Dulles sintetiza las posicionesde Kasper y Ratzinger, al hilo dela declaracin de la CDF sobre elconcepto comunin (1992), in-tentando mostrar que existen mspuntos en comn de los supues-tos y de los que America da a en-tender. Coincide con Ratzinger enque la iglesia universal es la Je-rusaln de arriba descrita porPablo como nuestra madre (Gal4,26). Por su parte, Kasper, indi-ca Dulles, no niega la preexisten-cia de la iglesia. Sostiene que di-cha preexistencia es propia tam-bin de las iglesias histricas con-cretas que hunden sus races en el

  • Eclesiologa y gobernacin 295

    misterio eterno de Dios. Dullestambin dice que no demuestraque la nueva Jerusaln del NT yde las fuentes patrsticas consistaen una multitud de iglesias.

    En el plano histrico, en el quese coloca Kasper, es preciso reco-nocer la prioridad de la iglesia uni-versal sobre la local. Es incuestio-nable que Cristo ha congregado lacomunidad de los discpulos y hapreparado a los apstoles para lamisin. Las iglesias particulareshan aparecido slo cuando la igle-sia se ha dispersado y ha sido ne-cesario constituir asambleas loca-les con su propia jerarqua.

    Kasper afirma, prosigue Du-lles, que Ratzinger adopta unaperspectiva platnica, ya que par-te de conceptos universales, envez de entender que dichos con-ceptos universales no son sino unasimple abstraccin de la realidadconcreta que es, por definicin,particular. Dulles reconoce queRatzinger presenta una cierta afi-nidad con el platonismo cristiano,lo que no le impide fundamentarsu posicin en la escritura y en latradicin y no en la filosofa pla-tnica. La iglesia universal, ani-mada por el Espritu Santo, existeaqu en la tierra, en la historia. Y,atribuyendo a Ratzinger la clari-ficacin oficiosa de 1993, apuntaque en ella insiste en el hecho deque no hay nada ms concreto quela reunin de 120 discpulos en Je-rusaln.

    Tambin, indica Dulles, Kas-

    per afirma que, segn el VaticanoII, el obispo recibe la tarea de go-bernar de forma directa de Cristo,por medio del sacramento del or-den (LG 21), pero olvida decir queno puede gobernar una dicesis sino ha sido cannicamente nom-brado por el papa y si no conser-va la comunin jerrquica con elcolegio de los obispos y con elobispo de Roma (LG 24). El obis-po slo puede ejercer su cargo encomunin con el romano pontfi-ce (LG 22).

    La aplicacin de este principioquiere decir que ningn problemagrave en una iglesia particularpuede justificar la aplicacin denormas excepcionales, diferentesde las establecidas para la iglesiauniversal. No se pueden ensayarsoluciones locales a cuestionesque no son exclusivas de la di-cesis que presida el ahora carde-nal Kasper. Cualquier poltica per-mitida en Rottemburg-Stuttgart noslo concierne a esa dicesis, sinoal resto del mundo catlico.

    Kasper, concluye Dulles, no esningn extremista partidario deuna iglesia concebida como unafederacin de iglesias locales onacionales. La experiencia delgalicanismo y de movimientosanlogos le ha enseado a recelarde semejante modelo. Tendra quereconocer que en los tiempos ac-tuales es capital tener un primadoque vele por la unidad de todas lasiglesias particulares en la fe, lamoralidad y en el culto.

  • 296 Jess Martnez Gordo

    Las perspectivas teolgicasen juego

    En este debate subsisten acen-tos que acaban configurando pers-pectivas diferenciadas, ms alldel nombre que se les quiera ad-judicar.

    Ratzinger subraya la dimen-sin trinitaria del concepto decommunio para salir al paso deuna reduccin sociolgica y deuna progresiva horizontaliza-cin del mismo y de la iglesia.Para l, el significado trinitario deltrmino communio se encuentraen 1 Jn 1,3: lo que hemos visto yodo, os lo anunciamos, para quetambin vosotros estis en comu-nin con nosotros. Y nosotros es-tamos en comunin con el Padrey con su Hijo, Jesucristo.

    La iglesia, en particular la je-rrquica, media y comunica la co-munin de las personas divinas.Gracias a los sucesores de losapstoles es instrumento de la co-munin con Dios en Cristo por elEspritu (LG 1). Esta comunin,celebrada en la eucarista, lo es dediferentes servicios, tareas y mi-nisterios. La iglesia es una reali-dad universal que preexiste y pre-cede ontolgica y temporalmentea las iglesias locales.

    Kasper habla de la simultanei-dad o perijresis entre la iglesiauniversal y la local. Entiende quesubrayar la iglesia local no pro-

    voca un reduccionismo sociolgi-co, porque su unidad no quedaconstituida de manera autnomacon las otras, sino que nace comoiglesia, unida a priori con ellas.No tiene dificultad en aceptar unaprioridad interna de la unidadeclesial. En la eternidad de Diospreexistira la idea de la iglesiauniversal, junto a la de las igle-sias locales.

    Ratzinger tiene razn cuandorecuerda que cada obispo es sloobispo de una iglesia local, en lamedida en que se encuentra encomunin jerrquica, en unincon el colegio episcopal y con elsucesor de Pedro. Urs von Baltha-sar record que el sentido del tr-mino communio indica un a prio-ri con relacin a las iniciativas delindividuo.

    Es preciso reconocer que suposicin presenta dificultadesconceptuales y epistemolgicas.Conceptualmente, define a la di-cesis como una parte de un todo(la iglesia universal). En esto con-cuerda con la opcin del CIC de1983 (a favor de particular envez de local) pero no con el Va-ticano II (Christus Dominus 11).El Vaticano II no impone la ex-presin iglesia particular peroprefiere la expresin iglesia lo-cal. Epistemolgicamente, es di-fcil concebir una iglesia que seaanterior a sus miembros, a la fe ya los sacramentos que la hacenexistir. Esto refleja una concep-

    ALGUNAS CONCLUSIONES

  • Eclesiologa y gobernacin 297

    cin platnica difcilmente com-patible con LG 8 y que no tienenada que ver con la preexistenciade la iglesia en el designio deDios.

    Parece ms correcto concebirla iglesia entera no como el resul-tado de la comunin entre las igle-sias, sino como su comunin enuna inclusin mutua (frmulaempleada por Juan Pablo II en1985). Una iglesia local es plena-mente iglesia de Dios porque lapreside un obispo. Este hecho ex-presa la comunin entre todas lasiglesias porque los obispos cole-gialmente son responsables de laiglesia de Dios.

    Las formas de gobierno enjuego

    Pero el debate no se cie a ladiscusin de distintas perspectivaseclesiolgicas, sino que trascien-de, sobre todo, a las diferentes for-mas de entender el gobierno ecle-sial (centralizado o colegial y co-rresponsable).

    La forma de gobernar que pro-pone Dulles est presidida por lafirme voluntad de mantener la uni-dad de la iglesia en un mundo glo-balizado. Es una forma de gobier-no vigilante de todo lo que seamagisterio discordante o simplereivindicacin de lo particular. Elpapa es concebido como una es-pecie de obispo de toda la tierra.Cualquier propuesta de incultura-cin encuentra dificultades paraeludir la sospecha de colaborar en

    una ruptura de la unidad.Un diagnstico as explica la

    inquebrantable adhesin a la pro-puesta eclesiolgica defendida porRatzinger y a decisiones talescomo que se prohba que los s-nodos se pronuncien sobre cual-quier tema que implique posicio-nes discordantes con la doctrinaperenne de la iglesia o del magis-terio, o que afecten a materias dis-ciplinares reservadas a la autori-dad eclesistica superior. Las igle-sias locales no pueden proponerun testimonio de fe mnimamentediferente en su expresin del ma-gisterio pontificio.

    Nos encontramos de facto, conla eclesiologa preconciliar, en lacual la jerarqua sofoca la comu-nin de las iglesias locales -comosujetos que son de derecho e ini-ciativa-, en el seno de la comuninde la iglesia entera. La santa sede,si no se reserva el monopolio dela interpretacin de la fe cristianaen todas las culturas, ejerce, cuan-do menos, un control estricto yacta como si fuera la gua inme-diata, conservando -o reclamando-la iniciativa en este campo. Pare-cen cargados de razones quienestienen dificultades para ver en es-tas determinaciones una realiza-cin de los deseos de los padresconciliares.

    La propuesta de Kasper es biendiferente. Apuesta claramente porla colegialidad y la sinodalidad ypor buscar mecanismos que pue-dan canalizarlas. Un ejemplo cla-ro se dio con ocasin de las elec-ciones presidenciales de Estados

  • 298 Jess Martnez Gordo

    Unidos, el ao 2004. La curia ro-mana se pronunci negando lacomunin a los polticos catlicosque defendieran pblicamente elaborto (el caso de J.F. Kerry). Losobispos estadounidenses reivindi-caron la competencia de cada unode ellos a la hora de evaluar y apli-car semejante medida, que nadiediscuta en sus respectivas dice-sis. Ante esto, el semanarioLExpresso sostuvo que esta pos-tura era contraria a los principiosgenerales, formulados por Ratzin-ger, en Dignit a ricevere la san-ta comunione. El equvoco tuvoque ser clarificado con la publi-cacin de una carta del entoncesprefecto de la CDF al cardenalMcCarrick, en la que comunica-ba que el criterio de los obisposestadounidenses estaba en gran-dsima armona con los principiosgenerales enviados con anteriori-

    dad por la congregacin.Es probable que el momento

    ms logrado de gobierno colegialy corresponsable haya sido el vi-vido durante los snodos que se ce-lebraron en el tiempo inmediata-mente posterior a la finalizacindel Vaticano II. Los snodos fue-ron una forma de colegialidadmuy privilegiada por Pablo VI,hasta el punto que el papa asumicomo propios algunos textos apro-bados en ellos.

    Esta forma de gobernar desen-caden el temor a un posible cis-ma en la iglesia catlica -posibili-dad atisbada no slo en el caso dela iglesia holandesa- y propici unproceso de centralizacin que pa-rece no haber acabado y que si-gue dando alas a esta forma degobierno y eclesiologa en nues-tros das.

    Condens: JOSEP M. BULLICH