Cuadro Comparativo Paradigma Cualitativo y Paradigma Cuantitativo.
1 4.2. El Nanolítico y el paradigma Smart High Tech. J...
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4.2. El Nanolítico y el paradigma Smart High Tech.
J. Iñaki Martín Bermejo1
Resumen
El proyecto Manhattan fue un diseño político que germinó el modelo High Tech donde
hibridaron el paradigma científico, ingeniero y militar. Así, la energía atómica y la
nanotecnología originaron una nueva era que denomino Nanolítico, que a su vez es una
revolución científica, quirúrgica y silente que permite controlar, modificar y combinar la
materia y sus aplicaciones mediante herramientas como el microscopio de túnel, STM,
y profundizar en ella a través de otras como el LHC y el CERN. Esta tecné promovió,
por ejemplo, la bioinformática, la astromedicina y la bioingeniería. El impacto de las
High Tech a partir de 1992 nos lleva a una cultura cuyo paradigma denomino Smart
High Tech que posiciona al ciudadano en el centro de la ciencia y la tecnología, donde
las aplicaciones se injertan tanto en el interior y exterior del cuerpo humano como en su
entorno. La tecnoantropología converge aquí promoviendo varios procesos de
hibridación capaces de generar una metodología que se apoya por una parte en el diseño
para lograr aplicaciones de simulación de culturas sintéticas, el codiseño y la
gobernanza. Por otra parte, el engaste de la nueva economía Additive Manufacturing en
la sociedad nos permite concretar diseños que integran aspectos tales como el impacto
de los procesos de producción complejos con los usuarios, el codiseño industrial así
como el estudio de la tecnocultura. Esta metodología se combina con la investigación
etnográfica bajo procesos tales como, livinglabing, user driven research y user center
research.
2
Palabras Clave
Nanolítico, hibridación científica, High Tech, Smart High Tech, Additive Manufacturing,
homo nanologicus, homo sinteticus, codiseño, gobernanza, FabLab, SocialLab,
livinglab, smartpolis, smart New Deal.
4.2.1 El modelo High Tech: el origen del Nanolítico.
Estados Unidos enfocó la II Guerra Mundial con un diseño previo de ciencia y
tecnología High Tech2 gubernamental que políticamente fue capaz de organizar a más
de 130.000 personas en torno al proyecto Manhattan con el objetivo de desarrollar la
bomba atómica. Este esfuerzo de guerra fue el primer diseño de tecnocultura, con una
estructura territorial descentralizada, reinventó la manera de hacer ciencia3 aglutinando
a grupos de investigadores, ingenieros, científicos y militares bajo un modelo de red
cuya cultura militar del secreto, ver Simmel, G., (2015), se aplicó de forma rígida a la
innovación tecnológica y científica para obtener unilateralmente la bomba atómica.
2 Ver la conferencia de Artur Serra publicada por el COLEF de Tijuana en Septiembre
del 2015.
3 Una tecnocultura que ha sobrevivido en la NASA, el CERN-LHC y otras estructuras
científicas similares.
3
Figura 1.
Fuente: elaboración propia.
Además de los consabidos resultados militares de la citada contienda bélica4
quiero destacar algunos aspectos presentados por Artur Serra en el COLEF de Tijuana
en el 2015:
Por una parte, se dio la estrecha relación del modelo militar con la ciencia
internacional para coordinar un modelo de desarrollo tecnológico y científico
donde preponderar el avance de la ingeniería militar. Por otro lado, los vasos
comunicantes entre ciencia e ingeniería ahondaron en una cultura tecnológica
4 En contraste, Alemania que en las mismas fechas tuvo toda la ventaja científica y
tecnológica la gestionó sin diseño, de forma descoordinada, atomizada, estanca y
subterránea.
4
concreta desarrollada a partir de la ambivalencia lograda dentro de la cultura
High Tech. Este aspecto convirtió a los científicos en ingenieros y a los
ingenieros en científicos.
De una forma inmediata a la contienda, el diseño corporativo de postguerra mantuvo el
ligamen entre ciencia e ingeniería bajo el modelo ARPA-DARPA para reunir a científicos
de primer nivel de todo el mundo en torno a los proyectos diseñados bajo el control del
Departamento de Defensa5. Las variaciones sufridas en su dirección indican cierta
cavitación entre el ligamen corporativo por el control militar y civil del mismo,
especialmente porque rendía cuentas directamente a la Casa Blanca.
Figura 2.
Elaboración propia
5 Ver. El modelo sigue vigente con múltiples proyectos científicos y militares.
5
Así, la necesidad de un sistema de comunicación militar para todos los centros de
investigación y desarrollo descentralizados por todo Estados Unidos confluyó en el
programa ARPANET, logrando entre otras cosas una intranet desde la que se desarrolló
internet, la concentración de fondos para el impulso de las ciencias de la computación,
la comunicación vía satélite y el desarrollo de la robótica.
Figura 3.
Fuente: gráfico de Artur Serra, I2CAT, 2015, elaboración propia.
Después de trabajar en el proyecto Manhattan, Richard P. Feynman (1960) habló
en el Caltech, el 29 de diciembre de 1959 de la nanociencia y de la nanotecnología
vinculando el potencial tecnológico de la física de partículas. Esta conferencia se
publicó como There's Plenty of Room at the Bottom, para entender mejor el alcance ver
Woodhouse, E. J. (2004) y Barben D; Fisher E; Selin C; y Guston H. D. (2007: Cap.
6
38:980-1000) quienes en Anticipatory Governance of Nanotechnology: Foresight,
Engagement, and Integration de Controversies, señalan:
(…) Nevertheless a variety of scientific and bureaucratic interests seek a concrete
definition. In the United States, the National Nanotechnology Initiative (NNI) has
tinkered with its original definition, most recently defining nanotechnology
broadly as “the understanding and control of matter at dimensions of roughly 1 to
100 nanometers, where unique phenomena enable novel applications.
Al objeto de entender la nanotecnología como parte de la economía aditiva6
disruptiva, coincido plenamente con Invernizzi N. y Foladori G. (2005: pp. 320-328), en
su análisis de posibilidades, impacto y riesgos. En este sentido, Drexler (1986) se
inspiró en Feynman y desconocía los trabajos de Taniguchi N. (1974), quien fue un
precursor que la definió así:
La nano-tecnología consiste principalmente en el procesado, separación,
consolidación y deformación de materiales átomo por átomo, molécula por
molécula.
El conjunto de elementos descritos constituyeron el paradigma norteamericano High
Tech con la particularidad de integrar las claves y la experiencia de Manhattan para
instituir y articular un hidden design, Pols J. K. A, (2016); un modelo de diseño
6 En un sentido que subsume el modelo de producción Additive Manufacturing, AM,
con tecnologías 3D.
7
inicialmente oculto incluso para la mayoría de la comunidad científica y la sociedad
norteamericanas. Por el contrario, Europa constituyó el modelo de Ciencia, Tecnología
y Sociedad, CTS, donde la política delegó en la empresa privada el impacto del
despliegue tecnológico en la sociedad rehuyendo del diseño y de la centralidad de las
propia High Tech como motor de la sociedad y de su propio diseño político y
económico. En este modelo europeo el papel de las TIC quedó limitado a ser un surtido
de herramientas sin capacidad para diseñar y vertebrar la arquitectura social.
En este sentido, las High Tech, ligadas a la computación, robótica, electrónica
y otras ciencias experimentales avanzadas constituyen el paradigma y nuestro punto de
partida, el principio de una hibridación diseñada entre ciencia, ingeniería y tecnología, y
aquí propongo que también es el origen del Nanolítico. Defino este término como la
actual era cultural y modelo civilizatorio donde preponderan la hibridación científica y
el dominio tecnológico de la escala nanométrica del corpus lítico, –principalmente
dependiente del cuarzo, sílice, carbono y grafeno7-, con cambios sustanciales en la
energía, las comunicaciones, la movilidad y la manufactura industrial. El Nanolítico
ofrece una escala de precisión de 10−9 m. capaz de producir, modificar, combinar y crear
a escala atómica cualquier objeto, órgano, material y substancia, en el sentido de
Drexler (2006). Esto supone un salto exponencial de la escala de precisión mecánica
integrada en los centros de producción que actualmente está entre10−3 y 10−5 m.
7 Estos materiales son las primeras y las que más se han desarrollado en aplicaciones de
nanotecnología. A estas hay que añadir los componentes nao-bioquímicos y los metales
usados en nano-biorobótica.
8
El Nanolítico nace con las aportaciones de la física y la ingeniería informática
del salto cualitativo y cuantitativo en el control de la materia y tiene el carácter de una
revolución científica, quirúrgica y silente8, cuya extensión cultural dimana por la
capilaridad del propio proceso de hibridación, fruto de la capacidad intrínseca que nos
ofrecen herramientas como el microscopio de túnel STM9. A través del uso y mejora de
este instrumento convergen y se generan múltiples disciplinas que toman como base la
física de materiales, tales como la bioinformática, ingeniería genética, biotecnología,
bioingeniería, biorobótica, la astromedicina, biomedicina y la nanotecnología. Estas
nuevas ciencias aplicadas e hibridadas, lejos del utopismo tecnológico, están
modificando substancialmente la tabla internacional de disciplinas científicas, ver
Drexler K. E. (1986, 2006), quien propone desde la ciencia experimental un modelo que
incluye ensambladores moleculares cuyo Molecular Manufacturing superaría muchas
de las barreras actuales del Additive Manufacturing.
4.2.2 El paradigma Smart High Tech, la hibridación y la tecnoantropología.
La hibridación es un proceso convergente de los conocimientos de las personas y
sus culturas que nos muestra cómo se ha privilegiado una síntesis que recoge los
aspectos clave de las disciplinas implicadas en el mismo, arriba señaladas. Asimismo, es
una tendencia del conjunto de las ciencias ante la propia complejidad del desarrollo de
la civilización en los últimos 50 años. La etnografía, etnología y antropología no son
8 En oposición a la revolución nuclear o a las revoluciones industriales precedentes, es
una revolución en gran medida aséptica y sin ruido.
9 Scanning Tunnelling Microscope. Ver sus características en el Instituto Universitario
de Investigación de Nanociencia de Aragón en la web de la UNIZAR.
9
una excepción a este proceso y convergen de manera análoga en la tecnoantropología
por varias razones. Por una parte, la tecnoantropología incorpora la necesidad de
investigar la propia complejidad tecnológica y científica como parte del proceso de
civilización sin renunciar a conocer su entronque, impacto y modelo de cultura que ésta
proporciona. Por otra parte, después de instaurarse y globalizarse el modelo High-Tech
se ha conformado un nuevo enfoque, un punto de no retorno en la manera de observar,
analizar e investigar la cultura gravitando en torno a lo que denomino Smart High Tech
donde el ciudadano se convierte en un diseñador y codiseñador que supera la fase de
usuario y consumidor tecnológico.
Así, la convergencia e hibridación tecnológicas han roto por completo la manera
de abordar la investigación social. Tradicionalmente, el trabajo de campo se realizaba
con escasas herramientas, ahora, el impacto tecnológico conlleva un salto en la
disciplina de tal forma que es posible incluso la monitorización y la simulación sociales.
Es evidente que hemos pasado de monografiar culturas a diseñarlas incluyendo al nativo
como codiseñador de su cultura, aspecto que implica proyectar-se hacia el futuro y que
diferencia el paradigma High Tech del Smart High Tech. Ahora, las tendencias y las
posibilidades existen y se concretan porque los nativos/ciudadanos/ usuarios proyectan
su propio destino diseñando el cambio cultural con el conjunto de herramientas
disponibles, todas ellas atravesadas por el Nanolítico.
Este aspecto tiene enormes implicaciones, entre otras la ruptura con el
tempocentrismo etnográfico, la posición del nativo y el colonialismo tecnológico. El
cambio, sustancial, implica que la mirada etnográfica, en el sentido extenso que da a
este término C. Geertz (1989), y los resultados de la investigación ya no tienen sólo una
10
propiedad intelectual individual sino que conforman nuevas formas de ser y de saber
donde el tecnoantropólogo es capaz de concitar la participación del nativo en su propio
futuro. Así, más allá de la antropología aplicada y la Action Research investigar hoy
conlleva también un modo de hibridación donde cualquier aspecto cultural está sujeto al
diseño, expectativa, proyección o tendencia hacia el futuro. Esto resulta de la
interacción cultural que sucede en la vida de las personas con las tecnologías de la
información, IT, como centro de distribución de redes y contenidos a escala global.
En este sentido, el enfoque Smart High-Tech rompe el modelo clásico de ciencia,
tecnología y sociedad superando, como fenómeno cultural, el influjo inicial del modelo
High Tech-DARPA mencionado. Estos aspectos se coligen ya desde sus inicios con el
ideario promovido por Nelson H.T. (1974, 2010) mediante su concepción de Xanadú,
hypertext e hyperland, proyectos que materializó Berners-Lee & Fischetti (2000) con el
desarrollo de la World Wide Web.10 También fueron muy significativas las tecnologías
interactivas desarrolladas por Engelbart D, quien influido por el artículo As We May
Think de Vannevar11 B. (1945), y apoyado en 1962 por el director de ARPA, Licklider12
10 A partir de los proyectos Xanadú y el Memex, él y su grupo crearon el lenguaje de
etiquetas de hipertexto, HTML , el protocolo de transferencia de hipertexto, HTTP, y el
sistema de localización de objetos en la web URL.
11 Fue nombrado por el presidente T. D. Roosveelt en 1941 Director de la Office of
Scientific Research and Development y jefe del Proyecto Manhattan. Desarrolló el
precursor de Dragon Voice y Siri, su idea de Memex fue clave para los aspectos de
hipertexto e internet.
12 En 1963, como Director de Ciencias del Comportamiento de Mando y Control de
Investigación en ARPA, envió un memorando a sus colegas donde esbozó los primeros
11
J.C.R. (1960), inventó el ratón, desarrolló el software de interfaz mediante ventanas e
iconos y concibió las pantallas con imágenes en bits. También teorizó sobre cómo las
nuevas tecnologías aumentarían la inteligencia colectiva y desarrollarían el intelecto
humano mediante la interactividad con los ordenadores. Robert Tylor en Waldrop M.
(2001) expresa sobre Licklider:
(…) Su visión llevó a ARPANET e internet, y al desarrollo de de varios elementos
del sistema operativo Unix. La mayor parte de los avances significativos en
tecnología informática - incluyendo el trabajo que mi grupo hizo en Xerox PARC -
eran simplemente extrapolaciones de la visión de Lick. (…) Él era realmente el
padre todo esto.
Estos científicos de primera línea y sus equipos mantuvieron vivo el germen de la
hibridación multidisciplinar iniciada en el proyecto Manhattan, aplicando
posteriormente a la sociedad civil una gran parte de la experiencia vinculada al mismo.
Sus esfuerzos, que requirieron renegar del diseño oculto y del secreto militar extendido
de Manhattan a la Guerra Fría, fueron el preludio de una distribución sin precedentes de
las tecnologías y del modelo conceptual inherente a su desarrollo. Otro precursor que
ligó estos aspectos a la sociedad civil fue Masuda Y. (1984) quién concibió la
computopía como una sociedad que aglutinaba una visión organicista y futurista en las
desafíos para establecer una red de reparto del tiempo de los ordenadores con el
software de la época. Esto lo logró en 1968 como director del proyecto MAC en el MIT
con el sistema CTSS; su visión llevó la computación interactiva y su idea de ARPANET
fue el precursor de la actual Internet.
12
relaciones entre los ciudadanos y las tecnologías de la información, una red de
información y conocimiento que en tres fases constituiría una nueva sociedad
globalizada. Esta dirección también la señala Castells, M. (2001, 2006) quien ha
ahondado en conocer el impacto y las contradicciones de este tipo de sociedad
informatizada y global.
Figura 4.
Elaboración propia.
En la actualidad todas las tecnologías permean y atraviesan cualquier modo de diseñar,
vivir y hacer cultura. ¿Por qué?. Porque son el pegamento de cualquier manifestación
cultural actual y han llegado para quedarse en su corazón independientemente de su
origen, tradición, religión o modelo cultural previo. Hoy, son principalmente los jóvenes
de cualquier lugar del mundo quienes utilizan sus smartphones, las Apps y las
plataformas bajo el paradigma Smart High Tech, centrado en el usuario, aspecto que
13
aglutina principalmente a las generaciones de jóvenes independientemente de su
procedencia.
Empíricamente se ha manifestado abiertamente en las primaveras árabes del
2010-2013, y también tuvo su eco en Europa, en España, en Mayo del 2011 con el
movimiento 15M y en EEUU en Octubre del 2011 con #occupywallstreet. En menor
medida sucedió en Rusia, China, Ucrania y Hong Kong en el 2014. Todos esos
movimientos sociales se crearon y promovieron con tecnologías smart, poniendo en el
centro a los ciudadanos como usuarios y diseñadores del cambio social por motivos
políticos y económicos, influenciados en su mayor parte por la crisis financiera global
del año 2007.
El paradigma Smart High Tech, estuvo en el centro del cambio social de esos
movimientos creando noticia, organizando reivindicaciones, contrastando información,
convergiendo en plataformas sociales digitales, conjugando usos y tendencias de ciencia
y tecnología, la mayoría de las veces, al margen de las plataformas oficiales. El ámbito
de las telecomunicaciones y las redes sociales son los que más publicidad han tenido a
nivel mundial pero el mayor calado se encuentra en cómo impactará en el tejido de
conocimiento de la universidad y la industria; ambos entornos todavía se rigen por el
sistema de administración científica, propuesto por Tylor en 1911, ver Taylor, W.
Frederick (1993), muy alejado de la democracia moderna, como señalan Greenwood D.
(2007), Greenwood D. y Morten L. (2005). Tal y como me recalcó Davydd Greenwood
en el 2016, en un intercambio de misivas,
De manera increíble, se sigue organizando el saber, investigar y enseñar como si
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fuera Frederick Winslow Taylor el rector de las universidades del mundo. La
organización disciplinar del mundo académico hace imposible la comprensión de
los problemas y fenómenos complejos que no obedecen a las fronteras y
oligarquías académicas. Es necesario explicar por qué se domesticó el saber
universitario para que fuera totalmente disfuncional y cómo el neoliberalismo ha
reforzado los peores rasgos de este sistema.
Esta reflexión coincide con Birnbaum, R. (2000, 2004), para quien los políticos y
administradores de la educación superior se equivocan cuando trasplantan a la
universidad sistemas de administración diseñados para resolver necesidades específicas
de las empresas privadas o de las organizaciones gubernamentales. Este es un error
persistente, el modelo Smart High Tech va en dirección opuesta, pues su estudio
demuestra que los objetivos, fines y cultura de las universidades son de una naturaleza
diferente a los de las empresas con fines de lucro, así como de las instituciones
gubernamentales cuya estructura vertical administra y ofrece servicios a los ciudadanos.
López Zárate, R. (2012), corrobora en México los estudios de Birnbaum en
Norteamérica insistiendo en cómo estos sistemas de administración se convierten en
modas culturales que causan un daño importante al tejido académico, el marco del
trabajo y la sociedad civil.
Asimismo, el nuevo paradigma, debido a su naturaleza descentralizada y
distribuida realiza un bypass a las estructuras tradicionales de las universidades, las
empresas y sus contenidos porque diluye su importancia retomando un pensamiento
bricoleur avanzado, en el sentido de Lévi-Strauss, C. (1964), una cultura del garaje
15
tecnológica y un sistema abierto y universal en la generación, comprensión y
distribución de los contenidos. Esto permitió la particular manera de entender el trabajo
desde Silicon Valley, generando conocimiento, creatividad e industria sobre todo al
margen del tejido económico consolidado. Los casos de microsoft, apple, google,
youtube, facebook, skype, twitter, instagram, pinterest y flickr, son algunos ejemplos que
muestran esta tendencia que llegó, más allá de la moda del networking y del gadget,
para quedarse y generar el tejido social y laboral en esta nueva era que denomino
Nanolítico.
De este modo, todo lo que comenzó como un modelo político de diseño sintético,
estratégico y militar exclusivo de USA bajo el modelo Manhattan, mudó de manera
heterotélica como una alternativa de la diversidad cultural que propiciaba una
reconversión social cuyo communitas, en el sentido de Touraine, A. (1997) y Macintyre,
C. A. (2004), es una permanente proyección del sujeto hacia el futuro. En la
plausibilidad del futuro asume el cambio social y tecnológico como inherentes a un
nuevo modelo de civilización. Así, de la hibridación de los conocimientos, además del
resultado de las nuevas formas de conocer y abordar los problemas de la ciencia,
resultará también un nuevo destino manifiesto que denomino Smart New Deal, en tanto
que un nuevo contrato social en el sentido de Rifkin, J. (2010), y una nueva carta de
naturaleza del significado de la civilización en su máxima expresión. Uno de los sellos
de ésta sería la ruptura paulatina de la cultura del secreto con la innovación social y la
democratización a nivel mundial de las tecnologías y los conocimientos, en el sentido
de Masuda (1984). Otro aspecto importante sería el desarrollo de los derechos digitales
universales que mantengan el acceso libre al ciberespacio y a todos sus contenidos e
infraestructuras, tal y como señalan Dyson E., Gilder G., Keyworth G. y Toffler A.
16
(1994).
El resto de características de este Smart New Deal necesitarían definirse y conjugarse en
el marco del pluralismo cultural, en el sentido de Sartori G. (2001, 2009). Por el
momento, la nanotecnología y sus aplicaciones en todos los segmentos industriales y la
nueva economía aditiva permiten al ser humano saltar los escalones de la revolución
industrial y vincularse directamente con el paradigma Smart High Tech. Un caso
semejante lo dio Corea del Sur en la década de los 90 al pasar de una sociedad agraria a
una sociedad del conocimiento apostando fuertemente por las High Tech donde el
gobierno dirigió la economía bajo el sistema chaebol13 e implementó la educación IT
con el sistema CHLS, Ciber Home Learning System, Sang-Hyun, J. (2006) y González
Pérez, A. (2011).
Sin embargo, ante este escenario, la Administración Norteamericana y el gobierno
de Barack Obama impulsan a nivel mundial un Tratado Transatlántico de Comercio e
Inversiones, TTIP, que limita, entre otras cosas, los derechos digitales para mantener su
ventaja tecnológica, practicar un colonialismo tecnológico de nuevo cuño y torpedear la
economía aditiva distribuida y compartida. Como señala Navarro V, (2016):
En realidad, el Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la UE será la
americanización de la vida política, cultural, financiera y económica de los
países de la UE. La otra fuerza política es la que intenta cambiar las relaciones
13 Básicamente es un conglomerado empresarial, un conjunto de empresas dirigido
verticalmente por linajes familiares cuyos negocios no necesariamente están
relacionados entre sí. Tienen prohibido ser propietarios de bancos y están obligados a
mantener relaciones como mínimo con dos de ellos.
17
de poder de clase dentro de cada Estado para así poder establecer otro tipo de
globalización que sería la auténtica internacionalización. La polarización
política que estamos viendo en Europa en los dos lados opuestos del espectro
político es un indicador de la expresión de estas dos respuestas a la llamada
globalización.
Este aspecto también atañe al nuevo contrato social que reclaman autores como
Standing, G. (2011, 2014) porque está correlacionado con las nuevas formas de trabajo
que proporciona la economía global que, además, tienden a fagocitar el capitalismo
avanzado, tal y como analizan Baker, D. (2011), Benedikt, F. C. y Osborne, M.A (2013),
Stiglitz, J. (2013) y Navarro, V. (2016). Estos autores proporcionan algunas claves que
permiten madurar un paradigma Smart High Tech con un carácter distribuido y
descentralizado, fruto del acceso de los jóvenes a las nuevas tecnologías y plataformas.
Bajo este prisma, tanto las instituciones internacionales como los Estados-nación
todavía se muestran incapaces de cohesionar la nueva economía aditiva disruptiva con
la ciudadanía articulando una pléyade de respuestas a las diferencias en el desarrollo
tecnológico y las nuevas posibilidades para crear un tejido económico con un diseño y
enfoque político acorde a los tiempos, porque, más que integrarse en el existente, genera
oportunidades que trascienden los aspectos de producción cohesionados bajo la
economía postindustrial, como señala Galbraith, K. J. (1994, 2004). Cabría preguntarse
si la incapacidad del Estado-nación para articular la nueva economía aditiva reside en su
obsolescencia estructural para emprender semejante tarea.
Esta, entre otras cosas, requiere repensar y arbitrar la transición de la propiedad
intelectual, el sistema de patentes industriales y los modelos de transferencia de
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tecnología para evitar un colonialismo tecnológico que genere una dependencia que
anule la capacidad creativa y restringa el acceso universal mediante formas como la
corporatocracia virtual o antropotécnica, y el monopolio u oligopolio industrial y/o
financiero. Un camino intermedio sería limitar, tal vez, a 5 el número de años de
desarrollo privativo y restringir cualquier ampliación ad hoc. Otra fórmula consistiría en
rastrear y evaluar el dinero público utilizado en todos los programas de I+D+i y
condicionar la adscripción para privilegiar el uso, diversificación y distribución
universales. Esta perspectiva antagoniza con la visión jurídica del TTIP, que pretende
mantener y extender un modelo propietario, cautivo y continuista con el industrialismo
del siglo XX. Si Europa firma ese tratado subyugaría toda su normativa jurídica a un
arbitraje exclusivo de EEUU que anularía todos los acuerdos, normas y derechos
previos alcanzados en su seno y con otros países.
Gráfica 1 y 2.
Fuentes: Benedikt F.Carl, Osborne A. Michael, Sculpteo, Wholers, elaboración propia.
19
Este gráfico del tejido económico norteamericano nos muestra que para los próximos 20
años existe una probabilidad del 47% de que 702 tipos de empleos se automaticen en
función del impacto de las nuevas formas de trabajo hibridadas desde la informatización
y la robotización. En el gráfico Nº 2 destaco qué tecnologías considero que se
correlacionarían con los sectores laborales que señalan Benedikt F. C y Osborne A. M.
en la investigación desarrollada en el Oxford University Engineering Sciences
Department y el taller Machines and Employment alojado en the Oxford Martin
Programme on the Impacts of Future Technology. Para ello exporto la relación entre los
sectores laborales y su código de color con sus correlaciones en el gráfico de tendencias
Smart High Tech indicando algunos de los elementos innovadores y su evolución en la
misma escala temporal. Aunque la automatización de las categorías laborales se centra
exclusivamente en el tejido económico norteamericano, se supone que su dinamismo,
tal y como describe Navarro V. (2016), se exportará a otras economías cuya curva de
automatización laboral es comparable a la que exhiben los autores de la investigación.
Por otra parte, el gráfico Nº 2 es una proyección del conjunto de modelos productivos y
tecnologías del paradigma Smart High Tech, lo que implica el desarrollo y la tendencia
de la nueva economía a escala global.
Lo primero que destaco es que hay una correlación fuerte entre la tendencia
norteamericana de la automatización del trabajo y las respuestas tecnológicas
desarrolladas globalmente, aspecto que constata la Open Society Foundations (2015).
Esta correlación indica que otros países están aportando soluciones a sectores
estratégicos de producción y tomando posiciones alineadas con el modelo
norteamericano independientemente del modelo político que opera en ellos. Tal es el
20
caso de China cuyo oxiomorón político y económico también es capaz de vertebrar y
aportar valor a la nueva economía aditiva. Por otra parte, la estrategia de Europa está
más limitada y diversificada, contribuyendo con soluciones puntuales en sectores
homónimos a los de EEUU, pero sin la profundidad necesaria para adaptarse al carácter
disruptivo de la economía aditiva.
Gráfica 3 y 4.
Fuente Wholers Report 2012, elaboración propia.
Los gráficos A y B indican la ventaja que tiene estados Unidos en términos
absolutos. Ha sido la primera en investigar, aplicar e industrializar la Additive
Manufacturing en todos los sectores. Si los comparamos en relación a la superficie
terrestre y el número de habitantes por país podemos ver el acercamiento del modelo
norteamericano a sus ciudadanos. Esta pujanza indica, como mínimo, una mejor
disposición de la sociedad norteamericana para integrarse en una sociedad nanolítica en
21
los términos que aquí describo. Al compararlo con otros indicadores y gráficos
económicos podemos observar que el salto a una sociedad cada vez más automatizada
sucedería incluso a pesar de la enorme diferencia entre productividad y salarios, aspecto
que, por otra parte, podría indicar que estaríamos cerca de un punto de inflexión en el
sentido de Baker D. (2011). Además, existen cambios significativos en algunos sectores
del gráfico B, por ejemplo, en China la empresa Yingchuang-Winsun, que ostenta 98
patentes, está imprimiendo con sistemas 3D edificios y casas de 200 m2 a un ritmo de
10 cada 24 horas a un precio unitario de 4000 a 4500€. Por otro lado, los avances en
ensamblaje e impresión de autobuses con sistemas de impresión 3D han permitido a
Local Motors, industrializar el proyecto Olli para producir minibuses eléctricos y
autónomos que utilizan una interface de IBM Watson’s con internet de las cosas, (IoT)
orientada a automóviles. Por último, las aplicaciones que se incorporan desde las
nanociencias a la manufactura aditiva industrial para producir energía van a un ritmo
rápido, como pronosticó Drexler, E. (o.c.).
En este sentido, podemos esperar cambios fundamentales del marco del trabajo y
del modelo productivo. Por una parte inciden en ello el alto aprovechamiento, hasta un
97%, de las materias primas y la gran velocidad de transferencia de este tipo de
tecnologías IoT, Internet of Things, ligadas a una innovación y descentralización en
origen, aspectos que implícitamente dificultan la formación de nuevos oligopolios con
ellas. Por otra parte, la gráfica de Mishel, señala claramente la divergencia entre el
salario y el crecimiento de la productividad, como describe Ford M. (2015: pp. 32-42).
A partir de la década de los 80 el aumento de la robotización coincide en el tiempo con
22
una diferencia dramática entre la productividad y los salarios, aspecto que los manuales
de economía universitarios han sido especialmente lentos en reconocer.
Gráfica 5.
Fuente: Lawrence Mishel, Economic Policy Institute, USA, elaboración propia.
Las economías aditiva y avanzada podría enfocar de varias maneras este asunto
central; o bien reproduce el modelo actual que multiplicaría las diferencias
socioeconómicas o se buscan nuevos mecanismos relacionados con el impacto del
nuevo tejido económico disruptivo y la cultura del trabajo. Desde la antropología y la
sociología hubo algunas respuestas, por ejemplo, hasta hace pocos años, el instituto
Tavistock logró aplicar un STSD, Socio Technical System Design, en distintas industrias
en Europa, ver Van Eijnatten, M. F. (1992), Thorsrud, E. y Emery E. F., (1970),
Thorsrud, E. (1985), Trist, E. (1981). Por otra parte, Foote White W. (1991) recopiló la
aportación de la PAR, Participatory Action Research, en distinto sectores de
23
Norteamérica y Europa y Mumford, E. (2006) propuso una evolución hacia ETHICS,
Effective Technical and Human Implementation of Computer Based System. Una mayor
respuesta computacional la proponen Baxter G. y, Sommerville I. (2010), quienes tras
revisar las aportaciones del modelo STSD proponen una STSE, Socio Technical System
Engineering, incorporando el impacto de las informática en el marco del trabajo. Una
adecuación de la Participatory Action Research con modelos de simulación y
monitorización informáticos aplicados a distintas industrias en Noruega se encuentra en
Hepsö V. y Botnevik R. (2002), Hepsö V. (2009), y Wesenberg, H., Hepsoe, V. y
Hermansen, A. (2014). Por último, Jordan B. (2016), recoge la evolución de la
etnografía en entornos corporativos y revisa su impacto y posibilidades emergentes
describiendo en su compilación los trabajos más actuales.
En esas líneas de investigación se atisban los cambios inherentes que aproximan
la nueva cultura sintética. Esto requiere repensar el trabajo con un nuevo modelo que se
acerque más al ocio bajo fórmulas como work sharing. Estas podrían ser un puente de
colaboración y cooperación para actualizar el marco del trabajo en la sociedad
nanolítica sin necesidad de hacerlo de manera traumática, por ejemplo, mediante
LivingLabs y SocialLabs orientados por tecnoantropólogos para forjar nuevas relaciones
entre las distintas organizaciones.
Por otra parte, incluso a pesar de la crisis internacional, comparando las distintas
respuestas, - el dinamismo de Estados Unidos frente a la austeridad de Europa-, los
datos revelan que hay un buen margen económico para orientar el cambio, por ejemplo,
nos permitirá poner una tasa impositiva a los robots para sufragar una renta universal y
cambiar sustancialmente el marco del trabajo, que en la nueva economía aditiva será,
24
sobre todo, un proyecto personal, flexible y elegible. Soslayar su impacto o dejar que el
mercado actúe por su cuenta y sin acuerdos en campos tan sensibles podría dejar a
Europa en un segundo plano.
Gráfica 6.
Fuente: Thomson Reuters Data Stream- Fathom Consulting, elaboración propia.
Con todo, el paradigma Smart High Tech tiene cada vez más adhesiones; por
ejemplo, deberíamos interpretar las primaveras árabes como el deseo de sus
manifestantes de integrar los desarrollos tecnológicos y los derechos digitales en su vida
cotidiana a pesar de las barreras políticas y religiosas imperantes en sus áreas
geográficas. Esto constituye un punto de ruptura con su cultura tradicional y genera una
nueva clase de relaciones que transforman poderosamente todos los aspectos del
individuo; así, aquellos que se conducían como súbditos ahora se adhieren a una
ciudadanía forjada dentro del paradigma Smart High Tech y un anhelado Smart New
25
Deal que se impregnan también del influjo del turismo y de la migración económica de
las últimas décadas formada en Europa. Estos tres aspectos les ayudaron a configurar
nuevas interacciones en el mundo real y en el ciberespacio. La retroalimentación con
sus culturas locales provocó, en parte, las revueltas ciudadanas mencionadas. En
conjunto, las atisbo como un intento prefigurativo, en el sentido de Mead M. (2005),
como una decantación por el cambio cultural auspiciado por el eterno antagonismo entre
modernidad y cultura y atravesado ahora por el espejo de todas las Smart High Tech.
De manera similar sucedieron las movilizaciones de ciudadanos en España, China
o EEUU, donde las nuevas tecnologías permitieron empoderar a los ciudadanos e
interpretar la crisis financiera internacional para buscar nuevas relaciones con sus
propias instituciones económicas y políticas. A partir de aquéllas surgieron y se
impelieron otras como plataformas de interacción, Apps de servicios u otros sistemas y
relaciones sociales que les pusieron en el centro de las cosas. Así, las tecnologías fueron
el eje sobre el que los usuarios concitaron nuevas formas de movilizarse; a partir de
estas también reconvirtieron algunos mecanismos de acción política y desarrollaron
diversas competencias digitales. Así, facebook, twitter, whattsap, telegram o instagram
fueron soluciones con las que los ciudadanos tejieron nuevas formas de acción; tanto
para relacionarse y ayudarse mutuamente como aplicarlas al tejido económico y
empresarial, a las nuevas formas de trabajo y a los proyectos personales.
Resulta claro ver, por ejemplo, la materialización de fabLabs en Europa, donde las
personas experimentan con tecnologías aditivas para aprender a prototipar productos no
seriados, y sobre cómo éstas y sus resultados podrían integrarse en un nuevo tejido
26
productivo. Dicha interacción está limitada por el enfoque, pues trasladar el estilo fabril
a una escala menor donde intervienen pequeños grupos sociales limita bastante el
impacto del diseño y co-diseño creativos. Es justo el proceso inverso el que propongo;
un surgimiento de los socialLabs donde los ciudadanos jueguen con modelos
disruptivos, diseñen sus artefactos y experimentos y los validen socialmente antes de
entrar en la cadena de producción y/o la sociedad. De este modo podrán concretar los
prototipos y las propuestas que les permitan a ellos y al tejido empresarial articular los
escenarios de la nueva economía colaborativa del paradigma Smart High Tech, cuyas
expectativas tecnológicas señálo en la siguiente gráfica nº 7.
Gráfica 7.
Fuente: Gartner (August 2014), elaboración propia.
Desde mi perspectiva, el Nanolítico atrae a los jóvenes por la autonomía que les
proporciona, por su carácter colaborativo y cooperativo y por el dinamismo que imbuye
27
a todos los niveles. Así, lejos de cualquier clase de determinismo o utopía tecnológica,
esta era les suministrará algunos de los elementos clave que les permitirán disminuir
hasta 100 veces el coste de la vida como ciudadanos. En el ínterin, tendrán un papel
fundamental el diseño y codiseño a todos los niveles, porque el punto álgido del
Nanolítico coincidirá con la curva de automatización de los trabajos y con una eclosión
sin parangón de nuevas profesiones y competencias.
Esto permitirá que el trabajo sea compartido y elegible en función de cada proyecto
personal. Seremos tan flexibles con nuestro tiempo que con poco más de un año de
trabajo tendremos cubiertas las necesidades vitales relacionadas con la vivienda, el
transporte y la energía. Esto sucederá gracias a la economía aditiva disruptiva y al
conjunto de las tecnologías emergentes, como muestro en el gráfico de Gartner (2014),
cuyo impacto romperá el marco de trabajo actual, como señalan Benedikt F. C. y
Osborne A. M. (2013), dotando a la civilización de mayor racionalidad, de nuevos
recursos y materiales obtenidos en la Tierra y en nuestro sistema solar.
A la cabeza de este escenario globalizado, el cambio y la innovación culturales
serán los motores de un homo nanologicus, quien tras crear el último continente
llamado internet de las cosas, convivirá en un espacio sintético más allá de la
cibercultura y de la sociedad del conocimiento. ¿Será capaz de dotarse de un tejido
social para proyectarle hacia el futuro forjando nuevos mitos y metáforas y reinventando
otros conviviendo con materiales artificiales soldados dentro y fuera de nuestro cuerpo o
preparados para navegar en él?. ¿Interactuará sintéticamente en un biotopo global, con
una cosmovisión del futuro donde aspirará incluso a habitar otros ecosistemas siderales
a pesar de los riesgos conocidos y desconocidos?. ¿Será la superinteligencia capaz de
28
integrar la realidad virtual con código videojuego, - 4Story, Wow, Allods, Flyff, Mu y
Rakion-, hasta crear un interfaz donde crear y convivir con avatares que serán los
heraldos de la singularidad socializada?.
Figura 5.
Fuente: elaboración propia.
Estas preguntas necesitarán responderse antes de llegar desde el homo nanologicus al
homo sinteticus. Aquí propongo que necesitaremos ponderar una transición entre ambos
con un modelo de pensamiento y razonamiento que supere el límite como usuarios de la
tecnología, bien integrándola en nuestra biología o bien automatizando y simbiotizando
ciertas rutinas tecnológicas entre nuestro entorno y nosotros. Por una parte, esto
implicará, como señalan Russell, J. S. y Norvig, P. (2010), un alto grado de inteligencia
artificial exógeno, robots autónomos, y, por otro, un desarrollo endógeno que concibe
incluso un ser humano-máquina, en la línea de Licklider (1960), o un ser humano
habitado por nanorobots e interactuando con ellos. El conjunto de estos aspectos parece
29
confluir en un ser humano sintético que genera la alarma de científicos y tecnólogos de
primera línea, quienes señalan que hay que preocuparse porque la inteligencia artificial
supere la capacidad humana y se convierta en una amenaza, tal y como manifiestan
Hawking S., Russell S., Tegmark M., Wilczek F. (2014) y Gates B.(2015).
Esta, derivaría de la singularidad de la propia inteligencia artificial a diseñarse, crearse
y programarse a sí misma con fines y propósitos no controlados ni pensados por los
seres humanos. A medio plazo, si fuéremos capaces de integrarla en los procesos de
automatización de la economía aditiva, ¿emergería de manera distribuida una cultura
sintética acompañada por la singularidad de dicha inteligencia artificial?. Esto
redundaría en la expansión exponencial del Nanolítico que sería capaz de generar una
nueva autopoiesis cuya retroalimentación con la materia viva e inerte y sus propiedades
daría lugar a una complejidad cultural que necesitará renombrarse.
Las preocupaciones de los autores citados y otros como Williams P. y Fiddner D.
(2016), confluyen con tres aspectos fundamentales; el primero son los lenguajes de
programación orientados a la realidad aumentada y virtual que forjaron modelos de
simulación interactiva que cimentaron rápidamente simulaciones de guerra y estrategia.
Estos sistemas permitieron a los ejércitos entrenar en escenarios reales de combate o
preparar operaciones de contrainsurgencia urbana, simulacros de rescate de rehenes y
centros de alto mando de guerra interactivos.
El segundo, es la integración de las especificaciones de estos lenguajes en robots
autónomos con códigos de reconocimiento facial, otros de diferenciación de uniformes
de combate y protocolos interactivos que les permitan tomar decisiones y utilizar
30
armamento real contra seres humanos, lo que implica, siguiendo a Sparrow, R. (2009),
evaluar algunos riesgos, reales, relativos a la autoreplicación y la capacidad para tomar
decisiones no pre-programadas. El debate sobre los efectos de estas aplicaciones
militares lo describen Sullins, J. P. (2010 pp. 263-275), Vallor, S. (2013) y Jha, U. C.
(2016), quienes detallan cómo afecta a distintas culturas y organizaciones el hecho de
que los robots ya estén interviniendo de manera autónoma y tomando decisiones propias
sobre cómo y cuándo matar seres humanos en algunos conflictos bélicos y durante el
control de las fronteras.
El tercero, consiste en organizar estos sistemas informáticos injertados en
artefactos a escala nanométrica, lo que permitirá desde tratar enfermedades, célula a
célula, hasta imaginar un sinnúmero de posibilidades relativas al control, la privacidad,
la guerra biológica y las modificaciones de ecosistemas enteros. Además, estos
nanoartificios se incorporarán y conducirán en el interior de nuestro cuerpo a menor
escala que los componentes de la cadena del ADN y también en procesos industriales
exógenos para la creación de interruptores en microprocesadores, tratamientos
biomédicos y quirúrgicos. Casos de este tipo son el desarrollo de procesadores de alta
capacidad o la aplicación biomédica de nanobots para la curación del cáncer o la
medicina preventiva y predictiva para las tripulaciones en misiones espaciales de larga
duración, incluidos, por ejemplo, en el proyecto Orión de la NASA para llegar a Marte
en 2030. La singularidad, - parafraseando a los autores mencionados -, se produciría
con la capacidad real de la superinteligencia para la auto-replicación física de los robots
a cualquier escala y con las modificaciones del comportamiento humano a partir de la
influencia directa de esos artefactos que lograrán dirigir nuestro pensamiento y limitar
nuestra volición y capacidad de decisión e incluso, como denuncia Hawking, (o.c):
31
(…) incluso podrían hacernos creer que tomamos nuestras propias decisiones
cuando han sido proporcionadas por una máquina.
Estos aspectos ya son parte de un debate abierto que necesitará acuerdos internacionales
y protocolos de actuación tan firmes como los relativos a las armas nucleares,
especialmente porque suponen un punto de no retorno que afectará a la supervivencia de
la civilización humana y a varios de sus proyectos más sensibles para garantizarla. Con
todo, uno de los puentes fundamentales de este tejido cultural sintético es precisamente
el carácter de la hibridación científica, tecnológica y cultural. Su camino nos permite
entrar de lleno en las ciencias sintéticas porque somos capaces de crear, cambiar y
modificar los patrones de los materiales de la naturaleza átomo a átomo, para combinar
y originar otros materiales artificialmente. La tecnoantropología debe abordar el debate
de cómo impactan todos estos aspectos en la diversidad cultural y proporcionar algunos
puentes de tránsito.
Conclusiones
Aquí he propuesto que estamos en una nueva era que denomino Nanolítico a
resultas de la capacidad del ser humano para manejar e integrar los materiales
disponibles a escala nanométrica, aspecto que se impulsó por quienes intervinieron en el
proyecto atómico Manhattan. También he señalado que hemos dado un salto
exponencial porque tenemos las herramientas para crear infinitos materiales artificiales,
biosintéticos e inteligentes a dicha escala, lo que supone una expansión suave y
silenciosa de los conocimientos y las tecnologías. Adscribo todas ellas a un nuevo
32
paradigma que llamo Smart High Tech porque el uso de esos materiales se orientan en
gran medida tanto al ciudadano como a su propio cuerpo para romper sus límites
biológicos.
Las implicaciones del Nanolítico conllevan una reconfiguración del conocimiento
y sus usos tienen tal alcance que las categorías científicas y antropológicas necesitan
redefinirse. Este aspecto nos aboca a repensar desde la tecnoantropología el papel del
ser humano en el seno de una tecnosfera y tecnocultura dominantes. En esta tarea
necesitamos equipos multidisciplinares hibridados, autopoiéticos, en el sentido de
Luhmann, N. R. (1997) y de Maturana, H. R. (1997), con los cuales abordar el futuro y
la transición del homo nanologicus al homo sinteticus tal y como indica la tendencia de
la combinación humana con los injertos endógenos y exógenos (gadgets)
proporcionados por la biomedicina, robótica y las TIC(s). El paradigma de las ciencias
sintéticas nos obliga a los tecnoantropólogos a repensar nuestro papel como diseñadores
culturales, ingenieros sociales y exégetas de esa transición.
Además, es muy importante aglutinar una posición en el seno de una hibridación
antropológica producto de la globalización y también pensar en el impacto social que
supone el Nanolítico en nuestras vidas a través de las aportaciones/implantaciones
científico-tecnológicas. En un contexto de globalización socioeconómica, tecnológica y
de diversidad cultural, la tecnoantropología puede aportar respuestas en forma de
monitorización, simulación, prototipaje y presentación de escenarios, soluciones ad hoc
y diseños culturales futuribles14 que nos permitan describir, conocer y explicar esa
14 En el sentido de Mead, como anticipatory anthropology.
33
macro hibridación a partir de herramientas como la etnografía rápida o secuencial, el
análisis cualitativo, los laboratorios sociales vivos, -SocialLabs, LivingLabs- y el diseño
cultural15 en toda su extensión, acepción y significación.
Este es el momento del pluralismo social globalizado bajo cuyo techo conviven de
manera inextricable centenares de culturas abocadas a la comunicación, el
entendimiento y el deuteroaprendizaje. Asistimos a un punto de no retorno, una
cismogénesis cultural, Bateson G. (1972, 1979), que nos permite diseñar una
civilización con una mayor complejidad y con un alto índice de valor social
compensatorio, en el sentido de Cleveland H. (1991).
Sin embargo, el Nanolítico que vive Europa desde la nanociencia y
nanotecnología difiere bastante del que proporciona Estados Unidos. Ambos preconizan
dos formas de pensamiento. Europa entronca la economía aditiva como una pertenencia,
una propiedad de los expertos y del trabajo de los especialistas, mientras que Estados
Unidos la observa como una herramienta democrática cuyo acceso se garantiza a
cualquier ciudadano, dentro y fuera de la empresa. Esta visión le permite posicionarse
de una forma real, clara, rápida y ventajosa. Mientras que Europa mantiene y proyecta
sobre sus comunidades de ciudadanos un modelo CTS, de Ciencia Tecnología y
15 Entran aquí el diseño, co-diseño, y el diseño del diseño de los escenarios
posibles/plausibles, públicos y privados con nativos auto-organizados en comunidades
abiertas o cerradas en desarrollo, culturas altamente tecnificadas y proyectos de
sociedades artificiales germinadas o no desde culturas preexistentes, en cualquier caso
prefigurativas.
34
Sociedad, y limita seriamente, - como muestra el estudio de Robertshaw, S. (2015)
sobre su normativa y jurisprudencia -, el desarrollo de la economía aditiva disruptiva.
Europa, con su celo protector, sigue sin entender la transición y transmisión de las High
Tech a la sociedad; por el contrario, Estados Unidos la aventaja y se adhiere a un nuevo
modelo Smart High Tech que incluye a sus ciudadanos en esta economía disruptiva,
bajo un Additive Manufacturing que se implanta a todos los niveles, desde la escuela, la
empresa, hasta los proyectos estratégicos promoviendo el acceso de sus ciudadanos.
Esto nos muestra cómo el influjo y la fuerza del diseño político de Manhattan
siguen vivos y cómo ha evolucionado, integrado y adaptado a su sociedad civil
convirtiéndose en un proyecto central del modelo económico de Norteamérica. Tras los
cambios sucedidos en el mundo en los últimos 35 años, Estados Unidos sigue a la
cabeza de la innovación y el cambio tecnológicos, es el primer inversor mundial en
I+D+i y también lo es en implantación e industrialización de las tecnologías aditivas, en
la línea que señalan Thomas, S. D. (2013) y Ford, S. (2014). Los trabajos estadísticos
realizados en la economía aditiva por algunas revistas especializadas como Wohlers y
Sculpteo, confirman estos datos, ver Wohlers T. y Gornet T. (2014) y Sculpteo Moreau
C. (2015), y señalan la tendencia creciente del sector a una velocidad de 3-4 tecnologías
aditivas incorporadas cada semana. También constato que las inversiones realizadas en
la economía aditiva suponen la mayor apuesta tecnológica de todos los sectores
emergentes; este aspecto se está diseminando a nivel mundial e indica a medio y largo
plazo un modelo distribuido y deslocalizado, lo que supone un enorme impulso para su
desarrollo, mejora e implantación. Desde esta perspectiva, la tecnoantropología permite
35
articular modelos de transferencia y adaptación tecnológica como parte de los procesos
de cambio e integración social.
El conjunto de proyectos y tecnologías disponibles podría hacernos caer en las
trampas del determinismo tecnológico, económico y social. Sin embargo, la economía
disruptiva aporta un conjunto de oportunidades que permite a la tecnoantropología
diseñar el futuro incluyendo a sus ciudadanos sin menoscabo de dirimir los aspectos
éticos en la línea de Tavani H. (2007, 2012) y jurídicos como muestra Boucher, M. P.
(2008). En este sentido, posibilita tender puentes entre las empresas y los usuarios de la
tecnología, gestionar FabLabs y SocialLabs para integrar una tipología de diseños que
permitan aupar a sus ciudadanos como co-creadores. Esto debería suceder dentro de los
entornos de producción y en el seno de las organizaciones sociales y económicas. En
Europa, propongo que este tipo de interacciones necesitan transformar los FabLabs en
SocialLabs cuyos prototipos permitirían avanzar en la relación de la economía aditiva,
el tejido empresarial y social.
Un proyecto de este tipo lo denomino SmartPolis; con este concepto hibrido la
idea de la ciudad-estado griega con el paradigma Smart High Tech y nace de preguntar
sobre cómo serían las ciudades del Nanolítico en el futuro. Concibo este proyecto como
un laboratorio sociológico capaz de aglutinar y vertebrar los avances de la economía
aditiva y experimentar con ellos en nuevos entornos sociales reales que sirvan para
evaluarlos y como vivero para otros contextos sociales más complejos. Así, desde
Europa al ayuntamiento local se podría generar un programa capaz de experimentar la
integración de Olli en nuevos ecosistemas híbridos entre lo urbano y lo rural construidos
en colaboración con Winsun. Un prototipo de ingeniería social de esta clase requiere
36
integrar el conocimiento disponible e hibridar, evaluar y modificar las condiciones de
suelo, propiedad, régimen de funcionamiento y engarce con los asentamientos humanos
tradicionales. Por otra parte, podríamos mostrar la idoneidad o no de las tecnologías
incorporadas y llegar incluso a rediseñarlas, si fuera preciso, de manera cooperativa con
los creadores de las tecnologías emergentes. La tecnoantropología vehicularía y
abordaría un proyecto de estas características aplicando modelos de validación
construidos con los propios ciudadanos de SmartPolis, generando una certificación
social que permitiera la diseminación territorial y la adaptación a otras condiciones y
requerimientos.
Asimismo, cabe destacar que las propuestas futuristas de la nanociencia y
nanotecnología relativas a molecular manufacturing, mediante ensambladores atómicos,
moleculares y supramoleculares, ver Drexler K.E. (o.c.), así como la hipótesis de la
singularidad cibernética, como señalan Ford M. (2015) y Hawking S. et alia (2014),
posiblemente son la antesala de una segunda etapa del Nanolítico y necesitan una
mirada tecnoantropológica. Un ejemplo de ello es el proyecto de vanguardia
Breakthrough Starshot, con el que Hawking y Yuri Milner planean enviar 1000 mini
sondas, cuyos chips, de escala nanométrica, se han diseñado para detectar vida y para
navegar hasta a Alfa Centauri al 20% de la velocidad de la luz en un viaje que durará 20
años en vez de los 73.000 años que tendríamos que emplear con los actuales sistemas de
propulsión. Este tipo de proyectos espolean el tejido científico, empresarial y social,
alimentan la capacidad de superación del ser humano y generan un retorno social en
múltiples campos.
37
Por último, todo esto supone un cambio sustancial respecto a la naturaleza y
conceptualización del anterior paradigma High Tech. Así, el impacto de las Smart High
Tech revolucionan de múltiples formas todos los modelos de producción,
industrialización y socialización conocidos. Además incorpora criterios de auto-
replicación, distribución y fabricación bajo Additive Manufacturing y Virtual
Manufacturing, sistemas que permiten hibridar de una manera innovadora en cualquier
campo y poner al ciudadano en el centro del ecosistema de todos los procesos
fundamentales. Con todo ello aparece una tendencia donde las culturas del secreto
industrial, financiero, político y militar tradicionales hibridan y mudan hacia una
sociedad más libre, abierta, de mayor transparencia y dispuesta a diseñar su propio
futuro con un nuevo sentido de civilización que aglutina nuevas herramientas y objetos
complejos. Si la tendencia que he descrito aquí es correcta, ¿Sería el Nanolítico la
antesala para acceder mediante un Smart New Deal a una civilización de grado 116, en el
sentido de Kardashev, N. (1985, p. 497-504) y Dyson, J. F. (1979,1998, 2000), capaz de
gestionar la energía, colonizar el sistema solar, y hacerlo de manera cooperativa?.17
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17 El espacio no coopera. Su conquista desde el Sputnik hasta el proyecto para viajar a
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