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    El Paseo Dorado

    Para los abulenses el Rastro es el ms popular y querido de sus paseos. Desde pequeos, los padres llevan a loscros a este rellano para corretear. Aqu estrenbamos los juguetes la maana de Reyes, ese da un desfile de triciclosy bicicletas, tomaban al asalto la pista; otras maanas de domingo era ms divertido ir escalando por lo ms alto delas rocas.

    En el jardn del mismo nombre que hay al final del paseo, hubo a primeros de siglo una alameda dedicada aCaldern. Despus, en los aos sesenta, se instal all una biblioteca de bella esttica racional. Aquel despacho, queprestaba libros y tebeos para leer en el parque, tena al lado la tpica fuente de plato, a la que los ms pequeos slopodan acceder si un alma caritativa los aupaba. Al fondo del jardn, bajando a todo correr por las estrechas rampas,se llegaba a una amplia repisa con columpios y toboganes. Hoy este privilegiado lugar bajo el jardn, est marginal-mente abandonado; desde que se hizo el aparcamiento se ha quedado sin vida. Actualmente se proyectan ms apar-camientos, cuando an quedan plazas por ocupar en ste.

    Para vila, una ciudad fra pero solariega, el paseo del Rastro es un talismn. Protegido del glido viento del nortepor la muralla, tiene las mejores vistas de la ciudad, al fondo la sierra de la Paramera y Gredos, abajo el Valle Ambls,plano y calmado de punta a punta, como aquel amplio lago que fue en tiempos remotos. Las pequeas inundacionesde pasados inviernos, hacen recordar aquellos orgenes del Mar Amable.

    El Palacio Episcopal, que asoma sus ventanas por estos muros del Rastro sin almenas, es el nico tramo de lamuralla que ha mudado su carcter defensivo. Un ilustre viajero de primeros de siglo, clam por volar esas rejas a

    Paseo de Caldern.Tarjeta postal. h. 1915.

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    Paseo de CaldernFoto: Loty.h. 1920.

    Torren del Palacio Episcopal.Foto:A. R. Z. h. 1900. Tarjeta Postal.

    Paseo del Rastro.Tarjeta Postal. h. 1920.

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    caonazos (Roch) pero los abulenses se hanacostumbrado a esa caprichosa distorsin. ElMirador del Obispo, levantado sobre uno de loscubos, est rematado por una monoltica cpula;sobrecoge entrar en ese pequeo panten degranito, pero desde ese balcn se contemplanlas mejores vistas al Valle.

    El paseo se levant en el siglo XIX.Originalmente esta vertiente era un roquedalescarpado poco accesible; que sin embargo,contaba con unas pequeas entradas o posti-gos. Estos postigos eran utilizados por losdueos de los sucesivos palacios interiores,para entrar o salir de la ciudad a voluntad, sindepender de las horas de cierre de las puertasde la muralla. Una de estas falsas entradas seconserva cegada, pertenece al palacio de losDvila y fue motivo de una de las leyendas ms

    clebres del medievo. Todo comenz cuandolos Reyes Catlicos decidieron quitar a losseores feudales, algunos de los muchos privi-legios que tenan. Por esta razn, fueron des-mochados tambin la mayora de los torreonesque tenan los palacios, ya que para los nobleseran un smbolo de poder; entre los que desa-parecieron estaba el que perteneci a estePalacio de los Dvila, haciendo esquina con laplaza de la Fruta.

    Aos despus, siendo reina Juana la Loca,el licenciado Villafae, juez de esta ciudad,

    mand cerrar uno de los postigos del palacio.Al cabo de un tiempo, la duea Doa Elvira deZiga, notando los perjuicios que el cierre oca-sionaba a su servicio, suplic a la reina, paraque se le dejase abrir de nuevo el postigo. Lasplica tuvo efecto y la puerta se abri nueva-mente al valle. Muerta Doa Elvira, la casa pasa otro dueo: Don Pedro Dvila, quien creyheredado el derecho que la seora anteriorrog a la reina; sin embargo, el Concejo se lodeneg, obligndole a cerrarla de nuevo. DonPedro, que perteneca a una de las familias mspoderosas de la ciudad, tom la decisin delcierre como una humillacin personal. Decidientonces por despecho, abrir otra puerta msjunto a la principal del palacio, aunque ya nofuese en la muralla. El Concejo se lo volvi adenegar por unanimidad. Apel de nuevo elmarqus la resolucin y entonces no hubo ms

    Postigo del Rastro.Fototeca del Patrimonio histrico. h. 1930.

    remedio que llegar a un acuerdo con el municipio y Ya queno una puerta, al menos una ventana, parece ser que argu-ment el noble. No obstante, para que no quedara la cosa enpaz, Don Pedro hizo grabar, en el alfizar del ventanal que daa la plaza, esta famosa frase: Donde una puerta se cierra,otra se abre.

    La segunda leyenda del Rastro, tiene su origen en el mira-dor que hay sobre el arco carpanel de la muralla. A l se aso-maba Aldonza, conocida por otros como Doa Guiomar paradivisar, al fondo del valle, el castillo de su amado Gonzalo.Como es costumbre en los romances, entre los jvenes seinterponan sus respectivas familias.

    Ximnez de Aboin, en su rivalidad con los Velada, siguien-do las tradiciones de discordia comenzadas por Esteban

    Domingo y Blasco Jimeno en los tiempos de la repobla-

    cin, desterr de la ciudad a Gonzalo de Velada.El resto de la historia del castillo de Aunque os Pese ya

    la saben ustedes. El padre de la muchacha, enterado de las

    pretensiones de su hija con un vstago de la familia rival, laprohibi tajantemente cualquier relacin con el doncel.Encerr a Guiomar en el Palacio de los Dvila, y al preten-diente, que tena una bien ganada fama de aventurero en lasaldeas del valle, le prohibi acercarse siquiera a la ciudad.Bajo esa amenaza el joven Gonzalo burl la orden con otroreto. Mand construir un castillo al otro lado del valle, sobrelas faldas de la Sierra del Zapatero, de modo que pudiesedivisar el balcn de Guiomar. Desde vila esta rocosa forta-

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    Palacio de los Dvila.

    Ventana de la leyenda y torre desmochada.Tarjeta postal. h. 1930.

    Castillo de Aunque os pese.Foto:A. R. Z. h. 1900. Tarjeta Postal.

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    Vista al valle Ambls desde el Rastro. Tarjeta Postal. h. 1950.

    Vista parcial de los arrabales de Santiago y San Nicols desde el Rastro. Tarjeta Postal. h. 1950.

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    leza dista doce kilmetros y apenas se divisa, pero

    Gonzalo, dndose por satisfecho, advirti al padre deGuiomar, con otro clebre despecho: Aunque os pese

    la ver, y con ese nombre qued el castillo.Algunos lugareos de los pueblos colindantes,

    cuentan que tras aos de forzosa separacin, los jve-nes se consumieron en su amor hasta la muerte. Hayquien duda y con razn, de la veracidad de esta leyen-da, o al menos, de que Guiomar oteara a Gonzalodesde ese balcn, dado que la construccin del mira-dor adosado a la muralla, fue posterior a la construccindel castillo, al revs de cmo cuenta el romance; aun-que tambin pudo ocurrir que Guiomar se asomase a

    otro torren situado en ese mismo lugar. Otros autoresrelatan, sin embargo, que Gonzalo se sali finalmentecon la suya, casndose con Guiomar. Si es que real-mente ocurri as, no sabemos como se produjo el feliz

    Arco del Rastro y balcn de Guiomar.Tarjeta Postal. h. 1910.

    desenlace, si el joven guerrero luch como esforzado

    paladn para rescatar del palacio almenado a suAldonza o si tal vez irrumpi en el templo de SanVicente, deteniendo la ceremonia nupcial con el preten-diente que la familia le tena predestinado a Guiomar. Encualquier caso, la unin habra puesto fin a los enfren-tamientos entre las familias Ximnez y Velada, quevendran a ser los Capuletos y Montescos de esta ciu-dad. Y ya metidos en el ideal romntico, vallan estosversos que cuentan, recitaba Gonzalo bajo el miradorde Guiomar:

    Ojos claros y serenos.

    Si un da me mirasteis con ternura

    no dejis de mirar a la llanura

    por donde os tengo que contar, al menos

    el progreso de mi feliz locura.