13 Dás-Lola

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Durante la crisis de los misiles cubanos de 1962, tal como sabemos hoy (Ball, 1992; Ball, 1993), la principal preocupación de ambos bandos fue cómo evitar que se malinterpretaran gestos hostiles como preparativos bélicos reales. La crisis de los misiles cubanos de 1962, uno de estos recursos enteramente innecesarios, estuvo a punto de arrastrar al mundo a una guerra innecesaria a lo largo de unos pocos días y, de hecho, llegó a asustar a las cúpulas dirigentes hasta hacerles entrar temporalmente en razón. El dirigente soviético N. S. Kruschev decidió instalar misiles en Cuba para compensar los misiles que los norteamericanos habían instalado ya en el otro lado de la frontera soviética, en Turquía (Burlatsky, 1992). Los Estados Unidos le obligaron a retirarlos con amenazas de guerra, pero también retiraron sus misiles de Turquía. Los misiles soviéticos, como le habían dicho al presidente Kennedy por aquel entonces, carecían de importancia en el marco del equilibrio estratégico, pero sí la tenían de cara a la imagen pública del presidente (Ball, 1992, p. 18; Walker, 1988). Los misiles norteamericanos que se retiraron fueron calificados de «obsoletos». En realidad, el resultado neto de esta fase de amenazas mutuas y de apurar los límites fue la relativa estabilización del sistema internacional y el acuerdo tácito por parte de ambas superpotencias de no asustarse mutuamente ni asustar a! resto del mundo, cuyo símbolo fue la instalación del «teléfono rojo» que entonces (1963) conectó a la Casa Blanca con el Kremlin. El muro de Berlín (1961) cerró la última frontera indefinida existente entre el Este y el Oeste en Europa. Los Estados Unidos aceptaron tener a la Cuba

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Durante la crisis de los misiles cubanos de 1962, tal como sabemos hoy (Ball, 1992; Ball, 1993), la principal preocupacin de ambos bandos fue cmo evitar que se malinterpretaran gestos hostiles como preparativos blicos reales.La crisis de los misiles cubanos de 1962, uno de estos recursos enteramente innecesarios, estuvo a punto de arrastrar al mundo a una guerra innecesaria a lo largo de unos pocos das y, de hecho, lleg a asustar a las cpulas dirigentes hasta hacerles entrar temporalmente en razn.El dirigente sovitico N. S. Kruschev decidi instalar misiles en Cuba para compensar los misiles que los norteamericanos haban instalado ya en el otro lado de la frontera sovitica, en Turqua (Burlatsky, 1992). Los Estados Unidos le obligaron a retirarlos con amenazas de guerra, pero tambin retiraron sus misiles de Turqua. Los misiles soviticos, como le haban dicho al presidente Kennedy por aquel entonces, carecan de importancia en el marco del equilibrio estratgico, pero s la tenan de cara a la imagen pblica del presidente (Ball, 1992, p. 18; Walker, 1988). Los misiles norteamericanos que se retiraron fueron calificados de obsoletos.

En realidad, el resultado neto de esta fase de amenazas mutuas y de apurar los lmites fue la relativa estabilizacin del sistema internacional y el acuerdo tcito por parte de ambas superpotencias de no asustarse mutuamente ni asustar a! resto del mundo, cuyo smbolo fue la instalacin del telfono rojo que entonces (1963) conect a la Casa Blanca con el Kremlin. El muro de Berln (1961) cerr la ltima frontera indefinida existente entre el Este y el Oeste en Europa. Los Estados Unidos aceptaron tener a la Cuba comunista a su puerta. Las diminutas llamas de las guerras de liberacin y de guerrillas encendidas por la revolucin cubana en Amrica Latina y por la ola de descolonizacin en frica no se convirtieron en incendios forestales, sino que aparentemente se fueron apagando. Kennedy fue asesinado en 1963; a Kruschev le oblig a hacer las maletas en 1964 la clase dirigente sovitica, que prefera una forma menos impetuosa de actuar en poltica.Sin embargo, la distensin tuvo que sobrevivir primero a lo que pareci una etapa de confrontaciones de una tensin inslita entre la aficin de Kruschev a las fanfarronadas y a las decisiones impulsivas y la poltica de grandes gestos de John F. Kennedy (1960-1963), el presidente norteamericano ms sobrevalorado de este siglo. Las dos superpotenciasestaban dirigidas, pues, por dos amantes del riesgo en una poca en la que, es difcil de recordar, el mundo occidental capitalista crea estar perdiendo su ventaja sobre las economas comunistas, que haban crecido ms deprisa quelas suyas en los aos cincuenta.