01 - Latomia Diciembre 2010

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LAJOYADELPASADOMAESTRO MASONERIAEILUSTRACIONENESPAÑA ELTEMPLOINTERIOR NUMERO1-DICIEMBRE2010

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LAJOYADELPASADOMAESTRO MASONERIAEILUSTRACIONENESPAÑA ELTEMPLOINTERIOR NUMERO1-DICIEMBRE2010

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LAJOYADELPASADOMAESTRO

MASONERIAEILUSTRACIONENESPAÑA

ELTEMPLOINTERIOR

NUMERO1-DICIEMBRE2010

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LAJOYADELPASADOMAESTRO..................................3

MASONERIAEILUSTRACIONENESPAÑA.......................6

JUSTICIAYRESPUBLICA.................................................22

LAPRESENCIADELOSCUATROSANTOSCORONADOSENCATALUÑAY MALLORCA.............11

LAPIEDRACÚBICAAPUNTADA....................................40

SUMARIO

ARABESYJUDIOSENLAMASONERIAISRAELI...........33

LOINICIATICO....................................................................26

ELTEMPLOINTERIOR.......................................................44

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XIV.

La Joya del Pasado maestro en Escocia consiste en la Es-cuadra, el Compás, y un Ar-co de Círculo. En Irlanda es la Escuadra y el Compás con la letra “G” en el centro. En Inglaterra, desde hace 85 años al menos, ha sido la Es-cuadra con la 47 Proposición de Euclides pendiente dentro de ella.

Un poeta irlandés escribió:

La Francmasonería en sí mis-ma puede ser contemplada co-mo una unidad ejemplar sin uniformidad; así que no se de-be suponer que por haber dife-rencias hay algo exclusiva-mente inglés, irlandés, o escocés, acerca de la Joya del Pasado Maestro en cada caso. Todos son hermosos es-labones en la continuación de la cadena de unión desde la Masonería Operativa a la Es-peculativa; todos nos recuer-dan que el Maestro de una Lo-gia operativa realizó sus planes por esa rama de la ciencia a la cual damos el nombre general de "Geo-metría", y que está representa-

da en Irlanda por la Joya, la letra "G", que junto con la Proposición 47 estaban en uso tanto en Inglaterra como en Irlanda probablemente an-tes de 1723. Si hacemos una comparación de todo ello, en mi opinión, debería convenir que la "G", principalmente al menos, fundamentando la Geometría, es la base de to-do el trabajo Masónico Opera-tivo, incluyendo la 47 Propo-sición, con la que estoy en todo punto de acuerdo.La Escuadra es presentada al Aprendiz entrado como una

de las Tres Grandes Luces de la Francmasonería, al Compañero como una de las herramientas de su grado. Es también una de las Joyas de la Logia, y la Joya distintiva del Maestro de la Logia. Es

probablemente la herramien-ta más importante de un masón, ya sea Operativo o Especulativo, porque conec-ta y más o menos incluye el Nivel y la Plomada, y es la única herramienta por la cual la Piedra bruta puede ser pre-parada y probada. Y a menos que los sillares sean perfec-tos el edificio no se puede construir con ninguna sabi-duría trazada, con fuerza, o con belleza. Se utiliza para dar forma a lo grosero y pro-bar la masa perfecta, por lo tanto es primordial que un

instrumento del cual tanto depende esté en sí mismo perfectamente correcto.Es esta última considera-ción especialmente la que justifica que la Proposición 47º sea tan apropiada como

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emblema del P.M.

El oficial emplea la Escua-dra para dar formar a la ruda masa; el Maestro para probar la obra; ¿pero cuales de sus deberes nos lleva a conside-rar que esta herramienta tan importante está en sí misma correcta? La persona más con-veniente parecería ser el Pasa-do Maestro. Él, habiendo pa-sado a través de las etapas de su uso, y probándola con és-tas, debería ser el más cons-ciente de la necesidad de que esté siendo usada correcta-mente. ¿Pero de qué modo puede asegurar la corrección de la Escuadra? ¿Cómo pue-de asegurarse de que el ángu-lo entre los dos lados de la es-cuadra llegue a ser verda- deramente correcto o un ángu-lo recto?

Hay muchas maneras conoci-das para la ciencia moderna por el que esto puede ser reali-zado, pero el más antiguo, y quizás el más simple, es por medio de la Proposición 47º del primer libro de Euclides. Por lo tanto el Pasado Maes-tro, cuyo principal deber, en-tre otros, es probar las he-rramientas al haber llegado a una habilidad completa en Francmasonería, la usa como parte de su Joya distintiva. El término de Pasado Maes-tro es entonces habitualmen-te usado para describir a to-do aquel que esté en pose- sión del conocimiento espe-cial en un apartado en par-ticular.Esta Proposición es conoci-da ciertamente desde hace veinticuatro siglos, y proba-

blemente desde hace mucho más, y por ella podemos pro-bar que en un triángulo, uno de cuyos ángulos es un ángu-lo recto, el cuadrado del lado opuesto al ángulo recto es igual al cuadrado de ambos la-dos que contienen el ángulo recto. Se sigue entonces que si hacemos cualquier triángu-lo en el cual el cuadrado de un lado sea igual a ambos cua-drados de los otros lados, en-

tonces el ángulo opuesto a ese lado debe ser un auténti-co ángulo recto; el ángulo de una Escuadra correcta.

En el libro inglés de las Cons-tituciones de 1723 esta Propo-sición aparece en el Frontispi-cio, y fue denominada como, “la asombrosa Proposición so-bre la cual está el fundamen-to de toda la Masonería”.

El diagrama mostrado lo re-presenta según lo utilizado por los masones ingleses des-de hace casi 100 años; se verá que para conseguir un ángulo recto correcto sola-mente es necesario hacer un triángulo cuyos lados estén en la proporción 3-4-5.

Con respecto a esto es de gran interés saber que hoy en

día el estándar y el símbolo de la perfección de los maso-nes especulativos es la escua-dra, este triángulo en ángulo recto, que es prácticamente idéntico a como era con los egipcios hace varios miles de años el estándar y el sím-bolo de la perfección; y al que hicieron también la base de todas sus medidas. Veían en ella el símbolo de la Natu-raleza Universal; siendo el la-

do 4, Osiris, el principio mas-culino; el 3, Isis, el principio femenino; y el 5, Horus, el hijo, el producto de estos dos principios. Dijeron entonces que el 3 era el primer núme-ro impar perfecto, que el 4 era el cuadrado de 2 y el pri-mer número par, y 5 era el re-sultado de 3 y 2.

En Francmasonería la Escua-dra es el símbolo de la per-fección moral. Es el deber del Maestro aplicar la Escua-dra perfecta de la rectitud y la verdad al trabajo de los obreros; pero la responsabili-dad más alta y más grande se basa sobre el Pasado Maes-tro, precisando, y ejemplifi-cando en él mismo como es la Rectitud en sí misma, y cual es la Verdad, contestan-do a la pregunta de Pilatos:

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“¿cuál es verdad?” La verdadera Masonería Es-peculativa enseña al hombre, por la aplicación industriosa de los principios de la Verdad Eterna y de la Rectitud al ma-terial intagible de la humani-dad, a formar sus pensamien-tos y acciones para erigir de él un edificio espiritual, una fundación estable, con propó-sito inteligente, y admirable de contemplar.

El Pasado Maestro represen-ta a quién ha erigido tal edifi-cio; pero lo que ha hecho le sitúa bajo la responsabilidad de que aquellos que están tra-bajando para el mismo fin no transgredan, por precepto y ejemplo, a través de lo que ellos quieren aportar, princi-pios que han sido puestos a prueba y reconocidos como absolutamente verdaderos y correctos.

Podría decirse, ¿por qué en-tonces ser un Pasado Maes-tro e incurrir en toda esta res-ponsabilidad? Es a lo que uno ha llegado a la vida Ma-sónica, siendo simbólico de qué hombre nace llegar a ser un Francmasón o no.

No hay hombre que coma más o menos del árbol del co-nocimiento del bien y del mal, y no incurra en la res-ponsabilidad aparejada a ello. Ningún hombre puede esca-par de ser no sólo el guar-dián de su hermano sino su igual, además de la responsa-bilidad mayor de ser el guar-dián de los que son princi-piantes y aprendices; pues de como sean influenciados

para bien o para mal, afec-tará hasta la tercera o cuarta generación. Podríamos pre-guntarnos, ¿cómo es que a pe-sar de que en Masonería y en la vida todo el desgaste y las responsabilidades que pa-recen afectar a los obreros de los diferentes grados, y a los supervisores del trabajo, es el Pasado Maestro que ha sido elevado a través de to-dos los grados, y que parece ha ganado la calma de unas tranquilas aguas, libre de las ansiedades, problemas, quien asume la responsabilidad más grande de todos?

La respuesta, que es realmen-te profunda, es que mientras que él era un principiante su trabajo fue continuamente ob-servado y tenido en cuenta, y era responsable de ello an-te aquellos que estaban so-bre él y asimismo libres del error; pero eso ahora, como Pa-sado Maestro, tanto para su propia obra como para velar por la corrección de las re-glas que suministra a los prin-cipiantes, es responsable, no ante los masones o los hom-bres, sino ante el Gran Arqui-tecto, el Gran Geómetra, Dios del universo. Puedo traerles dos casos don-de la Escuadra es tratada de una manera simbólica, mu-cho antes de que la Maso-nería Especulativa existiera; especialmente como suges-tiones fueron singularmente próximas a nosotros. Guiller-mo de Guileville, que nació en 1295 y murió en 1360, es-cribió un libro llamado el “Pe-regrinaje del Hombre” en el cual, en una imaginativa “últi-

ma voluntad” de Jesucristo, una cláusula contiene un le-gado a la humanidad de “Pax triple,” simbolizado por P.A.X. dispuesto sobre la principal de una de las ra-mas de una cruz latina, la cual forma un ángulo recto, como indicación del deber in-condicional del hombre: su amor a Dios y a su vecino. De esta manera, A. represen-ta el Anima, el alma; X. Kris-tos, Cristo, finalmente conec-tado con el alma por el amor, pero directamente en la cuerda de plomada y so-bre ella como superior; P. Proximus, prójimo, apropia-damente en el mismo nivel, y también conectado firme-mente por el amor, pero no tan cerca como X., Cristo, según lo indicado por el palo más largo de la cruz.2

El otro caso salió a luz cuan-do, en la reconstrucción del puente del Baal, cerca de Li-merick, una escuadra de co-bre fue encontrada, inscrita con la fecha 1517, y con es-tas palabras:

Éste era el sentimiento de un masón puramente operativo, y sigue siendo un sentimien-to ajustado para un Especulati-vo 400 años más tarde.

1. Ver el documento exhaustivo sobre

“El gran símbolo,” por Bro. S.T. Klein,

A.Q.C. X., p. 82 y sig.

2. Ver W.H. Rylands, “Simbolismo de

la Escuadra,” A.Q.C. XIII., p. 28

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En España y su antiguo Imperio siempre se han vis-to vinculados los valores ilus-trados a la aparición de la masonería y en especial los del liberalismo, la demo-cracia, los derechos huma-nos e incluso la República y hasta el anticlericalismo. To-davía hoy es fácil ver en los periódicos nacionales refe-rencias a la actualidad en las que se esgrimen hipótesis sobre la actuación de ciertos políticos de los que deducen que son masones en función de esos arquetipos históri-cos, pero ¿son realmente ciertos?, ¿siempre son así?

En el siglo XVIII, España era un viejo Imperio sin industria y apenas tenía burguesía, siendo la nobleza la clase fundamental junto con el clero. Sin embargo, fue uno de los primeros países en que hubo logias simbólicas fuera de las islas británicas, y la fundación de logias vino de la manos inglesas primero, gracias al Duque de Wharton, en 1728, y más tarde sería nutrida sobre todo por la línea francesa, especialmente con la invasión de las tropas napoleónicas. Pero el núme-ro de masones fue exiguo. La Ilustración, no sólo en lo político, sino en conjunto, no fue un movimiento de pensamiento que penetrara hondamente en la sociedad

española. Se puede decir que España fue un país apenas ilustrado, como lo demuestra la poca literatura ilustrada y su mediana relevancia, por comparación a otras épocas anteriores como el Siglo de Oro o incluso posteriores co-mo el Romanticismo, la ca-rencia de grandes autores de ese periodo y la brevedad de ese estilo, para pasar, por así decirlo, casi directamente del Barroco al Romanticismo. Esto mismo sucede a la par

que en la poesía o en la narrativa y el teatro, en la música y en la arquitectura. Se diría que España ha permanecido como país premoderno para saltar, casi de golpe, al Romanticismo y luego a la post-modernidad, pues se está de vuelta de una Modernidad a la que apenas se fue, ahorrándose parte del camino. La filosofía del racio-

nalismo, de libertad de la conciencia, del empirismo o del desarrollo de nuevos sis-temas de pensamiento no era fácilmente asumible por una mentalidad más propicia a pensar mediante aforismos, literatura y mitos, aunque no por ello dejara de ser un pensar hondo.

Sin duda alguna, como relatan casi todos los histo-riadores, la escasa penetra-ción de la masonería y de la

Ilustración en España se debió a la fuerte implan-tación de una unión muy só-lida entre trono y altar, donde la Inquisición siguió ejerciendo una fuerte presen-cia, con varios y sonados procesos contra los maso-nes: la censura de obras y persecución de lo que, sobre todo después de la Revo-lución Francesa, venía del

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norte de Europa. El reinado del Carlos III, que fue con-siderado un prototipo del des-potismo ilustrado no es el propio de un masón, como algunos han querido ver, pues prohibió la francma-sonería ya reinando en Nápo-

les y luego haría lo mismo en España, con su hijo. Al-gunos autores comentan que hubo un cierto auge en la masonería española con el paso por el país de Giuseppe Balsamo, conde de Caglios-tro, el Gran Cophto, ocul-tista, aventurero y embau-cador. Si hubo una época propicia fue aquella de dos grandes ministros el Conde de Aranda, ilustrado conside-rado por muchos como ma-són y padre del Supremo Consejo en España, y Godoy, el Príncipe de la Paz, espe-cialmente abiertos a todo lo que venía de Francia. Pero con la Revolución Francesa, el rey Carlos IV hizo que el Imperio se cerrase a todo lo ilustrado. Por otro lado, siem-pre estaba la sospecha de que entrasen los peligros de la Reforma Protestante camu-flada en nuevos pensamien-

tos heréticos. España adoptó una actitud defensiva ante lo que venía de otros países de Europa, en especial los que habían tenido en su seno la implantación de reformas pro-testantes o de otra índole. Esto no impidió, sin em-bargo, que los grandes autores ilustrados, especial-mente los franceses como Montesquieu, Rousseau, Vol-taire y Condillac, así como la Enciclopedia, se divul-garan secretamente en una escogida parte de las clases altas.

El desarrollo de la franc-masonería en España fue así muy inferior al que hubo en otros países de nuestro entorno. Se calculan tan sólo unas decenas de logias y difícilmente se cree la denun-cia de un espía de la Inqui-sición en la que contaba hasta noventa. Sin duda, también influyó en su poco desarrollo la proclamación de las condenas papales, es-pecialmente con la Restau-ración que llegó después de la invasión napoleónica. Sin embargo, muchos de sus miembros fueron de elevado rango social e intelectual y muy influyentes. Con Napo-león entró el Gran Oriente de Francia creándose nuevas logias bonapartistas y exten-diéndose el rito escocés y el Supremo Consejo. El herma-no de Napoleón, José Bona-parte, considerado como usur-pador, era el Gran Maestre de la Orden, como luego sería también masón otro rey de España también consi-derado extranjero, Amadeo I

de Saboya.

En general, la Ilustración en España fue de tipo cristiano en casi todos sus más desta-cados miembros y además vinculada al catolicismo. De hecho, no pocos fueron cléri-gos, como, entre los más destacados, el jesuita José Francisco Isla, el benedic-tino Benito Jerónimo Feijoo o el sacerdote José María Blanco, quien cambió su ape-llido al emigrar a Inglaterra y hacerse anglicano: White.

Éstos ejercían la labor pro-pia de la Ilustración, la búsqueda de una coexis-tencia entre fe y razón, la crítica de las supersticiones, la falta de cultura y la renovación de la sociedad buscando su progreso, la libertad y la igualdad ante la ley. Algunos clérigos hetero-doxos entraron en la maso-nería, como sucedería con el poeta e intelectual, Alberto Lista, lector de los ilustrados

franceses y más interesado en cuestiones humanitarias y sociales que religiosas, quien escribió también poemas ma-sónicos, como el eclesiástico

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Manuel María de Arjona; ambos han pasado a la histo-ria de las letras españolas.

Otros escritores ilustrados fueron Gaspar Melchor de Jovellanos, ministro, refor-mador, poeta y dramaturgo, como Leandro Fernández de Moratín, el poeta y escritor Tomás de Iriarte, prototipo de ilustrado y considerado como masón, o José Cadal-so, autor de las Cartas Ma-rruecas, que toma como modelo para aplicar en el territorio español las Lettres persannes de Montesquieu, pero quien con su obra: Noches lúgubres se muestra ya como un puro romántico en medio del periodo oficial-mente ilustrado; la Ilustra-ción hispánica fue un sus-piro entre el Barroco y la rápida implantación del Ro--manticismo.

Expulsados los franceses, las Cortes de Cádiz hicieron la primera Constitución del país y una de las primeras y más avanzadas del mundo en 1812, estableciendo la divi-sión de poderes, la libertad de imprenta, la igualdad ante la ley, etc. Pero el rey Fernando VII, absolutista, la abolió en cuanto llegó del exilio, reinstauró la Inqui-sición e inició la persecución de liberales y masones. Mu-chos veían a tales como extranjeros y afrancesados, después del odio que la gue-rra produjo frente a todo lo francés.

La revolución de 1820 vuel-ve a reactivar el Grande Orien-

te en España, con el Conde de Montijo como Gran Maes-tre, pero fue aplastada con la intervención de los Cien Mil hijos de San Luis, enviados por el monarca francés. Has-ta 1833 no cesó la represión ejercida contra los masones que entonces serían amnis-tiados, aunque se siguieran prohibiendo las logias.

Por otra parte, la España de ultramar comenzó a indepen-dizarse y el desgajamiento del Imperio se debió en buena parte a masones inde-pendentistas, al igual que en los EEUU, como Bolívar y San Martín que así se desga-jaban del reino absolutista, lo que todavía sigue criticán-dose en la actual España.

Una nueva revolución, la de 1868, hizo huir a la reina Isabel y produjo una gran fecundidad de trabajos masó-nicos y hermanos que lucha-ban por un nuevo orden. Se le ofreció la corona a un rey masón, Amadeo I de Sabo-ya, hijo del rey de Italia, pero fracasó su implanta-ción con un reinado brevísi-

mo que dejó paso a una re-pública muy inestable. Sin em-bargo, pese a la vuelta de los borbones, la masonería cre-ció con gran fuerza hasta la guerra civil, 1936-1939. Hu-bo cientos de logias y no po-cos presidentes del gobierno masones y personajes de relevancia en la política, las ciencias y las artes. Su área de interés parece estar más en la cuestión social, la liber-tad, democracia o república, que en lo religioso o la vi-sión transcendente del mun-do. En esos tiempos la maso-nería española es identifi-cada como defensora de la li-bertad religiosa, la libertad de pensamiento y la política, pese a las condenas papales.

Donde sí se ve más honda-mente la implantación de la Ilustración no es ya tanto en el siglo XVIII sino después, con el Romanticismo pues entonces entraron los moti-vos sociales propios de los ilustrados de manos de los li-berales, filas en las que nor-malmente estaban los ma-sones. Tanto en el siglo

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XVIII como a principios del siglo XIX es común encon-

trar mayoría de católicos convencidos y no pocos clé-rigos en las logias hispá-nicas, pese a las prohibicio-nes, las excomuniones y la In-quisición.

Con el tiempo, irían sur-giendo los masones anticle-ricales, aunque ya desde el principio lucharon por supri-mir la Inquisición, hasta lle-gar a la supresión de órde-nes religiosas y la expropia-ción de bienes de la Iglesia por parte de ministros maso-nes como Mendizábal. Mu-chas veces la masonería es-pañola se verá vinculada a las revoluciones de parte de los liberales frente al abso-lutismo y la corona, también frente a un orden clerical dogmático y cerrado que en-tendía el cristianismo a la ma-nera del Antiguo Régimen.

Los frutos de la masonería española por sus acciones no serán sin embargo pequeños, como tampoco lo serán sus miembros, que decidieron abo-lir la esclavitud, promover los derechos humanos, la Cons-titución, las libertades, de conciencia, expresión, etc.

Desde el siglo XIX en ade-lante se cuentan al menos diez jefes del gobierno espa-ñol masones y otros cuatro en el exilio; tres de ellos protagonistas directos de la revolución de 1868. Además de numerosos ministros, nor-malmente en el ala liberal, y generales, como Castaños, quien venció a las tropas napoleónicas en la batalla de Bailén, pese a ser el rey masón, como muchos de los mandos y tropas de Francia; llegaría a ser presidente de la regencia y fundador del Ateneo Científico y Litera-rio de Madrid. Famosos gue-rrilleros masones que luego alcanzarían altos grados mili-tares como el Empecinado, Espoz y Mina o Francisco Milans del Bosch, que llega-rían a ser generales. Maso-nes escritores ilustrados que ahora son clásicos como Iriarte, Samaniego o Juan Meléndez Valdés, románti-cos como Espronceda o La-rra, el Duque de Rivas, Antonio Alcalá Galiano, Ma-nuel José Quintana, Ventura de la Vega, Martínez de la Rosa, algunos serían luego grandes reformadores como Blasco Ibáñez, innovadores en las letras como Ramón

Gómez de la Serna, o el dramaturgo, premio Nobel, José Echegaray. Hubo tam-bién célebres compositores masones como Tomás Bre-ton o escultores como Ma-riano Benlliure, científicos como el también premio Nobel Ramón y Cajal o el inventor del submarino: Isaac Peral. También la masonería femenina resultará especial-mente importante y es consi-derada como el inicio del feminismo hispánico, con des-tacadas masonas feministas como Clara Campoamor y

Rosario Acuña. Ya desde 1808 se conoce la actividad femenina en la masonería española.

Especial importancia tienen también los masones españo-les en el campo de la peda-gogía y el desarrollo de la educación en el país. Esa preocupación por la educa-ción del los pueblos, siguió la también línea del Idea-lismo Alemán: Kant, Fichte, Schelling y Hegel pero sobre todo a través de un masón alemán que fue filósofo y pedagogo, Krause, que sería la luz principal en la Institución Libre de Ense-

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ñanza, en la que participaron tantos masones y por la que pasarían tantos premios No-bel. De allí saldrían genios de la talla de García Lorca, Buñuel o Dalí. La actividad de la masonería española siempre ha tenido una fuerte vinculación con el desarrollo

de las ciencias y las artes, en claro proyecto ilustrado, co-mo se ve en las fundaciones de diversos masones como, por ejemplo, el Ateneo de Madrid, una de las princi-pales instituciones culturales hispánicas.

Es cierto que no sólo eran pedagogos sino que muchos se vincularon a opciones arries-gadas e incluso radicales para la época, así, en 1909, con las revueltas en Barce-lona, se fusiló al masón y famoso pedagogo, Ferrer i Guardia. La masonería contó con muchos miembros emi-

nentes en las filas de la política, por ser un principio masónico general el de que-rer mejorarse y así mejorar la sociedad y lo que nos rodea, pero esto no implica que todos fueran liberales y no hubiese monárquicos, ni que todos fueran de izquier-

das, como se piensa hoy, aunque tuvieran preeminen-cia. Antes de la guerra civil de 1936-1939, un tercio del parlamento estaba constitui-do por masones y también los hubo en el bando insu-rrecto, junto a Franco, lo mis-mo que los hubo en otras épocas de tendencias casi absolutistas, como al parecer lo fue el ministro de Fernan-do VII, Cea Bermúdez.

El número de masones espa-ñoles en los periodos más álgidos nunca ha sido grande en comparación con la pre-sencia de la francmasonería

en otros países, se calcula que en torno a diez mil.

La masonería española se vinculó a menudo con el laicismo a finales del siglo XIX, y la quema de Iglesias o el anticlericalismo que se dio, por ejemplo, con el pre-

sidente del gobierno iniciado en la masonería, Azaña, aun-que no volviera a participar de los ritos, pero ello no responde sino a una situa-ción de época, pues también los había de otras tenden-cias. Por eso, cuando se mira la masonería en España co-mo si fuese lo mismo que la Ilustración hay que matizar mucho, aunque haya muchos miembros destacados con ca-racterísticas ilustradas. Se tien-de a simplificar lo que en la realidad fue plural y vivo, cambiante, como la libertad.

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Los relativamente escasos es-tudios sobre los Cuatro San-tos Coronados, o Santos Már-tires Coronados no tienen en cuenta a España, aunque tam-poco existen en este país tra-bajos sobre el tema que aquí nos ocupa. Así sucede en la obra de P. du Colombier, en los diversos trabajos publica-dos en la revista “Ars Qua-tuor Coronatorum”, o en el reciente y muy documenta-do estudio de Yves Hivert-Messeca1. Sin embargo, exis-te en la catedral de la ciudad de Girona, en Cataluña, una capilla dedicada a los cuatro santos que data nada menos que del primer tercio del si-glo XIV. Del culto a los San-tos Coronados tenemos tam-bién testimonios en otras localidades de la provincia de Girona, como en La Pe-ra, Corçà, Sant Martí Vell, Monells, Adri y La Bisbal. Dicha tradición existía tam-bién en la ciudad de Barcelo-na, y en particular en la isla de Mallorca, de forma ininte-rrumpida desde la segunda mitad del siglo XIV hasta el XIX. Por otra parte, sabe-mos que en la Edad Media, el gremio de escultores y ta-llistas de la ciudad de Barce-lona tenía como patronos a los Cuatro Santos Corona-dos, venerados en la Capilla de los Dolores, de la hoy de-saparecida iglesia del Buen-suceso. Sin embargo, a me-diados del siglo XVII, en

esta misma ciudad es el gre-mio de albañiles y moleros el que está bajo la protec-ción de los Cuatro Santos.2

Según consta en documento notarial del 17 de abril de 1330, el obispo y el Capítu-lo de la catedral de Girona decidieron que “puesto que Arnau de Montrodon (...) ha

construido en obra nueva de la catedral la capilla de los Cuatro Santos Mártires, y se propone dotarla de una lám-para,” autorizarlo a poner un censo de 25 sueldos so-bre la casa canonical, donde vivía, a fin de sufragar la ci-tada lámpara.3 En aquellos años, A. de Montrodon era el factotum del cabildo y, además de sufragar dicha ca-pilla, intervino muy activa-mente en buscar fondos para

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la construcción de todo el áb-side gótico.Así pues, en 1330 ya había si-do construida la capilla dedi-cada a los santos coronados y es, por lo tanto, una de las más antiguas de Europa.4 Asi-mismo, todo hace suponer

que dicha capilla estaba vin-culada a los constructores, puesto que hasta el siglo XVIII o incluso más tarde, los cuatro santos eran patro-nos de tallistas y constructo-res. Por otra parte, la época de la instalación de la capi-lla coincide con la reanuda-ción de los trabajos de cons-trucción de la catedral, que será ampliada a partir de 1312, con un ápside y un deambulatorio góticos, y nue-ve capillas. Es muy proba-ble que una de ellas fuera la dedicada a los Cuatro márti-res.

Montrodon fue elegido obis-po de Girona en 1335, y ex-tendió el culto de los cuatro santos mártires a toda su dió-cesis, pues hasta entonces só-lo se celebraba en la cate-dral.

Según consta en el Episcopo-logio conservado en el Archi-

vo Capitular de la catedral de Girona, “el 5 Idus Abril 1332 nuestro vicario fundó Beneficio de los Santos Már-tires” (en catalán en el origi-nal). En otro de los documen-tos conservados en el Ar- chivo Diocesano de Girona,

fechado el 21 de marzo de 1347 (fol. 186-187), se comu-nica a los habitantes de Pals, Sant Gregori, Sant Maurici de Cals, Aiguaviva y Santa Pel.laia, que el obispo Ar-nau de Montrodon había da-do a la seo el beneficio de los Cuatro Mártires con diez-mos y rentas de estos pue-blos.Pero antes de continuar, he-mos de referirnos a un aspec-to de esta tradición que la ha-ce particular, puesto que los nombres atribuidos a los cua-tro santos no son los común-mente aceptados por enton-ces en otros lugares de Europa, esto es, Severo, Severiano, Carpóforo y Victorino. Así sucede, por ejemplo, en el Flos Sanctorum editado (en catalán) en Valencia, en 1513, donde se dice que los Cuatro Coronados tenían por nombre Severo, Severia-no, Carpóforo y Victorino y se alude al martirio ordena-

do por Diocleciano.

Si bien todos los elemen-tos que conforman esta tradi-ción están presentes en Gi-rona y después en otras lo- calidades de Cataluña, aquí presentan la peculiaridad que les cambian los nom-bres por los de Germà, Just, Paulí i Scici; además, les convierten en naturales de La Pera, pequeña localidad del Bajo Ampurdán, próxi-mo a la ciudad de Girona. Sus oficios son los de al-bañil y, en algunos casos, se les considera tallistas o car-pinteros. El folklorista Joan Amades recoge una variante en la que se dice que Germà i Just eran albañiles (“mes-tres de cases”) i Paulí y Sci-ci, carpinteros.5 Como a los otros cuatro santos corona-dos, se les representan por-tando herramientas propias del oficio, como escuadra, compás, escoda de picape-drero, etc. Dice la tradición local que también fueron martirizados en época del malvado Diocleciano, pero en el caso catalán el perso-naje es Rufino, teniente de Daciano, Prefecto de Es-paña, quien hacia el año 300 ordena que los cuatro cristia-nos sean martirizados en Gi-rona por negarse a esculpir estatuas de ídolos.

Aunque el origen se les hace naturales del pueblo de La Pera, de hecho sus nombres figuran en los ejemplares más antiguos del Martirilo-gio Geronimiano, donde Germán, Justo, Paulino y Si-cio se encuentran entre vein-

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tinueve mártires sacrificados el día 31 de mayo del año 304. Sin embargo, di-chos nombres fueron dados a otros personajes locales, martirizados por Rufino en Girona.

Su fiesta era la del 18 de ju-nio, y posteriormente, la del lunes después de Pentecos-tés, como se mantiene en la actualidad, por lo que tam-bién en este aspecto difiere de la establecida por la Igle-sia, que es el 8 de noviem-bre. Mudan las formas, des-de luego, pero no el fondo de esta rica y antigua tradi-ción europea; la variante cata-lana no hace, de hecho, más que corroborar la gran expan-sión experimentada por este culto ligado al oficio de construir, que ha sobrevivi-do siete siglos. Es de desta-car que la capilla de la cate-dral de Girona ha estado abierta al culto, con muy bre-ves y escasos lapsus, desde el primer tercio del siglo XIV hasta la actualidad, lo cual no es poco.

En cuanto a los orígenes del culto a estos cuatro santos, no cabe duda de que se ori-ginó en Girona, y que su im-pulsor fue el noble Arnau de Montrodon, (¿1285?-1348) tataranieto del que fue Gran Maestro de la Orden del Tem-ple de Cataluña, Aragón y Provenza, Guillem de Mon-trodon. En 1297 fue entrega-do por sus padres a la canóni-ca de Girona, y desde 1312 fue delegado por el capítulo

para ocuparse de la continua-

ción de las obras de la cate-dral; fue elegido obispo en 1335, como se ha dicho. Era hombre de gran cultura, juris-ta y bibliófilo, lo que le llevó a pedir en préstamo las obras de la canónica de Vic, para proceder a su copia. En 1335 el rey de Aragón Pere III le pidió todas las cróni-cas antiguas que poseía para copiarlas.

En la época que vivió A. de Montrodon se escribieron unas actas apócrifas de las vidas y martirio de los cuatro san-

tos, cuyas historias fueron

recogidas por el fraile de la Orden de Predicadores Anto-nio Vicente Doménec, en su Historial de los Santos de nuestra Cataluña6. En esta obra se dice que los cuatro santos tuvieron por padres a dos matrimonios, uno de La Pera, del que nacieron dos varones, llamados Lyro y Sy-ro, y el segundo, de Corçà, del que nacieron dos muje-res, de nombre Floris y Geli-da. Con el tiempo, los dos hombres se casaron con las dos mujeres y de esos matri-monios nacieron los cuatro

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santos: Germán y Paulino eran hijos de Lyro y Floris, y Justo y Sicio lo eran de Sy-ro y Gelida. Los cuatro san-tos hicieron milagros en vi-da y sufrieron martirio por orden de Rufino. Fueron ente-rrados, pero cuando la re-gión se vio libre del domi-nio sarraceno, gracias a Carlomagno, “fue revelado que los dichos Santos cua-tro Mártires es-taban sepultados en la iglesia de San Félix”.7 En-tonces el propio Carlomagno ha-ce trasladar sus reliquias a la iglesia de Santa María de Giro-na, en el año 785. Es común en la Europa del sur descubrir san-tos y vírgenes enterrados cuan-do los árabes son expulsados, puesto que Dios envía sig-nos y se manifiesta cuando el mal y la impiedad ya no dominan a la humanidad. Nos ocuparemos de ello más adelante.

La capilla dedicada a los san-tos coronados fue erigida, co-mo se ha dicho, al tiempo que avanzaba la construc-ción de la catedral, y los san-tos mártires fueron vincula-dos desde el principio al arte de construir, como los de Ro-ma. Desde entonces y hasta la modernidad, los cuatro san-tos fueron los patronos de al-bañiles, picapedreros, tallis-tas y carpinteros, según las

adaptaciones locales de ese culto en cada localidad. Aun-que no disponemos de docu-mentación que lo avale, pues-to que el libro de obras de la catedral es muy incompleto y no se conocen ordenanzas de oficios de la época referi-das a la catedral y la capilla que nos ocupa, podemos muy bien suponer que los obreros de las mismas esta-

ban agrupados en una co-fradía de oficio bajo la pro-tección de los cuatro santos mártires. Probablemente exis-tió en su seno una organiza-ción iniciática, pero es sola-mente una conjetura.

Con la construcción de la ca-pilla, las reliquias de los cua-tro santos fueron trasladadas a la misma, y guardadas en una urna, que fue colocada sobre el altar.

Por otra parte, Arnau de Mon-trodon estaba impaciente por encontrar testimonios de sus queridos cuatro coronados, por lo que viajó a Roma con

tal fin, “deseoso y creído de encontrar allí la historia de estos Santos”, como explica, a finales del siglo XVII, el canónigo de la catedral de Girona, Francisco Dorca.8 Papebroch, a quien cita Dor-ca, dice en las Acta Sancto-rum que el obispo de Giro-na, a quien califica de “bue- no y simple”, fue a Roma con la esperanza de encon-

trar las actas de los cuatro márti-res, donde lo que en realidad halló –afirma el au-tor bolandiano– fue un impos-tor que sacó pro-vecho económi-co de la credu-lidad de A. de Montrodon, ven-diéndole unas su-puestas actas que él mismo com-puso. Natural-mente, el impos-tor fabricó sus

actas con la información que el propio obispo le había proporcionado, con lo que en ellas aparecen toponími-cos catalanes, como los de Flassà, Monells, La Pera, Empordà, etc.

La estructura de la capilla es parecida a las otras del ábsi-de, con cinco caras y seis oji-vas, en cuya clave de bóve-da aparecen los cuatro mártires en primer término; tres de ellos llevan una esco-da de picapedrero colgada del brazo. Cuatro verdugos les dan muerte y los ocho

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personajes están enmarca-dos en una orla lobulada den-tro de un círculo en forma de cordón. Esta clave de bó-veda y la urna son los ele-mentos más antiguos de la ca-pilla.

La citada urna, fechada en 1332, contiene las reliquias de los cuatro santos y cabal-ga sobre el altar y un pedes-tal de piedra bruñida. Su par-te delantera está decorada con cinco recuadros que con-tienen esculturas, en un fon-do de azulejos de color. Están representados los cua-tro mártires y, en el centro, la virgen que amamanta al niño Jesús. A su lado se en-cuentra la figura del donan-te, de rodillas, vestido de

sacerdote. En los laterales están representados san Jor-ge y santa Margarita. En su parte posterior, la urna pre-senta un cristal con una reja, en cuyo interior se pueden contemplar las reliquias de los cuatro santos. La bella y sólida reja que cierra la ca-pilla es igualmente del si-glo XIV. En la pared supe-rior de la capilla puede verse una vidriera en color,

realizada por Jaume Fonta-net entre 1520 y 1540.

El escudo del linaje de los Montrodon -un monte florde-lisado de oro, en campo de si-nople- está representado on-ce veces en la capilla. En cada uno de los laterales, se encuentran los respectivos mausoleos de Arnau de Mon-trodon y los de su sobrino, Bertran de Montrodon, muer-to en 1384, que también fue obispo de Girona y conti-nuador de la obra de su tío. Se pueden ver las estatuas ya-cientes de ambos.

Hasta aquí hemos descrito los que podemos llamar ele-mentos originarios. De épo-ca posterior cabe destacar los cuatro bustos policro-mos esculpidos en madera, que representan a los cuatro santos, depositados sobre la urna. Son de factura barro-ca, como el retablo y el al-tar. Según puede leerse en el Episcopologi, (fol. 86) el obispo de Girona J. Pijoan fundó “causa Pía” y el 30 de enero de 1672 donó a la capi-lla “cuatro cabezas de plata

para los Santos Mártires”; han desaparecido, aunque los actuales, de madera policro-mada, son barrocas y están fechadas en 1659.

De época barroca son tam-bién los retablos que repre-sentan a cada uno de los cua-tro santos coronados, que forman parte del altar barro-co añadido, como era habi-tual, en la parte posterior de la capilla. Fueron compues-tos entre 1679 y 1682, gra-cias al canónigo Josep Sa Nou. Las figuras son de gran tamaño y bastante bien conservadas, a pesar de que la capilla no ha sido restau-rada. Uno de ellos lleva en la mano una escuadra, y otro, un compás, que aplica

a la vara que porta en la ma-no derecha. Los cuatro san-tos están enmarcados con sendas columnas salomóni-cas doradas. Los cuatro san-tos están coronados con co-ronas de flores y suponemos de laurel.

La parte inferior del altar la ocupa un conjunto escultóri-co en relieve, policromo y ri-camente dorado, en el que

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se representa a los cuatro san-tos sufriendo martirio, presi-dido por el prefecto Rufino.

En la parte más elevada del altar se encuentra una horna-cina central donde estuvo la estatua de Carlomagno; en la actualidad hay una ima-gen de san José con el niño Jesús. Todo el conjunto está coronado por una torre, bajo la que está la paloma del Espíritu Santo, que cual-quier conocedor de los graba-dos alquímicos identificará con un atanor.

A raíz de la visita pastoral realizada en 1598 por el obis-po F. Arévalo de Zuazo, sabe-mos que la capilla de la cate-dral de Girona estaba muy adornada; en la parte supe-rior del fondo de la capilla había un retablo, hoy desapa-recido; sobre el altar estaba la urna con las reliquias, al igual que en la actualidad. Ya en el siglo XVII, como se ha dicho, se hicieron las aportaciones referidas: las cuatro cabezas, el altar y los retablos, donados por el canónigo Josep Sa Nou. Por entonces aún se conservaba

la estatua de Carlomagno dentro de la capilla. Por ini-ciativa del canónigo Ponç To-

rras, a primeros del siglo XIX las paredes laterales fue-ron pintadas, donde se pue-den ver herramientas del ofi-cio de construir y de car- pintería. Los trabajos se hi-cieron con gran rapidez por-que era una capilla muy nece-saria y contaba con muchas misas fundadas.9 Fue tam-bién en estas fechas -1802- cuando tenemos constancia de la última donación a la ca-pilla.10

Como puede verse, los dife-rentes estilos presentes en ella son una muestra más de la continuidad de un culto que aún pervive en la actuali-dad, ligado en su origen a los oficios de la construc-ción y a la escultura, y que pronto pasaron a formar par-te del patrimonio espiritual y cultural de las comarcas de Girona y de otros lugares de Cataluña.

Arnau de Montrodon no só-lo instauró el culto a los cua-tro santos, sino también el de-

dicado al emperador Carlo- magno, extendiendo en su obispado a partir de 1345, lo que desde hacía tiempo se practicaba en otros luga-res de Europa, como Aquis-grán y Colonia.

También en las islas Balea-res encontramos testimonios del culto a estos santos, que sin duda fue llevado allí por los catalanes, cuando éstos conquistaron el archipiéla-go (1229). Según Durliat,11 probablemente en 1346 se transportaron a Palma reli-quias de los Santos Corona-dos desde Girona, donde ya existía una capilla en 1332, como ya se ha dicho. Las re-liquias fueron depositadas primero en la iglesia de la Santa Cruz, para pasar pos-teriormente a la de santa Eu-lalia. En enero de 1364, el clero de la iglesia mallorqui-na de santa Eulalia otorgó al gremio de albañiles una ca-pilla dedicada a los Cuatro Santos Coronados, que de-bía construirse -como se hi-zo- en dicha iglesia, motiva-da, según explica el docu-mento, por la “piadosa y ferviente devoción” que los albañiles profesaban a sus patronos.12

Los Estatutos más antiguos que se han conservado del gremio de canteros datan de 1405, en los que leemos que celebraban la festividad de sus patronos, los Cuatro Santos Coronados, el martes

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siguiente después de Pente-costés, “que será la de los Mártires llamados los Coro-nados.”13 También se han conservado otras Constitucio-nes de dicho Gremio de Al-bañiles, fechadas en agosto de 1506, en la que se hace re-ferencia a “las joyas de la Ca-pilla de la dicha Cofradía”, dedicada a los Cuatro San-tos Mártires Coronados.14

Los miembros del gremio tenían derecho de sepultura en la propia capilla, en cuyo pavimento se conserva una lápida sepulcral que lleva las armas del oficio, con una inscripción que dice: (en ma-llorquín) “Sepultura del Cole-gio de Canteros del año de 1661. La jurisdicción de dicho Colegio se extendía a toda la Isla, aunque ya desde el si-glo XVI en algunas localidades se obtuvo licencia para estable-cer cofradías o cole-gios de canteros, co-mo el dedicado a los Cuatro Santos Corona-dos, en 1580, en el pueblo de Inca. El 1604, los albañiles de Lluchmajor y Porreras consiguieron licencia para establecerse co-mo gremio. Ambos es-taban bajo la protec-ción de los Cuatro santos.15

La capilla de la cofradía de Lluchmajor dedicada a sus patronos se encontraba en la iglesia parroquial y estaba ba-jo la advocación de la Mare de Déu de la “Mamella” (Ma-

dre de Dios de la mama) y de los Cuatro Santos Corona-dos.16 Esta virgen puede muy bien estar inspirada en la que preside la urna de los Cuatro Santos, en la capilla de Girona, llamada Mare de Déu de la Llet (Madre de Dios de la Leche), pues está amamantando al Niño Jesús.

En la capilla del gremio existía un retablo de los san-tos patronos, obra del arqui-tecto mallorquín Fray Mi-guel de Petra, que fue des- truido hacia 1863. Sin embar-go, se han conservado algu-nos grabados de sumo in-terés, gracias a la super- vivencia de la colección de xilografías de la antigua Ca-

sa Guasp, que aquí reproduci-mos.

Aunque el calendario roma-no señalase el 8 de noviem-bre como la festividad de los Santos Coronados, en Ma-

llorca escogieron el martes de Pentecostés, por influen-cia de los catalanes, como veremos.

La vitalidad del culto a los cuatro santos mostrada en Girona fue pareja a su ex-pansión, de manera que su devoción se extendió a va-rias localidades de Cataluña. En los manuales del cabildo de la catedral de Girona constan varias peticiones de porciones de reliquias de los cuatro santos, hechas en diversas épocas, aunque pro-bablemente una de las pri-meras donaciones de reli-quias fueron hechas a la ciudad de Palma de Mallor-ca.

Señalaremos a continua-ción algunas de las loca-lidades donde se rindió culto a los cuatro coro-nados y de los que exis-te constancia documen-tal.Según se dice en las me-morias de una familia de la villa de La Bisbal, y lo corroboran los do-cumentos conservados, en mayo de 1620 toda la población de dicha localidad fue en proce-sión hasta Girona “para ir a buscar las reliquias de los santos Mártires, y de hecho las trajeron. Y aquel día prometieron en acta que sería día fes-

tivo en todo el término. Y el acta se encontrará en la vi-caría. Hoy, 18 de mayo de 1620.”17 (en catalán en el original).

El 16 de agosto de 1645 el

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cabildo de Girona donó una porción de reliquias a la co-fradía de albañiles de Barce-lona.18 Esta organización, lla-mada “Cofradía de los Al- bañiles y Moleros de la Ciu-dad de Barcelona”, editó ese mismo año de 1645 una histo-ria de sus cuatro santos patro-nos, “sacada” -según se dice-“de la Historia General de los santos de Cataluña”, de Fray Antonio Vicente Domé-nec, ya citado. Le sigue un “goig” (gozo) en catalán don-de figura Rufino y la histo-ria del martirio, la curación de un obrero malherido du-rante el trabajo, etc.; el gozo termina con estas palabras:

“Germà, Just, Paulí SiciMàrtirs Benaventuratsen la Cort del Rei de Glòriasiau nostres Advocats.”19

El 16 de octubre de 1643 fue-ron entregadas reliquias de los cuatro santos a la co-fradía de santa Lucía, de la ciudad de Manresa. A la vi-lla de Arbeca lo fueron el 19 de septiembre de 1644. Al pueblo de Adri, donde hay una capilla dedicada a los cuatro coronados, fueron en-tregadas porciones de reli-

quias el 11 de mayo de 1666. El 25 de marzo de 1722 fueron donadas reli-quias a la cofradía de albañi-les y carpinteros de la ciu-dad de Tortosa.

Cabe destacar así mismo la cesión de reliquias hecha al cabildo, cónsules y a la co-fradía de albañiles de Per-piñán, en el Rosellón fran-cés, el 14 de septiembre de 1668, lo que indica la presen-cia, en la Cataluña francesa, de esta variante procedente de Girona.20

En el siglo XVIII (no se espe-cifica el año), la “Herman-dad de Mancebos Carpinte-ros de Barcelona” editó unos Gozos en alabanza de los santos Martyres Paulino y Ci-ci, que se cantaban en la fies-

ta anual que les tributaba di-cho gremio. Nos encontra- mos aquí –y no es un caso único– de otra variante, pues-to que prescinden de los dos santos que, según esta ver-sión de la leyenda, eran al-bañiles y no carpinteros.También en el siglo XVIII se rendía culto a los cuatro santos mártires en el San-

tuario dels Angels, en el mu-nicipio de Sant Martí Vell, en la provincia de Girona.Las referencias hasta aquí expuestas indican, sin duda, la existencia de cofradías vinculadas al oficio de cons-truir y al de carpintero, co-mo reza uno de los gozos del siglo XVII:

“Fusters y mestres de cases foren els vostres oficis; obres de talles i raseseren vostres exercicis.”21

(Carpinteros y albañiles fue-ron vuestros oficios/obras de tallas y zanjas/vuestros ejercicios).Por otra parte, además del culto que les rendían los gre-mios, la veneración a los cuatro santos mártires propi-ció la existencia de numero-sas cofradías piadosas dedi-cada a ellos, como la que existía en 1752 en el pueblo de Corçà, en la que es un “mestre de cases” quien lle-va las cuentas de la cofradía. Dicho libro de cuentas refle-ja sus actividades hasta el año 1854.22 En el pueblo de La Pera también existía otra de estas cofradías dedicadas a los cuatro santos, de la que se conservan algunos docu-mentos desde el año 1756 hasta mediados del siglo XIX.

Como puede verse, esta-mos ante una tradición re-ligiosa europea, que en Ca-taluña se conformó bajo una adaptación local, originada en Girona por iniciativa del obispo Arnau de Montro-don, que se expandió por to-

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do el país y a Mallorca. Del éxito que tuvo entre la pobla-ción lo testifica el hecho de que el culto se ha mantenido vivo hasta la época moder-na. En la actualidad, la festi-vidad de los cuatro santos mártires se celebra en La Pe-ra, Corçà y otras localidades.

Hasta el siglo XVIII, “leyen-da” significaba ‘texto para ser leído’ (legenda proviene de legere), y no tenía el senti-do moderno de historia falsa o imaginada. Los masones sa-ben que las leyendas de los orígenes dignifican la Orden porque nos explican que el Arte de Geometría o Maso-nería –que es el Arte Real del hermetismo– no es de ori-gen humano, sino divino: ha sido instaurado en este mun-do por el Gran Arquitecto del Universo a través de los antiguos sabios y profetas. Además, nuestras leyendas –que sólo los ignorantes to-man al pie de la letra– po-nen en evidencia el significa-do más secreto de nuestros rituales, que es cabalístico y alquímico.Por otra parte, quiero mani-festar que no me interesa de-masiado si los cuatro corona-dos fueron trece o diecisiete, sino que mi propósito es ayu-dar a recuperar del olvido una tradición que ultrapasa el ámbito estricto del culto piadoso y la hagiografía. Tampoco pretendo demos-trar la existencia histórica de los cuatro santos ni a priori dudo de ella; lo que me inte-

resa es sacar a la luz la reali-dad de una tradición implan-tada desde muy antiguo y que dio sus frutos también en Cataluña, bajo la variante que acabamos de exponer. Se trata, como dice Jaume Marquès, que se interesó por la capilla de Girona23, de tra-diciones humanas y locales que forman parte de nuestra historia y han modelado la

idiosincrasia colectiva de los pueblos tanto como otros factores y realidades. Son realidades muy persisten-tes.En este sentido, no debe olvi-darse que las historias piado-sas y las narraciones legenda-rias imprimen carácter porque toman cuerpo en el ámbi-to de las creencias persona-les que conforman el espíri-tu y la religiosidad de los pueblos, por eso una parte esencial de esas realidades no pasa necesariamente por el campo visible y cuantifica-ble de la historia.Además, existe otro aspecto de esta tradición, en el que só-lo entraré brevemente, que es su simbolismo.Los Cuatro Coronados son los patronos de los cons-

tructores (la carpintería esta-ba muy asociada a la cons-trucción de edificios), y ello nos lleva naturalmente a los llamados masones operati-vos medievales, algunos de los cuales (los más cualifica-dos espiritualmente) edifica-ban dos templos: el exterior, de piedra, para la comuni-dad, y el interior, del que el primero era sólo una ima-gen, un símbolo.Dice el manuscrito inglés Regius (c. 1390) que los cua-tro coronados fueron “los mejores constructores que pueda verse sobre la tie-rra”(v. 503).Esta afirmación es del todo cierta si se entiende bien, ya que su construcción es la del Templo verdadero dentro del hombre.Veamos a continuación la in-terpretación que propongo de los Cuatro Santos Márti-res Coronados.

Son cuatro:No es un capricho ni fruto del azar el hecho de que los santos mártires coronados sean cuatro y no otro núme-ro. Los conocedores del her-metismo y la hermenéutica tradicional convendrán en que pueden simbolizar per-fectamente los cuatro ele-mentos alquímicos con los que Dios realiza su verdade-ra Creación, que es el Hom-bre o el Templo. Por eso di-ce el alquimista francés Louis Cattiaux:

“Los cuatro elementos for-man el alfabeto con el que Dios enseña a los hombres clarividentes.”24

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Dichos cuatro elementos na-turales son los propios de la naturaleza oculta. Antes de la creación del Hombre o ver-dadero masón somos un caos, una oscuridad abismal, el tohu va bohu del que habla el Génesis (1,1-2), en el que están contenidos los cuatro elementos, como enseña el sabio cabalista Moshé Ben Nahman:“La Escritura continua di-ciendo que aquella tierra, aca-bada de ser creada, era tohu y bohu, lo que quiere decir que la primera materia de la tierra contenía los cuatro ele-mentos, a saber: tierra, agua, fuego y aire, puesto que la palabra tohu indica al-go que puede aprehenderse con los sentidos”.25

A partir de este caos elemen-tal, el Gran Arquitecto del Universo realizará su crea-ción, que comienza con la verdadera iniciación. Ordo ab Chao, reza la divisa masó-nica, aludiendo sin duda a es-te comienzo por el que sere-mos recreados o, en otros términos, nuestro templo será reconstruido. Louis Cat-tiaux también nos instruye sobre este proceso:

“Antes del comienzo todo per-manecía en el reposo de las duras tinieblas de la muerte.El fuego, al despertarse en el agua, ordenó el caos, y los cuatro elementos engen-draron el espíritu vivo del Universo.”26

Elemento procede del latín elementum, que se aplica par-ticularmente a los cuatro ele-mentos, y también significa

‘letras del alfabeto’, ‘comien-zo’ y ‘principio’. Isidoro de Sevilla lo asocia al término griego hylé, “materia prima de las cosas” de la que “están formados todos los elementos visibles”.27 Hylé es uno de los nombres de la Materia de los alquimistas.

Los verdaderos elementos, pues, son puros, y la crea-ción interior se fundamenta en estos cuatro principios o elementos, propios de una fí-sica sagrada que no es per-ceptible por los sentidos car-nales. Así, puede decirse que existe una teología de los agentes naturales.

René Guénon se ocupa de otro aspecto del simbolismo de los cuatro elementos cuan-do explica que Irlanda es lla-mada la “isla de los cuatro Maestros”, así como la tie-rra de la legendaria Thule. En la tradición china se dice que el emperador Yao visitó la isla donde vivían los cua-tro Maestros, habitada por “hombres verdaderos”. Esta tradición también se encuen-tra en la India y en el Tibet, cuyos cuatro Maestros se identifican con los cuatro

Maharâjâs o “grandes re-yes” que presiden los cuatro puntos cardinales y represen-tan los cuatro elementos; el quinto Maestro corresponde al centro o quintaesencia.28

Son santos:Son santos porque se trata de los cuatro elementos puri-ficados, como acabo de de-cir. Lo propio de la santidad es la purificación del “cuer-po” interior del hombre. Co-mo en latín, también en griego stoijeión (στοιχείον) significa elemento, letra y principio, de manera que po-demos asociar los cuatro ele-mentos, purificados y lleva-dos a su perfección, a las cuatro letras del tetragra-ma, IHVH, la palabra per-dida y reencontrada. La per-fección de la Obra del G.A.D.U. en el masón está asociada a los cuatro ele-mentos:

“El reposo de Dios se esta-blece en la pureza cuando los elementos están unidos en perfecto equilibrio.”29

Recordemos que, en el pro-ceso de la iniciación, los ma-

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sones pasan pruebas y son pu-rificados por los cuatro ele-mentos. El ritual dramatiza exteriormente esta purifica-ción interior a la que me he referido.

Han sido coronados:Están coronados porque po-seen el oro de la realeza, por eso su Arte es Real. Entre los últimos grados de los mis-terios de Eleusis, estaba “la toma de la corona”, reserva-da a los dignatarios capacita-dos para iniciar, dirigir y go-bernar.30

La tradición hermética expli-ca que existen dos coronas: una es la zodiacal, llamada también Alma de Mundo, donde la fuerza de Dios o el oro de la vida celeste se en-cuentra en estado volátil, gi-rando eternamente; todos vi-vimos de este cielo vivo. La otra es la destinada a un rey destronado que habita en el exilio, es decir, en el hom-bre caído. El iniciado tiene la corona en los pies, en su raíz, y esta corona ascenderá lentamente hasta la cabeza. Es una corona de oro ardien-te, privilegio de los buenos reyes, pues está hecha de oro alquímico y conduce a la apoteosis, a la diviniza-ción del hombre. Resucita de sus cenizas como el Ave Fénix de los hermetistas.El libro del Zohar dice, co-mentando el pasaje de Sal-mos 21, 4, “Corona de oro fi-no has puesto sobre su cabeza”; este coronado es “el Rey Mesías” (sec. Va-yerá I, 107b).

Son mártires:Son mártires porque esta pa-labra procede del griego y significa testimonio: son sa-bios constructores, verdade-ros masones, y dan testimo-nio de que el Templo im- perecedero no es una leyen-da, sino una realidad palpa-ble. Es la Obra que el Dios encarnado o Gran Arquitec-to del Universo realiza en lo secreto de un ser humano. És-ta es la verdadera Creación, realizada por medio del Arte Real.

1 A propos des Quatre Saints Couronnés

qui se tretrouvèrent treize, “Renaissance

Traditionelle”, no 101-102, enero-abril de

1995, p. 2-28.

2 Historia de la vida y martirio de San

Germán, Paulino, Justo y Scicio, catalanes

del Empordán..., Barcelona, 1645, editado

por la Cofradía de Albañiles y Moleros de

esta ciudad.

3 Notularium, doc. del 17-IV-1330, fol. 36.

4 J. A. Ferrer Benimeli, Masonería, Iglesia

e Ilustración, Ed. FUE, Madrid, 1982, vol.

I, p. 39.

5 J. Amades, Xilografies gironines, p. 143-

144.

6 Fray A. Vicente Domenec, Historia Gene-

ral de lozanitos y varones ilustres en santi-

dad de Cataluña, 1602, pp. 52 y ss.

7 Fray A. Vicente Domenec, ibídem. San

Félix es una iglesia de la ciudad de Girona.

8 Francisco Dorca, Colección de noticias

de los santos mártires de Gerona, 1691,

p.90.

9 Archivo Capitular de la catedral de Giro-

na, Resoluciones, vol. 72, fol. 308.

Archivo del Capítulo General. Girona. Re-

soluciones Capitulares, tomo 72, fol. 308.

11 M. Durliat, L’Art en el Regne de Mallor-

ca, Ed. Moll, Palma, 1964

12 E. K. Aguiló, Boletín de la Sociedad Ar-

queológica Luliana, Palma de Mallorca, ma-

yo de 1892, vol. IV, p. 244-246.

13 Op. Cit., vol. XX, 1925, p. 112.

14 Op. Cit., vol. IV, 1892, p. 311-312.

15 Véase B. Quetglas Gaya, Los Gremios

de Mallorca. Siglos XIII al XIX, Ed. Cort,

Palma, 1980, p. 59-66.

16 J. Rullan, Boletín de la Sociedad Ar-

queológica Luliana, vol. VI, p. 323-324.

17 Memòries d’una família pagesa: els An-

glada de Fonteta (segles XVII-XVIII, estu-

di i transcripció de S. Soler i Simon, Ajun-

tament de La Bisbal d’Empordà, 1994, p.

45. Llibre d’Acords del Comú, La Bisbal,

fol. 185-186.

18 Referido por F. Dorca, op. cit., p. 100.

19 Historia de la vida y Martirio de San

Germán, Paulino, Justo y Scicio. Catalanes

del Empordán..., Barcelona, 1645.

20 Véase F. Dorca, op. cit., p. 100, que con-

sultó los manuales de la secretaría capitular

de la catedral de Girona existentes a finales

del siglo XVII.

21 Juan Ferrando Roig, Iconografía de los

Santos, Ed. Omega, Barcelona, 1950, p.

122.

22 Llibre dels Comptes de la Confraria

dels Sants Màrtirs, Corçà, 1752-1854. Ar-

xiu Diocesà de Girona.

23 Jaume Marquès i Casanovas, “La cape-

lla dels quatre màrtirs de Girona”, Diari de

Girona, 9-IX-1987 y 15-IX-1987.

24 Louis Cattiaux, El Mensaje Reencontra-

do, V, 49’.

25 Mossé Ben Nahman, El Llibre de la Re-

dempció i altres escrits, Biblioteca judaico-

catalana, Barcelona, 1993, p. 137.

26 Louis Cattiaux, El Mensaje Reencontra-

do, IV, 25’. He aquí otro aspecto de la

Obra de regeneración humana: “La reunión

de los cuatro elementos forma la quita esen-

cia, raíz de la Luna y el Sol.” (op. cit., II,

72’).

27 Etimologías, XIII, 3, 1.

28 El Rey del mundo, ed. Fidelidad, Bue-

nos Aires, 1985, pp. 87-88.

29 Louis Cattiaux, El Mensaje reencontra-

do, III, 26’.

30 Victor Magnien, Les Mystères d’Éleu-

sis, Payot, 1950, p. 154.

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La Res Pública supera el ám-bito de los poderes legislati-vo y ejecutivo para estar fir-memente asentada en la sociedad civil, que cada día tiene una participación más activa y organizada en el de-bate sobre diferentes cuestio-nes.

Una de las preguntas que nos hacemos todos es ¿qué es la Justicia?, y una de las contestaciones es que la Justi-cia, bien supremo de la con-ducta, es el fundamento mis-mo de la convivencia humana; tan verdad es esto que, aún aquellos que se unen para de-

linquir, tienen sus reglas. La justicia es un principio de or-den y una fuerza de cohe-sión que mantiene en equili-brio un conjunto de partes bien distribuidas, cada una en su lugar y en la necesaria dependencia de las otras. Su autoridad resalta en la ade-cuada concertación de las

funciones particulares para el fin común y donde cada participante está en lo suyo y sin interferencias ajenas.

Esto significa que la justicia es una especie de igualdad, pero la justicia que funda y sostiene la República de Pla-tón no es de ningún modo se-mejante a la igualdad aritmé-tica, como 2 es igual a 2, si-no que tiene más bien él carácter de la igualdad pro-porcional que reconoce y confirma la diferencia y la je-rarquía tanto como la obe-diencia y el mando.

Antes de examinar que espe-cie de igualdad es la justi-cia, subrayemos esta nueva verificación de la tesis socrá-tica con el testimonio irrecu-sable del homenaje a la justi-cia que le rinden incluso los individuos asociados para co-meter injusticias. No está de-más repetir que hasta los mendigos e injustos prefie-ren la verdad y la justicia cuando de ellos se trata; así como el que vive engañado no desea ser engañado, ni tampoco el que obra injusta-mente desea ser víctima de una injusticia.

Tenemos necesidad de la jus-ticia y la preferimos con to-da el alma inteligente y li-bre, porque solo en sociedad podemos existir como hom-

bres, podemos satisfacer nor-malmente nuestras necesida-des espirituales y materiales, es decir alcanzamos la sufi-

ciencia de la vida. De ahí la necesidad de la justicia para la tarea de ser hombres cosa que debemos hacer en común, para alcanzar una buena vida humana.

No insistiré nunca demasia-do, en el tiempo democráti-co que nos toca vivir, sobre la antigua verdad de que el hombre se basta a sí mismo en el Estado y que, por lo tanto, el Estado es antes que el individuo, como enseñan Platón y Aristóteles. De tal manera, que el "self man" no es Robinson Crusoe, si-no el ciudadano de la Res Pública regida por buenas leyes o leyes justas; el esta-do de naturaleza en el hom-bre es su estado civil y su li-bertad real y verdadera, es indivisible de la justicia.

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Así como el pensamiento sólo es libre en la verdad, la sola conducta libre es la con-ducta justa. El hombre libre es justo y para vivir en la jus-ticia tiene que tener autori-dad sobre su alma; lo mis-mo que la Res Pública libre, es la que tiene autoridad so-bre sus actos.

La soberanía de la Res Públi-ca no es más que la reproduc-ción externa, visible y am-pliada de la soberanía que el alma del ciudadano tiene so-bre sus pasiones e intereses individuales.

Sócrates, el ciudadano ejem-plar, sabe que ella se sostie-ne en el alma y que vive de su vida y de su muerte en el alma del ciudadano... No es en la economía, ni en el tra-bajo, ni en la civilización, ni en el progreso, ni en nada material donde la Res Públi-

ca tiene su punto de apoyo, sus cimientos y sus pilares principales; es el alma justa la que soporta todo el peso, toda la responsabilidad de la patria soberana. Por esto es

que Sócrates, condenado a muerte en nombre de la República a la cual tanto ama, obliga a Criton a que re-conozca como punto de parti-da de toda discusión políti-ca, este principio. "No está permitido bajo ninguna cir-cunstancia ser injusto ni de-volver injusticia por injusti-cia, ni mal por mal."

No se trata solamente como en el "Gorgias", de que es preferible ser víctima de una injusticia antes que cometer-la, signo que no es licito en ningún caso responder a la in-justicia como injusticia ni al mal con mal; y Sócrates pien-sa en el trance de la condena inicua que le impone beber la cicuta lo mismo que an-tes, cuando se paseaba segu-ro y libre por las calles de Atenas y reanudaba cada día sus magistrales coloquios:

"Porque una desgracia me llega no puedo abandonar los principios que siempre he profesado, no me pare-cen haber cambiado con la situación y tengo por ellos el mismo respeto y la venera-ción que antes; si no encon-tramos mejores, sabe que na-da me conmoverá, aún cuando el pueblo para atemorizar-me como a un niño, tuviera el poder de aniquilarme con mil cadenas, con mil muer-tes y con mil confiscacio-nes".

Lo más importante no es vi-vir, sino vivir bien, que es vi-vir según la justicia y la ho-nestidad; si hemos sellado consecuentemente, responsa-

blemente, un compromiso justo, debemos mantenerlo en cualquier circunstancia. La opinión de la multitud ig-norante y apasionada no cuenta en absoluto en mate-ria de justicia o injusticia, del bien y del mal, de lo be-llo y de lo feo.

El único juez es la verdad y es a la luz de ella que Sócra-tes va a considerar la propo-sición de huir de la cárcel y desterrarse de Atenas en lu-gar de cumplir con la injusta condena. Ha sido sentencia-do a morir por el tribunal del Pueblo pero en nombre de las leyes de la ciudad, en nombre de la justicia y de la Res Pública, sus jueces abso-lutamente incompetentes y sometidos al arbitrio de las pasiones del momento, han abusado de las leyes para condenarlo a muerte, han rasgado las vestiduras sagra-das y han manchado sus si-tiales.

Pero son los jueces de la Res Pública y las leyes ha-blan en sus palabras y man-dan en sus dictámenes. De

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ahí que Sócrates se disponga a examinar si es justo o injus-to huir de la cárcel a fin de salvar su vida, tal como le acaba de proponer su discípu-lo Critón; si resultara justo no tendrá inconveniente en intentarlo, pero en caso con-trario, sabrá esperar la muer-te y todo lo que sea menes-ter, antes de incurrir en una injusticia.

Fugarse, ¿no seria infligir un daño a la Res Pública?. Rehuir el cumplimiento de la senten-cia, ¿no seria atentar contra las leyes que presiden la vida de la ciudad?. Claro está que Sócra-tes no ha participado en la sanción de las leyes que ri-gen la ciudad desde hace mu-chas generaciones, pero las ha reconocido siempre y ha aceptado su cuidado y ampa-ro desde que tiene uso de razón. Más todavía, ha sellado un compromiso tácito de obe-diencia y ahora, después de ha-ber expuesto su vida en defen-sa de la República, ¿No tendría reparo alguno en he-rirla de muerte en su alma, despreciando sus sentencias y desacatando sus fallos?.

Las leyes de Atenas resumen la historia esencial de la ciu-dad, son la tradición y sus an-tiguas costumbres; la patria misma, su identidad a través del tiempo y de las circuns-tancias siempre diversas su unidad en la multiplicidad de los egoísmos, de las pasio-nes y de los intereses parti-culares, el patrimonio común de la tarea sustancial realiza-da en común por múltiples generaciones. Estas antiguas leyes son leyes justas, cuya legitimidad confirma una de-voción secular y cuya justi-cia obra la comunidad de los vivos y los muertos en la con-

tinuidad de la misma respon-sabilidad histórica y nacio-nal. El reconocimiento y el respeto de las mismas leyes, iguala a los individuos y a las generaciones que se some-ten lúcidamente a su impe-rio, pero no nivelan ni sociali-zan, ni fijan una estatura media para todos. Por el con-trario, esa común devoción por la ley tradicional, iguala manteniendo y confirmando la proporción de cada uno,

desde el héroe, hasta el más insignificante y oscuro de los individuos.

La ley que preside la vida de la Res Pública es un pensa-miento antiguo, aunque haya surgido hoy, porque una vez logrado es como si hubiera valido desde siempre, lo mis-mo que una ley de física; so-lo que las leyes morales pue-den ser transgredidas por ignorancia, por debilidad o por voluntad perversa, mien-tras que las leyes de física se cumplen inexorablemente en las circunstancias requeridas.

Son leyes de esta naturaleza las que detienen a Sócrates, las que le recuerdan su de-ber de ciudadano, de hom-bre libre. La libertad es indi-visible de la justicia, eludir la muerte no seria reivindi-car en este caso, el derecho a la vida; sería más bien des-truir en su alma y en la de los demás, en la medida de su influencia, la Res Públi-ca, sería violar un compromi-so sagrado, una promesa de

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fidelidad inquebrantable, se-ria postrar su libertad en una servidumbre irremediable al temor de morir y a sus pasio-nes instintivas.

Sócrates sabe que lo prime-ro y principal no es vivir, si-no "vivir bien" ya que el hombre no puede reivindi-car como una libertad y un derecho, el arbitrio de vivir de cualquier modo, por ejem-plo, en la degradación y el abandono, aunque no interfie-ra ni moleste a un tercero: sa-be, en consecuencia, que la peor de las muertes; seria hu-millar la justicia en su alma.

Cuando es condenado, no ha-ce más que confirmarse en su resolución de cumplir la sentencia: se abusó de las le-yes para condenarlo, pero ellas constituyen la justicia real y verdadera de la ciu-dad. Su fidelidad en la muer-te será su contribución mas eficaz y decisiva para fortale-cer en las almas de sus con-ciudadanos, la autoridad y el respeto a las leyes, la devo-ción por la Patria. Su fuga, por el contrario, no haría más que aumentar el descré-dito y la falta de autoridad que ya cunde cómo un sínto-ma alarmante en la vida de Atenas; y Sócrates es el de-fensor y el restaurador de la majestad de las leyes y de su autoridad en la Patria que él tanto amaba.

Está plenamente convencido de que el ciudadano no debe responder, en ningún caso, con la injusticia a la injusti-cia de que ha sido víctima

en nombre de las leyes; no puede tener nunca inspiracio-nes en contra de la libertad y de la dignidad de su Pa-tria, sean cuales fueren los agravios recibidos: "Sufrien-do tu condena, mueres vícti-ma de la injusticia, no de las leyes sino de los hom-bres" es decir, que no son los fundadores ni los cons-tructores quienes la dañan y buscan su destrucción, sino hombres indignos de la ma-gistratura que invisten; ma-los ciudadanos; demagogos y sofistas; que abusan de las leyes para vengarse de una insoportable superioridad y no vacilan en socavar los fun-damentos mismos de la socie-dad.

Sócrates sabe que no debe ser injusto jamás y en esta ho-ra de la prueba decisiva de su verdad, seria cometer la mayor de las injusticias, el crimen más horrendo, la más vil de las traiciones a sus héroes y todos los que fueron capaces de sufrir y morir para que la Patria vivie-ra, si quebrantara el vinculo sagrado y pisotear a la gran-deza de las leyes.

La libertad del hombre, repe-timos, es indivisible de la jus-ticia, o sea, de la igualdad que guarda la debida propor-ción, la medida de cada ser, Sócrates, fugado de la cár-cel, conservando su vida y su libertad en el extranjero, no seria un hombre libre si-no un vil esclavo y la vida lo abrumaría infinitamente más, que la más horrible de las muertes.

La voz de las leyes, de la tra-dición, de la Patria, que es un eco, de la voz divina, resuena en el alma de Sócrates, como la palabra de la sabiduría y de la vida verdadera: "...Creo oirías, como los coribantes creen oír las flautas; resuena de tal modo en mi alma que me hace insensible a todo otro discurso... Dejemos, pues Cri-ton, esta discusión, y sigamos la ruta que Dios nos traza."

Dado que la democracia es por naturaleza profunda li-bertad, y libertad significa tolerancia, no existe forma alguna de gobierno más fa-vorecedora que la democra-cia, la ciencia sólo puede de-sarrollarse cuando es libre: Ser libre no quiere decir no solo no estar sometida a in-fluencias externas, esto es, políticas, sino ser libre inte-riormente: que impere una total libertad en su juego de argumentos y objeciones. No existe doctrina que pueda ser eliminada en nombre de la ciencia, pues el alma de la ciencia es la tolerancia.

Comencé este estudio con interrogante: ¿Qué es la Jus-ticia?, ahora al llegar a su fin, me doy perfecta cuenta que no lo he respondido. Mi disculpa es, que sería más que presunción creer que puedo alcanzar aquello que no lograron los pensadores más grandes. En rigor, yo no sé ni puedo decir qué es la Justicia, la Justicia absolu-ta, ese hermoso sueño de la humanidad. Debo confomar-me con la justicia relativa.

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Es bastante curioso, incluso podría llegar a ser realmente preocupante, lo que suele ge-nerar este término tanto en-tre Masones como en el mun-do profano.

Este artículo no pretende un acercamiento formal, estruc-turado y exhaustivamente ar-gumentado sobre lo Iniciáti-co sino más bien, lanzar algu-nos puntos sencillos pero im-portantes, para su cuidadosa reflexión.

Parece una obviedad hablar de lo “Iniciático” en una Or-den que se autoproclama en muchas ocasiones, como una Orden Iniciática.

En realidad si ponemos ma-yor atención, veremos que la Iniciación: como conjunto de conocimientos habitual-mente ritualizados, que intro-ducen a un candidato a una nueva vida o percepción de la misma y de si mismo; el Iniciado: como receptor; la

Vía Iniciática: como el cami-no a recorrer en forma de pro-cedimiento o método, etc.; son términos utilizados con más o menos frecuencia y mejor o peor fortuna, tanto dentro como fuera de la Or-den Masónica.

Vamos a utilizar el término “lo Iniciático”, para incluir aunque no sea muy ortodo-xo, esa gran cantidad de con-ceptos, palabras y apreciacio-nes, que forman parte del núcleo esencial de la Maso-nería -mal que le pese a los historicistas, racionalistas o académicos de estrechas mi-ras- y que con demasiada fre-cuencia, se utilizan de forma frívola e inadecuada.

Sin duda en cualquier proce-so iniciático, existen una se-rie de características muy de-finidas que giran alrededor de: -El tiempo.-La exactitud.-La orientación.-La cualificación.-El desarrollo gestual en un es-pacio.-La distribución del es-pacio.-El número.-El ritmo.-La cadencia.-La secuencia.-La impersonalidad.-Los elemen-tos utilizados en una Logia.-La vestimenta de los miem-bros que la componen.-El se-creto.-La transmisión iniciáti-ca.-La transmisión oral.-La trans-misión del método de asimi- lación.-La muerte iniciática.-El renacimiento.-La trascen-dencia.

A pesar de tener un entendi-miento intelectual de las cita-das características, en dema-siadas ocasiones, numerosos hermanos no tienen interiori-zados muchos de estos proce-sos y conceptos que son, al final, de capital importancia para trabajar realmente la Masonería como un método.

Además, la naturaleza coe-xistente de las característi-cas anteriormente menciona-das, con los efectos que producen en la consciencia del practicante Masón y la repercusión personal y co-lectiva, dentro y fuera de la Orden Masónica, generan un conjunto dinámico que bien se puede identificar fi-nalmente con lo Iniciático.

Las confusiones más habi-tuales, nacen de una serie de tendencias relacionadas más con la superstición y la igno-

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rancia, que con el conoci-miento y el entendimiento de la naturaleza de lo Iniciáti-co.

La vaga creencia o la fuerte convicción, que la Inicia-ción o la Vía Iniciática, es un cúmulo de prácticas ocul-tistas o mágicas -que no debe-mos confundir con lo esotéri-co en contrapunto a lo exotérico-, suele basarse en-tre otros, sobre dos motivos que acaban siendo muy habi-tuales: primero, porque es-tos términos se utilizan con mucha frecuencia en contex-

tos no masónicos relaciona-dos con el entorno ocultista, mágico y supersticioso so-bre el cual, ciertos Herma-nos sienten una acusada debi-lidad; segundo, la conni- vencia y profunda filtración de tendencias, técnicas y pos-tulados ocultistas en ciertos Ritos masónicos especial-mente y como ejemplo, en el que hoy conocemos como Rito de Menfis-Misraim.

Por si esto fuera poco, des-pués tenemos la falta de in-formación e instrucción ade-cuada sobre lo Iniciático, que por desgracia es substitui-da en numerosos casos por la formación o tendencias perso-

nales, ya sean humanistas, moralistas, históricas, legales, científicas, técnicas, etc., de-formándose consciente o in-conscientemente la esencia, naturaleza y razón de ser de la Vía Iniciática.

Si a todo esto, le añadimos la instrumentalización perso-nalista de lo Iniciático por parte de determinados Her-manos o pequeños grupos dentro de la Masonería -in-cluso ignorando lo que es-, podremos llegar a encontrar-nos con auténticas distorsio-nes y subversiones directas o indirectas de lo más valio-so y distintivo de la Orden Masónica.

En otras palabras, lo Iniciáti-co no debería ser un escudo detrás de cual esconder nues-tras enormes deficiencias so-bre el método y la Sabiduría Iniciática Masónica -inclui-da la comprensión profunda del Secreto Iniciático- y mu-cho menos, una excusa para caer en los típicos patrones de comportamiento profano, donde el autoritarismo y la ciega imposición, priman so-bre principios fundamenta-les como la justicia, la equi-

dad o la fraternidad masónica.

Lo Iniciático no debe con-vertirse en una simple im-postura para ser “diferentes” o “superiores” al resto del mundo “profano” o de los demás Hermanos, cayendo en una especie de clasismo

esotérico/ocultista mal en-tendido y peor aplicado.

Si la Masonería no es un fin en sí misma, sino más bien un elaborado y vanguardista método de perfección del ser humano, lo Iniciático vie-ne a ser la tecnología y el “alma” de ese propio méto-do.

Ahora bien, un método fia-ble de perfeccionamiento de-bería tener una serie de ca-racterísticas que lo hicieran merecedor de nuestra aten-ción y puesta en práctica. Señalemos algunas:

Su antiguo origen, su exis-tencia y la dilatada trayecto-ria que pueda tener a lo lar-go de los siglos junto a su continuo contraste.

La antigüedad no es una ca-racterística que garantice to-talmente su validez, ya que puede haber degenerado con el paso del tiempo y esto, hay que verificarlo con gran precisión. Tampoco excluye

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la existencia de “métodos” más modernos.

Por otro lado, un análisis de las vicisitudes, influencias, decantación y construcción constante de la Masonería a lo largo del tiempo -a pesar de la aparente inalterabili-dad y universalidad de los “Landmarks”-, permite perci-bir una tendencia general donde los miembros de la misma, realmente se encuen-tran en un proceso de evolu-ción personal y donde por ejemplo, los principios y va-lores universales son depura-dos y transmutados como mí-nimo, a un nivel superior a la media social del entorno profano.

La Masonería no es un méto-do solo “acumulativo” de co-nocimiento, sino que le da la máxima importancia a la “experiencia” de ese mismo conocimiento.

El camino de la erudición masónica no es un síntoma infalible para determinar si un practicante Masón, real-mente practica Masonería o simplemente acumula o mi-metiza sus contenidos.

Si todo consistiera en una simple colección de conoci-mientos históricos, simbóli-cos, alegóricos, filosóficos, metafísicos y prácticas ges-tuales o ceremoniales, me-morizar y aprender por ejem-plo, la historia y el conte- nido completo de los 33 Gra-dos del R.E.A.A., sería el tra-bajo de unos meses y enton-ces se podría decir, entre

otras insensateces, que ya so-mos “grandes Iniciados ma-sones” o hemos llegado a la “perfección”.

Pero la importancia real de la Vía Iniciática y de la Ma-

sonería estriba precisamente en que es un camino vivo, donde interactúan la tradi-ción -visibilizada de forma evidente a través de los Ri-tos, Usos y Costumbres co-mo punto referencial visible o externo- y la innovación

es decir, la experiencia indi-vidual, dinámica y vital que cada masón genera en inte-racción con la tradición y que es tan variada y numero-sa, como masones existen desde el origen de la maso-nería hasta la actualidad.

No es suficiente con conver-tirse en eruditos. El Masón debería aspirar a convertirse en un sabio.

En este punto, existe un fenómeno del que podrían derivarse innumerables va-riables que exceden con mucho el tamaño del pre-sente artículo y es que, cuando hay un exceso o se pone demasiado énfasis en la forma o lo externo, se de-bilita la experiencia o lo in-terno y cuando se supervalo-ra en exceso la dinámica experiencial interna, se rela-ja, altera o ningunea el pun-to referencial externo, tradi-cional y formal.

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Lo Iniciático no abarca solo cierta práctica de la ética o un código moral determina-do, ayudado simplemente por la razón convencional.

La base inicial de todo traba-jo masónico real, es la prácti-ca de una ética o un código moral que circunscribe de forma precisa los comporta-mientos más elementales de los Hermanos, sea cual sea su responsabilidad en la ges-tión de la Orden o su activi-dad profana, utilizando una razón libre de apriorismos,

competencias, prejuicios o vi-siones unilaterales que la par-celen y debiliten.

Pero esta base inicial, necesa-ria siempre e irrenunciable, elaborada e implementada con especial énfasis en el Grado de Aprendiz, no de-bería ser una simple excusa para quedarse ahí y en un ejercicio de descarado e igno-rante reduccionismo, pensar

que la Masonería es solo eso, aunque también hay que admitir que siendo la éti-ca y la moral masónicas, la parte aparentemente más fá-cil, entendible y accesible de la Masonería, estas acaban substituyendo la falta de una profunda, extensa y concien-zuda instrucción masónica.La posible carencia de una ética en el comportamiento individual o de un colectivo determinado, no debería nin-gunear otros aspectos del ca-mino masónico que en abso-luto podrán desarrollarse sin

esa apreciada y preciosa ba-se ética y moral.

“Suerte” que el camino masó-nico es progresivo y que des-pués del Grado de Aprendiz viene el de Compañero -sin dejar de ser “Aprendiz”- y después del Grado de Com-pañero, viene el Grado de Maestro -sin dejar de ser “Aprendiz” y “Compañero”-. Esta progresividad es la que

también se espera respecto a los contenidos masónicos, las definiciones sobre lo que es la Masonería -la tan mani-da definición ofrecida en el Grado de Aprendiz y utiliza-da también de cara al mun-do profano en general: “un sistema particular de moral, ocultado por alegorías e ilus-trado por símbolos”- y lo que se espera del nivel de madurez masónica de quien practica el Arte Real.

Y esa dimensión inclusiva entre lo básico y lo más

avanzado -las dos partes plau- sibles de un todo que no de-bería dividirse y enfrentarse-, donde lo trascendente juega un papel fundamental, per-mite tener una visión inte-gral, de gran alcance y en perspectiva, de la propia Ma-sonería.

Lo Iniciático aborda e inves-tiga, con la unión de la intui-ción profunda y la razón ob-

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jetivada y libre de prejuicios, la transformación integral del ser humano en toda su di-mensionalidad, en un proce-so evolutivo que debe supe-

rar -que no excluir- el marco convencional de la moral, la ética y la razón.

Lo Iniciático da a la ética y la moral masónicas que de-ben ejercerse dentro y fuera de la Orden, una dimensión y profundidad muy distintas a la simple servidumbre del mecánico cumplimiento de un código preestablecido.

Esa podría ser la dirección hacia la verdadera Maestría.

La Masonería es un camino iniciático, no un camino mís-tico.La Masonería, como méto-do iniciático, utiliza activa-mente -con voluntad, iniciati-va y metodología-, todo su empeño en lograr no solo una experiencia trascenden-te del Ser, sino una imple-mentación eficaz de los resul-tados del estado personal

conseguido, en las necesida-des que la sociedad y los se-res humanos tienen en su día a día para que todos, ma-sones o no, podamos evolu-cionar.Cuando se practica la maso-nería en la plenitud de sus ca-racterísticas, supera el mar-co inicial del psicodrama y el debate racional de efectos solo éticos o morales, en ba-se a los símbolos, las ale-gorías y las ceremonias.La práctica del método iniciá-tico nos separa momentánea-mente del entorno profano o convencional -no para hacer-nos superiores o inferiores a ese entorno-, con el fin ini-

cial de trabajar masónicamen-te en unas condiciones ade-cuadas que permitan acceder a la experiencia profunda del Conocimiento y con el fin último, que la evolución obtenida sea aplicable en la mejora de la sociedad y de la humanidad en general sin caer, por supuesto, en el sim-ple “buenismo” o la superfi-cial “moralina”.

Lo Iniciático no busca bajo ningún concepto la alteración

de la consciencia, el éxtasis o el arrobamiento místico, si-no la naturaleza esencial, ori-ginal y no artificial del Ser y también como se dijo antes, la aplicación práctica del es-tado conseguido en la reali-dad convencional.

El proceso masónico no rele-ga su acción, actividad e ini-ciativa a una voluntad ajena al propio masón, viviendo una experiencia pasiva o simplemente reactiva de un proceso espiritual, alejando al mismo tiempo de la socie-dad, la aplicación constructi-va de lo obtenido.

Obviamente, cuando se con-funde espiritualidad con reli-giosidad y cuando, además, se le suma al camino masó-nico una visión mística -más propia de las religiones-, en-tramos en una distorsión que genera no poca confu-sión tanto dentro de la Or-den masónica, como en el mundo profano.

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La Masonería como método o la metodología iniciática, te libera completamente, in-cluso de la propia Masonería y su método.

Esto suele parecer una obvie-dad o algo aparentemente difí-cil de asimilar, aunque enten-damos que todo aquello que pueda crear dependencias o servidumbres, sean de organi-zaciones o de personas, no deja de ser algo que te quita la total libertad.

En esto es imprescindible en-tender que la Masonería es un medio y no un fin, es un método venerable, precioso y respetable que busca el per-feccionamiento inicial del ser humano y cuya conse-cuencia inmediata debe ser aportar todo aquello que a través del respeto a la liber-tad y a todos los seres vivos, mejore el conjunto de la hu-manidad.

Subvertir esto, haciendo de la masonería sea lo más im-portante y un fin en sí mis-ma, no es más que reprodu-cir nuevamente uno más de esos patrones profanos que por desgracia, hace tiempo han penetrado en la Maso-nería distorsionándola hasta cierto punto. Cuando lo más importante es la Masonería, ser Masón de tal o cual Gra-do o responsabilidad organi-zativa, por encima de ser un verdadero e íntegro ser huma-no en toda su dimensión, apa-recen egoísmos, egocentris-mos, parcelas de poder supuesto y toda una serie de mecanismos que perjudican,

desgastan y hacen perder la ilusión y las ganas a numero-sos Masones.

Si la Masonería y su metodo-logía específica que se expli-cita a través de lo Iniciático, no te libera de tu egoísmo, miedos, ignorancia y las ten-dencias inherentes negativas que desarrollamos normal-mente desde el ego, pro-yectándose todo ello hacia un individuo o colectivo -ya sea masónico o profano-, quizás no sea exactamente Masonería lo que estemos practicando. Aunque formal-mente así lo parezca.

Si todos llegáramos a la ple-nitud total como auténticos seres humanos, ya no haría falta la Masonería. Ésta po-dría dejar de existir.

Como pequeño colofón a es-te breve artículo se podría afirmar que en la actualidad, lo Iniciático puede que sea lo más repetido y a la vez lo más desconocido que nos po-demos encontrar, tanto en la Masonería como fuera de ella.

Sus componentes esenciales basados en la vivencia perso-

nal y grupal, transmisión de la experiencia, la cual se ba-sa en gran medida en la pro-pia transmisión oral y ges-tual, hace que no tengamos suficientes documentos y “prue-bas” que permitan hacer ver su enorme importancia, es-pecialmente a aquellos que basados en su propia forma-ción académica o en la falta de información y formación adecuadas, siguen creyendo y porfiando que lo “Iniciáti-co” es cuanto menos, algo inexistente, fantasioso, pres-cindible o algo de lo que sa-car vulgar provecho.

Colocar en su justa medida la importancia de lo Iniciáti-co, no solo para el practican-te Masón, sino para la pervi-vencia de la Orden Masónica en el futuro, debería ser una de nuestras más importantes prioridades.

Quizás, nos estamos acomo-dando demasiado a las ten-dencias internas anquilosadas en lo básico y contaminadas por lo no masónico o a las ex-plicaciones basadas en méto-dos, enfoques y pruebas per-fectamente respetables en el mundo profano, pero que son incapaces hasta la fecha de de-sentrañar el sentido, naturale-za y objeto trascendente de una metodología que a pesar de su antigüedad -que no ve-jez- es capaz, si se aplica de forma correcta comprendien-do su verdadera naturaleza, de dar respuestas eficientes a los grandes retos que nos de-para el siglo XXI tanto indivi-dual como colectivamente.

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Unos de los pocos lugares donde el conflicto Palestino-Israelí no ha logrado des-truir los lazos de amistad y respeto mutuo entre miem-bros de las dos comunidades que comparten Tierra Santa son las logias masónicas. El génesis de este ejemplo de confraternidad humana lo te-nemos en los mismos oríge-nes de la Masonería Espe-culativa, cuyos comienzos históricos datan del año 1717, con la fundación de la primera Gran Logia en Lon-dres.

Poco después de su funda-ción, se le encargó al pastor protestante James Anderson que recopilara los antiguos manuscritos de las cofradías masónicas medievales para redactar los principios según los cuales se regirían los ma-sones en el futuro. Así se gestó el conocido Libro de Constituciones de la maso-

nería inglesa, publicado en 1723, piedra fundamental de la masonería mundial.

En la página 50 de estas Constituciones aparecen las antiguas obligaciones del masón, "extractadas de los antiguos registros de las lo-gias de ultramar y aquellas de Inglaterra, Escocia e Irlan-da, para el uso de las Logias de Londres" cuyo primer artículo es el siguiente:

I. Concerniente a Dios y la RELIGIÓN

Un masón está obligado por su condición a obedecer la ley moral y si entiende co-rrectamente el Arte, no será nunca un estúpido ateo ni un libertino irreligioso. Pe-ro si bien en tiempos pasa-dos los Masones estaban obligados en cada país a te-ner la religión de aquel país o nación, cualquiera que fue-se, hoy en cambio se conside-ra más conveniente obligar-lo sólo a aquella religión en la cual todos los hombres están de acuerdo, dejándolo a su criterio personal; o sea, ser un hombre bueno y sincero, hombre de honor y honestidad, cualquiera que sea la denominación o creen-cia que lo distingue; por lo cual la Masonería se convier-te en el Centro de Unión y el medio de formar una since-

ra amistad entre personas que de otro modo permane-cerían para siempre distan-tes.

Esta es una declaración cla-ra y terminante del hecho que el primer principio fun-damental de la Masonería es la tolerancia respecto al cre-do religioso y que el único requisito para ser admitido en la Masonería es ser una persona honorable y hones-ta, de modo que la Maso-nería pueda ser un "centro de unión" y el medio de esta-blecer una verdadera amis-tad entre personas que de otro modo quedarían siem-pre distantes una de la otra.

Aunque sea probable que la tolerancia religiosa que te-nía en mente el Reverendo Anderson fuese sólo aquella destinada a suavizar las rela-

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ciones entre Católicos y Pro-testantes, su aplicación total en algunas logias londinen-ses se puede deducir de la presencia de judíos en lo-gias masónicas ya en 1716 y probablemente antes.

La universalidad de la Maso-nería atraía a muchos judíos, que la consideraban una vía para ser aceptados en la so-ciedad inglesa, que en aquel tiempo todavía imponía res-tricciones al ingreso de no-cristianos en diversos círcu-los.

También hombres que profe-saban otras religiones fue-ron atraídos a la Masonería. Los musulmanes, por ejem-plo, ingresaron entusiasta-mente a las logias en Egip-to, donde la Orden prosperó y atrajo los más altos círculos de la sociedad egip-cia, al punto de llegar a te-ner cerca de 600 logias a principios del siglo XX. Al igual que en Inglaterra, la fa-milia real egipcia tomó par-te en la Masonería y le prestó apoyo y prestigio. La-mentablemente, la revolu-ción de 1952, cuando la fami-

lia real fue expulsada y tomaron el poder los milita-res, condujo a la declinación de la Masonería, hasta ser fi-nalmente disuelta y prohibi-da por Gamal Abdel Nasser en 1967. En algunos otros países musulmanes, sin em-bargo, la Masonería logró echar raíces, como en Tur-quía, donde funciona sin tra-bas y sus miembros tienen ac-tiva participación en la vida pública. En Irán también flo-reció la orden masónica has-ta la revolución de los Ayatu-las en 1979, cuando la Ma-

sonería fue prohibida. En la India, un país donde cohabi-tan múltiples religiones, la Logia se transformó en oa-sis de tolerancia y unidad.

Llegando al argumento cen-tral de este trabajo, el encuen-tro y la interacción de Maso-nes árabes y judíos en Tierra Santa, nuestra historia debe comenzar solo a mediados del siglo XIX, ya que todo lo que sea anterior a dicha época no pasa de ser leyen-da y fantasía.

La primera ceremonia masó-

nica registrada en Tierra san-ta fue la reunión organizada por Robert Morris en la Ca-verna de Sedecías – o Cante-ra del Rey Salomón – una profunda caverna bajo la ciu-dad vieja de Jerusalén utili-zada como cantera durante siglos. Morris era norteame-ricano, ex Gran Maestro de Kentucky, que había venido al Medio Oriente para bus-car reliquias masónicas de la antigüedad. No encontró lo que buscaba, pero sí des-cubrió un pequeño grupo de Masones en Jaffa y Jeru-salén. Morris los juntó, apro-vechó que en la bahía de Jaf-fa se encontraba un barco de la marina británica, varios de cuyos oficiales eran ma-sones, y después de algunos ensayos en el Hotel Medi-terráneo de Jerusalén, el 13 de mayo de 1868 condujo a todo el grupo a la caverna de Sedecías y allí constituyó lo que con gran pompa pro-clamó ser una Logia Provi-soria, llamada Reclamation Lodge, o sea Logia Recupe-ración, significando así que la Masonería recuperaba su presencia en su lugar de ori-gen. Entre los participantes en esa ceremonia se encon-traban cuatro masones cris-tianos norteamericanos de Jaffa (pertenecientes a una secta derivada de los Mor-mones), el gobernador turco de Jaffa, el Cónsul de Pru-sia, el Cónsul de Estados Unidos en Jerusalén, y el Ca-pitán y arqueólogo Charles Warren, quien más tarde sería el primer Venerable Maestro de la famosa Logia de Investigación Quatuor

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Coronati. Ya en esta primera ceremonia masónica en Tie-rra Santa, los participantes in-cluían cristianos de diversas denominaciones, y un mu-sulmán.

La primera logia verdadera establecida en Palestina fue también obra de Robert Mo-rris. Después de varios in-fructuosos intentos de conse-guir una patente de una Gran Logia estadounidense, convenció finalmente a un amigo personal, William Mercer, quien había sido ele-gido Gran Maestro de la Gran Logia de Ontario en Ca-nadá, para extender una pa-tente para fundar una Logia que trabajase en Jerusalén y alrededores. La carta paten-te fue emitida el 17 de febre-ro de 1873 y la Royal Solo-mon Mother Lodge N° 293 fue formalmente consagrada el 7 de mayo.

Los que firmaron la petición para el otorgamiento de la Pa-tente fueron Robert Morris, John Sheville, Rolla Floyd, Richard Beardsley, Charles Netter, Peter Bergheim y ca-torce otros masones que no vivían en Palestina, y que fueron agregados por Mo-rris para completar el núme-ro de peticionarios.

Morris, Sheville, Floyd, Beardsley y Bergheim eran cristianos, mientras que Net-ter era judío.

Charles Netter (1826-1882) fue uno de los fundadores en 1860 de la Alliance Israeli-te Universelle, la sociedad

francesa constituida para de-fender los derechos de los judíos y promover la educa-ción hebrea en el Medio Oriente; a Netter se le con-fió la misión de establecer la primera escuela agrícola en Tierra Santa, Mikve Is-rael, y fue su primer direc-tor. Dicha escuela existe has-ta hoy.

El primer candidato que pi-

dió ingresar a la logia – ya en su primera tenida (nom-bre que le dan los masones a

sus reuniones en logia) – fue Moses Hornstein, un judío de Odessa que aparen-temente se había convertido

al cristianismo. Ansiosos de incrementar su número, los hermanos votaron su ingre-so y lo iniciaron inmediata-mente, y en dos días lo as-cendieron al grado de Maestro Masón, en un procedimiento poco usual por la velocidad.

Otro miembro de la logia era un árabe cristiano de ori-gen libanés, Alexander Ho-ward, cuyo verdadero nom-bre era Iskánder Awad. Este era un sujeto pintoresco, agente local de la empresa Thomas Cook de Inglaterra, que comenzaba entonces a organizar las giras de turis-mo a Tierra Santa. Howard organizaba la caravana de tu-ristas, contrataba los came-llos, las mulas y los arrieros, portadores, cocineros, sir-vientes, las carpas donde pernoctar, en fin todo lo que necesitaban los turistas euro-peos. Howard trabajó tan bien que pronto quedó a car-go de las giras de Cook en todo el Medio Oriente. Esto le produjo tales utilidades

que no sólo estableció hote-les en Jaffa, Jerusalen y Latrún, sino que en Jaffa fue de los primeros constructo-

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res de casas fuera de los mu-ros de la ciudad. Una calle entera era de su propiedad, y hasta hoy se pueden ver los letreros en las esquinas de la calle Yefet que dicen Rue Ho-ward en una equina y Ho-ward Street en la otra. Su ca-sa, a mitad de la cuadra, tiene una imponente decora-ción de mármol sobre la en-trada, en forma de cortinaje, con la leyenda Shalom al Is-rael (La paz sea Sobre Is-rael).

Su casa funcionó como tem-plo masónico y las buenas re-laciones existentes en ese en-tonces entre las comu- nidades judía y cristiana en Tierra Santa lo demuestra el hecho que Howard facilitó su residencia para que funcio-naran las oficinas del Co-mité Central de la Hovevei Zion, la primera organiza-ción sionista que promovía el retorno de los judíos de la diáspora, y así su casa fue el punto de encuentro de los judíos que llegaban a Jaffa a fines del siglo XIX y comien-zos del XX.

Howard tomó como su ayu-dante a otro fundador de la logia, el estadounidense Ro-lla Floyd, quien estableció el primer servicio de diligen-cias entre Jaffa y Jerusalén. Su "diligencia" en realidad no era más que un carro tira-do por un caballo. Otro her-mano de la logia era Joseph Amzalak, iniciado el 29 de enero de 1884. Joseph Amza-lak pertenecía a una acaudala-da familia sefardita. Había nacido en la colonia británi-

ca de Gibraltar y en 1824 es-tableció residencia en Jeru-salén, donde se dice que era el hombre más rico de la ciu-dad. Allí construyó una her-mosa casa vecina a la puerta de Jaffa. Alrededor de 1860 su casa fue entregada en al-quiler, la planta baja para tiendas, y los pisos superio-res fueron tomados por Mo-ses Hornstein para abrir el Hotel Mediterráneo, donde se alojó Robert Morris, y también Charles Warren e in-cluso Mark Twain y su gru-po de turistas cuando visita-ron Tierra Santa en 1867. El edificio sigue en pie, y sigue siendo usado como hotel, ahora con el nombre de Ho-

tel Petra.

La logia Royal Solomon tu-vo una existencia precaria por la falta de experiencia de los hermanos y la logia de-sapareció después de pocos años. Un grupo de sus miem-bros, sin embargo, querían continuar y le pidieron carta patente al Gran Oriente de la Orden Misraim, que en esa época estaba activa en Egipto. Alrededor de 1890

se constituyó así la logia El Puerto del Templo de Sa-lomón. La logia admitía tan-to árabes como judíos, y tu-vo una época de oro cuando llegó un grupo de ingenieros franceses a construir el ferro-carril de Jaffa a Jerusalén; muchos de los franceses eran Masones que se incor-poraron a la logia. Después que partieron, sin embargo, la logia declinó hasta final-mente desaparecer.

Los hermanos que quedaban nuevamente se encontraron ante la necesidad de encon-trar un nuevo hogar, y así en febrero de 1906 se reunió un grupo y decidieron fundar

una nueva logia con el nom-bre de Barkaí (la Aurora). Uno de los miembros de la logia era Maurice Schön-berg, un relojero judío, que había instalado los cuatro re-lojes en la torre de Jaffa, que existe hasta hoy. Dos relojes marcaban la hora normal, y los otros dos la hora musul-mana, que comienza con la puesta del sol.

Schönberg, cuyo trabajo le

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llevaba a menudo a París, tomó contacto con el Gran Oriente de Francia. El 13 de marzo de 1906 fue presenta-da la petición formal de pa-tente al Gran Oriente, firma-da por doce hermanos, uno de ellos un árabe cristiano, Alexander Fiani – propuesto para ser el primer Venerable Maestro de la logia – y los demás judíos. Sin embargo, el primer masón afiliado a la flamante logia fue un cris-tiano de origen libanés, Cé-sar Araktingi, comerciante, dragomán y Vi-cecónsul de Gran Bretaña, nacido en Jaffa. Como se puede ver, la multiplicidad de religiones y gru-pos étnicos ya estaba estableci-da.

La logia Barkai reclutó activamen-te nuevos miem-bros. Hasta el co-mienzo de la Primera Guerra Mundial (1914), fueron inicia-dos más de 100 nuevos miembros, la mayoría ára-bes y turcos, pero con un buen número de judíos y al-gunos armenios. La Logia se reunía en Jaffa, en el N° 1 de la calle Howard que ya he mencionado. Como la ma-yoría de los hermanos no ha-blaba francés, las reuniones se realizaban en árabe, y só-lo los protocolos se escri-bían en francés para ser en-viados al Gran Oriente.

Araktingi pronto reemplazó a Fiani como Maestro de la

Logia y continuó desem-peñando este puesto hasta 1929, es decir, por 23 años, un caso inusitado, ya que la tradición prescribe que anual-mente se elige el Venerable de cada logia.

La feliz situación de pacífi-ca convivencia entre las di-versas comunidades de Pales-tina fue rota durante la Gran Guerra de 1914 a 1919. El desmembramiento del Impe-rio Otomano resultó en la creación de varios países ára-

bes independientes, pero ba-jo la tutela de las dos gran-des potencias que se divi- dieron sus zonas de influen-cia en el Medio Oriente: Francia e Inglaterra.

La Palestina, que entonces abarcaba ambos lados del Jordán, incluyendo la actual Jordania, Israel y los territo-rios en disputa de la Cisjorda-nia, fue entregada en admi-nistración a Inglaterra, que recibió el mandato de la So-ciedad de las Naciones para gobernar el país.

La Logia tuvo que suspen-

der sus trabajos durante la guerra, pues muchos de los hermanos fueron exiliados por el gobierno otomano. Terminado el conflicto, y es-tando el país bajo control de los ingleses, la logia reinició sus labores, pero tuvo que cerrarlas nuevamente en 1921, cuando comenzaron disturbios contra la pobla-ción judía. Sólo en 1925 la Logia comenzó nuevamente a reunirse, ahora en Tel Aviv, y compuesta casi ex-clusivamente de judíos. Los

hermanos ára-bes prefirieron ingresar a las logias estable-cidas en el país por la Gran Lo-gia de Egipto, en las cuales, hay que subra-yar, también se contaban nume-rosos hermanos judíos de habla árabe.

En 1932 la masonería egip-cia sufrió una grave crisis, que terminó con la creación de dos grandes logias riva-les. Las logias locales de-pendientes de Egipto decidie-ron entonces independizarse, formando la Gran Logia Na-cional de Palestina. La ma-yoría de los hermanos eran judíos, pero su carácter no sectario lo demuestra el he-cho que la ceremonia de fun-dación de la Gran Logia fue dirigida por Fuad Bey Hus-sein, Gran Maestro de la Gran Logia de Egipto. El Hermano Shuqri Houri, ára-be también él, fue electo co-

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mo primer Gran Maestro.

Las logias de habla inglesa, bajo las jurisdicciones de las Grandes Logias de Inglate-rra y Escocia, rehusaron in-corporarse a la nueva Gran Logia y continuaron operan-do bajo sus jurisdicciones ori-ginales, mientras que las cin-co logias de habla alemana se constituyeron en una Gran Logia Simbólica de Ale-mania en Exilio. En Alema-nia, como sabemos, la maso-nería había sido clausurada por los Nazis y muchos maso-nes fueron enviados a los campos de concentración.

Pese a las problemáticas rela-ciones entre las comunida-des árabe y judía, la Gran Lo-gia Nacional de Palestina realizó constantes esfuerzos por atraer candidatos de to-das las comunidades: judía,

cristiana, musulmana, arme-nia y drusa. En efecto, se fun-daron varias logias cuyas reu-niones se realizaban en árabe, compuestas casi exclu-

sivamente por árabes: la lo-gia Nur El-Hichmah (“La Luz de la Sabiduría”) y lo-gia Jerusalén, ambas en la Ciudad Santa, Khoresh en Amán, y Galilea en Nazaret.

Sólo con la creación de la Gran Logia del Estado de Is-rael, en 1953, la Masonería en Tierra Santa pudo unirse finalmente bajo el mismo te-cho. Todas las logias de la Gran Logia Nacional Palesti-na se integraron a la nueva Gran Logia, y lo mismo hi-cieron las logias de habla in-glesa y alemana. Las treinta logias que funcionaban en aquel tiempo estaban dividi-das lingüísticamente del si-guiente modo:

19 logias trabajaban en he-breo, 5 en alemán, 4 en inglés y una cada uno en ru-mano y árabe.

La logia Nur El-Hichmah que se reunía en la ciudad vieja de Jerusalén, quedó en la zona ocupada por Jorda-nia desde 1948. La logia Khoresh se encontraba en Amán, Jordania, y sólo la Lo-gia Galilea seguía trabajan-do en árabe, en la ciudad de Nazaret. Había sido fundada en 1950 con hermanos tanto musulmanes como cristia-nos, con una mayoría de és-tos, en una ciudad con tan profundo significado para la Cristiandad.

En 1954, al año siguiente de la fundación de la Gran Lo-gia de Israel, se fundó en el puerto de Acre - la antigua fortaleza de los cruzados -

una segunda logia de lengua árabe, Acco N° 36. Una tercera logia árabe fue fundada en Kfar Yassif, en la Galilea Occidental: la Lo-gia Hidar, con numerosos hermanos drusos, y en 1959 se fundó en Tel Aviv la Lo-gia Al-Salaam (Paz), com-puesta tanto por árabes co-mo judíos.

En 1968 se fundó en Haifa, una ciudad que siempre tuvo una composición étnica mix-ta, la Logia Na'amán, que trabaja en hebreo pero tiene

una composición de árabes y judíos. De los 32 Venera-bles Maestros de la logia en-tre su fundación y 2003, die-cinueve – o sea la mayoría – han sido árabes

En 1974, un año después de la guerra de Yom Kippur, se fundó en Jerusalén la logia Ha-Lapid, de habla árabe, que integra hermanos árabes y judíos. Su primer Venera-ble Maestro fue un judío: David Greenberg.

Finalmente, en 1983 fue fun-dada en Nazaret la Logia Na-zareth, que trabaja en árabe, con hermanos musulmanes y cristianos.

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El carácter universal de la Gran Logia de Israel está simbolizado por su escudo, con la estrella de David, la cruz y la luna creciente en-marcados dentro de la escua-dra y el compás. En los tem-plos masónicos de Israel están abiertos tres libros sa-grados: la Biblia, el Tanaj (Antiguo Testamento en he-breo) y el Corán. La oficiali-dad de la Gran Logia inclu-ye tres Grandes Capellanes, de las tres religiones mono-teístas y con el mismo ran-go.

La oficialidad de la Gran Lo-gia siempre ha incluido her-manos árabes. En 1981 fue elegido como Gran Maestro el abogado árabe de Haifa, Jamil Shalhoub, y al año si-guiente fue reelegido por un segundo período.

Ahora voy a relatar asuntos que conciernen a la logia La Fraternidad en particular, y que tienen relación directa con el tema que nos ocupa. Esta logia – la primera logia israelí en español - tiene la tradición de reunir a los her-manos con sus familias en un fin de semana en algún ho-tel de veraneo, para estre-char los lazos de fraternidad y escuchar algunas conferen-cias sobre temas diversos. En el año 1993 esta activi-dad se realizó en un hotel de la ciudad de Nazaret. Para la cena y fiesta de despedida un ex Maestro de la logia, el Dr. Juan Goldwaser, tuvo una inspiración, ¿por qué no invitar a los hermanos ára-bes de la logia local? Dicho

y hecho, se puso en contacto con el Maestro de la Logia Nazaret, y en su justo tiem-po llegó al hotel una veinte-na de hermanos árabes con sus esposas y portando gran-des fuentes con pastelitos de su especialidad.

Se pasó de manera tan agra-dable la velada, que se deci-dió continuar los contactos. Así el 2 de octubre de ese mismo año nos repartimos cinco hermanos, y cada uno recibió en su casa un grupo de seis parejas de los herma-nos árabes. Luego, el Dr.

Goldwaser comenzó invitan-do a su casa un gran grupo de hermanos de ambas logias con sus esposas, y seguimos con las reuniones, realiza-mos fiestas en conjunto, reu-niones de logia, los herma-nos de Nazaret también abrieron sus hogares y se creó una hermosa conviven-cia, pese a los problemas polí-ticos y los frecuentes actos te-rroristas de todos conocidos.

¿Qué mejor demostración puede haber, que practican-

do la tolerancia y la fraterni-dad es posible sobreponerse a las diferencias políticas y religiosas?

En 1995, la Gran Logia y el Supremo Consejo de Argen-tina decidieron crear conjun-tamente una Academia de Paz Masónica, con el preci-so objetivo de conferir un Premio Masónico de la Paz a las personas y organizacio-nes – no sólo masónicas – que se distinguieran por su trabajo en pro de la paz, la tolerancia y la convivencia de todos los hombres.

Fui invitado a someter nom-bres de candidatos merece-dores de recibir este premio, y propuse entonces a dos: el Dr. Juan Goldwaser, cuyas actividades ya mencioné, y. Joseph E. Salem, quien en-tonces presidía el Grado 33 de Israel, originario de Irak, cuyo dominio del idioma árabe le permitía promover el entendimiento entre ára-bes y judíos.

Mis dos propuestas fueron aceptadas, y Goldwaser viajó

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a Buenos Aires a recibir su premio, consistente en una medalla y un diploma. Dos años después, la Masonería Argentina nuevamente deci-dió otorgar el Premio Masó-nico de la Paz, y me pidie-ron otra vez proponer nombres. Esta vez propuse dos hermanos árabes: Samir Víctor Farrán de Nazaret, Católico Romano, y Elías Mansour de Haifa, Griego-Ortodoxo, y miembro activo

del Supremo Consejo de Is-rael. Ambos habían demos-trado ser fervientes promoto-res de la amistad entre árabes y judíos.

Mis propuestas fueron nueva-mente aceptadas, y Samir Farrán viajó a Buenos Aires a recibir su premio, acom-pañado por el Dr. Goldwa-ser. La presencia de ambos en la capital bonaerense dio pruebas de la verdadera fra-ternidad reinante entre nues-tras dos logias.

Lamentablemente, esta her-mosa iniciativa de la Maso-nería Argentina no tuvo conti-nuación, y el premio a la Paz se otorgó sólo esas dos veces.

Hace un par de años atrás, el Hno. Farrán, con un grupo de hermanos de Nazaret, y con el apoyo de nuestra lo-gia, ente otras, reabrió las puertas de la logia Galilea No. 31 de Nazaret, que se había cerrado. En reconoci-miento por nuestra labor en favor de esta logia árabe, el Hno. Goldwaser y quien es-cribe fuimos agraciados con el título de Venerable Maes-tro ad-Vitam de la Logia Ga-

lilea 31, en una tenida festi-va en la ciudad de Nazaret. Dos masones judíos recibie-ron el homenaje de una lo-gia de masones árabes duran-

te el triste período de la Intifada. Que me perdone el lector por haber empleado mis pro-pias experiencias como ejem-

plo, pero creo que el mensa-je que se traduce de mi trabajo es importante, hoy quizás más que en el pasa-do. Hoy, cuando las fuerzas del fanatismo y la intoleran-cia cometen crímenes inhu-manos y cobran víctimas inocentes día a día y en todo el mundo, amenazando los fundamentos de la civiliza-ción, es de suma importan-cia reflexionar sobre el va-lor de la Masonería, de nuestro credo de justicia, to-lerancia, benevolencia y fra-ternidad.

El papel que ha desempeña-do la Masonería en Israel de-muestra que, existiendo una base de racionalismo y hu-manismo, se puede edificar la convivencia entre grupos humanos separados por el idioma, la religión y la et-nia. La Masonería israelí da prueba fehaciente de que la paz entre los pueblos no es una utopía, sino que sólo es preciso el esfuerzo indivi-dual de cada persona de bue-na voluntad, y el trabajo mancomunado de todos quienes desean construir un mundo mejor, de paz, liber-tad y progreso.

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La piedra cúbica apuntada es uno de los símbolos más antiguos utilizados en Maso-nería. Presente en el Rito Francés (RFM) y desapareci-do en la práctica del REAA, aunque se le puede encon-trar en numerosos tableros de grado y rituales de este Ri-to, la piedra cúbi-ca apuntada repre-senta la obra maes- tra que todo ma-són debe realizar en su calidad de Compañero del Ofi-cio. Los tableros del siglo XVIII nos señalan claramente que todo itinerario iniciático correspon-de a la transforma-ción de la piedra bruta en piedra cú-bica apuntada.

La piedra cúbica apuntada es espe-cífica de la maso-nería continental. Nuestros Hermanos que practican los ritos de raíz anglo-sajona, como Emu-lación o York, y otros tantos, no conocen más que la simple piedra cúbica, muchas veces representada suspendida en un artilugio pa-ra levantar piedras.

En efecto, en los comienzos del siglo XVIII en la maso-

nería continental toda men-ción a la piedra cúbica desig-naba siempre a una piedra cúbica apuntada, pues los ri-tuales ignoraban el estado in-termedio de la simple piedra pulida de seis caras que apa-recerá más tardíamente, co-mo podemos comprobarlo

en los más antiguos tableros de trazo de las Logias conti-nentales. Sin embargo, el símbolo de la simple piedra cúbica ha eclipsado desgra-ciadamente la piedra cúbica apuntada en muchos ritos, que no el Francés que practi-

camos en la GLE.

En Masonería, la simple pie-dra cúbica corresponde al fin del aprendizaje y al primer paso del nuevo compañero. Es un estado intermedio de elaboración de la obra en curso de realización.

La piedra cúbica apuntada simboli-za así la finaliza-ción de la obra, el coronamiento de los esfuerzos, el obje-tivo realizado, la fi-nalización de la obra maestra elabo-rada por el compañe-ro al final de su pro-gresión y representa la aprehensión del mun-do espiritual.

La punta de la pie-dra cúbica apun-tada se asimila tam-bién a un ompha-los, una represen-tación visible y concreta del “cen-tro del mundo”, una abertura so-bre lo d iv ino ,

quinta-esencia del ser, punto de encuentro entre lo mani-festado y lo no-manifestado.

En el RFM, entre las tres jo-yas inmóviles de la logia se encuentran la piedra bruta, la piedra cúbica o de afilar y

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la plancha de trazo de los maestros.

Le Vrai Maçon dédié aux maçons instruits, fechado en el 5809 (VL), nos da algu-na pista de la razón de la con-fusión entre una y otra pie-dra. El texto nos dice lo siguiente:

Pregunta: ¿Cuál es su uso?Respuesta: La Piedra bruta sirve a los Aprendices para trabajar, la Piedra cúbica sir-ve a los Compañeros para afi-lar sus útiles y la plancha de trazo sirve a los Maestros pa-ra realizar sus dibujos.

La nota explicativa es espe-cialmente aclaratoria, pues en ella se nos dice que anti-guamente se utilizaba el nom-bre de piedra cúbica apunta-da en lugar de piedra cúbica sin más. Y amplía diciendo “no hay que olvidar que los mismos filósofos que asimila-ban el Aprendiz a una piedra bruta, comparaban entonces al Compañero con la piedra cúbica, porque la veían co-mo el cuerpo perfecto, el que presentaba el mayor nú-

mero de superficies unidas y que podía servir para todo lo que se le quisiera emplear; terminaban esta piedra en

pirámide porque ella ence-rraba todos los números sa-grados; es decir, la unidad, el cinco, cuatro, tres ve-ces tres, y por consecuencia el nueve. Además, para ta-llar esta piedra había que usar el compás, la escuadra, el nivel, y la plomada; y co-mo todos estos instrumentos eran los símbolos de las ciencias y las virtudes, y que estos eran los medios que es-tos filósofos empleaban para hacer lo que nosotros llama-mos un Compañero, podían hacer, sin equivocarse, esta comparación moral.”

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En las diferentes instruccio-nes y catecismos publicados más adelante, se nos dice en muchas ocasiones que sirve para afilar las herramientas. Así, en una instrucción de

1860 se lee: “Esta piedra, que sirve para afinar las he-rramientas, es la imagen del estudio, de la reflexión, de la pasión por la búsqueda de la verdad; ayuda al espíritu humano a afilar por decir así, su inteligencia, le da vi-gor y comprensión, y se per-fecciona en las ciencias, en las artes, en la teoría y en la práctica de la filosofía.”

En otra obra de 1814, reim-presa en París en 1992, se nos dice también que “la pie-dra bruta, sobre la cual traba-jan los Aprendices, es el em-blema de nuestra alma, sus- ceptible de las buenas o ma-las impresiones, mientras que

la piedra cúbica, que sirve a los Compañeros a afilar sus herramientas, nos hace recor-dar que sólo siendo vigilante sobre nosotros mismos es có-mo podemos protegernos de los vicios.”

El barón de Tschoudy, ya nos decía en 1766, que cam- biando la piedra bruta del Aprendiz por la piedra cúbi-ca apuntada del Compañero, debíamos aceptar que este segundo grado supone unos conocimientos superiores y más aptitudes para el trabajo.Pero es indudable que la forma específica de la piedra

cúbica apuntada la hace in-servible para la construcción de cualquier muro, pared o edificio. Es por ello por lo que, naturalmente, es recha-zada por la gente del oficio, al contrario que la piedra cú-bica, muy apropiada para la construcción. Ello nos lleva a hacer una analogía con la piedra clave de una bóveda, piedra única que corona la construcción, “la piedra que fue rechazada por los arqui-tectos se ha convertido en la

piedra más importante de la construcción”1. Nos encon-tramos pues, ante lo que idealmente debe llegar todo masón al final de su camino.

Cuando se abre una piedra cúbica apuntada, nos recuer-da Irène Manguy, y desple-gamos todas las caras, las del cubo en la parte inferior y las del piramidión en lo al-to, las cuatro caras triangula-res recuerdan la forma de la cruz templaria, en cuyo cen-tro representa también “la ci-ma ideal de la montaña”.La piedra cúbica apuntada se representa con un hacha

en horizontal sobre su vérti-ce, como así lo encontramos en el tablero del RFM. El hacha tiene relación con los cielos. El hacha se rela-ciona en su origen con el ra-yo. De los cielos descien-de y golpea la tierra, la penetra, la separa. El hacha que en el tablero del RFM aparece en su punta, similar a un martillo de tallar, evoca la realización espiritual en su apogeo gracias a la re-cepción de la iluminación

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iniciática. Su objetivo es el de liberar la luz encerrada en el corazón de la piedra.

Según el autor francés Chris-

tian Guigue, “el hacha situa-da encima de la piedra cúbi-ca apuntada, confirma este carácter de iluminación, de penetración de la luz, pues el movimiento se opera des-de lo alto hasta lo bajo, del cielo a la tierra. Tiene como objeto el hacer salir, de ha-cer brotar lo que está encerra-do en el corazón de la pie-dra, que es como decir el corazón del hombre, para que pueda iniciarse la con-templación mutua del co-razón de la divinidad y del corazón de la criatura”.

La piedra cúbica a punta guarda su secreto, que sólo puede salir por el vértice. Hay que abrir y penetrar la piedra para percibir las leyes

de la creación que ella contie-ne y cerrarla para dar vida a las formas manifestadas que obedecen a estas leyes.

Pasar de la piedra bruta a la piedra cúbica apuntada es re

sumir por estos dos elemen-tos el conjunto del itinerario iniciático, siendo el uno y el otro el alfa y el omega. Es saber separar su personali-dad de todas las gangas de las apariencias para hacer emerger el ser profundo. Es-ta pide al Masón en búsque-da de verdad, saber practicar con éxito el “conócete a tu mismo -nosce te ipsum-” y lograr encontrar el acceso a la cima de la piedra cúbica apuntada desde donde acce-der a esta trascendencia del ser, representada bajo la for-ma de la luz sublime, de un rayo de claridad que el ha-cha o el martillo de tallar permiten que entre en la pie-dra.

1 El Colectivo “Los Antiguos De-beres” está formado por un grupo de HH, miembros de GLE y /o del Gran Capítulo Francés, con el ob-jetivo de mejorar su formación en el Rito, y en aspectos como su fi-losofía, historia, práctica, etc., así como ayudar a su difusión.

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2 Los Hermanos que practican la Masonería de Marca encontrarán familiar esta referencia.

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Y la Virgen ha concebidoun hijo y es llamado Immanuel(Dios con nosotros).Isaías

Cualquier simbolismo apun-ta siempre a las funciones y grados de la obra de Dios y nunca a las imágenes exterio-res que la historia ha creado: así, el simbolismo del tem-plo no nos habla del edificio artístico que cobija unos ri-tos y unas liturgias, no nos habla de las catedrales o mez-quitas. Los textos inspirados que hablan sobre el simbolis-mo del templo parecen refe-rirse a las funciones y gra-dos de la obra de Dios en el

interior del hombre, los cua-les están apuntados y resumi-dos admirablemente en un versículo del Mensaje Reen-contrado, obra hermética de este siglo, en el que se dice: «¿Quién separará la luz de las tinieblas? Y ¿quién mani-festará el fuego oculto del Señor?; ¿quién transformará la leche virginal en la consis-tencia corpórea del Hijo re-cién nacido?» (I, 26’).

«¿Quién separará la luz de las tinieblas?»; el templo, por su etimología y función designaba en la antigüedad el lugar santificado, donde habitaba Dios en la tierra; el Señor dice a Moisés sobre el monte Sinaí (Éxodo XXV, 8):

«Hacedme un santuario y ha-bitaré entre ellos (Israel)». El lugar santo es esencial-mente distinto al mundo pro-fano, está separado de él.

El primer grado de la gran

obra de Dios es la separa-ción entre la cizaña y el tri-go, entre la mala formación y la buena semilla escondi-da, entre la luz y las tinie-blas. Este lugar separado está oculto a nuestros senti-dos, revestidos de una piel de bestia por la caída. Es el lugar secreto, revelado úni-camente al iniciado, el espe-jo de los cabalistas, donde se ven todos los misterios: ningún impuro puede vis-lumbrarlo.

En el cristianismo, este lu-gar puro y oculto es María, la Santa Madre de Dios; es-cribe sobre ella L. M. Grig-nion de Montfort (El secreto de María, 20): «Dios creó

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un mundo para el hombre pe-regrino: es la tierra; un mun-do para el hombre glorifica-do: es el cielo; un mundo para sí mismo: es María. Ella es un mundo desconoci-do para casi todos los morta-

les. Un misterio impenetra-ble para los mismos ángeles y santos del cielo que con-templan a Dios trascenden-te, lejano e inaccesible. ¡Fe-liz, una y mil veces en esta vida, aquél a quien el Espíri-tu Santo descubre el secreto de María para que lo conoz-ca.»

Hemos de subrayar que, según el texto, este secreto ha de ser descubierto por el Espíritu Santo y que no pue-de ser encontrado por el tra-bajo y la inteligencia del hombre.

«¿Quién manifestará el fue-go oculto del Señor?»; el Se-fer haZohar, en el conocido fragmento de la nuez y su cáscara, explica la forma-ción del primer templo a par-tir del Dios incognoscible; di-ce así: «El punto primero es la luz interior que no tiene medida, que no se puede co-

nocer ni comprender a causa de su pureza, tenuidad y transparencia, es la sabiduría cerrada. Hasta que este pun-to se expande y entonces es-ta expansión se convierte en un templo (hejal) para vestir

al punto que es la luz incog-noscible y sin medida en su pureza.» (I, 20a)

Desde su primera manifesta-ción hasta su perfecto acaba-miento, Dios siempre se ma-nifiesta a través de un vehículo,

un vestido, un lugar, un tem-plo. Aquí vemos uno de los misterios centrales de todas las religiones y filosofías: la manifestación del principio

inmanifestado, la forma del Dios invisible, el fuego ocul-to, lo que en el cristianismo recibe el nombre de encarna-ción y que existe con otros nombres en todas las religio-nes. Doutzetemps escribía en Le Mystère de la Croix: «Ninguno de nosotros podría tener jamás acceso al trián-gulo de fuego (el fuego del Señor), que habita una luz inaccesible que ningún hom-bre ha visto jamás y no verá jamás [cfr. I Timoteo VI, 13 a 16] sino es en y por el ele-mento del agua santa que es la sacra corporificación de la divinidad y su tabernáculo con los hombres» (cap. I).

Y en el Mensaje Reencontra-do, Louis Cattiaux escribe: «El Señor de antes de los co-mienzos permanece oculto en el seno del gran mar, pe-ro el gran mar lo manifiesta visiblemente a fin de que to-da la creación aparezca en

la luz del Único». (XXIX, 12).

«¿Quién transformará la le-che virginal en la consisten-

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cia corpórea del Hijo recién nacido?»; el templo es el lu-gar donde se puede ver, oír y tocar a Dios, donde se pro-duce la unión del hombre con Él. En el templo se en-gendra el Verbo, el hijo, al igual como Cristo nació de las entrañas de María.

Sobre esto existe una ense-ñanza en la tradición judía: en el mes de Tishri (septiem-bre-octubre) los judíos cele-bran su fiesta más señalada, el Yom Kipur, el ‘Día del Gran Perdón’; antiguamen-te, cuando el Templo existía en la ciudad santa de Jeru-salén, el Sumo Sacerdote en-traba en este día en el lugar más sagrado, el Sancta Santo-rum, y ofreciendo sacrifi-cios de sangre, decía según la Ley de Moisés: «Porque en este día se os reconciliará para limpiaros y seréis lim-piados de todos vuestros pe-cados delante de IHVH.» (Levítico XVI, 30) En esta oración el Sumo Sacerdote pronunciaba el Santo Nom-bre de Dios, el Tetragrama. Era la única ocasión en todo el año que se hacía.

Según la exégesis judía, cuando el Nombre santo es pronunciado, el cielo (IH) y la tierra (VH) se unen en la auténtica creación. Cuando el Templo fue destruido por los romanos se perdió la pro-nunciación, el Nombre no pu-do pronunciarse. De este acontecimiento histórico la tradición judía ofrece otro sentido, la realidad tiene una lectura esotérica según la cual la destrucción del

Templo se refiere a la des-trucción del Hombre primor-dial, por la transgresión origi-nal y su exilio en este mundo.

Así, pues, podríamos decir que el templo es el hombre; a este simbolismo alude Jesús cuando dice (Juan,II, 19): «Destruid este templo y volveré a construirlo en tres días [...] Él, empero, lo decía del templo de su cuer-po.»

El Nombre de Dios sólo se puede pronunciar en su tem-plo, o sea, en el hombre Me-siánico, el Adán regenerado. Así, cuando el Dios de cóle-ra es apaciguado, el hombre descubre al Dios de amor. Es el Nombre del Mesías que nadie conoce; el Hijo que ha tomado consistencia corpórea; en él reside el Nombre, el «El Verbo se hi-zo carne y habitó entre noso-tros» (Juan, I, 14); es el últi-mo nivel de las funciones y grados de la obra de Dios, por esto está escrito en el Zohar (I, 94b): «El lugar santo de tu templo (Salmos LXV, 5), esto es la culmina-ción de todo, como se nos ha enseñado: la palabra ‘tem-plo’ (hejal) se puede dividir en las letras he, yod (YH) y col (que significa ‘todo’), lo que indica que es la com-plejidad de todo en uno.»

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