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CORAZON QUE SE FORMA EN LA ESPIRITUALIDAD PASIONISTA (FORMACION EN LA ESPIRITUALIDAD PASIONISTA) Hemos descubierto un deseo de querer vivir más ‘lo pasionista’; sin embargo, en la práctica, este deseo se desvanece, pues nos falta ahondar en nuestro carisma, para llegar a convicciones que nos lleven más allá de los planes que formulamos. Muchos retos interpelan nuestra espiritualidad y estamos llamados a concretarlos, para acercar nuestras acciones formativas a la realidad. RETO: Hacer de la espiritualidad pasionista el eje transversal que impregne toda nuestra vida y misión. ESPIRITUALIDAD CRISTIANA Y CARISMÁTICA (Koldo Gutiérrez, SDB –Misión Joven) ¿Realmente interesa la espiritualidad? ¿Cuál es la sed de espiritualidad o la búsqueda de sentido del hombre de hoy? Preguntarse por el sentido de la vida es preguntarse por Dios. ¿Respondemos a estas búsquedas? 1.- LA ESPIRITUALIDAD ESTÁ DE MODA. Hace unas décadas algunos profetas de la “secularización” vaticinaban el fin de las religiones. Erraron sus previsiones. En el mundo posmoderno y globalizado sigue interesando la pregunta a creyente y a quines dicen que “probablemente Dios no existe”. Resurge la demanda de espiritualidad pero “diversa”; una “espiritualidad oceánica” combinando psicología, salud, música, tecnología, física cuántica, chamanismo, ecología, desarrollo mental…; una espiritualidad humanista con vertientes de transcendencia o de finitud; espiritualidades “religiosas” y hasta “espiritualidad atea” con búsqueda de sentido. La espiritualidad permite afrontar la existencia de forma enriquecida y abre a la trascendencia. Propone alternativas al individualismo, al hedonismo, al consumismo… Tiene beneficios: riqueza interior, profundidad de la mirada, equilibrio, transparencia… La pregunta es: ¿Respondemos a esta demanda? ¿Al compromiso con el mundo? ¿A las experiencias? ¿A la educación en la interioridad? 14 FORMACIÓN PERMANENTE Pasionistas SCOR, noviembre 2014

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CORAZON QUE SE FORMA EN LA

ESPIRITUALIDAD PASIONISTA

(FORMACION EN LA ESPIRITUALIDAD PASIONISTA)

Hemos descubierto un deseo de querer vivir más ‘lo pasionista’; sin embargo, en la práctica, este deseo se desvanece, pues nos falta ahondar en nuestro carisma,

para llegar a convicciones que nos lleven más allá de los planes que formulamos. Muchos retos interpelan nuestra espiritualidad y estamos llamados a concretarlos,

para acercar nuestras acciones formativas a la realidad.

RETO:

Hacer de la espiritualidad pasionista el eje transversal

que impregne toda nuestra vida y misión.

ESPIRITUALIDAD CRISTIANA Y CARISMÁTICA (Koldo Gutiérrez, SDB –Misión Joven)

¿Realmente interesa la espiritualidad? ¿Cuál es la sed de espiritualidad o la búsqueda de sentido del hombre de hoy? Preguntarse por el sentido de la vida es preguntarse por Dios. ¿Respondemos a estas búsquedas?

1.- LA ESPIRITUALIDAD ESTÁ DE MODA.

Hace unas décadas algunos profetas de la “secularización” vaticinaban el fin de las religiones. Erraron sus previsiones. En el mundo posmoderno y globalizado sigue interesando la pregunta a creyente y a quines dicen que “probablemente Dios no existe”.

Resurge la demanda de espiritualidad pero “diversa”; una “espiritualidad oceánica” combinando psicología, salud, música, tecnología, física cuántica, chamanismo, ecología, desarrollo mental…; una espiritualidad humanista con vertientes de transcendencia o de finitud; espiritualidades “religiosas” y hasta “espiritualidad atea” con búsqueda de sentido.

La espiritualidad permite afrontar la existencia de forma enriquecida y abre a la trascendencia. Propone alternativas al individualismo, al hedonismo, al consumismo… Tiene beneficios: riqueza interior, profundidad de la mirada, equilibrio, transparencia…

La pregunta es: ¿Respondemos a esta demanda? ¿Al compromiso con el mundo? ¿A las experiencias? ¿A la educación en la interioridad?

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PERMANENTE Pasionistas SCOR, noviembre 2014

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A) COMPROMISO CON EL MUNDO:

Es apostar por la formación, la sanidad, servicio a los desfavorecidos, apoyo cultural, social y político. Todavía perdura un dualismo: espiritual y material. Hay lastre histórico y no es fácil hablar de espiritualidad. Hay que afirmar que la espiritualidad conlleva el compromiso con las cosas del mundo y con los otros. “Ni Dios sin el hombre, ni el hombre sin Dios” (Bonhoeffer). B) LA IMPORTANCIA DE LA EXPERIENCIA.

Provocar experiencias. La religión brota de la experiencia de Dios. Hay que propiciar esta experiencia. “El cristiano del siglo XXI será un místico, una persona que ha experimentado algo o no podrá seguir siendo cristiano” (Rhaner). Es abrirte a los demás para encontrarte con el Tú. Abrazar la carne del hermano que sufre.

C) LA EDUCACIÓN DE LA INTERIORIDAD.

Hay diversidad. Pueden tener potencial mientras no encierren a la persona en un castillo interior inmune a lo exterior, ni sea sólo profundización psicológica de Dios, del hombre y del mundo. Cuando miramos dentro de nosotros mismos descubrimos, con sorpresa, que estamos acompañados por el Señor.

2.- LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA. Brota del mensaje nuclear de Evangelio. Responde a cada época con categorías de presente.

2.1. EL MISTERIO DE DIOS:

Lo decisivo de la vida espiritual es descubrir el misterio de Dios en el mundo y en

nuestra vida. El núcleo de la espiritualidad cristiana se encuentra en el misterio de Dios, revelado en Jesucristo bajo la acción del Espíritu Santo. La vida espiritual es vivir el amor de Dios, realizar la experiencia de su amistad y ser enviados por Él a una misión. Es el centro de nuestra vida, la fuente de comunión fraterna e inspirador de nuestra acción. Encuentro con Jesucristo, evangelio de dios para el hombre. “No se comienza a ser cristiano sino por el encuentro con una persona”. Tenemos que favorecer el encuentro con Jesús. Por eso un lugar principal son: la Palabra de Dios, la Liturgia, los Sacramentos y la entrega al servicio de los demás. Configurar la vida en el Espíritu: amor alegría, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí, …

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2.2. LA UNIFICACIÓN DEL CORAZÓN: La persona espiritual tiene conciencia de ser hijo de Dios, posee la inteligencia de la

fe, que la capacita para percibir el misterio de Dios y el sentido del mundo y de la historia, y vive su fe en una comunidad de hermanos al servicio del Reino.

+ Del “yo” al “aquí estoy”. Podemos entender la vida cristiana como un camino de transformación del “yo” al “aquí estoy”; una actitud de disposición al Espíritu que guía y acompaña nuestra vida. + Un proceso continuo de conversión. Lo anterior sólo es posible con la conversión que permite que él vaya entrando más cada día en nuestra vida, dispuestos a poner en el centro de la vida a Jesús y su Evangelio. + Integración de misión y contemplación. No es fácil integrarlos pero ayuda en la unificación del corazón. Tan espiritual es el momento práctico como misionero el momento de diálogo con el Señor. El centro de la misión no está en lo que hacemos sino en Aquel que nos envía. + Una espiritualidad Comunitaria. Únicamente se puede ser cristiano en la comunidad de seguimiento a Jesús. Y en el centro están la Palabra, la Eucaristía y la Caridad para construir comunidades vivas, evangelizadas y evangelizadoras.

2.3. LA SANTIDAD: ORIGEN Y META DEL PROCESO ESPIRITUAL.

“He venido para que tengan vida y la tengan en plenitud” (Jn.10,10). La santidad no se puede confundir con perfeccionismo y rigidez. Es la vida plena en

el Espíritu. El Plan de Dios es la Vida en plenitud.

ACTUALIZAR LOS NAVEGADORES (Luis A. Gonzalo Díez)

Quien está buena parte del día en la carretera sabe que es imprescindible la

actualización de los navegadores. Infinidad de rutas desconocidas, cambio de señales, incidentes en el firme o inclemencias meteorológicas pueden sortearse, siempre y cuando uno actualice el navegador. Los que no loasen, o no lo hacemos, normalmente nos encontramos con sorpresas desagradables ya sean atascos, pérdidas o cansancio acumulado. Puede haber personas, incluso, que por miedo decidan no salir a la carretera. No sea que se pierdan…

En el “viaje” de la vida religiosa no es tan sencillo como la actualización de un

aparato. Si fuese así, hace tiempo que estarían los recorridos y decisiones más claros. La vida religiosa necesita actualizar la navegación desde el Espíritu. Se trata de una guía suave, constante, inquietante y plural… tanto como el número de personas que en ella están. Percibimos muchos y planificados itinerarios; muchos proyectos de salida… pero con pocas personas en el trayecto. Se ve que, al final, triunfa el miedo o la cordura o la cobardía… ¿Para qué inaugurar un trazado nuevo, si lo conocido es más seguro?

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El lugar de destino no es otro que el siglo XXI, pero la mayor parte de los navegadores están en el siglo XX. Seguimos planificando igual, creyendo que las incidencias son las de ayer, también las posibilidades. Claro, así es imposible y, constantemente, el aparatito de nuestra navegación nos dice la terrible palabra: “recalculando”. Es desesperante, recalcular significa volver a empezar, buscar de nuevo, volverlo a intentar. En el recalculando, una buena parte de los religiosos gastan sus mejores posibilidades. No ocurriría nada si fuésemos capaces de empezar de nuevo sin que el fracaso nos afecte. Pero no es así. Va haciendo un número significativo de “conductores” que sueñan con rutas alternativas. Están en el trayecto de la vida religiosa, hacen número pero no son, o no se identifican. Algunos ya no confían en la capacidad de visión de los navegadores y otros se agotan porque por más que manifiesten caminos alternativos, u otros destinos, sienten que no se les escucha.

Creemos que la vida religiosa tiene que recalcular sus direcciones o ajustarse a esta

realidad, que es en la cual es necesaria su navegación y presencia. Intuimos que debe hacerse con paz, pero sin pausa. Sabemos que ha llegado la hora de gastar las energías en rutas que tengan futuro y no tanto en las que evoquen pasado. Descubrimos que llegó el momento de menos planificaciones y más escucha de los itinerarios que no pocos religiosos han ido haciendo, muchas veces solos y muchas veces llenos de fe y de vacío a su alrededor.

La cuestión es empezar a escuchar a otros y, con paciencia, oír cómo narran sus

experiencias de viaje. Pero hay que hacerlo con visión. Y ésta no se compra. Se tiene o no. Lo peor es que si no se tiene, se enfatiza en exceso lo que nos ha dado seguridad, o lo que se ha hecho siempre…

La gran cuestión no es tanto el envejecimiento o la disminución, cuanto la carencia

de buenos guías que dediquen sus horas a lago más que a garantizarse su espacio o puesto. La vida religiosa no puede vivir sin la profecía de líderes que sepan y puedan serlo, que tengan ideas a las que respalde la propia vida, que ofrezcan autenticidad desde lo que creen y que estén dispuestos a ser los primeros en las inclemencias del trayecto. Se nota mucho cuando se proponen rumbos que, o no se creen, o solo sirven para que el tiempo pase sin disgustos y la gente esté entretenida.

La humildad de recalcular posibilitaré nuevos trayectos. Es un indicador de liderazgo

con visión. Es algo así como tener en cuenta la realidad de quienes caminan; o atender las necesidades reales de quienes buscan; o no dar nada por supuesto.

Guías que lideren nueva misión nacen cuando, en la dinámica de la asignación de

responsabilidades o cargos, nos liberamos de la tentación de comprarlos con las “monedas” de la compensación, de la historia, de la manipulación o del miedo.

Definitivamente, necesitamos una era significativa de superiores que se dejen guiar

por la inquietante inestabilidad del Espíritu. Un navegador al que sólo se accede desde la fe.