161030 El futuro del negocio de la musica-La Opinion.PDF

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Gente y Culturas Domingo, 30 de octubre de 2016 53 La Opinión de Tenerife Ven al Cine Víctor con La Opinión de Tenerife Entra en www.laopinion.es y participa en el sorteo de 10 entradas que La Opinión de Tenerife y el Cine Víctor regalan a los lectores. www.laopinion.es e DIGITAL Entra en www. laopinion.es y ii l d n w que aquí? “Porque hay un hábi- to que se ha creado a lo largo de décadas. Si se crea la costumbre nace la curiosidad, el debate, crece el interés. Si desatende- mos completamente la cultura de la sala en los colegios y las te- levisiones, cada vez habrá me- nos público en los cines. ¿Qué pasará cuando nos tome el rele- vo la gente joven de ahora que no ha conocido la sala de cine como el lugar sagrado, en oscu- ridad y silencio, donde ser vive una experiencia colectiva? Con visionados en plataformas de In- ternet desde un ordenador, mientras haces cincuenta cosas a la vez, con llamadas y mensa- jes en el móvil, la luz encendida, difícilmente se podrá llegar a la conclusión de que el cine tam- bién puede ser un arte”, conclu- ye el barcelonés. Aventura alucinada La película de Herce se desa- rrolla a bordo de un carguero de gran tonelaje, el Fair Lady. Du- rante dos meses y medio, el bar- celonés viajó en esta nave de bandera maltesa, con siete bo- degas, ocho pisos de altura y ca- pacidad para 76.000 toneladas de carga. El título del filme signi- fica un tipo de velocidad de na- vegación, “la más lenta posible sin perder velocidad de gobier- no”. Como expresa la publicidad de la película, en “Dead Slow Ahead”, la mirada del espectador “se adentra en la cadencia hip- nótica de los engranajes, reve- lando el movimiento continuo de una maquinaria que devora a sus obreros”. Publiqué entrevis- tas con Mauro Herce y el pro- ductor tinerfeño del filme, José Ángel Alayón, días antes de que ganara el premio en Locarno, en agosto del año pasado. En ellas, Herce hablaba del Fair Lady co- mo “un barco que no es sola- mente un barco, ni los marine- ros nada más que unos marine- ros, para mí simbolizan toda la Humanidad. La hélice es algo subterráneo y muy profundo que mueve las cosas. En el uni- verso hay una especie de inercia que hace avanzar las cosas, el hombre en su pensamiento tampoco puede parar. La pelí- cula no solo es la violencia que ejercemos sobre el mundo, en la medida en que no paramos de transformarlo, también es la vio- lencia que naturaleza ejerce so- bre nosotros. Esos mares inhós- pitos, vastísimos, sobre los que se desliza el barco, no son boni- tos, sino sobrecogedores. En la naturaleza también hay algo realmente angustiante. La pelí- cula se convirtió en algo más ob- servacional de lo que inicial- mente buscaba. Ha acabado siendo una mirada sorprendida, alucinada de una aventura, pero desde una escala no humana, como suspendida a algunos me- tros en el aire”. En palabras del director, Dead Slow Ahead, 70 minutos de un género paradójico, el documen- tal de ciencia ficción, “es una pe- lícula que dialoga con el incons- ciente, que anula la parte pen- sante del espectador. Y concebi- da de principio a fin para verse en una sala de cine”. Que así sea. << Viene de la página anterior “En París nos llegaron a situar entre las diez mejores películas de la cartelera” “No podemos contra los grandes vendedores de películas” C on internet y su consi- guiente revolución tec- nológica (que ha propi- ciado la digitalización de contenidos y el desarrollo de dispositivos móviles e informáti- cos), la música ha alcanzado unas cotas récord de creación, distribu- ción y consumo. Hoy cualquiera puede realizar una grabación más o menos profesional que, una vez colgada en la red, puede ser escu- chada por cualquier persona en cualquier lugar del mundo. Todo ello a un coste irrisorio. Sin embar- go, esta expansión del mercado musical, de su creatividad y consu- mo, ha ido acompañada de una caída de los ingresos de la indus- tria. ¿Cómo se explica esta contra- dicción? La aparición de una tec- nología disruptiva catalizada por internet ha afectado (aunque de forma diferente) a las dos grandes áreas del negocio musical: la músi- ca grabada y la música en vivo. En cuanto a la música grabada, dada la dificultad de poner puertas al campo (de obligar a pagar por el consumo legal de música distri- buida por la red) se ha producido un desplome de los ingresos del conjunto de la industria, generan- do una nueva crisis en un negocio que, desde su aparición a finales del XIX, ha experimentado diver- sas todas ellas provocadas por avances tecnológicos. Además, in- ternet ha facilitado la posibilidad (hasta ahora casi inédita) de que el artista se relacione directamen- te son sus fans (y viceversa). Crea- dores como Amanda Parker, Artic Monkeys o Paramore han hecho de esta relación directa artista-fan la clave de su éxito profesional. La distribución de música y las nue- vas posibilidades para los artistas de conectar con sus seguidores vía internet han puesto en peligro la existencia de los otrora imprescin- dibles y poderosos intermediarios de esta industria (discográficas y distribuidores mayoristas), propi- ciando a su vez la irrupción de nuevos agentes en el mercado, co- mo las plataformas de distribu- ción digital o de streaming -la gran esperanza del sector para conse- guir que el consumo sea otra vez mayoritariamente de pago-, los ISPs o financiadoras como Kicks- tarter. No obstante, los servicios de streaming (Spotify, Deezer, Tidal), tampoco han conseguido remon- tar las ventas de música grabada a niveles similares a la etapa precri- sis, ni parece que lo vayan a hacer en un futuro inmediato. Caso muy diferente al de la música grabada es el de la música en vivo. Al no ser la asistencia a conciertos una ex- periencia afectada en su esencia por los cambios tecnológicos (asistir a un concierto es una vi- vencia única, en absoluto replica- ble en la red), la música en directo se ha revalorizado en el negocio musical. Si antes de la crisis se ha- cían giras y conciertos como estra- El futuro del negocio de la música Tribuna abierta Jorge Bernárdez Gerente del Organismo Autónomo de Cultura- Ayuntamiento de S/C tegia para vender discos, en la era de internet la música grabada se ha convertido en un elemento pa- ra la venta de tickets de conciertos. De hecho, los ingresos de la músi- ca en directo han aumentado du- rante la crisis. Y continuarán ha- ciéndolo, tanto por el aumento de los precios (las entradas continua- rán subiendo debido a un sistema de producción eminentemente artesanal y la consiguiente limita- ción en la generación de econo- mías de escala, como ya enuncia- ron en los 60s del siglo pasado los economistas Baumol y Bowen) como por la posibilidad de ex- pansión del mercado que ofrecen los conciertos protagonizados por hologramas de artistas expre- samente creados con esta tecno- logía (la cantante Hatsune Miku es caso el más paradigmático), por hologramas de intérpretes actuales (Black Eyes Peas en los NRJ Music Awards 2011) e inclu- so de artistas desaparecidos (Tu- pac Shakur en Coachella 2012 o Michael Jackson en los Billiboard Awards2014). La estrategia de conglomerados globales como Li- ve Nation (protagonista de un es- pectacular proceso de integración vertical en el sector de la música en vivo a nivel mundial) es buena prueba de la importancia renova- da del liveentertainment para el negocio. ¿Qué podría hacer la mú- sica grabada para intentar alcan- zar las cifras de negocio del pasa- do? Además de las prácticas habi- tuales (incentivar el consumo de pago a través de campañas de concienciación para usuarios in- dividuales y de perseguir aque- llas entidades que hacen nego- cio con la piratería), quizás la compra de música grabada de- bería ligarse a experiencias úni- cas (como el meettheartist con Jimmy Page del que pudieron disfrutar un grupo de privilegia- dos fans en Londres con motivo del último lanzamiento de Led Zeppelin; o la asistencia a pre- sentaciones de nuevos álbumes) o relacionadas con la asistencia a conciertos (ligar adquisición de nuevos álbumes con la com- pra de tickets). En definitiva, futu- ro prometedor para el directo mientras que la música grabada se enfrenta al reto de encontrar valo- res añadidos al “simple” hecho de la compra para evitar convertirse en una commodity. https://es.linkedin.com/in/jorgebernardez

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que aquí? “Porque hay un hábi-to que se ha creado a lo largo de décadas. Si se crea la costumbre nace la curiosidad, el debate, crece el interés. Si desatende-mos completamente la cultura de la sala en los colegios y las te-levisiones, cada vez habrá me-nos público en los cines. ¿Qué pasará cuando nos tome el rele-vo la gente joven de ahora que no ha conocido la sala de cine como el lugar sagrado, en oscu-ridad y silencio, donde ser vive una experiencia colectiva? Con visionados en plataformas de In-ternet desde un ordenador, mientras haces cincuenta cosas a la vez, con llamadas y mensa-jes en el móvil, la luz encendida, difícilmente se podrá llegar a la conclusión de que el cine tam-bién puede ser un arte”, conclu-ye el barcelonés.

Aventura alucinada

La película de Herce se desa-rrolla a bordo de un carguero de gran tonelaje, el Fair Lady. Du-rante dos meses y medio, el bar-celonés viajó en esta nave de bandera maltesa, con siete bo-degas, ocho pisos de altura y ca-pacidad para 76.000 toneladas de carga. El título del filme signi-fica un tipo de velocidad de na-vegación, “la más lenta posible sin perder velocidad de gobier-no”. Como expresa la publicidad de la película, en “Dead Slow Ahead”, la mirada del espectador “se adentra en la cadencia hip-nótica de los engranajes, reve-lando el movimiento continuo de una maquinaria que devora a sus obreros”. Publiqué entrevis-tas con Mauro Herce y el pro-ductor tinerfeño del filme, José Ángel Alayón, días antes de que ganara el premio en Locarno, en agosto del año pasado. En ellas, Herce hablaba del Fair Lady co-mo “un barco que no es sola-mente un barco, ni los marine-

ros nada más que unos marine-ros, para mí simbolizan toda la Humanidad. La hélice es algo subterráneo y muy profundo que mueve las cosas. En el uni-verso hay una especie de inercia que hace avanzar las cosas, el hombre en su pensamiento tampoco puede parar. La pelí-cula no solo es la violencia que ejercemos sobre el mundo, en la medida en que no paramos de transformarlo, también es la vio-lencia que naturaleza ejerce so-bre nosotros. Esos mares inhós-pitos, vastísimos, sobre los que se desliza el barco, no son boni-tos, sino sobrecogedores. En la

naturaleza también hay algo realmente angustiante. La pelí-cula se convirtió en algo más ob-servacional de lo que inicial-mente buscaba. Ha acabado siendo una mirada sorprendida, alucinada de una aventura, pero desde una escala no humana, como suspendida a algunos me-tros en el aire”.

En palabras del director, Dead Slow Ahead, 70 minutos de un género paradójico, el documen-tal de ciencia ficción, “es una pe-lícula que dialoga con el incons-ciente, que anula la parte pen-sante del espectador. Y concebi-da de principio a fin para verse en una sala de cine”. Que así sea.

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“En París nos llegaron a situar entre las diez mejores películas de la cartelera”

“No podemos contra los grandes vendedores de películas”

C on internet y su consi-guiente revolución tec-nológica (que ha propi-ciado la digitalización

de contenidos y el desarrollo de dispositivos móviles e informáti-cos), la música ha alcanzado unas cotas récord de creación, distribu-ción y consumo. Hoy cualquiera puede realizar una grabación más o menos profesional que, una vez colgada en la red, puede ser escu-chada por cualquier persona en cualquier lugar del mundo. Todo ello a un coste irrisorio. Sin embar-go, esta expansión del mercado musical, de su creatividad y consu-mo, ha ido acompañada de una caída de los ingresos de la indus-tria. ¿Cómo se explica esta contra-dicción? La aparición de una tec-nología disruptiva catalizada por internet ha afectado (aunque de forma diferente) a las dos grandes áreas del negocio musical: la músi-ca grabada y la música en vivo. En cuanto a la música grabada, dada la dificultad de poner puertas al campo (de obligar a pagar por el consumo legal de música distri-buida por la red) se ha producido un desplome de los ingresos del conjunto de la industria, generan-do una nueva crisis en un negocio que, desde su aparición a finales del XIX, ha experimentado diver-sas todas ellas provocadas por avances tecnológicos. Además, in-ternet ha facilitado la posibilidad (hasta ahora casi inédita) de que el artista se relacione directamen-te son sus fans (y viceversa). Crea-dores como Amanda Parker, Artic Monkeys o Paramore han hecho de esta relación directa artista-fan la clave de su éxito profesional. La distribución de música y las nue-vas posibilidades para los artistas de conectar con sus seguidores vía internet han puesto en peligro la existencia de los otrora imprescin-dibles y poderosos intermediarios de esta industria (discográficas y distribuidores mayoristas), propi-ciando a su vez la irrupción de nuevos agentes en el mercado, co-mo las plataformas de distribu-ción digital o de streaming -la gran esperanza del sector para conse-guir que el consumo sea otra vez mayoritariamente de pago-, los ISPs o financiadoras como Kicks-tarter. No obstante, los servicios de streaming (Spotify, Deezer, Tidal), tampoco han conseguido remon-tar las ventas de música grabada a niveles similares a la etapa precri-sis, ni parece que lo vayan a hacer en un futuro inmediato. Caso muy diferente al de la música grabada es el de la música en vivo. Al no ser la asistencia a conciertos una ex-periencia afectada en su esencia por los cambios tecnológicos (asistir a un concierto es una vi-vencia única, en absoluto replica-ble en la red), la música en directo se ha revalorizado en el negocio musical. Si antes de la crisis se ha-cían giras y conciertos como estra-

El futuro del negocio de la música

Tribuna abierta

JJorge Bernárdez Gerente del Organismo Autónomo de Cultura-Ayuntamiento de S/C

tegia para vender discos, en la era de internet la música grabada se ha convertido en un elemento pa-ra la venta de tickets de conciertos. De hecho, los ingresos de la músi-ca en directo han aumentado du-rante la crisis. Y continuarán ha-ciéndolo, tanto por el aumento de los precios (las entradas continua-rán subiendo debido a un sistema de producción eminentemente artesanal y la consiguiente limita-ción en la generación de econo-mías de escala, como ya enuncia-ron en los 60s del siglo pasado los economistas Baumol y Bowen) como por la posibilidad de ex-pansión del mercado que ofrecen los conciertos protagonizados por hologramas de artistas expre-samente creados con esta tecno-logía (la cantante Hatsune Miku es caso el más paradigmático), por hologramas de intérpretes actuales (Black Eyes Peas en los NRJ Music Awards 2011) e inclu-so de artistas desaparecidos (Tu-pac Shakur en Coachella 2012 o Michael Jackson en los Billiboard Awards2014). La estrategia de conglomerados globales como Li-ve Nation (protagonista de un es-pectacular proceso de integración vertical en el sector de la música

en vivo a nivel mundial) es buena prueba de la importancia renova-da del liveentertainment para el negocio. ¿Qué podría hacer la mú-sica grabada para intentar alcan-zar las cifras de negocio del pasa-do? Además de las prácticas habi-tuales (incentivar el consumo de pago a través de campañas de concienciación para usuarios in-dividuales y de perseguir aque-llas entidades que hacen nego-cio con la piratería), quizás la compra de música grabada de-bería ligarse a experiencias úni-cas (como el meettheartist con Jimmy Page del que pudieron disfrutar un grupo de privilegia-dos fans en Londres con motivo del último lanzamiento de Led Zeppelin; o la asistencia a pre-sentaciones de nuevos álbumes) o relacionadas con la asistencia a conciertos (ligar adquisición de nuevos álbumes con la com-pra de tickets). En definitiva, futu-ro prometedor para el directo mientras que la música grabada se enfrenta al reto de encontrar valo-res añadidos al “simple” hecho de la compra para evitar convertirse en una commodity.

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