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CRÓNICA DE UNA AVENTURA 17ª PARÍS-BREST-PARÍS 2011 José Pelegrín Romeo 1

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CRÓNICA DE UNA AVENTURA

17ª PARÍS-BREST-PARÍS 2011 José Pelegrín Romeo

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INTRODUCCIÓNAcabo de finalizar mi 5ª participación consecutiva en esta prueba. Creo que va ser mi última y no puedo sustraerme a la tentación de escribir la crónica de cómo la he realizado ni las sensaciones que he tenido en el desarrollo de la misma. Para los que no sois aficionados al deporte de la bici, enmarcar esta crónica dentro de la épica y de deseos de superación, en línea de mi máxima ciclista “siempre más rápido, siempre más lejos”. Por poner un símil es como para un montañero hacer un 8.000. Para situarse, aquí van algunos datos.

¿Qué es París-Brest-París?

París-Brest-París es la prueba cicloturista de larga distancia más dura del mundo. Es el evento más importante en el ciclismo dentro del mundo randonneur. Nació en 1891 como una carrera de 1200 Km, para realizar el recorrido de París a Brest y volver aParís en menos de 90 horas. Está abierta a todos los ciclistas que no sean profesionales y para participar es requisito indispensable haber completado en el mismo año una serie de brevets de 200, 300, 400 y 600 Km. Se celebra cada cuatro años, en la 3ª semana del mes de Agosto. La anterior, celebrada en 2007, fue una de las más duras debido a la climatología: de los 5160

participantes finalizaron 3603, con más del 30% de abandonos. El Audax (del latín “audace”, audaz) Club Parisién ha organizado las PBP randonneur.

Un poco de historia Para empezar esta historia hay que remontarse a finales del siglo XIX, al año 1891. En esa época el ciclismo estaba experimentado un interés creciente por el gran público y es Pierre Griffard, gran amante del ciclismo y redactor Jefe de los más importantes periódicos franceses de la época, el Petit Journal, el que tuvo la idea de organizar una prueba de resistencia, única en su género: la París-Brest-París, 1200 Km en una sola etapa. Su motivo fue superar la Bordeaux-París de 572 Km celebrada en mayo de ese mismo año y que fue un éxito impresionante, con más de 5.000 personas presenciando la llegada de los corredores en París. Griffard decidió crear una prueba abierta a todos los corredores sin distinción de categorías.

Las inscripciones para esta primera edición de la París-Brest-París fueron más de 400, aunque serían 206 corredores los que tomarían la salida a las 7 de la mañana del día 6 de Septiembre de 1891. Había 16 puntos de control y la asistencia al corredor estaba permitida. Terminaron 99 corredores dentro de los 10 días de plazo dado

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para terminar la prueba. La carrera fue una auténtica sensación para un público deseoso de gestas deportivas, un éxito absoluto. Se convirtió en la carrera reina de la época.

Cronología de la París-Brest-París1891 – 1901 – 1911 – 1921. Carreras ciclistas para

profesionales. 1931. Carrera profesional y versión randonneur

(cicloturista).El Audax Club Parisién comenzó a organizar las PBP, versión randonneur para cicloturistas junto a las PBP’s profesionales, por lo que, la quinta PBP pasó a ser la primera en la numeración del Audax Club Parisién.

1948. La edición de 1941, debido a la segunda guerra mundial, se realizó en 1948.

1951. Última PBP con carrera profesional y versión randonneur.

1956. Versión randonneur. Se realiza cada cinco años.

1971. Versión randonneur. Se realiza cada cuatro años, llegando así hasta el momento actual.

2011. Se ha realizado la 17ª edición.

Terminología: “Brevet” es una “licencia” o “patente” en francés, que aplicado al cicloturismo significa otorgar al participante un “título” o “diploma ” por realizar un recorrido dado, que incluye unos puntos de paso obligatorios en los que hay que sellar un carnet de ruta. Las Brevets son etapas de gran fondo (mínimo 200 Km), no competitivas que se realizan en carreteras abiertas al tráfico y que se han de completar en un tiempo máximo prefijado. Las distancias a cubrir en las brevets son: 200, 300, 400, 600 y 1.000 Km, así como los 1.200 Km de las superbrevets. El objetivo que persiguen estas brevets es adquirir un gran fondo para poder participar en cualquiera de las randonnées que existen, siendo la clásica París-Brest-París (1.200 Km), prueba en la que participan cicloturistas de todo el mundo, la reina de todas ellas. El año de la celebración de la PBP

(París-Brest-París), de la MGM (Madrid-Gijón-Madrid), o de cualquier otra, la organización exige haber completado en ese mismo año las brevets de 200, 300, 400 y 600 Km para poder participar.Las brevets están definidas expresamente como “excursión personal” (no son carreras ni tampoco marchas), en las que predominará una total autosuficiencia del participante, quedando prohibido recibir asistencia fuera de los puntos de control establecidos. Las normas de tráfico deben ser estrictamente respetadas y el casco, luces y prendas reflectantes son de uso obligatorio.

Paul de ViviePaul de Vivie fue un emblemático periodista francés (entre otras profesiones) (1853-1930), nacido cerca de Saint Etienne. Su apodo era “Vélocio” que evoca la “velocidad” y la “bicicleta” (velocité y vélo, respectivamente, en francés).

Vivie se ha convertido en una especie de “santo patrono” de los Randonneurs o cicloturistas, no en vano le cabe el honor de ser el inventor del cambio trasero en la bicicleta, fundar la revista “Le cycliste”, inventar el término “cicloturismo”, fundar el primer club cicloturista francés, ser uno de los padres de las pruebas no competitivas de larga distancia y tantas otras cosas más. Murió a los 77 años atropellado por un tranvía. A día de hoy se sigue tomando como referencia "Los siete mandamientos del ciclista", que dejó como legado: 1. Pocas paradas y por poco tiempo, para no

enfriarse.3

2. Comer frecuentemente y en poca cantidad. Comer antes de sentir hambre. Beber antes de sentir sed.

3. No llegar nunca al estado de cansancio anormal, que produce falta de apetito y de sueño.

4. Cubrirse antes de tener frío, descubrirse antes de tener calor, no temer exponer la piel al sol, al aire y al agua.

5. Eliminar de la dieta (por lo menos mientras se viaja) el vino, la carne y el tabaco.

6. No forzarse, no sobrepasar la propia capacidad, sobre todo durante las primeras horas, cuando uno se siente lleno de fuerzas.

7. No pedalear nunca por amor propio.

ProlegómenosDespués de un largo y caluroso viaje por fin hemos llegado a Guyancourt, tal como teníamos previsto, el sábado día 20 sobre las 11h de la mañana. Rubén ha conducido todo el viaje. Lo hemos hecho en dos etapas, Fátima se ha encargado del avituallamiento y a mi prácticamente no me han dejado hacer nada. “Papá, tu descansa”, parecía una consigna previamente ensayada. Aparcamos el autocaravan en una calle reservada para este tipo de vehículos a menos de 500 metros de la línea de salida. Nos preparamos los tres para ir pasar la revisión de bici, luces, pilotos traseros, casulla reflectante etc… y recoger la documentación y placa de la bici, cuando vemos a Ángel García y Santi Gracia, “el coletas”, que van salir juntos a realizar la PBP en el turno de 84 horas el lunes día 22 a las 5 de la mañana. Con Santi nos deseamos suerte, y con Ángel que tiene aparcada su autocaravan muy cerca, quedamos para ir al centro de París por la tarde, siguiendo la tradición. En la revisión hemos coincidido con mis compañeros del club ciclista aragonés, nos saludamos y nos deseamos lo mejor. Una vez pasada la revisión, comemos, descansamos un poco y nos vamos en tren de cercanías a París. Nos apeamos en la estación de la Torre Eiffel y paseamos hasta Notre Dame, barrio latino… hasta volver a la Torre Eiffel (cansados, porque el calor

es sofocante, algo impropio de esa ciudad). Allí hemos quedado con Ángel y su familia. Nos hacemos las fotos de rigor y regresamos a Guyancourt, localidad situada al Oeste una vez pasado el Palacio de Versalles. Cena y a dormir, hay que descansar todo que se pueda.

El domingo 21 amanece radiante, va a ser un día de mucho calor. Desayuno y charla con Rubén y Fátima. Les explico la idea que llevo, y quedamos de acuerdo en cómo realizar el apoyo de manera que todos podamos estar lo más descansados posibles. Colgamos el cuadro con los horarios y se encargarán de anotar la hora a la que salgo de cada control (la de llegada la recoge el chip que me ha dado la organización). Me gustaría anotar todos los datos posibles para un estudio posterior y dejar información veraz para futuros compañeros que se animen a realizar esta aventura. Son poco más de las tres de la tarde, me visto cuidadosamente, repaso por enésima vez lo que me voy a llevar (ropa y comida) elijo un maillot muy claro de la QH (Quebrantahuesos), para que se vea mejor por la noche, y cerca de las cuatro de la tarde empezamos a caminar hacía la línea de salida. Quiero salir cuanto antes, para aprovechar más la luz del día. El calor es agobiante y pegajoso. Aún no han salido los primeros, los más rápidos, los que tienen un tiempo máximo de 80 horas para realizar la PBP. En ese grupo se encuentran los que quieren batir el record de la prueba o llegar el primero. Se comportan como un autentico pelotón profesional y los más selectos la van a realizar sin parar, tardando menos de 45

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horas. Sin comentarios. Empiezan a salir los primeros a las 16h. Nos sentamos a la sombra en una zona de césped. Al poco llegan los compañeros del club. Son cinco, de ellos tres son veteranos en este tipo de eventos, Julián, José María y Javier, y dos en su primera gran cita, Raúl y Oscar. Javier va hacer la prueba con una bicicleta “reclinada” y no sabe cómo va a responder. Hacen equipo, apoyándose física y mentalmente. Mientras ya han ido tomando la salida todos los grupos de 80 horas y a partir de las 17h, empiezan a salir los grupos de bicicletas especiales, reclinadas, tándem, bólidos y las bicis más raras que os podáis imaginar. Javier se va acercando a la línea de salida y nosotros nos ponemos en la fila. Hace un sol de justicia.

Suena mi teléfono, es mi amigo Eloy Porroche, (hemos hecho Juntos dos PBP y una MGM). Está unos metros delante de mí, en la fila de salida, con el grupo de los valencianos que son nada menos que 16. Me acerco como puedo entre las bicis, llego a su altura, nos damos un abrazo, y me dice que puedo ir con el grupo que ya lo tiene hablado con Domingo “el capo del grupo”. Este me dice el plan que tiene (muy parecido al mío) y que no tienen inconveniente en que vaya con ellos.Son ya las seis de la tarde, y está a punto de salir el primer grupo (por seguridad se sale en grupos de 500 separados entre sí 20 minutos). El calor sigue siendo fuerte. Vamos pasando por el control de salida donde los jueces solicitan el libro de ruta y verifican nuestra identidad. Pasamos al final del grupo 2, justo los que salen a las 18:30h, “OK, es la

hora que tenía prevista”. Pero… ¡primer contratiempo!: no han pasado 3 miembros del grupo y se decide, lógicamente esperarles. Los jueces nos indican que no hay problema y que lo que cuenta es el tiempo que marque el “chip” que llevamos puesto en el tobillo. Se ha ido el grupo 2 y pasamos a primera fila, ya todo el grupo está al completo. Es el momento de las dudas ¿qué hago yo aquí?, ¿merece la pena el esfuerzo que les hago hacer a Rubén y Fátima?, ¿la tensión de Conchita y la familia en Zaragoza?, ¿estaré bien entrenado?, etc…

Termina la actuación de unos malabaristas. Los músicos incrementan el ritmo y el volumen de las notas de la canción que están interpretando en nuestro honor. Los motoristas aceleran sus motos, el coche blanco de la organización que abre la marcha arranca, los jueces sueltan la cinta, el público empieza a gritar dando ánimo, la adrenalina hace su aparición. Me concentro y estoy atento a las ruedas de los maillots de color negro de los valencianos y ¡a correr, empieza la locura!

PRIMERA ETAPA :Guyancourt – Mortagne au Perche. 141 km La noche de las luciérnagas rojasEmpezamos el recorrido siguiendo al coche de la organización y en cabeza del pelotón de 500 que componemos el grupo 3. Una vez que el coche de la organización desaparece y las motos dejan la cabeza, los valencianos van incrementando la velocidad marcando un ritmo fuerte y lo que es peor a “tirones”. Me mantengo al final de ellos sin

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entrar a los relevos. Van apareciendo más participantes que se suman, lo que hace que el ritmo sea muy fuerte y haya que estar muy atento, sobre todo cuando se recorren pequeñas poblaciones y en el paso por la multitud de rotondas de todos los tamaños que te encuentras en cualquier cruce. Tengo buenas sensaciones y mantengo el ritmo, aunque algo alto para lo que a mí me gustaría, quedan muchos km. Pasamos por la localidad de Nogent-le-Roy y en un cruce de esta localidad un ciclista ha sufrido una caída. Hay mucha gente parada y se pasa con dificultad. En este punto pierdo el contacto con el grupo de los valencianos, calculo que llevamos poco más de 50 Km y vamos alcanzando a ciclistas que han salido en el grupo 2. Va anocheciendo y en una recta un grupo de personas de la organización nos van parando para comprobar que casullas reflectantes y luces delanteras y traseras funcionan correctamente. Definitivamente voy solo aunque esté rodeado de ciclistas. Me voy acomodando a algún grupo cuyo ritmo sea cómodo para mí. Ya se ha hecho de noche, subimos una colina. Desde la cima se divisa un tramo muy largo de carretera, toda salpicada de pequeñas luces rojas y me viene el recuerdo de mi primera PBP en 1995 con Ángel Antoñanzas y José Luis Hortells. Yo había sufrido un inoportuno pinchazo a pocos kilómetros de la salida, que habíamos hecho en el último grupo. Nos encontrábamos perdidos en un pueblecito y con la ayuda de una amable señora pudimos retomar la carretera. Solos en una noche oscura pedaleando como posesos, con la angustia de no ver más ciclistas, al cabo de un tiempo (no más de 30 minutos, que nos parecieron eternos) coronamos una loma y desde lo alto vimos un reguero interminable de pequeñas luces rojas moviéndose con pereza en la carretera. En ese momento, con la alegría de saber que estábamos en el buen camino, aceleramos un poco más y enseguida nos fuimos mezclando y adelantando a los ciclistas más rezagados. Bautizamos a la primera noche de la PBP como “la noche de las luciérnagas rojas”.

Adelanto a un grupo y una voz en castellano llamándome, me saca de mis pensamientos. Es un grupo de bilbaínos. No sé el nombre de quienes me llaman, pero les reconozco, nos habíamos saludado hace unas horas en la fila de la salida. Pedaleamos un buen trecho juntos, Habían salido en el grupo 2, por lo que deduzco que llevo un buen ritmo. Me pongo delante de ellos y al cabo de unos kilómetros me doy cuenta que no están y que la velocidad a la que voy es alta, con continuos adelantamientos a grupos y grupos a su vez que me adelantan. Me voy colocando a rueda de aquellos que su ritmo me va bien, “rápido pero sin agobios”. Voy reconociendo muchos lugares y pueblos y sé que estoy cerca de Mortagne au Perche. He decidido no llevar el ciclo-computador, solo un reloj, y guiarme por sensaciones. Tiene el inconveniente de no saber los kilómetros que llevo o me faltan, pulsaciones, velocidad etc, pero quita toda la parafernalia y la atención a datos que no voy a necesitar. Prefiero el reloj. La carta de realización de PBP que llevan Rubén y Fátima, contempla solo horas. Más adelante me daré cuenta de lo acertado y de que solo con mirar al reloj sé lo que me queda para llegar a un control o lo que llevo realizado desde que he tomado la salida. Con estas reflexiones llego al control de Mortagne au Perche.

En realidad, más que control es un puesto de apoyo, con restauración y área de descanso. No se sella porque al estar relativamente cerca de la salida se produciría un “atasco” de ciclistas. Miro

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el reloj son justamente las 12 de la noche. “Bien, he recuperado los 20 minutos perdidos en la salida y las sensaciones son muy buenas”. He realizado los 140 Km en 5 horas y 10 minutos, tengo 30 minutos de descanso que voy a consumir. La temperatura es magnífica.Apoyo la bicicleta, compro una coca-cola, y doy buena cuenta de uno de los bocadillos que llevo y de un plátano (es la fruta que mejor tolero cuando hago bicicleta). Me sacian y no me molestan en el estómago como las barritas energética. Repongo el bidón de agua y espero a que sean las 12:30h para seguir.

SEGUNDA ETAPA :Mortagne au Perche - Villaines la Juhel. 81 km (Totales : 222 Km) El apoyoSon las 12:30h. Empiezo la segunda etapa. Recuerdo que arranca con una fuerte bajada. Veo algún que otro ciclista que no es del pelotón de la primera etapa. Estoy atento a coger algún grupo, cuando percibo el color blanco de los led de las linternas que iluminan perfectamente la carretera. El cerebro me manda un aviso: “Pepe, si ves la luz blanca es porque no llevas las gafas... si no serían de un color amarillento, por el color de los cristales…”. Me llevo la mano a los ojos para comprobar lo que ya sabía: ¡me he dejado las gafas en el suelo en el control de Mortagne! Mala suerte, a seguir sin gafas, ya compraré unas en cualquier control o tienda de deportes. Al tiempo veo pasar un ciclista en el que se podía leer en el culotte la palabra bomberos. Me pongo a su rueda y al rato hablo con él, efectivamente es un bombero de Vitoria, que ha tenido la mala suerte de sufrir la embestida por detrás de un ciclista en la primera rotonda y lo ha tirado al suelo. Afortunadamente no le ha pasado nada y solo sufre una avería mecánica en el desviador y no puede meter el plato grande. Como hay poca luz no le veo la cara pero parece joven. Claro que mi percepción es que cualquiera que tenga menos de 60 años me parece joven. Vamos hablando y pedaleando a buen ritmo. Nos contamos nuestras

expectativas de realización. Me comenta que su mujer y su niña le esperan en Carhaix donde espera hacer noche. Le comento que yo también tengo intención de hacer noche en el mismo lugar y que el apoyo me espera en Fougeres.Para el que no entienda lo del “apoyo” y su importancia, resumo lo más breve posible este concepto. La prueba se hace obligatoriamente por etapas, al final de cada etapa se realiza un control de paso. Durante la realización de la etapa no está permitida la ayuda exterior, tienes que ser autónomo en cualquier emergencia, avería, desfallecimiento, etc… El apoyo solo es posible en los controles. Este lo puede hacer alguien externo a la organización, es decir un acompañante (que no puede circular por la misma carretera en la que van los ciclistas) que te espera y te facilita lo que necesites (ropa, comida,…) o puedes utilizar el apoyo que ha preparado la organización en cada control, (restauración self-service, baños, duchas, colchonetas para descansar, etc.…). El apoyo exterior también puede utilizar este servicio que a veces está saturado. Es evidente que si utilizas el apoyo oficial, tienes que llevar encima una carga adicional de lo que vayas a utilizar: ropa, aseo, repuestos, etc.… Hay que ser muy experto para lograr un buen equilibrio en este tema, esto es, no ir sobrecargado de peso. No todos somos capaces de “ajustar” bien lo que se va a necesitar ni tenemos las mismas necesidades. Personalmente en este tema, lo tenía muy claro. Solo me atrevería a realizar la PBP si contaba con un buen apoyo exterior. Tenía el ofrecimiento de Rubén y Fátima (mis hijos mayores), buenos conocedores del mundo ciclista (ambos han competido en sus años mozos y Rubén sigue practicando este deporte sobre todo bici de montaña) y ambos conocedores de la PBP. Rubén era la 3ª vez que hacía labores de apoyo y Fátima la 2ª pues estuvo acompañando a su hermano en la edición anterior del 2007 en la que realizaron un trabajo encomiable para Eloy y para mí, más aún por las condiciones climáticas tan adversas que sufrimos… y siempre tuvimos la pequeña tienda de campaña montada y ropa seca. Cuando hablamos de que sería mi última

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participación, me expresaron su deseo de hacer el trabajo de apoyo exclusivo para mí como “un regalo filial” y una experiencia familiar. Eso sí, nada de tiendas de campaña ni furgoneta: esta vez iríamos en un autocaravan y disfrutaríamos más del evento. Después de la experiencia reconozco que fue un acierto. La carretera me es familiar. Voy reconociendo lugares, tramos etc… A pesar de ello, en una rotonda nos confundimos de carretera (como se despiste el primero de un grupo, ya se sabe… todos detrás). Afortunadamente nos dimos cuenta enseguida: frenazo con derrape incluido, susto y vuelta atrás. Pasamos por debajo de la autopista A-28 que va desde París a Le Mans, y le digo al compañero bombero que esté atento que nos espera un cruce muy peligroso con la carretera N-28 en Le Mans. Afortunadamente es muy de noche, hay poco tráfico y el personal de la organización está regulando el paso. La noche sigue avanzando, el ritmo que llevamos es muy vivo y vamos pasando continuamente a ciclistas y a muchas bicis especiales que habían salido a las cinco de la tarde. Sin contratiempo llegamos a Villaines la Juhel. Aparco la bici y me dirijo al control, que está algo alejado, a sellar el libro de ruta. Sello, miro la hora son las 3:47h, tenía previsto llegar a las 4:00. Me encuentro bien físicamente. Me dispongo a comer un bocadillo en el servicio de restauración del control y otra coca-cola. Me siento en una de las grandes mesas que hay. El pan del bocadillo (sacado de la nevera) parece chicle pero hay que comerlo. Al poco tiempo llega Eloy y el grupo de los valencianos. Hablo un poco con ellos. Domingo me dice que tienen reservado hotel en Carhaix. Los tiempos que estamos haciendo son muy parejos y la realidad será que prácticamente íbamos a coincidir en todos los controles. Pero ya tenía la decisión tomada: asumo los riesgos de hacerla sólo y recordando a Andrés Capacete así la haría.Termino el bocadillo y me dispongo a continuar. Llego al lugar de la bici, me doy cuenta que llevo el botellín casi sin agua, voy al lugar que la organización a dispuesto para ello y allí me

encuentro con Javier Bouzas, que va con su bici reclinada. No me extraña verle, aunque ha salido a las cinco de la tarde, supongo que estará esperando a que llegue el grupo del Aragonés. Nos saludamos y me dice que vienen un poco retrasados porque a Oscar en un bache se le ha roto la parrilla y han tenido que repartirse los utensilios entre el resto. Les va a esperar porque además tiene una pequeña mochila para dejarle a Oscar. Nos deseamos suerte y sigo mi camino. Miro el reloj, son las 4:21h. He parado un poco más de la media hora que tenía pensado, así que me dispongo para salir, queda una etapa larga hasta Fougeres.

TERCERA ETAPA :Villaines la Juhel – Fougeres. 88 km (Totales : 310 Km) Ciclistas con claseSalgo dirección a Brest, el recorrido está marcado con flechas en todos los cruces, es muy difícil equivocarse y perderse. He empezado sólo pero enseguida se ha formado un grupo bastante numeroso. La noche sigue siendo magnifica, ni siquiera a estas horas se siente frío. Sigo con unas sensaciones muy buenas y ruedo con facilidad. No pasa mucho tiempo cuando, una voz que viene por detrás, se dirige a mí en los siguientes términos: “¡maño!, ya veo que vas con las orejas tiesas cuando escuchas hablar español”. Se pone a mi altura y me llevo una gran alegría: es Eduardo Pascual, un ciclista de Vitoria, que aparenta unos 55 años, de baja estatura, fibroso y que

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coincidimos en la brevet de 400 Km en el mes de Mayo y sirvió para que entre ambos se estableciera un buen “feeling”. Le acompañan tres ciclistas, uno de ellos es una mujer que “anda” una barbaridad. Otro de ellos lleva una bicicleta de “contrarreloj” modelo de la famosa “espada” con la que batió Induráin el record de la hora y me dice perteneció al ciclista francés Richard Virenque. Llevan un ritmo muy fuerte, me pongo a la altura de Eduardo y hablamos. Al poco tiempo me dice:”Pepe ponte a rueda” y así lo hago. Me sitúo justo detrás y no puedo sustraerme a admirar el estilo de este hombre. La frecuencia de pedaleo que lleva es altísima y constante, no se mueve, parecen uno, máquina y persona. Mi pensamiento vuela y me vienen imágenes y figuras de compañeros ciclistas que conozco y de los que admiro la plasticidad con la que pedalean, van siempre rectos y es un placer ir su a rueda. Es curioso, porque creo que todos ellos en alguna época de su vida han competido y creo que eso siempre deja un plus. Rubén, José Luis Bernal, Manolo Sancho, Enrique Ruiz, Lozano (una de las mejores ruedas del grupo y al que me gustaría volver a ver saliendo con el club, superada su lesión), y ¡cómo no!, a Martín con “su marcheta” y su mensaje: “Pepe tu aguanta ahí, que te vas a poner en forma”. Y a tantos que da gusto verlos ir en bici. No tengo buen estilo aunque siempre intento ir progresando: rodillas rectas, cadencia alta (llevo más de dos años intentando aumentar la cadencia). Me ayudan con sus consejos. Recuerdo uno de Emilio en un día que no llevaba mucha cadencia de pedaleo. Se gira, me mira y me suelta: “¡Quío abuelo, pero dónde vas tan atrancado”! Estos consejos tan didácticas nunca se olvidan. También a veces se ríen de mi manera de ir en bici, dicen que me parezco pedaleando a Escartín… no sé si es por el tamaño de la nariz… por el mal estilo que tengo… o por ambas cosas. Seguimos a buen ritmo. La “espada” hace un chirrido que nos va acompañando en la marcha, nos hemos quedado solo los cinco, conforme vamos haciendo kilómetros, van desapareciendo los grupos. Se ven cada vez menos ciclistas es

como si se fuera estirando un chicle. Está amaneciendo y estamos pasando por una población que se llama Gorron. La recuerdo porque en el año 95, Ángel compró unos pasteles para aliviar nuestro apetito. Pascual va elogiando a la fémina del grupo, y sigue incrementando el ritmo que a mí me parece un poco alto, pero estoy contento, las sensaciones siguen siendo muy buenas y todo va mejor de lo establecido que ya era exigente. Nos vamos acercando a Fougeres, damos un gran rodeo por la ciudad hasta llegar al control que, como todos, está instalado en grandes espacios, como institutos o polideportivos.

Paso por el control con el libro de ruta, en la mesa donde te marcan la hora y te sellan se encuentran personas mayores y que llevan, ¡seguro!, toda la noche. Miro la que han marcado: las 7:47h, ¡Estupendo!, llevo 30 minutos de adelanto más los 20 de la salida. No veo a Rubén y le llamo por teléfono. Ya venía hacia el control, sorprendido porque ya haya llegado. Me dice que han aparcado muy cerca. Los cuatro vitorianos se acercan a desayunar a las instalaciones. Les digo que voy a parar un buen rato y me dicen que cuando termine que mire a ver si están. Rubén viene y saluda a los vitorianos. Se alegra de verme

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tan bien y me urge a seguirle pues tienen ya preparado el desayuno. Repongo fuerzas, ducha y cambio de ropa. Me tumbo un rato. El tiempo pasa a una velocidad de vértigo: son ya las 8:30. Pasa del tiempo que quería parar, me voy hacía el control a buscar al equipo de vitorianos pero no los veo, han debido de salir ya, son las 8:37h y me preparo para salir.

CUARTA ETAPA :Fougeres – Tinteniac. 54 km (Totales : 364 Km) La “Petit” etapa Salgo rápidamente siguiendo las flechas dirección a Brest. El cielo esta encapotado pero no presagia lluvia. Conozco perfectamente el trazado y la carretera no tiene en este recorrido muchos repechos y el poquísimo viento es a favor. Hay otra vez bastantes ciclistas y, después de la ducha y el desayuno he recuperado fuerzas y voy muy fácil. Me digo que tengo que aprovechar, que me encuentre bien para llegar cuanto antes a Tinteniac, para comer y dormir una hora. Hace un tiempo que voy rodando sólo. El tiempo sigue nublado y la temperatura es ideal. Reconozco la zona por donde voy, con muchas granjas. El firme de la carretera es bueno, lo único negativo es que hay muchos camiones. Casi sin darme cuenta me encuentro en la recta que desemboca en el control. Cojo el libro de ruta, paso a sellar, miro la hora: las 10:42h, “bueno, no está mal, 2 horas y 5 minutos”. No veo a Rubén, le llamo. Venía tranquilamente hacía el control no me esperaba tan pronto. Vamos rápidamente hacia la autocaravan, como hace poco que he desayunado, cambiamos el plan, primero descanso y luego comer. Es un poco pronto pero si dejamos la comida para el siguiente control se hacía muy tarde. Fátima ya tiene todo preparado, para no molestarme, se van a dar una vuelta durante una hora, me acuesto y me quedo dormido. Una hora más tarde me llaman, comida con coca-cola y café, y me conminan a salir. Ya ha pasado la hora y media, y me voy camino de Loudeac, son las 12:10h.

QUINTA ETAPA :Tinteniac- Loudeac. 85 km (Totales : 449 Km) Primer mandamiento ciclista El tiempo está cambiando, han desaparecido las nubes y empieza a lucir el sol, que más tarde va ser de justicia. Enfilo la larga recta hacia la colina que se divisa al fondo y en cuya cumbre están instaladas unas grandes antenas. La subida se hace dura, me pongo un ritmo ligero pero llevadero. Enseguida adelanto a unos ciclistas, se ponen a rueda, sigo a mi ritmo y unos kilómetros más adelante solo uno va a rueda, se pone a mi altura y comenzamos a comunicarnos. No se no se puede decir que sea una conversación fluida ni mucho menos, pero los dos hacemos esfuerzos para lograrnos entender. Es un estadounidense de 25 años en su primera P.B.P. Se llama Sam Se sorprende cuando le digo que es la quinta vez que la hago. Va solo y está contento de cómo es la prueba. Veo que le cuesta seguir y le indico que se ponga a rueda y bajo un poco, así rodamos un tiempo y en un repecho me dice que se queda. Sigo solo, ya casi no se ven ciclistas y de vez en cuando adelanto a alguno que va solo y a lo sumo en pequeños grupos de no más de tres o cuatro. Otros me adelantan a mí, pero no encuentro un

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grupo al que me pueda unir, así que voy solo y empiezo a intuir que esto va a ser ya así, muchas horas sólo pedaleando. No me preocupa en exceso, aunque me gusta ir con otros ciclistas y en las salidas de fin de semana lo paso muy bien con los compañeros del club que dicho sea de paso me miman, la mayoría de los entrenos entre semana los hago sólo y alguna salida larga, preparatoria para esta prueba cercana a los 200 km también las he hecho sólo. Rezo para no tener ningún contratiempo (pinchazo, avería, caída, “pájara”, etc…). La apuesta de hacerla en solitario es grande, aunque de momento todo va bien y me sirve para reforzar un poco todo este planteamiento. De momento el primer mandamiento de Vivie lo voy cumpliendo, de hecho no he parado nada más que en los controles, en el camino ni siquiera a orinar y mientras pueda seguiré sin parar. El camino me es muy conocido, pasamos por el pueblo donde nació Louison Bobet. Hay un centro dedicado al ciclismo, un museo o lugar de interpretación del ciclismo, o algo así, que le recuerda. Poco después el duro repecho, del “filete ruso” acepción de José María Soria en la edición de 2003, donde dejamos “tirado” a un cicloturista ruso que se nos puso un poco “chulito” en este mismo repecho. Paso por la orilla de un lago, y noto que me pasa un ciclista, me es familiar y me saca de mis pensamientos. Es Sam que se ha debido de recuperar o yo que he perdido gas. Con una sonrisa me invita a que coja su rueda, lo hago. Al cabo de un rato le paso al relevo y así a buen ritmo nos presentamos en Loudeac. Como es rutina, libro de ruta, pasar por control, me despido de Sam y acudo a la búsqueda de Rubén y Fátima. Allí están, me dicen donde han aparcado y me dirijo para allí. Miro el reloj, son las 15:42h, (recuerdo la llegada a este control extenuado y muerto de sueño, sobre las 10 de la noche en el año 95, qué diferencia). Sigo haciendo mejor tiempo que el programado y las sensaciones positivas perduran. Decido parar media hora más de lo programado. Aun así llegaré antes de lo previsto a Carhaix.

Me presentan a un joven, de una firma de bicis reclinadas que está haciendo un seguimiento de este tipo de bicis en la PBP. Nos comenta que Javier Gimeno, va bastante “justo”. Como y descanso. Me da un poco de pereza arrancar y el tiempo pasa. Fátima me anima a seguir, queda solo una etapa para dormir. Miro el reloj, son las 16:41h cuando me pongo en camino.

SEXTA ETAPA :Loudeac – Carhaix-Plouger. 75 km (Totales : 525 Km) Segundo mandamiento ciclistaSigue haciendo calor y hace sol, pero se ven nubes que presagian alguna tormenta. Al poco de la salida, la carretera pasa por unas vías de ferrocarril y hay alguna explanada. En una de esas explanadas estaba en la edición anterior, la del 2007, con una fuerte lluvia el autobús de los asturianos, que acabaron retirándose en tropel y subiéndose al mismo. Me cuesta coger el ritmo pero poco a poco me voy entonando, los ciclistas vamos ya en grupos muy reducidos o de uno en uno. Van pasando los kilómetros, me he bebido ya el botellín y siento que tengo sed. Este mandamiento lo entiendo teóricamente, sé que hay que comer un poco cada hora y beber un sorbo de agua cada 20 minutos, pero luego en la práctica me cuesta mucho. En los entrenamientos

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que hago pequeños (75 kms) lo hago sin parar y sin comer ni beber, debe ser por la edad. Mi querido yerno Oscar, también practicante de la bici, me toma el pelo diciéndome que soy de plástico, que nunca como ni bebo y la mayoría de las veces que salgo con Rubén acabo pasándole mi botellín pues no para de beber. Bueno, tengo claro que es un mandamiento que suspendo, intentaré practicarlo más en los próximos años, aun soy joven… Afortunadamente hay un puesto de avituallamiento en un pueblo que se llama Saint-Nicolás-du-Pelem. Ahora amenaza lluvia e incluso caen algunas gotas, paro relleno el bidón y me tomo una botella de agua mineral con gas. Hablo con un señor que sabe un poco de español, parece que lo único que les interesa de mí, es la edad y por qué voy sólo.No llueve así que sigo, ya he parado bastante. No he mirado el reloj pero seguro que han sido más de 20 minutos, y en todas ediciones anteriores este tramo es uno de los más lentos. Claro que siempre lo he hecho de noche y de noche la velocidad es más lenta, es uno de los motivos por los que hay que evitar rodar de noche. El otro es que la noche es para dormir. Sigo con buenas sensaciones, ruedo rápido y entro en una carretera entre granjas con arbolado a ambos lados que es una maravilla, llana, cosa rara. Cielo nublado, siempre he estado más a gusto practicando deporte (futbol, duatlón, ciclismo) con el cielo nublado, circunstancia muy rara en la ciudad en que vivo. Siento que estoy cerca de llegar al control cuando diviso y cruzo el pueblo de Mael-Carhaix. Paso por la plaza, reduzco la velocidad y admiro su preciosa iglesia románica, es una verdadera joya. Merece un viaje a la Bretaña solo para admirarla y eso que solo la he visto por fuera, por la noche está iluminada. En la edición anterior con Eloy llegamos a este punto sobre la una de la madrugada y sufriendo alucinaciones (impresionante la vista que tiene la Iglesia con la luz artificial) producto del sueño. Creía que estaba en el paraíso, me costó volver a la realidad. Otro recuerdo para José Luis y Ángel, en la edición del 95, cuando al amanecer,

angustiados pues temíamos llegar con el control cerrado a Carhaix- Plouger, leímos Carhaix y ya creíamos que habíamos llegado y no, todavía nos quedaban 10 km, que hicimos a toda velocidad, y sellamos por tan solo 8 minutos. El suelo está mojado, señal inequívoca de que ha llovido. Me adelanta un grupo bastante rápido en el que van varios ciclistas rusos, me meto en el grupo. Sé que estoy cerca del control, paso en cabeza y doy un acelerón. El truco nunca falla: eso de que un abuelo, o una chica, se ponga a tirar… ¡mosquea un poco! Enseguida el grupo que ya venía algo picado, acelera de tal manera que al poco sólo estamos en cabeza dos rusos (por las letras de los maillots) y yo. Seguimos pasando a relevos cada vez más duros hasta que me quedo con uno, el cual acelera cada vez más, lo dejo ir y sonrió, he divisado ya el lugar del control, no se puede terminar mejor un día de ciclismo, es de día todavía. Protocolo, libro de ruta, sellar, miro el reloj: las 20:18h. A pesar de la parada, me ha costado menos de 20 minutos del horario previsto. Aparece Rubén, llama por el walki a Fátima para decirle que ya he llegado. Empieza a llover, hasta en eso me está acompañado la suerte. Han aparcado en dirección a Brest facilitando de esta manera la salida de mañana. Me ducho mientras Rubén me recoge la bici en el arcón de la caravana, y me da unas gafas que me han comprado para reponer las que me deje en Mortagne, me pongo el pijama. Fátima me ha dejado la ropa ya preparada encima de la cama. Dejo dispuesta la que me voy a poner mañana, valoramos la jornada de hoy, están impresionados por como he respondido. Mientras cenamos establecemos el plan del día siguiente, acordamos seguir el establecido. Parto hacía Brest, para estar de regreso a la hora de comer, ellos no se mueven de Carhaix, estando lo más descansados posible por si surge cualquier imprevisto. Son las 9 de la noche, vamos a adelantar en 15 minutos la salida de mañana, me levantaré a las 3h para salir a las 3:30h. Han estado hablando con el resto de la familia en Zaragoza, comunicando que todo va bien, me acurruco en el saco, feliz, el día ha sido

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para enmarcar, solo por esta experiencia merece la pena el esfuerzo.

SÉPTIMA ETAPA :Carhaix-Plouger -Brest. 89 km (Totales : 614 Km) La nieblaSon las 2:45h, me despierto, Fátima está poniendo el café, me levanto, fuera esta el día muy húmedo, me dicen que por la noche descargó una fuerte tormenta de la cual yo no me enteré. Desayuno como siempre lo hago, un gran tazón de zumo de naranja con muesli, y un café con leche con más café que leche y bien de galletas, o pan, el pan francés es una obra de arte, esta buenísimo. Me pongo dos rebanadas generosas con mermelada y mantequilla, voy terminando y colocándome encima del maillot y los manguitos un ligero cortavientos y la casulla. Llevo unas perneras, la llegada a Brest siempre es fría y húmeda. Mientras, Rubén ha sacado la bici. Se observa mucho movimiento de ciclistas, es normal dado que al salir este año antes, la mayoría de los participantes eligen Carhaix o Brest para pasar la noche.

Son las 3:30h, me pongo en marcha camino de Brest. A pesar de la humedad no hace frío, Rubén saca una foto, no creo que salga pues apenas hay luz. La calle baja, y en la primera rotonda oigo unas voces en castellano. Son los valencianos como me dijeron han hecho noche en el mismo pueblo, con buen tino habían, reservado habitaciones cenado y desayunado. Me acerco, les saludo y les pregunto por Eloy (me comentó en la

salida que arrastraba una pequeña infección y que estaba tomando antibióticos). Me dicen que está bien, y que viene con ellos en el grupo. Espero un poco y veo que dan media vuelta, como si esperasen a alguien o se les olvidase algo, estoy tentado de esperar, pero decido seguir. Son muchos y no tardarán en alcanzarme y el ritmo que llevaban la primera noche era muy alto para mí. Salen ciclistas por todas partes, enseguida se van formando grupos. Pasa un ciclista con chaleco de color naranja, lleva un buen ritmo y lo que es mejor, muy buenas luces. Me pego a su rueda, se pegan dos ciclistas más y sin mediar palabra atentos a la carretera vamos rodando hay buen entendimiento entre los cuatro y el camino avanza. Nos vamos acercando al único puerto de la prueba. Es muy largo sin grandes desniveles con muchos sube y baja, no es dificultoso pero si “pestoso”. La niebla hace su aparición primero levemente pero poco a poco se va espesando, es un elemento al que estoy muy acostumbrado en Zaragoza. Nos acompaña en los inviernos, aquí es el mes de Agosto y anuncia su proximidad a la costa. Vamos subiendo y la niebla ya es muy densa y por tanto la humedad grande. El suelo esta mojado con lo que es complicado ir a rueda nos vamos espaciando (la bici no frena bien con el agua), pasamos a algunos ciclistas, la oscuridad es tremenda y hay bastante tráfico de camiones, no se percibe nada del lugar que estamos pasando, por fin coronamos el col de Tredudon y comenzamos el descenso. Pruebo a ir más rápido pero es muy complicado, la prudencia aconseja ir muy despacio, todavía no ha amanecido. El ciclista del chaleco rojo, se quedó unos kilómetros atrás Llevo las dos linternas marca Hope encendidas y la iluminación es magnífica, las gafas con lentes amarillas que ayer me compraron este lujo de apoyo que tengo, cumplen su función. Despacio sigo acercándome a Brest, la niebla va poco apoco haciéndose más liviana, y las primeras luces muy tenues se dejan sentir, ya hace un tiempo que voy solo. En esta edición han cambiado el recorrido de entrada con respecto a ediciones anteriores. Me es totalmente desconocido por lo que presto

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mucha atención a las flechas para no perderme. Paso por el puente sobre la ría que hay cerrado al tráfico. Este paso es clásico y la alegría de los ciclistas es patente, hay muchos parados haciéndose fotos. Tengo varias de ediciones anteriores, en el cartel que indica Brest, pero este año también han cambiado esa entrada, además es imposible que haga fotos: no llevo cámara, no quiero ninguna distracción. “Bueno…” me digo… “igual me libro del terrible repecho que hay para llegar al control”.

Sigo las indicaciones de las flechas, en un rotonda me despisto pero enseguida rectifico, vamos a bordear el enorme y largo puerto… ¡nada menos que 5,5 km! Me acompaña un rato un señor joven bien arreglado que va en su bicicleta de paseo a trabajar. Cambiamos más un saludo que una conversación. No veo a ningún ciclista y pienso que voy perdido pero las flechas no engañan: ahora me encuentro debajo de un castillo que domina la bahía, bueno…., repecho y a pasar por delante del castillo. Aún queda un kilometro de callejeo por calles en obras y por fin el control: un viejo y destartalado pabellón. Y la rutina de siempre, miro el reloj, son las 7:47h. Vaya, es la primera etapa que me he retrasado sobre lo que tenía previsto, me digo ¡bueno, tranquilo!, tienes todo el día para recuperarlo. Paso a la zona de avituallamiento, me compro un bocadillo y coca-cola y a descansar. Termino y me dispongo a salir cuando llegan Eloy, Domingo y el grupo de los valencianos. Nos saludamos, hablamos un poco y

les dejo reponiendo fuerzas. Recojo la bici, me dispongo a salir y en la puerta se encuentra personal de la organización para verificar que luces y reflectantes funcionan y están conectados. No ha levantado del todo la niebla y hay que extremar la seguridad, son las 8:20h.

OCTAVA ETAPA :Brest – Carhaix-Plouger. 85 km (Totales : 699 Km) Los randonneurBajo callejeando, por Brest, y me parece que estoy en Zaragoza, por la cantidad de obras que hay en sus calles. Me pregunto si también habrán optado por instalar el tranvía. Bajo por un estupendo carril bici que discurre por la calzada de una gran avenida, y no como en mi ciudad, que va por la acera con el consiguiente peligro para los peatones. Me doy cuenta de que estoy ya en el trayecto tradicional y voy reconociendo el paisaje. Sé que dentro de poco pasaré por un pueblo precioso, creo que se llama Guipavas. Ahora estoy paralelo a la ría, justo donde hace tiempo estaba instalada la aldea gala más famosa, y me parece que de cualquier esquina van a aparecer Asterix y Obelix... ¡no me vendría mal un poco de poción mágica! De momento me conformo con la coca-cola y el café para despejar a mi pobre neurona (creo que ya solo me funciona una). Siento la alegría de estar ya de regreso y las sensaciones son buenas. El haber dormido bien, contribuye a ello y tengo la sensación de que el cuerpo se ha adaptado al sufrimiento que le someto. La carretera empieza a subir buscando la general por donde hemos bajado. En este trayecto hay un tramo que se va por distinta carretera a la ida y al regreso. Retomo la carretera general y me voy cruzando con una cantidad ingente de ciclistas que van hacia Brest. Por su porte y tamaño reconozco a Javier que va en su reclinada, él también me ha visto. Nos obsequiamos con un grito, deseándonos lo mejor. Me extraña verlo sólo, pensaba que estaría con el resto de compañeros del club. Sigo pedaleando con un buen ritmo, como siempre, pasando a algún

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ciclista y viendo a otros cómo te pasan. No consigo coger un grupo o ciclista que lleve un ritmo parejo al mío. Hace un buen rato que ha pasado Javier, cálculo que unos 15 minutos y no me he cruzado con mis compañeros (Julián, José María, Raúl y Oscar). Leo el cartel de Sizun, un pueblo situado en la falda del puerto. La cantidad de ciclistas es muy numerosa, cuando de pronto me gritan desde el otro lado. Son los cuatro del Aragonés, percibo sus figuras y contesto al saludo. Están bajando y su paso es fugaz, algo les ha debido de pasar: es un poco extraño que esté casi 80 km por delante, después de haber parado más de 7 horas en Carhaix (un lujo en la PBP como dijo una vez Julián Baldovin). Seguro que han tenido algún contratiempo además del de la mochila de Oscar. Puede resultar algo extraño para algunos, que siendo del mismo Club, no vayamos juntos. La razón es muy simple: este grupo del Aragonés, se acerca lo más posible, al concepto “randonneur”, es decir, ser autónomos, lo que implica no llevar apoyo exterior en este tipo de prueba. Hace dos años realicé junto con Eloy la MGM de esta manera… y acabé ¡tan mal!, que juré que no repetiría jamás la experiencia. Así lo manifesté en la primera reunión que tuvimos las personas interesadas en realizar la PBP pertenecientes al Club. Desde estas líneas dejar constancia y agradecer los esfuerzos que han realizado por su parte (la idea del autobús, la realización de las brevets, etc.) para integrarme. Pero este grupo tiene muy claro lo de ser randonneur y nada de apoyos, y yo no me atrevía a realizarla en esas condiciones. Ilustro lo de ser randonneur con unos apuntes y definiciones sacados de la página web del mismo nombre.

El Ciclista Randonneur: (“El objetivo de Randonneurs Mondiaux es promover, aplaudir y animar los esfuerzos de aquellos ciclistas que deseen probar sus límites personales, combinando la diversión del turismo con las características del ciclismo de distancia.” (Audax Club Parisién). Se podrían enumerar los siguientes rasgos: para algunos es hacer una excursión con muchos kilómetros pero a un ritmo pausado, disfrutando del entorno

(paisaje, compañía, bicicleta...). Para otros es conseguir un logro personal en kilometraje o marca de tiempo. Ciclista autónomo aunque ocasionalmente pedalee junto a otros. Ciclista mentalmente maduro, en una brevet larga puede fallar antes la cabeza que las piernas. Ciclista sin prisas, ya que su espíritu no es competitivo).

Entre tanto ya he llegado a las antenas coronando el col de Tredudon y de aquí al control el terreno es muy favorable. Me encuentro bien, a pesar de mi mala costumbre de no comer. Después de tantos kilómetros despacio subiendo, da gusto bajar rápido. Todavía me cruzo con cantidad de ciclistas muchos de ellos japoneses, que debe ser la nacionalidad de moda esta edición, pues, incluso a pesar de la catástrofe que han sufrido, son muchos. En los años 95 y 99 la nacionalidad de moda era la norteamericana. Tanto en las ediciones del 91 y 95 llegó el primero un americano llamado Scott que además hizo el record de la prueba en la edición del 95. La niebla ha desaparecido o, mejor dicho, esta alta, provocando ese cielo grisáceo, propio del mes de Enero en Zaragoza. Diviso algunos tejados y torres de Carhaix. Hay una bajada pronunciada antes de empezar a subir al control. El suelo está muy bacheado y con la velocidad es difícil mantener el equilibrio… y, de repente, ¡me adelanta un camión a mucha velocidad zarandeándome con el viento que produce, dejando mis pulsaciones a tope!, Ha sido un momento de mucho miedo. Enseguida llego al control, Rubén me espera, esta vez me he

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retrasado sobre el horario previsto. Paso a sellar, son las 12:26h… casi nada, 40 minutos más sobre el horario previsto… he acumulado otros 20 minutos de retraso en el regreso. Me espera una pequeña sorpresa: está la familia de Ángel García, que esperan que llegue enseguida. Nos vamos donde están aparcados los dos autocaravan. Saludo a Yolanda, esposa de Ángel y al resto de su familia (una hermana de Yolanda, su marido y dos niñas de corta edad), que están haciendo el apoyo a Ángel, que según me contó luego, sólo estarían aquí y en Villaines.Fátima ha preparado una maravillosa fabada, que me sabe a gloria, duermo un poco. Mientras, ha llegado Ángel, que en este momento está comiendo. Tiene buena cara a pesar que desde que salió en la opción de 84 horas a las 5 de la mañana (es decir, 10 horas más tarde que yo). Sólo ha parado 2 horas en Brest. Me sorprende diciéndome que le gustaría hacer la próxima etapa conmigo, me alegra su decisión. A pesar de su corta edad (35 años) es su cuarta edición y las dos primeras las hizo con el grupo del Aragonés, es decir que en el 99 hizo su debut con 23 años, vamos todo un crack. Son las 13:40h cuando partimos hacia Loudeac.

NOVENA ETAPA :Carhaix – Loudeac. 75 km (Totales : 775 Km) Ángel García y Eloy Porroche Nos ponemos en camino, es una de las etapas que más me gustan por su paisaje. Ángel me comenta que Santi “el coletas” ha abandonado pues tuvo problemas mecánicos con su bici, hasta que, harto, se retiró. También me comenta que le afectó el accidente donde un camión había aplastado a un ciclista en Merleac. El ritmo es vivo, yo estoy perfectamente, el descanso y comida han hecho su efecto. Vamos pasando ciclistas y nosotros no paramos de hablar, a mi me viene muy bien, llevo todo el día pedaleando solo, y se agradece la compañía.Ángel (sobrino de Julián), bien merece una pequeña reseña, aunque solo fuera para resaltar

que en las dos últimas ediciones de la París-Brest-París ha sido el mejor aragonés. En esta edición, con un tiempo de 58h y 13 minutos, 15 minutos menos que en la edición del 2007. Nuestra amistad nace el año 99, en que era el más joven (23 años) integrante del equipo que componíamos la edición de ese año, en la que ya dejó constancia de su capacidad para las pruebas de resistencia. Me admira su manera de “parecer como normal”, cualquier gesta que hace: igual en bici de montaña, que corriendo a pie, que duatlón… vamos, hablando coloquialmente “es una máquina”.

Comentamos cual puede ser la mejor estrategia para realizar con éxito la PBP. Coincidimos en que la mejor hora de salida es a las 5 de la mañana en el grupo de 84 horas, y hacer de un “tirón” hasta Brest. Descansar allí un poco y seguir, y planificar bien los controles de apoyo exterior. Estamos de acuerdo que hay que “andar” a buen ritmo y parar lo menos posible. Seguimos pedaleando, el tiempo ha cambiado por completo, el sol luce, y se empieza a notar un poco de calor, son las horas centrales del día. El tráfico en esta zona es escaso. Pasamos por el avituallamiento de Saint-Nicolás-du-Pelem, no paramos. Seguimos pasando ciclistas cuando vemos un grupo numeroso: son los valencianos. Saludamos a Domingo, y Ángel adelanta al grupo para “picar” a Eloy que va en cabeza pero este no entra al trapo de la provocación, ni reconoce a Ángel. Me pongo a su altura, se alegra de vernos, y dejando al grupo se

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adelanta con nosotros, son unos kilómetros de agradable, charla y de alegría mutua, es un momento reconfortante.Eloy es un veterano, (creo que es un año más joven que yo) con un amor por este deporte verdaderamente increíble. Con buena planta, compitió en sus años mozos, y en veteranos con un gran número de victorias. Para mí es un ciclista incombustible y con una fuerza y espíritu competitivo que hace que, dado mi carácter, despierte en mí una profunda admiración como ciclista. Nos conocimos en la edición de la PBP del año 99, y desde entonces mantenemos una buena amistad. Hemos realizado juntos dos PBP y una MGM y tengo que agradecer su ayuda en la edición PBP 2007 (con el apoyo de Rubén y Fátima): durante los 140 últimos km, con una fuerte inflamación en mi rodilla izquierda y con la climatología tan adversa, su ayuda fue inestimable. Igualmente en la MGM del 2009, me invitó a hacerla con sus amigos valencianos (en aquella ocasión un grupo pequeño y selecto) a los que yo no podía seguir dado el ritmo tan alto que llevaban. Y optó por acompañarme: hicimos los dos juntos esa prueba, que, como ya he comentado, hicimos sin apoyo. Rodamos unos kilómetros los tres juntos, hasta que Eloy se para a esperar a sus amigos. Ángel y yo continuamos con nuestra charla, hasta que llegamos al control de Loudeac. Miro la hora de fichar, son justo las 17:00h. ¡OK!, acabo de recuperar el tiempo perdido por la mañana en Brest por culpa de la niebla. Nos encontramos con Rubén y Fátima que nos estaban esperando, estaban aparcados en el mismo lugar que a la ida.

Tomamos una cerveza, hablamos los cuatro un rato y Ángel enseguida sigue camino de Tinteniac, tiene previsto parar unas pocas horas en Villaines la Juhel. Ya no nos veríamos hasta pasados unos días en Zaragoza en una visita a Andrés Capacete, en la que nos acompañó, Santi “el coletas”. Descanso, como un poco y a las 17:46h salgo camino del próximo control.

DÉCIMA ETAPA:Loudeac– Tinteniac. 85 km (Totales : 860 Km) El control secretoHa bajado el calor, ruedo bien, las sensaciones son estupendas, no se ven muchos ciclistas y como me ha pasado desde que salí de Brest, no he podido encontrar un buen grupo o un ciclista para ir a rueda o tener compañía. Vuelvo a estar solo con mis pensamientos, de vez en cuando pasan las motos de la organización con sus petos amarillos con las letras ACP (Audax Club Parisién) marcadas en la espalda. Son los jueces que hay en la prueba, para que todo transcurra como marcan las normas, nada de ayudas, luces y chalecos reflectantes, etc… De momento estoy contento de cómo me van saliendo las cosas, estoy en el tiempo programado y todo rueda según lo previsto. Me concentro en pedalear y admirar los pueblecitos por los que discurre la carretera, Meneac, Illifaut, Loscouet, etc. En la edición de año 2007, por este tramo, de noche, llovía con tanta intensidad que las gotas hacían daño en la cara. Recuerdo que paramos un rato en un control secreto, donde el pasillo y las mesas estaban

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totalmente mojados, pues escurría de la calada ropa de los ciclistas. De pronto, paso por ese punto y… ¡vaya!, han colocado este año en el mismo sitio el control secreto de regreso. La organización dispone dos controles secretos: uno en el camino de ida y otro en el de regreso para un control más exhaustivo de los ciclistas, con la misma parafernalia, libro de ruta, sellar… El control dispone de servicio de bar y espacio para dormir o descansar. Tomo un tentempié y un agua, me dispongo a seguir, todavía luce un tenue sol y quiero llegar con luz a Tinteniac. Miro el nombre de la localidad donde está instalado el control se llama Quedillac, hago memoria y no recuerdo dónde estaba instalado el control a la ida. Al cabo de un tiempo recuerdo que estaba entre Loudeac y Carhaix, pero sin precisar exactamente. Un ciclista se coloca a mi altura y hacemos un intento de entablar una conversación o algo que se le parezca, es americano. Entendí que se llamaba West, que tiene 32 años y que era su segunda PBP. Llevamos un buen ritmo, a lo lejos distingo las antenas que se divisan en una colina y que me avisan que estoy cerca de Tinteniac.

Nos adelantan dos ciclistas de magnifico porte, uno de ellos italiano y el otro, no sé de dónde, pero hablaba inglés con fluidez. Nos ponemos a su rueda y acometemos la subida con decisión. El ritmo es muy alto estoy disfrutando. Cerca de coronar, West se corta, le espero y en la bajada vertiginosa enlazamos, y así, a buen ritmo, nos presentamos en Tinteniac.

Rubén me está esperando, aguanta la bici mientras voy a sellar. Son las 21:30h, “OK, a pesar del tiempo que he parado en el control secreto, he realizado el tiempo previsto” Nos dirigimos al autocaravan. En un escenario está actuando un grupo folclórico con gran entusiasmo, pero… la verdad, no hay ciclistas contemplando el espectáculo… ¿por qué será? Ducha, cena, información del resto de la familia y enseguida a dormir. Me encuentro muy bien y decido adelantar en media hora la hora prevista para el día siguiente fijándola para las 3:45h. Me acuesto, con los sonidos de la actuación folclórica con el volumen como si fuera una feria. El comentario en la cena es que con un poco de suerte si se puede seguir el horario como hasta ahora a las 12 de la noche podemos estar ya en París.

UNDÉCIMA ETAPA :Tinteniac – Fougeres. 54 km (Totales : 916 Km) La “Petit” etapa, de regresoLlevo un tiempo despierto, siento a Fátima que se levanta, son las 3h y me incorporo. Tengo la sensación de no haber dormido profundamente, y cierta sensación de cansancio, no digo nada. Me visto, desayuno, el café me sabe a gloria, Rubén mientras ha preparado la bici, decidimos que el apoyo se salte esta pequeña etapa y que acuda directamente a Villaines, donde tengo previsto llegar a las 11 de la mañana. Me pongo en camino, son las 3:47h, es noche cerrada, no veo a ningún ciclista a mí alrededor. Solo a lo lejos, se divisa una tenue luz roja señal inequívoca de que hay un ciclista por delante. Intento aligerar el ritmo, pero noto que el cuerpo no responde como los días anteriores, las piernas están algo pesadas y sobre todo sensación de sueño. No hace frio, pero se siente el frescor de la noche. Paso por varios pueblecitos, en los que veo a grupos pequeños de ciclistas durmiendo en los sitios más insospechados. Casi todos han dejado los pilotos de sus bicis encendidas y se ven por doquier. Sigo mi marcha, algo lenta, no he podido encontrar el ritmo adecuado (al contrario que a la ida). Se me

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está haciendo larga esta pequeña etapa, ya se sabe que por la noche se va más despacio. Camino hacia el Este, y percibo una tenue claridad en el horizonte. Llego a Fougeres, y a realizar el ritual de costumbre.

Miro la hora, son las 6:22h. “bien, estoy en tiempo”. Me dirijo al bar, me pido un buen café con leche y tres croissants que están deliciosos. Esto funciona como self-service: cojo mi bandeja y me voy a una mesa. ¡Y cuál es mi sorpresa cuando en la mesa de al lado está Eloy! Me comenta que han hecho como en Carhaix, han pernoctado en un hotel, en Fougeres. También me regala los oídos con los comentarios que dice le hacen los valencianos sobre ese amigo maño que “anda” tanto. Hablamos un tiempo sobre la conveniencia de hacer noche en Tinteniac o Fougeres. Durante el día me daría cuenta que hubiera sido mejor opción haber hecho noche en Fougeres. Nos despedimos, él se queda esperando al resto de los valencianos y yo me dispongo a salir hacía Villaines. Son las 7:00h, todavía tengo 15 minutos de adelanto sobre el horario previsto por mí.

DUODÉCIMA ETAPA :Fougeres – Villaines la Juhel. 89 km (Totales : 1002 Km) La soledad del corredor de fondoSiento algo de pereza, la cabeza me duele un poco, me digo que hoy puede ser un día duro, el cansancio puede hacer su aparición. Es algo para lo que mentalmente estoy preparado pero hoy me va a suceder un hecho que nunca me había

ocurrido. Sigo pedaleando, el ritmo no es tan fluido ni alegre como los dos días precedentes. Los casi mil kilómetros que llevo en el cuerpo empiezan a pesar, es ahora cuando la cabeza tiene que sustituir al cuerpo y dar ese “plus” que necesitas. Recuerdo en este momento cuando mi amigo José Luis Marchand (un autentico aventurero, igual sube el Aconcagua, que corre una Maratón, hace la QH, y hace o hacía marchas y aventuras con su grupo de Scouts, en donde han estado Rubén, Fátima, Rebeca, Sara y Elisa, mis 5 hijos) decía, para hacer deporte hay que ser un poco masoquista, vamos que hay saber disfrutar sufriendo. A mí no me gusta emplear la palabra sufrimiento, pues la interpreto como que lleva una carga sicológica negativa y me gusta más la palabra esfuerzo. Está amaneciendo y cómo voy dirección Este, el sol me ciega completamente. Además llevo los cristales de color amarillo para circular de noche, eso hace aumentar la luminosidad, y unido al sueño, está haciendo que sea el peor momento de la prueba, (no recordaba que los cristales para el sol Rubén me los había metido en la pequeña mochila que llevo en la bici). Sigo pedaleando, han transcurrido alrededor de 2 horas desde que salí de Fougeres, estoy atravesando el pueblo de Gorron, viejo conocido, estoy tentado de parar en alguno de los bares o terrazas ya que el pueblo es una recta de casi un kilometro de largo, no lo hago. Termino de cruzar y un poco más adelante no puedo resistir la tentación de parar a comer, beber y descansar un poco. Es la primera vez que paro fuera de los controles me tumbo en un jardín que hay en la orilla de la carretera, confiando en que apareciesen los valencianos y poder tener un poco de conversación y compañía. Pasa un tiempo y como esto no sucede decido seguir, con un ritmo cansino, (es el precio que hay que pagar por elegir la opción de ir solo). Procuro ir acompañándome de pensamientos positivos, sobre todo de cuánto me ha dado la bici a nivel personal, cuántas horas solo meditando, sintiendo el “palpitar” del cuerpo, notando que existes, de ayudarme a conocerme a mí mismo, de tener espíritu de sacrificio, de

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tenacidad para superar las dificultades, de motivación, de superación de retos, de progresión. Esa sensación de libertad cuando el aire te golpea la cara, cantidad de amigos… Oigo unas voces a mi espalda, me vuelvo y distingo un grupo de ciclistas que vienen muy rápido. Pasan a mi lado a tal velocidad que casi me arrancan las pegatinas, de la bici, me saluda Domingo y un compañeros vasco que va con ellos, pero no van el resto de los valencianos ni Eloy. Me alegra verlos, ha sido como una sacudida que me espabila. Me preparo para cuando me alcance el grupo, aun quedan unos 40 kms para Villaines y me vendrá de perlas. Acelero y a esperar. El recorrido es un rompe piernas con continuos repechos. Siempre estas subiendo o bajando, el sol va subiendo lentamente, el calor empieza a aparecer, se nota que nos vamos alejando de la Bretaña. Hay cantidad de granjas, se ven muy pocos ciclistas, me voy animando poco a poco y aunque no recupero las buenas sensaciones de los dos días anteriores voy ya mejor. Van pasando los kilómetros y poco a poco me voy acercando a Villaines. Paso por un pueblo que señala que faltan 11 km, me animo un poco más. Tengo sensación de hambre pero ya no quiero parar. Al fin contemplo una larga recta y diviso la torre de la Iglesia de estilo gótico que hay enfrente del control. Estoy absorto mirando, cuando un bólido humano me pasa por mi izquierda, es Eloy que me ha divisado a lo lejos y no pierde la oportunidad de bromear. Aparcamos las bicis y hacemos unos chistes fáciles, sobre tantos encuentros en los controles. Rubén está esperando haciendo fotos a los ciclistas y máquinas más llamativas, en especial le llama la atención un ciclista que lleva a su perro en una cesta colgada del manillar. Se nota dentro del cansancio esa alegría de que la cosa esta casi hecha, nos dirigimos a la rutina de sellar. Son las 11:20h y una joven con una pegatina en la camiseta con la bandera de España se acerca para preguntarnos que si necesitamos algo y nos ofrece que nos den una sesión de masaje. Eloy se va a la sala donde están los masajistas, yo le digo que

solo quiero una cama y dormir un rato, le doy las gracias y me dirijo a donde esta aparcada la autocaravan.

Fátima me prepara unos huevos fritos con ese bendito pan de los franceses. Ya no me ven tan bien como ayer. Como está programado comer y dormir una hora, hasta las 12:30h, decidimos alargar hasta la 1h. Es preferible “perder” más tiempo descansando que no sufriendo en la carretera, así lo hacemos. Como, y me tumbo un rato a descansar, no logro conciliar el sueño de manera profunda, son las 12:30h, me incorporo. Veo pasar a los valencianos. Me ducho, tomo un buen tazón de café con leche y con cierta pereza que no había sentido hasta ahora, me subo en la bicicleta para seguir. Quedan todavía 220 km para terminar. Son las 12:55h cuando salgo camino de Mortagne.

DECIMOTERCERA ETAPA:Villaines la Juhel – Mortagne au Perche.89 km (Totales : 1084 Km) El calorParece casi una broma hablar de calor en estas latitudes, pero es lo que más recuerdo de esta etapa. Sigo marchando solo, sin parar de subir y bajar repechos, que las piernas van acusando. El calor no es precisamente mi mejor aliado sino todo lo contrario. Mi rendimiento baja mucho y las pulsaciones me suben bastante, me asustan las QH cuando hace calor, prefiero la lluvia con todos

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los riesgos que conlleva. Me maravilla cuando hay compañeros que dicen que van mejor con el calor, me recuerda mis tiempos de niño y las horas de siesta de las que procuraba huir para ir a jugar y me gustaba la sensación de sentir el sol, ahora es todo lo contrario. El tiempo va pasando y no consigo encontrar un ritmo vivo, lo noto en que hay más ciclistas que me adelantan que los que yo lo hago y la falta de motivación para “engancharme” a ninguna rueda. Me encuentro el cruce con la N28 la carretera de Le Mans y una recta interminable. No veo a ningún ciclista a lo lejos, paso por el centro de Mamers, me encuentro una fuerte cuesta. La subo, hay una buena sombra en la cima. Paro a comer, me quito las zapatillas para descansar los pies. Hay otro ciclista francés a mi lado, nos saludamos, como, un poco, descanso unos minutos y sigo. Los repechos siguen y siguen… cuando una está fuerte las bajadas las haces pedaleando con “plato” para impulsarte, pero cuando el cansancio hace su aparición, en las bajadas te “dejas caer”. En esta zona no hay arbolado y el sol está en su cenit. Gasto un poco de agua en mojarme los pies a través del calcetín. ¡Y pensar que hace cuatro años esta zona (la Mayenne) estaba inundada y que de algunas localidades sacaban a las personas con lanchas zodíac!... aunque cuándo yo pasé por aquí ya solo llovía intermitentemente. Van pasando los kilómetros, miro el reloj: ya son las cuatro, no creo que quede mucho… recuerdo parte del recorrido y sé que termina en un fuerte repecho final, precedido de un terreno que unos kilómetros antes va subiendo. Al rato, veo un cartel que señala 12 km para Mortagne. Al fin veo la cuesta que va subiendo poco a poco, y al final un fuerte repecho que, como lo conozco, no me coge desprevenido. “Meto todo los hierros”, subo ligero. Por fin las primeras casas y la flecha que señala el giro a izquierda que conduce a la explanada del control. Aprieto los dientes y arriba al final del repecho están Rubén y Fátima con sus cámaras que inmortalizan el momento. La rutina de todos los controles: miro el reloj, son las 16:40h. “Papá lo has clavado, para este tramo

tenía previsto 3h 45 minutos”. Estoy contento a pesar de que las dos últimas etapas se me han hecho muy duras. Con el calor no entra la comida y Fátima se esfuerza en hacer bocadillos “jugosos” a base de tomate fresco y atún. Decido descansar una hora, quedan aún 140 km y si todo va normal es muy posible que llegue sobre la 1 de la madrugada. Rubén y Fátima me animan, son conscientes que es uno de los momentos clave, y que necesito ánimo. Es el tercer día que voy solo y es muy duro para uno “que no calla ni bajo el agua”. Son las 17:45h cuando, acompañado de Rubén que me está grabando la salida, parto rumbo a Dreux.

DECIMOCUARTA ETAPA:Mortagne au Perche – Dreux. 74 km (Totales : 1158 Km) La averíaCoincido nada más salir con un ciclista francés de mediana edad. No hablamos pero dentro de nuestras limitaciones, vamos bien, el sol ha perdido fuerza y yo ya vuelvo a tener buenas sensaciones. El terreno es francamente duro, la carretera discurre entre colinas con un perpetuo sube baja, que impide llevar un ritmo homogéneo. El terreno está lleno de pequeñas granjas, muchas de ellas convertidas en fincas de recreo con grandes extensiones de arbolado y césped, se nota que nos vamos acercando a París. Cuando subo a la cima de las colinas miro para el horizonte para ver si intuyo cuándo va a venir un

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terreno completamente llano que recuerdo de la edición anterior: por esta zona mi rodilla izquierda se quejó del castigo sometida por el agua y frio y con una fuerte inflamación me impedía pedalear continuo, teniendo que dar unas pedaladas, descansar y seguir. Con las buenas sensaciones ha vuelto la alegría interior. Me voy metiendo en los pequeños grupos que pasan, aunque sin cebarme en ninguno, al final prefiero ir a mi aire y disfrutar del entorno, como queriendo que nadie perturbe estos momentos. Paso por la localidad de Brezolles, las colinas se han quedado atrás, el terreno es completamente llano, “cargo” el plato y con un piñón alto y ¡a rodar! El sol hace rato que ha perdido fuerza, la temperatura es muy agradable y voy acercándome a Dreux. Paro a ponerme el chaleco reflectante, voy por una carretera de mucho tráfico, se ven más grupos de ciclistas. Es curioso… tan pronto parece que estas tu sólo como que se ven ciclistas por todas partes. Eso sí, los grupos son pequeños nunca más de diez ciclistas y en que alguien da un tirón el grupo se difumina… las fuerzas están muy escasas. Hay un giro a la derecha hacia una carretera comarcal. Entro en ella. Al poco a la izquierda, en la cuneta hay un cartel en cartón colocado por algún simpatizante que dice “Dreux a cinco kilómetros”. Miro el reloj. Son las 20:45h, ¡OK! Hago mis cálculos mentales y pienso que puedo estar en Guyancourt sobre las 12:30h o la 1h, tal y como tenía programado. Paso por debajo de un puente, ya se ven las primeras casas de la ciudad, cuando el cuento de la lechera hace su aparición en forma de “psssss”… ¡más que pinchazo es un reventón en la rueda delantera! La luz es ya escasa, dudo en si llamar a Rubén pues el control esta ya cerca, o reparar. Me acomodo en el arcén, desmonto la rueda (que por fortuna ha sido la delantera) desmontables y cámara fuera, pongo una nueva monto y aplico el cargador de CO2 que llevo. Todo parece bien cuando se oye un pequeño estampido… ¡horror!, vuelta a empezar. Miro con detenimiento que esté bien montada, sin pellizcos, y lo mismo, por tercera vez. Pongo la

última cámara y decido no inflar demasiado solo lo suficiente para llegar al control, bueno parece que funciona. Recojo, enciendo las luces y sigo. La noche mientras ha caído, he perdido más de 30 minutos cuando llego al control, en el que han montado una verdadera gymkana para llegar a la puerta del mismo, pues hay que sortear el parking y dar un rodeo increíble. Eso sí, hay un montón de personas para indicarte. Rubén y Fátima me están esperando y con sus frases de “ánimo papá, la has vuelto a clavar”, “venga muy bien”, les cuento lo ocurrido. Rubén, se queda a inflar bien la rueda y con Fátima, que quiere hacerme alguna foto, nos dirigimos a sellar. Miro la hora, las 21:34h. Tuerzo el morro, veo muy difícil llegar en el objetivo previsto. Recuerdo que el último tramo era muy complicado con cantidad de repechos y encima de noche. Cuando se lo digo a Fátima se echa a reír y me recuerda cómo llegué a este mismo control cuatro años antes cuando no me dejaron seguir ¡aunque yo insistí tanto en ello! Recordando cómo, además el señor Triviño (abogado y colaborador de la revista Ciclismo a Fondo en temas de seguridad vial) me realizaba una entrevista que, por cierto, nunca he visto publicada. Aquella vez, hablaron con alguien de la organización y me ubicaron en una habitación individual unas pocas horas, como sería mi estado..Salimos de sellar, Rubén mientras ha intentado inflar la rueda sin resultado pues en que ha metido presión ha vuelto a reventar (al repararla , ya en Zaragoza me encontré que por un lateral de la cubierta se había hecho una pequeña raja). No nos preocupa tenemos un juego de ruedas de repuesto, vamos andando hacia la autocaravan, que está muy lejos aparcada en un lugar que ha preparado la organización. Mientras estaba sellando, el grupo de los valencianos ha partido y a Eloy se le veía bien. El ambiente entre nosotros ha recuperado la jovialidad, nos damos cuenta que la aventura está a punto de acabar y la temida última noche no va a ser dramática. Mientras ceno y descanso un poco, Rubén me ha montado la rueda y colocado otras cámaras de repuesto por si

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acaso, nos despedimos, estamos de acuerdo en tomarme estos últimos kilómetros con calma y si puede ser no hacerlos solo. Se pasa por varios pequeños pueblos y me puedo perder o caer, aunque vaya más despacio da igual, ahora se trata de terminar.

Salgo justo por donde empieza la gymkana que me encontré al llegar y que conduce a la entrada del control. Miro el reloj, son las 22:37h cuando lleno de moral, me dispongo a afrontar la última etapa.

DECIMOQUINTA ETAPA:Dreux-Guyancourt. 69 km (Totales : 1230 Km) El final Dejo por fin el maravilloso control de Dreux, enfilo un duro repecho que hay de salida y enseguida encuentro a dos ciclistas, me pongo a rueda y así vamos unos kilómetros. No parece que les guste mi compañía y remolonean un poco, les adelanto y enseguida veo unas luces rojas más adelante, acelero, hay un grupo bastante numeroso que circula con mucha precaución y velocidad más bien tranquila. Decido quedarme en este grupo que es muy heterogéneo (he oído palabras en francés, alemán e inglés, no en español). Me acurruco en la parte trasera del grupo de unos

veinte ciclistas y… ¡a llegar con ellos a meta! Este tramo es complicado, cruces, pueblos, rotondas de todos tamaños y en los sitios más inverosímiles. En una de estas rotondas pequeñas, colocadas al final de un repecho, un ciclista, la toma muy cerrada. El suelo es de adoquines… veo cómo le derrapa la rueda trasera… y ¡al suelo! Me dispongo a parar cuando veo que se levanta y acuden varios componentes que en francés se preocupan por él. Se monta y sigue, pero se han descolgado. Acelero y contacto con el grupo pero no así los que se han cortado, a pesar del ritmo tan relajado que se lleva. Al pie de un repecho leo un cartel que dice Elancourt. Me alegro, se me estaba haciendo muy largo este tramo. Estamos muy cerca del final y a partir de aquí se acabaron las carreteras estrechas y los repechos pronunciados, las sensaciones vuelven a ser muy buenas, con el frescor de la noche y el ritmo tranquilo, el cuerpo está totalmente recuperado. Leo, Trappes, nos dan un rodeo para pasar por Montigny-le-Bretonneux y finalmente el cartel de Guyancourt. Se acelera el ritmo del grupo, ya se huele la meta, los edificios me suenan, el corazón sube de pulsaciones, esto se ha convertido en una carrera solo cortada por las luces rojas de los semáforos. Del grupo tan solo quedamos cinco, paramos en un semáforo parece que reparan en mí, me miran, nos sonreímos y nos damos la enhorabuena, eso sí cuando se pone verde ya un sprint hasta la rotonda del “Gymnase des droits de l’Homme” donde unos pocos y calurosos aplausos saludan nuestra llegada. Paso el último del grupo, cuando piso la alfombra electrónica y oigo el pitido que avisa que ha captado la señal de mi chip… es la 1:57h…¡¡ya se ha acabado!! La sensación física es muy buena, dejo la bicicleta en el parking. Llamo a Rubén y Fátima que no me han visto llegar. Cojo por última vez el libro de ruta y voy a sellar. El señor que sella habla perfectamente español y lo recordaba de ediciones anteriores, así se lo hago saber, y como no hay ningún español en ese momento hablamos un poco. Nos despedimos con un fuerte apretón de manos, me vuelvo, Fátima y

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Rubén me estaban grabando y fotografiando. Nos abrazamos.

Me cambio de calzado, hablo por teléfono con Conchita y llamo a mi hermano Ángel que ha ido siguiendo la prueba por Internet. Rubén y Fátima, que han sido testigos de dos pruebas anteriores, no dan crédito al buen estado con que he llegado, sin inflamación de la cara y andando sin ningún problema. Nos fotografiamos en la puerta del Gimnasio, y me dicen que si estoy dispuesto, saldríamos ya de París con destino a casa, tienen ganas de volver con sus familias ya que han hecho un gran esfuerzo para poder disponer de estos días. Tomamos el “mouse de chocolate”, bromeamos. Son las dos y media de la madrugada cuando Rubén arranca la autocaravan con destino a Zaragoza. Durante el viaje de regreso hablo por teléfono con Javier Bouzas y me dice que han terminado todos los compañeros del Aragonés sobre las doce de la mañana. O.K. El viaje lo hicimos sin ninguna incidencia y esa noche se brinda en familia por la realización de esta 5ª París-Brest-París.

AGRADECIMIENTOS

A mi familia por el apoyo continuo y facilitarme el poder realizar estas aventuras, y de forma especial a Rubén y Fátima, por el sacrificio y cariño derrochado, han sido artífices de que yo hubiera terminado en las condiciones tan favorables como lo he hecho.A Luis Pablo Ruata (preparador de duatlón y triatlón) que fue el primero que me habló y animó a realizar conjuntamente la París-Brest-París, en un “stage” en el verano del año 93, pasado por agua en Cangas de Onís y que diversas lesiones le han impedido realizarla hasta ahora. A Ángel Antoñanzas y José Luis Hortells con los que realicé en el año 95 mí primera París-Brest-París y que gracias a la sabiduría de ambos se término felizmente.A Julián Montañés por su dedicación y atenciones que tiene con todos en la organización y desarrollo de las brevets y en esta ocasión para conmigo.A Andrés Capacete y Sebastián Lozano, por todo el apoyo y sacrificio para los que nos metemos en estas aventuras. A ambos les deseo una pronta recuperación.A Javier, José María, Oscar y Raúl, por su tesón en mantenerse en el más puro estilo randonneur.Y a todos los que componen el Club Ciclista Aragonés, por el aliento y estimulo que me proporcionan cada día que compartimos una ruta ciclista.

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“PETIT” REPORTAJE FOTOGRÁFICO

Música celta en honor de los ciclistas en Carhaix Rubén en pleno trabajo de apoyo

Con Fátima antes de empezar la prueba Una brevet con el Club, en primer plano Andrés Capacete y

Martín, de blanco Santi, “el coletas”

Un merecido aplauso a Julián, Raúl, José María Oscar y Javier. Los randonneur del Aragonés

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