06 Objeto Historico

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EL OBJETO HISTÓRICO (TIEMPO, ESPACIO Y CAUSALIDAD) El objeto histórico es el hombre en el tiempo y en el espacio, que realiza su propio ser y en ese estudio vive y formaliza su historicidad; el objeto histórico es el hecho en sí, es decir, lo que sucedió, pero no es el suceso en sí mismo, sino que es construcción intelectual hipotética que el historiador elabora partiendo de los datos de la realidad social y de fuentes consultadas. Así, el objeto de la historia es el resultado del estudio de los hechos pasados mediante fuentes de información, verídicas y comprobables, que se materializa en un discurso que se presenta acabado y completo tras haber sido producto de una interpretación histórica. Ahora bien, crear la delimitación de un objeto histórico obliga a expresar sus coordenadas espaciales y temporales. Son esos límites fijados por el historiador los que los hacen únicos, entendibles, imposibles de confundir. Todo evento o suceso en el que se hallen involucrados los seres humanos acontece en lugares y tiempos determinados. Éstas son las dos grandes coordenadas con los que el hombre ha fabricado su discurso histórico; desde su conjunción ha elaborado su identidad. El espacio ha sido siempre un elemento que ha servido para crear identidad para las distintas comunidades humanas. Muchos de los discursos que rescatan la diferencia y la especificidad de las sociedades se expresan en términos espaciales. El aquí es una construcción que habla del sujeto que enuncia la historia, en tanto que el allá es el territorio donde impera lo otro, lo que no es como nosotros, lo que corresponde a un discurso de enfrentamiento. Un objeto histórico siempre tiene delimitaciones espaciales, muchas veces en el propio nombre: la Revolución Rusa, la Revolución Mexicana, el Imperio Romano o el Imperio Sumerio son objetos históricos que sólo son posibles por la demarcación espacial a la que los hemos sometido. Si intercambiáramos su espacio, desaparecerían. La creación de un concepto de espacio histórico se debe posiblemente a los historiadores griegos que, pendientes de su especificidad como pueblos diferentes de sus vecinos orientales, delimitaron con precisión el espacio propio y el de los demás, mediante mapas y fronteras concretas, y dieron origen al espacio histórico, que no es el lugar donde suceden los hechos, sino la construcción del sistema espacial que abarca a los hechos. Construyeron con ello el espacio de la historia propia y el de la historia universal, el de la sociedad a la que se pertenece y el de las otras sociedades. La reflexión sobre el espacio histórico se hizo más fuerte en la Edad Media. La continua necesidad de intercambios con distintas entidades colocadas geográficamente separadas produjo una reflexión que fortaleció las identidades de los grupos que compartían el mismo espacio en oposición a los que habitaban en otro. Tal es el origen del concepto el “Occidente medieval”, construcción y objeto histórico que se basa en el reconocimiento del espacio. El tiempo en la historia no es tiempo físico normal, aunque ése también pueda formar parte de ella. Al construir cualquier narración de hechos históricos, necesariamente hacemos una sucesión y con ello entendemos que el tiempo que empleamos es el de un sistema ordenado cronológicamente; así, el tiempo histórico es el tiempo fechado, el tiempo secuenciado en cronologías; la construcción de un sistema temporal que permite encontrar el pasado bajo coordenadas precisas que se convierten en elementos propicios para la interpretación. Situar un hecho en el tiempo cronológico equivale a darle una dimensión única, irrepetible en el sistema del devenir histórico y, por ello, un sitio orientado en una dirección específica La historia, entonces, podría pensarse como una acumulación de tiempo fechado; de hecho, durante siglos se pensó así; sin embargo, es más que eso. El tiempo histórico es una concreción del tiempo: el tiempo en la historia; es una relación determinada entre distintos hechos. El conocimiento histórico es describir la realidad, y los principales

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EL OBJETO HISTÓRICO (TIEMPO, ESPACIO Y CAUSALIDAD)

El objeto histórico es el hombre en el tiempo y en el espacio, que realiza su propio ser y en ese estudio vive y formaliza su historicidad; el objeto histórico es el hecho en sí, es decir, lo que sucedió, pero no es el suceso en sí mismo, sino que es construcción intelectual hipotética que el historiador elabora partiendo de los datos de la realidad social y de fuentes consultadas. Así, el objeto de la historia es el resultado del estudio de los hechos pasados mediante fuentes de información, verídicas y comprobables, que se materializa en un discurso que se presenta acabado y completo tras haber sido producto de una interpretación histórica.

Ahora bien, crear la delimitación de un objeto histórico obliga a expresar sus coordenadas espaciales y temporales. Son esos límites fijados por el historiador los que los hacen únicos, entendibles, imposibles de confundir. Todo evento o suceso en el que se hallen involucrados los seres humanos acontece en lugares y tiempos determinados. Éstas son las dos grandes coordenadas con los que el hombre ha fabricado su discurso histórico; desde su conjunción ha elaborado su identidad.

El espacio ha sido siempre un elemento que ha servido para crear identidad para las distintas comunidades humanas. Muchos de los discursos que rescatan la diferencia y la especificidad de las sociedades se expresan en términos espaciales. El aquí es una construcción que habla del sujeto que enuncia la historia, en tanto que el allá es el territorio donde impera lo otro, lo que no es como nosotros, lo que corresponde a un discurso de enfrentamiento. Un objeto histórico siempre tiene delimitaciones espaciales, muchas veces en el propio nombre: la Revolución Rusa, la Revolución Mexicana, el Imperio Romano o el Imperio Sumerio son objetos históricos que sólo son posibles por la demarcación espacial a la que los hemos sometido. Si intercambiáramos su espacio, desaparecerían.

La creación de un concepto de espacio histórico se debe posiblemente a los historiadores griegos que, pendientes de su especificidad como pueblos diferentes de sus vecinos orientales, delimitaron con precisión el espacio propio y el de los demás, mediante mapas y fronteras concretas, y dieron origen al espacio histórico, que no es el lugar donde suceden los hechos, sino la construcción del sistema espacial que abarca a los hechos. Construyeron con ello el espacio de la historia propia y el de la historia universal, el de la sociedad a la que se pertenece y el de las otras sociedades. La reflexión sobre el espacio histórico se hizo más fuerte en la Edad Media. La continua necesidad de intercambios con distintas entidades colocadas geográficamente separadas produjo una reflexión que fortaleció las identidades de los grupos que compartían el mismo espacio en oposición a los que habitaban en otro. Tal es el origen del concepto el “Occidente medieval”, construcción y objeto histórico que se basa en el reconocimiento del espacio.

El tiempo en la historia no es tiempo físico normal, aunque ése también pueda formar parte de ella. Al construir cualquier narración de hechos históricos, necesariamente hacemos una sucesión y con ello entendemos que el tiempo que empleamos es el de un sistema ordenado cronológicamente; así, el tiempo histórico es el tiempo fechado, el tiempo secuenciado en cronologías; la construcción de un sistema temporal que permite encontrar el pasado bajo coordenadas precisas que se convierten en elementos propicios para la interpretación. Situar un hecho en el tiempo cronológico equivale a darle una dimensión única, irrepetible en el sistema del devenir histórico y, por ello, un sitio orientado en una dirección específica

La historia, entonces, podría pensarse como una acumulación de tiempo fechado; de hecho, durante siglos se pensó así; sin embargo, es más que eso. El tiempo histórico es una concreción del tiempo: el tiempo en la historia; es una relación determinada entre distintos hechos. El conocimiento histórico es describir la realidad, y los principales elementos para hacerlo son el tiempo y el espacio. Así, la historia puede verse en dos coordenadas diferentes, la espacial y la temporal, el teatro donde los personajes (los distintos sujetos de la historia) se convierten en actores, sea por méritos o en razón de una coyuntura. Sólo falta entonces entender la idea de la causalidad para tener dispuestos los elementos necesarios para emprender la interpretación del hecho histórico.

La causalidad es entender la relación que marca que una causa debe preceder siempre a su efecto, ya que nada es casual y todo tiene un porqué. Así, la construcción de un objeto histórico siempre descansa en la búsqueda de las relaciones necesarias entre causa y efecto.

La causalidad histórica determina las circunstancias que han provocado cierto acontecimiento, o la determinación del papel de los distintos antecedentes que originan un acontecimiento. Su problema, entonces, reside en el determinismo con el que los antecedentes originan al acontecimiento. Sin embargo, es una herramienta muy eficaz para hacer interpretaciones de la historia y concretar objetos históricos, pues con ella se construyen las causas del objeto histórico con precisión. Para aplicarla correctamente, es necesario siempre definir las características del objeto histórico que se desea explicar, analizar los elementos del fenómeno histórico con conocimiento de que enfrentamos sistemas complejos, pasar a la modificación irreal de uno de sus elementos tratar de responder a la pregunta: ¿qué hubiera ocurrido si hubiese existido este elemento? y comparar la respuesta con la evolución real. Para Max Weber, este tipo de análisis causal requiere de la sugerencia implícita de que, faltando determinado acto, el curso de los hechos hubiera sido distinto, o que, excluyendo ese hecho, no se produciría el acontecimiento.

Hablar del papel del individuo en la historia implica referirse al hecho de investigar y divulgar, es entender que los hechos históricos antes de poder ser enseñados deben ser investigados y analizados con profundidad, de allí que el investigador como individuo compone el pasado y narra el saber, no sólo como ocurrió el hecho sino por qué ocurrió; descubre regularidades, conexiones y reciprocidades entre hechos sociales que se dan y así establece comparaciones y llega a una conclusión objetiva, racional, científica, del hecho histórico estudiado.

PERIODOS DE LA HISTORIA

Una vez comprendidos los conceptos de historia y tiempo histórico, surge la necesidad de ubicar cronológicamente el devenir, de establecer las características más relevantes de cada etapa de la Historia; es decir, comprender que a la Historia le hace falta la periodización. Las categorías temporales, que para algunos son un mero valor instrumental, para otros implican un juicio de valor; sin embargo, todos están de acuerdo en que la periodización ayuda a analizar una civilización en sus elementos constitutivos.

Cronología histórica

Desde hace mucho tiempo, se ha sentido la necesidad de fechar hechos importantes y de hacer de estos acontecimientos fechas clave que permiten datar otros hechos. Pero no siempre se ha coincidido en la duración de los periodos en los que se divide la historia.

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Por sólo citar un par de ejemplos de cronologías antiguas, se puede mencionar la Era de las Olimpiadas (que, según Varrón, comenzó el23 antes de Roma; es decir, se refiere al año de la fundación de Roma, fecha que no era muy precisa, pero que se ubicaba entre 751-754 a. C.; antes de Varrón, Timeo de Taormina y Arastótenes de Cirene la habían empleado) y la era cristiana (calculada por Dionisio el Exiguo, su principal problema es la fijación de su inicio, pues se colocó en la fecha de la muerte de Heredes. el 750 de la fundación de Roma); durante la Edad Media, esto provocó confusión acerca del comienzo del año cristiano, ocasionando que en gran parte de Europa el 25 de diciembre fuera el inicio de año.

Es importante recordar que estas periodizaciones están hechas pensando en la civilización occidental. La que usamos actualmente es:

Prehistoria: lo sucedido con anterioridad a la aparición de fuentes escritas. Historia Antigua: de los comienzos de la escritura a la caída del Imperio Romano. Historia Media: hasta 1453. Historia Moderna: hasta la Revolución Francesa. Historia Contemporánea: hasta nuestros días.

Edad Antigua

Ubicada cronológicamente entre finales de la Protohistoria (o de la Prehistoria para una división más simplificada), termina con la caída del Imperio romano de Occidente en el año 476 d. C. Está caracterizada por un modo de producción basado en el sistema trabajo-esclavo-ama-esclavo. Algunas de la civilizaciones que incluimos dentro de su periodo son: las culturas del Nilo: Egipto; de Mesopotamia: Sumeria, Persia, Babilonia; del norte de África: Cartago, Numidia; de Asia menor: Anatolia, Imperio Hitita, Hurrita; del Mediterráneo europeo: Micenas, Grecia, Macedonia y Roma. En Europa podemos añadir, además, a los pueblos celtas, germanos, pictos, iberos, etc. Quedarían, además, incluidas las civilizaciones de Asia central y meriodional, las del Valle de Indo, los pueblos hunos, túrquicos y del Extremo Oriente antiguo, como China, entre otras.

Edad Media

Periodo que abarca desde el 476 d. C hasta la caída del Imperio Romano de Oriente (caída de Constantinopla en poder de los turcos, 1453); sin embargo, para otros su fin está marcado por el descubrimiento de América en 1492. Desde el punto de vista de la administración pública, se caracterizó por la pérdida de un poder central hegemónico que pudiera detentar el orden público. Su sistema social y político estaba basado en el feudo y organizado con-forme al pacto señor-vasallo. El feudo se inicia con las invasiones bárbaras; como con éstas también desaparecen las ciudades, se da paso a un paisaje de fortificaciones y castillos que permitían una mejor defensa y la organización en torno de señores feudales que, encargados de ciertas tierras, los feudos, las protegían a cambio de ejercer su autoridad con autonomía. El intercambio de artículos en la economía feudal se hacía en un lugar llamado feria (centro original de cambio en periodo). El poder político estaba fragmentado y los reyes eran más poderosos que los des señores feudales. Ya a finales de la Edad Media, a burguesía (los habitantes de los burgos) empezaba a cobrar importancia y los reyes habían recuperado su poder, por lo que los Estados empezaban a forjarse como naciones. Ideológicamente, estuvo caracterizada por el imperio de las ideas cristianas.

Edad Moderna

La ubicamos en el periodo comprendido entre 1492 y 1789, fecha en la que estalla la Revolución Francesa. Se caracterizó por un modo de producción capitalista de tipo mercantilista, con negocios entre una nación y otra. Políticamente, se instauran las monarquías absolutas y se fortalecieron los Estados nacionales con el fin de centralizar el poder político, de allí el crecimiento de los burgos o ciudades y del campesinado libre.

El mercantilismo privilegia los principios de la burguesía, por lo que durante este periodo ésta será la cara más representativa de la sociedad. En este periodo surge el capitalismo, se consolidan los Estados nacionales y aparece la reforma religiosa que terminará por escindir a los cristianos en católicos y protestantes. Esta edad hereda un hombre instalado en la confianza en su razón y razonamiento.

En el siglo XVIII, Giambattista Vico (1668- 1774) consideró, en la ciencia nueva, que era necesario un nuevo acercamiento para el conocimiento histórico, y que la historia, como otras ciencias, debía apoyarse en el método racional. Más tarde, Immanuel Kant, en su Idea para una historia general concebida en un sentido cosmopolita, intentó buscar la unidad de la historia más allá de la sucesión aparentemente caótica de los hechos particulares. Hegel, por su parte, propone una Filosofía de la historia y hace de esta disciplina una potencia superior, un fin en sí mismo. Hegel afirma que la historia no debe ser simplemente comprobada por los hechos, sino comprendida por aprehensión de las razones por las cuales acontecieron los hechos. Además, afirma que, como la razón gobierna el mundo, también la historia universal transcurre racionalmente.

Edad Contemporánea o Nueva Historia

La ubicamos de 1789 hasta nuestros días. Está ligada a la Revolución industrial, al predominio de la burguesía, a la industrialización y a las luchas del movimiento obrero. Durante este periodo, el mundo vio a Europa colonizar el resto del planeta, a Estados Unidos de América volverse potencia mundial ya los países de Hispanoamérica convertirse en el Tercer Mundo; presenció las dos guerras mundiales, la Guerra Fría, la carrera armamentista; contempló el imperio del mundo mediático y la globalización.