(12 Sep 2014) El 'Pekinés' y La Guerra Verde - Versión Para Imprimir _ ELESPECTADOR
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Judicial | Vie, 09/12/2014 - 21:28
El 'Pekinés' y la guerra verdePor: Redacción Judicial
Luis Murcia, uno de los míticos esmeralderos que padeció laviolencia desde la década de los 60 en Boyacá, fue asesinadoen una finca en Arbeláez (Cundinamarca).
En Boyacá temen que su territorio sea invadido por la guerra verde que alguna vez vivieron
antes de que los esmeralderos firmaran la paz en 1990. Sin embargo, en los últimos años,
una serie de asesinatos y atentados pusieron en duda el pacto. El último episodio, el
asesinato de Luis Murcia Chaparro, más conocido como el Pekinés. Este hombre de mil
batallas, que no sólo participó desde la década de los 60 de los sangrientos hechos que
mancharon el oro verde, murió solo en una finca ubicada en el municipio de Arbeláez
(Cundinamarca) el pasado jueves en la noche.
Muchas hipótesis ha generado el asesinato del hombre que durante los 80 se enfrentó al
extinto zar de las esmeraldas, Víctor Carranza —murió enfermo el 4 de abril de 2013—, pero
que tras la firma de paz se convirtió en uno de sus principales aliados. Las primeras
versiones indican que hombres armados llegaron en una moto hasta una humilde finca en la
que dormía Murcia. Inmediatamente comenzaron a disparar, a lo que el Pekinés respondió e
intentó ocultarse en un cafetal aledaño al predio. Sin embargo, dos campesinos que
acompañaban en ese momento a Murcia —y que aseguraron, se escondieron cuando
empezó la balacera— les relataron a las autoridades que los sicarios persiguieron al
esmeraldero para ultimarlo.
Luis Murcia fue encontrado muerto por la Policía con seis impactos de bala y un arma de
fuego. Asimismo, a la entrada de la finca de paso donde dormía el Pekinés, hallaron su
camioneta blindada y otra arma de fuego. Según las autoridades, las primeras pesquisas
indicaron que el esmeraldero se encontraba en la zona observando unos gallos de pelea y
que, al parecer, no estaba con guardaespaldas, pese a que en los últimos días varios de sus
socios y él habían denunciado amenazas en su contra.
El pasado 9 de noviembre, cuando Pedro Nel Rincón, alias Pedro Orejas —hoy preso en la
cárcel de máxima seguridad de Cómbita mientras se le adelanta un proceso por porte, tráfico
y fabricación ilegal de armas—, sufrió un atentado en Pauna (Boyacá). Dos meses después
de los hechos murió el hijo de Rincón, Pedro Simón, y la tensión entre los esmeralderos
creció. Tanto así, que Pedro Orejas y su esposa, Mercedes Salazar, señalaron a los
hermanos Murcia (Luis y Óscar) y a los hermanos Cañón (Pedro y Maximiliano) de ser
quienes estaban detrás de este plan, ya que desde la muerte de Carranza, supuestamente,
comenzaron una pelea para tener el control total de la mina ‘Consorcio’.
La respuesta del Pekinés no se hizo esperar, y en varios medios de comunicación señaló que
en ningún momento habían intentado asesinar a Pedro Orejas y que desde tiempo atrás
habían salido de la región para seguir respetando los pactos de paz. Agregó que si alguien
estaba intentando reiniciar la guerra verde era Rincón, quien tras la muerte de Carranza se
quería proclamar como el nuevo zar de las esmeraldas. Murcia concluyó: que si algo le
ocurría, responsabilizaba a Pedro Orejas.
Sin embargo, han sido varios los capítulos en los que la familia Murcia y Rincón han tenido
altercados. Uno de ellos, el asesinato de uno de los abogados de Pedro Orejas, Víctor
Armando Ramírez. Los hechos ocurrieron el 15 de enero de 2013 y en ese entonces Ramírez
era el director del CTI de Boyacá. Pero lo más curioso del caso es que uno de los sicarios
que participó en el crimen señaló a Óscar Murcia como el autor intelectual. El hermano del
Pekinés fue capturado el pasado 9 de mayo en Apartadó (Antioquia). Para la Fiscalía existen
pruebas que demostrarían que Murcia habría orquestado el plan criminal.
Pero más allá del asesinato de Ramírez, para las autoridades los Murcia, al parecer, estaban
afianzando sus nexos con los Urabeños, especialmente con Yonny Cano Linares, el Llanero,
un exparamilitar del bloque Centauros, quien a través de Óscar Murcia habría intentado
ingresar al negocio de las esmeraldas. El Llanero fue capturado hace pocos meses, y existe
la hipótesis de que este hombre fue quien ejecutó el plan para asesinar a Pedro Orejas, ya
quien era quien lideraba la ofensiva para retomar el control en la zona.
En Boyacá, a pesar de que sus pobladores viven bajo la incertidumbre de si volverá la guerra
verde, las autoridades institucionales no creen que la violencia se vaya a apoderar del
departamento. “La muerte de Luis Eduardo Murcia es un hecho que lamentamos como
boyacenses. Él fue uno de los líderes esmeralderos que en la década de los 90 inició el
proceso de paz y vemos con preocupación que haya sido asesinado. Hoy la situación en el
departamento, particularmente en la provincia de occidente, es muy diferente a la de las
décadas de violencia. El Ejército y la Policía hacen presencia cotidianamente y se han creado
medidas preventivas como la prohibición del porte de armas. Por eso no tenemos
argumentos para pensar que pudiera desarrollarse una lucha armada entre facciones de
grupos esmeralderos. Aún más porque las comunidades no dependen en su gran mayoría de
la explotación, exploración o comercialización de las esmeraldas, sino de otras actividades
diferentes como la explotación agropecuaria”, sostuvo Fabio Bustos Ballesteros, secretario
general del departamento.
Aún así, el asesinato de Luis Murcia, como lo han evidenciado los más recientes capítulos de
los coletazos de la guerra verde, no quedará en el olvido. No sólo por que el Pekinés era un
reconocido líder de la región desde 1961 cuando se registraron los primeros enfrentamientos
entre los hermanos Efraín y Valentín González; de Humberto el Ganzo Ariza y Carlos Murcia
Chaparro, alias Garbanzo —todos murieron antes de que se firmara la paz—. Además, desde
que aparecieron en 1973 Víctor Carranza y Gilberto Molina, no cayó en desgracia y se
mantuvo como uno de los esmeralderos de la región. Asimismo, cuando en 1985
reaparecieron los enfrentamientos por la llegada del narcotráfico, padeció de la barbarie del
extinto capo Gonzalo Rodríguez Gacha, alias el Mexicano.
Sólo la muerte de Gacha logró que en la región todos los esmeralderos se unieran en un
proyecto de paz en la región. Fue entonces que el nombre del Pekinés tomó aún más
relevancia, ya que junto a su nuevo mejor amigo, Víctor Carranza, eran los hombres que
mejor conocían el mundo del oro verde. Por ahora no se sabe nada del paradero de sus
sicarios ni quién ordenó su muerte.
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