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XVIII Certamen José María Navau
Relatos cortos, Poesía y Artes Plásticas
Alumnos premiados
PRIMER CICLO
Alberto Díaz-Pallarés Gil Itziar Otaño Echave
Pablo Fernández Laguna
SEGUNDO CICLO Laura Fraguas Lasheras
María Rodera Leguey
María Villalobos Cervantes
Sara Sánchez Bas
BACHILLERATO Andrea Isabel Navas
Irene Pérez Romero
Isabella González Hernández
Mercedes Rodríguez Loeb
IES-APA LEONARDO DA VINCI
AGRADECIMIENTOS
Queremos mencionar a Darío López Salamanca, cuyo dibujo
premiado en el certamen del año 2013 hemos utilizado como portada de la
presente edición.
RECUERDO
Durante el curso 1997-98 se convocó el primer certamen en homenaje a
José Mª Navau.
Había sido el año en que murió, y para todos en el instituto los actos que se
celebraron estuvieron llenos de significado.
El certamen se celebra año tras año desde ese primer homenaje cuando ya
no queda en el instituto ninguno de los alumnos que lo conocieron. Pronto,
ni siquiera los profesores que fueron sus compañeros podrán contaros quien
era Navau y por qué es tan importante para nosotros.
No se puede condensar en un prólogo la vida de una persona o transmitir su
esencia. Sólo queremos contaros alguna de las cosas que nos hicieron
darnos cuenta de que estábamos frente a una persona muy especial.
Fue profesor de Física y Química, y de Hortofruticultura y podemos decir
de sus clases que eran todo menos aburridas.
Fuera de clase, por los pasillos, en la cafetería, por el vivero, con los
coloretes y la camisa medio abrochar, siempre estaba allí para charlar con
nosotros.
Sí, las charlas que podían extenderse y extenderse , llevándonos, desde el
porqué del agujero de la capa de ozono a los efectos nocivos de
PVC….hasta diversos métodos de obtención de licores, pasando por
Cervantes, el desarrollo sostenible, como la de “piensa globalmente , actúa
localmente”….o la famosa regla de las tres “R”: Reducir, Reutilizar y
Reciclar.
Sin darte cuenta, después de estos encuentros por el pasillo, tenías mil ideas
nuevas en la cabeza.
Fue una persona llena de energía y vitalidad. Era imposible no contagiarse
de su alegría y su pasión por la vida.
Siempre andaba metido en todo y con un montón de proyectos a realizar: la
recogida de papel para reciclar, cuando todavía no existían los
contenedores azules; el nido de cigüeñas que él mismo colocó en el tejado
del instituto, su ayuda a los alumnos que se lanzaron a transformar una
parte del patio en un vivero; esta ayuda siguió durante muchos años, cuando
se creó el primer grupo ecologista de “Majadahonda, C.P.N. El Crialo”.
Preocupado también por el futuro de la trashumancia Organizó varias
excursiones para poder ver estos enormes desplazamientos de ganado…y
un sin fin de actividades más en las que siempre contaba con nosotros.
Como ya hemos dicho, un prólogo se queda corto para hablar de una
persona. Pero si queréis saber algo más de él, no tenéis más que preguntar a
quién lo conoció, que cada año que pasa van siendo menos.
Sabemos que si Navau siguiese entre nosotros, le habría entusiasmado la
ida de organizar un certamen de literatura y artes plásticas, para todos
vosotros.
Por todo esto consideramos tan importante el certamen; de alguna, manera,
mantiene vivo el espíritu de José Mª Navau entre nosotros.
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
ACCÉSIT PRIMER CICLO 1º y 2º E.S.O.
EL TESORO DE TERIM
Alberto Díaz-Pallarés Gil
Hacía mucho tiempo que nadie encontraba ningún tesoro y Fëanor se estaba
empezando a cansar de buscar sin ningún resultado.
Los habían mandado a trabajar en las montañas de Morgoth y él y sus
hombres llevaban quince días sin encontrar ningún indicio de que allí
hubiera tesoro o tumba alguna.
Hoy, el grupo de saqueadores se había adentrado en la montaña por medio
de los distintos túneles que habían encontrado y se hallaban en el centro del
pico más alto de la cordillera.
Al llegar al interior de la montaña vieron que esta estaba hueca y que en su
interior había una gran estancia oscura en la que podía caber una fortaleza
entera y aún sobraría espacio. Al iluminar la estancia con sus antorchas,
divisaron al fin lo que el rey les había dicho: El tesoro de Terim; aquella
estancia estaba repleta de joyas, monedas y toda clase de reliquias añoradas
por todos y cada uno de los reyes de Algaësia.
Al verla salieron corriendo y se bañaron en monedas de oro y plata, se
revolcaron en las piscinas llenas de diamantes, dándose cuenta de que
habían logrado algo que, hace unas horas, ya habían dado por perdido. Pero
de lo que no se dieron cuenta es de que algo los estaba vigilando, algo que
había permanecido dormido quinientos años y algo que podría destruir toda
Algaësia sin esfuerzo alguno. La montaña de oro y joyas empezó a temblar
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
y los saqueadores se retiraron asustados, se quedaron a ver cómo, un dragón
del tamaño de la montaña, emergió de lo más profundo del tesoro lanzando
llamaradas de fuego hacia los intrusos que, sorprendidos, no tuvieron
ninguna oportunidad ante un dragón sediento de sangre.
Enseguida, Fëanor se dio cuenta de su terrible error, el rey los había
advertido de que algo oscuro se arremolinaba entre las riquezas de Terim y
que los presagios para los viajeros que osaran acercarse lo más mínimo a
aquel tesoro no eran nada buenos.
En cuanto les dijo a sus hombres que se retiraran ya era demasiado tarde:
una avalancha de fuego se les echaba encima y no podían hacer nada más
que enfrentarse a aquella bestia que escupía llamas y lanzaba zarpazos. Sus
hombres cayeron rápido y lo último que Fëanor recordó fueron las rocas de
la montaña derrumbándose y cayendo sobre él.
***
Cuatro años habían pasado desde aquella catástrofe y Fëanor todavía
recordaba el aliento del dragón en la cara y a sus hombres desesperados por
sobrevivir. Ahora vivía con su familia en una granja situada en las altas
llanuras de Dúnedain en el pacífico pueblo de Melkor. Su familia estaba
constituida por él, su hijo Alder y por su hija Naira. La madre murió al dar a
luz a Naira y Fëanor se quedó a cargo de la granja y de sus hijos.
Fëanor era un hombre fuerte, musculoso y atlético. Se había pasado la vida
buscando tesoros y desafiando a la muerte hasta que el incidente con el
dragón le dejó fuera de combate cuatro años. Se caracterizaba por sus ojos
verdes y marrones, tenía una nariz gordita y el pelo muy corto.
Aquella tarde estaban recogiendo las cosechas cuando llegó Aldreich, hijo
mayor de Bastor, su mejor amigo.
Llegó a la granja con un sobrecito que poco después entregaría a Fëanor. En
el texto ponía:
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
Querido Fëanor: Esta noche en el pueblo organizaremos una fiesta en
nuestra casa, será a las ocho, comeremos y beberemos abundantemente. Si
puedes, pásate por allí y tráete a tus hijos si te parece bien.
Bastor
Fëanor estaba encantado "¡Una fiesta con Bastor!". Aquello era genial, se
contarían todo tipo de cosas y se divertirían un montón. Bastor era un tipo
amable, una persona en la que podías confiar como amigo. Era fuerte,
guapo y de la misma edad de Fëanor. Estaba bien entrenado para la caza y
la pesca ya que estuvo al servicio del rey antes de que Fëanor saliera en
busca del tesoro hace cuatro años. Sus ojos eran duros como una piedra
pero conseguía dirigirte siempre su sonrisa más amable. Tenía el pelo un
poco largo y canas en la barba y en el pelo, pero, a pesar de estar mostrando
los primeros signos de la edad, era una persona muy atlética y preparada
para todo.
Enseguida le dio las gracias a Aldreich, y salió corriendo en busca de sus
hijos. Al encontrarlos, les contó que había llegado el hijo de Bastor con una
invitación a la fiesta de su padre, se fueron a cambiar de ropa para la fiesta
y se marcharon a caballo hacia Melkor.
Al llegar a Melkor, fueron directamente hacia la casa de Bastor, la más
alejada del pueblo. Cuando entraron en la vivienda, ya olía a estofado de
arce y a distintas carnes y pescados que esperaban en la mesa listos para ser
comidos. Sus hijos subieron las escaleras en dirección al cuarto de Veltrum,
hijo menor de Bastor, y allí permanecieron toda la velada.
Fëanor se sentó en el comedor a charlar apaciblemente sobre los últimos
años sin preocupación alguna y sin percatarse de un peligro que llegaba
del...aire.
Al principio nadie veía nada, eran vendavales de aire provenientes de las
montañas Beren. Luego se divisó una masa uniforme que volaba hacia el
pueblo. Y luego se vio a un dragón del tamaño del pueblo que venía
directamente hacia Melkor, no presagiaba ningún buen augurio. Hacía más
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
de un siglo desde que se vio un dragón por última vez y en ese altercado
murieron más de trescientas personas.
Fëanor estaba sentado delante del fuego charlando con Bastor y Aldreich
cuando un centinela del ayuntamiento entró corriendo al salón con todos los
aparejos necesarios para una guerra; llevaba su escudo (con el símbolo del
pueblo de Melkor), su espada(recién pulida), una armadura real y un casco
de hierro:
-¡El rey os quiere a los dos en la armería!-Dijo fatigado refiriéndose a
Fëanor y a Bastor.
-¿Qué desea?-Preguntó contrariado Bastor.
-Es importante-Dijo el guardia antes de marcharse corriendo.
Bastor cogió un espada escondida debajo del sofá y salió corriendo en
busca del guardia, Fëanor en cambio, cogió un pequeño puñal que siempre
se llevaba consigo y salió corriendo en dirección a la armería.
Al llegar divisaron unas columnas de humo provenientes del bosque Avari.
Fëanor se asustó porque ya comenzaba a adivinar de que iba el tema, pero
siguió corriendo en dirección a la armería.
Cuando entraron en la armería se encontraron con un panorama desolador:
el recinto que separaba a Melkor del bosque Avari estaba ocupado por un
ejército de hombres luchando contra una bestia envuelta en llamas y que
descargaba un aluvión de ferocidad sobre los hombres del rey. Al llegar al
campamento apostado al lado de las murallas de Melkor, Fëanor recibió una
espada y un escudo. Bastor y Fëanor se dirigieron a la zona de la batalla en
la que los guerreros de Melkor luchaban más por escapar que por atacar a la
bestia.
En cuanto Fëanor pudo divisar al enemigo se quedó paralizado, ¡Era él!, ¡el
mismísimo dragón de las montañas Morgoth, el protagonista de todas sus
pesadillas desde hace cuatro años!. Fëanor apenas tuvo tiempo de
reaccionar antes de que un alud de fuego se le echara encima. Se escondió
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
detrás de una gran roca y buscó a Bastor con la mirada. Bastor estaba
luchando ferozmente contra aquel monstruo, lanzando tajadas a cualquier
parte del cuerpo del dragón. El dragón rugía y escupía fuego a toda forma
de vida que estuviera en aquel campo de batalla.
En un momento dado de la batalla, el dragón golpeó a Bastor con la cola y
este perdió el equilibrio. Aquel fue el momento en el que Fëanor hizo uso
de un arma de guerra por primera vez desde hace cuatro años, golpeó al
dragón en el pecho con el escudo y luego le dañó el ala con la espada.
Aunque Fëanor sabía que a un dragón era imposible traspasarle con una
espada de hierro, siguió lanzando tajos al aire y esquivando garras hasta
que, de repente, sonó un estallido proveniente del centro de Melkor: ¡Otro
dragón estaba atacando el pueblo!. Enseguida se acordó de sus hijos y de
sus amigos que estarían asustados encerrados en casa de Bastor.
***
Fëanor estaba muy preocupado, había mandado a Bastor a buscar a sus
familiares y a sus hijos y le había ordenado que se los llevara a todos a su
granja a las afueras de Melkor. Pero de aquello ya pasaban las dos horas.
Mientras tanto, él, estaba enzarzado en la batalla más salvaje y bestial jamás
vivida por él mismo. Cada vez que conseguía achantar al dragón, venía el
otro y destrozaba a medio batallón del rey. El monarca estaba desquiciado.
Todas sus tropas estaban siendo abatidas por aquellos dos dragones y él no
podía hacer nada para evitarlo.
Cuando las fuerzas del rey se vieron superadas, empezaron a retroceder
hasta quedar pegados a la muralla, indefensos y listos para lo peor. Uno de
los dragones aprovechó para lanzar bocanadas de fuego contra la muralla,
dejando enterrados entre los escombros a más de mil soldados. El otro
utilizó su gran armadura de escamas para arrollar literalmente a los
soldados que encontraba a su paso.
Desesperado, el rey cogió su armadura y su espada listo para defender a su
pueblo hasta que cayeran las cabezas de aquellas dos bestias. Luchó con
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
valentía pero, al no poder separar a su ejército de la muralla, no tuvo nada
que hacer con las diversas acometidas del enemigo.
Mientras tanto, Fëanor y su cuadrilla de soldados intentaban frenar al
enemigo formando un círculo y pinchando al dragón en las patas. Pero el
dragón era muy listo y consiguió zafarse de ellos con la cola casi sin ningún
esfuerzo. Mientras se preparaba para el siguiente asalto, a Fëanor se le
ocurrió una muy peligrosa pero ingeniosa idea.
Hace cuatro años, Fëanor luchó contra un dragón en las montañas Morgoth,
aquella bestia era feroz y peligrosa, pero, aquella vez, Fëanor consiguió
hacerse con una escama del pecho del dragón. Su idea consistía en hacerse
una lanza con la escama y intentar atravesar el pecho de la bestia por la
zona en la que estaba indefenso. Pero para eso, necesitaba llegar a su granja
a caballo, coger la escama de su habitación, hacerse una lanza en las fraguas
y conseguir clavarle el arma en el lugar correcto. Luego habría que rezar
para que el segundo dragón se retirara al verse superado en número.
Era una misión imposible, pero merecía la pena intentarlo.
Para realizar el plan, Fëanor tuvo que volver al pueblo y coger su caballo.
Al llegar, la imagen fue desoladora, niños y mujeres corriendo aterrorizados
mientras que un gran dragón los asediaba y mataba con una simple
llamarada. A Fëanor le hubiera gustado ayudarles, pero sabía que si perdía
el tiempo se acabaría todo y Melkor sería destruido. Cuando llegó a casa de
Bastor y vio el granero y el establo destrozados, perdió la esperanza, su
caballo había muerto y ya no podría llegar a su granja a tiempo.
De repente, alguien lo agarró y lo montó en un semental parecido al suyo.
Era Bastor, y, se dio cuenta de que el caballo en el que iba montado era el
suyo, Venur. Cuando Fëanor iba a dar las gracias a Bastor, el dragón lanzó
un coletazo al aire, acertando en el caballo y tirando al suelo a Bastor.
Fëanor intentó ayudarle pero este le apartó la mano y le dijo:
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
-Cumple tu promesa, protege a los tuyos y mata al dragón- Esta fue la
última frase que Fëanor oyó de Bastor antes de que el dragón le diese el
golpe final con las zarpas.
Destrozado por el dolor, Fëanor no pudo hacer nada más que ver como su
caballo se alejaba de la zona, dejando atrás el campo de batalla, dejando
atrás al fuego, y dejando atrás a su amigo Bastor.
Cuando llegó a la granja, Fëanor aún podía divisar las columnas de humo
que se extendían alrededor del pueblo y en el bosque. Entró deprisa, pero,
le sorprendió ver que no había nadie en su casa, ni su familia, ni la de
Bastor. Empezó a gritar en busca de alguien que no aparecía por ningún
lado. Fëanor dejó de buscar a su familia y fue directamente a su habitación,
allí, debajo de la cama, había un cofrecito con una cerradura, se sacó la
llave de un colgante que tenía colgado al cuello y la introdujo en el cerrojo.
Después de un sonoro "¡Crak!" el cofre se abrió, dejando a la vista su única
esperanza. La escama era muy dura, estaba afilada y poseía un brillo
azulado en el centro. La cogió y se la metió en una alforja que cogió de su
habitación, salió corriendo hacia su caballo, y estos se dirigieron a las
fraguas.
Al llegar a ellas, Fëanor encendió dos braseros y metió en ellas la escama y
una vara de metal que le serviría para clavar la escama y forjarse una lanza.
Cuando la vara ya tenía la suficiente dureza y resistencia, Fëanor la sacó de
la fragua y empezó a dar forma a la escama. Cuando terminó y el resultado
le pareció aceptable, unió las dos piezas con tiras de cuero y la vara y la
escama formaron una lanza que decantaría la suerte de Melkor.
Al salir de la fragua, se dirigió al campo de batalla. Allí el panorama era de
pesadilla, cuerpos despedazados y amontonados aleatoriamente por el
campo de batalla, los guerreros del rey ya estaban muy cansados y lo único
que querían era salir de aquel horror. Fëanor se subió a la torre de vigía que
no había sido destruida y intentó divisar la zona en la que el dragón era
vulnerable. Al verla, perdió casi todas las esperanzas de que su plan
funcionara, el hueco en el que no había escama se hallaba en la parte central
del dragón, donde más protegido estaba. De repente, recordó a sus hombres
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
en la montaña Morgoth muertos de miedo e intentando huir de aquella
bestia, Bastor a punto de perecer ante las garras de aquel dragón, su familia
desaparecida, el pueblo destrozado, estaba solo, pero tenía una sed de
venganza que no pararía hasta que la cabeza de aquel dragón callera entre
sus manos.
Bajó a la zona en la que se hallaba el animal y le gritó lo más fuerte que
pudo para captar su atención, cuando este se giró hacia él, Fëanor empezó a
correr en dirección al dragón, esquivando llamas, zarpazos, coletazos y todo
lo que aquel dragón le lanzaba. Cuando ya estaba cerca de su objetivo,
Fëanor vio que el segundo dragón se acercaba a él en defensa de su
compañero, este momento de distracción sirvió a la bestia para lanzar por
los aires a Fëanor y arrebatándole la lanza con la cola.
Al ver que ya no tenía su lanza, Fëanor sabía que había condenado la suerte
de Melkor y que todas aquellas personas que habían luchado y perecido en
aquella sangrienta batalla lo habían hecho en vano. -No, no podía
permitírselo-Se levantó y, con fuerzas renovadas, salió corriendo en busca
de la lanza que estaba en el suelo a pocos metros de él y del dragón. El
dragón pareció leer sus intenciones, ya que también voló en busca de
aquella lanza. Fëanor corría y corría, pero sabía que muy poca gente podía
ser más rápida que un dragón. Cuando estuvo muy cerca de la lanza, la
bestia se abalanzó sobre él, listo para darle el golpe final.
Fëanor se lanzó en plancha, con las últimas fuerzas que aún poseía, hacia la
lanza. Sabía que, si no la alcanzaba antes que el dragón, su final no sería
nada agradable. Cuando aterrizó en el suelo, se dio cuenta de que la lanza
estaba a su lado. Esperó hasta que el dragón estuviera prácticamente encima
suya y levantó la lanza al mismo tiempo que pegaba el grito más
desgarrador que hubiera oído salir de su boca.
Todo había acabado, el dragón cayó encima de Fëanor, aplastándolo por
completo, pero clavándose la lanza en lo más profundo de su corazón.
Así termina esta historia, en la que al final, no hubo ninguna celebración,
esta historia acaba con un fatídico pero necesitado final. El segundo dragón
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
se retira al ver a su compañero muerto. Los ciudadanos tardan años enteros
en reconstruir aquel pueblo y en honrar a todas aquellas vidas que fueron
capaces de frenar el ataque de aquellas dos bestias y Fëanor es honrado
hasta el final de todos los tiempos llamándole "El matadragones".
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
ACCÉSIT SEGUNDO CICLO 3º y 4º E.S.O.
ILUSIÓN
María Rodera Leguey
Sí, sí quiero. Esas tres palabras cambiaron mi vida. A muchas mujeres
casarse es lo mejor que les puede pasar pero para mí, pronunciar esas
palabras ha sido el gran error de mi vida.
Le conocí en un bar, era el hombre perfecto, alto, apuesto, con aspecto de
tener dinero, un rostro serio y una mirada profunda. Recuerdo que llevaba
un traje oscuro, bastante caro, corbata, un sombrero negro y unos zapatos
impecables. Me miró, me invitó a una copa y se fue del bar sin decirme una
sola palabra en toda la noche.
Me levanto, me visto, voy a trabajar, salgo del trabajo, vuelvo a casa, entro
en mi habitación y espero a que venga mi marido. Así todos los días. Mi
habitación es pequeña, las cuatro paredes blancas y la ventana verde. Desde
mi cama puedo ver la ciudad.
Me pareció un hombre curioso así qué salí tras él, pero desapareció. Miré en
todas las direcciones y él ya no estaba. Entré de nuevo en el bar, me di
cuenta de que debajo de mi copa había una servilleta con un número de
teléfono.
Mientras espero que llegue, me quedo mirando por la ventana, observando
el paisaje y pensando. Me pregunto si habrá más mujeres como yo. Además
de preguntarme eso, también me pregunto la típica frase de ¿y si...?. En este
momento estoy preguntándome "¿y si no le hubiera llamado ese día?"
La curiosidad me estaba matando así que cogí el teléfono y marqué el
número. Responde, su voz era cálida, ronca. Tenía un tono de tranquilidad
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
que me transmitía a mí también. Mantuvimos una conversación de la que no
recuerdo nada ya que llevaba un par de copas de más, pero terminamos
teniendo una cita a las cuatro de la mañana.
Sigo dándole vueltas a la cabeza, pero me interrumpen, mi marido llega a
casa. Está acompañado de dos hombres. Me levanto de la cama, se
perfectamente lo que tengo que hacer. La mirada de él lo dice todo. Voy a
la cocina y les preparo la cena.
Empezamos a salir muchos días juntos, empezaba a conocerlo y me
encantaba. Era el hombre de mis sueños. Al cabo de unos meses me di
cuenta de que me había enamorado. Todo era precioso, cómo describiría
una niña pequeña todo era de mariposas, arcoíris y unicornios. Pensaba que
estaba viviendo una historia como la de cualquier princesa que encuentra a
su príncipe azul.
Me hago la comida y me vuelvo a meter en mi habitación. Me siento en la
cama, me agarro de las piernas y miro por la ventana como suelo hacer
siempre. Escucho la conversación que están teniendo. Uno de los hombres
dice que quién era yo, que por qué la criada vive en la habitación contigua a
la del hombre de la casa. Lo peor fue escuchar la risa de mi marido.
Me llevó de viaje a Italia. Fue un viaje muy romántico y terminó
pidiéndome la mano. Yo como una tonta acepté. Al cabo de dos meses él ya
era mi marido.
Soy rubia, con una suave piel y un color pálido. No me gusta arreglarme,
odio el maquillaje, aunque hay veces que me veo obligada a usarlo, y por
último, soy muy insegura. Tengo la costumbre de agarrarme a las rodillas
porque así me siento más segura, más protegida. Tengo muchos miedos,
pero el mayor miedo que tengo es cuando la puerta de mi habitación se
abre.
Al principio del matrimonio todo era increíble me hacía sentir una princesa
pero todo cambió. Yo estaba viviendo en un cuento de princesas y príncipes
y en mi cuento elegí al príncipe equivocado.
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
No sé cómo pasó de ser el príncipe al dragón. Su actitud empezó a cambiar
hacía mí. Dejó de respetarme y también, creo que de quererme. Quiero que
pare, pero no sé cómo, cada vez que el pomo de la puerta se gira, mi
corazón empieza a latir muy fuerte. Vivo asustada las 24 horas del día.
Estoy casada con una persona que no conozco y me he dado cuenta tarde.
No sé quién es la persona con la que he decidido compartir mi vida. El me
pega, entra en mi habitación y me pega. Veo su mirada y me doy cuenta de
que disfruta haciéndome daño. Se debe sentir más hombre, la verdad, no lo
sé, nunca lo he entendido.
Mamá, esta ha sido mi vida desde que me fui por la puerta de casa. Te dije
que quería vivir mi vida yo sola, qué no te necesitaba pero estaba
equivocada. Recuerdo esas palabras que me dijiste, "hija se fuerte la vida
real no es un cuento, no hay príncipes, ni castillos, ni princesas, pero si está
el final feliz. Búscalo". Lo he buscado pero no lo encuentro, he intentado
ser fuerte pero no lo he conseguido.
Solo quiero salir de esta pesadilla pero no puedo porque es la vida real, tú
me lo advertiste y no puedo escapar de ella.
En realidad si puedo. Perdóname.
Te quiero
Verónica.
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
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ACCÉSIT SEGUNDO CICLO 3º y 4º E.S.O.
LOS LAZOS DE LA SANGRE
Laura Fraguas Lasheras
Las horas antes se las había pasado pensando que la descubrirían, que no
podría escapar de ellos, que no debía mostrarse. Había arriesgado
demasiado como para ahora dejar que la atraparan y la idea de caer en las
garras de esos monstruos... Tembló. La muerte no era lo que más se temía.
Por mucho que había repetido que no iría, acabó obedeciendo las ordenes
de Mathew. Ahí estaba, dejándose ver en un cine de Nueva York. Habían
acordado que la entrega sería allí, ante los ojos de todos. Mathew había
comentado numerosas veces que cuanta más gente, más fácil sería pasar
desapercibido, y ella lo había comprobado en varias ocasiones pero
siempre, al final, ellos aparecían. Por eso hacía falta ser rápido. Y la
entrega llegaba con retraso. Carnival nunca llegaba tarde. Era un tipo
estrafalario, de ahí su nombre. También era algo siniestro aunque no
tenías qué temer si... pagabas el precio.
Clare trató de relajarse, se apoyó contra la pared e intentó pasar
inadvertida. Había hecho cosas como estas antes, se dijo a sí misma. Su
corazón palpitaba con fuerza y no paraba de sentir escalofríos. Suspiró y
miró a su alrededor. Comenzó a fijarse en su entorno, que había pasado
desapercibido hasta ahora.
Paredes y columnas con revestimientos blancos y dorados y el suelo con
moqueta de colores oscuros y con dibujos más claros que le hacían
recordar a la vegetación. Moqueta. Nunca le había gustado. Le parecía
poco higiénica. El cine le recordó a un pequeño palacio un tanto
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
recargado. Pronto se dio cuenta de que el color que predominaba era el
rojo. Como la sangre.
Sangre. Se rió entre dientes. Si sus padres hubiesen sabido la cantidad de
problemas que esta conlleva tal vez se hubiesen planteado tener hijos. Ella
y Mathew habían tenido que pasar por tanto... y simplemente por haber
nacido. Eso le volvió a recordar a qué había ido allí. Su pulso volvió a
acelerarse tras mirar el reloj. Había pasado media hora y Carnival todavía
no había llegado. Tal vez... le hubiese ocurrido algo. O la hubiese vendido...
No, se dijo. Eso no era posible. Carnival nunca traicionaba... si pagabas el
precio de sus servicios, claro, y esa vez habían pagado un precio muy alto
que no podría tener contraoferta. Algo había debido de pasar.
Un hombre no muy alto tocó su hombro.
-¿Es usted la señorita Clare? -Sí
-Un tal señor Mathew quiere hablar con usted- Clare siguió al hombre
hasta el teléfono de la recepción del cine.
-¿Sí?
-¡Clare, sal de ahí ahora mismo!
Soltó el teléfono. La habían localizado. Notó ese olor. Ese aterrador olor de
la infancia. Le costaba respirar, su corazón iba desbocado, su cuerpo
temblaba y tenía sudores fríos que hacían que se estremeciera. Esta vez
solo había venido él.
-Mierda, tengo que salir de aquí.
Demasiado tarde. Al girarse ahí estaba él. Tan imponente y tan perfecto.
Tan temible y tan cruel. Dispuesto a arrebatarle todo cuanto era.
Sus ojos mostraron el rojo de todo lo que les rodeaba revelando su
naturaleza. Una sonrisa retorcida más parecida a una mueca ocupo el lugar
en el que antes había unos labios firmes y serios. Clare palideció, verle en
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
frente de ella le provocaba pánico. Su cabello castaño llegaba hasta la
parte baja del cuello y estaba desordenado, lo que le daba un aspecto más
atroz. No había cambiado en todos esos años. seguía siendo joven.
-¿Adónde crees que vas, sobrina?-
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
ACCÉSIT SEGUNDO CICLO 3º y 4º E.S.O.
CARTA PARA NADIE
Sara Sánchez Bas
Hablaba de soledad,
Cuando en realidad,
Su máximo miedo,
Era,
Es,
Y será,
La libertad.
Siempre soñaba
Con poder escapar
De nuevo a otro lugar.
Hablarle a Neruda
Sobre todas sus dudad
Que el tiempo
No supo curar.
Le contaba a Benedetti
Que su poesía,
Siempre fue un poco
Salvavidas
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
Y gritaba al mundo
Que no quería,
Que no soportaría
A alguna chica cuerda,
Porque las cuerdas atan.
Y suficiente daño
Le hacía querer
Como para saber,
Y espero que sea pronto,
Qué algún día
Llame alguien a su vida.
Para recordarle,
Que lo bonito del amor,
No es amar las cicatrices
De la otra persona
Sino que ella,
Te enseñe,
Poco a poco,
A amar las tuyas
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
ACCÉSIT SEGUNDO CICLO 3º y 4º E.S.O.
PUEDE QUE
María Villalobos Cervantes
Puede que no seamos nadie en realidad.
Tan solo un punto en el espacio.
Tan solo otra mota de polvo
Tan solo un ser humano más
Puede que no veamos la verdad
Que vivamos en un mundo fantástico
Dentro de una escafandra de mentiras
Hundidos en un mar de opiniones
Centrados en nosotros, sin sentir nada.
Puede que no sintamos nada en realidad
Que nuestro corazón no exista
Que nuestra mente no razone
Que no pensemos lo suficiente
Que no haya justicia, solo traición.
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
Puede que la justicia no exista
Que solo es una invención
De los poderosos
Para hacernos creer que no lo son,
Para hacernos creer que tenemos algo,
Cuando no nos queda nada.
Puede que esto no sea nada,
Solo unas palabras en un papel,
Solo el rastro de un bolígrafo gastado,
Solo algo que se puede leer.
Puede que todos y nadie podamos leer
Las manos de aquel que miente,
Las emociones ocultas de una mirada perdida,
Los ojos de alguien cuando dice algo,
Cuando quiere decir lo que siente.
Y puede que todos seamos algo.
Y no seamos nada a la vez.
Solo un punto en el espacio,
Que tan solo nosotros podemos ver.
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
ACCÉSIT BACHILLERATO
PSICO
Mercedes Rodríguez Loeb
Día tras día, noche tras noche. Puede que sea lunes, puede que sea viernes,
no me importa, todos los días son iguales, monótonos.
Me levanto, espero a que abran la reja de mi cuarto, voy al baño, me aseo y
vuelta al cuarto. Espero de nuevo a que vengan a por mí y bajo a desayunar.
Sólo, siempre sólo. Hace tanto que no tengo amigos, que se me ha olvidado
ya como hacerlos.
Pausadamente, me tomo los cereales, con mil ojos en mi nuca.
Pertenecientes a los loqueros que observan que no haga ninguna locura con
la cucharilla, y los locos, mirándome como si yo estuviese más loco que
ellos, es gracioso.
Loquero, locos y loco, es paradójico como un mismo lexema puede abarcar
tanto significado. Loquero, el enfermero o doctor que cuida a los locos.
Locos, mis compañeros. Loco, yo, nombre que escuché por primera vez en
la boca de mi madre cuando tenía doce años.
Es gracioso como una palabra se puede utilizar en sentidos tan amplios.
Mi madre me dijo esa palabra por primera vez, que yo recuerde, por una
apuesta con mi mejor amigo, aguanté 30 segundos con la mano encima de
la vitrocerámica, por lo que me la quemé. En el chillido que contenía la
frase, había dos sentimientos enfrentados, preocupación y enfado.
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
Después de este suceso, escuché esa palabra dirigida hacia mi numerosas
veces, pero era una palabra más que para mi empezaba a carecer de
significado. A tal punto llegó mi carencia de significado hacia esa palabra
que todo lo que hacía era cosa de locos, sin que nadie supiese que esa
maldita palabra podría estar condicionando mi futuro.
Termina la hora del desayuno y me llevan de nuevo a la habitación, donde
me atan y tengo que esperar tranquilamente a que llegue el doctor con las
auxiliares. Rutina, odiada rutina. El compañero de la habitación de al lado
empieza a gritar, él sí que está loco, se pasa el día gritando un nombre que
me resulta imposible de descifrar, nunca me he preocupado en mantener
una conversación con él. Es mi turno, tengo que estar tranquilo, un día más
es un día menos en la habitación. Abren la reja y me inyectan el líquido de
siempre, después empiezo a perder el conocimiento y se me olvida qué
ocurre.
Cuando me despierto vienen a por mí y me desatan, espero en una de las
muchas salas comunes que tiene el centro, me vuelvo a sentir observado.
¿Por qué me observan? ¿Por qué no me dejan pasar desapercibido? ¡Soy
una persona normal! Siento un pinchazo y me vuelvo a dormir.
Recobro el conocimiento y estoy en una sala blanca, en la que hay con un
joven con una bata del mismo color que la pared, nunca le he visto, debe de
ser nuevo. Me hace levantarme de la camilla y sentarme en la silla, estoy
sin atar, puedo mover las manos.
-Gonzalo, cuénteme su historia, cuénteme por qué está aquí- Me anima.
-Llámame Lalo- respondo secamente, pero inmediatamente empiezo a
contarle mi historia, me gusta contarla, recuerdo que no estoy loco, que no
soy uno de ellos.
Todo comenzó cuando tenía diecinueve años –comienzo- estaba en primero
de carrera, estudiando ADE, como muchos otros universitarios. Llevaba el
curso con buenas notas, alternando las clases con las cerves en el
montaditos. A mitad del segundo cuatrimestre, me entraron unas ganas
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
increíbles de viajar, tenía dinero ya que mis padres tenían un buen trabajo y
las pagas eran abundantes, miré los horarios de los vuelos y sin
preocuparme de nada más compré el primer billete con dirección a Roma,
qué mejor destino para disfrutar de unas pequeñas vacaciones. Cuando
aterricé, salí directamente del aeropuerto, no tenía equipaje que recoger.
Cogí un taxi dirección al Coliseo y estuve dando vueltas por los alrededores
buscado un buen restaurante italiano donde poder comerme una Calzone.
Lo encontré y me pegaron un buen sablazo a la cartera. Me dirigí a la
Fontana di Trevi donde tiré una moneda y comencé a hacer fotos a parejas
de enamorados que me pedían que les inmortalizase el momento. Me senté
en plena Fontana a descansar. A la hora o así comenzaron a llamarme mis
padres y mis amigos sin parar, no respondí a ninguna de las llamadas, no
quería que les cobrasen adicionalmente por llamar al extranjero.
-¿Me está escuchando?- Pregunté al joven doctor.
-Sí, Lalo, prosiga.
-No contesté a ninguna de las llamadas, ni siquiera a la de la que era mi
novia en ese momento, me levanté y me puse a buscar algún hostal en el
que pudiese pasar mi primera noche, debido a la hora que era estaban todos
ocupados, por lo que no me quedó más remedio que pasar la noche a la
intemperie, por suerte, no hacía demasiado frío. Me despertó la Carabinieri
cuando el sol comenzaba a hacer acto de presencia y me llevaron a
comisaría, donde tras pasar declaración con el escaso italiano que hablaba,
me dejaron entre rejas hasta que horas más tarde apareció un doctor que
hablando más mal que bien el español, me hizo un psicoanálisis donde
detectó, incorrectamente, que era esquizofrénico y que me encontraba en
plena crisis. Yo no entendía nada y me empecé a poner nervioso, reconozco
que la situación se me fue de las manos, pero es que yo no estaba loco. No
lo estaba ni lo estoy. No se cómo aparecí en un avión con mis padres y un
aparente doctor, digo aparente porque el loco era él, no yo. Al regresar a
Madrid me hicieron unas pruebas absurdas que pasé sobresalientemente y
como recompensa, me dieron un montón de pastillas para tomarme cada
noche. Pastillas que obviamente no tenía que tomar ni tengo que tomar, ya
que me encuentro en perfectas condiciones.
XVIII Certamen de relatos cortos, poesía y artes plásticas José Mª Navau -23 de Abril de 2015
-¿Y por qué acabó aquí? –Me interrumpió.
-No lo sé, ¡usted sabrá! ¡Usted tiene todos los papeles sobre mí, sabe todo
sobre mí, por qué me hace contar mi historia si usted sabe que estoy aquí
debido a una equivocación! ¡Usted sabe que debería de estar en mi casa y
no en un lugar tan monótono!
-Tranquilícese Gonzalo, cuénteme el final.
-No se lo voy a contar, loco. Estáis todos locos y me hacéis creer que lo
estoy yo.- Cogí el boli que estaba en la mesa y se lo clavé al doctor en el
brazo, inmediatamente entraron unos enfermeros y me inyectaron el
sedante.
Cuando me despertaron, ya estaba anocheciendo, me había perdido todas
las actividades de la tarde por culpa del joven doctor. Me había perdido la
sesión de puzles, y no había podido terminar el Arco del Triunfo, sólo me
faltaban quince piezas por colocar. Maldito doctor. Me sacaron de la
habitación para cenar, otra vez las odiosas miradas en mi nuca, todos bajo el
lema “Los locos unidos, jamás serán dormidos”, el único cuerdo en este
hospital soy yo, y no quieren aceptarlo.
Me devuelven a la habitación y me cierran la reja, ya vendrán a atarme.
Es gracioso porque estoy aquí para curarme, para dejar de ser un peligro
para la gente que me quiere y me rodea, pero esa gente no ha aparecido
ningún día de los mil noventa y siete días que llevo ingresado.
Día tras día, noche tras noche. Puede que sea lunes, puede que sea viernes,
no me importa, todos los días son monótonos. Bueno, hoy si sé qué día es,
23 de abril, mi cumpleaños, hace justo mil ciento veintiséis días que estoy
aquí encerrado. Tres años y un mes siendo el único cuerdo del hospital.
Locos, loqueros y yo, el cuerdo. Anoche se olvidaron de atarme, las cuerdas
caen de la cama, llamándome.
Un cuerdo, tiene que ir a las cuerdas.