118478723 Nobleza Inca en El Siglo XXI Los Titu Atauchi

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a14 l País ___ El Comercio ___ domingo 30 de setiembre del 2012 200 m Arcopunco Tullumayo El Sol Recoleta Lucrepata Calle Santa Clara Calle Nueva Sta. Catalina Afligidos Nueva Baja Nueva Alta Calle Fierro De la Raza Don Bosco Suecia Ayahuayco Avenida Alta Ca Saphis Matara Tandapata Circunvalación Choquechaca Queshua Av. del Ejército Jatun Rumilyoc de Armas Plaza de San Blas Zetas 8 7 a a a Alta a C D De De l l la a R Ra az za De e la a Ra az za D De D Do Do Don n B Bosco D Do Do Do D Do Do Do Do Do Do Do Do on Bosco S Suecia S Su Suecia ia y ah hua uayc co o ua ayc co o A Ay y a ah hu A Ay y a ah hu Ay a Sa Saphis Sa Saphis Tandapa Tandapa Ci Circ rc C Choquechaca Choquechaca haca 6 3 Sacsahuamán Villa San Blas RONALD ELWARD TEXTOS Y FOTOS MATRIARCA. Doña Eloísa Obando con su es- poso Felipe Paredes y su hijo, Luis Felipe Paredes Obando (1891-1984), quien fue alcalde de Cusco. Cuando empecé esta investiga- ción hace tres años, no tenía idea qué iba a descubrir. Mi ambición era encontrar información sobre descendientes en línea paterna de los últimos emperadores, pe- ro no sabía si esto era posible. Primero me enfoqué en las familias de dos antiguas reduc- ciones del siglo XVI, hoy distri- tos del Cusco: San Jerónimo y San Sebastián, donde algunos elementos se habían manteni- do relativamente intactos. En el primero de estos la tarea fue sencilla porque esas familias se habían quedado en el lugar y continuaban siendo dueñas de sus tierras ancestrales. En San Sebastián se complicó algo por- que más de la mitad de los libros parroquiales ha desaparecido, y el pueblo mismo ha cambiado. Pero Cusco fue la etapa más difícil. Aquí la pérdida había sido mayor porque un intenso proce- so de mestizaje, junto con un ma- yor crecimiento urbano, había dispersado mucha información. A esto hay que añadir que parte de los archivos había desapareci- do. En todo caso, sabía que tenía que encontrar a la familia Ramos Titu Atauchi, la última familia registrada por historiadores co- mo los descendientes directos de Huayna Cápac. En ese momento, y con la in- formación que iba saliendo, la in- vestigación adquirió un anecdó- tico paralelo con la popular no- vela de David Brown, “El Código Da Vinci”, porque empezaron a surgir misterios, secretos de fa- milia, silencios de la historia y un linaje imperial que se había es- La última vez que se supo de ellos fue a inicios del siglo XIX. Desde entonces se pensó que esta rama que representa la descendencia más directa del inca Huayna Cápac y, por lo tanto, herederos de la familia imperial, se había extinguido. Hoy se llaman Obando. Esta es la primera vez que se cuenta su historia. fumado sin dejar huella después de su última mención en el año 1829. ¿Era otro linaje extinto? TRASLAHUELLADELTIEMPO A mediados del siglo XVIII la posición de la familia Ramos Titu Atauchi seguía siendo pri- vilegiada. Según el historiador estadounidense David Garret, autor del libro “Sombras del Im- perio”, “cuando Asencio Ramos Titu Atauchi murió en 1750, su funeral fue uno de los más ex- travagantes de la época y costó mil pesos, una décima parte de su fortuna”. El linaje de Asencio era im- pecable y fue bien documenta- do por Ella Dunbar Temple, la úl- tima historiadora peruana que investigó este tema en los años 40 del siglo pasado. Ella descu- brió importantes documentos coloniales, como el testamento de Cristóbal Paullu Inca, hijo de Huayna Cápac y ancestro de la familia Ramos Titu Atauchi. Antes de morir, Cristóbal se casó con unas de sus mujeres, pero esta descendencia se extin- guió en 1611. Con otra de ellas, Magdalena Antay (hija o nieta del canciller Titu Atauchi, un hermano de Huayna Cápac), Paullu Inca tuvo un hijo: Bar- tolomé Quispe Topa Inca, tam- bién llamado Titu Atauchi. Su tataranieto fue Asencio Ramos Titu Atauchi. EL MISTERIO DEVELADO En la primera mitad del siglo XVIII, Asencio era el inca noble más importante del Cusco, y si- guiendo el estilo europeo fundó una capellanía (institución cató- lica muy en boga en la época) en su finca Totorani, para aumen- tar el prestigio de la familia. Él se casó alrededor de 1720 con María Vásquez Obando, hija de 3. Kusipata (Plaza Regocijo) Antes esta zona formaba parte de la gran plaza Inca. Aquí fue ejecutado Túpac Amaru II en 1781. Él había pedido ser reconocido como sucesor de Beatriz Coya Inca cuando su linaje se extinguió en 1741, pero fue rechazado. Algunos de sus restos están enterrados en la vecina iglesia de San Francisco. 4. Palacio Colcampata Perteneció a Huáscar y fue dado por los españoles a Cristóbal Paullu Inca, medio hermano suyo por su ayuda en el proceso de conquista. Se encuentra debajo de la fortaleza de Sacsahuamán. 5. Iglesia de San Cristóbal Junto al palacio anterior, fue fundada por Cristóbal Paullu y se convirtió en iglesia parroquial cuando el gobierno colonial traslada a la población indígena a ocho reducciones. En este barrio vivían los descendientes de Paullu Inca, los únicos herederos directos de Huayna Cápac. 2. Huacaypata (Plaza de Armas) El Templo del Triunfo, a la derecha de la Catedral, fue edificado sobre el palacio de Wiracocha. En la iglesia de los jesuitas hay un cuadro que muestra el matrimonio entre Beatriz Coya Inca, la hija de Sayri Túpac (nieta de Huayna Cápac), y el sobrino de San Ignacio de Loyola, fundador de la Orden de los Jesuitas. En la plaza, el hermano de Sayri Túpac, Túpac Amaru I, fue ejecutado en 1572. 1. Palacio de Inca Roca (Museo Arzobispal) Inca Roca (abuelo de Wiracocha) fue el primer gobernador de la dinastía Hanan. El Museo Arzobispal contiene gran parte de los cuadros del Corpus Christi, pintados a fines del siglo XVII. El Corpus Christi era la celebración religiosa más importante en la época colonial, donde la nobleza inca mostraba todo su esplendor. En uno de los muros del palacio se puede ver la piedra de los 12 ángulos. Cada punto de este mapa cuenta una historia. Conspiraciones, rebeliones, bodas reales, arte, asesinatos y ejecuciones. Quien piense que est equivocado. Esta es la historia de la familia imperial inca desde su encuentro con los españoles hasta el siglo XX. Este recorrido se puede emp Un Código Da Vinci cusqueño: recorriendo la historia de los ú Los Ramos Titu Atauchi: el e 6. Iglesia y Plaza de Sa Asencio Ramos Titu A se convirtió en caciqu dos ayllus en la parroq Santa Ana, a inicios de XVIII, y también vivía la primera mitad del s sus descendientes ve sus propiedades. La ig Santa Ana tenía 18 cu que representan el Co Christi, pintados entr y 1680. El Museo Arzo (palacio de Inca Roca) tiene 12 de ellos. 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a14 l País ___ El Comercio ___ domingo 30 de setiembre del 2012

200 m

Arcopunco

Tullumayo

El Sol

Recoleta

Lucrepata

Calle Santa Clara

Calle Nueva

Sta. Catalina

AfligidosNueva BajaNueva AltaCalle Fierro

De la Raza

Don BoscoSuecia

Ayahuayco

Avenida Alta

Ca

Saphis

Matara

Tandapata

Circunvalación

Choquechaca

Queshua

Av. del Ejército

Jatun Rumilyoc

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Sacsahuamán VillaSan Blas

RONALD ELWARD TEXTOS Y FOTOS

MATRIARCA. Doña Eloísa Obando con su es-

poso Felipe Paredes y su hijo, Luis Felipe Paredes

Obando (1891-1984), quien fue alcalde de Cusco.

Cuando empecé esta investiga-ción hace tres años, no tenía idea qué iba a descubrir. Mi ambición era encontrar información sobre descendientes en línea paterna de los últimos emperadores, pe-ro no sabía si esto era posible.

Primero me enfoqué en las familias de dos antiguas reduc-ciones del siglo XVI, hoy distri-tos del Cusco: San Jerónimo y San Sebastián, donde algunos elementos se habían manteni-do relativamente intactos. En el primero de estos la tarea fue sencilla porque esas familias se habían quedado en el lugar y continuaban siendo dueñas de sus tierras ancestrales. En San Sebastián se complicó algo por-que más de la mitad de los libros parroquiales ha desaparecido, y el pueblo mismo ha cambiado.

Pero Cusco fue la etapa más difícil. Aquí la pérdida había sido mayor porque un intenso proce-so de mestizaje, junto con un ma-yor crecimiento urbano, había dispersado mucha información. A esto hay que añadir que parte de los archivos había desapareci-do. En todo caso, sabía que tenía que encontrar a la familia Ramos Titu Atauchi, la última familia registrada por historiadores co-mo los descendientes directos de Huayna Cápac.

En ese momento, y con la in-formación que iba saliendo, la in-vestigación adquirió un anecdó-tico paralelo con la popular no-vela de David Brown, “El Código Da Vinci”, porque empezaron a surgir misterios, secretos de fa-milia, silencios de la historia y un linaje imperial que se había es-

La última vez que se supo de ellos fue a inicios del siglo XIX. Desde entonces se pensó que esta rama que representa la descendencia más directa del inca Huayna Cápac y, por lo tanto, herederos de la familia imperial, se había extinguido. Hoy se llaman Obando. Esta es la primera vez que se cuenta su historia.

fumado sin dejar huella después de su última mención en el año 1829. ¿Era otro linaje extinto?

TRAS LA HUELLA DEL TIEMPOA mediados del siglo XVIII la posición de la familia Ramos Titu Atauchi seguía siendo pri-vilegiada. Según el historiador estadounidense David Garret, autor del libro “Sombras del Im-perio”, “cuando Asencio Ramos Titu Atauchi murió en 1750, su funeral fue uno de los más ex-travagantes de la época y costó mil pesos, una décima parte de su fortuna”.

El linaje de Asencio era im-pecable y fue bien documenta-do por Ella Dunbar Temple, la úl-tima historiadora peruana que investigó este tema en los años 40 del siglo pasado. Ella descu-brió importantes documentos coloniales, como el testamento de Cristóbal Paullu Inca, hijo de Huayna Cápac y ancestro de la familia Ramos Titu Atauchi.

Antes de morir, Cristóbal se casó con unas de sus mujeres, pero esta descendencia se extin-guió en 1611. Con otra de ellas, Magdalena Antay (hija o nieta del canciller Titu Atauchi, un hermano de Huayna Cápac), Paullu Inca tuvo un hijo: Bar-tolomé Quispe Topa Inca, tam-bién llamado Titu Atauchi. Su tataranieto fue Asencio Ramos Titu Atauchi.

EL MISTERIO DEVELADOEn la primera mitad del siglo XVIII, Asencio era el inca noble más importante del Cusco, y si-guiendo el estilo europeo fundó una capellanía (institución cató-lica muy en boga en la época) en su finca Totorani, para aumen-tar el prestigio de la familia. Él se casó alrededor de 1720 con María Vásquez Obando, hija de

3. Kusipata (Plaza Regocijo) Antes esta zona formaba parte de la gran plaza Inca. Aquí fue ejecutado Túpac Amaru II en 1781. Él había pedido ser reconocido como sucesor de Beatriz Coya Inca cuando su linaje se extinguió en 1741, pero fue rechazado. Algunos de sus restos están enterrados en la vecina iglesia de San Francisco.

4. Palacio Colcampata Perteneció a Huáscar y fue dado por los españoles a Cristóbal Paullu Inca, medio hermano suyo por su ayuda en el proceso de conquista. Se encuentra debajo de la fortaleza de Sacsahuamán.

5. Iglesia de San Cristóbal Junto al palacio anterior, fue fundada por Cristóbal Paullu y se convirtió en iglesia parroquial cuando el gobierno colonial traslada a la población indígena a ocho reducciones. En este barrio vivían los descendientes de Paullu Inca, los únicos herederos directos de Huayna Cápac.

2. Huacaypata (Plaza de Armas) El Templo del Triunfo, a la derecha de la Catedral, fue edificado sobre el palacio de Wiracocha. En la iglesia de los jesuitas hay un cuadro que muestra el matrimonio entre Beatriz Coya Inca, la hija de Sayri Túpac (nieta de Huayna Cápac), y el sobrino de San Ignacio de Loyola, fundador de la Orden de los Jesuitas. En la plaza, el hermano de Sayri Túpac, Túpac Amaru I, fue ejecutado en 1572.

1. Palacio de Inca Roca (Museo Arzobispal) Inca Roca (abuelo de Wiracocha) fue el primer gobernador de la dinastía Hanan. El Museo Arzobispal contiene gran parte de los cuadros del Corpus Christi, pintados a fines del siglo XVII. El Corpus Christi era la celebración religiosa más importante en la época colonial, donde la nobleza inca mostraba todo su esplendor. En uno de los muros del palacio se puede ver la piedra de los 12 ángulos.

Cada punto de este mapa cuenta una historia. Conspiraciones, rebeliones, bodas reales, arte, asesinatos y ejecuciones. Quien piense que estequivocado. Esta es la historia de la familia imperial inca desde su encuentro con los españoles hasta el siglo XX. Este recorrido se puede emp

Un Código Da Vinci cusqueño: recorriendo la historia de los ú

Los Ramos Titu Atauchi: el e

6. Iglesia y Plaza de SaAsencio Ramos Titu Ase convirtió en caciqudos ayllus en la parroqSanta Ana, a inicios deXVIII, y también vivía la primera mitad del ssus descendientes vesus propiedades. La igSanta Ana tenía 18 cuque representan el CoChristi, pintados entry 1680. El Museo Arzo(palacio de Inca Roca)tiene 12 de ellos.

NOBLEZA INCA EN EL SIGLO XXI ARCHIVO FAMILIAR

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El Comercio___

domingo 30 de setiembre del 2012___ País l a15

Callejón Retiro

Cómo se realizó la investigaciónEsta serie de artículos es resultado

de un trabajo que empezó hace tres años el genea-logista holandés Ronald Elward, con los auspicios de El Comercio. Durante

este tiempo él revisó todos los ar-chivos parroquiales de la antigua capital imperial, así como gran can-tidad de documentos de los últimos 300 años que todavía se conser-van en notarías cusqueñas.

En total, Elward ha examinado

unas 60.000 páginas, las que incluyen partidas de bautizo, defunción y matrimonios, así como testamentos de familias de la antigua nobleza inca. Este trabajo permitió establecer los vínculos entre los descendientes vivos y sus ilustres antepasados. Nunca antes en el país se había realizado un trabajo de esta dimensión, que empieza a reconectar los eslabones de una historia que se creía perdida para siempre.

Manco Cápac II1516-1545

Sayri Túpac1534-1559/61

Túpac Amaru I1540-1572

Beatriz Clara Coya1558-1600

Juana PilcohuacoNace: 1570

Descendencia Marqueses de Oropesa

Extinta en 1741

Descendencia (incluyea Túpac Amaru II)

Extinta en 1827

Genealogía identificada y recuperada

Fuente: R. Elward, Archivo Arzobispal Cusco, Archivo Regional del Cusco, Ella Dunbar Temple, María Marcia Stacey Chiriboga.

Huayna Cápac1460-1527/28

Huáscar1507-1532

Atahualpa

Todos los hijosasesinados por

Atahualpa

Descendenciaextinta aprox.

1625

1503-1532

Cristóbal Paullu Inca1510-1549

Diego Chuquihuanca1545-1586

Carlos Paullu IncaNace: 1535

Bartolomé Titu AtauchiNace: 1544

Melchor Carlos Inca1571-1610

Martín Titu Atauchi Inca1580-1655

Felipe Carlos Inca1610-1611

Juan Ramos Titu AtauchiNace: 1615. Cacique

en Quispicanchis

Juan Ramos Titu AtauchiNace: 1650

Cacique en Quispicanchis

Asencio Ramos Titu Atauchi1690-1750

Cacique en Santa Ana y Santiago

Jose Ramos Titu Auchi y Obando1730-1815

Cacique en Santa Ana

Felipe ObandoNace: 1775/80. Miembro del Congreso de Electores (1814)

Tomás Obando1770-1825

Cacique en Santa Ana

Narciso Obando1805-1855. Comerciante

Melchor Obando1835/40-?

Lizandro Obando1865-1931

Gregorio Obando1929

Agripino Obando1928

José Mercedes Obando1902-1984

Nuevas generaciones

Eloisa ObandoNace: 1870

Luis Felipe Paredes1891-1984

Alcalde del Cusco

Juan Bautista Obando1818-?

FamiliaChoquehuanca

Nota: Este modelo es una síntesis de cada generación. Línea materna

a22 l País ___ El Comercio

___ domingo 16 de setiembre del 2012

NOBLEZA INCA EN EL SIGLO XXI

Cómo se realizó

la investigación

“La electricidad

se llevó las almas”

Detener el poder

de la naturaleza

Estos artículos

son resulta-

do de un traba-

jo que empezó

hace tres años

el genealogis-

ta holandés

Ronald Elward,

con los aus-

picios de El Comercio. Durante

este tiempo él revisó todos los

archivos parroquiales de la an-

tigua capital imperial, así como

gran cantidad de documentos

de los últimos 300 años que to-

davía se conservan en notarías

cusqueñas.

En total, Elward ha examinado

unas 60.000 páginas, las que

incluyen partidas de bautizo, de

defunción, de matrimonios, así

como testamentos de familias

de la antigua nobleza inca. Este

trabajo permitió establecer los

vínculos entre los descendientes

vivos y sus ilustres antepasados.

Nunca antes en el país se había

realizado un trabajo de esta

dimensión, que empieza a

reconectar los eslabones de una

historia que se creía perdida .

Una prima de don Octavio, doña

Alicia Valderrama Sinchi Roca

(83), tiene varios recuerdos

sobre las costumbres perdidas.

Una de ellas es el ‘servinacuy’,

y cuenta que ella misma vivió

por dos años con el hombre que

después fue su esposo. Cuando

se casaron, la fiesta duró tres

días. En los casos de un muerto,

“el fallecido iba vestido con el

hábito de uno de los conventos,

llamado la mortaja, y era

enterrado en esta manera”.

También recuerda que de noche

siempre se contaban historias

de espíritus. “Solo había velas y

las noches eran oscuras en todos

los sentidos”. Con la llegada de la

luz eléctrica el mundo cambió. La

oscuridad y las almas perdidas se

fueron para siempre.

Por nacimiento, don Octavio

pertenece al ayllu Sucso, uno de los

más poderosos durante siglos. No

solo los Sinchi Roca, sino también

una gran parte de las familias

nobles de San Jerónimo y San

Sebastián pertenecen a este ayllu.

Según el profesor Tom Zuidema,

autor del libro “El calendario inca”,

los Sucso eran responsables de los

rituales en el mes de Pacha Pucuy.

Lo que en nuestro calendario

corresponde a la segunda mitad de

febrero y la primera de marzo.

En este mes los frutos de la

tierra han crecido y madurado y la

lluvia podría dañarlos. Los rituales

estaban enfocados en debilitar a

las fuerzas de la naturaleza, para

evitar que esto suceda y para

proteger los cultivos. Para eso se

sacrificaban 100 llamas negras y

también perros negros y aves.

La palabra ‘sucsu’ en quechua

tiene que ver con estar débil,

ictérico, tísico. El inca Wiracocha

era visto como el rey viejo,

vencido por los ataques de los

chancas. Los sacerdotes de su

panaca probablemente siempre

eran de edad muy avanzada.

RONALD

ELWARD

Genealogía identificada y recuperada

Fuente: R. Elward, Archivo Arzobispal Cusco, Archivo Regional Cusco, Iglesia San Jerónimo

WiracochaOtros hijos: ayllu Sucso

Pachacútec

FamiliaSinchi Roca

5 generaciones Diego Sinchi Roca Ynga

Probanza (1655)

2 generaciones

FamiliaInca Roca

FamiliaQuisiyupanqui

Familia ChalcoYupanqui

Familia TúpacYupanqui

Thomas Rocca(Nace: 1685)

Fernando Rocca

(Nace: 1724)

Ignacio Sinchirocca

(Nace: 1780)

Apolinar Sinchirocca

(Nace: 1815)

Santos Sinchirocca

(Nace: 1843)

Santiago Sinchi Roca

(1870-1954)

Lorenzo Rocca/Sinchirocca

(Nace: 1745), Alférez Real en 1805

María Teresa

(Nace: 1908-?)

Francisco

(1914-1979)

Ismael

(1918-1993)

Alicia Valderrama

(Nace: 1928)

Demetrio

(Nace: 1959)

Charles-Edú

(Nace: 1984)

Octavio

(Nace: 1941)

Nota: Este modelo es una síntesis de cada generación.

PERMANENCIA. La memoria que guarda está vinculada a las historias que le contaron y a este paisaje, el mismo que ha mantenido a sus ancestros en esta parte del Cusco.

Cuando conocemos a don Octa-

vio Sinchi Roca Zúñiga (71 años)

es agosto y está empezando el

momento para arar la tierra y

sembrar maíz. En poco tiempo

algunos trabajadores estaciona-

les llegarán para laborar en sus

tierras. Estas quedan en las afue-

ras del distrito de San Jerónimo,

a unos 10 km de Cusco.

Los Sinchi Roca forman una

de las familias nobles más im-

portantes en esta antigua reduc-

ción, junto con los Atayupanqui y

Túpac Yupanqui. Ellos descien-

den del inca Wiracocha, que

gobernó probablemente en las

primeras décadas del siglo XV.

Don Octavio cuenta: “Gran parte

de las tierras aquí pertenecían a

mi abuelo, pero sus posesiones

fueron divididas entre sus hijos

y después entre los nietos”.

El modelo de propiedad de

la tierra que existe aquí sigue

reproduciendo el modelo esta-

blecido en la época inca: el inca

y los curacas tenían sus tierras en

la parte baja del valle, que son las

mejores; después venían las de la

clase alta y, en las partes superio-

res, las tierras del pueblo.

Don Octavio es uno de los

pocos personajes que hemos

hallado en esta investigación

que todavía mantienen algo de

la memoria de sus ancestros. “Mi

abuelo y mi padre siempre nos

decían que somos una familia

inca, que tenemos sangre real,

que tenemos derechos”, afirma

con solemnidad.

PRUEBAS DE IDENTIDAD

Su hablar es tranquilo, pausado.

Ha recibido una buena educa-

ción y es un hombre sofisticado,

bien vestido. Dice sentirse or-

gulloso de descender de reyes

incas. Pero no siempre fue una

experiencia feliz.

“A principios de los años 50,

con un grupo de 15 jóvenes de

San Jerónimo, fuimos los prime-

ros en ir al colegio en Cusco. No

fue nada fácil porque nos discri-

minaron social y racialmente.

Fue una época dura, pero eso hi-

zo que los 15 seamos hoy los me-

jores amigos”, cuenta. Al colegio

le siguió la universidad y trabajó

primero como profesor y después

en varios cargos administrativos.

Tiene en su posesión un do-

cumento del año 1655: es una

probanza que señala que su an-

tepasado, Diego Sinchi Roca Yn-

ga, era hijo legítimo de Alonso

Sinchi Roca Inga y de Pascuala

Sinchi Roca Ñusta Coya. Una

probanza de nobleza era un do-

cumento indispensable duran-

te el virreinato para demostrar

que uno era de ascendencia no-

ble prehispánica. Eso servía pa-

ra no pagar tributos, hacer labor

pública o servicio personal para

los españoles.

Las primeras probanzas apa-

recen alrededor del año 1570,

Los Sinchi Roca: el poderoso

vínculo con la tierra ancestral

Don Octavio y su

familia han sido

dueños de estas

tierras durante los

últimos 500 años.

A pesar de que

se han reducido

por el reparto de

herencias, este es

su punto de partida

y el lugar al que ha

decidido volver.

cuando el virrey Toledo reor-

ganiza el sistema tributario.

Cada probanza tenía que ser

argumentada y, generalmente,

se hacía con los testimonios de

miembros reconocidos de la no-

bleza cusqueña.

San Jerónimo tiene la suer-

te de que casi todos sus libros

parroquiales han sobrevivido

completos desde el inicio del si-

glo XVII, y están guardados en

el Archivo Arzobispal de Cusco

y en la iglesia misma, lo que po-

sibilitó reconstruir la genealogía

de esta familia.

LINAJES PERDIDOS

En los siglos XVII y XVIII ellos

usaron otra variante del apelli-

do: Rocca, en vez de Sinchi Roca.

Un prominente antepasado fue

Lorenzo Rocca (Sinchi Roca),

casado con Tomasa Guambotu-

pa. Él fue Alférez Real de los in-

dios nobles en 1805 (la posición

con más estatus para las familias

nobles incas durante el virreina-

to), y como Alférez Real tenía el

encargo de llevar el estandarte

del rey en la procesión de Corpus

Christi, la celebración religiosa

más importante en el Cusco.

Al revisar los libros parro-

quiales se puede ver que duran-

te varios siglos las uniones de las

familias nobles mantuvieron un

estilo similar al que se veía, y to-

davía se ve en menor grado, en

Europa: se casaban entre ellos.

De este modo, se creaban alian-

zas de poder político, social y

económico.

Un caso típico de lo anterior

lo representan los hijos de don

Lorenzo quienes, ya en el siglo

XIX, se casaron con las señoritas

Lucía Incarocca, Vicencia Atayu-

panqui y Leandra Pachacuti, to-

das de la más rancia aristocracia

imperial cusqueña de entonces.

“Hasta hoy día todos somos pa-

rientes”, dice sonriendo don

Octavio. Pero esta es una cos-

tumbre que ha venido desapa-

reciendo con las generaciones

actuales.Con el tiempo, como sucedió

con todas las familias nobles cus-

queñas, los Sinchi Roca prime-

ro perdieron influencia política y

social. Esto, en gran medida, por

el edicto de Simón Bolívar que

eliminó todos los títulos nobilia-

rios, que incluyó el de cacique.

MODERNIDAD

Durante el siglo XIX y el siguien-

te las tierras familiares empeza-

ron a dividirse, más por cuestio-

nes de herencia y de división de

bienes. Recientemente, parien-

tes de don Octavio han estado

vendiendo parte de sus propie-

dades ante la presión por la ex-

pansión urbana de la ciudad.

La antigua casona familiar de

los Sinchi Roca en San Jerónimo

fue demolida hace años. En su lu-

gar, en los años 80, él construyó

una casa moderna. Pero ya no vi-

ve ahí porque “el tráfico ha au-

mentado tanto que ya no es po-

sible por el ruido”. Ha construido

otra casa en el campo, donde “to-

do es verde. Tengo mis árboles

frutales, tengo cuyes. Vivimos

tranquilos aquí”, dice.

Al mismo tiempo, en las ge-

neraciones más jóvenes empieza

a surgir una nueva curiosidad:

la de su pasado. Uno de ellos es

Charles-Edú Sinchi Roca Du-

rand, sobrino de don Octavio, de

28 años y dentista, quien decidió

casarse con un ritual andino en

un antiguo palacio inca, hoy el

sitio arqueológico de Tamboma-

chay. Cuando le preguntamos

por qué, responde: “Porque he

tomado la decisión de mante-

ner la conexión con mi historia”.

Don Octavio encontró este es-

cudo familiar en una casona del

siglo XVIII en el pueblo de Maras.

“Durante siglos

las uniones de

los nobles incas

eran de un estilo

similar al europeo:

se casaban entre

ellos, creando

alianzas de poder

político, social y

económico”

CHRISTIAN UGARTE

a6 l País ___ El Comercio ___ domingo 9 de setiembre del 2012

Genealogía identificada y recuperada

Otros hijos: ayllu Hahuaynin Mayta Cápac

Clemente Tisoc(1814-1865)

Anselmo Tisoc(Aprox. 1820-desp. 1882)

Felipe Tisoc(1851-1917)

Raimundo Tisoc(Aprox. 1865)

María Cleofé Tisoc(1910-2003)

Carlos Callo Tisoc

María E. Callo

Mariano Tisoc(Aprox. 1875)

Ángel Augusto Tisoc(1904-1936)

José Tisoc(1930)

Alberto Tisoc(1935)

Fuente: R. Elward, Archivo Arzobispal Cusco, Archivo Regional Cusco, Iglesia San Blas

Lloque Yupanqui

Gran apu Huilla Uma IncaSumo sacerdote del Templo

del Sol Inca (aprox. 1460)

Tomás Tisoc Sayretupa(Aprox. 1680-1720), cacique

en Hospital de Naturales, San Pedro

Miguel Tisoc Sayretupa(Aprox. 1710-1774), Alférez

Real en 1744

Simón Tisoc Sayretupa(Aprox. 1740-1797/1803), cacique del

ayllu Sucso en San Jerónimo

Mariano Tisoc Sayretupa(Aprox. 1780-1865), último caciquedel ayllu Sucso, Alférez Real en 1811

Felipe Tisoc

Ca. 5 generacionesAprox. 1500-1535

Carlota Tisoc(1860-1921)

María Antonieta Callo Tisoc (1933)

MUJERES DE MEMORIA. Son ya tres las generaciones de muje-

res dedicadas a proteger su legado. Derecha: María Cleofé.

CONTINUIDAD. Los Tisoc son una de las pocas familias cusqueñas que todavía conservan algo de la historia de sus antepasados.

CHRISTIAN UGARTE

NOBLEZA INCA EN EL SIGLO XXI

María Antonieta Callo Tisoc (79) es una mujer elegante, con gran dignidad, que vive modes-tamente en su casa de San Jeró-nimo, en el Cusco. Ahí alberga dos tesoros: su memoria y unas cartas de 1844.

En ellas su antepasado, don Mariano Tisoc Sayretupa, últi-mo cacique del ayllu Sucso, les pide a las autoridades de la nue-va república la restitución de sus tierras, las cuales habían sido usurpadas tras el edicto de Bo-lívar de 1825. El documento no especifica el área perdida, pero se supone que eran propiedades muy extensas.

Como argumento para su causa señala que un ancestro suyo, Felipe Tisoc, hijo del su-mo sacerdote del Coricancha en Cusco, había ayudado a Francis-co Pizarro “con cinco mil indios”.

En una de las cartas don Ma-riano hace referencia al decreto de abolición de títulos nobilia-rios y señala que, aun sin títu-los, creía que los miembros de la nobleza inca iban a continuar siendo “propietarios absolutos de las tierras que les hayan to-cado”. Pero esos fueron años de mucha convulsión social y los Ti-soc fueron de los que perdieron casi todo: títulos, dinero y posi-ción social.

EL VALOR DE LOS ANCESTROSDoña María Antonieta estudió enfermería y llegó a ser super-visora del Hospital Regional de Cusco. Luego, supervisora regio-nal; y al final, directora ejecuti-va. “Viajé por todos lados, a veces hasta en burro”, cuenta.

Ella es la tercera en una línea de mujeres de la familia Tisoc que se han dedicado a guardar la me-moria de sus antepasados. Lo hace porque tiene un sentido de deber con ese legado, y añade: “Estoy ha-ciendo un árbol genealógico de mi familia, pero no es nada fácil”.

Como descendientes del inca Lloque Yupanqui, los Tisoc fue-ron reducidos en 1570 a la parro-

“Guardo la memoria de misantepasados como un deber”Los Tisoc, del linaje del inca Lloque Yupanqui, fueron la familia noble más importante del Cusco durante dos siglos, hasta que lo perdieron casi todo. Con doña María Antonieta iniciamos una serie de reportajes sobre una investigación que dará que hablar sobre nuestro pasado y nuestra identidad.

quia del Hospital de Naturales, en Cusco, ahora la parroquia de San Pedro. Durante los siglos XVII y XVIII tuvieron el cargo de cacique y eran la familia noble inca más importante del lugar.

En 1770 Simón Tisoc Sayre-tupa Ynga se casa con la princi-pal heredera del poderoso ayllu Sucso, Rafaela Sinchi Roca, de San Jerónimo, con lo que se con-vierte en cacique de este ayllu.

Según el profesor de Historia del Reed College, en Portland, Estados Unidos, David Garrett, y autor del libro “Sombras del Imperio”, el ayllu Sucso “tenía las mejores tierras en San Jeró-nimo y San Sebastián, bien irri-gadas y cerca del centro urbano más grande de los Andes”.

AYLLUS PODEROSOSPara poner en el contexto de esa época, afirma Garrett, un estu-dioso de este período en la an-tigua capital imperial, “ser ca-cique de este ayllu significaba automáticamente ser una per-sona sumamente importante en Cusco, y para evitar problemas internos yo creo que buscaban nobles de afuera para ser caci-ques”. Y por eso don Simón Tisoc pudo convertirse en cacique de un ayllu que por nacimiento no le pertenecía.

El hijo de Simón y Rafaela, don Mariano Tisoc Sayretupa Inga, fue testigo del fin de una época y el inicio de otra. Él na-ció alrededor de 1780 y sucedió a su padre como cacique principal del ayllu Sucso. Fue miembro del

“Los únicos descendientes en línea masculina de la familia imperial inca son Clemente Tisoc y su hijo, que viven en el pueblo de San Jerónimo, cerca de Cusco. Se dice que Clemente es un experto botánico”SIR CLEMENTS MARKHAM, 1853

RONALD ELWARD

Cómo se realizó la investigación

Estos artículos son resulta-do de un traba-jo que empezó hace tres años el genealogis-ta holandés Ronald Elward, con los auspi-cios de El Co-

mercio. Durante este tiempo él revisó todos los archivos parro-quiales de la antigua capital im-perial, así como gran cantidad de documentos de los últimos 300 años que todavía se conservan en notarías cusqueñas.

En total, Elward ha examinado unas 60.000 páginas, que incluyen partidas de bautizo, de defunción, de matrimonios, así como testamentos de familias de la antigua nobleza inca que permitieron establecer los vínculos entre los descendientes vivos y sus antepasados. Nunca antes en el país se había realizado un trabajo de esta dimensión, que empieza a reconectar los eslabones de una historia que se creía perdida.

Congreso de Electores de Mateo Pumacahua durante su rebelión en 1814, y murió en San Jeróni-mo el 13 de julio de 1865.

Mariano vivió en la hacienda Huayllabamba, en San Jeróni-mo, donde se casó primero con una mujer noble indígena y, en segundas nupcias, con una es-pañola. Esto aparentemente pa-saba mucho en esos días, que las primeras esposas de hombres de la alta nobleza inca eran también nobles incas; y las segundas, es-pañolas. Con la segunda esposa Mariano tuvo tres hijos; Josefa, Clemente y Francisco.

“EL ÚLTIMO INCA”Clemente es mencionado en el diario de sir Clements Markham. Después de la visita que el viajero inglés realiza a Cusco en 1853, escribe que “los únicos descen-dientes en línea masculina de la familia imperial inca con se-guridad son Clemente Tisoc y su hijo, que viven en el pueblo de San Jerónimo, cerca de Cus-co. Se dice que Clemente es un experto botánico”. Hoy se sabe que en esa época había muchos más descendientes reales que Markham no conoció.

En 1855 los Tisoc compraron una casona en la plaza de Limac-pampa Grande, en el barrio de

FOTO: ARCHIVO FAMILIAR

El Comercio___ domingo 23 de setiembre del 2012___ País l a19

NOBLEZA INCA EN EL SIGLO XXI.

No es fácil dar con don Justino Huamanrimachi. Es una cami-nata de unos 20 minutos desde la plaza de San Sebastián hacia el cerro. Hasta hace diez años esta zona le pertenecía y eran tie-rras de cultivo. Ahora está siendo construida. Una parte del camino es asfal-tada. Después hay una sección del Camino Inca que va a los si-tios arqueológicos Rumihuasi y Kallachaca, donde se encuen-tran los palacios en los que vivie-ron los ancestros de don Justino.Al llegar a su casa lo encontra-mos supervisando la remoción de unos eucaliptos “porque van a construir una calle aquí y des-pués van a levantar casas en es-tas chacras del costado”, cuenta sin mucha expresión en el rostro. Para él, en esta transforma-ción de las tierras hay algo de inevitable. “Está faltando agua, mis hijos no tienen mucho inte-rés para ocuparse de las tierras y hay la presión de la ciudad, que ha trasformado las antiguas cha-cras en urbanizaciones”, explica. Gira la cabeza hacia las tierras que se están limpiando para ha-cer el camino. “San Sebastián ha cambiado por completo”.

LA DESCONFIANZADon Justino tiene 80 años, mide unos 1,60 metros y habla cas-tellano con fluidez. Viste ropas modestas y nadie pensaría que desciende de una familia que tuvo un papel importante. Es miembro del ayllu Aucaylle, li-naje del rey inca Yahuar Huácac, quien gobernó probablemente alrededor el año 1400.La primera vez que lo visita-mos nos recibe con una actitud de desconfianza y se muestra renuente a hablar. Su sobrino, Francisco Challco Huamanri-machi (35 años), explica que “él y su generación son los que han sufrido más de la exclusión y por eso son muy privados con lo suyo”. No es de extrañar que miren al mundo de afuera con recelo.

La segunda vez que lo vemos se siente más cómodo y empieza a hablar sobre sus antepasados. A ratos tiene una expresión se-vera. “Mi abuelo, Casimiro Hua-manrimachi, fue gobernador de San Sebastián. Él era un hombre importante”. Las fuentes de la historia se-ñalan que esta familia alcanzó su época de auge en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando don Cayetano Guaman Rimachi Inga, cacique del ayllu Aucaylle en San Sebastián y San Jeróni-mo, se casó con doña Asencia Quispesucso, descendiente del inca Wiracocha. Este importante matrimonio, que en esos días debió ser la boda de la década, permitió unificar (aunque temporalmente) los dos cacicazgos más importantes de la época: Aucaylle y Sucso.

SÍMBOLOS DE PODEREl historiador estadounidense David Garrett, autor del libro “Sombras del imperio”, afirma que todos los miembros del ay-

Los Huamanrimachi: el brillo y la memoria perdidos

llu Sucso “eran nobles y ricos. Ser cacique de este ayllu signifi-caba automáticamente ser una persona sumamente importante en Cusco”. Con este matrimonio, Cayetano se convirtió en unas de las personas más poderosas de toda la región. Él añadió la denominación ‘Tupa’ (‘noble’ en quechua) a su apellido y se llamó después Tupa Guaman Rimachi Inga. Según Garrett, don Cayetano estuvo in-volucrado en la lucha entre los indios nobles y el corregidor don Diego Manrique y Lara, quien quería reducirlos a un estatus tri-butario. El asunto llegó a la corte en Lima y en 1768 los nobles in-dígenas ganaron cuando el tri-bunal determinó que “no eran simplemente indios, sino incas”.Un nieto de Cayetano, Lau-rencio, aparece en los registros notariales a inicios del siglo XIX vendiendo tierras y casas. En esos días se convierte en el jefe de la ra-ma de la familia en la parroquia de Santiago. Las ramas actuales de la familia en San Sebastián des-cienden de Lucrecio Guaman Ri-machi, un hermano de Cayetano.LA LEJANÍA Y EL OLVIDO Hay una documentación muy amplia en el archivo Valderra-ma Túpac Yupanqui, desde el

siglo XVII hasta principios del si-glo XX, de la rama principal de la familia, que incluye probanzas de nobleza y documentos per-sonales de ancestros como don Félix Guaman Rimachi, quien luchó contra Túpac Amaru II en la batalla de Sangarará y perdió. Un hijo de este último, Mel-chor Tupa Guaman Rimachi In-ga, fue alférez real de los indios nobles en la procesión de Corpus Christi en el año 1819 y uno de los 24 electores del cabildo de los indios nobles. Todavía exis-te la carta que en 1825 le envía a Bolívar para pedir la restitu-ción de tierras, casas, insignias y privilegios. Tierras y casas que habían sido usurpadas por otros, y los privilegios desaparecidos con la abolición de la nobleza y el cargo de cacique. Pero esos tiem-pos nunca volvieron. Con cada generación el pa-sado se fue convirtiendo en una memoria lejana. La pérdida del ‘Tupa’ y el ‘Inga’ del apellido sim-boliza este cambio. Con el tiem-po, el prestigio de esta familia se limitó al distrito de San Sebas-tián. Y el último en gozar de esta posición fue Casimiro, a princi-pios del siglo XX, cuando fue go-bernador del distrito. Hoy, casi nadie en el lugar sabe quiénes son los Huamanrimachi.

Genealogía identificada y recuperadaOtros hijos: ayllu Aucaylle

WiracochaFamiliaAtayupanqui

Juan Tupa GuamanRimachi 1650-1720Probanza: 1675

Cayetano Tupa GuamanRimachi 1720-1795

Jose Manuel TupaGuaman RimachiNace: 1756

Rama enSantiago (Cusco)

Fuente: R. Elward, Archivo Arzobispal Cusco, Iglesia de San Sebastián. Archivo familiar Valderrama Túpac Yupanqui

Yahuar Huácac

Familia Guaman Rimachi

Alonso Guaman Rimachi

8 generaciones

2 generaciones

Nace: 1620

Francisco Guaman RimachiNace: 1660Felipe Guaman RimachiNace: 1695

Félix Guaman RimachiNace: 1750

Melchor Guaman RimachiNace: 1770Alférez Real en 1819

Lucrecio Guaman RimachiNace: 1725

Casimiro HuamanrimachiNace: 1861Gobernador de San Sebastián

Rafael HuamanrimachiNace: 1901

Justino HuamanrimachiNace: 1932Nota: Este modelo es una síntesis de cada generación.

KALLACHACA. Cerca de San Sebastián, en Cusco, se originó en el imperio inca la familia Huamanrimachi. Aquí todavía quedan palacios de los ancestros de don Justino.

¿MODERNIDAD? Ante la presión urbanizadora don Justino ha empezado a vender tierras ancestrales.

En la ruta hacia el punto de origenEn el artículo “Organización socio-espacial del Cuzco prehispánico”, el historiador francés de la Sor-bonne Nouvelle Laurent Segalini indica que antes de ser reducidos a San Jerónimo y San Sebastián, en 1570, los ayllus Aucaylle y Sucso tenían su base en el pueblo de Ka-llachaca. Hoy en día Kallachaca es otro mundo, desconocido por mu-chos y nada fácil de encontrar. Para llegar aquí, se sube el cerro que está al lado derecho de San Sebastián. Se pasa la urba-nización Los Incas, luego la urba-nización Huayparpunco, y al final se encuentra una posada. Detrás hay una bajada a Kallachaca. Al descender hacia el valle se abre un pequeño paraíso: al lado izquier-

do hay una sucesión de muros, que son restos de construccio-nes de la época inca, de los siglos XIV y XV. Hacia abajo hay un río con un puente simple y el lado derecho está cubierto por una sucesión de andenes rectangulares coronada con una estructura única de ande-nes circulares. Esto forma el límite occidental del sitio arqueológico, que mide en total 1,5 kilómetros e incluye varios lugares con vesti-gios de grandes edificios, posible-mente los palacios de los ances-tros de don Justino. Todo este pai-saje es verde y aquí todavía no ha llegado la expansión urbana cus-queña. El lugar es un perfecto pai-saje bucólico.

Cómo se realizó la investigación

Esta serie de artículos es resultado de un trabajo que empezó hace tres años el

genealogista holandés Ro-nald Elward, con los aus-picios de El Comercio. Durante este tiempo él revisó todos los archivos parroquiales de la an-tigua capital imperial, así como gran cantidad de documentos de los últimos 300 años que to-davía se conservan en notarías cusqueñas.

En total, Elward ha examinado unas 60.000 páginas, las que incluyen partidas de bautizo, de defunción, de matrimonios, así como testamentos de familias de la antigua nobleza inca. Este trabajo permitió establecer los vínculos entre los descendientes vivos y sus ilustres antepasados. Nunca antes en el país se había realizado un trabajo de esta dimensión, que empieza a reconectar los eslabones de una historia que se creía perdida.

RONALD ELWARD TEXTOS Y FOTOS

El caso de esta familia cusqueña es representativo de otras similares: en su momento fueron un símbolo de poder político y

social. Con el paso del tiempo perdieron no solo el poder sino, sobre todo, los recuerdos de esas vivencias y de quiénes fueron.

“El pasado se olvidó y la pérdida del ‘Tupa’ y el ‘Inga’ del apellido simboliza este cambio”

7. Casa de los Cuatro Bustos Construida por el conquistador Juan de Salas sobre la huaca Vilcacuna. El cronista Bernabé Cobo señala que una vez al año aquí se realizaban sacrificios. Paula Tupayachi, esposa de Lizandro Obando, descendiente de Asencio Ramos Titu Atauchi, compró la casa entre 1915 y 1920 y sus nietos la vendieron. Ahora es el hotel Libertador.

Juan Vásquez, ‘indio principal’ del barrio de San Blas, y de Ma-ría Obando.

“Don Asencio y su esposa te-nían un patrimonio que valía 10 mil pesos en casas, plata, alhajas y campos agrícolas. Los Ramos Titu Atauchi eran además ricos comerciantes de trigo”, señala Garrett. Esto en una época cuan-do los llamados indios tributa-rios ganaban 10 pesos por año.

Uno de sus hijos, José Ramos Titu Atauchi y Obando, sucedió a su padre en los cargos de caci-que que ostentaba. José se casó primero con una mujer de la no-bleza inca, pero no tuvo descen-dencia. En segundas nupcias es-posó a María Alvares, con quien tuvo varios hijos, incluidos To-más y Felipe.

Para descubrir qué pasó con los hijos se consultaron los li-bros parroquiales de Santa Ana. Aquí es cuando el misterio de es-te grial andino quedó al descu-bierto: los documentos indican que en la primera década del si-glo XIX los hermanos empiezan a usar solo su apellido materno, desechando la parte indígena. Es posible que la atmósfera an-tiincaica que surgió después de la rebelión de Túpac Amaru II haya sido el motivo principal de esta decisión.

EL INICIO DEL OLVIDOA este período le siguen la Inde-pendencia y el edicto de Simón Bolívar, que anula los títulos no-biliarios, incluido el de cacique. Lo que muestran los protocolos notariales es que en esa época, y durante casi todo el siglo XIX, la alta nobleza inca empieza a ven-der casas, haciendas y capella-nías. Ninguno de ellos compra, solo vende.

Con la pérdida del cargo de ca-ciques y los ingresos relacionados

a esa posición, ellos necesitaban seguir financiando su estilo de vida. Pero no les duró mucho. Cuando este dinero se gastó, su descenso social continuó. Lo mismo sucedió con Juan Bautis-ta Obando, hijo de Tomás y bisnie-to de Asencio. En 1866 vendió el derecho de patronato y capella-nía de la finca Totorani, las tierras de Ccotohuaco, una casa en Santa Ana y dos fundos. Se cree que no dejó descendencia.

De este modo, una vez iden-tificada que la clave residía en el cambio de apellido, la búsqueda se reenfocó para saber si existían descendientes vivos. A fines del año pasado di con los hermanos Agripino y Gregorio, hijos de Li-zandro Obando Camero, de 84 y 83 años respectivamente. Su padre había muerto cuando ellos eran todavía infantes.

LOS ESLABONES SE UNENUno de sus recuerdos de infan-cia era que se habían criado en la Casa de los Cuatro Bustos, frente a la iglesia de Santo Domingo, y que hoy es un exclusivo hotel cus-queño. Su padre había sido hijo de Melchor Obando y, según consta en los testamentos encontrados, Melchor era nieto de Felipe Oban-do. Felipe aparece en los libros co-mo inca noble, capitán y miembro del Congreso de Electores duran-te la junta de gobierno de Mateo Pumacahua (1814).

Pero los hermanos Agripino y Gregorio no tenían idea del ori-gen de su familia. “Estoy muy sorprendido de saber de mi li-naje”, dice don Agripino, “es un honor ser descendiente de los in-cas”. Él y su hermano son, junto con su hermana Francisca, los úl-timos de su generación que están vivos. Pero no son los únicos. El mayor de ellos tuvo más hijos.

Otra rama de la familia, que viene de Eloísa Obando Came-ro, madre del ex alcalde de Cus-co Luis Felipe Paredes Obando, guardaba algunos recuerdos, pe-ro tampoco conocía a ciencia cier-ta el nexo. Un tataranieto suyo, el abogado Fernando Zora-Carva-jal Aguirre (35 años), cuenta que la leyenda familiar relata que su tatarabuela fue “una mujer que vivía enfocada en los valores in-cas y con un profundo sentido de servicio al pueblo”.

Dos nietas de doña Eloísa, Te-resa (86) y Nancy (71) Paredes Tresierra, expresaron su sorpre-

sa al conocer estos vínculos tan claros. Ellas sabían que su fami-lia tenía un origen noble, pero no sabían de quién. Según explicó doña Teresa, cuando ellas eran niñas “no se hablaba de esto, se guardaba silencio porque había muchos prejuicios”. Ella cree que la información no pasó a su generación a propósito.

SOBRE EL FUTUROHoy sabemos con certeza que los Obando son el linaje más directo de los últimos emperadores in-cas. A pesar de la importancia de este nexo, esta era una his-toria y una identidad que ellos desconocían. Como muchas de las familias que conocí durante esta investigación, lo poco que se sabía de su linaje se mantenía muy privado. El orgullo era in-terno y doméstico. Es probable que una de las razones para esto haya sido la presión social que se empezó a sentir en los siglos XIX y XX, que rechazaba las raíces in-

dígenas, especialmente después de que ellos perdieran poder eco-nómico y social.

¿Pero se puede asumir que esto es también lo que pasó con el Perú? Mi impresión como ex-tranjero es que aquí se ha olvi-dado mucho, y en este contex-to y siendo esta una república moderna ¿de qué sirve hablar de linajes y realeza? Naturalmen-te, ningún linaje da privilegios. Pero la historia de estas familias muestra que hay una identidad escondida que hay que recupe-rar, porque es lo que da autoesti-ma y, en un mundo globalizado, hace a los pueblos más seguros y auténticos.

En ese escenario, las antiguas familias nobles pueden ayudar a completar esa filiación an-cestral que no solo es inca, sino también chimú, moche, aimara, shipiba… En este caso fueron los incas, pero debe haber más que han sobrevivido. Es cuestión de seguir la huella.

Los Obando hoy De izq. a der.: Gladys Obando

Montes, Sylvain Obando, Marie Angehelie Alarcón O., Ruth Obando Montes,

Gregorio Obando Chávez, José Luis Obando Montes,

Jael Obando Montes, Agripino Obando Chávez, Joselyn Alarcón O., Tifany Zárate

Obando.

“La historia de estas familias muestra que hay una identidad por recuperar, porque eso hace a los pueblos más auténticos”.

to pasa solo en la literatura está ezar en cualquiera de los puntos.

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8. Coricancha (Iglesia de Santo Domingo) El antiguo Templo del Sol y núcleo religioso del imperio inca. Está frente a la Casa de los Cuatro Bustos. El ancestro directo de la familia Tisoc era el sumo sacerdote a la llegada de los españoles. Todavía se pueden ver los impresionantes muros, visibles debajo de la iglesia y el convento colonial. Los restos de Túpac Amaru I están enterrados aquí.

¿Rehabilitación de un inca controvertido?

Cristóbal Paullu Inca era medio hermano de Huáscar y Atahual-pa. Fue también el más importan-te miembro de la familia imperial que ayudó a los conquistadores. Por eso recibió grandes honores y propiedades y fue coronado inca por Diego de Almagro en 1537.

Con estos datos la palabra ‘traidor’ parece la más adecua-da para describirlo, pero nueva in-formación que empezó a salir en los últimos años cuestiona esta visión. En el 2007, la historiadora española María del Carmen Mar-tín Rubio descubrió su tumba, de-bajo del altar mayor de la iglesia de San Cristóbal. Para su sorpre-sa, a pesar de que Cristóbal Paullu

había sido bautizado católico, en-contró que fue enterrado según las tradiciones incas, sacrificios incluidos.

Años atrás, ella misma había descubierto el libro completo de Juan de Betanzos, perdido duran-te siglos, lo que la llevó a profun-dizar en el análisis del inca. “Paullu se alió con Manco Inca para enga-ñar a Diego de Almagro. Su inten-ción era acabar con los españo-les, pero no contaba con la dificul-tad en el terreno y perdió muchos hombres”, contó la historiadora.

Después, Paullu se reunió de nuevo con Manco Inca para ten-derle una trampa a Francisco Pi-zarro, pero Manco Inca se retiró. Y

ninguno de sus sucesivos intentos tuvo éxito. Martín cree que “Pau-llu se dio cuenta de que era más es-tratégico aliarse con los españoles para así ayudar a su gente”.

Para ella, Cristóbal no fue un traidor sino alguien “muy inte-ligente, que evitó la guerra, más muertos y más viudas”. Paullu Inca ayudó a su gente pagando a dos sacerdotes para que enseña-ran la nueva lengua. “Quería pre-parar a su pueblo. Él siguió siendo fiel a su cultura y hacía ceremo-nias en su palacio de Colcampata. Los españoles lo obligaron a bau-tizarse, pero su entierro es com-pletamente inca; no hay nada de español”, sostiene Martín.

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NOBLEZA INCA EN EL SIGLO XXI

CHRISTIAN UGARTE