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JOSÉ BORTOLINI COMO LEER I LA CARTA PjALOS FESIOS TODO EL UNIVERSO REUNIDO EN CRISTO

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JOSÉ BORTOLINI

COMO LEER I LA CARTA PjALOS

FESIOS TODO EL UNIVERSO REUNIDO EN CRISTO

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Cómo leer

LABIBLIA AUTORES Alfredo Dos Santos Oliva (ASO) - Carlos Mesters (CM) - Enilda de Paula Pedro (EPP) - Euclides Martins Balancín (EMB) - Félix Moracho (FM) - Ivo Storniolo (IS) - José Bortohni (JB) - Luis Alexandre Solano Rossi - (LASR) Marc Girard (MG) - Shigcyuki Nakanose (SN)

Histona del pueblo de Dios Euclides Martins Balancín, la ed

PENTATEUCO Cómo leer el libro del Génesis IS-EMB, 2A mmpr Cómo leer el libro del Éxodo, EMB-IS, 2a mmpr Como leer el libro del Levítico, IS, la ed Cómo leer el libiode los Números, IS, en preparación Cómo leer ei libro del Deuteronomio, IS, 2a mmpr

HISTÓRICOS Cómo leer el libro de Rut, CM, la ed Cómo leer los libros de Samuel, IS-EMB, 2a ed Cómo leer los libros de los Reyes, IS, 2a ed

SAPIENCIALES Cómo leer el libro de Job, IS, 2a mmpr Cómo leer el libro de los Salmos, MG, la mmpr Cómo leer el libro de los Proverbios, IS, la ed Cómo leer el libro del Eclesiastés, IS-EMB, 2a ed Cómo leer el libro del Cantar de los

Cantares, IS EMB, la. mmpr

PROIKIAS ( rimo leer el libro de Amos, EMB IS, 2a. ed ( rimo leer el libro de Jonás, EMB-IS, 2a ed

Cómo leer el libro de Miqueas, EMB-IS, 2a ed Cómo leer el libro de Habacuc, EMB-IS, la ed Cómo leer el libro de Sofonías, EMB-IS, la ed Cómo leer el libro de Ageo, MG, la ed

EVANGELIOS Y HECHOS Cómo leer el evangelio de Mateo, IS, la, mmpr Como leer el evangelio de Marcos, EMB, la mmpr Cómo leer el evangelio de I ucas IS, la mmpr Cómo leer el evangelio de Juan, J B, 7a ed Cómo leer los Hechos de los Apóstoles, IS, la. ed

CARTAS Y APOCALIPSIS Cómo leer la Carta a los romanos, JB, la ed Cómo leer la Ia Carta a los corintios, JB, la ed. Como leer la T Carta a los conntios, JB, la reimpx Cómo leer la Carta a los gálatas, JAB, la mmpr Como leer la Carta a los efesios, JAB, la. ed Cómo leer la Carta a los filipenses, JB, la mmpr Cómo leer la Carta a los colosenses, JB, en preparac ion Cómo leer la Carta de Judas, JB, la. ed Cómo leer la 1* Carta a los

tesalonicenses JB, la ed Cómo leer la 2* Carta a los

tesalomcenses, JB, 2a ed Cómo leer las Cartas de Juan, 2a. ed

JOSÉ BORTOLINI

Cómo leer la carta a los

EFESIOS Todo el universo reunido en Cristo

SAN PABLO

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Titulo original Título traducido Como lera carra aos Efésios Como leerla Carta a los e/evos

Autor Traducción José Bortolmi John Fredy Echavama Arango

© Paulus Editora Impresor Rúa Francisco Cruz 229 Sociedad de San Pablo

04117 091 Sao Paulo Calle 170 No 2131 Brasil Bogotá Colombia

ISBN 958-692 680-X

© SAN PABLO Carrera 46 No 22A 90

Tel 3682099 Fax 2444383 E-mail editorial@sanpablocomeo

http //Www sanpablo com co

la edición, 2005 Queda hecho el deposito legal según Ley 44 de 1993 y Decreto 460 de 1995

Distribución: Departamento de Ventas Calle 18 No 69 67 PBX 4114011 Fax 4 1 1 4 0 0 0 - A A 080152

E mail direccióncomercial@sanpab!ocomeo

BOGOTÁ - COLOMBIA

"CÓMO LEER LA BIBLIA"

"... Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de

Candece, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos

sus tesoros, y había venido a adorar enjerusalén, regresaba

sentado en su carro leyendo al profeta Isaías. El Espíritu

dijo a Felipe: 'Acércate y ponte junto a ese carro'. Felipe

corrió ¡¡acia él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: '¿En­

tiendes lo que vas leyendo?'. El contestó: '¿Cómo lo puedo

entender si nadie me hace de guía?'. Y rogó a Felipe que

subiese y se sentase con él.

El eunuco le preguntó a Felipe: 'Te ruego me digas de quién

dice esto vi profeta: ¿de sí mismo o de otro?'. Felipe entonces,

partiendo de este texto de la Escritura se puso a anunciarle

la Buena Nueva de Jesús" (Hch 8, 27-31.34-35) .

La serie "Cómo leer la Biblia" es, al mismo tiempo, sencilla y atrevida. Sencilla porque no pretende ser un comentario a c.uü libro de la Biblia, sino que más bien es una clave de lectura, una especie de linterna que nos ayuda a enfocar y mirar, en su conjunto, uno o más libros bíblicos.Y atrevida porque estimula a leer los textos con los pies en la tiena de la existencia, sin perder nunca de vista los anhelos de vida y libertad de nuestra gente.

N o pretendemos ser como Felipe, pues la Biblia no pertenece a los estudiosos, sino al pueblo. Nuestra tarea es la de aceren nos a él, acompañarlo, sentarnos a su lado

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para escucharlo, preguntando e indicando posibles cami­nos para la comprensión. Por tanto, hemos tenido el valor de sintetizar, en un subtítulo, el posible eje en torno al cual gira el libro en cuestión.

Preparamos estas pequeñas obras para las personas que se reúnen alrededor de la Biblia, hecho éste que manifiesta la presencia del Espíritu en nuestro camino. Como el etío­pe que vuelve a su país, la gente busca hoy el modelo ade­cuado de encarnar la Biblia en la vida y en la sociedad. Nuestro esfuerzo es justamente el de ayudarla a entender lo que lee mientras recorre su camino en la esperanza y en la alegría (cf. Hch 8, 39). Por tanto, estos libros parten siempre del contexto en el cual se generó el escrito bí­blico, dando así pistas para su comprensión en el "hoy" de nuestro caminar.

Esperamos que esta serie aporte nuevas luces a las personas y comunidades, haciendo resonar de nuevo la alabanza de Jesús: "Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito" (Mt 11, 25-26).

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Introducción

MUCHAS PREGUNTAS SIN RESPUESTA

Hace más o menos un siglo, los estudios de la Carta a los efesios suscitaron una serie de preguntas que aún están sin respuestas.Y nadie hoy quiere ofrecer respuestas claras y definitivas a las innumerables preguntas suscitadas. Ellas abarcan varios campos: autor, destinatarios, fecha, género literario, etc. Esos interrogantes sin solución son fruto de la evolución de los estudios bíblicos, y es conveniente no ignorarlos.

1. ¿Es una carta?

A simple vista, esta pregunta parece no tener impor­tancia. Incluso, si quitamos el inicio (1,1-2) y el final de Efe­sios (6, 21-24), considerados por muchos estudiosos como añadidos posteriores, el texto que sobra tiene pocas carac­terísticas de carta. Se parece más a un discurso, sermón u homilía que a una carta propiamente dicha. En efecto, el texto está compuesto, entre otras cosas, de himnos (1, 3-14; 1,20-23; 2,14-18),doxología (3,20-21), oraciones de acción de gracias y súplica (1, 15-19) y peticiones (3, 14-19). Algunos estudiosos afirman que estamos frente a una liturgia. Esas peculiaridades aproximan el texto de

j Efesios a otros textos del Nuevo Testamento considera-

I dos homilía o sermón, como es el caso de Hebreos.

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2. ¿Es de Pablo?

Quien lee Efesios sin las preocupaciones de los estu­diosos no tiene duda, pues el texto habla de Pablo como si él fuera su autor (1, 1; 3, 1), además de nombrar a T í -quico (6, 21), uno de los compañeros del mismo Pablo. Sin embargo, la pregunta es más profunda y las cosas se complican cuando vemos a los estudiosos haciendo com­paraciones (de palabras, temas, estilos, etc.) entre las cartas auténticamente paulinas (Romanos, 1 y 2 Corintios, Gá-latas, Filipenses, 1 Tesalonicenses y Filemón) y las cartas que estamos acostumbrados a llamar deuteropaulinas, o sea, cartas de las cuales se discute si de hecho son de Pablo o de un discípulo de él (Efesios, Colosenses,2 Tesa­lonicenses, 1 y 2 Timoteo y Tito). Entre los estudiosos son pocos los que incluyen Efesios entre las cartas autén­ticas de Pablo. Los debates alrededor de esos interrogan­tes están lejos de acabar y se puede decir, casi sin margen de error, que esa discusión no terminará. En Efesios se encuentran muchas cosas que se parecen con las cartas auténticas de Pablo y muchas cosas que no se parecen. Respecto a este tema hablaremos más adelante.

3. ¿Fue escrita para los Efesios?

La mayoría de las Biblias traen, en 1,1, la palabra Efeso, pero algunas de ellas (como la Biblia de Jerusalén), más dirigida para el estudio, omiten la expresión "que están en Efeso". La explicación es ésta: algunos manuscritos anti­guos de este texto, considerados importantes, no tienen la expresión "que están en Efeso". El texto original de 1, 1, entonces debería ser más o menos así: "Pablo, apóstol de Jesucristo por pura voluntad de Dios, a los cristianos...

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y fieles en Jesucristo". En el lugar donde se encuentra ahora la expresión "que están en Efeso" debería existir un espacio para que allí fuera insertado el nombre de alguna comunidad cristiana del Asia Menor, por ejemplo, Laodi-cea (leer Colosenses 4, 16), o Hierápolis (leer Colosenses 4,13), o Pérgamo, etc.

Partiendo de esto, muchos estudiosos afirman que la Carta a los efesios había sido un texto circular, una espe­cie de "carta abierta" a las comunidades de aquella región, colocándose en el espacio en blanco de 1,1, el nombre de la respectiva comunidad.

Con base en esa hipótesis algunos afirman que la ac­tual Carta a los efesios podría ser el texto del cual se habla en Colosenses 4,16, que dice: "Después que ustedes lean esta carta, hagan que sea también leída en la iglesia de Laodicea. Y ustedes, lean la de Laodicea".

4. ¿Carta a los laodicenses?

Los estudiosos se dedicaron a investigar Efesios y Colo­senses, y descubrieron muchas semejanzas entre ellas. Las personas interesadas en tener una breve idea de esto, se pueden servir, por ejemplo, de las referencias marginales de la Biblia de Jerusalén. Ella ofrece, al lado del texto bí­blico de Efesios, todos los pasajes de Colosenses que sin­tonizan con éste (el efecto contrario, o sea, leer Colosenses atentos a las citas marginales de Efesios, es lo mismo). Por tanto, estos dos textos son hermanos por varias razones, entre ellas: 1. Presentan muchos temas semejantes, hasta llegar al punto de tener pasajes casi idénticos. 2. Los mo­tivos que llevaron al autor a escribir Colosenses y Efesios son sustancialmente los mismos. (Para entender esta pre-

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gunta, lea la introducción de Cómo leer la Carta a los colo-senses, páginas 11 y siguientes). 3 . Parece que esas cartas fueron escritas en el mismo lugar, en la misma ocasión y despachadas juntas, bajo los cuidados de Tíquico (Ef-esios 6, 21-22; Colosenses 4, 7-8), que, ciertamente, viaja acompañado por Onésimo (Colosenses 4, 9), el esclavo fugitivo de la casa de Filemón. Pablo bautizó a Onésimo en la prisión y lo hizo regresar a donde su patrón con aquella que conocemos como carta a Filemón. 4. Esas tres cartas fueron escritas en la prisión (Efesios 3 ,1 ; 4 , 1 ; 6,20; Colosenses 4, 3; Filemón 1.13.23), y también ese aspecto es interesante y suscita muchas preguntas con respecto a la fecha y lugar en que fueron escritas. Para algunos es­tudiosos, la carta a los Efesios podría ser la tal "carta a los Laodicenses" de la cual se habla en Colosenses 4,16.

5. ¿Dónde y cuándo fue escrita?

Si somos de la opinión que Efesios no fue escrita por Pablo (él, con raras excepciones, acostumbraba a dictar sus cartas), ciertamente, la fecha se debe situar después de la muerte del mismo (se calcula que haya sido asesi­nado en el año 68). La década del 80, en este caso, es una fecha probable. Efesios, había, pues nacido en los años en que surgieron el evangelio de Mateo y la obra de Lucas (Evangelio y Hechos). Hoy se sabe que Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, entre otros objetivos tenía el de rescatar la imagen y las obras de Pablo (evangeli-zación, fundación de las comunidades, etc.), afirmadas por grupos cristianos conservadores ligados sobre todo a Santiago y a la Iglesia de Jerusalén. ¿Sería así la llamada Carta a los efesios haciendo parte de ese plan salvador de la vida y de las tribulaciones de Pablo? Alguien, unido a

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las tradiciones y enseñanzas dejadas por ese campeón de la fe y de la evangelización de mediados del siglo I, utiliza el nombre de Pablo apóstol (1, 1) y prisionero (3, 1; 4, 1) para, entre otras cosas, no permitir que tanto esfuerzo y sacrificio acabaran en nada. En la carta, Pablo es pre­sentado como ministro del Evangelio (3, 7) que, por causa de eso, enfrenta tribulaciones, (3,13) en este aspecto, poco importa saber el lugar donde Efesios fue escrita.

Si somos de la opinión que Efesios es una carta escrita por Pablo, será necesario buscar razones que justifiquen dónde y cuándo nació ese escrito. La carta habla, clara­mente, de la prisión (3,1; 4 , 1 ; 6,20) ¿Desde cuál prisión? Es imposible saber con exactitud. Se sabe que Lucas, en los Hechos, no se preocupa por ofrecer una biografía detallada y completa de la vida y de las obras de Pablo. Además, cuando leemos los Hechos, siempre debemos filtrar las informaciones históricas de Lucas cuando se refiere a Pablo, pues los Hechos son más una teología de la historia que una historia propiamente dicha.

En los Hechos se habla de un breve tiempo de Pablo pasado en la prisión de Filipos (Hch 16, 23-40) otros dos años entre Jerusalén y Cesárea (21, 27-26, 32), después de lo cual Pablo va a Roma como prisionero y permane­ce allí en "libertad vigilada" (27,1-28,16): unido perma­nentemente a un soldado por medio de unas cadenas de hierro.Y esto fue por más de dos años (28, 30).

Si dependiéramos exclusivamente del texto de Lucas, uno de esos últimos años en prisión debería coincidir con los lugares y las fechas en que la carta a los Efesios había sido escrita (años 59-60, en Cesárea; 61-62, en Roma).

Con todo, la mayoría de los estudiosos sabiendo de los proyectos de Lucas en los Hechos, opinan que el evange-

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lista Lucas omite una prisión de Pablo en Efeso.Veamos esto más de cerca.

Durante el tercer viaje misionero (años 53 a 57) re­latado en Hechos 18, 22-21 , 26, Pablo se quedó por casi tres años en Efeso (19, 8.19; véase también 20, 31) ¿Por qué? Tal vez, por motivos estratégicos de evangelización y también por motivos de fuerza mayor, como una even­tual prisión.

Los motivos estratégicos de evangelización parecen ser éstos: Pablo se dirigía normalmente a un gran centro urbano que estuviera abastecido por una buena red de comunicación (calles y, muchas veces, también puertos), allí fundaba un núcleo cristiano doméstico que, a su vez, debería expandirse estratégicamente en los alrededores de la misma ciudad, alcanzando a todas las regiones. Un pequeño grupo de cristianos en la gran ciudad era el fermento de una nueva realidad, encargado de llevar esa buena noticia a los otros centros urbanos menores. Esto es muy cierto y clarísimo en la estrategia pastoral de Pablo. Con los corintios él se irrita porque, peleando entre ellos mismos, olvidan esta dimensión hacia fuera de la propia comunidad y ciudad. Es lo que podemos percibir al leer 2 Corintios 10, 15-16: "No presumo indebidamente de tra­bajos ajenos: espero que con el progreso de vuestra fe aumentará nuestro trabajo entre nosotros, aunque dentro de los límites que Dios nos ha señalado; esperamos anunciar el evangelio a regiones más allá de las vuestras, pero sin invadir campos ajenos, para no presumir de trabajos que han hecho otros". La expresión anunciar el evangelio a regiones más allá de las vuestras supone, con la colaboración de toda la comunidad de Corinto, la evangelización de Acaya entera, provincia de la cual Corinto es la capital.

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Así se explica, en parte, por qué Pablo permaneció cerca de tres años en Efeso. Los Hechos de los Apóstoles resumen lo que estamos diciendo en una gran frase; "Esto duró dos años, de manera que todos los habitantes de Asia, tanto judíos como gentiles, oyeron la Palabra de Dios" (Hch 19,10). Pablo se debió entregar a una intensa actividad evangelizadora, juntamente con el gran número de colaboradores que formaban parte de su equipo de evangelización. En este sentido, sin darles completamente razón, es oportuno recordar lo que dicen ciertos estudiosos al respecto de la enumeración de los nom­bres de los colaboradores que aparecen en Romanos 16, lss. Estos estudiosos afirman que el capítulo 16 de Romanos es fragmento de una carta enviada a las comunidades cristia­nas de Efeso. N o obstante, de una cosa no se puede dudar: Pablo coordinaba un gran equipo de colaboradores con un único proyecto de evangelización.Y si, de hecho, durante su estadía en Efeso, toda el Asia puede escuchar la Palabra del Señor, se debe a sus estrategias y a sus colaboradores.

En este sentido, es oportuno tener una duda. Más o menos después de 40 años, en el año 96, aparece el Apoca­lipsis. En los capítulos 2 y 3 encontramos siete cartas para siete comunidades, comenzando por Efeso y continuando con Esmirna, Pérgamo,Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodi-cea. Frente a esto nos podemos hacer dos preguntas: ¿Por qué Efeso ocupa el primer lugar en la lista de las comuni­dades del Apocalipsis? ¿Quién inició esas comunidades? Al­gunos estudiosos asocian el nacimiento de esas comunidades al tiempo en el cual Pablo estuvo en Efeso durante su tercer viaje misionero. La carta a los Efesios (y con ella Colosenses y Filemón) habría sido escrita en esa época, en Efeso.

Aún se habla de la prisión, y el libro de los Hechos de los Apóstoles ignora totalmente ese hecho.Ya intentamos explicar que Lucas no tiene ningún interés en describir

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una historia propiamente dicha, recogiendo todos los hechos. Pablo, por ejemplo, afirma en 2 Corintios 11,24-25: "De los judíos recibí cinco veces los cuarenta golpes menos uno. Fui flagelado tres veces; una vez fui apedreado; naufragué tres veces; pasé un día y una noche en alta mar". Los Hechos de los Apóstoles nos habla sólo de una flagelación (16,22), de un solo apedreamiento (14,19) y no habla de ningún naufragio o de 24 horas en un navio a la deriva (el único naufragio que Lucas narra se encuentra en el cuarto viaje de Pablo); sin embargo, el apóstol pasó por innumerables dificultades no contadas por los Hechos de los Apóstoles. En casos semejantes, evidentemente, el buen sentido nos lleva a dar razón a Pablo y a respetar el criterio de Lucas en la selección de los acontecimientos.

Pablo no habla claramente de la prisión durante su permanencia en Efeso, pero algunos pasajes de sus cartas muestran claramente que, durante ese tiempo, cosas terri­bles sucedieron en la capital de Asia y, entre esas cosas terribles podría también estar incluida la prisión.Veamos 1 Corintios 15, 32 (esta carta, ciertamente, fue escrita en Efeso, poco después de los acontecimientos que van a ser descritos): "Si luché con las fieras en Efeso con miras huma­nas, ¿de qué me sirvió? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos que mañana moriremos". Pablo habla de las luchas con los animales (literalmente fieras) de Éfeso por estar defendiendo la resurrección de los muertos. Nótese que no se trata de animales, pero sí de personas que actúan como animales y como fieras contra Pablo, contra sus pa­labras y contra sus acciones pastorales. El segundo texto incluso es más fuerte. Se trata de 2 Corintios 1,8-10 (tal vez escrita también en Éfeso): "Hermanos, no queremos que ignoren las grandes tribulaciones que encontramos en Asia-Fue tan dura la prueba y tan por encima de nuestras fuerzas,

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que perdimos toda esperanza de seguir viviendo. Tuvimos como segura la sentencia de muerte, para que no confiemos en nosotros mismos, sino en Dios, que resucitó a los muertos. Él es quien nos libró de aquel peligro mortal y nos seguirá librando. Esperamos que lo siga haciendo en adelanté".

El texto habla de una situación dramática, descrita como tribulación. Esta palabra se refiere a las opresiones y represiones de las cuales son víctimas los que tienen la osadía de no concordar con los regímenes totalitarios y fanáticos, pues la palabra y la acción de esas personas deses­tabilizan el sistema injusto vigente. Pablo sufre aquello de forma aguda y profunda, además de la resistencia física, sin esperanza de vida, situación de un condenado a muerte. Sin esperanza de sobrevivir, Dios se convirtió en la esperanza efectiva de vida.

Si Efesios es de Pablo, debe haber sido escrita alrede­dor de esos años (54-56) y en esas circunstancias (con­flictos seguidos de prisión, no narrada por Lucas en los Hechos de los Apóstoles). En este caso, se debe aceptar la hipótesis de que, en su origen, Efesios fuera una tal "carta abierta" a las comunidades de los alrededores de Efeso y, todavía más, a las comunidades que de cierta manera nacieron de la iniciativa de los cristianos de Efeso y de la estrategia pastoral de Pablo.

Vimos brevemente algunos interrogantes importantes al respecto de la Carta a los efesios, sin querer desarrollar­los. En efecto, el más importante aún está por venir, o sea, la búsqueda de una clave de lectura que ayude a entender mejor el texto. En este pequeño estudio, hablaremos indistintamente de Pablo, algunas veces usando también expresiones tales como "el autor del texto", "el autor de la carta" o sencillamente "el autor".

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6. ¿Cómo está organizada?

La carta tiene una organización mediana, lo cual sig­nifica que no es ni organizada ni sofisticada. Podemos notar dos grandes unidades. La primera va hasta el final del capítulo 3; la segunda comienza en el capítulo 4 y va prácticamente hasta el fin de la carta. De hecho, en 4, 1 tenemos claramente el comienzo de las exhortaciones y pedidos, allí se utiliza la expresión "por esto", señal de que lo que vamos a encontrar en seguida es una especie de consecuencia de lo que sucedió antes. Por tanto, la primera parte presentará algunos temas o contenidos im­portantes; la segunda mostrará qué repercusiones tendrá en la vida de las personas, envolviendo a la comunidad y a la sociedad al mismo tiempo.

Cada una de estas partes tiene sus propias subdivisio­nes más pequeñas. Anteriormente dijimos que 1, 1-2 y 6, 21-24 son textos típicos de una carta. En el contexto actual, funcionan respectivamente como introducción y conclusión. Además de esto, en la primera parte tenemos "la gran bendición" (1, 3-14) que funciona como puerta de entrada y gran síntesis de toda la carta. Además, tene­mos, oraciones en forma de súplica y acción de gracias, doxología y exposición de temas importantes.

Éste puede ser un modo útil de visualizar la carta:

1,1-2 Dirección y saludo

Primera parte (1, 3-3 , 21)

1, 3-14: Himno: La gran bendición

1,15-19: Agradecimiento y petición

1, 20-23: Himno: Cristo es el centro

2. Cómo leer la Carta a los efesios 17

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2, 1-10: Salvados por la gracia

2, 11-13: La novedad de Cristo para los gentiles

2, 14-18: Himno: Un solo cuerpo

2, 19-22: Conclusión

3, 1-13: Pablo, ministro del Evangelio

3,14-19: Súplica

3, 20-21: Himno de alabanza

Segunda parte (4, 1-6, 24)

4, 1-16: Ser un solo cuerpo

4, 17-32: Ser personas nuevas

5,1-20: Imitar a Dios

5, 21-6, 9: Nuevas relaciones sociales

6,10-20: Combate cristiano

6, 21-24: Conclusión

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1. EL UNIVERSO ENTERO REUNIDO EN CRISTO

1. Dirección y saludo (i, 1-2)

"Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, sa­luda a los fieles de la iglesia de Éfeso, creyentes en Cristo Jesús. Que Dios, Padre nuestro, y él Señor Jesucristo les concedan su gracia y su paz".

La dirección (1, 1) y'el saludo (1, 2) son típicamente paulinos y se encuentran, con variaciones, en el inicio de todas las cartas. Además de recordar lo que fue di­cho en la introducción al respecto de la expresión "que están en Éfeso", vale la pena detenerse un poco en el título con que Pablo se presenta, es decir, "apóstol". La expresión "apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios" es igual en la Carta a los colosenses y en la Segunda Carta a los corintios (1, 1). Es casi idéntica con el inicio de 1 Corintios (1,1), también se aproxima bastante a la de los gálatas (1,1 es más extenso) y tiene varios elementos en común con la Carta a los romanos (1, 1).

En varias cartas Pablo se hace acompañar de otros miembros de su equipo misionero, no sobresaliendo den­tro de ellos de una manera evidente y ostentosa (ver por ejemplo, el comienzo de las Cartas a los tesalonicenses). Muchas veces se coloca a la misma altura de sus compa­ñeros (ver el comienzo de la Carta a los filipenses), pero,

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en otras ocasiones, sus compañeros de evangelización no gozan del mismo título que él. Es el caso de Sostenes (1 Corintios 1,1),Timoteo (2 Corintios 1, l;Colosenses 1,1; Filemón 1) y otras personas que están con él (Gálatas 1,2) que sencillamente son llamados "hermano(s)".

Este detalle es significativo. Se sabe, entre otras cosas, que la persona de Pablo y su actividad misionera no fue­ron bien vistas ni aceptadas por algunos grupos cristianos primitivos y conservadores. Hasta existían algunos que de­fendían con uñas y dientes el título de apóstol, afirmando que era exclusivo de aquellos que estuvieron con el Jesús histórico, aquel Jesús de carne y hueso que anduvo anun­ciando el Reino por las aldeas y ciudades de Galilea. Al­gunas consecuencias de esto eran evidentes y pueden ser detectadas en una serie de preguntas que Pablo hace en 1 Corintios 9,1-14, donde se refiere al privilegio de fundar comunidades y ser económicamente sustentado por las mismas, recibiendo el pago por el anuncio realizado.

Pablo sufrió internamente todo eso, en el comienzo de sus cartas más importantes él hace referencia y subraya que su envío (la palabra apóstol significa enviado) viene direc­tamente de Dios por medio de Jesucristo, a quién él deberá presentar cuentas. Por tanto, el comienzo de la Carta a los efesios puede estar marcado por ese conflicto.Y, en efecto, más adelante (3, lss) él quiere aclarar el hecho de haber recibido esa misión directamente de Dios.

La carta está dirigida a los "cristianos" (literalmente: "santos") y que son llamados "fieles en Cristo Jesús". Es muy importante no olvidar el aspecto de la fidelidad. Los cristianos fueron santificados por Jesucristo. Todavía, eso sólo constituye el comienzo de un largo camino que po­dríamos llamar alianza. Jesucristo y los cristianos son alia-

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dos. Sin duda alguna, El siempre fue y será fiel. La misma condición se requiere de los cristianos.

El saludo (1, 2) también se encuentra (con algunos cambios) en todas las cartas de Pablo. Parece que él fue el que creó esa manera de saludo, que más tarde, pasó a formar parte de nuestras celebraciones litúrgicas. Además, es bueno recordar que, desde el inicio de sus cartas (ver 1 Tesalonicenses 5, 27), la carta más antigua y el primer texto escrito del Nuevo Testamento, Pablo daba por en­tendida la necesidad de crear un ambiente de celebración para la lectura comunitaria de sus cartas.

Gracia y paz son dos palabras importantes en los textos de Pablo. La gracia hace pensar en cariño, ternura, afecto, amabilidad, gratitud y otras características de Dios que es Padre y Madre. La paz (shaíom) es la plenitud de vida para todos, consecuencia de la gracia y el lazo de nuevas rela­ciones entre las personas. Todo eso viene de Dios y de Je­sucristo, concretándose en la comunidad de los hermanos.

2. Himno: la gran bendición (i, 3-14)

El primero y gran himno de Efesios (1, 3-14) abre la primera parte de la carta (1, 3 -3 , 21). Su equivalencia (más breve), es el himno de alabanzas que encierra la primera parte (3, 20-21).Toda la primera parte se encaja en este clima de alabanzas.

El himno inicial (o gran bendición) es muy complejo y denso de significados. Los estudiosos se empeñan en mostrar cómo está organizado, y de este esfuerzo surgen muchas propuestas. Lo importante en todo eso no es lle­gar a un consenso, pero sí percibir que ese himno, como el prólogo del evangelio de Juan (1, 1-18), es la gran

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síntesis de toda la obra. En otras palabras, es un portón que ya trae, en miniatura, todos los grandes temas para ser desarrollados a lo largo del texto. (Un esquema idéntico lo encontramos en el himno de Colosenses 1, 15-20). N o querer detenerse ahí para contemplar y saborear ese portón es como entrar en la carta sin saber el motivo que nos con­duce a eso, sin conocer lo que iremos a encontrar en ella.

Algunos de los estudiosos afirman que los himnos de algunas cartas paulinas y deuteropaulinas (por ejemplo 1 Corintios 13; Filipenses 2, 5-11; Efesios 1, 3-14 y Colosen­ses 1, 15-20) existían separadamente y eran usados por las comunidades en sus celebraciones. Por tanto, no serían obras de Pablo, al igual que aquellos que se encuentran en las car­tas auténticas paulinas. ¿Qué podemos pensar acerca de eso? Reflexionemos usando uno de los recursos típicos de Pablo, es decir, haciendo nuevas preguntas desafiantes. ¿Qué habría hecho Pablo durante todo el tiempo en que estuvo en las comunidades (ciudades) como Corínto y Efeso? ¿Las comu­nidades, por casualidad, por él fundadas no se reunían para celebrar la fe y la Cena del Señor? ¿Será que Pablo, hom­bre culto como era, no conocía el poder de la poesía? ¿Por qué tanta resistencia en admitir que Pablo también pudiera haber sido un poeta? ¿Cómo comprobar que esos himnos, que son poesía, fueron escritos por otras personas? ¿Si otros fueron los que los escribieron y antes de las cartas, cómo se puede explicar que encajen tan bien en las cartas, apunto de ser una especie de síntesis de la propia carta? Por tanto, es mejor mirar estos himnos como parte importante de la carta. Volviendo al himno de Efesios, observémoslo con atención, descubriendo sus características principales.

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El himno tiene una declaración solemne, resumen de todo lo que viene más adelante. Es la frase primera (1,3). En ella, sobre todo, se proclama que Dios es bendito y que en Cristo nos dio todas las bendiciones posibles e imagina­bles. Lo que viene en seguida es la explicación o el desarro­llo de este tema fundamental, desdoblado en 6 acciones realizadas a nuestro favor por medio de Jesucristo, para la alabanza de la gloria de Dios Padre. El tema de la alabanza aparece tres veces (versículos 6.12.14). Resumiendo, así podemos visualizar la gran bendición, puerta de entrada a los Efesios (subrayamos algunas palabras en negrita):

Resumen de todo (í, 3)

"Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales".

Primera bendición: la elección en Cristo (i, 4)

"Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante El por el amor".

Segunda bendición: predestinación en Jesucristo (i, 5-6)

"El nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura ini­ciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya".

Tercera bendición: libertados en la sangre de Cristo (1, 7-8)

"En Él tenemos por medio de su sangre la redención, el per­dón de los delitos, según la riqueza de su gracia que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia".

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Cuarta bendición: revelación del misterio (1, 9-10)

"Dándonos a conocer el misterio de su voluntad según el bené­volo designio que en Él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de ios tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra".

Quinta bendición: herederos en Cristo (1, 11-12)

"A Él por quien somos herederos, elegidos de antema­no según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo".

Sexta bendición: Él Espíritu Santo (1, 13-14)

"En Él también vosotros tras haber oído la palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es prenda de nuestra herencia, para la redención del pueblo de su posesión para alabanza de su gloria".

La gran bendición es muy valiente en sus afirmacio­nes, y por eso es grande. En el Asia Menor (Efeso y sus alrededores) fue fermentando una de las afirmaciones más valientes y bonitas respecto a Jesús. Ella se cristalizó más tarde en la solemne declaración que abre el evange­lio de Juan, que fue escrito tiempo después de la Carta a los efesios: "En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada. Lo que se hizo en ella era la vida y la vida era la luz de los hombres" (Jn 1, 1-4). El prólogo de Juan sobre todo se preocupa por Jesús, Palabra de Dios. El himno de Efesios da por descontado la claridad de que la Palabra existió

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desde siempre junto a Dios y desarrolla el tema "todo fue hecho por medio de ella", envolviendo todo el universo, pero mirando sobre todo la acción de Jesucristo en favor de la humanidad (el "nos" que recorre 1, 3-12.14 y el "vosotros" de 1,13).

De esta manera, el himno abraza toda la historia de la humanidad, camino entre dos polos extremos: la elección antes de la creación del mundo (primera bendición) y la comunicación del Espíritu Santo, "que es prenda de nuestra herencia, para la redención del pueblo de su posesión", es decir, hasta el final de los tiempos (sexta bendición).

También abraza al universo entero, explícito por la unión de las "cosas celestes" con las "cosas terrestres" (1, 10) bajo un único liderazgo, el de Jesucristo. El universo forma con El un solo cuerpo. Esta es la bendición de las bendiciones, el supremo don de Dios al universo.

En la Biblia, la bendición no es algo mágico o su­persticioso. Ella es el modo visible de comunicar la vida. Podemos descubrir esto observando la primera bendición al aparecer en el Antiguo Testamento. Está en el Génesis 1, 28 cuando Dios bendice a la humanidad. Convirtiéndola en fecunda y capaz de interactuar con el Creador en el proyecto de la creación. De hecho, Dios creó el hombre y la mujer a su imagen y semejanza y, por motivo de la bendición que ellos recibieron, todos los que nacieron y nacerán de la unión entre el hombre y la mujer tendrán esa imagen y semejanza, fruto de la primera bendición.

En el gran himno de Efesios, Dios bendice a la hu­manidad con toda especie de bendición en Cristo, y ésta bendice y alaba ("bendito"), pues es la forma más adecua­da de participar de la armonía del universo, cuerpo de Cristo.

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El himno tiene, evidentemente, dimensión trinitaria. Todo parte del Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, se realiza en Cristo y se consuma en el Espíritu Santo.

La primera bendición (1, 4) se concentra en la elec­ción. El Antiguo Testamento desarrolló abundantemente el tema de la elección, todavía circunscrito a un pueblo y a una raza, Israel. El comienzo de todo se dio con Abrahán (Génesis 12, lss). El himno afirma que esa elección su­cedió antes de la creación "en Cristo", con un objetivo bien claro: "Para que seamos santos e irreprochables ante El por el amor". En otras palabras, el himno pretende decir que el primer proyecto de Dios Padre fue el ser humano. La creación es consecuencia de la elección, y no viceversa.Y en la elección ya estaba presente el amor de Dios que llama a la santidad.

La segunda bendición (1, 5-6) completa la primera y hace caminar el tema. Se trata de la predestinación. En la bendición anterior Dios es llamado "Padre de Nuestro Se­ñor Jesucristo". En la segunda, nosotros podemos llamarlo Padre, pues fuimos predestinados, en Cristo, a ser sus hijos adoptivos. Popularmente se habla mucho de la predesti­nación, y casi siempre en sentido fatalista y negativo. La Biblia desconoce ese tipo de predestinación. Esa palabra envuelve, para ella, siempre dos cosas: el amor compasivo del Creador y el esfuerzo de la criatura por descubrir siempre más la esencia de ese amor. Nunca está demás insistir en que nuestra predestinación consiste "en ser sus hijos adoptivos", en una relación con el Padre de vida y amor, y no de muerte, odio o fatalidad. Esta bendición se complementará con la quinta (1, 11-12: herederos en Cristo) y tendrá como las demás, repercusiones a lo largo de la carta.

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La tercera bendición (1, 7-8) habla de la redención por la sangre de Cristo y del perdón de los pecados. Junto con la próxima bendición (la cuarta), constituye el centro del himno. Para entenderla de manera adecuada, está bien recordar el significado de la sangre del cordero pascual en la noche en que los hebreos salieron de Egipto (Éxodo 12, 7.13) y el de la sangre de los animales que expiaban los pecados en los sacrificios que el pueblo ofrecía con esa finalidad (cf. Levítico 4 y 16). La expresión "tenemos la redención" (1,7) recuerda un tema muy claro para Pablo en sus cartas y que se inspira en las costumbres de la sociedad esclavizante de aquel tiempo. Los ricos y los poderosos compraban esclavos en los mercados para que estuvieran a su servicio. Un esclavo raramente lograba adquirir su libertad. Ciertamente Pablo presenció muchas escenas de ese tipo. Se aprovecha de ese dato social para afirmar que la sangre de Jesucristo constituye nuestro rescate defini­tivo e irreversible. Su muerte rescató a la humanidad, devolviéndola a su único "Señor", Dios, que no la trata como esclava, sino que es para ella un Padre lleno de amor. También esta bendición repercute en el cuerpo de la carta, sobre todo en 2, 14-18 y en las relaciones entre marido y mujer, padres e hijos, amos y esclavos (5, 21-6 ,9 ) .

Esta bendición explica que eso constituye la riqueza de la gracia del Padre de Jesús y nosotros. Él no la retuvo para sí, sino que la derramó sobre nosotros, es decir, nos volvió destinatarios y herederos, abriéndonos hacia toda sabiduría e inteligencia. Estas dos últimas palabras no se re­fieren a la sabiduría y la inteligencia en cuanto cualidades humanas que se adquieren en las escuelas o universidades. Al contrario, son dones que Dios nos da que nos permiten "comprender" el misterio. Es por esto que, un poco más

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adelante, el autor de la carta suplica a Dios con el fin de que los cristianos "comprendan" y "entiendan" (1,18-19) El comienzo del capítulo 3 desarrollará estos temas.

Como dijimos, la cuarta bendición (1, 9-10), junto con la tercera, son el eje central del himno. Ambas, re­sumen otro gran himno cristológico de las cartas de Pa­blo, el de los Filipenses 2 ,6-11 . La muerte y glorificación de Jesús constituyen el centro del mensaje cristiano. Es de esto que se habla también aquí. El tema central de esta bendición es la glorificación, convirtiéndose en cabeza de todas las cosas, las celestes y terrestres (expresión que abraza los dos extremos, como "día y noche", "tierra y mar" para significar el tiempo entero o todas las cosas). El universo forma un único cuerpo con Cristo. Es una de las afir­maciones más osadas y bonitas de toda la carta. Nada ni nadie queda sin sentido en la armonía del cosmos, pues Cristo es la cabeza de todas las cosas, y todas ellas se orien­tan hacia Él, son parte de Él, cabeza de un único cuerpo. Este tema será desarrollado ampliamente a la largo de la carta, apareciendo en cada momento. Podemos afirmar que es el eje o motor de toda la Carta a los efesios, y es por esto que sirve de subtítulo-síntesis para este libro.

Esa decisión estaba tomada hace mucho tiempo en los planes de Dios, pero se realizó en Cristo, aquel que con­dujo la historia hacia la perfección y la plenitud.También llama la atención otro aspecto, la revelación del proyecto de Dios. Dios nos coloca a la par, convirtiéndonos en confidentes suyos y también diríamos, en "cómplices" o corresponsables de ese proyecto. En el evangelio de Juan, que debe haber nacido en las regiones de Éfeso, Jesús muestra esa misma disposición al decir: "No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo

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he dado a conocer" (15, 15). Pablo se considera "ministro de la Buena Noticia" (cf. 3, 7; 6, 20).

La quinta bendición (1, 11-12) habla de la herencia. Este tema tiene una larga tradición en la historia del pueblo de Dios y está relacionado, entre otras cosas, con el tema de la alianza y la posesión de la tierra prometida. La tierra es la herencia que Dios reserva para su pueblo. Éste, a su vez, es la herencia de Dios. Nótese que se habla de "Nuestra parte en la herencia", señal de que es compartida con muchos hijos del mismo Padre. ¿Cuál es esa herencia? Es tener todo lo que es del propio Padre, y la próxima bendición dirá que el Espíritu Santo garantiza eso.Vuelve el tema de la predestinación, de alabar la gloria y se au­menta una característica de los cristianos, la esperanza en Cristo.Todos estos temas volverán a lo largo de la carta.

La sexta bendición (1, 13-14) por un momento deja de lado el "nos" para hablar de "vosotros", refiriéndose momentáneamente a los cristianos que no vinieron del judaismo. Pero después el himno se rehace, volviendo a la primera persona del plural (¿'nuestra herencia", "espera­mos"), pues sería injusto decir que los elegidos desde siem­pre y para siempre predestinados a ser hijos y herederos de Dios fueran solamente los judíos. El tema de esta ben­dición es el Espíritu Santo, comunicado indistintamente a todos, judíos y no judíos. Así, el Espíritu se vuelve el motor de la esperanza de la humanidad que camina rumbo a la liberación completa. También esta bendición, como vimos en todas las demás, tiene reflejos y desdoblamientos en el transcurso de la carta. Existe en ella una progresión inte­resante que vale la pena tener presente. Se caracteriza por los verbos escuchar, creer, ser marcado y esperar. El oír está unido al anuncio; el creer es la respuesta al escuchar; ser marcado (tal vez, refiriéndose al Bautismo) es consecuencia

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del creer; el esperar (activamente) es el compromiso a la militancia cristiana. De este dinamismo que, supone un pasado que debe ser abandonado y un futuro diferente que debe ser asumido, se hablará en el transcurso de toda la carta.Y la garantía de todo eso se llama Espíritu Santo.

Para continuar reflexionando

1. Conversar sobre las cosas que más te llamaron la aten­ción hasta aquí, aquello que era nuevo para ti y lo que ya te era conocido.

2. ¿Nos sentimos envueltos en este himno de acción de gracias o "gran bendición", o pensamos que son cosas para los demás?

3. Dialogar sobre el tema de la bendición, que está de moda hoy en día. ¿Qué se puede pensar de ella y qué nos dice el himno?

4. Conversar sobre el tema apóstol para ver de qué lado nos situamos: ¿si del lado conservador del tiempo de Pablo o del lado del mismo Pablo?

5. Orar con las seis bendiciones. Después de cada una, el grupo debe responder"bendito seas, Señor". Luego, con­tinuar espontáneamente, creciendo en nuestros deseos de alabanza.

V J

3. Agradecimiento y súplica (1, Í5-19)

"Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra caridad para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros recordándoos en mis ora-

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dones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente, iluminando bs ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a <?"£' habéis sido llamados por Él; cuál la riqueza de la gloria otorgada por Él en herencia a los santos, y cuál soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa".

El autor da a entender que no conoce personalmente los destinatarios de la carta. Simplemente, afirma que quedó sabiendo (1, 15) ciertamente por rnedio de per­sonas que pertenecían al grupo del trabajo evangelizador, como en el caso de los Colosenses 1, 5-8. A raíz de eso, y después del himno-síntesis de toda la carta, agradece a Dios, como sucede en todas las cartas auténticas de Pablo (a excepción de Gálatas). La acción de gracias es más breve en el texto (1,16), no obstante, el autor afirma que hace eso sin cesar cuando se acuerda de hecho en sus oraciones. La acción de gracias después se transforma en pedido (1,17-19), y ese pedido se desmembra en tres: 1. Que Dios dé a los destinatarios de la carta u n espíritu de sabiduría (1, 17); 2. Que les ilumine los ojos y la mente (1, 18); 3 . Que ellos comprendan el grandioso poder de Dios (1,19).

Nótese, en esta acción de gracias acompañada de sú­plica, la presencia de las tres virtudes más inaportantes para la vida de la comunidad cristiana: la fe, el amor (1, 15) y la esperanza (1,19). Estas tres características funcionan, en el pensamiento de Pablo, como columnas sobre las cuales se construye la comunidad de los fieles (Véase: Cómo lect la Primera Carta a los tesalonicenses). ¿ Q u é es la fe? Es la adhesión plena a Jesucristo, dejando atrás el modo viejo

.M

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de ser, de ver las cosas y de relacionarse con las personas. Ya en la primera carta que escribió, Pablo subrayaba ese aspecto (cf. 1 Tésalonicenses 1, 9). Es bueno aquí recordar el "proceso" descrito en la sexta bendición (1, 13-14): escuchar, creer, ser marcado, esperar. De estos cuatro ver­bos, el segundo (creer) y cuarto (esperar) están presentes en este fragmento, señal de que la sexta bendición está, de alguna manera, desarrollándose aquí. Por tanto, la fe provoca la ruptura con la idolatría y genera la adhesión al Señor Jesús, el resultado de esto se llama el "amor", vivido en la comunidad, lugar de nuevas relaciones entre las per-sonas.Ya no son más relaciones de dominación o de explo­tación, pero sí de fraternidad, de igualdad y de solidaridad. La comunidad, movida por el amor que transforma las relaciones en todos los niveles, es el lugar en el que se fermenta el sueño de un mundo totalmente renovado y sin injusticias. Es, entonces, la esperanza, luz que brilla en el horizonte, provocando e invitando a las comunidades a superarse frente a las dificultades cotidianas.

Pablo agradece a Dios la fe que los Efesios tienen en el Señor Jesús y el amor que los nutre a todos, creando nue­vas relaciones y transformando la comunidad cristiana en un espacio alternativo donde se genera lo nuevo.Y, como vimos, pide a Dios tres cosas: sabiduría (ver la tercera bendición, 1, 7-8), luz para comprender y esperanza (ver la sexta bendición, 1, 13-14) en la cual los cristianos son llamados (compárelo con la segunda bendición, 1, 5-6), además, entendimiento para comprender la riqueza de la herencia (ver la quinta bendición, 1, 11-12) y compren­sión del poder glorioso de Dios en favor de quien cree. Sabiduría, luz y comprensión para entrar en sintonía con Dios que hace de Jesucristo la cabeza de todo el universo. Es de eso que habla en el himno que viene en seguida.

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4. Himno: Cristo es el centro (1, 20-23)

"Que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos, por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero. Sometió todo bajo sus pies y le constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena todo en todo".

El himno profundiza el tema del "poder glorioso de Dios en favor del que cree", desarrollando al mismo tiempo la bendición central (1, 9-10). Aquello que Dios realizó a nuestro favor en la persona de Cristo constituyó el centro de la fe cristiana: la resurrección y glorificación de Jesús a la derecha de Dios, convirtiéndolo en cabeza del universo. La Iglesia, a su vez, está llena de aquel que Dios plenificó con su plenitud.

Este poema de fe tiene contactos con otros .textos de Pablo, sobre todo la segunda parte del himno de la Carta a los filipenses (2, 9-11). Efesios 1, 22 cita explícitamente el Salmo 8,7 cambiando uno de los personajes. En efecto, en el Salmo 8, 7 se afirma que Dios puso todas las cosas bajo los pies del ser humano. En el lugar del ser humano, este himno pone la persona de Jesucristo resucitado, con­virtiéndolo en Señor del universo.

En la región de Efeso, las ciudades vecinas tenían mu­cha influencia de las otras religiones. A raíz de esto, las comunidades cristianas se arriesgaban a perder su iden-

3. Cómo leer la Carta a los efesios 33

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tidad.Y el mismo Jesús, muerto y resucitado, dejaba de ser la esencia de la fe cristiana, convirtiéndose en un sencillo ser igualado a otros seres semidivinizados, a semejanza de los que son citados en el himno ("principado, potestad, virtud, dominación". Para profundizar en este aspecto, ver la introducción de "Cómo leer la Carta a los colosenses"). Aquí se citan cuatro de esos seres, tal vez, para dar la idea de totalidad cósmica, incluyendo también a los ángeles y a los ejércitos celestiales. Además de citar 4, el himno abarca "cualquier otro nombre que se pueda nombrar" abra­zando todo el marco de la historia humana (presente y futuro). Jesús resucitado es, pues, presentado como Señor del universo. Como en Colosenses 2,10.15, aquí tampoco se discute con respecto a la existencia de "principados y autoridades". Sencillamente se afirma que el Resucitado y Glorificado está por encima de todo eso, y todas esas cosas le fueron puestas debajo de sus pies.

Aparece el tema de la "Iglesia", el cual, se volverá im­portante de aquí en adelante, pero no tan importante como desean algunos, hasta el punto de ofuscar la preocupación central de los Efesios, que es la de presentar a Cristo como cabeza del universo. La Iglesia de la Carta a los efesios no puede ser sencillamente identificada con esta o aquella igle­sia. Se trata de todo el pueblo de Dios, o si quisiéramos, de aquello que solemos llamar Reinado de Dios, superando de esa manera, determinada concretización histórica de iglesia. Respecto a este tema, el himno afirma por lo menos dos cosas esenciales: 1. La Iglesia tiene una cabeza que es Cristo. 2. En consecuencia, la Iglesia no existe por sí misma ni sub­siste por sí misma, pues su vida depende de su unión con la cabeza, con la cual forma una única realidad.

La última expresión del himno (1, 23) se puede en­tender de diversas maneras (y las traducciones varían).

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"La frase es densa y ambigua, por eso difieren las inter­pretaciones: a) La Iglesia sometida plenifica, completa a Cristo, como el cuerpo completa a la cabeza; Cristo ple­nifica todo, b) La Iglesia está llena de Cristo.. . La Iglesia está llena de aquel que Dios plenificó con su plenitud (Jn 1,14.16; Col 1,18-19)" (Biblia del Peregrino. Nuevo Testa­mento. Paulus, Sao Paulo, 2000, p. 565).

s ; ; -N Para continuar reflexionando

1. ¿Qué entendemos por fe?

2. ¿Qué tiene que ver la fe con los ídolos y las idolatrías de hoy día?

3. ¿Las comunidades cristianas son o no son espacio alter­nativo donde se vive y se fermentan nuevas relaciones?

4. ¿Qué pensamos sobre la esperanza? ¿Podemos vivir sin ella? ¿Por qué?

5. En el transcurrir de los días, es posible que perdamos de vista el eje central de nuestra fe, aferrándonos a cosas secundarias. Comentar.

6. ¿Qué entendemos por Iglesia? ¿Por qué existen tantas iglesias?

7. ¿Qué significa afirmar que Cristo es la Cabeza de la Iglesia y que la Iglesia es su cuerpo?

5. Salvados por la gracia (2, i-10)

"Ya vosotros que estabais muertos en vuestros delitos y peca­dos, en los cuales vivisteis en otro tiempo según el proceder de este mundo, según el príncipe del imperio del aire, el espíritu

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que actúa en los rebeldes... entre ellos vivíamos también to­dos nosotros, en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados por naturaleza, como los demás, a la ira... Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo —por gracia habéis sido salvados— y con El nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la je; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos".

Con toda seguridad, se puede afirmar que 2,1-10 de­sarrolla y profundiza la tercera bendición (1, 7-8), cuyos temas principales son la liberación (rescate) por medio de la sangre de Cristo, el perdón de los pecados, la gracia derra­mada abundantemente sobre "nosotros", esto es, sobre toda la humanidad, y la apertura hacia la sabiduría y la inteligencia. En la visión de un judío, la humanidad esta­ba compuesta por dos grupos numéricamente desiguales: los judíos y los no judíos.

Estos versículos unas veces se refieren a "vosotros", es decir, a los gentiles (2, l-2.5b.8), otras veces a "nosotros", es decir, a los judíos (2,3) y otras más a "nosotros" hacien­do referencia a toda la humanidad, judíos y no judíos (2, 4-5a.6-7.9-10). Para ambos grupos existe un pasado mar­cado por los delitos y los pecados. Ambos estaban bajo la

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ira de Dios. Para ambos surge Cristo que, por pura gracia, salva a unos y a otros, manifestando de esta manera la riqueza de la misericordia de Dios y el amor con que nos ama. La salvación, pues, es obra gratuita, misericordiosa y amorosa de Dios, sin mérito por parte de ninguno. Para los dos grupos, que Cristo Jesús transformó en un solo pueblo, cabe una respuesta positiva de amor y de compro­miso, manifestada en la expresión "buenas obras" (2,10).

El texto trabaja con categorías temporales, pues habla de "otro tiempo" (2, 2) y "vivíamos" (2, 3), pero también se refiere al presente (el momento en que se escribe la car­ta) y a los "siglos venideros" (2,7), abrazando una vez más todo el arco de la historia (como el himno de 1,3-14).

El pasado, es decir, el tiempo anterior al evento de Jesucristo, se caracteriza, tanto para los gentiles cuanto para los judíos, por delitos y pecados que generaban la muerte y convertían a todos en criaturas merecedoras de la ira de Dios. De los gentiles se dice que, en ese tiempo, seguían el modo de pensar de este mundo. Existen aspec­tos culturales propios de aquel lugar y circunstancias, que se reflejan en esta expresión "según el príncipe del imperio del aire, el espíritu que actúa en los rebeldes" (2, 2b) . Se creía que el aire era la morada de los espíritus demoníacos. Pero una cosa no se nos puede escapar. Como dijimos anteriormente, el evento de Jesucristo traza una línea divisoria entre las aguas, es decir, una frontera entre el pasado y el presente de las personas y de las comunidades. La fe en Jesucristo hace pasar de los ídolos mudos al Dios vivo y verdadero (compare 1 Tesalonicenses 1, 9 con 1 Corintios 12, 2).

Respetadas las diferencias, con los judíos sucedió algo semejante. En otras palabras, Efesios 2, 1-3 resume la larga

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explicación que Pablo presenta en los primeros capítulos de Romanos. A pesar de que tienen la Ley, los judíos se volvie­ron, como los gentiles, merecedores de la ira de Dios.

Pero el Dios de Jesucristo no es el Dios de la ira y de la punición, pero sí es el Dios de la misericordia, el "ben­dito" celebrado en el gran himno (1, 3-14).Vale la pena recorrer Efesios 2, 4-10 y anotar las expresiones positivas con las que el texto se refiere a Dios y lo caracteriza. En este sentido, la carta recupera lo que es más importante y fuerte en todo el Antiguo Testamento: "rico en misericor­dia", "nos amó por el gran amor", "nos dio vida", de Él viene la gracia que nos salva, "Dios nos resucitó y nos hizo sentar en el cielo", "quiso mostrar a los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia", la salvación es don de Dios,"Dios nos hizo y nos creó en Jesucristo". Los pasos más importantes de la gran bendición aparecen dispersos y un tanto en desor­den, (1,3-14): creación en Cristo, redención, perdón, gra­cia, resurrección con Cristo y hasta nuestra glorificación con Cristo todavía en esta vida. La muerte, resurrección y glorificación de Cristo nos hicieron pasar de la muerte a la vida y a la glorificación todavía en este tiempo.

A estas alturas, bien nos podríamos sentar y esperar pa­sivamente a que Dios haga el resto, completando su obra. O, quién sabe, tendríamos motivos para enorgullecemos. Nada de eso cabe en la perspectiva de la carta, pues todas esas cosas llevan hacia dos reacciones positivas, la exaltación, como fue manifestada en la gran bendición (1, 3-14) y el compromiso. En efecto, el fragmento que estamos profun­dizando termina hablando de "buenas obras", con las cua­les ocuparemos nuestra vida (2,10). Al mismo tiempo dos cosas: exaltación y compromiso, pero los dos unidos. Uno exigiendo al otro, a fin de que nuestra respuesta al amor y a la misericordia divina sean coherentes.

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6. La novedad de Cristo para los gentiles

(2, í 1-13)

«Así que, recordad cómo en otro tiempo vosotros, los gentiles según la carne, llamados "incircuncisos"por lo que se llama "circuncisión" -por una operación practicada en la carne-, estabais a la sazón lejos de Cristo, excluidos de la ciudada­nía de Israel y extraños a las alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Mas ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que en otro tiempo estabais lejos, habéis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo».

La carta continúa describiendo el pasado de los gentiles (2,11-12) y la novedad traída por la muerte y resurrección de Cristo (2, 13). Es una prolongación de la tercera (1, 7-8) y sexta (1,13-14) bendiciones. En contra luz, o sea, por ausencia de la herencia por parte de los gentiles, también está presente la quinta bendición (1,11-12).

La circuncisión en Israel se confunde prácticamente con sus orígenes. A diferencia de lo que sucedía en otros pueblos vecinos a Israel, que también practicaban la cir­cuncisión, para un judío ésta tiene valor sagrado, por ser la señal en la carne que caracteriza a Israel no sólo como pueblo, sino como el pueblo de la alianza con Dios. Jesús y Pablo fueron circuncidados al octavo día (Lucas 2, 21; Filipenses 3, 5) conforme mandaba la Ley (Levítico 12, 3). Este rito, una especie de "bautismo", además de in­corporar al niño como miembro del pueblo de la alianza, era signo de compromiso con la práctica de todas las nor­mas de la Ley de Moisés y además concedía a las familias de los judíos los privilegios de ahí derivados, expresados

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en el texto como "las alianzas de la promesa" (algo seme­jante es desarrollado en Romanos 9, 4-5).

Según el texto que nos interesa, la circuncisión con­virtió al judío en un ser arrogante, pues llamar a un gentil de incircunciso era una manera de exaltar el privilegio de la raza, despreciando consecuentemente a los que no fue­ran judíos. Por no pertenecer a la raza elegida, los gentiles estarían excluidos de la expectativa mesiánica (muchos creían que el Mesías vendría solamente para los judíos), vistos como extraños en relación con las prerrogativas de Israel (ciudadanía, promesas, alianza, etc) y entregados a la propia suerte, o mejor, a la suerte cruel de los ídolos mu­dos que no salvan, no liberan ni dan vida. En una palabra, sin esperanza. O, dicho en otros términos, lejos de todo eso, sin acceso alguno.

El cambio sucedió en la sangre de Cristo, tema que recuerda la alianza y la liberación de los presos (Éxodo 24, 6 y Zacarías 9, 11). El himno que viene en seguida desarrolla este tema.

7. Himno: Un solo cuerpo (2, 14-18)

"Porque Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro divisorio, la enemistad, anulando en su carne la Ley con sus mandamientos y sus decretos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo las paces, y reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la enemistad. Vino a anunciar la paz:paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca. Por Él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu".

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El himno es como si fuera el alma de la humanidad celebrando su reencuentro en Cristo y por Cristo, en la cruz. De manera sutil, están aquí presentes la segunda (1,5-6),la tercera (1,7-8),la cuarta (1,9-10),la quinta (1,11-12) y la sexta (1,13-14) bendiciones con algunos de sus temas. Todo habla de la reconciliación: el muro cae, el odio está muerto, la Ley de los mandamientos es abolida, las distan­cias son superadas, las divisiones ya no existen. Todo esto sucede en una persona (Cristo), en un acto por ella reali­zado (muerte en la cruz), restablece todas las relaciones entre Dios y la humanidad y también las relaciones entre los grupos humanos. El resultado de todo esto se llama paz (shalom, plenitud de vida; cf. 1,2), palabra repetida tres veces.

Las relaciones de la humanidad con Dios son restable­cidas y sintetizadas básicamente en dos: la reconciliación y la adopción. La muerte de Cristo reconcilia a la humani­dad con Dios y, desde entonces, todos tienen un único Padre (cf. 1, 5). A partir de esto es que todos podemos decir "Padre nuestro". También las relaciones entre los grupos humanos son nuevas: no hay más diferencia de raza (cf. Gálatas 3,28) y desaparece con eso el odio racial; no existe más privilegio de un pueblo de la alianza, pues toda la humanidad es la aliada de Dios en Cristo; no existe más distancia entre los grupos humanos, pues en el Espíri­tu todos caminan hacia el encuentro del mismo Padre.

Otro detalle nos llama la atención. Al hablar del muro de la separación (2, 14), tal vez, el himno quiera referir­se a la nítida separación que se hacía, en el Templo de Jerusalén, entre los judíos y los gentiles. Existía un aviso advirtiendo que si un pagano osase entrar en el espa­cio reservado para los judíos, ciertamente, sería muerto. Ahora bien, por causa de Cristo, todos tienen acceso al

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mismo Dios y Padre, y el guía de todos se llama Espíritu Santo (cf 1,13-14)

8. Conclusión (2,19-22)

"Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciu­dadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra an­gular Cristo mismo, en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en quien también vosotros con ellos estáis siendo edificados, para ser morada de Dios en el Espíritu"

La carta encierra la reflexión alrededor de este tema Muestra las oposiciones superadas Antes de Cristo, los gentiles eran llamados incircuncisos (2, 11), ahora, no son ni extranjeros ni migrantes (huéspedes), antes estaban apartados de la ciudadanía de Israel (2, 12), pero ahora son conciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios Surge una imagen interesante, sacada de la ingeniería civil y de la arquitectura, fruto de la ob­servación de la cultura urbana el gran edificio La piedra principal, (literalmente se dice "la piedra angular") es el elemento más importante en una construcción Para comprender esto es necesario pensar en las construccio­nes antiguas, con puertas grandes en forma de arco En el centro del arco se colocaba la "piedra angular", que daba soporte a toda la construcción Cristo Jesús es esa piedra, punto de unión y cohesión de todo el edificio La carta dice básicamente las mismas cosas al usar la imagen del cuerpo y de la cabeza.

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El fundamento está constituido por los apóstoles y profetas, dos "ministerios" importantes en las comunida­des primitivas, sobre todo las fundadas por Pablo (cf 1 Corintios 12, 28) Sobre esta base, y buscando la cohesión con la "piedra angular", el edificio va siendo construido siempre, sin parar En este sentido, el pueblo de Dios es siempre una cantera de obras, un proyecto inacabado que está siendo construido Y el mismo pueblo de Dios se transforma en santuario del Señor Esta idea no puede ser abandonada ni menospreciada, sobre todo en los tiempos en que se insiste mucho en los templos materiales La Biblia siempre nos aclaró que la verdadera morada de Dios (de la Trinidad) es el cuerpo de las personas que constituyen el pueblo de Dios (Salmo 114,2, Juan 14,23, 1 Corintios 6, 9) El arquitecto de ese proyecto nunca terminado y siem­pre en crecimiento se llama Espíritu Santo

Para continuar reflexionando

1 ¿Hoy en día, los cristianos son mejores que los no-cns-nanos?

2 ¿Qué se puede pensar de los que afirman que religión es sólo trabajo' ¿Qué se puede pensar de los que afirman que es solo compromiso'

3 Reflexionar juntos sobre las guerras de la religión las divisiones entre los cristianos y el camino ecuménico

4 "La suntuosidad de un santuario no dice nada respecto a la santidad del pueblo que lo frecuenta" Comentar esta frase

5 Conversar sobre aquellas cosas que más les llamaron la atención en la lectura de esos textos

V J 43

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9. Pablo, ministro del Evangelio (3, 1-13)

"Por lo cual yo, Pablo, el prisionero de Cristo por vosotros los

gentiles... si es que conocéis la misión de la gracia que Dios

me concedió en provecho vuestro. Como me fue comunicado

por una revelación el conocimiento del misterio, tal como breve­

mente acabo de exponeros. Según esto, por la lectura de

la carta, podéis entender mi conocimiento del misterio de

Cristo; misterio que en generaciones pasadas no fue dado

a conocer a los hombres, como ha sido ahora revelado a sus

santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son

coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la mis­

ma promesa en Cristo fesús por medio del Evangelio, del cual

he llegado a ser ministro, conforme al don de la gracia de Dios

a mí concedida por la fuerza de su poder. A mí, el menor de

todos los santos, me fue concedida esta gracia: la de anunciar a

los gentiles la insondable riqueza de Cristo, y esclarecer cómo

se ha dispensado el misterio escondido desde siglos en Dios,

creador del universo, para que la multiforme sabiduría de

Dios sea ahora manifestada a los principados y las potestades

en los cielos, mediante la Iglesia, conforme al designio eterno

realizado en Cristo fesús, Señor nuestro, quien, mediante la

fe en El, nos da valor para llegarnos confiadamente a Dios. Por

lo cual os ruego no os desaniméis a causa de las tribulaciones

que por vosotros padezco, pues ellas son vuestra gloria".

El tema central de este fragmento es la palabra "miste­rio". Para el pueblo de aquella región y de aquel tiempo, esa palabra no significaba en primer lugar algo imcom­prensible o fuera del alcance de nuestra inteligencia. En efecto, Pablo dice: "por la lectura de la carta, podéis entender

mi conocimiento del misterio de Cristo" (3, 4). "Mis t e r io" po r

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lo tanto, es algo que puede y debe ser comprendido y revelado, pero con esfuerzo. Entonces, ¿qué sería ese "misterio"? La palabra que más se aproxima, tal vez, es "proyecto". El autor está hablando, pues, del proyecto de Dios y del desarrollo que Él tuvo con ese proyecto.

Por tener la palabra "misterio" como tema central, este fragmento está fuertemente unido sobre todo a la cuarta bendición (1 , 9-10), desarrollándola. Pero no fal­tan contactos con la tercera (1, 7-8), la quinta (1, 11-12) y también la sexta (1,13-14).

El fragmento comienza y termina hablando de ten­siones y dificultades. Desde ya estamos sabiendo que el "misterio" se vuelve conocido por medio de los sufri­mientos. De hecho, al comienzo (3, 1), Pablo afirma ser un cristiano que está en la cárcel por causa de las ideas y de los proyectos misioneros que tiene y que pone en práctica.Al final (3, 13) habla de tribulaciones,-1/ pide a los cristianos no-judíos para que no estén abatidos por causa de eso. La palabra tribulación es muy importante en los textos de Pablo y es un tema frecuente. La tribulación se refiere a las persecuciones, difamaciones, opresiones y represiones que él enfrenta por causa del Evangelio (léase la más extensa descripción de esto en 2 Corintios 11,24-29 y en 1 Corintios 4, 9-13). ¿Quién sería el causante de esas tribulaciones en la vida de Pablo? El texto de Efesios no explica, pero a partir de otros pasajes descubrimos que ellas venían por lo menos de cuatro direcciones distintas: el poder político y económico del imperio romano, los judeo-cristianos radicales (llamados "judaizantes"), el grupo conservador de los líderes cristianos (sobre todo de Jerusalén) y los líderes del judaismo. Muchas veces un grupo trabajaba con otro en contra de Pablo.

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El "misterio" del que habla Pablo, ya fue de cierta manera, presentado anteriormente. Ahora, no obstante, aparece claramente en forma de resumen "los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa" (3, 6b). Es una especie de resumen de todo lo que fue dicho hasta el momento, recuperando el tema de la "herencia" única para los judíos y gentiles (1, 5-6.11-12), en un solo cuerpo (1, 9-10), destinatarios de una única promesa, cuyo punto central es el Espíritu (1, 13-14).

En el pasado del pueblo de Dios (Antiguo Testamen­to), pocos se dieron cuenta de que el Dios de Israel era el Dios de toda la humanidad. En los tiempos de Cristo y del Espíritu, la comprensión de ese proyecto se volvió clara. Pablo no se enorgullece de estar en la línea del frente (ministro) de los que fueron encargados de anun­ciar esa buena noticia, pues, insiste en que recibió todo directamente de Dios, (revelación, 3, 3) como fruto de la gracia (3, 7). Además, se coloca como el menor de todos los cristianos (cf. 1 Corintios 15,8-10), para que aparezca con la fuerza y el poder eficaz de Dios (3, 7). Pablo no quiere sobresalir por sí mismo, pero la Iglesia, de la cual él hace parte, y por medio de la cual la humanidad entera va conociendo el "misterio" de Dios y abriéndose para "toda sabiduría e inteligencia" (1, 8b): aquello que estuvi­era oculto en el pasado se vuelve ahora conocido para todos. La sabiduría del proyecto de Dios alcanza, de esta manera, dimensiones incalculables. La cuarta bendición ya lo había afirmado: el universo entero forma un solo cuerpo, cuya Cabeza es Cristo.

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10. Súplica (3,14-19)

"Por eso doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, para que os conceda, por la riqueza de su gloria, fortaleceros interior­mente, mediante la acción de su Espíritu: que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimen­tados en el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, os llenéis de toda la plenitud de Dios".

Esta súplica está unida a la tercera bendición (1, 7-8). Ahí se afirma que Dios nos ha prodigado de toda sabiduría e inteligencia. De rodillas (actitud humilde de quien su­plica), Pablo se dirige al Padre universal. La oración tiene la dimensión trinitaria y se preocupa por el "ser interior" de cada persona, de manera que Cristo se convierta en morada de todo cristiano (3, 17a). El pedido envuelve el "fortalecer" y el "habitar" para "comprender" y "cono­cer".Tal vez, el "fortalecer" debe ser entendido en la línea de los "arraigados" y de "cimentados" (3, 17b), imágenes sacadas de la observación del reino vegetal y de la cons­trucción civil. El objetivo final de este ruego es que los cristianos comprendan y conozcan, tema encontrado ya en la tercera (1, 7-8) y cuarta (1, 9-10) bendiciones y también en la primera súplica de la carta (1, 17-19). ¿Comprender y conocer qué? El amor de Cristo en su totalidad. Las cuatro dimensiones: anchura, largura, altura y profundidad (como cuando usamos los puntos cardi­nales), para que quedemos llenos de toda la plenitud de Dios (3,19b). Esta última expresión merece atención. De cierta manera ya fue encontrada en 1, 23 , pero lo que nos llama la atención es la comparación de esa frase con

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Colosenses 1, 19, que afirma: "Dios tuvo a bien hacer residir en Él toda la plenitud", esto es, habitar en Cristo. Aquí en Efesios, se expresa un deseo mayor: que cada persona esté llena de la plenitud de Dios. Lo finito conteniendo lo in­finito; el ser humano limitado conteniendo la plenitud... Este "milagro" se vuelve posible gracias al amor. En otra carta Pablo afirma: "la ciencia hincha, el amor en cambio edifica" (1 Corintios 8, Ib).

11. Himno de alabanza (3, 20-21)

"A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas in­comparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros, a Él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén".

El autor se dio cuenta de que estaba afirmando co­sas aparentemente imposibles y, tal vez, hasta absurdas para algunos, como los gnósticos, presentes en aquellos lugares y tiempos. El gnosticismo privilegiaba el cono­cimiento racional como camino para encontrar a Dios. Cuanto más usemos la razón, decía, más cerca estaremos de Dios. Aún, el conocimiento, como sabemos, es un pozo sin fondo. Cuánto más conocemos, más sabemos que desconocemos. Tratándose de Dios, aún más. Pablo era consciente de eso, e intentó expresarlo en Romanos 11, 33-36.Tanto allá como en Efesios 3, 20-21, sabiendo que no podía abarcar a Dios con el conocimiento, pre­fiere experimentarlo plenamente en el amor de Cristo, abriéndose hacia la alabanza.

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Es por eso que la primera parte de la carta (1,3-3,21) termina con una doxología (himno de alabanza), exal­tando el poder de Dios que actúa en nosotros y puede producir en nosotros mucho más de cuanto imaginamos. Esa conciencia dispone a la persona para la alabanza que no termina.

y ^

Para continuar reflexionando

1. Conversar sobre las tribulaciones por las cuales pasan muchos agentes de pastoral hoy en día.

2. ¿Cuál de estas tres características es más notable en Pablo: ser ministro del Evangelio, considerarlo como gracia de Dios, creer que es el menor de los cristianos?

3. Buscar juntos, con sensibilidad ecuménica, una nueva lectura del "misterio" del que habla la carta.

4. ¿Qué puede plenificar al ser humano? ¿Por qué?

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2. ¿QUÉ ES SER CRISTIANO?

La segunda parte de la carta (capítulos 4 al 6) se compone básicamente de exhortaciones. N o son exacta­mente órdenes ni consejos vagos. El autor va orientando a las comunidades dentro de lo que podemos llamar "ética". Es decir, después de mostrar largamente la ac­ción de Dios Padre, de Jesucristo y del Espíritu Santo en favor de la humanidad (judíos y gentiles), volviéndolos a todos parte del cuerpo de Cristo, del cual Él es la Ca­beza, Pablo nos orienta para que nuestro día a día sea una respuesta coherente a esas inundaciones de amor divino en nuestra vida. En otras palabras, se trata de examinar cuidadosamente nuestras relaciones. Todas las relaciones son iluminadas por esa realidad nueva traída por Cristo.

Entonces, la segunda parte responde a la pregunta: "¿Qué es ser cristiano?", esto es, nos señala nuestros com­promisos para mantener el cuerpo unido, sin divisiones. No se trata de moralismo. Algunas lecturas de Pablo he­chas erradamente lo muestran como un hombre tedioso que vive irritado con todo y con todos; dictando reglas sin discernimiento. En primer lugar, se debe recordar que la segunda parte de Efesios no es una lista de órdenes. Son orientaciones (muchas veces condicionadas histórica y culturalmente) que ayudan a ver mejor la vocación que recibimos, siendo coherentes con ella. Por consiguiente, Pablo no es un moralista tedioso pero sí es un cristiano lú­cido. No defiende moralismos, pero sí una ética que nace

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de la vocación cristiana, como respuesta nuestra a la rique­za extraordinaria del amor de Dios para con nosotros.

Luego, la segunda parte desarrolla principalmente el objetivo de la primera bendición, que dice así: "para que seamos santos e irreprochables ante Él por el amor" (1 , 4b), y también la segunda (1, 5-6), que tiene como temas im­portantes nuestra adopción divina y la alabanza de la gloria de Dios. Las otras bendiciones también están pre­sentes, particularmente la cuarta (1,9-10),pero de manera menos intensa.

1. Ser un solo cuerpo (4, 1-16)

"Os exhorto, pues, yo prisionero por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, so­portándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en con­servar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.

A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida de los dones de Cristo. Por eso dice: Subiendo a la altura, llevó cautivos y repartió dones a los hombres.

¿Qué quiere decir "subió" sino que también bajó a las re­giones inferiores de la tierra? Éste que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenar el universo. Él mismo dispuso que unos fueran apóstoles; otros, profetas; otros, evangelizadores; otros, pastores y maestros, para la adecuada organización de los santos, en las funciones del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la

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unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la plena madurez de Cristo.

Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zaran­deados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce al error, antes bien, con la sinceridad en el amor, crezcamos en todo hasta aquel que es la cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo recibe trabazón y cohesión por la colaboración de los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro, para el creci­miento y edificación del amor".

La primera frase (4,1) sirve de título para todo lo que sigue. El tema central es la unidad del cuerpo, unidad con Cristo Cabeza y unidad de las personas entre sí (miem­bros). Aparecen siete elementos que estimulan a la unidad (un solo cuerpo, un solo Espíritu, una sola esperanza, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios). Se nota después que, entre esos siete elementos, está la Trinidad (Espíritu, Señor, Dios). En los primeros seis versículos reaparecen las tres virtudes principales (amor, esperanza, fe) ya anotadas en 1, 15.18. La exhortación es realista: sopórtense mutuamente en el amor, con tres cualidades: humildad, amabilidad y paciencia. El ruego es hecho por quien se encuentra en prisión.

La unidad de las personas con la Trinidad y la unidad entre los miembros del mismo cuerpo acontece en la di­versidad de los dones (gracias) que Cristo concedió a cada uno. El autor hace una lectura propia del salmo 68, 19, aplicándolo a Cristo resucitado, vencedor y distribuidor de los dones (4, 8-10). Después, ofrece una muestra de dones presentes en las comunidades, haciendo sobresalir cinco ministerios: apóstoles, profetas, evangelizadores,

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pastores y maestros (4, 11). El elenco de 1 Corintios 12 es más amplio y muestra que ninguno posee el Espíritu de manera plena y ninguno está privado de él. El obje­tivo de todo eso es claro: "hasta que lleguemos todos a la unidad de la Je y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la plena madurez de Cristo" (4,13). En otras palabras, se busca la madurez cristiana, que sabe re­spetar la diversidad y sólo es completa cuando reconoce y acepta las cualidades, servicios y funciones de los otros miembros del cuerpo. La inmadurez está descrita con la imagen de la persona que se deja llevar por las olas del mar o como veletas que lleva el viento. El cuerpo, del cual Cristo es la Cabeza, no es consecuentemente, algo hecho y acabado, pero sí es un proyecto que se construye con la ayuda de todos, según la capacidad de cada per­sona (4,15-16).

2. Ser personas nuevas (4, 17-32)

"Por tanto, os digo y os aseguro esto en el Señor, que no viváis ya como viven los gentiles, según la vaciedad de su mente, obcecada su mente en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos y por la dureza de su corazón, los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al libertinaje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas. Pero no es así como vosotros habéis aprendido a Cristo, si es que habéis oído hablar de Él y en Él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús: despo­jaos, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe siguiendo la seducción de las concupiscencias, renovad el espíritu de vuestra mente, y revestios del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad.

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Por tanto, desechando la mentira, decid la verdad unos a otros, pues somos miembros unos de otros. Si os airáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis ocasión al diablo. El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para que pueda socorrer al que se halle en necesidad. No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen. No entristezcáis al Es­píritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda amargura, ira, cólera,gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed amables entre vosotros, compasivos, perdonándoos mu­tuamente como os perdonó Dios en Cristo".

Como fue dicho anteriormente, las comunidades cris­tianas son un espacio alternativo en el que se sueña, se crea y se vive lo nuevo en todas las maneras de relación. En otras palabras, se trata de ser personas nuevas. Las re­comendaciones de este fragmento van en esta dirección, mostrando que la nueva realidad (participar de la comu­nidad cristiana) no deberá tener nada en común con el pasado de la injusticia y de las relaciones desiguales. Consecuentemente, existe un antes y un después del en­cuentro con Cristo, y el antes no tiene nada que ver con el después. O, si quisiéramos, el después no puede repetir las relaciones del antes, si lo hiciera perdería completa­mente la razón de ser. Usando las palabras de Mateo 5, 13-16, las comunidades dejaron de ser sal de la tierra y luz del mundo, o sea, perdieron su capacidad de fermen­tar la sociedad a partir de la nueva visión del mundo y de las nuevas relaciones en todos los niveles.

Este tema es muy importante en las principales cartas de Pablo (cf. 1 Corintios 5-6 y Romanos 12, 2). Sin él las

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comunidades no tienen razón de ser y, lo que es peor, terminan copiando y reproduciendo en su interior el sistema injusto de relaciones que las personas vivían antes de entrar en la comunidad. Sería el mayor absurdo que las comunidades cristianas clonaran la sociedad injusta de donde vinieran. En otras palabras, la carta habla del "hombre viejo" (lo anterior de haber conocido a Cristo Jesús) y del "hombre nuevo" (el después). El encuentro con Jesucristo está presentado como nueva creación en la justicia y en la santidad que vienen de la verdad (4, 24). Asociada a la idea del "hombre viejo" y "hombre nuevo" está la imagen de "despojarse" y "revestirse", sobresaliendo aún más la ruptura entre el pasado de las relaciones injustas y el presente, marcado por la unidad en la diversidad, (este tema está presente en otras cartas de Pablo o atribuidas a él. Gálatas 3,27; Romanos 13,11-14, Colosenses 2,11-12).

Se presenta una serie de características del "hombre viejo" y del "antes" en 4, 25-32, de las cuales el cristiano está invitado a "despojarse". La descripción no pretende ser exhaustiva, pero sí da una idea de cómo eran las re­laciones en ese "mar de tiburones", mentira, resentimiento, robo, ofensas verbales, asperezas, desdén, rabia, gritos, insul­tos y todo tipo de maldades. (En las cartas de Pablo existen varias listas de ese tipo, más extensas o menos. También puede leer Marcos 7, 21-22) Llama la atención el robo, apropiación de lo que pertenece a otros, y la solución positiva encontrada para eliminarlo: "que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para que pueda socorrer al que se halle en necesidad" (4,28b) Esta temática es abundante en Pablo (ver, por ejemplo, 1 Tesalomcenses 2,9; 4 ,11 ; 1 Corintios 4, 12a, 9, 1-18, etc.). La sociedad de aquel tiempo estaba básicamente dividida en dos clases: esclavos (mano de obra gratis) y libres (la mayoría de las veces ocupándose

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solamente con el ocio). Sabemos que la economía del imperio romano estaba sustentada por la mayoría de los esclavos no-remunerados y por el robo de riquezas de los pueblos conquistados por la fuerza del ejército. Pablo no sólo recomienda trabajar para ocupar el tiempo, sino que da al trabajo una distinción nueva: lo encamina para el compartir universal de los bienes. Terminando este frag­mento, la carta pide que el Espíritu no sea entristecido y que el perdón suavice todas las relaciones. El perdón nos recuerda la tercera bendición (1, 7-8). Cuando logramos perdonar a alguien, estamos haciendo lo que Jesús hizo por nosotros. N o entristecer al Espíritu es, de acuerdo con 4,3 , no romper la unidad del cuerpo.

S -x Para continuar reflexionando

1. Profundizar el tema de la unidad en la diversidad, expan­diendo la visión hacia una visión ecuménica.

2. ¿Qué es la madurez cristiana?

3. En la vida de algunos cristianos no existe un antes del encuentro con Cristo y un después. Todo continúa la misma cosa ¿Qué podemos pensar acerca de eso'

4. Existen comunidades cristianas que reproducen exacta­mente la sociedad injusta y opresora Y existen comuni­dades que son sal y fermento en la sociedad Comentar con ejemplos.

5. Profundizar el tema de la nueva distinción que la Car­ta a los efesios da al trabajo: el compartir con los más necesitados

6. ¿Logramos perdonar fácilmente?

7. ¿Hoy día, qué significa no entristecer al Espíritu?

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3. Imitar a Dios (5, 1-20)

"Sed, pues, imitadores de Dios, como lujos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma. La fornicación, y toda impureza o codicia, ni se mencione entre vosotros, como conviene a los santos. Lo mismo que la grosería, las necedades o las chocarrerías, cosas que no están bien; sino más bien, acciones de gracias. Porque tened entendido que ningún fornicario o impuro o codicioso —que es como ser idólatra— participará en la herencia del Reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con vanas razones, pues por eso viene la ira de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos. Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Examinad qué es lo que agrada al Señor, y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denun­ciadlas. Sólo el mencionar las cosas que hacen ocultamente da vergüenza;pues, al ser denunciadas, salen a la luz. Pues todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso dice:

Despierta tú que duermes,

y levántate de entre los muertos,

y te iluminará Cristo.

Así pues, mirad atentamente cómo viví; no seáis necios, sino sabios; aprovechando bien la ocasión, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino comprended cuál es la volun­tad del Señor. No os embriaguéis con vino, que es causa de libertinaje; llenaos más bien del Espíritu. Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, dando gracias siempre y por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo".

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De alguna manera, continúa el tema anterior desa­rrollando la segunda bendición (1,5-7), sobre todo mos­trando las consecuencias de ser hijos de Dios. En efecto, todo el fragmento está centrado en la expresión inicial: "Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos" (5, 1). La expresión se basa en los patrones de conducta de la época, en el que el padre servía de parámetro para el hijo. Nos acostumbramos a decir: "de tal padre, tal hijo". Pero cuando se trata de imitar al Padre que es Dios, las cosas se vuelven muy exigentes. En otros lugares, Pablo pedía a los cristianos que lo imitasen (por ejemplo, en 1 Tesalonicenses 3, 7; 1 Corintios 11 ,1 , etc.). El autor pide aquí que los cristianos sean imitadores de Dios. ¿Eso será posible? Sí, pues Dios, en su esencia es amor (1 Juan 4,8), y la vocación del amor es entregarse, como hizo Jesús por nosotros. Por eso el autor aconseja:" Vivid en el amor como Cristo os cunó y se entregó por vosotros como oblación y víctima de suave aroma" (5 ,2) .

Una vez más aparece una lista de características del "hombre viejo", ahora presentado como "tinieblas" (5, 8). Lo opuesto a las "tinieblas" es la "luz". La sociedad injusta es tiniebla y produce tinieblas: fornicación, impu­reza, codicia, groserías, necedades y chocarrerías. Los cristianos dejaron las tinieblas y son luz, produciendo luz (cf. 1 Tesalonicenses 5, 5): bondad, justicia y verdad. En las obras de las tinieblas existe toda especie de agresión a la vida, a las personas, al cuerpo (inmoralidad) y en los bienes (codicia). Nos llama la atención lo relacionado con la codicia, afirmando que se trata de idolatría (5,5), quizá la mayor idolatría social, que genera desigualdad y cosificación de todo, hasta del cuerpo y de lo que es más sagrado en la vida de las personas. El Reino está bien le­jos de todo eso.También llaman la atención las tres carac-

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terísticas de la luz: bondad, justicia y verdad. La justicia ocupa el espacio central, como si dijera que, sin ella, no existe ni bondad ni verdad.

En una sociedad marcada por las tinieblas, las comu­nidades cristianas están con los ojos abiertos para su vo­cación de fermento transformador.Y una de las maneras de realizar esto es no condescender con la injusticia, pero sí denunciarla con valentía profética (5, 11.13). La carta cita, tal vez, un refrán conocido que los invito a recor­dar para ser iluminado: "despierta tú que duermes" (5, 14b). Se trata, probablemente de un texto bautismal (no olvidemos que los primeros cristianos llamaban al bau­tismo "iluminación").

Los últimos versículos de este fragmento (15-20) tienen sabor sapiencial, es decir, apuntan hacia el buen sentido que debería regir la vida de las personas. Las relaciones sociales serían mejores si todos nos dejáramos guiar por esa sabiduría que produce la luz para nosotros mismos y también para los demás.

Para continuar reflexionando

1. ¿Cómo es posible imitar a Dios?

2. Conversar sobre los prejuicios que las "tinieblas" pro­ducen en la sociedad y sobre todo en las cosas buenas concebidas por la "luz".

3. El buen sentido sería suficiente para convertir nuestra sociedad menos desigual e injusta. Comentar.

4. Sin justicia no existe ni bondad ni verdad. Comentar.

V )

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4. Nuevas relaciones sociales (5, 21-6, 9)

"Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo: las mujeres a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia, el salvador del cuerpo. Como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo.

Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño de agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada. Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborrece jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una carne. Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia. En todo caso, también vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido.

Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa: Para que seas

feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra. Padres, no exas­peréis a vuestros hijos, sino formadlos más bien mediante la instrucción y la exhortación según el Señor.

Esclavos, obedeced a vuestros amos de este mundo con res­peto y temor, con sencillez de corazón, como a Cristo, no por ser vistos, como quien busca agradar a los hombres, sino como esclavos de Cristo que cumplen de corazón la voluntad

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de Dios; de buena gana, como quien sirve al Señor y no a los hombres; conscientes de que cada cual será recompensado por el Señor según el bien que hiciere: sea esclavo, sea libre. Amos, obrad de la misma manera con ellos, dejándonos de amenazas; teniendo presente que está en los cielos el Amo vuestro y de ellos, y que en Él no hay favoritismos".

Este importante pasaje, desarrolla sobre todo la cuarta bendición (1, 9-10), que trae el tema central: el universo entero como cuerpo de Cristo. El esfuerzo está bien suce­dido desde el punto de vista cristológico y eclesiológico (Cristo es Cabeza de la Iglesia, su cuerpo), pero cultural-mente condicionado desde el punto de vista de las relacio­nes entre los miembros del mismo cuerpo (marido-esposa, padres-hijos, amos-esclavos).

Existe un principio general brillante, que sirve de tí­tulo para todo este fragmento: "Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo" (5,21). Este principio permane­ce válido, todavía hoy, cuando se trata de las relaciones interpersonales, pues afirma que no existen superiores ni inferiores. Todos tienen su importancia, su don y su tarea por cumplir en la formación y crecimiento del cuerpo social, sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo Cabeza. El es el único jefe, líder y depositario del poder.Todos los otros, miembros del mismo cuerpo, sométanse mutuamente. N o obstante, las consecuencias que Pablo saca de esto son insuficientes y culturalmente condicionadas. Las mujeres no se sienten cómodas fr­ente a este texto y mucho menos, los esclavos.

¿Cómo podemos entender este hecho? El error de Pablo fue haber aplicado sobre la relación de Cristo-Iglesia, las relaciones sociales de la gran familia de aquel

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tiempo. Y las conclusiones a las que llega son inconse­cuentes, sobre todo en lo que se refiere a las relaciones interpersonales. Si unimos el comienzo y el final del fragmento, tendremos una afirmación intocable: "sed sumisos los unos a los otros en el temor a Cristo... teniendo presente que está en los cielos el Amo vuestro y de ellos, y que en El no hay favoritismos". Aquí está el meollo del problema, en las condiciones sociales de las cuales Pablo no supo liberarse. Aun, debemos admitirlo, este texto, a pesar de todo, está a años luz, en relación con la situación de aquel tiempo, especialmente en lo que se refiere a los dueños de los esclavos.

El hecho de que la carta tome la relación Cristo-Igle­sia como punto de partida para el lazo entre marido-mu­jer también es interesante, pues el esposo debe ser para la esposa aquello que Cristo es para la Iglesia; hacer para ella lo que Cristo hizo por la Iglesia. En este sentido, el texto recupera el ideal de la creación en lo que se refiere a la pareja humana (cf. Génesis 2,23-24).Vale la pena so­bre todo leer este texto desde la relación marido-mujer, teniendo presente que, en el contexto cultural y patriar­cal de esa época, la mujer poco contaba. La eclesiología es igualmente interesante y muestra, bajo la metáfora del matrimonio, lo que hay más íntimo y el compromiso recíproco entre Cristo y la Iglesia, como habían hecho muchos profetas del Antiguo Testamento.

Frente a los condicionamientos culturales de esta carta, algunos estudiosos intentan "liberar la carta" de Pablo, afirmando que Efesios no es de él. El problema permane­ce, y será necesario darle una orientación.

Supongamos que Efesios sea de Pablo. Lo que se afirma aquí, especialmente en lo que se refiere a la re-

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lación marido-mujer y a la relación amo-esclavo, entra en confrontación con ciertos textos auténticos de Pablo, que podemos resumirlos en el gran principio o convic­ción expresada en Gálatas 3, 28: "No existe más diferencia entre esclavo y hombre libre, entre hombre y mujer". Esto es, sin duda alguna, la gran convicción de Pablo, que se desdobla después en la carta a Filemón (abolición de la esclavitud, por lo menos dentro de la comunidad cristiana), en la ac­ción pastoral que no hace distinción de raza y en la eman­cipación de la mujer a partir de la creación de las iglesias domésticas, espacio en el que ella asume funciones de liderazgo hasta entonces impensables.

En este sentido, el texto de Efesios, parece un retroce­so en relación con la gran convicción de Pablo, que supri­me las desigualdades oriundas de raza, condición social y sexo. ¿Cómo podemos entender este hecho?

Pienso que, en este texto de Efesios, las mujeres acaba­ron perjudicadas porque la relación marido-mujer se asimiló a la relación Cristo-Iglesia. N o queda duda que la Iglesia debe permanecer siempre unida y sumisa a la Cabeza que es Cristo. Pero esto se vuelve problemático cuando se trata de la relación marido-mujer, tomando en cuenta la condición cultural de la época. Lo mismo se puede decir de la relación amos-esclavos, teniendo presente otro detalle. En la carta a Filemón, Pablo afirma que Onésimo, nombre que significa "útil" como esclavo y totalmente inútil como cristiano, no más en la calidad de esclavo, pero sí de "hermano" (Vea para esto Cómo leer la Carta a Filemón). Además de esto, es oportuno tener presente la hipótesis de que Efesios sea una "carta abi­erta" a las comunidades que Pablo no fundó y no cono­ció a fondo. Frente a esto, conviene preguntar si los amos de los que se habla en 6, 9 eran o no cristianos. Pero no

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tendría fuerza suficiente, delante de un amo no-cristiano, para hacer la misma cosa.

Frente a un texto como el citado, ¿qué podemos hacer? Preservamos y reforzamos lo que es bueno y dejamos de lado lo que está condicionado culturalmente. Nótese la in­sistencia con que el fragmento se refiere a Cristo, colocán­dolo como punto de referencia. Este detalle no puede ser olvidado. Al fin de cuentas, sobran cosas importantes para los maridos, superando en mucho a los patriarcalismos de aquel tiempo: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella... Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo" (5, 25.28).

La relación padres-hijos no crea muchos problemas, llamando la atención hacia un mandamiento importante, generador de larga vida (Éxodo 20, 12). También ella está condicionada por los patrones pedagógicos de aquel tiempo. Incluso, los deberes son recíprocos, de modo que también los miembros de la familia son llamados a inter-actuar para constituir un cuerpo armonioso.

La carta insiste mucho en los deberes de los esclavos en relación con los amos, dando una "disculpa teológi­ca": sirviendo a sus señores con dedicación estarían como aquellos que están sirviendo a Cristo. N o obstante, ella se olvida de que Jesús se hizo servidor de todos (Lucas 22, 27), lavando los pies a los discípulos (Juan 13, 1-7), tarea confiada a las mujeres y a los esclavos de los gentiles. Él mandó a hacer la misma cosa, es decir, lavarnos mu­tuamente los pies (Juan 13, 14). Ella habla menos de los deberes de los señores, y no especifica en qué consistía tratar a "sus siervos de la misma manera" (6, 9).

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S. Combate cristiano (6, 10-20)

"Por lo demás, fortaléceos en el Señor y en la fuerza podero­sa. Revestios de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra ¡os principados, contra las potes­tades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en el aire. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día funesto, y manteneros firmes después de haber vencido todo.

Poneos en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad y revestios de ¡ajusticia como coraza, calzados ¡os pies con el celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del maligno. Tomad, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos, y también por mí, para que me sea dada la palabra al abrir mi boca, para dar a conocer con valentía el misterio del Evangelio, del cual soy embajador entre cadenas, y pueda hablar de él valientemente como conviene".

La exhortación está llegando a su fin y termina ha­blando de la militancia de Cristo. Es la espera activa, presente en la sexta bendición (1,13-14) y mostrada bajo la imagen de un soldado "armado hasta los dientes". La armadura descrita en este fragmento era la más completa de aquel tiempo: cinturón, coraza, calzado, escudo, yelmo y espada. Para cada uno de esos elementos, el autor ofrece uno correspondiente de combate cristiano ("hombre nuevo", "revestido"): verdad, justicia, celo, fe, salvación y

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Palabra de Dios. Sobresale que no se trata de una lucha en el sentido real, pues el combate de Pablo y de las co­munidades que recibieron ese texto están en contra de "los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en el airé" (6, 12b). Para entender mejor esa situación ver Cómo leer la Carta a los colosenses. Evidentemente se trata de realidades míticas.Y por eso no se puede afirmar que hoy el combate cristiano puede terminar por el hecho de que muchos mitos hayan desaparecido. Las injusticias y las desigualdades crecen en cada momento.

La primera parte de la carta (capítulos 1 al 3) estaba penetrada de alabanzas, súplicas y la doxología. Al fin de todo existen pedidos de oración por todos los cris­tianos y por el autor del mensaje, prisionero (6, 20). Es la tercera vez que se refiere a la prisión (3, 1; 4, 1). El prisionero no se rinde, pues cree que es deber de él anunciar la Palabra con osadía (cf. 2 Timoteo 2, 9b).

6. Conclusión (6, 21-24)

"Para que también vosotros sepáis cómo me va y qué hago,

os informará de todo Tíquico, el hermano querido y fiel

ministro en el Señor, a quien envío a vosotros expresamente

para que sepáis de nosotros y consuele vuestros corazones.

Paz a los hermanos, y caridad con fe departe de Dios Padre

y del Señorfesucristo. La gracia sea con todos los que aman

a nuestro Señor fesucristo en la vida incorruptible".

Tíquico (cf. Colosenses 4,7-9) generalmente es con­siderado el portador de ese mensaje y de las noticias

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transmitidas a viva voz. Recibe dos títulos que lo car­acterizan como cristiano amado por Pablo ("hermano querido") y empeñado en la estrategia pastoral ("fiel ministro del Señor"). Parece que las comunidades que recibieron ese texto sabían que el autor se encontraba en prisión y vivían preocupados con eso (6, 22).

Existen dos situaciones finales (6, 23-24). La primera se destina a los "hermanos", es decir, a todos los cristia­nos; la segunda está dirigida a las mismas personas, no obstante identificadas como portadoras del amor pe­renne para con Jesús.

Estas dos situaciones recogen temas ya señalados en la carta: paz, amor, fe y gracia.

; ; \ Para continuar reflexionando

1. Conversar sobre el texto que habla de las relaciones Cristo-Iglesia, marido-mujer, padres-hijos, amos-esclavos. ¿Cuáles son los pasos que se deben dar hoy día para no repetir los condicionamientos culturales de aquel tiempo?

2. La imagen del soldado "armado hasta los dientes" es un retrato del combatiente cristiano de la época. ¿Hoy cómo sería ese retrato? ¿Cuales serían las características más sobresalientes?

3. Intercambiar ideas sobre las cosas importantes que que­daron después del estudio de la carta.

4. ¿Cuáles son los puntos que merecen profundización? ¿Cómo lograr esto?

\ J

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ÍNDICE

"Cómo leer la Biblia" 5

Introducción

MUCHAS PREGUNTAS SIN RESPUESTA

1. ¿Es una carta? 7

2. ¿Es de Pablo? 8

3. ¿Fue escrita para los Efesios? 8

4. ¿Carta a los laodicenses? 9

5. ¿Dónde y cuándo fue escrita? 10

6. ¿Cómo está organizada? 17

1. EL UNIVERSO ENTERO REUNIDO EN CRISTO

1. Dirección y saludo (1,1-2) 19

2. Himno: la gran bendición (1,3-14) 21

3. Agradecimiento y súplica (1,15-19) 30

4. Himno: Cristo es el centro (1, 20-23) 33

5. Salvados por la gracia (2,1-10) 35

6. La novedad de Cristo para los gentiles (2,11-13) 39

7. Himno: Un solo cuerpo (2,14-18) 40

8. Conclusión (2,19-22) 42

9. Pablo, ministro del Evangelio (3,1-13) 44

10. Súplica (3,14-19) 46

11. Himno de alabanza (3,20-21) 48

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2. ¿QUÉ ES SER CRISTIANO?

1. Ser un solo cuerpo (4,1-16) 52

2. Ser personas nuevas (4,17-32) 54

3. Imitar a Dios (5,1-20) 58

4. Nuevas relaciones sociales (5, 21-6,9) 61

5. Combate cristiano (6,10-20) 66

6. Conclusión (6,21-24) 67