13) El Aparato Estatal en Los Países Del Tercer Mundo y Su Relación Con El Cambio Socioeconómico

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  • Edicin francesa: Revue internationale des sciences sociales (ISSN 0304-3037), Unesco, Paris (Francia).

    Edicin inglesa: International social science journal (ISSN 0020-8701), Unesco, Paris (Francia).

    Edicin rabe (selecciones trimestrales): Al-Madjalla al-Dawaliyya lil-'Ulm ul-Idjtim'iyya, Unesco Publications Centre, 1 Talaat Harb Street, Tahrir Square, El Cairo (Egipto).

    Temas de los prximos nmeros La informacin socioeconmica: sistemas, usos y necesidades E n las fronteras de la sociologa Tecnologa y valores culturales

    Redactor jefe: Peter Lengyel Redactor jefe adjunto: Ali Kazancigil

    Corresponsales Bangkok: Yogesh Atai Belgrado: Balsa Spadijer Buenos Aires: Norberto Rodrguez

    Bustamante Canberra: Geoffrey Caldwell Colonia: Alphons Silbermann Delhi: Andr Bteille El Cairo: Abdel Mone im El-Sawi Estados Unidos de Amrica: Gene M . Lyons Londres: Cyril S. Smith Mxico: Pablo Gonzlez Casanova Mosc: Marien Gapotchka Nairobi: Chen Chemutengmende Nigeria: Akinsola Akiwowo Ottawa: Paul L a m y Singapur: S. H . Alatas Tokio: Hiroshi Ohta

    Precio y condiciones de suscripcin [A] Precio del nmero: 23 F Suscripcin: 1 ao, 70 F

    2 aos, 116 F

    Se ruega dirigir los pedidos de suscripcin a los agentes de ventas de la Unesco (vase la lista), quienes podrn indicar las tarifas en moneda local. Toda comunicacin de cambio de direccin debe ir acompaada de la ltima banda de expedicin.

    Imprenta de Presses Universitaires de France, Vendme . Unesco 1980

    Los artculos firmados expresan las opiniones de los autores y no necesariamente las de Ia Unesco.

    Los artculos de este nmero pueden ser reproducidos con la autorizacin de la redaccin.

    Toda correspondencia relativa a la presente revista debe dirigirse al redactor jefe de la Revista internacional de ciencias sociales, Unesco, 7, place de Fontenoy, 75700 Pars

  • revista internacional de ciencias sociales

    Revista trimestral publicada por la Unesco, Pars Vol. X X X I I (1980), n. 4

    Acerca del Estado

    Nicos Poulantzas

    Maurice Godelier

    S. N. Eisenstadt

    Romila Thapar

    Pierre Birnbaum

    Aristide R. Zolberg

    Guillermo O'Donnell

    Issa G. Shivji

    Immanuel Wallerstein

    Silviu Brucan

    Editorial 641

    Nota de investigacin acerca del Estado y la sociedad 657

    Orgenes y formacin Procesos de la constitucin, la diversidad y las bases del Estado 667

    Anlisis comparativo de la formacin de los estados en sus contextos histricos 683

    La formacin del Estado en la India antigua 716

    La evolucin en el centro Estados, ideologas y accin colectiva en Europa occidental 733

    Interacciones estratgicas y formacin de los estados modernos en Francia e Inglaterra 750

    Desarrollos en la periferia El aparato estatal en los pases del tercer m u n d o y su relacin con el cambio socioeconmico 783

    Algunas cuestiones tericas sobre el Estado en las formaciones sociales dominadas del frica 801 El sistema mundial Los estados en la vorgine institucional de la economa mundial capitalista 815

    El Estado y el sistema mundial 824

    ISSN 0379-0762

  • Debates abiertos Leon Zalmanovich Zevin El nuevo orden econmico internacional

    y la reorganizacin de Jas polticas de desarrollo econmico de los pases. en desarrollo 845

    Bases de datos socioeconmicos: situaciones y evaluaciones

    Fernando Gonzlez Vigil Estructuras nacionales de los datos y otros socioeconmicos primarios. VII: Per 857

    1 mbito de las ciencias sociales Andr Bteille, Sobre el concepto de tribu 905

    El Premio Stein Rokkan de investigacin comparada del C I C S . 909

    Servicios profesionales y documentales Theodore Wyckoff Lista sistematizada de unidades polticas

    nacionales en el siglo xx 913

    Calendario de reuniones internacionales 927

    Libros recibidos 931

    Publicaciones recientes de la Unesco 934

  • Acerca del

    Estado

  • Editorial

    C o m o observa Fernand Braudel en Civilisation matrielle, conomie et capitalisme, XV'-XVIir sicle, "hoy da el Estado goza del mayor predicamento". A dife-rencia de las estructuras estatales del pasado, el Estado contemporneo llena "todo el espacio social"; posee "esa fuerza de penetracin 'diablica' que le atribuye la actualidad"1.

    La fascinacin, entreverada del temor, que ejerce el Estado, ese "hijo m o n s -truoso de la fuerza y del derecho", segn Paul Valry, no es nueva; en el transcurso de los tiempos, ha inspirado un sinfn de metforas que evocan los monstruos a otras divinidades infernales de la mitologa, c o m o Leviatn o Moloch. L a ltimy en fecha de estas metforas, y sin duda no la menos sugestiva, se debe al escritor mexicano Octavio Paz: "el ogro filantrpico". Frmula que expresa admirable-mente los contradictorios sentimientos que suscita el Estado, principio dominador de vocacin totalitaria, pero tambin entidad tutelar que protege a los ciudadanos y regula la sociedad.

    Actualmente el Estado, pues, est por todas partes: en las sociedades indus-trializadas, en frica, en Asia, en Amrica Latina, tanto en el plano interno c o m o en el internacional. D e resultas de esta actualidad, es objeto frecuente de trato y atencin por parte de la que Rgis Debray ha llamado "la nouvelle mdiocratie"2 sufriendo as "la entropa de los media"3. U n a corriente m u y en boga es el antiesta-tismo, mixtura liberal-libertaria para la cual el Estado es el M a l absoluto. Otra corriente con xito es la que, maniquea y etnocntrica, sublima L'tat civilis*, haciendo el elogio sin reservas de un tipo de Estado determinado y condenando implacablemente a los dems a la categora de Estado desptico6. Cada cual tiene por bueno, menos bueno o detestable a este o al. otro sistema poltico, pero tales juicios no tienen absolutamente nada que ver con una accin desapasionada y seria que aspire a aportar explicaciones al fenmeno estatal.

    Los artculos recogidos en este nmero tratan de contribuir, gracias a las aportaciones de la sociologa, de la antropologa, de la ciencia poltica y de la historia, a la resolucin de las grandes interrogantes sobre el Estado.

    N o es la primera vez que la cuestin del Estado se aborda en nuestra Revista,

    Rev. int. de clenc. soc, vol. X X X I I (1980), n. 4

  • 642 - Editorial

    uno de cuyos nmeros, hace ya casi diez aos, estaba dedicado a " L a edificacin nacional en diversas regiones" (vol. XXIII, n. 3, 1971); varios artculos de esa entrega trataban de la formacin y del desarrollo del Estado en diversas partes del m u n d o .

    Estos artculos eran, en realidad, resultado final de un proyecto de investi-gaciones comparativas sobre la formacin del Estado y la edificacin nacional emprendido por la Unesco y el Consejo Internacional de Ciencias Sociales. Se celebraron una conferencia interregional (1970, Crisy-la-Salle, Francia), tres coloquios regionales en Europa, en Asia y en Amrica Latina, y una mesa redonda, de carcter ms tcnico, sobre datos para estudios histricos comparados refe-rentes a la edificacin nacional, todo lo cual dio c o m o fruto la publicacin, en dos volmenes, de Building States and Nations (1973), bajo la direccin de S. N . Eisenstadt y Stein Rokkan.

    Este ltimo muri prematuramente en 1979 (en su honor, el Consejo Inter-nacional de Ciencias Sociales acaba de crear un premio Stein Rokkan de investi-gacin comparativa), pero la presencia del profesor S. N . Eisenstadt entre los autores de este nmero tiende un puente entre los dos proyectos, a una dcada de distancia, durante la cual la problemtica del Estado ha evolucionado y se ha enriquecido con nuevas aportaciones tericas y empricas. C o n todo, releyendo hoy la entrega de la RICS de 1971 y los dos volmenes de la obra dirigida por Eisenstadt y Rokkan, podemos comprobar que la mayor parte de los problemas e hiptesis sobre el Estado que en ellos se formulan estn m u y cerca de las preocupa-ciones actuales, expresadas a continuacin en varios artculos, por no hablar de la riqueza de los captulos dedicados a la metodologa de las investigaciones comparativas, del constante afn por asegurar la confrontacin entre la teora y los datos empricos y por integrar la historia en los anlisis sociolgicos. As, algunos de los puntos esenciales de las citadas reuniones y de los volmenes en que se plasmaron analizaron el carcter especfico de la formacin y desa-rrollo del Estado en diferentes regiones del globo, las conexiones entre dicho proceso y la cultura propia de cada una de estas regiones, hacindose el intento de evaluar las implicaciones de todo ello para el tercer m u n d o y de plantear la cuestin de las "Alternatives to the Nation State" (vol. I, p . 25).

    . Entre otros nmeros de la RICS que han abordado el tema del Estado, mencionaremos tambin el vol. X X X , n. 1 (1978), dedicado a " L a territorialidad: parmetro poltico", en el que Silviu Brucan.que colabora en el presente nmero, haba planteado ya la cuestin: " L a nacin-estado se mantendr o desapare-cer?" (p. 9-32), y demostrando que no podramos desembarazarnos tan fcil-mente de esta vieja conocida. Otros tres artculos de ese nmero trataban de los aspectos territoriales del Estado. Citaremos tambin el vol. X X V I , n. 4 (1974): " A la recherche de l'organisation rationnelle", con artculos sobre la burocracia estatal y el sector pblico en diversos pases.

  • Editorial 643

    II

    Consagrado a un tema que se halla en el foco de las preocupaciones bsicas de las comunidades de ciencias sociales de todo el m u n d o , este nmero quisiera ser tambin un homenaje a la memoria de Nicos Poulantzas, fallecido en octubre de 1979. Cuando decidimos abordar el tema del Estado, Nicos Poulantzas fue el primer especialista a quien consultamos y tuvo la gentileza de redactar, en junio de 1978, a peticin nuestra, una "Nota de investigacin sobre el Estado y la sociedad". Es evidente que dicho texto no estaba destinado a la publicacin, y su autor, que segua de cerca los adelantos de nuestro proyecto, se dispona a proporcionarnos un manuscrito sobre el Estado y la democracia en la actualidad (el tema VI de la "Nota de investigacin"), que tena que haber aparecido en este nmero. N o obstante hemos decidido publicar la referida nota, pues, aunque esquemticamente, refleja bastante bien el pensamiento de Nicos Poulantzas sobre el Estado.

    E n el conmovedor "Tmoignage" que publicaron en el diario francs Le Mond, poco despus de su muerte, sus amigos saludaban no slo al socilogo, al intelectual y la considerable obra que nos deja, as c o m o al militante del socia-lismo democrtico, sino tambin al amigo "lleno de vida, generoso y cordial... siempre dispuesto a rectificarse cuando se senta obligado a ello por el movimiento de lo real". E n el anuncio de su ltima obra sobre L'tat, le pouvoir et le socia-lisme (1978), en la que profundizaba y renovaba algunas de sus posiciones tericas, Nicos Poulantzas escriba: " A s u m o la responsabilidad de lo que escribo y hablo en mi propio nombre".

    m

    El fenmeno del Estado es complejo. Mejor que entrar en el juego de las defini-ciones, siempre demasiado vagas o demasiado estrechas, y raras veces tiles, vamos a enumerar al azar algunas cuestiones, entre otras muchas posibles, que ilustran dicha complejidad: es el Estado solamente una institucin con su buro-cracia y sus funcionarios y encargados de funciones harto especficas, c o m o la polica, la defensa, la justicia, etc., o es un concepto jurdicamente definido, afn al de la soberana o equivalente al del orden pblico, o, en una perspectiva socio-lgica, un mbito en el que se enfrentan diferentes fuerzas sociales? Es consustancial con la sociedad, con el conjunto de los procesos sociales, polticos y econmicos, o constituye una entidad aparte, hija de la sociedad pero situada por encima de ella? Es el Estado necesariamente territorial? En qu se diferencia del poder poltico? Y del gobierno? Y del sistema poltico? Pueden calificarse c o m o Estado todas las formas de dominacin poltica, desde los cacicazgos de las sociedades primitivas hasta el Estado contemporneo, pasando por la polis de la Grecia antigua, la feudalidad europea, los imperios histricos y las monarquas

  • 644 Editorial

    absolutistas? E n la literatura filosfica, histrica y sociolgica, el Estado ha recibido sucesivamente una u otra de las acepciones contenidas en estas interro-gaciones. E n la International Encyclopedia of the Social Science (1968), el artculo del Estado remite a otros 45, entre ellos autoridad, gobierno, poltica internacional, nacin, nacionalismo, poder, estructura social, soberana, legitimidad, democracia, constituciones y constitucionalizacin, proceso poltico, monarqua, comunismo, marxismo, anarqua, religin, Platn, Aristteles, Maquiavelo, Bodin, Burke, Rousseau, Hegel, etc. E n A Dictionary of the Social Science (1964), de J. Gould y W . L . Kolb, el artculo sobre el Estado hace referencia a cuatro elementos constitutivos que lo distinguen de otras entidades polticas: pueblo, territorio, gobierno e independencia, no sin hacer constar que es difcil a este respecto ceirse a u n enfoque puramente descriptivo y no abordar cuestiones tales c o m o "por qu existe el Estado?", "por qu obedecemos al Estado?", "qu justifica la existencia del Estado?".

    Tales preguntas, que inquieren por el origen y la naturaleza del Estado, del poder y de la autoridad poltica, se han formulado, desde Platn y Aristteles, en el pensamiento poltico de todas las grandes civilizaciones, judeo-cristiana, islmica, china o india.

    Fue Maquiavelo el primero que utiliz la palabra Estado (del latn status, participio de stare: estar en pie) tal c o m o hoy lo entendemos. Despus de los pensadores del Renacimiento, de la Ilustracin y de la primera mitad del siglo xix, el Estado fue discutido y analizado por las ciencias sociales, a partir de M a r x . E n su excelente obra sobre la Sociologie de l'tat (1979), B . Badie y P . Birnbaum efectan un anlisis crtico francamente notable de las teoras sociolgicas sobre el Estado, desde M a r x hasta la sociologa contempornea, pasando por Durkheim, W e b e r y los funcionalistas (p. 13-119).

    A d e m s de la sociologa poltica y la antropologa social, el Estado ha constituido a m e n u d o el centro de las preocupaciones de la ciencia poltica. Durante m u c h o tiempo estos estudios estuvieron dominados, tanto en Europa continental c o m o en los Estados Unidos, por el enfoque jurdico, y la ciencia poltica fue considerada c o m o equivalente de StaatswissentichafP'.. Despus de la segunda guerra mundial, la ciencia poltica norteamericana estuvo domi-nada por el behaviorismo y los estudios empricos. Se consideraba al Estado una entidad demasiado vasta para ser estudiada con garantas de validez. Los procesos polticos, el comportamiento poltico de los individuos y de los grupos fueron analizados por los paladines del funcionalismo estructural y del anlisis sistmico. Sera intil buscar el Estado en la serie de obras sobre poltica compa-rada [principalmente G . A l m o n d y J. Coleman (comp.), The Politics of the Developing Areas, L . Pye (comp.), Communications and Political Development, J. Lapalombara (comp.), Bureaucracy and Political Development, R . W a r d y D . Rustow (comp.), Political Modernization in Japan and Turkey, L . Pye y S. Verba (comp.), Political Culture and Political Development, L . Binder y otros,

  • Editorial 645

    Crises and Sequences in Political Development] publicadas en los aos 1960 en los Estados Unidos bajo los auspicios del Committee on Comparative Politics del Social Science Research Council y que han ejercido considerable influencia sobre varias generaciones de estudiantes y de investigadores en el mbito de las ciencias polticas.

    Se analizaban entonces los regmenes polticos, sobre todo en los pases del tercer m u n d o , con arreglo a este enfoque desarrollista o de modernizacin, prescindiendo no slo del Estado, sino tambin de las relaciones de dominacin-dependencia, es decir, de la historia de estas sociedades. L a rplica de los espe-cialistas latinoamericanos se expres en la teora de la dependencia, y, a partir de los aos 1970, tanto en Amrica Latina c o m o en frica y en Asia, la problemtica del Estado se situ en el centro de las preocupaciones de los investigadores.

    U n a disciplina donde el concepto de Estado ha ocupado siempre u n puesto central es la de las relaciones internacionales. Sin embargo, en la teora de las relaciones internacionales, suele considerarse al Estado c o m o u n dato, una unidad de base, cuyo comportamiento y ubicacin en el sistema internacional se someten a anlisis sin preocupacin alguna por su naturaleza y su especificidad, ni siquiera a la hora de analizar los factores internos que influyen en su poltica exterior.

    Jams ha perdido su importancia el Estado para los historiadores marxistas que trabajan en las diferentes disciplinas de las ciencias sociales. E n cambio, para los politlogos y socilogos adscritos a otras escuelas de pensamiento, se trata de un redescubrimiento del Estado. Esto es as principalmente en los Estados Unidos, donde tras los notables trabajos de los neomarxistas y la renovacin de la economa poltica8, el establishment se' interesa de nuevo por el estudio del Estado, despus de haberlo relegado al olvido por espacio de dos dcadas9. Por ejemplo, Daedalus, la revista de la American Academy of Arts and Sciences, ha publicado recientemente un nmero (otoo de 1979) titulado " T h e State"..

    Tambin las asociaciones profesionales internacionales en las distintas disciplinas de la ciencia social se interesan cada vez m s por el estudio del Estado. Por ejemplo, el programa del XII Congreso Mundial de la Asociacin Interna-cional de Ciencia Poltica, a celebrar en 1982 dedicar amplio lugar a esta cuestin.

    IV

    Entre las diferentes maneras de inquirir sobre la realidad del Estado, los artculos de este nmero atienden principalmente a dos: el enfoque gensico y el enfoque funcional. E n efecto,, si se quiere comprender y explicar la naturaleza, el papel y las formas de este fenmeno que es el Estado, debe necesariamente tomarse en cuenta su formacin, c o m o m o d o de dominacin, universal y especfico, no menos que sus funciones y sus comportamientos en todas las esferas de la sociedad y en el plano internacional.

  • 646 Editorial

    Maurice Godelier, R . Thapar y S. N . Eisenstadt dedican sus artculos respectivos a los procesos endgenos, que dan origen al Estado, a indagar lo que pudo suceder para que el Estado apareciese. Para Godelier, en la base del Estado se encuentra la diferenciacin fundada en unas relaciones dialcticas entre la violencia y el consentimiento. E n su texto formula hiptesis que esclarecen el fenmeno de la obediencia generalizada, y acerca de lo que constituye el cimiento de toda vida en sociedad, es decir, la aceptacin compartida de ciertas represen-taciones del orden social y csmico por grupos con intereses contrapuestos. Problema ste que aborda tambin Eisenstadt, pero con arreglo a premisas diferentes. Considera este ltimo los modos de percepcin y de valoracin de la realidad social y del orden csmico, compartidos por los miembros de una sociedad, que l llama "cdigos culturales" c o m o un dato previo cuyo papel, en los procesos de institucionalizacin de las sociedades, analiza, mientras Godelier se afana por demostrar los mecanismos de estas representaciones. Para l, es esencial hacer explcitos los mecanismos mediante los cuales el consentimiento de la mayora se obtiene espontneamente y de m o d o m u c h o m s eficaz que con la ms brutal de las violencias, y sostiene que lo que propicia este consentimiento y legitima la dominacin es que sta aparece c o m o un servicio que los dominadores prestan a los dominados. Los anlisis de Godelier, ilustrados con ejemplos tomados de varias sociedades arcaicas y de imperios histricos c o m o el de los Incas, son asimismo de una gran pertinencia para la comprensin del Estado moderno. Otro tanto cabe decir del papel que asigna a la ideologa y ms especialmente a la religin, que considera, no c o m o simple reflejo o c o m o sistema de represen-tacin llamado a legitimar, a posteriori, unas relaciones de dominacin que nacieron sin ellas, sino, bien al contrario, c o m o una de las condiciones de forma-cin de dichas relaciones, una parte de la armazn interna de las relaciones de produccin y de explotacin. Sobre este punto, salvadas las diferencias paradig-mticas, comparte las preocupaciones no slo de Eisenstadt sino tambin de Pierre Birnbaum, quienes establecen una estrecha correlacin entre lo cultural y lo estatal.

    Pero a qu atribuir la diferenciacin interna de las funciones sociales que sobrevino dentro de las unidades tribales y la formacin de las nuevas jerarquas, no fundadas ya en relaciones de parentesco, sino en divisiones de nuevo cuo rdenes, castas, clases que sealaron el paso de la sociedad sin Estado a la sociedad estatal? Esta diferenciacin se debe a las nuevas relaciones materiales de los hombres con la naturaleza y entre s, derivadas de la agricultura y de los intercambios y que exigen una divisin del trabajo. Las divisiones sociales entre grupos de parentesco de las comunidades primitivas se transforman en relaciones de explotacin en virtud de un triple mecanismo: la minora dominante desva en beneficio suyo el producto del trabajo comunitario (Godelier lo caracteriza c o m o el proceso en el que el trabajo "adicional", travail-en-plus, que sirve a la reproduccin de toda la comunidad, se transforma en "sobre-trabajo", sur-travail,

  • Editorial 647

    en beneficio exclusivo de la minora dominante). Esta minora representa a la comunidad frente al exterior, controla en consecuencia la circulacin de los bienes y servicios y, finalmente, se erige en duea del usufructo de los recursos comunes (la tierra), lo cual conduce a la dependencia no slo ideolgica y social, sino tambin material, de la mayora con relacin a la minora.

    Destaca Godelier la diversidad de estas transformaciones, que dieron lugar a diferentes jerarquas rdenes, castas, clases y sostiene que existen "tantas formas de Estado c o m o de jerarquas sociales y m o d o s de produccin sustenta-dores de estas jerarquas", pero que "la existencia de una forma de Estado no es siempre el producto automtico de la existencia de una jerarqua de rdenes o de clases".

    Romila Thapar inicia su detalladsimo anlisis histrico de la formacin del Estado en la India pronuncindose contra la aplicacin al caso indio de los conceptos de despotismo oriental y del m o d o de produccin asitico (m.p.a.), al que reprocha fundamentalmente su incompatibilidad con el enfoque dialctico, as c o m o la ausencia de pruebas empricas a su favor.

    Sostiene Thapar que en la aparicin de un sistema estatal en la India, en el valle del Ganges, hacia la mitad del primer milenio antes de nuestra era, la tran-sicin del parentesco a una sociedad estratificada, por una parte, y la conquista, por la otra, no tuvieron en m o d o alguno un papel exclusivo, y que este proceso vari de los Estados centralizados y unitarios a los Estados segmentarios, pasando por diversos sistemas descentralizados en cuyo seno los campesinos posean tierras y las actividades comerciales eran m u y amplias, dos variables que son incompa-tibles con el m . p . a . La autora llama la atencin sobre las relaciones entre las castas y los intereses econmicos, relaciones harto m s complejas de lo que muchos observadores imaginan, y sobre la importancia de la economa rural y del comercio entre los centros urbanos en la India antigua.

    Insiste, pues, R . Thapar en la diversidad de los caminos que conducen a la formacin del Estado indio premoderno. Es interesante observar que el concepto del m o d o de produccin asitico ha suscitado siempre apasionadas controversias en pases c o m o la India o Turqua, a los que se les ha querido aplicar. R . Thapar se rebela contra. el hecho de que los colonizadores e historiadores britnicos hayan propagado la nocin del despotismo oriental, viendo en ello, no sin razn, las reminiscencias de ciertos prejuicios invalidados por los datos empricos.

    Parece traslucirse ah un aspecto epistemolgico: los intelectuales de los pases en desarrollo a los que se ha pretendido aplicar el concepto de m . p . a . lo han recusado en su mayora, ya que ste implicaba que sus sociedades estuviesen estancadas o que fuesen sociedades "fras", con arreglo a la taxonoma de Claude Lvi-Strauss, permaneciendo as al margen de la historia, del progreso y de la evolucin general de la humanidad, en cuyo ncleo se hallaron las sociedades "clidas". Ven el m . p . a . y el despotismo oriental c o m o nociones desvalorizadoras. Para M a r x , . c o m o observa Maurice Godelier, el m . p . a . llevaba casi siempre el

  • .648 Editorial

    inmovilismo, toda vez que sus formas de Estado y de opresin hacen difcil la aparicin de la propiedad privada. El m . p . a . se distingue del m o d o de produccin antiguo y del m o d o de produccin germnico, una de cuyas variantes, influida, por R o m a , condujo en Europa al m o d o de produccin feudal, el cual vino a desembocar en el m o d o de produccin capitalista y, en el plano poltico, en el Estado absolutista y posteriormente el Estado moderno.

    S. N . Eisenstadt sugiere, para estudiar el Estado, u n cuadro analtico funcio-nalista, y se interesa, en una perspectiva comparativa, por los factores que condi-cionan los procesos de institucionalizacin d las sociedades. Identifica dos de tales factores: por una parte, las tradiciones culturales, y, por la otra, los contextos poltico-ecolgicos de las sociedades y, m s especialmente, los lugares que ocupan en el sistema internacional, sobre todo desde el punto de vista de los modelos de hegemona y de dependencia. Las tradiciones culturales consisten en cdigos culturales, smbolos de identidad colectiva y m o d o s de legitimacin de] orden social y poltico. Eisenstadt advierte que las formas institucionalizadas de estas orientaciones culturales subsisten de manera durable a travs de las fases hist-ricas que atraviesan las sociedades. Volviendo a las hiptesis que ya expuso en The political systems of Empires (1963), distingue varias formas estatales (analiza m s especialmente los sistemas imperial, imperial-feudal, patrimonial y de ciudad-estado), con arreglo a las caractersticas de las lites, de las orientaciones culturales y de los procesos de cambio.

    Dentro de la evolucin de estas formas estatales, que el autor ilustra mediante el anlisis de las diferentes sociedades donde existieron (India, Islam, China, Europa occidental),.se esfuerza por demostrar las diferentes configuraciones del centro y de las periferias, de la estratificacin social, de las lites m s o menos autnomas y de los m o d o s de cambio y de conflicto, ntimamente rela-cionados estos ltimos con los procesos de institucionalizacin de las orientaciones culturales y con los contextos poltico-ecolgicos. Reseamos dos aspectos de este marco conceptual tan sumamente elaborado: en primer lugar, enriquece el enfoque funcionalista del Estado, integrando en l los conflictos y el cambio, y sobre todo procurando tomar en cuenta los efectos del sistema internacional considerado en trminos de hegemona, de centro imperial y de dependencia sobre las configuraciones institucionales, las lites y los procesos de cambio de las sociedades y, particularmente, de las sociedades perifricas. A continuacin, hallamos en el esquema :de Eisenstadt, el papel estratgico en la formacin del Estado que la sociologa funcionalista asigna a las lites, pero l ampla esta visin insistiendo sobre las funciones de las lites secundarias junto a las princi-pales, por lo que su concepcin del Estado no se reduce a la de una "sala de mquinas"10 cuyas palancas de m a n d o estaran en manos de las lites.

    C o n Pierre Birnbaum y Aristide Zolberg, abordamos la aparicin del Estado moderno en Europa occidental. El proceder metodolgico de ambos autores consiste en integrar.la historia en la sociologa poltica. Otra actitud

  • Editorial 649

    que comparten es la de subrayar la especificidad y la originalidad, con relacin a todas las formas estatales que han existido en la historia ciudad-Estado, federacin tribal, Imperio, monarqua absolutista, etc. "de la frmula poltica" que escribe en estas pginas Pierre Birnbaum "al final de la Edad Media, se impuso a ciertas sociedades europeas cuyo centro chocaba con la resistencia de poderosas feudalidades perifricas (...). Vinculado a una historia particular, dentro de un contexto sociocultural y religioso especfico resultado de una inmensa diferenciacin de las estructuras sociales (...) el Estado se presenta (...) c o m o una mquina poltico-administrativa institucionalizada, servida por funcionarios que se identifican con s rol, separada de la sociedad civil sobre la que intenta ejercer una tutela completa controlndola mediante sus rganos administrativos y su aparato jurdico particular, dominndola con su poltica, animndola con sus intervenciones econmicas, avasallndola, en suma, mediante la conquista de los espritus a los que inculca sus propios valores". Este modelo perfeccionado, este tipo ideal, corresponde al Estado francs, el m s acabado que existe, mientras en Prusia la institucionalizacin qued incompleta, lo m i s m o que en Italia y en Espaa11.

    E n cambio en otras sociedades, c o m o Inglaterra, que no hubieron de arrostrar semejantes crisis de la feudalidad12, o c o m o los Estados Unidos, donde jams existi feudalismo, asistimos a una subestatificacin, cuyo modelo es Gran Bretaa, que se habra dotado de un centro m s que de un Estado. Pues aqu la centralizacin del sistema poltico no se acompa de una diferenciacin a fondo de las estructuras poltico-administrativas, y la sociedad civil no hizo m s que autorregularse.

    Pierre Birnbaum establece, pues, una distincin entre, por una parte, el estado, el "centro poltico" subestatificado, y, por la otra, la sociedad civil, o incluso el Estado moderno europeo, de las otras formas de Estados histricos, en Europa o fuera de ella13. Pero tambin tiene la ventaja de enfocar el Estado a partir de su entorno social, cultural y poltico, de precisar los contornos del Estado moderno, y sobre todo, de demostrar que, en su forma y funciones actuales, no constituye, "para siempre y en todas partes, el nico m o d o de gobierno de las sociedades". El Estado moderno no es, pues, una institucin universal; la forma adoptada en Europa se ajusta a la cultura y a la historia particular de esta regin y ha sido por ellas determinada. Birnbaum se apoya m s en la variable poltica a expensas de la variable econmica y afirma que la aparicin de las formas estatales especficas de Europa ha tenido relaciones m s bien lejanas con el desarrollo de la economa mercantil. Por lo que se refiere al tercer m u n d o , observa que la construccin del Estado se ha realizado en los pases correspondientes "por mimetismo, por adopcin m s o menos forzada de modelos exgenos"14. E n adelante, toda discucin conceptual referente al Estado moderno debera remi-tirse a este tipo de anlisis.

    Aristide Zolberg coloca la dimensin poltica estratgica en el centro de sus

  • 650 Editorial

    anlisis. Zolberg se declara partidario de fijar la atencin en lo que l llama la "interfaz", zona de interaccin de las facetas internas y externas del Estado. Sin embargo, segn Zolberg, en el anlisis de la formacin de los Estados, ni el factor estratgico-poltico ni la economa del m u n d o capitalista deben consi-derarse "sobredeterminantes", sino que deben verse tambin c o m o dos conjuntos que confluyen en la interfaz y cuyas relaciones, a priori indeterminadas, deben examinarse caso por caso. Fiel a su proyecto de permitir "a la macrosociologa poltica (...) rechazar lo ms lejos posible el punto a partir del cual penetra en la zona de la historia pura y simple", Zolberg analiza, con un gran lujo de detalles, los orgenes medievales del Estado, la formacin del sistema interestatal en la Europa moderna y el papel que desempearon las interacciones entre Francia e Inglaterra en la formacin del Estado moderno en estos dos pases, en el curso de los siglos xvii y x v m . Demuestra que las guerras y la configuracin inter-nacional durante este perodo tuvieron efectos contrapuestos sobre estos dos pases.

    ;Mientras que en Francia contribuyeron a la formacin de la monarqua absolutista que acentu las tensiones internas y obstaculiz el desarrollo de la economa, en Gran Bretaa, la misma variable, tras haber contribuido a eliminar la posibilidad de una solucin absolutista, fortaleci el parlamentarismo. E n la primera, el Estado aument su dominio sobre la sociedad civil; en la segunda, la sociedad civil circunscribi los poderes del Estado.

    Guillermo O'Donnell e Issa Shivji tratan del Estado en las formaciones sociales dependientes. El primero adopta una perspectiva comparativa, que ilustra contrastando las circunstancias de la formacin del Estado en Amrica Latina con las que en este mbito han prevalecido en Asia y frica. El anlisis de O'Donnell tiene el mrito de tomar en cuenta gran nmero de factores, c o m o son las caractersticas de las potencias coloniales, de los pases que sufrieron la colonizacin, y las del sistema mundial, que se ha transformado considerablemente entre los siglos xix y xx. L a formacin del Estado moderno en Amrica Latina, por ejemplo, tuvo lugar contra potencias colonizadoras precapitalistas, en el contexto del capitalismo competitivo, mientras que para los pases asiticos y la mayor parte de los africanos se trataba de luchar contra potencias capitalistas altamente desarrolladas, en el contexto del capitalismo monopolista y de las sociedades transnacionales; pero, en cambio, estos pases se han beneficiado de la presenciaren el sistema internacional, de los pases socialistas, y, en muchos casos, de la ayuda poltica, econmica y militar.de los mismos.

    L o que sorprende en G . O'Donnell es que, contrariamente al proceder que consiste en analizar el Estado partiendo de la sociedad, comience a partir del Estado para ir hacia la sociedad. Sostiene, en efecto, que, a diferencia de los pases del centro, en la periferia son los aparatos estatales los que han dado forma a las sociedades y determinado el espacio sociopoltico por medio de la edificacin nacional y el control de las transacciones econmicas, y especifica su tesis haciendo intervenir variables sociales e internacionales.

  • Editorial 651

    Issa Shivji se refiere a frica, y ms especialmente a Tanzania. Parte del hecho manifiesto de que nadie en frica ha podido demostrar de forma convin-cente que la teora marxista no sea vlida para frica y, todava menos, proponer otra teora del Estado. Por eso se acoge a la tesis que asimila el Estado a u n instru-mento de las clases dominantes, pero se guarda de considerarlo una mquina burocrtico-militar que pueda pasar, tal c o m o es, de manos de la burguesa, a las del proletariado; puesto que el Estado es una categora de clase, toda revo-lucin debe aniquilarlo y sustituirlo, por otra estructura estatal. Expresa su desa-cuerdo con los que niegan la naturaleza de clases del Estado africano y que sostienen la teora del "Estado no capitalista", que sera un Estado de transicin, ya no burgus, sin- llegar a ser an socialista.

    Shivji da un repaso a las diferentes teoras que intentan descubrir la especi-ficidad del Estado africano. Todas estas tentativas se alejan, a su entender, del marxismo y no aportan nada a la comprensin del Estado en esta regin. Se detiene ms especialmente en la vieja teora de la unidad, del capital financiero internacional, defendida1 principalmente por Kautsky, y que al parecer cuenta hoy con partidarios en frica. Esta unidad constituira el fundamento de una clase dominante mundial. Pues bien, dicha oligarqua internacional sera la.clase dominante en los Estados africanos, no slo econmica sino tambin poltica-mente. El personal poltico local no sera otra cosa que "agentes de servicio" y el Estado neocolonial tendra la misma naturaleza que el Estado colonial, es decir, seguira siendo el Estado de las burguesas del centro. El rechazo de esta tesis por Issa Shivji es.significativo y refleja una actitud bastante difundida entre los intelectuales del tercer m u n d o : en efecto, el derecho de las naciones oprimidas a crear Estados polticamente independientes se considera un logro que no puede cuestionarse. A u n cuando la dominacin econmica contine, el poder no, es ya directamente ejercido por las burguesas de las metrpolis, sino por clases dominantes locales, en el seno del Estado neocolonial. Estas clases locales, cuyas facciones mantienen alianzas con distintas potencias imperialistas, son ms o menos autnomas segn los casos, y las contradicciones internacionales y nacio-nales hacen que exista, dentro de estas formaciones sociales dominadas, una crisis de hegemona, de donde se derivan las incesantes crisis polticas. Por otra parte, la dominacin imperialista se empareja con la existencia, en el interior, de unas relaciones sociales precapitalistas, y todos estos elementos influyen en el carcter del Estado. E n el tercer m u n d o se contempla hoy el Estado c o m o un instrumento de liberacin poltica, preludio de la liberacin econmica, y es asimismo la expresin de la dignidad de los pueblos que fueron un da colo-nizados. Es para ellos un medio de aparecer en el teatro de la historia, pero tambin de defenderse colectivamente contra el imperialismo, contra las sociedades transnacionales.

    L a idea directriz del artculo de Immanuel Wallenstein incluido en estas pginas, que se encuentra ya sin duda en sus obras The Modern World System

  • 652 Editorial

    (vol. I, 1974 y vol II, 1980) y The Capitalist World-Economy (1979), es que "los estados, las clases, los grupos de estados tnico/nacionales, las familias, forman un vrtice institucional que es tanto el producto c o m o la vida moral del capital: su economa-mundo. Lejos de ser esencias primigenias y preexistentes, son exis-tencias dependientes y cotrminas". Echamos as de ver todo lo que separa tal enfoque de la sociologa poltica de Birnbaum y de Zolberg. Se trata, en realidad, de una inversin total de perspectiva, sobre todo con la afirmacin de que los comportamientos de los Estados constituyen la variable interviniente15, cuando para Birnbaum el Estado es la variable independiente.

    U n caso ajemplar, casi una piedra de tope, para todos estos anlisis del Estado, tan distintos, y las cuestiones que plantean, parece ser la revolucin iran. Ah tenemos una sociedad que ha rechazado un modelo estatal, proyeccin del centro (Birnbaum) y dependiente de ciertos factores poltico-estratgicos (Zolberg), en el cual ejercan el poder algunas facciones de la clase dominante y cuya economa estaba dominada por el imperialismo (Shivji), de tal suerte que cabe tambin sostener que el Estado en cuestin era un producto de la economa-m u n d o capitalista (Wallerstein). Observamos en l actualmente procesos end-genos que se apoyan en cdigos culturales, en smbolos de identidad colectiva y en m o d o s de legitimacin islmicos (Eisenstadt), que recusan nociones de origen occidental tales c o m o la modernidad, el progreso, la laicidad, que aspiran a destruir las viejas estructuras estatales (Shivji) y a dejar que se manifiesten unas formas de Estado que hacen referencia a la cultura y a la historia iram'es.

    A este respecto se planteara la cuestin de saber qu factores desempea-ran el papel determinante en el proceso promovido por la contestacin iran del Estado: procesos poltico/ideolgicos; los lazos entre las orientaciones cultu-rales, la institucionalizacin y el cambio social; algunos elementos que se siten en la interfaz de las esferas internas y externas de la sociedad; bien los procesos del "sistema histrico" dominante, es decir, de la economa-mundo capitalista? Entre lo polticosocial y los econmicosocial, cul de estos factores constituir la variable independiente, relegando al otro al rango de variable interviniente?

    Wallerstein justifica sus opciones tericas con una toma de posicin filos-fica: el materialismo. Y una consideracin heucarstica: qu criterio sera capaz de dar cuenta de la parte m s amplia posible de la accin social? Y su respuesta es: los procesos integrados de produccin, de los que se sirve para delimitar un "sistema histrico" (trmino que prefiere al de "sociedad" o al de "formacin social"). L a economa-mundo capitalista constituye uno de estos sistemas hist-ricos, aparecido en Europa en el siglo xvi. H a venido extendindose durante cuatro siglos, para terminar integrando todo el planeta, y ha engendrado todas las instituciones modernas, incluido el Estado.

    Para Wallerstein, los Estados son instituciones que responden a las necesi-dades de las fuerzas de clase que operan y que se han constituido al nivel de la economa-mundo. Son, objetivamente, clases de la economa-mundo, y, subjeti-

  • Editorial 653

    vmente, clases de un Estado. Paradgicamente, tanto la burguesa c o m o el proletariado expresan su conciencia de clase a u n nivel el del Estado que no refleja sus objetivos econmicos reales. Tal anomala incita a estas clases a definirse en trminos de grupos, el principal de los cuales es la nacin. Otros son la religin, la raza, la lengua, la cultura, etc. Estas solidaridades enmarcan la anomala de las clases organizadas sobre una base nacional o estatal. El hecho de que segmentos de la burguesa y del proletariado mundial se definan sucesiva-mente en trminos de grupos nacionales,, religiosos, tnicos o de clases, se debe a las dificultades que se presentan para salvar la crucial antinomia entre las clases objetivas de la economa-mundo y las clases subjetivas del Estado.

    El concepto de economa-mundo capitalista abre notables perspectivas para el enfoque global e integrado del sistema mundial, y del lugar que en l ocupa el Estado. Silviu Brucan se interesa tambin por el sistema mundial. Pero, en el enfoque de este ltimo, de una factura ms clsica, m s en la tradicin de la teora de las relaciones internacionales, el Estado no es un producto del.sistema mundial, sino un actor que influye en el sistema mundial y que, a trueque, se ve por l afectado.

    Por lo que a la nacin-Estado se refiere (pues permanece fiel a esta asociacin, un tanto abandonada en nuestros das, considerndola conceptualmente m s til para los estudios internacionales, mientras que el par sociedad-Estado lo sera ms para el estudio de los sistemas polticos nacionales), comienza con una revalorizacin de las teoras clsicas del Estado, incluida la de M a r x . Estas teoras clsicas fueron todas.formuladas conforme a un modelo de Estado auto-suficiente, que funcionaba en campo acotado, y en el que el sistema social global se corresponda exactamente con la sociedad nacional.

    Ahora bien, hoy en da, los tipos de Estado existentes se hallan mayor-mente determinados por el contexto internacional y sus comportamientos estn ms influidos por factores externos,que por conflictos y procesos de clases. Y esto es tanto m s verdad cuanto que vivimos una poca de transicin, del sistema internacional al sistema mundial. A este respecto, Brucan, aun aprobando a Wallerstein y su economa-mundo capitalista, no rechaza tampoco a u n autor c o m o George Modelski, que pone el factor poltico en el centro del proceso de la formacin del sistema mundial (a ejemplo de Aristide Zolberg, que cita a Modelski en su bibliografa).

    El Estado debe estudiarse en relacin con los agregados humanos. las clases y las etnias as c o m o con las dinmicas creadas por los comportamientos de esos agregados. Aborda Brucan dos temas: las clases, la ideologa y la. poltica extranjera, por una parte, y el grado de autonoma del Estado con relacin a su base econmica, por la otra. Y presenta cinco tesis: los intereses de clases funcionan verticalmente dentro de una nacin pero.no horizontalmente entre las naciones; en poltica internacional, la nacin desempea un papel distinto al de la clase; estratgicamente, la poltica exterior tiene una base de clase, pero en sus relaciones

  • 654 Editorial

    en caliente, los gobiernos gozan de una amplia autonoma; el Estado es sin duda el instrumento poltico de las clases dominantes, pero las formas de hacerlo funcionar pueden cambiar y, en definitiva, la nacin-Estado opera en la interseccin de las fuentes internas de la poltica exterior con los factores internacionales.

    Brucan considera el sistema mundial c o m o una estructura integrada que funciona segn principios de comportamientos identificables y que comprende unidades los estados cuyas actividades se ven cada da m s supeditadas a las exigencias internas del sistema mundial. E n el origen de este nuevo sistema global integrado sita, m s que el capitalismo o que el factor poltico, la revolucin cientfica y tcnica. Ilustra esta afirmacin con el anlisis de las esferas militar, econmica y poltica, y tan grande estima el impacto globalizante de la revolucin cientfica que, a su m o d o de ver, puede provocar la erosin de las posiciones ideolgicas. .

    E n cuanto al m u n d o capitalista, advierte "el fin de la era liberal", la "poli-tizacin de la economa" y, sobre todo, las tentativas de los grandes pases capi-talistas "de planificar el desarrollo del m u n d o industrializado en su totalidad". El tat-veilleur de nuit de Lassalle (o Estado-gendarme), que se.contentaba con garantizar la seguridad de los burgueses y del m u n d o de los negocios, es relevado por el Estado intervencionista. Destaca la complejidad de las relaciones entre el Estado, las sociedades transnacionales y el papel de la Comisin Trilateral que busca allanar las contradicciones de las potencias imperialistas y coordinar sus estrategias frente al tercer m u n d o . E n el tercer m u n d o , que padece los efectos nefastos del capitalismo dominador y de la divisin internacional del trabajo, el Estado se halla en situacin de dependencia y su comportamiento vara segn las fuerzas sociales que se encuentren en el poder. Es, simultneamente y contra-dictoriamente, u n instrumento de desarrollo y de penetracin imperialista.

    Silviu Brucan analiza detenidamente el segundo m u n d o , es decir, los Estados socialistas. Constata que estos Estados operan, por la fuerza de las cosas, dentro de u n sistema mundial cuyas reglas las dicta el capitalismo, coincidiendo as con Wallerstein16. El carcter y el papel del Estado en las sociedades socialistas han sido condicionados por la necesidad de una industrializacin rpida y su funcin principal ha sido la acumulacin de capital. E n este terreno, c o m o en la educacin y la cultura, hay que anotar en el activo del Estado socialista m u y grandes realizaciones. Pero para M a r x la industrializacin era cosa del capita-lismo; la sociedad socialista deba ser post-capitalista y post-industrial, ya que la revolucin tena que producirse primero en los pases capitalistas altamente desarrollados. Lenin y sus sucesores nunca tuvieron la posibilidad de abordar el problema de saber si el m i s m o Estado creado para industrializar un pas en desarrollo poda ser tambin el instrumento de otra revolucin: post-capitalista sta y de una naturaleza radicalmente distinta. Para Brucan, parece ahora que este tipo de Estado tiene dificultades para responder a nuevas tareas sociales y econmicas.

  • Editorial 655

    V

    El Estado es realmente un problema insoslayable de nuestro tiempo. J. W . Lapierre ha demostrado los inconvenientes de Vivre sans tat". Esta cuestin no atae a las sociedades que forman parte del sistema mundial. El Estado, en sus dife-rentes formas, es en ellas una realidad histrica. Urge, en cambio, comprender mejor esta realidad, explicarla y, si es cierto, c o m o afirma Marx , que "la h u m a -nidad no se plantea nunca ms que los problemas que es capaz de resolver"18, ha de ser posible transformar y domesticar el Estado, ponindolo al servicio de los hombres. L o ms difcil a este propsito, y es un aspecto que estaba en el centro de las preocupaciones de Nicos Poulantzas19, probablemente sea d e m o -cratizar el Estado por la base, la participacin, la autogestin, conservando siempre el funcionamiento de la democracia representativa, garante de las libertades y cuya sola forma posible no es desde luego el parlamentarismo clsico. Esto vale para las sociedades industrializadas tanto c o m o para las del tercer m u n d o , pero aqu el problema se complica, de una parte con los problemas de dominacin-dependencia, que desarticulan estas sociedades y sus Estados, y de otra parte, para muchas de ellas, por la necesidad de buscar formas estatales y de democracia diferentes, en armona con sus historias y sus culturas.

    Entre tanto, el modelo estatal del centro se difunde por todas partes y no es seguro que las diferencias de formas estatales que se observan entre los pases se refieran siempre a lo esencial. El Estado se halla en auge por doquiera y extiende su dominio. E n los pases de la O C D E (cifras de 1976), los gastos del Estado fluctan entre el 30 y el 50 por ciento de la renta nacional. E n los Estados Unidos, en 1977, estos gastos alcanzaron el 41 por ciento de la renta nacional (el 35 por ciento para gastos no militares). El Welfare State, que Milton Friedman llama el "Estado paternal"20, funciona c o m o un "sper-capitalista", un "sper-polizonte" y una "sper-mutualidad", aspecto este ltimo que ha llegado a ser uno de los pilares de la legitimidad del Estado moderno.

    Pero al par de su gigantismo inquietante, del cariz estilo 1984 que presenta (al fin y al cabo bien pocos aos nos separan del plazo sealado por Orwell), da muestras de impotencia, resultando demasiado grande para los problemas pequeos y demasiado pequeo para los problemas grandes, segn la ingeniosa frase de Daniel Bell, aun cuando en este mbito sea difcil saber donde termina la pequenez y donde comienza la grandeza. Pero, en definitiva, hay sin duda una "crisis" del Estado moderno, que proviene, en bastantes aspectos, de su vocacin de ser universal, de dirigir todas las esferas de la sociedad: lo poltico, lo econmico, lo social, lo cultural, etc. As, el Estado centralizador se ve y se desea para hacer frente a las reivindicaciones regionalistas o tnicas; y, sea cual fuere su forma, le cuesta acomodarse a los fenmenos de defeccin y de protesta21 de los grupos, fundado c o m o est en el principio del monopolio de las lealtades, por no

  • 656 Editorial

    hablar de su debilidad ante las multinacionales, los euro-dlares y los petro-dlares. C o m o quiera que sea, no parece dispuesto a sucumbir, y si un da se pone

    en peligro su perdurabilidad, ser a consecuencia de su gigantismo y su comple-jidad desmesurada, cayendo entonces el Estado en "estado de entropa"22.

    A. K. [Traducido del francs]

    Notas

    1 Fernand Braudcl, Civilisation matrielle, conomie

    et capitalisme, X V ' - X V I W sicle, vol. 3: Le temps du monde, Paris, A r m a n d Colin, 1979, p . 39.

    2 Rgis Debray, Le pouvoir intellectuel en France,

    Paris, Ramsay, 1979, p . 7. 3 Franois Chtelet, "L'origine et la fonction de

    l'tat", Le Monde diplomatique, febrero de 1978, p . 12.

    4 Ttulo de una obra de Charles Debbasch, Paris,

    Fayard, 1977. 5 Sobre la dicotomia Estado de derecho-Estado des-

    ptico, vase Blandine Barrct-Kriegel, L'tat et les esclaves, Paris, Calman-Lvy, 1979. Sobre la ficcin del despotismo asitico, ese monstruo que slo el oriente pudo egendrar segn la imaginacin del occidente clsico, vase Alain Grosrichard, Structure du srail, Paris, Seuil, 1978.

    6 10 de octubre de 1979.

    7 Vase a este respecto Harry Eckstein, " O n the

    'Science' of the State", Daedalus, vol! 108, n. 4 , otoo de 1979, p . 1-20; y el artculo "State" de la International Encyclopedia of the Social Sciences, 1968, vol. 15, p. 143-157.

    8Vase Elizabeth C r u m p Hanson, " U n nouveau champ d'tude aux tats-Unis d'Amrique : l'conomie politique internationale", RICS, vol. X X X , n. 3, 1978, p . 707-719.

    9 J. P . Nettl, en "The State as a Conceptual Vari-

    able", World Politics, vol. X X , 1968, p . 559-592, adverta, pensando sin duda en los pases anglosajones, que en el momctito en que escriba su artculo el concepto de Estado no estaba m u y en boga en las ciencias sociales; por su parte el profesor Macpherson, en " D o W e Need a Theory of the State?", European Journal of Sociology, vol. XVIII, 1977, p . 223-244, estimaba que slo el marxismo y la social-democracia necesitaban tal teora, refle-jando con ello un punto de vista restrictivo bastante difundido en el establishment de las ciencias sociales anglosajonas. Estas dos citas proceden de Philip Resnick, "In Search of the Modern State", ponencia presentada al X I Congreso Mundial de la Asociacin Inter-

    nacional de Ciencias Polticas, Mosc, U R S S , 12-18 de agosto de 1978, mecanografiado, 22 p . , que ofrece un resumen m u y apreciable de la literatura americana y europea sobre el Estado.

    10 Bertrand de Jouvenel, Du pouvoir, Ginebra, Cons-

    tant Bourquin, 1945, p . 19. 11

    Bertrand Badie y Pierre Birnbaum, Sociologie de l'tat, Paris, Grasset, 1979, p . 191-216.

    12 El papel de las caractersticas especficas de la

    feudalidad europea, en el proceso de institu-cionalizacin ulterior de los sistemas polticos europeos, aparece asimismo subrayado en dos obras fundamentales: Barrington Moore , Jr., Les origines de la dictadme et de la dmo-cratie, Paris, Maspero, 1969, y Perry A n -derson, L'tat absolutiste, Paris, Maspero, 1978.

    13 Vase a este respecto Georges Lavau, " A propos

    de trois livres sur l'tat", Revue Franaise de Science Politique, vol. 30, n. 2, abril de 1980, p . 396-412.

    11 Op. cit., p. 178.

    15 Immanuel Wallerstein, The Capitalist World-

    Economy, Cambridge, Cambridge University Press, 1979, p. 293.

    16 The Modern World-System: Capitalist Agriculture

    and the Origins of the European World-Economy in the Sixteenth Century, Nueva York, Academic Press, 1974, p . 351.

    17 Jean-William Lapierre, Vivre sans tat ? Essai sur

    le pouvoir politique et innovation sociale, Paris, Seuil, 1977, 375 p.

    18 Karl Marx , Prlogo a la Contribution la critique

    de l'conomie politique, Paris, d . Sociales, 1957, p . 5.

    19 " L a gauche et l'tat", Le Monde, 11 de marzo

    de 1977. 20

    Newsweek, 22 de enero de 1979. 21

    Vase Albert O . Hirschman, "Exit, Voice, and the State", World Politics, vol. X X X I , n. 1, octubre de 1978, p . 90-107.

    Hazel Henderson, "The Entropy State", en G . Boyle, D . Elliot y R . R o y (comp.), The politics of technology, Londres, Longman & Open University Press, 1977.

  • Nota de investigacin acerca del Estado y la sociedad

    Nicos Poulantzas

    Este texto tiene por objeto indicar los problemas esenciales y esbozar los temas que, m i entender, deben guiar la investigacin acerca del Estado y de la sociedad en el m u n d o contemporneo.

    M e parece indudable que los dos objetos de la investigacin, Estado y sociedad, no pueden tratarse de forma equivalente y en el mismo plano sin asumir el riesgo de una extensin considerable del estudio.

    Claro que no se puede hablar del Estado contemporneo sin tratar de la sociedad que le sirve de base, ni de esta sociedad sin tratar del Estado que la dirige. Pero tambin resulta patente que, segn se acepte c o m o punto focal de la investigacin el Estado o la sociedad, el tratamiento del otro trmino cambia. Si aceptamos c o m o centro de la investigacin la sociedad, trataremos del Estado, por supuesto, m s no tanto en su especificidad propia cuanto por sus efectos sobre y su presencia en la sociedad.

    Ahora bien, yo propongo que la investigacin se centre en el Estado, y ello por tres razones esenciales:

    Primero, con motivo del papel considerablemente incrementado del Estado y de la extensin caracterstica de las estructuras estatales en nuestros das, fenmeno ste no totalmente nuevo, pero que ofrece una diferencia cualitativa con respecto al pasado.

    Segundo, el retraso de las investigaciones que se interesan por el Estado con relacin a las que tienen por objeto la sociedad. Retraso que distingue a las tres principales corrientes de pensamiento en las ciencias sociales hasta, 1965-70 aproximadamente: Las ciencias sociales de la tradicin anglosajona dominante, en las que por lo dems

    se confunden todas las tendencias del funcionalismo al sistemismo, se

    Nicos Poulantzas (1936-1979) fue un socilogo griego cuyas actividades intelectuales y profesionales se desarrollaran principalmente en Francia. Dej una obra importante, abundantemente citada y traducida. Los ttulos ms conocidos son los siguientes: Poder poltico y clases sociales (1968), Fascismo y dictadura (1970), Las clases sociales en el capitalismo hoy (1974), L a crisis de las dictaduras (1975) y El Estado, el poder y el socialismo (1978).

    Rev. int. de ciee, soc., vol. X X X I I (1980), n. 4

  • 658 Nicos Poulantzas

    distinguen incontestablemente por una negligencia respecto al papel propio y la especificidad del Estado, diluido en una concepcin m u y general del "sistema poltico" y en una concepcin que disemina el poder en una mul -titud de "pluralismos de poder" y de micropoderes.

    El marxismo oficial se ha distinguido tambin, sobre todo en su dogmatizacin estaliniana, por una negligencia respecto al papel propio y l especificidad del Estado, al que durante m u c h o tiempo se le consider una simple

    , envoltura "superestructural" de la "base", enteramente reducido a sta, y, por consiguiente, un simple instrumento manipulable a voluntad por la clase dominante.

    Las ciencias sociales en Europa occidental, especialmente en Francia, Alemania e Italia, pases en los que el Estado ha sido siempre objeto de investigacin primordial (lo que sin duda se debe, entre otras cosas, al papel de los estados europeos en las revoluciones democrtico-burguesas), pero en los que las ciencias sociales se han atenido en lo esencial a una concepcin jurdica del Estado. Tal fue la ciencia jurdico-poltica europea, dominada principalmente por los estudios de derecho constitucional y de filosofa jurdico-poltica.

    Tercero y ltimo, si hay que tomar el Estado c o m o objeto central de la investi-gacin, es tambin por el hecho de que ha pasado a ser, y no por causalidad, uno de los temas princjpales de la coyuntura ideolgico-terica en todo cuanto tiene algn relieve en las ciencias sociales.

    Ahora bien, si t o m a m o s c o m o eje principal el Estado, la lnea directriz de la investigacin se modifica: los anlisis de. los fenmenos sociales, de la sociedad en sentido lato (estructuras econmicas, sociales, ideolgicas, luchas de clases, movimientos sociales, etc.), absolutamente indispensables sin duda, sern tratados desde el punto de vista de su pertenencia en cuanto a las transformaciones y las estructuras del Estado. Ejemplos sencillos y caractersticos: no se tratar de estudiar exhaustivamente, y en su lugar adecuado, las multinacionales o la crisis econmica mundial actual, sino en sus efectos y su relacin con el Estado nacional, las polticas seguidas por el Estado frente a la crisis y la crisis misma del Estado.

    E n suma, elegir en esta investigacin un eje principal y atenerse a l por razones materiales (exigencias de la propia investigacin) al m i s m o tiempo que cientficas: si todo est en todo y viceversa (Estado-sociedad), no cabe esperar la consecucin de resultados cientficos ms que delimitando el objeto de la inves-tigacin, aun cuando esto deba hacerse de la manera ms flexible que permitan las circunstancias.

    L a investigacin deber estar centrada en torno a cinco o seis grandes mbitos, comprendidos en cada uno varios temas principales. E n un primer m o m e n t o voy a limitarme a exponerlos, para entrar despus en las cuestiones de mtodo de su tratamiento (interdisciplinariedad, corrientes de pensamiento,

  • Nota de investigacin 659 acerca del Estado y la sociedad

    orden de tratamiento). C o n el supuesto previo de que, en una primera fase de la investigacin, estos mbitos y temas debern tratarse en su perspectiva general, para ser ulteriormente prolongados con el estudio de casos concretos.

    El primer mbito importante de la investigacin es el que atae a los problemas generales de.la teora del Estado y tendr por funcin el desbroce terico del terreno. H o y da, en efecto, todas las disciplinas y corrientes de pensamiento que tratan de l se plantean una serie de cuestiones tericas comunes en el anlisis del Estado, pese a las diferentes respuestas que unas y otras aportan. Cuestiones tericas que surgen en la crisis de las principales corrientes de las ciencias sociales tradicionales que se interesan por el Estado: a) crisis de las ciencias sociales anglosajonas tradicionales, que puede perfectamente constatarse en los propios Estados Unidos, en el desinters que el establishment universitario demuetra por esta corriente; b) crisis del marxismo, que se manifiesta m u y especialmente en la renovacin del pensamiento marxista por lo que se refiere al Estado; d) aparicin de nuevas corrientes tericas en el anlisis del poder: corriente Foucault, corriente de la antipsiquiatra, corriente psicoanaltica que desborda el freudo-marxismo tradicional, corriente anti-institucional, nuevas investigaciones sobre el fenmeno totalitario, etc.

    Cules son estos nuevos temas-cuestiones? El Estado, lo poltico, los poderes. Se reduce el poder al Estado? Se reduce el

    poder a lo poltico? Y se reduce lo poltico al Estado? Est compuesto el Estado de aparatos pblicos formalmente estatificados o se extiende tambin a una serie de instituciones formalmente "privadas", c o m o por ejemplo la familia? Cuestiones esenciales todas ellas en las sociedades actuales, referentes a la delimitacin y a la designacin del objeto y del c a m p o del Estado.

    Articulacin del campo de lo econmicosocial con el de lo polticoestatal. Cues-tiones sobre la especificidad de las estructuras estatales. Existe u n orden de determinacin entre el Estado y el m o d o de produccin? Cul es este orden? Bajo qu forma terica deben enfocarse las intervenciones actuales del Estado en la economa?

    Estado y formas de organizacin de la hegemona. Existe una relacin, y cul exactamente, entre el Estado y la dominacin de clase? Es el Estado u n simple instrumento-objeto de las clases dominantes, es un sujeto inde-pendiente y por encima de las clases, o es m s bien u n c a m p o estratgico que condensa las relaciones de fuerza entre las clases? Qu relaciones se dan entre el tipo de organizacin de las "clases dirigentes" y la armazn institucional del Estado? Es el Estado, frente a las masas populares, una fortaleza hermtica e impenetrable, o bien las luchas de las masas populares consiguen traspasarlo?

    Estado y consenso poltico-social. D o m i n a el Estado nicamente mediante la

  • 660 Nicos Poulantzas

    represin? Si no es ste el caso, basta con aadir a la represin el simple funcionamiento ideolgico segn el cual el Estado "engaa" presuntamente a las masas populares? Debemos hablar igualmente de una tecnologa del poder (Foucault) que residira en procedimientos materiales m u c h o m s eficientes que la pareja represin ideologa? Correspondera la domi-nacin del Estado a un deseo de las masas de ser dominadas, a un "deseo de a m o " (concepcin psicoanaltica)? C m o sucede exactamente que las masas puedan algunas veces decir "no" a la opresin?

    Aparatos de Estado y relaciones de clase. Si existe correlacin entre Estado y relaciones de clase, es que esta correlacin, comprendida de manera compleja y sutil, basta para explicar exhaustivamente el aparato del Estado? Hay una materialidad especfica del aparato estatal (estructuras disciplinarias-autoritarias, burocratizacin, etc.) irreductible a tales o cuales relaciones de clase?

    Estas cuestiones son importantes, pues las hallamos constantemente en todo anlisis concreto y en ciertos aspectos son la clave de investigaciones m s detalladas. Queda por ver si estos problemas tericos deben tratarse separada-mente y de antemano o dentro de los anlisis efectuados en los otros campos.

    El segundo mbito consistira en la especializacin de determinados campos de la investigacin, obeciendo amplias reas tericas. Por mi parte, veo tres reas posibles: a) el Estado del capitalismo desarrollado; b) el Estado de los pases capitalistas dependientes; c) el Estado de los pases socialistas.

    Observacin previa resultante de una conviccin terica personal, parece cada vez m s claro, para la totalidad o la casi totalidad de la investigacin actual, que las diferencias supuestamente decisivas entre los estados capitalistas y los estados socialistas no lo son tanto, en el sentido de que presentan ciertas similitudes de estructuras o, cuando menos , algunas afinidades en los problemas que se les plantean y, tambin, en la forma de tratarlos: terreno del bienestar, problemas tecnolgicos, elementos de burocratizacin, etc. Las razones de todo ello son hoy objeto de m u y amplia controversia. Sea c o m o quiera, sin caer en las tesis de R . Aron o incluso de A . Touraine sobre una afinidad en la naturaleza de las sociedades post-industriales, parece evidente que la supuesta diferencia radical entre estos dos tipos de Estado (los capitalistas y los del socialismo autntico) no resiste el anlisis. D e suerte que no cabe desestimar una investi-gacin sobre estos Estados que siga unas lneas directrices comunes, sino al contrario.

    C o n todo, estos tipos de Estado deben distinguirse si quiere uno evitar el caer en una amalgama cientfica. A u n cuando sus estructuras fundamentales se asemejen en algunos aspectos, no dejan por ello de presentar rasgos parti-culares. Fenmenos c o m o la burocratizacin, los imperativos tecnolgicos, la circu-lacin de las lites, etc., se presentan de m o d o distinto en estos dos tipos de Estado,

  • Nota de investigacin acerca del Estado y la sociedad

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    tanto en su contemporaneidad c o m o en su formacin y reproduccin histricas. Se plantea u n problema especial en cuanto a la distincin, dentro de los

    estados capitalistas, entre los del centro y los de l zona perifrica de la depen-dencia. Efectivamente, en la' fase actual de internationalization del capital y los procesos de trabajo, cuando se reducen las lneas de fractura entre el centro imperialista y los llamados pases del tercer m u n d o , una teora general del Estado capitalista actual no puede bastar para el estudio de dichos estados. Es necesario llegar a una teora del nuevo tipo de Estado en los pases del capi-talismo dependiente: esto es tanto m s indispensable cuanto que, si bien se dispone en la actualidad de numerosas investigaciones respecto a la economa de los pases' dependientes (desigualdades en los intercambios, dependencia tecno-lgica, neocolonialismo, etc.), falta todava una teora general relativa al sistema poltico propio de los pases de la zona de dependencia. Los nicos estudios generales que existen en este caso son los que ponen en relacin las instituciones polticas y los esfuerzos de modernizacin de los pases dependientes, los cuales participan de la ideologa del subdesarrollo en cuanto consideran la situacin de los pases del tercer m u n d o no c o m o una situacin de explotacin y de opresin estructurales por parte de los pases dominantes, sino c o m o una simple situacin de retraso-recuperacin con respecto a los pases desarrollados. Ah ora bien, todas las teoras actuales de la dependencia se fundan en una crtica radical de esta ltima concepcin, cuyo representante tpico en el plano econmico es W . Rostow.

    D e b e , por consiguiente, llevarse a cabo u n especial esfuerzo dentro del marco de esta investigacin a fin de poder llegar, allende las investigaciones concretas relativas a tal o cual Estado de los pases dependientes, a unos prin-cipios generales de anlisis que tengan por objeto el tipo de Estado de la zona de dependencia. L o cual m e induce a sealar u n problema suplementario que el lector hallar m s adelante. Q u forma revisten las relaciones estructurales, entre estos tres grandes tipos de Estado actuales, o sea el capitalista del centro, el capitalista dependiente y el socialista?

    sta cuestin sobrepasa con creces la de las relaciones internacionales entre dichos estados, m u c h o m s simple. Es evidente, por ejemplo, que si las propias instituciones de cada uno de estos tipos de Estado son hoy lo que son, ello se debe tambin en alguna medida (cul?) a la existencia de los otros tipos de Estado. Esta relacin es probablemente una relacin estructural compleja que sobrepasa la de una simple "influencia" externa de cada Estado sobre los dems .

    E n el curso de concretizar-particularizar esta investigacin, que debera no obstante mantenerse al principio en u n plano relativamente general, ser preciso introducir otra distincin.

    Atae a los pases capitalistas actuales y se situara entre las formas de Estado de excepcin (fascismos y dictaduras militares) por una parte, y por la otra las que dependen de la reproduccin m s o menos regular de las

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    hegemonas (que, para los pases del centro, son en trminos generales las formas "democrtico-parlamentarias").

    Por supuesto, esta distincin es ms clara en los pases del centro que en la periferia, donde las formas de Estado de excepcin tienden a ser hoy la regla, lo cual entra de lleno en el punto precedente, es decir, en el anlisis de la forma misma del Estado en los pases dependientes. Pero all tambin es bastante clara esta distincin indicativa: hay una diferencia sustancial entre Mxico y Chile, entre la India y Argentina.

    C o m o quiera que sea, insisto en este punto a fin de indicar la necesidad de delimitar un campo particular de la investigacin que sera el de los Estados fascistas o de dictadura militar. Por una parte, porque se trata de un fenmeno que sigue siendo actual. Y por otra parte, m u y especialmente, porque los principios aplicables al anlisis de estas formas de Estado no pueden ser idnticos a los que se aplican a las "otras" formas de Estado. Estas formas constituyen fenmenos totalmente especficos, con estructuras propias: no se puede eludir este problema con vagas consideraciones sobre una presunta generalizacin del totalitarismo en el m u n d o entero. Pero el fenmeno totalitario sigue siendo real: es preciso tratarlo en su lugar conveniente. Por otro lado, no conviene caer en la ilusin de una diferencia absoluta de naturaleza entre los fascismos-dictaduras militares y los dems Estados: hay bastantes estructuras que les son comunes, lo que explica que su anlisis respectivo pueda competer a una misma y exclusiva investigacin.

    Al avanzar en el estudio del Estado contemporneo, reservar un terreno aparte a la cuestin de la dimensin internacional, en un sentido ya indicado antes. Aunque esta cuestin volver a hallarse en los apartados que vienen a continuacin merece ser tratada de manera especfica, sobre todo bajo las temticas siguientes:

    El primero se refiere a Estado, nacin, Estado nacional y fase actual del imperialismo. L a internacionalizacin actual del capital y de los procesos de trabajo, pone en entredicho la existencia del Estado nacional? La fase actual del imperialismo, induce a tales transformaciones de la nacin que pone en tela de juicio la relacin constitutiva entre nacin y Estado? Vamos hacia una debili-tacin del Estado nacional en beneficio de formas institucionales interestatales, paraestatales o supraestatales? Si en efecto es as, qu peso y qu papel le estarn reservados de ahora en adelante al Estado nacional? Si no lo es, si el Estado nacional sigue siendo el ncleo y el nudo esencial de la dominacin, c o m o creo personalmente, qu transformacin sufre de todos modos con motivo de la actual fase del imperialismo? L a persistencia activa (y no la mera supervivencia) y la reproduccin actual del Estado nacional no significa, en efecto, que la inter-nacionalizacin no determine transformaciones importantes de dicho Estado.

    El segundo tema se refiere a la nacin, problema insoslayable que habr sin duda alguna que afrontar y punto oscuro de las ciencias sociales de hoy, cuya importancia se revela cada vez m s . Qu efectos tiene la internacionalizacin

  • Nota de investigacin acerca del Estado y la sociedad

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    sobre la realidad nacional? Se trata de una autntica decadencia de la nacin.o ms bien de una ruptura de la unidad nacional impuesta bajo la frula de los diversos Estados y de un resurgimiento de las diversas realidades nacionales aplastadas hasta la fecha bajo las naciones estatales dominantes? Problema del resurgimiento de las luchas sostenidas por minoras nacionales, en muchos y distintos lugares del m u n d o , y sus efectos sobre el Estado.

    El tercer tema, Estado y multinacionales, es un problema que puede tratarse aqu (pues se le encontrar en otros estudios y trabajos) bajo u n enfoque parti-cular: se tratar, esta vez, de una prdida del poder del Estado nacional, no en beneficio de formas supraestatales, sino en beneficio directo de fracciones del capital en forma de sociedades multinacionales? Si ello no es as, qu peso espe-cfico tienen las multinacionales sobre algunas de las transformaciones actuales de los Estados nacionales? Qu relacin existe exactamente entre el capital multinacional y el capital interior de cada pas?

    El quinto de los mbitos que nos ocupan tendra que ver con las transforma-ciones institucionales actuales del Estado. L a temtica esencial sera la siguiente:

    Asistimos hoy, en los pases capitalistas, a unas transformaciones del Estado tales que pueda hablarse de una nueva forma de Estado, cualitativamente distinta de las del pasado? Personalmente estimo que tal es el caso, y que podemos designar esta forma de Estado c o m o estatismo autoritario. Aqu convendra detenerse en los puntos siguientes, que estn en el centro de las investigaciones actuales: En qu medida las funciones econmicas cada vez mayores del Estado, mani-

    fiestadas en la forma de una intervencin prodigiosamente acrecentada del mismo en todos los terrenos de la vida social, conducen a transforma-ciones importantes del Estado? El aparato econmico-planificador del Estado que conduce a una estatificacin pronunciada de la vida social es una consecuencia ineluctable del desarrollo del capitalismo? Consigue este aparato dominar las contradicciones econmico-sociales o estamos asistiendo a un fracaso del Estado benefactor fundado en las ilusiones keynesianas de un capitalismo organizado y planificado, que supuesta-mente hubiera conseguido superar dichas contradiciones?

    U n marcado cambio en el papel organizador del Estado, al margen de los partidos polticos y en favor de la burocracia y la administracin estatal, que incide en la decadencia general del papel representativo de los partidos polticos. Cuestin que actualmente desborda con creces el simple fen-m e n o , relativamente antiguo, de una reduccin de las prerrogativas del

    1 parlamento en beneficio del ejecutivo. Qu efectos tiene sobre el conjunto

    de las instituciones polticas este nuevo fenmeno del centralismo y la burocratizacin? Cul es, en consecuencia, la nueva estructuracin de los partidos dentro del sistema poltico?

  • 664 Nicos Pou tant zas

    N u e v a organizacin hegemnica del bloque en el poder y sus efectos sobre los diversos aparatos de Estado. Significacin del desplazamiento masivo de la hegemona hacia el gran capital monopolista y reestructuracin de los aparatos represivos del Estado: ejemplo del ejrcito dentro del marco del complejo militar-industrial. Crisis de la hegemona ideolgica de las clases dirigentes y, en consecuencia, desplazamiento del papel de creacin del consenso desde los aparatos ideolgicos, c o m o la escuela o la univer-sidad, hacia los medios de comunicacin social.

    N u e v a s formas de control social: sustitucin de la custodia social, en lo esencial fundada hasta el presente en los centros de reclusin (crceles, manicomios), por u n nuevo dispositivo flexible y difuso dentro de conjunto del sistema social (compartimentacin policial, sectorizacin psicolgico-psiquitrica, redes de asistencia social y de ayuda al desempleo, etc.). As es principal-mente c o m o asistimos a u n proceso decisivo de "desinstitucionalizacin" del dispositivo ideolgico-represivo y del "desencierro", en la medida en que los aparatos especiales (manicomios, crceles, diversos lugares de concentracin) destinados a "aislar" a los supuestos "anormales-asociales-peligrosos" se abren, extendiendo su garra sobre la totalidad del cuerpo social, lo cual implica que se considera "anormal" y "peligroso" al cuerpo social entero, que la culpabilidad se desplaza del acto c o n s u m a d o a la intencin inscrita en la estructura mental y que la represin se extiende del castigo del acto a su prevencin. Trastrocamiento del sistema de derecho y de la ideologa jurdica que correspondan al "Estado de derecho" a fin de tomar en cuenta estas transformaciones institucionales.

    Nuevas formas de control social y sus apoyos en u n a nueva tecnologa del poder: la informtica, la electrnica y las libertades polticas.

    Automatizacin y desmembramiento del aparato del Estado (ejrcito, polica, administracin, justicia, aparatos ideolgicos) en redes formales y aparentes, por u n a parte, y en ncleos hermticos estrechamente controlados desde los pinculos del ejecutivo, por la otra, y constante desplazamiento de los centros del poder real desde los primeros hacia los segundos, lo cual implica la generalizacin de la n o r m a del secreto. Despliegue de todo u n dispositivo de redes estatales paralelas al Estado oficial (dispositivo paraes-tatal) que escapan a todo control de la representacin popular.

    Nuevas formas de contestacin y de luchas sociales (luchas urbanas, ecolgicas, por la calidad de la vida, feministas, estudiantiles) y polticas nuevas con miras a su control. Nuevas formas de organizacin del "consenso" social frente a estos movimientos de "disidencia". Neoliberalismo y nuevas prc-ticas "reformadoras" del Estado, parlelas y consustanciales al estatismo autoritario.

    Debera asignarse aqu u n lugar especialsimo a las cuestiones de la crisis econ-mica actual, de la crisis poltica y de la crisis del Estado. L o cual implica u n a

  • Nota de investigacin acerca del Estado y a sociedad

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    previa conviccin terica: la crisis econmica actual en el m u n d o no es u n m e r o fenmenos coyuntural sino u n verdadero elemento estructural y macrohistrico. D e donde se derivan las cuestiones siguientes: El Estado actual frente a la crisis econmica. Crisis de las polticas del Estado

    frente a la crisis: los paliativos tradicionales del Estado frente a la crisis resultan hoy, ellos mismos , factores directos de la crisis econmica. D e ah lo que actualmente se designa con el trmino de "crisis de la adminis-tracin de la crisis". Efectos de esta situacin sobre los aparatos del Estado, el control social, la organizacin del consenso.

    Esta crisis econmica y esta crisis de las polticas del Estado frente a la crisis estn hoy conducindonos a una crisis del Estado? Porque ahora sabemos, en efecto, que las crisis econmicas, sean cuales sean, no conducen autom-ticamente a una crisis del Estado. E n caso afirmativo, se manifiesta esta crisis en todos los Estados capitalistas y con la m i s m a intensidad? Q u papel desempea en la reorganizacin de los aparatos del Estado? D e qu crisis se trata exactamente? D e una crisis que lleva a u n a desorga-nizacin y debilitamiento del Estado o de una crisis que conduce a u n fortalecimiento y una modernizacin del Estado? El debilitamiento y la renovacin del Estado actual constituyen los dos polos de una alternativa, o m s bien una doble tendencia contradictoria que distingue al Estado contemporneo?

    Finalmente, creo que habra que reservar u n mbito particular a las cuestiones relativas a Estado y democracia en nuestros das: a) la decadencia de la d e m o -cracia representativa y de las libertades pblicas; b) nuevas exigencias autoges-tionrias o de democracia directa desde la base en el m u n d o actual y su relacin con la democracia representativa.

    [Traducido del francs]

  • Orgenes y formacin

    Procesos de la constitucin, la diversidad y las bases del Estado

    Maurice Godelier

    El proceso de formacin del Estado

    Tradicionalmente se distinguen dos procesos de formacin del Estado: uno exgeno con respecto a una sociedad y el otro endgeno. El proceso exgeno remite a fenmenos de conquista de una sociedad por otra y a la implantacin de una dominacin estable sobre las poblaciones conquistadas por parte de la poblacin conquistadora. El proceso endgeno remite a la constitucin progresiva de formas de dominacin ejercida por una parte de la sociedad sobre el resto de sus miembros.

    E n este artculo vamos a dar primaca a un anlisis abstracto de las condi-ciones en que es posible la diferenciacin interna de una sociedad, en u n grupo dominante y unos grupos dominados. H e m o s adoptado un punto de vista que puede acaso parecer formal y aplicable, en cierta manera, a toda forma de sepa-racin orgnica de una sociedad en dos grupos, uno dominador y otro dominado. E n efecto, nos hemos planteado de forma abstracta la cuestin general: en qu consiste un poder de dominacin?

    Estimamos que todo poder de dominacin se compone de dos elementos indisolublemente unidos que le confieren su fuerza y su eficacia: la violencia y el consentimiento. Y creemos que de estos dos componentes del poder, la fuerza ms decisiva no es la violencia de los dominadores, sino el consentimiento de los dominados. Si esto es realmente as, entonces el enfoque terico que conviene adoptar para entender los procesos que forman las relaciones de dominacin y de poder estatal, en las sociedades arcaicas, debera ser ste: para situar y mantener en el "poder", es decir en el centro y por encima de la sociedad, a una parte de esta sociedad, la represin hace menos que la adhesin, la violencia fsica y

    Maurice Godelier, especialista en antropologa econmica, es director de estudios en la cole de Hautes tudes en Sciences Sociales y miembro del laboratorio de antropologia social del Collge de France, 11 place Marcelln-Berthelot, 75231, Paris Cedex 05. Es autor de numerosos libros y artculos, entre ellos Horizontes: perspectivas marxistas en la antropologa (1973). En el pasado colabor en esta Revista (vol. XXVI, n." 4,1974).

    Rev. int. de ciee, soc, vol. X X X I I (1980), n. 4

  • 668 Maurice Godelier

    psicolgica menos que la conviccin del pensamiento que trae consigo la adhesin de la voluntad, la aceptacin o incluso la "colaboracin" de los dominados. E n esta forma abstracta, dicha hiptesis no es aplicable tan slo a la formacin de relaciones de dominacin del tipo orden, casta, clase, etc., sino que podra aplicarse igualmente a la formacin de relaciones de dominio de un sexo sobre el otro, de los hombres sobre las mujeres.

    U n problema terico fundamental ser por tanto el de comprender c m o pueden compartirse algunas representaciones del orden social y csmico entre grupos que tienen, en parte, intereses opuestos. Es en este problema de las representaciones compartidas donde estriba la dificultad terica para resolver.

    Entindasenos bien, y que nadie nos busque querellas intiles o contro-versias de mala fe. N o hay dominacin sin violencia, aun cuando sta se limite a permanecer en el horizonte. Y va mucha distancia de la aceptacin pasiva al consentimiento activo. Asimismo, un consentimiento activo no es nunca espon-tneo: es tambin resultado de una cultura, de una formacin del individuo. Por otra parte, un consentimiento, siquiera sea pasivo, jams existe en todos los individuos y en todos los grupos de una sociedad, y no existe sin reservas y sin contradicciones.

    Nosotros contemplamos la relacin violencia/consentimiento c o m o una relacin mvil. E n determinadas circunstancias el problema est en saber cules, el consentimiento se transforma en resistencia pasiva; en otras, la resistencia pasiva se transforma en resistencia activa y a veces en rebelin contra el orden social. Algunas veces incluso una rebelin puede transformarse en revo-lucin que quiera cambiar las estructuras de la sociedad. Tambin en ocasiones, pero m s raramente, una revolucin puede triunfar. Ahora bien, estos cambios en las relaciones entre violencia y consentimiento no nacen al azar de las circun-stancias, sino de una acumulacin particular de todo lo que divide y opone, dentro de una sociedad, a una parte de sta respecto a las dems. Divisin y oposicin pesan sobre la lgica general de una sociedad y no se limitan, por supuesto, al m u n d o de los smbolos y de la imagen de los unos para los otros. Traspasan todas sus condiciones de existencia y encuentran en ellas su fuerza y su debilidad. Nuestra perspectiva terica no es pues la de un formalismo filosfico que jugara de forma estril con un par de contrarios: violencia y consentimiento. L o esencial no est ah; lo esencial es que, en el fondo, violencia y consentimiento no son realidades mutuamente excluyentes. Para durar, todo poder de dominacin y ms que cualquier otro los nacidos de la fuerza brutal de la conquista y de la guerra debe incluir e integrar estas dos condiciones de su ejercicio. Las proporciones varan segn las circunstancias y las resistencias, pero incluso el poder de dominacin menos contestado entraa siempre la amenaza virtual de recurrir a la violencia desde el m o m e n t o en que el consenti-miento decaiga o d paso al rechazo y luego a la resistencia.

    Todas estas precisiones van encaminadas a prevenir equvocos tericos o

  • Procesos de la constitucin, la diversidad y las bases del Estado

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    polticos. L o que tratamos de comprender tericamente es el hecho de que algunos grupos dominados consientan espontneamente en su dominacin. Nuestra hiptesis es que para ello es preciso que esta dominacin se les represente como un servicio o como vinculada a un servicio que les prestan los dominadores. Slo dentro de tal perspectiva puede el poder de stos ser considerado legtima y tornarse en deber de los dominados de servir a quienes les sirven. D e otra manera, es preciso que dominadores y dominados compartan las mismas repre-sentaciones para que nazca un consentimiento fundado en el reconocimiento de la necesidad de una divisin de la sociedad en varias partes y de la dominacin d una de estas partes sobre las otras.

    A nuestro entender, el problema de la formacin del Estado remite al del nacimiento de una aristocracia en el seno de las sociedades arcaicas. Y ms all, al problema de la concentracin de poderes sociales en la persona de individuos que vienen con ello a encarnar el inters general.

    Pondremos un ejemplo. Los So son una poblacin de agricultores esta-blecidos en las laderas de los montes K a d a m y Moroto, en Uganda. Viven del sorgo, de la cra de ganado y de un poco de caza, pero su situacin es precaria. Su agricultura se ve peridicamente amenazada por la sequa o las plagas que atacan a las plantas. Padecen el robo sistemtico de su ganado por los diversos grupos de pastores Karimojong que viven en el llano. La selva retrocede ante las quemas regulares de terreno, y la caza ha desaparecido casi por completo. Son unos 5 000, divididos en clanes patrilineales dispersos. H a n sido estudiados por Charles y Elizabeth Laughlin [frica, 1972]. Pues bien, en esta sociedad los hombres dominan a las mujeres y los hermanos mayores a los menores. Pero entre los primognitos, que representan cada uno su linaje y su clan, existe una pequea minora de hombres que dominan a todo el resto de la sociedad: son los iniciados en el kenisan, aquellos que poseen el poder de comunicarse con los antepasados (met) y de obtener de su benevolencia todo lo que hace la vida dichosa: buenas cosechas, la paz, la salud, etc. Los antepasados se comunican por su parte con un dios remoto (beigen). A la muerte de cada uno, su alma (buku) se convierte en un antepasado y los primognitos de los linajes saben de memoria los nombres de sus antepasados, pero slo los iniciados kenisan pueden llamarlos por su nombre y hablarles cara a cara. U n no iniciado que se atreviese a hacerlo sera atacado inmediatamente de locura, se pondra a comerse sus propios exce-mentos, "a trepar a los rboles como un babuino", en una palabra, a comportarse como un animal, y morira. Esta amenaza que se cierne sobre la poblacin rodea de un cordn de "violencia virtual" la persona y los actos de los kenisan, quienes practican sus rituales en un lugar sagrado, oculto al pblico y prximo a la "morada de beigen", el dios.

    En qu consisten, pues, las funciones de estos primognitos-iniciados que son tal vez un