Autoridadrepositorio.uahurtado.cl/static/pages/docs/1960/n92_390.pdfDOI.I. AfLMO-no análisis,...

3
Autoridad y Libertad en la Familia Caita Pastoral de Cuaresma 1960. dr S. EJII. <•! Cardenal Feltin, Arzobispo dr París, P OCAS palabras suscitan tantos equívocos como la orguUosa palabra "libertad"; por otra parte. hay pocas que sean tan mal comprendidas co- mu la de "autoridad". Empero ,;no es acaso esen- cial parn que se realice un deslino, el que se llegue a discernir su verdadero sentido?. Por no alcanzar a eumpicrider su exacto alcance espiritual, con fre- cuencia se agola el hombre contemporánea en una dolorosa búsqueda; bajo pretexta de independencia v emancipación se encuentra desgarrado, entre- gado sin defensa a la anarquía tic sus tendencias eont latías. F.sta constatación, el sentimiento de un grave desequilibrio espiritual, me impulsa a hablaros aho- ra de la autoridad y de la libertad en la familia. Así veremos muchas de nuestras dificultades actua- les, como en su punto de partida ; comprenderemos mejor las verdaderas posibilidades de remediarlas. Las perplejidades y las incertidumbres del hom- bre de hoy, las sienten y comparten vivamente los jóvenes, a tal punto que la vida de familia, en mu- chas casos, nos proporciona una especie de imagen reducida de las incoherencias de la conciencia mo- derna. Problemas de la ciudad, del grupo, todo se vive allí, cada día, en pequeña escala. Sin querer apoyarme, para probarlo, sobre los casos extremos —no obstante numerosos— me contentaré con ape- lar a vuestra experiencia corriente. Ya sea que se trate de cuestiones de trabajo, derecreas,de por- venir, de servicios o simplemente de haceros obe- decer ¿no tenéis que luchar con dificultades que ponen ;i prueba vuestro juicio moral v < . ¡ue os de- jan muy perplejos? Paralizados a veces, otras im- potentes, osciláis, con frecuencia, entre la rigidez v el abandono, el endurecimiento v la demisión. Seria preciso un largo estudio sociológico c his- tórico para explicar este estado de cosas con exac- titud v perfecta equidad; convendría hacer notar la influencia de los acontecimientos vividos desde hace medio siglo v. sobre todo, desde hace veinte años; seria necesario poner de relieve el rol de las dos guerras mundiales y sus repercusiones; hablar de! prodigioso desarrollo técnico y de su ex- tremada rapidez; mostrar cómo acentúa fuerte- mente, en cada una de sus etapas, la diferencia en- tre las generaciones; habría que hablar de las con- secuencias, tan evidentes, del problema de la habi- tación; exponer también la repercusión de ciertos descubrimientos psicológicos de gran alcance que hacen vislumbrar mejor, en una hora en que es necesario, lariquezay la complejidad del misterio del aliña, pero cuya sumaria vulgarización, ávida- mente buscada por algunos padres inquietos, per- lurha y desalienta, en vez de ilustrar. No pretendo intentar aquí, ese largo análisis de las causas. Sólu pondré do relieve dos aspectos de la ineer tidumbre actual de las conciencias. En primer lu- gar, en todos los escalones del cuerpo social se en- cuentra herido el sentimiento de confianza: temor por el porvenir, preocupación por la eficacia, cró- nica aprensión. "El otro", el prójimo ya no es abor- dado en lorma franca y apacible: el apresiiramicn- to, el temor, la impaciencia, todo conspira a hacer que se descuide su existencia y su misterio perso- nal, Este mal, bastante genera!, hiere profundamen- te la vida de las familias; las mutuas relaciones de padres y de hijos pierden su franqueza y su espon- taneidad. Por otra parte —y es el segundo aspecto que querría hacer notar— esa especie derigidezper- judica hasta nuestra fe. Dominados por una volun- tad de poder a la que el hombre ansioso pide un especie de sentimiento de existencia, no estamos ya tan dispuestos a vivir como hijos del Padre de los cielos que saben esperar, acoger, recibir, aban- donarse, Allí también, está amenazada la confian- za. Ya no vislumbramos en lodo la mano tan bue na que está siempre en acción, en este mundo , pa ra nuestra felicidad; al no saber ser hijos, tam- poce sabemos .ser padres Las exigencias que están a cargo nuestro carecen de esa luz, de esa ter nura, sin las cuales la indispensable firmeza se transforma en despotismo o sencillamente renun- cia a ejercerse. Ante esos desordenes y excesos que todos cono- unios podría crerse que basta con tener una ma- no más firme. Por sumarias que sean las reflexio- nes que acabo de hacer, ellas demuestran que la cuestión no es lan sencilla. Ciertamente, hay en mu- chas familias una dimisión de la autoridad. Pero no se trata sólo de afirmar que ésta debe mani- festarse. También es menester examinar cómo debe ejercerse para merecer su nombre y corres- ponder, en verdad, a lo que dice San Pablo cuando afirma "que toda autoridad viene de Dios", Eso nos induce a reflexionar, primero en lo que es esa libertad del cristiano, ñn de la educación y al ser- vicio de la cual, en definitiva, se ejerce la autori- vbd. Velemos eso en la primera parte. En seguida, estudiaremos las cunsexuencias concretas de núes-

Transcript of Autoridadrepositorio.uahurtado.cl/static/pages/docs/1960/n92_390.pdfDOI.I. AfLMO-no análisis,...

A u t o r i d a d

yLibertad enla Familia

Caita Pastoral de Cuaresma 1960. dr S. EJII.<•! Cardenal Feltin, Arzobispo dr París,

POCAS palabras suscitan tantos equívocos comola orguUosa palabra "libertad"; por otra parte.hay pocas que sean tan mal comprendidas co-mu la de "autoridad". Empero ,;no es acaso esen-cial parn que se realice un deslino, el que se lleguea discernir su verdadero sentido?. Por no alcanzara eumpicrider su exacto alcance espiritual, con fre-cuencia se agola el hombre contemporánea en unadolorosa búsqueda; bajo pretexta de independenciav emancipación se encuentra desgarrado, entre-gado sin defensa a la anarquía tic sus tendenciaseont latías.F.sta constatación, el sentimiento de un gravedesequilibrio espiritual, me impulsa a hablaros aho-ra de la autoridad y de la libertad en la familia.Así veremos muchas de nuestras dificultades actua-les, como en su punto de partida ; comprenderemosmejor las verdaderas posibilidades de remediarlas.Las perplejidades y las incertidumbres del hom-bre de hoy, las sienten y comparten vivamente losjóvenes, a tal punto que la vida de familia, en mu-chas casos, nos proporciona una especie de imagenreducida de las incoherencias de la conciencia mo-derna. Problemas de la ciudad, del grupo, todo sevive allí, cada día, en pequeña escala. Sin quererapoyarme, para probarlo, sobre los casos extremos—no obstante numerosos— me contentaré con ape-lar a vuestra experiencia corriente. Ya sea que setrate de cuestiones de trabajo, de recreas, de por-venir, de servicios o simplemente de haceros obe-decer ¿no tenéis que luchar con dificultades queponen ;i prueba vuestro juicio moral v <.¡ue os de-jan muy perplejos? Paralizados a veces, otras im-potentes, osciláis, con frecuencia, entre la rigidezv el abandono, el endurecimiento v la demisión.

Seria preciso un largo estudio sociológico c his-tórico para explicar este estado de cosas con exac-titud v perfecta equidad; convendría hacer notarla influencia de los acontecimientos vividos desdehace medio siglo v. sobre todo, desde haceveinte años; seria necesario poner de relieve el rolde las dos guerras mundiales y sus repercusiones;hablar de! prodigioso desarrollo técnico y de su ex-tremada rapidez; mostrar cómo acentúa fuerte-mente, en cada una de sus etapas, la diferencia en-tre las generaciones; habría que hablar de las con-secuencias, tan evidentes, del problema de la habi-tación; exponer también la repercusión de ciertosdescubrimientos psicológicos de gran alcance quehacen vislumbrar mejor, en una hora en que es

necesario, la riqueza y la complejidad del misteriodel aliña, pero cuya sumaria vulgarización, ávida-mente buscada por algunos padres inquietos, per-lurha y desalienta, en vez de ilustrar. No pretendointentar aquí, ese largo análisis de las causas.Sólu pondré do relieve dos aspectos de la ineertidumbre actual de las conciencias. En primer lu-gar, en todos los escalones del cuerpo social se en-cuentra herido el sentimiento de confianza: temorpor el porvenir, preocupación por la eficacia, cró-nica aprensión. "El otro", el prójimo ya no es abor-dado en lorma franca y apacible: el apresiiramicn-to, el temor, la impaciencia, todo conspira a hacerque se descuide su existencia y su misterio perso-nal, Este mal, bastante genera!, hiere profundamen-te la vida de las familias; las mutuas relaciones depadres y de hijos pierden su franqueza y su espon-taneidad.Por otra parte —y es el segundo aspecto quequerría hacer notar— esa especie de rigidez per-judica hasta nuestra fe. Dominados por una volun-tad de poder a la que el hombre ansioso pide unaespecie de sentimiento de existencia, no estamosya tan dispuestos a vivir como hijos del Padre delos cielos que saben esperar, acoger, recibir, aban-donarse, Allí también, está amenazada la confian-za. Ya no vislumbramos en lodo la mano tan bue-na que está siempre en acción, en este mundo, pa-ra nuestra felicidad; al no saber ser hijos, tam-poce sabemos .ser padres Las exigencias queestán a cargo nuestro carecen de esa luz, de esa ternura, sin las cuales la indispensable firmeza setransforma en despotismo o sencillamente renun-cia a ejercerse.Ante esos desordenes y excesos que todos cono-unios podría crerse que basta con tener una ma-no más firme. Por sumarias que sean las reflexio-nes que acabo de hacer, ellas demuestran que lacuestión no es lan sencilla. Ciertamente, hay en mu-chas familias una dimisión de la autoridad. Perono se trata sólo de afirmar que ésta debe mani-festarse. También es menester examinar cómodebe ejercerse para merecer su nombre y corres-ponder, en verdad, a lo que dice San Pablo cuandoafirma "que toda autoridad viene de Dios", Esonos induce a reflexionar, primero en lo que es esalibertad del cristiano, ñn de la educación y al ser-vicio de la cual, en definitiva, se ejerce la autori-vbd. Velemos eso en la primera parte. En seguida,estudiaremos las cunsexuencias concretas de núes-

DOI.I. AfLMO-

n o a n á l i s i s , a p l i c á n d o l a s , e n u n a s e g u n d a p a r t e

a Fas r e s p o n s a b i l i d a d e s d e l o s p a d r e s y , e n t a t e r -

c e r a , ;J l a s d e l o s h i j o s .

L a I - ' an iü i . i y l a L i b e r t a d d e l C r i s t i a n o

El crecimiento del hijo de Dios.

P r e c i s e m o s p r i m e r o l o s c o n t o r n o s d e e s a l i b c i -

l a d q u e , p o r v o c a c i ó n , d e b é i s d e s p e r t a r e n v u e s t r o s

h i j o s y c o n s t a t e m o s a g u i s a d e o b s e r v a c i ó n p r e l i -

m i n a r , q u e e s e o b j e t i v o e s e n c i a l p u e d e f á c i l m e n t e

p e r d e r s u i m p o r t a n c i a a n t e v u e s t r o s o j o s . D u r a n t e

l a r g o t i e m p o , v u e s t r o h i j o d e p e n d e r á d e v o s o t r o s .

Al p r i n c i p i o , e s t a d e p e n d e n c i a e s c a s i t o t a l y P r o '

l o n g a la a d m i r a b l e c o m u n i d a d d e v i d a q u e u n e al

h i j o a s u m a d r e , t o d o e l t i e m p o q u e é s t a l e l l e v a

en s u . s e n o . A m e d i d a q u e e l n i ñ o c r e c e , l o s l a z o s

d e d e p e n d e n c i a s e a f l o j a n : v u e s t r o h i j o h a b l a ,

v u e s t r o h i j o c a m i n a , s u c a m p o d e a c c i ó n l o a l e j a

p o c o a p o c o d e v o s o t r o s ; e m p e r o ¡a d e p e n d e n c i a

p e r m a n e c e ; a v o s o t r o s c o r r e s p o n d e s i e m p r e a l i m e n -

t a r l e , d a r l e h a b i t a c i ó n , v e s t i r t e y h a c e r q u e le

i n s t r u y a n .

R e c u e r d o e s t o s h e c h o s , p o r q u e s u e v i d e n c i a m i s -

m a o s h a b i t ú a a u n a e s p e c i e d e s e n t i m i e n t o d e

p r o p i e d a d q u e , i n s e n s i b l e m e n t e , o c u l t a a v u e s t r o s

o j o s e l s e n t i d o y e ¡ f i n d e v u e s t r a s r e s p o n s a b i l i d a -

d e s : v u e s t r o h i j o n o e s v u e s t r a c o s a . ¡ N o l o e d u -

c á i s p a r a v o s o t r o s s i n o p a r a é l ! D e b é i s h a c e r d e é l ,

u n a p e r s o n a l i b r e . T a r e a p r o p i a m e n t e m i s t e r i o s a

e s é s t a , p u e s t o q u e n o s e t r a t a s ó l o d e s u s c i t a r e n

e l n i ñ o e l e s p í r i t u d e i n i c i a t i v a , s i n o d e f a v o r e c e r

e l c r e c i m i e n t o d e u n h i j o d e D i o s . E s i m p o r t a n t e

c o m p r e n d e r l o b i e n .

U n a f r a s e d e l S e ñ o r d a l a m e d i d a d e l t é r m i n o

q u e h a y q u e c o n s i d e r a r : " N a d i e m e q u i t a l a v i d a ,

s i n o q u e y o l a d o y d e m i p r o p i a v o l u n t a d " ' . E n

J e s ú s c o n c u e r d a n e s o s d o s m o v i m i e n t o s q u e e n

n u e s t r o s e r p e c a d o r s e c o m b a t e n : l a a u t o n o m í a d e

la v o l u n t a d y el d o n d e s í , l a i n d e p e n d e n c i a y lo

a d h e s i ó n a l a v o l u n t a d d e a m o r d e s u P a d r e . L a

p l e n i t u d d e l q u e r e r q u e n a d a o b l i g a , s e e x p r e s a

e n u n a p l e n i t u d d e a m o r y d e d i s p o n i b i l i d a d a l a

q u e n a d a p o n e l í m i t e s . C o i n c i d e n c i a d e l a e x i s t e n -

c i a y d e l a m o r : h é a h í l a i m a g e n p e r f e c t a d e l a li-

b e r t a d d e l c r i s t i a n o , e l ú n i c o t é r m i n o d i g n o d e u n a

e d u c a c i ó n .

D e s p e r t a r e n u n a p e r s o n a el s e n t i d o d e s u p l e n o

v t o t a l d e s t i n o , a l c a n z á n d o l a e n e l n i v e l m i s m o d e

s u s p r o f u n d i d a d e s v i t a l e s ; p e r m i t i r t e v i v i r c o m o

h e r m a n o d e t o s h o m b r e s y c o m o h i j o d e D i o s , a l

q u e e s t e d o b l e a m o r n o e s c l a v i z a , s i n o q u e l i b e r a

y p e r f e c c i o n a , t a ! e s v u e s t r a f u n c i ó n . E m p r e s a b i e n

m i s t e r i o s a , l o r e p i t o , y a q u e s e t r a t a d e p r o m o v e r

u n a l i b e r t a d y n o d e s u b s t i t u i r s e , a e l l a e n s u a c t o

e s e n c i a l . N o e s é s t a , u n a t a r e a h u m a n a , s i n o u n a

e m p r e s a a l a m e d i d a d e l i n f i n i t o d e s t i n o d e ¡ o s h i -

j o s d e D i o s .

F.l catlesnn sin salida de las falsas libertades.

P e r o l o q u e e n C r i s t o e s t á e n l a p l e n i t u d d e s u

p e r f e c c i ó n v d e s u u n i d a d , s i g u e s i e n d o p a r a n o s -

i J m n , \ , \*.

o l i o s u n d i n a m i s m o e s p i r i t u a l s i e m p r e e n c r e c í

m i e n t a y e n v i a d e u n i f i c a c i ó n . T r a t e m o s d e d i s t i n -

o ' J Í r a ' i o r a l o s e l e m e n t o s v i v o s d e u s e c r e c i m i e n t o

v d e d e s c r i b i r c o m o " s e h a i e " d í a a d i a e s a l i b e r -

t a d , e n b u s c a d e s i m i s m a .

En v e r d a d n o s e p u e d e e o t n p i v - i d e r r e a l m e n t e e>

1.1 l i b e r a c i ó n , c u a n d o s e c o n t e m p l a la l i b e r t a d d e l

h o m b r e a i s l á n d o l a d e l o s l a / a s h u m a n o s a t r a v é s

d e l o s c u a l e s s e c o n s t r u y e e n e l t i e m p o . A p a r -

t e m o s a l g u n o s e r r o r e s , s i n p r e t e n d e r d i s i p a r f á c i l -

m e n t e , e n u n d o m i n i o d i f í c i l y c o m p l e j a , o s c u r i d a -

d e s q u e s ó l o l a e x p e r i e n c i a e s p i r i t u a l p o d r á e s c l a -

recer p l e n a m e n t e .

A l g u n o s d i r á n : t o m a r e n c u e n t a , r n l a r e a l i z a -

c i ó n d e si m i s m o , l a p r e s e n c i a y l a s n e c e s i d a d e s d e

l o s d e m á s , e s a l i e n a r s e y a l g o a s í c o m o n e g a r s e a

si m i s m o : s o m e t e r s e a c o s t u m b r e s , a l e y e s , d i r á n

o t r o s , e s c o m p r o m e t e r s u d i n a m i s m o p e r s o n a l , s u

f i s o n o m í a p r o p i a , s u p o d e r c r e a d o r ; o b l i g a r s e a e s -

c o g e r c o n d e m a s i a d a r a p i d e z , a g r e g a r á n o t r o s , n o

r e s e r v a r s e c o n p r e c a u c i ó n t o d a u n a g a m a d e e l e c -

c i o n e s p o s i b l e s , e s h i p o t e c a r e l p o r v e n i r v c e r r a r s e

i n j u s t a m e n t e l o s c a m i n o s .

f O u i é n d e n o s o t r o s n o h a p r e s t a d o o í d o a e s o s

m u r m u l l o s , c u y o p r e s t i g i o e s m á s s e n s i b l e e n l a s

taras d e d e b i l i d a d o d e r e i v i n d i c a c i ó n p e r s o n a l ?

E n t o n c e s n o s d e j a m o s d e s l u m h r a r p o r e s t e v e r d a -

d e r o e s p e j i s m o . L a r e a l i d a d , c u a n d o s a b e m o s v e r l a .

e s m u c h o m á s f u e r t e y c a u t i v a d o r a . E l l a n o s p r o -

p o r c i o n a l a v i s i ó n d e u n m u n d o e n q u e e l h o m b r e

s e r e c o n o c e , s e p e r f e c c i o n a y s e l i b e r a , o b e d e c i e n d o

c o n l o d o s u v i g o r a l o s e l e m e n t o s c o n c r e t o s d e s u

e x i s t e n c i a ; q u e r i e n d o l a f e l i c i d a d d e l o s d e m á s ,

c o n t a n t a i n t e n s i d a d c o m o d e s e a l a s u y a ; h a c i e n d o

p r o p i a s , c o n i n t e l i g e n c i a , l a s l e y s q u e g a r a n t i z a n

s u b u e n a v o l u n t a d ; a c e p t a n d o e l e g i r , p a r a a c e p t a r

v i v i r .

E ! q u e h a c e c a s o o m i s o d e l o s d e m á s , d e l a s

l e y e s q u e a s e g u r a n s u v i d a , d e l a s p r e f e r e n c i a s q u e

i m p o n e n u e s t r a p r e s e n c i a h i s t ó r i c a a s u l a d o , e s e ,

m u y l e j o s d e s e r u n h o m b r e l i b r e , e s , e n v e r d a d ,

u n a p e r s o n a e n r e t i r a d a . P e r o n o s e c o n v e n c e n d e

e l l o , s i n o a l s e g u i r e s e c a m i n o d e l a v i d a h u m a n a ,

t a l c o m o e l c a m i n a n t e q u e , a m e d i d a d e l a s d i f i -

c u l t a d e s q u e e n c u e n t r a , v a a l i v i a n á n d o s e d e t o d o l o

q u e e s m u s p e s a d o p a r a s u m a r c h a .

El camino de la libertad y del nmoi

¡ D e c u á n t a s c o s a s , d e c u á n t o s b a g a g e s c o n v i e n e ,

e n e f e c t o , d e s p o j a r s e p a r a s e r v e r d a d e r a m e n t e ti-

b i e y c a p a z d e a m a r ! L i b r e , e n p r i m e r l u g a r , d e l a s

p r e s i o n e s e x t e r i o r e s q u e n o s i m p i d e n e x i s t i r v e r

d a d e r a m e n t e y b i e n s a b e m o s c u a n n u m e r o s a s s o n :

l o s j u i c i o s h e c h o s , l o s p r e j u i c i o s , l a s m o d a s , l a

f a s c i n a c i ó n d e l m u n d o , d e l l u j o , d e l d i n e r o , j a m á s .

t e r m i n a m o s d e d i s t a n c i a r n o s d e e s o s d é s p o t a s q u i -

t a n f á c i l m e n t e n o s e s c l a v i z a n . P e r o h a y u n a m o

m á s t i r á n i c o a ú n : a q u e l q u e S a n P a b l o l l a m a " e l

h o m b r e v i e j o " y c u y a s c o n c u p i s c e n c i a s e n u m e r a .

A l l í t a m b i é n , c a d a u n o d e b e l i b r a r u n c o m b a t e d i a

rio p a r a s u s t r a e r s e a l a e s c l a v i t u d d e e l l a s y r e n a -

c e r a l a l i b e r t a d . S a n A g u s t í n d e s c r i b i ó m a g i s t r a l -

392 WENSAJE

mcnie esa especie de campo cerrado donde elhombre se enfrenta con sus pasiones.

He ahí las verdaderas cadenas que entorpecennuestra marcha, que nos apegan a las satisfaccionesdel instante, que nos tasarían mediante la ilusiónde una felicidad ficticia y de una aparente libertad.Si el hombre no trata de romper con ellas, se es-tanca, se aforra a una falsa imagen de sí mismo yde su felicidad, cesa de avanzar, entrega al cauti-verio lo mejor de su ser, jamás sabrá lo que enverdad es amar.

Porque eü importante formarse conciencia de queia libertad espiritual, hacia la cual marchamos, noes la simple ausencia de violencia o de determina-ción; es esa especie de íntima facilidad que permi-te escoger el amor y los lazos que el hace nacer.}'.Misterioso caminar de! hombre! El se sustrae alas ataduras que le menoscaban, pero es a fin decontraer otras que le hacen progresar en el amory garantizar su creciente libertad. Nos encontra-mos ante el misícrio mismo de la persona, de suexperiencia espiritual, del dinamismo y de la vi-talidad de sus elecciones.

Esfuerzo y gracia

Si atentamente contemplamos nuestra peregrina-ción por este mundo, distinguiremos en ella mu-chas etapas, cortas o largas, que fueron para nos-otros ocasión de escoger en favor del amor y dedescubrir allí el bosquejo de una libertad más com-pleta y sustanciosa que la de las reivindicaciones ycaprichos. Recordaremos muchas tergiversaciones,nuestras luchas, nuestros retrocesos, nuestras vic-torias. Recordaremos, sobre todo, acontecimientos,encuentros, llamamientos que hablaron a nuestrainteligencia y cautivaron nuestro corazón. Son di-ferentes para cada uno de nosotros: un ejemplo,una amistad, una confianza, una simple palabra,el cotidiano testimonio de un ser amado... Pero,a través de estos resplandores, siempre fue la luzde Dios la que reanimó nuestras almas y brilló so-bre nosotros. Sólo ese gran amor es capaz de re-velar el hombre a sí mismo y de mover su volun-tad. Por nuestros caminos de hombres, sin cesarnos alcanza el extranjero de Emmaús; él nos H-bera de las lazos de la tristeza y de la desespera-ción ; suscita en nosotros la esperanza que liberav nos lleva hacia el amor. Ciertamente tenemosconciencia del precio de nuestros esfuerzos; perosi nuestra mirada es perspicaz, comprenderemoscómo toda nuestra conquista está rodeada de unclima de gracia, sin la cual ella ni siquiera exis-tiría.

La familia, clima de gracia y de exigencia

Si consideramos atentamente los iazos que nosciegan, manteniéndonos cautivos, y !a gracia quenos hace libres, encadenándoos al amor, entoncesdiscernimos la misión de la familia; comprende-mos que ella puede ser un crisol en el que se pu-

níicu el oiu puro de ía verdadera libertad. Difíciles su tarea; corresponde a la medida de los ricostesoros que le son confiados.

Pur una parte, la familia debe ser un medio es-table, robusto, capaz de proteger, en primer lugar,y de consolidar voluntades nacientes que necesisande apoyo y de ejemplo para no dispersarse en elcapricho. Pero por otra parte, sólo puede ser esebuen terreno a condición de no ahogar la jovenplanta. Por consiguiente, es menester que le per-mita su iniciativa, al mismo tiempo que asegurecon firmeza su enraizamiento, poique tanto el ex-ceso de autoridad, como el exceso de libre elec-ción pueden comprometer el equilibrio y el vigorde las voluntades. Pero no es eso lodo. En esta ta-rea de despertar y de educar las libertades huma-nas, la familia debe mirar siempre mas allá de laque se ve. hacia ese fondo recóndilo, misteriosode las mus humildes acciones mediante las cualesse construye el niño. Porque esta naturaleza, ver-daderamente, está hecha para lo infinito y la apa-riencia jamás nos confía sino una parte íntima de!verdadero alcance de sus actos.

Mantener, guiar, consolidar, despertar, suscitar...v luego, no olvidar nunca que estamos, a la vez,al servicio de una real libertad de elección y deun amor que, solo, puede llamar al hombre a laexistencia: eso puede parecer sobrehumano. Empe-ro esto se esclarece si observamos cómo la estruc-tura misma de la familia dispone al cumplimientode esta tarea. En su naturaleza, la familia es a lavez gracia y exigencia, benevolencia y ofrenda. Elladebe su origen a un amor; ese amor, en seguida,asegura su permanencia y constituye su vínculo,haciendo participar a los hijos de la ternura queunió primero a su padre y a su madre. Pera esteamor está hecho de muchas acciones. Se mantieney se hace más profundo, sólo a! precio de muchosesfuerzos mutuos. Gracia y ofrenda. La familia esintercambio, ritmo de acogida y de don. Y es eso,lo que hace de él, el sitio privilegiado de un verda-dero despertar de las libertades.

En el ambiente de seguridad y de paz que hacenacer el amor, en la atmósfera de dinamismo y decalor que suscita, el niño puede aprender por símismo cuan bueno es amar y ser amado. ¡Preciosodescubrimiento! Se hace éste, día a día; se hace enforma vital; es la irradiación misma de un verda-dero amor conyugal. Es al mismo tiempo una ex-periencia y un llamamiento y siempre una gracia.

Para responderle, encuentra el niño las formas deSL¡ ofrenda; en la reducida escala de esta sociedadprimera, en ese cuadro amado, él esboza cada unade las acciones exigidas por el bien común: apren-de a soportar las molestias, a olvidarse, a pensaren los demás, a respetarlos. Pero ¿lo haría acaso,si el ejemplo, la ternura y la autoridad de sus pa-dres no lo hiciesen descubrir, por experiencia, quees ése. el verdadero medio de ser felices? Veremosesto ahora, en forma más concreta.

(La Dofiinientatir.il Cstaliquc fi* r>2V eol. til y siir)-

(Cotitintiarúj