3 PROPIEDAD ANFÓTERA DE LOS AMINOÃÂ-CIDOS
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DISCURSO ?
Q U E E N L A S O L E M N E F IE S T A
QUE POR ACUERDO
DE AMBOS CABILDOS ECLESIÁSTICO Y SECULAR
DE L A CIUDAD DE VALENCIA
SE CELEBRÓ
EN LA SANTA IGLESIA METROPOLITANA
DE LA MISMA
EN ACCION DE GRACIAS A DIOS NUESTRO SEÑORPOR LOS ESTRAORDINARIOS BENEFICIOS QUE HA RECIBIDO L A ESPAÑA
CON L A LIBERTAD D E NUESTRO CATÓLICO MONARCA
EL SEÑOR DON FERNANDO SEPTIMO Y SU R E A L F A M IL IA ,
ESTANDO COLOCADA EN EL ALTAR MAYOR
LA IMAGEN PRINCIPAL DE N.a SM DE DESAMPARADOS,
PR O N U N C IÓ
E L M . R , P . F r . J O S E F A R N A U , L E C T O RH E S A G R A D A T E O L O G ÍA E X - P R O r i N C I A L E X - S B C R E T A R I O O B N E R A L
D E L A Ó R D E N D E S A N F R A N C I S C O , B I F I N I D O R G E N E R A L D B L A
M I S M A P O R LOS D E S C A L Z O S , Y P R E D I C A D O R D B S. lU,
EN 1 9 DE OCTUBRE DE 1 8 2 3 .
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.EN VALENCIA Y OFICINA DE D. BENITO MONFORT,
IMPRESOR DE L A M. I . CIUDAD.
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In vinculis non dereliquit iliu m , donee afferret seep-»
trum regni et potentiam adversus eos qui eum
deprimehant, et mendaces ostendit, qui maculave-
runt ilium et dedit illi daritatem ¿eternam^ Do^
minus Deus noster*SAP. CAP. 10 . V. 1 4 .
V a l e n d a , amada Patria m ía, al fin ¿despues de tan deshechas borrascas como ha padecido el suelo Español , amanece ya en su hemisferio el iris hermoso que le anuncia la serenidad? ¿Despues de tan espesos nublados de sátiras, de sarcasmos, de calum nias con que se ha intentado oscurecer el b rillo del T rono de las Españas, viene el dia claro que le llena de honor, v irtu d y gloria inm ortal? ¿Despues de la opresion mas escandalosa, de la deportación mas violenta y del cautiverio mas duro y mas atroz su-» frido por nuestro paciente y virtuoso R e y , goza ya el Señ o r D. F ern an do V IL de sus justos y legítimos derechos, confunde las intrigas de sus hijos espúreos, rige lib re la nave de la N a ció n , se sienta vencedor de sus injustos opresores en el augusto Trono de los P elayos, y disfruta y a de una c larid ad , que ni la revolución de los tiem pos, ni la inconstancia de los establecimientos humanos podrá oscurecer jam ás? S í: la brillante luna de la D ivina Providencia des^ tierra con sus luces los horrores de la pasada tempestad ; el sol de la libertad nace en nuestro horizonte despues de tan pesada noche de esclavitu d ; y los nobles retoños del frondoso árbol de los Borbones, agos
tados casi ya por el ardiente huracan que sopld el francmasonismo, rejuvenecen, crecen , fructifican en el suelo feráz de su nacimiento. B en d ito , p u es, sea el Señ or, que se dignó visitar á nuestro R ey despues de haberle conservado y red im id o; y bendita sea su inescrutable providencia que no le abandonó en su opresion; que rom pió las cadenas de su esclavitud; y con su mano fuerte hizo pedazos el cetro de h ierro que le o p rim ia , y puso en su mano el del ju icio, e l de la ju stic ia , el de la v irtu d , el de la eterna claridad. En las prisiones no le desamparó el Señor hasta darle el cetro del reyno j el poder contra aquellos que le deprimian; sacó por mentirosos á los que le pusieron tucha , y le dió esclarecimiento eterno, í F ie l y leal Ciudad de V a le n c ia , Ilustrísim o C ab ild o , honrados V alen cian o s, que por medio de vuestra Patrona la Santísima V ir g e n , nuestra Señora de los Desamparados, hacéis estas religiosas demostraciones en acción de gracias por haber el Todopoderoso libertado á vuestro M onarca del yugo tiránico de sus enemigos, que lo eran de nuestra R eligión y de nuestra P a tr ia , oidm e, que comienzo.
¿Q u é ju icio deberíamos form ar de los males que «caban de afligir á nuestra España, si abandonados al sentimiento vivo de nuestras desgracias apartásemos la vista de las grandes y luminosas verdades que nos enseña nuestra Santa R elig ión ? Seria preciso confesar, que la D ivina P rovidencia habia abandonado á una N ación esclarecida, amante de la R e ligión de sus padres, y estremadamente celosa del honor y conservación de su T ro n o , á la duplicidad y á la im postura de unos enemigos que con los pretestos mas solemnes de ilustración y felicidad m aquinaban
sel estermínío del Trono y del A ltar. Pero [oIi, m em oria torcedora, y cómo me atormentas al presente! Señores, es preciso sumergirse en las amargas aguas del d o lo r, para estraer las margaritas del mérito; es preciso bosquejar prim ero las som bras, para dar m ayor realce á los colores ; y es preciso ponderar los males y los peligros, para luego celebrar mas y mas la D ivina Providencia.
L a historia de los siglos no presenta un acontecim iento semejante. Las ideas se agolpan en nuestra im aginación y el espíritu se pierde en el océano de tan tos, tan aciagos, tan horrorosos sucesos. Sin embargo 5 esta misma historia nos presenta unas ligeras vislum bres de nuestros acontecimientos* En todos los estados aquellos que nada tienen, ni suponen cosa alguna , envidian continuam ente á los bu enos, alaban públicam ente á los m alos, detestan su situación presente, y desean una m udanza en adelante: descontentos con su suerte quieren que todo se cambie y des- tru y a ; y se alim entan con las disensiones y trastornos, porque su indigencia no los espone á perder cosa alguna. Así qu e, los que se señalaron por sas insolencias é infam ias, los que arruinaron sus casas por medios vergonzosos, los que fueron desterrados de su madre P atria por sus maldades y crím enes, y los que por su mala fe fueron privados de sus honores y empleos, son los que aspiran á la pérdida de los E stados, aunque sea con evidente riesgo de perderse ú sí mismos. E l títu lo especioso del bien público no es mas que un velo con el que cubz’en su am bición , y todos sus esfuerzos se dirigen á elevarse al grado mas sublim e de honor sobre las ruinas del Gobierno y de la fortuna piiblica. Guiados por una insana filosofía, falaz en sus principios, insuficiente en sus m edios, y desconsoladora en su f in , oscurecen los brillos de
las sociedades con los vapores pestíferos de la im piedad , del egoismo y de la depravación. N o ha muchos años que la E uropa lo esperimento de un modo terrib le y espantoso ; y aunque la espada del Dios vengador parecia haber cortado la hidra p rin c ip a l, sin em bargo, aun se hizo mas tem ible en sus últim os sacudimientos.
S í , Españoles, confesémoslo aunque sea con ru bor. U na chusma de foragidos existentes en este estrem o del continente E urop eo , y en los países de U ltram ar, una m ultitud de partidarios secretos en casi todas las clases de la N a c ió n , hombres mal hallados en la virtuosa subordinación, ansiosos por la libertad y fortu n a, que no les era d a d a , suspiran por una revolución p o lít ic a , en la que se prom eten el logro de sus ventajas. ¡ Insensatos ! ¿ qué funesta benda cu bre vuestros ojos para que no reparéis en el abismo en que vais á precipitaros? N o han llegado á estremeceros tantos delitos y calam idades, tantas ruinas y sangre, ese diluvio de lágrim as que vais á hacer verter á un Pueblo.... ¡A h ! N o. Todo se calcula, todo se em prende, se atropella todo. ¡Cuántos resortes secretos no se tocan! ¡cuántas intrigas no se arman ! ¡y cuán ruinosos principios no se adoptan!
N uestra N ación se iba reparando de las calam idades de una guerra tan cru el como desastrosa, cuando resolvió pacificar las Am éricas envueltas en los disturbios civiles. A fuerza de costosos sacrificios lle gó á preparar una brillante espedicion; mas cuando se aproxim a el momento de su marcha^ unos hijos espiireos, mas abortos de Venus que legítim os de M arte, olvidando el juram ento que tenian hecho ante D ios, ante los hombres y ante las banderas R eales, de ser fieles al Soberano, y obedientes á las leyes, se declaran perjuros, se muestran cobardes ¡ gastan
el dinero, destruyen los efectos y proclam an por ley fundam ental la llam ada Constitución : aquella Constitución trazada por un ciento de charlatanes y va gos, q u e , sin valor ni virtud para presentar sus p echos delante de las bayonetas del tirano de la Europa, se escondieron en C á d iz , abrogándose el pomposo título de Representantes de la N ación : aquella Constitución 5 que nuestro juicioso M onarca á su regreso de la cautividad prim era no p u d o , ni quiso ju rar, porque vasallos sabios, virtuosos y políticos le hicieron v e r , ser un código de n ulidades, un robo manifiesto de su Soberanía, y un m anantial de desdichas y desgracias para sus amados Pueblos : aquella Constitución, en iin , contra la que se com prom etieron tantos virtuosos y egemplares Eclesiásticos, tantos espertos y valerosos M ilita re s , tantos sabios é ilustrados Diplom áticos.
Y o dejaré á los políticos e l d iscu rrir si se pudo cortar la rebelión en su principio; yo no me espondré á asegurar, que si al inm ortal E lio se le hubiese dado el com etido, cuando en posta se presentó en la Corte dispuesto á vengar los agravios que en la Isla se habian causado á su amado R e y y á la N ación , él so ló, solo su nom bre hubiera acabado, confundido y disipado á los rebeldes ; porque no es mi ánimo prevenir ju icios, ni adivinar sobre lo que ya pasó. M i deber es asegurar lo positivo. A sí q u e, apenas en la Isla se publica y ju ra el m alhadado código, ya chispean las centellas de la traición en Ocaña á nueve leguas de M a d rid ; ¿ y dejaria de prenderse un grande incendio en la Corte donde residía el gran V isir? ¡O F ern an do inocente y virtuoso! Parece que la D ivina Providencia perm itió tamañas felonías para hacer ostentación de su poderosa vigilancia. Pero corramos la cortina al teatro que ofreció M adrid en los
prim eros dias de M arzo del año veinte , y solo pero- meros de lo que le subsiguió.
N uestro R e y , nuestro amado R e y jurado y proclamado Soberano repetidas veces, ju ró violentam ente con los puñales de los traydores en su pecho el cód igo, y con los mismos puñales al frente tuvo que suscribir á cuanto le mandaba la facción. E l despotismo y las precauciones de la gavilla , las grandes baladronadas, los sutiles y estudiados discursos, y un oropél engañoso que ofi’ecia las mas quim éricas y soñadas felicidades, alucinaron á unos, y sorprendieron á otros, pero al fin venimos á parar en una desolación y tiranía. Reunidas las Córtes democráticas, el genio asolador de la hum anidad tiene la osadía de ponerse en actitud de dar leyes al m undo entero: envia por toda E spaña, P ortugal, Piam onte y N á - poles emisarios escogidos y dignos exactores de sus planes de im piedad, para corrom per, si posible fuer a , los principios puros y luminosos de la moral. M il papeles sofísticos y seductores nos hacen gu erra, tratan de rid icu lizarn os, reputando nuestra creencia p or superstición, la fidelidad y am or al R ey por gror sera idolatría p o lítica , y los esfuerzos generosos de los Realistas por principios revolucionarios y de facción. E n vez de la paz y felicidad que nos decantaban , no se veían mas que muertes y crueldades. L a am bición era el distintivo favorito de los representantes de los P ueblos; unos se esmeran en apoderarse de los em pleos; otros en discurrir empréstitos con la quiebra de treinta á cuarenta m illones; estos se desvelan en arrancar de sus hogares en menos de un año á mas de ciento y cincuenta m il recomendables Españoles; aquellos en espatriar á docenas los Obispos, y en rem over y aun asesinar á G enerales distinguidos; todos en consumar el triunfo de la im piedad,
del m artìrio del C le ro , de la inm oralidad mas escandalosa. ¿Quién puede m irar sin d o lor escena ian lam entable? ¿Se creería que hubiese Españoles patrocinadores de tamaños atentados? ;A y de m í! prevenios para oir otros mayores.
N uestro amado R ey , hecho el blanco del escarn io , de la burla y de las m aldades de los protervos é intrusos legisladores, de los M in istro s, que al salir de su presencia bajaban cantándole las canciones asquerosas é insultantes 5 y la R eal Fam ilia sirviendo de desahogo á los m alvados, que sacrificaban vidas, profanaban templos y burlaban la Religión sacrosanta. En M adrid se form aban procesiones sacrilegas con el retrato de un infam e; las mismas se repelian en otras Capitales para lograr por medio de una con- mocion popular la caída del R e y , la proclam ación del llam ado G efe de los Patriotas, y la instalación de una R egen cia , ó T riunvirato m ilitar. E l Senado constitucional de la Corte osa erigir un cuerpo representa d o r, con él form a un poder no m arcado en las pretendidas le y e s , con él se atreve á hacer las escandalosas com parendas, con que solia m andar al M onarc a , que se presentase en tal dia y á tal h o ra , y con él se le precisa volver del E scoria l, y se le niega á nuestra virtuosa R eyna la m udanza de ayres y de clim a. íQ ué escándalo! E n la Fontana se predica publicam ente el regicid io; en la p lazuela de Palacio se agolpan gentes asalariadas, cantan indecentes versos á F ernando y á su F am ilia R e a l, y se añaden mayores desvergüenzas que no hay valor para m entarlas. E n una p a lab ra , era lícito entonces reunirse en cavernas, tram ar alborotos, form ar com parsas, representar tragedias y estender peticiones las mas depresivas de la autoridad Real.
¡Am argos frutos producidos por una Constitución
lOabsolutamente dem ocrática! M u ltitu d de actos arbitrarios, de violencias inauditas; m ultitud de leyes, de decretos, donde se reúne la irrisión con el despotismo mas a tro z: y de aquí m ultitud de disensiones, de guerras c iv ile s , de trastornos, de.... L a razón se desprecia, el orden se a ltera, se establece la anarquía y la m atan za, sobre el buen Español y su amado R e y cae un diluvio de rayos y de centellas. ¡Serie no interrum pida de alternativas capaces una sola de haber reducido á polvo el trono mas robusto del universo , si el Dios de San Fernando no hubiese conservado en la parte sana de la N ación el amor y respeto que por conciencia le es debido al Soberano!
Porque en v e rd a d , ¿cu án to no trabajaron los feroces demagogos y los modernos propagandistas de la im piedad para entibiar en el corazon de los Españoles el ardiente amor que profesan á su R e y , retraerles de su dichosa obediencia, arm ar un otro brazo contra un trono asegurado por el dedo del mismo D ios, y hacer triun far en la afligida España el genio revolucionario y devastador? Plum as m alditas, hombres sin vergü en za, sin re lig ió n , sin h o n or, tratan de contrarrestar el voto n acion al, se desfogan contra el ascendiente del amor de un Pueblo que idolatra á su M o n a r c a , acusan á los hombres virtuosos que le rodean, inventan miras siniestras de arbitrariedad, de despotism o, de tira n ía , y con la llam ada Constitución en los lab io s, tienden un lazo pérfido para perder la Patria y á su R e y . ¡Infames! ¿ L o lograreis? ÍÁ h! Vuestra conducta crim inal os arrastra al precip ic io , y vuestro perverso modo de obrar llam a la v igilancia de los Soberanos de E u ro p a : las Potencias inmediatas y las lejanas desde San Petersburgo hasta Saint Gloud penetran hasta lo mas íntim o de vuestros horrendos p lanes, y las ponéis en la precisa como
dura necesidad de adoptar medidas fuertes para detener y aun cortar vuestro torrente amenazador é impetuoso.
Si : sabio y perspicaz Congreso de L a y b a c , respetable y juiciosa Junta de V eron a, tu previsión y t*a firmeza serán las grandes virtudes con que te presentarás cubierta de gloria hasta en las últim as generaciones de nuestra España, Tus meditaciones profund as, tus sabias observaciones te hicieron ver con claridad los proyectos de destrucción de estos crueles de- magogos: tú entraste en su corazon , tú desenvolviste los últim os pliegues donde abrigaban su perfid ia, tú Ies arrancaste su infernal secreto, y tú rasgaste alas* tuto y espeso velo con que siempre procuraron encub rir sus miras destructoras, aquellas m iras, que no han tenido otro objeto que el trastorno de todo el ór- den social. D estrucción universal de todos los anarquistas , digiste ; y nosotros confesaremos á la faz del m undo to d o , que el Dios de paz fue el que te dictó este decreto : nuestras voces unidas á las vuestras articularán siempre la misma espresion : destrucción eterna contra los que no temen vio lar los derechos mas sagrados para anunciarse los bienhechores de la hum anidad y los reformadores del mundo. R ecibid, N aciones generosas, estas ligeras demostraciones de nuestro justo reconocim iento, pronunciadas desde la Cátedra de la v erd ad , y á los pies de los Altares.
¿P e ro qué es lo que sucede en M a d rid , cuando las denodadas huestes del gran L u is X V IIL bajan el P irin eo? ¡A h ! mi lengua embargada por el susto y el dolor no podrá acertar á esplicar lo que mi corazon siente. Postrado nuestro R e y por el terrib le accidente de la g o ta , declarado por los físicos el peligro y riesgo que corria en su salud si se le amovía de la c a m a , se le precisa , se le violenta á levantarse, y
entregado á discreción de los traid ores, millares de Judas le ven d en , le p ren d en , y con m il malas artes se lo lle v a n , digámoslo m ejor, lo arrastran á Sevilla. N uestros fieles corazones lo d u d ab an , jamás lo creyeron practicable , pero se verificó : todavía mas: aherrojada su R eal Persona, su amada Esposa, sus H erm anos, las Infantas, toda la R eal Fam ilia con los grillos del engaño y las cadenas de la tra ición , no hay insultos que no caygan sobre tan augustas y tan sagradas Personas; y cuando era de esperarse que en Sevilla se rom pieran los eslabones de su cautiverio , allí fue donde se consumó la perfidia. ¿M as cuándo el hombre inm oral é irreligioso ha sido agradecido? S í , Españoles, ya es preciso que os hable, aunque con el esceso del d o lo r, la situación mas crítica debe sumir al R e y , porque su vida peligra á cada paso: los pérfidos enemigos de nuestra Patria, los partidarios de la irre lig ió n , del libertinage y de la anarquía privan á nuestro R e y del Trono de sus ma^'ores: tratan de llevarse á Cádiz su R eal Persona; nuestro M o n a r c a se resiste ; y su justa resistencia es castigada atrozmente: los furibundos demagogos nombran una Regencia, y esta lleva al destronado M on a r c a al suelo donde nació la secta destructora de la. R eligión y M onarquía. ¡O C á d iz , sentina de im piedad y de corrupción! E n tu Sanedrin es sancionada la ley del mas fu e r te , y las vio len cias, los insultos y las proscripciones son como los ensayos de los fementidos apóstoles de la felicidad ( i) .
En coyu n tu ra tan tremenda el afligido M o n a r c a
( i ) No es el ánimo del Orador ofender á los buenos Españoles que han tenido la desgracia de ser involuntariamente testigos de las horribles escenas que se representaron en aquella Ciudad, y en las demás que se nombran en este discurso.
vive en una incertidum bre absoluta de la suerte que le espera; vacila su inocente corazon entre la vida y la m uerte, y desesperado de todo remedio humano levanta sus ojos y manos á aquel Dios que vela siempre sobre el ju sto , y esclam a: ¿ S e ñ o r, en qué hora estoy de la noche de mi cautiverio? ¿Tardará mucho á despuntar el dia de mi lib erta d ? ¡Providencia de m i Dios! T u presides á estos compromisos de F e r n a n d o , tú auxilias su v ir tu d , y tií te prestas á sus lágrim as y á los votos de su Pueblo. Este Pueblo in erm e, gimiendo bajo la coyunda de un gobierno déspota y cru e l, nada podia hacer en favor de su R e y ca u tiv o , y se contentaba en dirigir fervientes suspiros al Cielo para tenerle p ro p icio : la oracion del justo los penetra , y cuando los preparativos hacian creer que la libertad del R e y se retard ab a, ó cuando todo concurría á persuadir ser llegado el término fa ta l, en que una espantosa crisis iba á sumergir á España en otros males peores que los pasados, el C ielo justo y clemente oye nuestras suplicas, y le obliga á alargar su mano benéfica para darnos á F e r n a n d o . S í , en la situación mas peligrosa refocilado su espíritu con el dulce bálsamo de la Religión, im nielo de San L u is , mas b ie n , un ángel libertador y tutelar previene este gran suceso, rompe las cadenas del cau tivo , quebranta y confunde á los que le d eprim ían , y le entrega el Reyno y el C e tro , y con él la M a g e s t a d , la soberanía y el poder. Y en las prisiones no le desamparó el Señor hasta darle el Cetro del Reyno y el poder contra aquellos que le deprimían*
Es constante: viles y contentibles políticos, vosotros que desunís los grandes sucesos de la sociedad de las infalibles promesas de la R elig ión ; vosotros que formando im congreso de almas bajas tratabais de desquiciar la sublim idad de la fe ; vosotros que
Hpensabais trastornar el m undo con instituciones arbitrarias , persuadiéndole á que Ja piedad nada puede in flu ir en la dirección de los pueblos ; vosotros que reputando por fábula el Evangelio seguiais m arcando con el horrible sello del liberalism o una infinidad de prosélitos, ved y confesad que aquel Señor que hace alarde de tirar líneas torcidas para efectuar los mas adm irables resultados, eternam ente confunde vuestro orgullo y osadía. E n vano se ha fatigado vuestra sofistería en inventar soñados sistemas ; la D ivin a Providencia , habiendo libertado á nuestro R e y , os obliga á publicar ser su paternal vigilancia ini dogma íntim am ente eslabonado con los grandes sucesos y con la antorcha de la verdadera Religión: que nuestros grandiosos acontecim ientos son emanados de la voluntad del Suprem o Ordenador del u n iverso : y que la economía que ha brillado en el aflictivo espectáculo de la depresión de nuestro R ey , ha sido dirigida por la inevitable Providencia del solo Om nipotente y S a b io , para transform arlo de un estado de padecimientos en un estado de gloria y de gran d eza, porque no solo le libertó de la esclavitud, sino que le revistió de carácter y firmeza para argü ir de falsos calum niadores á los que intentaron denigrarle. Y sacó por mentirosos á los que le pusieron tacha.
N o vacilem os, Españoles: el decreto de la D ivina Justicia es revocad o : la bondad de lo alto déjase por fin vencer de nuestros ruegos: F e r n a n d o V I L , augusta prenda de la bendición u n iversa l, em puña el Cetro y ocupa el Trono de amor que tenian preparado la lealtad de sus juiciosos súbditos y el valor y la constancia de sus generosos aliados. Coronado de la
gloria de una de las prim eras naciones del universo confundirá á sus calum niadores, ostentando la grandeza de su a lm a, y desplegando la m ultitud de sentimientos que le inspiró su educación, sus trabajos, su misión, nuestra fidelidad y nuestras desgracias. En vano los masónicos esfuerzos tratarán de destornillar el com ún sentido, en vano la osadía y avilantez del com unero desafiarán á su v irtu d , y en vano pasiones subversivas y sin freno tendrán el insolente descaro de querer influir en sus deliberaciones y en su com- portacion ; nuestro amado M o n a r c a , abundante en desengaños, si es que los necesita, cerrará siempre la puerta á la hipocresía, á la dobléz y al fariseismo de los que pudieran tercera vez arredrarle. S í , seres m onstruosos, regicidas sacrilegos, que en perjuicio de un R e y tan am able y legítim o tratabais de infesta r la opinion p ú b lica , y robándole los sagrados derechos emanados de la soberanía indestructible del R e y del u n iverso , deslum brabais con el brillo vano de vuestras ideas liberales el candor de la fidelidad mas santa, mas noble y mas augusta, ¿hasta qué grado pensabais fom entar vuestras m aquinaciones im pías? ¿ U n M o n a r c a ju rad o por la N a c ió n , querido de la N ación , y aclam ado tantas veces por la Nación, podria ser denigrado por las injustas calum nias de un puñado de Españoles detestables, disolutos? N o.
Desengañaos: España solo puede ser libre y feliz en el gobierno de F e r n a n d o , lib re con aquella p ru dente libertad, que mantiene el reposo de las N a cio nes, escluyendo los estragos de una perniciosa licencia m il veces mas tem ible que la misma esclavitud: fe liz, la misma España tomando la defensa de su R e y , mostrará á las generaciones venideras, que su M onarca nada om itió para sostener pura la R eligion, y proporcionar por medio de ella la verdadera feli-
ciclad de los Pueblo?. A vosotros ap elo , Pastores de la Iglesia de E sp añ a, Cabildos respetables, Curas A postólicos, fervorosos profesores del M onacato; decid: los decretos que nuestro R e y espidió , las religiosas pragm áticas que sancionó, y las saludables in v itaciones que á ambos Cleros d ir ig ió : por ellas los M inistros del A lta r tronaban impávidos en los pulpitos, en las calles, en las plazas, contra los folletos impíos, inm orales, subversivos, que ya atacaban directam ente al Trono y al A lta r , que ya pervertían las ideas de la v irtu d , desmoralizaban las costum bres, y que aspiraban con detestable orgullo á una com pleta revolución en el juicioso modo de pensar de los buenos Españoles. F e r n a n d o mandó se celase sobre la m ultitu d de iibros iatroJucidos con descaro, y tomó las precauciones posibles para evitar, que la semilla de la perversa doctrina esparcida á m uios llenas en un dilubio de escritos cundiese en sus P u eb lo s, y no llegase á estinguirse la lu z de la R eligión. Pero ¿ y sus detractores? Ah! m m ífestan lo respeto á la santa R eligión la sorprendían , la arru in ab an , y abriendo las puertas á la heregía, su objeto era despojar ias Iglesias, em pobrecer al C le ro , envilecer sus M inistros, y destruir el ascendiente que dichosam ente obtienen sobre las conciencias.
¿ Y dejaria un R e y tan virtuoso de desvanecer tam bién las imposturas de sus émulos en la mala adm inistración de la H acienda, que se le im p u ta , y la decantada dilapidación délos públicos tesoros?N uestro M o n a r c a les presentará en el mapa político de la Europa como unos fósforos ó fuegos fatuos, cuyas soñadas luces originaron una confusion espantosa, en que los hombres públicos y los ciudadanos empleados andaban como ciegos y perdidos, sin regularidad ni contraste en las respectivas ruedas 5 que tenían e l
encargo de ju g a r. S í, hom bres ignorantes y p resun tuosos! no erais vosotros los q ue el C íe lo tenia señalados para h acer nuestra com ún fe lic id ad . E l Séptim o entre los F ern an d os es e l q u e estaba escrito co n letras de oro en el lib ro eterno de los destinos. F ernando es el verdad ero le g is la d o r , p orq u e es nuestro legítim o R e y y S o b e r a n o : á él p erten ece esclu sivam en te la b ra r e l bien de su N a c ió n , desm intien d o á sus calum niadores con el mismo can d or y b u en a fe , con q u e el cielo y los leales Españoles han hecho y harán la su ya. P ero vosotros, hipócritas!!! S i se os conoce y a dem asiado! si vuestra lib e rta d consiste en hacer lo q u e os dé la g a n a , vuestra R elig ió n es la de E p ic u ro , y vuestra v ir tu d el in terés!
Déspotas! y teneis valor de tildar de tirano el gobierno de F e r n a n d o ! ¿Quiénes sois? Sois los que con pretesto de libertar del furor del Pueblo á unos, y de las insultantes canciones á o tro s, les castigabais sin preceder d elación , sin cuerpo de d e lito , sin citación, sin em plazam iento, sin formacion de cau sa, sin proceso , sin ju ic io , sin : : : Feroces! en vuestro semblante llevabais m arcado el delito. E n el gobierno de F e r n a n d o no se vieron los hombres de bien ni los ciudadanos pacíficos en la necesidad de ir errantes y sin segu rid ad , vagando por esos montes y pueblos, buscando un asilo que los ocultase de la vista de los pro- clamadores de una libertad despótica, p ro p iad e un sistema sanguinario ; pero en los tres años de la fe lic idad: : : A y de m í! la virtud y la honradéz sufrieron insultos, am enazas, persecuciones, encierros, puñale s , m artillos, muerte.
Pero no paremos en describir el carácter de los que intentaron m anchar la conducta de F e r n a n d o . V íctim as de pasiones furibundas, nada omitieron de cuanto podia contribuir á la anarquía. P orqu e ¿en
qué sentido se leían unas producciones tan ominosas y atrevidas contra las palabras y aun pensamientos de nuestro idolatrado R e y ? E l reglam ento de im prentas qu e prevenía tanta circunspección, ¿no dejó la puerta abierta para insultar al mas virtuoso y ju sto de los M onarcas, é im putarle crímenes horrendos para hacerle del todo abom inable? Pero ¿ y q u é? F e r n a n d o tenia demasiadas pruebas dadas de la p u reza de su alm a y de la regularidad de sus pasos para confundir como falsarios y embusteros á los que le m aculaban. Y sacó por mentirosos á los que le pusieron tacha, ¿ Y cómo habia de poner un candado á las in mundas bocas que intentaron poner borrones á sus procedim ientos, un R e y que en las revoluciones mas com plicadas, en las catástrofes mas horrorosas, y en las tropelías mas horrendas adora aquel supremo M on arca , que desde lo alto del cielo dispone de todo con una sabiduría tan infinita como su p od er, y en paz su alm a virtuosa con su Dios bendice su paternal bondad, im plora su a u x ilio , adm ira su providencia, y no se le oyen mas palabras, que el bien y felicidad de su Pueblo ? L as Naciones todas de la E uropa han reconocido su can d or, su inocencia, el relevante mérito de su R eal P ersona, y á porfía le han prodigado sus auxilios para quebrantar sus cadenas, y es de esperar de su fidelidad generosa los prod igu en , para que el nieto de E n riqu e IV . consume la grande obra y realice los designios de la D ivina Providencia.
L leg a d , p u es, perseguido R e y , á ocupar en hora dichosa el Trono de vuestros augustos P ad res; y el Dios de los Egércitos que por tan raros y prodigiosos caminos os ha conducido á restaurar la M onarquía Española, os dé tam bién toda la fortaleza que nece- siíais para regirla dignam ente. L a esperiencia en la adversidad, gran R e y , os hará ver á vuestra N ación
en el desorden y desconcierto de cosas, desconcierto y desdrden causado no del pueblo sencillo y religioso, no del noble y alto P u eb lo , sino de un Pueblo corto, de facciosos indignos de llam arse P u eblo , que en el esceso de su frenesí se atrevió despótico á titularse Soberano, clam ando con el código de los ceros en la m ano: es preciso derribar el ídolo de F e r n a n d o ::: cuándo saldrá de Cádiz^ saldrá vivo? vendrá á su C ortei M iserables ! ya viene; ya está en camino.
Bendita seas, Providencia de m i Dios! T ú le trazaste el cam in o, tu franqueaste la salid a, tu cam biaste saludablem ente el estado de la N a c ió n , pasando del cautiverio á la lib ertad , de la sevicia á la dulz u ra , de un yugo tiránico al de un Padre tierno y amoroso. T u de un golpe nos diste seguridad, q u ietu d , a legría , p a z , justicia y vida. T ü fuiste la causa prim era de vernos en el regazo de nuestras familias, enjugaste sus lágrim as, atacaste los insultos contra la R eligión y sus M inistros, y preparaste una generación venturosa : tü finalmente devolviste á F e r n a n d o lo que se le habia pérfidam ente arrebatado. Si : con la libertad de nuestro R e y huye para siempre de nuestra vista la espantosa catástrofe, que trastornaba el m undo entero : abajo viene rota en m il pedazos la hidra feroz, que con engañosos halagos h u biera venido en acabar de disolver todos los Estados, destruir todos los Tronos, y dem oler todos los A ltares. E n fin se asomó ya la deseada aurora en el fausto dia 27 de Setiem bre, y con la salida de su sol quedaron deslumbrados nuestros delincuentes opresores. E n sum a, F e r n a n d o viene, y con su llegada quedan cerradas las bocas hediondas de los perversos habladores, que osaron proferir las iniquidades mas horrendas contra su R eal Persona. Y saco por mentirosos á los que le pusieron tacha, Pero la D ivina Providen-
eia consuma la restauración del Trono de las Espa- fias llenando á nuestro R e y de una verdadera claridad. Y le dió esclarecimiento eterno*
Ó F e r n a n d o ! E n tus labios la justicia tiene su asiento, tu alm a es hermosa como la bondad de Dios que te en via, y bajo la egira de tu Cetro la España será p ròspera, floreciente, gloriosa. De su boca paternal oirémos las le y e s , que deben gobernarnos, dictadas por la sabiduría de los tiem pos, y conformes al espíritu de una N ación generosa incapaz de dejarse estraviar por las ilusiones de la novedad. Su sabiduría descendida de lo alto sabrá sostenernos en un justo medio entre las garras del despotismo y las espantosas combustiones de la dem ocracia y anarquía. Su Corte, su heroyca y venturosa C orte, destinada á poseerlo y gozarlo de un modo perm anente, será el punto céntrico desde el cual se esparcirán sobre el hem isferio español elementos de reparación y de v ida. E l Esperio gozará de verdadera seguridad satisfecho de que la autoridad Real no dorm irá jamás como la centinela de Israel y la custodia de J aco b ; esta dirigirá sus miras para precaver delitos horrendos y frios asesinatos; la circunspección, el consejo y la justicia serán la brúju la que manejará el timón d e la nave política de la N a c ió n , y una paz sòlida y u n iversal asegurará la quietud y el reposo de todos los Españoles.
N uestra santa R eligión espuesta á desaparecer de nuestro su elo , hará nuestra verdadera felicidad: su sostén, el estado E clesiástico , que se hallaba en el m ayor abatim ien to , será exaltado y protegido : el T ribunal de la Inquisición , crisol para m antener pura la F e , será restab lecid o, y m u ltip licad o: la
Iglesia de España enjugará sus lágrimas y sus dignos Pastores corregirán las deformidades que haya podido recibir con la relajación y corrupción de los tiempos. N o hay que tem er, Españoles, sea sorprendido nuestro ilustrado M o n a r c a por aquellos proyectistas insensatos, que cerrando los ojos á las dificultades siguen únicam ente el impulso de su pasión. N uestro R e y arreglará la felicidad p o lítica , generalizará la m o ral, dará salud y robustéz á su P u eb lo , ahuj^en- tará sus dolencias, porque sabios reglamentos y p ro fesores escelentes concurrirán á su remedio. Cuando el genio del m al intentase turbar por un momento vuestro reposo, F e r n a n d o con su brazo fuerte pondrá térm ino á esas pasiones furibundas, porque sabe que su sangriento estandarte ha servido hasta de ahora de punto de reunión á todas las almas perversas.
A sí qu e, la España reconocida á la D ivina P rovid e n cia , que inspirando al estrangero sentimientos de nobleza y generosidad , nos ha libertado al R e y y colocado en el Trono de sus m ayores, besará la mano de su Restaurador. Todos los Soberanos de Europa, todos los que han tenido parte en la Santa A lianza serán siempre dignos del amor y del reconocimiento de los leales Españoles por el interés que han tomado en la libertad de nuestro R e y , y por el odio que ju raron al sistema de los anarquistas. Un solo Español no habrá que olvide al gran D uque de Angulem a y al generoso Egército que á costa de tanta sangre y sacrificios ha roto sus grillos y sus cadenas. Solo por la fuerza m oral de su carácter ha suspendido m ilagrosamente los funestos efectos del resentimiento y de la venganza, y bajo su invencible estandarte en pocos gritos de V iva el R e y ha dispertado nuestra desdichada P a tr ia , y en vez de un R e y preso y cau-
íiv o en Cádiz nos trae á M adrid un R e y rescatado, redimido.
¡ Providencia de m i Dios ! ¿ qué dirán ahora los padrastros del cristianism o, nubes sin a g u a , doctores sin c ien cia , que blasfeman de lo que ignoran, y se pervierten con lo poco que saben ? H abrán de dec ir , que nada hay casual en el m u n d o, que todo cuanto ha sucedido en esta época de catástrofes y turbulencias ha sido decretado en el eterno gabinete, donde se sancionan todos los destinos, y que nuestro R e y habia de ser agoviado con el peso enorme de la violencia y de la esclavitud, y denigrado por la mentira y la ca lu m n ia , porque así lo tenia acordado el que preside al m undo en el Trono de la eternidad, como medio el mas análogo para hacer ostensible su p od er; poder con que quebranta las cadenas de nuestro R e y , muestra mentirosos á los que le macularon, y le llena de una claridad eterna para labrar la felicidad de sus Pueblos. In vinculis, & c.
A sí nos lo prometemos y esperam os, gran R e y : la Religión y la prosperidad de la Patria sean los dos objetos en que se ocupe la privilegiada alma de V . M . hasta llevar á todos los Españoles al colm o de la verdadera gloria. Ahogado el genio maléfico de la discord ia , estinguidos ò enfrenados los p artid os, cu ya fatal divergencia despedaza las entrañas de la Patria, d irigid el gusto y la opinion pública hácia los conocimientos útiles en beneficio de la hum anidad : consagrad á la a g ricu ltu ra , á las artes, al com ercio tantos parásitos que pesan inútilm ente sobre nuestro suelo; corran dias alegres y serenos sobre la N ación, para que las generaciones que se m ultipliqtien en el seno de la bonanza y de la paz puedan entonar himnos de alabanza á un R e y red im id o, que ém ulo de las virtudes de sus mayores sabe á su im itación se-
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renar las borrascas, reducir el gobierno á la unidad, y afianzarle sobre bases indestructibles, adquiriendo bajo los auspicios del Cielo los derechos mas sagrados á la gratitud y al reconocim iento universal.
Y V0S5 Señor y Soberano R ey de la G lo ria , haced, y a que nos habéis rescatado á nuestro R e y y entregado las riendas del gobierno, que sea siempre de un modo atin ad o, que conduzca su R eyno á la posesion de sus d ich as, que vigile dia y noche sobre los muros de la Sion española, y estorbe que el filosofismo so- cabe el edificio de la p ública tranquilidad. N uestra confianza, S eñ or, la afianzamos en el poderoso v a limiento de nuestra Señora de los Desamparados. V ir gen Santísim a, conducto seguro de nuestros vo to s, á V os debemos sus felices resultados: por Vos tenemos lib re á nuestro R e y , protegedle y am paradle. Bendecid á su Real F a m i l i a , prosperad toda la España: mostraos clem entísim a, piadosa, dulce m adre de V a lencia : guardad á vuestros hijos en este valle de lágrimas , hasta que les mostréis el bendito fruto de tu vientre Jesús en la gloria. \AynM~
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