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«Elogiamos las áreas protegidas como aulas vivientes, sitios singulares donde las perso- nas toman contacto con sus raíces, donde las culturas y los sistemas de valores y conoci- mientos se transmiten de generación en generación.» ACUERDO DE DURBAN. V Congreso Mundial de Parques de la UICN 8 a 17 de septiembre de 2003 51 Instituto de Estudios Turísticos Secretaría General de Turismo Estudios Turísticos, n. o 169-170 (2006), pp. 51-75 Secretaría de Estado de Turismo y Comercio LA RED DE PARQUES NACIONALES EN EL PROYECTO TURÍSTICO ESPAÑOL. REFLEXIONES SOBRE UNA ENCRUCIJADA Eduardo Crespo de Nogueira y Creer* * Jefe del Servicio de Uso Público del Organismo Autónomo Parques Nacionales (Ministerio de Medio Ambiente). [email protected]. Resumen: La demanda de contacto y reencuentro con la naturaleza durante el tiempo de ocio ha sido objetivamente creciente en la sociedad española a lo largo de las últimas décadas, aunque con ritmos no siempre parejos al impulso institucional de diversificación de la oferta turística a partir del núcleo de «sol y playa». Esta búsqueda del medio natural adopta hoy, dependiendo de su intensidad, duración, y objetivos principales, diversos perfiles, susceptibles de materializarse en diferentes formas de turismo. Por su parte, los dis- tintos tipos de espacios naturales protegidos presentan, a la luz de la más moderna doctrina internacional, aptitudes y dotaciones dife- rentes para el uso público, capaces de responder con mayor o menor precisión a las demandas de esas formas de turismo y sus combi- naciones. La Red de Parques Nacionales, subconjunto singular de los espacios protegidos en España, y depositaria de una larga y fruc- tífera tradición de uso público, se encuentra en un momento de profunda reorganización institucional, y consiguiente revisión conceptual. Esta oportunidad de retornar a las fuentes, coincidiendo con la época de máxima popularidad de toda su historia, permite a la Red una definición diferenciada de su oferta turística, que resulte más coherente con la singularidad que representa, coadyuvante a conservarla, y capaz de aportar valores exclusivos, en especial inmateriales, a la sostenibilidad de las matrices territoriales y sociales en que se asienta. Palabras clave: parques nacionales, espacios naturales protegidos, uso público, ecoturismo, sostenibilidad. Abstract: The demand for contact and reencountering with Nature during leisure has been objectively growing in the Spanish so- ciety for the past decades, even though the rhythms have not always paired the institutional impulse of tourism offer diversification star- ting from the «sun and beach» core. Today, and depending on its intensity, duration and main goals, this search for the natural envi- ronment adopts varied profiles, suitable of generating different forms of tourism. On their hand, and in the light of state-of-the-art in- ternational doctrine, the different types of protected areas show dissimilar attitudes and equipments for public use, capable of responding more or less precisely to the demands of such forms of tourism and their combinations. The National Park Network, a sin- gular subset of Spain’s protected areas, and the depositary of a long and fruitful tradition of public use, currently undergoes deep ins- titutional rearrangement, and the resulting conceptual revision. This opportunity to return to the sources, coinciding with it’s highest popularity of all times, allows the Network a differentiated definition of its tourist offer, making it more consistent with the singularity it represents, helping to preserve it, and contributing exclusive, especially non-material values to the sustainability of the territorial and social matrixes in which it sits. Keywords: national parks; protected areas; public use; ecotourism; sustainability.

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«Elogiamos las áreas protegidas como aulas vivientes, sitios singulares donde las perso-nas toman contacto con sus raíces, donde las culturas y los sistemas de valores y conoci-mientos se transmiten de generación en generación.»

ACUERDO DE DURBAN. V Congreso Mundial de Parques de la UICN

8 a 17 de septiembre de 2003

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Instituto de Estudios TurísticosSecretaría General de Turismo

Estudios Turísticos, n.o 169-170 (2006), pp. 51-75 Secretaría de Estado de Turismo y Comercio

LA RED DE PARQUES NACIONALES EN EL PROYECTOTURÍSTICO ESPAÑOL.

REFLEXIONES SOBRE UNA ENCRUCIJADA

Eduardo Crespo de Nogueira y Creer*

* Jefe del Servicio de Uso Público del Organismo Autónomo Parques Nacionales (Ministerio de Medio Ambiente). [email protected].

Resumen: La demanda de contacto y reencuentro con la naturaleza durante el tiempo de ocio ha sido objetivamente creciente enla sociedad española a lo largo de las últimas décadas, aunque con ritmos no siempre parejos al impulso institucional de diversificaciónde la oferta turística a partir del núcleo de «sol y playa». Esta búsqueda del medio natural adopta hoy, dependiendo de su intensidad,duración, y objetivos principales, diversos perfiles, susceptibles de materializarse en diferentes formas de turismo. Por su parte, los dis-tintos tipos de espacios naturales protegidos presentan, a la luz de la más moderna doctrina internacional, aptitudes y dotaciones dife-rentes para el uso público, capaces de responder con mayor o menor precisión a las demandas de esas formas de turismo y sus combi-naciones. La Red de Parques Nacionales, subconjunto singular de los espacios protegidos en España, y depositaria de una larga y fruc-tífera tradición de uso público, se encuentra en un momento de profunda reorganización institucional, y consiguiente revisiónconceptual. Esta oportunidad de retornar a las fuentes, coincidiendo con la época de máxima popularidad de toda su historia, permite ala Red una definición diferenciada de su oferta turística, que resulte más coherente con la singularidad que representa, coadyuvante aconservarla, y capaz de aportar valores exclusivos, en especial inmateriales, a la sostenibilidad de las matrices territoriales y socialesen que se asienta.

Palabras clave: parques nacionales, espacios naturales protegidos, uso público, ecoturismo, sostenibilidad.

Abstract: The demand for contact and reencountering with Nature during leisure has been objectively growing in the Spanish so-ciety for the past decades, even though the rhythms have not always paired the institutional impulse of tourism offer diversification star-ting from the «sun and beach» core. Today, and depending on its intensity, duration and main goals, this search for the natural envi-ronment adopts varied profiles, suitable of generating different forms of tourism. On their hand, and in the light of state-of-the-art in-ternational doctrine, the different types of protected areas show dissimilar attitudes and equipments for public use, capable ofresponding more or less precisely to the demands of such forms of tourism and their combinations. The National Park Network, a sin-gular subset of Spain’s protected areas, and the depositary of a long and fruitful tradition of public use, currently undergoes deep ins-titutional rearrangement, and the resulting conceptual revision. This opportunity to return to the sources, coinciding with it’s highestpopularity of all times, allows the Network a differentiated definition of its tourist offer, making it more consistent with the singularityit represents, helping to preserve it, and contributing exclusive, especially non-material values to the sustainability of the territorial andsocial matrixes in which it sits.

Keywords: national parks; protected areas; public use; ecotourism; sustainability.

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I. INTRODUCCIÓN

La Red de Parques Nacionales de Espa-ña inicia en este tiempo una nueva etapa desu ya prolongada y fructífera historia. Laclave política y administrativa que determi-na el cambio reside en las Sentencias194/04 y 101/05 del Tribunal Constitucio-nal. Después de casi un siglo de adscripciónexclusiva a la Administración del Estado, yde una década de gestión compartida entreel Estado y las Comunidades Autónomas(por la vía, en algún sentido demasiado uni-formadora e insensible, de las ComisionesMixtas de Gestión), el intérprete máximo denuestro ordenamiento jurídico ha conside-rado que la potestad de la administración re-gional sobre el rumbo cotidiano de los Par-ques Nacionales (a la que él mismo abrió lapuerta con su sentencia STC 102/95) habíaquedado sometida por el legislador a unainjerencia estatal no pretendida en el pro-nunciamiento de aquella, cuando propicióla modificación, en 1997, de la Ley 4/89 deConservación de los Espacios NaturalesProtegidos y de la Flora y Fauna Silvestres.

El resultado global de las sentencias de2004 y 2005, nacido como respuesta a losrecursos interpuestos por varias Comunida-des Autónomas, mantiene la existencia jurí-dica de la Red de Parques Nacionales comosistema representativo y eficaz, y confiereal Estado responsabilidades y tareas comoplanificador básico, garante de mínimos, yunificador de la imagen y los aspectostransversales; pero establece con nitidez lacompetencia exclusiva de las ComunidadesAutónomas en la gestión ordinaria y habi-tual de los territorios declarados Parque Na-cional. Conceptualmente discutible desde la

doctrina clásica de los Parques Nacionales,la STC 194/04 determina, en todo caso, unescenario nuevo e irreversible y, en conse-cuencia, una oportunidad para la reflexiónconstructiva acerca del camino recorrido, yun reto de escala supra-autonómica, a lahora de seguir contando con un conjunto deespacios capaces de garantizar la más altacalidad tanto del medio natural como de suconservación, y al tiempo susceptibles deconstituir una Red, de seguir formando unsistema representativo del Estado español.

Sea como fuere, la planificación y ges-tión de las funciones asignadas hoy por lasociedad a los Parques Nacionales, empe-zando por la obligación clásica y esencialde hacer compatible la Conservación estric-ta con el conocimiento y disfrute ciudada-no, no admiten interrupción ni demora; demodo que sólo cabe continuar trabajando enellas, alimentando ahora sus procesos a laluz tanto del nuevo marco jurídico, próximoa completar su dimensión formal con unanueva Ley de la Red de Parques Naciona-les, como de los distintos factores de otraíndole, algunos de ellos también cambian-tes, que definen el momento presente de es-tos espacios protegidos.

Y más incluso que en la propia Conser-vación de la Naturaleza, esto resulta espe-cialmente cierto en materias como el UsoPúblico, que presentan una fuerte compo-nente de intercambio, de influencia y rela-ción exterior; una conexión sustancial conel Turismo. A lo largo del presente análisis,la expresión «Uso Público» se entenderá engeneral según la acepción establecida for-malmente por la Sección del Estado Espa-ñol de la Federación de Parques Naturales y

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Nacionales de Europa (Europarc, 2005,p. 17), y que alude al «Conjunto de progra-mas, servicios, actividades y equipamientosque, independientemente de quien los ges-tione, deben ser provistos por la Adminis-tración del espacio protegido con la finali-dad de acercar a los visitantes a los valoresnaturales y culturales de éste, de una formaordenada, segura, y que garantice la con-servación, la comprensión y el aprecio detales valores a través de la información, laeducación y la interpretación del patrimo-nio». No obstante, y sin perjuicio de esteenfoque que juzgamos válido con carácterpanorámico, entendemos que, en el casosingular de los Parques Nacionales, el con-cepto de Uso Público está especialmenteobligado a dar cabida, también, a la deman-da más afín, a la que busca experienciaspersonales que no necesitan (o que inclusorechazan) programas, servicios, actividadesprediseñadas y equipamientos; a esa de-manda minoritaria pero vital que, precisa-mente por su experta «militancia» en las fi-las ideológicas de un espacio altamente pro-tegido, ya no se apoya en la educación ni enla interpretación para comprender y apre-ciar el lugar; ni las precisa para usarlo, dis-frutarlo, y ayudar con su presencia a con-servarlo. Profundizaremos en la importan-cia de esta cuestión al abordar el detalle delos modelos de oferta. Los Sistemas de UsoPúblico de los Parques Nacionales sonpues, entre otras cosas, mecanismos de res-puesta a las demandas del Turismo; y el pa-pel de los Parques Nacionales en el futuroinmediato del escenario turístico español vaa depender principalmente, y más allá de lacalidad de la «materia prima», de su com-portamiento frente a una serie de solicitudesque incluyen, en posición destacada, las di-

versas lecturas y revisiones autonómicasdel modelo de Uso Público consolidado enlos últimos tiempos en la Red de ParquesNacionales a escala estatal. En particular,por ejemplo, el cuestionamiento, a partir denuevos marcos financieros y nuevas políti-cas de recursos humanos, de la dicotomíaconceptual establecida en su momento porel Plan Director de la Red (OAPN, 1999,p. 31) entre «servicios básicos» y «servicioscomplementarios», y la consiguiente altera-ción variada de los criterios de gratuidad,concesiones y tarifas a lo largo del abanicode oferta, introducirá elementos de distor-sión y reequilibrio, cuyos efectos sólo elfuncionamiento del sistema a medio plazopermitirá determinar con precisión.

Pero la transferencia de la gestión ordi-naria y habitual a las Comunidades Autóno-mas es sólo uno, y quizá el más predecibleo sistematizable, de los condicionantes po-derosos de este dinámico momento de losParques Nacionales en el proyecto turísticoespañol. Sostenemos la convicción de queal menos otros dos factores resultan igual-mente definitorios: Por una parte, se perci-be la influencia real de la nueva doctrina in-ternacional sobre espacios protegidos engeneral, y Parques Nacionales en particular,gestada a partir de la cumbre ambiental deRío de Janeiro en 1992, y formalizada y di-fundida por la UICN, a través del V Con-greso Mundial de Áreas Protegidas, cele-brado en la República de Sudáfrica en 2003.Por otro lado, y con especial relevancia enel ámbito de esta reflexión, entra en juego laefectiva aceleración de crecimiento y diver-sificación de perfiles que en la última déca-da ha experimentado en España la demandade turismo vinculado a la Naturaleza, dando

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lugar, en combinación con el turismo aso-ciado a patrimonios culturales, al par defuerzas capaz de ubicar en su cabal posicióna la histórica oferta de sol y playa.

En lo que sigue, y comenzando por esteúltimo aspecto, procuraremos detenernosen las claves conceptuales más significati-vas de ambos agentes, así como de otroselementos de carácter complementario;analizar las luces y sombras de su aplica-ción práctica, y anticipar, con la precauciónque exigen las encrucijadas complejas y so-metidas a imponderables, una visión funda-mentada de la sinergia que pueden comen-zar a ofrecer en el futuro próximo, al definirla aportación específica de la Red de Par-ques Nacionales al proyecto turístico espa-ñol en el inicio del siglo XXI.

II. UNA DEMANDA ENPERMANENTE CONSTRUCCIÓN

Entender la verdadera dimensión del retoplanteado, y encontrar encaje para la diver-sidad de propuestas y oportunidades quetrae consigo requiere aproximarse antes quenada al proceso de renacimiento en Españade las demandas de contacto con la Natura-leza, y dar cuenta de su reciente intensifica-ción. Factores como la masificación, el en-carecimiento, y la degradación objetiva delpaisaje en los destinos tradicionales de sol yplaya, frente a la creciente valoración de lacalidad, la mayor cantidad de informacióndisponible, la consiguiente concienciaciónecológica y ambiental, la mayor longevi-dad, y el incremento del tiempo libre handeterminado, pese a la fuerte inercia propiade un sistema consolidado y con gran apo-

yo infraestructural y mediático, una progre-siva diversificación en los patrones de ocio.Una de las opciones preferidas ha sido y es,sin duda, la de los espacios naturales prote-gidos. Las razones tangibles de su atractivoson variadas, como ilustra (para el casoconcreto de los Parques Naturales) el Cua-dro 1.

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Cuadro1¿Cuál es, según su opinión,

el elemento de mayor atractivode este parque natural?

Elemento % de respuestas

Tranquilidad 19,6

Posibilidades de trabajo 2,1

Recursos naturales presentes 9,6

Paisaje de la zona 38,7

Monumentos histórico-artísticos 3,7

Especies de flora/vegetación 8,5

Bosques y/o campos 6,2

Especies de fauna 7,3

Otros 3,8

NS 0,5

Fuente: Corraliza, J. A., García, J. y Valero, E. (2002,p. 138).

II.1. Un anhelo de raíces profundas

Sin perjuicio de las recompensas direc-tas, y por encima de motivos temáticos, lasáreas protegidas ejercen sobre el intelecto yla imaginación de las personas una suerte defascinación genérica; provocan una reac-ción emocional de simpatía y aprecio difícil

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de explicar, pero que se vincula esencial-mente a los valores inmateriales implica-dos, y cuyo origen se remonta a mucho an-tes de que existieran parques en el sentidomoderno; tal vez incluso a los tiempos mástempranos de la humanidad, si admitimosque el impulso protector es un resultado di-recto de la construcción misma del concep-to de paisaje.

Nos detendremos un instante en estaidea, que consideramos clave para com-prender el fondo de la relación entre par-ques y visitantes. Como hemos postuladocon anterioridad (Crespo de Nogueira, E. yMartínez, C., 2003), parece razonable supo-ner que la forma más temprana de percep-ción consciente de una porción determinadade territorio (convertida así por primera vezen «paisaje») se construyó sobre la abstrac-ción nacida del conocimiento compartidode distintos ambientes, con sus varianteselementos climáticos, geomorfológicos yecológicos. Tal conocimiento habría sidomuy importante para la supervivencia diariade un grupo humano muy vulnerable, toda-vía nómada, en un entorno impredecible.Bernáldez (1981, p. vii) lo expresa de estemodo: «El hombre y sus predecesores hanestado inmersos durante miles de años en elflujo de información que es el paisaje. Nodebería asombrarnos la presencia de nu-merosas respuestas adaptativas. Entreellas, debemos reconocer a los aspectosemocionales y sentimentales del paisaje.¿Somos conscientes de la importancia delas reacciones que llamamos «estéticas»,de su trasfondo adaptativo, del papel quedesempeñaron en la supervivencia?» Pen-samos que también Arsuaga (1999) aciertacuando vincula el origen de tales respuestas

emocionales a la enorme capacidad analíti-ca del cerebro humano y a la subsiguiente«humanización» de elementos del entorno yde las relaciones entre ellos, ya presente entiempos prehistóricos.

La atención permanente a los movimien-tos, expresiones faciales, y otras señalesprocedentes de los otros miembros de la so-ciedad humana, probablemente resultaronen abstracciones que condujeron a la asig-nación de «personalidades», de almas, aelementos de la Naturaleza. Las caracterís-ticas geomorfológicas y topográficas y ladinámica atmosférica se dotaron de cualida-des «humanas». Los acantilados y las nubesde tormenta comenzaron a enviar el mismomensaje amenazador que una persona er-guida con los brazos en alto, mientras quelas llanas y calmas desembocaduras de losríos hablaban de bienvenidas amables y pla-centeras. Este peculiar modo de tratar a en-tidades geofísicas como si fueran humanas,involucrándolas en historias, sirvió comomecanismo útil para comprender los fenó-menos naturales, pero también, y sobretodo, como vehículo para crear conjuntosactivos, sistemas percibidos, geografías, ypaisajes.

Todavía abundan hoy montañas y otrasformaciones (frecuente y no casualmenteprotegidas) que llevan nombres de propie-dades humanas. Determinados tipos y com-binaciones de estas construcciones menta-les fueron especialmente eficaces en darimpresión de seguridad, abundancia, o bie-nestar. Comenzaron a ser transmitidas yembellecidas de generación en generación,y transformadas en artefactos culturales, enmitos evocadores. Y una vez que las nece-

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sidades primarias quedaron satisfechas, per-vivió el impulso de proteger aquellos espa-cios que mostraban estas cualidades, simbó-licas de bienestar. Al mismo tiempo, claro,otras combinaciones que transmitían sensa-ciones de esterilidad, desamparo, o agre-sión, se consolidaron como paisajes hosti-les, de los que era sensato mantenerse apar-tado.

La inclinación a proteger determinadostipos de lugares sería entonces, como anti-cipábamos, resultado de la construcciónmisma del concepto de paisaje. A lo largode la historia moderna y contemporánea,esta inclinación comenzó traduciéndosemayoritariamente en la protección de lospaisajes menos sutiles, más rápidamenteapreciados, tales como las áreas de montañacon abundante vegetación y diferentes va-riantes de agua quieta y corriente, que res-ponden a lo que se ha denominado el «mo-delo alpino» (Múgica y De Lucio, 1996).Esta línea de pensamiento fue bautizada porBernáldez (1981, p. 246) como la «teoríaeco-etológica de la estética del paisaje»,con la afirmación de que «las preferenciaso rechazos estéticos por ciertos paisajesparecen ser reacciones instintivas al carác-ter simbólico de determinados elementos dela escena.»

Obviamente, la idea misma de «caráctersimbólico» puede variar según el individuoo colectivo «usuario» del paisaje, y por tan-to evolucionar en el tiempo con resultadosdivergentes. Así, la investigación actual so-bre las preferencias estéticas de los visitan-tes de espacios protegidos confirma que elgrado de experiencia directa y conocimien-to intelectual del área influye claramente en

la apreciación de sus valores estéticos. DeLucio y Múgica (1994, p.156) llegaron a laconclusión empírica de que «los visitantesde los parques nacionales también difierenen sus preferencias paisajísticas depen-diendo de sus actitudes y comportamientosambientales. Aquellos visitantes más legosy generalistas eligen con más frecuencia elpaisaje prototípico, rechazando los de par-ques con otras características. Determina-dos grupos más especializados tienden aelegir con mayor frecuencia el paisaje delparque en el que están, así como paisajessalvajes que suponen un reto. Estos sujetoscon más experiencia del parque tambiéneligen paisajes con un grado más bajo delegibilidad.»

Y sirve por fin a esta reflexión el recor-dar que, al elegir, se está operando sobre unconjunto preestablecido. Porque la relacióníntima entre las sociedades humanas y susespacios protegidos (sobre todo sus ParquesNacionales) alcanza un máximo de intensi-dad, emocional y no siempre científica, enla selección misma de los territorios que, encada caso, se estiman merecedores de pro-tección, y, en consecuencia, dignos de visi-ta. Esto lo percibe con claridad Smith(2000, p. 233) en su revisión histórica de losacontecimientos en los Estados Unidos deAmérica, cuando observa que «los parquesson también uno de los más auténticos re-flejos de nuestra cultura…de lo que cadageneración de americanos ha consideradoimportante. Al irse añadiendo lugares alsistema, por caótico e impredecible quepueda parecer el proceso, son reflejos de lavoluntad de la gente; una indicación de loque la mayoría considera significativo en elmomento de establecimiento del par-

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La red de parques nacionales en el proyecto turístico español

que…Nuestros parques naturales fueronestablecidos, principalmente, por motivosque no pueden considerarse ecológicos.Everglades…fue el primero de nuestrosParques Nacionales que no contenía los ár-boles más altos, los cañones más profun-dos, las cataratas más altas…»

II.2. La explosión contenida

Sea como fuere, y por fortuna para mu-chos espacios naturales protegidos españo-les, el incremento del interés social por laexperiencia directa en ellos parece haberseiniciado lentamente, y aumentado de modogradual, sólo últimamente acelerado; lo queha permitido un cierto nivel de adaptaciónen las capacidades de gestión y de acogida.Sin embargo, una excepción a esta tenden-cia, tan llamativa por sí misma que ha ge-neralizado el interés por el turismo en laNaturaleza, y ha contribuido a impulsar suestudio sistemático, parece haberse concen-trado en la primera mitad de los pasadosaños noventa, como si se tratase de un saltocualitativo en cierto modo «incómodo» einevitable, pero «políticamente correcto», ycorrespondiente a la imagen de plena mo-dernización del país, y a una cierta madura-ción de su sociedad. El indicio más claro deeste comportamiento lo ofrece, precisamen-te, la Red de Parques Nacionales. Así, du-rante la segunda mitad de la década de losaños ochenta, el orden de magnitud del nú-mero de visitantes al conjunto del sistemafue experimentando incrementos anualesmuy parejos, de un cuarto de millón al añocomo media, llegando a 1990 con una cifraglobal de 3.800.000 (ver Cuadro 2). Sin em-bargo, y de forma no plenamente explicable

por la incorporación de dos nuevos ParquesNacionales a la Red (Sierra Nevada e IslasAtlánticas de Galicia), las cifras anuales devisitantes registradas a partir de diez añosdespués, entre 1996 y 2005, se mueven, engeneral creciendo, entre los ocho millones ymedio y los once millones de visitas (verCuadro 3). Así pues, en cinco años (1991-1996), la visitación se duplicó, cambió suvolumen de un modo cualitativamente sig-nificativo para un país de cuarenta millonesde habitantes, y retornó después, hasta hoy,a su tendencia de suave incremento sosteni-do, con ligerísimas oscilaciones coyuntura-les.

Fuera de la Red de Parques Nacionales,puede constatarse la misma conducta defondo, matizada por el hecho de la novedad:De acuerdo con los datos recopilados yproporcionados por EUROPARC-España(2002 y 2006), la afluencia ciudadana al

Cuadro 2Número de visitantes de los

parques nacionales de España(1984-1990)

Año N.º en orden de magnitud

1984 2.400.000

1985 2.600.000

1986 2.900.000

1987 3.100.000

1988 3.350.000

1989 3.500.000

1990 3.800.000

Fuente: Fernández de Tejada, A. (1992, p. 15.)

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conjunto de los espacios naturales protegi-dos de nuestro país ha crecido, entre 2001 y2005, en términos aproximados, de los 30 alos 50 millones de visitas (un 65 %); cifrasque suponen una moderada tendencia alalza teniendo en cuenta el incremento, en elmismo periodo, del número de espaciosprotegidos existentes, que ha pasado de los750 a los 1100 (un 50 %).

En todo caso, la referencia al ritmo conque se ha producido el incremento de de-manda turística en relación con nuestro me-dio natural entregaría una idea incompleta ysesgada, de no combinarse con una miradaa la trayectoria paralela de especialización ydiversificación que dicha demanda ha desa-rrollado. Sólo una clara percepción de las

distintas modalidades del turismo relativo ala Naturaleza, sus ámbitos, exigencias e in-compatibilidades, permitirá aquilatar eladecuado perfil turístico de los Parques Na-cionales de España para este inicio de siglo.

El punto moderno de partida, como entantas otras materias emergentes con la ac-tual democracia española, resultó a la vezpletórico y confuso, con una energía creati-va capaz de suplir, al menos en los primerostiempos, la inevitable falta, tanto de rigorconceptual, como de los medios humanos ymateriales precisos para incrementarlo.Ilustran esta dinámica hechos como la pu-blicación de la primera Guía Nacional deÁreas e Instalaciones Recreativas en la Na-turaleza (ICONA; 1991), cuya estructura decontenidos, organizada por provincias, dife-rencia tipos de dotaciones y servicios (entreellos Áreas de Acampada y Aulas en la Na-turaleza), pero no distingue, por ejemplo,entre complejos ubicados fuera y dentro deespacios protegidos. En realidad, ni siquie-ra vincula explícitamente las áreas recreati-vas con estos espacios (pese a que en esemomento se daba ya un solape en torno al20-25 %, que hoy alcanzaría una fracciónmuy superior), ni mucho menos hace refe-rencia a sus normas y restricciones, a suscategorías u objetivos de protección, ni alpapel de las áreas recreativas en sus respec-tivos sistemas de uso público.

Corrobora de forma llamativa esta ciertadinámica del «por ahora todo vale» otroejemplo de procedencia estatal: La antolo-gía (citada en estas páginas como referenciay fuente) publicada por el ICONA en 1992bajo el título de Ecoturismo. Criterios deDesarrollo y Casos de Manejo, no contiene,

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Eduardo Crespo de Nogueira y Creer

Cuadro 3Número de visitantes de los

Parques Nacionales de España(1996-2005)

Año N.º

1996 8.469.074

1997 8.862.218

1998 9.076.653

1999 9.927.726

2000 10.252.799

2001 10.002.517

2002 9.661.493

2003 10.296.382

2004 11.134.880

2005 10.728.378

Fuente electrónica: www. mma.es/parques nacionales, 2006.

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entre los siete casos que presenta (cuatro deellos total o parcialmente ligados a ParquesNacionales), ninguno que quepa denominarcon rigor ejemplo de ecoturismo, al menossegún los criterios hoy compartidos a esca-la internacional, a los que más tarde volve-remos. No obstante, han sido intentos comoéste (nunca del todo aplicables), de asociardeterminadas formas de turismo con ciertostipos de territorios «inalterados», «periféri-cos» y/o «singulares», los que han contri-buido, en primer lugar, a inducir el creci-miento de demandas alternativas; y des-pués, al ir enfrentando los desajustes ydificultades de la realidad cotidiana, a pro-gresar en la definición diferenciada de lostipos y productos turísticos, y sobre todo, delos perfiles de los Sistemas de Uso Público.Porque en la práctica, la orientación, com-plejidad y envergadura de las respuestasque los espacios protegidos ofrecen a las so-licitudes del turismo evolucionan (en cohe-rencia con su contexto) para hacerse cadavez más propias de una (o unas pocas) cate-gorías de protección; tan características deellas por su afinidad con los correspondien-tes objetivos de gestión, que contribuyen in-cluso a fijar los rasgos ideológicos y opera-tivos, el carácter o «personalidad» de lasáreas protegidas que las aplican. De estemodo, una categoría concreta de espacionatural protegido, la de Parque Nacionalpor ejemplo, optimiza su propuesta de UsoPúblico mediante una modulación de surespuesta a la demanda turística que incluyela concentración y reducción de impactos,la consiguiente gestión de flujos, y la emi-sión de una oferta de ocio y conocimientobasada en valores propios y exclusivos, has-ta cierto punto independiente de dicha de-manda. En otras palabras, el espacio prote-

gido, el Parque Nacional, asume, como ins-trumento de gestión que garantiza el logrode su objetivo principal de Conservación enpresencia de turistas, una suerte de «combi-nación lineal» (en el sentido matemático,con coeficientes cambiantes, y en algúncaso nulos) de distintas formas o tipos deturismo. Volveremos más tarde al estudiode tal oferta, teniendo en cuenta que, aúnrespondiendo al esquema general de la cate-goría, cada combinación es única; cada unode los Parques Nacionales de España dota asu Sistema de Uso Público de un sesgo pro-pio, con elementos irrepetibles.

II.3. Los finos mimbres

Interesa ahora establecer, con ánimotroncal, pero no exhaustivo, la esencia delos ingredientes de esa combinación; lasmodalidades de turismo, constitutivas deesa demanda lentamente cambiante, queson susceptibles de integrarse, con adapta-ciones, en una sinergia mayor con significa-do propio. Así, entendemos que, tratándosede Parques Nacionales, y de España (otracosa sería en Parques Naturales en nuestropaís, e incluso en Parques Nacionales enbastantes países de Europa), ha de descar-tarse la participación de las formas «no sil-vestres» de turismo rural, y en especial delagroturismo, entendidos en su acepción co-mún, que cabe hacer equivalente a la pro-puesta por Soret (1992, p.131). Los aloja-mientos vinculados a núcleos familiares oproductivos en el ámbito comarcal del par-que, la gastronomía tradicional, o la educa-ción y el ocio basados en formas de vida ru-rales o tradicionales pueden contribuir a en-riquecer la experiencia general de visita, e

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incluso mantener conexiones económicas ylogísticas con ella, especialmente si se ubi-can en paisajes culturales protegidos u otrosescenarios de fisiología bien conservada enla misma matriz territorial; pero su esenciaconceptual los excluye de lo que cabe de-mandar del aporte turístico de un ParqueNacional. En cambio, otras modalidades deturismo evolucionadas a partir de tempra-nas demandas especializadas sí son suscep-tibles de integrarse en la oferta esperable.A nuestro juicio, cabe agruparlas bajo lasdenominaciones de ecoturismo, turismo te-rapéutico y, con determinadas cautelas yrestricciones, turismo de aventura. Junto aellas (o tal vez como casos particulares),podrán seguir existiendo, claro está, las di-versas modalidades originales de interés te-mático (ornitológico, geológico, astronómi-co, botánico…) dedicadas a los correspon-dientes elementos del medio natural, y hoyconsolidadas como formas del turismo «deintereses especiales».

El turismo terapéutico, en el más cabalsentido del término, atañe no sólo a lo físi-co; pues engloba desde la frecuente cone-xión antigua entre aguas termales y parquesde montaña hasta las actividades de contac-to con el medio orientadas a restaurar elequilibro psíquico, sentir la unidad de laNaturaleza y la conexión del individuo conel Todo, o avanzar en el desarrollo personal,o en la búsqueda de distintas formas de es-piritualidad. En su más alta expresión, el tu-rismo terapéutico puede entonces hibridarsecon el turismo de aventura no instrumentalni deportivo, allí donde el sentido de libera-ción y desapego de apoyos, el reto personal,y el enfrentamiento directo con ambientesen parte desconocidos y cambiantes contri-

buyen a la experiencia restauradora, gratifi-cante y constructiva. El posterior detalle dela oferta turística de nuestros Parques Na-cionales ofrecerá algunos ejemplos. Peroantes, y en virtud de su relevancia centralpara el análisis de viabilidad, se hace espe-cialmente necesario fijar una definición de«ecoturismo», o al menos resaltar el con-junto mínimo de propiedades que lo carac-terizan y distinguen.

Estamos de acuerdo con Ziffer (1989),cuando argumenta la dificultad de definir elecoturismo, porque en realidad se trata, almismo tiempo, de establecer un catálogoabierto de tipos ejemplares de actividades,extraer de ellos un denominador común ide-ológico o filosófico, y hacerlo valer comoeje de un modelo de desarrollo social y te-rritorial. Pero también coincidimos con Boo(1990), en la idea de que el ecoturismo esaquel turismo de Naturaleza que contribuyea la Conservación. Es decir, se trata de unaforma de turismo que proporciona un en-cuentro directo con la Naturaleza; pero node cualquier forma.

El consenso funcional establecido por lapráctica internacional a partir del CuartoCongreso Mundial de Parques (Caracas,Venezuela, 1992) se construye en torno aunas características muy concretas, nítida-mente recogidas, como cita Pérez de las He-ras (1999), por James Butler en su ponencia«Ecotourism: Its Changing Face and Evol-ving Philosophy», presentada a dicho con-greso. Las esenciales aluden a que el ecotu-rismo está orientado hacia el medio am-biente en sí, más que hacia el ser humano;se concentra en los valores intrínsecos delmedio natural y no sólo evita degradarlos

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sino que contribuye a su preservación (yrestauración si ha lugar). Además, implicaun cierto nivel de preparación y conoci-miento por parte del usuario, y exige de éluna ética y un comportamiento ambientaladecuados. En consecuencia, la satisfacciónque proporciona el ecoturismo se mide entérminos de sensibilidad y apreciación.Completa el perfil el requisito de ser unaforma de turismo que involucra económica,social y ambientalmente a las comunidadeslocales. Por su parte, la UICN ha aceptadoformalmente (a través de la Resolución 1.67del Primer Congreso Mundial de Conserva-ción; Montreal, Octubre de 1996) la defini-ción de Héctor Ceballos-Lascuráin (1996),al entender por ecoturismo «la modalidadturística ambientalmente responsable, con-sistente en viajar a, o visitar, áreas natura-les relativamente inalteradas con el fin dedisfrutar, apreciar y estudiar los atractivosnaturales (paisaje, flora y fauna silvestres)de dichas áreas, así como cualquier mani-festación cultural (del presente y del pasa-do) que pueda encontrarse en ellas; a tra-vés de un proceso que promueve la conser-vación, tiene bajo impacto negativoambiental y cultural, y propicia un involu-cramiento activo y socioeconómicamentebenéfico de las poblaciones locales».

Desde el punto de vista de la Red de Par-ques Nacionales de España, y en relacióncon el encaje de sus Sistemas de Uso Públi-co en la doctrina internacional, interesa res-catar una definición adicional, adoptada porUICN a propuesta de Eagles (1995, autoci-tado en Eagles, McCool, y Haynes, 2002,p.163), y que aporta un mayor grado de pre-cisión para un importante subconjunto con-creto de ecoturistas: Se trata del concepto

anglosajón de «wilderness traveller», quecabe traducir como «viajero a la Naturalezasalvaje (o remota)», y cuyo perfil se corres-ponde sensiblemente con el que entende-mos caracteriza al visitante de nuestros Par-ques Nacionales: «Persona que viaja a lu-gares cuyos objetivos de gestión se centranen la protección de los procesos naturalesque han modelado el carácter físico y bio-lógico del paisaje, con el acceso mecaniza-do prohibido o muy restringido, al igualque los aprovechamientos extractivos. Eluso recreativo se permite, aunque subordi-nado a los objetivos de preservación am-biental».

No debe perderse la referencia de que, enefecto, se trata de lo que ocurre, o deberíaocurrir, de acuerdo al criterio mundial deUICN, en los Parques Nacionales (categoríade protección II), también en España (verCuadro 4). Más tarde, el análisis casuísticoa través de ella permitirá delimitar si esta-mos ante relaciones ecoturísticas biunívo-cas, experiencias de inmersión en la Natu-raleza que apuesten por reducir la visióndual y antropocéntrica, y poner por un tiem-po al visitante en el lugar de lo visitado(ecoturismo «duro»), o sólo ante ejemplosde visitación comprometida pero que «man-tiene las distancias» (ecoturismo blando), obien ante una oferta compuesta de ambasopciones.

Hasta aquí la panorámica de los princi-pales ingredientes que conforman la actualdemanda viable de turismo en los espaciosprotegidos españoles, y en particular en losParques Nacionales. Una demanda en per-manente construcción, en la medida en quecontinúan variando las preferencias colecti-

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vas, y evolucionan en consecuencia las fun-ciones que la sociedad encarga a los mejo-res espacios naturales. Hoy por hoy, el én-fasis se sitúa en la sostenibilidad. La soste-nibilidad se ha convertido, en el objetoúltimo de protección; y el carácter de soste-nible se exige en todos los sectores de ac-tuación en torno al medio natural. El nuevoparadigma de apertura e integración socialy territorial de los espacios protegidos, for-malizado en el Quinto Congreso Mundialde Parques de la UICN (Durban, Sudáfrica,Septiembre de 2003) recoge y aplica esteprincipio en todas sus líneas de acción, conespeciales referencias al Turismo. En lo quesigue revisaremos la respuesta de los Par-ques Nacionales de España, en términos desu oferta de Uso Público; sus postulados ydilemas internos, y las posibles influenciasdel nuevo contexto internacional en su pró-xima evolución.

III. UNA OFERTA EN BUSCADE IDENTIDAD

III.1. Una base frentea la incertidumbre

Sostenemos, como en ocasiones ante-riores (Crespo de Nogueira, 2002a, p. 68),que llega un momento natural en el devenirdel parque, en el que Uso Público se vuel-ve sinónimo de Conservación; es su nuevonombre, su garantía, su herramienta im-prescindible. Reconocer ese momento, yresponder en sintonía con las circunstan-cias, constituye el reto turístico de los Par-ques Nacionales. Para abordarlo, y en el ca-mino desde la teoría y la doctrina hacia laaplicación, a través de directrices y reco-mendaciones, resulta especialmente orien-tativo el ejercicio de proyectar y extrapolar.Precisamente en el contexto del Quinto

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Cuadro 4Compatibilidad/viabilidad de formas de turismo con las categorías

de gestión de áreas protegidas de UICN

Categoría de área protegida Ecoturismo duro Ecoturismo blando Otras formas de turismo

Ia no no no

Ib sí no no

II sí sí no

III sí sí no

IV sí sí no

V no si sí

VI no sí no

Fuente: Lawton (2001), cit. en Eagles, P., McCool, S., y Haynes, C. (2002, p. 23).

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Congreso Mundial de Parques, celebradobajo el lema «Benefits Beyond Bounda-ries» (Beneficios Más Allá de las Fronte-ras) la UICN publicó Protected Areas in2023. Scenarios for an Uncertain Future,un cuaderno que propone y compara treshipótesis de futuro cercano para los espa-cios protegidos, basadas en asuncionesacerca de la evolución previsible de lascondiciones de contorno que afectan a losterritorios, su uso, y su conservación. Lomás probable es que ninguna de esasopciones «químicamente puras» sea capazde reflejar ahora la situación real que sedará en 2023. Los propios autores(McNeely y Schutyser, 2003, p. 16) afir-man que «nadie espera que ninguno de losescenarios se torne realidad, y lo que enefecto suceda dentro de veinte años, bienpodrá contener elementos de los tres, ade-más de muchas otras cosas». Pero el repa-so de los ingredientes clave de cada uno síproporciona hoy buenos elementos deorientación sobre las tendencias y sus posi-bles equilibrios, en especial en lo relativoal contacto entre personas y Naturaleza; alas formas de uso público como canales deexpresión de las demandas del Turismo.

El primero de los tres panoramas imagi-nados, denominado por los autores «La Tri-ple Base», supone que para 2023 se habráalcanzado finalmente, a escala global, elacuerdo de que crecimiento económico,bienestar social y sostenibilidad ambientalson objetivos entrelazados e inseparables.La descentralización habrá acercado mucholas decisiones a la ciudadanía; el valor delos parques en términos de bienes y servi-cios habrá sido reconocido y traducido anormas, pero los espacios naturales segui-

rán constantemente amenazados por usosalternativos del suelo. En este contexto, noobstante, se postula que la presión del turis-mo (la mayor industria del mundo) sobrelos espacios protegidos habrá seguido au-mentando sin resultar controlada, hasta elpunto de que incluso los modelos ecoturís-ticos correrán el riesgo de «morir de éxito»,rebasando los límites de impacto acepta-bles.

El segundo supuesto, bautizado como«El Arco Iris», plantea la posibilidad deque en los próximos veinte años, y tras tu-multuosos cambios sociales y económi-cos, incluyendo guerras en las que muchosparques serían esquilmados como reservasde recursos, se haya revertido la actualtendencia de globalización, y esté en cur-so un retorno a la escala comarcal. Los es-pacios protegidos se gestionarán entoncescon criterios locales, de suerte que cam-biarán límites y designaciones. Algunosparques nacionales podrán haber pasado aengrosar la superficie agrícola, mientrasque otros espacios, de mayor significaciónen ámbitos más restringidos, alcanzaránaltas cotas de protección y veneración.Cada comunidad hará de su pequeño en-torno un espacio protegido, con equili-brios más o menos precarios entre las per-sonas y el medio natural, y cierta reduc-ción de la pobreza por ésta vía. El dominiode lo inmediato, con sentimiento de perte-nencia y propiedad compartida, y extremorespeto por los valores, derechos y creen-cias de lo local o indígena, se traducirá ennormas, gestores, vigilantes y empresasprocedentes de la comunidad inmediata.En términos turísticos, la mayor diversi-dad de contenidos y detalles y el mejor co-

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nocimiento del terreno deberán compensarla pérdida de atractivos universales y lascomplicaciones comerciales y logísticasintroducidas.

El tercero de los escenarios planteadospor UICN, etiquetado como «Compre suEdén», habla de un mundo polarizado enextremo, donde rige una suerte de darwinis-mo económico; la supervivencia de los me-jor dotados. Preocupa la adaptación al cam-bio climático, pero los grandes organismosinternacionales han perdido peso en la go-bernabilidad mundial. El verdadero poderse concentra en empresas multinacionalescon presupuestos mayores que los de mu-chos países. Los criterios económico-finan-cieros son dogma. Las grandes transnacio-nales del turismo han formado consorcios yadquirido concesiones en los Parques Na-cionales más atractivos de los países en de-sarrollo. Los han rebautizado como «LaMejor Naturaleza del Mundo», e instan alpúblico masivo a visitarlos todos. Los hanadaptado fuertemente a la tercera edad, conla sustitución de zonas de acampada por ho-teles, y acciones similares. La contempla-ción de espectáculos audiovisuales y pro-ducciones virtuales sobre fauna esquiva, osobre aspectos de los lugares en otras esta-ciones del año, sustituye a la experiencia decontacto directo y multisensorial con la Na-turaleza. Se produce lo que algunos espe-cialistas denominan «disneyficación» de losParques Nacionales.

Como hemos dicho, no es probable queninguna de las tres profecías descritas sematerialice a cabalidad; pero vista la certe-za de mayor exigencia, venga de uno u otrofrente, tampoco resulta descabellado ir do-

tando a los espacios protegidos, y en espe-cial a los Parques Nacionales, de los meca-nismos que les permitan mantener sus valo-res esenciales, y a la vez responder a próxi-mas solicitudes con mucho de mezclahíbrida de esos escenarios. A la cuestión decuál sea en verdad la esencia nos acercare-mos un poco más hacia el final del argu-mento, al fijarnos en los condicionantes detodo sistema de Uso Público en ParquesNacionales.

El éxito de un modelo concreto depende-rá, entre otros factores, de la región consi-derada; y aún dentro de cada una, la casuís-tica seguirá resultando importante. No obs-tante, en todas las recetas con capacidadreal de respuesta cabe hallar un núcleo co-mún; y algo de eso hace la propia UICN, através de la Recomendación V.12 del citadoCongreso Mundial de Parques de 2003, ydel Plan de Acción emanado de dicho Con-greso. La idea básica recogida en las Actas(IUCN, 2005) es que el Turismo en los es-pacios protegidos y sus entornos debe dise-ñarse como vehículo de la Conservación.Carece de sentido si no contribuye a ella. Ypuede contribuir principalmente por dos ca-minos: por un lado, construyendo un apoyosocial basado en la concienciación acercade la amplísima gama de valores implica-dos, desde los espirituales a los económicospasando por los culturales y recreativos; ypor otro, contribuyendo claramente a la me-jora de la calidad de vida local y comarcal,generando incentivos de apoyo a los cono-cimientos, valores y usos tradicionalescompatibles y coherentes con los parques, yejerciendo la protección y el respeto de loslugares emblemáticos o de algún modo sa-grados.

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III.2. La conexión especial

Con estas bases, y haciéndose eco tam-bién de las ideas afines establecidas en laDeclaración de Québec, emanada de laCumbre Mundial de Ecoturismo de 2002, lacitada Recomendación V.12 dirige su men-saje a tres destinatarios principales: A lostomadores de decisiones y legisladores paraque apoyen el uso sostenible del patrimonionatural y cultural y trabajen en pro de lasnecesarias condiciones de contorno políti-cas, jurídicas y financieras; a los organis-mos internacionales, agencias nacionales, yautoridades locales para que comprendanlos vínculos entre Turismo, Conservación yDesarrollo Comunitario, y en consecuenciapromuevan normativas de vanguardia quecontemplen tales vínculos, determinen lostipos y niveles óptimos de visitación, y fo-menten la capacitación específica y la efica-cia de gestión y seguimiento; y, más especí-ficamente, al sector del Turismo para quebusque establecer, mediante alianzas opera-tivas con los gestores de parques, iniciativasque respeten la primacía de la Conservacióny la apoyen mediante aportaciones financie-ras tangibles, aseguren la contribución aldesarrollo local, establezcan códigos deconducta para trabajadores y clientes, utili-cen tecnologías ecológicamente apropiadas,y lleven a cabo el seguimiento y la mitiga-ción de los efectos negativos derivados desu actividad.

Como es obvio, todo ello resulta de apli-cación a los Parques Nacionales. Pero másallá del enfoque y los requisitos que com-parten con el resto de los espacios protegi-dos, los más emblemáticos de ellos necesi-tan ver reflejada en su relación con el turis-

mo la parcela que alberga su singularidad.Los Parques Nacionales están, en este sen-tido, sometidos a tensión por dos fuerzasopuestas, generadoras de un cierto carácter«esquizofrénico». Porque, desde su origencon Yellowstone en 1872, los Parques Na-cionales nacen bajo el mandato de equili-brar la salud ecológica de lo prístino con lapresencia humana para disfrutarlo. Nosiempre es fácil. En palabras de Ackerman(1989, p.40), relativas a los Estados Unidosde América, pero fácilmente extrapolables,«si parecemos habernos desviado de lasmetas de naturalidad y conservación de laintegridad biológica, es porque aún esta-mos desgarrados por las dos potentes yopuestas solicitudes del mandato del Servi-cio de Parques: usar, y aún así preservar».

Y en ese contexto, la intersección másdelicada entre conservar y divulgar rebasalo puramente tangible, para adentrarse, porla vía de lo singular e irrepetible, en el te-rreno de lo representativo, más aún, de losimbólico, e incluso, para algunos, de lo sa-grado. Éste, y no otro, es el auténtico alcan-ce de los valores trascendentes y de uso noconsumidor (en el sentido clásico que des-cribimos en Crespo de Nogueira, 2002 a;p.134-136) que debe ser capaz de asumir yponer de relieve el Turismo si desea haceruso de los Parques Nacionales. El turismoen Parques Nacionales goza de buena saludcuando entiende que necesita contribuir apreservar intacta, e incluso a restaurar, la«materia prima», mucho más poderosa quecualquier entramado complementario esta-blecido en torno a ella. Basta, para com-prenderlo, comparar el altísimo nivel de in-terés social (reflejo mediático incluido) y deuso promocional local que generan en un

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parque los reconocimientos de su esencia,como el hecho de ser incluido en la Lista deBienes del Patrimonio Mundial de UNES-CO (en la que hoy por hoy figuran tres Par-ques Nacionales españoles y sólo se prevéla próxima inclusión de un cuarto), en com-paración con los que producen las más co-nocidas certificaciones u homologacionesde niveles de calidad de los servicios deri-vados (en cuyos procesos, de uno u otromodo, están inmersos todos los Parques Na-cionales de la Red).

El desafío reside en dar cabida a tales in-quietudes en la respuesta práctica. Acertaren esto requiere empezar por una aquilata-da definición de los objetivos del Uso Pú-blico. Un lejano ejemplo concreto, el delParque Pumalín, en la remota selva litorallluviosa de la Patagonia chilena, ilustra ca-balmente nuestro modo de entender aquílas prioridades. A la entrada del centroprincipal (un edificio de madera plenamen-te integrado en el paisaje y en los usos lo-cales), un cartel también rústico reza tex-tual y únicamente: «Café Caleta Gonzalo.ABRIGO. INFORMACIÓN. COMIDA». Así desimple. Así de potente. Así de ajeno almensaje doctrinal. Así de acogedor. Si laclave ha de ser la satisfacción del visitante,de todo visitante o persona que llega, trasun viaje exigente, a un lugar que le es ex-traño, será preciso prestar a la acogida, fre-cuentemente olvidada o devaluada, la aten-ción que merece. Como hemos sugeridocon anterioridad (Crespo de Nogueira,2002a, p. 68) «el visitante de un espacionatural protegido puede buscar disfrute,divertimento, aprendizaje,… pero tambiénreunión de amistad, o vivencia fuera de loordinario».

Garantizar sensaciones de orientación,seguridad, familiaridad, comodidad y dota-ción genera entre el visitante recién llegadoy el parque una complicidad difícil de rom-per, que predispondrá al disfrute con talan-te conservacionista; y una receptividad so-bre la que podrán asentarse posteriores pro-cesos informativos e incluso, cuando hayalugar, interpretativos, esto es, explicativosde elementos y relaciones por vía más sen-sorial que intelectual. Acoger y responderde la forma más personalizada posible debeser la meta central del Uso Público en losParques Nacionales de España. El propioprimer Plan Director de la Red (OAPN,1999, p. 31), afirma que «la interpretaciónpersonalizada será la piedra angular delsistema interpretativo». En el intento deaproximarse a hacerlo posible algún día, loshechos han ido definiendo un modelo gené-rico de articulación del Uso Público quepresenta como componentes básicos losCentros de Visitantes (a veces denomina-dos, de forma mutiladora, centros de inter-pretación), los puntos de información, lossenderos, y las rutas o itinerarios.

Sobre combinaciones de estas clases deinfraestructuras e instalaciones (y medianteacumulación sucesiva y continuo reajuste,más que por planificación integral) se hanconstruido en los Parques Nacionales deEspaña ofertas que producen niveles consi-derados aceptables de satisfacción de lasexpectativas de diferentes tipos de usua-rios, pese a que son marcadamente hetero-géneas, tanto en sus planteamientos comoen sus aplicaciones. Hoy por hoy, explicary educar figuran también entre los princi-pales objetivos institucionales del Uso Pú-blico.

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III.3. Lagunas en un modelo

Pese a la actual imagen de solidez sisté-mica, en este aspecto «conjunto de Parques»no significó, durante mucho tiempo, «Redde Parques». Una vez superado el reto míni-mo de dotar a cada Parque Nacional de unCentro de Visitantes, no ha existido consen-so ni homogeneidad en torno a los posiblescriterios selectores (numéricos, demográfi-cos, de posición relativa, temáticos, biogeo-gráficos…, o combinación de varios) denuevos centros añadidos a cada sistema paracompletar su sentido conceptual y su funcio-namiento. ¿Un centro por municipio, por víade acceso, por especie o uso tradicional re-presentativos, por ecosistema? En su mo-mento, el apartado 3.3.f del mencionadoPlan Director de la Red de Parques Naciona-les (OAPN, 1999, p. 31) estableció cautelary simplemente que «Cada parque contarácon los centros de visitantes, la infraestruc-tura e instalaciones necesarias para organi-zar adecuadamente el Uso Público de talforma que se combine la mejor experienciapara el visitante con la máxima protecciónde los recursos. Se procurará su ubicación,siempre que sea posible, fuera del parque.»Puede afirmarse que, hasta la aparición en2001 del denominado «Programa Estrella»,instrumento de dotación, priorización yequilibrio de los grandes proyectos de laRed, cada Parque Nacional procuró, en bue-na lid administrativa con sus congéneres enun contexto de restricción presupuestaria,establecer y garantizar, por separado, el ni-vel y forma de contacto entre visitantes y te-rritorio que ha estimado como más adecuadopara hacer compatibles la preservación delos valores naturales, la atención a la deman-da social, y la emisión del mensaje propio.

Sin perjuicio de ello, han ido acumulán-dose en el tiempo algunas coincidencias decriterio y directrices institucionales que hanconstituido un embrión de «doctrina»; unpunto de partida para el efectivo estableci-miento de una estrategia de Red. La tenden-cia común es a la concentración de esfuer-zos con el máximo beneficio para el usua-rio. A modo de «retrato robot», y sinperjuicio de llamativas (y transitorias) ex-cepciones (caso del Parque Nacional Marí-timo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Ga-licia, el de más reciente incorporación a laRed), digamos que centros principales rela-tivamente grandes y de vanguardia tecnoló-gica, situados en la periferia inmediata delParque Nacional por los accesos más fre-cuentados, se complementan con una hete-rogénea gama de infraestructuras menoresque responden, en cada caso, a las necesi-dades más específicas, incluidas algunasconceptualmente periféricas respecto delUso Público (observatorios, puntos de in-formación, refugios, casas de voluntariado,instalaciones temáticas...).

Distinto es el problema de la relaciónentre la profusión de infraestructuras delsistema y la recepción del mensaje quetransmiten. Como ya hemos postulado conanterioridad (Crespo de Nogueira, 2002b,pp. 13-14), parece razonable suponer quelos principales requerimientos que recaensobre un Parque Nacional en materia deUso Público son los que se derivan de lasexpectativas que genera su propia condi-ción; su «obligación» de proporcionar unaoferta cualitativamente distinta, especial,«mejor» que la asociada a cualquier otra ca-tegoría o forma de espacio natural protegi-do. Y ello ha de tener, lógicamente, mayor

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reflejo en los aspectos verdaderamente dife-renciadores; los independientes de tecnolo-gías o elaboraciones, los más directamentevinculados al medio natural en sí. A una ex-posición interpretativa de alta calidad puedeaccederse con relativa facilidad en ámbitosajenos a los Parques Nacionales. En cam-bio, la experiencia personal de percibir contodos los sentidos un paisaje extraordinario,único, sobrecogedor, tiene bastante menoscompetencia. El citado Plan Director de laRed de Parques Nacionales (no afectado enlas cuestiones de carácter básico por la STC194/04) establece textualmente (OAPN,op.cit, 1999, p.30) que «Se dará prioridady se fomentarán las actividades de paseo ycontemplación. Se ofrecerán para ello áreasdonde poder apreciar la soledad y la inte-gridad del ambiente natural…». Será en-tonces tarea importante de los Sistemas deUso Público de los Parques Nacionales laexploración y diversificación de las formasde facilitar al visitante, por ejemplo, los bie-nes y valores de carácter inmaterial, tras-cendente si se quiere, que sólo en espacioscomo ellos pueden hoy residir. En conse-cuencia, aparece como necesitado de impul-so, en una Red de Parques Nacionales pro-pensa a dar «fáciles» respuestas infraestruc-turales a demandas crecientes, un enfoquesegún el cual la interpretación, y en especialla interpretación en centros, no soporte lamayor parte del peso de la experiencia devisita, sino que actúe sólo en primer térmi-no, en calidad de llave de acceso, de «pre-paración» del visitante.

Sin duda la demanda de conocimiento«técnico», y seguramente también determi-nadas expectativas de ocio, pueden satisfa-cerse en gran medida con planteamientos

instrumentales del Uso Público, en los quela interpretación con destacado apoyo tec-nológico se convierte en el «plato fuerte»del sistema. Quizá incluso pueda lograrsepor esta vía un efímero compromiso «mili-tante», y de apoyo a la gestión conservacio-nista, vinculado a una momentánea compli-cidad. Pero algo tan elemental como el pla-cer estético de la inmersión en el medioescapa en gran medida, precisamente porvinculación con las zonas menos humaniza-das, a las posibilidades de oferta de esta cla-se de enfoques, débiles por tanto a la horade construir la diferencia cualitativa inhe-rente a los Parques Nacionales. Ello resultatodavía más evidente si se tienen en consi-deración las demandas de los tipos de bie-nes y valores más ligados al ecoturismo«duro», las cuales, o bien rebasan el alcan-ce de lo que puede ofrecer la interpretación,o bien resultan independientes de ella. Losacercamientos a los paisajes de un ParqueNacional en busca de efectos terapéuticos, ode solitud, trascendencia, autoconocimien-to, espiritualidad, o cualquier otra forma deprogreso personal constituyen ejemplos tanhalagadores y estimulantes de lo que unaparte de la sociedad espera de los ParquesNacionales, que no pueden sino tener un pa-pel relevante en la definición y diseño de laoferta de estos espacios a la comunidad.

III.4. El dilema de las capacidadesde acogida

Conduce todo ello, en este singular mo-mento de transferencia gestora que vivenlos Parques Nacionales, a la necesidad dereflexionar acerca de las ideas directricesdel Uso Público en la Red, y de su traduc-

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ción en un modelo determinado de presen-cia sobre el territorio, que resulte coherentecon la minimización de infraestructuras quepostula la Conservación moderna. No pare-ce descabellado fiar el perfil del retrato a lainfluencia del valor más destacado e incon-testable de todo el sistema de Parques Na-cionales: la singularidad. Nos encontramosante la necesidad urgente de hacer valer contodas las consecuencias el significado de lasingularidad en la concepción y diseño delos sistemas de uso Público de los ParquesNacionales. Por parte de la ciudadanía, setrata de asumir la idea de que visitar un Par-que Nacional es acceder a un lugar tan es-pecial como puede serlo un famoso museo,un importante enclave arqueológico, o unmonumento mítico. Un lugar cuyos valoresintrínseco y de existencia superan al con-junto de los restantes bienes y servicios queproporciona, y con el cual, en consecuencia,procede establecer una relación de respeto ymodestia. Un lugar al que conviene prepa-rarse a conciencia para ir, porque se irá po-cas veces en la vida. Un lugar tan irrepeti-ble que para algunos se torna sagrado. Ypor parte de la Red de Parques Nacionales,es preciso asumir que no se trata de procu-rar un incremento continuo e indefinido delnúmero de visitantes, sino del trabajo indi-recto de garantizar excelencia permanentepara maximizar la «audiencia», la cantidadde simpatizantes y, en consecuencia, de«militantes de la Conservación». Propugna-mos un concepto de Uso Público cada vezmás riguroso, a la vez que menos dirigistapor la vía de la interpretación. Un Uso Pú-blico que resulte selectivo en virtud de suoferta natural, en comparación con las de-más. Se trata de distribuir en tiempo y espa-cio un conjunto de actividades y procesos

(y en consecuencia, de instalaciones) quehan de servir como herramienta indirecta deconservación de los núcleos inalterados entorno a los cuales se organizan territoriosmucho más amplios cuyo futuro sostenibledepende de dicha conservación.

En este sentido, el primer reto surge altomar conciencia de que el reflejo territo-rial e infraestructural de un Sistema de UsoPúblico forma inevitablemente parte de unmensaje emitido por el propio Parque Na-cional; más aún, por la Red de Parques Na-cionales. Procede entonces preguntarse:¿Debe la Red de Parques Nacionales de Es-paña transmitir intencionada y explícita-mente algún mensaje, en el más amplio sen-tido del término, que vaya más allá de la sa-tisfacción, difícil de igualar, y de laconsiguiente complicidad social en el es-fuerzo de preservación, generadas por laalta calidad de la «materia prima» y de losapoyos materiales que se ofrecen para dis-frutarla? O, dicho en términos más radica-les, ¿algún mensaje más allá del énfasis enel propio nivel de calidad de la Conserva-ción que se practica? Nos inclinamos a pen-sar que no; que la etapa histórica en la queel dirigismo hacia determinadas actitudesera poco menos que sinónimo de supervi-vencia quedó atrás; que ya no debe habermiedo a competir abiertamente en la plazaglobal las ideas; y que interpretar sólo im-plica emitir opinión en tanto en cuanto elenfoque y los temas priorizados respondena una forma concreta de entender el papelde las personas en la Naturaleza. Sin perjui-cio de ello, un componente importante de loque entendemos por «alta calidad de losapoyos materiales» es, precisamente, su ca-pacidad para ejercer una suerte de interpre-

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tación sutil, acerca de esa, «nuestra» mane-ra de entender la relación entre la gente y elmedio natural, por la vía del propio modelode implantación y funcionamiento. La ubi-cación y distribución espacial de las infra-estructuras, la minimización de su número yvolumen, el énfasis en su carácter periféri-co, disuasorio, y concentrador de funciones(interpretación, concesionarios de servicios,logística, representación comarcal, etc.),sus respetuosas (pero no pacatas) relacionescon el paisaje, y su propia capacidad de ar-ticular el territorio en que se integran, y decatalizar los flujos humanos en el mismoserán los mejores exponentes de lo quequieren y tienen que decir los Parques Na-cionales.

A partir de estas premisas, y tal vez ha-ciendo entrar en juego formas de zonifica-ción más flexibles y variadas que el clásicoesquema de cuatro tipos en función exclusi-va de la agresividad del Uso Público (zonasde reserva, uso restringido, uso moderado, yuso especial), puede generarse un debateactualizador del concepto de capacidad deacogida. Hasta el momento, los métodos dedeterminación más usuales se han concen-trado en las capacidades física y de servi-cios, con algunas concesiones a la calidadde la visita, a través de la llamada capacidadperceptual, y escasa atención a la capacidadecológica, más allá de establecer restriccio-nes absolutas de acceso a las zonas declara-das como reserva. Entendemos que se tratade procurar que crezca el peso del factorsingularidad, incorporando otros factoreshasta ahora ausentes, representativos sobretodo de los valores inmateriales del lugar,con una visión menos antropocéntrica, ca-paz de ponerse, al menos en parte, «en la

piel del territorio», de tomar en considera-ción algunas de sus «necesidades». Un pri-mer avance en este sentido lo constituye elmétodo MASTEC (Multiple Attribute Sco-ring Test for Capacity) de determinación dela capacidad de acogida en Parques Nacio-nales. Su propuesta básica (Prato, 2001)consiste en superar, por integración, los mé-todos clásicos LAC y VIM, estimadores deimpactos aceptables para el gestor, yVERP, que tiene en cuenta los tipos de visi-tantes en función de la clase de experienciaque demandan. MASTEC permite determi-nar (en términos de probabilidades defini-das por juicio experto) si el estado actual delos ecosistemas cumple o no, y hasta quépunto, con los estándares de capacidad eco-lógica y social preestablecidos y, en caso deincumplimiento, utiliza una evaluación deatributo múltiple para identificar la accióngestora más apropiada para subsanarlo. Laclave del avance reside en que las variablesentrelazadas incluyen estimaciones de ladegradación de los hábitats y su viabilidadpara la pervivencia de especies amenaza-das, junto con el grado de congestión de ca-minantes en los senderos remotos, y lostiempos de espera para los transportes mo-torizados en las zonas de uso intensivo delparque. Además, el método permite la in-clusión de variables de interés específico encada caso.

En esa línea, cabe asociar el concepto de«capacidad de acogida» con un intervalo deequilibrio estable entre la integridad fisioló-gica del territorio y la presencia humana sa-tisfactoria en el mismo. Y entendemos quela aplicación de este enfoque en términos demáxima satisfacción y mínimo impacto(persistencia inalterada del elemento o pro-

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ceso más frágil del paisaje, incluida, porejemplo, la duración del silencio) requiereun aumento notable de diversidad y detalleen el análisis de las mermas de integridad.Es probable que estemos midiendo con granprecisión, pero con poca exactitud. A un lu-gar también se lo hiere de modo irreversiblecuando, por exceso de contacto, se le cam-bia el carácter, la esencia, la identidad eco-lógica traducida en identidad percibida. Espreciso, entonces, abordar esos sutiles y es-quivos objetos de impacto, nunca suficiente-mente valorados, con el argumento frecuen-te de la excesiva longitud de los plazos deobservación. En las estimaciones cuantitati-vas de la capacidad de acogida, pueden y de-ben ser objeto de modelización predictiva,baremo, y medida, aspectos tales como elestado de la diversidad taxonómica y sisté-mica, su tendencia evolutiva, el vigor de lasfunciones ecotonales y gradientes, o las va-riaciones en fenología y ciclos, por parte delterritorio; así como el «potencial de trascen-dencia», y las ofertas de solitud y de silen-cio, desde el lado de la demanda humana.Todo ello, antes de instalarnos en situacio-nes de acostumbramiento a la masificación,que puedan llegar a contaminar los criteriosde definición y aceptación de modelos de vi-sita. Ponerlo en práctica hoy, en los ParquesNacionales de España, incluye el reto añadi-do de la variedad de enfoques y procedi-mientos de las distintas Comunidades Autó-nomas.

IV. LA RED, O EL RETO DEEQUIPARAR EXCEPCIONES

La Red de Parques Nacionales de Espa-ña alberga y ofrece «lo mejor» en dunas

móviles, humedales, selva atlántica, montemediterráneo, alta montaña, acantilados ymares litorales, archipiélagos, y fenómenosvolcánicos. Los más diversos sistemas ypaisajes naturales. La mayor variedad de es-pecies endémicas y amenazadas. Y ahora,también, una amplia gama de modelos degestión directa, tantos como administracio-nes regionales entran a hacerse cargo.¿Cómo entonces perseverar en la unidad,ante el Turismo por ejemplo? ¿Dónde hallarun denominador común? Sostenemos quees la idea recién descrita de capacidad deacogida, y, por extensión, la concepción delUso Público y de la respuesta al Turismoque la sustenta, la que procede trasladar,como marca de alta calidad homogénea, a la«nueva» Red de Parques Nacionales.

En su adaptación y funcionamiento ope-rarán fuerzas opuestas. Por una parte, esprevisible, a la vista de los marcos presu-puestarios en que se desenvuelven las con-sejerías de Medio Ambiente y afines, que sedejen notar las circunstancias financieras.Piénsese, por ejemplo, que en ComunidadesAutónomas como Galicia o Castilla-LaMancha, el presupuesto anual de inversiónde los Parques Nacionales, aportado hastaahora por la Administración General delEstado, ha venido siendo un orden de mag-nitud mayor que el del resto de los espaciosprotegidos de la región. El modelo que aho-ra termina ya incluye el cobro de tarifas porlos servicios más especializados o comple-jos, desempeñados por empresas en régi-men de concesión administrativa. Pero convistas al futuro inmediato, ya ha comenzadoa cuestionarse técnicamente por algunosgobiernos regionales la gratuidad absoluta(aun si es fiscalmente compensada) de los

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servicios básicos (es decir, del contacto yconocimiento mínimos de los ciudadanoscon los Parques Nacionales). Los accesos alas fracciones más específicas o sofisticadasde lo hasta ahora gratuito (acuarios, proyec-ciones de alta tecnología y escaso aforo,senderos temáticos guiados por especialis-tas…) son candidatos claros a la autofinan-ciación, al menos parcial. El equilibrio deesta tensión bien puede residir en otra con-secuencia intrínseca del mismo proceso detransferencia a la jurisdicción regional: lainevitable integración de los sistemas deUso Público de los Parques Nacionalescomo subconjuntos de ofertas más disper-sas y variadas de ocio en la Naturaleza, quearticulan territorios más extensos y suscep-tibles de absorber el grueso de las infraes-tructuras.

En el presente contexto internacional,marcado por las directrices del CongresoMundial de Durban para los espacios prote-gidos (que abogan por un incremento de lapermeabilidad, la vinculación con el paisajecircundante y la conectividad ecológica ysocial), los Parques Nacionales deben sercapaces de atender a ello, y a la vez salva-guardar su singularidad, preservar su carác-ter de núcleo prístino e inalterado. La am-pliación del ámbito territorial de actuacióngestora de una misma Administración re-presenta una oportunidad para ello. Una re-gión o comarca que se articule, por ejemplo,de acuerdo a un gradiente concéntrico, entorno a un Parque Nacional como núcleo, yen la que se establezca una serie de otras fi-guras o categorías de protección yuxtapues-tas o conectadas, podrá ser objeto de un tra-tamiento global del Uso Público, medianteun modelo en el que colaboren actores pú-

blicos y privados; que ordene su presenciamaterial sobre el territorio, y que tienda aconstruir una oferta integral, de servicioscombinados. Un modelo que respete los ob-jetivos de manejo de cada zona (en especiallos relacionados con la Capacidad de Aco-gida, en la versión más ecocéntrica pro-puesta); y en el que cada actor aporte, a par-tir de su ubicación geográfica y funcional,las modalidades, infraestructuras, instala-ciones, contenidos y ritmos coherentes conella, en un abanico que se extienda desde elecoturismo riguroso de mínima huella en si-tuaciones de alta sensibilidad, hasta los cen-tros de visitantes de afluencia intensiva, decorte sucedáneo y disuasorio, en las zonasfuertemente humanizadas. Un reto añadidoen este camino integrador es la complejapero ineludible aplicación progresiva de es-quemas de esta clase al ámbito marino, apartir de apoyos en el medio litoral e insu-lar.

Junto a los presupuestos públicos, pue-den así entrar en juego canales de financia-ción como la recaudación propia, el pagopor servicios, la recepción de donaciones, oel cobro de tasas por las obras ejecutadas enel área de influencia del Parque Nacionalque estén sometidas, por su envergadura oriesgo, a evaluación de impacto ambiental.En el capítulo de los ingresos propios, laidea directriz puede ser la de diversificar lastarifas con variantes casuísticas, coyuntura-les, flexibles, y atractivas; manejando siem-pre la tarifa como aportación del Turismo ala Conservación. En los núcleos en queexista financiación pública consolidada,será entonces deseable mantener la diferen-cia entre servicios que se consideren bási-cos, por garantizar un mínimo nivel general

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de contacto con el área, y que podrán per-manecer bajo gestión de la Administración,y con carácter gratuito para el usuario; yservicios considerados complementarios,susceptibles de concesión empresarial, ypor tanto sujetos a tarifa. En todo caso, elacelerado ritmo de «tercerización» suponela mayor implicación de las empresas conlos espacios protegidos, a través de la cre-ciente responsabilidad ambiental y socialcorporativa. Las empresas cierran así elcírculo que confirma al Turismo como he-rramienta de la Conservación.

De uno u otro modo, las ComunidadesAutónomas irán integrando los Sistemas deUso Público de los Parques Nacionales enlos entramados de su oferta regional de tu-rismo y ocio en la Naturaleza. En conse-cuencia, el sello de identidad, marca de cla-se de la Red de Parques Nacionales, en unaEspaña fuertemente descentralizada, será amedio plazo la certeza de contar con estruc-turas de Uso Público «concéntricas», riguro-samente afines al significado de cada cate-goría de protección, a la vez que partícipesdel entramado bio-regional. El mayor pesode la atención personalizada que de esto sederiva deberá ser correspondido en términosde dotación y capacitación de recursos hu-manos. El reconocimiento jurídico y acadé-mico de la profesión de guía-intérprete deespacios naturales protegidos se convierte,por tanto en una obligación social.

V. CONCLUSIÓN

Nos hallamos en un punto de encuentroentre clases cambiantes de oferta y de de-manda en el Turismo vinculado a los Par-

ques Nacionales. Confluyen en el momentoactual varios procesos: el incremento soste-nido de esa demanda, su diversificación,y una cierta confusión acerca de la ofertadiferencial; además de cambios institucio-nales y administrativos de no muy clarapercepción ciudadana. A ello se añaden no-vedades importantes en las referenciasmundiales, con tendencia a una mayor aper-tura de los espacios naturales protegidos engeneral, que ha de hacerse compatible conel rigor en la preservación intacta de los nú-cleos del territorio en que se convierten losParques Nacionales.

El desafío reside en resolver esa tensióncon un equilibrio capaz de salvaguardar laesencia, a veces también revisada, de los es-pacios emblemáticos del Estado. La solu-ción natural parece hallarse, precisamente,en la diferencia entre los Parques Naciona-les y los demás espacios naturales protegi-dos; en la singularidad. El Turismo en laRed de Parques Nacionales de España al-canzará la excelencia si apuesta por respetary poner en valor la singularidad; en especialla que procede de los valores inmateriales ytrascendentes. La Red de Parques Naciona-les proporciona el elemento de mayor lon-gitud de miras y más alta calidad material ytécnica al Turismo de Naturaleza en Espa-ña. Sostenerlo en el tiempo significa respe-tar su discurso conceptual y sus límites deacogida.

Más allá de los volcanes, el Teide ofrecesus imbatibles cielos a nuestra inspiración.Garajonay evoca las eras ancestrales de lavida. Timanfaya nos remite a los orígenesdel mundo. La Caldera de Taburiente nosinquiere sobre la violencia rejuvenecedora

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del fuego. A cada paso, Ordesa y el MontePerdido nos recuerdan nuestra extraordina-ria pequeñez. Los Picos de Europa ejempli-fican nuestra simbiosis en modestia con laNaturaleza. Las Islas Atlánticas de Galicianos llevan más allá de los pequeños finiste-rres cotidianos. El horizonte de Cabañerosnos ilumina con esencias africanas, con in-tenciones de armonía y solidaridad. La me-moria de la Mancha húmeda pervive en lasTablas de Daimiel. Doñana es historia vivade la Conservación europea y mundial. Sie-rra Nevada nos guía por la senda de la rare-za científica hacia el mundo liviano de lascumbres. El Archipiélago de Cabrera nosobsequia la síntesis de trasiego humano yecología dulce que constituye el ser medite-rráneo. Aigüestortes i Estany de Sant Mau-rici es nada menos que el más yellowstonia-no de nuestros Parques Nacionales. Con él,con todos, la Red responde al Turismo ha-ciendo valer el mensaje de Durban: Bienve-nido como instrumento de la Conservación.Bienvenida su disposición a usar y promo-ver los valores singulares. Gracias.

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